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P.

José Mach SJ

Id a
José
Devocionario del Patriarca
San José
ID A JOSÉ
Id * Jo«é. Genes, x l i , 55.
Ó SEA

DEVOCIONARIO ESPECIAL
PARA E L QUE D ESEE SER VER D AD ER O DEVOTO

DBL PATRIARCA SAN JOSÉ:


COMPUESTO

POR K l P. JOSÉ HACE.


Miéionero de /« Compañía de Jtsúe
AU TOR

d« U A a e m i e b Iticíob y del Tesoro del Sacerdote.


l u ad Jatrph : tt oui'^Hid rolii díwní, faeite.
Id 4 Jom, t kieca todo eaanlo os dijere.
Gen. i u , 53.

Con aprobación del Ordinario.

■UCRUM .
I i p m U de fran cisco R osal, heredero de I. G o rg u ,
p la z a d o l a L o n a .— 1 B 7 S .
SUHKARIO.

D E V O C IO N A S A N J O S E .

Motivos y obsequios generales.


Obsequios particulares.
Novena del santo Patriarca.
D E V O C IO N A R IO D E L D E V O T O D E S A N J O S É .

Santificación del dia.


Modos de oir bien la Misa.
De confesar y com ulgar dignam ente.
Meditaciones para cada dia del mes.
Varias devociones á nuestro Señor Jesu­
cristo.
A la Virgen santísim a.
A otros objetos particulares.
V ia-Crucis especial.
El Sem inarista perfecto.
. Hii ' iticos mas usados en Iatin y en
A los RR. Sres. Curas Párrocos.

¡Pobre Egipto! ¡en qué estado se


veia tan lastimoso! A siete años de
abundancia se habían seguido otros
siete de la mas espantosa carestía:
el hambre había invadido el reino y
las provincias comarcanas. Acosa­
dos de la miseria, acuden los pueblos
A Faraón, pidiéndole á voz en grito
que remedie sus necesidades. Y el
rey acogiéndolos benignamente, id á
— tiii —
José, les dice, y haced todo cuanto
Él os mandare (1). Pobre Egipto, es
verdad; ¿pero es por ventura menos
deplorable la suerte de tantas almas
que el cielo nos ha confiado ? La Es­
paña ha teñida también años de
abundancia ; provista de innumera­
bles medios de salvación y colmada de
favores celestiales, ¡qué rica cosecha
de méritos y de virtudes acaudalaban
sus hijos para la eternidad! Pero
desgraciadamente á la abundancia
ha sucedido una esterilidad y una
miseria mucho mas espantosa que la
de Egipto. ¿ Y no habrá remedio á
tanto m a l? S I , Señores, asi como
Faraón nombró á José Virrey de
E g ip to , encargándole de salvar á
cuantos le pidiesen socorro; así tam-
(1) Gen. x li , 55
bien el Vicegerente de Dios, el in­
mortal Pió I X ha nombrada á otro
José, patriarca de la ley de gracia
y Patrón de la Ig le sia , diciendo á
todo el orbe católico: Ite ad Joseph:
id á José y haced todo cuanto Él os
dijere.
Perdonad, pues, Señores y Reve­
rendos Padres m io s, si me atrevo á
suplicaros que avivéis el celo de la
grey que el Señor ot ha encomen­
dado , para que acudiendo al nuevo
Salvador que el cielo nos ofrece, se
Ubre la España de la espantosa mi­
seria espiritual y temporal que la
aqueja.
Hágolo con tanto mas gusto, cuan­
to habiendo sugerido en el Tesoro del
Sacerdote tantos medios para santi­
ficar las a lm a s; podría parecer es-
traño á algunos que omitiese uno tan
poderoso y eficaz como es la devocion
á san José. Pero entonces no se ha­
bía aun celebrado el Concilio Vati­
cano; no habia aun Pió I X procla­
mado con tanta eficacia y sancionado
el Cielo con tantos prodigios esta
preciosísima devocion. Abracémosla,
pues, y no dudemos que el Cielo ben­
decirá nuestros esfuerzos y lanzará
una mirada compasiva sobre nuestra
afligida patria.

¿ Y qué diré á esos amados Josefí-


nos que con tanto entusiasmo y an­
helo están promoviendo y propagando
la fructuosísima devocion del excelso
Patriarca san José? No dudo que
acogerán benignos este nuevo devo­
cionario. Es verdad que pocos habrá
entre ellos que no posean ya el An­
cora de salvación: tal vez á ellos
principalmente debo, el que i pesar
de los aciagos tiempos en que vivi­
mos y de los esfuerzos que ha hecho
la envidia para impedirlo; no obstan­
te se hayan tenido que hacer veinte y
nueve numerosas ediciones de dicho
devocionario, solo en España y en
solos veinte años. Digo solo en Espa­
ña , pues existen otras impresiones
españolas hechas en el extranjero, y
no han faltado aun sabios y celosos
Sacerdotes que la han traducido en
varias lengua
S i poseen pues dicha Ancora de
salvación, si les mueven y excitan á
la perfección las prácticas que en
ella se proponen, no la abandonen
les suplico; al contrario procúrense­
la los que no conocen ó no practican
todavía las devociones y medios de
santificación que en ella se encier­
ra n . Mas si por desgracia sucediese á
alguno, lo que nos pasa con los m an­
jares, que por exquisitos que sean y
por bien sazonados que estén, si nos
sirven ca(ía dia los miemos, acaban
por cansar y fastidiam os; le rogaré
entonces que tome este nuevo devo­
cionario: Id á José. Válgase de las
nuevas reflexiones y de los medios
que aquí le sugiero: tal vez con el
aliciente de la novedad se moverá su
corazon á consagrarse de vera* al
Señor, y abrasando sinceramente la
práctica de la v irtu d , verá renacer
en el alma aquella dulce p a z; aque­
lla mágica alegría y dichosa tran­
quilidad de conciencia, de que habia
— X III —

disfrutado un tiempo, antes de enti­


biarse en el primitivo fervor. Pruéba­
lo, amado Devoto de san José, prac­
tica estos medios: no le arredren las
azarosas circunstancias de los tiem­
pos en que vives: huella el respeto
humano, y con el auxilio de este glo­
rioso Patrón de la Iglesia, no lo du­
des , serás de nuevo hijo de Dios ij
heredero de la Patria celestial.
Siendo el fin principal de esle de­
vocionario ilustrar y santificar al
Devoto de san José, no extrañe el pia­
doso lector qne no encuentre aquí todas
cuantas devociones pudiera desear: pues
omitiremos hasta varias de las prácti­
cas que suele observar todo buen cris­
tiano, remitiéndole al Ancora de
salvación, donde las bailará muy
abundantes y variadas, y tal vez pro­
puestas con otra unción y elegancia que
aquí.
Comencemos ahora por ilustrar al
Devoto de san José.
DEVOCION k SAN JOSÉ
SD

h h p o r t a iv c u l .

Fuera de Jesús y de su Madre san­


tísima, ¿qué abogado hallaremos mas
poderoso para con Dios, que el glo­
rioso patriarca san Josó? £1 Padre
Eterno le confió su hijo amantísimo;
el Hijo de Dios le adoptó por padr®
y tutor de su humanidad sacrosanta;
el Espíritu Santo le entregó su am an-
tísima Esposa; Jesús y María santí­
sima después de haberle honrado y
obedecido treinta años consecutivos,
asistieron á su m uerte preciosa. ¡Qué
— 32 —
motivos estos tan poderosos para pro­
fesarle una cordial devocion!
No es extraño que la seráfica Ma­
dre santa Teresa de Jesús profesase
tan tierna devocion al santo Patriar­
ca. «Gomo me vi tan tullida y en tan
«poca edad, y cual me habían para-
«do los médicos de la tierra (dice la
«Santa ert el capítulo VI de su vida)
«determiné acudir á los del cielo, y
«tomé por abogado v Señor al glo^
«rio6o san Josef y encomendéme mu-
«cho á él. Vi claro que ansi desta
«necesidad como de otras mayores
«de honra y pérdida de alma, eató
«Padre y Señor mió me sacó con mas
«bien que yo le sabia pedir. No mé
«acuerdo hasta ahora haberle supli­
c a d o ck>sá que la haya dejado de ha-
«cer. Es cosa qué espanta las gran-
— 33 —
«des mercedes que me ha hecho Dios
«por medio de este bienaventurado
«Santo, de los peligros que me ha
«librado, ansi de cuerpo como de
«alma: que á otros Santos parece les
«dió el Señor gracia para socorrer en
«una necesidad, á este glorioso San-
«to tengo experiencia que socorre en
«todas, y que quiere el Señor dar-
«nos á entender que como le fue su-
«jeto en la tierra, ansi en el cielo
«hace cuanto le pide. Esto han visto
«otras personas, ú quien yo decia
«que se encom endasenáél... Quer-
«ria yo persuadir á todos fuesen de-
«votos de este glorioso Santo, por la
«gran experiencia que tengo de los
«bienes que alcanza de Dios. No he
«conocido persona que de veras le
«sea devota y haga particulares ser-
— 34 —
a vicios que no la vea mas aprove­
c h a d a en la virtud: porque aprove­
c h a en gran m anera á las almas que
«á él se encom iendan... Cada año
«en su dia le pido una cosa, ysiem -
«pre la veo cumplida: si va algo tor-
«cida la petición, él la endereza para
«mas bien m ió... Solo pido por amor
«de Dios que lo pruebe quien no me
«creyere, y verá por experiencia el
«gran bien que es encomendarse á
«este glorioso P a tria rc a , y tenerle
«devocion, en especial personas de
«oracion siempre le habian de ser aíi-
«cionadas... Quien no hallare maes-
«tro que le enseñe oracion, tome este
«glorioso Santo por m ae stro , y no
«errará en el camino.»
Así hablaba santa Teresa en el si­
glo XVI: pues ¿qué diria si viviese
— 3B —
en nuestro siglo y contemplase la ra­
pidez asombrosa con que se está pro­
pagando la devocion á san José en
Francia, en Italia, en España y en
todo el orbe católico? ¿Qué diría si
viese por una parte la imperiosa ne­
cesidad que nuestro siglo tiene de
un poderoso Protector que interceda
por nosotros delante de Dios, y por
otra los esfuerzos que hace nuestro
inmortal Pió IX para promover el
culto y la devocion á este Santo?
¿Qué diría sobre to d o , si viese las
innumerables gracias espirituales y
temporales que el Santo derrama so­
bre tantas , ó mejor, sobre todas las
poblaciones de España? Aquí son
dolores agudísimos que amenazan
acabar con la vida del enferm o; in­
voca este al Santo y queda casi re-
— 36 —
pentinanaente curado. Allí son pe­
cadores que van á morir im peniten­
tes: almas piadosas ruegan á san
José por su conversión, y suelta
luego el infierno la presa que mi­
raba como segura. Ora son viajeros
que, perdido el camino ó desbocado
el caballo, van á ser sepultados en
un horrendo precipicio, mas acuden
á la protección de san José y salen
ilesos del peligro (1). Ora son navios
que ven inm inente el naufragio, ó
comunidades religiosas que tiemblan
de verse asaltadas y atropelladas por
furiosos sicarios: invocan á san Jo­
sé: líbranse aquellos del naufragio,
y aparece á estas un personaje mis­
terioso que pone en fuga á las fu-
(l) V éase el P ro pagador de san José, sea el
francés, se a el español.
— 37 —
rias infernales, quedando el monas­
terio milagrosamente salvo.
Y en vista de todo esto , ¿ habrá
cristiano tan insensible á sus inte­
reses eternos que mire con indife­
rencia la devocion á san J o s é , casi
la única tabla de salvación que nos
ofrece el Cielo en la espantosa tor­
menta que amenaza desquiciarlo to­
do? Ea pues, amado cristiano, si quie­
res librarte del mas horrible naufra­
gio, adelantaren la virtud y asegurar
tu eterna salvación; sé sinceram ente
devoto de san J o s é tó m a le por guia
y dechado en la presente vida y
por especial protector en el terrible
trance de la m uerte. En una palabra
abraza los medios, y obsequios prin­
cipales que aquí te propongo.
— 38 —

CDLTOS PRINCIPALES
EN HONOR DE SAN JOSÉ.

Cada aSo.
Consagrarle el mes de Marzo.
Nuestro Santísimo Padre Pió IX en
27 de abril de 1865 se dignó enri­
quecer dicho mes con las mismas
indulgencias que Pió VII habia con­
cedido á los que dedicasen el mes de
mayo á María santísima. De consi­
guiente consagrando el mes de mar­
zo al santo Patriarca y obsequián­
dole todos los dias, podrán en cada
uno de ellos ganar 300 dias de in­
dulgencia, y una plenaria confesán­
dose y comulgando en dicho mes.
Todas estas indulgencias son aplica­
bles á las Animas del purgatorio.
— 39 —
Sin embargo no quisiera se des­
plegase en dicho mes un lujo y un
esplendor que desdijesen del espíri­
tu de penitencia y de recogimiento
que nos inculca la Iglesia en aquel
sagrado tiempo de compunción. Va
gran diferencia entre el mes de Ma­
ría y el mes de san José. Pasada la
cuaresma, durante el mes de mayo,
haciendo la naturaleza alarde de to­
das sus galas, y ostentación el mun­
do de todos sus encantos, era justo
que los amantes de María agotasen
casi los hechizos del mes mas de­
licioso del año para atraer á los fie­
les á la Iglesia. Pero cayendo el mes
de san José en el tiempo mas augus­
to y sagrado que la Iglesia tiene en
todo el año; tiempo casi el único en
que esta solícita Madre logra que sus
— 40-
fieles hijos oigan dóciles la voz de sus
Ministros y escuchen las verdades
sublimes, pero austeras de la Reli­
gión; hacer entonces mucho boato,
y desplegar durante un mes entero
extraordinaria pompa en la ilumina­
ción, en el canto y en la m úsica, se­
ria desvirtuar el fruto que la palabra
divina debia producir en los corazo­
nes, y convertir en disipación el san­
to tiempo de cuaresma. Esto mismo
parece indicar el Sumo Pontífice,
cuando al declarará san José Patrón
de la Iglesia Católica quiere se ce­
lebre su fiesta con rito doble de pri­
mera clase, pero sin octava, por ra­
zón de la Cuaresma. 8 Dic. 1870.
F i e s t a s d e s a n José. Esto no se
opone á que la fiesta principal del
Santo se celebre con esplendor y
— 41 —

m agnificencia, precediéndolo, si se
quiere, una solemne novena. Podria
haber el 19 comunion general por la
mañana, despues una misa solemne
cantada, otra función por la tarde y
hasta si se quiere una lucida y de­
vota procesion.
Se solemnizará tam bién la f i e s t a
d e l P a t r o c i n io que la Iglesia ha fija­

do al tercer domingo despues de Pas­


cua, y nuestro amadísimo Pontífice
Pió IX ha m uchas veces recom en­
dado encarecidamente y enriquecido
con varias indulgencias. Mas en todas
estas solemnidades no tanto hay que
buscar un boato y lucimiento vano,
como el arraigar en los corazones el
santo amor y tem or de Dios que son
la base y el fundam ento de la sólida
y verdadera devocion.
— a —
Además, de estos dos dias, el pri­
m er domingo despues de la Epifanía
del S e ñ o r, el domingo que viene
despues de la Asunción de la Virgen
santísim a, y el 26 de noviembre dia
de los Desposorios de la Virgen con
su dichosísimo Esposo m erecen tam­
bién una comunion y algún obsequio
especial en honor del S an to : ya por­
que son dias que por muchos títulos
deben ser gratísimos al corazon de
san José, ya también porque Pió IX
los ha enriquecido con siete años y
siete cuarentenas de dias de indul­
gencia aplicables á las Animas del
purgatorio.

Devocion de los siete Domingos.


¡ Qué medio tam bién tan eficaz
para conseguir la victoria de núes-
— le ­
tras pasiones, y el completo triun­
fo de la Iglesia! Alarmado justa­
mente el inmortal Pió IX al ver el
espantoso huracan que amenazaba
sumergir en el abismo la navecilla
de san P e d ro , aunque bien sabia
que por recios que sean los vien­
tos, jamás podrán prevalecer contra
ella; no obstante acudió al podero­
so valimiento de san José , conce­
diendo preciosas indulgencias á los
que durante siete Domingos conse­
cutivos honren los dolores y gozos
del santo Patriarca. ¿Y qué indul­
gencias? Una plenaria para cada uno
de los siete Domingos comulgando
aquel dia , visitando cualquier igle­
sia , meditando los siete dolores y
gozos del Santo y rezando en obse­
quio suyo siete Padre nuestros, Ave
— 44 —

Marios y Gloria Patri. (22 do Mar­


zo de 4847).
Ahora b ie n , propagándose tanto
la devocion de san José que solo
en Francia habia en 1870 mas de
600,000 asociados, contándose mu­
chos miles en España, y hasta millo­
nes en lo restante del mundo católico,
quien podrá calcular el crecidísimo
número de gracias que puede obte­
ner del cielo esta sorprendente cifra
de sú p licas, comuniones y buenas
obras , si los asociados son fieles en
practicar esta devocion? Dado que se
hiciese por la tarde una función en
honor del Santo , podria exponerse
el Santísimo con licencia del Or­
dinario , hacerse con solemnidad el
Septenario que ponemos mas abajo,
con una plática ó meditación sobre
— lo —
ol dolor y gozo que tocare aquel dia
y cantar despues de la reserva unos
gozos al Santo.

DAB DE COIEB A TRES POBRES


A UN M Ñ O , A SD M A D R E T A UN A N C IA N O

IH HOSOR DK 8A S JO S Í.

Una de las devociones que hay en


honor del santo Patriarca mas ve­
nerables, ya por la autoridad de los
autores que la recomiendan , ya por
la multitud de gracias que san José
dispensa á los que la practican; es la
de convidar á tres pobres á comer á
la m esa; es decir, un niño, su ma­
dre y un anciano en reverencia de
Jesús, María y José. Unos hacen este
obsequio el dia mismo del Santo,
como D .' Lucía de Alarcon, noble y
virtuosísima señora de Lima en el
— 46 —
Perú, que hizo una muerte muy edi­
ficante la ante-víspera de la fiesta del
Santo. Otros dan esta comida el dia
de Navidad, como lo hacia D. To­
más de Artiaga en la misma ciudad
de Lima. Y por cierto que un año no
pudiendo el mismo en persona ser­
vir á los tres pobres, como tenia de
costumbre, por impedírselo una gra­
ve enfermedad : les encargó mucho
que despues de la comida fuesen al
convento de las Carmelitas Descal­
zas y pidiesen al Santo le diese la
salud. Fueron los tres pobres en efec­
to; rogaron al Santo; y luego el fue­
go interior que abrasaba las entra­
ñas del enfermo, salió al exterior del
cuerpo que hasta entonces habia per­
manecido como helado y á los pocos
dias estaba el doliente completamcn-
— 47 —
te restablecido. Pero hágase este
obsequio el 19 de m arzo, el dia del
Patrocinio de san José , ó el dia de
Navidad, no hay duda, que es suma­
mente grato á nuestro Patriarca. Y así
refiere san Vicente Ferrer en uno de
sus serm ones, que murió en Valen­
cia un m ercader que todos los años
ofrecía este obsequio al Santo, y me­
reció que al m orir se le apareciesen
Je sú s, María y José y le dijesen :
«Pues nos recibiste en tu mesa, ven,
«y te recibiremos en la nuestra.»
Murió en efecto , y Jesús , María y
José se lo llevaron al cielo (1).
(1) Fr. José de P a s tr a n a , E xcelenc. de san
lo s. tra t. 4.
— 48 —

Cada mea.
Excelentes son estos obsequios que
se hacen todos los años en honor de
san José. Mas ningunos, á mi modo
de ver, producirán mas fruto en el
alma, que los que tengan lugar cada
mes, si se logra que se arraiguen en
la parroquia. Estos pueden reducir­
se á d o s : uno particular y es el
Culto perpétuo, y el otro público que
será la devocion del 19 de cada mes.
El primero servirá admirablemente
á un Párroco celoso para introducir
ó fomentar el fruto principal que es
la frecuencia de Sacramentos. Vea­
mos á qué se reduce.
C u l t o p e r p é t u o . Esta piadosa
práctica consiste en que se asocien
31 personas con el objeto de tribu-
. — 49 —
tar ni Padre putativo de Jesús el ob­
sequio de una comunion y de otros
actos de veneración, gratitud y amor
el dia que les cayere en suerte cada
mes. Con lo cual resulta que el san­
to Patriarca obtiene ser venerado y
honrado de este coro todos los dias
del mes y del año. A este fin hemos
impreso á parte unas cédulas en que
se explican las obligaciones que uno
contrae , y las indulgencias de que
goza. Hé aquí un fiel traslado.
Qniev consolare en nda k san Jo i¿ , m i de
Él consolado y eaialido od la mnerlo.

Habiendo cabido á V. en suerte el


dia de cada mes para honrar al
glorioso Patriarca, se le recomienda
á V. le tribute aquel dia los obse­
quios siguientes:
1 .’ Confesar y comulgar: y si no
— 50 —
pudiere hacerlo sacramentalm ente,
hágalo cuanto antes, supliendo aquel
dia con un fervoroso acto de con­
trición, y con una comunion espiri­
tual.
2.° Oir Misa con devocion , en
memoria de la Presentación de Je­
sús en el templo.
3 .” Meditar cosa de un cuarto de
hora las penas y congojas del Santo.
4.° Llevar el espíritu recogido in­
vocándole á menudo entre dia.
5.° Hacer alguna mortificación ú
obra de misericordia espiritual ó cor­
poral.
G." Rezar siete Padre nuestros,
Ave M arías y Gloria Patri en honor
de los siete gozos y tristezas del san­
to Patriarca.
7 .” Visitar al Santísimo por la
— 51 —
tardo, si se puede, y concluir el dia
ofreciendo el corazon á san José.
Nada de esto obliga bajo pena de peca­
do: mas el que lo cumpla Gelmente, podrá
ganar las siguientes indulgencias.
Indulgencia pleñaría 1.° el dia en que se
inscribe en esta Pia-Union.— 2.° El dia de
mes que le haya locado, practicando los ob­
sequios arriba dichos en honor de san José.
— 3.® En el artículo de la m uerte.
Indulgencia plenaria tam bién el 19 de
Marzo, Tiesta principal del Santo, el dia de
su Patrocinio, el de los Desposorios de Ma­
rta santísim a, y en las fiestas de la Purifi­
cación, A nunciación, A sunción, Natividad
y Concepción de esta Virgen inmaculada.
Siete años y siete cuarentenas de perdón en
cualquier dia que se hiciere algunas de las
prácticas mencionadas.
Todas estas indulgencias son aplicables
i las Almas del purgatorio. Pió IX , 20 de
Enero de 1856: y según el P. Maurel po­
drían también ganarse estas gracias é in -
- 82 —
diligencias, reuniéndose 365 personas y
tom ando cada una el dia del año que le cu­
piere en suerte. Rec. art. v, 86.

C elebrar e l d ía 19 d e cada m e s .

No basta que se haga el mes de san


José, que se solemnize su fiesta y la
de su Patrocinio con cierto esplen­
dor y hasta con fru to : no basta que
se le hayan consagrado siete domin­
gos meditando los siete dolores y go­
zos del Santo: es preciso sostener el
fruto entre año y reanim ar la devo­
cion concebida; y nada mas á propó­
sito para esto que tributar al Santo
cultos solemnes el dia 19 de cada
mes. ¿Y qué cultos serán estos? El
principal será una comunion gene­
ral : y si las condiciones de la par­
roquia y los recursos de la Asocia­
ción lo perm iten, podrá solemnizarse
— S3 —
aquel dia sea con alguna Misa reza­
da ó cantada en el altar del Santo,
sea con alguna devota función por la
tarde y con el Santísimo expuesto,
con licencia del Ordinaria.
Mas adelante nos ocuparemos de
lo que podrá hacerse en esta función.

Cada semana.

C o nsa gra r el m ié r c o l e s a san

J o s é . Por lo mismo que este obse­


quio debe reiterarse á menudo, con­
viene evitar el que sea largo y de­
masiado costoso: pues de lo contrario
pronto se disminuiría el auditorio, se
cansarían los devotos con tanta cues­
tación, y se apagaría ó por lo menos
se entibiaría mucho la devocion. Yo
aconsejaría que se limitasen á encen­
der algunas velas al santo Patriarca,
— u —
hacer celebrar una Misa en honor
suyo á cierta hora fija y constante,
aunque no fuese c a n ta d a , y rezar
despues ó durante la misma Misa
el santo Septenario. En poblaciones
mas importantes donde puede con­
tarse con mas gente y mejores ele­
mentos , se podrá tal vez cantar la
misa ó tocar el órgano, según sean
los recursos y el entusiasmo que ex­
cite la devocion á san José.

Cada dia.

E n p ú b l i c o . Fuera del mes de


Marzo, de las Novenas que se hicie­
ren en honor del Santo ó de un ob­
sequio los miércoles de cada semana,
generalm ente hablando, no conven­
drá establecer ninguna otra práctica
pública de devocion. A menos que
— es —
sea el que arda constantem ente una
lámpara siempre que esté abierta la
Iglesia, ó el que haya siempre algu­
na vela encendida ante la imágcn de
san José durante los divinos oficios.
Podría en parroquias grandes y ricas
celebrarse todos los dias alguna mi­
sa en el altar del Santo ; pero intro­
ducir alguna función ó algún obse­
quio público para todos los dias del
año, creo sería difícil el realizarlo y
poco menos que imposible el soste­
nerlo y perpetuarlo en las presentes
circunstancias. Poco cuesta estable­
cer, pero mucho el continuar y au­
m entar.
En p a r t i c u l a r , s í ; se puede con
feliz éxito promover el culto del San­
to, ya invocándole todos los dias al
levantarse por la mañana y al acos-
— B6 —
tarse por la no ch e, ya dirigiéndole
entre dia fervorosas aspiraciones ó
piadosas jaculatorias; ora rezando
ante una imagen suya el Memorare
ó alguna otra oracion, ora cumplien­
do con el dulce deber que impone
la córte de san José de meditar el
dolor y gozo que le hubiere cabido
en suerte, ó cuando no, rezando sie­
te Padre nuestros ó un Padre nues­
tro siete Ave Marías y Gloria Patri
en honor de los siete Dolores v Go-
zos principales del Santo.

En todo tiempo.

Abstenerse de ofender á Dios vo­


luntariam ente : pues el pecado re­
novaría en el corazon de san José los
acerbísimos dolores y disgustos que
padeció en la infancia de Jesús.
— 57 —
Llevar consigo una medalla del
Santo que esté bendecida: á fin de que
nos asista en todas las necesidades.
Pertenecer á su A sociación: ya
para m erecer y atraerse mejor la
protección del S a n to ; ya para dis­
frutar de las gracias é indulgencias
que están concedidas á los Asocia­
dos ; ya también para ser participan­
te de las buenas obras que practica
esa m ultitud innumerable de fieles
Devotos de san José esparcidos por
todo el orbe católico.
Unir nuestras buenas obras y ora­
ciones con las oraciones y las bue­
nas obras que ofrece á Dios esa mul­
titud inmensa de fieles.
Rogar con fervor y á menudo así
por las necesidades de la Iglesia y
del Sumo P ontífice, como por las
— 68 —

particulares en que se hallen los


Devotos del santo Patriarca.
Propagar con puro y ferviente ce­
lo la dcvocion al Santo.
¡ Dichosa el alma que sepa obse­
quiar á nuestro glorioso Patriarca
con esta devocion y constancia! ¡Qué
rápidos progresos hará pronto en el
camino de la virtud! ¡Dichoso el
confesor que sepa inspirar estas prác­
ticas espirituales á las almas que di­
rige ! ¡ Qué caudal de méritos y de
consuelos Confesor y penitente ha­
llarán en la hora de la m u erte !

PRÁCTICAS PARTICULARES
p a ra m ejo r lan tifio ar e ito i ositos.

A l levantarse por la mañana: be­


sar con respeto y fervor la medalla
del Santo, que llevarán todos cons-
— B9 —
tantemcnte y decir luego: Jesús, Jo­
sé y María , os doy el corazon y el
alma mia. (100 dias de indulgencia).
A l acostarse por la noche: pos­
trado ante alguna imágen de nuestro
Señor, ó de su Madre santísim a, ;i
las cuales debiera todo buen Cristia­
no añadir otra de san José, poner fin
al dia por donde le dió principio: por
el ejercicio cotidiano que se halla en
el Ancora de salvación ó en algún
otro devocionario piadoso. Conviene
que las últimas palabras del dia sean:
Jesús, José y María, os doy el co­
razon y el alma mia.
Jesús, José y María, asistidme en
la última agonía.
Jesús , José María , recibid en
vuestros brazos el alma mia.
Pío V il concedió loo d ías de in d u lg e n c ia
por cada u n a de e sla s Ja c u la to ria s.
— 60 —

Ave Joseph.
Dios te salve, José, lleno eres de
gracia, el Señor es contigo, bendito
eres entre lodos los hombres, y ben­
dito es el frutó del vientre de tu es­
posa, Jesús.
San José, Padre putativo de Jesús,
ruega por nosotros pecadores ahora y
en la hora de nuestra m uerte. Amen.

Memorare de san José.


Acordaos, ó castísimo Esposo de
la virgen M aría, y amable Protector
mió san Jo sé , que jamás se ha oido
decir que ninguno haya invocado
vuestra protección é implorado vues­
tro auxilio sin haber hallado con­
suelo. Lleno, pues, de confianza en
vuestro poder vengo á vuestra pre-
— 61 —

sencia y me encomiendo á Vos con


todo fervor. ¡Ah! no desecheis mis
súplicas, ó Padre putativo del Re­
dentor, antes bien acogedlas propi­
cio, y dignaos acceder á ellas be­
nignamente. Amen.
Las m ism as In d u lg en c ia s q u e Pio>VII h a ­
bla concedido al Memorare de la Virgen: es
decir, 300 d ias de Indu lg en cia el d ía q u e se
rece d e v o ta m en te, y u n a in d u lg e n c ia p le n a -
ria al m es al q u e la h u b ie re rezado todos los
dias, confesán dose, c o m u lg a n d o , y v isitan d o
una iglesia. Pió I I , 26 de Junio de 1863.

Acto de consagración k san José.

O gran Santo, digno entre todos


los Santos de ser venerado, amado
é invocado, tanto por la excelencia
de vuestras virtudes como por la
eminencia de vuestra gloria y por
el poder de vuestra intercesión, yo
N. N. en presencia de Jesús que os
— G2 —
escogió por padre, y de María que os
aceptó por esposo, y como á tal os
honró y sirvió cariñosam ente, os
tomo hoy por mi abogado para con
entrambos, por mi protector y por
mi padre. Propongo firmemente no
olvidaros nunca, antes bien honraros
y hacer que os honren mis depen­
dientes todos los dias de mi vida. Os
suplico que os digneis concederme
vuestra especial protección, y que
me ndmitais en el número de vues­
tros devotos siervos. Asistidme en
todas mis acciones, sedme favorable
para con Jesús y M aría, protejed-
me en vida y no me desamparéis en
la hora crítica de la m uerte. Amen.
— 63 —

Oración á san José.

Castísimo José, honra de los mas


ilustres Patriarcas , varón según el
corazon de Dios, cabeza de la mas
augusta familia , ejecutor de los in­
efables designios de la Sabiduría y
Misericordia infinita, Padre Putati­
vo de Jesús y Esposo dichosísimo do
María ; ¡ cuánto me regocijo de ve­
ros elevado á tan sílta dignidad y
adornado de las heróicas virtudes
que ella requería! Por aquellos dul­
ces abrazos y suavísimos ósculos que
disteis al Niño Dios, os suplico me
admitais desde este punto en el di­
choso número de vuestros esclavos.
Proteged & las vírgenes, ó Tutor de
la virginidad de María , y alcanzad­
nos la gracia de conservar sin m an -
— Gí —
cilla la pureza de cuerpo y alma.
Apiadaos de los pobres jornaleros,
y afligidos ; y por aquella extrema­
da pobreza, por aquellos sudores
y congojas que padecisteis por sus­
tentar y salvar al Criador y Salva­
dor del universo, dadnos el alimen­
to corporal, y haced que llevando
con paciencia los trabajos de esta
v id a , atesoremos riquezas infinitas
para la eternidad. Sed el amparo de
los casados , ó Patriarca dichoso , y
haced que los padres y madres sean
viva imagen de vuestras virtudes y
perfectísimo dechado de piedad para
sus hijos. Proteged á los sacerdotes
y á los institutos religiosos, y haced
que imitando vuestra vida interior,
llenen los cargos de su ministerio
con la perfección admirable con que
— Go —
cumplisteis las obligaciones de vues­
tro estado. Llenadnos en vida de co­
piosas bendiciones, y en el trance
de la m uerte, cuando el infierno ha­
ga el último esfuerzo para perdernos,
no nos desamparéis , poderoso abo­
gado de I o b que están agonizando; y
pues tuvisteis la dicha de morir en
los brazos de Jesús y k de María ,’ ha-
ced que espiremos todos penetrados
de un vivo dolor de nuestros peca­
dos y pronunciando con ferviente
afecto los dulcísimos nombres de
J esús, María y J osé .
D E S A N JOSÉ.

OBÍCEI DE UTA DETOaOV#


Navegaban dos religiosos Fran­
ciscanos por las costas de Flandes,
cuando do repente se levantó una
tan furiosa tempestad, que sumergió
el navio con trescientos pasajeros
que en él se hallaban. Los dos reli­
giosos se agarraron á una de las pie­
zas del navio , y se sostuvieron así
sobre las olas embravecidas. Pero
¿ quién podrá decir las congojas que
sentirían, teniendo, durante dos días
enteros, delante de sus ojos la muer-
— 67 —
te y la vasta tumba que debía se­
pultarlos? En una situación tan crí­
tica y espantosa se encomendaron á
san José, permaneciendo así dos dias
y dos noches horrorosas. Por fin al
tercer dia, vino el Santo á su socor­
ro, se les apareció bajo la forma de
un joven lleno de gracia y majestad.
Puesto en pié sobre la tabla que los
sostenia, saludóles con un aire muy
afable ; lo que bastó para llenar su
corazon de inexplicable consuelo , y
comunicar á sus miembros un vigor
milagroso. Despues de esto, hacien­
do el oficio de p ilo to , los guió por
medio de las olas y los puso en la
playa. Pusiéronse de rodillas los dos
religiosos para dar fervorosas gra­
cias al Señor por tan singular bene­
ficio. Dábanlas también al Jóven
— 68 —
desconocido, y le suplicaban les di­
jese quien e r a : cuando con suma
amabilidad, yo soy José, les conten­
ta. Y luego manifestándoles los sie­
te dolores y gozos principales que
habia tenido durante su vida mor­
tal , los exhortó á meditarlos á me­
nudo, prometiendo colmar de gran­
des bienes á todos los que practiquen
esta devocion (1).

ADVERTENCIAS
p a ra n q o r kaear cala S a p ta a a ñ * .

El Septenario de los siele principales


dolores y gozos de san José, podrá hacerse
en las funciones de la ta rd e , sea el 19 de
cada mes, sea en los siete domingos conse­
cutivos que se hubieren escogido para ga­
nar las indulgencias concedidas por nuestro
(i) P a trlg n a n i lib . 2, cap. 5.— Fr. Ju a n Fa-
n o v ld . de sa n José.
— 69 —
Santísimo Padre Pío IX. Has recomiendo
1 los Señores que están encargados de d i­
rigir esta función, que procuren evitar un
escollo mas tem ible, de lo que com unm ente
se cree, en esle siglo de indiferencia; y es
hacer las funciones demasiado largas. En
este escollo se estrella muchas veces la pie­
dad de los fieles, de suyo harto lánguida é
inconstante. Para evitarlo pues, donde hu­
biere se rm ó n , creo que bastará hacer el
septenario como está en el Ancora de sal­
vación, cantando el Padre nuestro, Ave Ma­
ría y Gloria: y dado que quisiesen adoptar
este , no se cante mas que lo preciso para
amenizar el rezo. Pero donde carezcan de
orador, y por otra parte cuenten con ilu­
minación y recursos suficientes para hacer
una función interesante, aconsejaré que se
valgan del septenario que aquí ponemos. No
obstante rara vez convendrá cantarlo todo:
pues siete Padre nuestros, cuarenta y siete
Ave Martas y siete Gloria Patri, cantados
con la gravedad que requiere todo acto re­
ligioso, prolongan demasiado la función, y
— 70 -
al paso que aum entan los gastos, dism inu­
yen la devocion y acaban por cansar y ale­
jar á los fíeles de la iglesia.
Se podría , pues , adoptar uno de estos
extrem os. 1.° Cantar solamente la letrilla
que aquí ponemos en cada dolor y gozo y lo
demás que sea rezado.— 2.° Suprim iendo
la letrilla, cantar un solo Podrénuestro, Ave
María y Gloria Palri, á cada dolor y gozo.
— 3.° Consagrando cada uno de los siete
domingos al dolor y gozo que le correspon­
de, podría cantarse la letrilla en todos ellos,
y el Padre nuestro, las siete Ave Mario» y
Gloria Palri cantarlos solamente en el do­
lor y gozo que toca en aquel dom ingo, y los
demás rezados. De esta suerte saldría una
función variada , y de consiguiente amena,
sin cansar á nadie.
Lo que nunca convendrá om itir, es la
explicación de cada dolor y gozo; porque
siendo lo que mas instruye y ayuda á los fie­
les á m editar el misterio de que se trata, es
también uno de los requisitos principales
para ganar las indulgencias. Y ¿qué otro in-
— 71 —
terés ofrecerá esta le c tu ra , qué otro fruto
producirá, si el que dirige el septenario,
lo hace en p ié , desde el púlpito con voz
clara y d is tin ta , con cierta unción y sin
aquel to n illo , que acostum bran algunos,
únicamente propio para conciliar el sueño?
Lo mismo diré de la m editación que po­
dría hacerse , cuando no hubiese serm ón,
escogiendo entre las que se .hallarán en la
novena , la que mas relación tenga con el
dolor y gozo que se medite aquel dia.— Es­
to supuesto veamos la práctica de dicho
septenario que es la siguiente:

- SErTENiRIO 1* SAN JOSE.

Por la señal de la santa cruz, etc.


jfr. Deus in adjutorium meum in -
lende.
H). D om ine, ad adjuvandum me
festina.
f . Gloria Patri et Filio, etc.
■V- Sicul eral in principio, etc. Al-
lcluia.

1.» DOLOR Y GOZO.


D u d a d e w n Jomé.

No sabiendo todavía el misterio


de la Encarnación, quiere José sepa­
rarse de su Esposa: ¡qué amargura!
Mas un ángel le revela que María
ha concebido por obra del Espíritu
Santo: ¡qué alegría para tan santo y
amante Esposo!
Por esta vuestra angustiosa per­
plejidad y por este vuestro gozo in­
efable os suplicamos , amable Pro­
tector nuestro , que consoléis ahora
nuestras almas con la alegría de una
conciencia pura, para consolarla des­
pues con una dichosa m uerte seme­
jante á la vuestra. Amen.
— 73 —
Padre nuestro, siete Ave Marías y
Gloria Patri.
¡Cuál fué, José, tu quebranto
Al ver en cinta á tu Esposa,
De Vírgenes Reina herm osa,
Siendo tú tan puro y santo!
Pero cese tu aflicción:
Dios, que sobre el Justo vela,
Por un Angel te revela
La admicable Encarnación.

2 .' DOLOR Y GOZO.


HTaelmlento d e Jtomu.

Nace Jesús en 6uma pobreza: ¡que


pena , qué dolor para un Padre tan
tierno ! Mas ¡ que alegría cuando vé
al Niño Dios alabado de los Angeles
y adorado de los Pastores y Reyes !
Por este vuestro dolor y gozo in­
explicable , alcanzadnos, oh ama­
ble Protector nuestro, un total des-
— 74 —
prendimiento de los bienes de la
tierra, á fin de que la pobreza y los
trabajos de este miserable destierro
se nos truequen un dia en riqueza y
descanso sempiterno. Amen.
Padre nuestro, siete Ave Marías y
Gloria Patri.
¡Ay! ¡qué profunda tristeza,
Al ver Dacido en Belen
Del empíreo al sumo Bien
En extrem ada pobreza!
Mas inefable consuelo
El A ltísim o te envía,
Cuando angélica arm onía
Paz anuncia al triste suelo.

8.* DOLOH Y GOZO.


C1re «metalen de Jesús.

¡ Que tristeza y qué pena para Jo­


sé ver al tiernecito Niño derraman­
do ya sangre en la Circuncisión!
— 75 —
Mas, ¡ qué gozo y qué contento al oir
de la boca del Angel que se llamará
Jesús y salvará á su pueblo !
Por esta vuestra am argura y ale­
gría imponderable os suplicamos, oh
amable Protector n u e stro , que nos
alcancéis una verdadera mortifica­
ción de los sentidos, á fin de que
desterrando de nosotros todo vicio
en la presente vida , disfrutemos en
la otra de los dulcísimos frutos que
Jesús nos asegura con su sangre
preciosísima. Amen.
Padre nuestro, siete Ave Marías y
Gloria Palri.
Mira en la Circuncisión
AI Blanco de tus delicias:
Ya vierte sangre, prim icias
De fiera y larga pasión...
Mas templa el pesar profundo:
E s Jesús su excelso nom bre:
— 76 —
P or resucitar al hombre
Muere el Salvador del mundo.

4.* DOLOR Y GOZO.


P r o fe c ía d e S im eó n .

Profetiza Simeón la terrible pa­


sión de Jesucristo : ¡ qué espada de
dolor atravesaría el coraron de José!
Pero anuncia también la triunfante
resurrección de Jesús y los copiosos
frutos do su redención: ¡qué con­
suelo, qué alegría !
¡ Ah ! no permitáis : ¡ oh amable
Protector n u e stro ! que la pasión de
Jesús sea ocasion de ruina para nin­
guno de nosotros; antes bien haced
que sea causa de nuestra resurrec­
ción gloriosa y de nuestra eterna
salvación. Os lo pedimos por el su­
mo dolor y gozo que inundó vuestra
— 77 -
alma al presentar á Jesús en el tem­
plo. Amen.
Padre nuestro, siete Ave Marías y
Gloria Patri.
De Simeón en m ar de llanto
Te sume la profecía:...
¿Qué pecho resistiría
Al filo de dolor tanto?
Pero ensancha el corazon: '
Se trocará la am argura
En inefable dulzura
Y feliz resurrección.

5.* DOLOR Y GOZO.


H u id » 4 E g ip to .

Avisado del Angel huye José de


noche precipitadamente á E gipto:
¡qué angustias, qué tem ores! Mas
ve caidos en el suelo los ídolos de
los egipcios, y á Jesús libre del fu­
ror de Herodes. ¡Qué alegría!
— 78 —
Por este vuestro dolor y gozo in­
comparable , alcanzadnos, amable
Protector nuestro, valor para huir de
toda ocasion pecaminosa , á fin de
que cayendo los ídolos de nuestras
afecciones mundanales sirvamos fiel­
mente á Dios, y m uramos, si con­
tie n e , por Jesús y María. Amen.
Padre nuestro, siete Ave Marías y
Gloria Palri.
¡ De cuín acerbo dolor
Traspasado al Egipto huyes!
No opones quejas, ni arguyes,
Yendo en alas del amor.
Mas de la gentilidad
Ves derrocados los tem plos,
Y brotar do quiera ejemplos
De sublim e santidad.
— 79 —

o.» DOLOR Y GOZO.


R e g r e s o de E g ip to .

Recibiendo aviso de volver á Na-


zaret teme José á Arquelao no me­
nos cruel que su padre Herodes:
¡qué pena, qué angustias! Mas el An­
gel le disipa toda inquietud: ¡ qué
gozo, qué consuelo!
Por este vuestro dolor y gozo in­
decible , alcanzadnos , amable* Pro­
tector n u e stro , perfecta sumisión
y conformidad á la voluntad divina,
de suerte que descansando en los
brazos de la providencia amorosa del
Señor , marchemos tranquilos y se­
guros por el sendero de la virtud á
las mansiones eternas. Amen.
Padre nuestro, siete Ave Marías y
Gloria Patri.
— 80 —
Nuevo murtal desconsuelo
Tu corazon despedaza :
De Uerodes reina la raza,
¡Y qué vuelvas manda el ciclo!
Pero del m onstruo infernal
No te espanten los furorea;
Que vela por sus Am ores
Providencia celestial.

7.* DOLOR Y GOZO.


U li a p e r d id a .

José pierde á su dulce Jesús:


¡qué tres dias y noches tan amargas!
¡Qué llanto y qué desconsuelo! Mas
le encuentra por fin en el templo
asombrando á lo s mismos doctores
con su sabiduría : ¡ qué gozo!
Alcanzadnos, amable Protector
nuestro, la gracia de jamás perder á
Jesús por nuestra c u lp a , el dolor
de haberlo perdido tanta» veces, y
— 81 —

el permanecer siempre Celes en su


amistad y com pañía. Amen.
Padre nuestro, siete Ave Martas y
Gloria Patri.
¿ Y vives aun, tierno Padre,
Llorando perdido al Niño,
Dulce imán de tu cariño,
Vida de su am ante M adre?
G ózate; que entre Doctores
Brilla su sabiduría,
Y por tan grande alegría
Cambia en gozo los dolores.
Antiph. Ipse Jesús eral incipiens
quasi annorum triginta ut putabatur
filius Joseph.
Í¡. Ora pro nobis, Beate Joseph.
tj. Ut digni efficiamur promissio-
nibus Christi.
OREML’S .
Deus qui ineffabili providentia
Beatum Joseph sanclissimte Genilri-
— 82 —
cis tuce. Sponsum eligere dignatus es:
prmsla, quasumus, ut quern protec-
torem veneramur in terris, interces-
sorem habere mereamur in calis.
Per Christum Dominum nostnm.
H|. Amen.
Haciendo esle piadoso e je r c ic io , se ganan
loo dias de indulgencia cada d ia , 300 cada
m iércoles y cada uno de los nueve días que
preceden á las fieslas de san Jo sé y de su Pa­
tro c in io , á m as de una ind u lg encia plenaria
en esta s dos fiesta s, y u n a vez al m es confe­
sando y com ulgando, etc. Pío V i l .—Has Pío IX
sien d o , como e s , lan ferv ien te Devoto del
San to, en riq u eció esta devocion con sie te años
y siete cu aren ten as de días de ind u lg encia en
cu a lq u ie r dia qu e se re c e . 20 Enero de 1856.
— 83 —

EJERCICIO PARA EL DIA 19 DE CADA MES.

Si hay comodidad para ello podrá


cantarse el Veni, Creator Spirilus;
cuando no, dígase: Por la señal de
la santa cruz, etc.
Ven, Espíritu San to, llena de tu
gracia los corazones de los fíeles y
enciende en ellos el fuego de tu di­
vino amor.
Envíanos, Señor tu espíritu,
y nuestro corazon será de nuevo
creado.
q|. Y renovarás la faz de la tierra.
ORACION.
O Dios que que te dignaste ilus­
trar los corazones de tus fíeles con la
claridad del Espíritu Santo , concé­
denos el que animados de este m is-
— 81 —
mo Espíritu sepamos juzgar y obrar
con rectitud, y disfrutemos siempre
de su celestial consolacion.
Prevenid , Señor nuestras accio­
nes con vuestra aspiración , fortale­
cednos con vuestro auxilio, para que
nuestras súplicas y operaciones ten­
gan en Vos su principio y logren por
Vos un felicísim o fin. Amen.
Luego se rezará el septenario de
san José 6 conforme está en el Ancora
de salvación, si hubiere poco tiempo,
ó como se ha puesto arriba, pág. 71 .
Concluido el septenario, tendrá
lugar una plática de una media ho­
ra , si pudiese haberla , y si no , se
dirá inmediatamente la siguiente
ORACION.
Excelso Patriarca san Jo sé , Espo­
so dignísimo de María, y dichosísimo
— 83 —
Padre putativo de Jesú s, constituido
por tan relevantes títulos superior á
todos los Santos, sea infinitas veces
alabada , bendecida y glorificada la
Trinidad beatísim a que te elevó á tan
sublime dignidad y te nombró P a­
trón de la Iglesia para universal con­
suelo de nuestras aflicciones, socor­
ro de nuestras necesidades, y alivio
de nuestros m ales; y para que fueses
amparo de los atribulados, conduelo
de los pobres, refugio de los pecado­
res, auxilio de los agonizantes y es­
peranza de todos los Cristianos. Y
pues en t í , oh amable Protector
mió, 6e hallan en grado em inente
las perfecciones de todos los San ­
tos , á tí recurro con humilde con­
fianza , y rendidamente te suplico
que me ampares y asistas en todas
— 86 —
las necesidades. No me niegues esta
g r a c ia , amoroso Padre y Protector
m ió, asísteme bondadoso ahora y en
la hora de mi m uerte. Desde ahora
imploro tu auxilio y tu favor para
aquel crítico momento de que de­
pende la eternidad. No me dejes en
tanto peligro; no me desampares en
tan horrible tran ce; y en separándo­
se mi alma del cuerpo, pónla benig­
no en los brazos de mi Redentor J e ­
sús. No perm itas, ó Santo m ió, que
muera sin recibir á tiempo y con fer­
vor los últimos Sacram entos: y si en
castigo de mi tibieza en frecuentar­
los ahora, quisiese Dios privarme de
tan grande beneficio, alcánzame á
lo menos que muera haciendo fer­
vorosos actos de caridad y contri­
ción. Haz que term ine mi vida d i-
— 87 —
ciendo ; ó buen J e s ú s , recíb em e;
dulce Madre m ía, ampárame: oh mi
Señor san José , defiéndeme. Jesú s,
José y María, asistidme en la última
agonía: Jesú s, Jo sé y María expire
en vuestros brazos el alma mia.
No se ponen aquí las letanías de san Jo ­
sé por no estar aprobadas de la Santa Sede,
pero pueden servir las siguientes

P B E C E 8 A SAW JO SÉ.
José, hijo de David, Rogad por nosotros.
Heredero de la Te de los Patriarcas, rogad.
José, esperanza de los Profetas, rogad.
José, casto Esposo de M aría, rogad.
José, gefe de la sagrada familia, rogad.
José, imágen y lugarteniente del Pa­
dre celestial, rogad.
José, Custodio y Padre nutricio de
Jesús, • rogad.
José, Cooperador en la grande obra
de la Redención, rogad.
— 88 —
Jo sé, confidente de los arcanos de la
divinidad, rogad etc.
Jo sé, tesorero de las gracias del Al­
tísim o, rogad
Contesten ahora: rogad por la santa Iglesia
José, prodigio de fortaleza, rogad
Jo sé, espejo de m ansedumbre, rogad
Jo sé, ejemplar de toda virtud, rogad
Jo sé, modelo de los casados, rogad
Jo sé, dechado perfecto de los arte­
sanos, rogad
Ju sé, consuelo de los afligidos, rogad
Jo sé, salud de los enfermos, rogad
José, amparo de los moribundos, rogad
Jo sé, padre de los pobres, rogad
Jo sé, refugio de los pecadores, rogad
Jo sé, protector de los cristianos, rogad
Contesten ahora: rogad por la España.
José mió dulcísim o, rogad
José mió amabilísimo, rogad
Jo sé mió pacientísim o, • rogad
José mió humildísimo, * rogad
Jo sé, Varón justísim o, rogad
José mió benignísimo, rogad
— 89 —
José mió fidelísimo, rogad etc.
José mió obedentísim o, rogad.
José mió prudentísim o, rogad.
José mió santísim o, rogad.
José mió gloriosísim o, rogad.
Contesten ahora: rogad por esta ciudad.
José, causa de nuestra alegría, rogad.
José, esperanza nuestra, rogad.
José, tesoro nuestro, rogad.
José, abogado nuestro, rogad.
José, amparo nuestro, rogad.
José, guia nuestra, rogad.
José, refugio nuestro, rogad.
José, defensa nuestra, rogad.
José, medianero nuestro, rogad.
José, prez y gloria nuestra, rogad.
Digan ahora: rogad por mi.
Dueño y Señor m ió, san Jo sé, rogad.
Descanso m ió, san Jo sé, rogad.
Riqueza m ia, san Jo sé, rogad.
Vida de mi alma, san Jo sé, rogad.
Querido m ió, san Jo sé, rogad.
Maestro m ió, san Jo sé, rogad.
Consolador mió, san José, rogad.
- 90 —
Médico m ió, san Jo sé, rogad etc.
Patrón m ió, san José, rogad.
P rotector mió, san Jo sé, rogad.
Padre m ió, san José, rogad.
Contesten ahora: Bendita tea la tantísima
Trinidad.
P or haberos colmado de gracia, bendita.
Por haberos hecho á medida del co-
razon de Dios, bendita.
P or haberos hecho Padre nutricio
de Jesú s, bendita.
P or haberos adornado de tantas vir­
tudes, bendita.
Porque os hizo Esposo de Marta
santísim a, bendita.
Porque os hizo refugio de los peca­
dores, bendita.
Porque os hizo mi consuelo, bendita.
Porque os hizo nuestro abogado, bendita.
Porque os hizo Patrón de la Igle­
sia, bendita,
f . Ora pro nobis, beate Joseph.
Ut digni efliciamur promissionibm
Christi.
— 91 —
OREMUS.
Sanctissimm Genilricis tum Spon-
si, quasumus, Domine, meritis ad-
juvemur, ut quod possibilitas nostra
non obtinet, ejus nobis intercessio-
ne donetur. Per Christum Dominum
nostrum.
A la Virgen santísima.
Bajo tu amparo nos acogem os,
santa Madre de Dios , no deshechos
nuestras súplicas en las necesidades,
antes bien líbranos siempre de los
peligros ó Virgen gloriosa y bendita.
Amen.
. Ora pro nobis, sancta Dei Ge-
nitriit.
ij|. Ut digni efficiamur promissio-
nibus Christi.
— 92 —
OREM US.
Concede nos fámulos tuos qutzsu-
mus, Domine Deus, perpetua mentít
el corporis sanitate gaudere, et glo­
riosa beata Maria semper Virginii
inlercessione a prasenti liberari tris-
tilia et (Eterna perfrui latitia. Per
Christum Dominum nostrum.
CORONA
A LOS SANTOS ÁNGELES
EK HONOR DE S U JOSÉ,
que puede servir de noeena para prepararse i la
fiesta de nuestro excelso Patriarca ó de otro
Santo favorecido con apariciones angélicas, 6
también para obsequiar d los mismos santos
Angeles.

O B JE T O D E U T A D E V O C IO N .

Esla devocion tiene por objeto ayudar á


pagar la deuda inmensa de gratitud que
nuestro glorioso Patriarca ha contraido con
Dios, y que contrajeron los Santos y Ange­
les cuyo favor querem os im plorar. Y siendo
la gratitud una de las virtudes mas bellas,
y el carácter que mas distingue á un alma
buena, noble y gen ero sa; fácilmente se con­
cibe lo agradable que será al corazon agra­
decido y nobilísimo de san J o s é , el que le
— 94 —
ayudemos á ensalzar y bendecir i la Trini­
dad beatísim a, ya por los dones y preroga-
tivas ilustres con que adornó á nuestro
Santo, ya por los mensajes y favores seña­
ladísimos que recibió de los Angeles.
Hay además motivos especiales para tri­
butar este obsequio á san Jo sé : pues no
soln fué el ángel tutelar del Verbo Encar­
nado , sino que reunió en grado eminente
las cualidades que distinguen á los Coros
angélicos, de suerte que podemos decir que
no solo fué Angel, sino Rey de los Angeles.
Y de hecho, si lo consideram os con aten­
ción , veremos que José es Angel en la pu­
reza é inocencia de vida; Arcángel por la
sublimidad de su m inisterio y por la soli­
citud con que desempeña los mas graves
negocios de la gloria del S eñ o r; Principado
por los triunfos que alcanzó sobre Herodes
y sobre los príncipes de las tinieblas-, Po­
testad por la fuerza y dulzura con que ejer­
ce la autoridad que tiene sobre la sagrada
familia y por la energía admirable con que
sojuzga á los espíritus infernales; Fírlud
— 98 -
prodigiosa poi; la participación abundante
de las perfecciones divinas; Dominación por
la moderación y mansedumbre con que se
domina á sí mismo y cautiva los corazo­
nes ; Trono afortunado en cuyos brazos des­
cansó tantas veces Aquel i quien rinden
obsequioso homenaje los Tronos angélicos;
Querubín por el altísimo conocim iento que
tuvo de sublimes m isterios, ocultos al resto
de los m ortales y hasta á los mas ilustrados
Profetas; y Serafín por la vivísima llama de
caridad que ardia en su p e c h o , llama que
acabó por consum irle de amor. ¿Qué moti­
vos estos tan poderosos para unirnos á las
jerarquías celestiales, y al mismo Esposo
de la Virgen, que absortos y asombrados de
ver reunidas en un hijo de Adán tantas y
tan excelsas prerogativas, no cesan de en­
salzar y bendecir á la Trinidad beatísim a?
Hay todavía m as: san José no solo me­
rece el nombre de Angel por todos estos
títulos, sino que m erece ser llamado Rey
de los Angeles, por los mensajes y favores
señaladísimos que recibió de estos E sp íri-
— 96 —
tas Celestiales. E n efecto, abramos las sa­
gradas E s c ritu ra s , consultem os la historia
eclesiástica; ¿qué Santo hallarem os que
haya tenido tan frecuentes relaciones con
los E spíritus bienaventurados? No hablan­
do del Angel custodio de Jo s é ; los Ange­
les le anuncian el m isterio de la Encam a­
ción (1 ): Angeles le participan la grande
obra de la Redención (2 ). Un Angel disipa
sus te m o re s, cuando alarmado al ver en
cinta á su Esposa, dudaba si la dejaría ocul­
tam ente (3 ). Un Angel le instruye -sobre el
nombre augusto que debe imponer al infan­
te recien nacido; por conducto de los An­
geles recibe la órden de huir á Egipto (4):
por los A ngeles.le viene el aviso de volver
á Israel (5 ), y de refugiarse en Galilea (6).
¿E n vista de tantos mensajes y apariciones
angélicas, quien no diria que José dispone
de la milicia celestial, y que el gefe de esla
augusta familia el Angel custodio y único
de Jesú s, es Rey de los Angeles?
(1) M a llh .l, SO.— (2) Ib id . 2 1 .— (9) Ib id . 20.—
(*) M a tlt).ii,1 3 .— (5) Ib id . v , 21.— (6) I b ld .íl
— 97 —
¡Qué obsequio pues tan agradable 4 san
Jasé, alabar i la Trinidad beatísima, por esa
amorosa solicitud, y por los beneficios in­
mensos que por medio de los santos Ange­
les dispensó á nuestro glorioso Patriarca!
Veamos, pues, de qué m anera podrí re­
zarse : pero noten los S res. Curas Párrocos
que además de esta corona angélica , pon­
dremos á lo últim o del devocionario una
novena m ucho mas com pleta y provecho­
sa que esta en honor de san J o s é , supli­
cándoles encarecidam ente se sirvan de ella
en las ig lesias , si quieren preparar al pue­
blo como corresponde á las Gestas del santo
Patriarca. Sin em bargo, si alguno quisiese
valerse de esta alguna v e z , podrá entonces
despues del A leluya, rezar la oracion que se
halla ep la pág. 8 4 . (Oracion á san José, si
la novena se dirige al Santo).
- 98 -

CORONA
EN OBSEQUIO DE LOS SANTOS ÁNGELES.

Por la señal de la sania cruz, etc.


Señor mió Jesu cristo, etc.
T¡. Deiis in adjulorium meum in-
tende.
ij). Domine ad adjuvandum me fes­
tina.
jí. Gloria Patri, et Filio, et Spir-
ritui Sancto.
1$. Sicut erat in principio, et mine,
et semper, et in smcula síeculorum.
Amen. Allelluya. (En tiempo de cua­
resma : Lam Ubi, Domine, Iiex (eter­
na gloria).
— 99 —

1.° C o r a i S i b a t u i u .

