Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
y
ps.". Expte. nº 31.819/04. Rec. Nº 518187. J. 91
En Buenos Aires, capital de la República Argentina, a los días del mes de octubre de
dos mil nueve, reunidos en Acuerdo los señores jueces de la Excma. Cámara Nacional
de la Apelaciones en lo Civil, Sala "D", para conocer en los recursos interpuestos en los
autos caratulados "Kemelmajer de Carlucci, Aida Rosa c/Lanata, Jorge y otros s/ds. y
ps.", el Tribunal estableció la siguiente cuestión a resolver:
1) ANTECEDENTES:
c) Los demandados Lanata y Flipper S.A. por su parte alegan haber obrado dentro de los
fundamentos constitucionales que regulan la actividad periodística, obrando con
previsión, siendo los contenidos de los programas cuestionados plenamente veraces y de
interés público, y solicitando asimismo la desestimación de la demanda promovida.-
2) SENTENCIA:
El señor juez de primera instancia hizo lugar a la demanda instaurada contra los tres
accionados, condenándolos a abonar la suma de $ 200.000 en concepto de daño moral,
por entender que las expresiones vertidas en las dos emisiones cuestionadas han tenido,
sin lugar a dudas, entidad injuriosa afectando el honor, la reputación y la dignidad de la
actora, con más los intereses y las costas del proceso, como asimismo ordenó la
publicación íntegra de la sentencia en los diarios "La Nación" y "Clarín" por ser los de
mayor circulación en el país.-
3) AGRAVIOS:
a) Los accionados Lanata y Flipper S.A. presentan sus agravios a fs. 1157/1168,
quejándose por la aplicación que la sentencia efectúa del art. 163 inc.5° del Código
Procesal a esta parte cuando la actuación inoficiosa debió atribuirse a la parte actora;
alegan que en el programa se dijeron cosas ciertas, que también son ciertas las causas
judiciales mencionadas, que no son inventadas, aún cuando la actora no resultara
involucrada, o hayan sido sobreseídas o archivadas; que el juez confundió la fuente con
las copias de los expedientes judiciales, desconociendo si hubo otras informaciones o
documentación adicionales, que por decreto 222 del Poder Ejecutivo, cualquier
ciudadano podía presentarse ante el Ministerio de Justicia en ocasión de una
designación de Magistrado de la Corte, que se cumplió en el caso la doctrina Campillay
ya que se mencionaron las fuentes de la información y que consistían en las denuncias
que originaran los expedientes judiciales, que según la sentencia el periodista conocía la
falsedad de sus informaciones, cometiendo real malicia, tildando al fallo de
discriminatorio y un acto de censura. La accionante contesta los agravios a fs.
1186/1202.-
4) SOLUCION:
Dado que la sentencia dictada por el Juez de primera instancia ha sido calificada de
dogmática, extensa, reiterativa y vacua por dos de los accionados, como si algunas de
las presentaciones por las partes presentadas no reunieran esos calificativos (fs.
