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EL

DIEZMO
DESDE

ABRAHAM
A

CRISTO
________________________________________________
EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO
Copyright © 2011 por Joel Perdomo
¡IMPORTANTE!

ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS


DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS
A LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA.

POR TANTO:
 PUEDE SER COMPARTIDO
GRATUITAMENTE POR CUALQUIER
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 PUEDE SER TRADUCIDO A CUALQUIER


IDIOMA – SIN ALTERAR SU CONTENIDO
ORIGINAL.

 ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A


LA AMADA IGLESIA DE CRISTO EN LA
TIERRA. DANDO POR GRACIA, LO QUE POR
GRACIA HA RECIBIDO.

 ESTOS LIBROS TOMARON CASI 20 AÑOS


ESCRIBIRLOS. COMPARTALOS CON OTROS
CRISTIANOS, SERIA TODO LO QUE PIDO A
CAMBIO.

¡DIOS TE BENDIGA! JOEL PERDOMO


CONTENIDO
2
Introducción............................................................................................................7

Capítulo – 1 – LOS DIEZMO Y LAS OFRENDAS

I. EL ORIGEN DEL DIEZMO Y LAS OFRENDAS…………………………11


a. Significado y origen del diezmo
b. Significado de la ofrenda como acto de adoració n
c. El origen bíblico de las ofrendas
II. EL ADORADOR Y SU OFRENDA………………………………………….14
a. El diezmo como medio de comunión y bendición divina
b. La ofrenda del corazó n agrada a Dios
c. Dios exige santidad a sus hijos
III. DIOS BUSCA ADORADORES EN ESPIRITU Y VERDAD…………18
a. ¿Por qué Dios no se agradó de la ofrenda de Caín?
b. ¿Por qué a Dios le agradó la ofrenda de Abel?
c. Dios demanda fe y obediencia del adorador
d. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad

Capítulo – 2 – EL DIEZMO ANTES DE LA LEY

I. EL DIEZMO DE ABRAHAM………………………………..…………………25
a. Abraham diezmó antes que la Ley fuese revelada
b. Melquisedec como una simbología de Cristo
II. EL DIEZMO BAJO EL SACERDOCIO DE MELQUISEDEC………..29
a. Melquisedec representa el sacerdocio eterno de Jesú s
b. El sacerdocio eterno de Melquisedec (Jesú s) sigue vigente
c. El diezmo sigue vigente bajo el Pacto de la Gracia
III. EL DIEZMO DE JACOB………………………………………………………32
a. Jacob hizo un pacto de diezmar a Dios
b. Jacob cumplió su promesa de diezmar y Dios lo bendijo

Capítulo – 3 – OFRENDAS Y PRIMICIAS EN LA LEY

I. ADORADORES BAJO EL PACTO DIVINO………………….................37


a. La obediencia al pacto fue requerida durante la Ley
b. Las ofrendas durante la Ley
c. La consagració n de las primicias

Capítulo – 4 – EL DIEZMO EN LA LEY

3
I. DIOS ORDENO EL DIEZMO EN LA LEY………………...….................43
a. La Ley confirmó la vigencia del diezmo de Abraham
b. El diezmo como acto de adoració n
II. EL DIEZMO DE LOS LEVITAS……………………………..………………46
a. Diezmo y ofrendas en lugar de heredad para los levitas
b. La consagració n de los diezmos
c. El diezmo del tercer añ o
d. La distribució n del diezmo entre los levitas

Capítulo – 5 – EL DIEZMO EN LA MONARQUÍA ISRAELITA

I. BENDICIÓN O MALDICÓN SON UNA ELECCIÓN……………………51


a. Los reyes de Israel y el diezmo
b. Ezequías restauró el diezmo y Dios bendijo a Israel
c. Nehemías restauró el pago del diezmo
d. Malaquías hizo un llamado a la fidelidad de Israel

Capítulo – 6 – EL DIEZMO Y LAS OFRENDAS EN LA GRACIA

I. JESÚS APROBÓ EL DIEZMO…………………………………....................56


a. Jesú s confirmó el pago del diezmo en la Gracia
b. La justicia de los fariseos
c. Jesú s ordenó a dar a Dios lo que le pertenece
II. DIEZMOS Y OFRENDAS EN EL NUEVO PACTO……...…………….61
a. El mandato de Jesú s para los ministros del Evangelio
b. La ofrenda neotestamentaria
c. Ofrendas especiales

Capítulo – 7 – EL DIEZMO Y LA SALVACION

I. TODA DESOBEDIENCIA A LA APALABRA DE DIOS ES


PECADO…………………………………………………….………………………….65
a. ¿Es pecado no diezmar?
b. El robo es pecado de condenació n eterna
c. No diezmar es robarle a Dios
d. La palabra de Dios tiene poder para salvar o condenar

Capítulo – 8 – EL DIEZMO Y LA FE

4
I. EL DIEZMO ES UNA PROMESA DIVINA QUE SE ALCANZA POR
MEDIO DE LA FE Y LA OBEDIENCIA……………………………………….71
a. El diezmo es un acto de fe en la palabra de Dios
b. El diezmo no puede ser decidido por la conciencia
c. La autoridad de la Palabra viva de Dios

Capítulo – 9 – DIOS ES DUEÑO DE TODA RIQUEZA

I. DIOS DEMANDA ENTREGA TOTAL……………………..………………75


a. Todas las cosas proceden de Dios
b. Dios es dueñ o del oro y la plata
c. Dios hace partícipes a sus hijos de sus bendiciones
d. Má s que el diezmo
II EL DIEZMO ES UNA PROMESA DE BENDICION DIVINA………81
a. La bendició n prometida a los que diezman
b. Dios anhela suplir todas las necesidades de sus hijos
c. Las bendiciones divinas está n sujetas a la obediencia
d. Las bendiciones divinas se obtienen por medio de la fe

Capítulo – 10 – LA VERDADERA PROSPERIDAD

I. LA LIBERACIÓN FINANCIERA……………………………………………..87
a. La ruta hacia la bendició n econó mica
b. La ley de la siembra y la cosecha
c. La avaricia es pecado de idolatría
d. La verdadera riqueza del cristiano
Conclusión……………………………………………………………………………96
ANEXO………………………………………..…………………..…………………….99
 El deber de los ministros del nuevo pacto
 El diezmo sigue vigente bajo el pacto de la Gracia
 RAZONES BIBLICAS PARA DIEZMAR

ABREVIATURAS
AT........Antiguo Testamento
N.T.......Nuevo Testamento
hb……..Hebreo
gr.........Griego
a. C......Antes de Cristo
Pá g……Pá gina

5
INTRODUCCIÓN

6
 La importancia de la enseñanza del diezmo
El estudio del diezmo tiene más importancia para la fe
cristiana del que usualmente se le da. El péndulo de
diezmadores en las iglesias a veces oscila entre los pocos
fieles, los titubeantes y los infieles. ¿Por qué razón? Quizá
porque no todos están convencidos del mandato divino
por falta de evidencia bíblica convincente o por el debido
valor que cada cristiano le atribuye a la Biblia como la
eterna e infalible Palabra de Dios.
Esta incertidumbre acerca del diezmo mantiene en vilo
a muchos cristianos que por su infidelidad hacen nula la
promesa de bendición divina y abren una puerta certera al
enemigo para la ruina económica y el consecuente fracaso
espiritual de sus vidas.
El diezmo no es un tema económico per se, es un acto
de adoración y una promesa de bendición divina a los que
tienen fe en Dios y obedecen su Palabra revelada (la Biblia).
Las promesas de bendición divina para sus hijos
devienen de la obediencia a Su Palabra. Si el diezmo es un
mandato divino, negarlo debe tener consecuencias en el
área económica, implicaciones en la relación con Dios y
efectos en la eternidad del alma, pues toda desobediencia a
la Palabra de Dios es un pecado con ineludibles
consecuencias.
La Biblia revela la voluntad divina para la humanidad
y todo hijo sincero de Dios debe acercarse a la Biblia sin
prejuicios, ni temor, para conocer lo que enseña con
relación al diezmo.

 ¿Por qué diezmar?

7
Generalmente, las iglesias cristianas conocen la enseñanza
del diezmo por ciertos versos de la Biblia que son
motivadores acerca de las bendiciones prometidas por
Dios a quienes diezman y ofrendan. El cristiano se siente
motivado a diezmar por esas promesas, pero la evidencia
bíblica que se le provee es a veces exigua. Al final se
diezma por obediencia a la Iglesia, no por convicción
personal basada en un conocimiento bíblico del diezmo.
No todas las personas que diezman están plenamente
convencidas del mandato divino y sus promesas de
bendición. Los cristianos que diezman basados en la
emoción de su recién conversión, posteriormente no son
fieles con los diezmos, pues cuando la emoción termina, no
tienen bases bíblicas para diezmar.
Todo lo que se hace para Dios -incluyendo el diezmo-
tiene la fe como puntal de motivación, pero el cristiano
debe conocer la evidencia bíblica para diezmar por
convicción y reforzar su fe en el Dios de la Biblia.

 Una ola de ataque al diezmo


Actualmente el tema del diezmo es refutado con
argumentos difíciles de responder, creando confusión y
dudas entre los cristianos. Son muchos los cristianos y
maestros que se oponen a aceptar la práctica del diezmo en
la era de la Iglesia por diferentes motivos, sin considerar
las repercusiones presentes y eternas que tendrá la
desobediencia a la Palabra de Dios en la vida del cristiano.
Es de esperar que en un mundo materialista, como el
presente y debido a las exigencias económicas de la vida
moderna, algunos cristianos sientan que el diezmo es una
carga difícil de cumplir. De allí que se use todo tipo de
excusas y argumentos para atacar el diezmo. Si el diezmo

8
es una demanda divina, las bendiciones de los cristianos
estarían en riesgo, pues Dios no bendice a los infieles.

 El diezmo como acto de adoración


Para algunos cristianos el diezmo es un asunto
estrictamente de pagar dinero para el sostenimiento de la
obra de Dios (si bien, es uno de los fines), en vez de un acto
de adoración que debiera darse por convicción personal en
obediencia a la Biblia.
El diezmo como un acto de adoración está dirigido a
bendecir y fortalecer la comunión entre Dios y sus hijos. Por
tanto, como acto de fe en las promesas divinas debe
involucrar fidelidad, agradecimiento, compromiso y
obediencia a la voluntad divina revelada en la Biblia.
A través del diezmo se reconoce a Dios como el suplidor
de todas las necesidades humanas a fin de darle el primer
lugar en todo, demostrando absoluta dependencia del
creador. Este acto sagrado cultiva la comunión con Dios.
Todo cristiano debe conocer con claridad lo que la
Biblia enseña acerca del diezmo para no tomar a la ligera
un tema que va más allá de lo económico y que está
íntimamente vinculado a la adoración y el culto a Dios.
Si se desconoce el tema del diezmo puede tener
implicaciones más profundas para la vida cristiana de las
que se puedan pensar, que afecten el presente y el futuro
eterno del alma del cristiano.
El diezmo es una promesa de bendición divina para los
obedientes, pero se puede convertir en ajenjo para los que
desprecian y le dan la espalda a la bondad divina.

Joel Perdomo

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10
Capítulo – 1 –

LOS DIEZMOS Y LAS OFRENDAS


________________________________________________

I. EL ORIGEN DEL DIEZMO Y LAS OFRENDAS

a. Significado y origen del diezmo


La palabra diezmo significa literalmente, “décima parte” y
tiene su origen en la raíz hebrea “Eser” (diez). De allí se
forma la palabra “maasár” que significa desde el décimo. En
griego, “apodekatoo” como también en hebreo tiene el
mismo significado del pago de la décima parte1.
El principio de diezmar a Dios evoca un acto de
adoración y fe que involucra agradecimiento y
reconocimiento a Dios como el creador y proveedor de
todas las cosas. Abraham diezmó en un acto certero de fe
(Gn. 14:20). Abel ofrendó con la misma fe (Gn. 4:4).
El diezmo no ha sido una práctica exclusiva del pueblo
judío, ni remitida a la ley de Moisés. El diezmo ya se
practicaba alrededor de las tierras bíblicas. Abraham
mismo diezmó antes que la ley fuese revelada a Moisés
(Gn. 14:17-20). Dios mismo ordenó posteriormente la
práctica del diezmo como un mandato en el pacto de la
Ley (Lv. 27:30-33a), confirmando que la consagración del
diezmo está de acuerdo a su santa voluntad.
 “El principio de diezmar a Dios evoca un acto de
adoración y fe que involucra agradecimiento y

1
W. E. Vine. Diccionario Expositivo VINE. Ed. Caribe, USA. 1999. Pág.
278.
11
reconocimiento a Dios como el creador y proveedor de
todas las cosas”.
____________________________________________________

b. Significado de la ofrenda como acto de adoración


La ofrenda (hb. Minjah) es un don o presente. Esta palabra se
usa en diferentes contextos bíblicos, en referencia a un
presente de una persona a otra, al tributo que se pagaba a
los reyes o las ofrendas y primicias separadas para Dios.2
La ofrenda como acto de adoración conecta al adorador
con su Creador. El adorador es implícitamente bendecido
al reconocer a Dios como creador y proveedor de todas las
cosas. Este acto de fe guía al adorador a gozar de comunión
con Dios, que es la parte más importante de la ofrenda.
A Dios le agrada ser el suplidor de las necesidades de
sus hijos, y como padre amoroso, anhela que sus hijos
dependan totalmente de Él. Sin embargo, Dios le ha dado
libre albedrio al ser humano para elegir. Las bendiciones
divinas prometidas a sus hijos son una elección individual
que depende de la fe y la obediencia a la Biblia.
Dios anhela tener comunión con sus criaturas y en la
ofrenda el adorador consagra sus bienes e implícitamente
el control total de su vida. Esto evita la vanagloria y la
separación del Creador que son causas del fracaso
individual y colectivo del ser humano.
____________________________________________________
 “Gozar de comunión con Dios, es la parte más
importante del que ofrenda”.
____________________________________________________

c. El origen bíblico de las ofrendas


2
W. E. Vine. Diccionario Expositivo VINE. Ed. Caribe, USA. 1999. Pág.
216.
12
Desde el principio de la humanidad el relato bíblico
describe a Caín y Abel ofreciendo las primicias del fruto de
su trabajo a Dios. Estas son las primeras evidencias bíblicas
que sugieren que los primeros humanos honraban a Dios
con ofrendas extraídas del producto de sus ganancias.
Dios aceptó la ofrenda de Abel, ya sea porque Él se lo
hubiese demandado o porque la haya recibido como un
acto ínsito de adoración del corazón humano. Abel fue
justo y la ofenda formó parte de su vida como adorador:
“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus
ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con
agrado a Abel y a su ofrenda” (Gn. 4: 4).
Si se busca un origen de las ofrendas como en el culto a
Dios se debe partir del mismo relato bíblico y no
estrictamente de la influencia de las culturas establecidas
alrededor del culto de la tierra de Israel.
Cuando el ser humano comenzó a multiplicarse y a
apartarse de Dios dieron ofrendas a los ídolos, emulando
el culto al Dios verdadero y creador de todas las cosas. El
culto pagano promovió las ofrendas a los ídolos, reyes,
templos, etc., después que no quisieron darle gloria al
Creador, sino a las criaturas (Ro. 1:21-23).

II. EL ADORADOR Y SU OFRENDA

13
a. El diezmo como medio de comunión y bendición divina
El valor espiritual de las ofrendas está dirigido a que los
hijos de Dios gocen de comunión íntima con su Creador y
consecuentemente participen de las bendiciones prometidas
a los que obedecen su Palabra. Existe la tendencia humana
a olvidar las bendiciones divinas, después de recibirlas:
“Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des
pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; no
sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová?
o que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi
Dios” (Pr. 30:8-9).
Las bendiciones divinas prometidas a los obedientes evitan
que se produzcan estos dos extremos, a saber: El ser
humano después que tiene abundancia de bienes se cree
autosuficiente y se olvida de Dios. Por otro lado, al vivir
sin provisión económica roba para obtener lo que necesita
y peca contra Dios. La ofrenda como acto de adoración le
recuerda al adorador que todo procede de Dios. Esto
cultiva la dependencia y la comunión con su creador.
El diezmo como ofrenda a Dios procura mantener en
primer lugar a Dios en el corazón de sus hijos. Esto
redunda en comunión y protección al corazón que
constantemente tiende a la autosuficiencia, que rompe la
comunión y aleja al ser humano de Dios, su creador.
____________________________________________________
 “El valor espiritual de las ofrendas está dirigido a que
los hijos de Dios gocen de comunión íntima con su
Creador y consecuentemente participen de las
bendiciones prometidas a los que obedecen su Palabra”.
____________________________________________________

b. La ofrenda del corazón agrada a Dios


14
Con una ofrenda material no se puede pretender alcanzar
justicia divina para salvación, ni comunión íntima con Dios,
que están reservadas para sus hijos (Jn. 1:12; Sal. 25:14).
Tampoco se debe privar de ofrendar o diezmar a una
persona que no sea cristiana. Las ofrendas son voluntarias
y Dios conoce la intención del corazón. Nadie perderá su
recompensa material si ofrenda a Dios (cristianos o no
cristianos, Mt. 10:42). Pero el diezmo y las ofrendas por sí
mismas no salvan ni producen comunión con Dios.
Las diezmos y ofrendas sinceras son agradables a Dios,
pero no hacen por sí mismas agradable al ser humano ante
Dios. Primero se debe ofrendar el corazón a Cristo,
naciendo de nuevo por medio del Evangelio para ser
agradable de manera total a Dios (Mr. 1:15).
La rendición voluntaria del corazón es lo único que el
ser humano le puede ofrecer de sí mismo a Dios, pues Él le
dio libre voluntad para elegir entre el bien y el mal.
En la Gracia, nada substituye el sacrificio perfecto de
Cristo en la cruz como la única ofrenda que satisface las
demandas divinas para que el ser humano goce de
comunión íntima con Dios (Hb. 10:12-14). Dios busca
adoradores genuinos, que le adoren en espíritu y en verdad
(Jn. 4:23). Después que la persona rinde su vida a Cristo
tanto él, cómo su ofrenda es agradable a Dios.
Dios como dueño de todas las cosas necesita primero la
entrega de la vida total del adorador para ubicarle en una
posición de comunión que redunde en una bendición
integral (espiritual y económica), que es el propósito de Dios
para sus hijos.
____________________________________________________
 “No se debe privar de ofrendar o diezmar a una
persona que no sea cristiana. Las ofrendas son
voluntarias y Dios conoce la intención del corazón.

