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APORTES PARA UNA LECTURA CAMPESINA

DE LA BIBLIA
Aníbal Cañaveral Orozco

Introducción

Acontecía el Curso Intensivo de Biblia (CIB) en 1992, en Barranquilla, Colombia, fecha de


grandes celebraciones y conmemoraciones a raíz de los 500 años de la llegada de la
llamada "civilización occidental", que causó la más profunda destrucción cultural en
ABIAYALA, cuando en los corredores y aulas del Seminario Presbiteriano comenzábamos
a balbucear los nombres y lenguajes de las Lecturas Específicas de la Biblia.

En la calurosa ciudad de Barranquilla un campesino, que había llegado al Intensivo de


Biblia, clamaba por un reconocimiento de la Hermenéutica Campesina dentro del
Movimiento Bíblico Colombiano, Latinoamericano y Caribeño. Se había cuestionado por la
ausencia de la Lectura Campesina dentro de la temática del CIB 92. En su sentir, era
urgente hacer una Lectura de la Biblia desde la perspectiva del mundo rural, dadas las
condiciones históricas por las que estaba atravesando todo el Continente.

Por una parte, los procesos históricos de luchas campesinas, eclesiales y populares, entre
ellos el camino abierto por las Comunidades Campesinas Cristianas, significaban una base
importante para fundamentar este clamor. Por otra, la evidente destrucción y desaparición
del mundo rural y del campesinado originario a lo largo y ancho de América Latina y del
Caribe, representaba un desafío urgente para la lectura de la Biblia.

1.- Del horizonte comunitario y popular de la Biblia al horizonte campesino

Finalizando la década de 1980, apareció el primer número de la revista RIBLA (Revista de


Interpretación Bíblica Latinoamericana), dedicado a la Lectura Popular de la Biblia, es
decir, a la Hermenéutica Bíblica Latinoamericana. Pablo Richard y Neftalí Vélez Chaverra,
S.J. (+1994), coincidían en que "lo más original, novedoso y liberador en el trabajo bíblico
en América Latina, en las últimas décadas, se ha dado en el terreno de la Hermenéutica:
Cómo interpretar la Biblia, de una manera liberadora, desde el pueblo, con el pueblo y para
el pueblo, siendo fieles al mismo tiempo a los métodos históricos y exegéticos de la ciencia
bíblica... Una nueva lectura de la Biblia se desarrolla en las Comunidades Eclesiales de
Base (CEBs) de Brasil", la que luego se fue expandiendo por otros países. Su punto
hermenéutico de partida "está en el pobre, como nuevo sujeto histórico. El pobre también
en un sentido amplio: el obrero, el campesino, el indígena, el negro, la mujer, los jóvenes,
todos los marginados y oprimidos del campo y la ciudad".

Pablo Richard resumía en aquel entonces: "En la raíz de la lectura popular de la Biblia y de
la hermenéutica de la liberación, como nace hoy en América Latina, está el pobre como
sujeto histórico y la experiencia de Dios en el mundo de los pobres como una nueva
experiencia espiritual".
De esta Hermenéutica Bíblica Latinoamericana, que familiarmente hemos conocido como
Lectura Comunitaria y Popular de la Biblia, que ha tomado al pobre en su amplitud y
generalidad, valorando y dialogando con los métodos histórico-críticos de las ciencias
bíblicas (crítica textual, crítica literaria, historia de las formas e historia de la redacción), es
que se han desprendido la diversidad de lecturas específicas, entre ellas la campesina,
objeto de este aporte.

2.- La realidad y el secreto del horizonte campesino

2.1. Campesino de origen

Nací en el campo, de padre campesino y madre campesina. Las abuelas y abuelos venían de
antepasados campesinos. Mi apellido, Cañaveral, provenía de raíces indígenas, cuyos
orígenes se remontaban a los tiempos de la conquista y la colonia, 500 años atrás.

Crecí en el campo, descalzo, en contacto con la tierra, jugando con el polvo y el barro
mojado, despertando la imaginación y formando la pequeña e infantil cosmovisión
campesina. Corría por los campos y caminos, sintiendo libremente el viento que aleteaba en
las copas de los árboles y la lluvia que caía sobre la piel de aquellos paisajes campesinos.

Los domingos corríamos para la quebrada (río pequeño) que los antepasados habían
llamado "Palomar". Allí nos bañábamos y jugábamos con el agua y los pequeños peces. Me
gustaba contemplar la belleza de las mariposas, las flores y los pájaros de múltiples colores
que venían a cantar y a comer mandarinas junto al patio de la casa. Otras veces iba a mirar
la vida de los hormigueros, las casas de las avispas, los nidos de los pájaros, la belleza de
los pollitos recién nacidos, la gallina clueca que los defendía y arropaba bajo sus alas y las
flores cabelludas de las matas de iraca. Jugaba y correteaba con los perros, los gatos y las
bestias que los abuelos tenían. Saboreaba en lo más alto de los naranjos y los mangos el
dulce delicioso de aquellas frutas.

