Está en la página 1de 25

Sebastián Burecovics

DRÁCULA
VA AL DENTISTA
Burecovics, Sebastián
Drácula va al dentista. - 1.ª ed. - Buenos Aires: Maya, 2011.
32 p.: il.; 20 x 13 cm.

ISBN 978-987-25986-6-2

1. Narrativa Infantil. I. Título


CDD 863.928 2

Fecha de catalogación: 23/02/2011

Diseño de tapa e interior: Cecilia Campos


Ilustraciones: Maco Pacheco

Todos los derechos reservados.


Hecho el depósito que marca la ley 11.723.Impreso en Argentina.
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta,
puede ser reproducida sin expresa autorización del editor.
Sebastián Burecovics

DRÁCULA
VA AL DENTISTA
Sebastián Burecovics

A Susú, por ayudar a encontrarme.


A Mati, Cami y Sofi, por dejarme
volver a jugar.

D rácula entró al consultorio


muy despacio, sin hacer ruido y tapándose
la boca con la capa. Poco a poco caminó
hacia el dentista, que como estaba miran-
do para otro lado, no se dio cuenta de lo
ocurrido. Bajó la capa, y mostrando unos
colmillos bien afilados, se acercó hasta al

7
Drácula va al dentista

cuello blanco y peludo.


—¡Bú! —gritó Drácula asustando al
dentista, que pegó un salto tan alto que
casi se dio la cabeza contra el techo.

—¡No me vuelvas a asustar así! ¿No


sabés que los dentistas somos gente sensible?

—Bueno, no te enojes, era un chiste


nada más.

—Está bien, está bien. Pero que sea


la última vez… ¡Vení, sentate!

Drácula se sentó en el sillón, acomo-


dó el cuerpo y estiró las piernas.

—Quiero que me blanquees los


dientes, mañana salgo con Blancanieves y
me dijeron que le gustan las sonrisas lindas,
grandes y brillantes.

—Pará, Quique, escuchame un


minuto… —empezó a decir el dentista,

8
9
Drácula va al dentista

pero Drácula lo interrumpió.


—Te dije mil veces que no me llames
Quique. ¡Soy el señor de las tinieblas!

Un trueno muy fuerte hizo temblar


el consultorio.

—¡Ay, de las tinieblas, de las tinie-


blas…! —se burló el dentista—. ¡Qué vas a
ser de las tinieblas, vos, si desde chico le
tenés miedo a la oscuridad!

—¡Dejá de decir mentiras!… Eso me


pasó una sola vez y fue porque había un
monstruo en mi armario. Claro que después
me enteré de que era Gretchen, un primo de
Transilvania que se vino a estudiar acá y papá
lo invitó a pasar unos días con nosotros.

—Igual, lo que yo te quería decir


Qui… Mejor dicho, señor de las tinieblas,
es que por más que te blanquee los dien-
tes, no creo que te quede una sonrisa
linda… Grande y brillante puede ser, pero

10
11
Drácula va al dentista

linda lo dudo.
—¿Por qué linda no? ¿Qué tienen de
malo mis dientes? —preguntó Drácula con
cara triste.

—Dos colmillos más feos que la


verruga de la bruja Cachavacha.

—No son feos, son impactantes,


como decía mi mamá. Y son impactantes
porque tienen que dar miedo. Si no doy
miedo, me muero de hambre.

—Digamos que comida no te falta


—le respondió el dentista mientras le toca-
ba la panza.

—Es que el otro día fue el cumplea-


ños de Frankenstein y había una torta de
chocolate ¡riquísima!

—Así que torta de chocolate, mirá


vos… ¡Abrí ya esa boca que seguro debe
haber varias caries!

12
13
Drácula va al dentista

—No, caries no, por favor —se asus-


tó Drácula— ¡Yo solo quiero que me blan-
queen los dientes!

—Pero dale, no seas miedoso. Te


prometo que no te va a doler.

—Mirá que afuera hay mucha gente


esperando, mejor vengo otro día.

—¿Vos sos el conde Drácula o el


hombre de la bolsa?

Sin dejarlo reaccionar, el dentista le


abrió la boca y se puso a revisarle los
dientes.

—A ver, a ver… No, caries no veo.

—¿Te lo dije o no te lo dije?


—gritó Drácula.

—No me lo dijiste… Lo que sí veo es

14
Sebastián Burecovics

que los dientes están bastante desgastados y


torcidos. ¿Te estás poniendo los aparatos
para dormir?

—¡Son horribles y me molestan!


Después me queda toda la boca con saliva.

—¿Preferís que te ponga los fijos?

—Con los fijos me arruinás la carre-


ra. ¿A quién puedo asustar con unos colmi-
llos llenos de alambre?

—¿Pero qué clase de monstruo te


pensás que soy? —preguntó enojado el
dentista— Ahora hay aparatos transparen-
tes… Nadie se va a dar cuenta de que los
estás usando.

—¿En serio?

—¿Vos lo viste al hombre lobo?

—El otro día fuimos juntos a la

15
Drácula va al dentista

peluquería —se quejó Drácula—. No lo


acompaño más. Quince horas estuvimos
para que le hicieran trencitas en todo el
cuerpo.

—Mejor le quedaría bañarse, pero


bueno, ese es un caso perdido... La cosa es
que desde hace dos semanas tiene puesto
uno de esos aparatos.

—Ni me di cuenta. Lo que sí se nota


es el mal aliento que tiene —dijo Drácula
mientras se tapaba la nariz.