Por intercesión del glorioso (Pa­


triarca san Jo sé * ) y del celeste coro
de Serafines, os suplicamos , dulce
Jesús mió que desterrando de nues­
tro corazon todo afecto terreno , en ­
cendáis en él la llama de la mas
pura y ardiente caridad. Y para me­
jor alabar á la santísim a Trinidad
(por las altas prerogativas concedi­
das) á nuestro S a n to , digamos tres
veces alternando con los Serafines:
fi. S a n to , Santo , Santo , Señor

(*) E l que q u ie ra se rv irse de e s la novena,


no precisam ente p a ra b o n rar á san Jo sé , sino
para ob tener favores de otro San to, del Angel
de la g u a rd a , ó del arcán g el san Miguel etc.,
entonces om ita el p a ré n te sis, y ponga en su
lugar el n o m b re del S a n to , del a rcán g el san
Rafael, ó de aqu el cuyo p atro cin io Im plora.
— 100 —
Dios de los e jé r c ito s , llenos están
los cielos y la tierra de vuestra
gloria.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo.

C oroi f ii B i v n n i.
Por intercesión del glorioso (Pa­
triarca san José) y del coro celeste
de Querubines, 06 suplicamos dulcc
Jesú s mió que purificando el alma de
toda falta voluntaria, hagais que cor­
ramos ligeros por el cam ino de la
perfección cristiana. Y para m ejor en­
salzar á la santísima Trinidad (por
las excelsas prerogativas concedidas)
á nuestro Santo , diremos tres veces
alternando con los Querubines angé­
licos :
Santo, San to, San to, etc.
— tul -
».° C oroi T botor.
Por intercesión del glorioso (Pa­
triarca san José) y del coro celeste
de los Tronos, os suplicamos , dulce
Jesús m ió , que alejando de nues­
tra alma toda tibieza , pereza y tar­
danza en el servicio divino, nos deis
verdadero fervor y constancia en la
práctica de la virtud. Y para me­
jor ensalzar á la santísima Trinidad
(por las sublimes prerogativas que
concedió) á nuestro San to, diremos
tres venes alternando con los Tronos
an gélicos:
Santo, Santo, San to, etc.

4.° C ore t D o m m a o rn .
Por intercesión del glorioso (Pa­
triarca san José) y del coro celeste
— 102 —
de las Dominaciones, os suplicamos,
dulce Jesú s m ió, que reprimiendo el
genio y venciendo las pasiones , se­
pamos dominarnos á nosotros mis­
mos , y alcanzar la paz del alm a. Y
para m ejor ensalzar á la Trinidad bea­
tísim a (por las raras prerogativas que
concedió) á nuestro Santo , diremos
tres veces alternando con las Domi­
naciones angélicas:
Santo, San to, Santo, etc.

5 .° C o r o i P o testa d es.

P or intercesión del glorioso (Pa­


triarca san José) y del celeste coro de
las Potestades, os suplicam os, dulce
Jesú s m ió , que nos concedáis una
firmeza inalterable de ánim o, en me­
dio de los trabajos y adversidades de
esta vida, de suerte que nada nos es-
— 103 —
pante ni separe de Vos. Y para m ejor
ensalzar á la Trinidad beatísima (por
las muchas prerogativas que conce­
dió) á nuestro Santo , diremos tres
veces alternando con las Potestades
an g élicas:
Santo, San to, Santo, etc.

8.° Coro I VlBTTDEI.


Por intercesión del glorioso (Pa­
triarca san José) y del coro admira­
ble de Virtudes celestiales, os supli­
camos , dulce Jesú s m ió , que nos
concedáis la pureza de intención en
todas las o b ra s, de suerte que so­
lo busquemos la honra y gloria de
Dips. Y para m ejor ensalzar á la
Trinidad beatísim a (por las ilustres
prerogativas de que adornó) á nues­
tro Santo , diremos tres veces alter-
-1 0 1 —
nando con el coro de las Virtudes
an g élicas:
San to, San to, San to, etc.

9.° C oro t P bixc ita d m .


Por intercesión del glorioso (Pa­
triarca san Jo sé) y del celeste coro
de los Principados, os suplicamos,
dulce Jesú s m ió, que libréis nuestro
corazoti del apego desordgftado ó los
honores y bienes de )a tierra f y nos
com uniquéis un alto aprecio de la
humildad y do la sólida virtud. Y pa­
ra m ejor dtisalía# á ta Trinidad bea­
tísim a (por las inefables prerogativas
de que adornó) á nuestro Santo dire­
mos tres veces alternando con Jos
Principados a n g é lic o s:
San to, San to, San to, etc.
— IOS —

8 .®Coroi á ic in u u a .
Por intercesión del glorioso (Pa­
triarca san José) y del coro celeste
de los Arcángeles, os suplicamos,
dulce Jesú s m ió, nos deis santa pron­
titud y alegría en obedecer á las ins­
piraciones divinas y abrazar cuanto
nos conduce á la eterna bienaven­
turanza. Y para m ejor ensalzar á la
Trinidad beatísima (por las em inen­
tes prerogativas con que adornó) á
nuestro Santo, diremos tres veces con
los Arcángeles del c ie lo :
Santo, San to, San to, etc.

•.° C ore t ARfiBufc


Por intercesión del glorioso (Pa­
triarca san José) y del coro ccleste
de todos los Angeles, os suplicam os,
— 106 —
dulce Jesú s mío , que conservemos
sin mancha la fragranté flor de la
castidad , de suerte que sea nuestra
alma digna morada del Cordero in­
maculado. Y para m ejor ensalzar á la
Trinidad beatísima (por las insignes
prerogativas con que adornó) á nues­
tro S a n to , diremos tres veces con­
fundidos con los Angeles del cielo :
San to, San io, San to, etc.
A hora cada cual podrá pedir al Sanio li
gracia que desee alcanzar de Dios en esli
novena. (Párese un poco).
Si este ejercicio sirviese de Novena i
nuestro excelso Patriarca, y hubiese tiempo
para ello, podrá decirse aquí la oracion que
se pone pág. 8 4 , terminando con la antífo­
na , versículo y oracion latina que se halla
en la pág. 8 1 . Mas si este ejercicio sirviese
de novena para los A n geles, ó para otro
Santo entonces como dijim os;
1.* Se suprim irá el paréntesis, reempla- 1
— 107 —
zando el nombre del Patriarca san José con
el del Arcángel 6 Santo á quien se invoca.
2.° Se suprim en igualmente las oraciones
á san J o s é , sustituyendo la última con al­
guna de las que hay en nuestra Ancora de
saltación, si la hubiere allí para dicho Santo.
3.° Si se hace la novena en honor de los
Arcángeles san Miguel, san Rafael, san Ga­
briel ó del Angel de la guarda, se concluirá
la novena con la correspondiente antífona y
oracion que aquí ponemos.
Al A rciD fel u n Miguel.

Aña. Princeps gloriosissime, MichaelAr-


changele, esto memor nostri: Ate el ubique
semper precare pro nobis Filium Dei, allelluia.
In conspectu Angelorum psallam tibí,
Deus meus.
ñ|. Adorabo ad lemplum sanctum luum, et
confitibor nomini luo.
O R E H U S.
Deus qui miro ordine Angelorum ministerio
hominumque dispensas: concede propilius, ul
a quibus minislrantibus in calo semper assis-
— 108 —

titur, ab his in Ierra vita nottra muniatur.


Per Christum Dominum no «fruí». Amen.
A l A n tn | e l tan l i f t e l .

Aña. Princeps gloriosissime, Raphael Ar-


ckangele, esto memot nostri: hic et ubiqv
semper precare pro nobis filium Dei.
f . Stetit Angelus justa aram tmpli.
Habens thwibulum aureum in aanu suo.
O R EH U S.

Deus qui beatum Rapkaelem Archangcfan


Tobia fámulo tuo comitem dedisti in o ía ; con­
cede nobis famulis tuis; ut ejusdem semper
protegamur custodia, et muniamur auxilio.
Per Christum Dominum nostrum. r ) . Amen.
A l Aroángel ian G abriel.

Aña. Archangelus Gabriel ait a i Marian:


non erit impossibile apud Deum omne eerftm
Dixit autem V aria: Ecee ancilla Dommi, fin
mihi secundum verbum (uum. Et discessit ai
ea Angelus.
y. In eonspeclu Angelorvm psallam tibi,
Deus meus.
— 109 —
fij. Adorabo ad templum sanclum luum, et
confitebor nomtnt (uo.
O REM U S.
Deus qui ínter caleros Ángelas ad annun-
tiandum Incamalionis tuce mysterium Gabrie-
Im Archangelum elegisli: concede propitius;
uf qui feslum ejus celebramos in tenris, ipsius
patrocinium sentiamus in calis. Qui vivis el
r egnas Deus in sacula saculorum. ftj. Amen.
A lo* A a | e l« de guarda.

Aña. Sancti Angelí cuslodes nostri, defen-


dile nos in p ra lio , vi non pereamus in tre­
mendo judicio.
y. In conspectu Angelorum psallam tibi,
Deus meus.
Adorabo ad lemplum sanclum luum, el
conjiubor nomini luo.
O REM U S.
Deus qui ineffabili providentia sánelos An­
gelo* luos ad noslram custodiam millere dig-
naris: largire supplicibus luis, et eorum semper
proteclione defendí el alerna socielale gaudere.
Per Chrislum Dominum mslrum. í^. Amen.
— 110 —

Partido que puede m n i h de eita


Corone.

Para que vean los Sres. Curas Párrocos


y los Devotos de san José el gran partido
que puede sacarse de esta Corona Angélica,
supongamos que quieren hacer una Noveni
á san A ntonio, por ejemplo, á san Ignacio
de Loyola, san Francisco Javier etc.
Hecha la señal de la c r u z , dicho el Dew
in adjutorium etc. y el Acto de contrición, co­
miencen por el prim er Coro.
En la oracion que se dirige á cada coro
hay dos p arén tesis: el prim ero es para nom­
brar el Santo á quien se hace la novena, sao
Jo sé, san Miguel A rcángel, el gloriosísimo
Padre san Ignacio, san Antonio, san Fran­
cisco e t c ., y este no se m uda; el otro pa­
réntesis queda también como está si se hacc
la novena á un A n g e l, pero si fuere á uo
S a n to , se puede variar del modo siguiente
según el dia ó el coro que sea.
\.* P or la caridad ardiente y las subli­
mes virtudes de que ad orn ó...
— 111 —
2 ." P or la fe viva y las luces celestiales
que com u n icó...
3 .° Por la esperanza robustísima y por
las altas prerogativas que concedió...
4 .° Por la invicta fortaleza y gracias so­
brenaturales de que co lm ó...
5 .” P or la constancia inquebrantable, y
por los altísim os dones con que distinguió...
G.° P or el abrasado celo de la gloria de
Dios y las estupendas maravillas con que
exaltó...
7.° Por el total desprendimiento y por
los prodigiosos éxtasis con que favoreció...
8 .” P or la inocencia purísima y por los
estupendos m ilagros con que ilu stró...
9 .” P or la m uerte dichosa y por los es­
clarecidos triunfos con que en el cielo y en
la tierra glorificó...
Dígase luego la oracion que se halla en
la Ancora de salvañon en honor del Santo,
y conclúyase con la antífona, versículo y
oracion que le corresponde según el bre­
viario.
Si hubiese poco tiem po, y la novena p a-
— na —
reciese demasiado larga, repártanse en nue­
ve dias las nueve oraciones que ponemos en
la C oron a, solo que entonces convendrii
decir cada dia un Padre o vatro seguido del
Santo, Santo, Santo etc. repetido nueve ve­
ces en lugar de tr e s , corno se hace en el
Trisagio.
H é tq u l la C ip o » d t tan Jo té ! k i aqol
tu M ad re: la Madre del amor hermoio.
ó
DET0C10SARI0 ESPECIAL
PIRA LOS QUE DE VERAS DE9EEN SER DEVOTOS

DEL SANTO PATRIARCA.

No basta celebrar con religioso en­


tusiasmo las fiestas de nuestro amado
Protector san J o s é : poco seria dedi­
carle el mes de Marzo ó siete domin­
gos con secu tiv os, obsequiarle todos
los dias 1 9 de cada m es, consagrarle
los m iércoles de cada semana y aun
no permitir que se pase dia alguno
sin dirigirle alguna jacu latoria, ó re­
zarle alguna oracion. El verdadero
— 116 —

devoto de san Jo sé lleva mucho mas


adelante sus nobles aspiraciones: pues
aspira nada menos que á copiar en
su alma una viva imágen de las virtu­
des de este perfectísim o dechado de
ju sticia y santidad. Y así á semejanza
de san Pablo que decía á sus amados
fieles de C orinto: Sed mis imitadores
como yo lo soy de Cristo ( 1 ) ; el devo­
to de san José no sosiega hasta poder
decir á los fieles con su conducta edi­
ficante: Sed imitadores mios, como yo
lo soy de san José. Pero ¿cóm o llegar
á tan sublime grado de perfección?
Haciendo bien las obras de cada dia.
(l) I Cor. iv, 16.
— 117 —

SANTIFICACION BE LAS OBRAS.

E s cosa muy importante que el


devoto de san Jo sé aprenda á santi­
ficar las obras de cada dia. E l que
sabe hacer esto , es como la indus­
triosa abeja que de todas las flores
saca m ie l; y al contrario, el que ig­
nora este secreto, imita á las arañas,
que se desentrañan para tejer una
tela que solo sirve para cazar viles
insectos. | Cuán diferente sale una
misma obra de las manos de un cris­
tiano descuidado, que hace las cosas
casi sin saber porqué, y de otro que
las hace animado del espíritu de ver­
dadera pied ad , y con intención de
agradar á D io s ! E ste aun en los ac­
tos que parecen in d iferen tes, como
— 118 —

son dormir, pasear, estudiar, com er,


trabajar y otros , sabe ejercitar altí­
simas virtudes , como la obediencia,
la abnegación, eFam or do Dios, que
algún dia serán otras tantas piedras
preciosas añadidas á la corona in­
mortal de la g lo r ia : m ientras que
para el otro las acciones mas brillan­
tes serán como paja que el viento se
lle v a , pues solo servirán para satis­
facer su amor propio en esta vida y
desesperarle en la otra. Si quieres,
p u e s, que tus obras sean de algún
valor á los ojos d iv in os, acuérdate
de lo que á todos los cristianos en­
carga san Pablo : Ya sea que comáis
ó que bebáis 6 que hagais cualquier
otra cosa, hacedlo todo para gloria de
Dios (1 ). Para lo cual procura hacer
(1) I Cor. x , 31.
— 119 —
con toda devocion el ofrecim iento de
obras por la m añana, y además entre
dia atiende á estas tres c o s a s :
Que todo cuanto hagas sea
bueno, ó á lo menos no sea malo en
sí: pues claro es que las obras malas
no pueden santificarse.
2.° Procura hacerlo todo con la
mayor perfección que puedas, lo cual
se logrará de dos maneras : una ha­
ciendo la acción como si estuvieras
delante de Dios y de san Jo s é : y otra
esforzándote por hacerla con la per­
fección con que el Santo la haria. Y
así puedes d ecirte: si san José estu­
viera en mi lugar, ¿ c o n qué fervor
com ulgaría; con qué prudencia y hu­
mildad procedería ; qué recato, qué
silencio, gu ard aría; con qué devocion
rezaría? Pues procura tú en honor
— 120 —

del Santo hacerlo todo con la perfec­


ción con que el Santo lo haría.
3 .° Hazlo además con recto fin.
Muchos son los motivos buenos, que
nos pueden mover á haoer una co sa :
v. g. el deseo de cum plir la voluntad
de D io s , de practicar la obediencia
debida á los mayores eto. ¿Te repug­
na una co sa ? Puedes hacerla por
espíritu de penitencia, y unir aquella
mortifioacion con las de Jesu cristo en
su pasión santísim a. ¿T ien es que ha­
cer lo que te da gusto? Procura hacer
un acto de a b n e g a ció n , protestan­
do que solo quieres hacerlo por dar
gusto á Dios, y porque Él así lo quie­
re y manda, ó aceptando aquel gusto
y recreo con acción de gracias, oomo
venido de la mano del Señor.
4 .° Finalm ente procura obrar
— 181 —
cuanto sea posible por espíritu de
amor de Dios, y así cada dia será pa­
ra tí un dia lleno de gracia y de mé­
rito. Dies pleni invenientur in eit (4)«
Así obran los devotos de san José
deseosos de aprovechar en la virtud:
así obraba san Luis Gonzaga, el cual
estando una vez en recreación con
los demás, y preguntándole un com­
pañero, qué haria si supiese que aquel
mismo dia habia de m orir, respondió,
que 6eguiria jugando, porque sabia
que en aquello cumplía la voluntad
de Dios.
¿ Quiere el devoto de san José ha­
llarse en la hora de la m uerte con
dias llenos de m érito y de consuelo
para la eternidad ? Procure en medio
de las accion esiev an tar de cuando en
(1) Ps. L U I!, 1 0 .
— 122 —
cuando el corazon á D io s , y reno­
var la intención de hacerlo todo por
su Divina Magestad. Mas como el
hombre es frágil y se distrae fácil­
m ente, te recomiendo con todo el en­
carecim iento posible, que por la ma­
ñana así que estes vestido, te postres
á los piés de un crucifijo ó de la sa­
grada Fam ilia y ofrezcas á Dios las
obras del dia. De esta suerte hallán­
dote en el dichoso estado de gracia,
y no retractando esta intención entre
dia, todas tus obras, no lo dudes, se­
rán aceptas y agradables á Dios.

OFHECIMIEHTO
DE LAS OBRAS D EL DIA.

Altísimo Dios y Señor mió : Ver­


dad infalible en q u ierfereo ; Clemen­
cia inefable en quien espero ; Bon-
— 123 —
dad infinita á quien amo sobre todas
las cosas, y á quien me pesa de ha­
ber ofendido, os doy gracias por ha­
berme criado, redimido y conservado
hasta ahora. Ofrezco á honra y glo­
ria vuestra todos mis pensamientos,
palabras, obras y trabajos del pre­
sente dia, con intención do ganar
cuantas indulgencias pueda, rogán­
doos por los fines que tuvieron los
sumos Pontífices en concederlas y
aplicándolas en sufragio de las ben­
ditas Animas del purgatorio y en sa­
tisfacción de mis pecados.
No perm itáis, Padre m ió, que os
ofenda en este dia ; libradme de los
lazos que me tiene puestos el enem i­
go y dadme fortaleza para huir de las
ocasiones de pecado y vencer mi pa­
sión dominante. Quiero vivir y 1110-
— 124 —
rir en vuestra santa fe, á fin de que
sirviéndoos en esta vida merezca
acompañaros en la gloria. Amen. Al­
canzadme este favor, Angeles y San­
tos del cielo, y Vos en especial, glo­
rioso Patrón y abogado mió san Jo­
sé interceded por m í. Credo, Padre
nuestro y Ave María.
Luego encomiéndate á María san­
tísima, diciendo: ¡ 0 Señora mia! ¡0
Madre mia! yo me ofrezco todo á Vos,
y en prueba de mi cordial afecto os
consagro en este dia mis ojos, mis
oidos, mi lengua, mi corazon, en u d s
palabra, todo mi ser. Ya que soy todo
vuestro, ó Madre de piedad, guardad­
me y defendedme como cosa y pose­
sión vuestra.
Al Angel Custodio: Angel santo,
bajo cuya custodia me puso Dios con
— 128 —
infinita bondad , iluminadme , de­
fendedme , regidme y gobernadme.
Amen.
Puede decirse también el Memo­
rare de san Jo sé , pág. 6 0 .
Consagradas ya al Señor las pri­
micias y obra? del dia , debe el De­
voto de san José ir con gran cuida­
do en cum plir lo prom etido: veamos
pues oomo santificará las principales
aociones de cada dia.

Iglesia.

El que habitual y advertidamente


comete irreverencias en la Iglesia, ó
perdió la fe, ó la tiene muy am orti­
guada. Dios te libre, amado devoto de
san J o s é , que seas tú uno de estos,
pues tales faltas irritan á Dios, como
lo manifestó Jesu cristo arrojando del
— 126 —
templo con un azote á los profanado­
res. Además de que seria señal casi
manifiesta de falta de devocion verda­
dera á tu Santo protector. ¡Y cuánto
no sufriría su corazon, si pudiese de­
cir : Mas respeto tenian los Egipcios á
sus falsas deidades, que m uchos cris­
tianos tienen á mi divino Jesú s ! No
hables pues en la iglesia, no rías, no
hagas señas, no dejes divagar la vis­
ta ; ¡Ah! por respeto á los ídolos, no
se atreven los paganos, ni siquieraá
escupir en el su e lo : ¡y los cristia­
nos !!! Empieza á recogerte ya antes
de entrar en el lugar santo, evitando
el ju g ar y gritar ju nto á la ig lesia;
antes bien, piensa en lo que pensaba
David cuando quería ir al templo:
Introibo in domum tuam, adorabo
ad lemplum sanclum luum in timón
— 127 —
tuo ( i ) . E n tra acompañado de este
santo tem or, y él será un maestro
que te enseñará á estar con gravedad
en la casa de Dios, á hacer bien las
genuflexiones, á estar con una postu­
ra de cuerpo modesta y hum ilde, y fi­
nalmente él recojerá tus pensam ien­
tos, y pondrá freno á tus sentidos.
Toma con viva fe el agua bendita,
pues entre otros saludables efectos
dispone nuestro corazon para orar
devotamente, y por poco tiempo que
tengas, no olvides un Padre nuestro á
san José.

Trabajo.
Por lo mismo que el trabajo y las
ocupaciones se llevan una buena par­
te del dia, debe el devoto de san José
(1) Ps. V.
— 128 —

poner sumo empeño en no desperdi­


ciar un tiempo tan. precioso. E l cris­
tiano que dejándose llevar de la pe­
reza no se aplica seriam ente al trabajo
se hace aborrecible á Dios, pues des­
precia un don tan precioso cual es el
tiempo ; frustra los designios que la
divina Providencia tenia sobre é l , y
m erece que Dios le abandone como
cosa inú til, de lo cual resulta que ni
es bueno para sí, ni para la sociedad,
viviendo como si estuviera de mas en
el mundo.
Aplícate pues con todo fervor al
trabajo y á las ocupaciones propias
de tu oficio, acordándote que la ocio­
sidad es madre de todos los vicios, y
que quien rehúsa sujetarse á la pena
que impuso Dios al hombre por el
p eca d o , diciéndole que com ería el
— 129 —
pan con el sudor de su rostro, m ere­
ce que le quiten el alimento á él,
como dice san Pablo: Si quis non vult
operari, nec manducet (i).
Pero no basta cum plir m aterial­
mente con la obligación del trabajo ;
el devoto de san Jo sé procura enno­
blecer y santificar sus ocupaciones
uniéndolas con el trabajo que por
nuestro amor tomó el Hijo de Dios
desde joven cito, imaginándose que le
oye d e c ir : In laboribus a juventute
mea (2 ). ¡Y qué dulce es el trabajo,
qué llevadera se hace la fatiga, cuan­
do se unen los sudores y trabajos, con
los trabajos y sudores del Hijo de Dios
hecho hombre y con los de su padre
putativo san Jo sé! ¡Qué llevaderas so
hacen las fatigas , cuando no tienen
(i) II T h esa l. i n , l o .— (a) P s. l ix x v ii, le .
Q Id á José.
— 130 —
un salario insignificante, sino un peso
inmenso de gloria por recom pensa!
Haz la prueba, hermano m ió, imagí­
nate que estás trabajando en el di­
choso taller de Nazaret, y que mezclas
tu sudor con los sudores de Jesús,
María y Jo sé . ¡ Qué dicha es trabajar
en tan buena com pañía! Pruébalo,
pues, y por pesadas que te hubiesen
parecido hasta ahora, verás qué sua­
ves se te harán las ocupaciones en
esta vida , qué consoladoras para la
hora de la m uerte, y qué meritorias
para la etern id ad !

Estadio.
Estas razones tienen ya mucho pe­
so para cualquier artista ó jornale­
ro , que trate de ser devoto de san ¡
Jo sé ; pero ¿cuánto mayor peso é im-
— 131 —
portancia tendrán para el joven que
estudie una facultad cu a lq u iera , ó
que trate de abrazar un dia el estado
Eclesiástico ? E n to n c e s, s í , que no
aplicarse seriam ente al estudio seria
escandalizar á los condiscípulos , ser
desconocido é ingrato á los maestros
y directores , y faltar gravem ente á
sus padres. Estos hacen gustosos un
sacrificio , tal vez ruinoso á la fami­
lia , por dar una brillante carrera á
su h ijo , esperando que con su apli­
cación y buena conducta será un
tiempo la honra de su casa y el bá­
culo de su vejez. M a s , si como su­
cede muchas v e c e s , se encuentran
luego con un hijo desaplicado, sin
oficio ni beneficio , díscolo , liberti­
no , jugador y entregado á todos los
vicios; ¡qué deshonor y perjuicio pa-
— 132 -
ra la fa m ilia ! ¡ qué desesperación
para los p ad res!
¡Ah! no lo liarás así, tú, jóven co­
legial ó estudiante, que quieres dar
gusto á tu Protector san Jo sé : no solo
evitarás el ócio que es raíz fecundí­
sima de inm ensos m ales, no solo te
aplicarás con ahinco al estudio, sino
que procurarás todavía observar las
reglas , que pondremos al fin de es­
te devocionario en un apéndice que
consagrarem os á los alumnos que es­
tudian en los Sem inarios.

Comida.

¡ Qué actos de virtud tan sublimes,


puede ejercitar el devoto de san José
durante esta acción al parecer tan hu­
m illante para el hom bre, si procura
en todo lo que pertenece á este acto
— 133 —
guardar m oderación, y ser dueño de
sí mismo! Si estás atento hallarás me­
dios de santificar esta obra, por mate­
rial que sea, ya cediendo fácilm ente á
los compañeros el prim er lugar y de­
jando para ellos lo m ejor, ya pensan­
do en la hiel y vinagre que dieron
al Redentor; ora m ortificando tu ape­
tito en el com er y beber y dejan­
do el bocadito que mas te gustare
en memoria de la Pasión de Cristo ó
para alivio de las Almas del purgato­
rio , ó bien en honor de tu augusto
Patriarca san Jo sé . Estos actos de
mortificación son muy agradables á
Dios y tanto mas m eritorios, cuanto
siendo ocultos á los ojos de los hom­
bres están mas léjos de la vanagloria.
Es muy provechoso al alma y hasta
muy bueno para la salud el acostu m -
- 134 —
brarse á no com er ni beber fuera del
tiempo señalado. Finalm ente procu­
ra aprender de memoria y decir con
devocion y recogim iento esta bendi­
ción y acción de gracias.
ANTES DE COHEH.

jr. Benedicite.
n}. Deas.
f . Benedic, Domine, nos et hac tua
dona qux de tua largitate sumtu
sumpturi peí' Christum Dominum
nostrum. tj. Amen.
H|. Jube, domne, benedicere.
Mensa coelestis participes facial
nos Rex alem a gloria.
*j. Amen.
O bien: Dadnos, Señor y Dios mió,
vuestra santa bendición, y bendecid
tam bién el alim ento que vamos á to­
m ar para m antenernos en vuestro
— 135 —
santo servicio. Padre nuéstro, Ave
María y Gloria Palri.
ACCION DE GHAC1AS DESPUES DE LA COMIDA.

f. Benedicamus Domino,
tj. Deo gratias.
f. Agimus Ubi gratias, omnipotens
Deus, pro universis beneficiis luis,
qui vivis et regnas in sacula scecu-
lorum.
Amen.
Í¡. Kyrie eleison.
tj. Christe eleison.
f . Kyrie eleison.
bJ. Paternóster.
f. Et ne nos inducas in tentationem.
tj. Sed libera nos a malo.
jL SU nomen Domini benedictum.
ij|. Ex hoc nunc, el usque in scecu-
lum.
f. Retribuere dignare, Domine, om-
— 136 —
nibus nobis bona facientibus prop-
ter nomen tuum vitara atemam.
v). Amen.
f . Pro fidelibus defunctis: Pater nos-
ter.
Ad laudem Virginis M aría: Ave
María.
f . Benedicamus Domino.
ij| . Deo gratias.
fi. Fidelium anima per misericor-
diam Dei requiescant in pace.
H). Amen.
0 bien en castellano: Gracias os
d am os, Señ o r, por el alim ento que
nos habéis dispensado; esperando que
así como nos dais el sustento tem­
poral , os dignareis tam bién conce­
dernos la eterna bienaventuranza.
Padre nuestro, Ave María y Gloria
Patri.
— 137 —

Poaicion io o íiL
ACTOS DE VIHTDD QUE PUEDEN PRACTICARSE.

¡Qué bellos actos de virtud podrian


los devotos de san José practicar to­
dos los dias, cada cual en la clase y
posicion que ocupa en la sociedad!
¡ Qué preciosos méritos podria acau­
dalar cada uno para la eternidad!
Hay no obstante dos clases que pue­
den mas fácilm ente granjearse teso­
ros inmensos para el cielo y son
precisamente las clases mas explota­
das hoy dia por la impiedad : los po­
bres y los ricos.
¿Sois pobres ? ¡Qué motivos teneis
mas poderosos no solo para contenta­
ros con vuestra suerte, sino aun por
agradecer á Dios el haberos hecho
semejantes á José y á su hijo p u ta-
— 138 —
tivo Jesú s ! Este era eterna é infini­
tam ente ric o , y no obstante quiso
hacerse tan pobre por nuestro amor,
que ni al n acer, ni al m orir tuvo don­
de reclinar la cabeza. Pobres quiso
que fueran sus padres : pobrísimo el
portal donde n a c ió , pobres los pri­
m eros que llamó para adorarle en el
pesebre ; pobre la patria y pobre el
taller que tuvo en Nazaret; pobres los
Apostóles que escogió para evangeli­
zar la.tierra ; pobres los oyentes que
le rodeaban y el pueblo que le se­
guía. Y no obstante esos pobres son
los que mas participan de sus mila­
gros , y los que él proclama biena­
venturados, si son pobres de espíritu.
Muere el rico y es arrojado á los in­
fiernos , m ientras que el pobre es
conducido por los Angeles al paraíso.
- 139 —
¡Qué consuelo para vosotros, pobres,
si á semejanza de Jo sé sabéis llevar
los trabajos de esta vida, sin quejaros
de la divina Providencia, sin murmu­
rar de los ricos, antes bien con santa
paciencia y resignación? ¡O h ! ¡qué
fecunda puede seros en m erecim ien­
tos esa humilde p o sicio n , esa dura
cama, esa mesa pobre, esos m anja­
res groseros, esa choza.obscura, ese
desden con que os mira gran parte
de la sociedad, si sabéis im itar á san
José en la paciencia y humildad ?
¿Sois ricos? ¡Dichosos vosotros, si
desempeñáis bien la altísim a misión
que el cielo os ha confiado ! ¿ Y qué
misión es e sa ? Muy sem ejante á la
del excelso P a tria rc a : Dios no os ha
confiado á su ü ijo santísim o como á
Jo sé: pero os confía los a m ig o s, los
— 140 —
representantes de Jesú s, que son los
pobres. Y llega á decir un santo Pa­
dre que la limosna hecha á un pobre
en nombre de Jesu cristo es en cierto
modo mas m eritoria que si se hiciera
al Salvador en p erso n a ; porque al
m érito de so co rrerá Jesu cristo , aña­
de el de reconocerle en la persona
del pobre. Grande fué por cierto la
dicha , y sublim ísim a la dignidad de
Jo sé , siendo Padre nutricio de Jesús:
pero amad vosotros á los pobres, visi­
tad á los pobres, haced limosna á los
p o b res, dad albergue á los pobres,
vestid á los pobres y habéis amado,
visitado, socorrido, albergado y vesti­
do al mismo Jesú s. Quamdiu femití
uni ex Ais fratribus meis minimis, mi-
Ai fecistis (4 ). ¡Qué dicha tan incora-
(i} M atth. xxv, <o.
— 14 1 -
parable la vuestra, ó dignos Señores,
devotos de san Jo sé , si sabéis desem­
peñar como el Santo la nobilísima
misión que el cielo os ha confiado!

Exim en general.

Su importancia. Este exámen que


las personas que aspiran á la perfec­
ción suelen h acer antes de acostarse,
es muy im portante para el devoto de
san José , por ser un medio eficací­
simo para ir desarraigando los vicios
y plantando las virtudes en el alm a.
Con este exámen vence el hombre la
ignorancia culpable, y se libra de los
pecados ocultos que tanto tem ía el
Real Profeta : con él cumplimos lo
que tantas veces nos encarga Jesu ­
cristo diciendo: Velad y orad, porque
no sabéis el dia ni la hora. Estad
— 112 —

aparejados, porque cuando menos lo


penseis, vendrá el Hijo del hombre (1).
Con este exámen vela el cristiano so­
bre sí, se corrige de las culpas pasa­
das y se libra de las venideras: con él
finalmente se prepara para una santa
muerte , pues si por desgracia estu­
viese en pecado m ortal, mediante el
acto de contrición perfecta, y propó­
sito que forma de confesarse se pone
en gracia de Dios, sin lo cual podría
sorprenderle la m uerte y condenar- '
se. E ste exámen contiene los cinco
puntos sig u ien tes:
1 . a Dar gracias á Dios por los be­
neficios recibidos.
2 .° Pedirle gracia para conocer y
arrepentirse de las faltas cometidas.
3 . ” Exam inar las obras del dia.
(1) Luc. I I I , 40.
w .™ « ,
— 143 —
4 ." Arrepentirse de los defectos en
que hubiese caido.
5.° Proponer la enmienda.
PRÁCTICA DE ESTE E IÍM E N .

La práctica puede ser la siguiente:


arrodillado delante del Crucifijo, ó
de una imagen de la sagrada Famir-
lia , hecha la señal de la cruz, diré
con todo respeto:
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y
Espíritu Santo , tres personas real­
mente distintas y un solo Dios infi­
nitamente p erfe cto , en quien creo,
en quien espero, y á quien amo sobre
todas las co sa s; gracias os doy, y de­
seo que todas las criaturas os las den
conmigo, por todos los beneficios que
con tanto am or me habéis hecho , y
singularmente por los que he recibido
en este dia. Suplícoos, Dios mió, que á
— 114 —
estos beneficios añadais ahora otro, de
ilum inarm e con vuestra gracia, para
conocer las faltas que he cometido
en este dia, y arrepentirm e de ellas.
Aquí exam inaré con diligencia las
obras del dia desde que me disperté
por la mañana hasta la hora presente,
mirando:
¿Cómo me he portado con Dios en
la m is a , oracion y demás actos de
piedad: con qué modestia y respeto
he estado en la iglesia?
¿Cómo he obedecido y respetado á
los superiores en o b ra s , palabras y
pensam ientos?
¿He tratado al prójimo con la de­
bida caridad, humildad y paciencia?
¿C o a qué celo y vigilancia he pro­
curado el bien de los que me están
encomendados ?
- 145 —
¿Me he entregado á la ociosidad ó
á diversiones agenas de un cristiano?
¿He procurado vencer el vicio do­
minante por medio del exámen par­
ticular?
¿He guardado cuidadosamente mis
sentidos, principalm ente los ojos, oí­
dos y lengua?
Vistas así las faltas que he com eti­
do por pensam iento, palabra y obra,
procuraré indagar el origen ó raíces
de donde proceden; si de mi génio, ó
disipación, ó de no apartarm e de las
ocasiones, y qué remedio podré apli­
car. Separaré lo bueno de lo malo,
reconociéndome deudor á Dios del
bien que hubiere hecho, pues sin el
auxilio de su gracia divina nada hu­
biera podido h a c e r ; y arrepintiéndo-
me de las faltas, propondré sériam en -
10 Id i J o h .
— 146 —
te la enmienda diciendo con toda hu­
mildad :
¡O Dios m ió! ¡cu án poco ha sido
el bien qiie he hecho en este dia, res­
pecto á lo que debia glorificaros por
vuestras perfecciones infinitas y por
los innum erables beneficios de que
me habéis co lm a d o ! Al contrario,
¡ cuántas han sido las faltas con que
os he disgustado, y cuánta mi tibieza
en amaros y serviros! Sea á Vos, Se­
ñor, toda la gloria del bien que haya
h e c h o , que con vuestra gracia me
habéis ayudado y librado de innume­
rables m a le s: á mí solo me toca la
confusion, la vergüenza y el arrepen­
tim iento por las faltas que he come­
tido. S í , Dios mió , os lo digo con
todas las veras de mi alm a, que me
pesa de haberos ofendido tantas ve-
— 147 —
ces hoy y en todo el curso de mi vida.
Pésame , Señor , de haber sido tan
tibio en vuestro obsequio, y me pesa
no solo por tem or de vuestros casti­
gos , sino m ucho mas por ser Vos
quien sois bondad infinita , y porque
os amo sobre todas las cosas. Pro­
pongo firmísimamente nunca mas
ofenderos, antes bien glorificaros en
cuanto pueda. Perdonadme , Señor,
por vuestra m isericordia infinita, por
la santísima pasión y m uerte de mi
Redentor Jesu cristo , por la poderosa
intercesión de María santísim a, de mi
amado P rotector san Jo sé y de todos
los Santos y asistidme siempre con
vuestra gracia. Amen.

Este exámen será suficiente también para


los devotos de san José que tuvieren la cos­
tumbre de confesarse cada sem ana, y por la
— 148 —
gracia de Dios no hallaren roas que culpas
veniales de que acusarse.
Si alguno prefiere hacer antes de acostar­
se el Ejercicio para la noche que ponemos en
el Ancora de saltación, puede continuar con
él y hilo aq u í:

Ejercicio para la noche.


Puesto de rodillas y hecha la señal de la
cru z, d i:
Altísimo Dios y Señor m ió , en
quien creo y espero, á quien adoro y
amo sobre todas las cosas; ¿qué gra­
cias os daré por haberm e criado, he­
cho cristiano, colmado de beneficios,
y conservado hasta el presente la vi­
da ? Dadme luz para conocer las fal­
tas que hoy he cometido , y gracia
para detestarlas de veras.
Exam ina aquí en qué faltas has caido du­
rante el dia, por pensam iento, palabra, obra
— 149 —
y om ision: contra Dios con distracciones vo­
luntarias en los ejercicios de piedad , irre­
verencia en el tem p lo, ju ram en tos, blasfe­
mias, e tc .: contra el prójimo, con maldicio­
nes, escándalos, injusticias, m urm uraciones:
contra ti mismo con im paciencias, excesos en
la comida ó bebida, faltas contra la modes­
tia, etc. Luego con toda humildad, d i:
¡Y qué se han hecho, Señ o r, tan­
tas resoluciones de nunca mas ofen­
deros! ¡Ay! ¡cuántas veces he recaí­
do ! Misericordia , dulcísimo Jesú s
mió; pésame de todo corazon de ha­
beros ofendido, por ser Vos quien
sois, y porque os amo sobre todas las
cosas; pésame, Dios m ió, de haber
pecado, y propongo firmemente la
enmienda ayudado de vuestra divina
gracia.
Rezada con devocion el Ave Ma­
ría y la oracion O Señora mia, e tc .,
— ISO —
pág. 1 2 4 , di al Angel custodio, An­
gel santo, e tc ., pág. 1 2 4 .
Guardadme , S e ñ o r , esta noche
de todo pecado y libradme de todo
mal.

Antes de meterte en la cama piensa un


poco:
¡He de m orir, y no sé com o! ¡Seré
juzgado de Dios, y no sé cuando! Si
fuese esta noche, ¿qué cuenta le da­
ría? ¿Qué sentencia me tocaria? ¿Se­
ria de salvación, ó de condenación?
¿Y con esta incertidum bre no lloraré
mis pecados, ahora que tengo tiem­
po, y no enm endaré la vida?

Metido en la cama di :
Jesú s, Jo sé y M aría, os doy el co-
razon y el alma mia.
— 151 —
Jesú s, Jo sé y María , asistidme en
mi última agonía.
Jesús , José y María , recibid en
vuestros brazos el alma mia.
Pío V II concedió cien días de Indulgencia
por cada una de esta s ja c u la to ria s .

Los tres modos diferentes que pondre­


mos ahora para oir devotamente la Misa,
serán tal vez excelentes para los individuos
en particular; mas leídos al pueblo, del mo­
do que hacíamos en las m isiones, no creo
produjesen el mismo efecto que produce la
lectura de la Misa, según está en el Ancora
dt salvación. Por tanto , si algún Sacerdote
hubiese introducido dicha lectura en alguna
Misa, le aconsejaré que no la cambie fácil­
mente con estas, á menos que sea observan­
do las advertencias que indico en las últi­
mas ediciones, pág. 1 0 5 .
In tro ib o ad altara D a i: ad Deum qni
Intifio at ju r e n tó tem m e a n ,
Entre todos los actos de nuestra
santa Religión ninguno hay tan ex­
celente, ni que dé tanta gloria á Dios
y tanto provecho al pueblo cristiano
como el santo sacrificio de la Misa.
Es de tanta dignidad este único sacri­
ficio de la nueva ley, que aparecien­
do él, cesaron todos los sacrificios de
la ley antigua como la sombra y fi­
gura desaparece en presencia de la
realidad. Y en e fe c to , él los reem ­
plaza á todos con inmensa ventaja ;
pues es Holocausto que da á Dios mas
— 184 —
gloria que no pueden darle todos los
Santos y Angeles ju n to s: es Sacrificio
eucarislico con el cual damos á Dios
dignamente gracias por los benefi­
cios recibidos, pues le ofrecem os una
Hostia que iguala y excede en valor
á todo cuanto nos puede dar: es Víc­
tim a propiciatoria, con cuya obla­
ción se aplaca el Señ o r, de modo que
conccdiendo la gracia y el don de la
penitencia, perdona delitos y pecados
gravísimos, como declara el sagrado
Concilio d e T re n to : finalmente es sa­
crificio impetratorio capaz por sí solo
de mover la divina bondad á colmar­
nos de todo bien. Ni hay que estra-
ñarlo ; pues es la víctim a anunciada
tantos siglos, antes por el Profeta Ma-
la q u ía s, víctim a que siendo única,
debia ofrecerse en toda la redondel
— 185 —
de la tierra : víctim a tan pura y santa
que siempre será agradable al Eterno
Padre, por mas pecador que fuese
algún ministro y por inmundas que
fuesen las manos que la ofreciesen,
porque la ofrece el mismo Hijo do
Dios, víctima y sacerdote á la vez. S í;
el mismo que se ofreció por nosotros
en el ara de la cruz es el que se ofrece
todos los dias en el altar por mano de
sus ministros : de modo que la santa
Misa no es otra cosa que la continua­
ción del Sacrificio del Calvario que
durará hasta el fin de los siglos, con
la diferencia que entonces fue sa­
crificio cruento, y ahora es incruen­
to, es d e c ir , sin derramamiento de
sangre. A ním ate, pues, alma devota
de san J o s é : ahí tienes una moneda
de infinito valor con que liquidar las
— 156 —
deudas inm ensas que has contraido
con Dios y con tu santo Protector y
con que g ra n jea rte todavía cuantos
bienes necesites para tu eterna sal­
vación.
Basta lo dicho para que entiendas,
amado devoto de san Jo sé , con cuan­
ta alegría del corazon y con qué fervor
de espíritu deberias acudir á la santa
Misa, ansioso de acercarte á la fuen­
te inagotable de celestiales gracias.
Mira con qué recogim iento interior
y exterior oonvieno que entres en la
iglesia para asistir á la celebración
de tan soberano m isterio. ¿Y con qué
devocion deberíamos asistir á él ? De
san Ambrosio cuenta C esá reo , que
cuando celebraba , se volvia al pue­
blo despues del Evangelio , y le ex­
hortaba á estar con sumo recogimien-
— 187 —
to y silencio , sin consentir que du­
rante el augusto sacrificio escupiesen
los fieles ú hiciesen nada que pudie­
se distraer á los demás. Y no es e s -
traño: pues los mismos Angeles nos
tienen envidia. San Ju an Crisóstomo
los vió en gran número que rodeaban
el altar atónitos al ver á un Dios ano­
nadado por amor del hom bre. E s­
fuérzate , pues, amado cristiano de­
voto de san J o s é , en asistir á este
santo Sacrificio todos los dias, y con
toda la devocion que puedas. Mira
¡con qué devocion y pasmo estaria el
Señor san Jo sé ju nto al pesebre de
Belen, contemplando por primera vez
á un Dios hecho n iñ o ! Con qué de­
vocion hubieras tu estado con la Vir­
gen junto al pió de la cruz. Pues vas
á asistir al mismo sacrificio y puedes
— 158 —

ser participante de las mismas gra­


cias. ¡ O h ! ¡ qué dicha tan grande la
tuya!

MODO DE OIR
D E V O TA M E N TE L A M IS A

El modo de oir Misa mas acepto á


san José y mas conform e con el es­
píritu de la Iglesia, es que cada uno
procure unir su intención con la del
sacerdote, el cual ofrece el santo Sa­
crificio en nombre de la misma Igle­
sia por los cuatro fines ya espresados,
que s o n : 1 . ” honrar á Dios y recono­
ce r su infinita excelencia y el supre­
mo dominio que tiene sobre todas las
criaturas: 2 . ” ap lacarla divina justi­
cia irritada con tantos crím en es: 3.‘
satisfacer por los pecados de los hom-
— 1R 9 —
brea: 4 .° dar gracias á la divina Bon­
dad por tantos bienes recibidos , in­
clinándola á que nos conceda nuevas
gracias. A este fin podrá servir la
práctica sig u ien te:
Mientras el Sacerdote dice el Con~
fiteor procura arrepentirte de tus pe­
cados con un fervoroso acto de con­
trición : invoca despues la gracia del
Espíritu S a n t o , y la intercesión de
María santísim a, de su Esposo san Jo ­
sé y del Santo cuya fiesta se celebra
aquel dia para que te ayuden á asistir
al santo Sacrificio con la debida re­
verencia y devocion. Luego podrás
dividir la Misa en cuatro tiem pos:
4. En el prim er tiem po, que será
desde el principio hasta el Evangelio,
póstrate en espíritu delante del trono
del Altísimo para honrar y alabar á
— 160 —

la divina Majestad, digna de honor y


alabanza infinita. Im agínate ver á Je­
sús en el huerto de Getsemaní postra­
do la faz en tierra delante del Padre
c e le s tia l, y uniéndote á él humílla­
te profundamente confesando tu na­
da, y diciendo: «¡O Dios mió! ¿quién
«sois Vos, y quién soy yo ? Vos sois
«mi soberano d u e S o , y yo humilde
«esclavo vuestro : Vos mi Criador, y
«yo vuestra indigna c ria tu ra : Vos
«Dios de infinita m ajestad , y yo vil
«gusano de la tierra. Os reconozco,
«pues, por mi prim er principio y úl-
«timo f i n , y ya que mi m iseria no
«puede alabaros como Vos mereceis,
«os ofrezco cuantas alabanzas, adora-
aciones y hum illaciones os ofreció por
«mí vuestro santísim o Hijo en la tier-
« ra, é intento pagar con ellas el tri-
— 161 —

«Luto debido á vuestra soberana Ma­


je s ta d . » E jercítate una y muchas
veces en estos y sem ejantes afectos
salidos del corazon: manifiéstalos con
las palabras que la devocion te d ic te :
en el bien entendido, que pagando el
tributo que debes á la Majestad divi­
na , pagas tam bién el hom enaje de­
bido al glorioso san Jo sé y á cual­
quier otro Santo.
E V A N G E L IO .
E l que o re je ro y fuere bautizad o, urt
•alvo: m u el que no «royere le r * oon-
denado. Marc. \vi, 1$.
_ 163 —
2. En el segundo tiempo, que será
desde el Evangelio á la Elevación,
cclia una mirada sobre los gravísimos
pecados que has cometido y viendo
la inmensa deuda que has contraido
con la divina Ju sticia, le dirás con un
corazon contrito : «Aquí teneis , ó
«Dios mió, á este pecador que tantas
«veces se ha rebelado contra Vos.
«Me reconozco digno de todo castigo
«por mis m uchas iniquidades ; mas
«yo os ofrezco las satisfacciones de
«vuestro inocente ¡lijo Je s ú s , y por
«ellas os pido humildemente me per-
«donéis. Atended , Señ o r, á tantos
«azotes, espinas, bofetadas y oprobios
«como recibió por m í: todo os lo
«ofrezco en descuento de mis desór-
«denes pasados y de mis infidelidades
«presentes! Aceptad el m érito de esa
— 164 —
«Sangre preciosa que com o victima
«os ofrece Jesú s de nuevo en el altar.
«¡A h ! No está clamando venganza
«como la del inocente Abel, sino mi-
«scricordia por todos los pecadores.
« ¡O h ! ¡quién me diera, ó Padre mió
«nmantísimo, las lágrimas de Pedro,
«la contrición de la Magdalena, el do-
«lor de David y el de todos los peni-
«tenlcs , de suerte que recibiese por
«Fruto de esta santa Misa la remisión
«entera de todos mis pecados !»
Aquí puedes detenerte á conside­
rar las varias afrentas y dolores que
padeció Jesu cristo y en cada uno pe­
dir por tí y por los demás pecadores.
H abiendo Je sú s amado á los suyos, lo*
amó hasta «I fin. Joan. Xlll, 1.
— 167 —
3 . En el tercer tiempo, que será
desde la Elevación á la Comunion,
considerándote y viéndote colmado
de tantos y tan grandes beneficios
como son los de la creación, conser­
vación, redención, vocacion á la fe y
Religión verd ad era, inspiraciones,
Sacramentos, patrocinio c intercesión
de los Santos y demás gracias gene­
rales y particulares, tanto en el orden
de la naturaleza , como en el de la
gracia y en el de la gloria, excítate, á
afectos de agradecim iento, pregun­
tándote á tí m ism o: Quid rclribuam
Domino pro ómnibus qucc retribuit
mihi? ¿Qué le daré al Señor por tan­
tos y tan señalados favores como me
ha hecho? Y acordándote que puedes
en cambio ofrecerle un don de infi­
nito valor, cual es el Cuerpo y S a n -
— 1G8 —
gre de su mismo Hijo, responde con
David : Calicem salutaris accipiam,
tom aré el cáliz de salud y desde lue­
go ofrécelo al Eterno Padre diciendo:
a Fióme aquí, ó Dios m ió, colmado,
«es verdad, de innum erables bene-
«Picios generales y particulares que
«m e habéis hecho y que quereis ha*
«cerm e todavía en el tiempo y en la
«eternidad. Reconozco la muchedum­
b r e de vuestras misericordias para
«co n m ig o ; mas estoy pronto á pa-
«gároslo lodo cumplidamente y con
«ventaja. Aceptad , S eñ o r, la divina
«Sangre y el precioso Cuerpo de es-
uta víctim a inocente que ofrezco por
«mano del Sacerdote. Bien sé que
«habéis de quedar contento y satis—
«fecho, pues os vuelvo mas de lo que
«me habéis dado. ¡O Angeles santos
— 169 —
«y vosotros Bienaventurados del cie-
ulo! os suplico que ofrezcáis por mí
«á Dios esta y las demás Misas que se
«dicen actualm ente en todo el mundo
«en reconocim iento de los beneficios
«que he recibido y espero recibir en
«adelante de su bondadosa m ano.»
Aquí puedes ir repasando con la
consideración cada uno de estos be­
neficios recibidos de Dios, de la Vir­
gen, de san Jo sé e t c ., dando por ca­
da uno la mas ferviente acción de
gracias, y ofreciéndole de nuevo en
cambio los méritos de la pasión y
muerte de Jesu cristo.
j O «agrado co n v ite , en que se recibe
al mismo H ijo de D io il
— 171 —
K. En el cuarto tiempo que será
desde la Comunión hasta el fin de la
Misa, despues de haber comulgado
sacramcntalmcnle, ó si esto no pu­
dieres, hecha la comunion espiritual
en la forma que luego se dirá, imagí­
nate que ves á tu divino Salvador
dentro de tu corazón, y animado do
una gran confianza en sus m éritos in­
finitos , pide á Dios todo cuanto ne­
cesites, diciéndolc estas ó sem ejantes
palabras : « O soberano Dios y Señor
«mió, confieso mi m ucha indignidad:
«confieso que, reo de tantos pecados,
«no merecía que escuchaseis mis sú-
«plicas: mas ¿cómo podéis dejar de oir
»á vuestro amado Hijo que está en el
«altar rogando por m í, y ofreciéndoos
«los méritos de su vida y m uerte san­
dísima? Escuchad, pues, ó Padre de
— 172 —
« cle m e n c ia , los ruegos de este mi
«Abogado , y concededme por amor
«suyo todas cuantas gracias sabéis
«que me convienen para conseguir mi
«eterna salvación. Teniendo tal In-
«terccsor, no he de contentarm e con
«p oco: ¡antes os pido una general ¡ib-
«solucion de todos mis pecados, y la
«gracia de la perseverancia final: no
«solo e sto , sino quo confiado en los
«ruegos de mi buen Jesú s y del glorio-
«so san Jo s é : espero alcanzar de Vos
«las verdaderas y sólidas virtudes de
«humildad, paciencia, castidad, obc-
«diencia, caridad, abnegación de mi
«mismo y finalmente auxilios efica-
«ces para santificarm e de veras! Tam-
«bien os pido la conversión de todos
« los infieles y de todos los pecadores,
«particularm ente de aquellos á quic-
— 173 —
unes estoy unido con vínculos mas es­
trech o s de parentesco ó de amistad.
«No olvidéis ó piadosísimo Señor, las
«almas que están penando en el p u r-
«gato rio: libradlas de las tinieblas de
«aquella cárcel terrible por los mé­
ritos y eficacia de este santo Sacrifi-
«cio. Consolad á todos los tristes y
«afligidos y socorred á todos los que
«se hallan en algún peligro corporal ó
«espiritual. Finalm ente desterrad los
«vicios y plantad las virtudes en mi
«corazon y en el de todos los alistados
«á la Asociación de san J o s é , para
«que haciendo vuestra santísima v o-
«luntad acá en la tierra, como la ha-
«cen los Bienaventurados on el cielo,
«merezcamos algún dia ser compañe-
«ros suyos para alabaros y bendeciros
«portoda la eternidad. Am en.»
— 174 -
Concluida la Misa, dirás una Sakt
á la Virgen y un Padre nuestro á san
Jo sé , y al salir de la iglesia procura­
rás hacerlo con un corazon compun­
gido, como si bajases del Calvario.

COMUNION E SP IR IT U A L

SDS EXC ELEN C IA S Y PRÁ CTICA .

Puesto que la comunion espiritual


de que poco ha hemos hablado es un
medio poderosísimo para adelantar on
la v irtu d , veamos en qué consiste.
Ella no es mas que un deseo ardiente
y amoroso de recibir á Jesú s sacra-
m cntalm ente. Es tan agradable á Dios
este deseo, que m uchas veces lia
querido manifestarlo Jesú s hasta con
m ilagros. Por otra parte es de gran­
dísima utilidad para el alm a, puesse
— 175 —
puede h acer muy fácilm ente en la
Misa y fuera de ella , en la iglesia y
en casa, una y muchas veces al dia
y por este medio se aviva la fe, se
enciende la caridad y pueden los fie­
les unirse espiritualmente con Jesu ­
cristo: por lo cual las almas devotas
hallan en ella sus delicias, y á veces
sacan mas fruto de este ejercicio que
otros de la misma Comunion sacra­
mental . Todo lo cual indica el Sagrado
Concilio de Trento (1 ), diciendo que
comulgan espiritualmente aquellos
que reciben este pan celestial con el
deseo y preparación de su corazon,
y por medio de una fe viva, animada
de la caridad perciben el fruto de él
aunque no le puedan recibir sacra­
mentalmente. No dejes pues, ó Cris­
ti) Ses. m i, cap. 8.
— 176 —
tiano, devoto de san Jo sé , escapar tan
bella ocasion de enriquecer tu alma
tan á poca costa, para lo cual podrás
valerte de la práctica siguiente:
Llegado el momento de la comu­
nión del S a ce rd o te, dá una ojeada i
tu propia con cien cia, y si te hallares
reo de alguna culpa m ortal, procura
ponerte en gracia de Dios con un
acto de verdadera contrición; y lue­
go con gran modestia de cuerpo y re­
cogim iento de espíritu dirás: «O Jesús
«y Redentor m ió, yo creo íirmemen-
«te que estáis en realidad presente
«en el Santísim o Sacram ento de vues-
«tro am or, en donde habéis querido
«quedaros hasta el fin de los siglos-
«para ser víctima de expiación por
«nuestros pecados, y alim entar nues-
«tras almas con vuestro Cuerpo y con
— 177 —
«vuestra Sangre preciosísim a. ¡ Olí
«qué dichosos son los que revestidos
«de la rica vestidura de la gracia se
«acercan á tan soberana mesa y to-
«man parte en este celestial convite!
«¡Oh qué dichoso seria yo si pudiese
«en este njom ento ser del número de
«estas almas amigas vuestras, y rc -
«cibiros en mi p e c h o ! Mas ya que
«no soy digno de tan soberano don,
«aceptad por lo menos estos mis dc-
«seos, y haced que mi pobre alma
«recoja las sobras de este celestial
«convite, concediéndole alguna par-
«tecita de los riquísimos frutos c sp i-
«rituales que com unicáis á los que
«dignamente os re c ib e n .» Luego ima­
gínate que le recibes en efecto, y
quedándote en silen cio, adórale pro­
fundamente como si estuviera en tu
ia Id i J o * !.
— 178 —
corazon: dále gracias y pídele que 1c
enriquezca con sus dones, conside- |
rándole en cada uno de los dias de la
semana bajo un título diferente. El
domingo como á Sanlificador de las
almas : el lunes como á tu Rey y Se­
ñor : el martes como á Esposo de tu
alma: el m iércoles como á tu Pastor:
el jueyes como á tu Juez: el viernes
como á tu Redentor: y el sábado como
á Médico c e le s tia l, pidiéndolo cada
dia alguna gracia correspondiente á
aquel título. Por este medio hallar)?
en la comunion espiritual un tesoro
inestim able con que enriquecer tu al­
ma con los mas preciosos dones. No
tendrás la dicha de acariciar en tus
brazos al divino Infante, á semejansa
de Jo sé , pero sí, podrás considerarle
encerrado dentro de tu corazon.
— 179 —
Este modo de hacer la comunion espiri­
tual puede servir también de práctica para
visitar entre dia al Santísimo , y aun para
sacar mas copioso fruto de la misma comu­
nion sacram ental.
Gloria A Dio» en U* a ltu ra i, j en U
tierra pas á loa hombre* de boena «■
lantad. Luc. II, 14.
— 181 -

SEGUNDO MODO FÁCIL


D E O IR L A S A N T A M IS A
CO M EXPLA N D O LOS H IS T E R I0 9

DE LA SAGRAD A PASIOH.

Observe el devoto de san José que


quisiere servirse de este m étodo:
1.° Que Cristo nuestro Señor ins­
tituyó el santo sacrificio de la Misa
para volver á ofrecerse todos los dias
por los hombres al Eterno Padre por
manos del S a c e rd o te , renovando la
memoria de su sagrada Pasión : de lo
cual se deduce que uno de los m ejo­
res modos de oir la santa Misa es
considerar en ella lo mucho que el
Señor padeció por nosotros.
2.° Para que esta consideración sea
— 182 —

mas provechosa , puede el que oye


Misa en cada uno de los misterios
que meditare , dirigir algún afecto á
nuestro Señor, ya de cómpasion, ya
de arrepentim iento de sus pecados
que fueron la causa de tantas pe­
nas ; unas veces le alabará y ensal­
zará por tan singular beneficio, otras
le pedirá alguna de las virtudes y
gracias que mas necesitare ; princi­
palmente la de saber copiar en su co-
razon una perfecta imagen de san
Jo sé.
3 .° S e puede durante la Misa re­
correr toda la Pasión por el órden
que aquí se pondrá, ó tom ar uno ó
mas pasos para detenerse en ellos,
según que cada uno hallare mas de­
vocion.
Esto supuesto, empezarás haciendo
— 183 —
con toda devocion la señal de la cruz,
y trasportándote con el pensamiento
á los mismos lugares en que Jesu ­
cristo padeció, atiende á las cerem o­
nias de la Misa que se notan en la
página de la izquierda y luego mira
en el número correspondiente de la
otra página el misterio que aquella
ceremonia representa, considerándo­
lo con afecto de com pasion; y así
irás siguiendo el órden siguiente :
— 184 —
M ientras el S acerd ote
\. Llega al altar.
2 . Comienza la Misa.
3 . Dice el Confíteor.
A. Sube al altar y le besa.
5 . Va al lado de la Epístola.
(>. Lee el Intróito.