Entonces me untaba de tierra y me embarraba por los caminos por donde íbamos descalzos
a la escuela y al pueblo. Y después escarbé la tierra para sembrar las semillas, cuidar los
sembrados, recoger las cosechas y saborear la yuca, el plátano, el maíz, el frijol y el
guarapo de la caña que cultivábamos. Allí se formó mi cosmovisión campesina. También
allí experimenté y sentí la presencia de Dios en la lluvia, en el viento, en la montaña, en el
sembrado, en el agua, en la tierra, en el sol, en la luna, en las estrellas, en el arcoiris, en el
trueno, en la cosecha, en la familia, en la fiesta, en la celebración, en el dolor, en el camino,
en los alimentos, en el compartir, en el amanecer, etc. Todo aquello era la primera Palabra
de Dios, abierta y también secretamente escondida.

2.2. Destrucción del universo campesino

Tal vez no haya imagen más apropiada para relatar la realidad campesina de hoy que
aquella que vivimos y guardamos en la memoria cuando éramos niños y niñas, habitantes
del universo campesino de una pequeña vereda (caserío-camino).
Nunca olvidaré a los cazadores que andaban con las escopetas y los perros tras los conejos,
las guacharacas, las ardillas, los tigres y los lobos. Fue la extinción de los animales de la
región donde vivía.

Las quebradas eran grandes y en invierno crecía su caudal, porque las veredas estaban
llenas de montes. Desde niños aprendimos a conocer los secretos de los montes, porque
andábamos buscando la leña para cocinar la comida en la casa. Un día vimos aparecer a los
hombres mayores con las hachas y los machetes, bien afilados. Cayeron los montes de la
vereda, los árboles que nos habían regalado la leña, la sombra y el aire puro. Y la quebrada
fue el lecho mortal de las montañas, a donde fueron a parar los cuerpos sin vida de los
árboles.

Los dueños de las fincas, vislumbrados por el auge del café, tumbaron el monte. Y lo triste
fue que nos transmitieron esa enseñanza destructora. Más tarde, también nosotros éramos
los últimos depredadores del bosque, de lo último que quedaba allí. Un día la quebrada
lanzó un grito ensordecedor. El firmamento se había llenado de nubes, cargadas de energía.
Los relámpagos de los truenos y los rayos surcaban los aires, la lluvia y el granizo se
vinieron a torrentes sobre los sembrados y las tierras peladas. Corrió el agua como nunca
antes había corrido, arrastrando la tierra indefensa, precipitándose sobre el cauce de la
quebrada donde estaban los cuerpos sin vida de gigantescos árboles que habían sido
cortados. Se represó, y en el arrastre violento se llevó los sembrados que estaban a lado y
lado de sus orillas.

Era la era del monocultivo (aquí o allá, el monocultivo podía ser caña, café, arroz, trigo,
ajonjolí, cebada, ganadería, coca, amapola...), sembrar café para vender. Atrás iba
quedando, olvidada, la tradición del maíz, la yuca, el plátano y la diversidad de cultivos que
teníamos para la alimentación. Nos interesaba tener café hasta en las goteras de la casa y
vender para comprar todo lo demás que necesitábamos.

Con el café salieron del pequeño caserío las mulas, cargadas para enriquecer las arcas de la
Federación Nacional de Cafeteros (organismo nacional del café en Colombia, que maneja
con el Gobierno la política de mercadeo y precios), pero también regresaron cargadas con
los abonos y los venenos químicos para intoxicar, esterilizar y matar la tierra. A lomo de
mula salían los sacos de café y entraban los de abono químico, las cajas de cerveza, licores
y gaseosas; todo el modelo químico de alimentación.

El capitalismo (hoy neoliberalismo) le dio al dinero aquel valor diabólico de que quien lo
tiene vale más en la sociedad, y quien no lo tiene vale menos. El dinero, considerado como
valor absoluto, fue sepultando muchos valores familiares y vecinales (comunitarios) como
el trueque de alimentos, la mano cambiada, la minga, la solidaridad, el compartir, la
valoración de los propios frutos de la tierra, el autoconsumo, etc.

Más tarde, las mismas mulas y los carros entrarían al mundo campesino, las fumigadoras y
casi todo el mercado del pueblo, para hacer más efectivos los crímenes contra la naturaleza
y la vida. Los matamalezas envenenaron el aire y destruyeron los entornos naturales,
mientras los abonos químicos destrozaban la vida microcósmica de los sistemas biológicos.
Más recientemente, serían las pájaras mecánicas que regarían sobre regiones enteras sus
excretas de muerte.

