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Universidad Autónoma de Campeche

Facultad de Medicina
Licenciatura como Médico Cirujano

Introducción a la Salud Mental


Docente: Dr. Francisco A. León Cruz

Alumno: Br. Edwin Alberto Guerra Ek

Grupo: 1° A

Tarea:
Resumen: autoestima y apego
(19 de noviembre de 2020)
Autoestima

Se define como autoestima a una sensación fundamental de eficacia y un sentido


inherente de mérito, y como la suma integrada de confianza y de respeto hacia sí
mismo. La autoestima es el punto de partida para que el niño pueda mantener
relaciones positivas, autonomía sea capaz de aprender. La autoestima se trata de
percepciones y de emociones fuertemente arraigadas en el individuo pues encierra
no sólo un conjunto de características que definen a un sujeto, si no, el significado
y la valoración que éste consciente o inconscientemente le otorga. Entre los 3 y 5
años, el niño recibe opiniones, apreciaciones y críticas acerca de su persona o de
sus actuaciones, formándose su primer bosquejo de quién es él, entonces, desde
afuera, de la realidad intersubjetiva, aunque en ese momento no se pueda hacer la
distinción de objetividad y subjetividad; por ello todo lo que oyen del mundo
constituye una realidad única y con ello se inician los esbozos de la autoestima que
el niño recibe, principalmente, de las figuras de apego más significativas a su edad;
no es hasta la adolescencia, a partir de los 11 años aproximadamente, con la
instauración del pensamiento formal que el joven podrá conceptualizar su sensación
de placer o displacer, adoptando una actitud de distancia respecto de lo que
experimenta, testeando la fidelidad de los rasgos que él mismo, sus padres o su
familia le han conferido de su imagen personal y, siendo la identidad un tema central
de esta etapa, el adolescente explorará quién es e intentará responderse en forma
consciente a preguntas sobre su futuro y su lugar en el mundo. Conformarse una
autoestima positiva va de la mano con las distintas tareas del desarrollo y no sólo
las conforman las influencias ambientales, sino también, la salud física y la
maduración del organismo; además de las necesidades relacionadas con su instinto
de exploración, el deseo de pertenecer a un grupo de referencia, contar con el
respeto de los demás, controlar su entorno inmediato, ser de utilidad y trascender,
entre otros.

En el ámbito familiar se proponen cuatro factores condicionantes para que este


proceso marche en forma equilibrada:
 Vinculación: se refiere a la necesidad de sentirse parte de algo, como su
familia, hermanos o pandilla pues se necesita saber que alguien se preocupa
por él y es importante para otro: además de ser escuchado y tomado en
cuenta, participar y que escuchen sus opiniones.
 Singularidad: se refiere a la necesidad de reconocerse como alguien
particular y especial, aunque tenga muchas cosas parecidas a sus hermanos
u otros amigos e implica también, espacio para que el niño se exprese a su
manera, pero sin sobrepasar a los demás.
 Poder: implica que el niño cree que puede hacer lo que se planea y que en
la mayoría de las veces obtendrá éxito; y si no lo logra será de vital
importancia que comprenda la verdadera razón de los impedimentos y cómo
ellos se relacionan con sus futuros propósitos, se desarrolla una confianza
en sí mismo cuando se le permite decidir sobre cosas que están a su alcance
y que él considera importantes.
 Pautas: se relacionan con el sentido que el niño le otorga a su existencia y a
lo que realiza; requiere de modelos positivos, que cuando los imite obtenga
resultados satisfactorios y alentadores, a través de los cuales aprenda a
distinguir lo bueno de lo malo; saber por qué ocurren los cambios, qué sentido
tiene el trabajo y qué cosas se valoran a la hora de decidir, le permitirá
desenvolverse con confianza, prediciendo que si actúa de determinada
manera logrará lo que se propone; el orden y las reglas son especialmente
importantes para crear en el niño la sensación de pautas o guías, que le
permitirán conducirse, organizar el tiempo, planificar y resolver problemas.

De existir la ausencia o distorsión de alguna de estas condicionantes se repercutirá


en la manera en que el adulto se verá a sí mismo y a los demás, sin embargo estas
condicionantes distan de ser reglas pues, el fenómeno de la resiliencia plantea
casos de niños que a pesar de crecer rodeados de un medio con factores de riesgo
social y de vivir permanentemente en situaciones de estrés, logran contra todo
pronóstico, llegar a tener una vida saludable, alcanzar sus metas académicas,
realización personal y logros económicos; algunos autores han explicado este
proceso con la presencia de una condicionante básica: la afectividad, el hecho de
que estos niños reciban cariño incondicional de al menos una persona, puede ser
un factor de intervención positiva que altera el curso del desarrollo, protegiendo a
estos menores de la agresión ambiental.