15
Nadie perderá su recompensa material si ofrenda a
Dios (cristianos o no cristianos, Mt. 10:42). Pero el
diezmo y las ofrendas por sí mismas no salvan ni
producen comunión con Dios”.
____________________________________________________

c. Dios exige santidad a sus hijos


Las ofrendas de los hijos de Dios son integralmente
agradables ante su presencia porque proceden de un
adorador que goza de comunión íntima con su Padre, por
medio de la sangre de Jesús. Dios demanda santidad a sus
hijos (Hb. 12:14).
Caín y Abel presentaron ofrendas como hijos de Dios,
pero Caín se fingía santo y Dios no aceptó su ofrenda con
la que trataba de encubrir sus malos actos para justificarse
delante de Dios:
“Y aconteció andando el tiempo que Caín trajo del
fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo
también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más
gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su
ofrenda. Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda
suya” (Gn. 4: 3-5a).
La ofrenda de Caín y Abel como un acto de adoración
muestra que Dios primero está interesado en el corazón
del adorador y después en su ofrenda. Dios quiere que la
ofrenda de sus hijos sea el resultado de una vida de fe y
verdadera adoración.
Jesús señaló que todo adorador debe vivir en santidad
para que tanto él como su ofrenda sean agradables a Dios.
Antes de presentar su ofrenda el adorador debe tener
cuentas claras con Dios y con su prójimo. Jesús dijo:
“Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas
de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
16
ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero
con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”
(Mt. 5:23-24).
La condición espiritual del adorador es más importante
que la misma ofrenda, aunque un genuino adorador dará
siempre lo mejor para Dios. En este caso, Jesús no le dice a
la persona que no ofrende, sino que deje la ofrenda allí en el
altar, que vaya a reconciliarse primero con su hermano y
después presente su ofrenda, porque Dios es Santo.
Puede ser que cristianos bien intencionados pretendan
que solo con sus ofrendas a la iglesia serán agradables a
Dios, sin vivir una vida en santidad. Eso no implica que no
puedan ofrendar, pero para gozar de comunión con Dios
no bastan las buenas intenciones. Dios exige santidad a sus
hijos para que no disfruten solo de sus bendiciones, como
de una verdadera comunión que conduce a la vida eterna.
____________________________________________________
 “Puede que cristianos bien intencionados pretendan
que solo con sus ofrendas a la iglesia serán
agradables a Dios, sin vivir una vida en santidad. Eso
no implica que no puedan ofrendar, pero para gozar
de comunión con Dios no bastan las buenas
intenciones. Dios exige santidad a sus hijos para que
no disfruten tanto de sus bendiciones, como de una
verdadera comunión que conduce a la vida eterna”.
____________________________________________________

III. DIOS BUSCA ADORADORES


EN ESPIRITU Y EN VERDAD

17
a. ¿Por qué Dios no se agradó de la ofrenda de Caín?
Caín y Abel separaron ofrendas de lo mejor que tenían
para ofrecer a Dios. La ofrenda de Abel fue agradable a
Dios, pero la de Caín no fue aceptada:
“Y aconteció andando el tiempo que Caín trajo del
fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo
también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más
gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su
ofrenda. Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda
suya” (Gn. 4: 3-5a).
El relato bíblico no señala que Dios rechazó la ofrenda de
Caín por su calidad.3 La narración se centra más en la
actitud justa de Abel, en contraste con el corazón malo de
su hermano Caín. Las acciones de Caín delataron que no
fue integro en sus intenciones de adoración. El actuaba con
evidente envidia y en competencia contra su hermano:
“Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y
se ensañó Caín en gran manera y decayó su semblante.
Entonces Jehová dijo a Caín ¿Por qué te has ensañado y
por qué ha decaído tu semblante?” (Gn. 4:5-6).
El problema de Caín era moral (espiritual). Su corazón era
malo y sus actos no eran agradables a Dios, por eso lo
confrontó con su propia maldad para convencerle de su
pecado, a fin de que se arrepintiera a tiempo.
La pregunta de Dios a Caín revela esta verdad:
3
El AT es una simbología total de la vida de Cristo. El relato de Caín
y Abel es alegórico con relación a que el ser humano no encontraría
justicia sin un corazón arrepentido. La sangre del cordero ofrecido por
Abel, simboliza al Cordero de Dios (Cristo), que limpia el pecado del
mundo por medio de su sangre. Pero esa simbología mesiánica
implícita en este acto de adoración no puede ser la razón para el
rechazo de la ofrenda de Caín, quien ofreció frutos de la tierra. El texto
bíblico revela que el problema de Caín fue su corazón no arrepentido.
18
“Si bien hicieres, ¿No serás enaltecido? Y si no hicieres
bien el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será tu
deseo, y tú te enseñorearás de el” (Gn. 4: 7).
Dios confrontó a Caín diciéndole: “si bien hicieres, ¿No
serás enaltecido?” El primer reclamo de Dios a Caín es que
no está haciendo el bien, ‘’si bien hicieres’’ e implica que
estaba haciendo el mal. En segundo lugar, Dios le señala a
Caín que su humillación se debe a la ausencia de ese bien
en su corazón. El resultado del bien es la exaltación, “si
bien hicieres, ¿No serás enaltecido?”. Pero la consecuencia
del mal es la humillación (Mt. 23:12).
Dios le mostró a Caín que su juicio fue justo. Dios no
aceptó su ofrenda a causa de su maldad. La culpa estaba
en el corazón de Caín, no en Dios, ni en su hermano Abel.
Ciertamente, si hubiese hecho el bien habría sido exaltado
igualmente que su hermano. Dios es justo.
Antes de salir a la luz, Dios reveló el mal engendrado
en el corazón de Caín. El pecado estaba a punto de salir de
su corazón, para producir la muerte de su hermano. Dios
le dio tiempo a Caín para desistir, pero no lo hizo.
Caín se presentó como un genuino adorador, pero Dios
desnudó su corazón y la auscultación de sus intenciones
reveló la maldad que estaba en su interior. Dios le dijo: “El
pecado está a las puertas” como advertencia para que no
pecara, pero se dejó tentar por el mal y cometió el vil
asesinato de su hermano.
Entre otras cosas, Dios se acercó a Caín a fin de:
a) Revelar lo que había en su corazón para que reconociera
su maldad y se rechazara el mal. b) Mostrarle que la
ofrenda no fue aceptada por sus malas acciones, no por
culpa de su hermano o por la calidad de esta. c) Enseñarle
que nadie puede fingirse santo ante Dios, Él no puede ser
burlado. d) Dios está interesado primero en la santidad de

19
sus hijos y después en sus ofrendas. e) Mostrarle que él
tenía poder de renunciar al pecado. f) Dios quiso evitar
que Caín cometiera el crimen.
A la luz de la Biblia, la razón por la cual Dios no aceptó
la ofrenda de Caín, no fue por el tipo de ofrenda; sino
porque no procedía de un corazón santo, requisito que
Dios le exige a todo verdadero adorador que se acerca a su
presencia, porque Él es santo.
____________________________________________________
 “Según el texto bíblico, Dios no rechazó la ofrenda de
Caín por su calidad. El relato se centra más en la
actitud justa de Abel, en contraste con el corazón
malo de su hermano Caín”.
____________________________________________________

b. ¿Por qué Dios se agradó de la ofrenda de Abel?


La ofrenda de Abel agradó a Dios a causa de su justicia y
santidad. Jesús dijo:
“Para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que
se ha derramado en la tierra, desde la sangre de Abel el
justo” (Mt. 23: 35 a).
Es evidente el contraste entre el bien y el mal, el justo y el
pecador tipificado en la vida de Caín y Abel.
No fueron los atributos externos la simple razón por la
que Dios aceptó la ofrenda de Abel. A Dios se le debe dar
lo mejor (Lv. 22:21) y Abel lo hizo (Hb. 11:4), pero fue su
adoración genuina lo que marcó la diferencia.
Hebreos afirma que la ofrenda de Abel fue un acto
certero de fe y Dios dio testimonio de él aceptando su
ofrenda:
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio
que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era

20
justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella” (Hb. 11: 4).
La primera y más excelente de todas las ofrendas que se le
puede entregar a Dios es la vida misma. Todas las demás
cosas que se puedan ofrendar le pertenecen a Dios como
creador de todas las cosas (1 Cr. 29:14). La ofrenda solo
debe reflejar el agradecimiento del corazón del adorador.
El corazón es lo único que el ser humano le puede ofrecer a
Dios de sí mismo.
__________________________________________________
 “El corazón es lo único que el ser humano le puede
ofrecer a Dios de sí mismo. Dios le dio libre albedrío
para decidir lo que hará con su vida, pudiendo elegir
entre el bien y el mal”.
__________________________________________________

c. Dios demanda fe y obediencia del adorador


En el caso de Caín su ofrenda era carente de valor
espiritual, una burda imitación del certero acto de fe de su
hermano; pues sus acciones posteriores delataron el mal
que anidaba en su corazón, antes de ofrendar.
Caín no se arrepintió del mal, siendo advertido por
Dios del peligro de sus malos sentimientos. La frustración
le sumió en el resentimiento y finalmente asesinó a su
hermano por envidia:
“No como Caín, que era del maligno y mató a su
hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras
eran malas, y las de su hermano justas” (1 Jn. 3:12).
En un caso diferente, Jesús juzgó la exigua, pero sincera
ofrenda de una pobre viuda como la más generosa y
agradable ante Dios, entre otras de mayor valía. La viuda
dio todo lo que tenía, aunque monetariamente su ofrenda

21
era insignificante, comparada con la abundante ofrenda
que daban los demás, de lo que les sobraba (Mr. 12:41-44).
Cuando un genuino adorador se acerca con fe ante
Dios no escatima en dar lo mejor de sí. Siendo él y su
ofrenda agradables a Dios.
La recompensa es el resultado, no el fin que persigue el
verdadero adorador con su ofrenda. El acto de ofrendar o
diezmar por sí mismo, no hace a nadie agradable ante de
Dios, si no va acompañado de una vida de fe y obediencia a
la voluntad divina revelada en la Biblia.
____________________________________________________
 “La recompensa es el resultado, no el fin que persigue
el verdadero adorador con su ofrenda”.
____________________________________________________

d. Dios busca adoradores en espíritu y en verdad


Jesús dijo:
“Mas la hora viene y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad;
porque también el Padre tales adoradores busca que le
adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu
y en verdad es necesario que le adoren” (Jn. 4: 23-24).
Dios busca que sus hijos sean adoradores genuinos, que
vivan la fe que profesan.
En espíritu, sugiere que no es un acto puramente
humano o religioso; sino una adoración espiritual. Solo
quienes han nacido de nuevo por medio del Espíritu
pueden adorar a Dios en espíritu (Jn. 3:6).
La ofrenda no hace agradable al adorador delante de
Dios; el adorador hace agradable la ofrenda por medio de
su integridad.
En verdad, implica que la adoración a Dios no puede ser
fingida; debe reflejar una nueva vida en el Espíritu. Es estar
22
plenamente convencidos de lo que agrada a Dios por un
conocimiento previo de su voluntad revelada en la Biblia,
y partir de esa convicción para ofrendar.
La verdadera adoración no es una acción externa o
emocional, es el fruto de la convicción de un adorador
conscientemente sometido a la obediencia de la voluntad
divina revelada en la Biblia.
__________________________________________________
 “La ofrenda no hace agradable al adorador delante de
Dios; el adorador hace agradable la ofrenda por
medio de su integridad. La ofrenda sólo debe reflejar
la gratitud genuina del corazón del adorador”.

 “La verdadera adoración no es una acción externa o


emocional, es el fruto de la convicción de un
adorador conscientemente sometido a la obediencia
de la voluntad divina revelada en la Biblia”.
__________________________________________________

23
Capítulo – 2 –
24
EL DIEZMO ANTES DE LA LEY
________________________________________________

I. EL DIEZMO DE ABRAHAM

En el AT los patriarcas de Israel ofrecían a Dios el diezmo


de todas sus ganancias (ganado, cosecha, botines de guerra,
etc.). Abraham fue un fiel diezmador y sus hijos también
recibieron ese legado como parte del pacto de bendición
que establecieron con Dios. Posteriormente, en la Ley de
Moisés, Dios ordenó al pueblo de Israel la consagración de
los diezmos, confirmando así que el diezmo bíblico no está
fundado en una simple costumbre cultural de los pueblos
alrededor de las tierras santas y que los patriarcas judíos
diezmaron en apego a la voluntad del Dios altísimo.

a. Abraham diezmó antes que la Ley fuese revelada


El primer diezmador que registra la Biblia es Abraham:
“Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los
reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a
recibirlo al valle de Save, que es el valle del rey.
Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del
Dios altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo diciendo:
Bendito sea Abraham del Dios altísimo, creador de los
cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios altísimo, que
entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abraham los
diezmos de todo” (Gn. 14:17-20).
En este relato, Abraham se lanza al rescate de su sobrino
Lot, que había sido llevado cautivo por Quedorlaomer y sus
reyes aliados. Abraham salió victorioso en la batalla y a su
regreso le recibió Melquisedec rey de Salem (Jerusalén),

25
sacerdote del Dios altísimo con pan y vino. Abraham, a la
vez, le entregó todos los diezmos del botín conquistado.
Abraham gozó de intima comunión con Dios durante
vivió en la tierra, por eso fue llamado amigo de Dios (2 Cr.
20:7; Is. 41:8; Stg. 2:23).
El relato bíblico resalta como hecho relevante que
Abraham diezmó de su botín de guerra. El escritor no pasa
desapercibido el diezmo de Abraham. Dios permitió que
este relato quedara plasmado en la Biblia como evidencia
de que los hombres de Dios diezman.
Abraham fue un hombre próspero y parte de su
práctica como adorador fue diezmar a Dios. Abraham es
considerado el padre de la fe, ya que en sus días la Ley no
había sido aun revelada. Abraham diezmó por la fe. El
diezmo es inicialmente de la fe. La Ley solo lo confirmó.
____________________________________________________
 “Abraham es considerado el padre de la fe, ya que en
sus días la Ley no había sido aun revelada. Abraham
diezmó por la fe. El diezmo es inicialmente de la Fe.
La Ley solo lo confirmó”.
____________________________________________________

b. Melquisedec como una simbología de Cristo


Melquisedec significa; “mi rey es justo o legítimo” o “rey de
Salem” (Jerusalén), “rey de paz”. En la “Torah” Melquisedec
es llamado “Cohen Lel Elyón”, Sacerdote del Dios altísimo. Es
rey y sacerdote a la vez, y salió al encuentro de Abraham
con una bendición sacerdotal y un banquete real. Abraham
le entregó el diezmo del botín de guerra que obtuvo al
derrotar sus enemigos cuando rescató a su sobrino Lot, eso
demuestra que Melquisedec era mayor que Abraham.
Esta alusión de sacerdote y rey a Melquisedec fue
entendida por la Iglesia primitiva como un claro
26
simbolismo del sacerdocio eterno del Rey Jesucristo. Los
discípulos de Jesús escucharon las enseñanzas de su boca y
su testimonio tiene autoridad por encima de comentarios
históricos o contemporáneos con relación a Melquisedec.
En la Carta a los Hebreos se hace un estudio exhaustivo
del sacerdote Melquisedec como una evidente simbología
del sacerdocio eterno de Jesús:
“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del
Dios altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía
de la derrota de los reyes, y le bendijo. A quien
asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo
nombre significa primeramente Rey de justicia, y
también Rey de Salem, esto es Rey de paz. Sin padre,
sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de
días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de
Dios permanece sacerdote para siempre” (Hb. 7: 2-3).
Melquisedec no es un hombre común, ni un nombre
personal cualquiera. No aparece en las genealogías de la
Biblia. Es una figura escatológica que simboliza el
sacerdocio eterno de Cristo (Hb. 7:21-28).
Jesús fue constituido por el Padre como el sumo
sacerdote eterno de la orden de Melquisedec, quien vive
siempre para interceder por la humanidad. Esto fue
profetizado en los salmos, antes de nacer Jesús:
“Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para
siempre, según el orden de Melquisedec” (Sal. 11:4).
Los judíos consideran a Abraham como su padre
genealógico y espiritual. Es un personaje grande para su fe
y religión. El escritor escribe precisamente a judíos, para
mostrarles que el personaje que bendijo a Abraham era
divino porque tuvo el poder de bendecir a Abraham, quien
ya tenía promesa de bendición divina. El escritor explica:

27
“Considerad, pues, cuán grande era éste, a quién aun
Abraham el patriarca dio diezmos del botín (el escritor
se asombra). Ciertamente los que de entre los hijos de
Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de
tomar del pueblo los diezmos según la Ley, es decir, de
sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de
los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no
es contada de entre ellos, tomó de Abraham los
diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin
discusión alguna el menor es bendecido por el mayor”
(Hb. 7:4-7).
Abraham, se humilló delante de Melquisedec
reconociendo su autoridad divina al darle los diezmos. El
escritor señala que “el menor es bendecido por el mayor”.
De acuerdo a la tradición judía, el menor era bendecido
por alguien mayor dentro de la familia. Si Melquisedec
(prototipo de Cristo) bendijo a Abraham, es porque es mayor
que él. Melquisedec representa una simbología de la línea
sacerdotal eterna de Cristo y es bajo el sacerdocio de
Melquisedec que se registra el primer diezmo en la Biblia.
____________________________________________________
 “Jesús fue constituido sumo sacerdote eterno de la
orden de Melquisedec, quien vive siempre para
interceder delante del Padre por la humanidad. Esto
fue profetizado en los salmos, antes de nacer Jesús’’.
____________________________________________________

II. EL DIEZMO BAJO EL SACEDOCIO DE


MELQUISEDEC

28
a. Melquisedec representa el sacerdocio eterno de Jesús
El escritor de la carta a los Hebreos señala que Abraham, y
aun los levitas (asombroso), llamados a recibir los diezmos
del pueblo, diezmaron a Melquisedec (prototipo de Jesús) a
través de su padre Abraham:
“Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres
mortales; pero allí, uno de quién se da testimonio de
que vive. Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo
también Leví, que recibe los diezmos. Porque aun
estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le
salió al encuentro” (Hb. 7:8-10).
Según Hebreos, aún la tribu de Leví, pagó sus diezmos a
Melquisedec en un sentido simbólico (a través de su padre
Abraham). Los levitas diezmaban de sus diezmos a Dios
(diezmo de diezmos, según la ley)4 dando a entender que este
sacerdote (Melquisedec) toma un lugar divino en esta acción
al recibir el diezmo de Abraham.
El propósito del escritor es reafirmar que el sacerdocio
según Melquisedec (cuyo sumo sacerdote es Jesús) es eterno
con relación al sacerdocio levítico que fue temporal.
El escritor no puede ser más preciso con relación a la
vigencia eterna del sacerdocio eterno de Cristo
(Melquisedec), bajo el cual diezmó Abraham. Por tal razón,
el diezmo está vigente hoy más que nunca, porque Jesús, el
sumo sacerdote eterno de la orden de Melquisedec, se ha
manifestado al mundo, está sentado a la diestra del Padre,
y vive para interceder por la humanidad (Hb. 7: 22-25).
____________________________________________________
 “El diezmo está vigente hoy más que nunca, porque
Jesús, el sumo sacerdote eterno de la orden de
4
Los Levitas no tenían de que diezmar, ya que no poseían tierras y
estaban consagrados al servicio del ministerio. Dios les ordenó que
diezmaran de los diezmos que recibían del pueblo – diezmo de
diezmos – Nm. 18:26.
29
Melquisedec, se ha manifestado al mundo, está
sentado a la diestra del Padre y vive para interceder
por la humanidad” (Hb. 7: 22-25).
____________________________________________________

b. El sacerdocio eterno de Melquisedec (Jesús) sigue


vigente
Al manifestarse Jesús al mundo se elimina el viejo
sacerdocio levítico y continúa vigente el sacerdocio eterno
de Jesús, según la orden de Melquisedec:
“Si pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico
(porque bajo él recibió el pueblo la Ley). ¿Qué
necesidad habría aún que se levantase otro sacerdote,
según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado
según el orden de Aarón? Por que cambiado el
sacerdocio, necesario es también que haya cambio de
Ley” (Hb. 7:11-12).
El sacerdocio de Jesús, según la orden de Melquisedec, no
es de la línea de Aarón, como establecía la Ley (sacerdocio
levítico, Ex. 29:9). Aarón era de la tribu de Leví y Jesús de la
tribu de Judá (Hb. 7:14). Hubo un cambio del antiguo
sacerdocio de la Ley (levítico), al sacerdocio eterno de Jesús
(Melquisedec) bajo el pacto de la Gracia (Jr. 31: 31-33).
Abraham diezmó bajo el sacerdocio de Melquisedec,
no bajo la Ley, pues su justicia fue por la fe, no por obras
de la Ley (Ro. 4: 3-5; Gá. 3: 6-9). La Ley no fue revelada a
Abraham, sino más de 400 años después a Moisés.
El escritor de Hebreos trata de demostrarles a los judíos
que el sacerdocio de Jesús está vigente por la eternidad.
Hoy es más patente porque el sumo sacerdote de la fe
cristiana (Jesús) se ha revelado al mundo:
“Juró el Señor y no se arrepentirá. Tú eres sacerdote
para siempre, según el orden de Melquisedec. Por
30
tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor Pacto. Más
éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio inmutable” (Hb. 7:21b, 22, 24).
Cristo es el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham:
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y
a su Simiente. No dice: y a las simientes, como si
hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu Simiente,
el cual es Cristo” (Gá. 3:16).
El diezmo no pertenece a la Ley, sino al sacerdocio eterno
de Cristo (Melquisedec). La Ley sólo confirmó su práctica.
____________________________________________________
 “El diezmo no pertenece a la Ley, sino al sacerdocio
eterno de Cristo (Melquisedec). La Ley sólo confirmó
su práctica”.
____________________________________________________

III. EL DIEZMO DE JACOB

Jacob, al igual que sus padres, práctico el diezmo y fue un


hombre muy prosperado. Era de esperar que los
descendientes de Abraham siguiesen su legado y
enseñanzas, pues Dios expresó que se agradó de ellos (Dt.

31
10:15). El diezmo fue una práctica de Jacob como adorador
y parte integral de su gran éxito como hombre de negocios.
De su ejemplo se pueden rescatar lecciones prácticas para
la vida cristiana.

a. Jacob hizo un pacto de diezmar a Dios


Siendo muy joven, Jacob debió huir de su casa a causa de
la persecución de su hermano, a quien le había usurpado
su bendición (Gn. 27:41-43). Económicamente, Jacob no
tenía nada que ofrecerle a Dios cuando emprendió su
incierto viaje. Pero, Jacob conocía el secreto de la bendición
de sus padres por medio del diezmo.
Jacob siempre fue un hombre astuto para los negocios
y no fue la excepción cuando negoció con Dios. Él sabía
que si se comprometía a diezmar y cumplía, Dios no
fallaría en bendecirle. Jacob sabía que si involucraba a Dios
como su primer socio en el viaje que estaba a punto de
emprender, él sería prosperado.
Jacob no tenía nada que ofrecerle a Dios, más que su
palabra de compromiso y aunque era un hombre listo,
sabía que a Dios no lo podía engañar. Dios no hubiese
bendecido a un mentiroso y desleal. Dios honra a los que
le honran (1 S. 2:30b) y aún con sus defectos y debilidades,
Dios guía a sus hijos a la perfección cuando se disponen a
obedecer (Fil. 1:6).
Jacob se levantó de la nada para ser un hacendado muy
rico en su época. El secreto de este hombre fue su fidelidad
al pacto que hizo con Dios:
“E hizo Jacob voto, diciendo: si fuere Dios conmigo, y
me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan
para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a
casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que

32
he puesto por señal, será casa de Dios, y de todo lo que
me dieres, el diezmo apartaré para Ti” (Gn. 28:20-22).
Jacob hizo el pacto de diezmar a Dios antes de recibir algo,
como un acto de fe. Él sabía que si cumplía su parte del
trato con Dios, nadie detendría su bendición. Y quedó
demostrado al prosperar en casa de su suegro Labán,
siendo antes su trabajador asalariado (Gn. 29:15-30).
Posteriormente, Dios cambiaría el nombre de Jacob
(suplantador), por Israel (el que lucha, Gn. 32:28). Jacob dejó a
un lado las patrañas para convertirse en un hombre de
carácter firme. Dios le cambió su nombre por el luchador,
pues venció las amenazas de los hombres, peleó su
bendición con un ángel y supero sus propios engaños.
Jacob hizo un pacto con Dios pidiéndole que le
protegiera, supliera sus necesidades y le regresara salvo a
su casa, después de emprender su largo viaje. El por su
parte prometió cumplir con sus diezmos y seguir a Jehová
su Dios todos los días de su vida.
Jacob regresó con mucha riqueza en su viaje de retorno
a su tierra a causa de su pacto de diezmar de todo lo que
recibiera y confesando lo que prometió: Que Jehová sería
su Dios (Gn. 31:1, 32:9). Eso implicaba ser fiel en todas las
demandas divinas, incluyendo su promesa de diezmar.

b. Jacob cumplió su promesa de diezmar y Dios lo


bendijo
Jacob fue bendecido a causa de su fidelidad al pacto que
hizo con Dios y todo lo que tocaban sus manos prosperaba.
Nótese lo que le dice Jacob a su suegro Labán, cuando
trabajaba para él:

33
“Porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en
gran número, y Jehová te ha bendecido con mi llegada”
(Gn. 30: 30a).
Jacob le hizo saber a su suegro que desde su llegada, el
también empezó a prosperar. La presencia de un
diezmador fiel y comprometido con Dios produce
bendición en quienes le rodean. De Jacob la Biblia señala:
“Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas
ovejas, y siervas y siervos, camellos y asnos” (Gn. 30:43).
La prosperidad de Jacob fue innegable en todos los
aspectos de su vida; tanto económicos como espirituales y
aunque diezmar por sí mismo no era la parte total de su
bendición, sino su completa fidelidad a Dios, no se puede
negar que el cumplimiento de su pacto de diezmar a Dios
redundó en bendición. Dios cumple su promesa, si somos
fieles a su pacto.
Su suegro Labán, no soportaba la bendición de Jacob,
quien prosperaba cada día más. Jacob pasó de ser un
simple empleado de su suegro a un hombre próspero
porque antes de recibir había prometido separar todos los
diezmos para Dios y cumplió. Por eso Dios lo honró.
Labán quiso hacerle trampa a Jacob cuando era su
empleado; pero ante la fidelidad de un diezmador nada
puede interrumpir la bendición divina, pues Dios está
comprometido con su Palabra.
Hablando acerca de las tretas que Labán su suegro quiso
utilizar para detener su bendición, Jacob dijo a su esposa:
“Y vuestro padre me ha engañado, y me ha cambiado el
salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me
hiciese mal” (Gn. 31:7).
Labán trató diez veces de encontrar la fórmula para
detener la bendición de Jacob; pero no la encontró, porque
Jacob conocía una formula basada en el diez que si
34
funciona (el diezmo). La bendición de Dios no se detenía
sobre Jacob, porque nadie puede detener la bendición de
un fiel diezmador, ni los hombres, ni Satanás. Dios lo ha
prometido en la Biblia y Él cumple lo que promete.
La bendición de Jacob no estaba fundada en su
inteligencia, suerte o trucos, sino en el fiel cumplimiento
del pacto de diezmar que había concertado con Dios.
El diezmo fue parte integral de la práctica de adoración
del creyente Abraham y sus hijos. Ellos entendieron que
hay bendición en separar el diez por ciento de lo recibido
para consagrarlo a Dios, por eso fueron prosperados.
____________________________________________________
 “Jacob pasó de ser un simple empleado de su suegro
a un hombre próspero porque antes de recibir había
prometido separar todos los diezmos para Dios y
cumplió. Por eso Dios lo honró”.

 “Nadie puede detener la bendición de un fiel


diezmador, ni los hombres, ni Satanás. Dios lo ha
prometido en la Biblia y ÉL cumple lo que promete”.
____________________________________________________

35
Capítulo – 3 –

OFRENDAS Y PRIMICIAS EN LA LEY


________________________________________________
36
I. ADORADORES BAJO EL PACTO DIVINO

a. La obediencia al pacto fue requerida para ofrendar


durante la Ley
En la Ley fue requisito que los oferentes hicieran una
confesión de obediencia al pacto divino, antes de presentar
sus ofrendas. Vide, Dt. 26. Eso implica que a Dios no le
bastan las ofrendas si no se practica la fe que se profesa.
A continuación, un resumen general de lo que Dios le
ordenó al pueblo de Israel con relación a los diezmos y
ofrendas en el pacto, antes que entraran en la tierra
prometida. Israel debía diezmar y ofrendar porque Dios
como creador y dueño de todas las cosas les había
regalado la tierra prometida (Deuteronomio 26):
“Cuando hayas entrado en la tierra que Jehová tu Dios
te da por herencia, y tomes posesión de ella y la
habites, entonces tomarás de las primicias de todos los
frutos que sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da,
y las pondrás en una canasta, e irás al lugar que Jehová
tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre. Y
te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos
días, y le dirás: Declaro hoy a Jehová tu Dios, que he
entrado en la tierra que juró Jehová a nuestros padres
que nos daría” (v. 1-3).
El oferente debía hacer remembranza al pueblo acerca de
la liberación de la esclavitud egipcia, donde Dios les había
librado de la muerte. De esta manera reafirmaban que
habían entrado en un pacto con Dios y debían cumplirlo
para mantenerse bajo la bendición divina.
La ofrenda sólo reflejaría la gratitud y fe del oferente
que deviene en obediencia a la Palabra de Dios. Las
ofrendas se darían con gratitud, alegría e integridad de

37
corazón por los beneficios recibidos gratuitamente de parte
de Dios:
“Entonces hablarás y dirás delante de Jehová tu Dios:
Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual
descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y
allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y
numerosa; y los egipcios nos maltrataron y nos
afligieron, y pusieron sobre nosotros dura servidumbre.
Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y
Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro
trabajo y nuestra opresión; y Jehová nos sacó de Egipto
con mano fuerte, con brazo extendido, con grande
espanto, y con señales y con milagros; y nos trajo a este
lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y
miel” (v. 5-9).
El oferente debía presentarse como un adorador consciente
del mandato divino. Reconociendo a Dios como Creador:
“Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la
tierra que me diste, oh Jehová” (v. 10a).
El oferente debía adorar y regocijarse con su familia
delante de Dios por participar de sus bendiciones:
“Y lo dejarás delante de Jehová tu Dios, y adorarás
delante de Jehová tu Dios. Y te alegrarás en todo el
bien que Jehová tu Dios te haya dado a ti y a tu casa, así
tú como el levita y el extranjero que está en medio de
ti” (v. 10b, 11).
El oferente debía ser un adorador obediente, con una
experiencia viva de su fe en Dios. La ofrenda no debe ser
un acto carente de fe, sino de genuina adoración:
“Y dirás delante de Jehová tu Dios: He sacado lo
consagrado de mi casa, y también lo he dado al levita,
al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo

38
lo que me has mandado; no he transgredido tus
mandamientos, ni me he olvidado de ellos” (v. 13).
Sólo después que el adorador confesaba ser obediente a la
palabra de Dios su ofrenda era agradable y podía invocar
la bendición divina prometida a los obedientes: “Mira
desde tu morada santa, desde el cielo, y bendice a tu
pueblo Israel, y a la tierra que nos has dado, como juraste
a nuestros padres, tierra que fluye leche y miel” (v. 15).
Toda esta experiencia cultica demandada a Israel
demuestra que, desde la perspectiva divina, el diezmo es
un acto de adoración más que un asunto de dinero per se.
El secreto de una ofrenda grata a Dios radica en la
comunión intina y santa entre el adorador y Dios.

b. Las ofrendas durante la Ley


Las ofrendas a Dios fueron parte integral del culto del AT
(Lv. 1:1). La palabra hebrea “Korban” (ofrenda), significa lo
que se ofrece a Dios (ofrendas, sacrificios y hasta el control de
la vida).5 También en el AT se usa la palabra “Minjah”
(cerca de 200 veces en el AT) y se traduce como ofrenda,
tributo, presente, don, sacrificio u oblación.6
Las ofrendas como sacrificios requeridos fueron
establecidos en la ley de Moisés para expiar todo tipo de
pecado cometido contra Dios y el prójimo. Existían varios
tipos de ofrendas requeridas por la Ley, entre ellas: (a) En
sacrificio por el pecado, (Lv. 4:1-35, 6: 24-30). (b) Por culpa o
pecados de omisión (Lv. 4:1, 5:2-19, 17:1-7) (c) Ofrendas de Paz
(Lv. 3), etc.