7. Dice los Kyries.

8 . Dice el Uominus vobiscum.

9. Dice las oraciones.


1 0 . Lee la Epístola.
\ 1. Pasa el Evangelio.

1 2 . Vuelve al medio del altar.


1 3 . Dice el Credo.
— 18!J —
Corniltier» ta n * Cristo
Entra en el huerto de Getscmaní.
2. Hace oracion en el huerto.
3. Postrado en tierra suda sangre.
4. R ecibe el beso de Judas.
5. Le llevan atado á Jeru salen.
(J. Es interrogado y recibe una bo­
fetada en casa de Anás.
7. Pedro le niega tres veces en casa
de Caifas.
8. Se vuelve íi Pedro y con una mi­
rada de misericordia le con­
vierte.
5). Pedro llora su culpa.
10. Es llevado á Pilatos.
11. Pilatos le manda á Herodes, y
allí se burlan de él.
12. Es mandado otra vez á Pilatos.
13. Le examina Pilatos y da testi­
monio da su inocencia.
— 186 —
m ien tras e l Sacerd ote
1 4 . Descubre el cáliz.
1 5 . Hace el Ofertorio.

1 0 . Cubre el cáliz con la palia.


1 7 . Hace el Lavabo.

18 . Dice el Orate fratres.

1 0 . Dice las oraciones secretas.

2 0 . Dice el Prefacio y el Sanctus.

2 1 . Hace el Memento para los vivos.

2 2 . Prosigue el Cánon.

2 3 . Hace las cruces sobre las obla­


ciones.
2 4 . Eleva la Hostia consagrada.
— 187 —
C onsidera com o (M ato
l i. Es despojado de sus vestiduras.
15. Se ofrece á los azotes por nues­
tros pecados.
1G. Le ponen la corona de espinas.
17. Pilatos se lava las manos decla­
rándole inocente.
18. Pilatos le muestra al pueblo di­
ciendo : Ecce Homo.
10. Recibe mil afrentas dentro del
Pretorio.
20. Es pospuesto á Barrabás y con­
denado á muerte.
21. Sube al Calvario con la cruz
acuestas.
22. Le sale al encuentro su Madre
santísim a.
23. Es clavado en la cruz.

2i. Es levantado en alto.


— 188 —
m ien tras el Sacerdote
2 5 . Eleva el sagrado cáliz.

2G. Prosigue el Cánon.

2 7 . Dice: Nobisquoquepeccaloribus.
2 8 . Dice el Pater nosler.
2 9 . Divide la Hostia.

3 0 . Echa la partícula en el cáliz.

3 1 . Dice el Agmis Del.

3 2 . Dice las oraciones antes de la


comunion.
3 3 . Comulga.
3 4 . Purifica el cáliz.

3 5 . Vuelve á cubrir el cáliz.


— 189 —
C onsidera eom o C risto
25. Derrama por las llagas su San­
gre preciosa.
26. Ve á su afligida Madre al pié de
la cruz.
27. Ruega por el género humano.
28. Dice las siete palabras.
29. Su alma bendita se separa del
cuerpo.
30. Daja al Limbo á sacar las almas
de los santos Padres.
31. Muchos se volvían hiriéndose
los pechos.
32. Sale sangre y agua de su costado
abierto.
33. Es puesto en el Sepulcro.
34. La Magdalena y otras piadosas
m ujeres ungen el sagrado
Cuerpo.
35. Resucita con cuerpo glorioso
— 190 —
m ien tras el S acerdote
3G. Dice el Domitius vobisctm.

3 7 . Dice las últimas oraciones.

3 8 . Dice el último Dominus vobis-


crnn.
3 9 . Da la bendición al pueblo.
■40. Dice el lie Mixsa est , y el últi­
mo Evangelio.
— 191 —
C onsidera tom o C risto
36. S e aparece á su Madre santísi­
ma y á los Discípulos.
37. Conversa con los Apóstoles por
espacio de cuarenta dias.
38. Sube á los ciclos.

39. Envía el Espíritu Santo.


¿O. Envia lt)s Apóstoles á predi­
car el Evangelio por todo ol
mundo.
8 t l f i i ó buen J c a ú i , á tu« siervos; y»
que lo» redim iste con tn Sangre precio»*.
— 193 —

T E R C E R MODO
DE OIR

LA S A N T A M I S A .

Como por nuestra inconstancia


aun las m ejores cosas nos causan fas­
tidio cuando no van sazonadas con la
variedad, me ha parecido añadir aquí
otro modo de oir Misa, para que cada
uno escoja el que m ejor se adapte
á su disposición , y saquen todos
mas abundante fruto de una obra tan
santa.
Este modo consiste en tom ar cual­
quier misterio de la sagrada Pasión,
y haciéndose uno presente ¿ él como
si pasara delante de n o so tro s, irle
considerando por los cinco puntos s i -
1 *1 l.l i JosO.
— 194 —
guientcs, que podrán también servir
de norma para meditar sobre la mis­
ma Pasión, aun fuera de la Misa.
1 . 0 ¿ Quién es el que padece ? pon­
derando su infinita dignidad, sus vir­
tudes , sus perfecciones y demás tí­
tulos que le hacen digno de nuestro
respeto y amor como Dios y como
hombre.
2 .° ¿Qué padece? Mírale cuán
angustiado se halla en el espíritu,
cuán lleno de dolores en el cuerpo,
cuán maltratado en su honor.
3 .° ¿Cómo padece? Penetra hasta
lo mas íntimo de su divino corazon,
y observa atentam ente como nos da
admirables ejemplos de todas las vir­
tudes , especialm ente de humildad,
paciencia , silencio y caridad , hasta
para con sus mismos enemigos.
— 195 —
4 .° ¿Por quién padece? Por mí.
¿Y quién soy yo? ¿Cómo he merecido
que Dios hiciera y padeciera tanto
por mi am or? ¿Cómo he mostrado
hasta ahora mi agradecim iento para
con É l?
5 .* ¿ Por qué padece ? ¿Q ué es lo
que se propuso el Hijo de Dios ofre­
ciéndose por mí á tantos torm entos ?
¿De qué males me lia querido librar?
¿Qué bienes pretende com unicarm e?
¿Qué gratitud m erece de mí en re­
torno? ¿Qué será, pues, justo que yo
haga por É l?
Convendrá concluir con algún co­
loquio, propósito y petición, confor­
me sea el m isterio que se hubiere
meditado, y aun podrán hacerse va­
rios coloquios, sea al Eterno Padre ó
á Jesucristo pidiéndoles la gracia que
— 196 —
deseamos alcanzar ; sea á la Virgen
ó á su santísimo esposo san José , ú
fin de que interpongan su poderosa
intercesión en nuestro favor.
Venid, venid & gustar
El manjar mas regalado,
Que ea Jesús sacramentado
En la M esa del Altar.
Instrucción y práctica para recibir­
los dignamente.

Tres cosas son necesarias para la


vida corporal; alim ento, luz y medi­
cina. Sin lo primero el cuerpo desfa­
llece, sin lo segundo está el hombro
expuesto á caer en mil precipicios, y
sih lo tercero no podría recobrar la
salud perdida, y seria inevitable su
muerte. Lo mismo sucede en lo es­
piritual: para la vida del alma nece­
sitamos tam bién de alim ento, luz y
medicina c e le s tia l, y de estas tres
cosas nos ha provisto Dios en los
— 200 —

santos Sacram entos. Jesu cristo en la


sagrada Eucaristía es el sol que da luz
a) m un do, iluminándonos con sus
inspiraciones divinas ; es el árbol de
vida plantado en el jardin de la Igle­
sia que da celestial alimento á las
almas ju s t a s , es un éfióacísimo re­
medio y un antídoto soberano que
librándonos de las culpas veniales y
cotidianas nos preserva de caer en
pecados mortales.
La Confesion os para los pecadores,
medicina que les vuelve la vida de la
gracia y el confesor es guia espiritual
que les sirve de luz para que no tropie­
cen en medio de las densas tinieblas
de las pasiones. ¡ O h ! ¡ cuán inexcu­
sable seria delante de Dios el devoto
de san José que por pereza de acu­
dir á tan fácil remedio permaneciese
— 201 —

de asiento en las sombras ominosas


del pecado , expuesto á caer , como
tantos otros , en las tinieblas de una
muerte eterna ! Bien conoció el Con­
cilio Tridentino de cuanta importan­
cia es este medio para conservarse
y crecer en la virtud, cuando tanto lo
recomendó á todos y ordenó que los
jóvenes que se educan en los semi­
narios frecuentasen los Sacram entos
tí lo menos cada mes; haciéndolo con
expresiones tales que manifiestan bas­
tante el deseo del santo Concilio de á
que se lleguen los cristianos lo mas
menudo que puedan. San Francisco
de Sales y los demás Santos y Maes­
tros de la vida espiritual aconsejan
generalmente á los que quieren de
veras aprovechar en la virtud, que se
confiesen cada ocho' dias. Mas c o -
— 202 —

mo muchos por falta de disposición


dejan de percibir el fruto de los Sa­
cram entos, y aun convierten en daño
propio lo que se instituyó para nuestro
rem edio; debe el devoto de san José
poner sumo cuidado en disponerse
para recibirlos dignam ente, en espe­
cial el de la penitencia, por ser mas
fácil el que falte en este alguna de
las disposiciones necesarias.
Grabe por tanto en lo mas íntimo
de su alm a, que haría mala confesion
y com etería un sacrilegio, no solo si
por vergüenza dejaba de confesar al­
gún pecado m o rta l, sino también si
por falta de diligencia en el exámen
se le olvidaba ó no declaraba las ve­
ces que pecó ; y lo mismo debe de­
cirse del que se confíese sin verda­
dero dolor y propósito de la enmien-
— 203 —
da, y esto aunque no se confiese mas
que de culpas veniales. Para evitar
estos y otros peligros ayudarán las
prácticas sig u ien tes:

P rá ctica p a ra la Canffeolon.

EXAMEN D E CONCIENCIA.

Puesto en la presencia de Dios y


hecha la señal de la cruz, implorará
el auxilio divino con la siguiente
ORACION.
Soberano Señ o r de todas las cosas,
á cuyos purísimos ojos están patentes
las conciencias de todos los hom bres,
ante vuestra divina Majestad me pre­
sento lleno de confusion reconocién­
dome reo de innum erables culpas,
aunque no las conozca todas ni forme
de ellas el ju sto concepto que debie-
— 204 -
ra. Por esto os suplico os digneis in­
fundirme vuestra divina luz y gracia,
para que sepa acordarme de ellas y
aborrecerlas de todo corazon.
Y Vos, soberana Virgen María, la
mas pura d inocente d'e {odas las cria­
turas, y Vos protector mió san José,
volved los ojos de vuestra clemencia
liácia este m iserable p ecad o r, y al­
canzadme la gracia de h acer debida­
mente esta confesion , como que tal
vez será la última de mi vida. Ense­
ñadme á exam inar severamente mi
con cien cia, á arrepentírm e de veras
y acusarm e con sinceridad, para que
recibiertdo ahora entero perdón de
mis pecados , merezca algún dia ser
colocado entre los justos á la derecha
de Jesú s, Juez de vivos y muertos, y ;
oir de su divina boca aquella favora-1
— 205 —
ble sen ten cia : Venid,
benditos de mi
Padre, y poseed el reino que os está
preparado (1) por toda la eternidad.
Luego exam ine la conciencia por los man­
damientos, pecados capitales y obligaciones
de su estad o, indagando en qué ha faltado
en pensamiento, deseo, palabra, obra y omi­
sión según el siguiente catálogo, en el cual
se han puesto los pecados así m ortales co­
mo veniales en que pueden incurrir los de­
votos de san José y otras personas que as­
piren á la perfección , y además se han no­
tado con una estrellita los puntos que suelen
ser materia mas frecuente de las confesio­
nes ordinarias y cotidianas, dejando los de­
más para el exámeñ de una confesion ge­
neral.

(l) Matlb. xxv, M.


- 206 —

CATÁLOGO
da l u principáis» especies da pecados.

P R IM E R MANDAMIENTO.

Pensamientos. Dudas cogtra la fe y tar­


danza en desecharlas.
Investigar curiosam ente los m isterios di­
vinos.
Desconfianza ó loca presunción de la mi­
sericordia de Dios.
Intención de seguir pecando, ó de no de­
cir algún pecado hasta la m uerte.
C reer en sueños y supersticiones.
Palabras. Quejas contra Dios.
H aberse alabado de cosas mal hechas.
* Burlarse de personas b uenas, porque
lo son, ó porque hacen cosas buenas.
* Haber con burlas y malos consejos im­
pedido obras buenas.
Blasfem ias, votos y porvidas contra Dios
y los S a n to s, ó haber sido causa de que
otros las profiriesen.
— 807 —
Obras. Supersticiones, tira r las cartas etc.
* Haber leido ú oido leer, prestado ó re­
tenido libros prohibidos.
* Hastío de la palabra divina y de las
prácticas de virtud.
* O rar de mala g a n a , y negarse á otros
actos del culto divino.
Simonía.
Omisiones. Ignorancia culpable de la doc­
trina cristiana.
* No haber acudido á Dios en las tenta­
ciones, ni dádle gracias de sus beneficios.
* Hipocresía en el ejercicio de las buenas
obras haciéndolas por fines torcidos.
* Dejar por respetos humanos de hacer
algún bien.
* No denunciar cuando, y á quien se debía.
SEGUNDO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Intención de ju rar en falso.


Palabras. Haber jurado sin verdad , con
dada, 6 sin necesidad.
Haber jurado prometiendo vengarse ó
cansar daño.
— 208 —
Prom eter cod juram ento sin ánimo de
cumplirlo.
Omisiones. Negligencia en cumplir los vo­
tos y promesas bien hechas.
TERCER MANDAMIENTO.

Pensamientos. Animo deliberado de do

oir misa.
Palabras. * Conversar en los templos,
especialmente durante la misa.
Obras. * Irreverenciasen el templo,como
citas, miradas, señas, risas ú otros desacatos.
* Poco respeto á personas eclesiásticas.
Infracción de ayunos y vigilias.
Omisiones. Haber faltado á misa por ne­
gligencia.
* Haber recibido los Sacramentos sin las
debidas disposiciones.
* No haber cumplido la penitencia.
* Distracciones voluntarias en la misa ó rezo.
CUARTO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Odio á los padres ó á otros


deseándoles la muerte ú otro mal grave.
— 209 —
Juicios infundados, sin haberlos des­
echado.
Palabras. * Haber hablado mal á espaldas
del superior, haberle maldecido en presen­
cia, amenazado maltratado de otra suerte.
Lo mismo digo de los hermanos y demás
personas de casa.
* Lo mismo de los maestros, condiscípu­
los ú otros compañeros.
Obras. Falta de respeto, como levantar la
mano, ó cometer otro desmán y ofensa que
los haya contristado gravemente.
* Desobediencias tocantes á las costum­
bres y buena crianza.
Juego conthi su voluntad.
Tomar cosas de casa sin su licencia.
* Desprecios ó burlas de sacerdotes, su­
periores, ancianos, maestros y autoridades.
* Faltar á lo dispuesto por los superio­
res.
QUINTO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Deseos de venganza ó de


diñar al prójimo.
•i t i.i Jo»-.
— 210 —

* Alegrarse del mal ó entristecerse del


bien de otros.
Palabras. Desear la muerte á sí ó al pró­
jimo.
Aconsejar, consentir óaprobarla venganza.
* Injurias en presencia ó ausencia de al­
guno.
* Maldiciones é imprecaciones.
Obrat. Haberse puesto en peligro de mo­
rir ó m atar á otro.
Hacer daño á la salud con excesos en co­
mer, beber ó en otras cosas.
Haberse vengado.
* Golpes ó riñas con los compañeros.
* Dar á ellas pábulo y causar enemistades.
* Escándalos, excitando al mal ó impi­
diendo la práctica de la virtud.
Omitiona. * No haber cortado escándalos,
avisando á quien correspondía.
Negar el saludo al enemigo.
SEXTO Y NOMO MANDAMIENTO.

Este vicio es como la p e z , que se pega


con facilidad, ó como una peste que se apo-
— 211 —
dera pronto de cuerpo y alm a; por lo que
el devoto de san José que se viere tocado
del vicio im puro, debe examinar sus poten­
cias y sentidos, para conocer el abismo en
que se halla.
' Examínese primero por los cinco senti­
dos, mayormente el oido, la vista y el (acto.
* Examine sus pensam ientos, palabras y
obras.
* Examine hasta los sueño s, por si diú
lugar 1 ellos, ó se deleitó al despertarse.
* Vea si ha seducido ó enseñado á pecar.
* Examine cartas, libros, canciones, se­
ñas, ocasiones, peligros, otros actos y es­
cíndalos.
Vea si fué por ciertas calles y paseos, ó
entró en la iglesia con mal fin.
* Mire si en las tentaciones acudió á Dios
6 á san José.
No deje de indicar el estado de las perso­
nas, y si fué en lugar sagrado.
Finalmente considere que en esta materia
cualquier deleite carnal plenamente adver­
tido y consentido, es pecado grave.
— 218 —
SÉPTIMO Y DÉCIMO MANDAMIENTO.

Pensamientos. Intención ó deseo de tomar


ó retener lo ajeno, engañar ó dañar.
Palabras. Haber aconsejado ó aprobado
algnn daño hecho al prójimo.
Obras. Hurtos hechos, aplaudidos, acon­
sejados, encubiertos ó no impedidos.
Jugar ó ganar dinero tal vez robado.
Trampas en el juego.
* Malgastar lo que los padres dan pan
los estudios.
Daños en sembrados ó heredades ajenas.
Otros daños y perjuicios.
* Quitar dinero ú otra cosa á sus compa­
ñeros.
Omisiones. No devolver lo hallado, 6 do
haber hecho diligencias para averiguar el
dueño.
OCTAVO MANDAMIENTO.

Pensamientos. * Juicios temerarios.


Palabras. * Descubrir á otros sus juicios
ó sospechas.
— 213 —
Revelación del secreto que debia guar­
darse.
* Mentiras, mayormente con perjuicio.
* Murmuración descubriendo pecados aje­
nos.
* Haber oído con gusto y aun con aplauso
murmurar del préjimo.
Esparcir noticias falsas contra la caridad.
Escritos ó libelos infamatorios.
Obras. * Sembrar zizaña y discordia.
* Acusaciones ó delaciones falsas.
Omisiones. No haber impedido, pudiendo.la
maledicencia ó las injurias dichas al prójimo.

P c n d H esp ítele*.
SOBERBIA.

* Envanecerse de sí mismo, de sus talen­


tos y dones naturales ó sobrenaturales.
* Despreciar interiorm ente y preferirse á
los demás.
* Jactarse con palabras vanas.
* Manifestar en el trato altivez, orgullo ó
desden de los otros.
— 814 —
* Llevar á mal que le reprendan ó avisen
de las faltas.
AVARICIA.

Falta de generosidad para con los compañe­


ros, deseando ó escogiendo para sf lo mejor, y
no repartir con ellos lo que uno tiene, cuan­
do la caridad 6 la buena educación lo exigen.
LUJURIA.

Véase lo dicho en el sexto mandamiento.


IRA .

* Enojarse por cualquiera palabra ó desaire.


* Vengarse sacando m otes, ó profiriendo
palabras é injurias groseras.
* Tener rencor ó aversión á alguno.
* Porfiar con otros promoviendo contien­
das y rencillas.
* Llevar las adversidades con impaciencia.
GULA.

* Entretenerse en pensamientos y con­


versaciones de comida.
— 215 —
* Quejarse con sus compañeros de la can­
tidad ó cualidad de los manjares.
Comer y beber con exceso.
* Tomar la comida con ansia y poco decoro.
ENVIDIA.

* Entristecerse de los talentos y dones


naturales ó sobrenaturales del prójimo.
* Oir de mala gana sus alabanzas, y ale­
grarse de sus vituperios.
Murmurar de él procurando rebajar su
mérito.
Gozarse de verle humillado.
PEREZA .

* Poca presteza en levantarse por la ma­


ñana.
* Hacer con tibieza los ejercicios de piedad.
* Dejar las cosas de obligación para la
última hora.
* Faltar á sus deberes (de estudiante por
ejemplo) dejando de aprender las lecciones
ú de preparar las materias señaladas, ó no

atendiendo i la explicación del Maestro.


— 216 —
Hecho el exámen de las culpas, pondrá
todo el cuidado posible en excitarse á con­
trición y propósito haciendo de espacio eslas
ó semejantes reflexiones, y parándose de
cuando en cuando para ponderarlas mejor.

I0TIT0S »E CONTRICION.
¡O alm a m ia! ¿q u é has hecho?¿á
quién has ofendido? Al suprem o Se­
ñor de ciclos y tierra: á un Dios de
infinita m a je sta d , an te quien tiem­
blan de respeto las colum nas del fir­
m am ento. ¿Cómo ha sido tan grande
tu atrevim iento? ¿Cómo no te llenas­
te de h o rro r de solo pensar lo que
ibas á h a c e r? ... ¡A h! ni te acordaste
siquiera de que ofendías á un Juez de
sum a santidad y ju s tic ia , al mismo
que te ha de pedir estrecha cuenta
de to d o ! De nada de esto te quisiste
acordar; al contrario cerraste los ojos
— 217 —
á toda consideración, para pecar con
mas lib e rta d ... te hiciste reo de tan­
tos pecados, y en su m ism a presen­
cia !... ¡ O insensato de m í, he pro­
vocado con m is iniquidades la justicia
de Dios ! Nada pudo co n tenerm e en
la senda de la iniquidad, ni el peligro
de una m uerte rep entina, ni el juicio
inevitable de Dios , ni los horrores
del infierno , de aquel incendio que
nunca se apaga, de aquel gusano que
siempre roe , ni el alarido de tantos
desgraciados que están sufriendo ta n ­
tos años hace la pena de su desobe­
diencia acaso por mas leves pecados
que los m io s... ¡Ay! no solom o burlé
de las am enazas de Dios, sino que in­
grato despreció sus beneficios. Vos,
Dios mió, m e criasteis á vuestra im á-
gen y sem ejanza ; y yo m e confundí
— 218 —

con los b rutos irra c io n a le s: Vos me


adornasteis en el bautism o con li
preciosa vestidura de la gracia , que
me hacia el em beleso de los mis­
mos Angeles ; y yo despojándom e de
e l l a , la he arrastrad o por el lodo
de la culpa : y olvidándom e del pac­
to que entonces se celebró de que
Vos fueseis mi Dios y yo vuestro sier­
vo, Vos mi P adre y yo vuestro hijo,
he renunciado á todos esos títulos y
me he vuelto á poner voluntariamente
bajo la esclavitud de S atanás, de que
Vos á tan ta costa m e habíais sacado...
¡Ay dulce Jesús mió! ¿C óm o no me
im pidió y me contuvo en el camino
de la m aldad el veros á Vos sudar san­
gre , sufrir e sp in a s, cinco mil azotes
y expirar en u na cruz por los mismos
pecados que yo co m etía? Pero tan
— 219 —
cruel y em pedernido estuvo mi cora-
zon, que ni m e sen tí movido á com pa­
decerme de Vos, ni m e horrorizó do.
mí mismo, an tes bien os abrí esas lla­
gas y os crucifiqué cuanto estuvo de
mi parte! ¡Qué h o rro r!... ¿Qué supli­
cios podrán ser bastantes para casti­
gar sem ejante aten tad o ? Y sin em bar­
go Vos, Dios m ió, m e habéis sufrido
con paciencia , y no habéis querido
descargase sobre mí el golpe de vues­
tra ju s tic ia , para que no pereciera
eternamente. Yo dejé de ser hijo vues­
tro ; y Vos no os habéis olvidado de
que sois mi padre. ¡Ah! ¡cuánto mas
perverso he sido para con Vos, tanto
mas resalta vuestra inagotable bondad
y clemencia para co n m ig o !... ¡ Oh !
¿Quién dará ahora agua á mi cabeza,
y á mis ojos fuentes de lágrim as , y
— 220 —
lloraré dia y noche m is pecados? ¡Ay
de m í ! que ofendí á mi P a d r e , á mi
Criador, á mi B ien h ech o r soberano,
al m as fiel y generoso de los amigos!
Y ¿p o r qué os abandoné, Dios mió?
¿ P or qué m e aparté de Vos que sois
la alegría de los A ngeles , la hermo­
su ra de los c ie lo s , origen y fuente
de toda bondad? | Ah! P o r un vil pa­
satiempo! ¡Por un sucio deleite! ¡Por
un cap rich o ! ¡P o r un n a d a !... Si
ahora fuera , no os abandonaría por
todo cuanto hay en el m u n d o , y
quisiera p erd er mil veces la vida
antes que volveros á o fe n d e r, antes
que daros el m enor disgusto. Mas
ahora ¿ qué haré ? ¿ A quién osaré
presen tarm e despojado de la inocen­
c ia , cubierto de asquerosas llagas
con tan to s pecados , y merecedor df
— 221 —

tan graves castigos? ¡ Ay ! á donde


quiera que me dirija p arece que todas
las criaturas levantan el grito contra
mí... ¿Acudiré á san José? ¿Acudiré á
la Virgen? A Vos acu d iré, dulce Jesús
mió , que aunque seáis el ofendido,
sois el único que puede rem ediar mi
miseria; y no osando levantar los ojos
al cielo h eriré mi pecho diciendo con
el publicano del Evangelio: Dios m ió,
sed propicio á este pecador. P adre de
misericordia, aquí teneis á un pródigo
que no m erece llam arse hijo vuestro,
dí aun ser adm itido e n tre vuestros
criados ; m as perdonadle por vuestra
bondad: volved á mi alm a la alegría
de vuestra am istad y gracia; que aun­
que no lo m erezca y o , lo m erece la
sangre de vuestro in o cente Hijo Je­
sús derram ada por m í. Ea , dejaos
— 222 —

vencer de sus ruegos y de los de su


M adre santísim a , y de mi protector
san José que tam bién os lo piden, y
concededm e el perdón. Yo por mi
parte aborrezco m is culpas pasadas;
las confesaré con hum ildad resuelto á
h ac er penitencia de e lla s : yo os pro­
m eto con vuestra gracia no ofenderos
m as de hoy en adelante, y seguir el
cam ino de vuestros santos manda­
m ientos hasta la m uerte. Amen.
El que no tuviere que acusarse mas
que de faltas veniales podrá prepa­
rarse á la confesion por los puntos y
acto de contrición que se pusieron
arrib a, pág. 13 4 .

M odo de confesarse.
¡ Qué lástim a, que hasta personas
de cierta instru cció n no sepan toda-
— 223 —
vía confesarse por sí m ism as, y tenga
el confesor que preguntárselo todo,
como si tu v iera á sus pies un niño ó
algún hom bre rudo! ¡Á cuántas con­
fesiones nulas dará ocasion esa tris­
te práctica, no m enos expuesta para
el confesor, que nociva al penitente!
Este descuida el exam en, fiándose en
que ya se lo hará el confesor, om ite
las faltas m as graves, y tal vez hasta
llega á im aginarse que no deben ser­
lo , cuando aquel no se las ha pre­
guntado. Sepas , p u e s , am ado cris­
tiano, que no tien e el confesor obli­
gación de adivinar tus pecados; tú la
tienes y m uy estrech a de decírselos
todos: enhorab u en a que con caridad
de padre y sagacidad de m aestro, él
te ayude á reconciliarte con D io s ; si
tú por esa tris te c o stu m b re, ó mal
— 224 —
entendido ru b o r llegas á callar volun­
tariam en te, d ism inuir ó disfrazar al­
gún pecado grave, haces una confe­
sión nula y com etes un enorm e sa­
crilegio.
P o r tan to te suplico, am ado cris­
tiano , devoto de san J o s é , que ha­
biéndote exam inado con diligencia
de a n tem a n o , te arrodilles con toda
hum ildad y m odestia á los piés del
confesor , y dicho ol Yo pecador,
sin ag u ard ar á que el confesor te pre­
g u n te, em pieces sin m as preámbulos
ni sa lu ta c io n e s :
P ad re , hace tan to tiem po que no
m e co n fie so : cum plí la penitencia,
he hecho exám en de conciencia,y
vengo con dolor de m is pecados y
propósito de no ofender m as á Dios.
Me acuso q ue, etc.
— 225 —
Aquí se confesará por el órden con que
se hubiere examinado, ó empezando por los
pecados m oríales, si los hubiere, ó por el
que le causare mas rubor, como acostumbran
algunos, ó siguiendo los mandamientos.

Cualidades de la confesion.

Esta debe sor entera, breve, clara


y hum ilde. Debe ser entera, diciendo
todos los pecados m ortales según su
número y especie. El que no pudiere
acordarse del núm ero fijo, diga el que
le parezca m as probable, y si aun esto
no puede, diga por lo m onos las veces
que solia p ecar cada dia ó cada sem a­
na. Explique si pecó por obra, pala­
bra , deseo , ó solo por pensam iento
consentido. Debe tam bién confesar
ciertas circu n stan cias que es preciso
que el confesor sepa para form ar el
1 ?; Id i l o » .
— 226 —

ju sto juicio del p e c a d o : así v. g. el


robo de cosa sagrada ó com etido en la
iglesia, es sacrilegio. P or lo mismo en
los pecados contra el sexto manda­
m iento debe expresarse no el nombre,
sino la cualidad de las p e rso n a s , si
eran casadas, parientas ó consagradas
á Dios : y siem pre que uno dudare si
debe ó no confesar alguna cosa ó cir­
cunstan cia , pregúntelo al confesor.
Breve, evitando preám bulos ó nar­
raciones que nada h acen al c a s o : no
confíese pecados a je n o s : no se acuse
de cosas generales, com o de no ha­
b er servido á Dios com o d e b ia ; pues
todos, hasta los m ism os S antos, pu­
dieran d ecir esto, y p o r lo m ism o nada
de nuevo dicen al confesor. Ayudará
tam bién á la brevedad no poner de­
m asiado em peño en confesarse de tú-
— 127 —
das las faltas veniales , pues no hay
obligación de decirlas al confesor.
Si no hallare culpa grave en la con­
ciencia , bastará que se acuse de al­
gún pecado m ortal de la vida pasada
ó del pecado venial de que tenga
mas dolor y propósito, por que si do
ninguno de ellos se a rrep in tiese, ha­
ría mala confesion.
Clara, diciendo lo cierto como
cierto, y lo dudoso com o dudoso. Si
uno, por ejem plo, sabe de cierto que
ha faltado al respeto á sus padres ó
m urm urado, no se acusará bien di­
ciendo com o si d u d a r a : me acuso
ti he fallado al re sp e to ... si he mur­
murado ó de lo que haya faltado...
Si no que debe d e c ir : Me acuso que
faltó al respeto, que m u rm u ré, etc.
H um ilde, acordándose que está á
los pies de Jesucristo cuyo lugar ocu­
pa el confesor; y así no escuse ni dis­
m inuya la gravedad de las faltas, no
eche la culpa á otros y sobre todo
no calle por vergüenza pecado algu­
no m o rta l, pues esto seria cometer
un h orrible sacrilegio , y abrirse las
puertas del infierno con la misma
llave del cielo que. es la confesion.
Si tuviere la dicha de hallarse lim­
pio de conciencia, d i r á :
P ad re, desde mi últim a confesion
por la m isericordia de Dios no hallo
h aber faltado en cosa notable; y por
m ateria cierta y determ inada de este
sacram ento m e acuso de tal pecado
de mi vida pasada ya confesado.
Aquí se acusará de algún peca­
do de la vida pasada ya confesado,
teniéndole presente en la memoria
— 229 —
y formando nuevo dolor de haberle
cometido con propósito firm e de n u n ­
ca mas volver á p e c a r , y así aña­
dirá:
Tam bién m e acuso do todos los
pecados m ortales y veniales de toda
mi vida, de los cuales pido de nuevo
perdón á Dios con firm e propósito de
la enm ienda , y á Vos, P ad re, peni­
tencia y absolución , si soy digno de
ella.
Hecho esto, no piense m as en los
pecados; escuche al confesor con h u ­
mildad y sin in terru m p irle, y si algo
se le hubiere olvidado, lo dirá con­
cluida la exhortación , an tes que le
absuelva, y m ien tras recibe la abso­
lución , diga con g ran fervor el Se­
ñor mío Jesucristo.
— 230 —

Despues de la Confesion.
Despues de la confesion no te olvi­
des, cristiano devoto de san José, de
dar gracias á Dios por tan singular
beneficio, para lo cual pongo aquí la
siguiente oracion del V. P . Luis de
la P u en te, y es sacada del Salm o 102.
B endice, ó alm a m ia, al Señor, y
todas las cosas que están dentro de
mi alaben su santo nom bre. Bendi­
ce, ó alm a m ia, al S eñor, y no quie­
ras olvidarte de las m ercedes que te
lia hecho. El perdona todos tus pe­
cados y sana todas tu s enfermedades;
redim e tu vida de la m u erte, y te co­
rona con obras de m isericordia; lle­
na de bienes tu deseo , y renueva tu
j u ventud com o la del ág u ila. No me ha
castigado según m is pecados, ni me
— 231 —
lia dado la pena que m is culpas m e­
recían : cu an to dista el oriente del
occidente, tan to alejó de m í todas
mis m aldades. Como el padre se
compadece de sus hijos, así el Señor
tiene com pasion de los que le tem en;
porque conoce bien n u estra flaqueza
y la masa de donde fuim os form ados.
¡0DÍO8 de mi alm a ! si tan grandes
son las m isericordias que m e has he­
cho, ¿qué h aré yo para no ser corto
en agradecerlas? Deseo proseguir con
tu ayuda, lo que en mí ha com enzado
tu m isericordia. Y pues m e has p er­
donado los pecados, nun ca m as vol­
veré á ellos ; pues me has librado de
la m uerte, no m e su jetaré otra vez á
ella; pues me has coronado con m i­
sericordia, yo te daré la gloria de to­
das mis coronas. A ñade, S eñor, esta
— 232 —
m isericordia ú las pasadas , que lle­
nes mi deseo de tu s bienes celestia­
les, dándom e gracia para cum plir lo
que te ofrezco; y m udando m i forta­
leza de tal m anera, que con gran fer­
vor cam ine, corra y vuele com o águi­
la renovada, hasta alcanzar la eterna
corona de la gloria. Am en.
Si el confesor no-hubiese señalado
tiem po, cum pla la p en itencia lo mas
pronto que sea posible.
— 233 —

SAGRADA COMUNION.

Dioha d el q n t oom ulga b ie a .

La m ayor dicha de que puede go­


zar el cristian o en este d estierro, es
unirse con Dios por la participación
del divino S acram ento de la E ucaris­
tía con la íntim a unión que nos m a­
nifiesta el m ism o Jesucristo dicien­
do : El que come mi Carne y bebe m i
Sangre, permanece en Mí y Yo en él.
Es de tan to valor el don que se nos da
en la sagrada Gomunion , que ni al
mismo E tern o Padre se le puede ha­
cer regalo m as precioso: y es al m is­
mo tiem po de ta n to provecho á nues­
tras alm as que , como decia santa
María M agdalena de Pazzis, u n a c o -
— 234 —
m union h echa con las disposiciones
de fe , hum ildad , confianza y amor
que exige tan soberano m isterio, bas­
taría para hacernos santos. P ero como
este S acram ento obra en cada uno
según las disposiciones que halla,
por esto son tan diferentes los efectos
que produce en los que le reciben.
S an Luis Gonzaga com ulgaba cada
ocho d i a s , pero con tal devocion,
que em pleaba tres dias enteros en
prepararse con santos deseos y va­
rias p rácticas de v ir tu d , y pasaba
los tre s dias siguientes en actos de
a g ra d e c im ie n to : y de santa Magda­
lena de Pazzis se lee que siendo de
solos diez años sentia tan encendi­
das ansias de u n irse con Jesucris­
to , que con una san ta impaciencia
iba contando los dias y au n las ho-
— m —

ras que faltaban hasta aquel m om en­


to precioso, com o podia hacerlo san
José aguardando el dichoso instante
de adorar á Jesús recicn nacido. P ro­
cura á lo m enos tú , afortunado de­
voto del S anto ex citar en tí estos de­
seos desde la vigilia , disponiendo tu
alma con actos de v irtudes, especial­
mente de fe, hum ildad y am or, para
presentarte al convite del Rey celes­
tial á com er el pan de los Angeles.
A este fin servirán las consideracio­
nes que aquí pongo , valiéndom e de
algunos afectos del V. P. Luis de la
Puente , que cada cual podrá dirigir
al Señor, com o si salieran de lo ínti­
mo de su corazon.
— 236 —

CONSIDERACION PARA ANTES DE COMULGAS.

I. Quién viene.
Jesu cristo Dios y hom bro verdade­
ro: pero ¡qué grandezas en cierra este
S eñor ya se le considere com o Dios,
ya se le m ire com o hom bre! Si dis­
curro por las grandezas de su divini­
dad , y m iro las obras que hace en
cuanto D ios , hallo q ue es el mismo
Hijo unigénito que está en el seno
del E tern o P adre , resplandor de su
gloria y figura de su sustancia: eter­
no , in m e n s o , infinito y om nipotente
com o el P ad re ; la m ism a sabiduría,
bondad y fortaleza, p or quien fueron
creadas y se conservan todas las co­
sas. S í, en este inefable Sacram ento
— 237 —
está el gobernador del universo, el
santificador y glorificador de las al­
mas, el principio y el fin últim o de
todas las cria tu ras. ¡Y cómo Señor!
¡Siendo la m ajestad infinita , habéis
querido estrech aro s hasta quedaros
en ese augusto S acram en to, para que
tuviésemos en la tierra un tro n o vi­
sible de gracia á donde acu d ir, segu­
ros, de alcanzar m isericordia y hallar
remedio en todos nuestros males! ¡0
Verbo divino que estás en el seno in­
menso de tu P ad re c e le stia l, ¡ cómo
vienes á m o rar en el seno estrecho
de un hom brecillo m o rta l! O Rey de
gloria que estás en los cielos, sentado
entrono de infinita m ajestad, ¡cómo
te hum illas hasta quedarte en la tier­
ra en trono de ta n ta bajeza ! ¡Ah! tu
excesiva caridad es la causa de tanta
— 238 —
hum illación ; el deseo que tienes de
ensalzarm e y de provocarm e á que te
am e ; te obligó á o b rar tan grande
prodigio de am or. ¡ Oh ! si te amase
com o Tú m e a m a s ! ¡ O h ! si me hu­
m illase yo, com o Tú te hum illas para
poderte h o n ra r y serv ir com o me­
reces !
Si m iro las obras que Jesús hizo
en cuanto hom bre, y los oficios que
ejercitó , veo que en esto admirable
S acram ento está aquel Hombre-Dios
que obró tan tas m aravillas viviendo
en carn e m ortal. E ntró en el seno de
la Virgen y la enriqueció con admi­
rables dones de gracia. E ntró en la
casa de Z acarías, y santificó al Bau­
tista dejando á sus padres llenos del
E spíritu S a n to : ¿p o r qué pues no
produciría en mi alm a los mismos
— 239 —
efectos , si tien e en ese S acram ento
la m ism a bondad y el m ism o poder?
Si es el m ismo que san José vió re­
clinado en el pesebre y adorado de
los Pastores y Reyes ; el m ism o que
anduvo por el m undo enseñando,
predicando, cu rando enferm os, resu­
citando m uertos y haciendo bien á
todos ; el m ism o que fué preso, azo­
tado, coronado de espinas, escarne­
cido y crucificado por mi a m o r ; el
mismo que clavado en la c ru s rogó
por sus e n e m ig o s, perdonó al buen
ladrón y le prom etió el p a ra íso ; ¿por
qué no usaria conm igo de la m ism a
misericordia que usó con tantos pe­
cadores? ¡O R edentor dulcísim o! ¿qué
gracias podré darte por las en trañ as
de m isericordia con que vienes cada
diaá visitam os de lo alto ? ¿C óm o no
— 240 —
acudiré confiadam ente á T í, pues Tú
vienes del cielo solo para mí ? Yo te
adoro en ese augusto S a cram en to , y
quisiera ad o rarte con el transporte de
am or y con la fe con que os adoraría
san José nacido en B elen; yo m e arro­
jo á tu s piés, com o la M agdalena, para
que m e perdones; to caré ese sagrado
v ela de las especies sacramentales
com o la H cm orroisa tocó la orla de ti
vestido, para que m e c u r e s : palparé
esas llagas soberanas com o Tomás,
para que m e ilustres y avives mi fe, y
diga com o él que tú eres mi Señor y
mi Dios, digno de sum a honra y glo­
ria por los siglos de los siglos. Amen

II. A quién viene.


G rande é inaudito m ilagro fue e
que anunció J e re m ía s : Feemina eir-
— 241 —
cumdabll virum (1). Una m ujer tra e ­
rá dentro de sí á u n varón perfecto en
sabiduría y santidad: pero ¿no es m a­
yor novedad la que vem os en la sagra­
da com union, si m iram os la vileza de
la persona que com ulga, y la estrechez
horrible de la cárcel en donde entra
Jesucristo? O Varón soberano, Adán
celestial y hom bre nuevo , ¿ qué in­
venciones de am or tan nuevas son
estas que hacéis para mi regalo? ¿Sa­
béis por v en tu ra en qué casa entráis?
Mirad que soy un vaso de corrupción,
cueva de basiliscos y casa de perdi­
ción. Pues ¿ cóm o quereis e n tra r en
tan vil posada? ¿Y cóm o m e atreveré
yo á hospedaros en ella? Mi lengua
es un m undo de iniquidades ; ¿cóm o
tocaré con ella al que es fuente de
(1) Jorcro. x x ii, 22.
1fi lliM .
— m —

todos los b ie n e s? Mi g arganta es una


sentin a de gulas y de em b riag u eces;
¿ cóm o q u iere pasar por ella el Autor
de toda pureza y santidad ? Mi pecho
es un albañal de m alos pensamientos
y deseos ; ¿ cóm o ap o sentaré en él al
que es la m ism a castidad ? ¡ O Rey
soberano ! ¡ Cuán bien os cuadra el
ser P ad re de m isericordias, pues que-
reis m orar en casa llena de tantas
m iserias ! A lo m enos, S eñor, reno­
vadla prim ero , limpiadla', adornadla,
para que sea digna m orada vuestra.
Inclina calos tuos et descendí (1). Vos
quereis b ajar y hum illaros á morar
dentro de m í ; hum íllense , y bajen,
tam bién los cielos: vengan las virtu­
des celestiales á mi alm a; venga la fe
hum ilde, la esperanza viva y la can­
il} Ps. CXL11I, 3.
— 243 —
dad ard ien te: venga la m ansedum bre,
la obediencia, la hum ildad y la devo­
cion y conviertan en cielo la que ha
de ser m orada del Rey de los cielos.
Y Vos, ó E spíritu santísim o, que en ­
riquecisteis á san José de tan to s do­
nes, y adornasteis el alm a de la Vir­
gen santísim a para que fuese digna
morada de Jesú s , purificadm e tam ­
bién y adornadm e con vuestra gra­
cia, pues ha de e n tra r en mí el m is­
mo Dios que en tró en ella.

I I I . A qué viene.
¿Y qué pretende Jesu cristo con esta
venida? ¡Ah! pretende ejercitar en mi
alma los oficios que ejercitó en el
m undo; es d ecir, viene com o Salva­
dor á perdonar m is pecados, aplicán­
dome el precio y valor infinito de su
— 214 —
sangre divina. Viene com o Médico á
c u ra r m i alm a de todas sus enferm e­
dades. Viene com o Maestro á ilustrar­
m e con la luz de sus inspiraciones y
enseñ arm e el cam ino de la virtud.
Viene com o sumo Sacerdote á apli­
carm e el fruto del sacrificio que ofre­
ció por m í en el ara de la cruz, y á
m overm e á que le ofrezca el sacrifi­
cio de un corazon co n trito , la hostia
de m is alabanzas, y el holocausto de
mi am or. V iene com o M anjar para
su sten tarm e com o á niño con la le­
ch e de sus regalos, y transform arm e
en Dios. Viene com o Pastor á reco­
g erm e, com o P ro tecto r á defenderme,
com o fuego co nsum idor á purificar­
m e y en cen d erm e.
¡Y cu á n ta necesidad tengo, dulce
Jesús m ió, de que ejerciteis conmigo
— 248 —
tan am orosos oficios! ¿No veis mi po­
bre alm a cual gim e bajo el cautiverio
del dem onio con tantos pecados? Ved­
la enferm a de tan tas pasiones, igno­
rante con tantos erro res , fla c a , po­
bre y necesitada del pan de vida. ¡ O
Dios de inm ensa m ajestad! ¡cómo no
salgo de mí al ver ta n ta dignación y
bondad! ¡Q uien tuviese ahora l o s a r -
dientes deseos que la Virgen y su Es­
poso ten d rían de ver tu nacim iento !
Ven, pues, Salvador m ió, y no quie­
ras tardar; ven, y rem ediarás las mi­
serias de tu siervo. D espierta tu om ­
nipotencia y v en, para que luego m e
hagas salvo. ¡O h ! ¡S i rom pieses los
cielos y vinieses, á fin de que se des­
hiciesen los m ontes de m is pasiones
con tu venida, y todas m is en trañ as se
derritiesen en tu am or! ¡O ciclos, en -
- 246 —
viad este rocío ! ¡ O n u b e s , lloved á
á este Ju sto ! ¡ O tie rra de los vivos,
brota para m í al Salvador ! Y tú Re­
dento r dulcísim o, ven á m i alm a, ven
pronto que está ansiosa de recibirte;
ven , jú n ta te co n m ig o , porque deseo
verm e transform ado en tí, único bien
m ió, por infinitos siglos. Am en.
Conviene, devoto muy amado de sao José,
conviene muchísimo ejercitarse en deseos
fervorosos de recibir á este soberano Hués­
ped; porque Jesucristo nuestro Señor quie­
re ser recibido con deseo y hambre de su
venida: y tanto mas aprovecha al alma esta
comida celestial, cuánto con mayor hambre
se la toma. Para lo cual ayudarán mucho
varios lugares de la sagrada E scritu ra, se­
mejantes á los que se han traído. Pero con­
viene también concebir un deseo ardentísi­
mo de llevar la mayor limpieza de corazon
que se pueda, procurando, que así como el
cuerpo va á comulgar, ayuno de todo man-
— 247 —
jar corporal, de tal manera que desde la
inedia noche no ha de haber comido ni be­
bido cosa alguna, por pequeña que sea; así
también el alma vaya aquel dia ayuna de to­
do pecado, de tal m anera, que en cuanto
fuere posible, desde la noche antes no haya
sido manchada con ninguna inmundicia de
carne 6 espíritu; ni de su boca haya salido
palabra ociosa; ni de su corazon pensamien­
to malo: porque siendo Cristo nuestro Se­
ñor la misma limpieza, justo es que le re­
cibamos con la mayor que nos fuere posible.
Y si por nuestra flaqueza cayeremos en al­
guna culpa, hemos de purificarnos primero
de ella por medio de la confesion, lo cual es
obligatorio, si fuese mortal, ó por medio de
la contrición, cuando es ligera, y hace poco
que nos confesamos.

Acto de la Comunion.

Antes de lleg arte á com ulgar, alm a


devota de san José , aplicarás la s a -
— 248 —
grada com union por algún fin espe­
cial , com o es el alivio de las Almas
del purgatorio , la conversión de los
pecadores, el rem edio de alguna ne­
cesidad espiritual ó corporal tuya ú
de tu s p ró jim o s, y otros fines sem e­
jan tes.
No te olvides de p ed ir á la Virgen
santísim a, al Angel de tu guarda, al
glorioso P atriarca san José y á los
S antos de tu devocion , que acaben
de disponer tu alm a y te acompañen
á la sagrada Mesa. Los S antos que se
distinguieron por su tiern a devocion
á la sagrada E ucaristía son entre
otros san Ju an E v a n g e lista , santo
Tom ás de Aquino , san Francisco de
B orja, san Pascual B ailón, san Luis
Gonzaga, san E stanislao Koska, san­
ta C atalina de S e n a , santa Juliana
— 219 —
Falconieri , san ta T eresa de Jesús y
santa M agdalena de P a z z is, de los
cuales podrás com poner com o una
letanía , suplicando á cada uno que
te alcance las disposiciones con que
ellos solian com ulgar. Di el Confí­
teor, y repitiendo con el S acerdote
tres veces el Domine non sum dig­
nus, llégate con recogim iento, y te­
niendo los ojos bajos , levantando la
cabeza, y sacando m oderadam ente la
lengua , recibe la sagrada Hostia.
— 250 —

DESPUES DE LA COMUNION.

Luego que h u bieres comulgado,


piensa que tienes la dicha de san
J o s é ... [ A h ! n o : Él no tuvo la dicha
de co m u lg a r: .. . ¡y tienes tú en el pe­
cho al m ism o Niño Dios que José tu­
vo en sus brazos! R etírate pues á un
lugar recogido, y olvidando todas las
cosas de la t i e r r a , no pienses sino
en gozar de la presencia de tu ama­
do Jesú s. No dejes p erd er ninguna
partecita de un don tan precioso.
Tiem po es este de pedir m ercedes y
de alcanzarlas á poca costa. ¡ Qué
lástim a seria que en trán d osete la di­
cha por tu casa, tú p or pereza, des­
cuido ó distracción la dejases esca­
par! No hagas com o Ju das que luego
— 251 —
en recibiendo la com union , se salió
del Cenáculo. Em plea á lo m enos un
cuarto de hora en estos ó sem ejan­
tes acto s:

Acto de fe y de «doracion.
¡Es posible que haya yo recibido á
Jesucristo m i S eñ o r, su cuerpo , su
alma, su san g re y su divinidad ! ¡ Es
posible que esté en mi pecho el Hijo
de Dios vivo, infinito, etern o , inm en­
so, todopoderoso, sabio y santo ; y la
misma sabiduría y s a n tid a d ! ¡ Es po­
sible que tenga en mi com pañía á mi
Salvador, m i M aestro , mi P ad re, mi
Juez y mi Glorificador: al que por mí
nació en un p o r ta l, y obró por mí
tantos prodigios de am o r !... O Rey
mió y Dios m ió , au n q u e no te veo
claramente, bástam e sab er que estás
— 252 —
a q u í, para que te reverencie , adore
y glorifique, como si te viera. Gózo-
me de te n e rte presente , gracias le
doy , porque te dignas de estar con­
m igo : aviva, S eñor, mi fe, para que
guste de estar siem pre contigo.
V enid, potencias de mi alm a, ve­
nid , sentidos de mi c u e rp o , venid,
pensam ientos y afectos de mi cora­
zon : Venite, adoremus et procidamnt
ante Deurn (1). Aquí los teneis, Se­
ñor, postrados á vuestros sagrados
pies; echadles vuestra bendición,pa­
ra que puedan alabaros y glorifica­
ros com o m ereceis. B endígante, Se­
ñor, m is ojos, porque te han visto en
este S a cram en to : bendígante mis la­
bios y mi lengua porque te han toca­
do, mi paladar, porque te ha gustado.
(1) InvlL.OIBc.
— 283 —
mi pecho, porque es m orada tuya ; y
digan todos m is huesos y todo mi ser:
¿quién, S eñor, hay sem ejante á T í?
Brote mi m em oria tus alabanzas: haz
que mi entendim iento te engrandez­
ca, que mi voluntad te am e, que mis
apetitos te codicien, y todos se des­
hagan en tu p resencia, cantando la
gloria de tu venida. A m en. P edidle,
glorioso san José, pedidle Virgen san­
tísima á vuestro am ado Hijo, que me
conceda estas gracias. A m en, Am en.

Acto de petición.
0 soberano S eñor sacram entado,
que movido de v uestra infinita cari­
dad y del deseo de re m e d ia rm i mi­
seria , habéis querido hospedaros en
la pobre casa de mi corazon, sienta yo
los efectos de v uestra divina p re se n -
— m —

cia. Colm adm e de vuestros bienes; si


colm asteis de dones la casa de Obe-
d e d o n , solo por h ab e r descansado
allí el Arca sa n ta , que era figura de
este adorable S acram en to ; ¿cómo me
negareis v uestra gracia, siendo Vos la
realidad , M a e stro , M édico, Pastor y
Salvador de m i alm a? Ea pues, como
M aestro, desterrad de mi espíritu las
tinieblas de la ig n o ran cia: dadm e en­
ten d im ie n to , y escu d riñ aré vuestra
ley y la g u ard aré de todo corazon.
Como M édico, cu rad todas m is enfer­
m edades, cicatrizad las llagas de tan­
tas cu lp as; dadm e u n rem edio eficaz
co n tra aquel v ic io ... aquella falta...
que tan to m e dom ina. Como Pastor,
dirigid m is pasos p or la senda de
vuestros m a n d a m ie n to s; apacentad­
m e con v u estras in spiraciones, pues
— 255 —

teniéndoos á Vos por P astor y guia,


nada será capaz de p ertu rb arm e. Co­
mo Salvador, no perm itáis que se m a­
logre en mí el precio de vuestra san­
gre, y concededm e el inestim able don
de la perseverancia final. O pan de
vida, vivifica mi esp irita, conforta mi
corazon, alegra mi alm a, fortalece mis
potencias , castifica mi carn e y m ú­
dame en otro varón. V erifica, Dios
m ió, la prom esa que hiciste dicien­
do: El que come este P a n vivirá eter­
namente (1).

Acto de agradecimiento.
Me confundo, S eñ o r, al considerar
vuestra infinita M a je sta d , y mi ex­
trema vileza. Cuando pienso en la
grandeza del beneficio que os habéis
(1) J o a n , t i, 59.
— 286 —

dignado h acerm e, quedo pasmado, y


no sabiendo que h ac er, quisiera ser
todo lenguas para daros gracias; y te­
n e r á mi disposición los corazones
de todos los hom bres para amaros.
V irgen santísim a, glorioso Patriarca
san Jo sé, suplid os ruego mi imposi­
bilidad , y am adle por m í : Angeles,
S e ra fin e s , E spíritus celestiales to­
dos, en to n ad al Señor en mi nombre
aquel cántico siem pre nuevo, Santo,
Santo , Santo. Y vosotros , Patriar­
cas y P rofetas, Apóstoles y Mártires,
Pontífices y L e v ita s , Confesores y
V írg e n e s , A nacoretas y dem ás Jus­
tos , prestadm e v u estras virtudes y
vuestra santidad, para que tenga al­
go que o frecer al S eñ o r por tanto
com o m e h a dado. Todas estas ala­
banzas y m éritos os o frezc o , Jesús
— 287 —
mío, y si queréis tam bién algo de mi
pobre cosecha, yo os entrego de bue­
na gana todo cuanto soy y tengo, di-
ciéndoos con las palabras de vuestro
siervo fiel y am igo.

Oración de san Ignacio de Loyola.


Tomad, S eñ o r, y recibid toda mi li­
bertad, m em oria, entendim iento y vo­
luntad, todo cu an to tengo y poseo,Vos
me lo disteis; á Vos S eñor lo devuel­
vo: todo es v u estro : disponed de ello
átoda vuestra voluntad. Dadme vues­
tro amor y gracia, que esta m e basta.

Anima Chriati.
Alma santísim a de C risto , santifí­
came.
Cuerpo preciosísim o de C risto, sál­
vame.
1 "¡ Id i J o « .
— 268 —

S angre purísim a de C risto, embriá­


gam e.
Agua del costado de C risto, purifí­
cam e.
Pasión de C risto, confórtam e.
¡0 mi buen Jesús! óyem e.
D entro de tu s llagas escóndem e.
No perm itas que jam ás m e aparte
de T í :
Del m aligno enem igo defiéndem e :
E n la hora de mi m u erte recíbeme:
Y m ándam e ir á T í :
P ara que ju n to con los Angeles y
S antos Te alabe y Te bendiga,
P or todos los siglos de los siglos.
Am en.
E sta oracion es sum am ente recomendable,
ya por los tiernos afectos que encierra, yi
por las indulgencias que le están concedidas.
En erecto, se ganan por cada vez que se rece
con devocion 300 días de indulgencia; siete
años de perdón, si se dice despues de la corou-
— 259 —
nlon ó celebración de la Misa, y u n a indulgen­
cia plcnaria al mes, dado que se rece cada día.
Fio LX, 9 de enero de 1854.

Otro hacimiento de gracias.


¡ Seáis bien venido , ó Rey de la
gloria y en can to del Cielo! ¡Con qué
habéis querido nacer y ser aposenta­
do en el hum ilde pesebre de mi co­
razon ! Pues ¿ á qué otra cosa puedo
com parar mi pobrecita alm a que al vil
establo de B elen? Pero ya se echa de
ver que sois P adre am orosísim o y Se­
ñor liberalísim o. Bien se vé que vues­
tros ojos m isericordiosos van siem pre
en busca de afligidos á quienes con­
solar, de indigentes á quienes socor­
rer y de enferm os á quienes c u rar.
Si esto es a s í , si tan to gustáis de
hallar pobres y m ise ra b le s, no s a l-
gais nunca , S eñor, de esta m orada,
— 260 —

pues las m iserias son la única cose­


cha que abunda en la tie rra ingrata
de mi corazon. ¿ B uscabais pobres?
¿Q uién m as pobre y digno de com pa­
sión que este m iserable pecador? Am­
paradm e pues , enriquecedm e de un
m odo digno del Rey de Cielos y tier­
ra. Cuando u n rey da lim osna por
m ano de su lim osnero, bien se sufre
que la dé pequeña : m as cuando la
hace por su propia m a n o , ha de ser
dádiva g ra n d e , como dádiva de un
rey. Siendo pues Vos Rey del univer­
so y viniendo á h en ch irm e de dones,
¡cómo no esperaré grandes gracias y
m ercedes de vuestra liberalísim a ma­
no! ¡ Qué dicha será la m ia, si logro
recoger siquiera una de las migajas
que caen de vuestra m esa r e a l !
Donde quiera que en trabais vivien-
— 261 —

do en carn e m ortal, señalabais vues­


tros pasos con infinitos favores ! En­
trasteis en el seno de la Virgen ; y la
hicisteis em peratriz de cielo y tierra.
Entrasteis en casa de Isabel; Zacarías
recobró el uso do la palabra y el niño
Juan fué santificado en las en trañ as
de su m adre. E n trasteis en Egipto;
cayeron por tierra los ídolos y aque­
llos desiertos se poblaron de m onjes
puros com o los Angeles. E n tró vues­
tra arca en casa de O b e d ed o m ; y
quedó esta colm ada de riquísim os
dones. E n trasteis en la casa de Za­
queo; y de pecador le hicisteis santo:
bajasteis al lim bo ; y le convertisteis
en p araíso ... ¿S o lam en te conm igo
UBariais, S eñ o r, de diferente conduc­
ta? ¿Solo á mí me dejaríais pobre y
desconsolado?
— 262 —

No sorá a s í , Dios mío ; am ais las


alm as con dem asiada te rn u ra , para
hacerlo así. Venid , A ngeles santos,
A rcángeles, T ronos, Dominaciones,
P rincipados , V irtu d e s, Potestades,
Q uerubines y Serafines , dad gracias
al S eñor por la m erced que m e aca­
ba de h acer. V e n id , glorioso Pro­
tecto r m ió san José , venid , Santos
y B ienaventurados del cielo, rendid i
mi Dios cum plidas acciones de gra­
cias por tan señalado favor, ya que
yo soy incapaz de agradecerselo como
m e re c e , hacedlo vosotros por mí.
Hacedlo Vos tam bién ju n to con vues­
tro Esposo, ó Virgen santísim a. Yo oí
entreg o á vuestro dulcísim o Hijo sa­
cram entado , y os le entrego junto
con mi alm a y mi corazon, para que
le ofrezcáis al P adre celestial en re-
— 263 —
tomo do los inm ensos beneficios que
de su m ano tengo recibidos. Dadle
mi m em oria y mi entendim iento con
todos sus actos, mi voluntad con to­
dos sus afectos, mi cuerpo con todos
sus sentidos , mi libertad y todo mi
ser. Mas ¡ay! que no puedo vivir sin
Jesús ! V olvédm ele, pues, V irgen pu­
rísima , José ca stísim o , volvédm ele
con las gracias que el P adre E terno
me conceda por vuestra poderosa in­
tercesión. ¡ Oh ! haced que vuestro
dulce Jesús fije para siem pre su mo­
rada en mi corazon, que lo consagre
con su real p'resencia , y lo conserve
siempre puro y sin m a n c h a : sí, Ma­
dre m ia, sí José venturoso, hacedm e
templo vivo de Dios, donde descanse
y reine vuestro Hijo Jesú s por ete r­
nidad de eternidades. Así sea.
— 264 —
Este es el tiempo mas oportuno
para rogar por tus parientes vivos y
d ifu n to s, por tus superiores, maes­
tros y bienhechores, por el Sumo Pon­
tífice , Prelados, Sacerdotes, por lat
necesidades de la Iglesia y del reino:
y finalmente puedes concluir con la
siguiente
ORACION.
Héme a q u í , dulcísim o Jesús mío,
que hum illado m e postro ante tu di­
vina presencia, y con el m as encen­
dido fervor te pido im prim as en mi
corazon vivos sentim ientos de fe, es­
peranza y caridad , verdadero dolor
y arrep en tim ien to de m is pecados,
y eficaz propósito de la enm ienda;
m ientras con el m ayor afecto y com­
pasión de que m i alm a es capaz, voy
considerando y m editando tu s cinco
— 265 —
llagas, ten ien d o á la vista lo que de
tí cantaba el santo profeta D a v id :
Traspasaron mis piés y manos y con­
taron lodos mis huesos.
Pió VII en lo de a b ril de 1821 , concedió In­
dulgencia p le n a ria , aplicable & un alm a del
purgatorio, á los que confesados y comulga­
dos digan devotam ente esta oracion ante una
imigen de Cristo crucificado. Y los q u e , con­
fesándose cada ocho d ia s , com ulgaren mas á
menudo, podrán g anarla cada dia que co­
mulguen, según consta del decreto del mismo
Pontífice (12 Junio de 1822). Mas confirmando
Pió IX esta Indulgencia, ordena que por al­
gún espacio de tiempo se ruegue á la Inten­
ción de Su Santidad. (31 julio de 1831).

