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TRANSACCIONES DESCALIFICADORAS.

Investigaciones sobre el “doble vínculo”.*

Carlos E. Sluzki, Janet Beavin, Alejandro Tarnopolsky y Eliseo Verón.**

Fuente: Acta psiquiátrica y psicológica de América Latina. 1966(¿)

Cuando describí el double bind


Como una experiencia, quise decir
Que podía ser disecado en mensajes.
G. Bateson.

O. INTRODUCCIÓN.- En los últimos años, un número cada vez mayor de investigaciones se


han centrado en el análisis de diversas características del grupo familiar de los pacientes
esquizofrénicos. El objetivo principal – no siempre alcanzado- de muchos de esos estudios fue la
búsqueda de conductas y actitudes típicas de uno a ambos padres que pudieran relacionarse de
algún modo con la aparición de los síntomas esquizofrénicos. Recientemente se ha insistido en
señalar la necesidad de estudiar pautas de interacción dentro de la familia, más que rasgos aislados
de conducta.
Una de las líneas de estudio sobre familia y esquizofrenia, aquella que utiliza la teoría de la
comunicación aplicada a la psicopatología, ha explorado las implicaciones de la llamada hipótesis o
teoría del “doble vínculo” *** planteada por Bateson, Jackson, Haley y Weakland. Básicamente,
tratan de especificar las propiedades de las situaciones de interacción familiar en términos
comunicacionales. La exposición repetida de un miembro dependiente de la familia a tipos
peculiares de situaciones de intercambio de información conduciría a la larga a un modo especial
de respuesta habitual que configura lo que, en términos diagnósticos se conoce con el nombre de
esquizofrenia.
Entendemos que el doble vínculo es un concepto de un nivel muy elevado de abstracción y
complejidad que hace referencia a características estructurales globales de la comunicación, y no
un nombre para un proceso comunicacional específico en una situación dada. Y por ello, al
especificar en este trabajo un nivel comunicacional, el verbal, y una unidad de observación, la
transacción –secuencia mínima de dos mensajes-, lo que hacemos es describir un tipo de la clase
doble vínculo, ya que pueden concebirse otros niveles análisis – canales distintos del verbal- y otras
unidades – distintas de la transacción- en las que puede darse tal género de fenómenos.

1. OBJETIVOS. Intentamos en este trabajo:

1) Operacionalizar algunos elementos de la teoría del doble vínculo;


especificar el mínimo nivel de complejidad que consideramos necesario
para su estudio, nivel que permite fraccionar el material (la interacción
verbal) en unidades que no sean tan simples que carezcan de significado,
ni tan complejas que hagan muy difícil su análisis.
2) Identificar y describir la descalificación, a la que considera-
mos un elemento operacional detectable del modelo del doble vínculo;
definir e ilustrar algunas variedades de secuencias que
llamaremos“transacciones descalificadoras”
y finalmente, señalar la importancia de otro componente esencial del
modelo: la respuesta de la “víctima”.

El modelo del doble vínculo está integrado por distintos elementos. Nuestra descripción
enfoca dos de ellos: los mensajes incongruentes y sus respuestas. Sin embargo, debe quedar claro
desde ya que al hablar de mensajes descalificadores (incongruentes) no describimos un mensaje
aislado, porque la característica descalificadora deriva necesariamente de la incongruencia que
guarda un mensaje con los mensajes previos. Así, nuestra unidad de análisis es la relación entre dos
mensajes, unidad que se denomina transacción.

2.- LA HIPÓTESIS DEL DOBLE VÍNCULO. El doble vínculo es una pauta de comunicación
integrada por una serie de elementos cuyos observables – contenido, unidad, modalidades,
participantes- pueden variar en diferentes casos concretos. Abarca, entonces, una amplia variedad
de fenómenos, desde sucesos específicos, aislados (el clásico ejemplo de la madre que dice
fríamente “Vení aquí querido”) hasta situaciones interaccionales mucho más complejas (cf., por ej,
el dilema “dependencia- logros” descrito por Lu en pacientes esquizofrénicos (10)) o bien los
antecedentes ambientales de un episodio esquizofrénico, relatado por Weakland y Jackson (16).
Alguna confusión introdujo en la literatura el hecho de que la expresión “doble vínculo”
también se haya utilizado para referirse a uno de los elementos del modelo, la instrucción paradojal
(12), subrayándose sobre todo la significación de su aparición en situaciones interpersonales
prolongadas y de importancia vital, como la infancia.
Las características de la situación de doble vínculo, tal como fueran postuladas por sus
autores son las siguientes:
1.- Participación de dos o más personas.
2.- Reiteración de la experiencia.
3.- Formulación de una primera instrucción en términos de negación o prohibición.
4.- Formulación de una segunda instrucción que entra en conflicto con la primera en un
nivel más abstracto, y reforzada, los mismo que la primera, por advertencias de castigo, o amenazas
que comprometen la supervivencia del sujeto.
5.- Una tercera instrucción prohibe a la “víctima” abandonar el campo.
6.- La presencia del conjunto completo de estos elementos deja de ser necesaria cuado el
sujeto ha aprendido a percibir el mundo en términos del modelo descrito (2).

