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PROGRAMA No.

0578

2 CORINTIOS

Cap. 8:8 - 9:5

En el día de hoy, amigo oyente, comenzamos nuestro estudio en el versículo 8 de este


capítulo 8 de la Segunda epístola a los Corintios que estamos estudiando. El apóstol Pablo
había dicho en el versículo anterior a los creyentes de Corinto, que ellos tenían abundancia
de todo. Es decir, ellos tenían abundancia de fe, tenían también abundancia de palabra.
Ellos eran capaces de testificar. Ellos tenían ciencia o conocimiento, y eran diligentes;
podían hacer las cosas con mucha solicitud. Ellos tenían un amor por Pablo y por los
demás apóstoles. Y luego él dice: Por tanto, como en todo abundáis . . . abundad también en
esta gracia. Ahora, ¿qué es eso? Es la gracia de dar. Y luego Pablo dice en el versículo 8,
de este capítulo 8:

8
No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de
otros, también la sinceridad del amor vuestro. (2 Co. 8:8)

Pablo está diciendo aquí que la forma de dar no es por medio de una ley o por una costumbre
arraigada o por un rito. Es por eso que creemos que el diezmo no es un mandamiento para
nuestros días. Sí, sabemos que hay muchas Iglesias buenas y que hay muchos expositores
bíblicos buenos, que hablan acerca del diezmo. “Nosotros tenemos que dar el diezmo,” dicen.
Pues bien, eso era algo básico en el Antiguo Testamento. Pero si usted lo examina

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cuidadosamente, probablemente encontrará que la gente daba tres diezmos. Y uno de ellos era
realmente para pagar los impuestos. Por tanto, pensamos que esa nunca fue la base sobre la cual
los creyentes tienen que dar. Pablo dice: No hablo como quien manda. O sea, no les estoy
pidiendo a ustedes que lo hagan porque es un mandamiento, sino para poner a prueba, por
medio de la diligencia de otros, también la sinceridad del amor vuestro. Porque los creyentes de
Macedonia les habían dado un ejemplo.

Lo segundo que menciona Pablo es: para poner a prueba, . . . la sinceridad del amor vuestro.
Y creemos que esa es la prueba verdadera de la fe del hombre hoy: su bolsillo. Esa es también
la zona más sensible de la vida cristiana, podemos decir de paso. Uno puede escuchar a la gente
que dice: “Bueno, yo haría alguna cosa si fuera posible”. Y Pablo dice: “Lo que ustedes dijeron
o prometieron dar el año pasado, denlo ahora”. Él quería que ellos actuaran, quería que ellos
hicieran las cosas como lo habían prometido; es decir, poner el dinero en el lugar de la promesa.
Eso también presenta una pregunta, de si uno ¿debería o no, firmar una promesa? Creemos que
vamos a tener oportunidad más adelante de hablar de eso. Creemos que necesitamos reconocer
que si uno firma una promesa para cualquier otra cosa, la gente tendría que estar dispuesta a
hacer una promesa a la obra de Dios. No vemos nada en las Escrituras sobre eso, pero lo
mencionaremos más adelante. Ahora, el versículo 9, de este capítulo 8, de la Segunda epístola a
los Corintios, dice:

9
Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo
pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. (2 Co. 8:9)

Ahora, si usted quiere un nivel de vida, amigo oyente, aquí lo tiene. El nivel es el Señor
Jesucristo mismo. Él era rico y se hizo pobre. El vino aquí abajo y tomó un lugar de pobreza.
¿Puede imaginarse usted el estar viviendo en el cielo y venir aquí a esta tierra y nacer en un

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lugar como Belén; viviendo en Nazaret, y muriendo en una cruz fuera de los muros de la ciudad
de Jerusalén, siendo luego sepultado en la oscuridad de esa tumba? Él era rico pero se hizo
pobre por usted y por mí. Necesitamos reconocer que Pablo no está pidiendo dinero para sí
mismo. Él podía haber dicho: “Bueno, yo he robado a otras iglesias para hacerles un servicio a
ustedes”. Las otras Iglesias enviaron su dinero, su ofrenda misionera a él; y ahora que ellos son
creyentes, Pablo no quiere que ellos se olviden de esta responsabilidad. Él nunca les pidió nada
para sí mismo; él es un verdadero siervo de Cristo, pero está pidiendo para las necesidades de
otros. Él quiere llevar una ofrenda para aquellos santos pobres de Jerusalén. Luego él dice aquí
que las cosas se deben hacer ahora mismo. Leamos el versículo 10, de este capítulo 8:

