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III JORNADAS INTERDISCIPLINARIAS DE ESTUDIOS

AGRARIOS Y AGROINDUSTRIALES
Facultad de Ciencias Económicas - UBA
5, 6 y 7 de noviembre de 2003

TRANSFORMACIONES EN LA AGRICULTURA E
INNOVACIÓN ORGANIZACIONAL EN
ASOCIACIONES DE PRODUCTORES: LOS CASOS
DE AAPRESID Y ASAGIR

Ana Bocchicchio y Carlos Cattáneo

Buenos Aires, 30 de setiembre de 2003

TRANSFORMACIONES EN LA AGRICULTURA E INNOVACIÓN


ORGANIZACIONAL EN ASOCIACIONES DE PRODUCTORES: LOS CASOS DE
AAPRESID Y ASAGIR 

Ana Bocchicchio1 y Carlos Cattáneo1

RESUMEN

El trabajo se propone comprender la emergencia y consolidación de nuevas asociaciones de


productores, predominantemente de la Región Pampeana, vinculadas a un desarrollo
tecnológico específico –siembra directa- o a la producción de cultivos anuales como el
girasol. Está centrado en los casos de la Asociación Argentina de Productores en Siembra
Directa –AAPRESID- y de la Asociación Argentina del Girasol –ASAGIR-, organizaciones
que han ido ocupando un espacio de mayor significación y protagonismo a partir de la
segunda mitad de 1990. Como parte de una investigación que aborda la lógica de
funcionamiento de las mismas, se analizan aquí sus trayectorias, a partir de modos de

Proyecto UBACyT G604: “Emergencia y Consolidación de Organizaciones de Productores del Agro en
el Marco de la Nueva Institucionalidad: los casos de AAPRESID y ASAGIR”. Programación 2003
1
Facultad de Agronomía. UBA. Av. San Martín 4453 (1417 DSE). Bs. As. Argentina
E-mail: anaboc@fibertel.com.ar
1
estructuración que suponen innovaciones organizacionales e institucionales, así como sus
capacidades y limitaciones para afrontar los desafíos y explotar sus potencialidades dentro
del contexto competitivo impuesto por las transformaciones de la agricultura en el marco de
la nueva institucionalidad.

INTRODUCCIÓN

Toda organización social surge en determinado momento de la historia en el que


determinadas condiciones estructurales e ideológicas se articulan o maduran, permitiendo su
emergencia con determinadas características que la identifican y diferencian de otras
existentes (Lattuada y Renold, 2000).
La configuración de la trama de representación de los productores agropecuarios –
organizaciones corporativas- ha sido el producto de una dialéctica en que factores
estructurales y políticos sirven para reafirmar las posiciones ideológicas asumidas,
convalidar los diagnósticos interpretativos y fundar los comportamientos institucionales. Sus
roles en materia de socialización, estructuración del consenso, formulación de propuestas de
política y suministro de un sentido de identidad y servicios a sus miembros difieren según el
itinerario que cada una de ellas siguió a lo largo de su historia (Martínez Nogueira, 1988).
En las últimas décadas, y según la tesis del autor citado, la preservación del perfil de
representación de intereses genéricos puede llevar a que estas entidades no den respuesta a
las necesidades nacidas de las nuevas condiciones en la que se desenvuelve la producción.
De allí, el surgimiento de innovaciones institucionales con organizaciones orientadas hacia
cuestiones específicas de la producción y, en particular, hacia aquellas con impacto en los
ingresos del productor.
En efecto, se verifica la emergencia de nuevas asociaciones de productores ligadas,
en un caso, a un desarrollo tecnológico específico como es el caso de la siembra directa y en
otro, vinculadas a la producción de cultivos anuales como el girasol. Se verifica también, un
cambio en el espacio ocupado por las mismas, espacio de mayor significación y
protagonismo a partir de la segunda mitad de 1990. Recientemente se observa la formación
de nuevas estructuras empresarias basadas en el concepto de “incubadoras de empresas”
surgidas a partir de estas organizaciones. Ejemplo de ello es la emergencia de Bioceres, una
empresa orientada a la promoción y financiación de proyectos de investigación en
biotecnología que reúne a productores y empresas del sector, que se pretende solventar con
los beneficios que surjan de la comercialización de las patentes a lograr en dichos

