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"Kemelmajer de Carlucci, Aida Rosa c/Lanata, Jorge y otros s/ds.

y
ps.". Expte. nº 31.819/04. Rec. Nº 518187. J. 91

En Buenos Aires, capital de la República Argentina, a los días del mes de octubre de
dos mil nueve, reunidos en Acuerdo los señores jueces de la Excma. Cámara Nacional
de la Apelaciones en lo Civil, Sala "D", para conocer en los recursos interpuestos en los
autos caratulados "Kemelmajer de Carlucci, Aida Rosa c/Lanata, Jorge y otros s/ds. y
ps.", el Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:

)Es ajustada a derecho la sentencia apelada?

Practicado el sorteo resultó que la votación debía efectuarse en el siguiente orden:


señores jueces de Cámara doctores Patricia Barbieri, Ana María Brilla de Serrat y Diego
C. Sánchez.

A la cuestión propuesta la doctora Patricia Barbieri, dijo:

Contra la sentencia de fs.1039/1084 que hizo lugar a la demanda promovida, se alzaron


los accionados a fs. 1087 y fs. 1090, concediéndose libremente los recursos de apelación
a fs. 1088 y fs. 1093.-

1) ANTECEDENTES:

a) La actora Aida Kemelmajer de Carlucci promueve demanda por daños y perjuicios


contra Jorge Lanata, periodista y conductor, Flipper S.A. productora y América TV por
violación de su honor, en virtud de los dichos que el periodista formulara en dos
programas televisivos "Día D Clásico" emitido por el canal América TV, por la suma de
$ 200.000 con más sus intereses y costas, más la lectura del fallo en igual horario en que
el codemandado propalara las manifestaciones que tilda de falsas o desnaturalizadas, y
la publicación de la sentencia en dos diarios de mayor circulación nacional.-

b) La demandada América TV opone la defensa de falta de legitimación pasiva


aduciendo ser licenciataria de la onda identificada como LS 86 TV, Canal 2 y dedicarse
a la explotación de un Canal de Televisión, en el cual se transmite, principalmente,
programación producida por Productoras Independientes, quienes suscriben con ella
convenios para que se les proporcione un espacio en el cual poner al aire sus programas,
tal el firmado con la firma Flipper S.A. y que acompaña, resultando ser independientes
de la dicente y actuar en el medio a su exclusivo riesgo, no existiendo normativa alguna
que atribuya en forma objetiva responsabilidad, por lo que entiende no ser la persona
habilitada para asumir la calidad de demandada. Por otro lado, niega que haya existido
dolo, culpa o negligencia tanto de su parte como de los demás codemandados
solicitando el rechazo de la acción.-

c) Los demandados Lanata y Flipper S.A. por su parte alegan haber obrado dentro de los
fundamentos constitucionales que regulan la actividad periodística, obrando con
previsión, siendo los contenidos de los programas cuestionados plenamente veraces y de
interés público, y solicitando asimismo la desestimación de la demanda promovida.-

2) SENTENCIA:
El señor juez de primera instancia hizo lugar a la demanda instaurada contra los tres
accionados, condenándolos a abonar la suma de $ 200.000 en concepto de daño moral,
por entender que las expresiones vertidas en las dos emisiones cuestionadas han tenido,
sin lugar a dudas, entidad injuriosa afectando el honor, la reputación y la dignidad de la
actora, con más los intereses y las costas del proceso, como asimismo ordenó la
publicación íntegra de la sentencia en los diarios "La Nación" y "Clarín" por ser los de
mayor circulación en el país.-

3) AGRAVIOS:
a) Los accionados Lanata y Flipper S.A. presentan sus agravios a fs. 1157/1168,
quejándose por la aplicación que la sentencia efectúa del art. 163 inc.5° del Código
Procesal a esta parte cuando la actuación inoficiosa debió atribuirse a la parte actora;
alegan que en el programa se dijeron cosas ciertas, que también son ciertas las causas
judiciales mencionadas, que no son inventadas, aún cuando la actora no resultara
involucrada, o hayan sido sobreseídas o archivadas; que el juez confundió la fuente con
las copias de los expedientes judiciales, desconociendo si hubo otras informaciones o
documentación adicionales, que por decreto 222 del Poder Ejecutivo, cualquier
ciudadano podía presentarse ante el Ministerio de Justicia en ocasión de una
designación de Magistrado de la Corte, que se cumplió en el caso la doctrina Campillay
ya que se mencionaron las fuentes de la información y que consistían en las denuncias
que originaran los expedientes judiciales, que según la sentencia el periodista conocía la
falsedad de sus informaciones, cometiendo real malicia, tildando al fallo de
discriminatorio y un acto de censura. La accionante contesta los agravios a fs.
1186/1202.-

b) La codemandada América TV. S.A. se agravia a fs. 1170/1182, solicitando la nulidad


de la sentencia de primera instancia por cuanto la misma no resolviera su planteo de
falta de legitimación pasiva, y fundamentando su apelación en la subjetividad,
dogmatismo y parcialidad de la misma, ya que la condena por la conducta de terceros
que nada tienen que ver con ella, viola la libertad de prensa al condenar a quien no
puede intervenir en un programa en vivo, no aplica la doctrina de la real malicia como
lo hace la Corte Suprema de Justicia de la Nación, hace prevalecer derechos civiles
sobre el derecho constitucional de libertad de prensa, y ordena al pago de una suma
desmedida sin haberse requerido la prueba del daño moral alegado. Los agravios son
contestados por la actora a fs.1203/1214.-

4) SOLUCION:
Dado que la sentencia dictada por el Juez de primera instancia ha sido calificada de
dogmática, extensa, reiterativa y vacua por dos de los accionados, como si algunas de
las presentaciones por las partes presentadas no reunieran esos calificativos (fs.
1157/1168), trataré de explicitar de la manera más sencilla, comprensible, clara y
sintética, los fundamentos por los cuales el fallo recurrido deberá ser, en lo sustancial y
a mi criterio, confirmado.-

Adelanto por cierto, que no estoy obligada a seguir de manera alguna a las partes en
todas sus argumentaciones, como tampoco a considerar todas las pruebas ofrecidas, sino
solamente aquellas que resulten útiles o idóneas para resolver la cuestión traída a
conocimiento de este Tribunal (CSJN, Fallos: 258:304; 262:222; 265:301; 272:225,
etc.).-
4 - 1) Trataré en primer lugar la pretendida nulidad de sentencia requerida por la
codemandada América TV S.A.-