El dia que hubiere com ulgado, debe ser


pan el verdadero Devoto de san José como
ud dia festivo: de manera que as( como en
lis grandes festividades solemos llevar todo
el dia mejores vestidos; así también el dia
de la comunion aun despues de salidos de
la iglesia, no debemos despojarnos del ves­
tido interior del recogimiento y de la de-
— 266 —

ni aun del exterior de l a modestia y


v o c ío d ,
edificación debida: de suerte que aquel dia
sobre todo derramemos por todas partes el
buen olor de Jesucristo, como advertía san
Pablo á sus amados fieles de Corínto (1).
(i) 11 Cor. ii, 15.
V elad j o rad p a ra q a e n o n t n i i «a li
ten tació n . Marc. sxiv, 18.
De poco serviría al devoto de san
José encom endarse á Dios por la ma­
ñana y por la n o ch e,, asistir cada dia
al santo sacrificio de la M isa, y reci­
bir á m enudo los santos S acram en­
tos: no consagrando todos los dias
un rato á la oracion m en tal, podria,
á pesar de todas estas prácticas reli­
giosas, g em ir, com o tan tos otros gi­
men bajo el yugo ignom inioso del pe­
cado. Una sola cosa es incom patible
con el pecado, según la seráfica Madre
santa Teresa de Jesús , y es la o r a -
— 270 —
cion. O rar bien y p ecar es imposible.
Esto supuesto veam os la

I1P0BTANCIA T PRÁCTICA
D E LA O R A C I O N M E N T A L .

Es de tan ta im portancia este ejer­


cicio, que según m áxim a de san Luis
Gonzaga, toda la perfección evangé­
lica se adquiere con el estudio de la
oracion ; ni llegará jam ás á adquirir
las virtudes quien no se dedicare á
ella. A m uchos les p arece cosa muy
difícil te n e r oracion , y se engañan,
pues el m ed itar no es otra cosa que
pro cu rar por m edio de la considera­
ción p en etrarse bien de alguna ver­
dad de n u estra san ta R e lig ió n , para
anim arse m as á la p ráctica de la vir­
tud. ¿Y quién no vé que esto con la
divina gracia está al alcance de todos.
— 271 —
pues consiste en aplicar al negocio de
nuestra salvación las m ism as poten­
cias del alm a de que nos servim os
para los negocios tem porales ? Debe
pues el devoto de san José que quie­
ra m e d ita r, rep resen tarse por medio
de la m em oria é im aginación la verdad
ó el m isterio de que se tra ta , com o si
realmente estuviera sucediendo. Va­
ya ponderando bien las circ u n sta n ­
cias del tiem po, lu g ar y personas que
intervienen en é l , atendiendo á las
consecuencias prácticas que debe sa­
car para su aprovecham iento, y pro­
curando con esto m over la voluntad
á aborrecer algún vicio y p racticar
alguna virtud , no en g e n e r a l, sino
determinando en p articu lar las oca­
siones ó actos en que debe ejercitar­
se. Concluya siem pre con algún c o -
— 278 —
loquio sea con Dios n u estro Señor,
sea con la Virgen ó con su Esposo
santísim o ó algún otro S anto, según
fuere el paso que va m ed itan d o ; pero
hábleles con respeto y confianza, mas
con el corazon que con la boca, unas
veces para en tristecerse ó alegrarse
con ellos, o tras para im plorar su pro­
tecció n : ya acusándose, arrepintién­
dose y pidiendo perdón de sus peca­
das, ya entregándose á los m as dulces
afectos de confianza, am or y agrade­
cim iento ; concluyendo en su presen­
cia con firm es propósitos de mejorar
la vida. Estos propósitos son de tan­
ta im portancia que sin ellos la me­
ditación seria m as bien estudio, que
m editación; ó seria com o ablandar el
hierro y no m achacarlo ni darle for­
ma alguna.
— 273 —
Mas para que la m editación te sal­
ga bien, debes, am ado devoto de san
José al com enzar la oracion avivar
mucho la Te de la santidad y grande­
za de Dios an te quien vas á presen­
tarte, y em pezar siem pre por recoger
los sentidos y potencias, perseveran­
do en la oracion de rodillas, ó en pié,
ó sentado, pero siem pre con m odesta
y devota com postura de cuerpo, no
sea que Dios ofendido de tu poca re­
verencia se aleje de tí. Y por cuanto
la mayor dificultad que m uchos sue­
len hallar en la oracion consiste en el
ejercicio del enten d im ien to, he aquí
un modo de ejercitarlo no m enos fá­
cil que provechoso. Supongam os que
tomas por m ateria de la m editación
algun vicio ó falta de que deseas en­
mendarte : irás considerando a te n -
Id k Jobc.
- 271 —
tím e n te delante de Dios las cosas si­
g uien tes:

MEDITACION SOBBIJIGÜH H ÍIC T O Ó VICIO.


\ ° La fealdad de aquel vicio.
2 . “ Los m alos efectos que produ­
ce en el alm a.
3.° La estrecha obligación que tie­
nes de enm endarte de él, atendido tu
estado ó profesión.
•4.° G uanta utilidad resultará á tu
alm a de la enm ienda.
5.° Que contento en vida.
G.° Guanto consuelo te causaría el
h ab erte enm endado , si tuvieses que
m orir ahora m ismo,
7.° Im agínate que en este mo­
m ento vas á ser presentado ante el
suprem o Juez: cuál seria tu confusion
en el trib u n al de Dios.
— 275 —
8.* Qué bella corona te aguarda
en el cielo, si procuras v encerte.
9.° Cuanto gusto darás con esto
al Señor.
10. C uanta in g ratitu d seria no
hacerlo , despues de h ab er recibido
de su divina bondad tan to s bene­
ficios , y h ab erte m anifestado tanto
amor.
Estos m otivos bien ponderados te
inspirarán afectos de aborrecim iento
y dolor, confianza, acción de gracias,
amor y otros que te m overán á propo­
ner seriam ente la en m ien da, para lo
cual pedirás á Dios que se digne ayu­
darte con su gracia, pues sin ella tu s
propósitos no serian firm es ni dura­
deros.
Los m ism os m otivos con corta di­
ferencia podrán serv irte , si tom ares
— 276 —
por m ateria de la m editación alguna
virtud que te propongas alcanzar.
Meditación en público.— Si tuvieres que
hacer la meditación con o tro s, habiendo
rezado el Fmi Creator Spiritus con su ver­
sículo y oracion correspondiente, podrás
decir:
Pongámonos en la presencia de Dios, cre­
yendo firmemente que está aquí presente,
y que nos m ira, contempla y escucha en to­
do lugar, reconociéndonos indignos de com­
parecer ante su divino acatamiento. Btga
luego una breve pausa.
Adorémosle postrados con el mas profun­
do respeto y filial amor. Pausa brevísima.
Pidámosle gracias para hacer bien esta
meditación , poniendo por intercesores á la
Virgen santísima, al Angel custodio, y álos
demás Santos de nuestra devocion. Brea
pausa.
Representémonos el objeto de la presen­
te meditación que será... Aquí se lee el títu­
lo de la meditación, mas si la que está sña-
— 277 —
lada tuviese su composicion de lugar, en ves
de decir esto, se leerá dicha composicion.
En seguida leerá despacio y con unción,
pero sin tonillo , el prim er punto de la me­
ditación , parándose despues un rato mas
ó menos larg o , según el tiempo que ha­
ya de durar la oracion , y según la mayor
ó menor facilidad que los que escuchan tu­
vieren para m editar. Lo mismo observará
en los otros puntos.
Concluida la meditación, dirá: Demos gra­
cias á Dios por los buenos pensamientos y
afectos que se ha dignado comunicarnos en
esla oracion. Haga aqui una breve pausa.
Ofrezcámosle las resoluciones que hemos
hecho pidiéndole gracia para ponerlas por
obra, interponiendo la mediación del Angel
de guarda, la de nuestros Santos patronos,
y muy en particular la de María santísima.
Pausa.
Sub tuum prcesidium confugimus, sancta Del
Genitrix, nos tras deprecationes ne despidas in
neeesiitatibus, sed a perícuHs cunctis libera nos
ttmper, Virgo gloriosa el benedicta.
— 278 —
y. Ora pro nobis, sancla Dei Genitnx.
ñ). Ut digni efficiavmr promissionibvt
Ckrisli.
O REM US.
Defende, quwsumus, Domine, Beata María
semper Virgine intercedente, islam ab omni
adversitate fam iliam , et loto corde tibí prot-
Iratam ab hostium propitius hiere clementer
intidiü. Per Ckrittum Dominvm nottnn.
Amen.
El tiempo mas oportuno para meditar es
por la mañana luego al levantarse, antes
que uno se distraiga con pensamientos de ne­
gocios, y es muy bueno leer y preparar los
puntos ó materia de la meditación por li
noche antes de acostarse, fijando ya desde
entonces el fruto que se debe procurar.
Finalmente concluida la meditación, con­
viene que cada cual se detenga un rato en
examinar el cuidado v devocion con queli
ha hecho y el fruto que de ella ha sacado,
dando gracias á Dios de lo bueno que tu­
ya habido, y pidiéndole perdón, si en algo
hallare haber fallado.
— 279 —

MÁXIMAS PRECIOSAS
fie pueden serrir de materia para la meditación de ca­
da dia d iru te no mei. y ofrecen i n i dieilro orador
a c tle ilu m aterh lu para la predicación (*).

m á x im a I.
¿Qué le aprovecha al hombre ganar lodo el
mundo, si pierde su alma (1)?

1. No tengo mas que un alm a . P er­


dida esta, lodo eslá perdido para mí:
salvada esla, todo lo tengo asegurado.
¿De que me sirve pues g an a r todo el
mundo, si pierdo el alma?
2. Esta alma es propiamente mia.
Todo cuanto tengo por m i ó , lo he
de dejar finalm ente. ¿Quó daño pues

(*) Sou lomadas en gran parle de un autor


Italiano.—(1) Malth. xvi, 26.
— 280 —

me podrá h acer la pérdida de todos


los bienes , con tal que llegue á sal­
var mi alm a?
3. Mi alma es eterna. Todos los
bienes de este m undo, placeres , ri­
quezas , em pleos, honores todo ten­
drá fin. ¿ C ó m o , p u e s , no procuro
asegurarm e la adquisición de los
bienes etern o s?
Fruto. Adora con el espíritu las
cinco llagas de Jesucristo tu Reden­
to r, diciendo cu cada una de ellas:
Q uiero, S eñ o r, salvar mi alm a. Sáne­
te Joseph, ora pro nobis.

náxlm a n .
E l que no comienza á vivir bien m la juventud,
se expone á no comenzar jamás.

1. Porque la costum bre que en la


ju v en tu d se tom a, difícilm ente se deja.
— 281 —

2. Porque con los años se fortale­


cen las m alas inclinaciones, y cre­
cen los peligros.
3. Porque si en la ju v en tu d se
desprecian las gracias é inspiracio­
nes divinas, estas con el tiem po irán
disminuyendo.
Fruto. P ara em pezar desde luego
a vivir bien, propon la enm ienda de
aquel delecto ú pecado h abitual que
le domina. Atiende al lu g ar, tiem po
y modo con que suele v en ir la ten ta­
ción y prepárate á rechazarla pronta­
mente; á cuyo fin, acude á san José
ú á la Virgen santísim a, rezando tres
Ave Marías en h o n o r de su pureza
inmaculada.
— 282 —

Máxima OI.
Los jóvenes que viven mal, fácilmente se con­
denan, si mueren en la juventud.

1. A la m ayor p arte de los peca­


dores en la m uerte no se les avisa
con tiem po, y aun cuando se les avi­
se, no creen lan in m in ente el peli­
gro , y así dilatan la confcsion hasta
lo últim o, v se condenan fácilmente.
2. Confesándose con ta n ta premu­
ra de tie m p o , y en tre las angustias
de la m u erte , de tem er es no hagan
m ala confesion, y se condenen igual­
m ente.
3. Aun dado qué hiciesen buena
confcsion, si no se corrigieron cuando
estaban buenos , se hallarán con pa­
siones tan fuertes y tentaciones tan
vehem entes, que es lacil recaigan en
— 283 —
pecado, despues de recibidos los Sa­
cram entos y m u eran en él.
Fnito. Im aginando que hoy es el
último dia de tu vida , atiende á lo
que te pondría en m ayor peligro de
eterna condenación, y quítalo ahora
mismo, ya que ahora Dios te conce­
de luz, tiem po y g racia. Di tres veces
á la santísim a Virgen : María- Mater
gratia, Mater misericordia, tu nos ab
hoste protege et mortis hora suscipe.
Sánete Joseph, ora pro nobis.

máxima IV.
No tendrá escusa en el tribunal de Cristo, el
que desde joven no comenzó á vivir bien.

\ . No ten d rá e s c u s a ; pues tuvo


tiempo y lo desperdició. Se le repre­
sentarán tan to s años de vida ó mal
empicados, ó inú tilm en te perdidos.
— 284 —
2. No ten d rá e s c u s a ; pues tuvo
auxilios , S acram en to s, luces, inspi­
raciones , y verá que m alogró todas
estas gracias.
3. No ten d rá escusa ; pues tuvo
ejem plos y no supo aprovecharse de
ellos. ¡C uántos de su m ism a edad y
condicion se dieron á la virtud, y él
con iguales ó m ayores g racias no los
ha sabido ni querido im ita r !
Fruto. P uesto á los pies de Jesús
crucificado pídele perdón del tiempo
perdido , y de las gracias y ejemplos
despreciados en la ju v en tu d ; y resuél­
vete á com enzar hoy con el mism o fer­
vor que si fuera este él p rim er dia de
tu co n v ersió n . Di á m enudo entre dia:
Domine, durn tenerisjudicare, noli m
condemnare. Sancta M a ría , ora pro
nobis. Sánete Joseph, ora pro nobis.
— 285 —

máxima V.
Una v a perdida la inocencia no se recobra
jamás.

\ . A unque u n a sola vez viniere á


pecar g rav em en te, será etern am en te
verdad que mi alm a fué enem iga do
Dios. ¡Qué horror!
2. A unque u n a sola vez viniere á
pecar g ra v e m e n te , será eternam ente
verdad que mi alm a fué esclava del
demonio. ¡Qué deshonra!
3. A unque una sola vez pecare
gravemente , será etern am ente ver­
dad que mi alm a fué rea del infier­
no. ¡ Qué c o n fu s io n !
Fruto. Si crees e6tar en gracia,
dá gracias á D io s, y ruega á la san­
tísima Virgen que te ayude á con­
servarte así hasta la m u e rte ; dáselas
— 286 —
m ucho m as si conocieres que no
has perdido aun la inocencia. Guár­
date con cuidado de la prim era oca-
sion ó te n ta c ió n , y pide al Señor
la gracia de m orir an tes que ofender­
le. Malo mori , quam fa d a ri: decia
san C asim iro. Sancla M aría, ora pro
nobis, Sánete Joseph, ora pro nobis.

IHáxlma VI»
E l primer pecado puede ser el último.

1. M uchos se condenaron al pri­


m er pecado m ortal, no pensando que
pudiese ser el últim o. ¿Y yo no te­
m eré, habiendo ya com etido tantos?
2. H abiéndom e Dios perdonado
tan tas veces, yo siem pre he recaido.
Si vuelvo á re cae r ¿quién me asegura
que quiera Dios perdonarm e otra vez?
3. El abuso de la misericordia
— 287 —
provoca m as la ju sticia. Habiéndom e
pues sufrido Dios tan tas veces ¿no es
fácil que m e c a s tig u e , si vuelvo á
ofenderle?
Fruto. Cada vez que diere el reloj,
di con todo afecto: A peccato morlali
libera m e , D om ine, y reza el Ave
María á la V irgen santísim a que te
alcance esta gracia. Cuando te vieres
acosado de alguna ten tac ió n , piensa:
Este primer pecado puede ser el últi­
mo de mi vula: ¿ y si lo fuese?

H¿xlnu» m
Cnanto mas fácilmente vuelve uno á pecar,
tanto mas difícil se hace el perdón.

\ . Es m as difícil el perdón en el
que re c a e , porque Dios no perdonó
á muchos que cayeron u n a sola vez.
2. Es m as difícil el perdón en el
— 288 —
que re cae , porque con tan tas recaí­
das se hace m as difícil el arrepenti­
m iento.
3. Es m as difícil el perdón en el
que recae, porque m uchos con sus
recaidas cansan á Dios y así se expo­
n en á que los abandone.
Fruto. Di con frecuencia entre
dia: No perm itáis, S eñ o r, que jamás
m e aparte de Vos. O frece todo el
bien que h icieres para prepararte á
los S acram entos que hayas de reci­
bir la próxim a vez , á fin de obtener
por ellos u na co nstante enmienda,
de m odo que no recaigas en pecado
m ortal, ni te hagas m as difícil el per­
dón con las recaidas.
— 289 —

m áxim a v m .
El que vive mucho tiempo habituado al vicio,
corre riesgo de que nunca se confiese bien.

1. El dolor en la confesion debe


ser so b ren atu ral. ¿Cómo direm os que
lo tiene quien ni tem e ni am a á Dios,
antes bien á cada paso le ofende?
2. El dolor debe ser sobre todas
las cosas: ¿y cóm o se dolerá del pe­
cado m as que de todo otro m al, el que
por un breve gusto vuelve á recaer?
3. El dolor debe 6cr eficaz: ¿ y
cómo le ten d rá quien nunca se en ­
mienda de sus vicios, y jam ás se apar­
ta de las ocasiones de p e c a r?
Fruto. Si despues de ta n ta s con­
fesiones te hallares todavía con al­
gún mal hábito y sin en m ienda, tra ­
ta luego con tu padre espiritual de
1Q 1(1 i Jo9C,
— 290 —
poner rem edio á las confesiones mal
hechas por medio de una general. El
Salm o Miserere. Sánete Joseph , oro
pro nobis.

m á x im a IX .
E l tiempo p a ta: la muerte te acerca: la eter­
nidad tne aguarda.

El tiem po pasa. ¿Cóm o lo em­


pleo? ¡ Ay! Una vez perdido, no vuel­
ve jam ás.
2 . La m u erte se acerca. ¿Pienso
yo en ella ? Este dia puede ser el úl­
tim o de mi vida.
3. La etern id ad m e aguarda. ¿Có­
mo no tem o? ¿Y quién sabe que eter­
nidad m e tocará? ¿Si ahora viniese á
m o rir, qué eternidad seria la mia?
Fruto. P ara m ejor em plear el tiem­
po de hoy en adelan te, haré cuenta
— 291 —
cada m añana que aquel dia puede ser
el últim o de mi vida; y hoy especial­
mente diré á cada una de mis obras:
¿Si esta fuese la últim a, cómo la ha­
ría yo? ¿ F cómo quisiera haberla he­
cho en el articulo de la muerte? Cada
vez que diere el reloj , reza el Ave
María añadiendo : E l tiempo pasa :
la muerte se acerca: la eternidad
me aguarda. Sánete Joseph, ora pro
nobis.

m á x im a X.
Pocoi ton ¡o» que te talvan, y mucho» lot que
se condenan.

1. Pocos son los que se salvan,


porque el cam ino del cielo es es­
trecho , y son pocos los que andan
por él.
2. M uchos son los que se conde­
n a n , porque según nos enseña Jesu­
cristo, verdad infalible, el cam ino del
infierno es an ch o , y son m uchos los
que andan por él.
3. Y bien, ¿ te salvarás ó te con­
d enarás? ¿Q ué te responde la con­
ciencia? ¿Vas por la senda estrecha
de los pocos , ó por el cam ino ancho
de los m uchos?
Fruto. E ntrega hoy tu alm a en
m anos de María santísim a y de san
José, pidiéndoles de veras que te al­
cancen la gracia de salvarla; y entre
dia repite esta jacu lato ria: Ne meper-
das, ne me damnes, ó M aría ; film
enim luus sum ego. Sánele Joseph,
ora pro me.
— 293 —

IHáilma XI.
Dos puertas tiene el paraíso, la inocencia y la
penitencia.

1. Considera la vida pasada: ¿has


vivido siem pre inocente? Un solo pe­
cado m ortal cierra esta puerta por
toda la eternidad.
2. C onsidera la vida presente: ¿ha­
ces actualm ente p en itencia de tus
pecados?
3. Considera qué vida te propo­
nes h acer en a d e la n te : ¿será tal que
te deje abierta una de estas dos puer­
tas hasta la m u erte ?
Fruto. Reza devotam ente las le­
tanías de los S antos, invocando con
grande afecto á cada uno de ellos, á
fin de que con sus m éritos y podero­
sa intercesión te alcancen la gracia
— 294 —
de hallarte en la hora de la muerte
en el núm ero de los inocentes, ó ú
lo m enos de los pen iten tes, de suerte
que por la p u erta de la inocencia ó
de la penitencia , puedas e n tra r con
ellos en el paraíso. Sánete Joseph,
ora pro me.
ináiiim xn.
E l mayor de todos los males es el pecado.

1 . Dios aborrece tan to el pecado,


que lo castigó con la m ayor severidad
en los Angeles y en Adán. ¡Y no ha­
bían com etido m as que u n solo pe­
cado!
2 . Dios aborrece tan to el pecado,
que lo castiga con una eternidad de
torm entos. ¡Y eso que Dios es todo
bondad!
3 . Dios aborrece tan to el pecado,
— 29o —
que lo castigó con horrendos supli­
cios en la persona m ism a de Jesu­
cristo. ¡Y no ten ia mas que la apa­
riencia de pecador!
Fruto. Haz hoy alguna penitencia
corporal en satisfacción de tu s peca­
dos, uniéndola con los m éritos de la
pasión y m u erte de tu R edentor ; y
con un fervoroso acto de contrición
pídele que te libre de exponerte al
peligro de p ecar, y del m ayor de to­
dos los m ales que es el pecado. A b
omni peccalo libera me Domine. Sáne­
le Joseph, ora pro me.
m á x im a X D I.
La gracia es el mayor de todos los bienes.

1. Los dem ás bienes no satisfacen


mas que una pequeñísim a parte de
nuestros d ese o s; al paso que la gracia
- 296 —
de Dios satisface y llena toda el alma.
2. Los dem ás bienes consuelan
poco y solo algún in sta n te ; pero la
gracia de Dios produce un consuelo
grande y perm an en te.
3. Los dem ás bienes no tien en mas
que la apariencia de b ie n ; la gracia
de Dios es el único bien real y ver­
dadero del alm a y de la eternidad.
Fimlo. Si sientes en tu alm a ape­
go ó afecto desordenado á alguno de
los bienes terren o s, com o á riquezas,
honores y com odidades, pide de todo
corazon al S eñor que te libre de él:
princip alm en te si tien es alguna amis­
tad peligrosa , sacrifícala hoy á Je­
sús crucificado , protestando que no
deseas otra cosa m as que su amor y
gracia. Veni Creator Spiritu». Sáne­
le Joseph, ora pro me.
— 297 —

máxima XIV .
Fácilmente cae en pecado quien no desecha
pronto la tentación.

1. Porque da tiem po á la te n ta ­
ción para que pueda ejercer su fuer­
za, y arraigarse en el alm a.
2. Da facilidad á las pasiones de
coligarse con la tentación.
3. Se hace indigno de las gracias
extraordinarias que Dios le haria , si
pusiese las diligencias que están de
su parte.
Fruto. Mira en p articu lar cual es
la tentación que mas te dom ina , y
pide todas las m añanas á la Virgen
inmaculada que te defienda de ella,
rezando un Ave María á su Corazon
purísimo , con propósito de no con­
sentir jam ás. Di tam bién la siguiente
invocación : Mater purissima , ora
pro me. Sánete Joseph, ora pro me.
BKáxlma JLV.
Falsas excusas que alega el pecador.

1. Dices que la naturaleza vicia­


da te in clin a al pecado: m as la natu­
raleza se corrige con la gracia. ¿Por
que pues no procuras aum entarla con
el fervor de las b uenas obras?
2. Dices que las tentaciones del
dem onio te incitan al pecado: mas
aquellas se vencen con el auxilio de
Dios. ¿P or qué, pues, no recurres á
él por medio de la oracion?
3. Dices que las ocasiones te in­
ducen al pecado : ¿ m as no estaba en
tu m ano el h u ir de e lla s? ¿ Por qué,
pues , no lo hacias con ánim o intré­
pido ’y resuelto ?
— 299 —
Fruto. Em plea un cuarto de hora
en rezar el Salm o Miserere, con una
breve pausa en cada versículo , m e­
ditando el sentido do las palabras,
para excitar en tí u na co n trición m as
intensa; y en penitencia de tu s peca­
dos prívate hoy de algún recreo lícito.

ffláxlm n X T L
Dios me ve.

{. Yo no h aria una acción inde­


cente en presencia de u n a persona
algo autorizada; ¿ y m e atreveré á
cometer un pecado en la presencia
de Dios?
2. Yo no ofendería á la cara á una
persona p articu lar, que pudiese ven­
garse de mí: ¿y ofenderé á Dios A su
misma vista, siendo así que en el ac­
to puede y debería castigarm e ?
— 300 —
3. Yo no haria u na afrenta en pre­
sencia de uno que fuese mi rey ó de­
biese ser mi juez: ¿y m e atreveré yo
á rebelarm e contra Dios, rey tan po­
deroso y juez severo que m e ve?
F m to. En las acciones principales
del dia renueva la presencia de Dios
con u n a recta in ten ció n de hacerlo
todo en cum plim iento de su voluntad.
Cuando te sucediere alguna adversi­
dad d i : Dios lo quiere asi; y al verte
acom etido de alguna ten tación, resis­
te desde luego con este pensamien­
to : Dios está presente: Dios me ve.

m á x im a x m
Batía querer para hacerte tanto.

i. Basta q u e r e r ; pero debe ser


u na voluntad absoluta , sin restric­
ciones.
— 301 —
2. Basta q u erer; pero debe ser una
voluntad resu elta, sin duda ni tergi­
versación alguna.
3. B asta q u e r e r ; pero debe ser
una voluntad co n stan te, sin m udan­
za alguna. ¿T ie n e la tuya estas con­
diciones? Veleidad será en to n ces, no
voluntad verdadera.
Fruto. Pon especial cuidado en ha­
cer bien las obras de este dia, y prin­
cipalmente las e sp iritu a le s, de modo
que no pierdas el m érito de ellas por
falta de recta in ten ció n ó de debida
atención. Sobre todo acostúm brate
á dar siem pre á Dios la prim era obra
del dia, levantándote pro ntam ente al
oir la señal, y diciendo con gran fer­
vor como los R eyes Magos: esta es la
señal del g ran R ey que nos llam a
Sánete Joseph, ora pro m bis.
— 802 —

M áxim a X Y H L
Un pequeño bien con ¡a gracia de Dios se con­
vierte en grande.

\ . Poco es lo- que Dios nos pide


que hagam os por am or suyo, y para
esto poco nos ayuda con abundante
gracia y nos excita con sus ejem­
plos. ¡O h! ¡ qué b o n d a d !
2. Pocos servicios exige Dios de
nosotros en esta vida, siendo inmensa
la recom pensa que nos tien e prepara­
da en el cielo. ¡Oh! ¡qué liberalidad!
3 . M uchos y g randes sacrificios
exige el m undo y en cu en tra tantos
secuaces : ¡ y Dios tan p o c o s ! ¡ Ay!
¡ qué c e g u e d a d !
Fruto. Anda hoy con los ojos ba­
jos por las calles im itando á san Luis
Gonzaga, el cual con su modestia mo-
— 303 —
via á devocion á cuantos le m iraban.
Toma á este S anto por abogado de
tu v is ta , de m odo que en adelante
no solo la apartes de todo objeto pe­
ligroso, sino que tam bién sepas m or­
tificarla en su h onor. Sánete Joseph,
ora pro me. Sánete Aloysi, ora pro me.

m á x im a X 1 L
Un pequeño mal por la astucia del demonio se
convierte en grande.

1. Un poco de negligencia en el
servicio de Dios basta para que el
demonio nos haga perder m ucho m é­
rito y m ucha g lo ria¥ ¡ Qué pérdida !
2. Un poco de negligencia en de­
sechar las ten tacio n es basta para que
el demonio nos haga caer despues en
pecado. ¡ Qué peligro !
3. Un poco de negligencia en co r-
— 304 —
regirnos de pecados veniales le bas­
ta al dem onio para que el nos hagn
ca er en adelante en m uchos y gra­
ves. ¡ Oh ! ¡ qué ru in a !
Fruto. Harás hoy tres propósitos
especiales. El prim ero de guardar­
te de todo pecado au n venial ple­
nam ente consentido. El segundo do
evitar cu an to puedas todo defecto
en el obrar. El tercero de hacer las
obras con grande atención y pura
intención de dar gusto á Dios. Tres
veces el Gloria Patri á la santísima
Trinidad. Pide á san José fidelidad en
cum plir estos propósitos.

IHáilnm
Quien no te priva de algún gusto licito, fácil­
mente se lomará los ilícitos.

4. Esto es cierto considerada la


— 30o —
cosa por p arte de sí m ism o ; porque
forma un hábito de seguir en todo su
amor propio.
2. P or p arte del dem onio; porque
ofrece m as fácilm ente placeres ilíci­
tos cuando ve la inclinación á todos
los lícitos.
3. P or p arte de Dios; porque pri­
va de sus auxilios especiales á quien
no quiere vencerse en nada por am or
suyo.
Fruto. Reza cinco veces el Padre
nuestro y Ave M aría con los brazos
en cruz delante de un Crucifijo, y haz
cinco actos de m ortificación en ho­
nor de sus cinco llagas. Así mismo
propon no gu star cosa dulce los vier­
nes , para im itar siquiera en algo la
hiel am arguísim a del S eñor.
— 306 —

m á x im a X U
¿Xo puede agradar á Dios, quien no quiere
negarse nada á si mismo.

1. No puede agrad ar á Dios, quien


no mortifica sus sentidos : y sin em­
bargo ¡ yo me afano tan to por satis­
facerlos !
2. No puede agradar á Dios, quien
no m ortifica sus pasiones : y ¡tanto
com o á mí m e repugna el domi­
narlas !
3. No puede agrad ar á Dios, quien
no m ortifica su voluntad: y ¡tanto
com o yo deseo seg u ir m is antojos!
Fruto. Deja en la m esa algo de lo
que m as te g u s ta ; y ya que muchos
practican todos los dias este acto de
virtud , hazlo tú siq u iera hoy en ho­
nor de la santísim a V irg e n , y por
‘ — 307 -
amor suyo propon ayunar ó hacer
abstinencia los sábados. Cinco Ave
Marías en m em oria do las cinco le­
tras del dulcísim o nom bre de María.

máxima XX1L
Dios mefece ser temido.

1. P o r su poder ; pues os tal que


no hay quien pueda resistirle.
2. P o r su ju s tic ia ; pues tien e el in­
fierno abierto para el que no le tem e.
3. P or su bondad; pues cu an to
mayores son los beneficios que me
hace, tanto m ayor será el castigo, si
abuso de ellos.
Fruto. R epite en tre dia por via de
oraciones jacu lato rias actos de fe, ad­
mirando el poder de la divina M ajes-
lad; de esperanza , confiando en su
misericordia ; de caridad , am ando á
— 308 — '
un S eñor ta n bueno en sí mismo , y
tan liberal para contigo. Credo quod
revelasti: spero quod promisisti:amo
quod pracepisli. Sánele Joseph, ora
pro me.
M áxim a 1 U L
Dios merece ser amado.

4. Debem os am ar á Dios, porque


así nos lo m anda É l: es obligación
de ju sticia. ¿ L e has tú am ado siem­
pre hasta a h o ra ?
2 . Debem os am ar á Dios, porque
es nuestro b ienhechor: es obligación
de g ratitu d. ¿ E re s tú actualmente
constan te en su am or?
3. Debem os am ar á Dios, porque
él nos a m a : es obligación de amor.
¿E stás por lo m enos resuelto á amar­
lo siem pre en lo sucesivo?
— 309 —
Fruto. O frccc hoy tu corazon en ­
teram ente á Dios. A im itación de san
Ignacio , hazle donacion irrevocable
de tu m em oria , en tendim iento , vo­
luntad y de todo tu s e r , diciendo
con todo el afecto de tu alm a.— To­
mad, Señor, etc., (pág. 2 5 7 ).
m á x im a X U V .
E l mundo no merece ser temido.

¿ Q u é im porta que el m undo


no haga estim a de m í? ¿Im pedirá
esto el que Dios me ap recie?
2. ¿Qué im porta que el m undo no
me ame? ¿Puede por ven tura h accr,
que no sea yo am ado de D ios?
3. ¿ Q u é im porta que el m undo
nada me dé? ¿P o d rá p o r v en tu ra pri­
varme de los inm ensos bienes que
recibo de D ios?
— 310 —
Fruto. Pide perdón á Dios de tres
cosas. 1.* Del mal que has hecho
por com placer á los am igos. 2.* Del
bien que has dejado do hacer por
respetos hum anos. 3.* Del m al que
hayan hecho otros ó del bien que ha­
yan dejado de h acer por tu causa.
Reza el Ave maris stella. Sánete Jo­
seph, ora pro me.

máxima XX V .
No hay que hacer del amor de los hom­
bres.

1 . P orque el am or de los hombres


es falaz : am an su b ie n e s ta r, ó los
bienes que puedo darles el am igo; no
el m érito ni la persona del que se
d esen trañ a por ellos.
2. P orque el am or de los hom­
bres es i n ú t i l : am an sin hacer bien
— 311 —
y sin dar m érito alguno dolante de
Dios.
3. P orque el am or de los hom bres
es pernicioso: ¡c u án tas veces am an
ó con fin claram en te m alo, ó al me­
nos peligroso para el alm a !
Fruto. Exam ina si sientes incli­
nación desordenada á alguna perso­
na, y ofrécela en sacrificio al Señor.
Imagínate que ves su sem blante lleno
de gusanos , de hediondez y podre­
dumbre ta l, cual estará despues de la
muerte; y esta im aginación te ayuda­
rá á desprenderte de todo afecto de­
sordenado hácia las cria tu ras. Sáne­
le Joseph, ora pro nobis.
m áxim a X X I X
Es cosa dura servir al mundo.

1. El m undo es un amo fem e n ti-


- 312 —
do. P rom ete satisfacciones y da dis­
gustos ; ¡ y yo me he dejado hasla
ahora sed ucir por él, sirviéndole con
tanto afan !
2. El m undo es un traidor. Por
algún tiem po se finge am igo, y á lo
m ejor nos abandona; ¿soy yo actual­
m ente del núm ero de los que le
sirven?
3. El m undo es un tirano. Impo­
ne leyes co n trarias á la m ism a ra­
zón; ¿y proseguiré sirviéndole de hoy
en adelante?
Finito. P onte á im itación de san
Francisco Jav ier com o atadas las ma­
nos atrás en la presencia de Dios,
reconociéndote digno de castigo por
h aber ofrecido tus servicios al mun­
do. P rotesta que en adelante no quie­
res servir á otro dueño que á Jesu-
— 315 —
cristo, üiciéndole : Domine ¿ quid me
vis facere? Ayudadm e, denodado Ja­
vier, y Vos glorioso san José.

Máxima XXV II.


Cuan fácil es servir á Dios.

1. Dios pide y se contenta con


poco: luego es cosa íácil s e rv irle :
¡ y yo pretesto mil dificultades insu­
perables ; su yugo me parece inso­
portable !
2. Dios consuela m ucho : luego
es dulce serv ir al S eñor: ¡ y yo tem o
no me cause tristeza su servicio!
3. Dios paga los m enores servi­
cios con prem io e te rn o : luego es útil
servir al S eñor : ¡ y yo m iro con h o r­
ror el mas m ínim o trab ajo ?
Fruto. Di pues á Dios con ánim o
resuelto : soy , S eñor , y quiero ser
— 311 —

siem pre vuestro siervo : 0 Domine,


quia ego servus lu u s , et film s antUr
la tum. Dále gracias y alégrate por
la etern a recom pensa que prometo
en el cielo á los que le sirven con
fervor.

m áxim a I X T I I L
De todo ha» de dar cuenta á Dio».

1. D aré cu en ta á Dios de todo el


mal que debia evitar y no evité.
¡Qué confusion será ento nces la mia.
p or tan to atrevim iento!
2 . D aré cu en ta á Dios de todo el
bien que pude p racticar y no practi­
qué ! ¡ Cuál será entonces mi dolor
por tan ta cobardía!
3. D aré cu en ta á Dios del tiempo
que m e dio para arrep en tirm e, y que
yo desprecié. ¿Cuál será entonces mi
— 316 —
temor por la scn tcn cia que m e to­
cará?
Fruto. S uplica á la santísim a Vir­
gen, que pues es m adre de gracia y
de m isericordia, te alcance de Dios el
perdón de los pecados com etidos en
loda tu vida, y te defienda de las ten ­
taciones en la hora de la m uerte: que
te alcance sen ten cia favorable en el
tribunal de Cristo suprem o juez, y se
digne recibir tu alm a en sus propias
manos. T res veces M aría mater gra-
/»«, etc., (pág. 2 8 3 ).

Máxima U n .
Si me condeno et porque quiero.

\ . Puedo enm endarm e de m is pe­


cados: ¿por qué pues no m e enm ien­
do? ¿Por qué no soy pronto en dese­
char la tentación?
- 316 —
2. Puedo dejar las ocasiones: ¿por
qué pues no hago u n esfuerzo para
hollar el respeto hu m an o , y hacerme
sordo al m aldito qué dirán ?
3. P uedo cum plir con las obliga­
ciones que m e im pone la conciencia:
¿ p o r qué pues no las cu m p lo ? ¿Por
qué no m e resuelvo á v en cer aquella
pequeña dificultad?
Fruto. Empieza hoy m ism o á abs­
ten erte del pecado en que sueles caer
m as á m e n u d o , ap artándote de la
o c a s io n : y señala la p enitencia que
deberás h acer cada vez que vuelva.*
á caer hasta que te enm iendes ente­
ram ente.

m á x im a X XX .
E n nuestra mano está ganar el cielo.

1. Dios ha hecho el cielo para que


— 317 —
todos vayam os á é l : basta pues que
yo quiera de veras arrep en tirm e de
mis p ec ad o s, y ser fiel en lo sucesi­
vo, y m e salvo.
2. Dios desea que vayamos al cie­
lo y nos llam a á él: b asta, pues, que
yo lo desee eficazm ente y correspon­
da al llam am iento divino.
3. Dios nos da los m edios nece­
sarios para ir al cielo: basta pues que
yo me aproveche de sus auxilios, y no
abuse de su gracia.
Fruto. P ro cu ra con tu s buenas
obras au m en tar el m érito, para ten er
mayor gloria en el cielo. A este fin
repite en tre dia m uchos actos de vir­
tud, y con tu s oraciones, consejos y
buenos ejem plos pro cu ra im pedjr al­
gún pecado , prom over la piedad en
tus com pañeros y g an a r algún alm a
— 318 —

para Dios. Ofrece hoy todas tu s bue­


nas obras por el alm a del purgatorio
que esté m as cerca de su b ir á la glo­
ria. Sánete Joseph, ora pro nobis.
El Papa Benedicto XIV p ara aGclonar i los
Geles al saulo ejercicio de la oracion mental,
concedió en 16 de diciem bre de 1746 una In­
dulgencia p len aria cada mes, al que meditare
por lo menos un cuarto de ho ra coda dia, ó
enseñare á oíros & m e d ita r; con tal que con­
fesado y comulgado ruegue por las Intencio­
nes del Sumo Pontífice el dia que escogiere
p ara ganar dicha indulgencia.
Además siete años y siete cuarcnlena9 de
perdón por cada vez que m editare ó enseñare
á m editar. Todas estas indulgencias son apli­
cables á las Animas del purgatorio.
— 310 —

PASION DE JESÚS.

A dT W tnpiM p a s a m e d ita rla oon fro to .

No d u d o , am ado devoto de san


José, que habiéndote aplicado seria­
mente d u ra n te u n m es á m editar las
máximas cristian as que te acabo de
proponer, te sentirás grandem ente
aficionado al ejercicio provechosísi­
mo de la oracion m ental. Voy pues á
indicarte u na m ina Fecundísima de
donde sacará tu alm a recursos ina­
gotables con que suavizar el yugo del
Señor y en riquecerla con el tesoro
preciosísimo de toda clase de virtu­
des. ¿Y qué m ina es esa tan preciosa?
La m editación de los m isterios de la
Pasión y M uerte de n u estro divino
Redentor. Y de hecho, ¿q uién podrá
— 320 —
decir en pocas palabras cuán prove­
chosa es al alm a y cu an agradable es
á Dios dicha m editación? ¡Qué medio
este tan eficaz para v en cer las tenta­
ciones, purificar el alm a , perfeccio­
narla en la virtud y en cen d er en ella
el fuego del divino am or! Baste decir
con el seráfico D octor san Buena­
ventu ra , que aquí halla el cristiano
todo cuanto pudiera desear. Qui u
intente ac devole in sanctissima vila
el passione Domini exercet, omnk
ulilia et necessaria sibi abundanltr
ibi inveniel, nec opns e s t, ut extra
Jesum aliquid qumrat.
La naturaleza de esta obrita no
perm ite poner aquí una série de me­
ditaciones sobre este im portante asun­
to. Las hallará el lector en las medi­
taciones del P. La P u en te, de Fr. Luis
— 321 —
de'Granada, de Villacastin y otros ex­
celentes au to res. No obstante el re­
loj que vam os á poner de la P asión, el
Via-Crucis distinto del que se halla
en ol Ancora de salvación, y sobre to­
do las advertencias que siguen podrán
suplir algo y serv ir m uchísim o para
meditar fácilm ente y con fruto cual­
quier paso de la Pasión del Señor.

CDCIIKSTUCUS QUE PUEDE! UNTU»


y afectos que pueden concebirte en cualquier
misterio de la Pasión.

En cu alq u ier punto ó m isterio de


la Pasión del S eñor puedo ir consi­
derando :
1. La infinita dignidad del S eñor
que padece.
2. La grandeza de sus tormentos é
ignominias.
— m —

3. £1 am or inm enso con que to­


do lo sufre.
4. Cuán vil y m iserable soy yo por
quien padece.
5. Qué preten d e Jesús con tan es­
tupendas obras, sino el que yo le ame
é im ite las virtudes que ejercita.
C onsiderado esto brevem ente, pe­
ro con atención , será casi imposible
que la voluntad no se sienta movida
á varios afectos, principalm ente:
De admiración, diciendo: ¿Es po­
sible que padezca un Dios, y padez­
ca. tanto, y por una criatura tan, vil t¡
miserable como yo soy? ¡0 bondad! ¡0
sabiduría de D ios! ¡ Qué medios ha­
béis inventado para salvarme!
De agradecimiento, no solo reco­
nociendo in terio rm en te este tan ex­
traordinario beneficio, sino manilos-
— 323 —
tándolo exteriorm ente con alabanzas
y acciones de gracias ; y sobre todo
ejercitándote en deseos y propósitos
de pagárselo con obras.
De compasion, al ver aquella Hu­
manidad santísim a sum ergida en un
mar de dolores, considerando la de­
licadeza de su com plexión, la grave­
dad de los to rm entos, la rabia de los
enemigos y v erd u g o s... ¡Oh! ¡Quién,
Señor, fe hubiese hallado allí pre­
sente para poderos d ar algún alivio y
consuelo 1
De contrición, de tus pecados, re­
conociendo cuán profundas eran las
llagas de tu s c u lp a s , pues tal rem e­
dio fué necesario para cu rarlas; con­
siderando cuán caros le costaron á
Jesús los placeres prohibidos que te
tomaste, y cu án ta p arte has tenido tú
— 321 —
en su pasión y m uerte. P ero acom­
paña este afecto con firm es propó­
sitos de en m en d arte , y de m orir mil
veces an tes que ofender de nuevo á
tan am able R edentor.
De amor, esfuérzate en correspon­
der á tan ta caridad , am ando soto
todas las cosas á un Dios que te anui
m as que á su propia vida, y desean­
do que sea de todos conocido y ama­
do en la tierra y en el cielo.
De súplica, pidiendo al Señor la
gracia de im itarle en la virtud que
m as falta te h a c e , ó que mas res­
plandece en el m isterio que medita­
res ; y excitando tu confianza á vista
de lo que Dios ha hecho y padecido
por tí; pues como dice san P ab lo : El
que á su propio Hijo no perdonó, ti­
fio que lo entregó á la muerte por It-
— 325 —
dos nosotros, ¿cómo es posible que
no nos dé juntam ente todo lo demás?
P ero advierte que no es necesario
que te ejercites en cada m editación
en todos estos afectos; basta escoger
alguno ó algunos de ellos según tu
necesidad ó devocion; así com o tam ­
poco es preciso re co rre r todos los
puntos en que se divide el m iste rio ;
pues cuando uno m edita en particular
y no en com unidad , debe detenerse
en el prim er p u n to , m ien tras hallare
que m ed itar; y aunque se le pase allí
todo el tiem po, no im porta, no pase
al segundo p u n to , hasta que haya
satisfecho toda su devocion en el pri­
mero, pasando luego á los dem ás si
hubiere tiem po. Y esto se entiende
de toda suerte de m editaciones, cual­
quiera que fu ere su m ateria.
— 326 —
Lo dicho bastará , amado devoto de san
J o s é , para que por de pronto sepas lo mas
sustancia] que se requiere para meditar con
fruto la sagrada Pasión: pero la práctica, y
sobre todo la luz que Dios te comunicará,
si perseverasen este santo Ejercicio, te en­
señarán mas de lo que yo pudiera hacer con
muchas palabras.
Por tanto , á mas del Reloj de la Pasión
y una tierna oracion tomada de las obras d?
san Buenaventura, que podrán ayudarle so­
bremanera á meditar con facilidad y gusto
los padecimientos de J e sú s, voy á ponerte
un medio no menos fácil que eficaz pan
copiar las virtudes de nuestro amable Sal­
vador.
— 327 —

RELOJ DE IA PASION
qie nriai pen nu piadora eoriemplai eitre dia, toi
eipedalidad Itt ñenei de eada Rían.

Ju eves.
Seis de la tarde: Jesús se eiñe con
un lienzo , y echando agua en una
vacía, lava los pies á sus discípulos,
los enjuga y besa. ¡Qué hum ildad!
A las siete, instituye el santísim o
Sacramento, dando á los Sacerdotes
el pasmoso poder de convertir el pan
y vino en su C uerpo y S angre precio­
sísima. ¡ Qué a m o r !
A las ocho, va al h u erto de G etse-
maní; y á pesar de la tristeza y sudor
de sangre, ¡cuán fervorosa y constan­
te es su oracion!
— 328 —
A las nueve, es entregado por Ju­
das, preso, cargado de cadenas y aban­
donado de sus d iscíp u lo s: ¿y no le
has entregado tú tam bién alguna vez?
A las d ie z , llevante á casa de
Anás ; ¡ cuán diferente entrada hace
hoy en Jerusalen de la que hizo el
dia do Ramos! ¡Qué terrib le bofetada
le d a n !

Viernes.
A las cuatro de la mañana. Ha su­
frido esta noche infinitos escarnios
en casa de G aifás: P edro le ha ne­
gado tres vecejs, y ah ora gritan to­
dos que es blasfemo y digno de muer­
te. ¡Qué ingratitud!
A las eincQ, le co n ducen al presi­
dente P ila to s : ¡ q u é insultos por los
calles! ¡Con qué furor le acusanl
— 329 —
A las seis, es presentado á H ere­
des ; le yisten u na ropa blanca y es­
carnecen com o á loco; ¡siendo la sa­
biduría infinita!
A las siete, Pilatos le pone en p a­
rangón con B arrab ás: y ¡ay! es pos­
puesto á tan vil asesino!
A las ocho, m írale atad a á la co­
lumna, y despedazado con cinco mil
y mas azotes.
A las nueve, hínc&nle en la cabeza
una corona de seten ta y dos espinas.
¡Qué torm ento!
A las diez, dice P ilatos : Ecce-Ho-
m , m ostrándole al p u eb lo , y este
pide feroz que sea crucificado : ce­
de el cobarde ju e z , y le co n d en a á
muerte.
A las once, sale ya con la cruz á
cuestas. ¡ Qué caidas tan d o lo ro sa s!
— 330 —
¡Qué am arg u ra, cuando encuentra á
su M adre ! ¡ Qué palabras dirige tan
tiern a s á las m ujeres que le sig u en !
A las doce, le desnudan y encla­
van en la cruz: ¡qué ignom inia! ¡Qué
torm ento!
A la tina, ruega por sus verdugos,
abre el 'paraíso al ladrón ; y nos da
por m adre á su propia M adre : ¡ qué
bondad !
A las dos, quéjase amorosamente
con su P a d r e : tiene sed, y le dan á
beber hiel y v in a g re ... Ya todo se
acabó.
A las tre s, entrega su espíritu al
P adre E tern o , y m uere por mi amor.
Di cinco Padre nuestros, con los bra­
zos en cruz, si puedes y hallas devo­
cion en ello.
A las cuatro, bájanle de la cruz:
— 331 —
¡qué escena aquella tan tierna! ¡Qué
lágrimas! ¡Qué coloquios!
A las cinco, m ira á Jesús en los
brazos de su M a d re , y, viendo á su
Hijo s e p u lta d o , tom a parte en sil
dolor.
Hé aquí todavía una oracion que
llena de consuelo á las alm as piado­
sas , y será sum am ente grata á san
José.— Ella podrá serv ir á sus de­
votos de excelente m editación todos
los viernes. Tom en el Crucifijo en la
mano , vayan reco rriendo y adoran­
do los sagrados m iem bros , de nues­
tro Señor Jesu cristo , dándole gracias
por lo que padeció en ellos por nues­
tro am or.
— 332 —

ORACION
p a n dar gracias al Señor por lodo I» que padecié per
nosotros ea sus sagrados niembrts.

Te adoro, alabo y glorifico, Señor


inio Jesu cristo , te bendigo y doy gra­
cias, Hijo de Dios vivo, porque qui­
siste que tu s dignísim os miembros
fuesen p o r mi rem edio en tantas ma­
neras afligidos y lastim ados. Yo lo6
saludo todos uno á uno por tu honra y
am or. Salúdoos , Piés de mi Señor,
por mi causa afligidos y con duros
clavos traspasados. S alú d o o s, vene­
rables R odillas, ta n ta s veces hincadas
por mí en la tie rra y cansadas de ca­
m inar. Salúdote Pecho florido, afeado
por mí con cardenales y heridas des­
apiadadas. Te saludo, Costado sacra­
tísim o , que fuiste traspasado por mí
— 333 —
con una lanzada. Te saludo, Corazon
amabilísimo , suavísim o y piadosísi­
mo, abierto y alanceado por mi am or.
Salúdoos , Espaldas , rasgadas y en ­
sangrentadas por mí con cruelísim os
azotes. Salúdoos , dulcísim os y carí­
simos Brazos , tendidos y estirados
por mí en la cruz. Salúdoos, delica­
das M anos, heridas y traspasadas
cruelm ente por mí con duros clavos.
Salúdoos, herm osísim os Hom bros,
molidos y quebrantados p or mí con el
peso de la cruz. S a lú d o te , Boca y
Garganta suavísim a am argada por mi
salvación con hiel y vinagre. Salú­
doos, benignísim os Oidos, ofendidos
con injurias y afrentas por mí. Salú­
doos , bienaventurados O jo s, deshe­
chos en lágrim as por m is pecados.
Te saludo, venerable Cabeza corona-
— 334 —

da de espinas por mi orgullo, llagada


con heridas, y lastim ada con la caña.
Saludo, clem entísim o Jesú s, todo tu
preciosísim o C uerpo, azotado, llaga­
do, crucificado, m uerto y sepultado
por darm e á mí etern a vida. Te sa­
ludo, S an g re preciosa, ofrecida y der­
ram ada por m í. S aludóte, Alma no­
bilísim a , en tristecid a y angustiada
por mí. R uégote, am abilísim o Señor,
por tu s santísim os m iem bros que san­
tifiques y laves todas las m anchas que
yo pegué á los m ios, usando mal de
todos ellos: tú que vives y reinasen
los siglos de los siglos por siempre
jam ás. Am en.

Medio fácil de k Jesúa.

¡ C uántas veces , am ado cristiano,


devoto del p atriarca san José, habrás
— 336 —
envidiado la su erte inefable que tuvo
el Santo de pasar tantos años en com ­
pañía de Jesú s y de su M adre santísi­
ma? ¡ A h ! no podia m enos de llegar
á tan sublim e perfección , te .habrás
dicho m uchas v e c e s , viviendo tan
cerca del que es la fuente de toda
virtud y santidad y estando de con­
tinuo contem plando y adm irando las
palabras, gestos y acciones de J e ­
sús y de M aría. P ues el mismo medio
puedes tú p ro p o rcio n arte, si quieres;
sí; tam bién tú , am ado devoto de san
José, puedes d isfru tar de la dicha
incomparable que tuvo el S an to ; ¿y
cómo? T eniendo siem pre á la vista el
modelo de predestinados que san José
estudiaba de con tin u o . En eTecto,
apenas hay en la vida del hom bre cir­
cunstancia alg u n a, en que no p o d a -
— 336 —
m os te n e r p resente á n u estro espíritu
alguna acción del Verbo divino Hu­
m anado, análoga á la situación ó cir­
cunstancia en que nosotros nos en­
contram os. R ecordar, pues, é imitar
esas acciones, h e aquí el gran medio
de salir vivas im ágenes de Jesús, y de
ser en algún modo participantes de la
dicha inefable de san José. Y sino
veámóslo prácticam en te.

Obras buenas.
Si haces oracion, figúrate que la
haces con Jesucristo en el huerto, A
en el tem plo ó en el desierto á don­
de se retiraba á pasar las noches en
oracion. iEral pernoctans in o ra tm t
Dei (1). ¡Y tan to com o te cuesta á li
dar m edia hora ¿ este santo ejercicio!
(1 J Luc. V I, 12.
— 337 —
¿Te repugna el ayuno ? ¿ Cómo no
se te hará llevadero , si piensas que
Jesús ayunó cu aren ta dias y cuarenta
noches en teras p o r tu am or ?
¿Haces limosna? ¡Qué dicha la tu­
ya en poder im itar la caridad con que
el Señor alim entaba á tan to s m illa­
res de hom bres en el d e sie rto !
Si tienes que serv ir á un enfermo;
no olvides la bondad con que Jesús
los visitaba y cu rab a, y la m agnífica
recompensa que prom ete á los que
esto hicieren p or su am or.
Si enseñas al ig n o ran te, ó in stru ­
yes al rudo, adm ira la paciencia con
que Jesús in stru ía á los Apostoles tan
rudos, y el celo con que predicaba á
las turbas.
¿Emprendes u n viaje por la gloria
de Dios ? ¡Y cuántos y cuán p e n o -
99 Id i Jo m .
— 338 —
sos em prendió Jesús recorriendo la
Judea por la salvación de las alm as!
¿E res tentado ? ¿Y ten d rás motivo
para q u e ja rte , habiendo sido Jesús
tres veces tentado en el desierto?
Si eres S acerdote y oyes confesio­
nes; recu erd a con qué prudencia Je­
sús fué sacando las faltas á la Sama-
ritan a; con qué bondad perdonó á la
m ujer ad últera, y con qué celo pro­
curaba p rem u n ir al pecador contra
las recaidas.

H o n o r **.
¿T e qu ieren trib u tar honores qut
tal vez no mereces? Mira con qui:
p ron titu d los rehúsa J e su c risto , es­
condiéndose en el desierto cuando le
querían h acer r e y : ¡y esto que en
Rey in m ortal de todos los sig lo s!
— 339 —
Y si te pareciese que mereces ese
honor, considera las disposiciones
interiores de Jesús en medio de las
aclamaciones que le prodiga el pue­
blo cuando hace su en trada solem ne
en Jerusalen.
¡Y ay de tí si hicieres caso de ala­
banzas! M ira, qué pronto aquel ho­
sanna, y aquel B endito sea el que
viene en nom bre del S eñ o r, se cam ­
bió en Tolle, tolle, crucifige eum (1).
Si tienes que asistir á algún con­
vite; no pierdas de vista á Jesús,
cuando Fué convidado á com er en
casa de Sim ón el fa ris e o , en la de
san Mateo, ó á las bodas de G a n á ;
mira con qué m odestia y sobriedad
se conduce en todas partes.
Si te viniese la ten tació n de e n -
[i) Joan, xix, 16.
— 3Í0 —
greirte por el aprecio en que te tie­
nen , m ira á Jesús á los pies de Ju­
das, y no olvides que el que se exalta
será hum illado.

Adversidades.
Si te desacreditan; piensa en las
m aldiciones y calum nias que decían
contra Jesús,* y dite á tí m ism o: ¿es
por ventura el siervo de m ejor condi­
ción que su am o, y el discípulo mas
que el m aestro?
Si pierdes un pleito; m ira á Jesús
conducido de trib u n al en tribunal y
condenado á la m u erte m as cruel é
injusta por tu am or.
¿ T e ves insultado públicamente*
¿Te dirigen palabras descorteses? ala­
ba al S eñor que sufrió aquella cruel
bofetada por tu am or en casa deCaifós.
— 341 —
¿T e hace traición un am igo? Re­
cuerda el beso y la traición del pér­
fido Judas.
¿Tienes que salir de tu patria? ¡Ah!
también Jesú s se vió desterrado ú
Egipto.
Si te ves precisado á separarte de
tus caros parientes y a m ig o s , con­
suélate coa el doloroso despido que
haría Je sú s de sus am igos y de b u
Madre san tísim a, en la am arga vigi­
lia de su pasión.