2
desarrollos. La modalidad operativa que está adoptando esta iniciativa está basada en los
recientes modelos basados en la denominada “economía del conocimiento”. En tal sentido,
estas nuevas formas organizacionales parecen ser funcionales a las transformaciones de la
agricultura dentro de los procesos que a nivel internacional y nacional definen los escenarios
de su desenvolvimiento hacia el final del siglo que termina.
Sin embargo, más allá de poder caracterizar el entorno en que surgen, -procesos de
transformación tecnológicos (revolución tecnológica centrada en torno a las tecnologías de la
información) y económicos (interdependencia a escala global de las economías nacionales
que introducen una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad y que a nivel
local se expresa en el cambio en la institucionalidad agrícola)- es poco lo que se sabe sobre
ellas.
Este trabajo se propone comprender la emergencia y consolidación de estas nuevas
asociaciones de productores, predominantemente de la Región Pampeana, y está centrado en
los casos de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa –AAPRESID- y de
la Asociación Argentina del Girasol –ASAGIR-. Como parte de una investigación que
aborda la lógica de funcionamiento de las mismas, se analizan aquí sus trayectorias, a partir
de modos de estructuración que suponen innovaciones organizacionales e institucionales, así
como sus capacidades y limitaciones para afrontar los desafíos y explotar sus potencialidades
dentro del contexto competitivo impuesto por las transformaciones de la agricultura en el
marco de la nueva institucionalidad.

EL CAMBIO DE LOS ESCENARIOS


A mediados de los ´70, se manifiestan ya los primeros indicadores del agotamiento
del régimen de acumulación vigente desde la segunda posguerra y el inicio de una
trayectoria hacia la constitución de un nuevo patrón de acumulación. La década de 1980, “la
década pérdida” según la CEPAL, comienza con la denominada crisis de la deuda externa y
finaliza, en la Argentina, con los procesos de hiperinflación. La resolución del desequilibrio
de las variables macroeconómicas se llevó adelante dejando de lado la matriz
“estatocéntrica” y acatando la transición hacia un nuevo modelo de desarrollo a partir de la
aplicación de las recetas del denominado “Consenso de Washington”. Éste propuso para
América Latina una era post-dictaduras militares basada en la democracia y en la
potenciación del mercado. Abandonando toda práctica keynesiana, sus recomendaciones
oponían el libre juego de las fuerzas del mercado a la existencia de un Estado con fuerte
presencia. Esto implica devolverle al Estado su antigua “neutralidad”, superando el modelo

3
basado en la “pretensión racionalista de crear y organizar el orden social”, dejando que los
mercados avancen hacia el paradigma institucional del “orden espontáneo”. Un orden que
resulta de la espontánea interacción entre los múltiples agentes, públicos y privados, que
participan en él2 (Porras Martínez, 1999).
Se redefinen entonces las relaciones entre el Estado y la sociedad civil. En la medida
en que el mercado es el regulador de la vida económica y social, en la medida en que los
valores de carácter global y comunitario del antiguo patrón de desarrollo son sustituidos por
el individualismo y la aceptación de la incertidumbre en la acción económica, las presiones
de las organizaciones corporativas, las asociaciones de interés y, en general, de cualquier
acción colectiva en la vida política, económica y social de los países de la región, serán
desvalorizadas.
De este modo se ponen en práctica los postulados de la escuela de la public choice,
cuyos planteamientos sostienen, con una visión tecnocrática de la labor de gobierno, que la
intermediación de intereses público-privada es siempre causa de ineficiencia económica e
ingobernabilidad. En este marco, preservar la certidumbre institucional del mercado exige
desactivar las presiones que los agentes corporativos y las asociaciones de interés ejercen
sobre el gobierno para maximizar los intereses de su colectivo de referencia3.
En la Argentina de los ´90, la aplicación de los instrumentos de política económica
propuestos conlleva la transformación del orden institucional existente hasta entonces,
generando una nueva institucionalidad sustentada en la apertura económica unilateral e
integración regional, privatizaciones y desregulaciones. La redefinición del rol del Estado, a
través de estas medidas, y la emergencia del Mercado, como reasignador "más eficiente" de
recursos, conforman entonces el escenario donde se procesan la reconversión del aparato
productivo y el cambio social.