1157/1168), trataré de explicitar de la manera más sencilla, comprensible, clara y
sintética, los fundamentos por los cuales el fallo recurrido deberá ser, en lo sustancial y
a mi criterio, confirmado.-
Adelanto por cierto, que no estoy obligada a seguir de manera alguna a las partes en
todas sus argumentaciones, como tampoco a considerar todas las pruebas ofrecidas, sino
solamente aquellas que resulten útiles o idóneas para resolver la cuestión traída a
conocimiento de este Tribunal (CSJN, Fallos: 258:304; 262:222; 265:301; 272:225,
etc.).-
4 - 1) Trataré en primer lugar la pretendida nulidad de sentencia requerida por la
codemandada América TV S.A.-
El recurso de nulidad se refiere a los defectos propios de tiempo, forma y lugar de las
resoluciones judiciales, en este caso, la sentencia, como también a los subjetivos y de
idoneidad objetiva de tales actos. Este recurso, tal como está previsto en nuestro
ordenamiento procesal (art.253) no tiene autonomía sino que se encuentra comprendido
en el de apelación. De tal suerte que, el recurso analizado no procederá cuando los
agravios pueden ser reparados por la apelación per se. Así entonces se ha dicho que "si
los agravios son susceptibles de ser reparados a través del recurso de apelación no
corresponde considerar el de nulidad deducido". (CNCiv. Sala G, 26-5811, "First
National City Bank v.Laduzinsky, César y otra" L.L. 1983-B-764, Jurisp. Agrup. Caso
4828; ED, 94-632, en "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación Comentado y
anotado", Jorge Kielmanovich, pág. 397, ed. Lexis Nexis-Abeledo Perrot).-
La recurrente no ataca, en términos del art. 265 del Código Procesal, los fundamentos
expuestos por aquél en la sentencia. Es que a fs. 1074 y 1075 el juez de grado al
referirse a la legitimación pasiva del autor de una nota periodística ante el reclamo
articulado por un agraviado, hizo extensiva la responsabilidad al medio, haciendo
mención a la responsabilidad de la productora y aclarando que tal temperamento lo
entiende aplicable al canal, dando razón de sus dichos, por lo que si bien expresamente
no lo manifestara, es evidente que estaba desestimando la defensa opuesta por la
quejosa, quien ninguna crítica ha hecho a los argumentos del magistrado sentenciante.-
Ello bastaría para desestimar el agravio. Sin perjuicio de lo dicho no puedo dejar de
considerar el poco andamiaje de la defensa opuesta, a poco que se dé una rápida lectura
al contrato de "coproducción" que la misma demandada acompaña con su contestación
(ver fs.316/325). De ese convenio surge que el canal, que aportaba el espacio o aire para
la producción del programa, se reservaba el derecho de no emitir el mismo, modificar
los días y/u horarios de emisión, su duración y frecuencia, a rescindirlo sin expresión de
causa, a brindar un estudio para la salida en vivo del programa, un móvil con una
cámara dentro de cada emisión y cámara de exteriores, a más de participar de las
ganancias por publicidad y de reservarse el derecho de supervisar y dar aceptación
definitiva de la calidad artística y técnica de cada programa, pudiendo -en caso de
detectarse fallas o incumplimiento de las disposiciones de la ley 22.285, su
reglamentación y demás normas concordantes- no emitir el programa, no eximiendo a la
productora de la responsabilidad que pudiere corresponderle, entre otros derechos a los
cuales me remito. Es más, expresamente obliga solidariamente a la productora y al
conductor frente a cualquier reclamo de terceros judicial, extrajudicial o del Comfer, en
relación con el programa, cláusula ésta que a tenor de la postura que la quejosa asume
hubiera resultado innecesaria.-
Dicho convenio mal puede serle opuesto a la actora, que es una tercera perjudicada por
la emisión de un programa que lesionara su honor, sin que la circunstancia de que se
trate de un programa "en vivo" sea relevante, y sin perjuicio de los derechos que en su
caso, pueda hacer valer contra sus cocontratantes y en base al convenio suscripto.-
Es por todo ello que la desestimación de la defensa de falta de legitimación pasiva
opuesta se impone. En igual sentido y frente a una excepción también planteada por esta
codemandada en similares términos que en el presente, se expidió recientemente la Sala
E de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil en autos "O., N.C.
