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Adicción a las Redes Sociales

Hablar de redes sociales implica la comprensión de su significado. Una red social es una
estructura compuesta por un conjunto de actores, individuos u organizaciones que están
vinculados por lazos interpersonales, que se pueden interpretar como relaciones de
amistad, parentesco o intereses comunes.

La importancia de las redes sociales radica en la facilidad que hoy se tiene para
suscribirse a ellas, la rapidez para el envío y recepción de información, el resguardo y
distribución de la narrativa que se expresa, la adición y multiplicación de contactos, la
versatilidad de temas a atender prácticamente al mismo tiempo, la forma expedita de
allegarse nuevas relaciones e, incluso, para desapegarse de ellas. De acuerdo con la
organización ComScore,3 el uso de redes sociales es la actividad más popular en todo el
mundo, representan casi uno de cada cinco minutos empleados en Internet a nivel
mundial.

Las redes sociales virtuales son ejemplos de lo que se conoce como Web 2.0, donde los
usuarios generan los contenidos que van a ser utilizados por el resto de usuarios. Según
la definición de Boyd y Ellison (2008), podemos decir que las redes sociales, o más
concretamente los “servicios de redes sociales” (SRS) (entendidos éstos como páginas o
servicios web), son comunidades virtuales en las que las personas pueden crear su propio
perfil con todo tipo de información personal e interactuar con los perfiles de sus amigos en
la vida real así como conocer a nuevas personas con las que compartan algún interés.

Los SRS han ido experimentando un crecimiento significativo en la última década,


ramificándose y especializándose cada vez más. En una reciente revisión de Kuss y
Griffith (2011) sobre los SRS y su posible adicción, hay que destacar que la evidencia
empírica sobre las cualidades adictivas de estos sistemas virtuales es escasa.
Mantenerse activos y permanecer conectados a los SRS aumenta las oportunidades
académicas y profesionales, además de convertirse en un factor potente de atracción, lo
que podría explicar, en parte, el uso excesivo.

Si bien es cierto que existen diversos medios de comunicación apoyados por las
tecnologías de la información y la comunicación, no todas las opciones proveen al usuario
de la diversidad que ofrecen las redes sociales especializadas. En el caso de la
plataforma Facebook tenemos la posibilidad, entre otras, de revisar perfiles de los amigos
potenciales y los aceptados; buscar, invitar, recibir o rechazar contactos, formar nuevas
comunidades o grupos, sub grupos o combinaciones de ellos; colocar imágenes,
clasificarlas, asignarlas al muro, calificar, tocar y etiquetar éstas; enviar mensajes
instantáneos (chat) o usar el correo electrónico con una bandeja para integrar o compartir
mensajes recibidos; interactuar cara a cara por medio de videoconferencias; jugar en
miles de espacios recreativos sociales; postear mensajes sindicados (RSS), usarla como
espacio de referencia para redirigirse a otros sitios Web de interés y combinar
herramientas de comunicación con otros recursos de la Web, incluyendo Twitter;
administrar eventos con calendario que alerta sobre las fechas registradas, así como
localizar, compartir, ver y escuchar archivos de música o video

Sin embargo, cualquier inclinación desmedida hacia alguna actividad puede desembocar
en una adicción, exista o no una sustancia química de por medio. La adicción es una
afición patológica que genera dependencia y resta libertad al ser humano al estrechar su
campo de conciencia y restringir la amplitud de sus intereses.
Es decir, una persona normal puede hablar por el móvil o conectarse a Internet por la
utilidad o el placer de la conducta en sí misma; una persona adicta, por el contrario, lo
hace buscando el alivio del malestar emocional (aburrimiento, soledad, ira, nerviosismo,
etcétera) (Marks, 1990; Potenza, 2006; Treuer, Fábian y Füredi, 2001).
La ciberadicción se establece cuando el niño deja de verse con sus amigos y se instala
frente a la pantalla con sus videojuegos, el adolescente presta más atención a su Iphone
que a su novia o el joven no rinde en los estudios porque revisa obsesivamente su correo
electrónico. En todos estos casos hay una clara interferencia negativa en la vida cotidiana
(Estallo, 2001).

Las estrategias de prevención el uso de las TIC y de las redes sociales impone a los
adolescentes y adultos una responsabilidad de doble dirección: los jóvenes pueden
adiestrar a los padres en el uso de las nuevas tecnologías, de su lenguaje y sus
posibilidades; los padres, a su vez, deben enseñar a los jóvenes a usarlas en su justa
medida. Los padres y educadores deben ayudar a los adolescentes a desarrollar la
habilidad de la comunicación cara a cara, lo que, entre otras cosas, supone (Ramón-
Cortés, 2010):
a. Limitar el uso de aparatos y pactar las horas de uso del ordenador.
b. Fomentar la relación con otras personas.
c. Potenciar aficiones tales como la lectura, el cine y otras actividades culturales.
d. Estimular el deporte y las actividades en equipo.
e. Desarrollar actividades grupales, como las vinculadas al voluntariado.
f. Estimular la comunicación y el diálogo en la propia familia.

La adicción a Internet y a las redes sociales es un fenómeno preocupante. Sin embargo,


el abuso de Internet puede ser una manifestación secundaria a otra adicción principal o a
otros problemas psicopatológicos, tales como la depresión, la fobia social u otros
problemas de tipo impulsivo-compulsivo (el TOC, por ejemplo) (Echeburúa, Bravo de
Medina y Aizpiri, 2005, 2007).

Lo característico de la adicción a Internet es que ocupa una parte central de la vida del
adolescente, que utiliza la pantalla del ordenador para escapar de la vida real y mejorar su
estado de ánimo.

Referencias
Enrique Echeburúa; Paz de Corral. (Vol. 22, Núm. 2 (2010)). Adicción a las nuevas
tecnologías y a las redes sociales en jóvenes: un nuevo reto . 12-08-19, de Adicciones
revista versión online Sitio web: http://m.adicciones.es/index.php/adicciones

Dr. José A. García del Castillo. (2013). ADICCIONES TECNOLÓGICAS: EL AUGE DE


LAS REDES SOCIALES. Health and Addictions, Vol. 13, No.1,, 5-14.

Néstor Fernández Sánchez. (noviembre-diciembre 2013 ). Trastornos de conducta y redes


sociales en Internet. Salud Mental , Vol. 36, No. 6,, 521-527.

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