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Traumatologia Iversen PDF
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MANUALES
ESPIRAL
$^
Marc F. Swiontkowski, M.D.
Professor of Orthopaedics.
University of Washington School of Medicine;
Chief, Department of Orthopaedics,
\ Harborview Medical Center, Seattle
i\
Revisión científica
Dr. Miquel Pons i Cabrafiga
Servicio de Cirugía del Aparato Locomotor. Hospital de San Rafael. Barcelona
L. D. I.
Manual de urgencias
en ortopedia y traumatología
OTRAS OBRAS DEL FONDO EDITORIAL
Prologar una obra es siempre un motivo de satisfacción para quien tiene la opor-
tunidad de hacerlo, como es ahora nuestro caso, pero si además dicha obra tiene
como características básicas la originalidad, la correcta planificación, gran sencillez
en la exposición de sus contenidos y lo pragmático de los temas elegidos, esta satis-
facción lógicamente se encuentra incrementada. Cabe añadir, además, que todas es -
tas circunstancias han contribuido a que nuestro trabajo sea mucho más fácil.
Los doctores Larry D. Iversen y Marc F. Swiontkowski, del Departamento de Orto-
pedia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington, autores de este Ma-
nual que está ahora en su 4.a edición en lengua inglesa, y con una tradición a sus es-
paldas de cerca de 20 años, han sabido plasmar en él lo fundamental sobre los problemas
urgentes de los traumatismos, tanto en sus aspectos diagnósticos como terapéuticos.
En un momento en que los manuales están empezando a adquirir en nuestro en-
torno un importante protagonismo, como medio de transmisión de conocimientos
básicos para todas las especialidades tanto médicas como quirúrgicas, éste nos ha sor-
prendido gratamente porque en él se tocan aquellos problemas cotidianos de la trau-
matología de urgencia y además perfectamente actualizados y sencillamente ex-
puestos. Es evidente que aunque la obra está concebida, en cuanto a su filosofía,
ordenamiento y contenido, para que sirva de apoyo docente a los jóvenes especia -
listas norteamericantos durante su fase de formación, también hemos recomendado
su lectura y manejo para todos aquellos que en nuestro país están en las mismas cir-
cunstancias, máxime cuando se van tomando posturas cada vez más similares en re-
lación con lo que se debe enseñar y cómo se debe enseñar todo lo básico referente a
nuestra especialidad.
Cabe destacar, por nuestra parte, algunos de los apartados de la obra y entre ellos,
el primero, pues en él se recogen aspectos generales sobre el diagnóstico y manejo
de los traumatismos musculoesqueléticos y además se exponen los principios más
elementales sobre la evaluación de su gravedad, normas sobre la asistencia inmediata
v secundaria, así como las bases del tratamiento de las fracturas cerradas y abiertas.
Incluye un estudio de las lesiones de los tejidos blandos, musculotendinosos y de los
nervios periféricos. En todo momento se puede apreciar que los conceptos básicos
quedan perfectamente aclarados y las indicaciones terapéuticas para cada una de las
lesiones muy bien ordenadas. Lo mismo cabe decir para los siguientes apartados:
complicaciones y prevención de las infecciones.
Muy interesante y oportuno ha sido introducir en la obra dos apartados sobre tra-
tamientos incruentos, como vendajes y tracción continua, procedimientos que al te-
ner que tratarse en urgencias con mucha frecuencia se exponen en la obra de manera
generosa en cuanto a su extensión. Quizás esto valga como llamada de atención ha-
cia lo negativo que puede resultar el hecho de minusvalorar los fundamentos y el ma -
nejo de estos tratamientos en beneficio casi exclusivo de las terapéuticas quirúrgicas.
Los autores sin duda han querido darles en este caso la importancia que merecen y
el deber que tienen de conocerlos muy bien los que empiezan a dar sus primeros pa-
sos en la especialidad.
De muy interesante hay que etiquetar el apartado que trata sobre el equiparme-;c
y técnicas de la sala de operaciones, no sólo por lo infrecuente que es encontrar di-
cho tema en otros manuales de traumatología y ortopedia, sino porque ademas ae;a
muy claros los principios de lo que debe ser el «rito» del quirófano y del mane e pre
e intraoperatorio del paciente. Al referirse también a las características del instru-
mental más básico utilizado para la osteosíntesis. también puede recomendara ¿
lectura de este apartado al personal de enfermería que tiene que trabajar en este en-
torno. *
Es justo que destaquemos también el capítulo sobre lesiones agudas de la columna,
ya que los autores transforman un tema tan extenso y complejo en uno muy bien es
quematizado y sencillo, y en él definen con claridad cuáles deben ser las diferentes
actitudes que hay que tomar ante las distintas lesiones. La parte «específica»' ce .
traumatismos de los miembros muestra una idónea actualización de las indica cienes
y técnicas terapéuticas. El Manual se complementa con unos Apéndices donde ^ re-
presentan gráficamente aspectos elementales sobre la exploración articular, técnicas
habituales sobre campos operatorios, infiltraciones, etc.
En conjunto, el Manual es una guía ideal para conocer la actitud que se ha ce re-
mar ante cualquier situación urgente en el campo de la traumatología y sin duda na
de tener una importante difusión entre los especialistas jóvenes y en formación, pu-
diéndose también aconsejar su lectura al estudiante de pregrado e incluso par- al-
gunos temas concretos al personal de enfermería. Difícilmente podrán encor.::¿:
otros manuales donde esté recogida tanta materia, tan bien tratada y en tan poce es-
pacio.
No quiero concluir este prólogo sin reconocer la magnífica labor que han reaiizacc
los doctores Miquel Pons, como encargado de la revisión científica y Enrique Mar-
zal, responsable de la correcta traducción de este Manual al castellano, ambos miem-
bros del equipo del Dr. Ramón Viladot. a quien deseo expresar mis más sincera gra-
cias por la confianza que ha depositado en mí para prolongar ia obra.
Proí. Luís FERRÁNDEZ FORTAI
Catedrático de Traumatología y Cirugía Onopedic^
de la Universidad Complutense de Madnd
ÍNDICE DE CAPÍTULOS
APÉNDICES
A. Medición de la movilidad articular ...................................................................... 321
B. Graduación de la fuerza muscular ....................................................................... 344
C. Dermatomas y distribución cutánea de los nervios periféricos ............................ 345
D. Peso ideal en el adulto ......................................................................................... 348
E. Técnicas de campo quirúrgico ............................................................................. 351
F. Electromiografía y estudios de conducción nerviosa .......................................... 356
G. Abordaje para la punción y aspiración de las articulaciones ............................... 360
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
DE LOS TRAUMATISMOS
MUSCULOESQUELÉTICOS
Tabla 1-1. Tiempo de infusión para 1 I de Ringer lactato o sangre entera con va-
rias medidas de catéteres
r
I
f
I
I
i
3
¿
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r
E
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E
2
Fig. 1-1. Ejemplo de una «hoja de flujos» de urgencias. Algunos centros traumatológicos emplean un protocolo más específico para las lesiones más
graves.
5
Manual de terapéutica ortopédica aguda
tivo es posible gracias a un efecto sifón. En teoría, la cantidad de sangre en los últimos
50 mi de dializado extraído es más representativa de la cantidad «real» de sangre en el
interior de la cavidad peritoneal. La recuperación inicial del dializado teñido con sangre
seguida de un líquido claro sugiere sangrado de la pared abdominal por la propia cate-
terización en un paciente, que de otra forma, hubiera presentado un lavado negativo.
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22 Manual de terapéutica ortopédica aguda
LECTURAS RECOMENDADAS
Deben realizarse todos los esfuerzos necesarios para evitar las frecuentes compli-
caciones del traumatismo musculoesquelético. Algunas de ellas son inevitables, pero
su diagnóstico precoz y el tratamiento apropiado disminuyen su gravedad y mejoran
el resultado.
I. Síndrome de la embolia grasa (5,16,17).
A. La embolia grasa es una patología pulmonar autolimitada que suele ocu-
rrir los 3 primeros días de la fractura. El diagnóstico se sospecha si los si-
guientes signos y síntomas están presentes (18):
1. Lesión esquelética.
2. Alteración de la conciencia (es decir, p. ej., confusión, delirio o coma).
3. Taquicardia y disnea.
4. Historia de shock hipovolémico.
5. Petequias.
B. Hallazgos pertinentes de laboratorio (22).
1. De todos los valores de laboratorio, los más útiles para el diagnóstico
son un recuento plaquetario inferior a 150.000 y una Pa0 2 menor de
60 mm Hg. La saturación de 02 menor del 96 %, medida por pulsioxí-
metro, es altamente sugestiva.
2. Los cambios elecírocardiográficos pueden incluir taquicardia, una
onda S prominente en la derivación I, una onda Q prominente en la
derivación II, desviación del eje a la izquierda, arritmias, ondas T in-
vertidas, depresión del segmento RST y bloqueos de rama derecha.
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
23
24 Manual de terapéutica ortopédica aguda
mación y presencia del edema pulmonar. La fijación precoz (en las pri-
meras 24 horas) de las fracturas de fémur ayuda a limitar la incidencia
de esta complicación (7,8).
2. El shock se trata como se indicó en el capítulo 1 (I.A.3).
D. Otros métodos de tratamiento. También se ha recomendado el uso de al-
cohol IV (11 de solución de dextrosa al 5 % y etanol al 5 % cada 12 horas),
corticosteroides (9), bajas dosis de heparina (3.000 unidades o 25 mg cada
6 horas, reduciendo la dosis en 3.000 unidades/día tras las primeras 24 ho-
ras) (6), y dextrano de bajo peso molecular (Rheomacrodex®) (500-
1.000 ml/24 horas durante no más de 5 días). Los distintos autores tienden
a no usar ninguno de estos últimos métodos de tratamiento y confían en el
soporte pulmonar con oxígeno e intubación con presión positiva al final de
la espiración cuando es necesario.
II. Síndromes de compresión nerviosa.
A. Síndrome del canal carpiano (atrapamiento del nervio mediano a la altura
de la muñeca).
1. El diagnóstico se sospecha por una historia de dolor, hormigueo y en-
tumecimiento de los tres primeros dedos; los síntomas suelen ser peo-
res por la noche. La queja inicial de algunos pacientes son molestias
nocturnas próximas a la muñeca. Si la mano está en posición colgante,
puede incrementarse la estasis venosa, lo cual puede exacerbar ios sín-
tomas. Buscar cambios en la sensibilidad, función motora y función
autonómica en la distribución del nervio. La percusión o compresión
del ligamento anular puede reproducir el dolor del paciente (signo de
Tinel). En el test de Phalen se produce la máxima flexión volar de la
muñeca durante 30 seg, lo cual a menudo provoca las molestias del
paciente. La exploración puede revelar una protrusión de la masa
flexora en el borde distal de la muñeca que es característica de la
tenosinovitis crónica. La prueba definitiva es el electromiograma y
el estudio de la conducción nerviosa para buscar potenciales de de-
nervación y el enlentecimiento de la conducción. De todas formas,
estas pruebas no siempre demuestran la disfunción nerviosa (v. apén-
dice F).
2. El tratamiento conservador consiste en la inmovilización de la muñeca
mediante una férula aproximadamente durante 6 semanas y, ocasio-
nalmente, antiinflamatorios. Una férula de muñeca es especialmente
útil para pacientes con dolor de predominio nocturno o aquellos que
prefieren posponer la intervención. Durante este período de inmovili-
zación, se puede completar el estudio de las posibles etiologías del sín-
drome del canal carpiano. Si la paciente está embarazada, los diuréti-
cos gon frecuencia reducen el edema que puede originar el problema
y de este modo mejoran los síntomas. Algunos autores aconsejan in-
filtraciones de esteroides de vida larga en el canal carpiano como tra-
tamiento conservador de segunda línea. Si este tratamiento conserva -
dor fracasa o existen cambios significativos en la función sensitiva o
motora, entonces se aconseja la sección del ligamento anular que puede
realizarse fácilmente, a veces con inmediata y marcada mejoría de los
síntomas. La incisión lineal volar no debe cruzar los pliegues flexores
de la muñeca. La incisión debería ser en el lado cubital del pliegue pal-
mar largo (también llamado línea de la vida), generalmente en línea
con el cuarto radio, para evitar seccionar alguna de las ramas palma-
res superficiales o la rama motora del nervio mediano. La liberación
endoscópica del ligamento anular está en fase de aprendizaje para de-
terminar su eficacia frente a la cirugía abierta.
Complicaciones de los traumatismos musculoesqueléticos 25
Palmar menor
Palmar mayor
Flexor común superficial de los dedos
Cubital anterior
Flexor largo
del pulgar
i.i
I> Compartimento volar del antebrazo
Fig.2-1. Síndrome compartimentai volar del antebrazo. Los síntomas y signos son de-
bilidad en la flexión de los dedos y muñeca, dolor a la extensión de dedos y muñeca, d¡-
sestesia de la cara volar de los dedos y tensión de la fascia volar del antebrazo.
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Fig. 2-2. Síndrome compartimentai anterior de la pierna. Los síntomas y signos son
debilidad de la extensión de los dedos y de la dorsiflexión del pie, dolor en la flexión pa-
siva de los dedos y en la flexión plantar del pie, disestesia en el dorso del primer espa-
cio interdigital y tensión de la fascia del compartimento anterior.
28 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 2-4. La distracción de ios fragmentos de la fractura (tracción excesiva) puede in-
crementar la presión tisular compartimentai y originar un síndrome compartimentai.
*
aparezcan los signos clásicos de piel fina y brillante, excesivo crecimiento del
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Manómetro de mercurio
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LECTURAS RECOMENDADAS
I. Prevención.
A. Cirugía electiva. El lector deberá remitirse al capítulo 1. III y al capítulo
9.1. Prestar especial atención a las técnicas descritas para la prevención de
infecciones quirúrgicas y postraumáticas.
B. Diagnóstico precoz.
1. Cuando un paciente postoperado o postraumático no sigue el curso nor-
mal o esperado, deberemos estar alerta ante la posibilidad de una in-
fección. Un problema respiratorio, como una atelectasia, leve, puede
ser causa de una elevación posquirúrgica persistente de la temperatura,
pero como diagnóstico potencial no debe permitimos una confianza ex-
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
35
36 Manual de terapéutica ortopédica aguda
bular (VSG) está alterada. El paciente suele presentar letargo y una li-
gera anorexia. Si el leve proceso inflamatorio afecta la articulación, el
paciente refiere agudización del dolor con la movilización articular pa-
siva, lo cual nos alertará de la posibilidad de artritis séptica.
5. Estar alerta a la posibilidad de infección. Establecer el diagnóstico me-
diante los cultivos siempre que sea posible y tratar la infección de forma
agresiva. En caso de duda, consultar.
C. Tratamiento. Una vez establecido el diagnóstico de infección musculoes-
quelética, el tratamiento que procede es el de la osteomielitis aguda o ar-
tritis séptica. Los principios terapéuticos incluyen la exéresis de todos los
tejidos muertos y hematomas con la antibioticoterapia adecuada. La he-
rida casi siempre se deja cerrar por segunda intención. Si se sutura la he-
rida, es obligado dejar un drenaje de aspiración.
II. Infecciones del hueso y articulaciones (8).
A. Los huesos y articulaciones representan un problema especial para los me-
canismos de defensa del huésped. El hueso sano tiene un excelente aporte
sanguíneo, aunque en la región metafisaria de los niños existe un enlenteci-
miento de la circulación. Una vez que se forma pus a tensión, el aporte san-
guíneo al hueso se pierde debido a su rígida estructura, provocando la des-
vitalización e infección ósea de esas áreas. La embolia séptica del hueso o la
trombosis vascular pueden provocar una desvascularización adicional. Los
ligamentos y tendones son estructuras relativamente avasculares y no so-
portan bien la infección. Las articulaciones, con su cartílago avascular y me-
niscos, plantean un problema especial. La función fagocitaria local puede ser
deficiente, siendo a menudo difícil asegurar la adecuada liberación de los
factores humorales (anticuerpos, opsoninas y complemento). Además, para
incrementar el efecto destructivo directo de las células líticas en el cartílago,
el pus a presión interfiere con la nutrición y aporte sanguíneo de las estruc-
turas periarticulares. Los antibióticos pueden inhibir o curar la infección sólo
cuando llegan hasta el organismo infectante en concentraciones bacterios-
táticas o bactericidas. Las infecciones que provocan presión en el hueso o ar-
ticulaciones, así como en los tejidos relativamente avasculares, pueden im-
pedir o evitar la llegada de los antibióticos al foco primario de infección.
B. La infección ósea aguda (osteomielitis hematógena) es una patología mé-
dica que a menudo puede resolverse con la antibioticoterapia adecuada pre-
coz. Desgraciadamente, el tiempo entre la infección inicial y la complica-
ción circulatoria con frecuencia es corto. Si el tratamiento efectivo se retrasa,
con el resultado de desvascularización de los tejidos afectos, el tratamiento
quirúrgico es una necesidad junto a la antibioticoterapia. Incluso en las me-
jores circunstancias, el tratamiento tardío (no más de 48 horas tras el inicio
de la infección) puede resultar en la pérdida o la alteración de la funcipn
articular. Por ello, la antibioticoterapia adecuada debe iniciarse tan pronto
como sea posible. El tratamiento apropiado precisa del conocimiento del
agente causal y de sus sensibilidades. Hacer todo esfuerzo para obtener un
cultivo bacteriológico y determinar su sensibilidad. Una vez conseguido el
agente, es importante empezar la antibioticoterapia basada en el diagnós-
tico probable usando los antibióticos de amplio espectro más efectivos.
C. Diagnóstico.
1. El primer síntoma o signo que puede ayudar a diferenciar la infección
del hueso o articulación es normalmente el dolor o hipersensibilidad
localizada en la región periarticular. En el niño, al negarse a mover o
a utilizar una extremidad puede notarse antes. Los signos cardinales
de la infección —rubor, calor y tumor— pueden aparecer más tarde
que el dolor y la hipersensibilidad o pueden no aparecer. Cuando se
Prevención y tratamiento de las infecciones musculoesqueléticas agudas 37
Organismos normal-
Antibiótico mente susceptibles Dosis diaria (vía IV) Comentario
Nafcilina Igual que la cefazo- 0-7 días: 50 mg/kg dividí- Fármaco de elección
lina dos en dosis cada 12 ho-
ras*
7 días-6 semanas: 75 mg/
kg divididos en dosis
cada 8 horas
6 semanas-3 años: 80 mg/
kg divididos en dosis
cada 6 horas
Niños: 150 mg/kg dividi-
dos en dosis cada 6 ho-
ras
Adultos: 3-6 g divididos en
dosis cada 6 horas
Meticilina Igual que la cefazo- No emplear mucho tiempo; Monitorizar los pacien-
lina y la nafcilina demasiados problemas tes para proteinuria;
este fármaco se ha
visto implicado ocasio-
nalmente en efectos
colaterales renales
Penicili- Estreptococos (no 0-7 días: 50.000 unidades/ Útil en fracturas abiertas
na G enterococos), kg divididas en dosis contaminadas con ma-
(acuosa) neumococos, go- cada 12 horas teria orgánica y en el
nococos y estafi- > 7 días: 75.000-100.000 tratamiento de infec-
lococos sensibles unidades/kg IV o IM divi- ciones por Clostridium
a la penicilina didas en dosis cada 8 ho-
ras
12 años-adultos: 12-20 mi-
llones de unidades cada
6-8 horas
Prevención y tratamiento de las infecciones musculoesqueléticas agudas 41
Organismos normal-
Antibiótico mente susceptibles Dosis diaria (vía IV) Comentario
Ampicilina Igual que la penici- 0-7 días: 50 mg/kg divididas El H. influenzae ahora
lina G; también en dosis cada 12 horas muestra el 10-20 % de
H. influenzae, al- 7 días-6 semanas: 75 mg/ resistencia a la ampici-
gunas cepas de kg divididas en dosis iina en algunas áreas.
E. coli, Proteus y cada 8 horas El tratamiento empírico
Salmonella Lactantes: 100 mg/kg divi- debe ser entonces con
didas en dosis cada 6 ho- ceftriaxona o cefuro-
* ras xima
Niños: 150 mg/kg divididas
en dosis cada 6 horas
12 años-adultos: 8-12 g
Gentamicina Infecciones por < 12 años: 6-7,5 mg/kg en Agente de elección ante
gramnegativos tres dosis iguales la sospecha de infec-
Puede administrarse por ción por gramnegati-
vía IV o IM. Controlar la vos
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Organismos normal-
Antibiótico mente susceptibles Dosis diaria (vía IV) Comentario
Tobramicina Igual que la genta- 0-7 días: 150 mg/kg IM o IV Igual que la gentamicina
y mezloci- micina divididos en dosis cada Nuevo agente usado en
lina 12 horas lugar de la carbenici-
> 7 días, < 2.000 g al nacer: lina
225 mg/kg divididos en
dosis cada 8 horas
Niños: 300 mg/kg IM o IV di-
vididos en dosis cada 6
horas
Adultos: 3 g cada 4 horas * •
* Algunos autores recomiendan no emplear la nafcilina en lactantes de 0-7 días debido a la pobre
farmacocinética.