Podemos especificar más el ítem 1 – dos o más participantes-, agregando que se trata de
miembros de la familia. Más aún, el acento se ha puesto habitualmente en las relaciones parento-
filiales.
El item 2 – experiencia reiterada- no puede demostrarse directamente. Aún cuando se
compruebe, en un período de observación, una alta incidencia de dichos fenómenos, eso no
constituye una prueba de que la experiencia e habitual. Sin embargo, si en un lapso dado se
observan no sólo los mensajes incongruentes (ítems 3 y 4) sino también un tipo particular de
respuesta a los mismos, es razonable deducir que la pauta ha sido aprendida a través de
experiencias reiteradas. Es decir, si observamos X y luego Y (con mayor frecuencia que cualquier
otra respuesta a Z) podemos suponer que esos dos elementos estuvieron ligados en experiencias
previas de aprendizaje. Importa subrayar que, a nuestro criterio, para la comprensión del doble
vínculo, es tan importante el análisis de los mensajes como el de las respuestas a dichos mensajes.
La afirmación de que la primera instrucción – item 3- debe necesariamente ser
Negativa (tener la forma gramatical “No hagas, “No debes”, o equivalentes) parece ser sólo
un problema de énfasis. El paradigma utilizado en la descripción original dice: “... cualquiera de dos
formas: (a) ”No hagas esto, o te castigaré”, o (b) “Si no haces esto, te castigaré”(2) Dado que
cualquier instrucción tiene, en forma implícita o explícita, una de estas formas negativas, este
punto puede reformularse simplemente como cualquier instrucción reforzada por amenazas o
castigos.
Con respecto al item 4, parece conveniente evitar el espinoso problema de los niveles de
complejidad de la comunicación y entender por “más abstracto” simplemente “nivel diferente”. La
diferencia de niveles entre mensajes esclara cuando un mensaje tiene una relación metalingüística
con otro, como, por ejemplo: “Lo que dije recién es una orden”. Este mensaje es claramente
metalenguaje con respecto al mensaje a que se refiere. Pero en el caso de mera co- presencia de
distinto tipo de mensaje (por ejemplo, un mensaje verbal de contenido amistoso, emitido junto con
un gesto agresivo), es sumamente difícil establecer cuál de los dos está en un nivel más
“abstracto”, es decir, cuál se refiere o modifica a cual. Conviene pues limitare a decir que, en
cualquier caso, la segunda instrucción corresponde a un nivel diferente al de la primera.
La tercera instrucción – item 5- que prohibe a la “víctima” abandonar el campo, está
implícita, como ya lo sugirieron los autores, en toda relación fundamental para la supervivencia, y
no es necesario repetirla manifiestamente cada vez que ocurre un fenómeno doble vínculo*.
Asimismo, tampoco es imprescindible que se repita, cada vez, las amenazas o castigos que
acompañan a las instrucciones explícitas – item 3 y 4-. El carácter de estas instrucciones explícitas
exige algunos comentarios. La naturaleza de la interrelación familiar, es tal que el niño no puede
ignorar virtualmente nada de lo que el padre le comunica, debe aprehenderlo tan exactamente
como le sea posible y debe acatar, por lo menos una mínima instrucción implícita de cada mensaje:
“Esto tú debes entenderlo de esta manera”. En resumen, sugerimos que el carácter vital de las
relaciones familiares otorga calidad de instrucción a la mayoría de los mensajes dirigidos a los hijos
y que en éstos están implícitos o explícitos tanto los castigos como las amenazas a la supervivencia.
Los items 3 y 4, pueden finalmente reformularse así: dos o más mensajes incongruentes formulados
en niveles diferentes.
En realidad, este complejo conjunto de elementos fue reducido por sus propios autores a las
siguientes características generales (2, pág.254, acápites nuestros).
a) Encuadre: El individuo está incluido en una relación “intensa”, es decir, una
relación en la que tiene para él importancia vital discriminar a qué clase de
mensajes le son comunicados para poder dar respuestas adecuadas.
b) Mensajes recibidos: El individuo está atrapado en una situación en la que el otro
participante formula dos clases de mensajes, una de las cuales niega a la otra.
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(*) Generalmente, esta instrucción contribuye poderosamente a establecer el encuadre para la


aparición del doble vínculo. A veces, la dependencia es obvia, e inherente a la situación (infancia,
enfermedad).
Una situación más complicada se crea cuando esa dependencia es negada, o encubierta hasta un
extremo tal que los participantes verbalizan como que tienen muy poco que ver con su realidad física o
emocional (14, pág. 376) Supóngase el caso del padre que hace notar al hijo, de muy distintas maneras,
“cuánto necesita a sus padres”, que “nos es adulto”, que no tiene derecho o capacidad para tomar
decisiones por sí mismo, que no puede ver las cosas “como son”, etc. Si el “chico” es un adulto y no se
comenta esa incongruencia, aquellos mensajes tienen, de por sí, calidad de doble vínculo; y además
establecen un tipo de relación en la cual pueden darse fácilmente otros dobles vínculos ( por ejemplo:
cuando el padre requiere del hijo un comportamiento independiente).
c) Respuesta: El individuo es incapaz de hacer comentarios acerca de los mensajes
que recibe, con el objeto de discriminar adecuadamente a cuál de los mensajes
(incongruentes entre sí) debe contestar. En otros términos, no puede hacer
comentarios metacomunicativos.

Si bien puede inferirse la existencia de un encuadre como el mencionado en las familias que
se estudian, el encuadre ”en sí mismo” no es posible de demostración, ya que es una
“reconstrucción” a posteriori a partir de los mensajes observables. Dando por supuesto la
existencia de este encuadre familiar, nuestro estudio del doble vínculo se centra en las otras dos
características: la presencia de una variedad específica de mensajes mutuamente incongruentes y
el estudio de las repuestas que les siguen.
El término “descalificación” fue utilizado en la literatura previa para nombrar a los mensajes
incongruentes y a los mensajes que se niegan entre sí. Se aplicó a dos diferentes unidades de
análisis: a) un mensaje simple, con lo que se quiere decir: cada una de las conductas comunicativas
de una persona, sucesivas y habitualmente alternadas; el “paquete” de sonidos verbales, tono,
movimientos, etc., observables en una situación de interacción; b) una transacción, es decir, la
relación de un mensaje con otro, habitualmente con el contiguo. La unidad descrita en primer
término se denomina auto – descalificación (mencionada entre otros por Haley y Weakland y Fry
[15]). La segunda, descalificación de otra persona – igualmente descrita por Haley, relacionada con
la “mistificación” de Laing (5). Corresponde a nuestro propio nivel de análisis: la transacción. Más
explícitamente, una relación de incongruencia entre mensajes o aspectos de mensajes.
Verificada la descalificación es necesario estudiar los mensajes que le siguen:
- si en la respuesta se acepta alguno de los posibles significados de la descalificación, se
completa el fenómeno del doble vínculo;
- si la respuesta tiende a aclarar o neutralizar el mensaje descalificador, no se verifica el doble
vínculo *.