10
Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no
sólo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado. (2 Co. 8:10)

En otras palabras, ustedes prometieron algo, por tanto, ahora deben cumplir lo prometido. Y
creemos que es una tontería santurrona de parte de una persona decir: “Ah, yo no creo en esto de
hacer promesas. Yo no creo que los creyentes deberían hacer eso”. Pues bien, el creyente tiene
que firmar un contrato por el alquiler de su casa; usted tiene que firmar notas de crédito por su
alquiler y también por las cosas que necesita en su hogar, como el refrigerador, lavadora, el
automóvil, la mesa, las sillas, las camas, etc. Amigo oyente, usted también puede firmar
entonces por la obra de Dios. El apóstol Pablo dice que esto no es un mandamiento, pero, dice
aquí en el versículo 11, escuche usted:

11
Ahora, pues, llevad también a cabo el hacerlo, para que como estuvisteis prontos a
querer, así también lo estéis en cumplir conforme a lo que tengáis. (2 Co. 8:11)

En otras palabras, tienen que cumplir con lo prometido. Tenemos ahora el método de dar.

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En el versículo 12 se nos dice:

12
Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no
según lo que no tiene. (2 Co. 8:12)

Nosotros tenemos que dar, dice Pablo, según lo que tenemos, pero se tiene que hacer con una
mente dispuesta. Esto creemos nosotros, es algo muy importante. Que tenemos que dar según lo
que poseemos, no según lo que no tenemos.

Usted recordará una historia que mencionamos en otro programa anterior, de cierto ganadero
que siempre estaba solicitándole al Pastor que hablara sobre el diezmo. El daba el diezmo, y
durante una época cuando escaseaban los trabajos y el dinero, este hombre seguía insistiendo en
este tema del diezmo. De modo que, un día su Pastor le dijo que las Escrituras no decían eso,
sino que debían dar según lo que tenían, porque esta Será acepta según lo que uno tiene, no
según lo que no tiene, como dice Pablo aquí. Y el Pastor le dijo a este hombre, que para algunas
personas era obligatorio, digamos, dar un diezmo. Que sería lo justo según lo que recibían por su
trabajo. Y otros no deberían dar un diezmo porque ellos no tenían nada para dar, y Dios
comprende eso; eso es cierto para muchas personas. Pero el Pastor también le dijo que hay otras
personas que tienen mucho, y que por tanto, el dar sólo un diez por ciento, como el diezmo, para
esas personas en realidad no era suficiente.

Como dijimos, este hombre era una persona acaudalada y tenía bastante dinero. El daba nada
más que el diezmo, y esto era una suma generosa, por supuesto. Quizás era la mayor cantidad de
dinero que recibía la Iglesia, pero, no era amigo oyente, lo que él tenía que estar dando, y por
tanto, su Pastor le explicó esto. Y después de eso, él ya no estaba dispuesto a dar más, y no
preguntó tampoco más sobre el asunto del diezmo, cuando se dio cuenta que el hombre tiene que

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dar según lo que tiene, y no según lo que no tiene.

Esto no tiene nada que ver con el diezmo en el presente día, eso era lo básico en el Antiguo
Testamento, y no podemos creer que ningún creyente en el día de hoy, que tiene un buen salario,
deba dar menos de un diez por ciento. Estamos viviendo en una época que es de mucha
abundancia para muchas personas, y sabemos que hay muchos también que nos escriben y nos
dicen, “me gustaría apoyar su programa, pero yo soy miembro de tal y cual iglesia que es una
buena iglesia; yo doy en esa iglesia lo que puedo y estoy recibiendo nada más que mi jubilación
y tengo muy poco; de modo que no puedo dar más”. Y creemos que Dios no les está pidiendo a
ellos que den para la obra radial. Creemos que El comprende esto también. Pero, lo deberían
hacer aquellos que lo tienen. Y el Señor ciertamente está tirándoles de las mangas a algunos de
ellos y posiblemente ya hayan cambiado a otra emisora para no escuchar esto que estamos
diciendo. Pero, escuche usted ahora lo que dice aquí el versículo 13:

13
Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, . . . (2
Co. 8:13)

Pablo está diciendo: “No creo que debería ponerse ninguna carga sobre ninguna persona”. Y
continúa en el versículo 14, de este capítulo 8 de la Segunda epístola a los Corintios:

14
sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra supla la escasez de
ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya
igualdad, (2 Co. 8:14)

Lo que él está diciendo aquí es lo siguiente: “¿Le ha bendecido Dios a usted?” Estamos
viviendo en una sociedad de abundancia en muchos países. Muchos tienen todas las

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comodidades necesarias. Tienen lindas casas, tienen hermosos mobiliarios, tienen todas las
cosas que les hace falta, y están viviendo bien. Ahora, permítame decirle, amigo oyente, que
Dios le está diciendo a usted, que debería dar en el día de hoy, y compartir en la obra del Señor
porque ésta tiene necesidad. Creemos que Dios está hablando a esta gente en nuestros días.
Muchos de ellos, por supuesto, no quieren escuchar y se conforman con simplemente dar un
diezmo, como aquel ganadero que mencionamos anteriormente. Él quería dar nada más que el
diezmo, y quería que su Pastor hablara de ese tema para sentirse bien. Pero después de escuchar
lo que el Pastor tenía que decir sobre el tema, no creemos que se haya sentido muy cómodo
dando nada más que el diezmo. Y no podemos pensar en ninguna otra persona que no pueda dar
más. Ahora, el versículo 15, dice:

15
como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos. (2
Co. 8:15)

Pablo está hablando ahora del tiempo cuando los judíos recibían el maná del cielo. Ahora,
Supongamos que una mañana un hombre se levanta y observa que toda la tierra está cubierta con
el maná, y que él pide que le envíen dos o tres canastas para poder recoger lo más que pueda. Él
dice: “Vamos a llenarlas completamente. Hagamos esto mientras podamos”. De modo que, él
sale y llena esas canastas con el maná. Y, ¿qué es lo que sucede? El sólo podía usar lo que
necesitaba para comer en ese día, porque a la mañana del día siguiente, todo estaba ya malo.
Ellos no tenían donde guardar la comida y ésta no se podía guardar. Así que, este pobre hombre,
se quedaba con dos o tres canastas llenas de ese maná que ya no le servía.

Había un creyente muy bueno y dedicado, que aunque solo tenía unos 40 años ya se había
jubilado. Y él decía que había ganado más de un millón de dólares, y eso era todo lo que él
podía usar. Que si él trataba de ganar más dinero, pues, estaría trabajando solamente para el

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gobierno, ya que todo eso sería consumido por el pago de impuestos. De modo que, él hizo su
millón y se jubiló. Él no trabajó más después de eso, y ni siquiera iba a su oficina. Simplemente
hacía las cosas por correspondencia. Él tenía una entrada bastante buena y no necesitaba más.
Él decía que luego de jubilarse, podía dedicar todo su tiempo a la obra del Señor, y eso es
precisamente lo que hacía. Él vivía bien porque tenía con qué, y no creemos que eso haya sido
algo malo. Pero queremos decir que él estuvo compartiendo todo lo que era y todo lo que tenía,
con la obra del Señor en su tiempo. Y eso es lo que Dios quiere de cada uno de nosotros, amigo
oyente.

Ahora, permítanos preguntarle: ¿le ha bendecido Dios a usted? Pues bien, aquel que
siembra poco, va a segar poco. Uno de estos días usted se dará cuenta que Dios ha comenzado a
tratarlo a usted de la misma manera en que usted lo está tratando a Él, porque pensamos que Dios
apunta todo esto en Sus libros. Él no nos está poniendo bajo la ley, porque si así lo hiciera,
entonces, usted no podría dar como bajo gracia, con esa pasión, un deseo de dar. Usted tendría
que dar alegremente, sí, pero usted le debería decir a sus amigos: “Miren, escuchen ese
programa. Allí están hablando de una cosa maravillosa, de lo más maravilloso del mundo. Nos
están diciendo cómo podemos ser felices dando de nuestro dinero”. Ahora, quizá esto parezca
una locura. Lo sabemos. Pero eso es exactamente lo que Pablo está diciendo aquí.