Modificado de Hansen, S. T. Jr., y Ray, C. G. Antibiotics in Orthopaedics. En Kagan, B. M. (ed.),
Antimicrobial Therapy (3.a ed.). Philadelphia: Saunders, 1980.
Recién nacido
(1 mes)
Osteomielitis S. aureus Nafcilina más gentamicina o tobra-
Estreptococos micina
Bacterias gramnegativas in-
cluyendo E. coli, K. pneu-
moniae, el grupo de Pro-
< j teus, R aeruginosa
Artritis séptica S. aureus
12
1 mes-4 años
Osteomielitis S. aureus Cefalosporinas de segunda genera-
!
I ción para cubrir el H. influenzae
Artritis séptica H. influenzae Cefalosporinas de segunda genera-
S. aureus ción para cubrir el H. influenzae
)
Estreptococos
4 años-12 años
Osteomielitis Cefalosporinas de primera o se-
Artritis séptica gunda generación
S. aureus
12 años-adultos
Osteomielitis S. aureus Una cefalosporina (de primera o se-
gunda generación) o nafcilina
Artritis séptica S. aureus Una cefalosporina o nafcilina (cef-
triaxona si existe una fuerte sos-
pecha de gonococos)
Consideraciones
especiales
Enfermedades he-
mol íticas crónicas
Una cefalosporina (de segunda ge-
Osteoartritis S. aureus
neración si se sospecha la salmo-
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
* Las infecciones por Salmonella deberían constatarse primero mediante cultivos y antibiogramas
antes de iniciar el tratamiento empírico con agentes como la ampicilina (o cloramfenicol).
Modificado de Hanson, S. T. Jr., y Ray, C. G. Antibiotics in Orthopaedics. In B. M. Kagan (ed.). An-
timicrobial Therapy (3.a ed.). Philadelphia: Saunders, 1980.
44 Manual de terapéutica ortopédica aguda
L. Resumen.
1. Las infecciones del sistema musculoesquelético presentan problemas
especiales para el tratamiento aislado con antibióticos. El cartílago es
avascular, los tendones y ligamentos son relativamente hipovasculares
y el hueso es vulnerable a las situaciones que lo convierten en avascu-
lar. Dado que los antibióticos sólo pueden ser efectivos si alcanzan el
foco de infección, deberá hacerse todo el esfuerzo necesario para pre-
servar el aporte sanguíneo y la dinámica de fluidos articulares normal.
Las bases del tratamiento son las siguientes:
a. Diagnóstico precoz, con identificación de la bacteria a través de los
cultivos y con pruebas de sensibilidad para determinar el antibió-
tico apropiado.
b. Rápida instauración del tratamiento con el antibiótico bactericida
más efectivo.
c. Evaluación constante para valorar la necesidad del drenaje quirúr-
gico del pus o la limpieza del tejido desvitalizado.
d. Antibioticoterapia por una vía que asegure los adecuados niveles
plasmáticos y administración hasta que los signos de infección ma-
nifestados normalmente por un descenso de la VSG. desaparezcan
completamente.
e. Juiciosa utilización de la inmovilización y tracción para proporcio-
nar comodidad al paciente y proporcionar el mejor ambiente posi-
ble para la curación primaria.
2. El mayor beneficio de los antibióticos en las infecciones muscuioes-
queléticas es la prevención de la mortalidad y la morbilidad que resul-
tan de la osteomielitis crónica y de la destrucción articular por la piar-
trosis. Incluso la infección crónica puede controlarse y se pueden
obtener resultados satisfactorios funcionales en la mayoría de pacien-
tes con el uso de la cirugía y de los antibióticos apropiados.
BIBLIOGRAFÍA
1. Burnett, J. W., et al. Prophylactic antibiotics in hip fractures. J. Bone Joint Surg.
62A:457, 1980.
2. Crosby, L. A., and Powell, D. A. The potential value of the sedimentation rate in
monitoring treatment outcome in puncture wound-related Pseudomonas osteo-
© MASSON-LITTLE. Brown. S A Fotocopiar sin autorización es un delito
LECTURAS RECOMENDADAS
Clawson, D. K., Davis, F. J., and Hansen, S. T., Jr. Treatment of chronic osteo-
myelitis with emphasis on closed suction-irrigation technique. Clin. Orthop.
96:88, 1973.
PATOLOGIAS ARTICULARES ATRAUMATICAS
•j
} I. Historia. Documentar el inicio de los síntomas: ¿el dolor empezó hace días,
* semanas o meses? La rigidez matutina es importante para diferenciar las for -
J
mas inflamatorias de artritis (artritis reumatoidea [AR] y espondilitis anqui-
t losante), de las fomas no inflamatorias (patología articular degenerativa). El
carácter y la duración del dolor es importante. ¿El dolor se presenta sólo con
la actividad o incluso durante el reposo? ¿Se afecta una o varias articulacio-
nes? ¿Se afecta de forma simétrica? En las manos, las articulaciones interfa-
lángicas proximales a menudo se afectan en la AR y las interfalángicas dista-
les lo hacen en la osteoartrosis (tabla 4-1).
II. Exploración. Buscar la existencia de fiebre, pues la temperatura puede ele-
varse en las artritis sépticas. La atrofia muscular ocurre frecuentemente en la
AR. La hipersensibilidad sobre la articulación y el aumento del calor son más
indicativos de procesos inflamatorios. ¿Existe derrame? La defensa impor -
tante a la movilidad articular asociada a dolor suele ser indicativa de un pro-
ceso séptico (tabla 4-1).
Exploración
Fiebre ± ++ 0
Pérdida muscular ++ 0 +
Hipersensibilidad sinovial + ++ ±
Calor local ± ++ 0
Derrame + ++ ±
Grado de movilidad articular X XXX i
+++, síntoma o signo extremadamente importante; ++, síntoma o signo muy importante; +, sín-
toma o signo importante; ±, síntoma o signo que puede estar presente o no; 0, síntoma o signo que
no está presente; i, disminuido; iii, marcadamente disminuido.
47
48 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Patología articular
Artritis reumatoidea Artritis séptica
degenerativa
Precoces
Edema de los tejidos blandos
Derrame articular Pinzamiento del espa-
periarticulares
cio articular
Osteoporosis periarticular
Osteofitos marginales
Destrucción del cartí- Esclerosis subcondral
Tardíos
lago y hueso articular
Pinzamiento del espacio arti- Geodas subcorticales
cular Osteofitos marginales
Erosiones periarticulares
Destrucción del cartílago y
hueso articular
Subluxación articular secun-
daria a la lesión ligamentosa
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49
50 Manual de terapéutica ortopédica aguda
G. Artritis gonocócica
Artritis migratoria o tenosinovitis de una o varias articulaciones o tendones, ambos
sexos, foco primario uretral, tracto genitourinario femenino, rectal u orofaríngeo, le-
siones cutáneas, vesículas, diplococos gramnegativos en el frotis, pero no en los cul-
tivos del fluido vesicular, cultivo positivo del foco primario, sangre o líquido articular
H. Polimialgia reumática
Pacientes mayores (> 50 años), aspecto de niña simétricamente en pelvis y pecho,
pero sin pérdida de la fuerza, rigidez matutina de larga evolución, fatiga evidente,
pérdida de peso, pueden afectarse las articulaciones, especialmente los hombros,
articulaciones esternoclaviculares, rodillas, velocidad de sedimentación muy ele-
vada, fibrinógeno siempre elevado, globulinas a 2 y / elevadas, anemia, respuesta
a bajas dosis (10-20 mg) de prednisona, creatinfosfocinasa sérica normal, fosfatasa
alcalina elevada (hígado)
!. Artritis microcristalinas
1. Gota: artritis simétricas, contracturas en flexión, historia previa de ataques agu-
dos, tofos, inflamación articular, corticoterapia sistèmica por AR, hiperuricemia,
cristales de urato monosódico monohidratado en el líquido articular
2. Seudogota: artritis simétrica, contracturas en flexión, ataques agudos (a veces)
en metacarpofalángicas, muñecas, codos, hombros, caderas, rodillas y tobillos,
inflamación articular, cristales de pirofosfato càlcico dihidratados en el líquido ar-
ticular
J. Otras
Artropatía amiloidea, artritis periférica en las enfermedades intestinales inflamato-
rias, tuberculosis, endocarditis bacteriana subaguda, artritis viral
B. Artritis séptica.
1. Bacteriana.
a. La historia puede indicar abuso de drogas o alcohol.
b. La exploración evidencia una inflamación grave y a menudo un
foco
MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1. Rigidez matutina
2. Dolor a la movilidad o hipersensibjlidad al menos de una articulación3
3. Tumefacción (engrosamiento de los tejidos blandos o líquido, no sólo sobrecreci-
miento óseo) al menos en una articulación3
4. Tumefacción al menos de otra articulación3 5
5. Tumefacción articular simétrica con afectación simultánea de la misma articulación
en ambos lados del cuerpo;3 5 la afectación de la articulación interfalángica distal
no satisface el criterio
6. Nodulos subcutáneos sobre prominencias óseas, en las zonas de extensión o en
las regiones yuxtaarticulares 3
7. Cambios radiográficos típicos de artritis reumatoidea (que deben incluir al menos
la descalcificación localizada o más allá de la vecindad de las articulaciones afec-
tas y no sólo cambios degenerativos) 5
8. Factor reumatoideo positivo en plasma5
9. Débiles precipitados de mucina en el líquido sinovia! (con solución turbia)
10. Cambios histológicos característicos en la membrana sinovia! 5
11. Cambios histológicos característicos en los nodulos5
Número de
criterios Mínima duración
A. Artritis microcristalinas
1. Gota: varón, extremidad inferior, ataques previos, inicio nocturno, precipitado por
enfermedad médica o cirugía, respuesta a la colchicina, hiperuricemia, cristales
de urato sódico en el líquido articular con predominio de polimorfonucleares y un
recuento de 10.000-60.000/mm 3
2. Seudogota: paciente de edad avanzada, rodilla u otra gran articulación, ataques
previos, precipitado por enfermedades médicas o cirugía, contracturas en flexión,
condrocalcinosis radiográfica, cristales de pirofosfato càlcico dihidratado en el lí-
quido articular con predominio de polimorfonucleares y un recuento de 5.000-
60.000/mm 3
3. Tendinltis càlcica o similar: extraarticular, tendón o cápsula de grandes articu-
laciones, ataques previos en la misma u otras zonas, calcificaciones radiográfi-
cas, material blanquecino o lechoso aspirado de la zona, polimorfonucleares con
cuerpos ovales microscópicos fagocitados
B. Reumatismo palindrómico
Varón de edad mediana o avanzada, inicio muy repentino, pequeña reacción sistè-
mica, ataques previos, factor reumatoideo positivo, pequeña inflamación articular
crónica residual o no, agrandamiento de la bolsa olecraneana
C. Artritis infecciosas
1. Séptica: inflamación grave, foco séptico primario, abuso de drogas o alcohol, lí-
quido articular con predominio de polimorfonucleares, un recuento de 50.000-
300.000/mm 3, identificación del agente causal en frotis y cultivos, o de los antí-
genos bacterianos en el líquido articular
2. Tuberculosa: foco primario, abuso de drogas o alcohol, importante derrame ar-
ticular durante largo tiempo, líquido articular con predominio de polimorfonuclea-
res, organismos BAAR en frotis y cultivos
3. Fúngica: similar a la tuberculosa
4. Vírica: antecedente o enfermedad concomitante vírica, el líquido articular puede
ser del tipo inflamatorio o no inflamatorio, pueden predominar tanto los leucoci-
tos polimorfonucleares o mononucleares
D. Otras
1. Tendinitis: como en A.3, pero sin las calcificaciones radiográficas, antecedente
traumático, incluyendo la movilidad repetitiva
2. Bursitis: como antes, pero el área inflamada es más difusa, antecedente trau-
mático
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
2. Seudogota.
a. La historia en ocasiones revela ataques agudos previos.
b. La exploración descubre artritis simétrica con contracturas frecuen-
tes de las articulaciones metacarpofalángicas. muñecas, codos, hom-
bros, caderas, rodillas y tobillos. Las radiografías pueden mostrar la
presencia de depósitos cálcicos en el cartílago o, menos frecuente-
mente. en ligamentos, meniscos y cápsula articular (condrocalcino-
sis). La rodilla es la localización más habitual. La condrocalcinosis
se ha asociado clásicamente con la pseudogota, pero también se ha
visto con frecuencia en el hiperparatiroidismo, hemocromatosis. he-
54 Manual de terapéutica ortopédica aguda
f
Tabla 4-7. Diagnóstico diferencial de las espondiloartropatías inflamatorias*
> A. Espondilitis anquilosante: varón, sacroileitis bilateral clínica y radiográficamente,
limitación de la movilidad vertebral, úveítis, calcificación lisa simétrica de los liga-
mentos vertebrales, anquilosis a menudo completa, sin áreas de «salto», historia fa-
miliar, HLA-B27 a menudo positivo, buena respuesta a los antiinflamatorios
MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
*La espondiloartropatía reumatoidea juvenil ocurre casi exclusivamente en niños HLA-B27 positi-
vos y se contempla como la espondilitis anquilosante juvenil.
Modificado de McCarty, D. J. Differential Diagnosis of Arthritis: Analysis of Symptoms. En McCarty,
© D. J. (ed.). Arthritis and Allied Conditions (10.6 ed.). Philadelphia: Lea & Febiger, 1985; pág. 52.
56 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Patología articular
Artritis reumatoidea Artritis séptica degenerativa
Fig. 5-1. La tabla espinal puede emplearse en urgencias para el transporte del pa-
ciente con lesión vertebral.
Fig. 5-2. Típico vendaje en 8 de guarismo en un niño menor de 10 años con fractu-
ra de clavícula. En los adultos, emplear los vendajes prefabricados siempre que sea
posible.
Ortests más frecuentes en urgencias 65
Fig. 5-4. Vendaje en cabestrillo fijado en el tórax, cubierto por una capa de yeso para
ayudar a evitar que se desenrede el material.
Fig. 5-5 La lazada de Collins es un medio para aplicar-tracción desde el tobillo hasta
el extremo distal de la férula de Thomas, aunque se emplea sólo en las situaciones de
urgencia.
68 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 5-6. La férula de Thomas puede emplearse en el lugar del accidente para las
frac-
turas de fémur.
2. Cubrir con algodón la pierna lesionada desde los dedos del pie hasta
la ingle. A continuación, añadir una única capa de vendaje elástico.
Aplicar una férula de yeso de 12,5 x 75 cm posterior, medial y lateral-
mente para mantener la rodilla y el tobillo en una posición neutra. Las
férulas medial y lateral mantienen la rodilla en el grado de flexión de-
seado. No cubrir las férulas, o se creará un efecto circunferencial so-
bre la extremidad. Las férulas se cubren con una venda elástica de
forma
espigada.
3. Precauciones.
a. No aplicar capas muy apretadas.
b. No apretar las cubiertas proximales más que las distales o se impe-
dirá el retomo venoso, provocando edema y problemas
circulatorios.
4 En muchos casos son aceptables los inmoviUzadores de rodilla comer-
cializados, aunque proporcionan una compresión menos satisfactoria.
C. Vendaje compresivo corto de pierna o Jones modificado.
L Usar en los traumatismos agudos de tobillo y pie como en los esguin-
ces de tobillo, fracturas de calcáneo y otras lesiones del pie.
2. El vendaje se aplica de forma similar a la descrita para el vendaje com-
presivo de Jones, excepto que no se extiende más allá de la tuberosi-
dad tibial.
3. Las precauciones son las mismas que las del vendaje compresivo de Jo-
nes.
D. Férulas ortopédicas comercializadas de pierna y tobillo.
L Los caminadores cortos construidos con una pieza rígida en el pie y
otras dos verticales sujetas con cierres de velero, son útiles en las si-
tuaciones que no precisan una inmovilización rígida.
2. Los soportes de tobillo con un fleje de aluminio extraíble son a me-
nudo cómodos y útiles.
3. Las férulas de aire con soportes hinchables radiales y laterales han de-
mostrado últimamente ser muy útiles como soportes de los esguinces
de tobillo y fracturas bien alineadas en los procesos de curación.
E. Otras férulas de urgencias.
L Las férulas improvisadas pueden usarse como medida temporal. Se
puede aplicar una almohada, un cartón rígido o una madera como fé-
rula de la extremidad superior o inferior. Una férula almohadillada se
muestra en la figura 5-7.
2. Precauciones.
a. Evitar el trastorno circulatorio por la aplicación de correas o cu-
biertas, como previniendo la presión cutánea sobre las prominen-
cias óseas o un efecto torniquete sobre la extremidad.
Ortesis más frecuentes en urgencias 69
Fig. 5-7. A) Una férula fabricada con una almohada puede aplicarse en la pierna con
lesiones distales como medida temporal. B) Las férulas con tablas pueden
emplearse
en las fracturas de la extremidad inferior en situaciones de urgencia.
b. Férulas.
(1) En las fracturas cerradas, reducir las angulaciones evidentes
an-
tes de colocar la férula mediante tracción suave, primero en la
ÍÜP
del miembro.
(2) Reestablecer la alineación de la misma manera si existen arru-
gas en la piel sobre la lesión.
(3) En las fracturas abiertas deberá procederse a la alineación, re-
visión de la herida y tapado mediante técnicas estériles, y colo-
t, cación de una férula.
c. Cubrir el hueso expuesto con gasas estériles humedecidas con suero
salino como tratamiento de primeros auxilios.
6
TÉCNICAS DE LOS VENDAJES Y YESOS
L Materiales y equipo.
A. Yeso (2,5).
1. Los vendajes y férulas convencionales se elaboran mediante la im-
pregnación de criolina con yeso de Paré—([CaS04]2H20). Cuando
este material se sumerge en el agua, ei polvoriento yeso de Paré se
transforma en un yeso sólido, cristalino y liberador de calor.
71
72 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 6-1. A) Los tres puntos de fijación del yeso estabilizarán la fractura cuando los
tejidos blandos que hacen de puente en la fractura actúen como bisagra bajo tensión.
B) Si los tres puntos de fuerza se aplican en dirección errónea, la fractura se
desplazará.
12. Una vez que comienza el período crítico de unión de los cristales, se
detendrá el moldeado y movimiento hasta que el yeso se vuelva rígido.
De otra forma, el yeso se debilitará considerablemente: hasta el 77 %.
13. Colocado el yeso e iniciado su fraguado, arreglar los extremos usando
un cuchillo de yesos. Emplear el cuchillo con ayuda del cortador ma-
nual de yeso y estirar la parte que debe arreglarse hacia la hoja del cu-
chillo antes de cortar a ciegas clavando la hoja, pudiendo así cortar al
paciente. Si el yeso es demasiado grueso o duro, utilizar la sierra de
hoja oscilante.
14. Colocar los yesos del antebrazo permitiendo la flexión completa a 90°
de todas las articulaciones metacarpofalángicas y la oposición del pul-
gar al índice y meñique.
15. Prolongar los yesos de las piernas para sujetar las cabezas metatarsa-
les, pero sin interferir en la flexión y extensión de los dedos. Esta regla
no es válida cuando los dedos precisan sujeción (como en las fracturas
del dedo gordo o metatarsos) o cuando existe un déficit sensitivo o mo-
tor. En estos casos, el yeso se prolonga como una plataforma que su-
jete y proteja los dedos del pie. Colocar una pieza de esponja elástica
de 1,25 cm debajo de los dedos e incorporarla en el interior del yeso.
16. Inmovilizar las menos articulaciones posibles, pero como regla gene-
ral, se inmoviliza la articulación por encima y por debajo de la
fractura
de un hueso largo.
17. Instruir al paciente sobre:
a. Signos y síntomas de compresión por el edema dentro del yeso.
b. Levantar la región lesionada por encima del nivel del corazón du-
rante 2-3 días tras la lesión.
c. Cuándo se debe empezar a caminar con el yeso (nunca antes de las
24 horas).
d. Cómo ejercitar las articulaciones no inmovilizadas por el yeso.
e. La fecha de la próxima visita.
f. A quién avisar si se presentan problemas con el yeso o evidencias
de compresión.
III. Técnicas especiales para yesos y férulas.
A. Emplear férulas de yeso cuando no se precise una inmovilización rígida o
cuando se prevea un edema importante de la extremidad.
L Extremidad superior.
_ a. A la altura de la muñeca, colocar en la cara dorsal una férula 7,5 cm
de ancho sobre un almohadillado desde las articulaciones metacar-
pofalángicas hasta el antebrazo proximal. Mientras el yeso está aún
húmedo, cubrir el brazo con una malla elástica o una capa de venda
elástica de forma que el yeso se adapte a la extremidad conforme se
endurece. La férula dorsal es preferible a la férula volar por permi-
tir una funcionalidad mejor de los dedos y la mano,
b. La férula del codo se realiza con vendas de yeso de 12,5 x 75 cm en
la cara posterior, con una prolongación distal suficiente para abar-
car la muñeca. La férula no debería sobrepasar el pliegue palmar
distal para facilitar la movilidad metacarpofalángica. Aplicar lámi-
nas de yeso de 7,5 cm lateral y medialmente a la altura del codo
como refuerzo. Envolver el brazo y la férula con una malla o venda
elástica mientras el yeso esté fresco.