3.- TRANSACCIONES DESCALIFICADORAS. Es posible descalificar virtualmente cualquier cosa


que ocurra en el proceso de comunicación (8). Más aún, si se recuerda que hay múltiples niveles
de interacción en juego, constantemente, en una situación interpersonal, se comprende que los
medios por los cuales puede descalificarse deben ser igualmente muy variados. Para determinar
en forma precisa, aunque no exhaustiva, qué y de qué manera se descalifica, hemos restringido
nuestro análisis a la interacción verbal, estudiando las incongruencias de la respuesta de un
participante con respecto al contenido del mensaje previo de otro. El mensaje previo se
considera encuadre de cualquier respuesta que reciba, o más precisamente, parte de un amplio
marco contextual que incluye otros componentes metacomunicativos **.
Al estudiar esta relación suponemos que la mayoría de los mensajes están formulados de modo
tal que posibilitan una continuación, un comentario, una respuesta, etc., y que en muchas
situaciones interpersonales, -como por ejemplo, la discusión grupal de un tema común – existen
fuertes indicadores contextuales que establecen que, a menos que se explicite otra cosa, todo

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* En el trabajo original se designa “víctima” al participante que recibe el mensaje incongruente.
Coincidiendo con Weakland (14) evitaremos el uso de ese término porque sus connotaciones de pasividad
implícitamente dejan a la respuesta fuera del modelo total del doble vínculo.
** El mismo modelo general de descalificación podría aplicare a anales diferentes del verbal y / o a las
incongruencias entre canales, dos posibilidades que se discutirán brevemente luego.
mensaje subsiguiente es respuesta al anterior inmediato *.
Dado un mensaje a, su contenido delimita un repertorio probabilístico de posibles mensajes
subsiguientes. Por ejemplo, si a es una pregunta, es probable que el mensaje siguiente b sea una
respuesta (es decir, un mensaje cuyo contenido tienda a responder a a) que otra pregunta (a
menos que sea una pregunta cuyo objetivo sea clarificar el significado de a ), y mucho más probable
que una afirmación no relacionada ( es decir, cuyo contenido no tenga relación con el de a ).
En cada caso, la respuesta, la nueva pregunta, o la afirmación no relacionada son respuesta,
pregunta o mensaje no relacionado con el mensaje a; es decir, pueden comprenderse como hechos
que se producen en el encuadre establecido pro el mensaje a, a la pregunta inicial. Por supuesto, lo
mismo se aplica a cualquier otro tipo de mensaje a. Este elemento contextual del mensaje b – el
hecho de que a los precedió- es ineludible y, a menos que esté claramente especificado en sentido
contrario, el mensaje b implícitamente lo contiene siempre. Por ejemplo, a menos que se explicite
otra cosa, cualquier mensaje b que aparece después de una pregunta a es una respuesta a esa
pregunta. La relación entre los mensajes consecutivos puede inferirse de indicadores a saber: 1) los
que surgen del análisis del contenido de ambos mensajes, y 2) la existencia de comentarios
explícitos sobre la relación (vale decir, claves metalingüísticas). Si no existen indicadores
metalingüísticos y el contenido es incongruente con el contexto, o si los indicadores están presentes
pero el contenido es incongruente con ellos, estamos en presencia de una descalificación del
mensaje a por el mensaje b.

Este mensaje b tiene, por lo tanto, un significado si se lo analiza fuera del contexto
(atendiendo exclusivamente a su contenido) y otro significado en el contexto interactivo, es decir,
en su secuencia comunicacional. Debe recalcarse que cada significado es congruente con su propio
marco de referencia, pero son incongruentes uno con el otro. Presentan así las características de las
paradojas: su existencia pragmática (a pesar de su imposibilidad lógica formal) y su peculiar
irresolubilidad, derivada de la formulación simultánea de “si y no”, “verdadero y falso”, etc. (13)
El efecto inmediato de una descalificación varía mucho según el contexto en que se
produce. Puede provocar risa, fastidio, o –lo más frecuente- confusión, ya que el primer
participante (emisor de a) no recibe indicadores claros para juzgar si el segundo participante
(emisor de b) está de acuerdo, desacuerdo o indiferente frente al contenido de a, o si se burla, está
ofendido o enojado. Y de hecho el emisor de b puede sostener como “verdadero” cualquiera de los
dos posibles significados – el contextual y el que tiene fuera del contexto- sin cambiar una palabra
del mensaje descalificador.

4.- VARIEDADES DE TRANSACCIONES DESCALIFICADORAS. En esta sección definiremos y


ejemplificaremos varios tipos de transacciones verbales descalificadoras. Las transcripciones se
obtuvieron de entrevistas exploratorias realizadas a varias familias compuestas, en todos los casos,
por madre, padre, hijo adolescente esquizofrénico y un hermano. Las entrevistas se desarrollaron
en el Servicio de Psicopatología y Neurología del Policlínico Gregorio Aráos Alfaro, Lanus,
provincia de Buenos Aires.

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* En una interacción de a dos (díada) esta suposición es virtualmente indiscutible. En un grupo familiar de
más de dos, las cosas son más complejas porque cualquier mensaje puede, de hecho, considerarse dirigido a
cualquier participante o a todos, y resultaría excesivo buscar una estricta continuidad. Sin embargo, a los
fines de la investigación, puede solucionarse, en parte, el problema apareando cada mensaje con el último
precedente de cada uno de los otros participantes.
Todas las familias corresponden al tipo de familia denominado schismatic por Lidz (9).

Evasión. Cambio de tema. Si a es un mensaje que claramente, no pone fin a un tópico en discusión,
y b, el mensaje siguiente, se refiere a un área temática distinta, pero contiene indicadores de este
pasaje, se dice que el mensaje b descalifica al mensaje a. La incongruencia reside en el hecho de
que su contenido no es una respuesta o continuación, mientras que por el contexto – no
modificado por clave metacomunicacional alguna – debe ser una respuesta. NO es relevante el
hecho de que sea o no coherente en sí mismo; es la relación de b con a la que determina la
transacción descalificadora.