2
“Para ello es necesario acabar con la interferencia pública en la iniciativa privada, lo que implica la
permeabilización entre la esfera económica y la esfera política. El buen gobierno debe guiarse por el
conocimiento neutral de los equipos tecnocráticos y no por las presiones de los “rentseekers” locales”(Porras
Martínez, 1999)
3
Según Porras (op cit): “Los autores de la public choice han realizado importantes aportaciones conceptuales y
analíticas al poner de relieve la importancia del componente racionalista e individualista en la acción colectiva
y los riesgos que traen consigo la distorsión de los mecanismos de transmisión entre economía y política. Sin
embargo, la evidencia empírica ha demostrado los límites de la aplicación de los principios de la public choice.
En este sentido, la experiencia latinoamericana es un buen ejemplo. La inviabilidad de una impermeabilización
total de las organizaciones del estado a las presiones de las asociaciones de interés, principalmente en aquellos
países con una arraigada cultura institucional patrimonialista, da lugar a sesgos en las políticas públicas de la
que sólo se ven beneficiados unos pocos”. Es decir, no se evitan las acciones de presión más puntuales y
particularistas, como el lobby de las grandes empresas, especialmente de las transnacionales”

4
En efecto, la primera generación de reformas estructurales ha acentuado la
dualización del mercado en términos de los costos de transacción que deben afrontar los
diferentes agentes económicos, profundizando los desequilibrios sociales, económicos y
políticos preexistentes. Reformas que, por otra parte, se dan en un contexto internacional
signado por la revolución científico-tecnológica, la globalización creciente -de mercados, de
procesos productivos y de formas de gestión- y la sustitución de ventajas comparativas por
ventajas competitivas, imponiendo mayores restricciones y desafíos.
En el sector agropecuario, y desde el punto de vista de la reproducción de las
unidades productivas, tanto los cambios en la economía mundial (reestructuración del
sistema agroalimentario, mayor articulación y dependencia del sector primario al capital
industrial, comercial y financiero) como las políticas nacionales que las afectan (reducción
de los organismos y regulaciones estatales, presión impositiva, privatizaciones de las
empresas de servicios, el Plan de Convertibilidad), generan procesos de crisis, intentos de
supervivencia o de expansión en el conjunto heterogéneo de agentes sociales (Murmis,
1998). Factores exógenos y endógenos que plantean un contexto donde la eficiencia micro
económica, la escala de producción, el nivel tecnológico, la diversificación e incorporación
de rubros intensivos, y la integración agroindustrial, aparecen como factores determinantes.
El impacto sobre la estructura socio agraria, al igual que en el resto de la sociedad, es
legitimado mediante mecanismos simbólicos que, al convertir a la competencia en la norma
de participación en el mercado, justifican las diferenciaciones o desplazamientos de
productores como la falta de capacidad de adaptación al modelo requerido por el “ingreso” a
una nueva realidad internacional.

LAS ORGANIZACIONES
Las reformas estructurales, en el marco de los procesos de globalización y revolución
tecnológica4, impactan también en la transformación de la red de asociación y mediación de
intereses en el agro. Esta “se hace más fragmentada a partir de una multiplicación de
asociaciones reivindicativas y económicas, para dar cauce a un conjunto de demandas cada
vez más diferenciadas y específicas, consecuencias de una mayor diferenciación social”

4
Tal como plantean Piñeiro y otros autores “Los avances en el campo de la biotecnología, los nuevos
materiales y fuentes de energía y la informática y las telecomunicaciones constituyen la base de un nuevo
paradigma tecnoeconómico, con profundos impactos en las formas de organización social y los procesos
productivos. Estas transformaciones afectan no sólo a la forma de “hacer ciencia” y la naturaleza de los
procesos tecnológicos vinculados a la agricultura, sino que se reflejan también en la organización de sus
procesos productivos, sus encadenamientos y la propia institucionalidad del sector” (Piñeiro et Alt., 1999).

5
(Lattuada, 1995). Se plantean, también, nuevos desafíos para las asociaciones gremiales
tradicionales5.
En el caso de la agricultura empresarial, el “mapa” del asociacionismo se modifica
produciendo una especialización funcional. Aparecen organizaciones creadas en torno a la
solución de problemas específicos relativos a un producto o subsector, pudiendo abarcar la
etapa primaria de la producción o incorporar a la totalidad de los actores de la cadena
agroindustrial. En el inicio, sus fines “particularistas”, en torno a las actividades económicas
y de prestación de servicios, las distingue de las “generalistas”, con un rol reivindicativo6.
La consolidación de estas organizaciones está vinculada al desarrollo de un proceso
de adaptación a los escenarios que plantea la nueva institucionalidad y a la incorporación de
un nuevo patrón tecnológico en la agricultura argentina (biotecnología)7, a partir de una
estructura organizativa que adquiere protagonismo y a la que no es ajena la importancia
creciente de los CAI en la economía sectorial.