c/América TV S.A." fallo del 30 de abril de 2009 (La Ley Online).-
Más allá de la mote o sobrenombre que el Sr. Lanata tuviera ocasión de atribuirle a la
actora (La Rulo), desconozco si de inventiva propia o de terceros, pero por sí mismo
bastante peyorativo, al igual que el utilizado al referirse en el mismo programa a otra
magistrada (la Dra. Servini de Cubría –La Chuchi-) o genéricamente a quienes sonaban
como futuras candidatas a ocupar un prestigioso cargo como juez de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, al que no cualquier ciudadano debería poder acceder sino por
sus méritos, y a las que apodara "Las chicas de la Corte", lo cierto es que en la manera
que relacionó a la accionante con la tramitación de diversas causas penales el
televidente no podía creer otra cosa que no fuera que la magistrada se encontraba
involucrada personalmente en las mismas.-
¿Qué otra cosa podría pensarse si el periodista señalara que "había una serie de
denuncias por tráfico de influencias hacia la Rulo Carlucci, aduciendo tener copia del
expediente, incorporando más adelantado en su diálogo la causal de incumplimiento de
deberes de funcionario público y agregando que el Banco Central, el Banco de Crédito
de Cuyo, habían sido denunciados siendo el abogado del segundo Nedo Carlucci,
esposo de la Rulo, por haber provocado la quiebra de una empresa con documentación
falsa, utilizando el abogado el rol de su esposa en la Corte para obstaculizar el
desarrollo del juicio, y como si fuera poco haber obtenido en otro juicio que la Justicia
le regulara a Nedo Carlucci, a través de la Rulo, un palo y medio de honorarios?
Por supuesto que he resumido los comentarios del Sr. Lanata pero tratando de mantener
la coherencia del relato para que se no sostenga que se encuentran "fuera de contexto" y
con el ánimo de no caer en reiteraciones que se le achacan al juez de grado.-
Ahora bien, lo cierto es que todas las causas penales mencionadas por el periodista
existieron, y prueba de ello es que han sido agregadas a estos autos venidas "ad
effectum videndi et probandi".-
Creo que hasta aquí, todos estamos de acuerdo, por lo que en consecuencia lo que
deberíamos conocer para poder llegar a la conclusión a la que arribara el Sr. Magistrado
de primera instancia, es si las manifestaciones efectuadas por el Sr. Periodista, a más de
la veracidad de la existencia de todos esos juicios ya corroborada, también son
verdaderas.-
A tal fin, he analizado cada una de las causas penales recibidas.-
Conclusión: todas las manifestaciones vertidas por el Sr. Lanata en su programa del día
13 de julio de 2003 y en las que hacía aparecer a la actora como involucrada en distintas
conductas ilícitas, no fueron veraces, y, sea que fueran erróneas o falsas, no se
correspondían con los expedientes judiciales, que eran la fuente a las que el periodista
consultó para hacerlas. O, por lo menos, así debió hacerlo, para evitar incurrir en
afirmaciones equivocadas o falaces como las que han dado motivo a esta litis.-
Si bien este periodista hace referencia, a diferencia de lo que ocurre en autos, a las
agresiones verbales proveniente de alguno de los Poderes del Estado hacia los distintos
medios periodísticos y la obstrucción en la aprobación de proyectos de ley referidos al
acceso a la información o que pretenden la modificación de los delitos de calumnias e
injurias, conforme lo ordenara la Corte IDH en el caso "Kimel vs. Argentina" el 2 de
mayo de 2008, o que pretenden impulsar proyectos de ley que dan amplia
discrecionalidad al poder de turno para decidir sobre licencias o contenidos de los
medios audiovisuales, los estándares internacionales fijados por este Tribunal al
resolver cada uno de los casos respecto de los cuales ha sido llamada a pronunciarse en
materia de libertad de expresión –y que Ventura tan bien sistematiza- son aplicables a la
gran generalidad de las situaciones que en torno a esta temática puedan llegar a
plantearse.-
Es por eso que tanto nuestra Carga Magna como la mayoría de los tratados
Internacionales, contemplan y amparan la libertad de expresión y de información,