El recurso de nulidad se refiere a los defectos propios de tiempo, forma y lugar de las
resoluciones judiciales, en este caso, la sentencia, como también a los subjetivos y de
idoneidad objetiva de tales actos. Este recurso, tal como está previsto en nuestro
ordenamiento procesal (art.253) no tiene autonomía sino que se encuentra comprendido
en el de apelación. De tal suerte que, el recurso analizado no procederá cuando los
agravios pueden ser reparados por la apelación per se. Así entonces se ha dicho que "si
los agravios son susceptibles de ser reparados a través del recurso de apelación no
corresponde considerar el de nulidad deducido". (CNCiv. Sala G, 26-5811, "First
National City Bank v.Laduzinsky, César y otra" L.L. 1983-B-764, Jurisp. Agrup. Caso
4828; ED, 94-632, en "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación Comentado y
anotado", Jorge Kielmanovich, pág. 397, ed. Lexis Nexis-Abeledo Perrot).-

Sentado lo expuesto, por no verificarse en el caso vicios o defectos de forma que


descalifiquen la sentencia atacada como acto jurisdiccional y que no puedan ser, en su
caso, corregidos en esta instancia, corresponde resolver el planteo articulado mediante
el recurso de apelación.-

4 - 2) Analizaré a continuación la queja de la demandada América TV S.A. en tanto


refiere al no tratamiento por el a quo de falta de legitimación pasiva que opusiera en su
contestación de demanda, en tanto la suerte de la condena en su contra depende del
resultado que arroje la resolución de esta defensa.-

La recurrente no ataca, en términos del art. 265 del Código Procesal, los fundamentos
expuestos por aquél en la sentencia. Es que a fs. 1074 y 1075 el juez de grado al
referirse a la legitimación pasiva del autor de una nota periodística ante el reclamo
articulado por un agraviado, hizo extensiva la responsabilidad al medio, haciendo
mención a la responsabilidad de la productora y aclarando que tal temperamento lo
entiende aplicable al canal, dando razón de sus dichos, por lo que si bien expresamente
no lo manifestara, es evidente que estaba desestimando la defensa opuesta por la
quejosa, quien ninguna crítica ha hecho a los argumentos del magistrado sentenciante.-

Ello bastaría para desestimar el agravio. Sin perjuicio de lo dicho no puedo dejar de
considerar el poco andamiaje de la defensa opuesta, a poco que se dé una rápida lectura
al contrato de "coproducción" que la misma demandada acompaña con su contestación
(ver fs.316/325). De ese convenio surge que el canal, que aportaba el espacio o aire para
la producción del programa, se reservaba el derecho de no emitir el mismo, modificar
los días y/u horarios de emisión, su duración y frecuencia, a rescindirlo sin expresión de
causa, a brindar un estudio para la salida en vivo del programa, un móvil con una
cámara dentro de cada emisión y cámara de exteriores, a más de participar de las
ganancias por publicidad y de reservarse el derecho de supervisar y dar aceptación
definitiva de la calidad artística y técnica de cada programa, pudiendo -en caso de
detectarse fallas o incumplimiento de las disposiciones de la ley 22.285, su
reglamentación y demás normas concordantes- no emitir el programa, no eximiendo a la
productora de la responsabilidad que pudiere corresponderle, entre otros derechos a los
cuales me remito. Es más, expresamente obliga solidariamente a la productora y al
conductor frente a cualquier reclamo de terceros judicial, extrajudicial o del Comfer, en
relación con el programa, cláusula ésta que a tenor de la postura que la quejosa asume
hubiera resultado innecesaria.-

Dicho convenio mal puede serle opuesto a la actora, que es una tercera perjudicada por
la emisión de un programa que lesionara su honor, sin que la circunstancia de que se
trate de un programa "en vivo" sea relevante, y sin perjuicio de los derechos que en su
caso, pueda hacer valer contra sus cocontratantes y en base al convenio suscripto.-
Es por todo ello que la desestimación de la defensa de falta de legitimación pasiva
opuesta se impone. En igual sentido y frente a una excepción también planteada por esta
codemandada en similares términos que en el presente, se expidió recientemente la Sala
E de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en autos "O., N.C.
c/América TV S.A." fallo del 30 de abril de 2009 (La Ley Online).-

4 - 3) Adentrándonos entonces en el fondo de la cuestión aquí planteada, debo señalar


que habiendo procedido a ver con sumo detenimiento las dos emisiones del programa
"Día D Clásico" conducido por el codemandado Jorge Lanata, producido por la
coaccionada Flipper S.A. y emitido y coproducido por América TV SA. y que se
encuentran grabadas en el CD que obra agregado a estos autos, ninguna duda me cabe
que la demanda debe ser acogida favorablemente, tal como se ha hecho en la instancia
anterior.-
Surge a simple vista que las manifestaciones vertidas por el periodista y conductor han
puesto en duda la reputación de la actora, personalidad pública con méritos suficientes,
no solamente por ser magistrada integrante de la Suprema Corte de Justicia de
Mendoza, sino también por sus antecedentes académicos y doctrinarios que entiendo,
aquí no se encuentran de manera alguna cuestionados.-

Más allá de la mote o sobrenombre que el Sr. Lanata tuviera ocasión de atribuirle a la
actora (La Rulo), desconozco si de inventiva propia o de terceros, pero por sí mismo
bastante peyorativo, al igual que el utilizado al referirse en el mismo programa a otra
magistrada (la Dra. Servini de Cubría –La Chuchi-) o genéricamente a quienes sonaban
como futuras candidatas a ocupar un prestigioso cargo como juez de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, al que no cualquier ciudadano debería poder acceder sino por
sus méritos, y a las que apodara "Las chicas de la Corte", lo cierto es que en la manera
que relacionó a la accionante con la tramitación de diversas causas penales el
televidente no podía creer otra cosa que no fuera que la magistrada se encontraba
involucrada personalmente en las mismas.-

¿Qué otra cosa podría pensarse si el periodista señalara que "había una serie de
denuncias por tráfico de influencias hacia la Rulo Carlucci, aduciendo tener copia del
expediente, incorporando más adelantado en su diálogo la causal de incumplimiento de
deberes de funcionario público y agregando que el Banco Central, el Banco de Crédito
de Cuyo, habían sido denunciados siendo el abogado del segundo Nedo Carlucci,
esposo de la Rulo, por haber provocado la quiebra de una empresa con documentación
falsa, utilizando el abogado el rol de su esposa en la Corte para obstaculizar el
desarrollo del juicio, y como si fuera poco haber obtenido en otro juicio que la Justicia
le regulara a Nedo Carlucci, a través de la Rulo, un palo y medio de honorarios?