AAPRESID Y ASAGIR
Orígenes y trayectorias
La siembra directa se presenta como un cambio de paradigma en la actividad
agropecuaria en la medida que instala una agricultura sin labranzas con impacto en la
sustentabilidad ambiental y en la rentabilidad de las empresas. Sin embargo, su difusión fue
posible cuando se logró conformar un paquete tecnológico que incluía los herbicidas
necesarios, el ajuste de sembradoras y pulverizadores, conocimiento sobre manejo de
fertilizantes, genética, y adecuadas estrategias productivas. Esta situación se alcanzó durante
los ´90. En efecto, hacia 1993, el paquete tecnológico estuvo adaptado a las condiciones de
la región pampeana, lo cual sumado a la caída del precio del glifosato 8; primero, y a la

5
En el análisis del asociacionismo agrario suelen diferenciarse dos tipos ideales: el reivindicativo, o sindical, y
el no reivindicativo. “Ambos pueden ser analizados como los extremos de un continuo en donde pueden
situarse las formas concretas de asociacionismo que existen en la realidad” (Moyano Estrada, 2002).
6
Las asociaciones “generalistas” están ligadas al accionar gremial que va más allá de la identificación con una
o más producciones específicas, aún cuando en su origen, estas entidades hayan tenido un perfil
“particularista”. Tienen funciones de representación, reivindicación y de defensa de intereses, dirigiendo su
accionar a un colectivo de referencia que es más amplio que su propia base de afiliados” (Moyano Estrada,
2002). Canalizan la defensa de intereses conjuntos y se arrogan una representación general del sector.
7
Se definen estos parámetros a efectos de diferenciarlas, también, de organizaciones particularistas
preexistentes como las vinculadas a la producción ganadera, en región pampeana, o las vinculadas a cultivos
intensivos y/o plurianuales, fuera de ella.
8
De 40 U$S a comienzos de los ´80 a menos de 10 U$S en 1992.

6
aparición de la tecnología RR en soja9 después, generan las condiciones que favorecen la
adopción.
AAPRESID surge a comienzos de la década, a partir de esta innovación de corte
netamente tecnológico, y crece y se consolida como organización durante la misma.
Autodefinida como una Organización No Gubernamental formada por productores y
técnicos agropecuarios quienes constituyen el sector activo y directivo de la institución,
cuenta además con el patrocinio de empresas del sector y del auspicio de numerosas
instituciones. Sin mecanismo de admisión, se incorporan como socios abonando una cuota
societaria, estudiantes, comercios, empresas, cámaras, etc.
Habiendo comenzado como un grupo de productores que buscaban el intercambio de
experiencias (articulando también con el INTA y empresas proveedoras de insumos y
servicios) en torno al sistema de siembra directa (en adelante: SD), en la actualidad
“pretende ser no sólo una red de intercambio, generación de ideas agronómicas y
tecnológicas en SD; sino que además aspira a potenciar la ventaja de haber formado esta
red activa de productores para comenzar a discutir e intercambiar aspectos “más allá de
los rastrojos”. De allí que afirmen que “AAPRESID es hoy más que SD”. (AAPRESID,
2003).
Asumiéndose como actores, “jugadores”, es decir con capacidad de agencia, señalan
dos cuestiones sobre las que han ido avanzado: los requerimientos organizacionales e
institucionales de la innovación. Definen la innovación organizacional como los cambios en
la gestión de los procesos, intra e inter organizacionales, que les permiten rediseñar las
relaciones con proveedores y clientes a fin de reducir los costos de transacción. En tal
sentido opera la ampliación de su base de asociados y la idea de “red” que los conecta.
Pero reconocen la necesidad de un marco institucional favorable a la innovación, en
términos de “las reglas de juego” formales e informales dentro de las cuales interactúan “los
jugadores”, y de cuya construcción pretenden ser partícipes.
En el caso de ASAGIR pueden señalarse dos etapas. La primera corresponde al tramo
que va desde su fundación, en 1980, hasta el año 2000. A modo de una asociación

9
“verificamos que junto con la incorporación de la nueva semilla se producen cambios en los sistemas de
labranza. Disminuye notablemente el uso de labranza convencional y labranza vertical en favor de labranza
mínima y, sobre todo, siembra directa. En efecto, la aparición de semillas transgénicas resistentes a herbicidas
facilita la adopción de siembra directa, una modalidad productiva donde se busca reducir la remoción del suelo
(en general, para incrementar su contenido en materia orgánica y preservarlo de la erosión), reemplazando el
manejo mecánico de las malezas por el control químico. Por otra parte, los datos obtenidos a partir de los
productores entrevistados coinciden con información secundaria que revela que el incremento en la superficie
sembrada con Soja RR acompaña al aumento en la utilización de siembra directa” (Bocchicchio, et Alt. 2003)

7
particularista tradicional, la actividad realizada hasta ese momento estuvo circunscripta a la
organización de reuniones técnicas y científicas, nacionales e internacionales, en torno al
cultivo.