condenando cualquier tipo de censura previa.-
Lamentable es que el Sr. Lanata en la segunda emisión de su programa manifestara no
haber firmado "un Pacto de San José de Costa Rica", lo que es demostrativo de su falta
de conocimiento acerca del mismo y por demás llamativo, sobre todo para un periodista
que pretende se le reconozca su libertad de expresión y tratándose nada más y nada
menos que la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscripta en San José
de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969, ratificada por nuestro país el 2 de febrero de
1984 en la Secretaría General de la OEA cuyo contenido (entre el que se encuentra la
libertad de pensamiento y de expresión y el derecho de rectificación o respuesta que
personalmente ofreciera a la Dra. Kemelmajer –arts. 13 y 14, respectivamente),
precisamente por su profesión se encuentra en la mejor situación para defender. Por
suerte, encontrándonos en una república, y gozando de un gobierno con división de
poderes, al que le pertenecía, que no es otro que el Poder Legislativo aprobó dicha
convención por ley 23.054 sancionada el 1 de marzo de 1984. Y a mayor abundamiento,
y como si fuera poca cosa, la reforma introducida por la Asamblea Legislativa reunida
en el año 1994 a través de la modificación del inciso 22 art.75 de la Constitución
Nacional, le otorgó jerarquía constitucional a ciertos Tratados sobre Derechos
Humanos, expresamente enunciados y entre los cuales se encuentra precisamente La
Convención Americana de Derechos Humanos, llamada comúnmente Pacto de San José
de Costa Rica.-
Por otro lado, conforme lo ha sostenido reiteradamente nuestro más Alto Tribunal, "la
prensa sigue siendo condición necesaria para la existencia de un gobierno libre y el
medio de información más apto y eficiente para orientar y aún formar una opinión
pública vigorosa, atenta a la actividad del gobierno y de la administración. Tiene por
función política, mediante la información, transmitir la voluntad de los ciudadanos a los
gobernantes; permitir el control de los órganos del sistema republicano, defender los
derechos individuales y haber posible que cualquier ciudadano participe en la acción de
gobierno (Fallos 321:916, disidencia del juez Fayt). Al decir de Tocqueville, la acción
de la prensa debe ser valorada en consideración a los males que impide, más que a los
bienes que realiza. En ciertas naciones que se pretenden libres –agregaba- cada uno de
los agentes del poder puede impunemente violar la ley, sin que la constitución del país
dé a los oprimidos el derecho a quejarse ante la justicia. En esos pueblos la
independencia de la prensa no es una garantía más, sino la única garantía que queda de
la libertad y de la igualdad de los ciudadanos (Alexis de Tocqueville "La democracia en
América", Traducción de Luis R. Cuéllar, F.C.E: México, 1957, Pág. 202 y sgtes). Las
aludidas funciones que le han sido encomendadas por el constituyente, le imponen al
Poder Judicial en su calidad de intérprete de la Constitución Nacional el cargo de
asegurar el permanente resguardo de un área incoercible de libertad para el
cumplimiento de sus fines" (Voto del Dr. Fayt en la causa "Gesualdi Dora Mariana
c/Cooperativa Periodistas Independientes Limitada y otros s/cumplimiento ley 23.073"
del 17/12/96, en igual sentido Fallos 312:935, considerando 6º causa "Verbitsky
Horacio y otros s/denuncia apología del crimen" del 13 de junio de l989).-
Más ello no implica, empero, desconocer que la garantía de la libertad de prensa, como
ninguna otra, no es absoluta, ni debe interpretarse de modo que anule o contradiga otros
derechos (Fallos 306:1892, 308:789), pues no es admisible sostener que entre los
valores que enuncia la Constitución exista una jerarquía que conduzca a reconocerle
prioridad a alguno de ellos.-
En consecuencia, si la prensa excediese los límites que son propios del derecho de
informar y se produjese, incausadamente, perjuicio a los derechos individuales de otros,
se generaría la responsabilidad civil o penal por su ejercicio abusivo, en cuyo caso será
necesario evaluar dicha violación teniendo en vista el cargo que la Constitución le ha
