Está en la página 1de 4

EL ESTADO FRACTURADO

DE LA CRISTIANDAD.
1 Corintios 3.
 
 
         No hay mayor peligro que olvidar el espíritu que
conviene a aquellos que Dios ha mostrado Su misericordia
dándoles un entendimiento verdadero de lo que le satisface
a Él en el estado actual y fracturado de la Cristiandad. ¿No
es una de las cosas que más tenemos que cuidar el hecho
de que el tono en que usamos la verdad sea el apropiado?
Mientras más aprendemos de Dios, más tenemos que
cultivar la humildad de mente. Esto no implica que ustedes
tienen que ser indecisos en cuanto a sus convicciones, sino
que junto con esto, tienen que tener un justo sentido de su
propia debilidad, y que están quebrantados en espíritu,
recordando de qué manera la gloria del Señor ha sufrido por
el fracaso de Su pueblo. Nosotros sentimos cuán lejos ha
caído la iglesia, y también de donde ha caído, pero no
tenemos que desalentarnos. No hay ningún elemento de
Cristo en la desesperación o en la desconfianza. El Espíritu
Santo nunca produce la duda. Como a veces hay dificultad
en las mentes sobre lo que se denomina la ruina de la
iglesia, sería bueno expresar unas pocas palabras acerca del
presente estado fracturado de cosas entre los que invocan el
nombre del Señor.
 
         Tenemos que tener en mente a la iglesia bajo dos
puntos de vista - la iglesia o asamblea como edificada por
Cristo; y como edificada por el hombre, es decir, por Sus
siervos. La asamblea como edificada por Cristo nunca falla.
"Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella." (Mateo
16:18). Pero lo que ha sido edificado por los Siervos del
Señor siempre está expuesto a ser dañado por elementos
más o menos sin valor, si no peores. Ese daño puede sufrirlo
por medio de la mundanalidad, la prisa, el descuido, los
sentimientos carnales, mil cosas conforme a la naturaleza
que se le permite actuar sin ser juzgada, y de este modo
produce resultados para vergüenza y deshonra del Señor.
 
         Por eso encontramos que entre los Corintios había
materiales de los cuales el apóstol habla en tonos de grave
amonestación. Ellos habían dejado entrar no solamente lo
que era sin provecho, sino incluso lo que era corruptor:
"madera, heno, rastrojo." (1 Corintios 3:12 - VM). Con todo,
podía haber también allí, un poder de contaminación junto
con la mano de destrucción. Aquel que construía lo que era
sin valor podía salvarse mientras su obra perecía, pero el
hombre que contaminaba, o destruía la casa de Dios, él
mismo sería destruido por el juicio de Dios. Todo esto
sucede donde los hombres son los edificadores. Así vemos
los dos aspectos justificados. Hay en la asamblea de Dios
aquí abajo aquello que es edificado por Cristo, y así nunca
falla, cuyas piedras son vivas, y en ningún caso piedras
muertas. Por otra parte, existe la mala hechura, un servicio
más o menos descuidado, como pueda ser el caso:

Hombres malos haciendo lo que es conforme a ellos


mismos, o

Hombres buenos que no son guiados por Dios en


todas las cosas;

y, por consiguiente, hay un aumento de material inferior que


no tiene ningún valor para Dios, que mancilla Su templo, y
que hasta ahora incurre en el cargo de causar confusión,
desorden, y debilidad. Es en el último punto de vista que
vemos los orígenes de la ruina que pronto se expandió en la
iglesia. Estas cosas perecibles, "madera, heno, rastrojo" (1
Corintios 3:12 - VM), significan, yo creo, doctrina mal
expuesta o doctrina liviana, generando personas
semejantes. Podría así fácilmente significar las dos cosas; en
el primer caso se trata de doctrinas que son del gusto de la
carne, y, por lo tanto, atractivas para personas en un estado
carnal, quizás hombres inconversos o naturales.
 
         Algunos, indudablemente, piensan que hablar de la
iglesia en ruinas es hablar duramente; ¿pero por qué es
esto? No hay ninguna acusación de Dios, sino sólo del
hombre. Dios llamó a Israel de Egipto; no obstante, Israel
llegó a ser una ruina. ¿Por qué deberíamos extrañarnos que
el Gentil no haya continuado en Su bondad? Comparen con
Romanos 11, donde podemos ver cuán poco podía
sorprenderse el apóstol ante semejante asunto. El principio
corre a través de cada trato de Dios con el hombre. La
criatura falla siempre, pero todo se vuelve para la gloria de
Dios. Sin duda la iglesia, como Israel, existe, pero en un
estado ruinoso. ¿No lo reconoce el Protestante cuando
piensa en el Papado? ¿Y el Católico cuando contempla el
Protestantismo? Hombres rectos y espirituales lo reconocen
sin reserva.
 
         Todos estos no son sino casos de una verdad aún más
general. El primer hombre cayó y está universalmente caído.
Pero hay otro gran hecho - el Segundo hombre resucitó de
entre los muertos, y ha comenzado una nueva creación que
nunca perecerá ni fallará. Así, el mismo principio es aplicable
por todas partes, como siempre; en cuanto aludimos a la
responsabilidad del hombre, nosotros observamos ruina y
confusión. Todos lo sienten; toda persona piadosamente
inteligente lo reconoce, aunque no esté acostumbrada a la
expresión, y sienta así dificultad, temiendo que ello pudiera
comprometer la gracia y la fidelidad de Dios. Es imposible
amar a Cristo y a la iglesia sin gemir. Sin duda yo podría
nombrar con facilidad un bien conocido líder de la Alta
Iglesia (N. del T.: rama conservadora de la Iglesia Anglicana
o Iglesia de Inglaterra) quien, ocupando una zona
eclesiásticamente mucho más apartada que la de muchos,
como hombre piadoso, gemía sobre el presente estado de la
iglesia. Con todo, como nosotros no podemos dudar que
existe real piedad allí, así también lo hace un corazón que
ama a Cristo y los que son de Cristo. Ahora bien, es
imposible tener estos afectos divinos de la nueva naturaleza
sin sentir que el presente estado de cosas es contrario a la
gloria de Cristo. Yo confieso que tengo incomparablemente
más simpatía por el gemir de un hombre semejante, que por
otros que pregonan el progresivo desarrollo del Cristianismo
en el siglo 19 y en el presente siglo, y buscan los triunfos
del milenio como el fruto de las labores de la iglesia. ¿Cómo
puede uno simpatizar con semejante insensibilidad hacia la
verdadera deshonra hecha al Señor? Es realmente, aunque
inconscientemente, jugar en manos de Satanás.

W.K.

Publicado originalmente en el sitio web:


www.graciayverdad.net
E-mail: ediciones.graciayverdad@gmail.com
Fono: 09-50483644

También podría gustarte