Hacia fines del 2000, modifica sus Estatutos a fin de acceder a un diseño
organizacional que le permitiera la integración vertical de la cadena de valor, incluyendo la
participación de todos los sectores involucrados: provisión de insumos, producción primaria,
comercio y acopio, industria y componente científico tecnológico. Así, se define hoy como
asociación civil de amplia representatividad en toda la cadena del cultivo cuyo objetivo
prioritario es desarrollar las acciones que sean necesarias para asegurar la competitividad del
producto girasol dentro del complejo aceitero argentino y su proyección internacional. Si
bien mantiene los objetivos y la denominación iniciales, la “nueva ASAGIR” no hace
mención a su etapa fundacional.

Finalmente, hay que señalar que las trayectorias de estas organizaciones no son
ajenas a la existencia de liderazgos fuertes y a la presencia “cruzada” de sus máximos
dirigentes: el presidente de AAPRESID es actualmente miembro de la comisión directiva de
ASAGIR.

Los Discursos10

Si las organizaciones tienden a adaptarse racionalmente a la estructura de su entorno,


los procesos de institucionalización del poder organizativo en los casos analizados se
expresan en el diseño organizacional que han adoptado ambas organizaciones y que
responde a la adopción de un discurso ideológico y a la definición de sus estrategias de
acción colectiva. En efecto, si los empresarios se asocian para maximizar su poder potencial
y producir nuevos recursos de poder coordinando los que ya controlan individualmente y
produciendo otros nuevos, la “forma” que le han dado a sus organizaciones reflejan una
“lectura” de la realidad que se pone de manifiesto en las expresiones de sus dirigentes, y que
se presentan a continuación en torno a los ejes más significativos.
La “economía de la información”
En el discurso de los líderes de estas organizaciones, es frecuente encontrar referencias
al tema de la economía del conocimiento y a las implicancias de la “sociedad-red”:

10
Se han tomado las expresiones de los titulares o miembros del consejo directivo de ambas organizaciones, en
seminarios, congresos, conferencias y medios de comunicación masiva.

8
Partiendo del reconocimiento de una crisis estructural, aluden al nacimiento de
un nuevo sector agropecuario -eficiente y competitivo- basado en la creatividad y el
profesionalismo. Aseguran que el campo puede generar recursos para el país pero que
lo hará desde la sociedad del conocimiento y con alto valor agregado
En tal sentido, estas organizaciones aparecen como emergentes de las formas
actuales de producción impuestas por la denominada economía informacional. Una
economía que se sustenta en la convergencia e interacción entre un nuevo paradigma
tecnológico y una nueva lógica organizativa. En ésta, la unidad básica de la organización
económica no es un sujeto, individual o colectivo, sino la “red” compuesta por diversos
sujetos y organizaciones, que se modifica constantemente a medida que se adapta a los
entornos que la respaldan y a las estructuras del mercado” (Castells, 1999)
En tanto afirman, que se ha pasado de un tipo de productor agropecuario que
centralizaba todas las actividades en la empresa agropecuaria -que era la del margen bruto-, a
la red -donde la actividad agrícola está segmentada en especialidades y donde el resultado de
la producción es el resultado de cada una-, inician una nueva tendencia que adopta la forma
de un asociacionismo especial y bastante flexible:

"El sistema consiste en la formación de una red de empresas, que consigue escala por integración,
en la que cada una aporta su fortaleza, es decir, una especialidad. Así es que algunas otorgan la
planificación y la asistencia técnica, otras la gestión de la producción; otras el financiamiento;
también participan empresas de servicios: siembra, fertilización, pulverización, cosecha, etc. De
este modo, el que siembra (sólo siembra), es un profesional. La sembradora se amortiza con su
función y se logra una alta eficiencia en el trabajo y en la inversión. El productor ya no es
necesariamente una familia que realiza todas las tareas rurales, puede ser una empresa de servicio,
que debe satisfacer las necesidades de su cliente" (Del presidente de AAPRESID, 2001).
En el mismo sentido reconocen que si bien en el campo argentino hay menos
productores, al producir más se necesitan más proveedores de servicios que posean una
capacidad de generar riqueza quizá mayor a la de los productores. Se adscriben a una
agricultura sofisticada que denominan “cuarta ola” basada en la combinación de recursos
naturales, industrias de transformación y servicios integrados, a fin de producir un grano, un
fruto, una botella de aceite o de vino, un caramelo que se exporta.”

