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12 de marzo

Silencio

Camino hacia la cárcel. Son las nueve y media de la mañana. Principios de marzo. Todavía hace calor, y
después de 10 minutos caminando, me doy cuenta de que no fue buena idea. La distancia no es muy grande,
pero no hay árboles ni vereda. La calle es como una ruta sin banquinas. Camino a contramano sobre la calzada
para ver a los autos que vienen.
A los lados de la ruta hay pequeñas chacras. Es la frontera entre la ciudad y el campo.
El asfalto de la calle es negro intenso. Pienso que deben de haberla arreglado hace poco, porque se ve nueva.
Empiezo a tener calor, pero me gusta caminar. A pesar de que voy con mis zapatos de plataforma, me siento
cómoda sobre mis pies.
Me doy cuenta de que hay muchas plantas diferentes a ambos lados de la ruta. No conozco sus nombres – casi
nunca los conozco – pero me llaman la atención. No voy a detenerme a recoger gajos, porque no tengo dónde
ponerlos. Pero igual disfruto de ver arbustos, flores y juncos. Me llama la atención una mata altísima de
margaritas amarillas que crece junto a una pequeña cañada. Agradezco a la naturaleza su abundancia. Me
maravilla la diversidad.

A los 20 minutos empiezo a sudar. Pasan algunos autos en dirección contraria a la mía, y menos en la misma
dirección. Pero no tengo intención de hacerles señas. Veo que no falta mucho. Se ven las torres de vigilancia
de la cárcel como a 1 km. Me seco la transpiración de la nariz, bajo los lentes de sol, y sigo caminando.
Ahora hay un repecho pronunciado. Es más fácil caminar en repecho, pero me exige respirar más profundo.
Siento los 35 años de fumadora que llevo encima. Por suerte peso poco, y mi capacidad pulmonar alcanza para
mover este cuerpo flaco.
Cuando llego a las torres de vigilancia me doy cuenta de que son de la cárcel vieja. La otra está a la derecha.
Me falta caminar 1km más..
Llego, me registro y espero que me vengan a buscar.
Viene Fernanda, y me presenta a Juan.
Juan tiene casi la mitad de mis años, una barba muy prolija, piercings en las orejas y algún tatuaje sutil. Al
saludarme hace muchas morisquetas con los ojos y la nariz, en un intento de ser simpático (creo). Yo estoy
absolutamente transpirada. Les pido un minuto para recuperarme del calor. Y un vaso de agua

En la reunión está también la subdirectora de la cárcel. Se sienta en la cabecera de la mesa, mientras Juan y
Fernanda van a resolver algo. Me pide disculpas pero “hoy comienza las clases mi hijo... tengo que atender
algo”.
La mujer es unos 10 años menor que yo. Le pregunto por su hijo: “Tiene 7 años. Empezó segundo”. No le
pregunto, pero por su preocupación, sospecho que es su único hijo. Le digo que no se preocupe, que atienda lo
suyo mientras yo me recupero.
Se entrega al whatsapp.
Yo me voy recuperando del calor, y entran Fernanda y Juan.
Vamos al tema de la reunión. Hablamos Juan y yo principalmente. Yo tengo una modalidad conciliadora, así
que no me cuesta relacionarme con nadie. Lo escucho, lo voy conociendo. ES un intelectual de la sociología y
la pedagogia. Dudo que alguna vez haya dado talleres o clases a los presos, pero me doy cuenta de que trata
con ellos. Me cuenta que ha conversado con algunos, y que le han expresado diferentes inquietudes respecto a
los talleres que estamos dando.
Lo que me dice me parece atendible. Estoy de acuerdo en darles más información sobre el proceso.
Me pregunta sobre el taller de competencias transversales. Le explico que el enfoque no es el que prevé el
INEFOP. Le digo que mi idea no es tratar los consabidos temas de género, seguridad ocupacional y derechos y
deberes de los trabajadores, porque entiendo que esos temas los abordan en otros cursos y talleres. Le digo
que mi idea es facilitar la reflexión acerca del futuro, jugando a conocerse y disparando pensamientos sobre el
propio futuro.
Seguimos hablando y se muestra interesado porque entiende que nuestra metodología está de acuerdo con las
tendencias más recientes en educación: enfoque de procesos y no de resultados.
No tengo ni idea sobre las tendencias, pero estoy de acuerdo en eso. El proceso educativo es rico per se. Más
allá de los resultados, porque cada persona llegará a resultados diferentes. Pero si el proceso es rico, habrán
logrado incorporar nuevas visiones y reflexiones al terminar, más allá de a cuántas y a cuáles conclusiones
hayan llegado.
La reunión se hace larga. De pronto son las 12 y les digo que voy a reunirme con las docentes.