impuesto a la prensa y las garantías que para su cumplimiento le asegura,
condicionamientos que obligan a los jueces a examinar cuidadosamente si se ha
excedido o no de las fronteras del ejercicio lícito del derecho (voto de los Dres. Fayt y
Boggiano, causa "Kimel", Fallos 321:3601).-
El fundamento de esta doctrina reside en que las personas privadas son más vulnerables
que los funcionarios públicos puesto que éstos tienen un mayor acceso a los medios
periodísticos para replicar las falsas imputaciones y porque los particulares necesitan
una amplia tutela contra los ataques a su reputación, mientras que los funcionarios
públicos se han expuesto voluntariamente a un riesgo de sufrir perjuicio por noticias
difamatorias (CSJN "Costa" Fallos 310:508). Es que dentro de lo que podría llamarse la
"protección débil del funcionario público" frente a la "protección fuerte del ciudadano
común", cabe efectuar una segunda distinción fundada en el grado de notoriedad pública
del sujeto pasivo supuestamente vulnerado por la circulación de noticias referentes a su
conducta, toda vez que no puede equipararse la situación de un ministro de gobierno
con la de un anónimo empleado de una repartición estatal circunstancialmente
vinculado a un asunto público si sólo se considera que las instancias de acceso a la
opinión pública de este último son prácticamente escasas o nulas, no así en el otro
supuesto considerado, por lo que cabría acordarle al primero una mayor protección en
esta esfera.-
Ahora bien, sin perjuicio de señalar que la aceptación de esta doctrina por parte de la
jurisprudencia era opinable aún dentro de la misma Corte Suprema dada la multiplicidad
de votos emitidos en los distintos fallos en los que a veces se coincide en la solución
más no en los fundamentos o sólo parcialmente en los segundos (ver Sala I voto del Dr.
Fermé en el caso "Díaz de Vivar Elisa Matilde c/ Neustadt Bernardo y otros s/daños y
perjuicios" causa 33898/95 del 21/12/99), el reciente fallo de nuestro más Alto Tribunal
en autos "Patitó José Angel y otro c/Diario La Nación y otros" del 24 de junio de 2008
parece darle plena cabida.-
Por otra parte, el estándar de la real malicia es inaplicable a los casos de expresión de
ideas, opiniones y juicios de valor, porque sólo respecto de la afirmación de hechos es
dable sostener un deber de veracidad.-
Por su parte, en su voto en disidencia en la causa "Menem", los Dres. Bossert, Fayt y
Petracchi señalaron que la calificación o valoración es, en rigor, una expresión
esencialmente diversa de la actividad puramente informativa. Ella sólo modifica el
hecho calificado agregándole un juicio valorativo, más no varía la imputación fáctica en
cuanto tal, la que mantiene, en un nivel conceptual, autonomía frente a la valoración.
Esta diversidad esencial impide su enjuiciamiento a la luz de los principios aplicables a
la actividad de crónica o información. En efecto, la materialidad de los hechos hace de
éstos un objeto susceptible de ser probado y, por tanto, de ser ponderado con base en un
criterio de verdad. En cambio, respecto de las ideas, opiniones, juicios de valor, juicios
hipotéticos o conjeturas, dada su condición abstracta, no es posible predicar verdad o
falsedad. En conclusión, sólo cuando se trata de la afirmación de hechos es posible
sostener la existencia de un deber de veracidad a cargo del autor de tal afirmación. Que,
como consecuencia la doctrina que la Corte ha tomado del precedente estadounidense
"New York Times vs. Sullivan" en la medida en que desarrolla un estándar de
responsabilidad que tiende a impedir la propagación de imputaciones falsas, resulta
inaplicable a los supuestos de expresión de ideas, opiniones, juicios de valor y todas
aquellas manifestaciones cuya corrección o exactitud es inaccesible al conocimiento
empírico. En otras palabras, respecto de quien formula una expresión de estas últimas
no ha de exigirse el cumplimiento del deber de veracidad que subyace a los conceptos
de conciencia o temerario desinterés acerca de la veracidad de la información propalada
(Fallos 321:2849).-
Ahora bien, qué mejor prueba de este factor subjetivo que el haber hecho mención a las