2. Extremidad inferior. Normalmente se realizan férulas dorsales me-
diante la colocación de yesos estándar (botina, cruropédico o circular
de
rodilla, como se describe en HLD, E y F) y luego se abre en valva el
yeso
y se mantiene sólo el armazón posterior. Sujetar la férula dorsal a la
Técnicas de los vendajes y yesos 77
Fig. 6-2. Típica aplicación de las férulas de yeso en los corsés. Las férulas se
colocan
próximas entre sí en la porción inferior del corsé. Las férulas están numeradas por
or-
den de aplicación.
78 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 6-3. Aparato de Goldwaithe, empleado en los corsés de hiperextenslón. Los hie-
rros se retiran una vez colocado el corsé.
Fig. 6-5. Yeso de halotracción. (De Bleck, E. E.; Duckworth, L, y Hunter, N. Atlas of
Plaster Cast Techniques (2.a ed.). Chicago: Year Book, 1978. Con autorización.)
mida 2,5 cm de anchura sobre las férulas justo por encima del maléolo.
Cuando las férulas se giran y se incorporan en el yeso, éstas lo mantie-
nen y con el almohadillado grueso evitan la presión en el maléolo. Cu-
brir la pierna con una capa de almohadillado y colocar el yeso con la ro-
dilla flexionada 5 o. Continuar proximalmente el yeso tanto como sea
posible y distalmente justo por encima del maléolo; la longitud del yeso
proporciona la estabilidad lateral y medial. Moldear el yeso medial y la-
teralmente por encima de los cóndilos femorales para evitar el desliza-
miento distai del yeso.
82 Manual de terapéutica ortopédica aguda
t
5
i
I
I
I
3
I
1
f
l
I
I
%
í
fl
fl
fl
fl
Fig. 6-7. Férulas de yeso para reforzar la espica de cadera, además de las emplea-
das en los corsés.
:
E. Botina de yeso. *
L Colocar la botina de yeso con el paciente sentado en el extremo de la
mesa con la rodilla flexionada 90°. De forma alternativa, colocarlo con i
el paciente en decúbito supino, la cadera y la rodilla flexionadas 90° y
la pierna en decúbito supino, la cadera y la rodilla flexionada 90° y la
pierna sostenida por un ayudante. El tipo de almohadillado tiene poca
importancia, salvo que el Webrif® y la venda elástica tienden menos
a
rasgarse y, por ello, pueden permitir llevar un yeso ajustado durante
mis
tiempo. Poner una capa única de almohadillado salvo en el maléolo,
donde frecuentemente se precisa mayor grosor. Para la mayoría de los
yesos, tener el tobillo en posición neutra. Con frecuencia son
necesarias
dos vendas de yeso y la anchura elegida (7,5-10 o 15 cm) varía con la
ta-
lla del paciente. Doblar las férulas de 10 cm longitudinalmente por la
mi-
tad y colocar una férula en las cuatro caras del tobillo como refuerzo
an-
tes de poner el segundo vendaje de yeso. Continuar el yeso desde las
icwiiiwad uc iwo «citwaji
Fig. 6-8. Yesos pelvipédicos. A) Yeso pelvipédico de uno y medio. B) Yeso pelvipédico
doble. C) Yeso pelvipédico simple. En todos los yesos pelvipédicos, es importante man-
tener la cadera y la rodilla ligeramente flexionadas para la comodidad del paciente y su
buena posición. El tobillo debe mantenerse en una posición neutra. D) En niños, es
acon-
sejable terminar distalmente el yeso a la altura de los maléolos, dejando libre el pie.
2. Técnica.
a. Para su aplicación son necesarias dos personas. Tras sedar ligera-
mente al paciente, colocar una malla tubular elástica alrededor de
la pierna. Mientras un ayudante sujeta la pierna, aplicar yeso sobre
el muslo a 2,5 cm de la tuberosidad isquiática y periné. Continuar
el
yeso distalmente basta el polo superior de la rótula, pero con un es-
pacio suficiente para permitir la extensión completa de la rodilla y
una flexión de 70°. Aplicar entonces una botina de yeso. Aplanar la
cara plantar del yeso para permitir la deambulación con un tobipié.
b. Colocar dos bisagras articulares de rodilla 2 cm posteriores a la lí-
nea media de la pierna a la altura del tubérculo de los abductores.
Emplear remaches para asegurar temporalmente las bisagras arti-
culares al yeso. Para mantener estas articulaciones paralelas es útil
la utilización de una barra. Evaluar la movilidad articular y
realizar
los ajustes antes de asegurarla con yeso.
(1) Si la radiografía muestra una alineación satisfactoria de la frac-
tura, iniciar el apoyo progresivo. Si se produce un derrame en
la rodilla, advertir al paciente que debe elevar la pierna durante
15 min cada hora. Una vez demostrada la adecuada consolida-
ción de la fractura, el paciente puede apoyarse completamente.
(2) Si la alineación de la fractura no es satisfactoria, retirar el yeso
y temporalmente volver a colocar una tracción. Considerar con-
tinuar con el tratamiento básico con tracción, reintentando de
nuevo la utilización de la férula articulada en 2-3 semanas, o lle-
vando a cabo una osteosíntesis interna.
IV. Corte, separación y abertura de yesos.
A. Técnicas generales.
1. Para la retirada o abertura de yesos, emplear la sierra oscilante. Tran-
quilizar al paciente con una demostración visual antes de cortare) yeso.
Estabilizar la mano que sujeta la sierra en el yeso y empujar la hoja a
través del yeso con golpes repetitivos cortos, como se muestra en la fi-
gura 6-10.
Tener cuidado con las prominencias óseas.
<E> MASSON-UTTLE Brown S A Folocopíar sin autorización es un delito.
Fig. 6-10. Técnica del corte mediante sierra oscilante para evitar la laceración cutá-
nea.
88 Manual de terapéutica ortopédica aguda
BIBLIOGRAFÍA
daño que se puede hacer con ciertas palabras inocentes. Por ejemplo, el uso
de palabras como «bonito» cuando se aplica a síntomas o signos de la enfer-
medad, puede provocar rechazo. Si el médico describiese como «bonito» algo
que el paciente relaciona con la enfermedad, éste puede pensar que el médico
disfruta con su patología. El conocimiento de que una palabra pronunciada
en
presencia del paciente puede estimular una reacción en él es fundamental en
el arte de la curación.
A. El acercamiento al paciente debe ser directo y personal. El paciente debe
tener la sensación de recibir una atención amable como ser humano más
que la de ser un ejemplar de museo en estudio. Esto no significa necesa-
riamente que la discusión científica sea inapropiada en su presencia. Lle-
vada a cabo correctamente, puede ser una excelente experiencia educativa
para la asistencia y comprensión más completa del paciente de sus pro-
blemas. Si el director de la sesión clínica trata al paciente con amistad, con
preguntas y explicaciones, el paciente soporta mejor la gran cantidad de
discusiones clínicas sin aburrimiento. En realidad, si se llevan a cabo de
este modo, la mayoría de pacientes, en lugar de molestarse por la visita de
grandes grupos, aprecian la atención que reciben y disfrutan participando
del proceso. 93
B. No presentar casos ciúticos a la cabecera del enfermo. Dedicar la atención
a la exploración, a dar consejos o a obtener nuevos datos clínicos. Llevar
94 Manual de terapéutica ortopédica aguda
3. Sedantes e hipnóticos.
a. En los pacientes con gran ansiedad, resulta beneficioso combinar
los analgésicos con medicación sedante o tranquilizante. Si un pa-
ciente está en tratamiento con fisioterapia, evitar el uso de miotTe-
lajantes durante el día. La hidroxicina, 50 mg por vía oral o IM, es
útil en combinación con analgésicos, como la meperidina o un de-
Tabla 7-1. Dosis recomendadas para los
rivado de la codeína, analgésicos
para controlarnolaopiáceos
ansiedadcomúnmente
y disminuir la ne-
empleados
cesidad de grandes dosis de analgésicos.
'Su uso durante los 3 o 4 primeros días tras un traumatismo agudo puede causar sangrado,
edema
y dolor.
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98
Unidad de cuidados traumatológicos 99
.
10 Suplementos vitamínicos y vitamina CIV o por vía oral.
11. Hematócrito postoperatorio (si está indicado, preferiblemente al me-
nos 8 horas después de la intervención).
12. Radiografías postoperatorias si están indicadas.
13. Órdenes terapéuticas médicas.
14. Avisar al médico si la presión sanguínea es menor de 90/60. el pulso
mayor de 100, o la temperatura es mayor de 38°C.
15. Además, cuando se tolera la dieta:
a. Dosis terapéuticas de hierro en caso de anemia.
b. Docusato sódico y leche de magnesia cuando sea preciso.
16. Consultar con los servicios sociales si es necesario.
BIBLIOGRAFÍA
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© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
8
TRACCIÓN
L Objetivos. Aunque la tracción se usa cada vez con menor frecuencia en el tra-
tamiento de las fracturas en los países occidentales, es necesario un conoci-
miento de sus principios básicos para algunas indicaciones especiales.
XA. La tracción mantiene la longitud de la extremidad, a la vez que alinea y es-
tabiliza el foco de fractura. Un ejemplo es el tratamiento de las fracturas
femorales mediante una tracción esquelética.
B. La tracción puede permitir la movilidad articular mientras mantiene la
ali-
neación de la fractura. Por ejemplo, la sujeción de Pearson en las férulas
de Thomas permite el movimiento de la rodilla durante la tracción en las
fracturas femorales; la tracción al cénit o lateral permite la movilidad del
codo mientras mantiene la alineación de la fractura humeral.
C. La tracción puede dominar la contractura muscular asociada a la lesión
ósea o articular. Un ejemplo es la tracción de Buck, empleada en las lesio-
nes de cadera.
D. El edema disminuye en una extremidad con una unidad de tracción que
eleva la parte afectada por encima del corazón.
II. Materiales esenciales. La cama debe tener un colchón firme o un tablón. Ele-
var la cabecera o los pies de la cama empleando tacos o los sistemas de eleva-
ción intrínsecos de la cama. Colocar un armazón, trapecio o raíles en la cama
para que el paciente pueda cambiar de posición. El equipamiento de la trac-
ción incluye barras, poleas, cables, soportes, aparatos de tracción esquelética
y, en algunos casos, materiales de yeso. El tipo actual de equipamiento y lo-
calización se muestra en varias figuras de este capítulo.
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A, Fotocoplar sin autorización es un delito.
6. libia y peroné distal. Colocar las agujas una a una y un dedo y medio
por encima de la porción más prominente del maléolo lateral para no
lesionar la «mortaja» tibioastragalina. Colocarla paralela a la articula-
ción del tobillo y angularla ligeramente en dirección anterior. El ciru-
jano notará el paso de la aguja a través de las dos corticales peronea-
les y después las tibiales. Insertar la aguja a través de ambos huesos
para evitar los tendones y las estructuras neurovasculares. Si la aguja
se coloca demasiado proximal, el pie descansa en el estribo y puede
producirse una úlcera de presión.
7. Calcáneo. Generalmente se elige una aguja de punta en forma de dia-
mante. La inserción preferida es 2-3 cm por detrás y por debajo del ma-
léolo lateral o 3 cm por debajo y 3,5 cm por detrás del maléolo medial.
Si la aguja se coloca muy atrás, provoca una posición en talón del pie.
Si se coloca demasiado abajo, puede cortar el hueso. Si se coloca de-
masiado arriba, puede entrar en la articulación subastragaliná y atra-
vesar los tendones flexores o la arteria tibial. Cuando se utiliza la trac-
ción del calcáneo durante demasiado tiempo a menudo se producen
infecciones que son muy difíciles de tratar.
110 Manual de terapéutica ortopédica aguda
como contratracción.
3. Iniciar la tracción cervical con 4,5-6,5 kg e incrementarla sólo tras
realizar las radiografías pertinentes. Iniciar la tracción con pesos ma-
yores puede ocasionar importantes lesiones de los ligamentos. Para la
tracción definitiva, la regia de los 2,25 kg/nivei de Crutchfield empieza
con 4,5 kg para la cabeza y permite hasta un máximo de 13,5-18 kg para
las lesiones de C5-C6.
C. Halotraccíón craneal fija. Introducida originalmente por Nickel y Perry
(2) . puede emplearse sólo en la tracción o combinada con un chaleco o
yeso.
1. Materiales.
a. Aro craneal (se pueden adquirir cinco medidas).
b. Cinco agujas craneales (incluyendo una de repuesto).
c. Dos destornilladores.
d. Cuatro agujas posicionales.
e. Un tablón de madera (10 x 37 x 0,5 cm).
2. Los procedimientos de aplicación están modificados de los descritos
por Young y Thomassen (2) y Botte y cois. (1).
112 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 8-4. Principios de aplicación del aro de halotracción. La correcta medida del aro
proporciona un espacio libre de 1,5 cm (A). Las agujas posicionales se emplean para
estabilizar el aro mientras se insertan las agujas craneales (8). La posición correcta
del
aro es 1 cm por encima de las cejas y las orejas (C y D).
114 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 8-5. Tracción de Dunlop modificada. Suele ser necesario un peso de 0,5-2,5 kg.
Puede agravarse un compromiso vascular asociado al aumento de la flexión del codo.
(De Schneider, F. R. Handbook for the Orthopaedic Assistant [2.a ed.]. St. Louis: Mosby,
1976. Con autorización.)
o
Tracción 115
MASSON'LITTLE, Brown, S.A Fotocopiar sin autorización es un delito.
Fig. 8-6. Tracción oiecraneana. A) Tracción al cénit. Observar que la articulación del
codo puede moverse sin alterar la fractura. La mano y la muñeca descansan en una fé-
rula de yeso. B) Tracción lateral.
116 Manual de terapéutica ortopédica aguas
Fig. 8-7. Tracción cutánea en extensión de Buck. Observar la elevación de los pies
de la cama y del soporte bajo la pantorrilla. Froteger la cabeza del peroné y los
maléo-
los. Una tracción de 2-3 kg de peso es suficiente. (De Schneider, F. R. Handbook for
the
Orthopaedic Assistant [2.a ed.]. St. Louis: Mosby, 1976. Con autorización.)
Tracción 117
Fig. 8-10. La unidad de tracción de Chamley consiste en una aguja o clavo esquelé-
tico incorporado en una botina de yeso que tiene una barra en la suela. La unidad se
emplea en las fracturas femorales tratadas con tracción esquelética.
Tracción 119
Fig. 8-11. Con la tracción suspendida balanceada, se ajustan los diversos pesos hasta
lograr una alineación y suspensión de la fractura femoral satisfactorias junto a la férula
de Thomas. Observar la unidad de tracción de Charnley, el colchón firme y la tabla del
almohadillado. Colocar un vendaje elástico en el muslo y la férula para minimizar el
edema agudo.
BIBLIOGRAFÍA
1. Botte, M. J., Byrne, T. P., and Garfin, S. R. Application of the halo device for
immobilization of the cervical spine utilizing an increased torque pressure. J.
Bone Joint Surg. 69A:750, 1987.
2. Young, R., and Thomassen, E. H. Step-by-step procedure for applying a halo
ring.
© MASSON-LITTLE, Brown, SA. Folocoplar sin autorización es un delito.
LECTURAS RECOMENDADAS
I. Preparación prequirúrgica.
A. Cirugía programada.
1. Preparar al paciente para que comprenda los riesgos, objetivos y posi-
bilidades de éxito del procedimiento. Idealmente, el paciente o el pa-
riente más próximo deberá conocer la naturaleza del estado del pa-
ciente, el tratamiento propuesto, los tratamientos alternativos, los
riesgos anestésicos, la probabilidad de éxito y los posibles riesgos. Ex-
plicar los vendajes o yesos, programas de rehabilitación y otras nece-
sidades especiales posquirúrgicas. Cuando el paciente ha sido infor-
mado y ha realizado todas sus preguntas, obtener la autorización
quirúrgica firmada.
2. Revisar la técnica de la intervención propuesta. Dado que se trata de
una intervención programada, asegurarse de que el estado del paciente
presenta las indicaciones correctas para la intervención propuesta. Co-
nocer la anatomía y los abordajes quirúrgicos de la zona que hay que
operar. Planificar cuidadosamente la intervención con las alternativas
adecuadas para reducir la duración de ésta. Asegurarse de contar con
todo el material específico, implantes, ayuda y tiempo necesario. Com-
pletar todo estudio de plantillas de radiografías y esquemas preopera-
torios necesarios (27).
B. Antes de la cirugía.
L Preparación quirúrgica. Comprobar que la exploración física, radio-
grafía de tórax, electrocardiograma, hematócrito y demás estudios pre-
operatorios no contraindican la cirugía. Indicar, cuando fuere preciso,
© MASSON-UTTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
la
reserva de sangre, profilaxis antitetánica y la medicación especial. Si se
planifica la intervención de una extremidad, asegurarse de que las uñas
están correctamente cortadas y limpias. Tener al paciente, familiares y
sistemas de soporte preparados para las necesidades posquirúrgicas.
2. Antibióticos (1).
a. Los antibióticos preoperatorios se administrarán en la cirugía aso-
ciada a un alto riesgo de infección postoperatoria de la herida, lo
que significa, en la colocación de cualquier tipo de material, cuando
se produzcan grandes hematomas o espacios muertos, cuando se
prevea que la duración de la intervención será superior a 2 horas o
en las intervenciones sobre hueso, articulaciones, nervios o tendo-
nes. Varios estudios han mostrado el efecto beneficioso de la anti -
bioticoterapia antes y después de la intervención que afecte los te-
jidos musculoesqueléticos (1,11,30,42). Véase el capítulo 1 para la
utilización de los antibióticos en las heridas abiertas o en la «ciru-
gía sucia».
b. Es importante la duración de la antibioticoterapia, así como su dosis.
Idealmente, el nivel de antibiótico debería ser mayor cuando el man-
123
124 Manual de terapéutica ortopédica aguda
3. Los pacientes que han sido tratados durante largo tiempo con esferoi-
des necesitan ajustar su dosis de esferoides cuando se someten a ciru-
gía o a otra situación de estrés importante. El siguiente es el régimen
ma's simple publicado que han encontrado los autores (7).
a. El día de la intervención administrar succinato sódico de hidrocor-
tisona, 100 mg IV, junto a la medicación prequirúrgica.
b. Emplear la misma dosis el primer día del postoperatorio.
c. Emplear 50 mg de hidrocortisona el segundo día del postoperato-
rio.
d. Emplear 25 mg de hidrocortisona el tercer día del postoperatorio y
continuar sólo con la dosis diaria oral habitual del paciente.
4. Cirugía en pacientes con diabetes mellitus insuiinodependientes.
a. Por la mañana, antes de la intervención, el paciente deberá omitir
el desayuno y tomar la mitad de su dosis habitual de insulina vía
SC.
b. Tras la intervención, monitorizar los niveles de glucemia, cada 4-6
horas. La siguiente escala móvil resulta de utilidad: si la glucemia
es
superior a 350 mg/dl, administrar 15 unidades de insulina rápida
SC.
Si el nivel excede los 250 mg/dl. proporcionar 10 unidades de insu-
lina rápida SC.
c. Volver a la dosis habitual de insulina del paciente tan pronto como
éste vuelva a sus niveles normales de actividad y a su dieta habitual.
5. Cirugía en hemofílicos (2, 34).
a. Para un estudio de los tipos de hemofilia y métodos de reposición
del factor deficitario, véase el capítulo 1, VI.
b. El tratamiento del paciente hemofílico tributario de cirugía
requiere
estudios precisos de los niveles de los factores y estudios previos de
supervivencia de los factores que deben reponerse para conocer el
efecto de los inhibidores y la vida media en un paciente determi-
nado. Tratar de alcanzar el 100 % del nivel plasmático antes de ad-
ministrar los anestésicos para la intervención. Mantener el nivel al
60 % del normal durante los 4 primeros días y sobre el 40 % du-
rante los 4 días siguientes. Un nivel del 100 % también es necesario
para la manipulación de una articulación bajo anestesia y para la
ablación de agujas. Un nivel del 40 % es preciso para la retirada de
MASSON-UTTLE, Brown, S.A Fotocopiar sin autorización es un delito.
g. Los sistemas de flujo laminar del aire parecen ser un medio efectivo
para reducir las tasas de infección postoperatoria mientras el flujo
del aire se mantenga laminar o en línea aerodinámica a través del
campo quirúrgico (p. ej., cirugía de la cadera). Estos sistemas no son
efectivos si, por ejemplo, el aire se vuelve turbulento en el campo
quirúrgico debido a la posición que ocupa el personal dentro de la
sala (p. ej., cirugía de la rodilla) (22).
h. Los sistemas de vacío de la indumentaria son efectivos, pero incó-
modos y caros. Se suelen emplear para proteger al equipo quirúr-
gico de infecciones en pacientes de alto riesgo.
i. Siempre que la infección de la herida quirúrgica se produzca en una
intervención limpia y sin complicaciones, valorar el cultivo nasal de
todos los presentes durante la intervención.