Salimos con Victoria y Jissel.


Estoy con hambre. En un momento pensé en ir a almorzar con ellas al comedor de la cárcel. Pero ya estamos
afuera. Conversamos sobre diferentes temas operativos, y ellas se van a almorzar.
Me dicen que hay un ómnibus hasta la plaza a las 12:45. Nos despedimos y me acerco a la salida, pensando en
esperar ese bus.
Pasa más de media hora y nada.
Dos mujeres (que parecen amigas) salen y se sientan a la sombra de un mojón que está a unos 100 m de la
entrada. Pienso que tal vez ahí es la parada del bus, y camino hacia ellas para preguntarles.
“Noooo, no hay ómnibus ahora. Nosotras vinimos caminando y nos vamos a tener que ir caminando”.
Me siento a la sombra y fumo un cigarrillo. Si no hay ómnibus, volveré a caminar la ruta.
Las mujeres siguen sentadas ahí. No sé si piensan caminar o esperar una o más horas el ómnibus. Me sorprende
que duden si caminar, siendo tan jóvenes.
Yo decido caminar otra vez, y arranco.
El regreso es mucho más corto. Hace más calor, pero es más fácil. Al rato estoy en Camino Maldonado,
esperando el ómnibus.
Fue un cumpleaños inusual.

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martes 17 de marzo : semi- cuarentena y coronavirus

Hace un mes o dos comenzó una epidemia en China. Una nueva cepa de virus de gripe. En los últimos 10 años
han habido varias “epidemias” de estas, que nunca llegaron a ser muy graves pero movilizaron una cantidad de
cosas.
Pero nunca como ahora. Un virus poco dañino (mata solamente a personas que ya tienen condiciones de
debilidad importantes) pero al parecer extremadamente contagioso, puso a la tierra en jaque. En un mes casi
todos los países (creo que todos excepto los africanos) están en situación de emergencia sanitaria.
Cuarentenas, cierre de fronteras, toques de queda.

Acá en ROU empezó ayer. La mayoría de los lugares de trabajo “al cuete” (como el mío), definieron trabajar a
distancia. Solamente los servicios esenciales para que la rueda siga girando (abastecimiento de comida y salud)
siguen funcionando de manera casi normal.

No tengo muy claro cómo lo viven otros. El aislamiento tiene eso. Por más que tengamos redes sociales y la
gente publica y publica cosas sobre el mismo tema sin parar, es difícil saber en qué medida cada unx está
preocupadx.

No termino de sopesar la gravedad. Íntimamente creo que es todo una gran exageración. Si bien el virus
puede ser altamente contagioso, también es poco dañino, por lo que la mortalidad va a ser reducida si se
compara con otras causas de muerte (va a ser y es).

Sin embargo, el pánico ha ido ganando gradualmente a los sectores más resistentes (resistentes a la
propaganda mediática) y la gente exige desesperada cierre de fronteras y cierre de todo, sin medir
consecuencias.

Lo gracioso (??), es que esto puede traer consecuencias insospechadas.

No solamente la cantidad de desastres económico-financieros de los que seguramente nos enteremos en un


par de semanas. Muchos otros impactos que ahora es imposible evaluar, y que podrían ser “el tiro por la
culata” de los ideólogos de todo este montaje de pánico global.

Personalmente estoy encantada con quedarme en casa, aunque tengo claro que la situación no es así de buena
para gente que vive de otra forma.

