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“hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar.

Dejo este texto, no sé para quién, este


texto, que ya no sé de qué habla: de la rosa nos queda únicamente el nombre” (Eco, 2012, p.713).
Así termina, precisamente, esta obra literaria maravillosa del escritor y semiólogo Umberto Eco.
Es interesante aprovechar esta circunstancia, haber terminado el recorrido de estos signos de “El
nombre de la rosa”, para transitar, en parte por mera curiosidad de lector y; por otra parte, por el
deseo de mostrar algunos escolios que puedan servir de mojones de reflexión para el lector de
este blog. Sé del imperativo que obliga como sujeto social despertar el gusto lector de otros, esto
subyace en la búsqueda de lectores que quieran aumentar su potencial, su visión de mundo. Por
tal motivo traigo algunos subrayados, estelas que ha dejado la lectura de esa colosal obra.

“…nada hay más fugaz que la forma exterior, que se marchita y se altera como las flores
del campo cuando llega el otoño” (Eco, 2012. p. 24)

“La juventud ya no quiere aprender nada, la ciencia está en decadencia, el mundo marcha
patas arriba, los ciegos guían a otros ciegos y los despeñan en los abismos…” (Eco, 2012. p. 25)

“Demos gracias a Dios de que en aquella época mi maestro supiera infundirme el deseo de
aprender y el sentido de la recta vía, que no se pierde por tortuoso que sea el sendero”

“- Mi querido Adso – dijo el maestro-, durante todo el viaje he estado enseñándote a


reconocer las huellas por las que el mundo nos habla como por medio de un gran libro” (p. 36)

“Así era mi maestro. No sólo sabía leer en el gran libro de la naturaleza, sino también en
el modo en el que los monjes leían los libros de la escritura, y pensaban a través de ellos” (p.38)

“cuando no poseemos las cosas, usamos signos y signos de signos”

“si ves algo de lejos, sin comprender de qué se trata, te contentaras con definirlo como un
cuerpo extenso, cuando estés un poco más cerca, lo definirás como un x, aunque todavía no sepas
si se trata de un y o z, si te sigues acercando, podrás decir que es un y…Por último, solo cuando
estés a la distancia adecuada verás que es realmente, este será el conocimiento pleno, la intuición
de lo singular” (p.44)

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