Actos al parecer indiferentes.


Cuando comes, figúrate que ves á
Jesús com iendo con san José y con
su Madre santísim a; m írale qué tem ­
planza y m oderación m anifiesta en to­
do, no tom ando m as que el alim ento
necesario para conservar las fuerzas.
— 312 —
¿Trabajas? ¿ P o r qué no unirás tu
trabajo y tu s fatigas con las de este
am able Salvador?
¿Haces alguna visita? Tam bién Je­
sús visitó á M arta y M aría: pero ¡qué
diferentes eran aquellas visitas de las
m uchas que in ú tilm en te se hacen en
el m undo! ¡Q ué virtudes ejercitaba!
¡Q ué frutos producía Jesús con sus
visitas !
¿Tom as algún alivio, algún des­
canso? Mira á Jesús ¡con qué modes­
tia duerm e , qué circunspección re­
velan todas sus palabras y gestos en
m edio del m ismo recreo !
Si te in terru m p en el sueño duran­
te la noche , piensa que tam bién los
Apóstoles despertaron á J e s ú s , en
aquella h orrible to rm en ta.
— 343 —

Padecimientos.
¿Tienes hambre? ¡Cuál seria la de
Jesús en el d esierto , y cuando los
Apóstóles se vieron precisados á en­
trar en un cam po y to m ar algunas
espigas en dia Festivo para satisfacer
el hambre que los devoraba?
¿Te aqueja la sed? ¡Ah! ¿cuál seria
la de Jesús m oribundo en la cruz?
¿ Sientes tedio , tristeza ? ¡ Ah !
¡cuánto m ayor seria la de Jesús en
el h u erto ! ¿Y dónde en cu en tra ali­
vio? No en los Apóstoles, sino en la
oracion.
Si te duele la cabeza: ¡ qué bella
ocasión para p ensar ya en la corona
de espinas, ya tam bién en las cnidas
del Señor, cuando caes; en el peso de
la cruz, cuando llevas alguna carga;
— 344 —
en lo que Jesús padeció en sus miem­
bros, cuando á tí te duele alguno!
Lo m ism o si te hallas afligido, en­
ferm o , agonizante, piensa en las
aflicciones y dolores de Je s ú s , une
tu s penas , tu desam paro , y agonía
con las p e n a s , con el desamparo y
con la agonía de Jesucristo en lt
cruz.
He aquí un medio eficacísim o pan
santificarlo todo con indecible con­
suelo del alm a, para an d ar de conti­
nuo en la presencia de Dios , y tra­
zar en tu alm a una im ágen acaba­
da del hom bre perfecto , haciéndote
así copia fiel del m ism o Jesucristo.
Ul exhibeamus hommem perfectum
in Chrislo Jesu ( 1).
(1) COIOS. I, 28.
DEVOCIONES PARTICULARES.
Lo propuesto hasta a q u í , am ado
devoto de san José, bastaría para afi­
cionar tu alm a á la p ráctica de la
virtud. P ero las cosas espirituales,
son de m uy diferente condicion que
los placeres m undanales. Estos por
mas que fascinen la im aginación al
principio, apenas se les ha gusta­
do , sacian y fastidian al h o m b re :
pero las cosas espirituales, por mas
que repugnen %1 principio , u n a vez
gustadas, d e le ita n ; y cuanto mas
se las gusta y p ra c tic a , tanto m as
inundan el alm a de placer indefíni-
— 3íG —
ble. De aquí e s , qué si has leido y
puesto en práctica lo que precede,
no puedes m enos de sen tir un vivo
deseo de abrazar algunas otras devo­
ciones.
S erá imposible ponerlas aquí todas:
hallarás m uchas en el Ancora de sal­
vación , no m enos fáciles que varia­
das : devociones que á m as de hacerle
agradable la práctica de la piedad pro­
porcio n arán , lo espero, no pequeñas
utilidades á tu alm a. No obstante sin
re p etir las devociones que allí puse,
te recom endaré ó ap u n taré siquie­
ra las m as notables y las que juzgo
m as oportunas, sea para m ejor arrai­
g ar en tu espíritu I? devocion que
has concebido al excelso Patriarca
san J o s é , sea para h ac er mayores
adelantos en el cam ino de la virtud.
— 3i7 —
Comencemos por las devociones que
se refieren á Dios , y en prim er lu­
jar por el

T I M A L A SANTISIMA TRINIDAD.

El sagrado Trisagio que el profeta


Isaias aprendió en una visión de boca
de los Serafines, fué despue6 revela­
do al m undo para rem edio d é la s pú­
blicas calam idades con el siguiente
suceso. Refiere Orsi en su historia
eclesiástica que el año 4 4 7 , im peran­
do Teodosio el jóven en O riente, se
experimentó un tan terrible terrem o­
to, que bien puede llam arse el m as
espantoso de que hay m em oria.
Duró 6 m eses, causando indecibles
eslragos en los edificios m as so b e r-
— 318 —
bios de C o n stan tin o p la, y en la cé­
lebre m uralla del Q u ersoneso, y se­
pultando á ciudades en teras. Quedó
desierta la ciudad im perial, abando­
nándola sus h abitantes con el mismo
em perador Teodosio , con Pulqueria
su h erm an a, san P roclo, patriarca de
aquella iglesia y todo el c le ro , para
trasladarse á un lu g ar llamado el
Campo. M ientras estaban dirigiendo
todos fervorosas súplicas al cielo, so­
brevino un dia e n tre ocho y nueve
de la m añana un sacudim iento mu­
cho m as violento au n que los pasa­
dos ; cuando he aquí q ue, en medio
de la consternación g en eral, ven to­
dos con asom bro á un niño de tier­
nos años que fué arrebatado por los
aires h asta perderse de vista. Al cabo
de un largo r a to , fué restituido á la
— 319 —
tierra; le conducen á la presencia del
Patriarca y del E m p e ra d o r: pregún­
tenle donde había estado y refiere
que habiéndole adm itido en tre los
Espíritus celestiales, oyó ca n ta r á los
Angeles este c á n tic o : Santo Dios,
Santo F uerte, Santo Inm ortal, te­
ned misericordia de nosotros, y que
le habian m andado les diese noticia
de esta visión. Dicho esto, e sp iró el
niño. Oida esta relació n , san Proclo
y el Em perador dispusieron de co­
mún acuerdo que todo el pueblo en­
tonase este sagrado cántico , con lo
que cesó al in stan te el terrem oto y
quedó quieta y tranquila toda la tier­
ra. De aquí nació el uso del T ri-
sagio en las públicas calam idades,
aprobándolo el FV Concilio C alcedo-
nense, y enriqueciéndolo despues los
— 350 —
Sum os Pontífices con m uchas indul­
gencias (1). Se reza en la forma que
se halla en el Ancora de salvación,
hacia la pág. 3 0 0 de las últim as edi­
ciones.
(1) Orsl HUI. Ecles. 11b. Si.
LÉí*

Q u i* C or ta m a m a n » n on r e d a m e tí
¿ Q u ié n no co rres p o n d erá A tan grande
a m o r ? Bern. depass. I)om.
DEVOCION
AL, CORAZON DE JESÚS.
—¡-Efec*—

VISITA A JESÚS SACRAMENTADO.

Una de las m ejores devociones que


pueda abrazar el devoto de san José
y todo cristiano enam orado de Jesu­
cristo , es la devocion al augusto
Sacramento del A ltar, donde Él re­
side real y v erd aderam ente com o está
en el cielo. ¿Y de qué m anera m ejor
podemos m anifestar á Jesús nu estra
profunda g ratitu d por dádiva tan ex­
celente? ¿Cómo g ranjearnos m ejor el
inmenso tesoro de gracias que en­
cierra esta fuente inagotable de toda
virtud y de todo b ien, que visitando-
— 384 —
le á m enudo y con fervor en la sagra­
da E u caristía? Siem pre , pues , que
vayas, am ado devoto de san José, á
visitar al santo P a triarc a, dulce obje­
to de tu veneración y de tu am or, no
te olvides de h acer au n q u e no sea mas
que u n a corta visita á Jesús Sacra­
m entado. T res fines debes proponerte
en ella: 1.° dar gracias al Señor por
la institución de tan inefable Sacra­
m ento. 2.° D esagraviarle por tantas
injurias y desacatos com o en él reci­
be de la m ayor parte de los hombres
insensibles á ta n ta fineza de amor.
3.° E xcitar en tí un vivo deseo de
adorarle en todos los lugares donde
reside , y p rin cip alm en te aquellos
donde se vé m as abandonado de los
fieles. No dudes que haciéndolo así,
alcanzarás la gracia de perseverar en
— 388 —
el santo am o r de Dios y la eterna
Balvacion. E n cu anto al m odo de ha­
cer con fru to esta visita , se hallará
en el libro de oro de san Alfonso L i-
gorio in titu la d o : Visitas al santísimo
Sacramento, libro precioso que t r a ­
dujimos para m as facilitar y propagar
este m edio eficacísim o de perfección.
Remitiéndote pues á dicho libro, pa­
semos á otra devocion no m enos im ­
portante y eficaz para ob ten er el
mismo objeto, la devocion al sagrado
Corazon de Jesú s.
La devocion al sacratísimo Corazon
de Jesús tien e por objeto visible y
corpóreo á este deífico Corazon, pre­
ciosa parte de la santísim a h um ani­
dad de Jesu cristo , y por objeto invi­
sible é incorpóreo el am or inm enso
en que arde por n u estro am or, sin
- 356 —
que jam ás se apague tan dulce lla­
m a. Mas por cuanto este am or se vé
no solo m al correspondido, sino tam­
bién ultrajado en sum o grado hasta
en el augustísim o S acram ento del
a lta r, para resarcir de alguna mane­
ra los ultrajes que recib e, y corres­
p o n d e rá con encendidos a fe c to s, se
reú n en los corazones de m uchas al­
m as p ia d o sa s, y estas convidan á
unirse san tam en te con ellas á todos
los dem ás fíeles. Dos son los fines de
esta devocion, esparcida hoy dia por
todo el m undo católico ; devocion á
la cu al el S eñor ha vinculado mag­
níficas prom esas y concedido ya muy
particu lares gracias. El p rim er fin es
corresponder de algún modo al amor
inm enso que nos m anifestó nuestro
divino R edentor, ya d u ran te toda su
— 387 —
v ida, ya instituyendo el santísim o
Sacram ento , dándonos ju n tam en te
con su Cuerpo su Corazon sacratí­
simo. El segundo fin es re p ara r de
cuantas m aneras podam os los ul­
trajes que tan to s m alos cristianos y
hombres d esa lm a d o s, h acen á es­
te Sacram ento de am or. Adorem os,
pues, á este divino Corazon, alabé­
mosle com o el m as digno objeto, en
quien se com place la santísim a T ri­
nidad, y adorém osle ju n to con los Es­
píritus celestiales , com o única víc­
tima capaz de satisfacer á la justicia
Divina. Amém osle com o al m as no­
ble, generoso, m agnífico, dulce, h u ­
milde , paciente y caritativo de todos
los co razo n es; com o al Corazon de
un amigo, de un h erm ano, de u n pa­
dre y del esposo de n u estras alm as,
— 388 —
que m erece toda n u estra ternura y
g ratitu d . Acudam os á él como á
fuente y m anantial inagotable de to­
dos los bienes, con segura confianza
de conseguirlo todo. E s el modelo
perfecto de a m o r; es la fragua donde
se encendió la ferviente llam a de ca­
ridad divina que ardia en el corazon
de san J o s é ; debe pues se r también
el dulce im án de n u estro corazon. Y
para que los devotos del santo Patriar­
ca puedan m as fácilm ente encender
en su corazon esta llam a de amor di­
vino , y concebir u n a verdadera de­
vocion á este Corazon sacratísimo,
notaré aquí las prácticas principales
que hay establecidas en su honor.
Cada año: solem nizar la fiesta del
Corazon de Jesús el viernes despues
de la octava del C orpus, confesando,
— 3B9 —
comulgando y visitando al santísim o
Sacram ento, en desagravio de las in­
jurias que allí recibe.'
Cada m e s : haciendo lo m ism o en
los prim eros v ie rn e s , hay concedida
indulgencia plenaria ; y dado que no
se pudiese com ulgar fácilm ente el
mismo v iern es, haciéndolo el prim er
domingo se ganará tam bién dicha
indulgencia.
Cada viernes: dar u n a lim osna, ó
hacer alguna ligera p enitencia; cuan­
do no, m ortificarse in terio rm en te en
alguna cosa.
Cada d i a : h acer alguna visita á
Jesús S acram entado en nom bre de
todos los pecadores y de los que están
fuera del grem io de la santa Iglesia.
Siempre: por am or del Corazon de
Jesús, ser benignos y afables para
— 360 —
c o n el p ró jim o , te n e r c o n él entrañas
de v e rd a d e ra c a rid a d , socorriéndole
e n su s n e c e sid a d e s, su frie n d o s u s de­
fe c to s , d isim u la n d o s u s q u e ja s é im­
p e rtin e n c ia s y p e rd o n á n d o le las in­
ju r ia s .

ir o n M E H C M R n m n É T B M
j aplicables en sufragio ie loi difnntos, naeeiidaj á lo
agregados al ng rad t Coran» de Jetas.

IN D U L G E N C IA S P L E N A H IA S .

1. El dia de la agregación.
2. El dia de la Gesta del sagrado Corazon
de Jesús ó el domingo próximo inmediato.
3. El prim er viernes ó el primer domin­
go de cada mes.
4. Un dia de cada mes.
5. En el artículo de la muerte, invocan­
do el dulcísimo Nombre de Jesús con el
corazon, si no se puede con la boca.
6. En las siguientes festividades: Nati-
— 361 —
vidad, Jueves Santo, domingo de Pascua de
Resurrección y Ascensión del SeBor; Con­
cepción, Natividad, Anunciación, Purifica­
ción y Asunción déla virgen María; Todos
los Santos, Conmemoracion de los difuntos,
san Pedro y san P ablo, san Juan Evange­
lista y san Gregorio Magno.
7. Cada uno de los seis domingos ó seis
viernes que preceden á la fiesta del sagrado
Corazon de Jesús.
8. Cada uno de los tres dias de carna­
val , visitando alguna iglesia en que esté
expuesto el Santísimo: y esto aunque no
pertenezcan á la Pia-Union. (23 de julio de
1763).
Hay además otras muchas indulgencias
que pueden ganar los devotos de este Cora­
zon santísim o, como consta de varios res­
criptos de Sumos Pontífices.
Para ganar estas preciosas gracias é indul­
gencias de la Agregación, es preciso practi­
car la obra im puesta, que es rezar cada dia
un Padre »tu ttr o , Ave M aría, Credo, y es­
ta jaculatoria.
— 362 —
Corazon de mi amable Salvador,
Has que arda y siempre crezca en mi tu amor.
Para ganar las indulgencias plenarias se
requiere la confesion y comunion, debiendo
además en las festividades expresadas en el
núm. 6, visitar la iglesia donde esti erigida
la Pia-Union, y en los dias del núm. 7, vi­
sitar una iglesia en que se celebre la fiesta
del sagrado Corazon; y en caso de no po­
derlo hacer, practicar la obra de piedad que
impusiere el confesor.
Habiendo ya puesto en el Ancora de sal­
vación, el culto perpétuo al Corazon de Je­
sús , un acto de desagravios para cada mes,
los nueve Oficios y otros obsequios á este
Corazon deífico, me limitaré á proponer
aquí estos 40 actos de virtud para que pue­
da el devoto de san José reparar mejor lu
ofensas hechas con la siguiente
— 363 —

PRÁCTICA DE DETOCIOH
pan cclcbnr piblieaoeile la fiesb del Gomen de le­
ta l, j loi primeros ñ e n e i de cada nes.
Estando manifiesto el santísimo Sa­
cramento, y rezado, si •pareciere, el
tanto Rosario, puede hacerse un rato
de Meditación sobre el amor de Jesu­
cristo para con los hombres en la
tagrada Eucaristía, ú otra materia
análoga, despues de la cual se d ir á :
Ahora harem os con todo fervor
cinco visitas á Jesús S acram entado.
1.* "Visita : para agrad ecer á Jesu­
cristo el am or infinito que nos m ani­
festó instituyendo este adorable Sa­
cramento. Padre nuestro, Ave M aría
y Gloria Patri.
2.* V isita : en acción de gracias
por todas las veces que le hem os re -
— 361 —
cibido en la sagrada E ucaristía, y en
p artic u la r p o r todos los beneficios
que nos ha hecho. Padre nuestro,
Ave M aría y Gloria Patri.
3.* V isita: para desagraviarle de
todos los u ltrajes que ha recibido de
los infieles y herejes. Padre nuestro,
Ave M aría y Gloria Patri.
4 . a V isita: para re p ara r en cuanto
esté de nu estra p arte con un profun­
do respeto y con la m as perfecta su­
m isión las irrev eren cias , las impie­
dades y los sacrilegios que h a sufrido
y sufre cada dia de u na g ran parte de
los m ism os fieles. Padre nuestro, Ave
M aría y Gloria Patri.
5.* Visita: para adorar en espíri­
tu á Jesu cristo en todas las iglesias
del m u n d o , tanto en las ciudades
com o en las aldeas y pueblos donde
— 365 —
quiera que resida el Santísim o S acra­
mento. ¡Ay! ¿lo veis? casi todo el
mundo le abandona, y donde quiera
se ve tan m al recibido , raras veces
visitado y casi un iv ersalm ente olvi­
dado. Padre nuestro, Ave M aría y
Gloria Patri.
Concluidas las visitas se puede can­
tar el 0 salu taris hostia , ó bien al­
gún otro cántico en honor del San­
tísimo Sacramento 6 del Sagrado Co­
razon de Jesús y en seguida se hará
ti siguiente

ACTO DI MíifiBiTIQS
r a nonoR

BE L I U U D O C O B A W I D E J E a fr k

¡Am abilísim o Corazon de Jesús,


centro de todas las perfecciones y
fuente inagotable de gracias y m ise-
— 360 —
ricordias infinitas! ¡H asta qué esceso
habéis, S eño r, am ado á esta vilísima
cria tu ra ! ¡No contento con haberme
criado á vuestra im ágen , y amado
desde la eternidad ; no contento con
hab e r conversado tre in ta y tre s años
con unos hom bres ta n in g rato s, qui­
sisteis v erter todavía por mí tantos
sudores y lágrim as y d erram ar hasta
la últim a gota de v uestra S angre pre­
ciosísim a en la cruz! ¡Y no bastando
tan tas finezas de am or á v uestra cari­
dad inm ensa, in stituisteis ese inefable
Sacram ento para ser mi consuelo, mi
alim ento y mi vida, y para inmolaros
cada dia al Eterno P adre en infinitos
altares por m i a m o r !
Y q ué, dulcísim o Jesú s m ió, ¿ig­
norabais por ventura los enormes
agravios que habiais de recib ir? ¡No
— 367 —
sabíais que habría tan to s infieles que
os desconocerían, tan to s herejes que
obstinados negarían vuestra real pre­
sencia, y os h arían la m as encarniza­
da g u erra; y sobre todo tantos malos
cristianos que pagarían ese excesivo
amor con la m ayor frialdad, despre­
cio é in g ratitu d ? ¡Ah! ¡si yo á lo m e­
nos, que fui co n stan tem ente el dulce
objeto de tan tas finezas, hubiese cor­
respondido siem pre á vuestro am or!
Mas ¡ a y ! que yo fui tam bién del nú­
mero de estos in g rato s! ¡Yo tam bién
insensible á tantos favores, os encla­
vé mil y m il veces en el m adero de
la cruz! Mas penetrado ahora del m as
vivo dolor por tantos agravios y por
tan negra in g ratitu d , m e postro aquí
á vuestras p lan tas deseoso de haceros
una solem ne reparación de honor.
— 368 —
Sí, perdón, ó dulce Jesús m ió, por
el olvido que hasta ahora h e tenido
de tan tas finezas de am or; perdón por
la poca fe, por la tibieza é indiferen­
cia con que tan tas veces he mirado
la sagrada E u c a ris tía , y por la poca
devocion con que he asistido al santo
sacrificio de la Misa. Perdón portan-
tas irreverencias com o he cometido
an te vuestros altares , y sobre todo
una y mil veces perdón por tantas
com uniones tibias, indignas y sacri­
legas com o habré hecho en mi vida.
Dignaos acep tar esta hum ilde re­
paración de h onor que hoy os ofrez­
co. ¡ Ah ! ¡ quién p u d iese, ó amabi­
lísim o Jesú s m i ó , anim arla con la
m as viva y perfecta contrición! ¡Quién
pudiese re co rre r los lugares que yo
y tan to s pecadores hem os manchado
— 369 —
con nuestras culpas, purificarlos con
mis lágrim as, y hasta lavarlos con la
sangre de m is venas! Mas ya que esto
no mé es p o sib le , aceptad los deseos
que téngo de co nsagrarm e todo desde
este m om ento á la gloria de vuestro
sacratísimo y dulcísim o Corazon. J u n ­
to estos aunque tibios deseos con el
ardentísimo am ór de tan tas alm as
justas, Con la reparación de honor
que os hizo en la m ontaña del Calva­
rio vuestra afligidísim a M adre, y con
el sacrificio que Vos m ismo ofrecis­
teis en la cruz y ofrecéis cada dia al
Eterno P adre en nom bre de toda la
Iglesia.
Sellad, am antísim o Jesús m ió, se­
llad con vu estra san g re preciosa y
fortaleced córt v uestra gríicía la firme
resolución que tom o en este m otnen-
— 370 —
to de pagaros am or con a m o r ; de
su erte que de hoy en adelante piense
siem pre en V o s , hable de Vos, obre
por Vos , padezca por Vos , no ame
sino á V o s , no viva sino para Vos,
anhelando siem pre el m om ento feliz
en que m erezca contem plaros caraá
cara etern am en te en el cielo. Amen.
Luego se rezarán las siguienltt
preces respondiendo el pueblo:
Corazon de Jesú s, tem plo dignísi­
mo del E terno Padre:
HJ. Inflam a m i corazon en el amor
divino en que te abrasas.
Corazon de Jesú s, asiento del Ver­
bo divino: Inflam a , etc.
Corazon de Jesú s, m orada del Es­
píritu Santo: Inflam a, etc.
Corazon de Jesú s, sagrario de li
santísim a T rinidad: Inflam a, etc.
— 371 —
Corazon de Jesú s, en quien habita
ia plenitud de la d iv in id a d : Infla­
ma, etc.
Corazon de Jesú s, en quien están
depositados los tesoros de la sabidu­
ría increada: Inflam a, etc.
Corazon de Jesú s, en quien se en­
cierran las riquezas del am or divino:
Inflama, etc.
Corazon de Jesú s , afligido por
nuestro am or: Inflam a, etc.
Corazon de J e s ú s , injuriado con
nuestras in g ratitudes: Inflam a, etc.
Corazon de Jesú s, herido con la
lanza por nu estro s pecados : Infla­
ma, etc.
Corazon de Jesú s, fu ente de todo
consuelo: Inflam a, etc.
Corazon de Jesú s, refugio de los
atribulados: Inflam a, etc.
— 372 —
Corazon de J e s ú s , am paro y de­
fensa de los que te adoran : Infla­
ma, ele.
Corazon de Jesú s, delicias de todos
los S a n to s : inflam a, etc.
Corazon de Jesú s, ú nica esperan­
za en la hora de la m u e r te : Infla­
ma, etc.
Corazon de Jesú s, cen tro de todos
los corazones: Inflam a, klé.
f . Jesú s m anso y hum ilde de Co­
razon.
H). Haced que mi corazon sea con­
form e al vuestro.
ORACION.
S eñ o r Jesu cristo , que por un nue­
vo y sin g u lar beneficio hecho á tu
Iglesia, te dignaste d u scu b ritao s las
inefables riquezas de tn Corazon; con­
cédenos la gracia de corresponder al
— 373 —
amor de este Corazon sacratísim o, y
resarcir con dignos obsequios las in­
jurias que recibe de los hom bres in­
gratos, á fin de que podam os ser e n ­
riquecidos con la abu n d ancia de ce­
lestiales dones , q u e m anan de esta
fuente inagotable de gracias. Am en.
Se concluirá con la Reserva y
con el cántico Corazon san to , que se
hallará hácia el fin de este devocio­
nario.
ACTOS DE DESAGRAVIOS
Ú OBSEQ UIOS

A L C O RA ZO N D E JE S Ú S
OFENDIDO

E l L i SAGRADA EUCARISTÍA,
que las personas amantei de este Corazon deifico
podrán hacer, ya tacándolos por tuerte en ti
me* de Jimio que le ettá consagrado, ya por n
órden en lo retíanle del año.

1. E l Corazon de Jesús ofendido


en la Eucaristía con curiosidadet
vanas.
D esagraviadle, con una modestia
m uy sin g u lar de vuestros ojos en las
Iglesias, y pidiéndole p erdón, siem­
pre que en esto faltareis.
2. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía con parlerías.
— 378 —
D esagraviadle, con u n exacto si­
lencio en las iglesias, á pesar de to ­
dos los respetos h u m an o s: y si en
esto faltareis, m ortificad v u estra len­
gua, dejando de d ecir en la conver­
sación alguna cosa que m as desea­
reis decir.
3. E l Comzon de Jesús ofendido
en la Eucaristía, con miradas peca­
minosas.
Desagraviadle, guardándoos de to­
do objeto peligroso , y ofrecedle to­
dos los dias vuestros ojos con los ojos
purísimos de la V irgen santísim a.
4. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía con el porte menos
compuesto y reverente.
Desagraviadle , estando siem pre
con g ran rev eren cia y com postura
en la iglesia, ora sea estando de r o -
— 376 —
dillas, ora sentado por legítim a ne­
cesidad. Haced á este fin , al entrar
en la iglesia un neto de fe viva ^cer­
ca de la presencia real de Jesucristo
en el santísim o S acram ento.
5. E l Corazon f c Jesús ofendido
en la Eucaristía por un cierto aire
de fausto y <1#vanidad.
D esagraviadle, yendo á la iglesia
en traje lium ilde y m odesto: des­
pues de h ab er adorado al Señor,
detestad c o j > un acto de contrición
vuestras culpas, por las cuales sois
indigno de e&tar a n je su divina Ma­
jestad.
G. E l C o r a z a d e Jesús ofendido
en la Eucaristía por los que están en
su presencia desanidados y ociosos.
D esagraviadle , estando siempre
en la iglesia en oracion , ó vocal, ó
— 377 —
m ental: y em plead cada dia de este
mes un cu arto de liora en m editar
sobre la Pasión de J e s u c ris to , y su
amor para con Vos.
7. E l Corazon de Jesús ofendido
(/i la Eucaristía por los que se dis­
traen voluntariamente en sus ora­
ciones.
Desagraviadle , procurando orar
con grande devocion y reverencia :
y haced firm e resolución de no om i­
tir, ni in terru m p ir sin ju sto motivo
las oraciones que hacéis en casa.
8 . El Corazon de Jesús ofendida
tu la Eucaristía por los que van á
las iglesias con fines torcidos. ,
Desagraviadle , ofreciendo vues­
tro corazon al am ante J e s ú s , siem ­
pre que {e v isitareis, lanzando á este
lin de Vos todo afecto que pueda
— 878 —
desagradar á este Corazón purísimo.
9 . E l corazon de Jesús ofendida
en la Eucaristía por los que asisten
al santo sacrificio de la Misa inde­
votamente.
D esagraviadle, asistiendo siempre
ú ella con g ran recogim iento inte­
rior y exterior, o cu p án doos, desde
la Elevación hasta la Com union del
S acerdote , en m ed itar la Pasión de
Jesucristo .
10. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía por los que oyen Mi­
sa con displicencia y fastidio.
D esag rav iad le, oyendo si pudie­
reis , cada dia M isa, y m as de una
los dias de fiesta.
1 1 . E l Corazon de Jesús ultraja­
do en la Eucaristía con las comunio­
nes sacrilegas.
— 379 —
D esagraviadle, procurando pre­
pararos en este m e s , para com ul­
gar con m ayor pureza de corazon,
y haciendo cada noche el exám en
de conciencia v el acto de c o n tri-
cion.
12. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía con las comuniones
hechas puramente por costumbre 6
por respetos humanos.
Desagraviadle, em pleando las vís­
peras de v u estras com uniones algún
tiempo en co n sid erar la inestim able
dicha que ten eis recibiendo la sa­
grada E ucaristía : y en las oraciones
que hiciereis este m es, renovad, así
á la m añana com o p or la tard e , los
actos de fe, esperanza y caridad.
13. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía con las comuniones
— 380 —

hechas, pon poca, preparación y con


m uy breve acción de gracias.
D esagraviadle, em pleando siempre
u n cu arto de hora por lo menos en
prep araro s para com ulgar, y otro tan­
to en dar gracias ; procurad así mis­
m o pasar todo aquel dia con mayor
recogim iento, yendo á alguna iglesia
á oir la palabra de Dios, ó recibir la
bendición del santísim o Sacramento.
\4¡. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía con las comunionet
hechas sin fruto,
D esagraviadle , exam inando las
causas del poco fruto q ue sacais de
vuestras com uniones ; proponed la
enm ien d a, y esta h a de ser la gra­
cia que habéis de pedir especial­
m en te al S eñor despues de haber
com ulgado.
— 381 —
15. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía con la poca frecuen-
eia de comuniones.
Desagraviadle , com ulgando fre­
cuentemente en éste m es, segiln el
parecer de vuestro oónfesor ; y co­
mulgad esp iritu alm en te todos los dias
en la Misa.
16. El Cotázon de Jesús ofendido
en la Eucaristía por los que le dejan
abandonado y en tanta soledad.
Desagraviadle , haciendo oada din
de este m es tre s visitad en espíritu y
con el pensam iento á Jesús S acra­
mentado, y visitátídole personalm en­
te con gran devocion , siem pre que
saliereis á paseo.
17. E l Corazon de Jesús ofendido
in la Eucáriitla de los qué se eliran
muy poco de recibirle por Viático.
— 388 —
D e sa g rav ia d le, pidiéndole en to­
das la9 com uniones de este m es, do
perm ita que os coja la m u erte, sin
haberle prim ero recibido por Viáti­
co , y haced los actos que quisierais
h ac er en aquel tran c e.
18. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía por verse tan peto
acompañado cuando le llevan á lot
enfermos.
D esagraviadle, con irle acompa­
ñando si p u d ie re is; y cuando no, al
oir la cam panilla dadle gracias por
ta n inefable beneficio , y unios con
el deseo á los que le acompañan,
m ediante alguna breve oracion.
19. E l Corasen de Jesús ofendido
en la Eucaristía por el poco respeto
que se le tiene cuando sale en proce­
sión por las calles.
— 383 —
D esagraviadle, evitando en estas
ocasiones toda distracción é irreve­
rencia , y u n dia de este m es en lu­
gar de ir á algún paseo que os tire
mucho , visitad tre s iglesias.
30. E l Corazon de Jesús ofendido
en la Eucaristía con los ultrajes de
los herejes.
D esagraviadle, pro cu rando resar­
cir estos u ltr a je s , renovando cada
dia el acto de desagravios, y rogad á
su Majestad p o r la conversión de los
herejes.
21. E l Corazon de Jesús que rue­
ga, p“or nosotros en la Eucaristía.
O bsequiadle, uniendo todas vues­
tras oraciones á las de J e s ú s , y re­
petid frecuentem em te e n tre dia va­
rias jaculatorias.
22. E l Corazon de Jesús que da
— 381 —
e)i la Eucaristía gracias á su Eter­
no Padre por los beneficios que nos
hace.
Óbsfeqüiadle , pensando todos los
dias en las oraciones de la mañana,
cuantos beneficios habéis recibido
del S eñor y con cu an ta ingratitud
habéis correspondido á tan amorosa
liberalidad, y ofreced á Dios en vues­
tro nó m b re láá acciones de gracias
de Jesucristo.
23. E l Corazon de Jesús que en
la Eucaristía aplaca á su Eterno Pa­
dre ofendido con nuestros pecados.
O bsequiadle, añadieiido á las ora­
ciones que soléis h acer á la mañana
y i la tarde , el acto de contrición;
suplicad al Corazon de Jesús , tengn
m isericordia de los pfecadores , y á
honra suya y descuento de vuestros
— 38o —
pecados , observad alguna abstinen­
cia cada viernes de este m es.
24. E l Corazon de Jesús que en
la Eucaristía glorifica por nosotros
al Eterno Padre.
O bsequiadle, p ro curando hacer
todas vuestras cosas con la m ira de
agradar á Dios, y renovad cada hora
del dia esta pureza de in tención re­
curriendo al Corazon de Jesús.
25. E l Corazon de Jesús deseoso
de unirse por medio de la Comunion
á nuestras almas.
O bsequiadle, procurando vencer
en este m es aquella pasión que mas
os domina , é im pide que Jesucristo
esté mas unido con vos ; y todas las
veces que cayereis p o r causa de ella,
pedid luego perdón á Jesucristo.
26. El Corazon de Jesús en la
Id i J o ú .
— 386 —
Eucaristía todo bondad y ternura
para oír nuestras súplicas.
O b seq u iad le, recu rrien d o á este
sagrado Corazon en este m es en todas
vuestras necesidades espirituales y
tem porales; y tra ta d con vuestros in­
feriores con gran d e am o r y caridad.
2 7 . E l Corazon de Jesús compon
deciéndose en la Eucaristía de nuet-
tras miserias.
O bsequiadle, m ortificando el pru­
rito de co n tar á todos sin necesidad
vuestros tra b a jo s ; buscad vuestro
consuelo en el Corazon de Jesú s, y
com padeceos de las m iserias de los
p o b re s , p ro curando aliviárselas de
algún m odo.
2 8 . E l Corazon de Jesús puaii
en un estado de tanta humillada
en la Eucaristía por nuestro amor.
— 387 -
O bsequiadle, m ortificando el hipo
de sobresalir en tre los d e m á s , y si
os sobreviniere alguna hum illación,
aceptadla con paciencia en obsequio
del ^agrado Corazon de Jesús.
29. Eli Corazon de Jesús oculto
por nuestro amor en la Eucaristía
bajo los aecidenles de pan.
O bsequiadle, guardándoos en este
mes de toda jacta n cia y de decir pa­
labra en loor vuestro, y haced alguna
mortificación en obsequio del sagra­
do Corazon de Jesús.
30. E l Corazon de Jesús en la
Eucariftia encerrado por nuestro
amor en los sagrarios.
O bsequiadle, procurando guardar
U casa y aten d er al cuidado de vues­
tra familia ; y siem pre que os vinie­
re deseo de sab er negocios ajenos
- 388 —
sin alguna n e c e sid a d , mortificadlos
p o r' d ar este gusto al Corazon de
Jesús.
31 . E l Corazon de Jesús en la
Eucaristía sin desdeñarse de estar
aun en iglesias m uy pobres.
O b seq u ia d le, llevando con pa­
ciencia la falta de aquellas cosas que
q u erríais te n e r, no o bstante, el seros
poco ó nada necesarias para vuestro
e s ta d o ; y siem pre que os vinieren
sem ejantes d e se o s, haced un acto
de conform idad con la divina volun­
tad , uniendo vuestro corazon con el
de Jesús.
3 2 . E l Corazon de Jesús todo dul­
zura para con nosotros en la Euca­
ristía no obstante nuestra enorme in­
gratitud.
O b seq u ia d le, indagando atenta-
— 389 —
menle si hay en vuestro corazon al­
guna am argura ó aversión para con
vuestros prójim os : si la h u b iere , ro­
gad al Corazon d e Jesús os dé gra­
cia para v e n c e ro s : reconciliaos al
punto con vuestro prójimo , y prac­
ticad con él algún fervoroso acto de
caridad.
33. E l Corazon de Jesús en la
Eucaristía tiemlsim o Am ante de los
<¡ue tan poco le aman.
O bsequiadle, procurando m ante­
ner la paz con vuestros dom ésticos :
enmendaos de vuestras im pacien­
cias, y aunque os viereis provocado,
callad por am or al Corazon de Jesús.
34. E l Corazon de Jesús compla­
ciéndose en la Eucaristía en las pe­
na* padecidas por nuestro amor.
Obsequiadle , abrazando por am or
— 390 —
de Jesús con resignación las cruces
in tern as y externas que os enviare el
S e ñ o r , haciéndole tres veceB cada
dia u na oferta de todas ellas.
35. E l Corazon de Jesús que re­
nueva en la Eucaristía el sacrificw
que de si mismo ofreció por nosotm
en el Calvario.
O bsequiadle , renovando cada dia
el acto de consagración al sagrado
Corazon de Jesú s , y hacedle un sa­
crificio privándoos de alguna cosa
indiferente que m as os agrade.
3 6 . E l Corazon de Jesús que tvr
fre en la Eucaristía por un portento­
so exceso de misericordia las irreve­
rencias y ultrajes que le hacemos.
D esagraviadle, exam inando cuan­
tas irrev eren cias habéis cometido
delante del santísim o Sacramento:
— 301 —
pedid perdón de todas ellas á Jesús
en todas las confesiones de este m es,
y si os hicieren algún agravio, sufrid­
le con paciencia por am or de Jesú s,
v rogad m uy de veras á este S eñor
por el que os hubiere ofendido.
37. E l Corazon de Jesús en la
Eucaristía siempre pronto á recibir­
nos y consolamos.
Obsequiadle , com padeciéndoos
con caridad cristian a y anim ando al
que se hallare aflig id o , aun cuando
sea por culpa suya; y si alguno busca
consuelo en V o s , exhortadle á que
lo busque en el sagrado Corazon de
Jesús.
38. E l Corazon de Jesús compla­
ciéndose en la Eucaristía de haber
de estar con nosotros hasta el fin del
mundo.
— 392 —
Obsequiadle, adorando desde vues­
tra casa m añana y tarde el Corazon
de Jesú s : m editad cada dia por un
cuarto de hora alguna m áxim a de fe,
y hacedle todos los dias una visita
algo larga , si os lo perm iten vues­
tros negocios.
39. E l Corazon de Jesús en la
Eucaristía que renueva en el sacrifi­
cio de la Misa la obediencia, que por
nuestro ámor rindió al Eterno Padre
en el Calvario.
Obsequiadle , obedeciendo en todo
á vuestros superiores sin quejaros de
ella , ni in terio rm en te ni delante de
otros ; ’ y cuando sin tiereis repug­
nancia en hacer lo que os ordena­
ren , anim aos con el deseo de imitar
los ejem plos del Corazon obedienti-
sim o de Jesús.
— 393 —
40. E l Corazon de Jesús encen­
dido siempre en la Eucaristía de a r -
ilentísimo amor para con nosotros.
Corresponded á tan inefable cari­
dad, haciendo e n tre dia algunos ac­
tos de am or de Dios : m ostraos ver­
dadero devoto del Corazon de Jesú s,
dando en todo buen ejem plo , así en
casa como fuera ; y pedid al S eñor
lodos los d i a s , que se dilate y au­
mente la devocion al sagrado Cora­
zon de Jesús.
— 394 —

FLECHAS AMOROSAS
t i M g r a f o C o ra io n 4e Jesóa.

Benignidad del Corazon de Jesús,


Apiádate de mi corazon.
Hermosura del Corazon de Jesús,
Atrae mi corazon.
Bondad del Corazon de Jesús,
Cautiva mi corazon.
Dulzura del Corazon de Jesús,
Alienta mi corazon.
Amor del Corazon de Jesús,
Inflama mi corazon.
Fortaleza del Corazon de Jesús,
Sosten mi corazon.
Prudencia del Corazon de Jesús,
Dirige mi corazon.
Amargura del Corazon de Jesús,
Conforta mi corazon.
Misericordia del Corazon de Jesús,
Manifiéstate en mi corazon.
Caridad del Corazon de Jesús,
Transforma mi corazon.
Gloria del Corazon de Jesús,
Triunfa en mi torazon.
Alegría del Corazon de Jesús,
Dilata mi corazon.
Humildad del Corazon de Jesús,
Confunde mi corazon.
Luz del Corazon de Jesús,
Ilumina mi corazon.
Justicia del Corazon de Jesús,
Regula mi corazon.
Generosidad del Corazon de Jesús,
Enriquece mi corazon.
Obediencia del Corazon de Jesú6,
Somete mi corazon.
Paciencia del Corazon de Jesús,
Soporta mi corazon.
Mansedumbre del Corazon de Jesús,
Amansa mi corazon.
Reino del Corazon de Jesús,
Establécete en mi corazon.
Presencia del Corazon de Jesús,
Refrena mi corazon.
Providencia del Corazon de Jesús,
Vela sobre mi corazon.
— 396 -
Magnanimidad del Corazon de Jesú*,
Ensancha mi corazon.
Ciencia del Corazon de Jesús,
Instruye mi corazon.
Silencio del Corazon de Jesús,
Habla á mi corazon.
V oluntad del Corazon de Jesús,
Gobierna mi corazon.
Sabiduría del Corazon de Jesús,
Conduce m i corazon.
Santidad del Corazon de Jesú s,
Purifica m i corazon.
Celo del Corazon de Jesús,
Abrasa mi corazon.
Constancia del Corazon de Jesús,
Fija m i corazon.
Poder del Corazon de Jesús,
Deifica m i corazon.
T o m a e it a i a n U e s p a d a oom o don <b
D ioa, oon q u e d e r rib a r á s lo s enem igos di
m i p u e b lo I s r a e l, llach. 1!, C. 15, 16.
DEVOCION
A LA VIRGEN SANTÍSIMA.

Si la tiern a y constante devocion á


María santísim a, en frase de los S an­
tos, es indispensable á todos por ser
prenda segura de predestinación para
el cristiano que de veras q uiere sal­
varse ; ¿no será ju sto que forme tam ­
bién el carácter distintivo de los que
se precian de ser verdaderam ente de­
votos de san Jo sc ? En efecto , ¿q u é
cosa podemos h acer m as grata á un
Esposo tan am an te, que profesar cor­
dial devocion á u na Esposa ta n am a­
ble, y tan tiern a y ju stam en te a m a -
— 400 —
da de É l? Fuera de que la verdadera
devocion á la Virgen inm aculada es
uno de los m edios m as poderosos que
Dios nos ha dado para resistir á los
terribles y continuos ataques del de­
m onio, del m undo y de nuestras pro­
pias pasiones. E specialm ente la azu­
cena fragranté de la c a s tid a d , tan
bella y necesaria á todo cristiano, no
prende en la tierra in g rata de nuestra
frágil naturaleza , no se alim enta, ni
crece , sino con el fecundo riego de
la devocion á María y al calor vivífi­
co del am or á la R eina de los Ange­
les. Esta , pues , debe ser la divisa
del verdadero devoto de san J o s é , y
por lo m ism o no puedo m enos de re­
com endarle las principales devocio­
nes que h ay establecidas en obsequio
de esta am antísim a Madre.
— 401 —

ROSARIO DE NUESTRA SEÑORA.

Em pezaré por la devocion del san­


to R o sario , por ser la m as u sa d a , la
mas fácil y al m ism o tiem po de las
mas provechosas ; pues reú n e en sí
lo mejor que contiene la oracion sea
vocal, sea m ental, o ra s e consideren
las oraciones de que se com pone, ora
se contem plen los m isterios que en él
se m editan. La m ism a R eina de los
Cielos lo reveló al esclarecido P a­
triarca santo D om ingo, como un me­
dio poderosísim o para d estru ir la he­
rejía y avivar la piedad en el corazon
de los fieles. Así es que los Sobera­
nos Pontífices han enriquecido esta
devocion con m uchísim as indulgen­
cias. Pero no hay que olvidar q u e
— 402 —
para ganarlas es preciso m editar los
m isterios que la com ponen , lo cual-
puede hacerse ó deteniéndose un cor­
to rato en cada uno de e llo s , ó bien
considerándolos al m ism o tiem po que
se van diciendo las A v e M a ría » , pro­
curando sac ar algún buen afecto ó
pedir alguna gracia para sí ó para
otros.
Y aunque en el Ancora de ta ka cim ex­
pusim os el modo de rez a rle , no obstanU,
siendo una devocion tan u su a l, quiero po­
ner también aquí lo mas esencial, remi­
tiendo al lector á dicho devocionario, por
lo que concierne á las letrillas con que pua­
do amenizarse su rezo, y otras cosas mena
necesarias que se om iten aquí.
— 103 —

PRÁCTICA DEL SAHTO ROSARIO.

Hecha la señal de la crnz, se empieza di­


ciendo:
j. Domine, labia mea aperies.
Et os meum annuntiabit landem tuam .
f. Deus in adjutorium meum intende.
Domine, ad adjuvandum me festina,
t. Gloria P atri, et Filio, et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio, e t nanc, et sem­
per, et in sxcula saeculorum. Amen.

Ofrecim iento.
Señor mío Jesu cristo , etc.
Dirigid , Dios y S eñor mió , todos
nuestros p e n sa m ie n to s, palabras y
obras á m ayor honra y gloria vues­
tra: y Vos , Virgen santísim a, alcan­
zadnos de vuestro Hijo, que con toda
devocion recem os vuestro santísim o
Rosario : el cu al os ofrecem os por la
— 404 —
exaltación de la santa fe católica, por
nuestras necesidades espirituales y
corporales , y p or el bien y sufragio
de los vivos y difuntos , que sean de
vuestro agrado , y de n u estra mayor
obligación.

MISTERIOS GOZOSOS: lú e s y j u r a .

Los m isterios que se han de con­


tem p lar son los gozosos. El primero
es la E n carnación del Verbo divino
en las purísim as en trañ as de María
santísim a. E n reverencia de este mis­
terio rezarem os un Padre nuestro,
diez Ave Marías y un Gloria Patri.
Coro. El Verbo ha tomado
Por carne la m ia;
P ueblo . Y en gozo se baña
La Virgen María.
— 405 —
El segundo m isterio es la Visita­
ción de la Virgen santísim a á su pri­
ma santa Isabel. E n reverencia, etc.
Dió saltos el Niño
Que el seno escondía. Y en gozo, ele.

El te rc e r m isterio es cuando M aría


santísima , siem pre Virgen , parió á
Jesús n u estro R edentor en el portal
de Belen. E n reverencia , etc.
Nació el Prom etido
Y el cielo reia. Y engoso, etc.

El cuarto m isterio es la P resenta­


ción del Hijo de Dios en el tem plo.
En reverencia, etc.
Al Padre en el tem plo
Por mí se ofrecía. Y en gozo, etc.
El quinto m isterio es cuando la
Virgen santísim a perdió á su Hijo, y
pasados tres dias le halló en el te m -
— 406 —
pío, disputando con los doctores. En
reverencia , etc.
Le encuentra, le abraza:
¡Cuán próspero dial Y m g o a o , etc.

USTII10S D0L0K0S0S: n u tra j ñato.

Los m isterios que hoy hemos de


contem p lar son los dolorosos. El pri­
m ero es la oracion de nuestro Señor
Jesu cristo en el hu erto de Getsema-
ní. E n rev eren cia, etc.
C oro . Sudaba Dios sangre
1 T errible agonfa!
P ueblo . ¥ tapada en elpeeho
La Madre tenia. '

El segundo m isterio es cuando ata­


ron á Jesucristo á la colum na , y le
dieron cinco mil y tan to s azotes. En
re v e re n c ia , etc.
— 407 —
El bárbaro azote
Rasgando caía. Y espada, etc.

El te rc e r m isterio es cuando pusie­


ron al S eñor la corona de espinas.
Ed re v e re n c ia , etc.
Corona punzante
Clavó mano im pía. F espada, etc.

El cuarto m isterio es cuando car­


garon sobre los hom bros de Jesucris­
to la pesada cruz , en que habia de
ser crucificado. En rev erencia, etc.
Con leño angustioso
Cayendo venia. Y espada, etc.

El quinto m isterio es la C ruci­


fixión y m uerte del S eñor. En reve­
rencia , etc.
T m nere, y r a s luces
El sal escondía. Y espada, ele.
— 408 —

IQSTIEIOS GLORIOSOS: miércolei, lábade j doniigt.

Los m isterios que hoy hemos de


contem p lar son los gloriosos. El pri­
m ero es la triu n fan te Resurrección
de Jesu cristo . En rev eren cia, etc.
C oro . Revive el caudillo,
Triunfó cual decía:
P u e b lo . Y en gloria se inunda
¡a Virgen María.

El segundo m isterio es la Ascen­


sión de Jesu cristo á los cielos. En
re v ere n cia, etc.
En nube dorada
Los cielos abría. Y en gloria, etc.
El te rc e r m isterio es la venida del
Espíritu S anto sobre los Apóstoles en
form a de lenguas de fuego. E n reve­
rencia , etc.
— 409 —
El doo de los dones
Munífico envía. Y en gloria, etc.

El cuarto m isterio es el tránsito y


la gloriosa A sunción de la Virgen á
los cielos en cuerpo y alm a. En re­
verencia , etc.
Los cielos penetra
Con dulce ufanía. Y en gloria, etc.

El quinto m isterio es la corona­


ción de la V irgen por R eina de cie­
los y tierra. En reverencia , etc.
Le dan tres coronas,
Y tres m erecía. Y en gloria, etc.

Dios te s a lv e , Hija de Dios Pa­


dre ; Dios te salve , M adre de Dios
Hijo ; Dios te salve , Esposa del Es­
píritu Santo ; Dios te salve , tem plo
y sagrario de la beatísim a T rinidad,
— 410 —
concebida sin m ancha de pecado
original.

Acción de gracias.
Infinitas gracias os dam os, sobera­
na P rincesa , por los favores que to­
dos los dias recibim os de vuestra ma­
no : tenednos ahora y siem pre bajo
vuestra protección y a m p a ro , y para
m as obligaros os saludam os con una

S a lre.
Dios te s a lv e , R eina y Madre de
m isericordia , vida , dulzura y espe­
ranza n u estra, Dios te salve, á tí lla­
m am os los desterrados hijos de Eva,
á tí suspiram os , gim iendo y llorando
en este valle de lágrim as. Ea , pues,
S eñora , abogada n u estra , vuelve ¿
nosotros esos tu s ojos misericordio-
— 411 -

sos, y despues de este destierro m ués­


tranos á J e s ú s , Fruto bendito do tu
vientre. ¡ O clem entísim a ! ¡ O piado­
sa ! ¡ O dulce Virgen María ! R uega
por nosotros , santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de aleanzar
las promesas de nuestro S eñor Jesu ­
cristo. Amen.
— 412 —

Letania laoretaiu.
K vrie, eleison. K yrie, eleison
C hriste, eleison. C hriste, eleison.
K vrie, eleison. K yrie, eleison.
C hriste, audi nos. C hriste, audi dos.
C hriste, exaudi nos. C hriste, exaudí dos.
P ater de coclis, Deus, m iserere nobis.
Fili, Redem ptor m undi, Deus, miserere.
S piritus Sánete, Deus, miserere.
Sancta Trio ¡tas, unus Deus, miserere.
Sancta María,
Sancta Dei G enitrix,
¡Sancta Virgo V irginum , o
M ater C hristi, »
M ater d iv in e gratiae, >
M ater purissim a,
M ater castissím a, ^
M ater inviolata, s
M ater intem erata, 0
M ater im m aculata, 2
M ater am abilis, 0
M ater adm irabilis, a
M ater C reatoris,
M ater Salvatoris, «
Virgo p ru d e n tísim a ,
Virgo veneranda,
— 413 —
Virgo praedicanda,
Virgo potens,
Virgo cíem eos,
Virgo Cdelis,
Speculum justiti® ,
Sedes sapientiae,
Causa nostrae laetitiae,
Vas spirituale,
Vas hoDorabile,
Vas insigne devotionis,
Rosa mvstica,
Turris Davidica,
Turris ebúrnea,
Domus aurea,
Foederis A rca,
Janua cceli,
Stella m atutina,
Salus infirm orum ,
Refugium peccatorum ,
Consolatrix afflictorum ,
Auxilium G hristianorum ,
Regina A ngelorum ,
Regina Patriarcharum ,
Regina P rophetarum ,
Regina A postolorum ,
Regina M artyrum ,
Regina Confessorum,
Regina V irginum ,
- 414 —
Regina Sanctorum om nium , Ora pro nobis.
Regina sine labe originali concepta, ora.
Agnus Dei, qui tollis peccala m undi, parce
nobis, Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata m undi, exau-
di nos, Domine.
A gnus Dei, qui tollis peccata m undi, mise­
rere nobis.
Sub luum presidium confugim us, Eaoc-
ta Dei G enitrix , nostras deprecationes De
despicias in necessitatibus, sed a periculis
cunctis libera nos sem per. Virgo gloriosa
e t benedicta.
f . Ora pro nobis, sancla Dei Genitrix.
r). Ut aigni efliciamur promissionibos
C hristi.
OREMUS.
Gratiam tuam qussum 'us, Domine, meo-
tibus nostris infunde: ut qui, Angelo nun-
tiante, C hristi Filii lui incarnationem cog-
novim us, per passionem eiusetcrucem ad re-
surrectionis gloriam perducam ur. Per eum-
dem C hristum Dominum nostrum . b|. Amen.
Pío VII en 30 de setiem bre de 1817 concedió
800 dias de Indulgencia por cada vez que w
rezaren estas letanías, y si se rezan cada día,
confesando y comulgando en las cinco fiestas
principales de la Virgen se gana indulgencia
plenarla.
— 41S —
Mucbas familias cristianas añaden al Ro­
sarlo estas bellas alabanzas ¿ la s a n t í s i j i a
T iim d ad.

Bendita y alabada sea la santísim a


T rinidad, P a d r e , Hijo y Espíritu
Santo: Santo , S anto , Santo Señor
Dios de los.ejércitos, llenos están los
cielos y la tie rra de vuestra gloria.
Gloria al P ad re, gloria al Hijo, glo­
ria al Espíritu Santo.
Creo en la santísim a T rinidad:
Espero en la santísim a T rin id a d :
Amo á la santísim a T rinidad:
Pésame de haber ofendido á la san­
tísima T rinidad.
Deseo ver á la santísim a Trinidad.
Amen.
Clemente XJY concedió loo dl»s de indul­
gencia á los que recen con devocion este Tri-
uglo, y rez&ndolo un mes entero cada día,
confesando y comulgando ganarán indulgen­
cia plenarla.
— 410 —
Varios Sacerdotes celosos para hacer la
devocion del Rosario mas útil y agrada­
ble , y al mismo tiempo para acostumbrar
á los fíeles á que lo recen en sus casas; no
solo le rezan cada dia en sus parroquias al
anochecer, sino que en ciertos dias de fies­
ta se valen de ¿1 para hacer una funcioncita
muy devota , que consiste en cantar dicho
Rosario, y hacer al principio de cada dena,
despues de anunciado el m isterio , una ex­
hortación de tres ó cuatro m inutos sobre el
m ism o , refiriendo la historia , ponderando
las circu n stan cias, excitando algún buen
afecto y concluyendo con un coloquio ó de­
precación á N uestro Señor ó á la Virgen
santísim a conforme fuere el m isterio que se
medita. Las virtudes que se podrán inculcar
y pedir mas frecuentem ente en cada miste­
rio son las siguientes:

H U T E B IO I W W W .

En el 1." E n c a rn a c ió n ; pídasela
hum ildad.
— 417 —
2." V isitación; la caridad.
3.° N acim iento ; el desprendi­
miento de todo lo terreno.
4.° P u rificac ió n ; la castidad.
5.° Jesús en el tem p lo; la obe­
diencia.

n n fT E H IO R D O L O B O IO h

1.° Jesú s en el H u erto ; la co n ­


trición.
2.° Los azotes; la m ortificación.
3.° G oronacion de esp in as; la pa­
ciencia.
4.° Subida al C alvario; la resig­
nación.
5.° C rucifixión; la perseverancia.

n n m iM o l o b io w *.

1.“ La R esu rrecció n ; pídase la fe.


2.° A scención; el deseo del cielo.
97 Id k iosi.
— 418 —
3." Venida del E spíritu S a n to ; re­
cogim iento.
A.° A sunción; u n a santa muerte.
5.° C oronacion; un ió n con Jesús
y M aría.

ESCAPDUtlO (E L C t t n i .
I . O b j e t o : el objeto de esta de­
vocion es o b ten er de la Madre de
Dios una protección especial en vida,
u n a santa m u erte y u n pronto resca­
te del purgatorio. — El medio es lle­
var con devocion la sagrada insignia
de esta gloriosa R eina de cielos y
tierra .
II. O r íg e n y p r o m e s a s : 1.° Hacia
m ucho tiem po que san Sim ón Stock,
G eneral de la órden del Carm en pe­
dia con in stan cia la protección déla
— 419 —
Virgen M a r ía , cuando he aquí que
esta so b eran a R eina se le apareció
llevando en sus m anos el E scapulario
y le dijo: «R ecibe, ó hijo, este e s c a -
«pulario de tu órden y distintivo de
«mi cofradía, señal del privilegio que
«he obtenido p ara tí y para todos los
«hijos del C árm en. El que m uera
«con esta insignia será preservado
«del fuego etern o : él será una señal
«de s a lv a c ió n , u na defensa en los
«peligros, y u n a prenda de paz y de
«protección especial h asta el fin de
«los siglos.»
Esto no quiere decir que llevando
el escapulario nadie puede condenar­
se aunque m u era en pecado m ortal,
sino que la M adre de m isericordia
obtendrá á sus verdaderos cofrades
la gracia de u n a buena m u erte, con
— 420 —
tal que lleven el esoapulario con es­
píritu de devocion, con deseo de vi­
vir s a n ta m e n te , y no abusen de
eBta prom esa para descuidar el ne­
gocio de su salvación.
2 .° A esta p rim era prom esa aña­
dió la V irgen o t r a , cuando apare­
ciéndose al P apa Ju an XXII y reco­
m endándole la órden del Gármen y la
cofradía de su E scapulario le dijo:
«Si los R eligiosos ó Cofrades al salir
«de esta vida tu v ieren que satisfacer
«por sus pecados en el purgatorio,
«yo que soy su M adre , bajaré gra-
«ciosam ente á visitarles el sábado
«despues de su m u erte, los libraré de
«aquellas penas y los introduciré en
«el descanso de la vida etern a.» Esta
prom esa constituye el privilegio de la
bula Sabbalina.
— 421 —
I I I . S o l id e z de esta d e v o c io n :
i.° Es m uy conform e á la piedad y á
la razón que nos honrem os con la glo­
riosa insignia de siervos de esta gran
Reina , la cual no puede m enos do
mirar con agrado y de recom pensar
con m agnificencia este testim onio de
nuestra devocion y afecto. 2.° P o r lo
mismo la han abrazado los hom bres
mas ilustres que ha habido así ecle­
siásticos com o seglares desde que se
estableció hace m as de seis siglos.
3.‘ La Iglesia santa que es íirm e co­
lumna de verdad, la ha recom endado
y enriquecido con g ran núm ero do
indulgencias. 4 ." F in a lm e n te , Dios
mismo la ha autorizado con innum e­
rables favores y m ilagros que no es
posible n egar.
IV. U t i l i d a d : 1.° Nos pone bajo
— m —

la protección especial de M aría. 2.°


Nos hace particip an tes de las buenas
obras de la órden del C árm en y de
sus cofrades. 3.° Nos enriquece de
copiosas indulgencias. 4.* Nos fran­
quea el doble privilegio de u n a buena
m uerte y del pronto rescate del pur­
gatorio.
Y . I n d u l g e n c ia s . Indulgencia ple-
n aria confesando y com ulgando y ro­
gando por la in ten ció n del Sumo
Pontífice. 1." El dia q ue fueren ad­
m itidos. 2 .° El dia de la fiesta de
N uestra señora del C árm en. 3.* En
el artículo de la m u erte invocando, si
no se puede de boca con el corazon
contrito el dulce nom bre de Jesús.
Adem ás hay m uchas indulgencias
parciales p or la m ayor parte de las
buen as obras que se hicieren.
— 423 —
Para g an a r dichas indulgencias y
gozar de la prim era prom esa de la
sacratísima V irgen, es preciso llevar
el Escapulario (que debe ser de lana
obscura ó negra) pendiente del cue­
llo, una p arte hácia el pecho y otra
hacia la espalda. Adviértase que la
primera vez que uno le recibe debe
ser bendecido é im puesto por u n sa­
cerdote facultado al efecto; pero per­
dido ó- hecho in ú til el prim ero, cada
uno puede to m ar p or sí m ism o otro
nuevo sin necesidad de bendecirlo: el
sacerdote q ue im pone el escapulario
debe to m ar los nom bres de los que lo
reciben para escribirlos en el libro de
alguna C o frad ía, y aun cuando esta
diligencia no se creia necesaria para
gozar de los privilegios del escapula­
rio, según la declaración de Grego-
— 424 —
rio XVI en 3 0 de Abril de 1838 á pe­
tición del G eneral de los Padres Car­
m elitas calzados ; no obstante, como
aquella declaración relativa á la Fran­
cia , era m as bien para subsanar lo
pasado, que p ara definir lo venidero;
en 17 D iciem bre de 1 8 7 0 se ordena,
que los sacerdotes facultados para
dicha adm isión: Penes se habeant
privatum regestum , et qmmprimum
commode p o ssin t, transmitiere U-
neantur ad superiores respectiva so-
dalitatis vievnioris canonice erecta no­
m ina receptorum, ut in álbum ipsius
sodalUatis transferantur. — Final­
m en te, el sacerdote que tiene la fa­
cultad de im poner el escapulario, la
tien e tam bién para aplicar á los Co­
frades la indulgencia plenaria en el
artículo de la m u erte. Mas conviene
— 42B —
tengan presen te lo que decidió la Sa­
grada congregación de indulgencias
y se halla en el Tesoro del sacerdote,
6.' edición, pág. 6 1 5 .
Para gozar del privilegio de la bula
Sabbatina ó del rescate del purgato­
rio, no basta llevar el escapulario,
sino que adem ás debe cada cual g u ar­
dar castidad conforme á su, estado, y
rezar cada dia el oficio p a rv o , á no
ser que ya esté obligado al oficio di­
vino , pues ento n ces con este solo
cumple con la condicion del esca­
pulario y con la obligación del rezo.
El que no supiere leer debe abste­
nerse de carne los m iércoles y sá­
bados excepto el dia de N a v id a d ; y
si no pudiese rezar ni h acer absti­
nencia , pida al confesor que se lo
conmute, el c u a l , según declaró la
— 426 —
sagrada C ongregación de indulgen-
cias , puede hacerlo en caso de im­
pedim ento g ra v e : m as en otros casos
es preciso re c u rrir para la dispensa
á un sacerdote que ten ga facultad
del P ap a, ó del G eneral ó Provincial
del C árm en.
Todo lo dicho no obliga á peca­
do ni aun v e n ia l: solo es condicion
necesaria para gozar de los privi­
legios.
— 427 —

OTRAS DEVOCIONES
EN BONOS

D E L A V ÍR G E H S A N T ÍS IM A .