Por supuesto que he resumido los comentarios del Sr. Lanata pero tratando de mantener
la coherencia del relato para que se no sostenga que se encuentran "fuera de contexto" y
con el ánimo de no caer en reiteraciones que se le achacan al juez de grado.-
Ahora bien, lo cierto es que todas las causas penales mencionadas por el periodista
existieron, y prueba de ello es que han sido agregadas a estos autos venidas "ad
effectum videndi et probandi".-
Creo que hasta aquí, todos estamos de acuerdo, por lo que en consecuencia lo que
deberíamos conocer para poder llegar a la conclusión a la que arribara el Sr. Magistrado
de primera instancia, es si las manifestaciones efectuadas por el Sr. Periodista, a más de
la veracidad de la existencia de todos esos juicios ya corroborada, también son
verdaderas.-
A tal fin, he analizado cada una de las causas penales recibidas.-

En la causa N°87.757-A,, que tramitara ante el Primer Juzgado de instrucción, Tercera


circunscripción Judicial de San Martín, Provincia de Mendoza el Sr. Mario César
Centarti denunció a los Sres. Oscar Vicente Miranda, Daniel Eduardo y Carlos Alberto
Ostropolsky, José Rabinocich, Naón Fischer, Samuel Burstein y Natalio Roiz. Este
expediente iniciado en el año 1988, culminó con sobreseimiento de todos los imputados
y con la apertura de una investigación al denunciante, por delito de falso testimonio,
pronunciamiento confirmado por la Excma. Cámara a fs. 1078/1080. El Dr. Domingo
Nedo Carlucci declaró como testigo en estos autos, y su esposa, la aquí actora nunca
tuvo intervención en el expediente ni fue mencionada en ninguna parte de las
actuaciones.-
En la causa N° 8.742/98 en trámite por ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia
en lo Criminal y Correccional Federal N° 1, a cargo de la Dra. María Romilda Servini
de Cubría, el mismo Centarti promovió otra denuncia en la que si bien menciona al Dr.
Carlucci vinculándolo con la Suprema Corte de Mendoza por intermedio de su esposa la
Dra. Kemelmajer y mencionó a la misma en algunas oportunidades, ninguno de los
cónyuges fue objeto de investigación en este expediente, el que también terminó con
sobreseimiento en septiembre de 1998.-

En el expediente N° 101.734 caratulada Banco de Mendoza c/Hanon, Julio C. y Hanon,


Luis C., tampoco la parte actora, la Dra. Kemelmajer tuvo participación, y la regulación
de honorarios que el Sr. Lanata atribuye habérsele efectuado al Dr. Carlucci gracias a la
intervención su esposa dista del millón y medio de pesos que mencionara en la primera
emisión del programa "Día D Clásico".-
Para completar este vistazo de las causas penales agregadas a estos autos, no puedo
dejar de reseñar que del expediente N° 11.929, surge que la Dra. Kemelmajer de
Carlucci querelló al denuncianate Centarti, precisamente por el delito de calumnias, y se
dictó pronunciamiento condenando al querellado a la pena máxima prevista por el art.
110 del Código Penal de un año de prisión condicionada, que quedara firme.-

Conclusión: todas las manifestaciones vertidas por el Sr. Lanata en su programa del día
13 de julio de 2003 y en las que hacía aparecer a la actora como involucrada en distintas
conductas ilícitas, no fueron veraces, y, sea que fueran erróneas o falsas, no se
correspondían con los expedientes judiciales, que eran la fuente a las que el periodista
consultó para hacerlas. O, por lo menos, así debió hacerlo, para evitar incurrir en
afirmaciones equivocadas o falaces como las que han dado motivo a esta litis.-

Y aquí y aún so pecado de incurrir en dogmatismos que seguramente serán motivo de


crítica por parte de los demandados, quiero señalar, porque el tema en estudio entiendo
lo merece que, como lo he sostenido en alguna oportunidad siendo Juez de Primera
Instancia, no pretendo indicarle a un periodista cómo debe hacer su tarea, puesto que
seguramente él sabrá cómo mejor que esta Juez, por cuanto no tengo esa especialidad
(lo que no significa, sin embargo, que no me encuentre en condiciones de determinar si
algún derecho personalísimo, en el sub lite, el honor o la reputación de la actora se han
visto lesionadas por la conducta desplegada por el mismo, y en su caso ordenar una
reparación, por cuanto éste sí es mi trabajo (ver sentencias en autos "Burgos c/La
Nación" de diciembre de 2005 y "Servini de Cubría c/Editorial Amfin S.A. y otros s/ds.
y ps." de julio de 2005). En esas oportunidades sostuve, siguiendo el pensamiento
expuesto por el juez Claudio Kiper integrante de la Sala H de esta Excma. Cámara y que
hace poquísimo tiempo tengo el honor de integrar, que no se trata aquí de juzgar la labor
del periodismo ni indicarle como debe realizar su trabajo. Lo que está en juego son los
derechos de terceros y de juzgar, objetivamente, si éstos han sido lesionados (CNCiv.
Sala H R. Nº 385.193, en autos "Patitó José Angel c/Diario La Nación y otros s/daños y
perjuicios, idem su voto en fallo del 29/3/96, J.A. 1997-II-171, entre otros). Es decir,
dejando sentada mi profunda convicción que la prensa tiene el derecho de expresarse
libremente, analizaré si en el caso en estudio ésta ha excedido o no los límites del
ejercicio lícito del derecho de información en perjuicio a los derechos individuales o
personalísimos de otro, en este caso, la actora, si ha desnaturalizado o no los hechos,
con dolo, culpa o negligencia, y la naturaleza y magnitud del daño y los perjuicios a los
intereses personales (cf. Fallos 314:1523, considerando 10º "Vago, Jorge Antonio
c/Ediciones de La Urraca S.A. y otros" del 19 de noviembre de l99l).-

Coincido plenamente con el periodista Adrián Ventura, en que la libertad de expresión y


sus garantías analizadas a la luz de los estándares establecidos por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos al interpretar el art. 13 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, no atraviesan su mejor momento en la República
Argentina (ver su comentario al respecto en Suplemento de Derecho Constitucional de
La Ley, del 28 de setiembre de 2009, pág. 51 y ss.).-

