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El misterio de la voluntad de dios

Por John Fischer

La reconciliación es el tema central de la historia de Dios con la raza humana. En resumen, Dios creó a
los seres humanos a su imagen y los puso en un mundo harmonioso. Por algunas razones que solo
podemos especular, el permitió que la maldad entrara a este ideal mundo y separara a los seres
humanos de Dios y de los otros seres humanos. Esto obviamente tubo resultados desastrosos, sin
embargo toda la historia de ahí en adelante ha sido el proceso de reconciliar todo lo que se ha separado.

En efesios 1:9 dice: “Él [Dios] nos hizo conocer el misterio de su voluntad conforme al buen propósito
que de antemano estableció en Cristo, para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo: reunir en él
todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra.”

Eso significaria que cada vez que trabajamos para superar alguna diferencia o reparar una brecha en
alguna relación estamos participando de un misterio. Reconciliar una relación es actuar de acuerdo al
misterio de la voluntad de Dios.

Eso significa que debemos ser “unidores” y no “divisores”. Es cierto que algunas personas serán
repelidas por la fragancia de Cristo en nosotros, pero eso es asunto de Dios y no nuestro. (2 Corintios
2:15-16) Si alguien va a ser repelido por la fragancia de Cristo en nosotros que así sea, pero no
contribuyamos a esa repulsión agregando nuestras propias razones para tenerlas.

Por años los cristianos se han enorgullecido de ser divisores – tanto que nos hemos inventado razones
para ser diferentes a los demás y a esas razones las hemos llamado: santidad. Ser diferente no
necesariamente es ser santo, especialmente cuando las diferencias consisten en tabúes culturales y
requisitos de comportamiento que no tienen ningún fundamento bíblico verdadero. Las paredes que
existen entre los cristianos y los no-cristianos son en su mayoría fabricaciones nuestras.

Nuestro empeño debe estar puesto en la reconciliación– en encontrar las cosas que tenemos en común
con los demás, no en crear razones para separarnos. Si el misterio de la voluntad de Dios es reunir en
Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra, entonces debemos trabajar a favor de eso, no en contra.

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