5
Gerhard Kittel y Gerhard Friedrich - Diccionario Teológico del
Nuevo Testamento. Geoffrey W. Bromiley. Libros Desafío. Grand
Rapids, Michigan, 2002. Pág. 451.
6
W. E. Vine. Diccionario Expositivo VINE. Ed. Caribe, USA. 1999. Pág.
216.
39
Las ofrendas expiatorias fueron ordenadas por Dios en
la Ley a causa del pecado del pueblo de Israel, por ofensa o
daño al prójimo o por impureza ritual. Las ofrendas
requeridas por la Ley tenían dos objetivos supremos:
Expiar el pecado cometido contra Dios y contra el prójimo.
No se puede estar bien con Dios y mal con el prójimo (1 Jn.
4:21).
En la Ley también se daban ofrendas voluntarias, como
fue costumbre antes de la Ley. Las ofrendas de paz (Ex. 20:
24), que se ofrecían en acción de gracias por las
misericordias recibidas o esperadas (Lv. 7:12). Era un acto
voluntario de un corazón agradecido de Dios (Lv. 7:16) o
para hacer un voto o promesa delante de Dios (Lv. 7:16).
En una ocasión el rey Salomón ofreció como ofrendas
de paz 22.000 bueyes y 1.200 corderos en agradecimiento
por la bondad de Dios (1 R. 8:62-66). Salomón fue uno de
los reyes más ricos y sabios de la historia. La clave de su
bendición fue su fidelidad al pacto divino. El sabio
aconseja: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las
primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros
con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Pr. 3:
9-10). Lo separado para Dios debía darse sin objeción (Lv.
27:33). En la mayoría de las ofrendas requeridas por Dios a
causa del pecado o voluntarias, lo ofrecido debía ser lo
mejor, sin defecto alguno (Lv. 3:1, 4:3, 32).

c. La consagración de las primicias


Dios ordenó en la Ley la consagración de las primicias de
los frutos y animales (Ex. 23:19). Estas primicias eran los
primeros frutos de la cosecha que debían ser consagrados a
Dios. Las primicias tenían el valor de reconocer a Dios
como el creador de todas las cosas, quien otorga la
fertilidad a toda criatura. Estas se daban en acción de
40
gracias a Dios y era parte de toda la teología de la creación,
en la cual se admite implícitamente que Dios es el dador y
propietario de la vida de toda criatura existente. El fin es
darle el primado a Dios, para que el ser humano no se
olvide de Él, después de ser bendecido (Pr. 30:9).
Las primicias, al igual que todas las ofrendas, evocan
un acto de reconocimiento de Dios como el que da vida a
todas las cosas que existentes y de agradecimiento por el
sustento diario recibido.
Esto incluía, consagrar en primicia la vida de los hijos
primogénitos de cada familia israelita (Ex. 13:12-13). Cada
israelita al llegar a los 20 años debía pagar una ofenda por
su vida y era usada posteriormente para los sacrificios de
expiación (Ex. 30:11-16).
Esta Ley estaba fundada en la liberación de la muerte
de los primogénitos de Israel, cuando Dios envió su juicio
contra los primogénitos egipcios. Dios libró los
primogénitos de cada familia y de los animales en Israel,
por eso debían redimirse con una ofrenda, pues
pertenecían a Dios porque Él les salvó de la muerte.
Posteriormente, Dios redimió a todo varón y animal de
Israel por cada levita consagrado al servicio de Dios y sus
animales (Nm. 3: 40-51). Por eso todas las ofrendas y
primicias eran dadas para el sostenimiento de los
sacerdotes en el templo (Nm. 18:8-20).
Hoy día, en muchas ciudades modernas los cristianos no
cultivan productos del campo, ni crían animales; pero se
puede ofrecer el primer ingreso de un negocio o empleo
como primicias.
La palabra primicia significa, lo primero. Así que se
refiere al primer fruto de la labor. No se refiere a una
ofrenda mensual y menos obligada para llevar al templo.

41
Este concepto ha sido tergiversado por los movimientos
cristianos que fundan su fe en una falsa prosperidad.
Otro aspecto importante acerca de las primicias, es que
los levitas no tenían tierras para cultivar. Dios ordeno que
su herencia serían los diezmos, ofrendas y primicias del
pueblo. Es obvio que, si el pueblo cosechaba de los
primeros frutos de la tierra producto de la bendición
divina, los levitas también pudieran participar de la
bendición. Esto era parte de la justicia y bendición divina
para los levitas por estar consagrados al servicio divino en
el templo.
____________________________________________________
 “Las primicias, al igual que todas las ofrendas,
evocan un acto de reconocimiento de Dios como el
que da vida a todas las cosas que existen en el mundo
y de agradecimiento por el sustento diario recibido”.

 “Estas se daban en acción de gracias a Dios y era parte


de toda la teología de la creación, en la cual se admite
implícitamente que Dios es el dador y propietario de
la vida de toda criatura existente. El fin es darle el
primado a Dios, para que el ser humano se no olvide
de Él, después de ser bendecido” (Pr. 30:9).
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Capítulo – 4 –

EL DIEZMO EN LA LEY
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42
I. DIOS ORDENÓ EL DIEZMO EN LA LEY

a. La Ley confirmó la vigencia del diezmo de Abraham


Abraham diezmó cuando no existía la Ley, ni el pueblo de
Israel. Tampoco había nacido Moisés, quien recibió la Ley.
Pasaron más de 400 años para que todas estas leyes fuesen
reveladas a Israel. El diezmo no pertenece a la Ley.
Abraham y sus hijos diezmaron antes que la Ley fuese
dada, bajo el pacto de la Fe dado a Abraham, revelado y
cumplido en nuestro Señor Jesucristo.
Dios ratificó el pago del diezmo en la Ley dentro del
pueblo judío para que continuaran siendo bendecidos con
la promesa hecha a Abraham. Este mandato divino se
encuentra en diferentes versos del AT:
“Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra
como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa
dedicada a Jehová. Y todo diezmo de vacas o de ovejas,
de todo lo que pasa debajo de la vara, el diezmo será
consagrado a Jehová. No mirarás si es bueno o malo, ni
lo cambiará” (Lv. 27:30, 32, 33a).
Al momento de presentar los diezmos y ofrendas el Señor
advirtió que no se debía ver si el producto separado era
bueno o malo para cambiarlo por otro: “No mirarás si es
bueno o malo, ni lo cambiará”. A medida que los animales
y productos crecen desarrollan ciertas características que
se pueden apreciar mejor. Dios quería evitar la tentación
de cambiar un producto bueno separado para Dios para
darle otro de menos valor, pero el trato era justo, tampoco
se debía cambiar el malo para dar a Dios uno mejor.
Lo que a Dios le interesa es la fidelidad. Siempre existe
la tentación de pensar que se le está dando demasiado a
Dios una vez que se está bajo su bendición, olvidando que
Dios es el dador de todas las cosas.

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__________________________________________________
 “El diezmo no pertenece a la Ley. Abraham diezmó
cuando no existía la Ley, ni el pueblo de Israel.
Tampoco había nacido Moisés, quien recibió la Ley.
Pasaron más de 400 años para que todas estas leyes
fueran reveladas a Israel”.
__________________________________________________

b. El diezmo como acto de adoración


El diezmo y las ofrendas eran llevados al templo para
ofrecerlos a Dios. Estos eran entregados a los levitas para
consagrarlos a Dios y cubrir sus necesidades.
El propósito de esta ceremonia es que el adorador goce
de comunión con Dios y reciba la bendición de su Creador
al reconocerlo en todos sus caminos. La consagración de
diezmos y ofrendas debe ser motivo de gozo: ”Y comeréis
allí delante de Jehová vuestro Dios, y os alegraréis,
vosotros y vuestras familias, en toda obra de vuestras
manos en la cual Jehová tu Dios te hubiere bendecido”
(Dt. 12:7). El oferente debía participar y regocijarse de las
bendiciones recibidas de Dios, atribuyéndole todo mérito y
honor por prosperar la obra de sus manos conforme a su
promesa de bendición a los fieles con sus diezmos y
ofrendas: “para que Jehová tu Dios te bendiga en toda
obra que tus manos hicieren” (Dt. 14:29b). El adorador
intima con Dios en este acto de adoración. El mandato
divino señala:
”Indefectiblemente diezmarás todo el producto del
grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás
delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere
para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu
vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de

44
tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu
Dios todos los días” (Dt. 14:22-23).
El sentido de este acto de adoración por medio del diezmo
es “para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los
días”. Aquí se refiere a un temor reverente, no de miedo.
Dios estableció el diezmo a fin de que el ser humano se
mantenga en absoluta dependencia de su Creador y no se
olvide que Dios es el proveedor de todas las cosas.
El adorador es bendecido al mantenerse en comunión
con Dios y alejado del juicio advertido a los desobedientes
que rechazan sus promesas de bendición.
____________________________________________________
 “El sentido de este acto de adoración por medio del
diezmo es “para que aprendas a temer a Jehová tu
Dios todos los días”. Dios estableció el diezmo a fin
de que el ser humano se mantenga en absoluta
dependencia de su Creador y no se olvide de que Dios
es el proveedor de todas las cosas”.
 “El adorador es bendecido al mantenerse en comunión
con Dios y alejado del juicio advertido a los
desobedientes”.
____________________________________________________

II. EL DIEZMO DE LOS LEVITAS

a. Diezmo y ofrendas en lugar de heredad para los levitas


A todas las tribus de Israel se les asignó una porción de la
tierra prometida, pero a la tribu de Leví (levitas) Dios no les
concedió tierra para cultivar, sino que les entregó los

45
diezmos y las ofrendas del pueblo como herencia perpetua
a causa de su servicio ministerial:
“Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos
de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová en
ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de
Israel no poseerán heredad” (Nm. 18:24).
Dios les dio a los levitas los diezmos y ofrendas de Israel
como herencia por su separación al servicio ministerial en
el templo (Nm. 18). Dios les dijo que Él mismo y las cosas
santas dedicadas a Él, serían su sustento:
“Dijo mas Jehová a Aarón: he aquí yo te he dado
también el cuidado de mis ofrendas; todas las cosas
consagradas de los hijos de Israel te he dado por razón
de la unción, y a tus hijos por estatuto perpetuo.
Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás
heredad, ni entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y
tu heredad en medio de los hijos de Israel” (Nm. 18:8,
20).
Dios le dio los diezmos y las ofrendas a los levitas para que
se dedicaran enteramente al ministerio sacerdotal. Esto
significa dos cosas para los levitas. La primera, es que
debían sostenerse con el diezmo y las ofrendas del templo
a fin dedicar sus vidas en servicio a Dios. La segunda es
que no debían enredarse en negocios de este mundo, por
esa razón no se les dio tierras para cultivar.
El diezmo no fue inventado por el pueblo de Israel, ni por
la Iglesia de Cristo, fue ordenado por Dios para el sustento
de los ministros que sirven en el altar.
“Por razón de la unción” significa por la separación al
ministerio sacerdotal al cual estaban dedicados
completamente. Este acto de consagración se hacía a través
de la unción con aceite (símbolo del Espíritu Santo, Ex. 29:7-8)
que se derramaba sobre la cabeza del sacerdote.
46
Dios también ordenó a los levitas que diezmaran de los
diezmos que recibían (diezmo de diezmos) y les sería contado
como si fuese producto cultivado por ellos:
“Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis
de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de
ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de
ellos en ofrenda mecida a Jehová el diezmo de los
diezmos” (Nm. 18:26).
El diezmo de diezmos era entregado por los levitas al sumo
sacerdote (Nm. 18:28). Todo ministro del Evangelio que
recibe diezmos debe dar el diezmo de diezmos a los líderes
de su misión u otro ministerio, si no pertenecen a ninguno.
____________________________________________________
 “El diezmo de diezmos era entregado por los levitas al
sumo sacerdote (Nm. 18:28). Todos los ministros del
Evangelio que recibe diezmos, deben dar diezmo de
diezmos a los líderes de su misión u otros ministerios,
si no pertenecen a ninguna”.
____________________________________________________

b. La consagración de los diezmos


Con relación al diezmo de cada año se explica lo siguiente:
“Indefectiblemente diezmarás todo el producto del
grano que rindiere tu campo cada año. Y si el camino
fuere tan largo que no puedas llevarlo, por estar lejos
de ti el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para
poner en él Su nombre cuando Jehová tu Dios te
bendijere, entonces lo venderás y guardarás el dinero
en tu mano, y vendrás al lugar que Jehová tu Dios
escogiere; y darás el dinero por todo lo que deseas, por
vacas, por ovejas, por vino, por sidra, o por cualquier
cosa que tu deseares; y comerás allí delante de Jehová
tu Dios, y te alegrarás tú y tu familia.

47
Y no desampararás al levita que habitare en tus
poblaciones, porque no tiene parte ni heredad contigo”
(Dt. 14: 22, 24, 27).
En el caso excepcional de que el lugar de adoración
estuviese muy distante se debía vender los productos a
diezmar y conservar el dinero para luego comprarlos y
ofrecerlos en el lugar indicado por Dios (Dt. 12:17-18). El
templo de Jerusalén fue el lugar que finalmente Dios
escogió para ofrecer dichos sacrificios (2 Cr. 7:12, 15-16).
El diezmo debía ser entregado a los levitas que
habitaban el lugar escogido por Dios, pues era su heredad.
Esto se hacía así cuando aún no existía un lugar fijo de
adoración en Israel, antes de la construcción del templo. En
ocasiones los levitas deambulaban a causa del descuido
espiritual de Israel. Muchos quedaban errantes y sufrían a
causa de la desobediencia del pueblo (Jue. 19:1). Dios había
advertido a Israel acerca de no desamparar a los levitas
que no poseían tierras para el cultivo (Dt. 12:19).

c. El diezmo del tercer año


En Israel se daba un diezmo cada tercer año (tercero y sexto
de cada septenio) que se compartía en familia, con los levitas y
los pobres en Jerusalén:
“Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus
productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades.
Y vendrá el Levita, que no tiene parte ni heredad
contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que
hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados;
para que Jehová tu Dios te bendiga en toda la obra que
tus manos hicieren” (Dt. 14: 28, 29). Cf. (La Misná, 2003.
165).
Según la interpretación judía, basada en el siguiente
pasaje, el diezmo de cada tercer año para compartir con los
48
pobres no se refería al diezmo regular de cada año. Este
era un segundo diezmo, llamado el diezmo de los pobres7 que
se sacaba de la rebusca de la cosecha y tenía el propósito
de suplir las necesidades de los pobres en Israel:
“Cuando acabes de diezmar todo el diezmo de tus
frutos en el año tercero, el año del diezmo, darás
también al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda;
y comerán en tus aldeas, y se saciarán” (Dt. 26:12).
Este verso señala que este compartir con los levitas y los
pobres de Israel cada tercer año se hacía después de haber
ofrecido el diezmo regular.

c. La distribución del diezmo entre los levitas


El diezmo en la Ley estaba consagrado a Dios y dedicado
enteramente a los levitas que ministraban en el templo.
El diezmo dentro del contexto de la Ley era ineludible.
Israel debía cumplir a fin de que Dios les bendijera la tierra
y multiplicara su ganado. Además, el diezmo debía suplir
las necesidades de los levitas para mantener en pie el culto
a Dios. El diezmo levítico estaba distribuido así:
 Diezmo del 1er. año – Para los levitas.
 Diezmo del 2do. año – Para los levitas.
 Diezmo del 3er. año – Para los levitas. En el año tercero
y sexto se debía compartir con los levitas, extranjeros,
viudas, huérfanos y peregrinos pobres en Israel.8
 Diezmo del 4to. año – Para los levitas.
 Diezmo del 5to. año – Para los levitas.
 Diezmo del 6to. año – Para los levitas. En el año tercero
y sexto se debía compartir con los levitas, extranjeros,
viudas, huérfanos y peregrinos pobres en Israel.
7
Carlos del Valle. La Misná. Ediciones Sígueme. Salamanca, España.
2003. Pág. 165.
8
Carlos del Valle. La Misná. Ediciones Sígueme. Salamanca, España.
2003. (VIII-1). Pág. 43.
49
 Diezmo del 7mo. año9 – La tierra descansaba, por eso
se daba diezmo de las demás cosas, menos de la
siembra y la cosecha. Ese año el dueño comía de sus
viñas y olivares, pero debía dejar libre sus cultivos
para que comieran los pobres y los animales (Lv. 25:3-
6).
En toda la distribución de los diezmos son los levitas
separados para ministrar en el templo quienes reciben el
diezmo, pues Dios se los entregó por heredad perpetua a
causa de su servicio ministerial:
”Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los
diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por
cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de
reunión” (Nm. 18:21).

Capítulo – 5 –

EL DIEZMO EN LA MONARQUÍA ISRAELITA


____________________________________________________

I. BENDICIÓN O MALDICIÓN SON UNA ELECCIÓN

a. Los reyes de Israel y el diezmo

9
Este año era de remisión de deudas, porque nadie cultivaba. No se
podía sembrar, se comía de lo sembrado y había que compartirlo con
los pobres (Ex. 23:10:11). Carlos del Valle. La Misná. Ediciones
Sígueme. Salamanca, España. 2003. Pág. 105.