Muchas o tras devociones hay esta­


blecidas en h o n o r de esta idolatrada
Reina de los A ngeles y de los hom ­
bres. P ues adem ás do las festivida­
des con que la h o n ra la Iglesia, hay
Novenas que le hacen sus Devotos,
hay la Córte de M aría, el septenario
de Dolores, el m es de M aría, m uchas
oraciones y cánticos con que sus fie­
les hijos invocan ó celebran su patro­
cinio. Casi todo esto, am ado Josefino,
lo hallarás en el Ancora de salva­
ción. Con los m edios que allí sugie­
ro podrás h acerle novenas y prepa­
rarte á celeb rar con fruto las p rin c i-
— 128 —

pales festividades: allí encontrarás


tiern as reflexiones para m editar sus
Dolores, obsequios y flores espiritua­
les que ofrecerle d u ran te el mes de
Mayo, las súplicas que se le dirigen,
cuando se hace la visita de la Córte,
y varias oraciones y cántioos para ce­
lebrar sus grandezas. Y como este
devocionario no es la reproducción,
sino la am pliación de la Ancora de
salvación, por esto no pongo aquí
aquellas oraciones y cánticos, espe­
rando que ya posees dicho devocio­
nario, ó te harás con él, si no lo po­
seyeses; pues te su m in istra aun mas
copiosos m edios que este, para ade­
lan tar en la virtud. No obstante voy
á copiar aquí dos de las oraciones que
allí pongo , añadiendo o tra á la Vir­
gen de D o lo re s, que tendrás grao
— 429 —
consuelo en rezarla á esta M adre do-
lorosa el viernes de cada sem ana.

m anoB A H E ,
i tracioi de n i D enudo á María santísima.

A cordaos, ó piadosísim a Virgen


María, que jam ás se oyó decir que
fuese de Vos abandonado ninguno de
cuantos han acudido á vuestro am ­
paro , im plorado vuestra protccoion
y reclamado vuestro auxilio. Anim a­
do con esta confianza , á Vos tam ­
bién acudo, ó V irgen de vírgenes, y
gimiendo bajo el peso de m is peca­
dos , me atrevo á p arece r an te vues­
tra soberana presencia. No desecheis
mis súplicas, ó M adre del Verbo di­
vino, antes bien oidlas y acogedlas
benignamente. Am en (1).
(i) Nuestro Santísim o Padre Pió 1$ cono©-
— 430 —

ACTO DI COISIGBIQOK
A IiA T I M E S l i i n í i D U .

0 purísim a V irgen M aría, Madre


de Dios y M adre m ia amantísima,
centro de las delicias y complacen­
cias del Altísim o , com o la mas per­
fecta de todas sus obras y el mas fiel
espejo de sus perfecciones divinas.
¿ Qué g racias te d a r é , Señora , por
los inm ensos favores y beneficios que
por tu in tercesió n he obtenido del
Cielo? ¿C uántos años hace que yo ar­
dería en el infierno, si cual poderosa
A bigail, no hubieses aplacado al su-

dló soo dias de indulgencia por cada vezqut


se rezare esta o racio n , y u n a plenaria cili
mes al que habiéndola dicho cada d ia , reci­
biere los Saoram enlos y v isita re una Igiesii
rogando por las intenciones de Su Santidad.
(11 de diciem bre de 1846).
— 431 —
premo Juez irritado co n tra m í? A tí
vengo, pues, R eina de cielo y tie rra ,
despues de Dios única esperanza y
refugio del pecador en este valle de
lágrimas ; á tí acudo , Abogada uni­
versal, que á nadie desechas; Aboga­
da poderosísim a, á quien nada rehúsa
el O m nipotente , á tí clam o desde el
profundo abism o de m iserias en que
estoy sum ido.
A cuérdate que por salvarm e tom ó
Jesús carn e hum ana en tu s en trañ as
virginales, y que antes de espirar en
la cruz volviendo á ti sus dulces ojos,
Mujer, te dijo, en la persona de J u a n ,
ahí tienes á tu h ijo : y luego á m í,
ahí tienes á tu Madre (4). ¡ Ah ! no
merecia yo tan señalado favor : m as
Jesús traspasó en mí los títulos y d e -
(i) Joan, x ix ,«. se, 27.
— 432 —
rechos que ten ia á tu am or. ¿Y po­
drá u n a m isericordia tan grande co­
mo la tu y a, no apiadarse de una mi­
seria tan extrem ada com o la mia?
P ues eres M adre y refugio de peca­
dores ; pues tu s vasallos, ó Reina de
m isericordia , son los m iserables;
¿ q u ién habrá m as acreed or que yo á
tu clem encia, siendo, com o soy, el
m as m iserable de todos los pecado­
res? ¿En quién se h ará m as patente
tu m isericordia , que en m í , el mas
ingrato de todos tus hijos? ¿No ves,
M adre piadosísim a, cuántos peligros
m e rodean ? ¿ C uántos y cuán en­
carnizados enem igos m e persiguen?
M uestra , p u e s , en mí el cariño que
profesabas á tu Hijo. No permitas,
que prevalezca el infierno contra un
hijo tuyo , que aunque indigno de
— 433 —
este n om bre, te invoca, y se acoge á
la som bra de tu am paro. ¿Qué? ¿Des­
plegaría el enem igo m as celo y ardor
en perderm e , que tú , la m as tiern a
de todas las m a d re s , en salvarm e ?
¡ A h ! crim en seria pensarlo. Mas
deseas tú dispensarm e favores, que
yo pedírtelos. Llorando pues, mi in­
gratitud pasada y queriendo de hoy
en adelante am arte con todo el afecto
de mi corazon, te elijo por Abogada,
Reina y M adre m ia, consagrándom e
|»r siem pre jam ás á tu santo servi­
cio. Pongo bajo tu am able im perio
mis b ie n e s, mi s a lu d , mi corazon,
alma, potencias, sentidos, vida, todo
cuanto tengo y soy. En tí despues de
Jesús pongo toda m i confianza. Sé
siempre mi am paro y mi defensa, ó
Virgen poderosa; y en el terrib le tran-
28 u 4Jm<-
— m —

ce de la m u erte , cuando el dragón


infernal haga desesperados esfuerzos
para trag arm e, vuela á mi socorro, ó
M adre a m a n tís im a , y alcánzam e la
perseverancia final. No m e dejes un
solo in stan te, hasta que feliz contigo
cante tu s glorias y las misericordias
de tu Hijo en el cielo por eternidad
de eternidades. Am en.

ORACION
A L A V ÍR G E N D E DOLORES
piu qdxioi m u a u mía n u m an.

¡ 0 dolorosísim a M adre de mise­


ricordia , dulce im án de los corazo­
nes, y, despues de Dios, única espe­
ranza de los pecadores ! ¡ O Reina y
M adre afligidísim a! Te suplico con
todo el afecto de mi a lm a , que me
asistas en la hora de la muerte.
— 435 —
Cuando aletargados ya los sentidos,
ofuscadas las p o te n c ia s , quebrados
los ojos, perdida el habla, levantado
el pecho, postradas las fuerzas y ba­
ñado mi rostro con el sudor de la
m uerte, esté yo luchando con el úl­
timo parasism o y m e vea cercado de
fieros enem igos, que esperan salga mi
alma del cuerpo para acusarla de to­
das sus culpas ante el trib u n al divino;
muestra en to n ces, ó M adre am orosí­
sima que eres mi Abogada, mi P as­
tora, mi R eina y la ú n ica esperanza
de mi desm ayado corazon. S í, como
Abogada, defiéndem e entonces en el
tribunal divino ; com o P astora vigi-
lantísima , vuela ento n ces al socorro
de una de tu s ovejas queridas ; como
Reina poderosísim a , am para en to n ­
ces á uno de tu s v a s a llo s ; y como
— 436 —
M adre aflig id ísim a, a c ije entonces
benigna á uno de tu s hijos. ¡ Ay ! de
aquel punto depende mi salvación ó
condenación e te r n a : aquel es el hori­
zonte que separa el tiem po de la eter­
nidad , y el crítico m om ento en que
va á pro n u n ciarse la sen tencia irre­
vocable que d u rará etern am ente.
No m e d e je s , pues, M adre mia en
aquel tra n c e suprem o: no m e desam­
pares en tan to peligro. Acuérdate,
am abilísim a S eñ o ra, que si tu hijo san­
tísim o pendiente en la cruz te escogió
por M adre n u e s tra ; fué para socorrer y
am p arar á tu s hijos en aquel momen­
to terrib le. ¡ O sagrado y segurísimo
refugio nuestro ! P o r si entonces no
tuviese fuerzas ni conocim iento para
invo carte, lo hago desde ahora, como
si estuviese ya en la últim a agonía,
— 437 —
acogiéndome desde ahora bajo tu am ­
paro é in tercesió n , para que m e li­
bres entonces de los m erecidos ri­
gores del Sol de ju sticia. S í, desde
ahora com o si ya estuviese agonizan­
do , te digo lo que tal vez entonces
no podré decirte. M isericordia , Ma­
ría , dulce M adre m ia, m isericordia;
piedad, ó M aría, clem encia, ó M aría,
perdón , ó M a ría , Virgen santísim a
de los Dolores , querida de m i alm a,
consuelo y vida de m i corazon , en
tus m anos encom iendo m i espíritu,
para que m e presentes al trib u n al di­
vino é in terced as por este pobre pe­
cador. E n tí puse mi esperanza , en
tí confío. Ya ves , M adre m ia , que
voy á expirar. M isericordia , Madre
de mi a lm a , m isericordia M adre de
mi-vida, m isericordia , M adre d o lo -
— 438 —
rosísim a, m isericordia en esta última
agonía, m isericordia. Ju n to este úl­
tim o dolor con tu s acerbísim os dolo­
res, y mi últim o aliento con el último
aliento de tu Hijo santísim o. Aplíca­
m e lo que m ereciste con tu s dolores,
válganm e los dolores y m éritos de tu
dulcísim o Hijo. O bu en Jesú s, ampá­
ram e, ó M adre dolorosísim a, recíbe­
m e, ó glorioso S eñ o r san José, asís­
tem e : m isericordia , Jesús , María y
José. M isericordia y gracia. Amen.
Donde la V irgen de Dolores fuese cono­
cida con el nom bre de Virgen de la Piedad,
cuando se leyere esta oracion en público,
podría substituirse la palabra miterieordit
con la de piedad, para excitar mejor la de­
vocion del pueblo.

A unque la sagrada Congregación no re­


conozca las m uchas indulgencias que se di-
— 139 —
cen concedidas á la décima sig u ie n te ; con
lodo encierra tan bellos afectos, que 1<$ hi­
jos fervorosos de María se recrearán rezán­
dola á m enudo con toda devocion , y repi­
tiendo tres veces con m ucho fervor el últi­
mo verso :
No me deje», Madre mia.

Bendita sea tu pureza,


Y eternam ente lo sea ;
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza:
A T í, celestial Princesa,
Sagrada virgen María,
Te ofrezco desde este dia
Alma, vida y corazon,
Mírame con compasion,
No me dejes, Madre mia.
— 440 —

M A S DEVOCIONES PARTICOLARES.

MODO
DE HA.CER UN TRÍDUO Ó NOVENA
n i r o v o s d i cu A & Q o m tA irro ,

j le prepararse para u a feslnidad priaeipal

1. Sin m u ltip licar los ejercicios


de piedad , p rocura pasar estos tres,
cinco ó nueve dias con m ucho reco­
gim iento y fervor.
2 . Haz con todo esm ero las obras
ordinarias ,7 v• ofrécelas cada dia al
Santo á quien consagras la novena,
pidiéndole supla tus defectos, y pre­
sen te tu s acciones y súplicas al SeSor.
3 . Em plea cada dia un rato en me­
ditar ó leer la vida del Santo : com­
para tu s im perfecciones con sus vir-
— 441 —

tildes, hum íllate y confúndete, perú


excitándote á su im itación.
i . Si no sabes m editar ó leer, oyo
á lo m enos la Misa en su honor por
poco que las ocupáciones te lo per­
mitan.
5. Reza cada dia de la novena tres
Padre nuestros, Ave Marías y Gloría
Paíri á la santísim a T rin idad, dán­
dola gracias p or los favores y benefi­
cios que hizo al S a n to : y luego pide
la gracia que por su in tercesión de­
seas conseguir en la novena.
(>. P ara m as obligarle, suelen al­
gunas personas piadosas p racticar
aquellos dias alguna ligera m ortifi-
cacioD ó p en itencia, y a y u n ar la vigi­
lia de su fiesta con licencia del con­
fesor.
7. Acaba la novena confesando y
— 442 —
com ulgando con todo el fervor posi­
ble: y no dudes que, haciendo loque
buenam ente puedas , alcanzarás el
favor que pidas, si fuere conducente
á tu etern a salvación.

MODO D E H O N RA R
A CUALQUIER SANTO DE MUESTRA DEVOCION
el d ía d e i d fieita .
Recibidos con muebo fervor los santos Sa­
cram entos, ó por lo menos oída la Visa con
devocion en obsequio su y o , ponte ante su
im ágen, si la tien es, y em plea media hon,
ó el tiempo que p u e d a s, en los afectos si­
guientes :
Altísim o S eñ o r de todo lo criado,
á qui$n respetan hum ildes los Ange­
les, obedecen sum isos los Arcánge­
les, y rin d en obsequioso vasallaje los
Serafines y S a n to s , yo os adoro co­
mo á centro de todas las perfeccio­
nes, au to r de todo bien y fuente ina-
— 443 —
gotable de toda santidad. Haga cada
cual suyos estos afectos repitiéndolos
interiormente: por ejemplo, diga aquí
algunas veces: Os a d o ro , S eñor, os
adoro c o d profundo respeto.
Gracias os doy S eñ o r, por los m u­
chos y señalados dones de n atu ra le­
za y gracia con que enriq uecisteis en
este m undo á vuestro fidelísimo sier­
vo san N. y por la sublim e gloria á
que le habéis elevado en el cielo. Re­
pite con la misma gratitud, que si es­
tos dones fueran tu yo s: G racias, infi­
nitas gracias, S eñor.
Al verm e tan vil y m iserable cria­
tura , y lo que es peor todavía , tan
gran p e c a d o r, g ó zo m e, gloriosísim o
Santo, de que hayais sabido dom ar
las p asio n es, m erecer ta n sublim es
prerogativas, y elevaros á tan alta
— 444 —
santidad. S í, regocíjale iníeriormentt
de ello.
Mas ¡cuánto m e avergüenzo de yer­
me tan desem ejante á Vos, ó amable
P rotecto r mió ! ¿ Y cómo no te aver­
gonzarás? ¡E l Santo tan fervoroso, j
tú tan tib io ! ¡ E l tan dado á la oro-
cion, tú tan poco amante de ella! ¡É
de una fortaleza invencible, hasta ver­
ter su sangre por Jesucristo; tú ton
cobarde, que una ligera contradÁcdm
te abate, un qué d irán te retrae dtl
camino de la virtud!
Os doy g racias por los admirables
ejem plos que nos dejasteis, y por los
señalados favores que yo y tanto
devotos vu estro s hem os recibido del
Cielo por v u estra poderosa interce­
sión. S í , dale m uy afectuosas gra­
cias, y dále el parabién.
— ÜB -
Y Vos, ó Trinidad beatísim a, per­
mitid que desde el profundo abismo
de mi m iseria, alce los ojos á Vos y
os ofrezca el corazon am ante de este
vuestro Siervo escogido, y la caridad
jrdentísima con que os am ó y sirvió
en la tierra , y ahora os alaba y en­
grandece en la tierra . Ofrecéselo in­
teriormente.
Admitid, ó am antísirno Jesús m ió,
su fervor en suplem ento de mi tibie­
za, sus abun d an tes m éritos en satis­
facción de mis culpas, sus heroicos
ejemplos en reparación de mis escán­
dalos... S í, admitidlos, Señor.
Os ofrezco, ó dulce Abogado m ío,
el culto y ho n ra que hoy se os trib u ta
en todo el universo, y os presento las
fervorosas súplicas que vuestros de­
votos ós dirigen en todo el m u n d o ...
— 116 —
Uno á ellas m is tibias oraciones, y
os suplico m e alcancéis que os imite
en el ejercicio de las v irtudes en que
tanto resp lan d ecisteis, en particu­
lar. .. Pide la gracia que deseas.
Alcanzadm e , am oroso Protector
m ió, alcanzadm e del S eñ o r esta gra­
c ia, si m e conviene, añadiendo á ella
la de la victoria de m is pasiones, pa­
ra que así goce de vuestra dichosísi­
m a com pañía en la gloria. Amen.
A unque este solo ejercicio bien hecho, bts-
U ria p ara h o n rar á los Santos de un nodo
mas m eritorio que los que se hallan comun­
m ente en los lib ro s; con todo paralomeDUr
m as la devocion de los fieles pondremos aqni
v arias oraciones, ya p ara Invocar á alguno*
Santos especiales, ya para celebrar el dia di
cum pleaños, el aniversario de U primera co­
m unión, de la conversión, etc.
— 447 —

OUCION PARA EL DIA DE CUMPLEAÑOS (1 ).

B en o racio n de U i prom esas henha»


en el B ao tin n o .

O am orosísim o Dios y S eñor m ió,


¿qué gracias te daré en este dichoso
dia en que de hijo de ira y esclavo
del demonio pasé por el santo B autis­
mo á ser hijo tuyo y h eredero del cie­
lo? ¿Q ué m éritos h allaste en m í para
sacarme de las som bras de la m uer­
te, dar 4 mi alm a la vida de la gracia
y ataviarla con las preciosas joyas,
dones y virtudes del E spíritu Santo ?
¡Tantos que te correspondieran m e­
jor, están todavía sentados en las ti­
nieblas del erro r; y yo, quizás el m as
ingrato de todos, fui preferido á ellos,
(1) No dejes de com ulgar en tan fausto dia.
— 448 —
alum brado con la luz del Evangelio,
y escrito en el libro de la Vida! ¡Oh!
canten los Angeles y S antos tus mi­
sericordias para conm igo, y ayúden­
me las criatu ras todas á darte gracias
por ta n insigne beneficio.
Mas u na condicion p u s is te , Dios
m ió, á este señalado favor; y fué que
yo ren u n ciase á S atan ás, á sus pom­
pas y o b ra s, y abrazando la santa fe
católica perseverase en tu divino ser­
vicio fiel hasta la m u erte. Así lo pro­
m etí entonces por boca do mis pa­
drinos : pero ¡ay de mí! ¡qué mal lie
cum plido tan santas y augustas pro­
m esas! Dando oidos á las seductoras
m áxim as del m undo , m e pasé á las
filas de Lucifer; fui en pos de place­
res y divertim ientos profanos ; cor­
rí tras las vanidades, honores y ri-
— 449 —
quezas q ue son las pompas del dem o­
nio ; y m e n o sp re cian d o , S e ñ o r, tu
santa l e y , ¡ a y ! preferí las nefandas
obras d e S atan ás á los preceptos de
la Iglesia. ¡Oh! ¡pasmaos, cielos! m i­
rad hasta donde llegó mi ingratitud
y delirio : yo abandoné al P adre que
me crió, y dejando esta divina fuente
de agua viva , fui á m ancharm e con
el cenagoso barro de las cisternas
disipadas.
Mas com padécete , S e ñ o r , de mi
profunda m iseria. No caiga sobre mí
aquella m aldición de tu Profeta: ¡Ay
de los malvados hijos, que vuelven las
espaldas al Señor (1)! Ya vuelvo á tí,
mi dulce J e s ú s ; ya renuncio á Sata­
nás, á sus pom pas y á sus o b ras; ya
juro am arte y servirte siem pre m as.
(i) Osee, vii, v. 18.
90 IJ i Jo*.
— m —
S í , A ngeles del cielo , que escribis­
teis un dia m is prom esas, sed hoy de
nuevo testigos de mi resolución. No,
no me arrep ien to de lo que prometí
en el santo Bautism o por la boca de
m is p a d rin o s; ahora que puedo ha­
b lar, y tengo plena libertad y cono­
cim ien to ; en tu presen cia, soberano
S eño r S a c ra m e n ta d o , y delante de
toda la córte, c e le s tia l, renuncio de
nuevo á S a ta n á s , á sus pompas y á
sus obras, y m e consagro para siem­
pre á tu divino servicio. N unca mas
abdicar la fe : n u n ca m as avergon­
zarm e de p racticar la Religión santa:
n u n ca m as c o rre r tras los fementidos
placeres y locas vanidades del mun­
do. T ú, Dios m ió, eres el centro de
m i felicidad, tú serás tam bién el úni-
'co blanco de m is esperanzas y de mi
— 451 —
amor. A natem a á S atanás que por
tanto tiem po m e ha sojuzgado: ana­
tema á todas las obras de in iq u id a d :
anatema al m u n d o , á sus diverti­
mientos y m áxim as perversas : ana­
tema á la carn e y á sus pérfidos hala­
gos: gloria y loor eterno á Jesucristo,
á quien solo quiero a m a r , servir y
poseer por infinitos siglos. Am en.

ORACION
paro acudir á Dios en las aflicciones y traba­
jos de esta vida.

Altísimo Dios de cielos y tierra ,


Padre de bondad y m isericordia infi­
nita, confuso y tem blando m e postro
ante vuestro acatam iento divino, gi­
miendo bajo el peso de vuestra ju s­
ticia con tan ta razón irritada con­
tra mí.
— 452 —
Ya veis cu án gran d e es mi aflic­
ción : perdido he lo que m as estimaba
en la tie rra ... acosado m e veo por to­
das p artes de infortunios y tribulacio­
nes. .. Representa a l Señor tu» aflic­
ciones, y desahoga con él Ut corazan,
pero eon resignación y humildad.
Creo, Dios m ío, que nada sucede
por acaso en este m u n d o ; sino qut
todo viene regulado y dispuesto por
vuestra am orosa providencia. Creo
que todos estos golpes, por sensibles
que s e a n , vienen todos- dirigidos de
lo alto para m i b ie n ; ó para que abra
los ojos y enm iende m i vida desarre­
glada , ó para que m e purifique de
m is culpas pasadas e n este purgato­
rio len to , ó para q ue, llevándolo como
venido de vuestra m a n o , m e labre
u n a corona de gloria inm ortal.
— 453 —
Justo pues, será, que m e resigne:
Vos solo conocéis lo que roas m e con­
viene , yo no. Siendo Vos por otra
parte o m n ipotente, y am ándom e con
un cariño infinitam ente m as tierno
que el de las m adres m as am orosas á
sus m as regalados hijos, no dudo que
esta adversidad es ló que m as me
conviene.
Lo creo , am abilísim o Jesús m ió, y
por mas que la naturaleza lo sienta y
apetezca lo que no le conviene, mo
someto á vuestra santísim a voluntad.
Pequé, S eñ o r, y aun no me tratais
conforme yo m erezco. P or dura y
pesada que parezca, beso y bendigo
e*a m ano p atern al, no m enos ju sta
euando castiga, que cuando prem ia ;
no m enos am orosa cuando atrib u ­
la , que cuando halaga ; no m enos
— 464 —
sabia cuando p e r m ite , que cuando
m anda; no m enos solícita de m i bien
cuando m e lev an ta, que cuando me
abate. ¡C uántos que con la prosperi­
dad se p erdieran , se salvaron en la
ad v e rsid ad !
Hágase pues , S eñ o r, en m í según
v uestra san ta voluntad. S i quereis
que u n a nube se m e lleve la cobecha,
u n a enferm edad el g a n a d o , un falso
testim onio la h o n r a , si quereis que
pierda el pleito , el n egocio, el ami­
go ; hágase en todo vu estra santa
voluntad. Si quereis que m e vea pos­
puesto á inferiores, agobiado de es­
crúpulos, fatigado de tentaciones, en­
ferm o , pobre, abandonado ; sensible
cosa e s , pero hágase e n m í según
vuestra santísim a v o luntad. V i ad
ofreciéndote á b que te repugnare, di-
— 456 —
tiendo siempre con todo afecto: hága­
se en m í según vuestra santísim a vo­
luntad.
Pero dím e , cristian o , cuando un
facultativo te aplica u n cauterio ó
hace la am putación de un m iem bro ú
otra operacion d olorosa, no solo to
resignas, sino que au n se lo agrade­
ces yreco m p en sas. Y esto q u e , sien­
do h o m b re , no sabes si te dará la
vida ú ocasionará la m u erte. P ues
¿por qué no harás otro tan to con
Dios, con ese P adre tan bueno que
tanto se desvela por tu eterna salud?
Anímate pues ; algo te costará, pero
este es uno de los actos m as subli­
mes que puede h ac er u n a criatu ra en
la tierra. Abrázate con la im ágen de
Jesús crucificado, besa con am or sus
llagas y díle : G racias os doy , S e -
— 466 —
ñ o r, por los trabajos que m e enviáis.
¡ Qué dicha tan grande la m ia de ser
en algo sem ejante á Vos, y de poder
expiar tan fácilm ente m is culpas pa­
sadas ,7 v«> acau d alar tesoros inmensot
para el c ie lo ! G racias, infinitas gra­
cias os doy por ello, S eñor.
Esfuérzate, cristiano, en pro d u cir estos ac­
tos, que son muy m eritorios. Si no puede
obtener del am or propio el dar gracias al Se­
ño r por la cruz que tanto te repugna, vueln
á este mismo ejercicio y quizá lo conseguir!)
In sppunda vez; y si á pesar de esto no lo al­
can zares, no le acongojes, que Dios no li
q u iere insensible, sino resignado. Jesucristo,
con ser la fortaleza InG nita, sintió los traba­
jos, y la viva aprehensión de ellos le pusoei
agonía m ortal en el H uerto; y no obstante,
I cuánto no agradó al E terno P adre su beról-
ca resignación t
— 457 —

ORACION
en reparación de las blasfemias.

Inm enso , incom parable , infinito,


santísimo Dios y S eñ o r dol universo,
ente quien los Serafines y dem ás Es­
píritus celestiales confusos y anona­
dados se postran para adoraros , al
paso que los hom bres redim idos con
sangre divina , y colm ados por Vos á
cada in stante do nuevos é infinitos
favores, os ultrajan y ofenden, pro­
fanando y blasfem ando incesante­
mente vuestro nom bre sacrosanto y
la preciosísim a sangre de vuestro
amado Hijo. Yo m iserable, é indigna
criatura, penetrada de vivo dolor por
tanta m a ld a d , quisiera im pedirla á
costa de mi vida; pero com o esto no
es fácil, deseo re p ara r á lo m enos en
— 458 —
algún modo tan horribles profana­
ciones.
Q uisiera , p u e s , S e ñ o r , cada vez
que en este dia sea blasfem ado vues­
tro santísim o nom bre , ó la preciosa
sangre de Jesú s, ó el augusto Sacra­
m ento del A ltar, ó los sagrados nom­
bres de Jesú s, M aría ó de los Santos;
quisiera poder trib u taro s tan tas gra­
cias, bendiciones y alabanzas, cuan­
tas os rinden los Serafines en el cie­
lo, y cu an tas habéis recibido y reci­
báis de todos los ju sto s y Santos desde
el principio hasta la consum ación de
los siglos.
S í, Dios mió , por cada blasfemia
que se profiera co n tra Vos y vuestros
S a n to s , es mi in ten ció n ofreceros
aquel S an to , S an to , S an to , que os
en to n an los A n g e le s, tan tas veces,
— 459 —
como estrellas tien e el cielo, átom os
el aire , hojas los árboles , gotas de
agua y arenas el m a r ; tan tas veces,
cuantos son los actos de am or purí­
simo que os dirige M aría santísi­
ma , y cuantas son las perfecciones
que en cierra vuestra divina esencia.
Amen.
En R om a, para reparar algún tanto las
horribles blasfemias que se profieren cada
dia contra Dios, contra los Santos y contra
li Virgen santísima; despues de ciertas Mi­
sas, 6 bien, siempre que se reserva el San­
tísimo, antes que se encierre el copon ó la
sagrada Hostia en el Sagrario, puesto el Sa­
cerdote de rodillas al pié del altar, dice las
siguientes bendiciones, repitiéndolas el pue­
blo con mucha devocion.
Bendito sea Dios. ñj'. Bendito, ele.
Sea su santo Nombre bendito, r). Sea, etc.
Bendito sea Jesucristo , Dios y hombre
verdadero, tf). Bendito, ele. i toda bendición.
— 460 —

Bendito sea el nombre de Jesús.


Bendito sea Jesús en el santísimo Sacra­
mento del Altar.
Bendita sea María santísima, la gran Ma­
dre de Dios.
Bendita su santa é inmaculada Concep­
ción.
Bendito el nombre de M aría, Madre y
Virgen juntam ente.
Bendito sea Dios en sus Angeles y Santos.
Hay concedidas u na Indulgencia de un t u
por cada vez que se digan estas jaculatorias,
y u n a p lenarla al mes aplicable á las Almc
del purgatorio, p ara lodos los que, habiéndo­
las dicho cada d ía, se confesaren y comulga­
ren orando por Jos fines de la san ta Iglesia.
(Pió 11, 8 de agosto de 18(7J.

O R A C IO N
por la salvación del universo tu las premia
necesidades de la Iglesia.

Am ontísim o J e s ú s , que abristeis


á los hom bres los tesoros de vuestra
c lem en cia in fin ita ; no es ya por il*
— 461 —
gunos desgraciados solam ente, es por
la España y la Europa en tera, es pa­
ra la cristian d ad y para el universo
todo que solicito vuestra m isericor­
dia. Todos los hom bres son hechura
de vuestras m anos y herm anos mios
carísim os: y apiadándoos de todos
ellos, están lejos de agotarse ni de
disminuirse los tesoros de vuestra
bondad: pues cu an to m as abundante
se derram a ese vuestro m anantial de
gracias, tan to m as caudaloso brota ;
y cuanto m as se com unica, tanto m as
se enciende el fuego que arde en
vuestro pecho divino.
Echad, pues, u n a m irada com pa­
siva sobre toda la tie rra ; ¡ay, llega
al extremo la m aldad y la desolación!
¡ Cuánta zizaña do erro res ha sem ­
brado por todas partes el enem igo
— 462 —
in fe r n a l! Veis hollados los derechos
espirituales y tem porales de vuestro
Vicario en la tie rra , ultrajada su al­
tísim a dignidad , y á los mismos re­
yes y pueblos conjurados contra su
sagrada persona. El infierno hace ca­
da dia nuevas conquistas : las almas
se pierden y caen en el abism o como
los copos de nieve caen en invier­
no , y las hojas de los árboles en el
otoño. El m undo arrastra á la mu­
chedum bre con seductores halagos,
cund en com o contagio las máximas
perversas, el in teré s es casi el único
resorte de las acciones hum anas, to­
do lo in u n d an el fraude y el engaño:
una sed frenética de placeres impu­
ros consum e á todos los estados y
edades, y p or colm o de desdichas el
respeto hum ano dom ina y tiraniza á
— ¿63 —
los m ism os buenos. ¡ A y ! ¡ á qué
abismo tan espantoso de m ales nos
precipita la irreligión y el libertinaje
de nuestros d ia s !
¿Y seréis, señor, insensible á tan ­
ta miseria? ¿P erm itiréis que sea der­
ramada en balde vuestra S angre pre­
ciosa? ¿Será indignam ente profanada
por los m ism os por quienes se d erra­
mó esp ecialm en te? No, no se gloríe
Lucifer por m as tiem po. Oid los la­
mentos de las alm as que tiern am en te
os aman , escuchad los gritos de los
mismos seres insensibles que parece
lloran la triste su erte de tenpr que
servir á hom bres ingratos en la eje­
cución de sus designios contra el Ha­
cedor ; m uévaos la voz elocuente de
esas llagas adorables que piden m ise­
ricordia , y conm uévase vuestro C o-
- 464 —
razón santísim o á la vista de tantas
desgracias. Suspended el curso de
tan tas m aldades, y sobre todo dete­
ned el to rre n te de los sacrilegios, ori­
gen principal de nuestro s male6. Bas­
te ya de indiferencia y de crímenes;
baste ya de dolor y de amargura.
B rille v uestra faz seren a en la tier­
ra , sople sobre ella vuestro espíri­
tu v iv ificad o r, y renovándolo todo,
será vuestro santísim o nom bre glori­
ficado, acatada v uestra R eligión san­
ta , observada vuestra ley divina, y os
alabarán y gozarán los hom bres por
infinitos siglos. Am en.
P uesto que la Seráfica Madre san­
ta T eresa de Jesús fué ta n devota de
san J o s é , que tan to s conventos i
iglesias puso bajo la protección y ad-
vooacion del excelso P atriarca , que
— m —

con sus o b r a s , palabras y escritos


admirables contribuyó tan to á exten­
der esta útilísim a d ev o c io n ; justo es
que en testim onio de nu estra grati­
tud y afecto le consagrem os siquiera
esta corta oracion.

Oraeion ¿ santa T e re s a de Je sú s.
Extática M adre san ta Teresa de
Jesús, dignísim a Fundadora de la
descalsez C arm elitan a; M ujer fuerte
en los trabajos y persecuciones con
que intentó el infierno im pedir la in­
signe obra de vuestra reform a; cons­
tantísima en llevar con indecible to­
lerancia la pesadísim a cruz de la de­
solación y desaipparo en los ejercicios
espirituales, con que el S eñor os pro­
bó por espacio de veinte años, m ere­
ciendo ser regalada despues con pro-
Q ft Id á Jo ió .
— 466 —
digiosos éxtasis y favores; S anta ajus­
tadísim a á las perfectas m áxim as del
Evangelio, hasta p ro m eter á Dios con
voto el no ofenderle ni au n levemen­
t e ; sapientísim a en la ciencia de los
S antos, habiendo dejado á la posteri­
dad d o ctrin a celestial en vuestros es­
critos : suplicad por m í á vuestro di­
vino Esposo que á im itación vuestra
destierre de mi corazon la tibieza, sea
constante en los ejercicios de piedad,
sufrido en las adversidades, y gene­
roso en v en cer todo cu anto impida el
aprovecham iento de mi alm a. Espero
esta gracia del S eñor por vuestra in­
tercesió n poderosa. Am en.
L etrilla de san ia Teresa de Je sú s, dignísi­
ma de estar grabada en los corazones.
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo te pata,
— 467 —
Dios no »e muda;
La paciencia
Todo lo alcanza:
Quien i Diot tiene
Nada le falta,
Solo Dio» batía.
GLOSA.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y venga lo que venga,
Nada le erpante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es sombra vana:
Nada tiene de estable,
Todo te pata.
Aspira á lo celeste,
Que siempre d u ra :
Fiel y rico en promesas,
Dio» no »e muda.
Ámale, cual merece
— 168 —
Bondad inm ensa:
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma;
Pues quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien á Dio» tiene.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le jaita.
Id pues, bienes del mundo,
Id, dichis vanas-,
Aunque todo lo pierda,
Solo Dios ba»ta.
— «69 —

Oración á san Roque,


para que nos libre de iodo mal contagioso.

Piadosísim o confesor de C risto,


glorioso san R o q u e , o tro David de
la ley de gracia por la m ansedum ­
bre y rectitu d de corazon: nuevo To­
bías en el tern ísim o afecto para con
los pobres y por la constancia en
ejercer las obras de m iserico rd ia;
cual otro Jo b , prodigio estupendo de
paciencia y fortaleza en los dolores y
trabajos con que el Cielo te probó :
¡cuánto m e alegro que en este m undo
orgulloso, sensual y am bicioso, apa­
rezcas tú tan pobre, hum ilde y m orti­
ficado , distribuyendo á los pobres tu
opulentísimo p a trim o n io , y m endi­
gando el pan h asta Rom a en traje de
peregrino ! Y com o si nada fueran ni
— 470 —
las llagas y dolores que padeces , ni
el ham bre que te aqueja, ni el aban­
dono en que te ves , hasta no tener
á veces m as recurso ni am paro que el
pan que te envia el Cielo por medio
de un prodigioso perro; com o si nada
fuera aun el verte encerrado cuatro
años enteros e n u n h o rrible calabozo
por tu m ism o tio , que sin conocerte,
te tra ta de espía; te en tregas genero­
so á los rigores de la m as asombrosa
penitencia.
¡Oh! ¡cuánto condena esa tu vida
p en iten te, pobre y hum ilde, el orgu­
llo, la am bición y sensualidad de la
mia! ¡Ah! no extraño seas tu visitado
con indecibles favores y gracias ce­
lestiales, al paso que yo soy castiga­
do de la divina ju sticia con razón ir­
ritada p o r tan to s vicios y pecados
— 471 —
mios. P ero aplácala, dulce P atrón y
abogado co n tra la peste. Tú que li­
braste á Rom a , P lasencia y á tantas
otras ciudades de este azote devasta­
dor, líbram e tam bién á m í, y libra de
el á esta ciudad que pone en tí toda
su confianza. Cúm plase en nosotros
la dulce prom esa que el Cielo dejó
escrita en aquella m isteriosa tabla
que apareció sobre tu glorioso cadá­
ver. Los que tocados de la peste, in­
vocaren á mi siervo R oque, se libra­
rán por su intercesión de esta cruel
enfermedad.
S i, cristiano lector, deja tú de ir rita r con
pecados ¿ la divina Ju sticia, haz u n a buena
confesion, y no dudes que, si conviene A tu eter­
na utlvaeion, serás libre de todo contagio.
— 472 —

MODO DE HiCER U S ESTACIONES


DE LA BULA DE LA SANTA CRUZADA.

P o r la señal de la santa cruz, etc.


S eñor m ió Jesu cristo Dios y hom­
b re verdadero , aquí m e teneis pos­
trado á vuestros pies lleno de confu­
sión á vista de m is m uchas culpas y
pecados. ¡Oh! ¡cuánto me arrepiento
de haberos tan tas veces ofendido , ó
P adre de m isericordia, ó Dios infini­
tam en te bueno y digno de ser amado
sobre todas las cosas! Perdonadm e, ó
buen Jesú s, por esa san g re que der­
ram asteis por mi am or, y conceded­
m e que gane hoy las indulgencias y
gracias de la santa C ruzada, las cua­
les deseo aplicar en satisfacción do
m is culpas y en sufragio del alma de
N. ó de las que sean de m i mayor
— 473 —
obligación y de vuestro agrado. A
este fin os ofrezco esta visita de cin­
co altares en m em oria do vuestras
cinco preciosas llagas, y por ellas os
encomiendo los necesidades de la san­
ta Iglesia y del Estado; á nuestro san­
tísimo P adre N. y dem ás Prelados y
Superiores espirituales y tem porales,
la paz y concordia en tre los príncipes
cristianos , estirpacion de las here­
jías, conversión de los infieles, h ere­
jes y pecadores, perseverancia de los
justos y todos los dem ás piadosos fi­
nes de n u estra santa m adre la Igle­
sia. Am en.
En cada uno de los cinco altares
hecha la señal de la cruz ó u n a in­
clinación , se reza por lo m en o s un
Padre nuestro , Ave M aría y Gloria
Patri.
— 474 —
Quien quisiere detenerse un poco
m as, podrá co n sid erar en la 1 .' vi­
sita la llaga sacratísim a del Pié iz­
quierdo de nuestro S eñ or Jesucris­
to, pidiéndole por los infieles, herejes
y cism ático s: en la 2.* adorando
•la llaga del Pió derecho pedirá por
la conservación de la fe entre los
fieles y especialm ente en España: en
la 3 . ' encom iéndele la conversión de
los pecadores por la llaga de su Mano
izqu ierd a: en la 4.* propóngase al­
canzar por la llaga de la Mano derecha
la perseverancia de los ju s to s : en la
5.* finalm ente en tre por la llaga del
Costado hasta el sagrado Corazon de
Jesú s deseando estab lecer en él la
m orada y encom endándole los nego­
cios y personas de nuestra mayor
obligación y afecto.
— 47B —
Saaario de las indulgencia! que se pneden
ganar con la Bola de la santa Cruiada.
Indulgencia plenaria. \ ° En los domin­
gos de Adviento, Septuagésim a, Sexagési­
ma y Quincuagésima.
2.° Desde el miércoles de Ceniza, basta
la Dominica »n albit, ú ocho dias despues
de Pascua.
5.* En los dias de Témporas y Roga­
ciones.
4." En la vigilia, Gesta de Pentecostés y
los seis dias siguientes.
5.° Por Navidades en cada una de las
tres Misas, la vigilia y los cuatro dias que
siguen.
G.° En las festividades de la Circunci­
sión, Epifanía y Ascensión del Señor.
7." En el artículo de la muerte.
Ptede adenái n o r t e *»íim del pugalaiit.
1.° En las dominicas tercera y cuarta de
Cuaresma, como también en la Septuagé­
sima.
— 476 —
2.° El martes despues del prim ero, el
sábado antes del tercero, y el viernes y sá­
bado despues del quinto domingo de Cua­
resma.
5.° El miércoles despues de Pascua, co­
mo también el jueves y sábado de la octava
de Pentecostés.
Seria tam bién muy bueno decir estaort-
cion que el Sumo Pontífice recomienda i los
fieles, concediendo cincuenta-dias de indul­
gencia, por cada vez que se rece devotamente
esta oracion. (Pió IX, 10 de Marzo de 1886).

O R A C IO N
por las presentes necesidades de la Iglesia.

Rodea ¡ oh S e ñ o r ! la ciudad de
Rom a , y guarden tu s Angeles sus
m u ra lla s ; oye benignam ente á tu pue­
blo ; aleja de él tu furor , porque se
han reunido nuestros enem igos que
se glorian en su poder : pero tú des­
truy e su fortaleza y dispérsalos, para
— 477 —
que conozcan que tú solo ¡Dios nues­
tro! y n in g ú n otro es el que nos de­
fiende. P o r Cristo n u estro Señor.
Amen.

MA DI M IR O PARA CADA IES.

Esta práctica de verdadera y sóli­


da devocion es m uy encom endada
por los directores espirituales y prac­
ticada por las alm as que desean de
veras aprovechar en la virtud. Es
uno de los m edios m as poderosos para
do caer en la tib ie z a , fijar nuestra
natural instabilidad y alcanzar de
Dios una buena m u erte y el don de
la perseverancia final.
Para hacerlo con fruto escogere­
mos cada m es el prim er dia en que
— 478 —
podam os desocuparnos de negocios
precisos, y entonces dando de mano
á todo lo dem ás nos ocuparem os es-
clusivam ente , ó lo m as que nos sea
posible en el negocio de nuestra al­
m a. E n este dia convendrá que ha­
gam os dos horas de m editación, una
por la m añana y otra por la tarde,
escogiendo aquellos puntos que mas
nos escitaren á servir á Dios con fer­
vor , com o son los beneficios divi­
nos , la alteza de n u estra vocacion,
la brevedad y preciosidad del tiem­
po, la in certid u m b re de la m uerte, y
otros sem ejantes: añadirem os media
h o ra de lectu ra e s p iritu a l, y otra
m edia á lo m enos de exám en sobre
el estado de n u estra alm a, en el cual
repasarem os el plan de vida que nos
propusim os observar, considerando
— <79 —
seriamente qué adelantos ó que atra­
sos hemos h ech o , cóm o hem os com­
batido por m edio del exám en p a rti­
cular el vicio do m in an te, y renova­
remos los p ro p ó sito s, añadiendo si
fuere m enester alguno nuevo para el
mes que va á em pezar. Este será
asimismo el-m ejor tiem pp para dar
cuenta á n u estro d irecto r del estado
de nuestra alm a, haciendo tam bién
una confcsion de todo el m es pasado,
para em pezar con nuevo fervor, co­
mo si el m es presen te debiera ser el
último de n u estra vida. Finalm ente
convendrá co n clu ir con la siguiente
— 180 —

PBEPARACIOH PRÁCTICA PAHA LA IDER1L

Com ulgar p o r vía de Viático.


Figúrate que estás enferm o de gravedad y
deshauctado de los m édicos: que le llevan el
santo Viático á la cam a; y despues de haber
comulgado dá gracias al Señor del modo si­
guiente.
¡Cómo es posible, am abilísim o Re­
dento r mió : que inclinéis vuestra
adorable M ajestad h asta el punto de
visitarm e en este hum ilde lecho !...
Bien se ve que sois todo am or y bon­
d a d ... pues no confiáis m i socorro i
criatu ra alguna , sino que quereis
traérm elo Vos m ismo en persona...
¡ qué dignación ! ¡ qué favor !
Quid, retribuam Domino pro ómni­
bus qiuc relribuit m ih í (1)? ¿Qué gra-
(1) Ps. CX V, 12.
— 181 —

cías os d aré, ó m agniíicentísim o Se­


ñor m ió ? ... Vil y m iserable criatu ­
ra... pobre é indigno pecador, ¿cómo
agradeceré tan grande b en eficio ?...
Vaque no puedo otra cosa, aceptad,
Dios mió , vuestro m ism o C uerpo y
Sangre p re cio sa... aceptad vuestro
am or... y perm itid que an tes que par­
ta de este m undo, convide á los S an­
tos del cielo y á los justos de la tie r­
ra que os dén gracias por la m agní­
fica posada que tan generosam ente y
durante tan to s años me habéis dado
en este lugar de d e stie rro ...
Gracias, S eñ o r, por la caridad in­
finita con que m e am asteis ab (eter­
no , anteponiéndom e á tan to s que os
hubieran servido m ejor que y o ... gra­
cias, si, infinitas gracias . . . — Gracias
por haberm e dado un ser tan noble,
— 482 —
u n cuerpo dotado de sentidos tan
perfecto s... y un alm a adornada do
potencias tan su b lim e s... gracias...
— G racias por habcrm o conservado
hasta el p resente la v id a ... mandan­
do á todas las criatu ras del cielo y de
la tierra que me sirv ie ra n ... alimen­
ta ra n ... re c re a ra n ... etc. gracias...
— G racias por la am orosísim a provi­
dencia con que me habéis llevado en
vuestros brazos y gobernádom e has­
ta a h o ra ... librándom e de tantos peli­
gros espirituales y co rp o rales... tem­
porales y e te rn o s ... gracias... — Gra­
cias por haberm e red im id o ... sufrien­
do v oluntariam ente tan tos dolores;
torm entos por m í... hasta morir en
u n a c ru z ... gracias.
Y cuando pienso en la generosidad
con que m e habéis aplicado los mé-
— 483 —
ritos de v uestra pasión y m uerte sa­
crosanta... dado el don inestim able
de la fe ... tan ta abundancia de auxi­
lios. .. buenos ejem plos é inspiracio­
nes, tan to s y ta n ricos S acram en to s...
¿qué gracias os d aré?... S uplid, ju s­
tos... suplid, Angeles y S a n to s... su­
plid, Virgen santísim a y Vos glorioso
san J o s é ... suplid Vos m ism o , dul­
ce Jesús m ió ... suplid, suplid.
Gracias por la longanim idad y pa­
ciencia con que m e habéis sufrido
hasta a h o ra ... á pesar de m is en o r­
mes p ecad o s... y de que ta n ta gloria
hubierais tenido ejerciendo conm igo
vuestra ju stic ia , com o m anifestándo­
me los tesoros de vuestra m isericor­
dia... gracias.
G racias, ó Dios de am or, por to­
dos los beneficios que yo conozco...
— m —

y que Vos m e habéis hecho sin que


yo los pidiera , deseara, ni merecie­
r a ... gracias por las m ercedes que
m e h u bierais h ech o , si yo no las hu­
biese im pedido con m is infidelida­
d e s... gracias y tan to m ayores gra­
cias, cu an to m as h e abusado de estos
favores , volviéndolos ¡ay! contra mi
m ismo R edentor. G racias, infinilat
gracias.
¡ Q uién m e diera un corazon capaz
de inm enso ag rad ec im ien to ! ¡ Quién
pudiera reco n o cer ta n ta s gracias no
solo en nom bre m ió, sino tam bién eD
nom bre de las alm as que m e habéis
confiado, y de cu an to s desconocen y
m aldicen ¡ay! vuestra bondad infini­
ta en este m undo y aun e n el mismo
infierno ! P ero de nada , S e ñ o r, me
aprovecharían tantos beneficios sin
— Í85 —
la perseverancia final: coronad, pues,
en aquel últim o in stan te vuestra in­
mensa liberalidad y caridad para con­
migo , dándom e un verdadero a rre ­
pentim iento de todas m is culpas pre­
sentes y p asadas, y recibiendo mi
espíritu en v u estras m anos para in­
troducirle e n el reino de vuestro
amor. No m e negueis esta gracia , ó
dulce Jesú s m ió. ¿H abríais hecho en
vano tan largo viaje? H abríais in ú til­
mente bajado por mí del cielo á la
tierra y obrado tan to s prodigios, ha­
ciéndoos com ida y viático mió en este
augusto Sacram ento?
No será así, mi buen Jesús, poned
el sello á tan ta s bondades y m iseri­
cordias , concediéndom e la perseve­
rancia en la gracia ; venced mi m ali­
cia con v u estra bondad ; triu n fe en
— 486 —
mí vuestro divino am or. Unid el abis­
mo de mis m iserias al abism o de vues­
tra liberalidad : santificad mi cuerpo
y alm a con la aplicación de vuestros
m éritos: m ostradm e á todos los San­
tos, com o el trofeo de vuestra mise­
ricordia, á fin de que todas las criatu­
ras conozcan en mí la eficacia de
vuestra S an g re , y aquel incompren­
sible am or que os movió sin mérito
alguno mió á darm e gracia para ser­
viros ahora en este m undo , y des­
pues alabaros y poseeros por siglos
infinitos. Am en.

R ecibir espiritualmente la Extre­


ma-Unción.
O jo s . P erdónam e , SeS or, tantas
m iradas vanas, curiosas y pecamino­
sas com o he echado en m i vida. ¡Ay!
- 487 —
derramé m i vista no una vez sola,
como David, sino tan tas veces sobre
estam pas, libros y objetos que m e
provocaban al m al. Perdón , ó Dios
mió, perdón: yo te ofrezco todo cu an ­
to mi S eñ o r Jesu cristo padeció en sus
santísimos ojos vendados y llorosos
por m í : Per tuam piísim am misc-
ricordiam indúlgeos m ih i, Domine,
(¡uidquid per visum deliqui.
O íd o s . P e rd ó n a m e , Dios inio, las
muchas ofensas que con mis oidos
cometí co n tra tu soberana M ajestad.
¡ Ay ! ¡ cu án ta lisonja y palabra m a­
la , cu ánta m u rm u ració n y canción
profana escuché g u s to s o ! Acepta ó
Padre am oroso , todo cu anto en sus
santísimos oidos padeció Je su c ris­
to por mi am or. Per tuam p iissi-
mam misericordiam indulgeas m ihi,
— 488 —
D om ine, quidquiil per audilum de-
liqui.
G u s t o . ¡Ay! ¡cuántas veces, Dios
m ió, acibaré tu lengua con palabras
indiscretas, y ahelé tu santísim a boca
con mi gula desordenada! A cepta, te
ruego, en satisfacción de m is ofen­
sas, el bien que Jesu cristo hizo con
sus palabras de vida e te rn a , y el tor­
m ento que le daria antes de expirar
aquella hiel tan am arga que gustó por
m í. Per luam piissimam misericor-
diam indúlgeos m ihi, Domine, quid-
quid per gustum et locutioncm de-
liqui.
M a n o s . ¿ Q u é no han profanado,
S eñ o r, m is m anos im p u ras, rapaces
y sacrilegas? A c ep ta, ó P adre celes­
tial , en expiación de m is culpas lo
que padeció m i bu en Jesú s en sus
— 489 —
inocentísim as m anos traspasadas con
fieros clavos por mi am or. Per tuam
piissimam misericordiam indulgeas
m ihi, D om ine, quidquid per tactum
ieliqui.
Pilis. P erdona tam bién , S eñor,
las m uchas ofensas que con m is ma­
los pasos com etí co ntra tu divina Ma­
jestad: acepta en satisfacción de ellas
lo m ucho que tu santísim o Hijo pa­
deció en sus pies cansados , llagados
y taladrados por mi am or. Per tuam
¡liisimam misericordiam indúlgeos mi­
hi, Domine, quidquid per gressus de-
liqui.
Dios de mi alm a , yo te pido h u ­
mildemente perdón de todas las ofen­
sas que co ntra tí he com etido con to­
dos mis cinco sentidos, em pleándolos
en procurar gustos y placeres á mi
— 490 —
cuerpo con sum o disgusto tuyo. Acep­
ta, en satisfacción de tan tas culpas,
todo lo que el inocentísim o Jesús
padeció en sus carn es virginales. Per
tuam piissim am misericordiam indul-
¡/cas m ilii, D om ine, quidquid per
lumborum delcclationcm dcliqui.

Aceptación de la muerte.
P ara esto continuaré im aginándom e que es­
toy tendido en el lecbo, ya agonizante; el ca­
bello erizado, las m ejillas h u n d id a s, los ojos
cristalizados, la nariz aü lad a , la respiración
difícil y fatigosa, cubierto de un sudor frío,
con la vela en la mano que no puedo ya sos­
tener por fallarm e p ara ello las fuerzas; un
Sacordote al lado leyendo la recomendación
del alm a, y los circunstantes consternados es­
perando las últim as boqueadas. Como enton­
ces no estará la cabeza para e llo , h aré abon
los actos sig u ien tes:
Yo adoro , Dios m ió, vuestra infi­
nita g ra n d e z a ; os reconozco por su-
— 491 —
prenio S eñor de todo lo criado, árbi­
tro de la vida y de la m uerte, y como
á tal m e som eto al decreto terrib le
que habéis pronunciado c o n tra m í.
Lo acepto en espíritu de penitencia,
y en unión de la m u erte, que Vos su­
fristeis por m í, deseando por este sa­
crificio rendiros hom enage y expiar
el mal uso que hice de mi vida.
Acepto desde ahora la m uerte con
todas las angustias y dolores que la
acom pañarán, en el tiem po, form a y
manera que sea m as del agrado de
vuestra soberana M ajestad. S í, con­
siento, Jesú s m ió, en que mi alm a sea
separada del c u e rp o , en castigo de
haberse tan tas veces separado de Vos
por el pecado. Acepto la pérdida y
privación de m is sentidos y aun de la
misma razón , en satisfacción de las
— 492 —
m uchas veces que em pleé, en ofen­
deros, estos preciosísim os doces que
hahia recibido de vuestra liberalísima
m ano.
A c e p to , S eñ o r, el que mi cuerpo
sea pisado, com ido de gusanos y re­
ducido á polvo, en castigo de aquel
orgullo que me hizo p referir mis an­
tojos y gustos á v u estra santísim a vo­
lu n tad .
¡ 0 g u sa n o s! ¡ ó disolución de todo
mi cuerpo ! ¡ ó abandono total de los
hom bres! ¡ó hediondez y soledad es­
pantosa del sepulcro ! ¡ ó cenizas ! yo
os acepto y m iro com o el instrumen­
to de la divina ju sticia. S í , justo es
que sea así disuelto, quien no anhelé
m as que los placeres del m undo y los
seductores halagos de la carne. Justo
es que sea así olvidado y arrojado de
— 493 —
la sociedad, quien p or dar gusto á los
los hom bres y por granjearse algún
aplauso, ren u n ció tan tas veces A Dios
y á su etern a felicidad.
Una sola gracia os pido , S eñor, y
es, que yo reciba á tiem po y con to­
do fervor los últim os S a c ra m e n to s ;
mas si en castigo de mi m ucha ti­
bieza en recibirlos ahora , quisieseis
privarme de tam año beneficio , á lo
menos que e s p ir e , Dios m i ó , ha­
ciendo los m as fervorosos actos de
fe, esperanza , caridad y contrición :
que espire en vuestra am istad y gra­
cia , p ro nunciando los dulcísim os
nombres de Jesú s , M aría y José , y
que mi alm a sea conducida por los
ángeles á la patria celestial para go­
zar de Vos por los siglos de los si­
glos. Amon.
— 494 —
En el Ancora de salvación se hallaría lis
tiernas súplicas á Jesús crucificado que com­
puso una Jóven protestante, que no solo se
convirtió á la Religión católica , sino que
desengañada del mnndo se hizo religiosa, y
murió de 18 años en olor de santidad.
No es necesario hacer todo esto en cada
dia de retiro: bastará el ejercicio que insi­
nuamos en dicho devocionario. Mas para
que el alma encuentre mas variedad y saque
mas provecho, he puesto aquí el recibir es-
pirilualm enle el santo Viático y la Extre­
ma-Unción, á fin de que pueda el devoto de
san José ir cambiando de vez en cuando, y
aun si quiere alternar con la Recomendación
del alma y las letanías de los Agonizante;
que hallará también en el Ancora de salta­
ción.
El dia de retiro conviene invocar muy
particularm ente al Patriarca san José, pro­
tector de la buena m uerte, y á la Virgen y
Mártir santa Bárbara, abogada de los fieles
para que no muramos sin los santos Sacra­
mentos. Así vemos que hallándose san Es-
— 49o —
tanislao de Koska en peligro de muerte y
do pudiendo recibir el santo Viático por es­

tar alojado en casa de un lu teran o , invocó


á la Santa , y no solo vino con la Virgen y
Mártir santa Catalina y un lucido coro de
Angeles que le dieron la sagrada comunion,
sino que bajando también la Virgen santí­
sima, le puso el Niño Jesús en los brazos, y
ledió perfecta salud.
Finalmente voy 4 encomendarte , amado
Cristiano, devoto de san José, dos devocio­
nes, que son, creo, las que mas fruto han
producido de todas cuantas he promovido
con misiones al pueblo y ejercicios al Clero,
dentro y fuera de España. Son el Via-Cru-
cis y la Novena de Animas. No ponderaré
aquf los frutos incalculables que puede re-
cojer el Párroco celoso estableciendo ó pro­
moviendo estas devociones en su parroquia
del modo que indico en la introducción que
se halla al principio de dichos opúsculos.
Ambas cosas hallarán tratadas con suficien­
te extensión el Párroco en el Tesoro del Sa­
cerdote, y los fieles en el Ancora d eta lra -
— 490 —
don. No obstante remitiéndote, amado lec­
tor, á dicho devocionario , ó al librito que
se ha impreso aparte con este título: £/
Consolador de las A lm as, por lo que con­
cierne á la Novena de Animas, voy á poner­
te aquí un Via-Crucis distinto del que se
halla en el Ancora de salvación.
Cuanta sea la excelencia é im portancia de
esla sólida y llern islm a devocion; cómo se
barí fructuosa é interesante al pueb lo ; qué
decretos conviene tener presentes en su erec­
ción y práctica; lo h a lla rá quien quisiere en
nuestra Ancora de salvación, en el ilb rllo del
Via-Crueis, y mejor todavía en n uestro Tesoro
iel Sacerdote.

