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Actualizado 31 enero 2015

Pedagogía y estilo de S. Juan Bosco

Como gran educador que fue, san Juan Bosco tenía su método, su fina pedagogía para educar
mediante los Oratorios. Allí acudían muchachos y jóvenes, sin apenas instrucción ni mucho
menos formación religiosa. Y lo que don Bosco buscaba no era meramente entretenerlos, sino
llevarlos a Dios; y no era una pedagogía de los valores tal como la entendemos hoy, con
lenguaje secularizado, sino virtudes cristianas, vida cristiana y vida de la gracia.

Don Bosco es un evangelizador, es decir, quiere que aquellos muchachos y jóvenes conozcan a
Cristo y vivan la vida de la gracia. No funda una ONG, ni una asociación recreativa, sino lugares
de formación cristiana, ámbitos cristianos de vida mediante la oración, la enseñanza, la
predicación y también el juego, la recreación, el teatro... y la eterna alegría cristiana.

Las imágenes secularizadas de los santos, leídos en las claves hoy de lo políticamente correcto,
les hacen un flaco favor. Y a veces el trabajo con los jóvenes se puede convertir más en mera
distracción juvenil que en formación cristiana; en dinámicas de grupos más que en doctrina
cristiana explicada.

Pero, ¿qué hacía Don Bosco? ¿Cómo trabajaba para evangelizar a los jóvenes?

En el "Resumen Histórico", de 1862, Don Bosco escribe detallando las actividades de los
domingos:

"Por la mañana, los que quieren confesarse tienen la oportunidad de hacerlo; luego hay misa,
seguida de un anarración de un hecho de la Biblia o de la historia de la Iglesia, o por una
explicación del Evangelio del día; luego, recreo. Por la tarde, tenemos instrucción de
catequesis por clases, Vísperas, una breve instrucción desde el púlpito, Bendición del Santísimo
Sacramento, seguido del recreo normal".

En una carta (13-marzo-1846) al gobernador civil, Cavour, expone claramente cómo la


finalidad principal y absoluta de los Oratorios y, por ende, de la verdadera pedagogía salesiana,
era la instrucción religiosa. Dice don Bosco:

"El papel que vuestra Excelencia desempeña en todo lo que se refiere al bien público, tanto en
lo cívico como en lo moral, me lleva a esperar que acepte el informe sobre un programa de
catequesis que hemos empezado. Como su finalidad es el bien de los jóvenes, usted mismo ha
mostrado en numerosas ocasiones, su favor y ayuda. Este programa empezó hace tres años...
Allí se enseñaba catecismo, se oían confesiones y se celebraba la misa... La finalidad de este
programa de catequesis es reunir a los muchachos que, abandonados a sí mismos, no asistirían
a la instrucción religiosa en ninguna iglesia los domingos y días festivos".
Realmente hay que pensar y valorar este estilo de don Bosco de educar a los jóvenes. Incluye
los elementos de vida cristiana y de piedad que los van a sostener en la práctica de la virtud
toda su vida: La Misa y la confesión, la oración ante el Santísimo y la Bendición con el
Santísimo Sacramento, así como predicación y catequesis, instrucción cristiana.

Cuando un programa así se sustituye meramente por dinámicas de grupos o la catequesis


basada en lo subjetivo, la experiencia, lo que cada uno piensa y opina, etc., la instrucción
cristiana deja de ser tal para ser mero psicologismo o mero moralismo (la solidaridad, la
ecología, comprometerse, etc.). Nada de eso aparece en la pedagogía salesiana.

Así se explica cómo sus Oratorios y colegios fueron una gran fuerza evangelizadora y así es
como debemos plantear muchas veces la educación cristiana de la juventud: no bajo mínimos,
sino ampliamente, despertando en ellos el deseo de "más", más amor a Cristo, más sentido de
Iglesia, más vida de la gracia. Señalaba los grandes ideales cristianos, la alta meta de la
santidad.

¿Sabremos contrastar el estilo de don Bosco con tantas supuestas pastorales juveniles hoy, en
tantos ámbitos distintos?

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