La sociedad de consumo penetró hasta los tuétanos los mundos y universos campesinos. El
mercado neoliberal galopó hasta el más lejano lugar a poner la mercancía con etiqueta de
globalización. Muchas de las tiendas y cooperativas comunitarias, que llamamos
alternativas, llenaron sus estantes de enlatados, gaseosas, hamburguesas, carnes frías y toda
clase de "comida basura". La televisión inundó la mentalidad campesina de sueños
consumistas, fantásticos e irreales y transplantó al campo los modelos y estilos de vida
urbanos. El televisor arrasó con lugares y valores que fueron importantes en la tradición
familiar

Cuando era niño, observaba que mi papá escogía las mazorcas de maíz para conservar las
semillas. Después nos vinieron con el cuento de que las semillas mejoradas eran mejores y
se obtenían altos rendimientos. Y entramos en la moda de la siembra híbrida, y de
inmediato nos empacaron las fórmulas de los químicos. Cada vez que se iba a sembrar
había que comprar la bolsa de semillas mejoradas. Entonces llegaron en tropel los técnicos
y especialistas de las instituciones corruptas y burocráticas a enseñarnos la agricultura
tecnificada. Pero el campesino de aquella región, en su bondad originaria, y a veces con
ingenuidad, sacrificaba su gallina y le ofrecía un suculento sancocho (almuerzo especial
para visitantes) al que le estaba matando su vida y su futuro. Tras los técnicos llegaba la
fórmula mágica del préstamo o crédito de la entidad bancaria, que le pintaba mil pajaritos,
mil promesas y facilidades de pago, que le mejorarían la vida. Entonces tendría plata en
abundancia, educación para sus hijos, la mejor casa de la vecindad, seguro de salud,
alimentación abundante, ganados, ahorros y hasta carro para pasear.

 El crédito era el alma mortal para el campesino. El endeudamiento agrario simbolizaba el
monstruo grande de la Deuda Externa, es decir, del endeudamiento de los países.
Finalmente, el banco terminaba embargando el pedazo de tierra del campesino, sacándolo
de su propia parcela y desplazándolo a la ciudad o a otras regiones.

El campo era una Biblia viva y abierta, donde Dios se manifestaba en todo. Era el libro de
la Vida y la primera experiencia religiosa de Dios, tan originaria como los mismos
antepasados indígenas de donde veníamos. Así, CAMPESINIDAD y VECINDAD son las
dos dimensiones más integradoras para sentir hoy esta herencia genética que corre por
nuestras venas. Antes de que tomáramos conciencia de ser cristianos, éramos campesinos y
vecinos de sangre y corazón, porque sentíamos que pertenecíamos a la Tierra. Y éramos
creyentes en el Dios de las montañas, de los campos, de los soles, de las lunas, de los
universos desconocidos... Allí, en el campo, estaban los templos, los altares, los cultos y los
ritos al Dios mantenedor y protector de la vida. Esta experiencia religiosa, sin ser pura
(presencia de elementos negativos), terminó llamándose "religiosidad popular".

Un día de los años 40, por las trochas de la vereda, apareció el sacerdote de la Iglesia
Católica, montado en un caballo. Traía el nombre para las pocas casas de aquel campo. Se
llamarían San Antonio, en honor de su nombre (Antonio Hernández) y de San Antonio de
Padua, un santo de lejanas tierras. En su cabeza y mentalidad religiosa no contaba que
aquellos parajes tenían ya sus nombres antiguos (La Palma, La Mina, La Loma y El
Aguacate).

A lomo de caballo (hoy carro, televisión e internet) llegaron a la vereda: el nuevo nombre,
la Iglesia y la Biblia. Luego, la historia de lectura e interpretación de la Biblia ha sido larga.
En la vereda se interpretó la Biblia de otra manera, en otro lenguaje, en otros símbolos y en
otras claves.

Cualquier año, de este siglo que termina, se interrumpió la tranquilidad en nuestros campos.
La violencia política y sistemática vino arropando con una mancha de sangre campos,
veredas, ríos, poblados y caseríos. Los campos se inundaron de cruces y de impunidad, de
fuerzas en conflicto que pusieron al campesinado entre fuegos cruzados (ejército-guerrilla-
paramilitares-narcotráfico). Se trata de uno de los más grandes negocios actuales, de una de
las más obligadas fuentes de empleo ante el desempleo neoliberal, de la razón política y
económica más urgida para allegar las ayudas de Estados Unidos y los países desarrollados.
La guerra es un negocio, es la mina en cuyo nombre lle-gan los dólares, es la gallina que
pone los huevos de oro para alimentar un Estado corrupto, mientras el campesinado pone
los muertos.