Entonces, frente a una realidad que requiere escala -de empresa, de producción, de
ideas y de riesgos-, y cuyo logro se da a partir de profesión (por lo que se sabe hacer y no por

9
lo que se quiere hacer), sostienen que "…O evolucionamos innovando o perecemos
esperando” (Titular de AAPRESID, en el IX Congreso)

El Estado
Así como sobre el tema de la innovación, son múltiples las referencias que hacen en
torno al Estado. Sus declaraciones están en línea con la distribución de roles, entre el sector
público y el privado, establecidas en el marco del nuevo modelo económico.
"La realidad ha superado a la política. Los legisladores y funcionarios no podrán hacer lo que los
protagonistas de la producción no sepamos concretar. Ha llegado la hora de ser artífices de nuestro
propio destino"; “…Quizás sorprenda que no me queje del Estado; creo que nunca podrá hacer lo
que nosotros no hacemos; debe cumplir con sus funciones propias, con profesionalismo, honestidad,
seriedad, austeridad y dejar librado al máximo la capacidad de correr riesgos y generar progreso
del sector privado de la economía, campo, industria o servicios…” (Trucco, en Seminarios 2001/2)
El discurso empresarial, que caracteriza a estas nuevas organizaciones
“particularistas”, ha sido sostenido por AAPRESID a lo largo de toda la década pasada. En
él, la agricultura es considerada como un sector económico y, por lo tanto, debe ser valorada
bajo criterios de eficiencia productiva y competitividad. El desarrollo del sector dependerá,
entonces, de la capacidad de la iniciativa privada, reservando a la acción pública la
generación de condiciones para que ésta se exprese. Esto significa el rediseño institucional
con un nuevo rol del Estado que interactúa con el sector privado, estimulando, catalizando
procesos y proyectos, de “forma eficiente y profesional”.
Un discurso empresarial coherente con los planteos que sustentaron las reformas
estructurales y que se aleja del “discurso ruralista” vigente hasta entonces. Esto puede verse
también en las declaraciones del ex presidente de ASAGIR cuando afirma que esta
organización no es corporativa, que en ella todos persiguen la generación de riqueza y valor
de la cadena, reservando la discusión de cómo se reparte para otros ámbitos. (Grobocopatel
en Congreso ASAGIR, 2003)
Sin embargo, en tanto las empresas no operan en el vacío sino dentro del marco
normativo establecido por el Estado, frente a los cambios que se produjeron luego de las
crisis de fines del 2001 señalan la necesidad de contar con reglas de juego claras y estables,
en tanto “…no se puede producir y al mismo tiempo estar luchando contra la
incertidumbre y los misterios que nos deparará el funcionario de turno". (Trucco, 2002)
Y vuelven a reafirmar los beneficios del modelo dentro del cual se formaron, al
momento de oponerse a la imposición de retenciones a las exportaciones, a las que

10
consideran basadas en un “…facilismo destructivo y en la apropiación de lo que
genuinamente ha sido creado, ahorrado y capitalizado (tanto en materia ecológica y
económica como moral y sociológica) por la naturaleza y por la sociedad en su conjunto”.
(Peiretti, 2002).
El tema de las retenciones ha sido el disparador para plantear los intereses de sus
asociados, por ahora en el debate público. Queda pendiente observar si asumirán funciones
reivindicativas que las posicionen para participar de la mesa de negociación con el Estado
las reglas de juego que premien la competitividad empresarial. Ya que si bien dejan en claro
que no son corporativas, reivindican esta situación como ventaja para avanzar en el diseño
de políticas públicas a partir del sector privado.

