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GRAN SINAGOGA DE BUDAPEST

Tras el recorrido matinal por Buda en nuestro segundo día en Budapest, nos propusimos visitar
la Gran Sinagoga de Budapest antes de
comer. Optamos por una visita guiada en
español que tiene un precio de 2850 HUF
por persona (9,60 euros) y que realmente
merece la pena. Las entradas se obtienen en
una taquilla que está ubicada junto a su
entrada. Se trata de la segunda sinagoga
más grande del mundo tras la de Nueva
York y la amable guía nos explicó en su
cautivador interior que se la conoce como la
“sinagoga católica” ya que su decoración
recuerda mucho a la de una iglesia. Esta
comparación se hace especialmente porque
tiene dos púlpitos y un altar, algo que no
ocurre con el resto de sinagogas del mundo.
Además, la ostentosa decoración del interior
con oro y grandes lámparas es más cercana a
la de una catedral, por ejemplo.

Se construyó en tan sólo cinco años (1854-


1859) y, aunque fue seriamente dañada
durante la Segunda Guerra Mundial, fue
restaurada y conserva la espectacularidad
que la convierte en un lugar de obligada
visita en la capital húngara.

Otra de las paradojas que tiene la Gran Sinagoga de Budapest es que posee un cementerio en
su exterior, algo que no ocurre en ningún otro lugar del mundo porque va en contra de la
tradición judía. El motivo de esta excepción es que en ese mismo punto aparecieron los
cuerpos amontonados de los judíos asesinados y abandonados a su suerte por los nazis en
el gueto de Budapest. Fueron 2.000 personas que, como homenaje a sus historias y recuerdo de
la barbarie, acabaron enterradas junto a la sinagoga. Un lugar de un simbolismo
extraordinario que provoca una emoción incontenible y que también forma parte de la visita
guiada. Junto al cementerio hay fotografías históricas que fueron tomadas por las personas que
liberaron el gueto de Budapest y que se encontraron con aquel panorama dantesco.

Cementerio judío adyacente a la


Gran Sinagoga de BudapestImagen
de la liberación del gueto de
Budapest en el cementerio judío
El recorrido finaliza en su patio
exterior, donde tiene lugar otro
sentido tributo a los 400.000 judíos
húngaros aniquilados por el
nazismo. Allí podemos ver el Árbol
de la Vida, un sauce llorón de acero
que tiene en cada una de sus hojas el
nombre de un judío asesinado
durante el Holocausto. Fue
levantado en 1991 gracias a las
aportaciones de, entre otros, el actor Tony Curtis, descendiente de judíos húngaros.
Además, se ha colocado un mosaico de vidrio obra de una veterana artista judía que
simboliza mediante llamas el exterminio que perpetraron los nazis.

También hay una lápida con nombres de personas que ayudaron a salvar a judíos del gueto
de Budapest durante la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos aparece en segundo lugar el del
español Ángel Sanz Briz, el conocido como “Ángel de Budapest” (existe una película que
emitió TVE con este nombre que protagonizó Francis Lorenzo). Briz era un diplomático
español en la capital húngara que entregó pasaportes españoles a 5.000 judíos haciéndolos pasar
por sefardíes aunque fueran originarios de otros lugares. Una impresionante labor que
permanece en el recuerdo.

Como curiosidad cabe decir que la lápida con los nombres de estos “ángeles” de carne y
hueso está rodeada de piedras en lugar de flores. Una costumbre del pueblo judío ya que las
flores se marchitan mientras las piedras perduran en el tiempo. Existen otros motivos y
leyendas que explican el uso de las piedras, pero éste es uno de ellos.

El complejo de la Gran Sinagoga de Budapest se completa con un Museo Judío que muestra
reliquias religiosas y objetos rituales.

Una visita muy fructífera que nos sirve para homenajear al pueblo judío y para recordar la
barbarie del Holocausto. Una parada obligada en Budapest que aconsejo fervientemente que se
haga con una guía en español. No supone mucho dinero y ayuda a comprender mejor la historia
y el significado de un lugar especial y que conmueve.

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