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Laura Montes Ramírez

Técnicas de finalización y colorización

El arte cinematográfico y las técnicas digitales: una convergencia

Ensayo sobre el documental Side by side

Técnicas de finalización y colorización

Profesor: Juan Sebastián Díaz

Universidad de La Sabana

2020-2
Desde sus inicios, el cine se ha apoyado en las herramientas tecnológicas para
lograr su principal objetivo: contar historias. A pesar de que en sus primeros años
era visto únicamente como un aparato tecnológico por sus propios creadores (el
‘cinematógrafo’), ha logrado evolucionar como arte cinematográfico a lo largo de
sus casi 125 años de historia. En el documental ‘Side by side’ (2012), Chris
Kenneally explora cómo este arte ha evolucionado desde técnicas más manuales
como la grabación en formato análogo y sus distintos procesos, hasta la inserción
de técnicas digitales en grabación, colorización y finalización de los productos.
Como bien lo señala Tim Weber: “Hay que ser un artista y un técnico al mismo
tiempo”.
En el documental es claro que en Hollywood hay prácticamente dos posiciones
encontradas: quienes apoyan la evolución del cine digital, como George Lucas,
James Cameron, Lars Von Trier, entre otros. Y también están los realizadores más
arraigados al pasado, como Martin Scorsese, que, aunque reconocen el impacto
de lo digital en la industria, aun tienen consideraciones sobre sus efectos en la
cultura misma del cine. En lo personal, aunque yo nací en una época donde ya el
mundo se encontraba sumergido en el entorno digital, en cuanto al cine, soy muy
purista; y valoro eternamente al cine en su estado más puro.
Sin embargo, no se puede negar los efectos tanto negativos como positivos del
cine digital. Por un lado, es importante tener en cuenta que uno de los mejores
impactos de lo digital es que se pueden hacer más películas – por lo que grabar
en digital es más barato – y de igual forma eso permite mayor libertad creativa. Así
como lo plantearon Lars Von Trier y Thomas Vinterberg con el Dogma 95: mayor
libertad creativa al eliminar las limitaciones técnicas. Lars Von Trier, en su
momento, creó otra manera de trabajar con actores, y lo digital le permitió tener
más material. Vinterbeg, por su lado, creó grandes narrativas en The Celebration,
por la fluidez y las variedades narrativas que le permitían las cámaras digitales.
Esto no implica que todo el cine deba ser al estilo Dogma 95, pero es un ejemplo
de cómo puede haber mayor libertad creativa y capacidad productiva al trabajar en
digital. Así como en la película ’28 days later’, en donde Danny Boyle comenta que
pudo grabar una escena en la calle haciendo que el tránsito de la ciudad se
detuviera solo diez o quince minutos, mientras que él logró grabar diez planos
diferentes al mismo tiempo ya que tenía varias cámaras – por lo que grabar en
digital es más económico –.
Pero sin duda alguna el mayor impacto del cine digital para nosotros los
estudiantes es la democratización del contenido. Si no fuera por las cámaras
digitales, quienes estudiamos cine o carreras afines no podríamos grabar
cortometrajes, hacer pruebas y nuestro conocimiento a lo largo de la carrera se
vería limitado de muchas formas. Al estar en último semestre, quizás tenemos un
poco más de experiencia que otras personas que estudiaron en una época donde
el cine era completamente análogo.
Ahora bien, también hay otras consideraciones que se tratan en el documental.
Como manifiesta Ellen Kuras, directora de fotografía de ‘Eternal sunshine of a
spotless mind’, el problema del cine digital es que ahora los realizadores tienen
menos control sobre sus obras, porque cualquiera puede agarrarlas y
manipularlas. Ya no hay la magia de antes en los rodajes, donde los directores de
fotografía eran prácticamente los únicos que tenían el poder y el control sobre
cómo estaba quedando la imagen. Ahora con los procesos digitales, en muchas
películas, la magia sucede en la posproducción. Si bien es cierto, en mi opinión
esto tiene sus aspectos positivos y negativos. Sí, puede que en rodaje a veces se
pierda el control sobre cómo está quedando una imagen. Pero también abre un
abanico de posibilidades narrativas que pueden explorarse en posproducción, en
las cuales el director de fotografía también interviene. Además, cada realizador
puede elegir. Hay muchos que deciden crear más en el rodaje y hacer cambios no
tan importantes en posproducción.
Martin Scorsese señala otro problema del cine digital: el uso del CGI. Para él, con
tantos efectos especiales, ya la audiencia no cree ni se sumerge en las historias,
porque ya nada es real. Ante esta cuestión, James Cameron se pregunta: ¿Y es
que cuándo lo ha sido? Aunque es válida la anotación de Cameron, en este caso
sí estoy de acuerdo con Scorsese. No estoy en contra del uso del CGI, pero hay
una tendencia en algunos sectores cinematográficos de sobre utilizar estos
efectos. Concuerdo con Scorsese en que el verdadero significado y valor del cine
está en aquel que nos cuenta historias que nos llegan al alma. Los efectos
especiales que se están desarrollando en el cine digital deben ser un apoyo a la
narración, y no ser el centro de esta.
En una parte del documental, Robert Rodríguez afirma que la tecnología empuja al
arte, y el arte empuja a la tecnología. Esta es tal vez el punto más claro sobre
cómo debe mediarse el arte cinematográfico y las técnicas digitales. Ambas deben
apoyarse, pero lo digital nunca debe sobrepasar lo realmente importarte: el arte
mismo. Después de todo, y como lo dijo David Lynch, “todo el mundo tiene un
lápiz y un papel. ¿Pero cuántas buenas historias han salido de ese pedazo de
papel? De ese mismo modo funcionará con el cine”. El arte cinematográfico y el
cine digital están juntos en una misma función: contar historias. Cómo se contarán,
eso depende de cada realizador.

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