5. Hipertermia maligna (18).
a. Fisiopatología. El órgano diana en la hipertermia maligna es el.mús-
culo esquelético. Ciertos desencadenantes, como la administración
de halotano o succinilcolina. precipitan la liberación de calcio por
parte de los depósitos cálcicos (retículo sarcoplasmático) de la cé-
130 Manual ae terapéutica ortopédica aguda
Fig. 9-2. Empleo correcto del periostótomo de borde afilado. (Modificado de Spolek,
G. Fecha no publicada, 1974.)
134 Manual de terapéutica ortopédica aguda
car tomillos que mantengan los implantes ortopédicos. Es vital una cui-
dadosa selección del equipo y brocas para la colocación de los im-
plantes. La distancia entre las espiras del tomillo y el hueso circundante
es de 0,5 mm. Cualquier fallo del equipo o de la técnica que aumente
drásticamente esta distancia reduce el poder de sujeción de los torni-
llos. Dada la presión a la que muchos implantes trabajan, el poder de
sujeción del tomillo desempeña un papel fundamental. La concentra-
ción de fuerzas que suceden cuando falla un tomillo a la hora de suje-
tar correctamente pueden abocar en un rápido fracaso del implante.
2. Brocas (27).
a. Defectos comunes en el equipo. Dado que las brocas se dan por su-
puestas (la mayor atención se presta al propio implante), las brocas
llegan a quirófano en diversos estados de deterioro.
(1) Una punta roma es uno de los defectos más serios que pasan
inadvertidos. Cuando la punta está afilada, virtualmente, todo
el calor generado se elimina a través de las virutas de hueso for-
madas. Incluso una punta ligeramente roma aumenta drástica-
mente la fricción entre la punta y el hueso. Esta fricción causa
Manual de terapéutica ortopédica aguda
sociation for the Study of Intemal Fixatio (ASIF), la cual abastece los im-
plantes de fijación para fracturas más extendidos hoy en día. Las placas
es-
tán listadas según sus funciones biomecánicas (3,27).
1. Las placas de neutralización o protección se emplean en combinación
con tomillos y protegen la fijación de los tomillos en las fracturas dia-
fisarias. Sin la placa, la síntesis del tomillo por sí solo no resiste mucha
carga y no permite una movilidad precoz. El tomillo proporciona la
mayor parte de la compresión interfragmentaria y la placa protege los
tornillos de las fuerzas de torsión, inclinación y cizallamiento (fig. 9-5).
2. La placa de compresión dinámica (DCP) proporciona compresión al
foco de fractura por su diseño. Recientemente, se han desarrollado pla-
cas de compresión dinámica de contacto limitado (LCDCP) que per-
miten mayor libertad en la colocación de los tomillos a través de la
placa y limitan el efecto de necrosis por presión de la placa sobre la su-
perficie ósea cortical (27, 39) (fígs. 9-6 a 9-8).
3. Por naturaleza, muchas fracturas epifísarias y metafisarias están so-
metidas a fuerzas de compresión y cizallamiento. Los tornillos se em-
plean para reconstruir la anatomía normal, pero no pueden dominar
las fuerzas de cizallamiento y lateralización debida a la delgada corti-
cal de estas áreas, especialmente en las fracturas conminutas. La fija-
ción se suplementa con placas de sostén o de soporte para prevenir un
desplazamiento de la fractura por el estrés de cizallamiento o laterali-
zación. Placas de sostén especialmente diseñadas son la placa-de sos-
tén en T, la placa sostén en L, la placa para meseta tibial lateral, la
placa
en cuchara, la placa en trébol y las placas de sostén para cóndilos.
4. Para restaurar la capacidad de apoyo de una fractura de carga excén-
trica y minimizar las fuerzas tensionales soportadas por el sistema de
fijación es necesario absorber las fuerzas tensionales (resultado de un
movimiento lateral) y convertirlas en fuerzas compresivas. Esto pre-
cisa de una fijación a tensión, la cual ejerce una fuerza de igual magni-
tud, pero de dirección opuesta a la fuerza de lateralización (asumiendo
que el hueso es capaz dé soportar la compresión) (27). Por ello, las frac-
turas conminutas se tratarán con otros sistemas de fijación o prote-
giéndolas durante un tiempo de las fuerzas laterales.
MASSON-UTTLE, Brown, S.A. Fot ocopiar sin autorización es un delito.
Fig. 9-6. Sección longitudinal del agujero para el tornillo de una placa DCP. La inser-
ción de un tornillo ASIF provoca autocompresión del foco de fractura por la placa al
des-
lizar un cilindro inclinado sobre uno horizontal. (Modificado de Muelles M. E. et al.
Ma-
nual of Interna! Fixation [2.a ed.]. Berlín: Springer, 1979; pág. 71. Con autorización.)
Fig. 9-7. Aplicación de una placa de autocompresión. Para el segundo agujero se em-
plea una guía de broca excéntrica como se muestra en la ilustración superior. El
resto
de agujeres se perfora con una guía neutra. (Modificado de Mueller M. E. et ai. Manual
ot InternaI Fixation [2.a ed.j. Berlín: Springer, 1979; págs. 67 y 75.)
142 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 9-8. Placa de compresión dinámica con tornillos de esponjosa. Primero se aplica
la compresión a través de la placa; luego se añade un tomillo para evitar una tuerza
de
cizallamiento sobre el tornillo.
(3) Como puede verse en la figura 9-9, la fijación con un único tor-
nillo no es adecuada, dado que el tomillo se ladea por acción
del tríceps y sólo se realiza compresión sobre la mitad del foco
de fractura.
Fig. 9-9. Principios de la osteosíntesis interna con cerclaje aplicados a una fractura
transversa de olécranon. Las fuerzas sobre un olécranon provocan movimiento. A)
Las
mismas fuerzas sobre una fractura transversa de olécranon causan la abertura del
foco
de fractura. B) La fijación con tornillo proporciona sólo una compresión parcial de la
frac-
tura. C) La fijación de la cortical a tensión crea unas fuerzas compresivas iguales a
tra-
Equipamiento quirúrgico y técnicas 143
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154 Manual de terapéutica ortopédica aguda
LECTURAS RECOMENDADAS
■*s7
158 Manual de terapéutica ortopédica aguda
tómico como por una fractura del anillo de Cl) existe menos peligro; si
es estrecho y no presenta ninguna fractura, el riesgo aumenta (15,24).
3. Historia. Si no se ha producido una pérdida de la conciencia secunda-
ria a una lesión en la cabeza, la anamnesis sugerirá un mecanismo le-
sional de compresión vertical. La lesión con frecuencia resulta de una
zambullida de cabeza al agua.
4 Exploración. Los síntomas y signos clínicos varían desde mínimas que-
jas hasta importante dolor con gran limitación de la movilidad. La ex-
tensión suele desencadenar dolor, aunque la rotación puede ser asin-
tomática. Dado que el nervio suboccipital cruza el anillo posterior a las
masas laterales y el nervio occipital mayor emerge justo por debajo del
anillo posterior del atlas para inervar la piel del occipucio, las pruebas
de sensibilidad pueden mostrar una afectación del nervio suboccipital
o, más frecuentemente, del nervio occipital mayor. La lesión de la mé-
dula espinal es infrecuente, dado que una lesión importante a este ni-
vel causaría la muerte inmediata.
5. Radiología. Las proyecciones anteroposteriores, incluyendo una pro-
yección transbucal y el perfil deben practicarse de forma rutinaria. Las
tomografi'as o TC son de gran ayuda. Las localizaciones comunes de
las fracturas son el arco anterior, a la altura de la linea media o inme-
diatamente lateral a ésta, y el arco posterior en su porción más estre-
cha justo por detrás de las masas laterales. El desplazamiento de la frac-
tura puede ser mínimo. En la radiografía transbucal de la apófisis
odontoides, cuando una fractura conminuta de Cl muestra una pro-
minencia bilateral de las masas laterales de 7 mm o más, puede haberse
producido una rotura del ligamento transverso, quedando inestable la
columna (fig. 10-2) (24).
6. Tratamiento. Tratar mediante la inmovilización con una ortesis cervi-
cotorácica o un halotorácico hasta que se produzca la curación, nor-
malmente a los 2-3 meses. Inicialmente, emplear 2,25-3,5 kg de tracción
en la cama mientras se evalúa la extensión de la lesión. La reducción de
la fractura se realiza mejor adaptando la posición relativa de la cabeza
al tórax. La extensión de la cabeza es necesaria cuando el ligamento
transverso está roto (1,20).
tuada más arriba y es menos irregular que la vista en los casos de frac-
tura aguda. Además, en las anomalías congénitas de la apófisis odon-
toides se observa un aumento en la incidencia de las anomalías del
arco
anterior de Cl y de la articulación atlantooccipital (6,10,19,20). Las
tomografías o TC son de ayuda.
5. Tratamiento (1,24).
a. El tipo I es una fractura a través de la porción superior de la apófi-
sis odontoides. El tratamiento con la ortesis cervical resulta satis-
factorio. La seudoartrosis suele presentar pocos problemas, dado
que la fractura está muy por encima del nivel del ligamento trans-
verso como para causar una pérdida de la estabilidad. Este tipo de
fracturas son raras.
b. El tipo n es una fractura a la altura de la unión de la apófisis odon-
toides con el cuerpo de C2. La reducción de la vértebra Cl despla-
zada hacia delante con una apófisis odontoides fracturada puede
lo-
grarse con la tracción de la cabeza en extensión y el paciente en
decúbito supino. Esta reducción es más fácil con el paciente ade-
cuadamente sedado y con una almohada detrás de los hombros
pava
permitir la extensión de la cabeza y del cuello. Se aplicará una
Manual de terapéutica ortopédica aguda
b. Una lesión por extensión produce una rotura del ligamento longi-
tudinal anterior con o sin fractura de avulsión de la cara anterior
de
uno de los cuerpos vertebrales. Puede producirse la fractura de los
pedículos o facetas y una subluxación posterior. Esta lesión co-
múnmente se asocia a un accidente de automóvil por detrás. Los
síntomas pueden permanecer durante tiempo sin documentación
objetiva de anomalías óseas o de los tejidos blandos (v. I. E).
c. Lesiones por flexión.
(1) Una luxación o fractura-luxación unilateral tiene lugar con la
lu-
xación de las facetas de un lado, permaneciendo las del lado
con-
tralateral intactas y en correcta relación con otras (2). Este
fenó-
meno generalmente ocurre en la columna cervical baja, C5-C7.
(2) La luxación o fracturas-luxaciones bilaterales afectan las
articu-
laciones de ambos lados. El diagnóstico es más fácil en la radio-
grafía de perfil, dado que se asocia a un desplazamiento poste-
rior más marcado del segmento superior respecto al inferior.
Z Exploración. Buscar cuidadosamente contusiones o abrasiones en la
cara, frente y occipucio. La presencia y distribución de estas lesiones
a
menudo dan información sobre el mecanismo lesionai. Asumir que
todo paciente con laceraciones faciales o frontales que ha estado in-
volucrado en un impacto de alta velocidad tiene una fractura de la co-
lumna cervical hasta que se demuestre lo contrario. La exploración lo-
cal del cuello revela hipersensibilidad sobre una o más apófisis
espinosas y, por supuesto, existe limitación de la movilidad y contrac-
tura muscular. La exploración debe incluir una cuidadosa exploración
neurològica. Esto no es suficiente para determinar si existe lesión me-
dular. El nivel de la lesión neurològica debe ser rápidamente determi-
nado por la exploración motora y sensitiva, así como por los reflejos
patológicos y deben registrarse con la fecha y hora, preferiblemente
en
una hoja de flujos. Los pacientes deben reexaminarse frecuentemente
en las primeras 24 horas tras el accidente, especialmente aquellos que
presenten una lesión medular incompleta (16).
3. Radiología. Un buen estudio radiográfico (que incluya la primera vér-
tebra torácica) es fundamental y frecuentemente precisa de tomogra-
fías o TC. Algunos puntos importantes que buscar en las placas son
los
siguientes (fig. 10-4):
a. Cualquier alteración en la alineación de los cuerpos vertebrales. La
rectificación de la columna cervical puede ser debida a la contrac-
tura muscular o a la posición de la cabeza del paciente en una ligera
flexión.
b. Cualquier escalón en la línea de las facetas articulares vertebrales
posteriores.
c. Aumentos en la anchura del espacio retrofarihgeo (normalmente es
de 4-6 mm en C3 o a niveles superiores). Esta regla no se aplica a
niños muy llorones.
d. Cualquier línea de fractura de los cuerpos o de los elementos pos-
teriores.
e. Todo aumento de la distancia entre dos apófisis espinosas.
f. Cualquier desplazamiento de las apófisis espinosas en la cara cefá-
lica, que es hacia el lado de la luxación unilateral en las radiografías
anteroposteriores.
g. Cualquier indicación de que el cuerpo de una vértebra se ha des-
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopia»- sin autorización es un delito. Patología vertebral aguda 163
b. Una lesión por extensión produce una rotura del ligamento longi-
tudinal anterior con o sin fractura de avulsión de la cara anterior
de
uno de los cuerpos vertebrales. Puede producirse la fractura de los
pedículos o facetas y una subluxación posterior. Esta lesión co-
múnmente se asocia a un accidente de automóvil por detrás. Los
síntomas pueden permanecer durante tiempo sin documentación
objetiva de anomalías óseas o de los tejidos blandos (v. I. E).
c. Lesiones por flexión.
(1) Una luxación o fractura-luxación unilateral tiene lugar con la
lu-
xación de las facetas de un lado, permaneciendo las del lado
con-
tralateral intactas y en correcta relación con otras (2). Este
fenó-
meno generalmente ocurre en la columna cervical baja, C5-C7.
(2) La luxación o fracturas-luxaciones bilaterales afectan las
articu-
laciones de ambos lados. El diagnóstico es más fácil en la radio-
grafía de perfil, dado que se asocia a un desplazamiento poste-
rior más marcado del segmento superior respecto al inferior.
2. Exploración. Buscar cuidadosamente contusiones o abrasiones en la
cara, frente y occipucio. La presencia y distribución de estas lesiones a
menudo dan información sobre el mecanismo lesiona!. Asumir que
todo paciente con laceraciones faciales o frontales que ha estado in-
volucre do en un impacto de alta velocidad tiene una fractura de la co-
lumna cervical hasta que se demuestre lo contrario. La exploración lo-
cal del cuello revela hipersensibilidad sobre una o más apófisis
espinosas y, por supuesto, existe limitación de la movilidad y contrac-
tura muscular. La exploración debe incluir una cuidadosa exploración
neurològica. Esto no es suficiente para determinar si existe lesión me-
dular. El nivel de la lesión neurològica debe ser rápidamente determi-
nado por la exploración motora y sensitiva, así como por los reflejos
patológicos y deben registrarse con la fecha y hora, preferiblemente en
una hoja de flujos. Los pacientes deben reexaminarse frecuentemente
en las primeras 24 horas tras el accidente, especialmente aquellos que
presenten una lesión medular incompleta (16).
3. Radiología. Un buen estudio radiográfico (que incluya la primera vér-
tebra torácica) es fundamental y frecuentemente precisa de tomogra-
fi'as o TC. Algunos puntos importantes que buscar en las placas son
los
siguientes (fig. 10-4):
a. Cualquier alteración en la alineación de los cuerpos vertebrales. La
rectificación de la columna cervical puede ser debida a la contrac-
tura muscular o a la posición de la cabeza del paciente en una ligera
flexión.
b. Cualquier escalón en la línea de las facetas articulares vertebrales
posteriores.
c. Aumentos en la anchura del espacio retrofaringeo (normalmente es
de 4-6 mm en C3 o a niveles superiores). Esta regla no se aplica a
niños muy llorones.
d. Cualquier línea de fractura de los cuerpos o de los elementos pos-
teriores.
e. Todo aumento de la distancia entre dos apófisis espinosas.
f. Cualquier desplazamiento de las apófisis espinosas en la cara cefá-
lica, que es hacia el lado de la luxación unilateral en las radiografías
anteroposteriores.
g. Cualquier indicación de que el cuerpo de una vértebra se ha des-
plazado hada delante en relación con otra en las radiografías de per-
Patología vertebral aguda 163
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
yor que la mitad del ancho del cuerpo vertebral, lá luxación es bi-
lateral y la columna es extremadamente inestable.
4. Tratamiento inicial. Una vez confirmada la asociación entre el déficit
neurològico y la lesión vertebral, se iniciará el tratamiento con esfe-
roides parenterales. Recientemente se ha confirmado la eficacia de este
tratamiento iniciado en las primeras 8 horas (5). Una dosis inicial de
carga de 30 mg/kg de metilprednisolona P/ se continúa con 23 horas
de 5,4 mg/kg de este mismo medicamento. Tanto si está presente la le-
sión neurològica como no, se emprenderá la reducción de cualquier
desplazamiento. Reducir y tratar precozmente la fractura, aunque
debe
entenderse el tipo de fractura. Éste se suele evaluar mejor tratando de
comprender el mecanismo lesionai así como mediante radiografías de
calidad excelente. El método de reducción sugerido para las luxacio-
nes o fracturas-luxaciones, tanto si es unilateral como bilateral, es con
un compás craneal, tal y como se describe en el capítulo 8, V.B. Es
acon-
sejable asegurarse de que el disco intervertebral no se ha desplazado
hacia el canal medular, especialmente en las luxaciones facetarías bi-
laterales en un paciente neurològicamente indemne. Si la luxación se
reduce antes de descartar la existencia de una hernia discal mediante
RM, se puede producir una lesión medular. El paciente se coloca con
un compás craneal de tracción, normalmente con 6,5 kg de peso. Apli-
car la tracción en la dirección de la deformidad, no en línea con el
cuerpo
del paciente. El peso puede incrementarse gradualmente en 2,25 kg
cada hora. Realizar radiografías de perfil cada 30-60 min. Registrar la
exploración neurològica a intervalos de 30 min. En la luxación unila-
teral, tras aplicar una fuerza de tracción de 25-30 kg (o un tercio del
peso corporal), valorar la inclinación de la cabeza mientras se rota el
segmento superior del cuello hacia el lado de la luxación. La reducción
se llevará a cabo rápidamente con este método y, entonces, el peso
puede disminuirse a 2-2,5 kg. Si la reducción no se realiza precozmente
o si la luxación es antigua, es importante consultar con un cirujano de
columna experimentado dado que puede ser necesaria la reducción
quirúrgica. La reducción de la luxación o de la fractura-luxación es el
método mejor y más seguro para lograr la descompresión de la médula
espinal y las raíces nerviosas. La laminectomía está contraindicada ya
que puede incrementar la inestabilidad a la vez que añade un trauma-
tismo quirúrgico.
5. El tratamiento tras la reducción consiste en la inmovilización con una
ligera tracción con compás durante varios días, con el cuello en la óp-
tima posición comprobada con radiografías de perfil. En ausencia de
déficit neurològico significativo, el paciente puede utilizar un haloto-
rácico. Si existe un déficit neurològico importante, puede ser necesa-
ria la inmovilización en cama. Para evitar las complicaciones del re-
poso en cama (neumonía, retención urinaria, úlceras de decúbito, etc.)
con frecuencia se indica la estabilización quirúrgica. En las lesiones
inestables es prudente emplear una haloortesis. Ocasionalmente se em-
plean otros tipos de ortesis cervical, pero no son tan efectivas como la
haloortesis y se reservan para las lesiones estables (14). En las lesiones
inestables casi siempre está indicada la estabilización quirúrgica y la
movilización precoz del paciente. Los criterios de inestabilidad de
White y Panjabi pueden emplearse como orientación (24). La fusión
cervical posterior se recomienda en todos los parientes con luxación
bilateral. Si la reducción se consigue con un compás de tracción, la ci-
rugía se suele posponer 5-7 días para evitar el deterioro neurològico
que, ocasionalmente, puede ocurrir en pacientes tetrapléjicos. Como
Patología vertebral aguda 165
Fig. 10-5. Fractura por compresión de la columna toracolumbar. (De Hansen, S. T., y
Swiontkowski, M. F. Orthopaedic Trauma Protocols. New York: Raven, 1993; pág. 216.)
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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Patologia vertebral aguda 177
179
180 Manual de terapéutica ortopédica aguda
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Patología de las articulaciones acromioclavicular y estemoclavicular 185
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© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
___ _ 13
LESIONES DEL HOMBRO
L Principios generales.
A. Anatomía. La cabeza humeral es grande en relación con el tamaño de la
fosa glenoidea, lo que permite mayor grado de movilidad, pero menos es-
tabilidad. De todas formas, la estabilización aumenta mediante el rodete
glenoideo, el manguito de los rotadores (combinación de los tendones de
los músculos subescapular, supraespinoso, infraespinoso y el redondo me-
nor que se unen con la cápsula articular), la bóveda coracoacromial (se-
parada del manguito por la bolsa subacromial) y los tendones largos del
biceps y el tríceps.
Las ramas del plexo braquial discurren anterior e inferiormente a la ar-
ticulación glenohumeral y el nervio axilar es inmediatamente inferior a la
articulación.
B. El diagnóstico diferencial del dolor de hombro incluye las siguientes pa-
tologías no musculoesqueléticas:
L Patología cervical discal, particularmente la irritación de la raíz ner-
viosa de C5.