Por la señal de la sania cruz, ele.


Señor mió Jesucristo, ele.
Aquí m e tcn cis , dulcísim o Jesús,
postrado á vuestros piés, para m edi­
tar vuestra sagrada pasión y m uerte,
y ganar las copiosas in d u lgencias del
Via-Crucis. ¡ Ah ! ¿ qué no tenga yo
la conipasion de v uestra santísim a
— 498 —
M adre y el fervor de tan tos cristianos
que por este m edio adquirieron cre­
cidísim os m érito s, y libraron del pur­
gatorio á in n u m erab les Anim as? Ha­
cedm e siquiera la gracia que detes­
tan d o el pecado é im itando vuestras
v irtudes, logre los frutos de esa San­
gre preciosa derram ada por m í.

PRIMERA ESTACION.
I m íi condenado á m u e rte .

Adoramus le, Christe, et benedicimut tito.


Quia per Crucem tuam re d m itti mtmdvm.
¿Cómo, P ilatos, juez inicuo, poco
ha decias que no hallabas culpa en
Jesú s, le declarabas in ocente, y aho­
ra le condenas á la m u erte m as cruel
é ignom iniosa? ¿Qué im porta te laves
las m anos y protestes no te n e r parte
en la m u erte del Justo , si lo entre-
— 499 —
gas al furor de sus m as crueles ene­
migos?
Pero ¡ay! dulce Jesús m ió, ¿y de
qué m e serv iría á mí excusar con
frívolos pretextos m is desórdenes ; si
pecando , firm aba tam bién la injusta
sentencia que P ilatos pronunció con­
tra T í? N unca tal h aré , S eñor : no
lo perm itas , te lo suplico , por esos
sangrientos azotes y agravios que su­
friste por m í. Padre nuestro, Ave
María, Gloria.
% Miserere nostri, Domine.
Miserere nostri.
t- Fidelium anim a per misericordiam Dei
rtquiescant in pace. h). Amen (1).
(i) Adoptamos este modo de p rin cip iar y
concluir las estaciones, ya porque facilita
mas e9te piadoso ejercicio, ya por ser el mé­
todo que prescriben los Via-Crueis aprobados
por los Sumos Pontífices y por la sagrada
Congregación de Indulgencias.
— 800 —

Im portando mucho p ara atra e r al puebloá


este piadoso ejercicio, que se amenice con
algún canto; cuando se haga con solemnidad
en dia festivo, al p asar de una estación ¿ otra
se puede can lar el Perdón, 6 Dioi mió, ó estas
coplas que copiamos del Ancora de salvación.
Por mí, Señor, inclinas
El cuello á la sentencia;
Que á tanto la clemencia
Pudo llegar de Dios.
Oye el pregón, ó Madre,
Llevado por el viento,
Y al doloroso acento
Ven del Amado en pos.

SEGUNDA ESTACION.
Jei& i «ale con la cru z A o u e ita i.

Adoramus te, Ckriste, etc., como en la pri­


mera estación.
Ya presen tan á Jesú s el instrumen­
to del suplicio: ¿lo carg ará sobre sus
hom bros? ¡Es ta n p esad o ... y El eslá
tan exhausto de fuerzas! ¡Ay! ¡tiene
— SO I —
que llevarlo e n tre dos m alhechores,
en medio del dia, y á la vista de in n u ­
merable gente! ¿Huirá por v en tu ra ?...
Cuando quisieron hacerle rey, sí, Je ­
sús se ocultó: m as ahora que le aguar­
dan hum illaciones y to rm entos atro­
ces , no huye, n o , el Rey de la glo­
ria. T rein ta y tres años hace que sus­
piraba por este dia, y así abraza, besa
y lleva la cruz con inefable te rn u ra
por mi am or.
¿Recibes tú de esta su erte , ó cris­
tiano, la cruz que Dios te envia? Pa­
dre nuestro, Ave María, Gloria.
como en la primera
Miserere noslri, etc.,
estación. ^
Esconde, justo Padre,
La espada de tu ira,
Y al monte humilde mira
Subir el dulce Bien. / v '¡ 'T '
Y tú, Señora, gime /<?'-
— 502 —
Cual tórtola inocente;
Que tu gemir clemente
Le amansará también.

TEBCERA ESTACION.
Cae J e i ú i le p rim e ra vez.

Ádoramus te, Christe, etc.


P o r ánim o que tenga Jesú s, debi­
litado p or los torm en to s pasados no
puede m enos de su cu m b ir. ¡ Cuánto
lastim an sus afligidos hom bros los
agudos bordes de la c r u z ! Va arras­
trand o por tierra la extrem idad de tan
largo y pesado m adero ; y ¡ a y ! ¡ que
dolor le causa cada choque y cada
golpe que da co ntra aquellas piedras
desiguales ! Ya veo regadas las ca­
lles coii la sangre que corre de sus
llagas. Ya no puede m as : ya cae en
tie rra oprim ido del peso y del dolor.
— 503 —
Y ¡a y ! ¡cóm o io m altratan! ¡Qué
Geros golpes descargan sobre Él! ¿Ves,
cristiano, lo que le cuestan tu s peca­
dos?... Los detesto, Dios m ió, y pro­
pongo con tu gracia evitarlos de veras.
Padre nuestro, Ave María, Gloria.
Slúerere nostri, ele.
O pecador ingrato,
Ves á tu Dios caído,
Ven á llorar herido
De contrición aquí.
Levántame á tus brazos,
¡O bondadoso Padre!
Ves de la tierna Madre
Llanto correr por mí.
COARTA ESTACION.
J u ¿ s e n c u e n tra á »u M adre san tísim a.

Adoram tu te, Chrúte, etc.


Por perverso que fuese un hijo,
por pesares que hubiese dado á su
madre, ¿qué dolor no sen tiría esta, si
— B04 —
lo viese conducido al patíbulo? Pues,
¿ c u á l seria el dolor de la Virgen,
viendo, no á un Hijo p erverso, sino
al m as santo y am able de los hom­
bres , á un Hijo D io s , coronado de
espinas , saciado de oprobios , todo
hecho una llaga, y conducido al mas
infam e suplicio? ¡Ay! ¡Lo ve tan aca­
bado, y no puede darle el mas peque­
ño alivio !... R esignada no obstante,
ofrece á su Hijo al E terno P ad re, que­
riendo m as perderlo, que im pedir la
obra de nu estra redención. Solo sien­
te no poder m o rir ju n tam en te con su
dulce Hijo por n u estro am or.
¿Y será ju sto , pecador, que tú re­
nueves pecando los to rm entos del
Hijo y los dolores de la M adre ? Pa­
dre nuestro, Ave M aría, Gloria.
Miserere noslrí, etc.
— BOS —

Cercadla, Serafines,
No acabe en desaliento,
No muera en el tormento
La Rosa virginal.
¡ O acero riguroso!
Deja su pecho amante,
Vuélvete á mí cortante,
Que soy el criminal.

QUINTA ESTACION.
J m Ai e* ayudado p o r el C irineo A llevar
la oras.

Adoranm le, Christe, etc.


¿Qué dicha tan grande la de Sim ón
Cirineo, alquilado para ayudar á lle­
var la cruz del Salvador! ¡O h! ¡Quién
hubiese estado en su lu g ar ! ¡ Quién
hubiese podido aliv iarte, ó buen Je­
sús , ayudándote á llevar carga tan
pesada!... Sí, hijo m ió, tu puedes ali­
viarme ; tom a con resignación y a le -
— 606 —
gría las cru ces que te e n v ió , y en­
tonces m as feliz que el C irin eo , me
ayudarás á llevar la cruz. ¡Ay! si su­
pieses cuán preciosas son las penas
y trabajos de esta v id a ! Mas los apre-
ciáras, que si te regalase una reliquia
insigne de m i san ta Cruz. Pero no
conociendo su valor infinito; ¡ay! tú
m iras con h o rro r las tribulaciones y
adversidades de esta vida , prorum-
piendo en quejas y m urm uraciones
contra m í...
Es verdad, S eñor, así lo he hecho
hasta ah ora; mas de aquí en adelante
diré con san A gustín : Q uem a, Diot
m ió , corta enhorabuena, castígame
en esta vida, con tal que me ‘p erdona
en la otra. Padre nuestro, Ave Ma­
r ía , Gloria.
Miserere noslri, etc.
— 607 —

Toma la cruz preciosa,


Me está el deber clamando,
Tan generoso cuando
Delante va el Señor.
Voy á seguir constante
Las huellas de mi Dueño;
Manténgame el empeño,
Señora, tu favor.

SEXTA ESTACION.
Lim pia la V erónica el ro itro A i e i ú i .

Adoramos te, Chrüle, ele.


¡Qué conducta observa la Veró­
nica tan diferente de la de nuestros
cristianos! A quella, á pesar de v er al
Señor rodeado de sayones, conducido
al patíbulo, cubierto el rostro de sa­
livas y de s a n g re ; no obstante rom pe
intrépida p o r todo y le lim pia el ros­
tro divino. Mas á n uestros cristianos
un nada los espanta , u n a mofa , un
— 508 —
tem or pánico, un qué dirán los ater­
ra y obliga á dejar el Via-Crucis, la
frecuente conuinion y hasta la prác­
tica de la R eligión. P ero también
¡ qué resultados tan d ife re n te s ! La
Verónica sale una san ta; Jesús estam­
pa su faz augusta en tres pliegues del
lienzo con que le lim pia el rostro; al
paso que estos m íseros esclavos del
qué dirán , avergonzándose ellos de
Dios, y Dios de ellos á la vez, arras­
tra n siem pre una cadena ignominiosa
de pecados. ¡Oh! ¿cuándo, S eñor, me
libraréis de tan vil y tirán ica escla­
v itu d ? Padre nuestro, Ave María,
Gloria.
M u eren noslri, etc.
Tu imágen, Padre mió,
Ensangrentada y viva
Mi corazon reciba
Sellado con la IV*.
— 509 —
¡O Reina! de tu mano
Imprímela en mi alma,
Y á la gloriosa palma
Contigo subiré.

SÉPTIMA ESTACION.
Cae J e iA i le g u n d i vez.

idoram us le, Christe, etc.


A pesar de ayudarle Sim ón Cirineo
á llevar la cruz , cae Jesús en tierra
segunda vez. ¡ Qué in ju rias y blas­
femias vom itan de nuevo contra El
aquellos sayones inhum anos ! ¡ Con
qué crueldad le h ieren ! Y Jesús no
se queja. A la m enor señal que hicie­
se, se ab riria la tie rra y los tragaría
vivos el infierno; y lejos de co n se n tir
en ello , Jesú s quisiera aun padecer
mas por mi am or. ¡ Qué bondad ! ; Y
yo nada sé su frir por E l ! ¡ A la m a s
— 510 —
leve in ju ria, á una palabrilla m e exal­
to y prorum po en im precaciones y
palabras escandalosas! Y no obstante
así com o sin fuego y m uchos golpes
de m artillo no fabrica el artista u n pri­
m oroso cáliz ; así tam poco yo me la­
braré sin cru ces ni co n tradicciones la
corona del cielo. Lo reconozco, Jesús
m i ó ; con tu gracia divina aceptaré
gustoso las penas que m e envies, por
m as que repugnen á la naturaleza.
Padre nuestro, Ave María, Gloria.
Miserere nostri, ele.
Yace el divino Dueño
Segunda vez postrado:
Deteste yo el pecado
Deshecho en contrición.
O Virgen, pide amante
Que borre tanta ofensa,
Misericordia inmensa
Pródiga de perdón.
— B ll —
0
OCTAVA ESTACION.
C oninela J e i á i á la* m ojare».

Adoramus te, Christe, etc.


¡Qué bondad la del Corazon de Je­
sús! Olvidando sus to rm en to s y com ­
padeciéndose de las m ujeres que le
siguen llo ra n d o ; Hijas de Jerusalen,
las dice, no lloréis sobre Mí, sino sobre
vosotras y sobre vuestros hijos; porque
ti eti el madero vérde se hace esto,
¿qué se hará en el seco? Que fue decir:
si así es tratado el inocente , ¿cóm o
lo será el culpado? ¿Si á m í, que soy
árbol verde y fructífero, castiga así la
divina Justicia por culpas ajenas, có­
mo será castigado por las propias el
pecador, que cual árbol seco y des­
aprovechado , no sirve m as que para
el fuego, y para el fuego del infierno?
— SIS —
Y no obstan te, este es el único que
no llo ra ... sabe que está en pecado,
que si venia á m o rir ardería en lla­
m as etern as ; y él se rie , juega , sí
divierte tran q u ilo al borde del mas
horrendo precipicio: ¡ó brutal insen­
sibilidad ! Padre nuestro, Ave Ma­
ría, Gloria.
Miserere noslri, etc.
Matronas doloridas,
Que al Justo lamentais,
¿P orqué, si oslastim ais,
La causa no llorar?
Y pues la cruz le dimos
Todos los delincuentes,
Broten los ojos fuentes
De angustia y de pesar.
— 513 —

NONA ESTACION.
Cae Je i& i ta re e ra vez oon la o n u .

Adoramus te, Christe, etc.


S í , Jesú s cae te rc era vez con la
cruz: nuevas in ju rias y golpes, nue­
va crueldad de p arte de los ju d ío s :
nuevos dolores y torm entos , nuevos
rasgos de am or de p arte del S eñor.
Parece que el infierno desahoga con­
tra El todo su f u r o r : m as Jesús,
¿qué h a rá ? ¿ d e ja rá la em presa co­
menzada? ¿ H a rá com o nosotros, que
á una lijera contradicción abando­
namos el cam ino de la v irtu d ? No,
n o : bien podrán decirle : S i eres Hi­
jo de D ios, baja de la cruz. P o r lo
mismo que lo es , allí perm anecerá
hasta m orir.
¿Y cuándo, S eñ o r, im itaré esa tu
33 U i Jow .
— 514 —
h eroica con stan cia ? ¡ Ah ! no siendo
coronado sino el q u e, peleando legí­
tim am en te, p erseverare hasta el fin;
¿de qué me serviría abrazar la virtud
y llev ar la cruz solam ente algún dia?
C ueste, pues, lo que cu este, quiero
con tu gracia divina, am arte y servir­
te .hasta m o rir. Padre nuestro, Ate
María, Gloria.
M im e n nostri, etc.
Al suelo derribado
Tercera vez el Fuerte
Nos alza de la muerte
A la inmortal salud.
Mortales ¿qué otro exceso
Pedimos de clemencia?
No mas indiferencia,
No mas ingratitud.
— 815 —

DÉCIMA ESTACION.
Desnudan A I m í i y le d an A b e b er hiel.

Adoramus te, Christe, etc.


El Bey de la gloria que viste de
hojas los árboles , de (lores el prado
y de luces el firm am ento, es desnuda­
do en medio del dia, y delante de in ­
numerable g en te que le está escarne­
ciendo. ¡Qué p en a, y qué vergüenza
para el S e ñ o r !
No crucificaban así desnudos sino
á facinerosos m uy insignes, paraque
con su m u erte espantosa escarm en­
tasen los dem ás. ¡Qué ignom inia!
Estando pegado á las llagas, y cua­
jada la sangre , al quitarle el vestido
se llevan con él pedazos de ca rn e,
renovando así la bárbara carnicería
que habian hecho en aquel c u e r-
- 816 —

po inocentísim o cinco mil y tantos


azotes. ¡ Qué d o lo r!
Gomo im pedia sacar el vestido, ar-
ráncanle la corona de espinas para
enclavársela de nuevo. ¡Q ué tor­
m ento !
Esto sufre el Hijo, y todo esto pre­
sencia la M adre... ¡ a y ! inmodestias
y sensualidades m ias, ¡qué caro cos­
táis á Jesú s y á María! Padre nuestro,
Ave María, Gloria.
Miserere notlri, etc.
Tú bañas, Rey de gloria,
Los cielos en dulzura;
¿Quién te afligió, Hermosura,
Dándote amarga hiel?
Retorno á tal fineza
La gratitud pedia;
Cese ya, Madre mía,
De ser mi pecho infiel.
— B17 —

UNDÉCIMA ESTACION.
J e r ó i clavado e n la c to z .

Adoramus te, Chritte, etc.


Ya han despojado á Jesú s; ya le
dan á beber hiel y vinagre ; ya m an­
dan que se tienda sobre el doloroso
lecho de la cruz. ¿O bedecerá? Sí: tú
alargaste la m ano á lo v ed ad o ; Jesús
alarga tam bién la suya, para que sea
enclavada... P onte , pues , en su lu­
gar : im agínate que van á horadarte
los piés y m anos con gruesos cla­
vos... ¿Te horroriza este pensam ien­
to?... Y no obstante Jesús es inocen­
te , y tú reo de suplicios e te rn o s...
Contempla á lo m enos lo que pasa.
Ya los golpes de m artillo desgarran
el corazon de la M ad re: ya el clavo
penetra las carn es, rom pe los nervios,
— 518 —
rasga las venas, y desm enuza los hue­
sos : ya brotan copiosos ríos de san­
g re ... ¡Ay! ¡qué dolor para la Madre!
¡qué torm ento para el H ijo ! No lle­
gando la o tra m ano , ni los piés al
agujero que habian hecho de ante­
m ano, átanlos con cordeles , y tiran
con ta n ta inhum anidad q ue le desco­
yuntan los h u eso s, hasta podérselos
contar (1). ¡ A y ! y lo que cuestan ¿
Jesú s esas que el deshonesto llama
bagatelas, y que tal vez calla por ver­
güenza al c o n fe so r? ... No permitas,
dulce Jesús m ió, que yo traspase ja­
más tu s m anos con acciones impu­
ras, ni talad re tus piés con pasos cri­
m inales. Padre nuestro, Ave María,
Gloría.
Miserere noslri, etc.
(1) Psalm. xxi, 18.
— 819 —
El manantial divino
De sangre está corriendo;
Ven, pecador, gimiendo,
Ven á lavarte aquf.
Misericordia imploro
Al pié del leño santo;
Virgen, mi ruego y llanto
Acepte Dios por tf.

DUODÉCIMA ESTACION.
I m é i m n rien d o e a le t r u .

Adoramus te, Christe, etc.


Ya levantan la cruz: ya cae de gol­
pe en el hoyo que estaba abierto en
la p e ñ a : ¡y cuáles serian las convul­
siones y el estrem ecim iento de aquel
cuerpo tan m altratado ! Ya e n tra Je­
sús en m ortal a g o n ía ... M írale, peca­
dor; es tu P ad re, tu C riador, tu Dios,
y está agonizando por tí. Díme: ¿Dón­
de habrá un dolor semejante al luyo?
- 620 —
Si alza los ojos al cielo, ya no bajan
los Angeles á servirle com o en el de­
sierto; ¡ay! la Justicia divina descarga
sobre El todo su peso. Si m ira la tier­
ra , no oye sino insultos y blasfemias,
no ve sino desam paro é in g ratitu d ;
hasta el dolor de la M adre acrecienta
los torm ento s del H ijo ... Tal vez,
S eñ o r, en los siglos venideros halla­
réis algún co n su elo ... P ero ¡cuántos
¡ay! no se aprovecharán de esta san­
gre preciosísim a ! Vos bien hacéis el
últim o esfuerzo para m overnos: ro­
gáis por los que os crucifican, abrís
el cielo á un la d ró n , nos dais por
m adre á vuestra propia M a d re : mas
¡cuántas veces nos obstinam os en per­
dernos! A lo m enos, Jesú s m ió, no sea
yo del nú m ero de esos ingratos: nun­
ca m as ofenda á un Dios tan bon-
— 821 —
dadoso. Padre nuestro, Ave María,
Gloria.
Muerere noitri, etc.
Muere la Vida nuestra
Pendiente del madero,
¿Y yo cómo no muero
De amor ó de dolor?
¡Ay! casi no respira
La triste Madre yerta:
Del cielo abrir la puerta
Bien puedes ya, Señor.

DÉC1MATERC1A ESTACION.
Je»¿f m u e rto e a lo* b i u o i d e n M ad re.

Adorarnos te, Christe, etc.


O M adre dolorosa y R eina de los
M ártires, deja que me a c e rq u e , y
adore á tu Hijo y R edentor m ió, di­
funto ¡ a y ! en tu purísim o seno. S í,
ven enhorab u en a , hijo m ió : m íra­
le : ¡ qué desfigurado e s tá ! H o rad a-
— 622 —
da de espinas la cabeza, am oratada su
cara divina , eclipsados aquellos ojos
que eran la alegría del cielo, y ahelea­
da aquella lengua que profería pala­
bras dulcísim as de vida etern a, atrave­
sados los pies que co rrían incansables
en busca de p e c a d o re s , taladradas
aquellas m anos obradoras de tantos
prodigios, m uerto en fin, descoyunta­
do y despedazado el m as 6anto y her­
moso de los hijos de los hombres.
Contém plale bien , y considerando
aquí la Ju sticia de Dios, y reconocien­
do la gravedad del pecado y el odio
que Dios le tien e, adm ira y bendice
etern am en te el am or infinito de Jesús.
Padre nuestro, Ave M aría, Gloria.
Misererenoíín, tle.
Dispon, Señora, el pecho
Para mayor torm enta;
— 623 —
La Víctima sangrienta
Viene á tus brazos ya.
Con su preciosa sangre
Juntas materno llanto,
¿Quién, Madre, tu quebranto
Sin ligrim as verá?

SKCIMACOABTA ESTACION.
J e t ú i encerrado en el «©pulcro.

Ádoramus te, Christe, etc.


Antes que cierren el sepulcro que
contiene el tesoro de ciclos y tierra ,
mira por últim a vez á tu am able Re­
dentor... ¡Ay ! ahora veo lo que son
los que yo en otro tiem po llam aba es­
crúpulos y b ag atelas; ¡ay! com o han
puesto á mi Dios y S e ñ o r! ¿Y en vis­
ta de esas llagas quisieras au n , alm a
mia, seguir ofendiendo á u n Dios tan
bueno ? ¿ Q uerrás au n atravesar con
nuevas espadas de dolor el corazon
— 524 —
de esta am antísim a M adre? ¡Ay! aquí
la tienes casi sin fuerzas y sin vida.
Haz con ella lo que has hecho con
el Hijo. Mas ¡ qué m onstruo , Señor,
com etiera sem ejante a te n ta d o ! El
s o l , la luna , las piedras m ismas se
conm ueven á la m uerte de Jesús, ¿y
yo insensible la renovaría aun pe­
cando ? No ; m uera yo u na y mil ve­
ces antes de o fe n d e rte , dulce Jesús
mió. No m e niegues esta g ra c ia ; te
la pido por esa S angre preciosa que
has derram ado p or m í: por los acer­
bísim os dolores de tu M adre santísi­
m a. S í , mi D io s , antes m orir que
p ecar. Padre nuestro, Ave María,
Gloria.
Miserere noslri, etc.
Al Bey de las virtudes
Pesada losa encierra,
— 825 —

Pero feliz la tierra


Ya cania salvación.
Sufre nn momento, Madre,
La ausencia del Amado;
Presto de tí abrazado,
Tendrásle al corazon.
Siendo este Via-C ncit diferente del que po­
nemos en el Ancora de salvación, podrán los
Párrocos v a ria r fácilm ente de reflexiones,
cuando le bagan en público.
- 636 —

A D O R A C IO N
DE LAS

CINCO LLAGAS DE JESÜS CRÜCÍFICADO.

A la llaga del Pié izquierdo.


Adórate , llaga santísim a del Pié
izquierdo de mi Señor Jesucristo ; y
por la S angre que por ella derramas­
te , te suplico, benignísim o Salvador
m ió, m e concedas una fe viva y per­
dones los m alos pasos y movimientos
de mi vida disipada. Padre nuestro,
Ave María, Gloria.

A la llaga del Pié derecho.


Adórote, llaga sacratísim a del Pié
derecho de mi Señor J e s u c ris to , y
— 827 —
por el dolor que en ella padeciste, te
suplico , dulcísim o R edentor m ió,
traspases mi alm a con el clavo de tu
santo tem o r, concediéndom e una fír­
me esperanza y la gracia de andar
siempre recto por el oam ino real de
tu santa ley. Padre nuestro, Ave Ma­
ría, Gloria.

A la llaga da la Mano izquierda.


Adoro , am antísim o Jesús m ió, la
llaga de tu Mano izquierda, y te doy
gracias de haberla recibido por mi
amor. C oncédem e por la S angre que
de ella derram aste, una caridad ar­
diente, y perdónam e las ofensas que
te hice con m is perversas acciones,
palabras y sentidos. Padre nuestro,
Ave María, Gloria.
— 828 —

A la llaga de la Mano derecha.


Adoro, pacientísim o Jesús, la llaga
santísim a de tu Mano derecha; y por
los torm entos que en ella padeciste
por mi am or, te suplico m e perdones
el m al uso que hice de m is poten­
cias, y m e otorgues la gracia de estar
en el juicio final á tu m ano derecha
con los escogidos. Padre nuestro,
Ave M aría , Gloria.

A la llaga del Coatado.


A d o ro te , llaga am orosísim a del
Costado de Jesú s; ¡quién pudiese
m orar siem pre en ese sagrado asilo,
en ese divino Corazon , e n que des­
cansan los esco g id o s! P or la sangre
y agua preciosa que salió de ese Con­
tado abierto con una lanza por mi
— 829 —
amor, y por el agudo dolor que atra­
vesó el corazon de tu am antísim a
Madre, concédem e, S eñor, la perse­
verancia final, y penetra mi corazon
de los nobles afectos que anim aban
á tu divino Corazon. Padre nuestro,
Ave María, Gloria.
v. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
r|. Quia per Crucrn tuam redmisti mundum.
OREMUS.

Respicc qusesum us, D o m in e, s u -


per hanc fam iliam t u a m , pro qua
Dominus no ster Jesús C hristus non
dubitavit m anibus tradi nocentium et
crucis subiré torm entum . Qui tecum
vivit et re g n at, etc.
NO V EN A
EN OBSEQ UIO

m m ¿ M i
A D V E R T E N C IA S .
El que quisiere h ac er bien esta
novena, an te todo debe p ro cu rar po­
nerse en estado de gracia : pues sin
esta joya preciosísim a no será digno
de recibir los favores que desee al­
canzar de Dios. P ara lo g ra rlo , pues,
mas eficazm ente, podrá valerse de los
medios sig u ie n te s:
i." Todas laB m añanas proponga
hacer con especial esm ero las obras
— 632 —
de aquel d ia: ofrézcalas á san José,
pidiéndole supla los defectos que no­
tare en ellas, y las presente al Señor,
con todas las p e n a s , contradiccio­
nes y trabajos que sobrevengan en­
tre dia.
2 . ” Oiga M isa, si puede, los nue­
ve dias; y si no pudiese asistir al
ejercicio que se p ractica en la igle­
sia, lea y haga la m editación en casa
delante de u n a im ágen del Santo.
3.° P ro cu re estos dias guardar mas
reco g im ien to , alejarse de visitas, abs­
ten erse de conversaciones frivolas y
de toda culpa v o lu n taria, y esmérese
en im itar las virtudes que m as res­
plandecieron en el S an to y m as pro­
pias fueren de su estado.
4 .° Ayudará en g ran m anera pan
conseg u ir la gracia que solicita, ha-
— 833 —
cer alguna obra de supererogación,
dando, por ejem plo, alguna lim osna
extraordinaria en honor de san José,
ayunar algún dia ó ce rce n ar algo de
lo que sirve al regalo y com odidad
del cuerpo etc.
5." No olvide el principal objeto,
que es u n a confesion y com union
bien hechas, y si ocultaba al confe­
sor algún pecado g ra v e , no se con­
tente con h ac er u n a confesion ordi­
naria ; haga una que abrace todos los
malos hábitos y pecados com etidos
desde la últim a confesion general.
El que no sepa leer, ni tenga quien le lea
la m editaoion, puede suplir rezando ante
ana imágen de san José siete Padre nues­
tros, siete .Are Marías y Gloria Patri en ob­
sequio de los siete principales dolores y go­
zos del Santo.
— 534 —

NOVENA
EK HONOR

DE SAN JOSÉ.
D I A P R IM E R O .
Por la señal de la sania cruz, ele.

Acto de contrición.
S eñor mió Jesu cristo , Dios y Hom­
bre verdadero, C riador, P adre y Re­
dentor m ió , en quien creo y espero,
ú quien adoro, am o y quisiera haber
am ado siem pre sobre todas las cosas,
corrido me postro ante vuestra sobe­
rana presen cia, al ver lo m ucho que
Vos hicisteis por m í, y lo ingrato que
yo he sido para con Vos. ¡Quién tu­
viera las lágrim as de un David, de un
— 635 —
Pedro, de una M agdalena, para bor­
rar con ellas los pecados de mi vida
pasada! No m erecía perdón, es ver­
dad : pero confiado en la poderosa in­
tercesión de vuestro P adre putativo
el P atriarca san José, espero, S eñor,
que m e m irareis con ojos de m iseri­
cordia , y m e adm itiréis de nuevo en
vuestra am istad y gracia. Alcanzadme
de Jesús este favor, ó dulcísim o Pro­
tector m i ó , alcanzadm e que nunca
pierda la gracia divina, ju n to con la
merced que deseo conseguir en esta
Novena , si es para g lo ria de Dios y
bien de mi alm a. Am en.

M E D IT A C IO N .
San José prevenido de la gracia divina.

P unto primero . Si bien es verdad


que la Iglesia nada ha decidido re s -
— 636 —
peeto al grado y núm ero de gracias
con que previno y enriqueció á nues­
tro glorioso P atriarca; no obstante no
se puede dudar que fué colm ado de las
m as em inentes virtudes, y a u n pare­
ce verosím il que fué santificado en
el m ism o vientre de su m adre. Así lo
aseguran Gerson, el B. Pedro Cani-
sio, B ern ard in o d e B ustos, Salmerón,
Cornelio á Lapide , y otros teólogos
distinguidos. Así lo afirm an varios
santos P a d r e s : pues si Jerem ías y
san Ju an Bautista fueron santifica­
dos en el seno do su m adre ; aquel,
porque ten ia que a n u n c ia r desde le­
jos , y este porque iba á señalar con
el dedo al Mesías p ro m etid o : ¿cuán­
to m as justo parece debia serlo san
José , escogido por Dios para ser el
Custodio , Ayo y P adre nutricio de
— 637 —
Jesús, y el verdadero Esposo de Ma­
ría? ¿Qué tien en que ver las m as in­
signes prerogativas de otros patriarcas
y héroes ilustres del antiguo Testa­
mento, com paradas con los-altísim os
oGcios de que José estaba encarga­
do? El, m as dichoso que Noé, no re­
cogió en el arca la palom a que traia
el símbolo de la paz ; sino que m an­
tuvo con el Budor de su rostro al ver­
dadero Pacificador del m undo; no de­
tuvo como Josué al sol. m aterial por
espacio de algunas horas , sino que
estrechó en sus brazos al sol de ju s­
ticia años en tero s: no contem pló co­
mo Moisés á aquella prodigiosa zarza
que ardia sin consum irse ; sino que
estuvo trein ta años enteros junto á
la mas pura de las V írgenes, y junto
á la inocencia y santidad infinita. No
— 838 —
fué colocado por Dios para custodiar
el paraíso terren al com o aquel Que­
rubín afortunado ; sino que custodió
á Jesús árbol de vida verdadera y ¡
M aría, delicia del paraíso celestial;
no logró conservar los graneros de
Egipto y lib rar de una m u erte inevita­
ble á un num eroso pueblo , como el
otro José; sino que nos guardó el Pan
vivo bajado del Cielo y libró del fu­
ror de Herodes al m ism o Hijo de
Dios. De m anera que cu anto dista la
realidad de la figura, y el cielo de la
tie rra , tan to exceden las prerogativas
de san José á las virtudes y preroga­
tivas de todos los P atriarcas y Santos
que le precedieron.
Meditae un poco tobre lo dicho.
P u n t o s e g u n d o . N o f u is te , ama­
do C ristiano , colm ado de la misma
— 539 —
plenitud de gracia que este dichoso
Patriarca. Lejos de ser, com o É l, san­
tificado en el v ientre de tu m adre ¡ay!
naciste m anchado con la culpa origi­
nal : quedando por ella ofuscado tu
entendimiento con la ignorancia , y
tu voluntad inclinada al m a l , por la
concupiscencia. Sin em bargo, tú tam ­
bién fuiste adornado con la rica ves­
tidura de la gracia y regenerado con
las aguas del san to B autism o. Tú
también, si quieres, puedes ser eter­
namente fe liz ; pues tú tam bién eres
llamado á p ra cticar la virtud y cria­
do para una etern a felicidad. S í , al­
ia los ojos al c ie lo : ¿la ves? aque­
lla es tu p atria. Esta m iserable tierra
que habitas no es m as que u n valle
de lágrimas y el lugar de tu destier­
ro. O b serv a, p u e s , la ley santa de
— 6¿0 —
Dios , no descuides el único negocio
im portante de tu e tern a salv ació n : y
u n dia en com pañía del glorioso san
José habitarás tam bién el palacio in­
m ortal del Rey de los siglos, y serás
Feliz por toda u n a eternidad.
Medite un poco tobre lo dicho, y pida f»
la intercesión de tan Joté la gracia que das
conseguir en a ta nocenq.

O racion p a ra todos loa dias.

¡Oh! ¡cuánto rae regocijo, amable


P rotecto r m i ó , al verte colmado á
tan to s dones y gracias y bendito en­
tre todos los Angeles y Bienaventu­
rados! ¡Oh! ¡dichoso tu cuerpo virgi­
nal, altar vivo de la D ivinidad, donde
reposaba cada dia la Hostia purísima
destinada para rescatar al universo!
¡Dichosos tus ojos que vieron los pri-
— 541 —
meros al Deseado de las n a c io n e s !
¡Dichosos tu s labios que cubrieron de
besos la faz de Aquel á quien no se
acercan los E spíritus celestiales sino
temblando y cubriéndose con sus alas!
¡Dichosos tu s oidos que oyeron tantas
veces de la boca de Jesú s el regalado
nombre de Padre! ¡Dichosa tu lengua
que conversó con Jesú s tan á m enu­
do; dichosa tu cara y tu cuello sagra­
do que con sus m anecitas tocó y es­
trechó el Niño Dios con tan ta fre­
cuencia ! ¡ Dichosos b ra zo s, dichosas
manos y rodillas que sostuvieron tan ­
tas veces al que sostiene con su poder
la fábrica del universo! ¡Dichosos esos
piés y todos esos m iem bros benditos,
que tan to s viajes y fatigas em prendie­
ron por m an ten e r y salv ar al Salvador
del m undo ! ¡Oh! ¡cuánto m e alegro
— 542 —
de que hayas sido el varón escogido
de Dios para desem peñar ministerios
tan elevados! P ero ac u érd a te , ó glo­
rioso Santo , que si eres tan dicho­
so, si te ves en cum brado á tan alta
d ig n id a d , lo debes en gran parte á
los p e c a d o re s : pues si no fuera por
redim irnos no se hubiera Dios hecho
niño : y de consiguiente no hubieras
tú tenido la dicha de abrazarle y de
alim en tarle con tu s sudores y fatigas.
A m páranos pues, ó P adre amabilísi­
m o ; ofrece tu s sudores y trabajos en
unión con la sangre preciosa de Je­
sucristo p or la salvación de nuestra
alm a. Y ya que fué el objeto de tan­
to am or y de tan to s padecimientos,
com padeceos de ella. ¿No la ves ro­
deada de tan to s enem igos , sujeta á
tan tas pasiones y expuesta á ser pá-
— 613 -*■
bulo de las llam as eternas? ¡Ah! no la
abandones, ó Santo m ió ; protége­
nos en vida y am páranos m uy parti­
cularm ente en la h o ra de la m uerte,
á (in de que m uriendo en tu s brazos
logremos en com pañía tuya bendecir
y alabar á Jesú s y á M aría por siglos
infinitos. A m en.
Y para mejor alcanzar etla gracia digamo»
un Padre nuestro, tiete Ave Marías y Gloria
Patri en honor de lo» tiete principóle» dolare»
y gozot de nuestro excelso Patriarca.
Bjrje¡inpx.o .
Deseando unas piadosas mujeres de Zu­
maya asegurar mas y mas su eterna salva­
ción , resolvieron abrazar la reforma del
Carmelo, y pidieron para ello licencia al
Obispo de Pamplona su diocesano. Pero es­
te quería que abrazasen una regla mas sua­
ve; y así por mas instancias que hicieron,
el obispo se cerró en que mientras él cele-
— 844 —
b rab a, eligiesen ellas cualquier otro insti­
tuto que no prescribiese andar con los piés
descalzos; de lo contrario, concluida la Mi­
sa, les señalaría la órden en que debían en­
trar.
M ientras, p u e s, celebraba el obispo la
M isa, las devotas vizcaínas estuvieron su­
plicando á Dios y á san José bendito quest
dignase admitirlas entre las Carmelitas des­
calzas. No en vano suplicaron. Aparecióse
san José al obispo repfendiéndole fuerte­
mente por haber afligido as( i aquellas bue­
nas almas, y le mandó que las autorizase pan
abrazar la regla que deseaban. ¿Cuál seria,
p u e s, el consuelo y la alegría de aquellas
fervorosas m ujeres, cuando despues de la
Misa las contó el obispo la visión, y las diú
amplio permiso para abrazar la reforma del
Carmelo? Fundaron pues el convento, po­
niéndole bajo la invocación de san José, que
tan celoso protector se habia declarado de
él (1).
(1) Devocion á san José, lib. 2, c. 1.
— B4B —
OBSEQUIO.
Poner el negocio de n uestra etern a
salvación en m anos de san José , y
decir e n tre dia: cu este lo que cueste,
quiero salvarm e. Alma salvada, todo
será salvado; alm a perdida, todo será
perdido.
Jesús, José y María, etc., pág. 150.
Pueden cantarse los gozos al Santo que
se hallarán al fin de la Novena.

D IA SE G U N D O .
Por la señal de la santa cruz, etc.
Señor mió Jesucristo, etc., pág. 554.

M ED ITA CIO N .
San José correspondiendo á la gracia.

P un to p r im e r o . De poco h u b iera
servido á nuestro glorioso P atriarca
el haber sido prevenido de Dios con
35 u iw .
— 516 —
la m ayor ab u ndancia de dones y de
gracias : Adán y Eva fueron también
c ria d o s.e n gracia y adornados con
la justicia o rig in a l: m as no corres­
pondiendo d eb id a m e n te , se hicieron
ellos, é hicieron al resto de los hom­
bres desgraciados. P ero no sucedió
así á n u estro fidelísimo padre san
José. La prim era gracia santificante
que Dios infundió en 6u alm a fué co­
piosísim a; ya porque así lo requerían
las relaciones inefables que debian
m ediar e n tre El y las tres Pesonas de
la beatísim a T rinidad con motivo del
Verbo E ncarnado y de su Madre san­
tísim a ; ya tam bién porque debia ser
proporcionada al sublim e ministerio
que debia llen ar san Jo sé, ministerio
m ucho m as elevado que el de todos
los P atriarcas y Profetas y m as ele-
— 647 —
vado aun que el de los m ism os Após­
toles. Ahora bien, si es verdad lo que
afirman graves D octores que Dios
adelantó en san José el uso perfecto
de la razón, y que desde la m as tie r­
na edad empezó á ejercitar las v irtu ­
des en altísim o g ra d o ; ¿q u ién podrá
concebir los tesoros de gracia y de
virtudes que acaudalaría este santísi­
mo P atriarca? ¿Qué estraño es que le
llamen los santos P adres m as obe­
diente que A brahan , m as hum ilde
que Isaac, m as casto que José y m as
paciente que Job? ¿Qué estraño es, si
José gustó m ejor que Jacob las dulzu­
ras de la contem plación, si trató m as
familiarmente con Dios que Abrahan
y Moisés , si ardia en las llam as del
amor divino m as que D a v id , y m as
que los m as abrasados Serafines ?
- 618 —

Ahora si se añade á esto el asom­


broso aum ento de gracia y de mérito
que cada instante se obraba en é l : si
á cada acto de am or que hacia, apa­
recía an te la divina M ajestad con un
caudal de virtud y de merecim ientos
doble del que poseia en el instante
an terio r; ¿qué com puto y qué ingenio
bastará para calcular el altísim o gra­
do de santidad á que llegaría este di­
choso P atriarca? ¡Una vida tan larga,
y siem pre santificándose : dirigiendo
siem pre á Dios los pensam ientos y
afectos del alm a, sin p ro nunciar pa­
labra, ni h acer m o v im iento, sin dar
ojeada ni respiración que no fuese
por Jesú s y María; sin nunca torcer
un paso, ni desviarse un punto de su
santo am or! ¡Oh! ¡qué bien os cuadra
el nom bre de José , que significa
— 849 —
acrecentam iento. Filius accrescens
Joseph: pues así supisteis acrecentar
cada dia y cada in stante el asom bro­
so caudal de gracia que os dió el Se­
ñor en el p rim er m om ento de vues­
tra san tifica ció n !
Medítese un poco sobre lo dicho.
P unto se g u n d o . ¿Y de qué nos
serviría á nosotros el haber sido por
el bautism o lavados de la culpa ori­
ginal , y hechos tem plos vivos de la
D ivinidad, si lejos de corresponder
fielmente á la gracia com o san José,
la perdiésem os por el pecado ? ¡ Ay !
¡ qué m otivos tengo para confundir­
me, ó am able P ro tecto r m ió, si com ­
paro mi conducta con la v u estra!
¿ Cómo m e atrevo á p resentarm e de­
lante de V os? ¡V o sta n fiel á Dios, y
yo tan infiel y ta n ingrato! ¡Vos am an-
— 580 —
do á Dios sin in terru p ció n alguna, sir­
viéndole siem pre con nuevo fe rv o r; y
yo siem pre con estas tristes alterna­
tivas: unos pocos dias de devocion, y
tan tas sem anas, m eses y años de ti­
bieza y de glacial indiferencia por mi
Dios! ¡Vos doblando á cada instante
el caudal de m érito y de gracia que
poseíais; y yo perdiendo tan to s años,
sin ad q u irir apenas m érito alguno
para la eternidad! ¿Qué digo adquirir
m é rito ? Q uiera Dios que no haya
acum ulado leña para ard er siglos en­
tero s en el p urgatorio, y ojalá no hu­
biese m erecido ard er en las llamas
etern as del infierno. ¡Ah! ¡dichosa el
alm a que supiese com o Vos no perder
n u n ca la g r a c ia , n u n ca empañarla
con el inm undo hálito de la tibieza y
n u n ca te n e rla ociosa! Voy pues á cor-
— 651 —
responder á la gracia divina con todas
mis fuerzas. Alcanzadm e del Señor
esta g racia, ó am able P ro tector m ió.
Medite un poco sobre lo dicho, y pida este
favor por la intercesión de san José, junto con
la gracia que desee conseguir en esta Novena.
La oracion para todos los dias, Oh cuan­
to me regocijo , pág. 540. Un Padre nues­
tro , siete ic e Marios y Gloria P a tri, como
en la pág. 543.
B jn e iu m L O .
En 16-48 había en Nápoles un esclavo,
que á pesar de negarse tenazmente á abju­
rar el mahometanismo , con todo encendia
por las noches una lámpara delante de una
imágen de la Virgen que su amo tenia en
el jardín. Habiéndolo notado e ste , le pre­
guntó ¿por qué hacia aquello? Y contestan­
do el moro que era por ponerse bajo la pro­
tección de la Virgen, envió el amo á buscar
un Sacerdote; pero por mas esfuerzos que
ambos hicieron , no lograron del moro mas
— 552 —
que burlas é insultos. No obstante lejos de
desanimarse, acuden á Dios con mas fervor,
cuando h<5 aquí que la noche de la Asun­
ción , estando el moro durmiendo , oye que
le llaman: Abel, Abel, despierta este y ve
á una Señora rodeada de una luz muy res­
plandeciente que venia acompañada de un
venerable Anciano que traia un vaso de pla­
ta lleno de agua. Yo soy M arfa, le dijo la
Señora, este anciano que ves i mi lado, es
José mi esposo. Quiero que te hagas cris­
tiano y que le llames José. Eso no, replicó
el moro; mandadme cualquier otra cosa,
menos el que me haga cristiano. Vamos,
Abel, repitió la Vfrgen, dándole con la ma­
no en el hom bro, hazte cristiano. Rindióse
el moro á tanta am abilidad, y la prometió
hacerse cristiano. Pero ¿cómo aprenderé
las oraciones, d ijo , si no tengo memoria?
No te dé esto pena, contestó la Vfrgen: vé-
te al P. Director de la Congregación de es­
clavos (que era un Padre Jesuíta), y él te
las enseñará pronto. En efecto, dotado Abel
súbitamente de una memoria feliz, lo aproo-
— 653 —
dió todo con mucha facilidad. Y así tu­
vo la dicha de ser bautizado t junio con
oíros diez esclavos y un moro compañero
suyo, que era el que antes mas se oponia á
su conversión.
OBSEQUIO.
Decir tres veces al dia: Señor, pe­
qué, tened misericordia de m i: mil
veces morir antes que pecar.
Jesús, José y María, etc., pág. 150.
Gozos, versículo y oracion al S a n to , al
6n de la Novena.

D IA T E R C E R O .
Por la señal de la santa cruz, etc.
Señor mió Jesucristo, etc., pág. 534.

M E D IT A C IO N .
Desposorio» de san José.

P unto prim ero. Para comprender


la dicha incomparable de san José, y
— 551 —
el caudal de virtudes q ue supone el
que sea esposo verdadero de la Vir­
gen, trasladém onos en espíritu al mo­
m ento dichoso en que la santísima
Trinidad trató de dar un esposo á la
doncella m as santa y privilegiada que
conocieron los siglos. El P adre Eter­
no la quiere como á Hija predilecta,
el Verbo la escoje por M adre , y el
E spíritu S an to la atavía con sus do­
nes y gracias como á su Esposa muy
regalada. ¿Quién será el lugartenien­
te del P ad re E terno? ¿Q uién ejercerá
la autoridad de un Esposo verdadero
sobre esta dichosa P rim ogénita de
todas las criatu ras ? ¿ Q uién será el
g e fe d e e s ta T rinidad, la m as perfecta
im ágen de la Trinidad beatísim a que
rein a en los cielos? Yo no dudo afir­
m ar que será el varón m as santo y
— 855 —
perfecto. P ues decidm e, padres y ma­
dres que m e e s c u c h á is , si tuvieseis
una hija dotada de cu an tas gracias y
cualidades puedan h acer am able á
una d o n ce lla, y pudieseis darla por
esposo el príncipe que quisieseis es­
coger e n tre todos los que existen en
el mundo, y dotarle todavía de todas
las prendas que gustaseis; ¿habría es­
poso m as cum plido y perfecto que el
de vuestra hija ? Pues lo que ningún
mortal tuvo jam ás en su poder, esto
pudo h acer Dios enam orado de Ma­
ría. Agolpáronse en su inente divina
lodos los P atriarcas y Profetas, todos
los Santos, todos los justos é infinitos
otros varones que podia cria r para
ejercer tan sublim e m inisterio : y fija
los ojos en José. ¿No es esto una prue­
ba de que José llenaba los designios
— 656 —
divinos, y era el varón m as semejan­
te á la Virgen san tísim a? Pues si
cuando trataba Dios de dar una espo­
sa ó A dán, ya dijo : Faciamus adju-
torium simile sibi (1 ): hagam os uní
esposa sem ejante á é l : ahora que se
tra ta de d ar un Esposo á la que está
escogida para M adre de un Dios he­
cho hom bre, ¿no observaría Dios esta
sapientísim a ley? La observó sin duda,
y esto nos obliga á afirm ar que es muy
difícil en co n trar otro varón mas se­
m ejante á María , y de consiguiente
m as perfecto y santo que José. Así es
que Dios queriendo recom pensar um
pureza y santidad tan e m in e n te , da
por esposo á la Virgen pura y santísi­
ma por excelencia el varón m as puro
y santo que habia en la tie rra , y á José
(1) Gen. u.
— 567 —
le da p or esposa la m as pura y santa
de todas las vírgenes efectuando entre
unbos u n m atrim onio verdadero y per-
lectísimo á pesar del voto que habían
hecho de perpétua virginidad. Asi nos
lo enseña la fe , y así me complazco
en llam arte, ó José santísim o, Virum
María de qua natus est Jesús, verda­
dero Esposo de M aría, m adre de nues­
tro dulce R e d e n to r, Jesús. Bendita
y ensalzada sea la T rinidad augusta,
que os elevó á tan alta dignidad.
Medite «en poco tobre lo dicho.
P unto seg u n d o . Y vosotros, jóve­
nes que esto oís , y deseáis co n traer
un dia m atrim onio, ¿ podréis esperar
ser igualm ente bendecidos y recom ­
pensados de Dios ? Lo sereis sin du­
da, si sem ejantes al jóven Tobías, no
olvidáis aquella sentencia dignísim a
— 588 —
de ser esculpida con letras de oro:
F ilii sanctorum sumus, et non pom -
m us ita conjungi, sicut gentes que
ignorant Deum (1). Somos hijos de
padres santos, y no debemos casarrn
como los gentiles que no conocen á
Dios. S ereis, com o José, bendecidos
y recom pensados de D io s , si tanto
vosotros , com o vuestros padres al
co n traer un en lace, no m iráis preci­
sam ente si el jóven de que se trata
es noble , rico , bien p a re c id o ; sino
ante todo y sobre todo si es sóbrio.
casto, laborioso y am ante de la reli­
gión. Si vuestra in ten ción es pura,
si son raras vuestras entrevistas con
él, y n u n ca á solas, siem pre en com­
pañía de los padres , sin jam ás per­
m itiros nada que sea indigno de los
(i) Tob.
ojos purísim os de aquel Dios que todo
lo penetra; no tem áis; el S eñor ben­
decirá vuestro m atrim onio. Mas ¿po­
dría Dios b en d ecir u n a alianza que
hubiese sido precedida de una série
no interrum pida de desórdenes? ¿P o­
dría Dios b en d ecir vuestro enlace,
cuando le hubiesen ú n icam en te for­
mado el deseo de ventajas m ateriales,
sin tem or de co n traerle con un jóven
materialista, ateo, ó por lo m enos tan
indiferente en lo que concierne á la
salvación, que tra te de fanatism o la
observancia de n u estra santa reli­
gión? Q uiera D ios, no sea esta la
causa de tan to s m atrim onios desgra­
ciados com o se ven en n uestros dias.
Medítete lo dicho un poco, y pidamos el
acierto en la elección de ettado con ¡a gracia
</uecada uno desee alcanzar en esla norma.
— 660 —
Luego la oracion para todos los dias, pí-
gina 510.
Un Padre nuestro, siete Ave Marías y Glo­
ria Patri, como en la pág. 543.

jKjnejMapjc.o .

En atención á la grande importancia de


la m ateria, en lugar de los ejemplos acos­
tumbrados , referiremos hoy alguna de lis
maravillas que tuvieron lugar en los despo­
sorios de san José.
Escribe san Gerónimo y refieren graves
escritores que habiendo la virgen María lle­
gado á la edad de 14 años, la indicó el sumo
Sacerdote que se dispusiese para el despo­
sorio según prescribía la ley. Turbada la
Virgen contestó que no podia acceder á ello
por haber consagrado su virginidad al Se­
ñor. Pareció extraño el caso en un siglo en
que la virginidad era mirada como un opro­
bio, por renunciar así á la dicha de contar
al Mesías entre sus parientes: resolvieron
pues consultar al Señor: cuando al verifi­
carlo , hé aquí que sale una voz del Propi-
— 561 —
eiatorio , mandando se junten todos los va­
rones solteros de la sangre de David; y que
aquel cuya vara florezca, y sobre cuya cabe­
za repose el Espíritu Santo en figura de pa­
loma , será el esposo de la Virgen. Háccse
asi, reúnense todos los mozos descendientes
de David , y cuando mas ansiosos aguardan
lodos la señal del cielo, florece la vara de
José, y descendiendo el Espíritu Santo so­
bre la cabeza de nuestro Patriarca, dice tá­
citamente á todos: «¡Este es el varón en
quien me he complacido: este es el digno
Esposo de María!» Los Sacerdotes proce­
dieron en seguida á la ceremonia conforme
mandaba la ley. Puso José un anillo en el
dedo de la virgen María, como prenda de la
fidelidad conyugal que le prom etía, reci­
biendo una promesa recíproca de parte de
la Virgen con la aceptación del anillo, re­
liquia preciosa que se conserva en la Basí­
lica de san Lorenzo de Perusa en Italia (1).
(1) Rtbaden. t. i. — S. Geron. llb. de Orí.
Vlrg.—Nlcef. llb. i, cap. 7.
36 Mi Jolr.
OBSEQUIO.
T res Padre nuestros á san José
para que á unos conceda el acierto
en la elección de estado, y á los que
le hub ieren elegido ya, la gracia de
cum plir bien con los deberes que el
estado les im pone.
Jesús, José y María, etc., pág. 150.
Gozos, versículo y oracion, se hallarán al
fin de la Novena.

D IA C U A R T O .
Por la señal de la tañía cruz, etc.
Señor mío Jesucristo, etc., pág. 5Si.

M E D IT A C IO N .
San Joié, modelo de casados.

P u n t o p r im e r o . T res son los de­


beres de los casados en tre sí: amarse
m utu am en te, ayudarse el uno al otro,
— 863 —
y vivir en paz. Almas cristianas, con­
tem plad esos santos cónyuges, y ved
si hubo jam ás m atrim onio alguno
donde m ejor se observasen estos dul­
ces y sagrados deberes. Ambos se
honran, se hablan con la m ayor de­
ferencia, y se am an con el m as en tra­
ñable cariño, porque com prenden lo
p u ro , lo am able y santo que es su
consorte. M aría honra á su santo Es­
poso, y le habla con la estim ación que
reclama el cargo de Gefe de la sagra­
da fam ilia; y José honra á M aría como
á R eina que es de los Angeles y Ma­
dre del m ism o Dios. Despues de Dios
no tiene M aría en la tierra otro ob­
jeto m as am ado que su Esposo J o s é ;
y despues de Dios no tien e José otro
blanco m ayor de su cariño que su
esposa M aría. José nada hace sin con-
— 864 —
su ltar á la V irgen , nada que pueda
disgustar á la V irgen; y la V irgen nada
h ace, nada q u iere, nada desea, sino
d ar gusto á su esposo José. José es
todo de M aría; cariñ o , fuerzas, salud,
trabajos, sudores, fatigas, todo es pa­
ra M aría; y M aría recíprocam ente es
toda de su. esposo José : de manera
que si se afana, si se ocupa, si descan­
sa es para m ejor cum plir con su es­
poso José. Ambos ponen en el rango
de sus prim eras obligaciones, la de
cum plir y h asta p revenir la voluntad
uno del o tr o : José se desvive todo y
lo sacrifica todo por M aría ; y María
á su vez se desvive y lo sacrifica todo
por su querido esposo José.
Y á pesar de tan fino, tan santo y
ard ien te a m o r; ¡ay! ¡qué prueba tan
dura p erm ite el S e ñ o r ! Vivian am-
— 565 —
bos bajo el m ism o techo en la m as
profunda paz y con u n a alegría sin
ig u a l; cuando se apercibe José que
su Esposa está en cin ta; no puede ne­
gar las apariencias é ignora la causa.
No se atreve á ju z g a r, pero tom a el
partido m as p ru d e n te : pensaba sepa­
rarse dejando á la providencia divina
el cuidado de sacarlo de su ansiedad,
cuando u n Angel se le aparece en sue­
ños y le d i c e : No temas permanecer
ton M aría tu esposa; porque lo que
ves es obra del Espíritu Santo. Parirá
un Hijo y le llamarás J e sú s, porque
salvará á su pueblo librándole de sus
pecados (4) ■ ¡ Qué p rudencia la de Jo - -
sé! ¡Qué hum ildad la de María! ¡Qué
virtud ta n heróica la de entram bos!
Medítese un poco lo dicho.

(ij Mailb. i, 20.


— 666 —
P u n t o s e g u n d o . M aridos, mujeres
que vivís juntoB y unidos por el lazo
indisoluble del m atrim onio, ¿ e s esa
la regla de vuestra co n d u c ta ? ¿Es
vuestro m atrim onio fiel im ágen de la
paz, unión y alegría que reina en el
cielo, com o el enlace de José y Ma­
ría ; ó m as bien un triste rem edo de
la desunión y tristeza de los que mo­
ran en el infierno? ¡Ay! ¡cuántos ma­
trim onios que excitaban un tiempo
la envidia de los m ortales son ahora
ol desconsuelo de la Iglesia y el es­
cándalo del m undo ! N ingún mira­
m iento en las palabras, ningún res­
peto ni consideración, n ingún cariño
ni condescendencia uno por otro: todo
son odios, celos, im precaciones, todo
quejas, m u rm uraciones y escándalos.
L loran los hijos cuya educación com-
— 667 —
pletam ente se descuida; lloran los An­
geles del cielo al ver tan to desórden y
tanta infidelidad; llora la santa Igle­
sia al ver que va cundiendo el mal
y propagándose el escándalo del m o­
do mas espantoso. ¡ O h ! ¡ y cuántos
padres que Dios habia constituido
ángeles tu telares de sus h ijo s , si al
ejemplo de san José no m udan do
conducta, van á ser pábulo de las lla­
mas etern as ! ¡ No lo perm itáis am a­
ble P rotector y dechado perfectísim o
de los c a s a d o s !
Medítese un poco lo dicho, y pidamos que
cesen los escándalos que se ven en tantos ma­
trimonios , junto con la gracia que cada cual
desee alcanzar de Dios en esta novena.
Luego la oracion para todos los dias, pá­
gina 540.
Un Padre nuestro, siete Ave Ufarlas y Glo­
ria Patri, como en la pág. 545.
— 868 —

iejne:aKPK.o .
Viajando santa Teresa por los montes de
Sierra Morena con algunas religiosas que
iban á fundar un Monasterio de san José, en
un pueblo llamado Veas, se extravió el car­
retero y fué á parar á un horrible precipi­
cio. Ya habían llegado al borde de un des­
peñadero profundísim o, y viendo la Santa
tan asustadas i sus compañeras por el inmi­
nente peligro que corrían de perder la vida,
las exhorta á recurrir á san José, único me­
dio que habia de salvación. Apenas invo­
caron las monjas el patrocinio del Santo,
oyeron una voz que gritaba del profundo del
abismo, deteneos, deteneos: si dais un pa­
so mas adelante, pereceis todas. A esta voz
páranse los caballos: preguntan las religio­
sas por qué lado tenían que volverse. Y
aunque el sitio que la voz indicó no parecía
menos peligroso que aquel en que se encon­
traban , con todo obedecieron ciegamente y
se hallaron fuera de peligro. Quería el car­
retero dar las gracias al que tan grande fa-
— 669 —
vor les había dispensado; pero por mas que
buscó y examÍDÓ el precipicio, no pudo dar
con hombre, ni con vestigio humano algu­
no. Es inútil andar buscando al que nos ha
librado de la m uerte, exclama santa Teresa
toda conmovida: nuestro libertador, hijas,
no ha sido otro que nuestro Padre san Jo­
sé (1).
OBSEQUIO.
Asistir con devocion al santo sa­
crificio de la Misa en honor de san
José, pidiéndole la paz y buena arm o­
nía en tre los casados.
Jesús, José y'María, etc., pág. 150.
Gqzos, versículo y oracion, se hallarán al
fin de la Novena.
jl) Fr. Diego Y epes, vida de san ia Teresa
lib. 2, c. 2 .
— 670 —

D I A Q U IN T O .
Por la señal de la sania crus, ele.
Señor mió Jesucristo, etc., pág. 534.