El sector

A partir de esta postura proactiva frente a los desafíos que plantean los nuevos
escenarios, vinculan la posibilidad de persistencia en el sector a una cuestión de actitud, y
en esto, su discurso no difiere de la perspectiva neoliberal. De allí que consideren que quien
no tenga la mentalidad para afrontar los cambios que sean necesarios les será difícil
permanecer en la actividad.
"Es mejor que los productores nos demos cuenta de lo que está pasando con nuestros negocios y, si
no podemos con ellos, tal vez, lo más indicado sea dedicarnos a otra cosa. Eso sería más
aconsejable a que el propio sector nos expulse" (Trucco, Jornada 2001, en Rosario)
Esta posición es sostenida en cuanto analizan la representatividad de las entidades
tradicionales del sector. El titular de AAPRESID, con una postura “más dura”, señala:
“Yo aspiraría a tener una mejor interacción con las entidades, a poder influenciar sobre ellas con
nuestra visión, porque creo que a veces lo que afecta, tanto a las entidades como a la política, es que
han pasado a ser los encargados de los perdedores. Yo no hablo de los perdedores despectivamente,
sino como una circunstancia. Todos a veces perdemos y a veces ganamos. Ahora, cuando una
institución atiende a diez personas que vienen a reclamar por sus situación, se empieza a tener una
visión de que todos pierden, lo cual no es verdad. Si después de eso pasan a ser los defensores de los
que pierden, es como que empiezan a destruir las oportunidades”. (INFOBAE, 2003)
Si bien estas declaraciones parecen estar destinadas a aquellos que representan a
quienes han hecho crisis a partir del cambio del modelo económico, y por lo tanto con una
“lectura” distinta de la realidad, (como la Federación Agraria), no parece existir por ahora
una comunicación fluida con la dirigencia de las asociaciones tradicionales.

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En este contexto de la Argentina actual, en el cual las asociaciones “generalistas”
mantienen el predominio en la representación que detentaron históricamente, y en el que a su
vez van asumiendo un rol cada vez más protagónico las “particularistas”, el fenómeno de la
“coexistencia” entre ambos tipos de organizaciones podría plasmar diferentes situaciones:
a) situación de “especificidad de roles”: cada entidad o grupo de entidades se estaría
ocupando de lograr sus objetivos específicos y no habría superposición de espacios
en cuanto a la representatividad. La coexistencia en este caso puede ser definida
como funcional y de carácter positivo. En esta situación, los roles gremial y
reivindicativo y tecnológico-sectoriales estarían reservados para cada tipo de
organización, siendo asumidos en forma separada por ellas.
b) Situación de complementación: se daría en los espacios específicos en los cuales el
accionar de una de ellas potencia o mejora el desempeño de la otra. También en este
caso la coexistencia sigue siendo funcional y de carácter positivo, aún más que en el
caso anterior.
c) Situación de competencia por espacios de poder y representatividad: se daría cuando
los intereses de ambos grupos de entidades o las reivindicaciones de la
representatividad de algunos actores, y fundamentalmente el rol de interlocución ante
el Estado, se empiezan a superponer. Puede desarrollarse sin que necesariamente
existan manifestaciones públicas que lo pongan a consideración y juicio de otros
actores.
d) Situación de conflicto: se produce cuando la competencia se explicita y traslada a
ámbitos en los cuales ambos grupos de asociaciones están en condiciones de
arrogarse la representatividad, disputar los espacios de poder y ser considerados
como interlocutores privilegiados ante las instancias de gobierno que fijan las
políticas sectoriales o de mayor alcance que pueden tener implicancias sobre el futuro
del sector.

De alguna manera, el escenario en el que se ha venido planteando la relación hasta


ahora corresponde al señalado en primer término, pero dado el crecimiento y protagonismo
que han tomado las “nuevas” entidades va a significar de ahora en más una mayor inserción
de las mismas en cuestiones que trascienden las esferas de lo técnico y, por consiguiente, la
inviabilidad de seguir sosteniendo con las “tradicionales” el equilibrio que la “especificidad
de roles”, o la “complementación”, implican.
Las estrategias

12
El modo de estructuración y la lógica de funcionamiento de estas organizaciones
constituyen ejemplos de diseños organizacionales funcionales para viabilizar la innovación
tecnológica. En este sentido, uno de los rasgos más interesantes está dado por las
características que adopta la vinculación con el sistema de Investigación y Desarrollo (en
adelante, I&D), sector clave en la llamada sociedad del conocimiento.
En ambos casos, y desde el inicio, han articulado con los tradicionales actores del
circuito de investigación, tanto del sector público (Universidades, CONICET, INTA, etc.)
como del sector privado (agroindustrias, laboratorios, etc.) a fin de acrecentar lo que hoy
denominan su capital social. La firma de convenios se tradujo, entre otras cosas, en potenciar
la presencia de AAPRESID más allá de las fronteras, llevando su experiencia a España.
Por otra parte, el manejo de recursos les ha permitido, como en el caso de ASAGIR,
la creación de un fondo promocional que permite el financiamiento de distintos proyectos de
investigación. A partir de ello, aparece una nueva forma de vinculación con el sector
público, a través de sus organismos con quehacer científico. La importancia de dicha
vinculación, funcional para ambos actores, adquiere relevancia en el desarrollo de la
biotecnología. La apropiabilidad de sus resultados, dado del carácter de patentabilidad que
las sustentan, sumada a las inversiones que requiere, genera un espacio I&D dominado por
las grandes empresas multinacionales.
A los efectos de asegurar la apropiación de los beneficios que se generan en la cadena
de valor de dichas producciones, intentando en cierta manera alcanzar un mayor grado de
autonomía, más allá de los convenios establecidos, estas organizaciones han avanzado con la
puesta en práctica del concepto de “incubadoras de empresas”. Así fue creada, a mediados de
2002, Bioceres, una empresa orientada a la promoción y financiación de proyectos de
investigación en biotecnología que reúne a productores y empresas del sector, y que será
solventada con los beneficios que surjan de la comercialización de las patentes a lograr en
dichos desarrollos11. Está constituida como una sociedad anónima integrada por 45
accionistas, muchos de los cuales pertenecen a AAPRESID, y que respondieron a la
convocatoria realizada en su momento por el titular de dicha asociación. Los proyectos se
concretan por medio de convenios con instituciones científicas que aportan sus
investigadores e infraestructura, recibiendo como contraprestación inversiones para
desarrollar, entre otras tecnologías, nuevas variedades genéticas. El titular de Bioceres, que