EJEMPLO I

a) Hijo: Bueno, entonces voy a tener que repetir lo que dije. Vos, mamá, digamos, empezaste
( en esta entrevista ) –eso lo sé seguro- empezaste a atacarla primero a ella, sin nada
esclarecido, con mucho apresuramiento.
b) Madre: Yo los quiero a los dos, doctor; y siempre trato de que las cosas en casa salgan
mejor, pero no lo consigo.

EJEMPLO II.

a) Hijo: Cuando yo hablo con mi hermana es cuando yo naturalmente me llevo, digamos, no


como hermano sino como amigos, pero en familia siempre tiene que haber algo nuevo con
todas esas discusiones y todo eso....
b) Madre: Yo no quiero tener siempre la palabra, doctor.

Resulta claro que la identificación de la evasión depende en buena medida de la amplitud con que
se circunscribe el “área temática”. Si se la considera muy amplia la consecuencia es que no
existirán evasiones, pero, en el otro extremo, si se le atribuyen límites muy estrechos, se correrá el
riesgo de considerar evasiones mensajes que no lo son. La definición de “amplitud” del tema, a su
vez, reside primariamente en el contexto situacional de toda interacción. Los ejemplos transcriptos
son extremos: claramente evasivos en su contenido original, probablemente lo serían también en la
mayoría de los contextos.
Aparte de las incongruencias contexto/ contenido, merece comentario otra característica de
la evasión: esta descalificación puede ser rápidamente negada de distintas maneras. Si se comenta
que el mensaje b ignoraba la existencia de a, B * puede decir “No lo escuché”, “No sabía que
esperaba una respuesta”, o puede sugerir que su cambio de tema no es tal porque tenía, en
realidad, alguna vinculación no señalada con a. A queda sin ninguna indicación clara sobre el
carácter de la respuesta de B , ya que b ni siquiera informa si B advirtió o no la existencia de a.

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* . Las minúsculas a y b denotan los mensajes, mientras que las mayúsculas A y B se refieren
respectivamente a los emisores de esos mensajes.
Escamoteo. Esencialmente consiste en un “cambio de tema” que es rotulado como “respuesta”. Es
decir, como en la evasión, b es por su contenido un nuevo tema, pero, además, está rotulado como
respuesta al mensaje a.

EJEMPLO III.

a) Hijo: Entonces, vos decís todo lo contrario a lo que yo digo.


b) Padre: No, no, no. No, no, no. Yo digo que vos digas...dejo que vos digas lo que quieras,
nada más.

La expresión “No... yo digo...” del padre, indica que ha oído y está respondiendo (específicamente,
en desacuerdo con) el mensaje del hijo; sin embargo, lo que dice no configura una respuesta
apropiada porque hace un pasaje de lo que él (el padre) ha dicho a lo que el hijo puede decir.

EJEMPLO IV.

a) Hermano: siempre nos hemos llevado bien.


b) Madre: Sí, yo siempre te quise... de la misma manera.

Nuevamente, “Si” denota una respuesta, pero el contenido se refiere al nueva tema del cariño,
que es tratado como si fuera igual que el de “llevarse bien”. Nótese que esta transacción es muy
semejante al ejemplo I, en donde existe una evasión porque b no está manifiestamente rotulada
como respuesta ni tampoco contiene ningún indicador de recepción del mensaje previo.
En el escamoteo, entonces, el contenido es incongruente con el contexto y también con los
indicadores metacomunicativos explícitos.

EJEMPLO V.

Madre, a la hija: Pero vos no querés que tus amigas estén en contacto con Daniel; lo he
advertido en los últimos tiempitos..
a) Hija: Pero... ¿Por qué, mamá?
b) Madre: Bueno, yo no sé por qué.

La pregunta de la hija claramente significa: ”¿qué es lo que te hace decir eso?” o “¿en qué te
basas para decir eso?”. La madre responde como si la pregunta hubiera sido: ”¿cuáles son mis
motivaciones para proceder así ?”, con lo que no sólo supone que la hija ha aceptado que “eso”
(no desear que sus amigas vean a su hermano) era cierto, sino que además espera que la madre
sepa acerca de sus motivaciones más que ella misma.

EJEMPLO VI.
a) Madre: El carácter de la nena es más afín al padre.
b) Padre: Bueno, ahí sí. El carácter es distinto entre madre e hija.

La madre dijo simplemente que la hija se parece al padre, pudiendo establecerse tan sólo en un
nivel muy implícito toda comparación sobre el menor parecido que tuviera con la madre. El padre,
como si respondiera, expresa su “acuerdo” a una diferencia cualitativa entre la madre y la hija.
Dentro del modelo general descrito como escamoteo, pueden distinguirse algunos subtipos
que implican cambios de nivel entre contenidos.

Literalización. Consiste en un pasaje del significado obvio en a al nivel literal en b sin ningún
encuadre o indicación de este cambio; b, por lo tanto, no es una respuesta apropiada para a.

EJEMPLO VII.
a) Hijo: ¿Pero vos me tenés de hijo?
b) Madre: Pero, vos sos mi hijo.

El hijo, adolescente, indica el estatus dependiente que le confiere la madre (“me


tratás como un chico”); ella, en cambio, se refiere literalmente a su status biológico de hijo.

Especificación. Consiste en una respuesta específica a una formulación general.

EJEMPLO VIII.
a) Hija: Todo el verano fuimos al club juntos y andamos juntos y todo.
b) Madre: No, la última semana no.

Sin embargo, si el tema en discusión es la universalidad de un fenómeno – “todo o ninguno”,


“siempre o nunca”- un ejemplo específico de lo contrario, aún no rotulado, es una forma
incongruente de expresar desacuerdo y se considera una descalificación.

EJEMPLO IX.

a) Padre: ¿Yo nunca grito !.


b) Hija: Estás gritando ahora.

Se diferencia la especificación de la literalización porque en cada caso el pasaje se efectúa entre


distintos niveles; se trata de general a específico y de metafórico a literal, respectivamente.