A. está preocupado, solidario, socialmente activo, pero también presa del pánico. Insiste con que no salga. Y la
cuarentena nos sirve para facilitar la toma de distancia que necesitamos.

A la vuelta, veremos

:::

La fuerza de atracción entre dos cuerpos, es proporcional a la masa e inversamente proporcional a la distancia
entre ellos. Obviamente, entonces, a medida que la distancia crece, la fuerza de atracción, disminuye.

;;;;

Si esos cuerpos están cargados de energía eléctrica (que sería el caso), la regla es la misma y es exponencial. A
mayor distancia, menor fuerza resultante. Tanto para la atracción como para la repulsión.

19/03

No tengo mucho que decir del pseudo-aislamiento. Acá no estamos aisladas, estamos conviviendo. Y me
felicito silenciosamente por la armonía. Excepto un rato de barullo necesario que imponen Sofi y Magui al caer
la tarde, cuando ya su exceso de energía no tiene por dónde canalizarse, el resto del día transcurre plácido y
armonioso.

Estoy triste porque compruebo la fragilidad mental de la especie. Con qué poco nos caemos!
Este virus casi inocuo (comparado con muchos otros, o con bacterias, o con el cáncer, o con desastres que no
tienen que ver con microorganismos ni con anomalías físicas, como los accidentes automovilísticos o la
violencia intrafamiliar), ha desatado el pánico, la ansiedad, los comportamientos anti-sociales, el aislamiento.
Somos ovejas. Ya lo decía mi gran amigo Marcelo Busch en primer año de liceo: somos ovejas.
Qué tipo visionario! Es una pena que su cabeza haya derivado a lugares donde los normales no accedemos.
Estoy triste porque A. también es oveja. Y casi toda la gente que conozco.
Estoy triste porque nos está engañando un puñado de reverendos hijos de puta, y nosotros les hacemos los
mandados, exigiendo a los gobiernos cerrar fronteras, decretar cuarentenas obligatorias y otra serie de
medidas que causan muchos daños.

Es mucho más probable que te mueras de un infarto o en un accidente de tránsito, que por el Corona Virus.

Me pliego a la cuarentena porque el pueblo lo exige y creo en la voluntad colectiva Pero no por convicción. Las
probabilidades de morir por infarto, cáncer, accidente de tránsito e incluso violencia intrafamiliar, creo que son
mucho más altas para el 80% de nosotros, que las de morir por el virus. Entiendo la importancia de cuidar a los
más frágiles. Sin duda me preocupan mi madre y mi padre!! Pero me parece que el pánico sembrado no tiene
relación con la gravedad de la situación, y terminará siendo más dañino que el propio virus. Me entristece
comprobar lo fácil que es producir una debacle mundial. Eso me hace sentir vulnerable y me recuerda el cuento
de Sci-Fi en el que se apagaba el sol, y todos esperaban que "Alguien" (el supuesto responsable de que el sol
siguiera ahí) se hiciera cargo del problema, mientras caían en la desesperación. Vi hace un rato que acá (en
Uruguay) hicieron una app para mantener a la gente informada "minuto a minuto". Y eso me hace
preguntarme: ¿en qué contribuye?. Cambiamos algo siguiendo el avance del virus cual si fueran resultados
electorales o una final de fútbol? Esa información, ¿nos hará actuar de otra manera? O es solamente más
consumo del tipo de noticia morbosa a la que estamos acostumbrados? No estoy invitando a que salgan a la
calle y empiecen a besar a la gente con la que se encuentren, pero no puedo dejar de expresar mi sensación de
que estamos siendo ovejas irreflexivas, exigiendo o acatando medidas desproporcionadas basadas en el miedo.
Cuando estudiamos historia con las niñas (mis hijas), siempre surge la perplejidad ante las grandes burradas
históricas de la humanidad. ¿Como pudo haber habido un Hitler, mamá? La manipulación de la mentalidad
colectiva es más sencilla de lo que parece. Ojala no tenga la razón, y el tiempo me demuestre que todo esto
valía la pena y que estoy totalmente equivocada. Si eso pasa, no tendré problema alguno en disculparme por
mi ignorancia. Hoy siento esto que digo

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