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generales de los currículos; estos lineamientos, por su parte, son transformados,
por otros expertos, en indicadores de desempeño; los indicadores de
desempeño, son, su vez, utilizados como criterios de calidad educativa que se
aplican para medir los resultados de los estudiantes y profesores en los
operativos nacionales de evaluación de la calidad educativa (Pruebas Saber en
Colombia). Los resultados de las evaluaciones, según esa lógica, se comparan
con los estándares y los rankings nacionales e internacionales, que luego
conoce el público y que sirven para justificar gastos ante los contribuyentes y
para que los padres escojan las instituciones que se postulan como oferentes de
la mercancía educativa más cotizada. Pero, allí no para la cadena de
consecuencias de ese tipo de manejo de lo educativo; los resultados también
sirven para endosarle a los profesores la urgencia de trabajar más arduamente
para elevar los logros de acuerdo con los estándares de calidad del mercado
educativo. De esa manera, los actores básicos del proceso educativo quedan
excluidos de la discusión y son reducidos a extensiones instrumentales de una
estrategia educativa pensada, y evaluada fuera de su alcance y terminan siendo
servidores públicos obedientes, que no pueden hacer valer sus juicio y su saber
profesional, lo cual incide en la calidad de un proceso educativo propio y en su
propia valoración como profesionales de la educación.
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de realidad que existe en las ciencias naturales y, por lo tanto: con sus
epistemologías, sus métodos y sus consideraciones axiológicas.
La concepción realista del mundo que subyace a las ciencias naturales, sostiene
que existe una realidad que está allá, afuera de nosotros, y que puede ser
descrita de manera objetiva y sistemática, mediante un discurso constatativo,
que da cuenta de los estados del mundo (relaciones sujeto - objeto). Y que, por
tanto, para verificar su validez, se deben contrastar los contenidos de los
enunciados, con los estados de la realidad. Por ejemplo, el enunciado, La Luna
gira alrededor de la Tierra, se verificaría contrastando la proposición contenida
en el enunciado, con el estado de realidad de la Luna en el sistema solar. Es
necesario aclarar que las ciencias naturales sostienen la imagen de objetivismo
y de sistematización a través de recursos discursivos de carácter retórico como
el uso de la tercera persona y la voz pasiva que se estila en los así llamados
textos académico-científicos con los que se estila la rendición de los informes de
investigación. Eso quiere decir que las impresiones del investigador -qué
observa desde fuera del cuadro que pinta- lo ponen en un plano de objetividad y
de imparcialidad, muy parecido al del ojo de Dios. Mirada científica, que escruta
el mundo con el poder se saberlo todo. Todas las discusiones que ponen en tela
de juicio esta perspectiva para mirar los fenómenos sociales y culturales dejan
en evidencia sus limitaciones cuando de los fenómenos socioculturales se trata.
Sin embargo, ese modelo de conocimiento y los caminos para llegar a él se han
impuesto en las ciencias sociales y las humanidades como si la realidad de la
física, de las matemáticas y de la lógica fuera lo mismo que la realidad
sociocultural.
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el punto de vista positivista de la investigación. Aún, buena parte de la
investigación educativa que se realiza en nuestro país y en nuestra región,
insiste en encontrar respuestas para los problemas educativos desde métodos
de investigación desarrollados bajo la influencia de las ciencias naturales.
Esa perspectiva no tiene en cuenta que lo que ocurre en las aulas de clase
participa de lo histórico, lo social y lo cultural y, como tal, está en constante fluir y
transformación, por eso mismo es interpretado de formas diferentes por cada
uno de los participantes, quienes le atribuyen variados niveles de validez. Por lo
anterior, para comprender las significaciones de los problemas educativos en su
dinámica social, histórica y cultural es necesario transitar a formas de
interrogación de la realidad educativa que correspondan con la idea de que las
prácticas pedagógicas pertenecen al mundo de la significación y de la
interacción social y humana contextuada y que, por lo tanto, deben estudiarse
con alternativas interpretativas como la investigación narrativa.
En ese mismo sentido, Bajtín, había señalado mucho antes las diferencias entre
las humanidades y las ciencias naturales, porque en estas últimas el objeto de
estudio es la cosa reificada que no se revela en el discurso y no comunica nada
de si mismo, mientras que en las ciencias humanas no hay un objeto sino un
sujeto productor de textos y en las que, por lo tanto “surgen los problemas
específicos del establecimiento, la transmisión y la interpretación de los
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discursos ajenos (por ejemplo, el problema de las fuentes en la metodología de
las disciplinas históricas). En cuanto a las disciplinas filológicas, el hombre
hablante y su discurso son de forma fundamental el objeto del conocimiento”.