Descalificación por status. EL mensaje b introduce un cambio de tema, abandonando el contenido


del primer mensaje, y enfocando características de los participantes, (A o B), en especial lo que se
refiere al status (relativo) que poseen: b implica que a (el mensaje) no es válido, ya sea por alguna
causa referida a A (la persona) o porque B posee alguna superioridad en conocimientos, derechos,
etc. Por supuesto si el tema de a es precisamente el comentario de esas características de A o B,
entonces no hay cambio de tema y no se verifica este tipo de descalificación.

EJEMPLO X.

Madre: El hermano (su hijo) como está sólo no está orientado, va un poco detrás de la hermana, y
la hermana – la verdad- quiere tener su parte de vida... pero...
a) Hija: No, yo no quiero tener mi parte de vida...
b) Madre: (interrupción) Ella no lo advierte porque ella es muy chica. No se da cuenta, pero
ella lo quiere al hermano.
EJEMPLO XI.

Madre: Ahora ella, este último tiempito, me pareció a mí, ¿no?, observar que no combina muy bien
con Daniel.
a) Hija: ¿Cómo que no, mamá?
b) Madre: Bueno, la madre siempre sabe.

La descalificación por status implica algo más que el cambio de tema. Primero, porque el cambio de
tema se produce en una dirección específica (se desvía hacia los participantes) y, segundo, porque
posee un efecto invalidante e inapelable, implícito y bastante ambiguo. Más aún, este efecto no
sólo es inmediato sino prospectivo, ya que puede considerarse que una única descalificación puede
abarcar un número indefinido de futuros mensajes de A. Este efecto prospectivo puede
establecerse aunque el sujeto implicado no haya hablado.

EJEMPLO XII.

Entrevistador: Yo he oído las opiniones de ustedes (los padres), pero querría oír ahora la opinión de
los jóvenes...
Madre: (interrupción) ¡ Son chicos Doctor!
Entrevistador: (interrupción) ...con respecto a...
Madre: (interrupción). ¡Son chicos doctor, no pueden discernir el pasado!

Pegunta redundante. El mensaje a es una afirmación; b es una pregunta formulada en el mismo


nivel que a (no un metacomentario al estilo de “cómo”, “por qué”,etc.) que repite, al menos parte
de lo que se ha dicho en a. Esto implica, sin formularlo abiertamente, que existen dudas o
desacuerdos sobre a.

EJEMPLO XIII.

a) Hijo: Yo me llevo bien con todos.


b) Padre: ¿Bien con todos, Luis?

El padre podría rotular esta pregunta no como un desacuerdo, sino como un pedido de mayor
información, aunque su ambigüedad y su carácter de eco, implican lo primero *
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*. Un buen ejemplo del doble significado posible de una descalificación se observa en la continuación de ese
diálogo:
Hijo: Claro.
Hija: ¿Por qué no? Quizás nos peleamos, pero...
Hijo: Pero en general no.
Padre: Bueno, está claro que entre ellos dos a veces hay alguna cosita, pero nada más.
Uno de los dos significados de la descalificación “¡Bien con todos! significando “No te creo” es
neutralizado por el comentario de la hija, quien enfatiza precisamente ese aspecto, - “por qué no!”. El padre
entonces continúa en la línea proporcionada por el segundo significado, el pedido de información al estilo de
“estaba preguntando nada más”.
** Nos referimos a la comunicación entre los miembros “normales” de la familia, ya que la metáfora no
rotulada como tal aparece, con frecuencia, en el lenguaje del esquizofrénico.
5.- DISCUSIÓN. Lo expuesto no cubre, seguramente, todas las variedades de descalificaciones
posibles en el campo relativamente limitado de las transacciones verbales. Teóricamente pueden
anticiparse algunas otras, aunque aún no las hayamos observado en la práctica. Pro ejemplo, es
factible que exista como contrapartida a la especificación, una descalificación por sobre
generalización; o como contrapartida a la literalización, un pasaje inapropiado a la metáfora**.
Como ya hemos dicho, nuestra unidad de análisis es la relación del contenido de un mensaje
con el contenido del mensaje previo de otro participante. Al examinar esta relación se utilizan dos
parámetros: la continuidad entre los contenidos y los indicadores de recepción del mensaje.
Continuidad se refiere al significado, temática, área o nivel que se formula en sucesivos
mensajes.
Los indicadores de recepción son las claves o señales implícitas y/o explícitas
(metacomunicaciones) de que el mensaje previo fue recibido; en términos más operativos, son los
elementos de un mensaje que hacen referencia al mensaje previo de otra persona. Al estudiar la
interacción familiar esas claves se deben definir en forma bastante amplia, pues la informalidad de
la interacción y la historia previa compartida por la familia, determina una comunicación que no
necesita de indicadores de recepción tan explícitos y precisos como los que se producen entre
desconocidos en una relación formal.

Entre los indicadores incluimos por lo tanto, no sólo los comentarios metalingüísticos explícitos (“te
oigo”, o “de acuerdo”), sino también los indicadores de recepción más vagos, tales como “ahá”,
“bueno”, o toda clara incorporación de elementos de a en el contenido de b.

La definición de transacción descalificadora se obtiene combinando dos dicotomías:


continuidad /discontinuidad en cuanto a los contenidos y presencia /ausencia de indicadores de
recepción. La descalificación es el caso de discontinuidad de contenidos sin indicadores de recepción
adecuada. Es necesario especificar que se requieren indicadores “adecuados” de recepción,
porque, como se señaló en los ejemplos con frecuencia existe en b un indicador de recepción pero
inapropiado para el mensaje a tal como fue emitido. Ocurre así que b no resulta una respuesta a a,
aunque los indicadores de recepción señalen que los es (caso del escamoteo).

Revisando, a la luz de estos conceptos, los diferentes tipos de descalificación puede verse
que:

Evasión es, directamente, el caso más claro de discontinuidad de contenido sin indicadores
de recepción (b no proporciona ninguna indicación de la existencia de a).
Escamoteo implica discontinuidad de contenido con indicador inadecuado de recepción.