3.- Leer campesinamente la Biblia. Campesinizar la Biblia

En este punto pretendo tocar algunos de los aspectos hermenéuticos más trabajados en las
Escuelas Bíblicas Campesinas y en los talleres bíblicos donde estamos haciendo la Lectura
Campesina de la Biblia. No se trata de un camino hecho (es como adentrarse en la espesa y
desconocida montaña), ni de una propuesta única para aplicarla en cualquier lugar, sino de
una búsqueda en medio de la diversidad y profundidad de las culturas campesinas (a veces
indígenas, negras y mestizas) y de sus experiencias religiosas y humanas. Una riqueza es
hacer la Lectura Campesina desde comunidades campesinas de las costas de los mares o de
las riberas de los ríos, y otra muy diferente es hacerla desde los poblados y veredas de las
laderas y cordilleras andinas.

3.1. Las/los protagonistas de la Lectura Campesina de la Biblia

Se trata de que hay que partir de una negación histórica al campesinado a ser protagonista,
de un lado, y a una experiencia de lucha y resistencia por afirmar y reivindicar su
protagonismo, del otro. Por decenas y decenas de años, el campesinado ha sido arrinconado
y empujado hasta las últimas peñas o a las periferias de las grandes ciudades. En sus
valores y capacidades, muy poco ha contado para los Estados, los gobiernos de turno, los
sistemas políticos y económicos, las Iglesias y las pastorales. Esta es la realidad que nos
está golpeando hoy.

Sin embargo, históricamente, el campesinado del Continente ha protagonizado luchas y


procesos organizativos muy significativos. Cada país tiene una historia de este
protagonismo campesino, a veces ignorada y eliminada por las historias de los opresores. El
Siglo XX se iniciaba en sus primeras décadas con los hechos y la memoria de la
Revolución Mexicana, campesina en el aporte y la visión de Emiliano Zapata. En el
Paraguay se dio todo aquel movimiento campesino de las luchas por la tierra. El
Movimiento de los sin- Tierra de Brasil, ha sido otra de las fuertes expresiones de
protagonismo del campesinado brasileño. En Colombia tomaría fuerza la ANUC
(Asociación Nacional de Usuarios Campesinos) por la década de los años setenta,
constituyéndose muy pronto en una fuerza organizativa que llevó a lograr muchas
recuperaciones de tierras.

Ser protagonista de sus sueños de dignidad humana, al leer la Biblia con sus propios ojos,
sentirla en su corazón, comprenderla dentro de su cosmovisión y vivirla en la profundidad y
el secreto de sus lógicas cotidianas, es lo que llamamos: leerla campesinamente y
campesinizarla. Entonces hay allí una Hermenéutica Bíblica que pasa por otros canales, por
otras fuentes, por otras riquezas de pensamiento racional, por otros saberes, por otras
simbologías, por otros lenguajes y otras experiencias religiosas, por otras escuelas de
formación, por otras metodologías y pedagogías, sembradas, germinadas y nacidas en la
profundidad conocida y desconocida de aquel universo campesino. Cuando campesina y
campesino se encuentran con la Biblia de esta manera son, en primer lugar, protagonistas
de la Lectura Campesina de la Biblia.

3.2. La Tierra como un punto hermenéutico

Es importante reconocer que las cosmovisiones campesinas tienen raíces originarias en las
culturas y civilizaciones indígenas y que están fuertemente ligadas al cosmos y a la tierra.
La tierra es fuente de vida. La tierra es madre bondadosa, acogedora, tierna y bella, que nos
da los frutos para vivir. La tierra es vida y es lugar de Dios. Donde falta, donde es
arrebatada, agredida y negada al campesino, es su muerte. Nuestras Iglesias y pastorales
bíblicas, muchas veces, han leído la Biblia al campesinado desde otros puntos
hermenéuticos, dejando de lado éste de la Tierra. Recuerdo que, no hace mucho tiempo,
nuestros talleres y cursos de Biblia, orientados por sacerdotes y religiosas, no por mala
intención sino con muy buena voluntad, se esforzaban en que los campesinos y campesinas
aprendieran de memoria cuántas partes tenía la Biblia, cuántos eran los libros, los capítulos,
los versículos, los géneros literarios y las respuestas para aquellos que eran considerados
como "hermanos separados". Aquello era, sin duda, una buena enseñanza para responder en
un nivel de especialistas y conocedores de la Biblia de pasta a pasta, pero al fin de cuentas
una enseñanza que no llevaba a generar alternativas de vida concreta. Era y es una
enseñanza bancaria, muy distante de la enseñanza que da el vivir en contacto con la tierra y
con la vida. Aquello de la enseñanza bancaria resulta secundario para el campesinado. Su
problema es vital y de sobrevivencia. Hay que leer la Biblia en la tierra y leer la tierra en la
Biblia. Pero ¿qué es esto de leer la Biblia en la Tierra? De eso, creo que sólo pueden dar
razón el campesino y la campesina que se untan de tierra sus manos y sus pies, que la
escarban, la acarician, la contemplan y la aman profunda y espiritualmente. Es cambiar
muchos de los lugares y los instrumentos con los que hemos aprendido Biblia. El salón de
vidrio, baldosa y cemento, por la tierra húmeda, fresca y fértil; el tablero y las letras sin
vida, por los paisajes, jardines huertos naturales; la exposición teórica por la experiencia
afectiva y dialogante con la tierra. En las Escuelas Bíblicas Campesinas hemos unido la
lectura y el estudio de la Biblia a las prácticas de agroecología, que en sí representan
proyectos alternativos de vida. El ser campesino vibra leyendo la Biblia, si ella representa
un proyecto de vida desde su tierra.