Todorov (2013, 38,39)
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la modernidad, la perspectiva sociocultural considera el conocimiento humano,
ya no como “un gran relato” que tiende a unificar en una visión coherente y
unitaria la realidad, con fundamento en la correspondencia entre los estados del
mundo y los enunciados que los significan; sino, que se entiende la realidad
como una pluralidad de pequeñas narrativas, de naturaleza local y personal, las
cuales están siempre en proceso de construcción. Esta posición se sustenta
desde la ontología del constructivismo el cual considera que la realidad es
construida social, cultural e históricamente y, en una epistemología que estima
que el conocimiento no está dado en los estados del mundo, sino que es
construido por los seres humanos en los procesos de actividad, comunicación e
interacción social.
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mundo de la significación y que la comprensión narrativa de la vida abarca la
naturaleza histórica de la realidad humana. Ahora bien, si la experiencia
pedagógica de los docentes y los discentes corresponde al mundo de la
significación, entonces su estudio ha de hacerse desde las ciencias del mundo
de la significación y no desde la perspectiva de los métodos desarrollados en las
ciencias de la naturaleza. Hechas estas aclaraciones se opta por la investigación
narrativa como una alternativa para investigar las prácticas educativas y
pedagógicas y los saberes sobre las que se construyen.
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bajo los requerimientos de los discursos oficiales sobre lo educativo -los ecos de
las reformas- los padres de familia, los administrativos y el público en general.
Es decir, que los profesores y los estudiantes, escuchan muchas voces y las
incorporan a sus propias voces, de manera que su voz hace eco de una
diversidad de voces históricas, sociales y culturales que circulan en sus
contextos de pensamiento, palabra y obra.
Por lo expuesto hasta aquí, la narrativa se asume como una forma privilegiada
de representación de la experiencia vivida, es decir, que la experiencia vivida es
puesta en palabras y/o en otros modos de producir significado, en forma de
relato y comunicada, como lo plantea (Patterson 2009, 37). Esta noción de
narrativa, centrada en la experiencia, se fundamenta en el enfoque de la
investigación narrativa, en el cual se considera que: las narrativas reflejan la
actividad humana con acuerdo a fines; que las narrativas son instrumentos de
significación del mundo de la vida y, que, el contar la experiencia en narrativas
implica una reconstrucción de la experiencia misma. No obstante, es necesario
precisar, con Bruner, E. M. (1984) que una cosa es la vida como ocurre, otra
cosa es la vida como experiencia, otra cosa, la vida contada como experiencia.
Dicho en otras palabras: una cosa es la realidad, otra cosa la experiencia
humana de la realidad y otra cosa, la narración de la experiencia humana de la
realidad.
¿Por qué la investigación narrativa es cada vez más atractiva como forma de
investigar la formación y el desarrollo de los docentes? La respuesta, en parte,
se remonta a la distinción de Bruner (1986) entre dos formas de conocimiento
que son irreductibles entre sí: el conocimiento narrativo y el conocimiento
paradigmático. Bruner sostiene que el conocimiento paradigmático es la forma
de conocimiento que capta las relaciones lógicas entre los diferentes fenómenos
y, por lo tanto, puede ser considerada como una forma apropiada para el
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conocimiento sobre, por ejemplo, el mundo físico y las matemáticas. El
conocimiento narrativo es, según Bruner, la forma de conocimiento más
apropiada para nuestro conocimiento del mundo de la interacción humana. El
conocimiento narrativo capta fenómenos como la naturaleza de las identidades
de las personas, sus intenciones, el significado que atribuyen al mundo, la causa
y el efecto, las interacciones humanas y las formas en que estas cosas pueden
desarrollarse en el tiempo.
Para reflexionar sobre sobre lo que hacen los docentes para instruir y educar a
sus estudiantes y lo que hacen los estudiantes para aprender los conocimientos,
procedimientos y actitudes, hay que acudir a la experiencia de las prácticas de
enseñanza y aprendizaje, para lo cual es necesario que haya unas condiciones
que lo permitan y que esa reflexión tenga sentido como elemento válido para
orientar, ejecutar y evaluar el quehacer educativo.
A este tipo de investigación es que hemos apuntado en una parte del programa
de Licenciatura en Lengua Castellana y Literatura y pensamos que la invitación
a cambiar de mirada hacia perspectivas de la investigación sobre la experiencia
de los docentes puede ayudar a generar procesos de reflexión sobre lo que
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somos y lo que hacemos y a través de la reflexión mejorar la formación de los
docentes para asumir las responsabilidades que tienen los docentes con las
nuevas generaciones a las que le entregarán el mundo y las orientaciones
básicas para caminar en él
Referencias en su orden:
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suggests an hypothesis: that generally to adopt a stance on the virtues will be
to adopt a stance on the narrative character of human life”
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reconstruction of self and society— 1983 proceedings of the American
ethnological society (pp. 1-16). Princeton, NJ: American Ethnological Society.
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