Si bien este periodista hace referencia, a diferencia de lo que ocurre en autos, a las
agresiones verbales proveniente de alguno de los Poderes del Estado hacia los distintos
medios periodísticos y la obstrucción en la aprobación de proyectos de ley referidos al
acceso a la información o que pretenden la modificación de los delitos de calumnias e
injurias, conforme lo ordenara la Corte IDH en el caso "Kimel vs. Argentina" el 2 de
mayo de 2008, o que pretenden impulsar proyectos de ley que dan amplia
discrecionalidad al poder de turno para decidir sobre licencias o contenidos de los
medios audiovisuales, los estándares internacionales fijados por este Tribunal al
resolver cada uno de los casos respecto de los cuales ha sido llamada a pronunciarse en
materia de libertad de expresión –y que Ventura tan bien sistematiza- son aplicables a la
gran generalidad de las situaciones que en torno a esta temática puedan llegar a
plantearse.-

Fuera está de toda discusión que la libertad de expresión es la piedra angular de la


existencia misma de una sociedad democrática, como lo ha señalado este organismo
internacional en distintos pronunciamientos determinando lo que llamamos "estándar
democrático" (por ej. Caso Olmedo Bustos).-

Es por eso que tanto nuestra Carga Magna como la mayoría de los tratados
Internacionales, contemplan y amparan la libertad de expresión y de información,
condenando cualquier tipo de censura previa.-
Lamentable es que el Sr. Lanata en la segunda emisión de su programa manifestara no
haber firmado "un Pacto de San José de Costa Rica", lo que es demostrativo de su falta
de conocimiento acerca del mismo y por demás llamativo, sobre todo para un periodista
que pretende se le reconozca su libertad de expresión y tratándose nada más y nada
menos que la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscripta en San José
de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969, ratificada por nuestro país el 2 de febrero de
1984 en la Secretaría General de la OEA cuyo contenido (entre el que se encuentra la
libertad de pensamiento y de expresión y el derecho de rectificación o respuesta que
personalmente ofreciera a la Dra. Kemelmajer –arts. 13 y 14, respectivamente),
precisamente por su profesión se encuentra en la mejor situación para defender. Por
suerte, encontrándonos en una república, y gozando de un gobierno con división de
poderes, al que le pertenecía, que no es otro que el Poder Legislativo aprobó dicha
convención por ley 23.054 sancionada el 1 de marzo de 1984. Y a mayor abundamiento,
y como si fuera poca cosa, la reforma introducida por la Asamblea Legislativa reunida
en el año 1994 a través de la modificación del inciso 22 art.75 de la Constitución
Nacional, le otorgó jerarquía constitucional a ciertos Tratados sobre Derechos
Humanos, expresamente enunciados y entre los cuales se encuentra precisamente La
Convención Americana de Derechos Humanos, llamada comúnmente Pacto de San José
de Costa Rica.-

Por otro lado, conforme lo ha sostenido reiteradamente nuestro más Alto Tribunal, "la
prensa sigue siendo condición necesaria para la existencia de un gobierno libre y el
medio de información más apto y eficiente para orientar y aún formar una opinión
pública vigorosa, atenta a la actividad del gobierno y de la administración. Tiene por
función política, mediante la información, transmitir la voluntad de los ciudadanos a los
gobernantes; permitir el control de los órganos del sistema republicano, defender los
derechos individuales y haber posible que cualquier ciudadano participe en la acción de
gobierno (Fallos 321:916, disidencia del juez Fayt). Al decir de Tocqueville, la acción
de la prensa debe ser valorada en consideración a los males que impide, más que a los
bienes que realiza. En ciertas naciones que se pretenden libres –agregaba- cada uno de
los agentes del poder puede impunemente violar la ley, sin que la constitución del país
dé a los oprimidos el derecho a quejarse ante la justicia. En esos pueblos la
independencia de la prensa no es una garantía más, sino la única garantía que queda de
la libertad y de la igualdad de los ciudadanos (Alexis de Tocqueville "La democracia en
América", Traducción de Luis R. Cuéllar, F.C.E: México, 1957, Pág. 202 y sgtes). Las
aludidas funciones que le han sido encomendadas por el constituyente, le imponen al
Poder Judicial en su calidad de intérprete de la Constitución Nacional el cargo de
asegurar el permanente resguardo de un área incoercible de libertad para el
cumplimiento de sus fines" (Voto del Dr. Fayt en la causa "Gesualdi Dora Mariana
c/Cooperativa Periodistas Independientes Limitada y otros s/cumplimiento ley 23.073"
del 17/12/96, en igual sentido Fallos 312:935, considerando 6º causa "Verbitsky
Horacio y otros s/denuncia apología del crimen" del 13 de junio de l989).-

No en vano Joaquín V. González sostenía que en una nación de gobierno republicano y


democrático la importancia de la prensa es tanta como la libertad misma. Ella no
solamente contribuye a instruir y educar al pueblo por la vulgarización de todas las
ideas, sino que lo prepara y uniforma sus sentimientos o impulsos en determinados
sentidos para la vida política, facilitando los propósitos de la Constitución y de la
nacionalidad, organizada para la común prosperidad y defensa de los derechos. Pero
desde un punto de vista más constitucional su principal importancia está en que permite
al ciudadano llamar a toda persona que inviste autoridad, a toda corporación o
repartición pública y al gobierno mismo en todos sus departamentos, al tribunal de la
opinión pública, y compelerlos a un análisis y crítica de su conducta, procedimientos y
propósitos, a la faz del mundo, con el fin de corregir o evitar errores o desastres y
también para someter a los que pretenden posiciones públicas a la misma crítica con los
mismos fines. (Joaquín V. González, "Manual de la Constitución Argentina" Nº 158,
pág. 167, Buenos Aires, 1897).-

Más ello no implica, empero, desconocer que la garantía de la libertad de prensa, como
ninguna otra, no es absoluta, ni debe interpretarse de modo que anule o contradiga otros
derechos (Fallos 306:1892, 308:789), pues no es admisible sostener que entre los
valores que enuncia la Constitución exista una jerarquía que conduzca a reconocerle
prioridad a alguno de ellos.-