50
El pueblo de Israel pidió rey, como tenían las demás
naciones que les rodeaba (1 S. 8), despreciando el gobierno
teocrático que Dios había establecido. El profeta Samuel fue
el sacerdote y juez que gobernaba para ese tiempo.
Dios le advirtió al pueblo que el rey que habían pedido
les quitaría el diezmo de todos sus productos que debían
ofrecer a Dios y lo usaría conforme al deseo de su corazón:
“Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a
sus oficiales y sus siervos. Diezmará también vuestros
rebaños, y seréis sus siervos” (1 S. 8:15 y 17).
La práctica del diezmo continuó en Israel en tiempos de la
monarquía, pero cada rey hacía lo que le placía en su
gobierno y no conforme a la Ley de Dios.
La desobediencia continua del pueblo de Israel les
condujo al fracaso espiritual, político y económico. Pero,
cuando los reyes se volvían al cumplimiento de la Ley, era
primordial restaurar el culto a Dios, incluyendo el diezmo
de los levitas. Eso provocaba que la bendición económica
fuese restaurada en el pueblo de Dios.

b. Ezequías restauró el diezmo y Dios bendijo a Israel


Hubo tiempos de restauración en Israel en épocas de
profunda crisis y decadencia en su reino a causa del
abandono del Pacto. Pero, cuando el pueblo se volvía a
Dios y lo cumplían, eran restaurados y bendecidos.
El rey Ezequías (aprox. 700 a.C.) fue uno de los
restauradores del culto a Dios. La Biblia señala que no
había ocurrido un avivamiento tan grande en Israel, desde
los tiempos del rey Salomón, como el que emprendió

51
Ezequías, restaurando todo el culto a Dios. Parte de esa
restauración incluyó el diezmo:
“Trajeron también asimismo en abundancia los
diezmos de todas las cosas. También los hijos de Israel
y de Judá, que habitaban en las ciudades de Judá,
dieron del mismo modo los diezmos de las vacas y las
ovejas; y trajeron los diezmos de lo santificado, de las
cosas que habían prometido a Jehová su Dios, y los
depositaron en montones. Y preguntó Ezequías a los
sacerdotes y a los Levitas acerca de esos montones. Y el
sumo sacerdote Asarías, de la casa de Sadoc, le
contestó: Desde que comenzaron a traer las ofrendas a
la casa de Jehová, hemos comido y nos hemos saciado,
y nos ha sobrado mucho, porque Jehová ha bendecido a
su pueblo y ha quedado esta abundancia de
provisiones” (2 Cr. 31: 5b, 6, 9 y 10).
El pago del diezmo permitió la restauración del culto en
Israel en tiempos de Ezequías. El avivamiento no es una
emoción pasajera, conduce a un compromiso serio y al
cumplimiento de la Palabra de Dios.
La provisión de los levitas fue tan grande en tiempos de
Ezequías que las bendiciones sobreabundaban como declara
la promesa divina (Mal. 3:10).
El sacerdote Asarías explicó: “Desde que comenzaron a
traer las ofrendas (diezmos) a la casa de Jehová, hemos
comido y nos hemos saciado, y nos ha sobrado mucho,
porque Jehová ha bendecido a su pueblo y ha quedado esta
abundancia de provisiones”.
Las bendiciones económicas de los hijos de Dios no se
obtienen ni con ayuno y oración (que son efectivos para
obtener poder sobre Satanás y sus demonios, Mt. 17:21). En el
área económica se requiere obediencia al mandato divino
del diezmo revelado en la Biblia. Incluso cristianos muy
52
devotos pueden vivir económicamente fracasados, sino
son fieles a Dios con sus diezmos. Eso ocurrió en Israel.

c. Nehemías restauró el pago del diezmo


Después de la deportación a Babilonia (cerca del S. IV a.C.)
Nehemías incluyó dar el diezmo como parte de la
restauración del culto en Israel. El pueblo se comprometió
con Dios para cumplir con sus diezmos y ofrendas para el
sostenimiento de los levitas y restaurar el culto:
“Que traeríamos también las primicias de nuestras
masas, y nuestras ofrendas, y del fruto de todo árbol, y
del vino y del aceite, para los sacerdotes, a las cámaras
de la casa de nuestro Dios y el diezmo de nuestra tierra
para los levitas. Y que los levitas recibirán las décimas
de nuestras labores en todas las ciudades” (Nh. 10: 37).
Cuando el pueblo de Israel se volvía a Dios la parte central
era la adoración y la restauración del culto. Para eso era
necesario sustentar a los levitas que eran los encargados de
ministrar en el templo. El diezmo tiene la función de
sostener a los ministros que sirven en el altar para que el
reino de Dios se extienda en la tierra a través de personas
dedicadas enteramente al servicio divino.

d. Malaquías hizo un llamado a la fidelidad de Israel


En el libro de Malaquías Dios hizo uno de los llamados más
severos para que Israel se volviera a Él. Una de las cosas
que Dios les reclamó fue el descuido del diezmo para el
sustento de los levitas y permanencia del culto en Israel.
Dios les llamó ladrones a los que se robaron el diezmo y las
ofrendas que le pertenecen a Él:
“Desde los días de vuestros padres os habéis apartado
de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí y yo me
volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos.

53
Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el
hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmo
y ofrendas” (Mal. 3:7-8).
Desde la perspectiva bíblica y divina el diezmo no se le da
a Dios, le pertenece a Él. Él lo reclama como suyo, por eso
llama ladrones a los que le roban Su diezmo.
El diezmo era utilizado para el sustento de los levitas y
el incumplimiento les ponía en una situación de pobreza,
porque no poseían tierras para cultivar. La infidelidad
también ponía bajo maldición al pueblo por desobedecer el
mandato divino y rechazar su promesa de bendición:
“Malditos sois con maldición, porque vosotros, la
nación toda, me ha robado. Traed todos los diezmos al
alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en
esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las
ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros
bendición hasta que sobreabunde” (Mal. 3: 9-10).
Dios les exhortó a que trajeran sus diezmos y ofrendas al
templo, para que fuesen restaurados económicamente.
Esta vez les retó a que, si lo hacían, Él los bendeciría.
El Señor reclamó a Israel diciendo: “Traed todos los
diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa”.
El pueblo de Israel preguntó: ¿Cómo era posible que el
hombre le robara a Dios? Alguien puede preguntarse:
¿Para qué Dios necesita alimento en su casa? ¿Come Dios?
¡Claro que no! La Biblia señala que todo le pertenece a
Dios: ”Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío
es el mundo y su plenitud. ¿He de comer yo carne de toros,
o de beber sangre de machos cabríos? Sacrifica a Dios
alabanza, y paga tus votos al Altísimo; e invócame en el
día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás” (Sal.
50:12-15).
54
Los levitas, que habían sido separados por Dios para
ministrar en el templo tenían familias que mantener y no
poseían tierras para cultivar. Su herencia eran las ofrendas
y diezmos de Israel. Cuando el pueblo abandonaba la Ley,
los levitas sufrían hambre, pobreza o deambulaban como
forasteros (Jue. 17:7-13). Por eso Dios reclamó: “haya
alimento en mi casa”. El pueblo no solo pecaba contra
Dios, también los sacerdotes sufrían.
____________________________________________________
 “Desde la perspectiva bíblica y divina el diezmo no
se le da a Dios, le pertenece a Dios. Él lo reclama
como suyo, por eso llama ladrones a los que le roban
Su diezmo”.
____________________________________________________

55
Capítulo – 6 –

EL DIEZMO Y LAS OFENDAS EN LA GRACIA


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I. JESÚS APROBÓ EL DIEZMO

a. Jesús confirmó el pago del diezmo en la Gracia


56
Jesús dijo: “Hay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas porque diezmáis la menta y el eneldo y el
comino, y dejáis lo más importante de la Ley: la
justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer,
sin dejar de hacer aquello” (Mt. 23:23).
Jesús llamó hipócritas a los escribas y fariseos de su tiempo
porque procuraban justificarse cumpliendo parte de la Ley,
pero sin una conversión genuina en sus corazones. Eran
fieles con sus diezmos, ayunos y oraciones, pero no eran
verdaderos adoradores, eran injustos e ignoraban el amor
a Dios y al prójimo del que depende toda la Ley (Mt. 22:40).
Jesús confirma que el diezmo por sí mismo no hace
agradable al adorador ante Dios si no vive en santidad.
El Señor exhortó a los religiosos judíos a procurar una
justicia integral, esta incluía seguir diezmando: “esto era
necesario hacer (la fe, la justicia, la misericordia) sin dejar de
hacer aquello (diezmar)”.
Jesús quiso evitar ambigüedades que dieran paso a
malas interpretaciones de sus palabras, dejando clara su
posición con relación al diezmo en la era de la Iglesia, al
confirmar su cumplimiento. Él sabía que muchos de sus
seguidores podían usar ésta exhortación a la hipocresía de
los líderes judíos como una excusa para no diezmar e
incluso los líderes judíos podían acusarle de negar lo
escrito en la Ley con relación al diezmo. Jesús fue
cuidadoso al señalar que debían darle a Dios un verdadero
culto y no solo una parte. Él les exhortó a amar, a tener
misericordia con el prójimo y fe en Dios (Mt. 23:23), sin los
cuales el culto a Dios es vacío y estéril.
Jesús no rechazó el diezmo. Lo confirmó. El reprendió
la hipocresía de los religiosos porque no eran adoradores
fieles, solo cumplían partes del pacto. No obstante, les
animó a seguir diezmando: “esto era necesario hacer (la fe,

57
la justicia, la misericordia) sin dejar de hacer aquello
(diezmar)”.
____________________________________________________
 “Jesús no rechazó el diezmo. Él lo confirmó. Él
reprendió la hipocresía de los religiosos, pero a la vez
les animó a seguir diezmando”.
____________________________________________________

b. La justicia de los fariseos


En el Evangelio de Mateo hay una exhortación que Jesús
hizo a sus discípulos que tiene relación con los diezmos:
“Porque os digo que, si vuestra justicia no fuere mayor
que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino
de los cielos” (Mt. 5:20).
En este verso el Señor exhorta a sus discípulos a procurar
una justicia mayor a la de los escribas y fariseos. Estos
cumplían algunas demandas de la Ley, pero olvidaban la
verdadera justicia dirigida a amar a Dios y al prójimo.
En el siguiente verso se nota algunas de las cosas buenas
que practicaban los religiosos judíos del tiempo de Cristo:
“Ayuno dos veces a la semana. Doy diezmo de todo lo
que gano” (Lc. 18:12).
Los judíos del tiempo de Cristo eran muy fieles con sus
diezmos y ayunos. Lo malo es que lo hacían para ser vistos
por los demás. Jesús condenó su hipocresía (Mt. 6:16), pero
a la vez confirmó que sus discípulos debían ayunar y
diezmar (Mt. 6:17-18, 9:14-15, 23:23).
Jesús fue un maestro equilibrado en sus enseñanzas y
se cuidó de ser mal interpretado. Al condenar la hipocresía
de los líderes judíos en varias ocasiones, rescató lo bueno
de sus enseñanzas y dijo a sus discípulos que hicieran todo
lo que los líderes religiosos les enseñaban, pero que no

58
hicieran lo que ellos hacían, porque no practicaban lo que
enseñaban (Mt. 23:3).
En lo que atañe a los diezmos, Jesús condenó la
hipocresía de los líderes judíos. Ellos diezmaban hasta de
las hortalizas más insignificantes, pero se olvidaban de la
justicia, la misericordia y la fe que se relacionan con el amor a
Dios y al prójimo que es la esencia de la Ley, por eso les
llamó hipócritas (Mt. 23:23). Jesús condenó la hipocresía de
los líderes religiosos de su época, pero no sus diezmos. Él
confirmó el pago de los diezmos.

c. Jesús ordenó dar a Dios lo que le pertenece


Los líderes judíos se acercaron a Jesús para preguntarle si
era lícito pagar los impuestos al gobierno romano. Si Jesús
decía que no, los herodianos le acusarían de quebrantar la
Ley romana. Si decía que sí, los líderes religiosos le
acusarían de pervertir la Ley.
La respuesta de Jesús revela una verdad más
importante: “Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es
de César, y a Dios lo que es de Dios” (Lc. 20:25). Jesús
pidió que le trajeran una moneda que tenía la inscripción
del Cesar y respondió que debían darle al Cesar lo que era del
Cesar y a Dios lo que es de Dios.
Si la pregunta que le hicieron los líderes judíos fue con
relación al tributo a Cesar, no a Dios ¿Por qué Jesús pone
en paralelo lo que le pertenece a Cesar con lo que le
pertenece a Dios? Este verso revela que la pugna de los
judíos con relación al tributo a Cesar era que entraba en
contradicción con lo que los judíos daban para el templo
(diezmos y ofrendas ordenados en la Ley de Moisés) que para
los judíos solo le pertenecen a Dios y no al rey.
El tributo a Cesar tenía matices políticos y religiosos
para el pueblo judío, era visto como una sumisión a un

59
gobierno pagano idolatra que competía con lo que le
pertenece a Dios (tributo al templo, diezmo y ofrendas
ordenadas por Dios en la Ley). La respuesta de Jesús fue que
a pesar del disgusto y el rechazo que los judíos sintieran
hacia el gobierno romano debían pagar sus impuestos.
Pero, también debían ser fieles en darle a Dios lo que le
pertenece para mantener su bendición.
Aparentemente los judíos argüían que si daban el
tributo a Cesar esto substituía lo que le pertenecía Dios.
Jesús no podía referirse al tributo del templo, pues este no
era exigido por la Ley. Lo que la Ley exige son los diezmos
y ofrendas, eso es lo que le pertenece a Dios y lo que Cristo
enfatizó en este pasaje.
Jesús ordenó darle a Dios lo que le pertenece.
____________________________________________________
 “Jesús ordenó darle a Dios lo que le pertenece”.
____________________________________________________

II. DIEZMOS Y OFRENDAS EN EL NUEVO PACTO

a. El mandato de Jesús para los ministros del Evangelio


Pablo habló del mandato de Jesús con relación al
sostenimiento de los ministros del nuevo pacto, así como
los levitas se sostenían del altar del antiguo pacto por
orden divina. Hay una transición del ministerio sacerdotal
de la Ley, al de la Gracia (1 P. 2:9).
Los levitas tenían el mandamiento divino de recibir los
diezmos y las ofrendas del pueblo de Israel para su
60
sustento y servicio en el templo (Hb. 7:5). Jesús mandó
que, así como los sacerdotes levitas recibían los diezmos y
ofrendas, los ministros del Evangelio deben participar del
mismo derecho. Pablo confirma que este fue uno de los
mandamientos del Señor:
“¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas,
comen del templo, y que los que sirven al altar del altar
participan? Así también ordenó el Señor a los que
anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio” (1 Co.
9:13-14).
El apóstol Pablo puso en paralelo a los levitas consagrados
al servicio divino en el templo judío, con los ministros del
Evangelio. En referencia a los que predican el Evangelio, el
Señor dijo: “el obrero es digno de su salario” (Lc. 10:7).
____________________________________________________
 “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el
Evangelio, que vivan del Evangelio”.
____________________________________________________

Por tanto, los ministros del evangelio legítimamente


llamados por Dios al servicio ministerial deben participar
de los mismos derechos de los levitas de vivir de los
diezmos y las ofrendas. También, los ministros del
evangelio tienen el mismo deber de los levitas de
consagrarse al servicio divino y no enredarse en negocios o
afanes materiales. La Biblia dice:

Ninguno que milita se enreda en los negocios de la
vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado
(2 Ti. 2:4).

b. La ofrenda neotestamentaria

61
Los sacrificios y ofrendas en el culto del Antiguo
Testamento encerraban elementos simbólicos con relación
al sacrificio perfecto hecho por Cristo, como la ofrenda más
excelente y agradable delante de Dios (Hb. 10: 1, 11-14).
Implica que no hay ofrenda que pueda comprar o sustituir
los beneficios de la Gracia para la humanidad, ganados por
Cristo en la cruz. La Ley exigía algunas ofrendas
obligatorias por los pecados; pero en la Gracia Cristo hizo
una sola ofrenda por todos los pecados de la humanidad.
Durante tres fiestas anuales del pueblo de Israel se
pedía que nadie se presentara delante de Dios con las
manos vacías (Dt. 16:16). Obviamente, esto se hacía solo
tres veces al año, no todos los días.
En la Gracia, Jesucristo es la ofrenda perfecta que hace
agradable al cristiano ante Dios (Hb. 10:14). Las ofrendas
cristianas no guardan relación con la remisión de pecados
o la salvación, se dan en agradecimiento por las bondades
del Señor. No implica que el cristiano no deba ofrendar,
pues hay evidencia de ofrendas voluntarias en la era de la
Iglesia a fin de extender el reino de Dios en la tierra.
Las ofrendas cristianas son agradables a Dios si
proceden del corazón de un verdadero adorador. De otra
manera lo importante sería cambiar el corazón, no dejar de
ofrendar. Las ofrendas deben darse como se proponen en
el corazón (2 Co. 9:7). Ananías y Safira fueron muertos por
no dar una ofrenda como habían prometido a Dios (Hch.
5:1-11). La Biblia señala que es mejor no prometer algo a
Dios si no se va a cumplir (Ec. 5:5). Dios toma en serio
nuestras promesas, nunca las olvida. El cree en nosotros.

c. Ofrendas especiales
En la Biblia hay un gran despliegue de ejemplos de
ofrendas voluntarias, comenzando desde el justo Abel.
62
Cuando hay proyectos que son dirigidos por Dios el
pueblo debe contribuir voluntariamente con ofrendas.
Estas son oportunidades que Dios permite para que sus
hijos puedan participar de sus bendiciones. Dios no
necesita ayuda de nadie para realizar sus planes, solo
quiere involucrar a sus hijos para que le ofrezcan
voluntariamente de lo que reciben de su mano.
El adorador se beneficia espiritual y económicamente a
través del diezmo y las ofrendas. La Biblia señala que: “el
que siembra abundantemente, abundantemente cosechara”
y “Dios bendice al dador alegre” (2 Co. 9:6-7).
En una ocasión Dios le habló a Moisés que pidiera una
ofrenda voluntaria al pueblo para la construcción del
tabernáculo de Israel: “Jehová habló a Moisés, diciendo:
Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo
varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi
ofrenda” (Ex. 25:2). La respuesta del pueblo fue tan
generosa que Moisés impidió ofrendar mas a causa de la
abundancia (Ex. 36:2-7).
Ante la necesidad de restaurar el templo destruido de
Jerusalén, Nehemías propuso dar una ofrenda especial:
“nos impusimos además por ley, el cargo de contribuir
cada año con la tercera parte de un siclo para la obra de la
casa de nuestro Dios” (Nh. 10:32).
En la Iglesia primitiva se recogían ofrendas para el uso
ministerial (Ro. 15:26; 1 Co. 16:1). Hubo quienes ofrecieran
voluntariamente el precio total de algunos de sus bienes
para el servicio de la Iglesia (Hch. 4:32-37). Dios está
involucrado en las ofrendas de sus hijos, la Biblia señala
que cada uno debe ofrendar según proponga en su corazón
(2 Co. 9:7), y Dios produce el querer y el hacer, por su
buena voluntad en el corazón del cristiano fiel para
ofrendar para su reino (Fil. 2:13).