2. Irritación diafragma tica.
3. Irritación pleural.
4. Tumor del vértice pulmonar (Tumor de Pancoast).
5. Síndrome del desfiladero torácico.
C. El tratamiento debe esforzarse todo lo posible en mantener la movilidad
dado que el hombro tiene tendencia a la rigidez con la inmovilización. Para
conseguir este objetivo, el paciente debe motivarse, seguir un buen pro-
grama de ejercicios y controlarse de cerca.
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
D. Tratamiento (8).
L La rotura del tendón largo del bíceps puede tratarse de forma conser-
vadora o quirúrgica. La mayoría de cirujanos piensan que las indica-
ciones quirúrgicas son más estéticas que funcionales. Ciertamente, los
pacientes mayores o aquellos que no precisen levantar grandes pesos
no son tributarios del tratamiento quirúrgico. Si la reparación quirúr-
gica está indicada, se realiza la tenodesis del tendón roto a la altura de
la corredera bicipital.
2. Una rotura del músculo del bíceps braquiai es mucho menos frecuen-
te que la del tendón y suele tratarse de forma conservadora, mediante
un vendaje de Velpeau con el codo a más de 90° de flexión. Si la rotura
muscular es de varías semanas de evolución o si existe un defecto pal-
pable, se puede valorar la reanastomosis muscular con fascia. En el
postoperatorio, se empleará un vendaje de Velpeau con el codo en fle-
xión. Tras 3 semanas, se inician los ejercicios activos y pasivos.
3. Una avulsión aguda o rotura del tendón distal del bíceps se trata qui-
rúrgicamente con la reinserción del tendón a la altura de la tuberosi-
dad radial. La operación normalmente se realiza mediante una inci-
sión curvilínea anterior que permite una exposición proximal
suficiente
^ para localizar el tendón bicipital retraído. Una vez que el tendón es di-
rigido a través de su túnel original, se practica una segunda incisión
posterolateral con el codo en flexión que exponga la cabeza y el cue-
llo del radio. Con el antebrazo en pronación se presenta la tuberosi-
dad radial y el tendón puede ser reinsertado en una ventana en la tu-
berosidad radial. Con el antebrazo moderadamente supinado, el codo
se mantiene flexionado 110° con una férula posterior. Tras 5-6 sema-
nas se inician los ejercicios activos de forma progresiva.
VI. Rotura del pectoral mayor. La inserción del pectoral mayor en el húmero puede
romperse por un ejercicio violento. El dolor en la región anterior del hombro
acompañado de debilidad puede confundirse con la rotura tendinosa o mus-
cular del bíceps braquiai. El diagnóstico puede realizarse con la exploración y
la palpación debido al defecto del borde axilar anterior. El tratamiento sinto-
mático suele ser satisfactorio en todos los casos menos en el trabajador que
precise levantar grandes pesos o en atletas, en quienes está indicada la repa-
ración primaria quirúrgica.
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización ©s un delito.
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194 Manual de terapéutica ortopédica aguda
-OK
196 Manuai de terapéutica ortopédica aguda
0
acturas
F azadas
desp
2 fragmentos .3 4 fragmentos
fragmentos
Cuello anatómico
Cuello quirúrgico
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Troquiter
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Troquín •fj Q'
■3
Fractura-luxación
Anterior ’ \ i c.*
Posterior
tórax, aunque se puede sacar el brazo del vendaje para realizar los ejerci-
cios de circunducción. La reducción abierta rara vez está indicada, aunque
la manipulación cerrada y las agujas percutáneas deben considerarse si la
reducción cen ada fracasa para proporcionar un grado aceptable de co-
rrección. El adolescente maduro debe tratarse como un adulto.
III. Fracturas diafisarias.
A. El diagnóstico generalmente es evidente y el patrón exacto de fractura se
confirma con las radiografías anteroposterior y de perfil. Aunque la frac-
tura puede producirse en cualquier parte de. la diáfisis, el tercio medio es
el más frecuentemente afectado.
B. La exploración fisica deberá descartar cualquier lesión neurovascular. La
lesión del nervio radial es común con esta fractura. Él tiempo de inicio de
la lesión neurològica debe estar bien documentado. Existen tres mecanis-
mos por los que se puede lesionar un nervio:
1. La lesión en el momento de la fractura suele producir neuroapraxia,
menos frecuentemente axonotmesis o lesiones por tracción y rara-
mente neurotmesis. La neurotmesis es más frecuente que se asocie con
las fracturas abiertas.
2. Durante el proceso de manipulación e inmovilización se puede pro-
ducir una neuropraxia y, si no se alivia la presión, se puede desarrollar
una axonotmesis. Suele ser el resultado del atrapamiento del nervio
entre los fragmentos de la fractura.
3. Durante el proceso de fijación interna se puede desarrollar una axo-
notmesis por la manipulación del nervio.
C. Tratamiento (1,2,5,11).
L La fractura se tratará colocando el antebrazo en un cabestrillo e in-
movilizando el brazo contra el tórax con una férula de yeso de coap-
tación. como se demuestra en la figura 14-2.
La férula puede retirarse y sustituirse por una ortesis cómoda o a
me-
dida a las 2-3 semanas de la lesión (11). Entonces se inicia la movilidad
del hombro y del codo. La aposición en bayoneta es aceptable mientras
la alineación sea buena y es preferible a la distracción. La reducción
abierta está indicada en la lesión vascular, en la fractura de Holstein (ter-
cera fractura oblicua distal con lesión del nervio radial en la que el ner-
vio puede estar atrapado en la fractura), en fracturas abiertas (donde se
revisará el nervio), en fracturas bilaterales, en pacientes excesivamente
obesos en los que la reducción cerrada es imposible y en politraumáti-
cos. Las placas y tomillos, los clavos rígidos intramedulares y las agujas
flexibles intramedulares al parecer son igualmente eficaces; de todas for-
mas, sólo pueden ponerse los clavos sin abrir el foco de fractura (1,2,5).
2. Tratamiento de la lesión del nervio radial asociada.
a. La lesión del nervio en el momento de la fractura precisa una orte-
sis de muñeca y dedos para el nervio radial. Controlar la recupera-
ción del nervio como se describe en el capítulo 1 (YE) para las le-
siones nerviosas.
b. La afectación del nervio en el momento de la reducción debería ex-
plorarse tan pronto como sea posible.
c. La lesión nerviosa tardía es también indicación de exploración y
neurólisis.
D. Complicaciones. Pueden producirse retrasos de consolidación y seudoar-
trosis. Se tratan con placas de compresión e injertos de hueso esponjoso o
con clavos intramedulares (5). En pacientes osteoporóticos puede ser pre-
ciso el empleo de placas más largas y de metilmetacrilato en los agujeros
de los tornillos.
Fracturas de húmero 199
A B
Fig. 14-2. Tratamiento de las fracturas diafisarias de húmero. A) El primer paso es apli-
car una férula de coaptación en el brazo y posteriormente colocar un cabestrillo comer-
cializado o fabricado con muselina. No se empleará venda elástica, pues se dilata. El
cuello y la muñeca se almohadillan bajo el vendaje. B) Tras el almohadillado en la axila
y bajo el antebrazo, se inmovilizan el brazo y el antebrazo contra el tórax con vendas.
Nervio radial
Fig. 14-3. Técnica de reducción para las fracturas humerales supracondíleas que se
producen con el codo en extensión. A) El fragmento distal se desplaza posteriormente.
B) La artería radial puede quedar atrapada en el foco de fractura. C) Restaurar la lon -
gitud aplicando una tracción contra la contratracción. D) Mediante presión anterior di-
recta sobre el fragmento distal, buscar la reducción. E) La reducción suele ser estable
con el codo en flexión y el antebrazo en pronación.
Fracturas de húmero 201
Fig. 14-4. Técnica de reducción para las fracturas humerales supracondíleas que se
producen con el codo en flexión. A) El fragmento dlstal se desplaza anteriormente res -
pecto al fragmento proxlmal. B) Restaurar la longitud aplicando una tracción contra una
contratracción. C) Mediante presión posterior directa sobre el fragmento distal se reduce
© MASSON-UTTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
tado de una luxación de codo con avulsión del fragmento. Es más frecuente
en niños, aunque puede observarse en adultos. El ligamento medial del
codo mantiene su inserción inferior y desplaza el epicóndilo del húmero.
B. El diagnóstico puede establecerse clínicamente en la mayoría de casos.
Cuando hay una avulsión del epicóndilo medial, se produce un defecto
sorprendentemente grande, fácilmente palpable incluso con el codo ede-
matoso.
C. Las radiografías se emplean para identificar la posición del epicóndilo me-
dial. Las radiografías del codo normal son de gran ayuda.
D. Tratamiento. Reducir cualquier luxación del codo mediante tracción li-
neal con sedación y comprobar la posición del fragmento con las radio-
grafías. El epicóndilo medial puede quedar atrapado en la articulación,
pro-
vocando una limitación de la movilidad. Si el epicóndilo está en la
articulación, es esencial la reducción abierta. La fractura del epicóndilo
medial puede reducirse y mantenerse con una aguja de fijación. En adul-
tos, valorar los tomillos de pequeños fragmentos. Si no se realiza la re-
ducción abierta, debe protegerse el nervio cubital, aunque no necesita la
transposición anterior. i
E. Las complicaciones son las de la luxación de codo. Si el epicóndilo medial
permanece desplazado, no son infrecuentes los problemas tardíos con el
nervio cubital. Si el epicóndilo se reduce anatómicamente y la superficie
204 Manual de terapéutica ortopédica aguda
articular está ilesa en las radiografías, la lesión se puede tratar con una
férula durante 7-10 días, seguida de ejercicios de movilización (antes en
adultos).
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PATOLOGIA DEL CODO Y EL ANTEBRAZO
Fig. 15-1. Los dos epicóndilos y la punta del olécranon forman un triángulo isósceles.
Este triángulo se mantiene en la fractura humeral supracondílea, pero en la luxación de
codo los dos lados del triángulo son diferentes.
G. Complicaciones.
1. Déficit de los últimos 10° de extensión completa, así como cierto grado
de limitación de flexión son comunes salvo que se lleve a cabo un pro-
grama de rehabilitación intenso.
2. Pueden producirse lesiones traumáticas de nervios periféricos: se han
descrito lesiones del nervio cubital, mediano, combinación del cubital
y mediano, y del plexo braquial. En un estudio de 60 pacientes había
2 lesiones del nervio mediano y una del nervio cubital (23).
3. Se puede producir un compromiso vascular secundario al derrame
pos-
traumático o por lesión de la arteria braquial. Véase capítulo 2, OI
para
una discusión del síndrome compartimental.
4. Se puede desarrollar una miosítís osificante y su tratamiento seguirá
las directrices del capítulo 2, V.
II. Fracturas de olécranon.
A. Las fracturas de olécranon pueden dividirse en cuatro grupos:
L Transversa sin desplazamiento.
2. Transversa con desplazamiento.
3. Conminuta con mínimo desplazamiento con hallazgos clínicos suges-
tivos de aponeurosis tricipital intacta.
4. Conminuta con desplazamiento, indicando una rotura del mecanismo
extensor.
fi. Tratamiento (6,16).
L Las fracturas sin desplazamiento se tratarán con una férula posterior
con el codo a 90° de flexión. Los movimientos de pronación y supina-
ción se inician en 2-3 días y los de flexión y extensión a las 2-3 sema-
nas. Una férula de protección o un cabestrillo se emplea hasta que
exista evidencia de consolidación (normalmente alrededor de las 6 se-
manas). Es esencial un seguimiento próximo clínico y radiográfico
para asegurar una completa movilidad e identificar cualquier despla-
zamiento.
2. Las fracturas desplazadas se reducirán anatómicamente y se fijarán
in-
ternamente con un cerclaje o una placa a tensión mediante un abor-
daje posterior (16). No se empleará un tomillo si no se acompaña de
un cerclaje. Si se usa solo, el tornillo no proporciona la máxima esta-
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
bilidad cuando se dobla el codo, dado que media fractura está a com-
presión y la otra mitad a tensión, como se muestra en la figura 9-9. In-
distintamente de la osteosíntesis empleada, la movilización se iniciará
en los primeros días del postoperatorio.
a. La técnica del cerclaje a tensión para una fractura transversa des-
plazada de olécranon comienza con una reducción tan anatómica
como sea posible sin desvitalización de los fragmentos. La estabi-
lización de los fragmentos se realiza con dos agujas de Kirschner
introducidas paralelas entre sí y al eje longitudinal del cùbito.
Hacer el agujero de la broca justo distal a la fractura y transversal
a través de la cortical posterior del cùbito. Pasar un alambre de
1,2 mm a través del agujero, cruzar los extremos en forma de 8, pa-
sar el alambre por el extremo protruyente de las agujas de Kirsch-
ner y atar el alambre a tensión dando dos vueltas, una a cada lado
del cùbito. Así provocamos tensión incluso a la altura del foco
de fractura. El resultado será un alambre a tensión en forma de 8
con el punto de intersección sobre la fractura. Finalmente, corta-
mos los extremos sobrantes de las agujas de Kirschner y los dobla-
mos en forma de U impactándolas en el hueso sobre el alambre
(fig. 15-2).
208 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 15-2. Técnica de cerclaje. Dos agujas de Kirschner paralelas atraviesan la frac-
tura en ángulo recto. Un alambre de 18 G se inserta en el tendón del tríceps anterior a
las agujas de Kirschner. El segundo alambre se pasa a través de la cortical del cúbito
(A). Se asegura la fijación (B). (De Hansen, S. T. y Swiontkowski, M. F. Orthopaedic
Trauma Protocols. New York. Raven Press, 1993; pág. 112.)
■f“
C. Tratamiento.
L Las fracturas con menos de 15° de anguladón se inmovilizan con una
férula braquial-antebraquial durante 2 semanas. Entonces se inican los
ejercicios activos mientras que el brazo se protege con un cabestrillo.
2. Las fracturas con más de 15° de anguladón precisan manipuladón bajo
anestesia. Si fracasa, se precisa la corrección abierta. Tras la reducción,
la fractura suele ser estable. De los contrario, es útil la fijación intema
con una aguja de Kirschner fina introdudda de distal a proximal dete-
niéndola a poca distanda de la superficie articular de la cabeza radial.
La aguja puede retirarse a las 3 semanas y se inicia la movilizadón (8).
En niños, nunca debe extirparse la cabeza radial.
IV. Fracturas de la cabeza y el cuello radial.
A. Mecanismo de lesión. La lesión se sospechará tras una caída sobre la mano
en extensión cuando exista derrame en la articulación del codo, hipersen-
sibilidad sobre la cabeza del radio y limitación de la movilidad del codo
(especialmente dolorosas la pronadón y la supinadón).
B. Radiografías. Si la fractura no es aparente en las radiografías
anteroposterio-
res y de perfil, pueden ser de gran ayuda las placas con la cabeza del radio
en
diversos grados de rotadón. El aumento de las partes blandas, indicativo
de
un derrame en el codo, nos alertará para ordenar estas radiografías
espedales.
C. Tratamiento.
L Las fracturas mínimamente desplazadas (< 1 mm) de la cabeza o frac-
turas impactadas del cuello dei radio (Masón 1) se tratan con una fé-
rula posterior con ejerdcios activos que se inician a los 3-5 días. Este
tratamiento se sigue con el empleo de un cabestrillo y movilización ac-
tiva del codo. En la forma aguda es útil la artrocentesis del codo y la
infiltración de 5 mi de lidocaína al 5 % para asegurar que la movilidad
del codo sea completa.
2. Las fracturas desplazadas que afectan menos de un tercio de la super-
ficie articular (Masón II) se tratan con movilización precoz si la artro-
centesis y la infiltración proporcionan una movilidad completa. Si la
mo-
vilidad está limitada o si existe una fractura o luxación de codo
MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
asociada,
la fractura se trata mediante reducción abierta con tomillos de mini-
fragmentos y movilización precoz. No debe extirparse la cabeza radial.
3. Las fracturas conminutas o fracturas desplazadas que afectan más de un
tercio de la superficie articular y fracturas desplazadas o inestables del
cueDo se tratan mediante la exéresis precoz de la cabeza radial, con o
sin
colocación de una prótesis de biiastíc, si se prevé que tras 4-5 días el
do~
lor limitará los ejercicios ativos (12,14,20,24). Si se puede lograr una
mo-
vilidad adecuada
V. Fractura-luxación del codo deantes del quinto día de la lesión, la exéresis puede evi-
Monteggia.
tarse.deEluna
A. Se trata resultado
luxaciónfinal
dedela lacabeza
extirpación
radial de
conla una
cabeza radialdel
fractura es bueno,
cùbito
pro-aunque no se logra un codo normal; esto es, el 50 % de los pacientes
ximaltie-(4,21). Hay cuatro tipos, como describe Bado (v. lecturas recomen-
nen dependiendo
dadas), complicaciones tardías
de la direcciónde subluxación
de la luxacióny dolor de la articulación
de la cabeza radial y de
ra-
la fractura radial asociada.
diocubital de
B. El mecanismo distal (11,15).
lesión puedeLa sercolocación
un «fallo»de en
unalaprótesis
luxaciónde Silastic
posteriorpara
de
codo;evitar
esto es,lasel cubito
complicaciones
se fractura parece
en lugar justificada, aunque
de luxarse debido a unanofuerza
son
infrecuentes
las complicaciones por la propia prótesis (sinovitis, rotura de la
prótesis).
210 Manual de terapéutica ortopédica aguda
c. Desplazamiento proxinial.
d. Desplazamiento radial.
e. Afectación articular. Si la superficie articular está afectada, el tra-
tamiento es diferente.
D. El tratamiento debe dirigirse principalmente a mantener la función de la
mano, codo y hombro, así como a la obtención de un resultado estético
aceptable.
L La articulación radiocarpiana normalmente se orienta hacia la cara pal-
mar entre 0 y 18°, por lo que cualquier angulación dorsal es mal tole-
rada y debe intentarse una mejor alineación. La reducción de las frac-
turas extraarticulares anguladas palmarmente entre 1 y 15° dependen
de la edad del paciente y del nivel de actividad deseada; de forma or-
dinaria, las maniobras de reducción no serán necesarias. Si la inclina-
ción palmar es de 10-20°, la fractura debe inmovilizarse sin intentos
de
reducción. La desviación normal del radio en la articulación radiocar-
piana es de 16-28°.
2. La reducción de esta fractura suele ser fácil de lograr, pero difícil de
man-
tener. Se puede realizar bajo anestesia del hematoma de fractura, blo-
queo de Bier (anestesia IV local) o un bloqueo axilar. La reducción de
las deformidades anteriormente descritas implica los siguientes pasos:
a. Se emplean unos dedales de tracción con 4 kg de forma que quede
el brazo colgando y el codo se flexiona a 90° en la línea del ante-
brazo para desimpactar la fractura.
b. Mientras se mantiene la tracción, aplicar presión en la cara dorsal
del fragmento distal y en la volar del fragmento próxima! para co-
rregir el desplazamiento dorsal y la rotación.
c. Se aplica presión en la cara radial del fragmento distal para corre-
gir la desviación radial.
Patología del codo y el antebrazo 213
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16
PATOLOGÍA DE LA MUÑECA Y LA MANO
Angulos normales
Fig. 16-1. Relación de los huesos del carpo normal (A) y alterada (B) según la pro-
yección de perfil. (De Hansen, S. T. y Swiontkowski, M. F. Orthopaedic Trauma Proto-
cols. New York: Raven Press, 1993; pág. 135.)
222 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 16-2. Iniciar la reducción cerrada de la fractura del cuello del metacarpiano colo-
cando el dedo completamente flexionado en la mano del médico. Ejercer una fuerza
di-
rigida dorsalmente sobre la articulación Ínterfalángica proximal con la palma de la
mano
del médico y una fuerza dirigida palmarmente sobre la diáfisis del metacarpiano lesio-
nado con los dedos del médico hasta completar la reducción.
226 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 16-3. La fractura de Wilson es una fractura intraarticular de la cara volar de la ar-
ticulación interfalángica en la que se rompe la placa volar distal con la consiguiente
su-
bluxación de la articulación.
Patología de la muñeca y la mano 227
Fig. 16-4. Tratamiento de las amputaciones del pulpejo digital. A) La pérdida de pe-
queñas áreas de piel sólo precisan su cobertura con gasas, pero para grandes áreas
pueden emplearse para reparar el defecto injertos cutáneos de epidermis del
antebrazo
o de la eminencia hipotenar. El injerto se retraerá, disminuyendo de este modo la zona
de piel antiestética. B) Cuando no se afecta la uña, se emplea un injerto cutáneo com-
pleto que proporciona un grueso almohadillado de piel sobre el hueso. Asegurarse de
retirar todo el tejido graso de la base del injerto cutáneo. C) En la afectación de la fa-
lange, cortar el hueso proximaimente para su limpieza, salvar los tejidos y cerrar de
forma primaria. En niños y también en adultos que precisen una sensación fina en el
dedo puede valorarse un colgajo cutáneo.