—Probamos de todo, pero no se le


va con nada. Y menos si sigue tomando
agua del inodoro. Encima, a veces hace pis
y se olvida de tirar la cadena.

—¡Qué asco!

—Totalmente de acuerdo —dijo


el dentista mientras se ponía los guan-
tes—. ¿Empezamos?

16
17
Drácula va al dentista

—Antes te tengo que confesar algo,


no vine solo para blanquearme los dientes.

—Ya lo sé, también está el tema del


aparato. ¿Lo vas a querer sabor frutillas con
crema o flan con dulce?

—¿No tenés flan con crema? ¡No!,


pará. Lo que me preocupa es otra cosa…
Uno de los colmillos se me está moviendo
y tengo miedo de que se caiga.

—A ver…

El dentista agarró uno de los colmi-


llos con la punta de los dedos y lo empezó
a revisar.

—Algún día se va a caer, pero no te


preocupes, acá tenemos de sobra.

—Pero esos son de plástico, ¿me van


a servir igual?

18
19
Drácula va al dentista

—Son japoneses, todos último


modelo. Con cámara de fotos, video y
reproductores de música… Hay en varios
colores.

—¿Y tenés los que brillan en la


oscuridad?

—Tengo de esos y tengo otros que


vienen con los sonidos clásicos de pelícu-
las de terror… Aullidos, risas malvadas, lo
que se te ocurra.

—¿Y gritos de madres enojadas?

—No, no… Para miedos reales


tenemos el torno —le dijo el dentista
mientras prendía el aparato.

Al escuchar el sonido que hacía,


Drácula no pudo evitar ponerse a
temblar.

20
21
Drácula va al dentista

—¿Podés apagarlo de una vez?

El dentista lo apagó y se empezó a reír.

—Te digo un secreto: esto no duele


nada. La gente le tiene más miedo al ruido
que a otra cosa.

—A vos sí que te gusta hacerme


sufrir... ¿Por qué sos tan malo? ¿Tu mamá
no te quería?

—Mi mamá era enfermera y se pasa-


ba el día poniendo vacunas.

—O sea que la maldad viene de


familia.

—En mi casa no se comían ni cara-


melos ni chicles. Solo verduras —le
contó el dentista mientras miraba una
foto de su mamá que sostenía una jeringa
gigante.

22
Sebastián Burecovics

—¡Cuánta crueldad!… A vos lo que


te faltó fue hacer cosas más divertidas,
jugar un poco más.

—¡Nada que ver! ¡Si jugábamos todo


el día a ver quién dejaba más limpia la
pieza, tendía mejor la cama o guardaba los
juguetes más rápido!

—Pobrecito, pobrecito… —dijo


Drácula poniéndole una mano en el hom-
bro—. ¡Tengo una idea!, ¿no querés acom-
pañarme a una fiesta?

—Tengo mucho trabajo. Todavía me


falta sacar muchas muelas.

—Dale, vení. Esto es a medianoche.

—No sé, no sé… ¿Y dónde es?


Tampoco quiero ir muy lejos.

—El lugar es muy lindo, muy colori-

23
Drácula va al dentista

do. Vas a ver que te va a gustar.


—¿Es un salón?

—No, nada que ver. Esto es mucho


más cómodo, más familiar… ¿Viste el
cementerio que está a tres cuadras?

—¡¿Vos estás loco?! ¿Y si aparece


algún fantasma? —preguntó asustado el
dentista.

—No te preocupes, no invitamos a


ninguno... Solo vienen algunos vampiros y
el hombre lobo.

—No le digas nada de los aparatos,


¡eh! Mirá que me pidió, por favor, que no se
lo contara a nadie.

—Mis labios están sellados


—le contestó Drácula, y después cerró la
boca tan fuerte que los colmillos le lastima-
ron el labio—. ¡Ayayayayayayay! Me mordí,
me mordí, me duele mucho.

24
Sebastián Burecovics

—Dejame ver… Sí. Te cortaste con


los colmillos. Te sale un poco de sangre.

Al escuchar esta palabra, Drácula se


empezó a marear.

—No puedo ver sangre. Si la veo me


desmayo.

—¿Pero vos qué clase de Drácula


sos, Quique?

—Un Drácula que come chocolate y


tortas fritas... ¡Y no me digas más Quique
que después en el barrio me cargan!

—¡Qué ricas son las tortas fritas! —dijo


el dentista con una gran sonrisa en la
boca—. ¿Cierro temprano y cebamos unos
mates?

—Dale, pero después venís a la fies-


ta conmigo.

25
Drácula va al dentista

—Tu prima, la vampiresa, ¿va a estar?

—Seguro que sí.

—Entonces vamos.

FIN

26
Sebastián Burecovics

Nació un 6 de noviembre de 1976


en Bs. As., Argentina. Comenzó a escribir
cuentos en la escuela primaria, pero de
grande quiso pensar en imágenes y se
recibió de director de cine. Trabajó como
educador no formal, tuvo su propia pro-
ductora, colaboró en varias películas, fue
redactor publicitario y guionista en distin-
tos programas de TV. Hasta que un día,
de forma casi mágica, se reencontró con
su primer amor: la literatura.

Drácula va al dentista es su primer


libro para chicos, y tiene mucho que ver
con su búsqueda como escritor y como
persona, la de conseguir siempre una
sonrisa.

También podría gustarte