El derecho a la libre expresión e información no es absoluto en cuanto a las


responsabilidades que el legislador puede determinar a raíz de los abusos producidos
mediante su ejercicio, sea por la comisión de delitos penales o actos ilícitos civiles. Si
bien en el régimen republicano la libertad de expresión, tiene un lugar eminente que
obliga a particular cautela en cuanto se trata de deducir responsabilidades por su
desenvolvimiento, puede afirmarse sin vacilación que ello no se traduce en el propósito
de asegurar la impunidad de la prensa (Fallos 119:231, 155:57, 167:121, 269:189,
considerando 4º, 269:195, considerando 5º). La función primordial que en toda sociedad
moderna cumple el periodismo supone que ha de actuar con la más amplia libertad, pero
el ejercicio del derecho de informar no puede extenderse en detrimento de la necesaria
armonía con los restantes derechos constitucionales, entre los que se encuentran en de la
integridad moral y el honor de las personas (arts. 14 y 33 de la Constitución Nacional)
(CSJN Fallos 308:789 considerando 5º). -

Asimismo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que el "abuso de


la libertad de expresión no puede ser objeto de medidas de control preventivo, sino
fundamento de responsabilidad para quien lo haya cometido" (Opinión consultiva OC-5,
13/11/85, Corte I.D.H. (Ser.A) Nº 5 (1985).-

Ahora bien, el derecho de informar no escapa al sistema general de responsabilidad por


los daños que su ejercicio pueda causar a terceros (P. 36, XXIV "Pérez Arriaga Antonio
c/Arte Gráfica Editorial Argentina S.A." del 2 de febrero de l993, entre otros). En
efecto, no existe en el ordenamiento legal de nuestro país un sistema excepcional de
responsabilidad para aplicar a la actividad supuestamente riesgosa de la prensa. Por otra
parte, si una legislación se enrolase en esa concepción comprometería al juez en la
infructuosa búsqueda de la verdad absoluta. Infructuosa decimos pues la objetividad
pura no existe cuando se trata de opiniones, ni puede existir, en tanto la objetividad
esperable no está en las cosas sino en la actitud espiritual del observador (voto Dr. Fayt,
considerando 6º caso "Gesualdi" ya citado).-

El Juez Vázquez, al fallar en la causa "Gesualdi", señalaba que Domingo Faustino


Sarmiento en su época ya recordaba las palabras del fiscal norteamericano en la causa
seguida por el pueblo de Nueva York, contra Jorge Wilkes, fallada el 17 de marzo de
1851, que en referencia a la libertad de prensa, señalaba que "el conductor de una prensa
pública, tiene indudablemente el derecho de publicar hechos sobre asuntos de público
interés. El puede, sin inconveniente, exponer ante el público los procedimientos de la
Legislatura, del Gobierno, de nuestras Cortes o cualquiera de nuestros cuerpos, y por
mucho que tales procedimientos puedan reflejar sobre la conducta o carácter de los
actores en aquellas escenas, a ninguna responsabilidad queda ligado el editor, mientras
él adhiera sustancialmente a la verdad; también le es permitido avanzar comentarios y
opiniones sobre todos los asuntos que no salgan de los límites de la verdad y en sus
comentarios no salir de una clara y legítima inducción; más no le es permitido mojar la
pluma en hiel, y lanzar día por día sobre el espíritu público los amargos desahogos de
una malevolente disposición o de un corazón dañado. No ha de destinar las columnas de
su periódico a asaltar a los individuos ni denigrar su carácter, ni con el fin de satisfacer
su malicia o descargar los golpes de su venganza o la de otro sobre sus víctimas. No está
autorizado a denigrar a los otros, ya sea con cargos directos, ya por medio de
expresiones encapotadas o por alusiones malignas. Todo esto no es libertad, es licencia.
Es bajo y cobarde, y lo que interesa a nuestro objeto es ilegal y punible..." (conf.
Sarmiento Domingo F., "Comentarios de la Constitución" reg. En "Obras Escogidas" T.
III págs. 381/382, corresp. A. t. 8º de las Obras Completas, Buenos Aires, 1917).-

En consecuencia, si la prensa excediese los límites que son propios del derecho de
informar y se produjese, incausadamente, perjuicio a los derechos individuales de otros,
se generaría la responsabilidad civil o penal por su ejercicio abusivo, en cuyo caso será
necesario evaluar dicha violación teniendo en vista el cargo que la Constitución le ha
impuesto a la prensa y las garantías que para su cumplimiento le asegura,
condicionamientos que obligan a los jueces a examinar cuidadosamente si se ha
excedido o no de las fronteras del ejercicio lícito del derecho (voto de los Dres. Fayt y
Boggiano, causa "Kimel", Fallos 321:3601).-

Precisamente, la Corte IDH al decir del periodista Ventura, en su comentario, antes


mencionado, ha evolucionado en el tema de la responsabilidad de los medios en el
ejercicio de la función social y ello puede verse en los casos Herrera Ulloa y Kimel,
estableciendo que los periodistas y los medios deben recoger y trasmitir las
informaciones en toda su diversidad y los periodistas deben basar sus opiniones en
hechos constatados de modo razonable, aunque no necesariamente exhaustiva, y deben
tomar cierta distancia crítica de sus fuentes. –
Siguiendo este lineamiento debemos señalar que cuando un órgano periodístico difunde
una información que puede rozar la reputación de las personas, para eximirse de
responsabilidad debe hacerlo "atribuyendo directamente su contenido a la fuente
pertinente, utilizando un tiempo de verbo potencial o dejando en reserva la identidad de
los implicados en el hecho ilícito" (CSJN Fallos: 308:789, caso "Campillay",
considerando 7°). En el caso en estudio la demandada no ha cumplido con los requisitos
establecidos por el estándar judicial reseñado a fin de justificar la licitud de su accionar,
en la medida en que ha involucrado a la actora en causas penales en las que, como ya
anticipáramos, nunca fuera procesada, imputada o siquiera llamada a participar de
alguna manera, y la remisión que pretende efectuarse a otras "fuentes" que no fueran los
mentados expedientes, resulta infructuosa a más que reparemos que no se las identifica
de manera alguna. Se habla de denuncias y de persona merecedora de credibilidad, pero
sin identificarlas.-