III. Exploración.
A. Las fracturas de la pelvis se sospechan por el dolor, crepitación o hiperes-
tesia sobre la sínfisis del pubis, espinas ilíacas anteriores, cresta ilíaca o sa-
cro, pero un buen estudio radiográfico es esencial para el diagnóstico. El
cuidadoso tratamiento del paciente minimiza los posteriores sangrados y
shock.
B. Estudios específicos. Los pacientes con traumatismos, aunque sean míni-
mos, deberán tener una sonda urinaria por dos motivos; medir la pérdida
urinaria mientras se empieza a tratar el shock asociado e investigar el po-
sible traumatismo vesical. Si existe sangre en el meato urinario, se reali-
zará una uretrografía retrógrada antes de sondar al paciente (2). Así se
evita la rotura total de la uretra parcialmente lesionada. La pielografía in-
travenosa y la cistografía documentan la función renal, anatomía de la ve-
jiga y ayudan a delimitar el tamaño de cualquier hematoma pélvico o re-
troperitoneal. A pesar de las dificultades que implica, se llevará a cabo una
exploración pélvica, rectal y vaginal (en mujeres) para comprobar la exis-
tencia de sangrados, sensibilidad perineal, próstata inestable desplazada y
tono de los esfínteres. Estas fracturas con frecuencia se asocian a lesiones
234 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 17-1. A) Rotura de la sínfisis del pubis de tipo B1, estadio 1. B) Rotura de la sín-
fisis del pubis de tipo B1, estadio 2. C) Rotura de la sínfisis del pubis de tipo B1,
esta-
dio 3. (De Hansen, S. T. y Swiontkowski, M. F. Orthopaedic Trauma Protocols. New
York: Raven, 1993; pág. 228.)
236 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 17-2. A) Lesión por compresión lateral de tipo B2 (ipsolateral) B) Lesión por
com-
presión lateral de tipo B3 (contralateral). (De Hansen, S. T. y Swiontkowski, M. F.
Orthopaedic Trauma Protocols. New York: Raven, 1993; pág. 228.)
Fig. 17-3. A) Lesión pélvica de tipo CT. B) Lesión pélvica de tipo C2. C) Lesión pél-
vica de tipo C3. (De Hansen, S. T. y Swíontkowski, M. F. Orthopaedic Trauma
Protocols.
New York: Raven, 1993; pág. 229.)
238 Manual de terapéutica ortopédica aguda
BIBLIOGRAFÍA
B. Luxadones posteriores.
L Sin fractura.
2. Con fractura del muro posterior (v. V).
3. Con fractura de la cabeza femoral (v. cap. 19).
III. Luxadones anteriores.
A. Esta lesión suele ocurrir en un acódente de automóvil, en caídas impor-
tantes o por un golpe en la espalda estando en cuclillas (1, 2). El meca-
nismo de lesión es una abducdón forzada. El cuello femoral o el trocánter
mayor golpea contra la ceja del acetábulo y apalanca la cabeza femoral
fuera dél acétabulo a través de una rotura de la cápsula anterior. Si la ca -
dera está en flexión, se produce una luxadón obturatriz. En muchas oca-
siones, está asodada una fractura por impactaríón o cizallamiento de la
cabeza del fémur y ésta discurre superiormente sobre el reborde ante-
roinferior del acetábulo (1). Estas lesiones se asocian a malos resultados a
largo plazo.
B. En la exploradón de la luxadón obturatriz, la cadera está en abducdón,
rotadón externa y flexión, pero en la luxadón ilíaca o púbica la cadera está
242 Manual de terapéutica ortopédica aguda
oblicua
Proyección
ì1
MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Fig. 18-1. Valoración radiográfica de las fracturas acetabulares. Las proyecciones anteroposterior, de los obturadores oblicuo e ilíaco son esencia-
les para la definición de la fractura. (De Hansen, S. T. y Swiontkowski, M. F. Orthopaedic Trauma Protocols. New York: Raven, 1993; pág. 249.)
st¿
246 Manual de terapéutica ortopédica aguda
c. Lesiones del nervio ciático. Esta lesión se puede producir por con-
tusión directa, laceración parcial por fragmentos óseos, una lesión
por tracción u, ocasionalmente, por yatrogenia debida a la mala co-
locación de los separadores durante la reducción abierta. La lesión
del nervio se valorará de forma precoz mediante una cuidadosa ex-
ploración sensitiva y motora previa a la reducción. Si la función del
nervio es normal antes de la reducción y anómala después de ésta,
puede indicamos el atrapamiento del nervio a la altura del foco de
fractura. En este caso está indicada la reducción y exploración
abier-
tas del nervio (5). La porción peroneal del nervio ciático es la más
frecuentemente lesionada, dado que descansa sobre la escotadura
ciática. Cuando la totalidad del nervio ciático distal es anómala, la
porción tibial recupera su función casi en el 100 % de los casos. La
función de la porción peroneal mejora en el 60-70 % de los casos.
La
caída del pie en el postoperatorio se trata fácilmente con una orte-
sis de tobillo-pie. La transposición tendinosa es una opción a la
larga.
d. Pronóstico y complicaciones. Enel20-30% de los casos se puede pro-
ducir artrosis postraumática tardía y necrosis avascular de la
cabeza
femoral De todas las fracturas acetabulares, las lesiones del muro
pos-
terior, a pesar de ser del patrón más simple, tienen el peor
pronóstico
con respecto a estas complicaciones. La prótesis total de cadera es
la
opción de reconstrucción más aceptada cuando se producen estas
com-
plicaciones. Desafortunadamente, la mayoría de pacientes que
sufren
estas complicaciones son menores de 50 años, por lo que el afloja-
miento de sus componentes con el tiempo es una preocupación real.
V. Fracturas acetabulares sin luxación posterior.
A. Mecanismo de lesión. Estas fracturas se producen por un golpe en el tro-
cánter mayor o por una carga axial del muslo con la extremidad en ad-
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ducción.
B. Exploración física. Estos pacientes a menudo presentan múltiples lesiones
por lo que el tratamiento en estos casos es el que se describe en el capítulo
1. Debe realizarse una cuidadosa exploración de la función del nervio ciá-
tico. Los músculos inervados por los nervios femoral y obturador también
deben ser explorados, dado que pueden lesionarse en las fracturas comple-
jas de la pared anterior. La evaluación del patrón de fractura se realiza
me-
diante las radiografías anteroposterior y dos oblicuas de pelvis a 45° des-
critas por Judet (fíg. 18-1), así como por una TC pélvica (5). La TC es útil
para determinar la presencia de fragmentos óseos intraarticulares,
fractura
de la cabeza femoral y desplazamientos en la región de carga de acetábulo.
C. Tratamiento.
L Conservador. La tracción era uno de los tratamientos recomendados
para todas las fracturas acetabulares (4). Con las técnicas actuales, casi
todas las fracturas acetabulares desplazadas pueden fijarse de forma
segura y eficiente (5,6,7). Como tratamiento definitivo, hoy en día no
se suele aconsejar la tracción. Suele reservarse para las fracturas ace-
tabulares transversas desplazadas en las que la cabeza femoral está ar-
ticulándose con la arista de la fractura en la porción lateral de la arti-
culación. La tracción previene posteriores lesiones del cartílago e
248 Manual de terapéutica ortopédica aguda
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19
FRACTURAS DE FÉMUR
das, pero para las fracturas de estrés pueden ser necesarias la gammagra-
fía con tecnecio o la RM si los síntomas son de inicio reciente.
Comparando
la cadera lesionada con la contralateral sana en la radiografía anteropos-
terior de pelvis se alcanza el diagnóstico, en la mayoría de los casos de ori-
gen traumático, aunque ocasionalmente puede ser necesaria la tomogra-
fía. El diagnóstico debería confirmarse simplemente mediante las radio-
grafías; no son necesarios los movimientos de la extremidad para desen-
cadenar el dolor o la crepitación. Para la planificación del tratamiento
son
necesarias una radiografía anteroposterior de la pelvis y un perfil de alta
calidad a través de la mesa (obtenida con flexión de la cadera sana, no de
la afectada). Se permitirá que el paciente descanse con las piernas en la
po-
sición más cómoda, que suele ser con una discreta flexión sobre una al-
mohada. La tracción no es necesaria y puede aumentar el dolor.
D. Tratamiento.
L Fracturas de estrés. Estas fracturas suelen producirse en individuos
jó-
venes, vigorosos y, si se cuidan, curan sin secuelas. Deben tratarse ali-
viando el apoyo y las posiciones forzadas de descarga (11). Es correcto
el uso de muletas o caminadores, aunque el paciente debe ser avisado
de no intentar hacer los ejercicios de elevación de la pierna en exten-
sión y no emplear la pierna para levantarse ni cambiar de posición, es-
pecialmente con el uso de silletas. El apoyo parcial es seguro a las 6 se-
manas, con apoyo total a las 12 semanas, siempre que las radiografías
muestren evidencias de consolidación, lo cual se comprueba por la
exis-
tencia de esclerosis en el extremo superior del cuello femoral. En los
pacientes en los que no tengamos suficiente confianza o en los pacien-
tes mayores con una fractura a tensión (cuello superior), es prudente
realizar una fijación interna con múltiples agujas (percutáneas), espe-
cialmente si no podemos proteger la cadera de un aumento de estrés
(1). Las fracturas a compresión en los pacientes mayores suele tener
una buena evolución con una limitación de la actividad tal y como se
describe anteriormente.
2. Fracturas impactadas.
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
2. Necrosis avascular.
a. Los signos radiográficos de la necrosis avascular, con colapso aso-
ciado, pueden producirse en cualquier momento del postoperato-
rio. De todas formas, y como concepto práctico, los cambios con co-
lapso suelen observarse hacia los 3 años. La incidencia de la necrosis
avascular es diferente según los trabajos publicados y se encuentra
entre el 12 y el 35 %. Debe tenerse en cuenta que en las fracturas
desplazadas del cuello y de la cabeza femoral, o al menos de la ma-
yor parte de ésta, se vuelve avascular en el momento de la lesión (1,
3). El porcentaje del 12 % es idéntico al referido por muchos auto-
res para las fracturas impactadas en valgo y probablemente repre-
senta la menor incidencia posible. Cuando se identifican los cam-
bios avasculares, el paciente debería ser tratado de acuerdo con los
síntomas. En muchos pacientes mayores, la patología puede no ser
suficientemente grave como para precisar cirugía, pero en los pa-
cientes con un colapso completo de la cabeza femoral y dolor en
aumento, el tratamiento de elección es la prótesis (3). Si el cartílago
del acetábulo está lesionado se aconseja la prótesis total de cadera.
b. El papel del injerto óseo como prevención o tratamiento de la ne-
crosis avascular es incierto. De forma habitual no se evidencia el
empleo rutinario de injertos óseos en estas patologías. Los resulta-
dos con el injerto óseo posterior con pedículo muscular de Judet no
han sido reproducibles (12,24).
J. Pronóstico. Las complicaciones anticipadas y los resultados finales han
sido discutidos para cada fractura. Debido a la edad avanzada del paciente
típico, el desarrollo de cambios degenerativos articulares a largo plazo es
difícil de determinar, aunque ello no parece que sea una complicación im-
portante. La morbilidad y mortalidad (12 % en los 12 meses siguientes a
la
fractura) son altas, aunque pueden descenderse de forma notable tratando
esta fractura como una urgencia ortopédica con reducción precoz y rápida
deambulación. La tasa de mortalidad se iguala con los controles de edad
tras 1 año.
K. Fracturas de cuello femoral en niños (18. 40).
L Tratamiento.
a. Las fracturas transepifisarias son infrecuentes y no existen series
su-
MASSON-LITTLE, Brown, S.A, Fotocopiar sin autorización es un delito.
las fracturas diafisarias del fémur situadas entre 2 cm por debajo del
trocánter menor y 10 cm por encima de la rodilla se tratarán con un
davo encerrojado, con fresado del canal con fresas flexibles y tornillos
para el encerrojado (fig. 19-2) (49).
Una vez descartadas las lesiones asociadas del resto del organismo
o de las extremidades se procederá a la estabilización quirúrgica ur-
gente. Cuanto más grave es la lesión del paciente, más crítica es la fi-
jación sólida del fémur fracturado. La fijación precoz se ha asociado a
un descenso de la necesidad de narcóticos, una reducción de las com-
plicaciones pulmonares, como el distrés respiratorio del adulto, y una
disminución de la mortalidad (3). Incluso los pacientes con una frac-
tura aislada de la diáfisis femoral se benefician de la estabilización pre-
coz (dentro de las primeras 24 horas de la admisión) con un clavo en-
cerrojado (4). Estos procedimientos se realizan en una mesa ortopédica
bajo control de intensificador de imágenes. Aunque muchos autores
recomiendan como rutina la posición en decúbito supino debido a la
facilidad para colocar los cerrojos, nosotros preferimos el decúbito la-
teral cuando el paciente no presenta lesiones torácicas, abdominales o
pélvicas. Esto permite un abordaje más fácil del trocánter mayor y una
incisión más pequeña. Cuando el paciente presenta traumatismos im-
266 Manual de terapéutica ortopédica aguda
A
Fig. 19-2. Este varón de 39 años de edad sufrió una contusión con un tronco y pre-
senta una fractura espiroidea cerrada de su fémur derecho con conminución (Ay B).
Se
trató con un clavo encerrojado cerrado, bloqueado estáticamente para prevenir el
acor-
tamiento y rotación. La fractura se solucionó a los 5 meses (C).
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
C
Fig. 19-2. (Continuación.)
Fracturas de fémur 269
namente para alinear mejor el fragmento distal con el proximal. Las ro-
dillas se mantienen en extensión. Se realizan radiografías para verificar
la reducción. El objeto de la manipulación es proporcionar una super-
posición de los fragmentos aproximadamente de 1 cm (aposición en ba-
yoneta en una buena alineación en ambos planos). Cuando se ha logrado
esta posición, la piel que existe entre la rodilla y el tobillo se pulveriza
con «Dow Corning adhesivo médico B». Una única vuelta de malla tu-
bular cortada al bies se coloca sobre toda el área, tal y como se describe
en el enyesado de la extremidad (v. cap. 6). Sobre las prominencias óseas
se puede emplear un fieltro de 0,7 cm, una esponja de goma o varias
vueltas adicionales de vendaje, excepto entre la rodilla y el tobillo. En-
tonces, se aplica una espica de yeso de cadera doble, moldeando cuida-
dosamente alrededor de la pelvis y extendida hasta el margen costal.
Una vez endurecido el yeso se retiran los estribos de los pies y, si las ra-
diografías confirman la correcta posición, se continúa el yeso hasta in-
cluir ambos tobillos y pies, los cuales se almohadillarán y se colocan en
una posición neutra. Se añade una barra al yeso entre las piernas.
2. Tratamiento postenyesado. Se realizan radiografías de control a las 1.
@ 2 y 3 semanas para cerciorarnos de que se mantiene la posición. El
yeso
270 Manual de terapéutica ortopédica aguda
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Fracturas de fémur 273
L Introducción.
A. La anamnesis de las lesiones de la rodilla debe recoger el mecanismo le-
sional (especialmente las fuerzas rotacionales y si el paciente cargaba la
extremidad), si el paciente oyó o notó un «crujido», el tipo y la localiza-
ción del dolor, grado de disfunción inmediata, tratamientos previos a la
ex-
ploración, derrame articular pasado o presente y cualquier antecedente
pa-
tológico de la rodilla (como molestias al subir o bajar escaleras o episodios
de bloqueos o fallos de la rodilla).
B. La exploración de la rodilla debe estudiar el grado de derrame articular, lo-
calización de la equimosis, grado de movilidad incluyendo la limitación de
la
extensión, áreas de calor, puntos de hipersensibilidad, crepitación, la
circun-
ferencia del muslo en sus 10 cm proximales a la rótula (preferentemente
con
el cuádriceps en contracción) y la estabilidad de la rodilla. Las dos últimas
exploraciones deben realizarse de forma comparativa con el lado contrala-
teral. La estabilidad puede ser descrita en una escala del 0 (estable) al 3
(com-
pletamente inestable). Un ejemplo de cómo puede describirse una lesión
del
ligamento lateral interno sería LLI = 3:1 (derecha respecto izquierda).
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Otros
tests especiales se mencionan en sus secciones correspondientes.
EL Fracturas de la rótula.
A. Anatomía quirúrgica. Las fibras centrales del tendón cuadrícipital se in-
sertan en el polo superior de la rótula y el tendón rotuliano transmite su
tensión desde el polo inferior de la rótula a la tuberosidad tibial anterior.
Algunas fibras cruzan la rótula y constituyen las expansiones lateral y me-
dial o retináculo. Unas pocas fibras del tendón cuadrícipital siguen hacia
abajo como una fina aponeurosis sobre la superficie anterior de la rótula.
B. Tipos de fracturas.
L Fracturas por arrancamiento del borde lateral o medial.
2. Fracturas conminutas causadas por un traumatismo directo.
3. Fracturas transversas debidas a un traumatismo indirecto.
4 Fracturas condrales u osteocondrales por una contusión directa.
C. Exploración. Es frecuente que exista hemartrosis con gotas de grasa. Si la
causa es un traumatismo directo, pueden encontrarse laceraciones o abra-
siones de la piel que cubre la rótula. Palpar las expansiones medial y late-
ral del cuádriceps. La hipersensibilidad suele indicar que estos elementos
del aparato extensor están rotos y pueden precisar reparación. Si se ha
pro-
ducido un traumatismo directo, sospechar una fractura osteocondral in-
cluso con un estudio radiográfico negativo. El dolor, el roce patelar sobre
276 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. 20-1. A) Fijación interna de una fractura transversa de rótula mediante la técnica
dei cerclaje. B) Fijación intema de una fractura transversa de rótula empleando un tor-
nillo adicional de 3,5 mm. El fragmento superior se broca hasta 3,5 mm (Modificado de
Hansen, S.T., y Swiontkowski, M. F, Orthopaedic Trauma Protocols. New York: Raven,
1993; pág. 309.)
278 Manual de terapéutica ortopédica aguda
A, Esta patología se define como una tendinitis focal del polo inferior (rara
vez superior) de la rótula y se manifiesta por puntos dolorosos.
B. El tratamiento consiste en aspirina u otros antiinflamatorios no esteroi-
deos y ejercicios isométricos para el cuádriceps. La infiltración con esfe-
roides en las áreas de dolor con frecuencia alivia los síntomas, pero puede
producirse una posterior rotura del tendón patelar. El tratamiento quirúr-
gico rara vez está indicado.
IX. Rehabüitadón física de la rodilla (S, 20,23,33).
A. La movilización precoz de la rodilla y de la rótula (apropiada al estado de
la rodilla) con series de movilidad activa, activa asistida y pasiva es funda-
mental para restaurar la completa movilidad y fundón.
B. Los ejercidos musculares isométricos con varios ángulos articulares son el
componente básico de cualquier programa de rehabüitadón, espedal-
mente cuando la movilidad está limitada.
L Las series de cuádriceps consisten en contracdonesisométricas durante
6 seg. Se anima a los padentes a realizar 10-20 contracdones cada hora
que estén despiertos.
Manual de terapéutica ortopédica aguda
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FRACTURAS DE TIBIA
Fig. 21-2. Fijación interna de una fractura desplazada con hundimiento del platillo
tibial mediante una placa de sostén en L con injerto óseo para elevar el segmento.
(Modificado de Hansen, S. T. y Swiontkowski, M. F. Orthopaedic Trauma Protocols.
New York: Raven, 1993; pág. 318.)
292 Manual de terapéutica ortopédica aguda
jan el tratamiento cerrado con yeso u ortesis (21). Cuando exista un sín-
drome compartimental, fractura abierta o múltiples lesiones (otras fractu-
ras o lesiones en otros órganos), o cuando el desplazamiento o el acorta-
miento inicial de la tibia son excesivos, la mayoría de cirujanos expertos
en
el tratamiento de fracturas recomiendan la fijación interna. Cuando la
frac-
tura es cerrada y el acortamiento de 1-1,5 cm, se permitirá que el propio
paciente haga su propia elección tras ser bien informado. El tratamiento
quirúrgico representa un pequeño aumento del riesgo de infección frente
a la movilización precoz de la rodilla y tobillo con un resultado más ana-
tómico y temprano. En 1972, el tratamiento conservador era el más fre-
cuentemente empleado en Estados Unidos. Recientemente, la tendencia
ha favorecido la estabilización quirúrgica, generalmente con clavos ence-
rrojados (6,11,15,21,27). Generalmente se colocan después de fresar en
las fracturas cerradas y sin fresar en las fracturas abiertas.
L Fractuas cerradas/tratamiento cerrado. Dehne y Brown y Urban han
defendido el uso de una calza de yeso con la rodilla a 0°. Sarmiento
(21) desarrolló una botina de yeso y una ortesis que permitían la mo-
vilidad de la rodilla mientras mantenían la estabilidad y longitud de la
pierna afectada. Este yeso se suele aplicar tras 2-3 semanas de yeso
cru-
ropédico a la rodilla con ligera flexión, colocado tras una reducción ce-
rrada. Las ortesis son las más empleadas hoy en día. Se elegirá una de
estas dos técnicas y se realizará la técnica particular de forma estricta
si se espera lograr los mismos excelentes resultados presentados en la
literatura. Estas técnicas están descritas con detalle en el capítulo 4.