63
Capítulo – 7 –

EL DIEZMO Y LA SALVACIÓN
____________________________________________________

I. TODA DESOBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS


ES PECADO
64
a. ¿Es pecado no diezmar?
Una de las preguntas más importantes acerca del diezmo
es su relación con la salvación. ¿Se puede perder
eternamente un cristiano por no diezmar? Es claro que
nadie se salva solo por diezmar, pero la Biblia señala que
saber lo bueno y no hacerlo es contado como pecado (Stg.
4:17; Lc. 12:47; Jn. 9:41). El pecado es simplemente
desobedecer la Palabra de Dios.
El diezmo es un mandato divino que está vigente en la
era de la Iglesia y es esencial para desarrollar el culto a
Dios. No diezmar es una desobediencia a la Palabra de
Dios que se constituye en un pecado.
Un cristiano puede decidir no diezmar como parte de
su vida de adorador, pero sufrirá las consecuencias de su
desobediencia en su vida presente, repercusiones directas
en su relación con Dios y lo más fatal, afectará el destino
eterno de su alma por resistir la palabra de Dios, pues
tendrá que dar cuenta de la mayordomía de sus bienes.
Si un cristiano no diezma, ni Dios, ni la Iglesia pierden
tanto, como perderá el mismo. La Biblia señala que:
“Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”
(Stg. 4: 17).
La Biblia como la palabra infalible de Dios rige la fe
cristiana. Oponerse conscientemente a la práctica del
diezmo revelado en la Biblia es resistir a Dios y la
desobediencia a la palabra de Dios es pecado (Ro. 5:19; Hb.
2:2), y el pecado tiene consecuencias inmediatas y eternas
en quien lo practica (Ro. 6:23).
El problema no es el diezmo en sí mismo, sino la
desobediencia y la oposición a la Biblia. ¿Cómo alguien
puede proclamar que cree en Dios, sino cree a sus
promesas de bendición? Él dijo:

65
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en
mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde” (Mal. 3:10).
La Biblia señala que aún los demonios creen y tiemblan
ante Dios, pero no le obedecen (Stg. 2:19). No basta creer
en Dios, hay que obedecerle. La fe deviene en obediencia.
La voluntad divina es que sus hijos sean prosperados y
bendecidos en todo, pero la fe debe ir acompañada de
obediencia a la palabra de Dios para que rinda frutos.

b. El robo es un pecado de condenación eterna


En el Nuevo Pacto, Jesús confirmó el pago de los diezmos,
según el sacerdocio eterno de Melquisedec, de quien
Abraham fue el primer diezmador, bajo la fe, no bajo la
Ley. Eso implica que el diezmo sigue vigente como un
mandato divino bajo el pacto de la Gracia (Fe).
Nadie le regala o paga los diezmos a Dios. Él como
dueño absoluto de toda la creación, quien con su poder
hace que todo exista y se reproduzca, reclama el diezmo de
todo, porque le pertenece. Al pueblo de Israel Dios les
llamó ladrones cuando le robaron sus diezmos:
“Malditos sois con maldición, porque vosotros, la
nación toda, me habéis robado” (Mal. 3:9).
Si la vigencia del diezmo está demostrada en las Escrituras
del Nuevo Testamento y en las enseñanzas de Jesús,
¿Cómo se le llamará hoy día al incumplimiento del pago
de los diezmos? Definitivamente, sigue siendo un robo, un
pecado de condenación eterna y la Biblia señala que los
ladrones no heredarán el reino de Dios (1 Co. 6:10).
Los cristianos deben entender lo grave que es la
desobediencia a la palabra de Dios, pues Cristo mismo dijo
66
que por ella serían juzgados los seres humanos en su
segunda venida (Jn. 12:48). Eso no implica que si alguien ha
fallado con sus diezmos ha perdido su alma, porque
mientras hay vida existe oportunidad de arrepentimiento
(Ec. 9:4). Pero, quien practica el pecado consciente y
deliberadamente10, sin arrepentirse, peca (1 Jn. 3:8), y la
paga del pecado es muerte (Ro. 6:23).
__________________________________________________
 “No implica que si alguien ha fallado con sus
diezmos ha perdido su alma, porque mientras hay
vida existe oportunidad de arrepentirse (Ec. 9:4). Pero,
quien practica el pecado consciente y
deliberadamente, sin arrepentirse, peca (1 Jn. 3:8), y la
paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23).
____________________________________________________

c. No diezmar es robarle a Dios


Parece sencilla la afirmación de que el diezmo le pertenece
al Señor, pero si usted cree en el señorío de Dios sobre su
vida debe entender que este es un mandato divino por
medio del que Dios le quiere bendecir, si le obedece. Pero,
rechazar la voluntad divina revelada en la Biblia tiene
implicaciones eternas en la vida del cristiano. Cuando se
toma algo que pertenece a otra persona se llama robo y eso
es condenado en la Biblia (Lv. 19: 11-13; 1 Co. 5:11). El
diezmo es de Dios y retenerlo es un pecado de robo.
El Señor prohíbe robar y retenerle el sueldo al prójimo:

10
La práctica del pecado se refiere a quienes lo practican
consciente y deliberadamente, sin arrepentirse. Eso no implica que el
cristiano este exento de pecar. Dios perdona a los que sinceramente
se arrepienten y se apartan del pecado (1 Jn. 2:1; Pr. 28:13).
67
“No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás
el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana” (Lv.
19: 13).
Cuando los hijos de Dios resisten obedecer con relación al
diezmo incurren en varios pecados. Desobedecen la Biblia
y le roban a Dios. Después, le retienen el sustento al
prójimo, porque Dios ordenó que los ministros que
predican el Evangelio, vivan del Evangelio (1 Co. 9: 13-14).
Robarle el diezmo a Dios es un pecado de condenación
eterna, aunque usted sea cristiano, pues el mandato divino
es para los hijos de Dios, no para los pecadores.
Si usted es un hijo de Dios obedezca a su Padre
celestial, antes que sea demasiado tarde y la muerte le
sorprenda. Después de morir no hay mas oportunidad de
arrepentirse (Hb. 9:27). Sea fiel a Dios con sus diezmos,
arregle sus cuentas con su Creador mientras viva.
Recuerde que Dios bendice al dador alegre (2 Co. 9:7).
__________________________________________________
 “No es el dinero en sí mismo lo que a Dios le interesa
ni el punto de condenación; sino la desobediencia a
la Palabra de Dios. No diezmar, siendo consciente del
mandato divino, es robarle a Dios y los ladrones no
entran al cielo, salvo que se arrepientan a tiempo”.

 “Robarle el diezmo a Dios es un pecado de


condenación eterna, aunque usted sea un cristiano,
pues el mandato divino es para los hijos de Dios, no
para los pecadores”.
__________________________________________________

d. La Palabra de Dios tiene poder para salvar o condenar

68
Nadie puede condenar a otro ser humano, el juicio le
pertenece solo al Señor; pero ese juicio estará basado en la
bendita Palabra revelada de Dios (Biblia). Jesús dijo:
“El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene
quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le
juzgará en el día postrero (Jn. 12:48).
Toda desobediencia a la palabra de Dios tiene
consecuencias y ella tiene poder de sí misma para juzgar.
La palabra de Dios tiene poder para salvar o condenar.
Cuando Dios puso la primera pareja en el paraíso les
dio un mandato de no comer del fruto prohibido. De
acuerdo al texto sagrado, la voz de Dios apareció en el
huerto después de la desobediencia (Gn. 3:8). Implica que
Dios no estaba como un capataz en el huerto.
Dios le dio libertad de decidir a sus criaturas; pero, lo
que conectaba a Dios con sus hijos era la Palabra que les
había dado. Lo mismo sucede hoy, a Dios nadie le ha visto;
pero su Palabra revelada nos conecta con Él.
No se debe profesar amar a Dios sin obedecer la Biblia.
Hay millones de personas en el mundo que afirman amar a
Dios, sectas y religiones que reclaman servir a Dios, pero
nadie puede gozar de comunión con Dios o afirmar que
ama al Dios de la Biblia, si no obedece la Biblia.
La obediencia agrada más a Dios que todos los sacrificios y
obras que se puedan hacer (1 S. 15:22-23). Jesús dijo que la
Palabra será el juez de la humanidad el día del juicio final:
“Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le
juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a
salvar al mundo. El que me rechaza, y no recibe mis
palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he
hablado, ella le juzgará en el día postrero. Porque yo no
he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me

69
envió, Él me dio mandamiento de lo que he de decir, y
de lo que he de hablar” (Jn. 12:47-49).
Jesús regresará a pagar a cada uno según sus obras (Ap.
22:12), en un juicio basado en la Biblia. Las palabras de
Jesús (sus enseñanzas escritas en la Biblia) serán el juez de
cada ser humano en su retorno a la tierra en el día postrero.
Pablo advierte:
“El cual (Jesús) pagará a cada uno conforme a sus obras:
vida eterna a los que, perseverando en bien hacer,
buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a
los que son contenciosos y no obedecen a la verdad,
sino que obedecen a la injusticia” (Ro. 2:6-8).
Jesús confirmó el pago de los diezmos. Sus palabras
tendrán consecuencias eternas en quien las oye y lee (Hb.
12:22-29). Vida eterna a los obedientes y condenación eterna a
los desobedientes (Ro. 2:6-8).

Capítulo – 8 –

EL DIEZMO Y LA FE
____________________________________________________

I. EL DIEZMO ES UNA PROMESA DIVINA QUE SE


ALCANZA POR MEDIO DE LA FE Y LA OBEDIENCIA

70
a. El diezmo es un acto de fe en la Palabra de Dios
La Biblia señala que sin fe no se puede agradar a Dios.
Toda persona que se acerca a Dios en un acto de adoración
debe estar convencida de la existencia de Dios:
”Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y
que es galardonador de los que le buscan” (Hb. 11:6).
La fe hizo agradable a Abel y su ofrenda delante de Dios:
”Por la Fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio
que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era
justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y
muerto, aún habla por ella” (Hb. 11: 4).
Si no tiene fe, pídale a Dios y Él le dará abundantemente.
El diezmo se debe dar en un acto de fe en la Palabra de
Dios. No es un intercambio o un banco donde se cobran
réditos por depósito. Tampoco se debe dar pensando que
es una ayuda para Dios, al pastor o a la Iglesia. Aunque
tiene el fin de extender el reino de Dios en la tierra y
proveer sustento económico para los verdaderos ministros
que sirven al Señor, el diezmo le pertenece a Dios y se debe
dar como un acto consciente de obediencia al mandato
divino con promesa de bendición revelado en la Biblia.
Si se ha creído en Dios para salvación por medio de su
Palabra escrita (Biblia) ¿Por qué no creer lo que la Biblia
enseña con relación al diezmo? Dios salva y se cree en Él a
través de su Palabra, con esa misma fe se debe obedecer
todo lo que Dios ordena en la Biblia. Si alguien dice creerle
a Dios y no diezma, ¿Dónde está la fe que deviene en
obediencia a Dios y a su Palabra? Si no se confirma lo que
la Biblia enseña, se niega la fe que profesa el adorador.

b. El diezmo no puede ser decidido por la conciencia

71
El corazón del ser humano es perverso (Jr. 17:9). La fe
cristiana se rige por la Biblia, no por la opinión o el
sentimiento personal. Un mandato divino no puede ser
decidido por la conciencia humana.
Existen cristianos que se creen muy espirituales, como
los Corintios, que no querían aceptar las palabras del
Apóstol Pablo (1 Co. 14:37). Habrá también hoy día
quienes pedirán al Espíritu lo que deben hacer con relación
al diezmo, sin tomar en cuenta la Palabra de Dios. Se debe
recordar que el Espíritu Santo jamás contradice la Biblia.
No se puede tentar a Dios escuchando voces que sean
contrarias a lo escrito en la Biblia. Cuando la Biblia señala
que el Espíritu guiará al cristiano a toda verdad (Jn. 16:13),
se refiere a quienes obedecen su Palabra. No se puede
tentar al Espíritu Santo preguntándole algo que ya está
escrito y evidenciado en la Biblia.
Si alguno busca que Dios le apruebe su desobediencia
lo que encontrará será confusión. Buscar confirmación del
Espíritu Santo para diezmar solo demostrará el grado de
incredulidad y dureza de corazón para no creer lo que está
escrito en la Biblia. En todo caso, si un cristiano le
pregunta al Espíritu Santo si debe diezmar, la respuesta
que le dará es que obedezca lo que Él inspiró en la Biblia.
La respuesta del Espíritu Santo siempre estará de acuerdo
con la Biblia, nunca se contradicen. Cuando esto parezca
ser así, no hay dudas que el intérprete está errado.
Cada ser humano determina el valor que le da a la
Biblia y puede decidir libremente obedecer o no, pero sin
duda, de ella dará cuenta un día ante de Dios.
 “Si un cristiano le pregunta al Espíritu Santo si debe
diezmar, la respuesta que le dará es que obedezca lo
que Él inspiró en la Biblia”.

72
c. La autoridad de la Palabra viva de Dios
El descuido y la falta de atención a las Escrituras pueden
determinar el éxito o fracaso del cristiano. Saúl fue el
primer rey elegido por Dios para gobernar Israel, pero fue
desechado a causa de su desobediencia y falta de atención
a la palabra de Dios. Su pecado de rebelión contra la
palabra de Dios es comparado con la adivinación, y su
obstinación como pecado de idolatría (1 S. 15:22-23). Su
ejemplo debe servir de advertencia a quienes subestiman
la voluntad de Dios revelada en la santa Biblia.
Prestar atención y obedecer la Biblia es más importante
que todo sacrificio que se haga para agradar a Dios.
Ningún acto de bondad o esfuerzo humano substituye el
valor de la obediencia a la palabra de Dios. Actos bien
intencionados sin obediencia pueden ser desagradables a
Dios y considerados como fuego extraño en su presencia.
Tal es el caso de Nadab y Abiu, hijos de Aarón, quienes
ofrecieron sacrificios que Dios nunca les mandó,
usurpando la autoridad de su padre. Hasta pudo ser un
acto bien intencionado, pero contrario a lo que Dios había
ordenado en su palabra con relación a la exclusividad del
sumo sacerdote para hacer estos sacrificios sagrados.
Aunque eran sacerdotes, murieron siendo consumidos por
el fuego de Dios a causa de su soberbia (Lv. 10:1-2).
El siguiente diagrama ilustra la autoridad de la Biblia
por encima de lo que individualmente un cristiano piense
o crea de sí mismo.
LA CONCIENCIA LO QUE SE LA BIBLIA
CREE
La conciencia Lo que el La Biblia es la
humana puede cristiano cree, de regla de fe que
errar, por eso se sí mismo, no tiene autoridad
habla de una determina una para regir la vida

73
conciencia errónea, postura bíblica. y conducta
la que confunde el La opinión cristiana. Tiene el
bien con el mal o personal no tiene poder de salvar o
viceversa. la autoridad de condenar (Jn. 12
una verdad 48).
bíblica.
La conciencia Una “revelación” No se debe usar
humana no puede humana o la Biblia como
dictar una verdad espiritual no excusa para
divina o regir la fe puede justificar una
cristiana. El contradecir la creencia
corazón del ser revelación divina personal. La
humano es (la Biblia). Biblia revela la
engañoso (Jr. 17:9). voluntad de Dios
a la humanidad.
El ser humano No basta con La Biblia debe
debe tener creer en Dios, interpretar la
conciencia del hay que creer y Biblia. El
valor inalterable de obedecer la Biblia intérprete se
la Biblia. que revela la remite a la Biblia
voluntad divina. para estudiarla.

Capítulo – 9 –

DIOS ES DUEÑO DE TODA RIQUEZA


________________________________________________

I. DIOS DEMANDA UNA ENTREGA TOTAL

a. Todas las cosas proceden de Dios

74
Dios quiere que sus hijos le reconozcan en todos sus
caminos y que dependan totalmente de Él 11. Dios, como
suplidor de todas las cosas, quiere evitar que sus hijos
confíen en lo que poseen. Existe el peligro de olvidar a
Dios cuando económicamente se posee todo. Un sabio dijo:
“No me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan
necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga:
¿Quién es Jehová?” (Pr. 30:8b, 9a).
Dios quiere cuidar el corazón de sus hijos para que gocen
siempre de comunión con Él. Una de las formas es dándole
voluntariamente el primer lugar en todas las áreas de la
vida, incluyendo lo económico. Dios ha establecido el
diezmo a fin de reconocerle como el suplidor material.
Dios comparte su bondad aun con los malos, la Biblia
señala que toda la creación espera su alimento de su mano:
‘’Todos ellos esperan en ti, para que les des su comida a
su tiempo. Les das, recogen; abres tu mano, se sacian de
bien. Los ojos de todos esperan en ti y tú les das su
comida a su tiempo. Abres tu mano y colmas de
bendición a todo ser viviente” (Sal. 104: 27-28, 145:15-16).
Todo lo que el ser humano recibe procede directamente de
la mano de Dios. Él sustenta a toda su creación con su
poder, aunque no se le reconozca. Jesús enseñó que el
Padre eterno, creador de todas las cosas visibles e invisibles,
comparte las bendiciones de su mano con toda su creación:

11
La Biblia muestra que la voluntad divina es que sus hijos dependan
enteramente de Él y confíen en sus promesas de provisión. En el
Antiguo Testamento, Dios le ordenó a Israel que no guardaran del
Maná para el siguiente día, ellos debían esperar el alimento de su
mano diariamente (Ex. 16:4). En la oración modelo, Jesús ensenó a sus
discípulos a depender diariamente de Dios, señalando: “El pan
nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11).
75
“Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los
cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y
que hace llover sobre justos e injustos” (Mt. 5: 45).
Dios está comprometido en su Palabra a bendecir a los que
obedecen, pero su bondad va más allá, Él hace salir el sol y
derrama lluvia sobre buenos y malos. Si Dios es grande en
misericordia, aun con los desobedientes, como no
bendecirá hasta que sobre y abunde a los que obedecen
fielmente su Palabra. Él dice:
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en
mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde” (Mal. 3:10).