En efecto los demandados sostienen que el Juez de primera instancia se equivocó al


mencionar las fuentes de la información suministrada, puesto que las mismas fueron las
denuncias recibidas y no los expedientes judiciales.-
Nada más ilógico, puesto que precisamente las denuncias son las que han motivado la
tramitación de las causas penales y si no hubieran sido presentadas en la justicia dichas
causas penales no hubieran existido. Y a la luz de lo que surge de las mismas, los dichos
del periodista no se condicen con la verdad.-

Siendo así corresponde analizar si se configuran en el caso los presupuestos generales


de la responsabilidad civil y en consecuencia examinar la aplicabilidad a la cuestión de
la doctrina de la real malicia como lo pretende la demandada.-

Esta doctrina es aplicable cuando se presenta un conflicto entre la libertad de expresión


y algún aspecto del derecho de la personalidad (honor, integridad moral, intimidad,
imagen, prestigio, recato patrimonial, etc.) perteneciente a un individuo con dimensión
pública, sea por el cargo que ocupa, por la función que realiza o la actividad por la que
se lo conoce, y ha sido adoptada con algunos vaivenes por nuestra Corte, siguiendo el
standard jurisprudencial creado por la Corte Suprema de los Estados Unidos en el caso
"New York Times Co. vs. Sullivan" (Fallos 310:508). –

El objetivo de la doctrina de la real malicia es procurar un equilibrio razonable entre la


función de la prensa y los derechos individuales que hubieran sido afectados por
comentarios lesivos a funcionarios públicos, figuras públicas y aún particulares que
hubieran intervenido en cuestiones de interés público objeto de la información o de la
crónica (CSJN Fallos 321:3597).-

La aceptación de esta doctrina lleva a las siguientes consecuencias: En primer lugar,


introduce un factor de atribución subjetivo de responsabilidad de carácter específico,
distinto y cualificado respecto del general contemplado en las normas vigentes de la
legislación de fondo, para la cual basta la simple culpa a fin de hacer jugar la
responsabilidad del agente causante del daño y no necesariamente que se actuó con
conocimiento de que dicha noticia era falsa (dolo), o con temerario desinterés acerca de
si era falsa o no (culpa grave o casi dolosa). En segundo lugar, provoca un
"agravamiento de la carga probatoria que incumbe al funcionario público, pues si bien
el medio periodístico –en función del régimen de cargas probatorias dinámicas- no
queda eximido de probar lo que es propio, queda en cabeza de dicho funcionario la
necesidad de acreditar no sólo la inexactitud de la información difundida, sino también,
muy especialmente, que el órgano de prensa obró del modo descrito, es decir, con real
malicia, situación que lo distingue de la que concierne a otras personas afectadas por
noticias vinculadas a su vida privada, a quienes les basta probar la inexactitud del hecho
que se ha difundido, deduciéndose de ello la existencia de, por lo menos, culpa
(disidencia del juez Adolfo Vasquez en caso "Ramos" Fallos 319:3429).-

El fundamento de esta doctrina reside en que las personas privadas son más vulnerables
que los funcionarios públicos puesto que éstos tienen un mayor acceso a los medios
periodísticos para replicar las falsas imputaciones y porque los particulares necesitan
una amplia tutela contra los ataques a su reputación, mientras que los funcionarios
públicos se han expuesto voluntariamente a un riesgo de sufrir perjuicio por noticias
difamatorias (CSJN "Costa" Fallos 310:508). Es que dentro de lo que podría llamarse la
"protección débil del funcionario público" frente a la "protección fuerte del ciudadano
común", cabe efectuar una segunda distinción fundada en el grado de notoriedad pública
del sujeto pasivo supuestamente vulnerado por la circulación de noticias referentes a su
conducta, toda vez que no puede equipararse la situación de un ministro de gobierno
con la de un anónimo empleado de una repartición estatal circunstancialmente
vinculado a un asunto público si sólo se considera que las instancias de acceso a la
opinión pública de este último son prácticamente escasas o nulas, no así en el otro
supuesto considerado, por lo que cabría acordarle al primero una mayor protección en
esta esfera.-

Ahora bien, sin perjuicio de señalar que la aceptación de esta doctrina por parte de la
jurisprudencia era opinable aún dentro de la misma Corte Suprema dada la multiplicidad
de votos emitidos en los distintos fallos en los que a veces se coincide en la solución
más no en los fundamentos o sólo parcialmente en los segundos (ver Sala I voto del Dr.
Fermé en el caso "Díaz de Vivar Elisa Matilde c/ Neustadt Bernardo y otros s/daños y
perjuicios" causa 33898/95 del 21/12/99), el reciente fallo de nuestro más Alto Tribunal
en autos "Patitó José Angel y otro c/Diario La Nación y otros" del 24 de junio de 2008
parece darle plena cabida.-

En efecto, al sostenerse en este pronunciamiento que "en la medida que la


jurisprudencia de esta Corte ha incorporado el principio de real malicia y no el test de la
verdad como adecuada protección de la libertad de expresión" –ver considerando 9)-
ninguna duda cabe al respecto.-

Por otra parte, el estándar de la real malicia es inaplicable a los casos de expresión de
ideas, opiniones y juicios de valor, porque sólo respecto de la afirmación de hechos es
dable sostener un deber de veracidad.-

En este sentido ha se había expedido la Sala I de la Excma. Cámara Nacional en lo


Civil, en el caso "Díaz de Vivar" al señalar el Dr. Fermé que en el voto del Dr.
Belluscio en el caso "Amarilla" sostuvo que el estándar que surge de la doctrina de la
real malicia sólo puede cobrar algún sentido cuando se trata del ejercicio del derecho de
informar, esto es, cuando existen aseveraciones sobre circunstancias de las que se puede
predicar verdad o inexactitud. Sólo en ese contexto puede tener relevancia la actuación
con conocimiento de la falsedad o la temeraria despreocupación respecto de la verdad o
falsedad de la noticia. No sucede lo mismo con la crítica, las opiniones, los juicios de
valor y las ideas (causa citada, 21/12/99).-

También el Dr. Kiper al emitir su voto en la causa "Patito c/La Nación", ya


referenciado, sostuvo que en torno a la responsabilidad derivada de la expresión de
ideas y opiniones agraviantes por medio de la prensa, Pizarro (JA 1999-II-175) señala
que el tema presenta especial complejidad, pues en esta materia, a diferencia de lo que
sucede cuando se trata de información de hechos en sentido estricto (noticias) no es
posible predicar la exactitud o inexactitud de lo informado: la expresión de ideas y
opiniones no toma como referencia un dato de la realidad externa sino que, por el
contrario importa manifestar algo que proviene del interno del sujeto emisor y que, por
su misma naturaleza, no es susceptible de un juicio de exactitud-inexactitud, ni menos
aún de prueba alguna en torno a ello. Una idea o una opinión puede ser justa o injusta,
agraviante o no, pero nunca exacta o inexacta, verdadera o falsa.-