Debe subrayarse que un yeso amoldado de tipo botina no puede colo-
carse inmediatamente después de la fractura; debe esperarse hasta
que
haya disminuido el edema. Los autores sugieren emplear un vendaje
compresivo de Jones durante el período de edema agudo. Cuando el
paciente está listo para el yeso y tras una anestesia raquídea o general,
casi todas las fracturas de tibia pueden reducirse colocando la pierna
en el extremo de la camilla. Se mantendrá la adecuada reducción y ali-
neación mientras se aplica el yeso. Si el acortamiento es mínimo, la
analgesia puede ser suficiente. El tiempo de curación con el
tratamiento
conservador es de 18 semanas (entre 14 y media y 21 semanas). El tra-
tamiento cerrado se aconseja en las fracturas de niños excepto cuando
está afectada la fisis o la articulación (9,26).
2. Fracturas cerradas/tratamiento abierto. Tras comparar los resultados
del tratamiento con el clavo intramedular y la placa, el clavo intrame-
dular suele ser el medio de fijación interna elegido: fresas flexibles y
clavos moldeados se emplean en las fracturas del tercio medio de la ti-
bia. Por ejemplo, algunos autores que emplean el clavo intramedular
de Küntscher a cielo cerrado refieren no tener seudoartrosis, una tasa
de infección del 0-1,5 % y un tiempo de curación de 17-18 semanas (6,
17). Burwell, empleando placas refiere tasas de seudoartrosis del 4,4
%
y de infección del 6,6 % con un excelente tiempo de curación de 14 se-
manas. Si una fractura diafisaria media de tibia va a fijarse interna-
mente, los autores sugieren el empleo de un clavo intramedular. Si la
fractura es conminuta o está en la región de transición metafisodiafi-
saria, es necesario un clavo encerrojado. Si se prevé que el paciente no
apoyará la pierna afectada los 2 primeros meses tras la lesión, estará
indicada una placa de compresión dinámica, no sólo para lograr una
estabilización estable sino también para realizar compresión de los
fragmentos y aumentar la posibilidad de consolidación en esta situa-
Fracturas de tibia 295
(4) Infección.
(5) Tratamiento abierto con estabilidad inadecuada.
b. Estudios publicados indican que la estimulación con campos elec-
tromagnéticos pulsátiles puede ayudar en los retrasos de consoli-
dación y seudoartrosis, evitando así el injerto quirúrgico en muchos
pacientes (2,23).
4. La infección es una complicación de las fracturas abiertas o de la aber-
tura de una fractura cerrada. El riesgo de infección se disminuye me-
diante una técnica quirúrgica eficiente, con el correcto empleo de los
antibióticos y con el cierre primario diferido de las fracturas abiertas.
En la mayoría de lesiones de partes blandas, un desbridamiento agre-
sivo y la cobertura con injertos musculares libres o de rotación mini-
miza esta complicación. La infección del trayecto de la aguja es común
con el uso de fijadores extemos (10).
5. La angulatión puede evitarse con un yeso correcto seguido de mol-
deado si fuese preciso. Cierto grado de angulación anterior, norma l-
mente no más de 5-7°, es aceptable. La desviación medial y lateral
debe
ser entre neutra y 5 o. Los pacientes tolerarán unos pocos grados de
desalineación en rotación extema, pero no en rotación intema. Estas
recomendaciones son ampliamente aceptadas, aunque parece que
pueden tolerarse mayores grados de deformidad con pequeña pérdida
funcional (18).
6. Con el uso del yeso como tratamiento (incluso con apoyo precoz en las
fracturas conminutas), el significativo acortamiento tras la aplicación
del yeso no suele ser un problema. El acortamiento hasta 1 cm es fre-
cuente en el tratamiento cerrado y tiene escasas consecuencias (21).
Acortamientos superiores a 1 cm ya se consideran importantes y de-
berían evitarse en la medida de lo posible.
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298 Manual de terapéutica ortopédica aguda
L Fracturas y fracturas-luxaciones.
A. Clasificación. Las fracturas de tobillo son lesiones intraarticulares y pre-
cisan una reducción precoz, así como un buen mantenimiento de dicha
reducción, para lograr un resultado satisfactorio a largo plazo. Para con-
seguir la reducción por manipulación cerrada es necesario conocer la di-
rección de las fuerzas que ocasionaron la fractura (10). Debe recalcarse
que las fracturas del tobillo no suelen ser lesiones aisladas, pues se asocian
a importantes roturas ligamentosas. Las fracturas de tobillo pueden clasi-
ficarse según el esquema siguiente de Lauge-Hansen (fig. 22-1) (4,10).
L Supinación, rotación externa. El término supinación define la posición
del pie, a la vez que se aplica una fuerza de rotación externa. La se-
cuencia de sucesos es:
a. Rotura del ligamento tibioperoneo anterior.
b. Fractura espiroidea del maléolo extemo sobre el nivel de la articu-
lación del tobillo.
c. Rotura del ligamento tibioperoneo posterior u, ocasionalmente,
fractura del maléolo posterior de la tibia.
d. Rotura del ligamento deltoideo o avulsión del maléolo interno.
2. Pronación, rotación externa. En esta lesión, el pie está pronado mien-
tras se aplica una fuerza externa. En consecuencia, el ligamento
interno
está tenso al principio de la lesión y la secuencia es:
a. Rotura del ligamento deltoideo o fractura-avulsión del maléolo in-
terno.
b. Rotura del ligamento tibioperoneo anterior más el ligamento inter-
O MASSON-LITTLE, Brown, SA Fotocopiar sin autorización es un delito.
299
o
Fig. 22-1. Esquema de Lauge-Hansen para los cuatro tipos comunes de fractura de
tobillo. Véase el texto para una descripción de la secuencia de la lesión. A) Supinación,
rotación externa. B) Pronación, rotación extema. C) Supinación, aducción. D) Impacta-
ción o luxación posterior.
Patología del tobillo 301
descartarse la existencia del signo del cajón anterior del astràgalo respecto
a la mortaja. Esta comprobación se realiza sujetando la pierna con una
mano y cogiendo el talón con la otra. Empujando anteriormente el talón,
el explorador trata de subluxar el astràgalo de la mortaja. Un signo del ca-
jón anterior positivo en el tobillo indica un esguince de tercer grado del li-
gamento peroneoastragalino anterior. Si este signo está presente, deberá
realizarse una radiografía anteroposterior del tobillo bajo anestesia —es
conveniente un anestésico local intravenoso— mientras se aplica una
fuerza
de inversión en el tobillo para documentar cualquier posible inestabilidad
completa de las superficies laterales. De todas formas, no puede produ-
cirse esta inestabilidad si el test del cajón es negativo, puesto que el liga -
mento peroneoastragalino anterior es siempre el primer ligamento externo
en lesionarse. El curso de los tendones peroneales, dado que discurren por
detrás del maléolo externo, deberá ser palpado cuidadosamente para des-
cartar la subluxación tendinosa (4). Si se produce dicha subluxación, en la
radiografia suele observarse un pequeño fragmento óseo por avulsión del
retináculo peroneal superior detrás del maléolo externo. En estos casos se
indica la sutura del retináculo. La importancia de una correcta exploración
se explica en los siguientes parágrafos, siendo también básica para el pro-
nóstico. Por ejemplo, un esguince aislado del ligamento astragaloescafoi-
deo puede presentar un importante edema inicialmente; sin embargo, esta
lesión cura rápidamente.
C. Tratamiento. La reparación quirúrgica de la rotura ligamentaria del to-
billo no suele ser precisa (excepto en inestabilidades muy acentuadas),
tanto por los resultados publicados como por la seguridad lograda con la
reparación (5,18). De todas formas, existen especialistas partidarios de
la reparación quirúrgica de ciertos esguinces del tobillo (20). Nosotros
seguimos el siguiente protocolo para el tratamiento de los esguinces de
tobillo.
L Si el ligamento peroneoastragalino anterior está intacto, demostrado
con un signo del cajón anterior negativo, a menudo se emplea un ven-
daje protector (v. cap. 6) y se continúa con movilización precoz y ejer-
cicios. Al principio suelen ser necesarios un bastón o muletas como
ayuda a la deambulación.
2. Con frecuencia, el médico no desea someter al paciente a una aneste-
sia y a radiografías forzadas para descartar una inestabilidad de
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
tobillo.
Si existe hípersensibilidad significativa a la altura del ligamento deltoi-
deo o de la cápsula anterior, asumir que se ha producido un esguince
grave y que la inestabilidad lateral articular es bastante probable. Se-
gún nuestra experiencia, la inmovilización en una bota ortésica o en
una
botina de carga hasta que no exista dolor o hípersensibilidad ha mos-
trado buenos resultados clínicos. Si las radiografías forzadas confirman
la inestabilidad lateral, podemos anticipar que la bota ortopédica o la
botina serán necesarias durante 6-8 semanas antes que desaparezca la
clínica. Hemos encontrado este programa terapéutico satisfactorio. Es-
tudios de diferentes formas de abordar este problema tan común mu es-
tran que no existe ventaja del tratamiento quirúrgico sobre la inmovi-
lización con yeso (5). Es más, un reciente estudio que evalúa el costo y
la eficacia de los diversos medios diagnósticos —(1) vendaje sin radio-
grafías forzadas, (2) enyesado, (3) radiografías forzadas seguidas de un
tratamiento apropiado (vendaje, enyesado o cirugía), (4) artrografía y
el pertinente tratamiento, y (5) radiografías forzadas y artrografía con
el tratamiento adecuado— indicó la alta probabilidad (79 %) de esta-
bilidad eventual del tobillo indistintamente del protocolo terapéutico.
Por ello, los vendajes fueron claramente los más adecuados (18). Un es-
306 Manual de terapéutica ortopédica aguda
tribo con cámara de aire ayuda a los pacientes que presentan altas de-
mandas funcionales para volver a su actividad pronto.
D. Complicaciones. La complicación más común a largo plazo de un esguince
de tobillo es la inestabilidad externa del astràgalo con la mortaja. Los ejer-
cidos isométricos de los músculos peroneales a menudo están recomen-
dados para ayudar a mejorar la estabilidad dinámica del borde externo
del tobillo. Un talón externo de 0,5 cm y una cuña en la suela resultan tam-
bién de ayuda en las inestabilidades crónicas leves. Si las medidas conser-
vadoras no mejoran la inestabilidad externa o si las radiografías forzadas
muestran más de 6° de inclinadón de la mortaja tibioastragalina, no dudar
en llevar a cabo la reconstrucción quirúrgica empleando el tendón del
peroneo lateral corto. Esta operadón propordona resultados muy satis-
factorios.
IV. Rotura del tendón de Aquiles.
A. La historia asodada a la rotura del tendón de Aquiles a menudo es diag-
nóstica. Generalmente, el padente estaba corriendo o saltando cuando de
repente sintió un dolor agudo detrás del tobillo, casi como si hubiera sido
golpeado con algo. El padente puede caminar entonces, pero normalmente
con cojera.
JB. La exploradón se realiza mejor con el padente en decúbito prono. Con la
inspecdón y palpación puede comprobarse el defecto en el tendón de Aqui-
les. Apretando la pantorrilla en esta situadón con un tendón de Aquiles
intado se produce la flexión plantar pasiva; esta respuesta está ausente en
caso de rotura tendinosa (test de Thompson). No debe confundimos la
capaddad del padente de realizar la flexión plantar del tobillo de forma
activa, pues puede producirse con los flexores de los dedos.
C. Tratamiento.
L Los padentes con baja demanda fundonal pueden tratarse de forma
conservadora (2,13). El pie se mantiene en equino durante 8 semanas
con una botina de yeso. Se sigue con deambuladón con muletas em-
pleando un tacón elevado en el zapato durante 8-12 semanas. Final-
mente se inidan los ejerddos de rehabilitadón para aumentar la fuerza
y el grado de movilidad.
2. El tratamiento quirúrgico puede estar recomendado (9,17) en los atle-
tas de competidón, especialmente en los jóvenes. Las ventajas del tra-
tamiento quirúrgico son que se reestablece la correcta reladón entre
fuerza y longitud de la unión musculotendinosa, que la reparadón pro-
bablemente añade más fuerza al tendón roto y que puede limitarse la
inmovilizarión. La incisión se realizará a un lado del tendón (no di-
rectamente posterior) y no se extenderá distalmente más allá de los
pliegues flexores posteriores del tobillo; con ello se ayuda a minimizar
las adherendas del tendón a la piel. Una cuidadosa reparadón de la
vaina tendinosa también limita estas adhesiones. El actual tipo de re-
paradón tendinosa se deja a la elecdón del cirujano; se han discutido
numerosos materiales y tipos de sutura. El tendón del plantar delgado
puede emplearse para aumentar la reparadón. En el postoperatorio,
el tobillo debe mantenerse en equino con una botina de yeso durante
8 semanas. Entonces se permite la deambulación y la fisioterapia para
incrementar la fuerza y la movilidad.
D. La complicarión tardía de una segunda rotura o rotura reddivante pre-
senta importantes problemas con ambos métodos de tratamiento, aunque
posiblemente más frecuentes con el método conservador (2,13). De todas
formas, un importante estudio aleatorio mostró diferendas muy pequeñas
en cuanto al resultado y tasa de complicadones (9).
Patología del tobillo 307
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
L Fracturas de calcáneo.
A. Mecanismo de lesión. Las fracturas de calcáneo son más frecuentes que cual-
quier otra fractura de los huesos tarsales y representan el 1-2 % de todas
las fracturas. Estas fracturas, que a menudo son bilaterales, con frecuencia
se producen cuando una persona cae desde una gran altura sobre los talo-
nes. Las lesiones asociadas incluyen las fracturas por compresión de la co-
lumna vertebral inferior y, ocasionalmente, fracturas de la rodilla o
cadera.
B. Clasificación. Aunque existen diversas clasificaciones, la máxima infor-
mación la proporciona la descripción de la localización de la fractura.
L Las fracturas por avulsión se producen en la cara posterior del tu-
bérculo como resultado de una tensión incrementada en el tendón de
Aquiles. Esta tensión causa una fractura del calcáneo más que del ten-
dón. Si la fractura por avulsión es grande y discurre hacia el cuerpo
del
calcáneo (hasta la carilla posterior o más allá de ésta), se denomina
fractura lingüiforme (fig. 23-1).
2. Fracturas del cuerpo del calcáneo.
a. Las fracturas que no afectan la articulación subastragalina, con o sin
rotura de la superficie plantar del calcáneo, pueden ocasionar un
acortamiento y varo del talón.
b. Las fracturas que afectan la articulación subastragalina afectan tí-
picamente un fragmento subarticular de forma triangular que per-
manece en situación interna, la faceta posterior fracturada e im-
O MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
miento, que suele llevarse a cabo con dos tornillos, se sigue de in-
movilización con una botina de yeso de descarga. £1 pie se mantiene
en un ligero equino durante las primeras 3-4 semanas y en una po-
sición neutra durante otras 3-4 semanas.
2. Fracturas del cuerpo del calcáneo,
a. Tratamiento.
(1) Se restaurará el ángulo tuberoarticular (Bóhler) con tracción,
normalmente con una aguja de Kirschner a través del calcáneo.
El ángulo tuberoarticular que se determina en las radiografías
de perfil está formado por la intersección de una línea a lo largo
de la cara superior de la tuberosidad del calcáneo con una se-
gunda línea a lo largo de la carilla superior de las porciones me-
dia y anterior del calcáneo. El ángulo suele ser de 30°. Aunque
este tratamiento se utiilza a menudo, es de interés histórico.
(2) La restauración de este ángulo con el tratamiento conservador
al parecer es innecesaria y el tratamiento consiste en la com-
presión para evitar el edema y disminuir la hemorragia, seguida
de movilización subastragalina precoz y 6-12 semanas de des-
carga.
(3) Es deseable la reducción abierta para la restitución anatómica
para alinear los fragmentos articulares y evitar la compresión
peroneal, mientras que se permite el empleo de calzado normal
(fig. 23-2).
(4) La artrodesis subastragalina precoz puede ser apropiada (6);
este tratamiento pocas veces se defiende.
© MASSON-LITTLE, Brown, SA. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Fig. 23-2. Visión postoperatoria de una fijación interna estándar para una fractura ar-
ticular con hundimiento. (Modificado de Hansen, S. T. y Swiontkowski, M. F. Orthopae-
dic Trauma Protocols. New York: Raven, 1993; pág. 359.)
312 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig.23-3. (Continuación.)
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
IV. Las fracturas del escafoides, cuboides y huesos cuneiformes rara vez se pro-
ducen como lesiones aisladas; la del escafoides es la más común. Cuando existe
un desplazamiento superior a los 2 mm, los autores recomiendan la reducción
anatómica abierta y la fijación con tomillo. (8). Cuando se asocie con fractu-
ras o subluxaciones del mediopié, la reducción y la fijación pueden ser difíci-
les. Debe considerarse remitir el paciente a un cirujano experimentado. El
edema puede ser grave, como en las fracuras de calcáneo, por lo que la inter-
vención puede posponerse 7-10 días mientras cede el edema. El tratamiento
postoperatorio representa 6 semanas con un yeso de descarga u ortesis segui-
das de 6 semanas de botina de yeso u ortesis de carga.
V. Subluxación, luxación y fractura-luxación de las articulaciones mediotarsales,
tarsalmetatarsaies o falángicas (4).
A. Radiografías. Las deformidades habituales pueden estar ocultas por un
edema masivo. Son esenciales radiografías anteroposterior, de perfil y
obli-
cuas del pie. Con frecuencia es de gran ayuda comparar estas placas con
las del pie sano. Las subluxaciones del mediopié pueden ser sutiles, por lo
que hay que actuar con gran suspicacia cuando exista una historia de
carga
axial del pie e hipersersibilidad del mediopié. Las radiografías forzadas
del
mediopié están indicadas si el diagnóstico no está claro.
B. Tratamiento. Debe hacerse una reducción con manipulación; la aneste-
sia suele usarse en las luxaciones del antepié. Si la reducción es posible y
la estabilidad es suficiente, está indicada la inmovilización con yeso du-
rante 4 semanas. Si la reducción es incompleta o existe inestabilidad, puede
producirse desplazamiento, tendencia a la mala consolidación,
subluxación
persistente y dolor en el antepié. Si la reducción es inestable, puede ser ne-
cesaria la reducción abierta, generalmente con fijación con agujas de
Kirschner. Las agujas se retiran a las 6-8 semanas, permitiéndose la movi-
lidad y el apoyo. El tratamiento de otras lesiones específicas es el siguiente:
L En las luxaciones y subluxaciones mediotarsales (lesión de la articula-
ción de Lisfranc) es necesaria la reducción anatómica precoz para pre-
venir la secuela de abducción del antepié y colapso del arco interno.
Se recomienda la reducción abierta y la fijación con tornillos (1). Esto
permite la artrofibrosis de las articulaciones lesionadas, lo que
preserva
la inclinación normal del pie. Generalmente, los tomillos se retiran tras
16-20 semanas; si los tornillos se dejan permanentemente, pueden lle-
gar a romperse. Aunque casi todos los pacientes experimentan moles-
tias y edema a largo plazo, la forma normal del pie hace que el trata-
miento de estas complicaciones sea más fácil.
2. Las luxaciones de las falanges requieren sólo la reducción y tratamiento
sintomático. Durante las 4-6 semanas de la lesión, el empleo de zapa-
tos de suela dura es, a menudo, de ayuda.
VI. Fracturas del antepié.
A. El diagnóstico de la fractura de antepié suele sospecharse cuando se en-
cuentra hipersensibilidad ósea localizada o deformidad.
B. Las radiografías anteroposterior, perfil y oblicua del pie suelen confirmar
el diagnóstico.
C. Tratamiento.
I. Metatarso.
a. Las fracturas avulsión de la base del quinto metatarsiano (inse < ción
del peroneo lateral corto) se tratarán sintomáticamente salvo que
exista un gran desplazamiento, en cuyo caso el tratamiento de elec-
ción es la reducción abierta y la fijación intema. El tratamiento sin-
Fracturas y luxaciones del pie 317
mer dedo o por tracción de) flexor corto del primer dedo. La
fractura suele ser transversa.
(2) Exploración. El paciente refiere dolor localizado sobre la zona.
El diagnóstico diferencial debe hacerse con el sesamoideo bi-
partito congènito. El dolor localizado y las superficies irregula-
res en las radiografías son los hechos diferenciadores de una
fractura.
(3) Tratamiento. No se permitirá el apoyo mientras la zona sea do-
lorosa. Tras el tratamiento inicial, una almohadilla metatarsal
puede ayudar a aliviar la presión. Ocasionalmente, el dolor
per-
siste; en estos casos está indicada la resección del sesamoideo y
la reconstrucción del tendón.
BIBLIOGRAFÍA
APENDICES
© MASSON-LITTLE, brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ARTICULAR
MEDICIÓN DE LA MOVILIDAD
O*)*
A
322 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Pronación y supinación
Fig.A-2. Antebrazo.
Medición de la movilidad articular 323
Flexión y extensión
90°
Neutra
Desviación 0o Desviación
1
Posición inicial
Mediante la distancia entre la uña del pulgar y la punta del 5." dedo
Neutra
0*
90°
O MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Comprobar alcance:
a) punta de escápula,
b) apófisis espinosa,
c) línea del cinturón, etc.