b. Dios es dueño del oro y la plata


Dios es el dueño absoluto de todas las cosas. No obstante,
Él les brinda la oportunidad a sus hijos para que se
involucren voluntariamente en sus proyectos a fin de que
participen de sus bendiciones.
En los Salmos se encuentra todo un despliegue de esta
grandeza de Dios como supremo creador de todas las
cosas. En cierta ocasión el salmista expresó de Dios:
“Si Yo tuviese hambre, ¿te pediría a ti?; porque mío es
el mundo y su plenitud” (Sal. 50:12).
Dios no necesita nada del ser humano, solo quiere
bendecir a sus hijos que crean las promesas de su Palabra.
Dios declara que Él es el dueño de toda riqueza:
“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los
ejércitos” (Hg. 2:8).
Quizá estos minerales preciosos eran los de más valía en
su época, pero lo que Dios quiere declarar es que, Él es

76
dueño de toda riqueza presente y futura. Este verso invita
a creer y pedirle a Dios, como dueño absoluto de todo.
El Rey David ofrecía de lo mejor que tenía para Dios y
aún con toda su riqueza exclamó:
“Las riquezas y la gloria proceden de ti y tu dominas
sobre todo. Pues todo es tuyo y de lo recibido de tu
mano te damos” (1 Cr. 29: 12a, 14b).
David, siendo rey, reconoció que el ser humano no puede
darle nada a Dios de sí mismo, solo puede ofrendar de lo
que previamente ha recibido de Él:
“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que
pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes?
Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te
damos” (1 Cr. 29:14).

c. Dios hace partícipes a sus hijos de sus bendiciones


Si Dios es dueño de todas las cosas ¿por qué demanda el
diezmo de sus hijos? No es porque necesite ayuda. Él
quiere que sus hijos se involucren en la obra de su reino y
participen de sus bendiciones presentes y eternas a través
de la fe en su Palabra. Pablo compartió con los Filipenses el
propósito divino de hacer partícipes a sus hijos en su obra:
“No es que busque dadivas, sino que busco fruto que
abunde en vuestra cuenta” (Fil 4:17).
Pablo anhelaba que los cristianos aportaran a la obra de
Dios, con la esperanza de que estos recibirían bendiciones
presentes y eternas, conforme a las promesas divinas. Pero
la Biblia señala que “sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hb.
11:6).
Dios anhela que sus hijos le reconozcan voluntariamente
en todos sus caminos y le den el primer lugar en todo. La

77
Biblia señala que tener a Dios en primer lugar es el primer
mandamiento. Es la exigencia mayor de Dios:
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus
fuerzas. Este es el principal mandamiento” (Mr. 12:30).
Como acto de adoración, el mandato del diezmo se
constituye en una acción de fe y obediencia por el cual el ser
humano voluntariamente decide poner en primer lugar a
Dios y depender absolutamente de Él para sus necesidades
diarias, participando de las bendiciones prometidas a los
fieles.
El diezmo es un acto de adoración en el que se le rinde
el primer lugar a Dios. Al separar el diezmo como la
primera parte de nuestras ganancias para ofrecerlo a Dios,
estamos dándole el primer lugar a Dios y esa es la meta
que persigue todo adorador, tener a Dios en el primer
lugar. El diezmo no es un acto puramente económico,
encierra un acto de adoración a Dios en los que son fieles y
aman a Dios con pureza de corazón.
____________________________________________________
 ”Como un acto de adoración, el mandato del diezmo
se constituye en una acción de fe y obediencia por
medio del cual el ser humano voluntariamente decide
poner en primer lugar a Dios y depender
absolutamente de Él para sus necesidades diarias,
participando de las bendiciones prometidas a los
fieles”.
d. Más que el diezmo
La Iglesia primitiva no solamente daba su diezmo, sino
que vendían propiedades y las ofrendaban a Dios para
compartir con los hermanos más necesitados. Ellos se
desbordaban en amor, dando grandes ofrendas para la
obra del Señor:
78
“Así que no había entre ellos ningún necesitado;
porque todos los que poseían heredades o casas,
vendían y traían el precio de los vendido, y lo ponían a
los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según
su necesidad” (Hch. 4: 34-35).
Las iglesias gentiles de Macedonia, Acaya y Galacia entre
otras, recogían ofrendas voluntarias para enviársela a los
hermanos más pobres de Jerusalén (Ro. 15:26; 1 Co. 16: 1-4;
1 Co. capítulos 8 y 9). Semanalmente, los hermanos
guardaban cierta cantidad para ofrendarlas en ayudas.
Es obvio que el hijo de Dios debe ser sabio para dar,
mas en un mundo lleno de egoísmo y falta de amor como
el que se vive en la actualidad, pues aquella Iglesia era de
un solo sentir, todo era de todos (v.32), mas ahora no todos
viven para los demás. Pero esto no menoscaba la realidad
de que Dios bendice abundantemente, a los que siembran
abundantemente en su obra (2 Co. 9:6). Dios no se queda con
nada de lo que damos para su obra. La Biblia señala:
“A Jehová presta el que da al pobre, y el bien que ha
hecho, se lo volverá a pagar” (Pr. 19:17).
Si bien, el hijo de Dios ofrenda por amor, Dios recompensa
a quien lo hace con alegría, y no por obligación:
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con
tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador
alegre (2 Co. 9:7).
Toda ofrenda dedicada a la ayuda de los santos, por
pequeña que sea, recibirá su recompensa:
“Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi
nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no
perderá su recompensa” (Mr. 9:41).
Habrá recompensa eterna de Dios para todos sus hijos que
ayudan a los santos en la tierra:

79
“Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid,
benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para
vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve
hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve
desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en
la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le
responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de
beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o
desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo,
o en la cárcel, y vinimos a ti? Y respondiendo el Rey,
les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a
uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo
hicisteis” (Mt. 25:34-40).

II. EL DIEZMO ES UNA PROMESA DE BENDICION


DIVINA

a. La bendición prometida a los que diezman

80
Dios estableció el diezmo como el camino a la bendición
económica de sus hijos. Dios prometió bendecir la labor de
las manos de los fieles:
”Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus
productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades.
Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad
contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que
hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados;
para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que
tus manos hicieren’’ (Dt. 14:28-29).
El diezmo como un acto de adoración cultiva el vínculo de
comunión intima entre Dios y sus hijos. Dios bendice a los
obedientes:
“Indefectiblemente diezmarás todo el producto del
grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás
delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere
para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu
vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de
tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu
Dios todos los días’’ (Dt. 14:22-23).
La expresión divina: ‘’para que aprendas a temer a Jehová
tu Dios todos los días’’, implica que a través del diezmo el
ser humano cultiva un temor reverente a Dios que le
conduce a no olvidar que Dios es el suplidor de todas las
necesidades humanas, incluyendo las económicas. Eso
cultiva la comunión y la dependencia total de su Creador.

b. Dios anhela suplir todas las necesidades de sus hijos


A Dios le agrada ser el suplidor de todas las necesidades
de sus hijos obedientes (espirituales y materiales), por eso
quiere que le pidan:

81
”Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que
busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre
hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una
piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
que está en los cielos dará buenas cosas a los que le
pidan? (Mt. 7:7-11).
En la oración del “Padre Nuestro” Jesús enseñó a sus hijos a
pedir el alimento diario como un vínculo de dependencia
absoluta de Dios para cada día:
”El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11).
A través del diezmo se aprende a mantener dependencia
de Dios, pues la autosuficiencia termina alejando al ser
humano de su Creador.
El diezmo como un acto de adoración cultiva un temor
reverente al Señor que deviene en comunión y bendición a
sus hijos al mantenerles en constante dependencia de su
Creador. A Dios le agrada gozar de comunión íntima con
sus hijos (Sal. 25:14). El diezmo es un acto sagrado de
adoración que bendice espiritual y materialmente.

c. Las bendiciones divinas están sujetas a la obediencia


Dios no bendice, ni maldice a nadie de su propia voluntad.
La Biblia señala que todo lo que el ser humano siembra eso
mismo cosecha (Gá. 6:7). Dios respeta el libre albedrio, aun
de sus hijos, dándoles oportunidad de elegir entre la
bendición y la maldición:
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra
vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte,
la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para
que vivas tú y tu descendencia” (Dt. 30:19).
82
A los judíos les había alcanzado la maldición divina a
causa de su desobediencia a la palabra de Dios. Dios les
reveló que el robo del diezmo era la causa de su miseria:
“Malditos sois con maldición, porque vosotros, la
nación toda, me ha robado” (Mal. 3: 9).
Pero Dios es grande en misericordia y siempre da
oportunidad a sus hijos de arrepentirse y obedecer. Él les
retó diciendo: “probadme”, para que comprobaran la
veracidad de sus promesas:
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en
mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde” (Mal. 3: 9-10).
Dios les había advertido que si desobedecían a su Palabra
“el cielo seria como hierro y la tierra como bronce” (Lv.
26:19). Pero Dios prometió por medio de Malaquías que si
obedecían su palabra les restauraría la bendición:
“Reprenderé también por vosotros al devorador, y no
os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el
campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas
las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis
tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” (Mal. 3:11-
12).
Dios se compromete con los fieles con sus diezmos y
ofrendas a reprender al devorador de las bendiciones
económicas. El hijo de Dios debe reprender a Satanás en
cualquier asunto, pero a los fieles con sus diezmos y
ofrendas, Dios les promete que Él mismo reprenderá al
destructor para que no les robe su bendición económica.
Los fieles con sus diezmos y ofrendas no tienen que
reprender “demonios de pobreza”, en este aspecto de

83
bendición económica, pues están bajo la promesa de
bendición y Dios los protege.
No hay oración que reprenda al devorador cuando
alguien es infiel con los diezmos a Dios. Hay que dar a
Dios lo que le pertenece y Él se compromete
personalmente a reprender al devorador para que no
estorbe la bendición, derramando bendiciones hasta que
sobre y abunden.
En el caso del justo Job, Satanás arguyó que no podía
tocarle porque Dios había creado un cerco a su alrededor y
todo lo que sus manos emprendían prosperaba (Job 1:10).
La provisión económica de los hijos de Dios no
depende solo de la oración o el reclamo de sus promesas
escritas. Es preciso obedecer a Dios y ser fiel con los
diezmos.
Si hay fidelidad a Dios con los diezmos, nadie podrá
estorbar la bendición de sus hijos. Aún los no convertidos
a Cristo tendrán que reconocer y confesar que Dios
bendice a sus hijos, como señala Malaquías: “las naciones
os dirán bienaventurados”.
Dios no retracta su palabra (1 S. 15:29) y él ha
prometido bendecir a sus hijos fieles con los diezmos. Pero,
aun siendo fieles, Dios puede probarles por un tiempo (Jn.
16:33). En el caso de Job, Dios le dio permiso a Satanás de
probarle (Job 1:12).
El salmista expresa:
“Jehová prueba al justo” (Sal. 11:5).
Satanás de sí mismo no puede estorbar las bendiciones de
los hijos fieles, solamente con el permiso de Dios, cuando
el Señor por un tiempo quiera enseñarnos alguna lección
que nos hará crecer en la vida cristiana.
__________________________________________________

84
 “El hijo de Dios debe reprender a Satanás en
cualquier asunto, pero a los fieles con sus diezmos y
ofrendas, Dios les promete que Él reprenderá al
destructor para que no les robe su bendición
económica”.

 “Los fieles con sus diezmos y ofrendas no tienen que


reprender “demonios de pobreza”, en este aspecto de
bendición económica, pues están bajo la promesa de
bendición y Dios los protege”.
__________________________________________________

d. Las bendiciones divinas se obtienen por medio de la fe


A Dios le agrada que sus hijos se acerquen a Él por medio
de la fe. La fe de sus hijos agrada a Dios (Hb. 11:6).
Jesús hizo grandes maravillas en su ministerio. Sus
discípulos fueron tan impactados que le pidieron que
aumentara su fe (Lc. 17:5-6). Jesús les dijo que si tenían fe
en su Palabra nada les sería imposible.
El diezmo es una promesa de bendición que se alcanza
por medio de la fe y la obediencia. La bondad divina y el
deseo de su corazón es que sus hijos crean a su Palabra,
para que participen de sus bendiciones.
El diezmo no se debe dar por obligación o
compromiso, sin fe es imposible agradar a Dios.
Para motivar al pueblo de Israel y convencerles de la
veracidad de sus promesas de bendición, Dios les retó a
que probaran la fidelidad de su Palabra:
“Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en
mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y
derramaré sobre vosotros bendición hasta que
sobreabunde” (Mal. 3: 9-10).

85
El pueblo de Israel conocía la Palabra de Dios y en esta
ocasión Dios se las recuerda a fin de que fuesen
restaurados. Dios les crea consciencia acerca de que sus
calamidades eran causadas por su desobediencia y les reta
a obedecer su Palabra para restaurar su bendición:
“Reprenderé también por vosotros al devorador, y no
os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el
campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas
las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis
tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos” (Mal. 3:11-
12).
Todas las promesas divinas se obtienen por medio de la fe
en su Palabra. Dios es bueno y quiere aumentar le fe de sus
hijos, si se lo permiten, aunque algunas veces sea a través
de la prueba (Stg. 1:2-3).
__________________________________________________
 “El diezmo es un mandato divino para sus hijos que
incluye una promesa de bendición que se alcanza por
medio de la fe. La bondad divina y el deseo de su
corazón es que sus hijos crean a su Palabra para que
participen de sus bendiciones”.
__________________________________________________

Capítulo – 10

86
LA VERDADERA PROSPERIDAD
____________________________________________________

Para beneficio de los lectores compartiré el siguiente tema


que fue desarrollado en el libro “No Hay Maldiciones
para los Cristianos”, de mi autoría, y que ha sido
ligeramente modificado para adaptarlo a este libro.

I. LA LIBERACIÓN FINANCIERA

a. La ruta hacia la bendición económica


La consagración de los diezmos es parte de la obediencia
total que el cristiano le debe a la Palabra de Dios. Pero, se
debe consagrar la vida entera para ser agradable a Dios.
Existe el peligro de desvirtuar la fe cristiana al
convertir lo económico en un tipo de indulgencia o
símbolo de falsa prosperidad basada solo en la riqueza
material, pero desprovista de una vida de verdadera
santidad exigida por el Señor (Hb. 12:14).
En un mundo materialista como el presente, suena
maravillosa la fantástica idea de que con una oración,
acompañada de una buena ofrenda, todas las deudas y
problemas económicos desaparecerán por completo.
En cambio, desde la perspectiva divina, si existe un
camino bíblico hacia la bendición financiera que es real, a
través de la fidelidad a Dios.
La bendición económica no se obtiene simplemente
haciendo una oración acompañada de una ofrenda
“memorial”. Primero hay que ser fiel con los diezmos al
Señor.
Existe el peligro de enseñar una prosperidad falsa, que
procure solamente enriquecer económicamente a los

87
cristianos. Esto se contrapone a los valores bíblicos,
centrando primero el interés en el bienestar económico y
dejando de lado la calidad de la vida espiritual del
adorador que es lo más importante para Dios. Esa falsa
prosperidad, no es bíblica.
Dios está verdaderamente interesado en la condición
espiritual y la eternidad del alma del ser humano, más que
en su dinero (Mi. 6:6-8). El diezmo debe ser un acto de fe
de un verdadero adorador.

b. La ley de la siembra y la cosecha


La Biblia señala que la fidelidad a Dios es la clave para
alcanzar la bendición económica (Mal. 3:10).
El siguiente paso a la bendición es la paciencia:
”El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar
primero (2 Ti. 2:6).
La ley de la siembra y la cosecha es un principio del
reino de Dios. En toda siembra existe un tiempo de espera
para obtener resultados. El Señor ha prometido suplir las
necesidades de sus hijos y manda que no se afanen:
”Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué
habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro
cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el
alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las
aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen
en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros mucho más que ellas? No os afanéis,
pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o
qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas. Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas

88
estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:25-26, 31-33). Vide.,
Fil. 4:19.
El Señor advierte el peligro de caer en afán y ansiedad
por lo económico que conduzcan a la desesperación. La fe
cristiana no es una lotería; es convicción en la palabra de
Dios. El método bíblico para alcanzar las promesas de Dios
incluye fidelidad y paciencia. El hijo de Dios debe ser
paciente y tener fe en las promesas divinas:
”Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y
de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del
Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que
sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis
visto el fin del Señor, que el Señor es muy
misericordioso y compasivo” (Stg. 5:10-11).
Así como Job tuvo paciencia para esperar y creerle a Dios,
el cristiano debe confiar que el Señor le dará salida a toda
crisis, aunque por un tiempo deba tener paciencia para ver
la respuesta. La paciencia es un requisito exigido en la
palabra de Dios para alcanzar las promesas de bendición:
”Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos
contentos con esto. Porque los que quieren
enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas
codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres
en destrucción y perdición; porque raíz de todos los
males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos,
se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos
dolores” (1 Ti. 6: 8-10).
El primer versículo se puede parafrasear así: “teniendo
nuestras necesidades suplidas seamos agradecidos”.
Aceptar la realidad de las aflicciones que puedan sufrir los
hijos de Dios, no menoscaba la fe cristiana. El hijo de Dios
puede pasar por tiempos de prueba, si la voluntad de Dios

89
así lo permite. Los cristianos que se afanan caen en pecado
de idolatría material.
La fidelidad y la paciencia son necesarias en el adorador
para alcanzar las bendiciones de las promesas divinas.
La fidelidad garantiza la bendición - Dios no miente. La
paciencia logra la bendición - muestra la fe del adorador en
las promesas de bendición divinas.
__________________________________________________
 “La fidelidad garantiza la bendición - Dios no miente.
La paciencia logra la bendición - muestra la fe que del
adorador en las promesas de bendición divinas”.
__________________________________________________

c. La avaricia es pecado de idolatría


La Biblia señala que amar el dinero más que Dios es la
causa de todos los males humanos:
“Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y
fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:10).
No es el dinero en sí mismo lo que corrompe al
cristiano, sino establecerlo como prioridad antes que a
Dios y el hilo es bien finito cuando se tiene.
Nadie puede amar a Dios y a las riquezas a la vez:
”Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas (Mt. 6:24).
Dios puede bendecir sus hijos sin límite, pero advierte
no caer afán por las cosas materiales que afecte la relación
con Dios y provoquen apartarse de su amor.
El afán por las riquezas aparta a muchos cristianos de la fe:
“El cual codiciando algunos se extraviaron de la fe y
fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:10b).
90
El cristiano debe alejarse de la avaricia, dando gracias a
Dios por lo que recibe cada día y por la provisión que Él ha
preparado de antemano para suplir toda necesidad:
”Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con
lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé,
ni te dejaré” (Hb. 13: 5).
El verso anterior sugiere que se debe vivir en paz, sin
ansiedad, que al fin de cuentas es la meta final que busca
todo ser humano. La avaricia puede alejar al cristiano de
sus verdaderas prioridades en la vida cristiana.
En la carta a los Colosenses Pablo escribe:
”Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros:
fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos
deseos y avaricia, que es idolatría” (Col. 3:5).
La avaricia es un pecado de idolatría porque suplanta a
Dios de su lugar, quitándole el primado y conduce a la
indiferencia por el prójimo (precisamente de eso se trata el
Evangelio, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a
uno mismo, Mr. 19:19). La avaricia hace que el cristiano
abandone la esencia de los mandamientos divinos (Dios y
el prójimo). La carta a los Efesios señala:
”Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo,
o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de
Cristo y de Dios” (Ef. 5:5).
Si el cristiano suplanta a Dios, quitándole el lugar que
le corresponde por las cosas materiales, éstas se convierten
en un ídolo. El afán por las cosas materiales conduce a la
desesperación e interesarse más en recibir bendiciones
materiales de Dios, que en ser genuinos adoradores.
Dios llamó al cristiano a seguirle sin condiciones (Lc. 9:57-
62). Si llega el tiempo de prueba, se debe esperar y ser fiel a
Dios en todo para alcanzar su bendición (Jn. 16:33).