fuentes –causas penales- cuando ni siquiera el periodista antes de propalar la
información errónea o falaz tuvo la inquietud de echar un vistazo a las mismas?.-
Siendo así, considero que debe tenerse por debidamente acreditado la indiferencia
negligente sobre la posible falsedad de la información emitida, por lo menos, en el
primer programa de "Día D Clásico", del día 13 de julio de 2003.-
Y hago especial referencia al primer programa por cuanto ninguna duda albergo en el
sentido que al emitirse el segundo programa cuestionado, el del día 20 de julio, ya no
existía negligencia sino cabal conocimiento de la falsedad de la información
suministrada.-
Advierto que en esa segunda ocasión el periodista Lanata haciendo referencia a sus
comentarios del programa anterior relacionados con la actora, y al referenciar haber
recibido un "acta de notificación" de la jueza Carlucci, donde les "pide que nos
desmintamos" y que "procedamos a dar lectura a un párrafo en virtud de un Pacto de
San José de Costa Rica, que yo no firmé…" manifiesta "ratificamos todo lo que dijimos
y estamos seguros que es cierto" y más adelante "lo que sí hacemos es confirmar todo lo
que dijimos".-
Es evidente que en esta segunda oportunidad, ya no obró con negligencia sino con real
malicia, puesto que a esa altura de los acontecimientos y frente al "despelote" que según
sus palabras se armara con los comentarios del programa anterior, resulta para esta
sentenciante realmente inconcebible que ni el periodista, ni la producción, ni el canal, se
hayan tomado la molestia de constatar la inexactitud de los infundios lanzados al aire,
para rectificar lo que negligentemente, y con notoria despreocupación sobre su verdad o
falsedad -para ser benévolo en referencia al primer programa como antes señalara-,
hicieran públicos.-
Lo dicho echa por tierra el agravio vertido por América TV S.A. referido a que no
puede el canal intervenir cuando se trata de programas en vivo so pena de violar la
libertad de prensa. Si no pudo hacerlo al emitirse el primer programa, habiendo recibido
la notificación de la que da cuenta el acta notarial que obra a fs. 22/25 además de
trasladarla presurosamente al periodista bien pudo utilizar los mecanismos necesarios
para evitar la consumación de un nuevo hecho generador de responsabilidad, por lo
menos, haciendo aplicación del propio contrato de coproducción que suscribiera con la
codemandada productora. Sin embargo, nada hizo.-
En cuanto al relacionado con la posibilidad que el Decreto 222/03 del Poder Ejecutivo
Nacional brinda de poder impugnar ante el Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos
Humanos las candidaturas de quienes se postulan para cubrir el cargo de magistrado de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación pareciera que el medio que se ha pretendido
utilizar -una denuncia ante un programa televisivo- dista de ser el idóneo y no merece
mayores comentarios, y ello no implica violación alguna a la libertad de prensa, ni
implica censura o discriminación de ningún tipo.-
Por todo lo antedicho, entonces, los agravios vertidos por todos los codemandados
deben ser desestimados, correspondiendo, en consecuencia, entender respecto de los que
se refieren a la procedencia de la indemnización por daño moral otorgado por el A Quo
y el monto que por éste fuera otorgado a la actora.-
4 - 4) Cabe mencionar que el Pacto de San José de Costa Rica, especialmente en el art.
11, que se titula "Protección de la honra y de la dignidad", incorpora y reconoce el
derecho subjetivo correspondiente y con la reforma constitucional de 1994, art. 75 inc.
22, las normas de dicha Convención se han elevado a la jerarquía constitucional como
ya anteriormente señalara. Y consecuentemente los principios de la Convención, como
el del citado art. 11.1 que establece: "Toda persona tiene derecho al respeto de su honra
y al reconocimiento de la propia dignidad", se han convertido en derechos
fundamentales, de la mayor admisión y vigencia y a la par de los otros en la Carta
Magna consagrados según expresa Santos Cifuentes en "Derechos Personalísimos", p.