Leer la Tierra en la Biblia, quizás ha sido el mayor aporte que se ha logrado a nivel de los
estudios bíblicos. Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Tierra está presente, real y
simbólicamente. Esas presencias han sido motivo de estudios e investigaciones que hoy
enriquecen de manera sistemática la Hermenéutica Bíblica Latinoamericana. Muchos
biblistas han escrito aportes en esta perspectiva, como José Luis Caravias, Marcelo Ba-rros,
Paulo Suess, Milton Schwantes, Sandro Gallazzi...Puede ser verdad que se ha construido la
teoría, pero falta mucha práctica de cómo leer la Biblia en la Tierra. Se me antoja decir que
son dos caminos muy diferentes. Del uno podemos vivir una minoría. Del otro podrá vivir
el pueblo campesino y urbano de Dios.

3.3. La campesinidad cultural

Recientemente decía una Agente de Pastoral que ha trabajado con campesinos durante
muchos años, que defender tan apasionadamente estos proyectos campesinos de vida
alternativa era afirmar y radicalizar una visión "campesinista" muy reducida. Tal afirmación
es portadora de toda una tradición bíblica, teológica y pastoral, que todavía no logra
dialogar con esta campesinidad cultural. Lo alternativo dentro de la integralidad en esta
campesinidad cultural es quizás la apuesta más revolucionaria, honesta y esperanzadora en
favor de la vida en todas sus manifestaciones, en estos tiempos de neoliberalismo. Y es
quizás el punto de encuentro más decisivo con la Biblia, donde histórica y teológicamente
se abrazan las cosmovisiones bíblicas y milenarias andinas y afroamericanas, donde se
pueden encontrar y dialogar las campesinidades bíblicas, latinoamericanas y caribeñas.

En la campesinidad cultural se entreteje la telaraña de relaciones y elementos de exégesis y


hermenéutica para la Lectura Campesina de la Biblia. Allí también se trata de leer la Biblia
en la campesinidad cultural y leer la campesinidad cultural en la Biblia. Son también dos
caminos fascinantes, que abren horizontes insospechados, que plantean grandes desafíos.
La lectura de la Biblia se ha hecho desde las Iglesias, desde las Comunidades Eclesiales de
Base, desde los círculos bíblicos, desde los movimientos religiosos cristianos. Hay que
preguntarse: ¿Qué podrá significar hacer una lectura de la Biblia desde la Campesinidad
Cultural?

Quiero aportar algunos elementos que tocan con esta campesinidad. Muchos de ellos los
hemos trabajado en los talleres y escuelas bíblicas.

a. La cosmo-afectividad (cosmosentimientos)

En nuestras prácticas formativas damos una importancia central a este elemento. Vivimos
una experiencia de encuentro afectivo con la Vida, la Tierra y la Biblia. Primeramente
sentimos, tocamos y acariciamos nuestra Madre Tierra. Este gesto remueve en todo nuestro
ser los más hondos sentimientos y nos

dispone a un encuentro diferente con la Biblia. Desde nuestra infancia hemos vivido
experiencias positivas y negativas de cosmo-afectividad. La tierra y la Biblia manan esta
cosmo-afectividad por todos lados. Entonces, el Dios bíblico que encontramos es cosmo-
afectivo. En esta experiencia nos estamos reconstruyendo y renovando física y
espiritualmente de nuestras talas afectivas, porque el encuentro con la Palabra de Dios es
salvador y liberador. Aquí tiene lugar la expresión de otra lógica, diferente a la lógica
racional occidental. Muchos de los estudios bíblicos y las interpretaciones han venido con
una influencia marcada por la lógica racional. A esta otra lógica la hemos llamado la
LOGICA DEL CORAZON, de los sentimientos, de la afectividad. Por eso, ante la Tierra y
la Biblia se despierta una sensibilidad que rompe muchos de nuestros esquemas racionales.
Las personas comparten los más profundos sentimientos, salen espontáneamente los gestos,
brotan las palabras llenas de vida y esperanza, reverdecen los símbolos campesinos y salen
las alabanzas al Creador.