En los casos de literalización y especificación la discontinuidad se manifiesta en el nivel del


tema (metafórico – literal; general – específico). Existan o no señales explícitas de recepción, el
mensaje b resulta una respuesta que puede relacionarse con a, pero no es congruente con a tal
como fue enviado.

Descalificación por status consiste en discontinuidad en un sentido específico: pasaje del


contenido al emisor, con indicadores de recepción de a poco claros, o inadecuados. Como se
señaló, requiere además un elemento adicional sobre el status relativo de los participantes.
Pregunta redundante es un caso particular porque consiste, por definición, no sólo en
discontinuidad sino en recepción del contenido en forma interrogativa; sin embargo, esta pregunta
(b) es tal, que hubiera sido perfectamente respondida por a, que la precedió, de tal modo que b
implica al mismo tiempo que a ocurrió y no ocurrió, y la continuidad de contenido se niega a sí
mismo.

Descalificación en canales distintos al verbal lingüístico. Como señalamos previamente,


hemos analizado hasta ahora transcripciones verbales de entrevistas familiares, dejando de lado los
canales distintos al verbal y también la comunicación que resulta de la combinación de emisores
simultáneos en diferentes canales, incluido el verbal. Sin duda, hay numerosos tipos de
transacciones descalificadores que puede únicamente ser detectadas y descritas a través de un
complejo análisis simultáneo de varios canales. (Cf. las observaciones de Shefflen sobre modality
splitting [11]). Mencionaremos, a título de ejemplo, un caso de incongruencia entre canales. El
mensaje b puede, por su contenido verbal responder a a, mientras que otra comunicación
simultánea, tal como la expresión facial o el tono de voz de B, indica incongruentemente
desinterés, desprecio o exasperación. Si A alude explícitamente a estas expresiones, B puede
negarlas, jerarquizando exclusivamente los aspectos verbales de su comunicación. Algunos de los
ejemplos proporcionados por los autores de la teoría del doble vínculo pertenecen a esta categoría.
Otro tipo de descalificación difícil de verificar en el análisis de transcripciones verbales es el
creado por el silencio después de una afirmación. El silencio en el curso de una secuencia puede
presentar varios significados posibles, con un considerable margen de ambigüedad. “No te oí” o
“Estaba pensando qué decir” son respuestas que puede neutralizar cualquier efecto derogativo que
se atribuya al silencio.
Hemos planteado estos ejemplos para insistir en el hecho de que comunicaciones no
verbales pueden reemplazar y/o calificar a los mensajes verbales. De ahí que un análisis simultáneo
de varios canales que posibilite demostrar este tipo de descalificaciones abre una veta importante
para futuras investigaciones.

6. COMENTARIOS SOBRE PATOGENICIDAD: ENCUADRE Y RESPUESTA. La comunicación que sigue


el pattern del “doble vínculo” tiene poder patógeno. Si es patógeno, ¿cómo se verifica
exactamente este efecto? ¿Y cómo se demuestra? Estas interrogantes preocupan a los
investigadores desde que aparecieron los primeros trabajos sobre el doble vínculo; sin embargo, o
se han propuesto hasta ahora, respuestas definitivas. Cabe aclarar nuestro punto de vista al
respecto.
La descalificación es una maniobra comunicacional bastante común, que se observa no sólo
en comunicación patológica no esquizofrénica sino también en comunicación “normal”. Se produce
frecuentemente a lo largo de juegos, fantasías (1,5), también en psicoterapia (6,7), y es una técnica
habitual de los humoristas (4).
Las descalificaciones no tienen poder patógeno de por sí. No existe algo así como descalificaciones
“más dañinas” o “más benignas”. La patogenicidad no reside en el fenómeno comunicacional
asilado de la descalificación, sino en el modelo aprendido acerca de cómo comportarse ante su
aparición, y el efecto de refuerzo que, para este aprendizaje, provoca la repetición de todo el
conjunto. “Doble vínculo” designa, precisamente, esa pauta de interacción entre dos o más
personas. Queda claro que la pauta mínima de interacción es el conjunto formado por encuadre,
mensaje descalificador y respuesta, y que la perspectiva de esta investigación es transaccional
(relación entre dos mensajes); agregamos ahora que, desde el punto de vista empírico, el mensaje
incongruente es de importancia crucial, ya que alerta al observador y conduce su atención hacia
esas secuencias comunicacionales particulares.

El contexto general o encuadre lo adscribimos a la familia nuclear; posiblemente algunas


áreas de comportamiento dentro de la familia son más importantes que otras, de modo que el
encuadre no abarca, necesariamente, toda la interacción familiar. En realidad, los límites son
difíciles de fijar con exactitud.
El estudio del segundo elemento, el mensaje descalificador, ocupó buena parte de este
trabajo.
Finalmente, el tercer elemento, la respuesta al mensaje incongruente, es igualmente
observable con precisión. Para estudiar este elemento en forma sistemática, hemos construido un
repertorio hipotético de respuestas alternativas al mensaje descalificador. Hemos partido de la
suposición de que la selección de una respuesta particular no se produce al azar, sino que es el
resultado de un proceso de deutero aprendizaje, en el sentido de que el individuo tiende a
responder del modo que le haya resultado más exitoso anteriormente para enfrentar determinada
situación.

Existen cuatro clases de respuestas posibles a un mensaje descalificador:


1) comentario explícito; 2) retirada; 3) aceptación, y 4) contra descalificación.

1.- Comentario. Consiste en cualquier forma de pedido de aclaración o comentario explícito sobre
la incongruencia del mensaje emitido.

EJEMPLO XIV (continuación del ejemplo IV).

Hija: Siempre nos hemos llevado bien.


Madre: Sí, yo siempre los quise... de la misma manera...
Hija: (superposición parcial) Bueno, eso puede ser. Yo también te quise a vos, mamá y siempre te
quiero, así que no veo por qué decís eso.