454. El autor citado califica a este derecho al honor y al reconocimiento de la propia
dignidad, como uno de los bienes espirituales más preciados y lo define como "una
cualidad moral del ánimo, que puede ser herida, sufrir menoscabo, y que suele ser
defendida con el mismo ahínco, con la misma fuerza de quien se afana entre la vida y la
muerte". Y agrega: "La personalidad está sostenida en la reputación; crece, se agranda
con la fama y el esfuerzo para consolidarla ante los demás, depende de la opinión ajena,
pero también de la estima personal. Por ello, quien se sienta irremisiblemente
deshonrado, pierde las bases anímicas de la lucha y la superación, decae, debilita; queda
expuesto a la burla de los demás, al reproche y la indiferencia, a un sentimiento de
fracaso, de vergüenza o turbación. El alma está herida. Más no han de olvidarse las
posibles alteraciones psíquicas y hasta orgánicas de ese estado, y los efectos
económicos que producen el caimiento, la inseguridad, la alteración íntima, la pérdida
de la confianza y serenidad, así como la retracción social" (op. Cit. p. 454).-
Ya anticipé que con las manifestaciones vertidas en los dos programas por el periodista
Lanata y emitidos por el canal de la codemandada América TV S.A. ninguna duda cabe
que se ha puesto en cuestionamiento la reputación de la actora, produciendo un
desmedro de su honra susceptible de dar lugar a una reparación pecuniaria.-
Respecto del agravio relativo a la falta de acreditación del perjuicio inferido por las
manifestaciones efectuadas por el periodista demandado, es criterio uniforme que,
estando en presencia de un supuesto de responsabilidad extracontractual –como en el
caso de autos-, no cabe requerir una prueba específica de su existencia y debe tenérselo
por configurado por el solo hecho de la acción antijurídica (cfr. Orgaz, El Daño
resarcible, 3ª.ed. pág. 216 n°66, CNCiv. Sala E, O.C.C. v. América TV S.A. y otro, del
30/04/09 y jurisprudencia allí citada a la que remito).-
En el caso, ninguna duda me cabe que los hechos aquí cuestionados deben haber
producido en la persona de la actora lesiones o perjuicios que se traducen en
preocupaciones y padecimientos, físicos o espirituales, y que seguramente han
perturbado su tranquilidad, su vida de relación.-
En consecuencia este daño debe ser reparado y para determinar el monto o cuantía de la
indemnización, y habiéndose agraviado los demandados respecto del fijado por el A
Quo, habré de valorar las condiciones particulares de la actora, la gravedad de los
hechos perturbadores, la divulgación que las manifestaciones efectuadas han tenido en
atención al medio a través del cual fueran propaladas, como también las sumas
otorgadas en casos análogos al presente (v.gr., esta Sala muy recientemente, el 20-03-
09, in re "Canicoba Corral, Rodolfo Arístides c/Acevedo, Sergio y otros s/Daños y
Perjuicios", mi aludida sentencia de primera instancia, 27-07-05, in re "Servini de
Cubría, María R. c/Editorial Amfin S.A. y otros s/ds. y ps.", entre otros).
En consecuencia y resultando elevada la suma fijada por el A Quo, en los términos del
art. 165 del C. Procesal considero prudente y equitativo reducirla a la suma de cien mil
pesos ($ 100.000), haciéndose por ende lugar, parcialmente, al agravio formulado en
este sentido.-
Así voto.-
Los señores jueces de Cámara doctores Ana María R. Brilla de Serrat y Diego C.
Sánchez, por análogas razones a las aducidas por la señora juez de cámara doctora
Patricia Barbieri, votaron en el mismo sentido a la cuestión propuesta.
Este Acuerdo obra en las páginas n1 a n1 del Libro de Acuerdos de la Sala "D", de la
Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil.
Patricia Barbieri
10
Ana María Brilla de Serrat
12
Diego C. Sánchez
11