Fig.A-10. (Continuación.)
332 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Neutra
Neutra
0o
Neutra
0°
-90°
Lateralización
-90°
© MASSON-UTTLÉ, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Neutra
0°
Rotación
90°
Fig. A-15. Cadera (flexión). La cadera contralateral siempre se flexiona para aplanar
la columna lumbar.
Medición de la movilidad articular 335
o menos
0® Neutra
Abducción Aducción
Fig.A-19. Rodilla.
Medición de la movilidad articular 339
74,8 ± 6,6d
•o <
74,0 ± 6,6d
co o
35,3 ± 3,8
21,1 ±4,0
O) CD O O r- r- (O cví IO ’*•’
3 '—1 ^ lO* OS lO* 00 ^ N 44 44 44 44
44 44 44 44 44 44 44
r- r- h- 0_ CO ■»-_ CD
io co O T;
II O“ CO Cvf lO* h-* K O)
o“ o‘ IO v-*
<4- ^ G0 (D lO (O O) h* co
Tabla A-1. Intervalo de movilidad articular normal en varones: comparación de los Intervalos de movilidad estimados (grados)
■o •D ■o •o
co TJ C 1". TJ »o T3 IO
5,5d
O II CM CD ■*í
■o O o C
ccT (D co co co *3-* h»“ IO* co’ ^* co’
75,8 ± 6,1d
O
36,7 ± 3,7
3 * 44 44
* +1
21,8±4,0
tó 44 44 44 44 44 44 44 44
co CO co
78,2 ±
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GRADUACIÓN DE LA FUERZA
MUSCULAR
Grado 5. Normal Está presente la fuerza normal. El músculo puede mover la arti-
culación a través de su completo intervalo de movilidad con-
tra una resistencia aplicada por el explorador o por otros me-
dios diagnósticos.
Grado 4. Buena El músculo puede mover la articulación a través de su completo
intervalo de movilidad contra la gravedad y alguna resisten-
Grado 3. Regular cia, pero no puede superar una resistencia normal.
El músculo puede mover la articulación a través de su completo
Grado 2. Baja intervalo de movilidad sólo contra la gravedad.
El músculo puede mover la articulación a través de su completo
intervalo de movilidad sólo cuando se elimina la gravedad.
Grado 1. Mínima
Se nota la contracción del músculo, pero no se produce la movi-
lidad articular.
Grado 0. Ausente
Existe una parálisis completa sin contracciones visibles o palpa-
bles.
B
GRADUACIÓN DE LA FUERZA
MUSCULAR
Grado 5. Normal Está presente la fuerza normal. El músculo puede mover la arti-
culación a través de su completo intervalo de movilidad con-
tra una resistencia aplicada por el explorador o por otros me-
dios diagnósticos.
Grado 4. Buena El músculo puede mover la articulación a través de su completo
intervalo de movilidad contra la gravedad y alguna resisten-
Grado 3. Regular cia, pero no puede superar una resistencia normal.
El músculo puede mover la articulación a través de su completo
Grado 2. Baja intervalo de movilidad sólo contra la gravedad.
El músculo puede mover la articulación a través de su completo
Grado 1. Mínima intervalo de movilidad sólo cuando se elimina la gravedad.
Se nota la contracción del músculo, pero no se produce la movi-
lidad articular.
Grado 0. Ausente
Existe una parálisis completa sin contracciones visibles o palpa-
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DERMATOMAS Y DISTRIBUCION
CUTÁNEA DE LOS NERVIOS
PERIFÉRICOS
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Fig. C-1. Vista anterior de la distribución de los dermatomas de los segmentos espi-
nales. (De Haymaker, W„ y Woodhall, B. Peripheral Nerve Injuries [2.a ed.]. Philadel-
phia: Saunders, 1953; pág. 26.)
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346 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. C-2. Vista posterior de la distribución de los dermatomas de los segmentos espi-
nales. (De Haymaker, W., y Woodhall, B. Peripheral Nerve Injuries [2.a ed.]. Philadel-
phia: Saunders, 1953; pág. 27.)
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Fig. C-3. Distribución cutánea de los nervios periféricos. (De Wright, P. E., y Simmons, J. C. H. Peripheral Nerve Injuries. En Edmonson, A. S.,
347
Crenshaw, A. H. [eds.]. Campbell's Operative Orthopaedics [6.“ ed.] St. Louis: Mosby, 1980; pág. 1644.
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350 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Altura con un tacón Anchura del codo Altura con un tacón Anchura del codo
de 2,5 cm de 2,5 cm
Fig. E-1. Campo quirúrgico de la espalda. A) Se emplean cuatro tallas piara encuadrar
el campo quirúrgico. Sobre la piel y las tallas se aplica una lámina plástica adhesiva. B)
Se coloca una sábana sobre la porción superior del cuerpo. Finalmente se añade una
sábana abierta. Una alternativa fácil es emplear una sábana impermeable tras el enta-
llado del campo quirúrgico.
351
Fig. E-2. Campo quirúrgico de una extremidad. A) Colocar una talla impermeable bajo
la extremidad. Si se emplea una talla de ropa o permeable, colocar una talla de plástico
o impermeable sobre la primera talla. B) Colocar una segunda talla bajo la extremidad
con el extremo proximal alrededor de la extremidad y pinzada distalmente al manguito.
C) Si la piel se ha preparado con un antiséptico germicida, se cubre la extremidad con
dos vueltas de malla tubular hasta el manguito; pero una piel sin preparar debe cubrirse
con una malla estéril. Se añade una tercera talla proximal a la extremidad y se pinza
bajo la extremidad distalmente al manguito. D) Finalmente pondremos una sábana
abierta. Actualmente son útiles unas sábanas para extremidades comercializadas con
una manga ajustada, de goma elástica e impermeable.
S> MASSON-LITTLE, Brown, S A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
L Electromiografía (EMG).
A. Utilidad. La EMG ayuda en el diagnóstico diferencial de enfermedades
que afectan la neurona motora inferior y a su unidad motora. Los poten-
ciales de acción muscular son recogidos por tres electrodos: uno positivo,
uno indiferente que elimina las perturbaciones eléctricas extrañas y el de
tierra. La actividad eléctrica se manifiesta en un osciloscopio, como mues-
tra la figura F-l y también a través de un altavoz. Son necesarios entre 7
y
21 días para que se produzca la denervación, por lo que los estudios reali-
zados en la primera semana de la lesión o del inicio de los síntomas suelen
ser irrelevantes.
B. Hallazgos.
L En la denervación, un músculo en reposo presenta potenciales de fi-
briladón y «ondas puntiagudas» positivas. Ambos potenciales se mues-
tran en la figura F-2. Los potenciales de fibrilación tienen un voltaje
de 10-300 mV, una duración de 1-5 mseg y una frecuencia de 1-30/seg.
Su sonido es como el de las gotas de lluvia cayendo sobre un tejado de
hojalata. Las ondas puntiagudas positivas tienen una mayor variedad
de voltaje, una duración que supera los 10 mseg y una frecuencia de
2-100/seg. El sonido es fuerte y monótono.
2. En músculos parcialmente denervados bajo contracción voluntaria a
menudo se desarrolla una unidad polifásica (complejo de unidad mo-
tora de alto votaje). Tiene un voltaje de 50-500 mV, una duración de
5- 25 mseg y seis o más puntas (fig. F-3).
3. La actividad de la unidad motora naciente (fig. F-4) es la evidencia más
precoz de regeneración nerviosa.
4. La miotonía distrófica y la miotonía congénita producen descargas de
alta frecuencia que suenan en el altavoz como un bombardero en pi-
cado. Se desencadenan por la inserción de la aguja, percusión o con-
tracciones voluntarias (fig. F-5). Los potenciales seudomiotónicos no
tienen aumentos o descensos del sonido y se encuentran en la poli-
miositis, neuropatía alcohólica, etc.
5. En la patología muscular primaria, la contracción voluntaria produce
pequeñas unidades polifásicas de corta duración (fig. F-6).
6. Una lesión nerviosa completa no tiene potenciales de acción; una le-
sión parcial tiene al menos unos pocos potenciales de acción con la co-
tracrión voluntaria.
7. La localización de la lesión nerviosa se realiza mediante un riguroso
conocimiento de la anatomía neuromuscular. Un sumario de los ha-
llazgos EMG y su interpretación se halla en la tabla F-L
356
Electrorniografia y estudios de conducción nerviosa 357
>- -J
A. Motora.
1. En general, las velocidades de conducción motora que superen los
45 mseg en los brazos y los 40 mseg en las piernas se consideran norma-
les. La velocidad de conducción de un nervio aumenta 2,4 mseg/l°C de
aumento en la temperatura. Este incremento debe tenerse en cuenta
cuando estudiemos una extremidad con un deterioro vascular.
Además,
la velocidad de conducción es mayor en los segmentos proximales de
un nervio que en los distales. Esta diferencia está en función de la tem-
peratura y del diámetro del nervio. El recién nacido tiene unas veloci-
dades de conducción del 1,5 del valor del adulto, alcanzando el rango
del adulto a los 3 años de edad. La velocidad de conducción disminuye
gradualmente con la edad, con un enlenterimiento del 6 % entre la ter-
cera y sexta década.
2. Las latenáiB motoras distales son normalmente menores de 5 mseg ex-
cepto en los nervios tibial posterior y peroneal en los que la latencia
será inferior a 7 mseg.
Electromiografia y estudios de conducción nerviosa 359
B. Los estudios de conducción nerviosa sensitiva son a menudo ios más sen-
sibles para detectar las anomalías nerviosas. Se realizan mediante la esti-
mulación de las fibras sensitivas de un dedo y registrando la actividad
eléc-
trica sensitiva del nervio con electrodos situados más proximalmente en la
extremidad, de manera que mida tanto la velocidad de conducción como
la latencia. La ausencia de respuesta es un hallazgo positivo e indica una
anormalidad significativa. Los estudios de conducción nerviosa sensitiva
requieren mayor pericia del examinador.
L La velocidad de conducción nerviosa sensitiva en la extremidad supe-
rior es normalmente superior a 35 mseg en el segmento de la muñeca
al codo.
2. El límite superior de la latencia sensitiva distal normal es de 4 mseg.
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
G
ABORDAJE PARA LA PUNCIÓN
Y ASPIRACIÓN
DE LAS ARTICULACIONES
Fig. G-1. Aspiración del hombro. El hombro puede aspirarse anterior, posterior o la-
teralmente. Dado que el área fluctuante suele ser palpable por delante y los limites óseos
se identifican fácilmente, la mayoría de las veces la aguja se inserta aquí. El punto de
aspiración se sitúa en la mitad de la distancia entre la apófisis coracoides y el borde an-
terolateral del acromion. La aguja se dirige posteriormente a través de la cápsula arti-
cular y aspira la articulación. (De Warner, W. C., Jr. Infectious Arthritis. En Crenshaw,
A. H. [ed.j Campbell's Operative Orthopaedics [8.a ed.j, vol.1. St. Louis: Mosby-Year
Book, 1992.)
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360
Abórdale para la punción y aspiración da las articulaciones 361
Fig. G-2. Aspiración del codo. Flexionar el codo e insertar la aguja en su cara poste-
rior, justo por fuera del olécranon. Introducir la aguja a través de la piel y la cápsula ar-
ticular y aspirar la articulación. (De Warner, W. C., Jr. Infectious Arthritis. En Crenshaw,
A. H. [ed.j. Campbell’s Operative Orthopaedics [8.a ed.], vol.1. St. Louis: Mosby-Year
Book, 1992.)
L. l
© MASSON-LITTLE, Brown, S.A. Fotocopiar sin autorización es un delito.
362 Manual de terapéutica ortopédica aguda
sistémicos. (De Warner, W. C., Jr. Infectious Arthritis. En Crenshaw, A. H. [ed.]. Camp-
bell’s Operative Orthopaedics [8.a ed.], voi. 1. St. Louis: Mosby-Year Book, 1992.)
364 Manual de terapéutica ortopédica aguda
Fig. G-5. Aspiración de la cadera, abordaje interno. (De Warner, W. C., Jr. Infectious
Arthritis. En Crenshaw, A. H. [ed.J. Campbell’s Operative Orthopaedics [8.a ed.], vol. 1,
St. Louis: Mosby-Year Book, 1992.)
Abordaje para la punción y aspiración de las articulaciones 365
Fig. G-7. Aspiración del tobillo, visión anterolateral. Muchas veces el edema del tobi-
llo dificulta la localización de la fluctuación. Para evitar lesionar estructuras importantes,
la aguja se inserta a 2,5 cm por encima y a 1,3 cm por dentro de la punta del maléolo
extemo. Esta situación es extema al tendón peroneo anterior. (De Warner, W. C., Jr. In-
fectious Arthritis. En Crenshaw, A. H. [ed.]. Campbell's Operative Orthopaedics [8.a ed.],
vol. 1. St. Louis: Mosby-Year Book,1992.)
Abordaje para la punción y aspiración de las articulaciones 367
Exploración física, fractura platillo tibial, Fémur, cuello, fractura, fracaso primera
289. fija-
-----rótula, 275. ción, 256.
-----subtrocantérea, 263. --- mecanismo lesión, 252.
— inicial, traumatismo, 4-8. --- niño, 257-258.
— lesión tobillo, 302. --- pronóstico, 257.
— luxación anterior cadera, 241-242. --- seudoartrosis y necrosis avascular,
-----posterior cadera, 242-243. 256-
-----subastragalina y astragalina, 313. 257.
— rodilla, 275. --- síntomas y signos, 252-253.
-----lesión ligamento y menisco, 279-281. --- técnica quirúrgica, 255-256.
— rotura tendón Aquiles, 306. ------- reducción, 254-255.
-neurològica, exploración secundaria trau- --- tratamiento fractura estrés, 253.
matismo musculoesquelético, 8. - distal, colocación agujas y clavos, 109.
— postraumática, 2. - fractura diafisaria, férula urgencia,
— primaria, estabilización fractura, 4. 66.
— evaluación rápida, 1. —estabilización, 9..
— hoja flujos, 4,5. - férula Thomas, 68.
— reanimación inicial, 1-2. - fractura acetabular, 248.
— shock, tratamiento, 2-4. - niño, 19.
— secundaria, exploración física inicial, 4- - tracción, 107.
8. --- esquelética fija, 119-121.
— - historia, 4. Férula aire, 66,68.
— monitorización, 9. - lesión tobillo, 68.
— radiografía, 8-9. - urgencias, 66.
Exposición quirúrgica, instrumentos, 132- - almohada, 69.
133. - articulada rodilla, 86.
Extremidad inferior. V. Antebrazo; Hombro; -bloqueo extensión mano, lesión
Mano; Pie; Pierna; Rodilla. ligamenta-
— férula, 66-69. ria y luxación, 228.
-----yeso, 76-77. - Bohler, 224.
—fractura, 8. V. también Antebrazo; Extre- - caminador corto, 68.
midad inferior; Extremidad - extensión fractura articulación
supe- interfalángi-
rior; Pierna. ca, 226.
-----diafisaria, acortamiento y rotación, 269. - fractura abierta, 69.
-----prevención acortamiento, 296. - - avulsión falange distal, 227.
— síndrome compartimentai, 26,27,28. - cerrada, 69.
factor diagnóstico, 29. - mano, 223.
— tracción, 116-121,248. - olécranon, 207.
— yeso,80-85. - radio Galeazzi, 211.
— superior, férula yeso, 76. - supracondílea, 199-202.
— ortesis, 63-66, 76. - tobillo, 303.
— síndrome compartimentai, 26,27. - Hare, 66.
— tracción, 112-115. - hueso expuesto, 69.
F - improvisada, 68.
- Jones, vendaje compresivo, 66.
Factor VID, reposición, 18. ------- modificado, 68.
- DC, reposición, 18. - Kenny Howard, 184.
Factura cuello femoral desplazada, - lesión articulación acromioclavicular,
tratamien- 184.
to, 253-254. - nervio mediano, inmovilización
--- impactada, tratamiento, 253. compresión
- estrés, exploración física, 12. muñeca, 24.
Falange distal, fractura avulsión, 227. - nocturna, artritis reumatoidea
- media y proximal, fractura diáfisis, juvenil, 62.
226. - ortopédica, 68.
Fasciotomía, 285. -posterior, fractura cabeza y cuello radio,
Febrícula, tratamiento, 35. 209.
Fémur, cabeza, fractura, 251-252. - Roller, 66.
--- diagnóstico, 251. - suspensión, 120.
--- fractura acetabular, 252. - tabla, 69.
- catéter arterial percutáneo, 3. - Thomas, 66,67,68,248.
- cuello, fractura, artroplastia, 255. - aplicación, 66, 67.
--- clasificación, 252. - empleo, 66.
--- cuidados postoperatorios y - fractura diafisaria, 265.
rehabilita- - tracción, 248.
ción, 256. - tracción-suspensión esquelética
--- desplazada, tratamiento, 253-254. equilibra-
da, 117.
- urgencia columna, 63. .
- extremidad inferior, 66-69.
374 índice alfabético de materias
Exploración física, fractura platillo tibial, Fémur, cuello, fractura, fracaso primera
289. fija-
----- rótula, 275. ción, 256.
----- subtrocantérea, 263. --- mecanismo lesión, 252.
— inicial, traumatismo, 4-8. --- niño, 257-258.
— lesión tobillo, 302. --- pronóstico, 257.
— luxación anterior cadera, 241-242. --- seudoartrosis y necrosis avascular,
----- posterior cadera, 242-243. 256-
----- subastragalina y astragalina, 313. 257.
— rodilla, 275. --- síntomas y signos, 252-253.
----- lesión ligamento y menisco, 279-281. --- técnica quirúrgica, 255-256.
— rotura tendón Aquiles, 306. ------- reducción, 254-255.
-neurològica, exploración secundaria trau- --- tratamiento fractura estrés, 253.
matismo musculoesquelético, 8. - distal, colocación agujas y clavos, 109.
— postraumática, 2. - fractura diafisaria, férula urgencia,
— primaria, estabilización fractura, 4. 66.
— evaluación rápida, 1. - estabilización, 9..
— hoja flujos, 4,5. - férula Thomas, 68.
— reanimación inicial, 1-2. - fractura acetabular, 248.
— shock, tratamiento, 2-4. - niño, 19.
— secundaria, exploración física inicial, 4- - tracción, 107.
8. --- esquelética fija, 119-121.
— historia, 4. Férula aire, 66,68.
— monitorización, 9. - lesión tobillo, 68.
— radiografía, 8-9. - urgencias, 66.
Exposición quirúrgica, instrumentos, 132- - almohada, 69.
133. - articulada rodilla, 86.
Extremidad inferior. V. Antebrazo; Hombro; -bloqueo extensión mano, lesión
Mano; Pie; Pierna; Rodilla. ligamenta-
— férula, 66-69. ria y luxación, 228.
----- yeso, 76-77. - Bohler, 224.
—fractura, 8. V. también Antebrazo; Extre- - caminador corto, 68.
midad inferior; Extremidad - extensión fractura articulación
supe- interfalángi-
rior; Pierna. ca. 226.
----- diafisaria, acortamiento y rotación, 269. - fractura abierta, 69.
----- prevención acortamiento, 296. - - avulsión falange distal, 227.
— síndrome compartimentai, 26,27,28. - cerrada, 69.
factor diagnóstico, 29. - mano, 223.
— tracción, 116-121,248. - olécranon, 207.
— yeso,80-85. - radio Galeazzi, 211.
— superior, férula yeso, 76. - supracondílea, 199-202.
— ortesis, 63-66, 76. - tobillo, 303.
— síndrome compartimentai, 26,27. - Hare, 66.
— tracción, 112-115. - hueso expuesto, 69.
F - improvisada, 68.
- Jones, vendaje compresivo, 66.
Factor VIH, reposición, 18. ------- modificado. 68.
- IX, reposición, 18. - Kenny Howard, 184.
Factura cuello femoral desplazada, - lesión articulación acromioclavicular,
tratamien- 184.
to, 253-254. - nervio mediano, inmovilización
--- impactada, tratamiento, 253. compresión
- estrés, exploración física, 12. muñeca, 24.
Falange distal, fractura avulsión, 227. - nocturna, artritis reumatoidea
- media y proximal, fractura diáñsis, juvenil, 62.
226. - ortopédica, 68.
Fasciotomía, 285. -posterior, fractura cabeza y cuello
Febrícula, tratamiento, 35. radio,
Fémur, cabeza, fractura, 251-252. 209.
--- diagnóstico, 251. - Roller, 66.
--- fractura acetabular, 252. - suspensión, 120.
- catéter arterial percutáneo, 3. - tabla, 69.
- cuello, fractura, artroplastia, 255. - Thomas, 66,67,68,248.
--- clasificación, 252. - aplicación, 66, 67.
--- cuidados postoperatorios y - empleo, 66.
rehabilita- - fractura diafisaria, 265.
ción, 256. - tracción, 248.
--- desplazada, tratamiento, 253-254. - tracción-suspensión esquelética
equilibra-
da, 117.
- urgencia columna, 63. .
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