Luego él dice: Pero gracias a Dios. Esta palabra de agradecimiento es la misma que se usa
para “gracia,” y que viene del griego “karas.” Quiere decir: “Gracia sea a Dios.” Es algo
verdaderamente bueno. Leamos, pues, todo este versículo 16:

16
Pero gracias a Dios que puso en el corazón de Tito la misma solicitud por vosotros. (2
Co. 8:16)

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O sea que, Pablo está diciendo: “Envié a Tito para que consiguiera esto, pero ya era una
gracia en su corazón. Él quería tal como yo recoger una ofrenda para los santos pobres de
Jerusalén.” Ahora, desde el versículo 17, hasta la primera parte del versículo 19, dice:

17
Pues a la verdad recibió la exhortación; pero estando también muy solícito, por su propia
18
voluntad partió para ir a vosotros. Y enviamos juntamente con él al hermano cuya
alabanza en el evangelio se oye por todas las iglesias; 19ay no sólo esto, sino que también
fue designado por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para llevar este
donativo, . . . (2 Co. 8:17-19a)

Ahora, usted puede apreciar esto, amigo oyente, de que eso estaba en su corazón. Ahora,
completando el versículo 19, dice:

19b
que es administrado por nosotros para gloria del Señor mismo, y para demostrar vuestra
buena voluntad; . . . (2 Co. 8:19b)

Y lo que damos, amigo oyente, debería ser para la gloria de Dios. En el versículo 20,
continúa Pablo diciendo:

20
evitando que nadie nos censure en cuanto a esta ofrenda abundante que administramos,
(2 Co. 8:20)

¿Por qué? Porque Pablo dice: “Nosotros seremos honrados en la forma en que vamos a
utilizar esto y en la forma en que será administrado. Y continúa en el versículo 21:

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21
procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también
delante de los hombres. (2 Co. 8:21)

Note usted que dice: Procurando hacer las cosas honradamente. En otras palabras,
necesitamos tener mucho cuidado con la forma en que usamos el dinero de Dios. Creemos que
la Iglesia tiene que hacer una declaración financiera a la congregación y contar toda la historia y
no contar solamente parte de ella. Usted puede darse cuenta que a veces solo se recibe un
informe parcial y que este informe, pues, no presenta el cuadro completo. Eso en el mundo de
los negocios sería algo deshonesto, pero en las Iglesias, los encargados utilizan ciertas
explicaciones hoy, diciendo: “Bueno, pensamos que si la gente se entera que tenemos algo de
dinero en reserva, pues, no va a continuar dando”. Amigo oyente, eso tendría que causar en la
gente un deseo de dar mucho más, porque ellos pueden darse cuenta ahora, de que Dios los ha
bendecido y de que El los continuará bendiciendo.

Quisiéramos decir aquí, amigo oyente, que si usted no está seguro de cómo se utiliza su
dinero donde lo está dando, usted no debería continuar haciéndolo. No interesa cuál obra sea,
aun si está relacionada con este programa radial. Usted tiene que tener una confianza plena en
su mente y en su corazón. Usted no debería aun dar en su Iglesia, hasta cuando esté convencido
que su dinero está siendo utilizado de la manera correcta. A veces no es así. A veces no es
utilizado de la forma en que la gente quiere que sea utilizado.

Desde nuestro comienzo, cuando recibimos algún dinero para ser usado de cierta manera, ya
sea en este programa o en algún otro, esa es la forma como se utiliza aquí. Por ese motivo, hay
cosas que se pueden enviar sin ningún problema, mientras que otras cosas no son así. Porque esa
es la forma en que la gente solicita que se divida el dinero. Y pensamos seguir haciendo eso,
porque queremos poner el dinero donde la gente quiere que se ponga. Eso es algo sobre lo cual

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la gente debería estar bien segura en nuestros días, de cómo se usa el dinero en su Iglesia, y que
se está usando de la forma en que ellos quieren que se use. Pablo dijo en el versículo 21:

21
procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también
delante de los hombres. (2 Co. 8:21)

De que obviamente el dinero se está usando para lo que se había entregado. Y continúa
Pablo diciendo en el versículo 22:

22
Enviamos también con ellos a nuestro hermano, cuya diligencia hemos comprobado
repetidas veces en muchas cosas, y ahora mucho más diligente por la mucha confianza
que tiene en vosotros. (2 Co. 8:22)

En otras palabras, Pablo está diciendo: “Yo puedo confiar en Tito, él puede dar un buen
informe. Voy a enviar ese informe y él se los presentará a ustedes después de regresar de
Jerusalén. Y prosigue diciendo en los versículos 23 y 24:

23
En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a
24
nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo. Mostrad, pues,
para con ellos ante las iglesias la prueba de vuestro amor, y de nuestro gloriarnos respecto
de vosotros. (2 Co. 8:23-24)