b. Escarbar en la Tierra y en la Biblia

Tierra y Biblia, en la perspectiva de la Lectura Campesina, son inseparables. Allí está la


centralidad de la exégesis y la hermenéutica campesina. En y sobre la tierra germinan,
nacen, crecen y fructifican los proyectos campesinos alternativos que son iluminados por la
Biblia. Ella es como el sol que despunta en el horizonte y se pone en el ocaso del atardecer,
bañando de luz y de energía la vida organizada de las comunidades, las escuelas bíblicas y
los grupos que se reúnen a leerla y a practicarla. Escarbar la tierra, tal vez sea la imagen
más sentida para llevarnos a escarbar en la Biblia, buscando los sentidos de vida y
esperanza. Así podemos toparnos con que la Biblia debe ayudar a generar alternativas de
vida campesina. En las comunidades esta Lectura Campesina está tomando fuerza, pero no
en cuanto se estudia Biblia por Biblia, sino en cuanto se convierte en una herramienta para
la vida. Un grupo de mujeres de la tercera edad leyeron campesinamente el libro de Rut y
como fruto de esta lectura nació una huerta comunitaria agroecológica. No es cualquier
huerta. Buscan producir legumbres y hortalizas sanas, sin nada de químicos. Ellas escarban
la tierra en la huerta y escarban a su manera en la Biblia, y surge una propuesta de vida
alternativa al modelo químico que mata la vida de la tierra, de las personas y de la
naturaleza.

En cada Escuela Bíblica se está esparciendo esta semilla. Van creciendo en número los
pequeños huertos agroecológicos, las tiendas comunitarias alternativas (que buscan escapar
de la lógica del mercado y del modelo de comida chatarra), la conciencia por valorar y
recuperar el autoconsumo de los productos propios y sanos (decir un no al mercado
globalizador del neoliberalismo), las prácticas agroecológicas en los cultivos (recuperación
de experiencias ancestrales), elaboración de abonos orgánicos (un no a los abonos químicos
que matan y esterilizan la Tierra), control biológico de plagas y enfermedades con riegos
naturales (un no a los venenos químicos), recuperación de las plantas medicinales y de los
saberes acerca de ellas (una alternativa a la medicina química), recuperación de las semillas
propias (un no a la patentación transnacional de las semillas), protección de los nacimientos
y fuentes de agua, etc., etc. Esta es la cosecha que está dando la Lectura Campesina de la
Biblia, son los frutos del escarbar en la Biblia y en la Tierra.

4.- Herramientas metodológicas de la lectura campesina de la Biblia


En varios lugares me han preguntado: ¿Cuál es el método de la Lectura Campesina de la
Biblia? ¿cómo la podemos hacer? Por la experiencia que llevamos en nuestros 5 años de
trabajo, creemos que no hay un único método que sea aplicable a todas partes. Aún nuestras
Escuelas Bíblicas Campesinas, por más cercanas que estén, son diferentes, trabajan con
ritmos distintos, con lógicas diversas, con símbolos de cada lugar. No puede haber un
esquema de formación uniforme. Cada Escuela se construye ella misma. No hay que llegar
de fuera a imponer las necesidades en Biblia. Nuestro aporte es participar y aprender del
proceso en que cada escuela se va construyendo. En ese aprendizaje hemos percibido
muchas pistas y elementos que van brotando y que ayudan metodológicamente al
crecimiento del proceso. Después, nuestro trabajo ha sido el de ir organizando
(sistematizando) estos elementos. La imagen del monte tiene muchas entradas. Leer
campesinamente la Biblia es también adentrarnos en su espesura por distintas entradas.
Enumero, a manera de síntesis, las que más estamos usando: la tierra, la mujer campesina,
la persona, la organización, la ecología, las culturas, la familia y la comunidad.