91
Enseñar que todo cristiano debe ser compulsoriamente
rico no es bíblico. Dios ha prometido suplir todas las
necesidades de sus hijos, pero eso no implica que Dios no
pueda probar la fe sus hijos. El dinero en sí mismo no es
malo, pero la Biblia condena el amor al dinero:
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación
y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que
hunden a los hombres en destrucción y perdición;
porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el
cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y
fueron traspasados de muchos dolores” (1 Ti. 6:9-10).
El Señor advirtió:
“Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello
por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino
de Dios” (Mt. 19:24).
La biblia no condena a nadie por ser rico. El planteamiento
de Cristo es que es difícil hacer entrar a un rico en el reino
de Dios porque ama su dinero más que a Dios.
Esto fue evidente en el encuentro de Jesús con un rico:
“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué
bien haré para tener la vida eterna? Jesús le dijo: Si
quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a
los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y
sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste,
porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a
sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente
entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os
digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de
una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Mt.
19:16, 21-24).
Las riquezas pueden ocupar el primer lugar en la vida y
ser un impedimento para alcanzar el reino de Dios.

92
Jesús le hizo un reto a este joven rico de compartir sus
riquezas con los pobres, pero no estuvo dispuesto a dejar
lo que más amaba para servirle.

d. La verdadera riqueza del cristiano


Es paradójico, pero desde la perspectiva divina la
verdadera riqueza del cristiano no es material. En las
cartas enviadas por Jesús a las Iglesias de Asia Menor en el
libro de Apocalipsis Dios juzgó la riqueza y la pobreza de
las iglesias de forma diferente a la usual.
En la carta a la iglesia de Laodicea, Jesús señala:
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de
ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres
un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro
refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras
blancas para vestirte, y que no se descubra la
vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio,
para que veas” (Ap. 3:17-18).
El líder de la Iglesia de Laodicea hacía alarde de ser rico y se
jactaba de ser prospero económicamente; pero ante los ojos
de Dios era un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
¿Cómo es posible que este líder que proclamaba ser
rico económicamente, ante los ojos de Dios fuera un pobre
ciego que no tenía ropa para cubrirse? A este líder no le
importaba la condición de su alma. Su avaricia le había
cegado al grado de no entender las verdaderas prioridades
del reino de Dios. En la misma exhortación Jesús señala
que es un líder tibio. Su vida espiritual había sido ahogada
por su afán y amor al dinero.
En su amor, Dios exhorta a este líder a ser verdaderamente
rico y cubrir su desnudez espiritual. En contraste con este
líder rico, Jesús le escribe a la pobre Iglesia de Esmirna:

93
“Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza
(pero tú eres rico)” (Ap. 2: 9a).
La Iglesia de Esmirna era materialmente pobre ante los
ojos humanos, pero espiritualmente era rica delante de
Dios. Además, se le advierte que será probada y padecerá
cárcel, demostrando que la Iglesia no está exenta a ser
probada por el Señor como enseña la falsa “prosperidad”.
El contraste entre estas dos iglesias demuestra que el
sufrimiento no es sinónimo de mala relación con Dios, ni la
prosperidad económica símbolo de gozar buena comunión
con Dios en la vida del cristiano. Es obvio que el dinero en
sí mismo no es un impedimento para servir a Dios, ni la
pobreza es una virtud para alcanzar la vida eterna. Lo más
importante ante los ojos de Dios es la condición del alma,
pues Dios no necesita nada del ser humano, solo lo hace
partícipe de sus proyectos para bendecirlo.
Salomón dijo:
“La bendición de Jehová es la que enriquece, y no
añade tristeza con ella” (Pr. 10:22).
La bendición divina no añade tristeza y acerca más a Dios.
El afán por lo material puede conducir al cristiano a la
avaricia, que es un pecado de idolatría. Jesús enseñó:
”No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles
buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial
sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas” (Mt. 6:31-33).
Servir al Señor es un llamado incondicional (Lc. 9:23). El
cristiano debe estar preparado para seguir a Dios en
abundancia o escases (Fil. 4:11-13). El reino de Dios no es
comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu
Santo” (Ro. 14:17).
94
__________________________________________________
 “Es obvio que el dinero en sí mismo no es un
impedimento para servir a Dios, ni la pobreza es una
virtud para alcanzar la vida eterna. Lo más
importante ante los ojos de Dios es la condición del
alma, pues Dios no necesita nada del ser humano,
solo lo hace partícipe de sus proyectos para
bendecirlo”.
__________________________________________________

95
CONCLUSIÓN

 Dios juzgará a la humanidad por medio de su Palabra


96
Para los cristianos que han experimentado la bendición de
Dios a través del diezmo, no cabe duda que éste pacto
divino es la fuente de sus bendiciones económicas. Pero en
un mundo materialista como el presente es de esperar
estas reacciones de quienes aman las dádivas más que al
dador. Habrá quien utilice todo tipo de argumento como
excusa para no diezmar, porque se ha aferrado a las cosas
material, sin reconocer que Dios es el dador de todas las
cosas.
El diezmo le pertenece a Dios y tiene el fin de
ensanchar el reino de Dios en la tierra. La Iglesia no se
detendrá en su misión de predicar el Evangelio a toda
criatura porque alguien no quiera diezmar. Jesús dijo que:
“las puertas del infierno no prevalecerían en contra de su
Iglesia”. Los que dan con alegría en sus corazones,
recibirán recompensa grande del Señor. El apóstol Pablo
dijo: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también
segará escasamente; y el que siembra generosamente,
generosamente también segará. Cada uno dé como
propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad,
porque Dios ama al dador alegre” (2 Co. 9: 6-7).

 Hay que creer, antes de recibir


Para recibir las bendiciones divinas es preciso creer, antes
de recibir. “Sin fe es imposible agradar a Dios”. Hay promesa
divina de bendición a los fieles con sus diezmos, pero estas
se alcanzan creyéndole a Dios primero.
Uno de los descuidos más comunes que cometen los
cristianos es postergar el pago del diezmo para otra fecha,
así pasan los días y siempre se está en “deuda” con Dios.
La falta de compromiso y seriedad en cuanto al diezmo
hace que muchos fallen a Dios y pierdan las bendiciones
prometidas en su Palabra. Este mal se convierte en una

97
trampa, pues no se tiene el dinero para pagar las deudas
personales y tampoco se diezma, aunque se tenga la buena
intención de darle el diezmo a Dios.
Se debe consagrar primero el diezmo que le pertenece
a Dios para evitar caer en el pecado de robo y después
cubrir las necesidades personales. Dios está comprometido
en bendecir a sus hijos que son fieles y tienen derecho de
pedirle a Dios que supla sus necesidades. El diezmo es un
acto de fe y obediencia a la Palabra de Dios. No se debe
esperar que sobre dinero para diezmar. El cristiano no le
da los diezmos a Dios, el diezmo le pertenece a Dios.
____________________________________________________
 “El cristiano no le da los diezmos a Dios, el diezmo le
pertenece a Dios”.
____________________________________________________

 El diezmo no es un asunto de dinero per se


Desde la perspectiva divina el diezmo está directamente
relacionado con la adoración a Dios. No es un asunto solo
de dinero. El propósito por el que Dios separó el diezmo y
consagró las familias sacerdotales (levitas) fue para que
ministraran la adoración en el templo.
Oponerse al diezmo es menospreciar el culto a Dios y
dar la espalda a su santo Nombre. Si la Biblia señala que
Dios, con su gran poder, hizo todas las cosas para alabanza
de su santo nombre y que Él merece toda gloria y honor
como supremo creador de todo lo que existe (Hb. 11:3)
¿cuál sería el problema si el rey del universo decidió
separar ministros para que se dediquen enteramente a la
ministración de las cosas sagradas? ¿Acaso Dios como
creador no es más importante que la misma creación? A
Dios sea toda gloria.

98
Si el diezmo no se ve desde la perspectiva divina,
muchos encontrarán en este tema un tropezadero que les
puede conducir a confrontar al mismo Dios. El diezmo es
más que dinero. Se consagra en un acto de adoración y está
destinado al servicio divino.
Si solo se ve a los ministros que reciben los diezmos y
no se consagran directamente al Dios altísimo por medio
de la fe y en obediencia a su Palabra, sabiendo que Dios
bendice al dador alegre, el diezmo se convertirá en una
carga y menos podrá agradar a Dios. Desde la perspectiva
bíblica el diezmo no se le da a Dios, le pertenece a Dios y
Él lo dio a sus ministros para el servicio ministerial:
 Dios dice que el diezmo le pertenece (Lv. 27:30, 32, 33a).
 Dios fue quien escogió y consagró a los levitas para el
servicio de las cosas sagradas en el templo (Ex. 29:9).
 Dios fue quien ordenó que los diezmos serían
destinados para el sustento diario de sus ministros (Dt.
18:8, 20; 1 Co. 9:14-15).
 Dios fue quien privó a los levitas de trabajar lo secular
para dedicarse enteramente al ministerio (Nm. 18:24).
Aun así, es voluntario obedecer o desobedecer a la Palabra
de Dios. No sin antes advertir que la desobediencia
consciente y deliberada a la palabra de Dios es causa de
condenación eterna, si no existe un verdadero
arrepentimiento que demuestre un cambio obvio.

99
ANEXO

100
A LOS MINISTROS Y MAESTROS DEL EVANGELIO

 Los ministros deben enseñar acerca del diezmo


Dios ordenó a los ministros del antiguo pacto que vivieran
del altar a causa del llamado al servicio ministerial: “¿No
sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen
del templo, y que los que sirven al altar del altar
participan?” (1 Co. 9:13). Así también, Jesús dio
mandamiento para que los ministros del nuevo pacto
participen del mismo derecho: “Así también ordenó el
Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del
Evangelio” (1 Co. 9:14).
La falta de conocimiento, el temor a la acusación y el
orgullo personal de algunos ministros para enseñar el
tema del diezmo impide que muchos cristianos sean fieles
con sus diezmos. En el otro extremo están los ministros
avaros que hacen del tema económico el mensaje central
de sus sermones, dejando de lado el mansaje esencial del
Evangelio dirigido a la salvación de las almas.
Hay “maestros” que no enseñan a ser fieles con los
diezmos, sino que piden ofrendas exorbitantes con la
promesa de que Dios sacará a flote la economía de los
infieles. Esto provoca que los verdaderos ministros evadan
su responsabilidad de enseñar el tema del diezmo por
temor a la acusación y las opiniones adversas, sin
apercibirse que un día darán cuenta a Dios si no predican
esta parte del mensaje de la Biblia. El diezmo es un
mandato divino por medio del que Dios ha determinado
bendecir a sus hijos. Las ofrendas de los cristianos son
voluntarias y cuentan si el cristiano es fiel con sus diezmos.

b. El diezmo sigue vigente bajo el Pacto de la Gracia

101
Pedro advierte que hay algunas cosas que son difíciles de
entender en las Escrituras y muchos naufragan en su
intento de interpretarlas, distorsionando la Biblia para su
propia perdición (2 P. 3:16b, 17). Estos tienen apariencia de
sabiduría, pero en esencia son víctimas de su propia
inconstancia y ambivalencia, porque ni ellos mismos están
convencidos de lo que creen (2 T. 3:6:7).
No es nada nuevo que en un mundo materialista como
el presente existan “cristianos” con ínfulas de maestros que
nieguen la vigencia del diezmo en la Gracia por su amor y
codicia al dinero. Estos tratan de justificar su deseo de no
diezmar en la era de la Iglesia inventando argumentos
confusos que solo revelan la dureza de sus corazones y su
falta de fe para creerle a un Dios vivo.
Hay un movimiento final que procura pervertir la
palabra de Dios y engañar a los cristianos con enseñanzas
falsas para robarles sus bendiciones. El diablo sabe que el
diezmo es la fuente de bendición de los cristianos y usará
maestros que creerán estar en la verdad y usarán la Biblia
para su propia confusión y perdición. Se debe advertir que
pervertir la palabra de Dios es causa del juicio divino (Dt.
27:26; Gá. 1:8-9; Hb. 10:28-29; Ap. 22:18-19).
Hay también obreros asalariados, ya advertidos por
Cristo en la Biblia (Jn. 10:12-13). Pero no se puede dejar de
creer lo que revela la Biblia por malos ejemplos o usarlos
como excusa para no diezmar. Cada cual rendirá cuentas a
Dios, pero las bendiciones divinas prometidas a sus hijos
fieles no se detendrán por lo que alguien haga con el
dinero que le pertenece a Dios. Dios cumple sus promesas.

 RAZONES BÍBLICAS PARA DIEZMAR


102
 El diezmo le pertenece a Dios (Lv. 27:30) y Él lo
demanda de sus hijos (Mal. 3:8).
 No diezmar es robarle a Dios y robar es un pecado de
condenación eterna (1 Co. 6:10).
 Dios ha prometido bendecir a los fieles con sus
diezmos y ofrendas (Mal. 3:10-12).
 El diezmo cultiva la comunión intima de Dios con sus
hijos (Dt. 14:23).
 Dios demanda el primer lugar en la vida de sus hijos y
el diezmo es la manera de darle el primer lugar en lo
económico (Mr. 12:30; Pr. 3:9-10).
 Es un acto de fe y obediencia a la palabra de Dios (Dt.
4:2, 27:26; Is. 62:2; Ap. 22:18-19; Mal. 3:10-12).
 Se debe dar en reconocimiento de que todo lo que se
recibe procede de Dios (Hg. 2:8).
 El diezmo es de la Fe (Gracia). La Ley sólo confirmó el
diezmo que ya practicaron los patriarcas (Gn. 14: 20,
28: 22; Lv. 27:30; Nm. 18: 21).
 Así como los levitas ministraban en templo y recibían
los diezmos y ofrendas, también, los ministros del
Evangelio tienen mandato del Señor de participar del
mismo derecho (1 Co. 9: 13-14).
 Jesús aprobó el pago de los diezmos (Mt. 23:23).
 El sostenimiento de la obra de Dios y la extensión del
reino de Dios en la tierra depende de los diezmos y
ofrendas ordenadas por Dios (Mt. 24:14).
 La Biblia señala que quien sabe hacer lo bueno y no lo
hace, peca (Stg. 4:17).
 Los hombres de Dios en la Biblia fueron hombres
prósperos y ellos diezmaron (Gn. 14:20, 28:22).

BIBLIOGRAFÍA

103
Del Valle, Carlos. La Misná. Ediciones Sígueme.
Salamanca, España. 2003.
Exeler, Adolf. Los Diez Mandamientos. Ed. Sal Térrea.
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Diccionario Teológico del Nuevo Testamento. Gerhard
Kittel y Gerhard Friedrich Geoffrey W. Bromiley.
Libros Desafío. Grand Rapids, Michigan,
2002.

JOEL PERDOMO
104
1. NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS
2. EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO
3. LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA
4. LA ORACIÓN EFICAZ
5. LA LEY Y LA GRACIA
6. EL LLAMADO AL MINISTERIO
7. LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
8. ADORADODES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
9. FE SIN LÍMITES
10. SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR
11. VIDA Y MINISTERIO (autobiografía).
12. LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN
13. LA AUTORIDAD – El Desafío Cristiano
14. HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO
15. RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA
BIBLIA
16. TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA
17. JESÚS, NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE
18. EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
19. UNA SOLA CARNE – Matrimonio, Divorcio y
Recasamiento a la luz de la Biblia.
20. SOLTERO – ¿Cómo esperar en Dios?
21. ADOLESCENCIA. ¿Cómo enfrentar los cambios?
22. LA SABIDURIA DIVINA
23. LOS PRIMEROS PASOS
24. VIDA CRISTIANA – Reflexiones
25. TESOROS DE LA BIBLIA
26. DISCIPULADO DE DOCTRINAS BASICAS
(búsquelos escritos y en audio en internet).

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