El escamoteo está neutralizado por el comentario de la hija, que se refiere a la validez de lo


dicho y también a su irrelevancia con la presente secuencia. Comentarios metacomunicativos de
este tipo, sostenidos tenazmente, anulan el doble vínculo.

2.- Retirada. No necesita ser física, es decir, abandono literal del lugar. Un silencio, la renuncia a
seguir participando, o inclusive un intento de “anular lo dicho y comenzar todo de nuevo”, pueden
también neutralizar el doble vínculo.

Un ejemplo de este tipo de respuesta puede verse en la intervención 12 del ejemplo XV


(más abajo); aunque el hijo no comenta explícitamente la incongruencia del escamoteo previo del
padre, parece eludir el doble vínculo no aceptando el mensaje descalificador y volviendo a su
opinión original.

Con todo cabe cuestionarse la efectividad a largo plazo de la retirada. La naturaleza de las
relaciones familiares prohibe que la retirada pase de cierto grado: el hijo, por ejemplo, sólo puede
negarse a participar temporaria o parcialmente. Es probable que todas aquellas retiradas extremas
o prolongadas aparezcan encubiertas por una negación simultánea de su existencia y la forma más
obvia de hacerlo sería mediante una contra descalificación o a través de conductas sintomáticas.

3.- Aceptación. Otro modo de responder a una descalificación es elegir uno de los niveles del
mensaje descalificador, uno de sus dos o más posibles significados, y responder exclusivamente al
elegido, como si fuera “correcto” o “verdadero”, dejando de lado todo reconocimiento explícito
del otro y otros. Esto habitualmente significa aceptar los términos con que el descalificador
redefine la situación, sin reconocimiento explícito del cambio introducido. Es lo que ocurre en el
mensaje 15 de la siguiente secuencia, de la cual se han extraído además los ejemplos I y III.

Ejemplo XV

1) Madre: Para eso venimos acá a dilucidar nuestra situación sin ánimos de ninguna especie, ¿no?
2) Hijo: Mamá, si… si ella (la hermana) se defiende, vos atacás; tenés que saber eso. Empezaste a
atacar primero.
3) Madre: Bueno, ella no sé por qué se defiende, porque yo no digo nada que sea reprochable.
4) Hijo: Pero escuchá, quiero decir, básicamente, que vos empezaste a atacar primero.
5) Madre: Yo no acuso a nadie. Acá estamos justamente para aclarar muchas cosas.
6) Padre: Bueno, acá estamos hablando, Daniel, nada más.
7) Hijo: (superposición total) Claro.
8) Padre: ...Para aclarar cosas, nada más, Danielito.
9) Madre: (superposición total) Y para el bien de todos y el tuyo.
10) Hijo: Entonces, vos (al padre) decís todo lo contrario a lo que yo digo
11) Padre: No, no, no. No, no, no. Yo digo que vos digas… dejo que vos digas lo que quieras, nada
más.
12) Hijo: Bueno, entonces voy a tener que repetir lo que dije. Vos (la madre) digamos, empezaste –
eso lo sé seguro- empezaste a atacarla primero a ella, sin nada esclarecido, con mucho
apresuramiento.
13) Madre: Yo los quiero a los dos, y siempre trato de que las cosas en casa salgan mejor pero no lo
consigo.
14) Entrevistador: (al hijo que murmura algo) ¿Si?
15) Hijo: No, nada, opiné sobre mi madre, tiene razón.

A lo largo de esta conversación, aparentemente intrascendente o a lo sumo confusa, se ha


producido un conjunto notable de descalificaciones. Previamente, la madre ha hecho algunos
comentarios sobre la hija, y el hijo (paciente esquizofrénico) los ha considerado insistentemente,
ataques críticos. La madre 1) subraya sus benévolas intenciones y el hijo 2) vuelve a exponer su
punto de vista (aunque la formulación es poco clara, ya que la secuencia causal está invertida. La
madre 3) niega, y el hijo 4) repite. La madre 5) niega otra vez y el padre 6), en coalición con la
madre, descalifica al hijo pasando al nivel literal. El hijo 7) acepta la lateralización del padre,
completando el doble vínculo, Otro aspecto descalificador de la intervención del padre 8) es su
pasaje al diminutivo Danielito, una descalificación por status que subraya “se trata de un chico”. La
madre 9) mantiene la coalición con el padre, reformulando la situación en términos de “bien y
mal”, y hace alusión a la enfermedad del hijo. El hijo 10) intenta aclarar, al menos lo que cada uno
está diciendo, y el padre 11) nuevamente lo descalifica mediante una respuesta totalmente
tangencial (escamoteo) que no confirma ni niega lo dicho por el hijo.
El hijo 12) haciendo “borrón y cuenta nueva” (respuesta estilo retirada) replantea su opinión
original. La madre 13) lo descalifica con una evasión que tiene, demás, dos facetas: “hago lo mejor
que puedo”, “lo hago por cariño” y “soy solamente humana”. * 1 El hijo 15) abandona su punto de
vista y completa el doble vínculo aceptando la definición de la situación dada por la madre.
Adviértase, sin embargo, que esta elección se da sobre la “ilusión de alternativas”: ambos niveles
son válidos per se, pero, como están presentados como alternativas que se excluyen mutuamente,
configuran una paradoja en la que en contraste con las contradicciones, cualquiera de las opciones
es errónea.

4.- Contra-descalificación: Se puede responder a una descalificación mediante otra descalificación.


Esta respuesta es muy significativa en nuestro estudio, por cuando pueden configurar las conductas
sintomáticas. Si uno debe responder, y no existe ninguna respuesta correcta, entonces una
comunicación que niega que es una comunicación, o que niega lo que comunica – una
autodescalificación o una descalificación del otro- constituye una respuesta no sólo posible, sino
hasta cierto punto apropiada. Esta respuesta no reubica el tema o nivel de discusión originales, sino
que incrementa la confusión acerca de ellos observándose una extraña cadena de redefiniciones.