Por su parte, en su voto en disidencia en la causa "Menem", los Dres. Bossert, Fayt y
Petracchi señalaron que la calificación o valoración es, en rigor, una expresión
esencialmente diversa de la actividad puramente informativa. Ella sólo modifica el
hecho calificado agregándole un juicio valorativo, más no varía la imputación fáctica en
cuanto tal, la que mantiene, en un nivel conceptual, autonomía frente a la valoración.
Esta diversidad esencial impide su enjuiciamiento a la luz de los principios aplicables a
la actividad de crónica o información. En efecto, la materialidad de los hechos hace de
éstos un objeto susceptible de ser probado y, por tanto, de ser ponderado con base en un
criterio de verdad. En cambio, respecto de las ideas, opiniones, juicios de valor, juicios
hipotéticos o conjeturas, dada su condición abstracta, no es posible predicar verdad o
falsedad. En conclusión, sólo cuando se trata de la afirmación de hechos es posible
sostener la existencia de un deber de veracidad a cargo del autor de tal afirmación. Que,
como consecuencia la doctrina que la Corte ha tomado del precedente estadounidense
"New York Times vs. Sullivan" en la medida en que desarrolla un estándar de
responsabilidad que tiende a impedir la propagación de imputaciones falsas, resulta
inaplicable a los supuestos de expresión de ideas, opiniones, juicios de valor y todas
aquellas manifestaciones cuya corrección o exactitud es inaccesible al conocimiento
empírico. En otras palabras, respecto de quien formula una expresión de estas últimas
no ha de exigirse el cumplimiento del deber de veracidad que subyace a los conceptos
de conciencia o temerario desinterés acerca de la veracidad de la información propalada
(Fallos 321:2849).-

Precisamente esta línea de pensamiento ha quedado patentizada en el pronunciamiento


de la Corte en el caso "Patitó" antes referenciado.-

En el caso de autos, el específico contenido de factor subjetivo al que alude el concepto


de real malicia –conocimiento de la falsedad o indiferencia negligente sobre la posible
falsedad de la información- no debe ser dado por cierto mediante una presunción, sino
que debe ser materia de prueba por parte de quien entable la demanda contra el
periodista o medio periodístico. Así lo ha señalado la Corte en el caso "Patitó" ya varias
veces mencionado.-

Ahora bien, qué mejor prueba de este factor subjetivo que el haber hecho mención a las
fuentes –causas penales- cuando ni siquiera el periodista antes de propalar la
información errónea o falaz tuvo la inquietud de echar un vistazo a las mismas?.-

Si lo hubiera hecho, probablemente no hubiera efectuado las manifestaciones en virtud


de las cuales ha sido demandado, puesto que hubiera podido constatar que nada de lo
que dijo era verdad.-

Siendo así, considero que debe tenerse por debidamente acreditado la indiferencia
negligente sobre la posible falsedad de la información emitida, por lo menos, en el
primer programa de "Día D Clásico", del día 13 de julio de 2003.-

Y hago especial referencia al primer programa por cuanto ninguna duda albergo en el
sentido que al emitirse el segundo programa cuestionado, el del día 20 de julio, ya no
existía negligencia sino cabal conocimiento de la falsedad de la información
suministrada.-

Advierto que en esa segunda ocasión el periodista Lanata haciendo referencia a sus
comentarios del programa anterior relacionados con la actora, y al referenciar haber
recibido un "acta de notificación" de la jueza Carlucci, donde les "pide que nos
desmintamos" y que "procedamos a dar lectura a un párrafo en virtud de un Pacto de
San José de Costa Rica, que yo no firmé…" manifiesta "ratificamos todo lo que dijimos
y estamos seguros que es cierto" y más adelante "lo que sí hacemos es confirmar todo lo
que dijimos".-

Es evidente que en esta segunda oportunidad, ya no obró con negligencia sino con real
malicia, puesto que a esa altura de los acontecimientos y frente al "despelote" que según
sus palabras se armara con los comentarios del programa anterior, resulta para esta
sentenciante realmente inconcebible que ni el periodista, ni la producción, ni el canal, se
hayan tomado la molestia de constatar la inexactitud de los infundios lanzados al aire,
para rectificar lo que negligentemente, y con notoria despreocupación sobre su verdad o
falsedad -para ser benévolo en referencia al primer programa como antes señalara-,
hicieran públicos.-

Lo dicho echa por tierra el agravio vertido por América TV S.A. referido a que no
puede el canal intervenir cuando se trata de programas en vivo so pena de violar la
libertad de prensa. Si no pudo hacerlo al emitirse el primer programa, habiendo recibido
la notificación de la que da cuenta el acta notarial que obra a fs. 22/25 además de
trasladarla presurosamente al periodista bien pudo utilizar los mecanismos necesarios
para evitar la consumación de un nuevo hecho generador de responsabilidad, por lo
menos, haciendo aplicación del propio contrato de coproducción que suscribiera con la
codemandada productora. Sin embargo, nada hizo.-

Me remito a lo que manifestara en párrafos anteriores en cuanto al desconocimiento que


el Sr. Lanata evidencia respecto de algunas cuestiones que debiera conocer, verbigracia
el Pacto de San José de Costa Rica, o que la Dra. Kemelmajer tiene domicilio legal, por
eso se "domicilia en el despacho del cuarto piso del Palacio de Justicia de la Provincia
de Mendoza", y al que también referencia en la emisión de su programa del día 20 de
julio. Pero estas referencias a esta altura de los acontecimientos son meramente
anecdóticas.-

El agravio vertido por los codemandados periodista y productora y referidos a la


aplicación del art. 163 inc.5 que el primer sentenciante efectúa para agravar su situación
y en tanto no he recurrido a ese argumento para responsabilizarlos, se torna abstracto.-