En el mejor de los casos, al final del proceso encontraremos a un adulto íntegro que
reúne una serie de atributos de no fácil detección. En la gesticulación, la expresión
y los movimientos de este adulto se observa armonía y felicidad. Los logros y
fracasos son expuestos de la misma manera, directa y francamente, abiertos a
recibir críticas, pues son flexibles y les interesa obtener el mayor provecho de las
posibilidades que le ofrece la vida, es capaz de trabajar incesantemente por los
objetivos que se ha planteado, es consciente, a la vez responsable de sus actos; en
lo corporal y lo relativo a la gesticulación, es posible identificar ciertos indicadores
como son: ojos vivaces y brillantes, mirada clara, voz modulada con intensidad
adecuada a la situación, pronunciación clara, el rostro exhibe un color natural y una
piel tersa (salvo casos de enfermedad), el mentón está erguido de manera natural,
la mandíbula, el cuello, los hombros y las extremidades están relajadas, la postura
es erguida y el andar es resuelto.

Apego

Desarrollada por John Bowlby, la teoría del apego postula una necesidad humana
universal para formar vínculos afectivos estrechos; como núcleo de la teoría se
encuentra la reciprocidad de las tempranas relaciones, la que es una precondición
del desarrollo normal, como ejemplo, las conductas de apego del infante (por
ejemplo, búsqueda de la proximidad, sonrisa, colgarse) son correspondidas con las
conductas de apego del adulto (tocar, sostener, calmar), y estas respuestas
refuerzan la conducta de apego del niño hacia ese adulto en particular; la activación
de conductas de apego depende de la evaluación por parte del infante de un
conjunto de señales del entorno que dan como resultado la experiencia subjetiva de
seguridad o inseguridad; la seguridad es el objetivo del sistema de apego, que es
por encima de todo, un regulador de la experiencia emocional pues nadie nace con
la capacidad de regular las propias reacciones emocionales.
Un sistema regulador se desarrolla en el que las señales de los niños de cambios
en sus estados, son entendidas y respondidas por el cuidador permitiendo, por lo
tanto, alcanzar la regulación de esos estados; el infante aprende que la activación
neurovegetativa en presencia del cuidador no dará lugar a una desorganización que
vaya más allá de sus capacidades de afrontar tal situación pues el cuidador estará
allí para reestablecer el equilibrio; en estados de activación incontrolable, el infante
buscará la proximidad física con el cuidador para ser calmado y de recobrar la
homeostasis; sus experiencias pasadas con el cuidador son incorporadas en sus
sistemas de representación (sistema de creencias) denominados "modelos internos
activos"; por lo tanto, el sistema de apego es un sistema regulador bio-social
homeostático abierto.

Mary Ainsworth desarrolló un procedimiento para observar los "modelos internos


activos" de los infantes mientras éstos estaban transcurriendo. Los infantes,
brevemente separados de su cuidador, en una situación no familiar para ellos
muestran uno de cuatro patrones de conducta.

 Seguros: exploran rápidamente en presencia de su cuidador, están ansiosos


ante la presencia del extraño y le evitan, son perturbados por las breves
ausencias de su cuidador, buscan rápidamente contacto con el cuidador
cuando éste retorna, y son reasegurados por éste.
 Ansiosos/evitativos: aparecen como menos ansiosos por la separación,
pueden no buscar la proximidad del cuidador después de la separación, y
pueden no preferir al cuidador/a más que al extraño.
 Ansiosos/resistentes: muestran limitada exploración y juego, tienden a ser
altamente perturbados por la separación, pero tienen dificultad en reponerse
después, mostrando agitación, tensión, y continúan llorando o molestan de
una manera pasiva, la presencia del cuidador o los intentos de calmarlo
fracasan en reasegurarlo; la ansiedad del infante y la rabia parecen impedir
que obtengan alivio con la proximidad del cuidador.
 Desorganizados/desorientados: exhibe conductas aparentemente no
dirigidas hacia un fin, dando la impresión de desorganización y
desorientación, manifiestan inmovilización, golpeteo con las manos, golpeteo
con la cabeza y el deseo de escapar de la situación aún en presencia de los
cuidadores

El desarrollo del niño y la percepción de los estados mentales propios y de los otros
depende, por lo tanto, de su observación del mundo mental de su cuidador, es capaz
de percibir estados mentales cuando el cuidador está en una modalidad, compartida
con el niño y muchas interacciones comunes (tales como el cuidado físico y el
calmar, o conversaciones con compañeritos) también implicarán tal actividad mental
compartida; esto es lo que hace que sean inherentemente intersubjetivas las
concepciones que se tengan sobre estados mentales tales como el pensar; la
experiencia compartida es parte de la estricta lógica de las concepciones sobre los
estados mentales. El niño con apego seguro percibe en la actitud reflexiva de su
cuidador imagen de sí mismo como deseante y con creencias, ve que el cuidador lo
representa a él como un ser intencional, y esta representación es internalizada por
el self. Si la capacidad reflexiva del cuidador le ha permitido descubrir
adecuadamente la actitud intencional del niño, entonces éste tendrá la oportunidad
de "encontrarse a sí mismo en el otro" como un ser con capacidad de mentalizar.

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