Ejemplo XVI

1) Hijo: (murmura algo ininteligible)


2) Entrevistador: En voz alta Daniel, en voz alta.
3) Hijo: Y, decía que (mamá) me atacó a mí, y eso sí que no, nada más.
4) Entrevistador: Bueno, y “Eso sí que no” ¿qué quiere decir?
5) Madre: (superposición) Yo no estoy atacando, estamos, estamos aclarando situaciones de
familia, eh… el doctor nos invita a hablar.
6) Padre: No pienses ni por un momento, Daniel, que son ataques ni contraataques, son
simplemente aclaraciones. Mamá piensa que no se puede llevar bien últimamente. Lo dice, pero no
es un ataque.
7) Madre: Con algo …
8) Hijo: (superposición) Pero el doctor, el doctor me obligó a hablar en voz alta, papá, ¿qué le vas a
hacer?
9) Padre: ¿Cómo?
10) Hijo: el doctor me obligó a hablar en voz alta, ¿qué le vas a hacer?
11) Padre: (superposición parcial) Y hacés bien. Todo lo que quieras decir tenés que decirlo.
12) Hijo: Las cosas en voz baja no, no, son mucho detalle (sic).

En las intervenciones 3 y 10 el hijo contradescalifica al padre (e implícitamente también a la madre),


y la 12 es francamente esquizofrénica. Vale la pena observar detenidamente la secuencia que
conduce a estos mensajes. A través de una confusión acerca de qué es “atacar”, “aclarar” y – en el
más mecánico de los sentidos- “hablar”, el hijo es descalificado mediante literalizaciones por la
madre (5) y el padre (6), sucesivamente. La literalidad de la madre (“el doctor nos invita a hablar”)
es también extrañamente impersonal. El padre (6) formula una distinción conciliadora, aunque
ilógica (“ella dice…pero”). Aún más, el padre inicia dos notables prescripciones de pensamiento
esquizofrénico. En la primera (6) afirma con vehemencia “no pienses” y agrega una “explicación”
1
* Este tipo de respuesta es considerada en el trabajo original sobre el doble vínculo como un castigo más
devastador que la privación de cariño o la expresión de odio o rabia: el tipo de abandono que ocurre cuando
los padres expresan gran desamparo o impotencia
acerca de qué corresponde pensar: además “parafrasea” cosas que la madre no había dicho en
ningún momento, ni en intervenciones previas. La autojustificación del paciente (8 y 10) incorpora
claramente la instrucción previa de hablar en voz más alta (2) y la distorsiona por literalización. Este
mensaje del hijo es, por una parte, una variedad del escamoteo realizado por el padre (6); (7) por
otra parte, es un eco exagerado de la demanda implícita de la madre (5) de que sus comunicaciones
son impersonales y no dependen de su voluntad: “el doctor nos invita a hablar” se transforma en
“el doctor me fuerza a hablar en voz alta”. El paciente ha contradescalificado reproduciendo,
condensadamente, las características formales de las descalificaciones de sus padres. El padre, que
había indicado previamente al hijo que no debía “ni pensar” ciertas cosas, ahora agrega (11): “decí
lo que quieras”, o quizás, “tienes que decir lo que quieres decir”. “No pensar, ni por un momento”
lo que uno ha dicho que piensa, pero “decir lo que uno desea decir”; he aquí una instrucción que
sólo puede ser seguida por una negación de los propios pensamientos y por una negación de la
validez de lo que se dice, y en su respuesta “incoherente” o “disgregada” (12) el paciente implica
que no está pensando nada y que no está diciendo nada.

Al seguir sistemáticamente las implicaciones del modelo que estudiamos, la prueba de la existencia
del doble vínculo residiría en la respuesta. En otros términos: ¿Pueden hacerse aclaraciones? ¿Se
estimulan, se alientan o al menos se permiten?, ¿Está bloqueado el abandono del campo? Si se
acepta y continúa el diálogo en un nivel del mensaje descalificador, ¿el otro participante refuerza
esa línea? Si se produce una contradescalificación, especialmente las correspondientes a la
conducta esquizofrénica, ¿se la tolera? En ejemplos como en el último dado, la
contradescalificación parece prescrita o estimulada y se produce un círculo patológico. Estudiando
estas secuencias de respuestas se puede, razonablemente, llegar a reconstruir el modelo general de
este tipo de interacción e interferir los procesos de deuteroaprendizaje que tiene máxima
importancia para la hipótesis patogénica a nivel comunicacional.

Como hemos dicho antes, lo que subraya este trabajo y nuestra línea de investigaciones, es la
existencia de pautas de interacción. Estamos encontrando, regularmente, en familias con hijo
esquizofrénico, la presencia de descalificaciones seguidas por secuencias especiales – semejantes o
las descritas- que tienden a consolidar el doble vínculo y que, por lo tanto, refuerzan estos modos
peculiares de interacción. En este proceso, que implica todo un estilo de relación con el mundo, en
el que ciertos estímulos son sistemáticamente negados, ciertos significados regularmente
reprimidos, la falta de reconocimiento reforzada y premiada, la aclaración castigada, en esto,
decíamos, puede residir una explicación comunicacional de la patogenia de la esquizofrenia.

RESUMEN.

Luego de ubicar la orientación general de esta investigación, -análisis de la interacción en familias


de esquizofrénicos siguiendo el modelo de la teoría de la comunicación aplicada a la psicopatología-
se efectúa la revisión de la hipótesis del “doble vínculo”. Esta hipótesis, cuyos requisitos se
enumeran y comentan, describe, en un elevado nivel de abstracción, una pauta de interacción
familiar cuya presencia estaría ligada a la aparición de esquizofrenia en uno de sus miembros
dependientes. Para su estudio es necesario especificar niveles de análisis y unidades de
observación, cosa que se hace acá al nivel del canal verbal lingüístico y tomando como unidad la
transacción – secuencia de dos mensajes-. Se describe, define, y ejemplifica la descalificación,
elemento operacional detectable del modelo del doble vínculo y se describen variedades de
secuencias denominadas transacciones descalificadoras, identificando varios subtipos. Finalmente
se desglosan diversos elementos de dichas secuencias y se analiza su congruencia con el modelo
general del que se parte, así como su potencial patogenético.

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