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Durante la mayor parte de nuestra vida como especie, el principal problema que debimos

enfrentar fue la falta más que el exceso de alimentos, el hambre antes que la obesidad. Y
teniendo en cuenta que los tiempos han evolucionado, que los problemas que nos aquejan en
la actualidad son otros, debemos hacerle frente a este cambio de paradigma.

El ascendente número de casos de diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares,


síndromes metabólicos en adultos jóvenes y especialmente en niños han dado lugar a
catalogar a las enfermedades crónicas no trasmisibles como una epidemia, hecho que refleja la
necesidad de conocer las causas desencadenantes para poder trabajar sobre los factores
modificables y el establecimiento de instrumentos correctos de detección y valoración de estas
patologías. Consideramos que el sistema de salud debe comprometerse y enfrentar esta gran
“infección” que ataca la salud de nuestra sociedad donde el vector son las grandes
corporaciones multinacionales de alimentos procesados y refrescos.

Actualmente, se asocia a estas enfermedades no transmisibles con el estilo de vida individual


de cada persona, para revertirlo, la indicación médica o de los nutricionistas son siempre las
mismas: una dieta rica en verduras y frutas, evitar el sedentarismo incorporando ejercicio
físico aproximadamente 40 minutos al día, agua y evitar las gaseosas. Sin tener en cuenta que
el estilo de vida es producto de la historia de una sociedad. Es la economía, la educación, la
familia, la demografía y todos los procesos sociales los que determinan un particular abanico
de factores de riesgo a la cual el individuo en cuestión esta expuesto. Fallamos al creer que una
persona obesa inmersa en una sociedad consumista puede, con fuerza de voluntad, no
consumir más lo que le da placer, pero le hace daño. Debemos aceptar que el estilo de vida es
una construcción social y no debemos actuar desde una perspectiva individualista,
entendiendo una vez este concepto podremos construir estrategias que abarquen familias
enteras, barrios, institutos modificando el ambiente obesogenico, porque estamos frente a
una epidemia que afecta a todo el mundo y solo se combate con educación.

Mucho tiempo creímos que lo que causaba la obesidad eran las grasas. Durante 60 años el
consumo de grasa ha sido el mismo y el consumo de azúcar se ha triplicado, en consecuencia,
los casos de obesidad aumentaron considerablemente en todos los países del mundo. Hoy en
día podemos decir que el azúcar se encuentra en todos los alimentos, hasta el alimento que no
son dulces, por lo tanto, es muy difícil de identificarlos. Y este no es un mínimo detalle, el
ocultar la azúcar de los alimentos es una estrategia de las corporaciones multinacionales muy
mal intencionada, no es casualidad, ellos estan capacitados y entienden perfectamente la
función que cumple el azúcar en todos los productos. Y por lo tanto, ese es uno de los
principales y grandes problemas con el azúcar, ya que se encuentra en la mayoría de los
alimentos que consumimos diariamente: pan, leche, café, aderezos, gaseosas, carne de
hamburguesas, hasta en las barritas de cereales “saludable “y es un gran desafío disminuir su
ingesta, primero porque no sbemos que la consumimos y en segundo lugar porque el
consumirla estimula el centro de placer del cerebro, con efecto similar de al que la cocina y
produce un síndrome de abstinencia, como los opiáceos.

Las estrategias desde la salud publica deben basarse en hacer visible lo que nuestra sociedad
no lo logra ver, lo que las corporaciones multinacionales enmascaran con el fin de hacerse aun
mas millonarios a costa de la salud de grandes y niños que se ven rodeados de productos
azucarados y procesados, con una publicidad que promete alimentos mejores, rápidos,
cómodos, preparados y “divertidos”, alimentos que se adaptan a la vida moderna y que no
solo consumen por sus “propiedades mágicas”, además, muchas veces los ayudan a señalar
una posición social deseada.

Consideramos que frente problema lo principal es detectarlo, hacerlo visible, informar y


empoderar a las sociedades, para que no sea una cuestión individualista, para que los hábitos
saludables sean compartidos en instituciones, en familias, en sociedades. La alimentación
saludable no solo va a disminuir la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes,
va a crear futuras generaciones de niños sanos.

Aunque la principal causa de la obesidad es la mala alimentación, no es la única. También se


debe trabajar sobre hábitos que mantengan al cuerpo en movimientos. Vivimos en una
sociedad tan acelerada que a veces se torna difícil y tedioso dedicar tiempo para el ejercicio
físico. Lo importante en este punto, es resaltar que no se debe concurrir al gimnasio para hacer
ejercicio, lo hacemos al reemplazar el auto por una bicicleta, al bajarnos del colectivo unas
cuadras antes para caminar, al reemplazar el ascensor por las escaleras, al practicar un
deporte. Y es mucho mas efectivo si se hace en compañía, si esta actividad se comparte, se
contagia, se hace habito, se transforma en salud.

Como estudiantes de tercer año de medicina, tenemos en claro que la promoción de salud y la
prevención de estas enfermedades se realizan con dispositivos que abarquen grandes grupos
poblacionales para transformar la realidad que los rodea. Vemos diariamente muchos niños y
adultos concurriendo a los centros de salud con estas patologías, muchos las padecemos,
también conocemos muchas personas afectadas que no logran encontrar la solución de estos
problemas. Porque es una tarea muy difícil modificar hábitos que se arrastran hace años,
porque es difícil optar por alimentos saludables cuando la mayoría consumen alimentos más
atractivos favorecidos por el marketing, porque es difícil dedicarle tiempo al ejercicio físico
cuando hay tantas cosas por hacer, porque es difícil perseverar, porque al cambiar los hábitos
los resultados positivos tardan en llegar y las personas optan por salidas más rápidas, porque
somos ignorantes y no sabemos que estamos consumiendo, porque es más fácil echarle la
culpa al otro y no hacernos cargo de nuestra salud y alimentación. Pero como conocemos estas
realidades, también conocemos centros de salud que organizan talleres de alimentación
saludable donde concurren muchas personas, otras personas que se organizan para hacer
caminatas en las plazas, mamas que reemplazan las golosinas de sus niños por frutas. Son
pequeños los cambios, pero son grandes los resultados que impactan en a salud de cada
individuo y el de sus familias. Optamos por reforzar medidas porque las consecuencias de la
mala alimentación y sedentarismo las conocemos todos, es tan evidente que ya nada puede
ocultarlas., cada vez es mayor el impacto negativo y es momento de trabajar para revertir
estos malos hábitos.

El lado positivo es que la mayoría de las causas que los producen son factores de riesgo
modificables.

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