11
Bioceres se desarrolló en base a una inversión inicial de U$S 240.000 y, como fondo de inversión, establece
cuotas parte de un mínimo de U$S 2.400, pagaderos en tres años, al término de los cuales cada inversionista
recibe la utilidad respectiva de cada desarrollo científico.

13
es a la vez el ex presidente de ASAGIR, manifestó que “No se trata de una competencia con
las firmas multinacionales que desarrollan biotecnología, sino un complemento” (Mira,
2002).
Al ser consultado en un reportaje periodístico respecto a si imaginaba la evolución de
AAPRESID generando distintas unidades con fines específicos, como el caso de
BIOCERES, el máximo dirigente de aquella manifestó “…Me gustaría imaginar que mil o dos
mil productores destinen una parte de su renta en invertir en compañías para producir proteínas
animales, superfeedlots, biotecnología, algo para el siglo XXI…” (INFOBAE, 2003).

REFLEXIONES FINALES

El abordaje de las organizaciones aquí presentadas se ha realizado a partir del


impacto producido por las reformas estructurales, las nuevas tecnologías, y las innovaciones
en los distintos ámbitos que de ellas se derivan. Estos estarían obrando en la
institucionalidad sectorial como importantes factores de especialización funcional, reflejo de
los cuales son, entre otras instancias, los discursos y presentaciones públicas, las estrategias
de acción colectiva y los modelos organizativos implementados, elementos todos que están
directamente relacionados con la naturaleza del marco de referencia colectivo que definiera
originariamente cada organización.

Hay que destacar, que en la definición de la impronta innovadora que han adoptado
juega un papel preponderante la formulación específica de la misma por parte de sus
máximos responsables. La presencia de un tipo de liderazgo con un alto grado de
profesionalidad y con capacidad de gestión frente a los cambios que se producen en el
contexto, es funcional al desarrollo innovativo, ya que en el líder, o en la cúpula de las
mismas, aparece depositada la autoridad para fijar las orientaciones estratégicas, no
percibiéndose límites a las clases de innovaciones a adquirirse.

Desde el punto de vista de la intermediación de intereses y en el ámbito regional,


algunos autores destacan, en el análisis evolutivo de las organizaciones, la existencia de
organizaciones “generalistas” vinculadas a los “empresarios tradicionales” y de las
“particularistas” más relacionadas a los “empresarios modernos”. Las dificultades para
extrapolar esta diferenciación en el empresariado agrícola argentino también impactan en el
perfil de las organizaciones. Si en el caso latinoamericano, las organizaciones particularistas
y las generalistas ocupan espacios diferentes, en el caso argentino esto no es así. De allí que,

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la visión en el sentido de asignarles a las primeras una mayor capacidad para asumirse como
representantes de los sectores modernos, merece al menos ser relativizado.
En consecuencia, si en AL puede observarse un desplazamiento en lo que hace a la
representatividad del sector, de las “generalistas” a las “particularistas”, que no ha sido
traumático, no podría afirmarse que el proceso adopte características similares en la
Argentina: en este caso, el espacio que ocupan las nuevas organizaciones (particularistas) es
un espacio en gran parte ocupado por las tradicionales (generalistas). De allí que cabe
esperar un escenario de bajo nivel de conflictividad sólo en la medida en que no se exprese
en forma explícita una puja por dicha representación de intereses y por la interlocución ante
las instancias de definición de las políticas públicas.
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