Estas entradas las hemos asemejado también a las puertas de nuestras casas campesinas, las
cuales necesitan de llaves para cerrar y abrir. En la práctica, estas comparaciones han
ayudado mucho para entender que con la Biblia nos pasa lo mismo. Ella tiene diversidad de
entradas y muchas llaves para abrirla. Al echar mano de las llaves para abrir no podemos
perder de vista que estamos entrando en dos universos campesinos muy desconocidos, el
nuestro y el bíblico, y que las llaves no pueden ser tan extrañas a ellos. No se necesita ir a
buscarlas a otras partes, ni pasar por las academias y universidades, porque ellas están ahí
mismo, en la tierra y en la vida campesina. Aquel pasaje de Lc 10, 21, que muestra a Jesús
pleno de alegría por el Espíritu Santo, leído desde una perspectiva campesina, nos revela el
rostro campesino de Jesús, que se alegra porque el Padre ha mostrado a los sencillos
(campesinos de Galilea) las cosas (sabiduría) que escondió de los sabios y entendidos. Las
llaves que nos han ayudado a abrir lugares en la Biblia son, entre otras, las siguientes:

4.1. Los sentimientos

Nuestras sociedades latinoamericanas y caribeñas padecen, en mucha medida, la


insensibilidad ante las diversas realidades de muerte que vivimos a diario. Entrar en la
Biblia con esta llave permite desentrañar la red de sentimientos que se mueven en cada
contexto histórico en que fueron vividos, contados, escritos y reinterpretados los textos
bíblicos. Por allí ha pasado también la acción liberadora de Dios, porque Dios es
sentimiento, es afectividad a manos llenas. Los sentimientos posibilitan una relación
acogedora, dialogante y de simpatía o confrontación con los/las personajes bíblicos. Tanto
la exégesis como la hermenéutica se enriquecen con esta llave.

4.2. Los sueños

Mucha parte del campesinado ha vivido y trabajado en pos de sueños ajenos. Ha


alimentado sueños irreales y fantásticos de una sociedad consumista que descarga toneladas
de artículos imaginarios en la mente del pueblo campesino a través de la televisión. Esa es
una realidad aplastante que tenemos que enfrentar. El campesino jornalero ha trabajado en
función del sueño del hacendado y la campesina ha vivido en función del sueño de su
esposo, marido o patrón. No hemos podido tener nuestro propio sueño, o cuando nos
pudimos atrever a soñar, nos salió un sueño deformado, que más bien se convirtió en
pesadilla.

La llave de los sueños es quizás la fuerza más empujadora para afirmar la esperanza y la
utopía. El sistema neoliberal busca masacrar cada día los sueños, las esperanzas y utopías
del pueblo empobrecido. En días pasados, en una de las Escuelas Bíblicas Campesinas, una
niña dibujaba su sueño de vida: un gato, gordo y alentado, con dos panes grandes, y otra
pintaba un cerdo. Cualquier soñador consumista se reiría de aquellos sueños infantiles
femeninos, pero si alcanzáramos a comprender la cosmo-visión de aquellas niñas, entonces
veríamos la diferencia abismal entre el sueño de un gatito saludable, con dos panes, y el de
un automóvil contaminante al lado del almacén Makro o una tienda de hamburguesas
McDonald.

La Biblia está atravesada de principio a fin por los sue-ños. De Gn (la Creación) hasta Ap
(el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva). El sueño de Dios y el sueño de los pobres de la Tierra,
contrapuestos a los sueños de los imperios. La llave de los sueños nos lleva a abrir los
textos bíblicos y encontrar los elementos liberadores y forjadores de la utopía bíblica.

4.3. Los valores y cualidades

Se trata de otra importante llave para interpretar campesinamente la Biblia. Las culturas
campesinas tienen un acumulado histórico de valores que es urgente recuperar y recrear. No
obstante, es necesario reconocer y confrontar críticamente los antivalores que también
poseen. La llave nos ayuda en los dos sentidos, desde la dimensión antropológica al
encuentro cultural con la Biblia, a través de lo bueno de nuestras propias raíces. Cuando en
los grupos bíblicos y en las escuelas se aplica esta llave, es increíble la profundidad que se
logra en el texto y los elementos de exégesis (contexto histórico cultural) y de hermenéutica
(actualización del texto hoy, desde los valores de cada cultura campesina) que afloran.

4.4. Los símbolos

Antes de hacer la lectura del texto bíblico, las personas han puesto en el centro de su
reunión muchos símbolos de su vida cotidiana. Allí sobresalen la tierra, el agua, la Biblia, la
luz, los productos de la tierra (el maíz, la yuca, los plátanos, las frutas...), las flores, las
prendas típicas de la cultura, los instrumentos musicales... Aquella práctica simbólica está
siendo una llave fascinante para ir a lo más profundo de la Biblia. Allí están los símbolos
culturales y campesinos, sin duda alguna, ligados a una tradición mítica milenaria.
Entonces la escuela bíblica se convierte en la expresión de la riqueza de la sabiduría de los
mitos, los cuentos y las leyendas que aún permanecen en la memoria campesina. Los
símbolos le dan otra dimensión a la interpretación campesina de la Biblia y permiten ir al
encuentro con los símbolos, mitos y leyendas de la Biblia. A partir de los símbolos, surgen
la diversidad de sentidos y significados, porque cada persona lleva dentro de sí fuertes
experiencias simbólicas.