Pablo estaba diciendo que quería la prueba del amor de ellos. Si ustedes creen en lo que les
estoy diciendo, entonces, cumplirán con su palabra. Lo harán de la forma en que presenten su
ofrenda. Esa es la manera de expresar su amor. Y pensamos que hay muchos creyentes que son
como ese joven que le escribía a su novia y le decía: “Yo por ti cruzaría hasta el océano más

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ancho; nadaría en el río más profundo por ti; subiría a las montañas más altas por ti; me
arrastraría a través del desierto por ti.” Y luego termina su carta diciendo: “Si no llueve, el
miércoles te voy a visitar.” Y hay muchos creyentes, amigo oyente, que son tal como este joven.
Pablo está diciendo aquí que debería haber gracia en su corazón.

Vamos ahora a tocar algunos puntos de importancia en el capítulo 9. En realidad creemos


que en el capítulo 9, Pablo habla de una manera muy directa sobre la forma de ofrendar de los
creyentes. En el capítulo 8, él hablaba de la gracia de dar, y aquí tenemos ante nosotros el dar
cristiano. En los versículos 1 al 4, de este capítulo 9, de su Segunda epístola a los Corintios, dice
el apóstol Pablo:

1
Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba; 2pues conozco
vuestra buena voluntad, de la cual yo me glorío entre los de Macedonia, que Acaya está
preparada desde el año pasado; y vuestro celo ha estimulado a la mayoría. 3Pero he
enviado a los hermanos, para que nuestro gloriarnos de vosotros no sea vano en esta
parte; para que como lo he dicho, estéis preparados; 4no sea que si vinieren conmigo
algunos macedonios, y os hallaren desprevenidos, nos avergoncemos nosotros, por no
decir vosotros, de esta nuestra confianza. (2 Co. 9:1-4)

Pablo les está diciendo aquí que ellos habían prometido hacer esto el año anterior y que había
llegado la ocasión de cumplir lo prometido. No hay nada malo en hacer una promesa así. Es
algo realmente santurrón cuando la gente quiere usar esto como una excusa. Tenemos personas
que escriben diciendo: “Espero dar tanto dinero para la obra radial”. Y muchos lo hacen. Pero,
si no lo hacen, eso no es cosa mía. Eso es entre usted y el Señor, amigo oyente. Y creemos que
usted debe atender sus negocios con el Señor mismo. Debe decir: “Señor, yo voy a hacer esto y
esto;” como cierto hombre, hace muchos años, que era muy rico. Alguien le preguntó: “¿Cómo

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hace usted para ser tan rico y para dar tanto?” “Bueno,” él dijo: “cuando el Señor echa una
palada hacia adentro, yo echo otra hacia afuera; y Dios tiene la pala más grande.” Y así es,
amigo oyente, Él tiene la pala más grande. Y es de esa manera que él quiere que nosotros
demos.

Pablo está diciendo aquí que él pasaría vergüenza si llegaba a la Iglesia de ellos con otras
personas a quienes les había mencionado que ellos darían algo, si ellos no habían hecho nada.
Esa es la verdadera prueba. Ya sabemos eso. Al viajar por varias Iglesias, uno puede darse
cuenta de que tienen mucho vigor espiritual. Y podemos hablar de muchas así. ¿Y sabe una de
las cosas que uno encuentra? Que ellos son muy generosos en la forma de dar. Y uno también
visita lugares que parecen muertos espiritualmente, y también puede uno notar, que en esos
lugares la gente no da nada. Esa es una buena forma de poder probar a las Iglesias, amigo
oyente. Bien, ahora en el versículo 5, de este capítulo 9, de la Segunda epístola a los Corintios,
dice el apóstol Pablo:

5
Por tanto, tuve por necesario exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros y
preparasen primero vuestra generosidad antes prometida, para que esté lista como de
generosidad, y no como de exigencia nuestra. (2 Co. 9:5)

O sea que, Pablo estaba seguro que la ofrenda de esta iglesia, iba a ser una ofrenda generosa.
Esa es la gracia de Dios obrando en el corazón. Y esa es la forma en que Dios quiere que
nosotros demos en el día de hoy.

Y aquí vamos a detenernos por hoy, porque nuestro tiempo se ha agotado ya.
Continuaremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa. Mientras tanto, ¡que Dios
derrame en usted Sus abundantes bendiciones!

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