En cuanto al relacionado con la posibilidad que el Decreto 222/03 del Poder Ejecutivo
Nacional brinda de poder impugnar ante el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos
Humanos las candidaturas de quienes se postulan para cubrir el cargo de magistrado de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación pareciera que el medio que se ha pretendido
utilizar -una denuncia ante un programa televisivo- dista de ser el idóneo y no merece
mayores comentarios, y ello no implica violación alguna a la libertad de prensa, ni
implica censura o discriminación de ningún tipo.-
Por todo lo antedicho, entonces, los agravios vertidos por todos los codemandados
deben ser desestimados, correspondiendo, en consecuencia, entender respecto de los que
se refieren a la procedencia de la indemnización por daño moral otorgado por el A Quo
y el monto que por éste fuera otorgado a la actora.-

4 - 4) Cabe mencionar que el Pacto de San José de Costa Rica, especialmente en el art.
11, que se titula "Protección de la honra y de la dignidad", incorpora y reconoce el
derecho subjetivo correspondiente y con la reforma constitucional de 1994, art. 75 inc.
22, las normas de dicha Convención se han elevado a la jerarquía constitucional como
ya anteriormente señalara. Y consecuentemente los principios de la Convención, como
el del citado art. 11.1 que establece: "Toda persona tiene derecho al respeto de su honra
y al reconocimiento de la propia dignidad", se han convertido en derechos
fundamentales, de la mayor admisión y vigencia y a la par de los otros en la Carta
Magna consagrados según expresa Santos Cifuentes en "Derechos Personalísimos", p.
454. El autor citado califica a este derecho al honor y al reconocimiento de la propia
dignidad, como uno de los bienes espirituales más preciados y lo define como "una
cualidad moral del ánimo, que puede ser herida, sufrir menoscabo, y que suele ser
defendida con el mismo ahínco, con la misma fuerza de quien se afana entre la vida y la
muerte". Y agrega: "La personalidad está sostenida en la reputación; crece, se agranda
con la fama y el esfuerzo para consolidarla ante los demás, depende de la opinión ajena,
pero también de la estima personal. Por ello, quien se sienta irremisiblemente
deshonrado, pierde las bases anímicas de la lucha y la superación, decae, debilita; queda
expuesto a la burla de los demás, al reproche y la indiferencia, a un sentimiento de
fracaso, de vergüenza o turbación. El alma está herida. Más no han de olvidarse las
posibles alteraciones psíquicas y hasta orgánicas de ese estado, y los efectos
económicos que producen el caimiento, la inseguridad, la alteración íntima, la pérdida
de la confianza y serenidad, así como la retracción social" (op. Cit. p. 454).-

Ya anticipé que con las manifestaciones vertidas en los dos programas por el periodista
Lanata y emitidos por el canal de la codemandada América TV S.A. ninguna duda cabe
que se ha puesto en cuestionamiento la reputación de la actora, produciendo un
desmedro de su honra susceptible de dar lugar a una reparación pecuniaria.-

Respecto del agravio relativo a la falta de acreditación del perjuicio inferido por las
manifestaciones efectuadas por el periodista demandado, es criterio uniforme que,
estando en presencia de un supuesto de responsabilidad extracontractual –como en el
caso de autos-, no cabe requerir una prueba específica de su existencia y debe tenérselo
por configurado por el solo hecho de la acción antijurídica (cfr. Orgaz, El Daño
resarcible, 3ª.ed. pág. 216 n°66, CNCiv. Sala E, O.C.C. v. América TV S.A. y otro, del
30/04/09 y jurisprudencia allí citada a la que remito).-

En el caso, ninguna duda me cabe que los hechos aquí cuestionados deben haber
producido en la persona de la actora lesiones o perjuicios que se traducen en
preocupaciones y padecimientos, físicos o espirituales, y que seguramente han
perturbado su tranquilidad, su vida de relación.-

En consecuencia este daño debe ser reparado y para determinar el monto o cuantía de la
indemnización, y habiéndose agraviado los demandados respecto del fijado por el A
Quo, habré de valorar las condiciones particulares de la actora, la gravedad de los
hechos perturbadores, la divulgación que las manifestaciones efectuadas han tenido en
atención al medio a través del cual fueran propaladas, como también las sumas
otorgadas en casos análogos al presente (v.gr., esta Sala muy recientemente, el 20-03-
09, in re "Canicoba Corral, Rodolfo Arístides c/Acevedo, Sergio y otros s/Daños y
Perjuicios", mi aludida sentencia de primera instancia, 27-07-05, in re "Servini de
Cubría, María R. c/Editorial Amfin S.A. y otros s/ds. y ps.", entre otros).

En consecuencia y resultando elevada la suma fijada por el A Quo, en los términos del
art. 165 del C. Procesal considero prudente y equitativo reducirla a la suma de cien mil
pesos ($ 100.000), haciéndose por ende lugar, parcialmente, al agravio formulado en
este sentido.-

4 - 5) Por último y en cuanto a los agravios vertidos respecto de la condena accesoria,


considero razonable efectuar la publicación ordenada por el A Quo más solamente de un
resumen del fallo dictado, a cuyo fin en la instancia de grado se determinará la manera
en que las partes procederán a fijar el texto a publicar el que deberá ser acordado por
ellas y autorizado por el Tribunal.-
Por todo ello propongo la modificación del fallo recurrido en los términos establecidos
precedentemente y con costas de ambas instancias a los accionados, sustancialmente
vencidos en ésta, por no existir mérito para apartarme del principio objetivo de la
derrota receptado por el art. 68 del Código Procesal, difiriéndose la regulación de
honorarios para después que se lo haga en primera instancia según lo decidido a fojas
1084v. y no cuestionado.-

Así voto.-

Los señores jueces de Cámara doctores Ana María R. Brilla de Serrat y Diego C.
Sánchez, por análogas razones a las aducidas por la señora juez de cámara doctora
Patricia Barbieri, votaron en el mismo sentido a la cuestión propuesta.

Con lo que terminó el acto. PATRICIA BARBIERI ANA MARIA BRILLA DE


SERRAT DIEGO C. SANCHEZ.

Este Acuerdo obra en las páginas n1 a n1 del Libro de Acuerdos de la Sala "D", de la
Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.

Buenos Aires, de octubre de 2009


Por lo que resulta de la votación que instruye el Acuerdo que antecede, SE
RESUELVE: admitir, parcialmente, los agravios modificando la sentencia y reduciendo
a cien mil pesos ($ 100.000) el monto del capital de condena, con costas de ambas
instancias a los accionados, difiriéndose la regulación de honorarios. Notifíquese y
devuélvase.

Patricia Barbieri
10
Ana María Brilla de Serrat
12

Diego C. Sánchez
11

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