4.5. Los problemas


Hacen parte de la cotidianidad de la vida. Las personas estudiosas los analizan desde
visiones globales y teorizan sobre ellos. Las personas campesinas los encuentran y los
enfrentan en el día a día. Los sienten, pero su interés no es hacer teoría sobre ellos. Los van
resolviendo mientras viven, mientras cantan, mientras hacen fiesta, mientras oran y
mientras hacen chistes y humor. Hay allí una actitud sabia de la vida frente a los problemas
y dificultades. Cuando entran con esta llave van descubriendo las problemáticas más
complejas que hay en muchos pasajes bíblicos. Y desde sus sabias lógicas van
compartiendo y dialogando con la realidad de allá y la de hoy.

4.6. Los rostros de Dios

Se trata de la llave teológica, la que nos ayuda a escarbar en la Biblia, para encontrar los
diversos rostros de Dios, importantes para las Lecturas Específicas. La Hermenéutica
Campesina encuentra muchos rostros campesinos de Dios: Dios agricultor, labrador,
ecológico, afectivo, familiar, materno, protector, niño, joven, anciano, desplazado, paterno,
tierno, consolador, curador, etc. Entonces, Dios se identifica más desde dentro de las
culturas que desde fuera y se alcanza una relación más afectiva y cercana. Y la creatividad y
la imaginación inventan el salmo y la canción al Dios Campesino, que se embarra y se unta
de tierra y que las comunidades sienten viva su presencia campesina.

5.- La práctica de leer un texto bíblico

Hace unos dos años se reunió un grupo de prestantes biblistas en una importante ciudad de
América del Sur. Estaba presente el entusiasmo de las lecturas en los rostros concretos.
Había comenzado a circular la cartillita de la Lectura Campesina de la Biblia. Algunas de
las personas criticaron dicho material, porque le faltaba, a su juicio, lo más importante:
¿Cómo era que se hacia el estudio de un texto bíblico? La cartilla no presentaba nada de
esto. Sin embargo, ha sido quizás el material más apetecido por las comunidades y grupos
bíblicos. La demanda interna de Colombia ha sido grande y pronto tendremos que hacer
una nueva edición.

El caso es muy sencillo. La sabiduría y las lógicas campesinas guardan los secretos. Para la
animación bíblica campesina no es primero mostrar la forma como se hacen las cosas, sino
las cosas hechas, lo concreto. Siento que para las señoras de la panadería La Esperanza es
más importante compartir el pan que hacen en su panadería, que la forma como estudiaron
el libro de Rut. Allí prima el interés por la vida sobre el interés por la forma como
estudiaron el texto. Lo cierto es que la experiencia de leer el texto bíblico la guardan muy
profundamente y la recuerdan siempre, como acontecimiento (el día que leímos a Rut nació
la huerta de Agroecología). Y si uno pregunta qué día fue ése, no va a obtener respuesta.
Mucho menos si pregunta cómo fue que leyeron el texto. Lo cierto es que la respuesta
contundente está en la huerta agroecológica. Allá parece llegar la definición de
Hermenéutica Campesina: la lectura que genera alternativas de vida, no esquemas de
estudios bíblicos. Allí está la fuerza del Espíritu que hizo viva la Palabra en el grupo de
mujeres. Corresponderá a la persona biblista cambiar la pregunta; pero para cambiarla
precisará de sensibilidad por lo que es una huerta agroecológica.
Como decía antes, nuestro aporte es ir aprendiendo en el día a día cómo se va construyendo
la Escuela Bíblica Campesina. Allí leemos los textos bíblicos y los estudiamos a partir de
las llaves que ya he mencionado. Unas personas aportan más, otras menos. A unas les es
más fácil una llave que a otras. Creo que vamos al ritmo campesino; como decía una
acompañante de la Lectura Campesina: "Vamos caminando sin prisa y sin afanes".

Para terminar, quiero compartir que éstas son apenas puntadas de un trabajo que venimos
haciendo. No es un aporte completo, sino algo que venimos recogiendo y que vamos
comunicando como buena noticia a otras experiencias. Es una experiencia abierta a los
aportes de experiencias hermanas. Ojalá que pueda contribuir al crecimiento de un
Movimiento Bíblico Campesino en América Latina y el Caribe.

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