M E D IT A C IO N .
San José modelo de los atribulados.
P unto primero . ¡C uánta verdad
es que la vida del C ristiano en este
m undo es un prolongado m artirio!
Cuando M aría y José estaban mas
inundados de g o z o , recordando sin
cesar el prodigioso nacim iento del
Hijo de Dios, los cánticos de los.An­
geles , la adoracion de los Pastores
y Reyes m a g o s , y lo sucedido en el
tem plo; un Angel del S eñor se aparece
en sueños á José y le dice: Levántate,
loma el Niño y á su Madre, y huye
á Egipto y permanece allí hasta nue-
— 871 —
m órden, porque Herodes buscará
ti Niño para matarle (1). ¡ Qué cu­
chillo de dolor para José! ¡Qué órden
mas seca y difícil' de c u m p lir! ¡ La
Madre jóven y delicada, el Niño re ­
cien nacido, el viaje de unas ciento
siete leguas, el cam ino áspero y des­
conocido ; y vete ahora m is m o , de
noche , sin despedirte de n a d ie , sin
viático ni preparativo alguno; y vete
á Egipto , país idólatra , el m as re­
pugnante á los H ebreos, y perm ane­
ce allí hasta nueva órden! ¡Qué tro­
pel de objeciones y de dificultades
debian ofrecerse á José! Pero nada
objeta , nada dice : Dios lo dispone
así; despierta á M aría, tom a al Niño
y parten para E g ip to , enteram ente
abandonados y com o reposando d u l-
(i) Matlh. u, ls.
— 672 —
cem ente en el seno de la Providencia
divina. ¡ Qué sum isión ta n perfecta!
¡qué paz tan profunda! ¡qué confor­
m idad á la voluntád de Dios tan he-
róica! ¿Podría darse destierro mas in­
justo ni persecución m as sensible? Laj
jornadas son largas y penosísim as, lo¡
peligros de perder la vida continuos
sin com odidad alguna tem poral: y nc
obstante obedece y sufre con sumí
paz y consuelo del alm a, dispuestos
p erm anecer en Egipto ó donde Dios
disponga, y todo el tiem po que Dios
quiera. ¡Qué resignación tan heroica!
¡Qué santidad m as sublim e !
Medítese un poco sobre lo dicho.
P u n t o s e g u n d o . ¿Qué dices, alma
c ris tia n a , á la vista de estas durísi­
m as pruebas por que pasan Jesús,
María y Jo sé ? ¡Y son los personajes
— 873 —
mas augustos que hay en la tierra ;
los m as queridos de Dios, el centro
de sus delicias y com placencias infi­
nitas1 Luego si Dios nos en vi a traba­
jos y aflicciones, no es que nos haya
abandonado , no es que su am orosa
providencia se olvide ó no se cuide de
nosotros. Antes la m as cariñosa m a­
dre se olvidará del fruto que lleva en
sus en trañ as , que Dios pueda olvi­
darse de nosotros. E scritos nos lleva
en sus m anos, y grabados nos tiene en
su corazon: hasta llega á decir por
Isaías, que nos lleva en su s e n o , y
nos trae en sus m ism as entrañas.
Portamini a meo u lero, geslamini a
mea vulva (1). José y la sagrada fa­
milia pasan por pruebas ta n duras, &
fin de que com prendam os que la pro-
(1) lS. XLVII, 8.
- 571 —
videncia que Dios tiene del justo no
consiste en que Dios le libre de todo
m a l , com o quisieran algunos , y en
que le colm ase ya en este m undo de
toda suerte de prosperidades. No,
quiere Dios que p or m edio de males
aparentes lleguem os á una felicidad
real, etern a é infinita. Q uiero, pues
S eñor, de aquí en adelante seguir el
heróico ejem plo del excelso Patriarca
san José: arro jaré todos mis cuidados
en el seno de vuestra am able provi­
dencia: seguro de que si Vos lo dispo­
néis así, aunque m e viese en un obs­
curo calabozo com o Jo sé, en el lago
de los leones como D aniel, en el vien­
tre de u na ballena com o Jonás, tendi­
do com o Job en un m uladar, ó metido
en un horno de fuego como los niños
de B ab ilo n ia, vos sabríais sacarme
- 875 —
ileso, y co n v ertir en sum o bien taio
aquellas desgracias aparentes.
Medítete lo dicho y pidamos al Señor esta
perfecta conformidad á la voluntad divina
junto con la gracia que cada cual desee conse­
guir de Dios en esla novena.
Luego la oracion para todos los dias, pá­
gina 540.
Un Padre nuestro, siete Ave Marías y Glo­
ria Patri, como en la pág. 545.

K J n G B E P X .0 .

Cierto caballero muy devoto de san José


celebraba todos los años la fiesta del Santo
con grande solemnidad. Tenia tres hijos: y
icosa extraña! un año muere uno de ellos
el mismo dia de la fiesta, y al año siguiente
muere el segundo y en el mismo dia. Afli­
gido el padre con pérdidas tan dolorosas, al
acercarse al otro año la fiesta del Santo, ex­
clama: ¿y así me pagais, ó glorioso Protec­
tor mió san J o s é , el celo con que tantos
años he solemnizado vuestra fiesta? Pues
— 676 —
este año renuncio á celebrarla, no fuese que
perdiese todavía mi tercero y último hijo.
Pero ¿qué sucedió? Salió un dia al campo
para distraerse un poco, é internándose en
un bosque ve á dos jóvenes ahorcados de un
árbol. Se asusta al principio, pero recobran­
do ánimo, se acerca y ve que tienen la mis­
ma fisonomía, que sus dos hijos difuntos.
No acertaba á comprender la visión; cuando
se le aparece un Angel y le dice: ¿Ves? en
esto hubieran venido á parar tus dos hijos
si hubieran vivido mucho tiempo. Y porqne
eres tan devoto de san José, el Santo te al­
canzó de Dios que muriendo en la infancia,
evitasen ese deshonor á tu casa y se asegu­
rasen la vida eterna. Ahora no temas cele­
brar la fiesta del Santo; pues el hijo que te
queda será Obispo y vivirá mucho tiempo.
Todo se verificó como el Angel habia predi-
cho (1).
¡Ah! ¡cuántos cristianos semejantes á este
padre, lloran y miran como gravísimos ma-
(1) P. Juan de Alloza S. J. am or 4 san Jos*,
cap. 27.
— 377 —
Ies, los qne delante de Dios son inmensos
bienes!
OBSEQUIO.
Hacer en tre dia varios actos de re­
signación: acostum brándonos á decir
como la Virgen : Hé aguí la esclava
del S eñ o r, cúmplase en mí vuestra
tantísima voluntad.
Jesús, José y María, etc., pág. 150.
Gozos, versículo y oracion, se hallarán al
Gn de la novena.

D IA S E X T O .
Por la señal de la tañía cruz, etc.
Señor mió Jesucristo, etc., pág. 554.

M E D IT A C IO N .
S u J m ¿ modelo de padrea y gefea de familia.

Punto prim ero. Es cierto que José


no tuvo parte alguna en la generación
37 u i jw .
— 678 —
de Jesús: pero no es m enos cierto que
fué su P ad re, ya por la autoridad que
le dió el cielo com o á gefe de la sa­
grada familia, ya tam bién por el ca­
riño y por los oficios de amorosísimo
P adre que ejerció con Jesús. En efec­
to, José es el ángel tu te la r, el Custo­
dio fidelísimo á quien el P adre Eter­
no encom endó á ese huérfano divino,
salvador del m undo. S í , José : Tibi
derelictus est pauper: orphano tu cris
adjulor ( i ) . Tú eres el tu to r y el pa­
dre putativo de un Dios hecho hom­
bre, huérfano sin Padre en la tierra.
H onrarte , acariciarte , obedecerte,
recon o cer en tí la P ersona del Eterno
P adre esta será toda su ocupacion
d u ran te trein ta años enteros de los
trein ta y tre s que vivirá en la tierra.
(1) Ps. J, 14.
- 879 —
Et eral subditiut M is (1). ¡ 0 subli­
me prerogativa de san José !
Pero ¡ qué bien desem peñada fué
esta sublim e dignidad ! ¿Q u é padre
tuvo jam ás por sus hijos una solicitud
y una tern u ra com parable á la que
José tuvo por su querido Je sú s? No
era un am or natu ral solam ente, ni un
amor adquirido, cual es el afecto del
mas fino am ante por el objeto mas
amable; sino que era com o un am or
sobrenatural y divino, en cierta m a­
nera participante del am or que el Pa­
dre y el Espíritu Santo tienen al Ver­
bo divino. Jesús es el objeto de todos
sus pensam ientos, el blanco de todos
sus desvelos y d e s e o s , el centro de
todas sus delicias, la vida de su alm a.
Si se afana, si trab aja, si habla, si duer-
()} Luc. ii , al.
— 580 —
m e, si descansa, si com e, si respira, si
vive; es por su am ado Jesús. ¿Quién ha
subvenido á la subsistencia de Jesús
y de su Madre ! José. ¿ Quién buscó
y preparó albergue al R edentor del
m undo? ¿quién le recogió en sus bra­
zos al n acer ? ¿ quién le acostó en el
pesebre? José. ¿Por quién fué circun­
cidado? P or José. ¿Q uién le puso el
nom bre de Jesús? ¿quién le acompa­
ñó al tem plo? ¿quién le sustrajo del
furo r de H erodes, y le condujo á Na-
zaret al reg resar de Egipto ? ¿ quién
proporcionó al Hijo y á la Madre ali­
m ento , vestidos y albergue con el
sudor de su frente du rante treinta
a ñ o s? José. Y cuando se quedó Je­
sús en el tem plo disputando con los
doctores, ¿qué pena y qué dolor seria
el suyo? ¡ qué dias y noches fueron
— 881 —

aquellos tan am argos! Solo el dolor y


la am argura de M aría era com parable
á la am argura y al dolor de J o s é : y
así lo dió á en ten d er la V irgen con
su am orosa queja. Hijo, ¿por qué lo
has hecho así con nosotros? ¿Tú Par­
iré y Yo te hemos buscado con tanto
dolor (1 )?
Medítese un poco sobre lo dicho.
P un to s e g u n d o . ¡Cuánto debe esta
conducta adm irable de José confun­
dir á m uchos de los padres y gefes de
familia que vemos en este siglo! José
tan solícito por la conservación de
Jesús, y los m as de los padres tan des­
cuidados por la buena educación de
sus hijos! ¡Qué de suspiros é inform a­
ciones en José; qué de lágrim as y ora­
ciones en la pérdida de su Hijo! y eso
(1) Luc. II, 48.
— 682 —
que Jesús no podia perderse , siendo
la sabiduría y santidad infinita. Pero
en los m as de los padres de nuestro
siglo ¡ qué indolencia , qué apatía é
insensibilidad p o r la salvación del
alm a de sus hijos ! ¡ Y esto que son
las vivas im ágenes de Jesús, redimi­
dos con las lágrim as, con los sudores
y con la sangre de Jesús! ¡Y esto fjue
Dios prem iará ó castigará á los pa­
dres y m adres, com o si su solicitud y
desvelo , su descuido é indiferencia
no hubiese tenido por objeto á sus
hijos, sino al mismo Jesús! ¡Ay! Pa­
dres , m adres y gefes de fam ilia que
esto oís, ¿ no os llena de tem or y de
espanto la sentencia de san J uan Cri-
sóstom o, que lleno del m as vivo dolor
exclam a: Majar est cura boum, eqtto-
rum et asinorum, quam / iliorum? Sí,
— 583 —
mas cuidado tien en ciertos padres de
un b u e y , de un caballo , y de otros
anim ales que de sus propios hijos. E n
efecto, que os preg u n ten por vuestro
jum ento , sabéis donde para, y nada
omitís porque no reciba daño. Mas
que os p regunten por vuestros h ijo s :
lal vez estén ahora en tre com pañeros
|ps m as disolutos, en juegos, casas y
diversiones las m as perjudiciales tal
vez vuelvan á deshora de n o c h e , y
nada de esto sabéis : de nada de esto
os cuidáis. ¡ O indolencia digna de
ser llorada con lágrim as de sangre !
Medítese un poco lo dicho y pidamos al Se­
ñor que los padres y gefes de familia cum­
plan bien con sus deberes, junto con la gracia
que desee cada cual conseguir de Dios en esta
novena.
Luego la oracion para todos los dias, pá­
gina 540.
— 581 —
Un Padre nuestro, siete Ave Marías y Glo­
ria Patri en honor de los siete principales
dolores y gozos del Santo.
s jn e a u p i L O .
Un jóven muy virtuoso de León de Fran­
cia, habia resuelto entrar en Religión, pan
asegurar mas y mas su salvación eterna;
mas encontrando grande oposicion en los
padres, renunció por fin i su vocacion. Pe­
ro bien pronto el comercio del mundo , (I
atractivo de los placeres y los malos ejem­
plos que le rodeaban le cambiaron de suer­
te, que entregándose á los mayores excesos
de una vida licenciosa , abandonó, cual otro
hijo pródigo, la casa de sus padres y se hizo
soldado. En el ejército pronto se aventajó
en desenfreno á los mayores libertinos: per­
mitiéndolo Dios así para castigar al hij«
que cerró los oidos á la voz de Dios por
complacer á sus padres; y á estos, porque
que llevados de un amor ciego, se opusie­
ron á lo que Dios quería del hijo. Sin em­
baído los padres penetrados del mas vivt
— 585 —
dolor escribían cartas y mas cartas al hijo,
rogándole con ligrim as que mudase de vi­
da , y volviese á su casa, seguro de que
le recibirían con los brazos abiertos. Mas
viendo que eran inútiles todas sus instan­
cias, recurren al excelso Patriarca san José;
suplicante tome bajo su protección al des­
graciado hijo, y no permita que continúe en
el camino de la perdición. Sus ruegos fueron
oidos. El Santo inspiró al jóven tan vivos
sentimientos de compunción, que trocado en
otro hom bre, dejó la milicia, y vuelto á la
casa de sus p ad res, les pidió perdón de los
disgustos que les había dado, y entabló una
vida digna de su primitivo fervor (1).
OBSEQUIO.
Una visita á san José, para que los
padres den buena educación á los
hijos, y los hijos ten g an el am or, el
respeto y la obediencia que deben á
sus padres.
(1) Mes de san José dia u.
— 886 —

Jesús, José y María, ele., pág. 150.


Gozos, versículo y oracion, como al (in de
la novena.

D IA S É P T IM O .
Por ¡a señal de la santa cruz, etc.
Señor mió Jesucristo, etc., pág. 551.

M E D IT A C IO N .
San José modelo de trabajadores.

P u n to primero . Nada mas común


en el siglo en que vivim os, que oir á
m uchos pobres jornaleros y artesanos
m u rm u rar de la divina Providencia)
m aldecir su su erte diciendo: ¿porque
tengo yo que ser esclavo del trabajo
y estar sudando todo el dia, mientras
otros huelgan y se pasean alegres y
ufanos ? Si alguno estuviese tentado
de hablar a s í , venga y p enetre con-
— 687 —
migo en el hum ilde taller de Nazaret.
¡O sagrado tech o ! ¡ó paredes, ó di­
choso recinto que has sido testigo de
los ejem plos m as aso m b ro so s! ¿Veis
á este jóven que está aserrando y
cepillando m adera, barriendo, reco­
giendo astillas, y haciendo todo cuan­
to le m andan su Madre y ese pobre
C arp in tero ?¿S ab é is quién e s ? Es el
Rey de cielos y tierra , el gran arqui­
tecto del u n iv e rs o , aquel á cuyo
nom bre toda criatu ra dobla la rodi­
lla en el cielo , en la tierra y en lo
mas profundo del abism o. Y no obs­
tante ha querido le llam asen hijo de
un pobre carpintero, y trabaja en un
hum ilde taller m anejando la sierra,
el cepillo y los m as pesados in stru ­
m entos y m a d e ro s : y eso hasta la
edad de trein ta años. Ese varón que
— 588 —
trabaja con tan to afan uniendo sus
fatigas con las de este Jóven, es des­
cendiente de reyes, de la noble estir­
pe de David, y no obstante trabaja en
la profesión m as hum ilde, y trabaja
gustosísim o, sin que salga de sus la­
bios la m as m ínim a queja, contentí­
sim o con su su erte. ¿Y qué dirán á la
vista de ese pobre t a l l e r , aquellos
cristianos que m u rm u ran sin cesar,
cuando sus em pleos y sueldos no cor­
responden á su am bición y orgullo?
¿Qué d irán aquellos padres que tanto
trabajan y hasta se arru in an por sacar
á sus hijos de la hum ilde esfera ó con­
dición en que Dios los habia hecho
n a c e r? ¿Q u é dirán aquellos génios
presum idos, que queriendo elevarse
sobre el rango en que los habia colo­
cado la divina Providencia , quieren
vestir, tratarse, d errochar y divertir­
se , elevándose sobre sus ig u a le s , y
gastando m as de lo que Dios y sus
recursos perm iten? Erubesce, super-
be c in is ; Deus se hum iliat et tu te
extollis. ¡ O insolencia y orgullo in­
soportable , que abajándose al hom­
bre la sabiduría y om nipotencia di­
vina, quiera el hom bre elevarse y ha­
cerse superior al m ism o Dios !
Medítete tobre lo difho.
P u n t o s e g u n d o . ¿ Cuándo com ­
prenderás , alm a m i a , esta verdad
im portantísim a , que el m érito y la
gloria verdadera del hom bre no con­
siste en desem peñar m agníficos car­
gos, en m eter m ucho ruido, y h acer
un brillante papel en el m undo; sino
en q u erer lo que Dios quiere , y con
la perfección que El lo quiere ? Y no
— 890 —
obstante esto es c ie r to , certísim o.
Con m as gusto contem pla el Padre
E terno á José ocupado en cosas al
p arecer tan bajas y hum ildes, que no
tiene gusto en contem plar á los Cé­
sares , Pompeyos y Escipiones que
llenan con el ruido de su fama el
ám bito del universo. Si estos gene­
rales no poseen la joya preciosísima
de la gracia, Dios no tiene por ellos
m as que una m irada de desprecio y
de horror. Al contrario, al ver á José
en su obscuro taller, dice á los An­
geles que rodean su tro n o , ved al Pa­
dre putativo de Jesús, que bien tra­
baja por mi am or: él es mi hijo muy
am ado, en quien cifro todas m is com­
placencias. ¿Y Jesús? tanta gloria
da b I E terno P adre recogiéndo as­
tillas , ó aserrando m aderos , cuánta
— 591 —
le dará un dia predicando el E van­
gelio, m ultiplicando panes en el de­
sierto , curando enferm os y resuci­
tando m uertos : porque ahora, como
entonces, podrá siem pre decir : Ego
<¡tuB placita sunt ei 'fació semper. Yo
siempre hago lo que es agradable á
mi P adre (1). ¡Oh! ¡cuándo lograré
yo tam bién hacerm e blanco de las di­
vinas co m p lac en cias, viviendo esta
vida in terio r , tan desconocida á los
m undanos, com o preciosa á los ojos
divin o s!
ifedítese un poco lo dicho y pidamos la gra­
cia de sabemos santificar, haciendo bien las
obras del dia, junto con el favor que cada cual
desee conseguir de Dios en esta novena.
Luego la oracion para todos los dias, pá­
gina 540.
Un Padre nuestro, siete Ate Marías y Glo-
(1) loan, mu, se.
— 592 —
rio P atri en honor de los siete principales
dolores y gozos del Santo.
K U n B M P X .O .

Tal torrente de fuego y de cenizas vomi­


taba el Vesubio eD 1651, que cubría toda
la comarca vecina , principalmente el lugar
que llaman la Torre del Griego. Vivia allí
una mujer llamada Casilda , muy devota de
san José, que tenia en casa un sobrinito de
5 años, y llevaba también el nombre de Jo­
sé. Espantada Casilda al ver aquel torrente
de fuego, toma en brazos al niño y huye há-
cia el m ar: pero de repente encuentra cer­
rado el paso por un enorme peñasco que
entraba en las aguas. Cual seria su terror,
viéndose en la triste alternativa ó de morir
abrasada del fuego, ó de ahogarse, si salta­
ba en el mar. En tan grande apuro, san Jo­
sé, exclam a, salvad á vuestro Pepito, yo os
le encomiendo: y dejando al niño sobre el
peñasco , intrépida se echa de un salto en
el m a r, pero con tal felicidad, que no ca­
yó en las olas, como naturalmente debia su-
— 593 —
ceder, sino en la arena sin hacerse daño
alguno. Pero acordándose del niño que ha­
bia dejado expuesto á ser quem ado, corre
llorando de úna á otra parte, á ver si le pue­
de salvar; cuando le ve que venia hácia ella
tan contento, y abrazándole ¿q u ién , hijo
mió, le dice, quién te ha librado del fuego?
San José, contesta el niño sonriéndose, san
José á quien me encomendasteis: él mismo
me cogió de la mano, y me llevó al sitio en
donde me habéis visto. Llorando de gozo la
devota Casilda, se pone de rodillas, dando
gracias al señor san José por los dos mila­
gros que acababa de hacer, preservando á la
tía del peligro de caer en el mar, y al sobri-
nito de la voracidad de las llamas (1).
OBSEQUIO.
Tres Padre nuestros á san José
para que se apiade de los pobres tra ­
bajadores.
(1) Engelgrave Soc. J. Patrón celest. p. 3,
to l. 1 8 3 .

38 Id ¿ J o tl.
— 591 —
Jesús, José y María, etc., pág. 150.
Gozos, versículo y oracion, se hallarán al
fin de la novena.

D IA O C T A V O .
Por la señal de la sania cruz, ele.
Señor mió Jesucristo, etc., pág. 554.

M E D IT A C IO N .
In e rte de san Jeii.

P u n t o prim ero. Ya va José á con­


clu ir su ca rre ra m o rta l: su alm a no
puede soportar m as tiem po el incen­
dio del am or divino que le abrasa in­
terio rm en te : va pues á re n d ir su es­
píritu al S eñor. Venid, penetrad con­
migo en el reducido aposento donde
yace n u estro tesoro y nuestro bien,
y vereis com o m uere el justo. P ero
¡qué m uerte m as dulce y preciosa, la
— 5#6 —
de san J o s é ! Lo que hace á los hom ­
bres am arga la m uerte , es el apego
á los bienes de la tie rra , el recuerdo
de los pecados com etidos y la in c e r -
tidum bre de la gloria. Mas ¿podría te­
ner rem ordim iento alguno u n varón
que el E spíritu S anto llam a justo (1)
y justo por e x c e le n c ia , porqile en
sentir de los santos P adres reu n ia el
conjunto adm irable de todas las vir­
tudes? Habiendo sido siem pre pura y
santa su vida, y habiendo ido siem pre
creciendo de virtud en v ir tu d , sin
pronunciar palabra , sin h acer obra
ni m ovim iento alguno, sin dar ojeada
ni respiración que no fuese por agra­
dar á Jesú s y á M aría, ¿ podia estar
dudoso de su salvación?— ¿Y qué al­
ma hubo n u n ca ta n despegada de
(1) Matth. i, 19.
— 596 —
cuanto el m undo tien e, habiendo vi­
v id o B iem pre d e s a sid o d e p a r ie n te s ,
de honores y de bienes de fortuna?
José no ten ia m as delicia, m as gozo,
mas gloria ni v id a que la de compla­
cer á Jesús y á su M adre santísim a: y
los tien e ahora á su la d o : Jesús á la
derecha , la v irg e n á la izquierda y
am bos tien en la m ano del S anto. ¡Qué
gracias les da José tan afectuosas por
los favores y beneficios que le han
hecho y por el cariño que le han
s ie m p r e tenido! Pídeles hum ildem en­
te perdón de las faltas y descuidos
que ha podido te n e r en su servicio.
P ero no, querido José, le contestan,
Vos en nada habéis faltado: ningún
descuido habéis tenido con nosotros.
Vos hubierais querido acom pañarm e,
ya lo s é , le dice J e s ú s , en la nueva
— 597 —
carrera de trabajos, afrentas y pade­
cim ientos que voy á em prender: pero,
Padre m i ó , bastante padecisteis en
mi in fa n c ia , b astan te sufristeis en
Egipto. El E terno P ad re dispone que
vayais á llevar á los P adres que gi­
men en el lim bo la fausta noticia de
que se acerca el dia de su redención.
Id, P adre m ió, precededm e en el lim­
bo : despues de mi m u erte resucita­
reis conm igo, y recom pensaré en, el
ciclo el cariño y los cuidados que nos
habéis prodigado á mí y á vuestra
Esposa dulcísim a. Recibid pues, P a­
dre é Hijo m ió , mi bendición : m is
manos se ab ren para colm aros de
gracias á Vos y á los que sean since­
ram ente vuestros devotos. Jesús y
María dieron á José el últim o adiós :
José les echa la últim a m ira d a , y
m ien tras Jesús y María estrechaban
á José en tre sus b ra z o s , José dió el
últim o suspiro de am or, m urm urando
dulcem ente Jesú s , M aría. O m uerte
de José, ¡ qué dulce y preciosa fuis­
te á los ojos del S e ñ o r !
Medita» un poco lo dicho.
P u n t o s e g u n d o . Nosotros también
m o rirem o s: am ados devotos d e san
José. Staíutum est (d ): el decreto
está d a d o : cada dia tenem os un dia
m enos de vida y estam os veinte y
cuatro horas m as cerca de la eterni­
dad. P ero ¿ será n u estra m uerte se­
m ejante á la de san José? ¿Podremos
decir como el S a n to ; ya Be acabaron
las penas y los trabajos, la pobreza y
las ignom inias , las cru ees y los pa­
decim ientos; ya todo será gozo, hon-
(1) H » b r. ix, 27.
— 899 —
ra, gloria y bienaventuranza infinita?
Consummatum est (1). ¿ 0 bien te n ­
dremos que exclam ar com o tantos
m ortales, ya se acabaron los gozos y
las riquezas, los honores y los place­
res , ya todo será pena , dolor, to r­
mento y desesperación eterna? ¿Mo­
riremos en los brazos de Jesú s, María
y José ; serem os conducidos por los
Angeles al cielo; ó tendrem os la des­
dicha de ser arrebatados por Lucifer
al profundo del infierno? Si logram os
la m uerte del j u s t o ; que im portará
m orir pobres, haber sido el blanco de
mil bu rlas y sarcasm os, y haber sufri­
do las m as atroces p e rse c u c io n e s; si
todo se cam bia en gozo y felicidad in­
finita? P ero si no lográsem os la m uer­
te del ju sto , ¿de qué nos serviría el mo­
lí) Joan, xix, 30.
— 600 —

rir ricos, h aber sido blanco de pompo­


sos elogios y adulaciones, y que todo
el m undo se deshiciese en obsequio
y alabanza n u estra; si todo se trocaba
en ignom inia y desventura eterna é
infinita? Solo hay una m u erte glorio­
sa; el m o rir en gracia de Dios: y solo
hay u n a m uerte desgraciada; la de ex­
p irar en pecado m ortal. La m uerte es
el eco de la vida. ¿Q uerem os la muer­
te del ju sto ; una m uerte sem ejante á
la de san José? Pues vivam os la vida
del ju sto , seam os sem ejantes en vida
á nu estro dichoso P atriarca.
Medítete un poco sobre lo dicho, y pidamot
á Jesús y María por el felicísimo Irántito dt
san José que nos bendigan en la última hora y
nos concedan la gracia que les pedimos en esta
novena.
Despues la oracion para todos los dias,
pág. ¿ÍO.
— 601 —

Un Padre nuestro, siete Ace Mario» y Glo­


ria Palri, en honor de los siete principales
dolores y gozos del Santo.
x:jne:iuupx.o .
Estando el Venerable Fr. Tomé de Jesús
estudiando en el colegio de los PP. Agusti­
nos de Coimbra en Portugal, fué un dia con
otros religiosos á bañarse en el rio Monde-
go. Has teniendo pocas fuerzas y no sabien­
do nadar, comenzó á sumergirse, hasta ver­
se 1 punto de perecer ahogado. Viéronlo los
Religiosos, y poniéndose de rodillas suplica­
ron á san José, de quien el jóven habia sido
devotísimo desde niño, que le librase de tanto
peligro. Oyó el Santo la ocacion, y el jóven
pudo llegar ileso á la orilla. Agradecidos á
este prodigio, Fr. Luis de Montoya que
estaba levantando entonces el colegio de
Coimbra edificó una capilla en honor de san
José y le nombró patrón del colegio, y Fray
Tomé de Jesús prometió emplear toda su
vida en servicio de Dios y del Santo. Cum­
plió la promesa tan bien, que estando cau-
— 002 —

tivo en M arruecos, á pesar de verse des­


nudo , cargado de cadenas, mal comido y
azotado todos los dias bárbaramente, escri­
bió los dos libros de oro intitulados Traba­
jo,t de Jesút: pero ¿cómo? con rara perfec­
ción , y sin mas ayuda que la oracion; sin
mas lu z , que la que le entraba en ciertas
horas del dia por una rendija que habia en
el calabozo. Murió el 47 de abril de 1583
con grande opinion y fama de santidad (1).
OBSEQUIO.
£1m as im portante y provechoso
al alm a, el m as grato á san José, se­
rá ofrecerle u n a fervorosa comunion,
para o b ten er su protección en vida y
en p articu lar á la hora de la muerte.
Jesús, José y María, etc., pág. 150.
Gozos, versículo y oracion se hallarán al
fin de la novena.
(l) F r. losé de P aslrana. Excel, de sao José,
t r a l. t.
— 603 —

D ÍA NO NO .
Por la señal de la sania cruz, ele.
Señor mío Jesucristo, etc., pág. 534.

M E D IT A C IO N .
Eficacia del patrocinio de san José.
P un to p r im e r o . Dejando á parto
lo que dice san ta T eresa de Jesús (1)
¿qué patrocinio h ab rá en el cielo m as
poderoso que el de nuestro excelso
Patriarca , ya se considere á Jesús
manantial de todas las gracias, ya se
atienda á M aría santísim a , canal y
dispensadora de todas e lla s ? Si se
atiende á J e s ú s , José fué su P adre
putativo , com o le llamó el evange­
lio (2 ) , lo fué por adopcion según

(l) Véanse las p&ginas 5 y 32 de este opús­


culo.—{*.' Luc. n i, 23.
— 004 —
dice san Agustín ; lo fué por la su­
perioridad que ejerció sobre Jesús,
com o gefe de la sagrada fam ilia, se­
gún se expresan C ornelia á lápide y
el- D octor e x im io : y sobre todo lo
fué por el dulce cariño y por los ofi­
cios de am orosísim o padre que ejer­
ció con el Niño Dios. Y de hecho,
José fué el único delegado de la Pro­
videncia paro guarda y defensor de
Jesu cristo , y estando á ÉL confiado el
precioso depósito de la vida del Sal­
vador del -mundo , vino á ser dueño
de la vida de su propio C riador y Sal­
vador del que salvó al género huma­
no. ¿Qué no alcanzará pues, el Padre
m as am oroso de un Hijo tan sumiso y
agradecido? Viviendo Jesús en carne
m ortal, estuvo tan obediente á José,
que no solo ejecutó sus mandatos,
— 6015 —
sino que acató su voluntad y previno
sus m enores in sin u a c io n e s; y ahora
que está en el cielo, donde tanto se
perfecciona la gratitud y la caridad,
dejaría de acatarle y de acceder á lfc
súplicas de u n P adre tan bueno. Pro­
mete una recom pensa infinita al que
dé un vaso de agua á un pobrecito ;
¿y no pagaría trein ta años de servi­
cios penosísim os prestados por José
con tanto gusto al mismo Jesús y á
su Madre santísim a?
Medítete un poco sobre ¡o dicho.
P u n t o s e g u n d o . Y si se atiende
á la M adre del S a lv a d o r, dispen­
sadora de todas las gracias , ¿q u ién
tendrá m as entrada y casi diré m as
imperio sobre su corazon que su
Esposo castísim o? ¿Si acá en la tier­
ra no tuvo otra voluntad que la de
— 606 —
José , si le cedió todos 6 us bienes y
hasta el caudal do todas sus gracias,
com o sienten graves a u to re s ; ¿ qué
h ará en aquella bienaventurada pa­
tria donde tan to se perfecciona el
am or y la g ra titu d ? ¡ Ah ! no podrá
m enos de dirigir á Jesú s las palabras
que el anciano Tobías decia á su hi­
jo agradecido á los m uchos favores
que el A rcángel habia dispensado á
su fam ilia : Quid possumus daré viro
isti sánelo qui venil tecum (1)? ¿Qué
darem os á este varón santísim o que
tan to in terés y solicitud se ha tomado
por nosotros?— Y Jesú s no menos re­
conocido contestará á su M adre: Quid
dignum poterit esse benefiáis ejus (2)?
¿ Qué recom pensa podrá correspon­
der á tan to s favores? El hizo con-
¡1) Tob. x ii, I.— (9) Ibid. 3.
— 607 —
migo el oficio de ayo, custodio, nu­
tricio y padre am orosísim o: él custo­
dió fielm ente tu virginidad. ¡Cuántas
veces viéndom e tirita r de frió cuando
niño, me calentó arrim ándom e á su
amoroso pecho! ¡Cuántas veces yen­
do ó volviendo de Egipto, anduvo por
aquellos desiertos lleno de pena, bus­
cando agua con que refrig erar nuestra
sed, ó algún fruto silvestre con que
alimentarnos! ¡C uántas veces no p u -
diendo yo an d ar de c a n s a n c io , me
llevó largas horas en sus b ra zo s! Ea
pues, José mió m uy am ado, tú serás
el prim ero en el cielo despues de mi
Madre. Todo obedecerá al im perio de
tu voz: 6olo yo y mi Madre te aventaja­
remos en poder. Ecce constituí te sii-
per universam terrarn (1). ¿Y podría-
fi) Gen. xli, <1.
— 608 —

mos en vista de esto dejar de conce­


bir la m as viva confianza y la mas
ardiente devocion á san José? Debe­
mos e sta r m uy persuadidos , nos di­
ce san Alfonso L ig o rio , que Dios en
consideración á tantos m éritos, nun­
ca negará á san José gracia alguna
que le pida en favor de sus devotos.
Las súplicas de san José, añade el sa­
bio G erson, se diferencian m ucho de
los ruegos de otros S a n to s : estos in­
terceden suplicando com o servidores;
José m anda com o señ o r, pues es Pa­
dre del Hijo de Dios y Esposo verda­
dero de su M ad re: non impetrat, sed
imperat. No ru eg a, sino m anda.
Medítete un poco sobre lo dicho, y forme­
mos la firme resolución de acudir al Santo e*
todas nuestras necesidades. Asi conseguiremos
si nos conviene, la gracia que pedimos en esta
novena.
— 609 —
Despues la oracion para todos los días,
pág. 540.
Despues de la oracion: un Padre nuestro,
siete Ave Marías y Gloria P atri, en honor
de los siete principales dolores y gozos del
sanio Patriarca.
K jnG anpK .o.
Una délas personas mas ilustres y devo­
tas de san José que mas han experimentado
la eficacia de su Patrocinio , fué sin duda
alguna D.* María Josefa de Orellana, hija de
0. Alonso Marlin , caballero no menos dis­
tinguido por su nobleza que por su piedad.
No tenia mas que año y medio y la niña Ma­
ría Josefa estuvo enferma de un dolor de
costado tan agudo, que el mismo dia de san
José se quedó muerta en los brazos de su
ama. Permaneció así tres horas en casa de
una lia suya muerta á juicio de cuantos la
rodeaban y del mismo médico que la visitó.
Poco le faltó que no muriese también de pe­
na D.* Gertrudis Godinez de Luna que era
su madre. Pero repuesta algún tanto de su
QS Id k Jo sé.
— CIO —
primer dolar, pónese de rodillas, y abrazán­
dose con gran fervor con una imágen de san
J o s é , pídele que no permita tan gran des­
gracia en su casa en su mismo d ia , que le
resucite la hija. Promete al Santo celebrar­
le la fiesta todos los años, haciendo igual­
mente grandes promesas á Jesús y á María
santísima, si la otorgan lo que pide. Dicho
y hecho; pronto recibe la alegre noticia de
que la niña ha resucitado. Pero un año des­
pues , cogiendo la niña flores á la orilla de
un rio en el P e rú , se cae en el agua y es
arrastrada de la corriente un gran trecho.
Al advertirlo la madre, Jesús, María y José
te asistan, exclama; y Vos Santo bendito,
ya que la teneis á vuestro cargo, Vos mis­
mo me la daréis sana y buena. Sin embargo
la niña no parecia: la buscaban ya para en­
terrarla , pues hacía mas de un cuarto de
hora que no la veian: cuando hé aquí que
la encuentra detenida entre la broza debajo
de un puente, llena sí de telarañas pero per­
fectamente ilesa. ¿Y quién te ha salvado,
hija m ia? exclama atónita la madre: Mamá,
— 611 —

contesta la niña, un Niño muy lindo me tu­


vo de la mano, y me asistieron una Señora
muy hermosa y un Señor muy venerable
que tenia un ramo de flores en la mano. Y
viendo un cuadro donde estaban pintados
Jesús, María y José, mire mama, dice la ni­
ña con mucha viveza, los que me libraron
eran como aquellos. Así es que tanto la ma­
dre como la hija y demás miembros de la
familia, entre ellos un marqués, celebraron
la Gesta de san José con mucha solemnidad
todos los años en Lima y donde quiera que
se encontrasen (1).
OBSEQUIO.
De poco serviría haber obsequia­
do á san José, d u ran te la novena, si
concluida esta , se apagaba en nos­
otros la devocion que hubiésem os
concebido al santo P atriarca. Es pre­
ciso tom ar á sus piés la firm e re s o -
(1) Fr. José de P aslrana, Excel, de san José,
IraL
— 618 —
lu c io n d e re z a rle a lg ú n Padre nues­
tro c a d a d ia , d e c o n s a g ra rle los
m ié rc o le s de c ad a s e m a n a , y sobre
to d o de c o m u lg a r el 1 9 de c ad a mes
e n su h o n o r.
Devotos Asociados á la bella devocion de
san José, sed fieles en practicar estos obse­
quios : pues de esta constante fidelidad de­
pende que el glorioso Patriarca nos asista
en vida, y no nos desampare en la hora de
la muerte.
Un Padre nuestro, A te María y Gloría Pa-
trí á san José para que colme de bendiciones
temporales y espirituales, á los que con sus
limosnas y con su constante asistencia han
contribuido al feliz éxito de esta novena.
Jesús, José y María, ele., pág. 150.
— 613 —

GOZOS
EN HONOR

d el ex c el so PATBIABCÁ SAI JOSÉ.

Venturoso sin igual,


Ayo del Verbo humanado,
Sé, José, nuestro abogado
En esta vida mortal.
Antes que al mundo nacido
Va fuiste santificado,
De virtudes adornado
V de gracia enriquecido:
Naciste de esclarecido
Linaje y sangre real: etc.
Por tu angélico candor
Alcanzaste suerte ra ra ;
Pues floreciendo tu vara
Logras la mas linda Flor:
Tuya es la esposa mejor
Que creó Dios inm ortal: etc.
Si tu Esposa fué tan pura,
Tú eres varón sin segundo,
— 614 —
Despues de Marta el mundo
No vió mas bella criatura.
¡Qué rara fuó tu ventura,
Entre tantos siendo tal! etc.
A Jesús, blando Cordero,
Recien nacido monarca
Adoras feliz Patriarca
De los hombres el primero:
¡Qué dicha! ¡Dios verdadero
Te honra con amor filial! etc.
Dios y tú con fino ardor
Dais el uno al otro vida:
Tú le ganas la comida,
Y él te hinche de santo amor:
Así truecas el sudor
En un descanso eternal: etc.
A la fuerza del amor
Rinde el alma en buen hora;
Del empíreo la Señora
La presenta al Redentor.
Vuela al limbo, precursor,
Lleva el gozo mas cabal: etc.
Con Jesús resucitaste
En cuerpo y alma glorioso
— 615 —
Y á los Cielos victorioso
A tu Rey acompañaste;
A su diestra te sentaste
Formando coro especial: etc.
Siendo inmensa tu valía
En el trance de la m uerte,
Logre yo, José, tenerte
A mi lecho en la agonía;
Y con tu Esposa María
Ir al reino celestial: etc.
Si cede el Omnipotente
A los ruegos de su Madre,
¿A los tuyos, dulce Padre
Será menos indulgente?
En tí puso Dios clemente
Patrocinio universal: etc.
¡O portento sin igual,
Ayo del Yerbo humanado 1
Sé, José, nuestro abogado
En esta vida mortal.
Aña. Ipse Jetut eral incipiens guasi anno-
rum triginta, u t pulabatw Filius Joseph.
f. Ora pro nobis, Beate Joseph.
r¡. Ut iig n i effieiamvr promissionibus Chrisli.
— 616 —
OREMUS.
Deus qui ineffabili promdentia Beatum Jo­
seph sanctissimm Genitricis toa Sponsum eli-
gere dignatus es: prasta, qvasvmus, ul qvm
Protectorem veneramur in lerris, Inlercesso-
rem habere mereainur in calis. Qui vtcú el
regnas in sacula saculorum. ñ). Amen.

L E T R IL L A
Eif h o i o b d b i. m i n o u m >

¡O José venturoso,
Padre del mismo Dios!
Desde tu excelso trono
Benigno miranós.
Mi espíritu arrebata
Tu inefable ventura,
Y el alma en tí pensando
Se llena do dulzura.
En tí, José, tenemos
¡ Qué don tan peregrino!
Todo es en tí admirable,
Todo es en tí divino.
— 617 —
La esclarecida gloria
Del hijo afortunada
De Jacob se obscurece
Poniéndose á tu lado.
Su dicha es infortunio
Fealdad la gracia suya,
Y mancha su pureza
Delante de la tuya.
Pues si entendió la ciencia
De un misterioso sueño,
Tú todos los arcanos
Del qufr del mundo es Dueño.
Él en Egipto deja
Prolongada memoria,
Porque del vicio infame
Alcanza una victoria.
Mas tú, José, tú solo
Feliz una y mil veces,
Tú solo de María
Ser custodio mereces.
Y estrechar en tu seno
Al celestial infante,
Gozando sos caricias
Mas que la Esposa santa.
— 618 —

SUFRAGIOS POR LOS ASOCIADOS DIFUNTOS.

Una de las prácticas mas conformes al es­


píritu de la Iglesia y que maB ñeles atraen
á las Congregaciones, es el hacer memoria
de los difuntos que han pertenecido á ellas
y celebrar alguna Misa ó por lo menos rezar
algún responso en sufragio de sus almas.
Por tanto el Director que quiera dar á la
Asociación de san José toda la importancia
que se m erece, p rocure, terminada la No­
vena, ó concluido el mes consagrado á este
glorioso Patriarca, el primer dia que lo per­
mitan las rúb ricas, celebrar unas honras i
un aniversario por los Asociados de la po­
blación que hubieren fallecido aquel año. Si
abundan los recursos, pueden cantarse con
cierta solemnidad; si escasean aquellos, bas­
tará decir una Misa rezada, colocar un fére­
tro modesto en el centro de la iglesia ó ca­
pilla, poner el altar de luto, y concluida la
Misa, cantar ó decir el responso siguiente.
— 619 —
S almo 129.
De profundis clamavi ad t e , Dom ine, *
Domine exaudí vocem meam.
Fiant aures tuas intendentes: * in vocem
deprecationis meas.
Si iniquitates observaveris, Domine: *
Domine, quis sustinebit?
Quia apud te propitiatio est: * et propter
legem tuam sustinui te, Domine.
Sustinuit anima mea in verbo eju s: * spe-
ravit anima mea in Domino.
A custodia matutina usque ad noctem : *
speret Israel in Domino.
Quia apud Dominum m isericordia: * et
copiosa apud eum redemptio.
Et ipse redim et Israel: * ex ómnibus ini-
quitatibus ejus.
Bequiem ¡eternam dona eis, Domine.
Et lux perpetua luceat eis.
t- Bequiescant in pace. Amen.
Domine exaudi orationem meam.
Rj. Et clamor meus ad te veniat.
f . Dominas vobiscum. ñ|. E t cum sp iri-
tu tuo.
OREMUS.
D eus, venias largitor et hum ana salulis
am ator, quaesumus clementiam tu am , ut
n o strs Congregationis fratres, propinquos
et benefactores qui ex hoc sáculo transie-
r u n t, beata Maria semper Virgine interce­
dente cum Omnibus Sanctis tuis ad perpetux
beatitudinis consortium pervenire concedas.
Fidelium Deus omnium Conditor et Re-
demptor, animabus famulorum famularum-
que tuarum remissionem cunctorum tribue
peccatorum : ut indulgentiam quam semper
optaverunt , piis suppiicationibus conse-
quanlur. Qui vivis et regnas, Deus, in sx-
cula sraulorum . n|. Amen.
Si fuere por una persona en particular, dí­
gase:
OREMUS.
Tibí, Domine, commendamus animam fa-
muli tui N. ut defunctus saeculo tibi vi val:
et q u s per fragilitatem humanas conversa-
lionis peccata com m isit, tu venia miseri-
cordissimae pietatis absterge. Per Christum
Dominum nostrum. i<¡. Amen.
— 621 —
t- Requiem sternam dona e is , Domine.
í¡|. E t lux perpetua luceat eis.
jf. Requiescant in pace.
Amen.
Ed poblaciones im portantes, donde fuese
crecido el núm ero de los Asociados. casi se
podría hacer otro tanto despues del 19 de ca­
da roes. Es decir, celebrar una Misa rezada
con este modesto aparato el dia que parezca
mas & propósito despues del 19, y despues de
la Misa echar este responso con a lb a , estola
negra, d con capa tam bién si el pueblo acude
en gran núm ero.
— 622 —

C O N C L U S IO N .

lie ad Jo sep h : id todo! i Jotí.

Tal es la palabra que Dios parece


dirigirnos desde el cielo: Id á José.
E stas son las palabras que el Vicario
de Jesucristo no cesa de repetirnos
en la tie rra : Id á Jo sé: y con estas
m ism as palabras concluirem os nos­
otros este o p ú scu lo : lie ad Joseph.
Id á José, niños y jóvenes: él cus­
todiará vuestra pureza y vuestra ino­
cencia , y os alcanzará de Jesús que
tan dócil y sum iso estuvo á la volun­
tad de José , os alcanzará , d ig o , el
respeto , am or y obediencia que de-
beis á vuestros padres y superiores.
líe ad Joseph.
Id á J o s é , padres, madres y cabe-
— 623 —
zas de fa m ilia: José que tanto pa­
deció por lib rar á Jesú s del furor de
Herodes, librará á vuestros hijos y á
vosotros m ism os de los m uchos peli­
gros que os rodean así del alm a co­
mo del cu e rp o ; y os alcanzará gra­
cias para ed u car cristian am ente á la
juventud, ¡te ad Joseph.
Id á José, almas que aspirais á la
perfección él os reserva la herencia
infinitam ente preciosa de la vida in­
terior : á la escuela de José aprende-
reis el espíritu de recogim iento y de
abnegación, la presencia de D io s, y
aquella unión íntim a con su divina
Majestad, que os hará sab orear anti­
cipadamente las delicias del Paraíso.
¡te ad Joseph.
Id á José, justos am ados, José que
fué justo por excelencia , os en se ñ a -
— 621 —
rá á p racticar y conservar la virtud;
él os obtendrá de Jesús y M aría la
pureza del corazon, la guarda de los
sentidos y todo cu an to es necesario
para p ersev erar en la gracia é ir cre­
ciendo de virtud en virtud. Ite ad
Joseph.
Id á José , pobres pecadores, si os
espanta la justicia d ivina, si vuestros
pecados os im piden acercaros á Je­
sucristo que por m isericordioso que
s e a , no deja por (in de ser nuestro
ju e z , José le recordará que no vino
á llam ar á los justos , sino á los pe­
cadores, y en nom bre de todo lo que
ha hecho y sufrido p or este divino
Salvador , d u ran te los trein ta ó mas
años que estuvo con Él en la tierra
pedirá y os alcanzará la gracia de una
sincera conversión, lie ad Joseph.
— 625 —
Id á José en fin alm as atribuladas,
pobres, afligidos, m oribundos, id con
plena confianza: que Dios, dice san­
ta Teresa , ha hecho en cierto modo
á san José su m inistro , su plenipo­
tenciario y tesorero general en favor
de todos los desgraciados. Invocadle,
pues, y él será vuestra luz en las du­
das , vuestro am paro en las adversi­
dades, vuestro consuelo en las penas,
vuestro alivio y socorro en todas las
necesidades. Aun cuando llegue el
momento terrib le de la m uerte , no
teníais; José que tuvo la dicha de
morir en los brazos de Jesús y Ma­
ría, os asistirá en el últim o tra n c e , y
hará que m oráis con la m uerte pre­
ciosa de los ju s to s , invocando los
dulcísimos nom bres de Jesús , María
y José.
j |( j Id i Joflé.
A P É N D IC E
PARA. LOS ALUMNOS DE LOS SEMINARIOS.

Ya que los Seminarios ban acogido con no­


table benevolencia el Tetoro del Sacerdote y
otras obrilas que hemos dado á luz: ya que
la Iglesia encuentra allí tantos jóvenes es­
cogidos que abrazan y propagan con tanto
entusiasmo la devocion al excelso Patriarca
san J o s é : justo es que consagre algo á esa
juventud en cuya educación están cifradas
las esperanzas de la religión y de la socie­
dad. Lo hago también en obsequio de uo
modesto, pero sabio y ejemplarísimo sacer­
dote, compañero mió, cuyo nombre recor­
darán con indecible aprecio y veneración,
no solo Manresa en cuyo seno nació, sino
también los alumnos de Friburgo y Estava-
yet en Suiza que le tuvieron por preceptor,
el de Vals en Francia donde estudió teología
— 027 —
y se ordenó de Sacerdote; Cataluña que fué
santificada con sus fervorosas predicaciones
y misiones; pero muy especialmente el se­
minario de Barcelona, donde enseñó algunos
años la Teología moral con singular apro­
vechamiento de sus discípulos, y el semi­
nario de Salamanca donde falleció el 2 de
mayo de 1858, á los 47 años de su edad.
Fué tal el concepto que le merecieron en
todas partes la modestia, virtud y sabiduría
que adornaban su alma , que el respetabi­
lísimo cabildo de aquella insigne Catedral
quiso hacerle los funerales, como si fuera
miembro de aquella ilustre Corporacion. ¿Y
quién fué ese Sacerdote tan digno, tan sa­
bio, virtuoso y cabal? Era el P. Ignacio So­
ler, Sacerdote Profeso de la Compañía de
Jesús. Altamente persuadido de lo nAicho
que importa á la juventud que trata de abra­
zar el estado Eclesiástico el que sea educado
en los Seminarios con el mayor esmero po­
sible ; pensaba dar á luz un Manual del Se­
minarista, en que se hallase lo mas condu­
cente al aprovechamiento espiritual de di-
— 628 —

chos jóvenes, reunido de varios autores.


Por desgracia la muerte le impidió perfec­
cionar y publicar su obra. Mas habiendo por
casualidad llegado á mis manos algunos
apuntes suyos, voy en este apéndice á esco­
ger los pensamientos mas notables, i fin de
que no quede la juventud mas tiempo pri­
vada de tan saludables avisos y consejos.
No será un tratado, pero s( documentos muy
acertados sobre la
Vocacion al estad o Eclesiástico.
Modo de conocer si el Jóven ea ñam ado de Dios á
ese estado.
Reglas p ara h a c e r la elección con aclerlo.
Medios p ara aseg u rar el feliz éx ito de la elección.
Como d eb e p o rtarse el Jóven en el Sem inarlo.
Como en Uempo d e vacaciones.
Cómo d eb e p re p a ra rse al Sacerdocio-
Cómo se p o r ta ri cu an d o esté p ara sa lir del Semi­
nario.

Los estrechos límites de un devocionario


no permiten tratar detenidamente estos pun­
tos, por importantes que sean : me limitaré
pues á retocar y coordinar los preciosos avi­
sos que el Padre dejó en sus apuntes.
— 629 —
▼ooaoion al e rttd o E oleiiáitioo.

Si siempre se ha considerado cosa de suma


importancia para un cristiano el acertar en
la elección de estado : ¿ cuánto mas lo será
tratándose del estado mas sublime, que como
asegura el Apóstol pide especial vocacion de
Dios? N i el mismo Cristo se clarificó á si mis­
mo para ser Pontífice; pues ninguno toma
para si este honor, sino el que es llamado de
Dios, comoAaron (1). Y nadie dijo el mismo
Jesucristo, puede venir á mi, sin o le trajere
el Padre que me envió (2). El menor inconve­
niente de equivocarse en la elección de es­
tado seria el pasar una vida llena de disgus­
tos, por ser en la sociedad lo que en el cuer­
po humano un hueso fuera de su lugar. Lo
mas terrible es el peligro de condenarse á que
se expone quien se empeña temerariamente
en tomar sobre sí una carga para la cual Dios
no le llama, ni le da fuerzas. Y ¿qué carga?
¿qué estado? el estado que mayores obliga­
ciones impone, que mayores peligros ofrece
(l) Htebr. v, *.—(*) loan, vi, 44.
— 630 —
y mayor abundancia de luces y de gracias
exige. Y ¿abrazar esc eslado sin ser llamado
de Dios? ¿Podría darse mayor temeridad?
Cómo conocerá el jó v e n , «i e» llam ado da
Dio* A e ie citad o .

Aunque no podemos dar aquí reglas cier­


tas é infalibles para todos, pues que esto de­
pende de mil circunstancias peculiares á
cada uno; hay no obstante indicios que pue­
den dar alguna probabilidad y certeza de
que es aquella vocacion de Dios. Tales son,
el sentirse aficionado desde pequeño á las
sagradas ceremonias y al retiro de las cosas
mundanas.— Tener afición y aptitud para
los estudios.— Ser inclinado 1 la frecuencia
de Sacramentos y á las prácticas de piedad.
— Desear este estado no por fines humanos,
sino únicamente con el fin de trabajar para
la gloria de Dios y la salvación de 1as almas.
— Sentir grande amor á la pureza, y mucho
horror á todo lo que puede inducir al vicio
contrario. Se ha de notar mucho esta última
señal, pues en todos tiempos la Iglesia ha
— 631 —
exigido de los ordenandos una gran pureza,
y san Alfonso de Ligorio (lib. G, n. 63) con
los demás autores dice que no puede en con­
ciencia presentarse á los órdenes sagrados,
quien suele reincidir en pecados de impu­
reza.
Mas como podria alguno alucinarse cre­
yendo hallar en s( estas señales, y errar en
negocio tan importante, conviene quo los
que deliberan acerca de este estado pidan á
Dios con mucho fervor y perseverancia por
intercesión de la Virgen santísima, luz y
gracia para conocer y cumplir su santísima
voluntad, dirigiendo á esto fin las buenas
obras que hicieren cada dia, especialmente
las misas, rosarios, mortificaciones y mayor
frecuencia de sacramentos. Seria muy del
caso que se retirasen por ocho dias con el
parecer de su Director á unos ejercicios es­
pirituales, haciendo en este tiempo despues
de una confesion general la elección de es­
tado según las reglas que para esto da san
Ignacio de Loyola en el libro de sus Ejer­
cicios.
— 632 —
HegUa p a ra hacer oon acierto la elección
de eitad o .

Hecha la señal de la c ru z , diga el V«m


las leíanlas de la Vfrgen y
Creator S p iritm ,
la oracion siguiente con especial fervor.
«Soberano Señor, árbitro supremo de mis
palabras, acciones y deseos, héme aquí pos­
trado ante vuestro acatamiento divino, de­
seoso de conocer vuestra santísima volun­
tad, y de elegir con acierto el estado á que
me llamais. Inspiradm e, qué deseáis que
haga en asunto de tanta trascendencia. A
Vos, Dios mió, toca disponer de la criatura
y de lodos sus actos, y á mí únicamente el
indagar y seguir en todo vuestro benepláci­
to. Siendo este mi único anhelo, me pongo,
Señor, en vuestras manos como el fiel de la
balanza, indiferente para todo cuanto que­
ráis de mí, ora tenga que tomar, ora que
dejar la cosa de que se tra ta ; ya repug­
ne, ya sea conforme á mi inclinación lo que
Vos prescribáis; resuelto estoy á obedecer,
no buscando sino la mayor gloria y alabanza
— 633 -
vuestra, y mi eterna salvación. Hablad, Se­
ñor, que vuestro siervo os escucha. •

ruma kobo de u n nm.


1.® Poner delante la cosa ú objeto que
quiere sujetar á elección.
2.° Tener recta y ñja la intención en el
lio para que fui criado, que es para amar y
servir á Dios y salvarme, y estar ya de ante­
mano en total indiferencia sin inclinarme á
una parte ni á otra, para tomar, no tomar, ó
dejar la cosa de que se trata, y seguir aque­
llo que conozca será de mayor gloria y ala­
banza divina, y mas conducente á la salva­
ción de mi alma.
3.a Pedir al Señor mueva mi voluntad y
ponga en mi alma lo que debo hacer acerca
de la cosa propuesta que mas haya de ser
de su alabanza y gloria, aplicando el enten­
dimiento á discurrir en ello pausada y rec­
tamente, y eligiendo en fin lo que vea será
mas conforme al beneplácito divino.
4.° Considerar y comparar atentamente
las ventajas é inconvenientes que me resul-
— 634 —
tarán de adm itir ó retener la cosa, y lo mis­
mo de no admitirla ó dejarla, pero solo me­
didos en ambos casos con el fin de la gloria
divina y salvación de mi alma.
5.° Habiendo considerado así la cosa por
todos sus lados, mírese á donde la razón se
inclina m a s, y según la mayor mocion ra­
cional , sin ninguna mocion sensual, elegi­
rás por último.
6.° Enseguida póngase la persona en ora­
cion delante de Dios, y ofrézcale la elección
h ech a, suplicándole se digne aceptarla y
confirmarla, si ha de ser para mayor honra
y gloria suya.
urano mom i como u s u i m u u n id .
4 .* La primera es, que el amor ó incli­
nación á la cosa propuesta descienda de ar­
riba del amor de Dios, de manera que uno
sienta primero en sí que el mayor ó menor
afecto con que la mira y elig e, es única­
mente por complacer á su Criador y Señor.
2.* Ver lo que yo aconsejaría á un hom­
bre desconocido á quien desease toda per-
— 635 —
lección para mayor gloria divina, y tomarlo
para mf.
3 .' Hacer ahora lo que quisiera haber
hecho á la hora de la muerte.
4.* Y lo que juzgue me dará mas consue­
lo y gozo en el tribunal divino.
Con estas reglas dirigidas á la quietud de
mi conciencia y salvación de mi alma haré
por último mi elección y oblacion al Señor,
como .se dijo al concluir el modo preceden­
te, y puede hacerse de este modo.
•Aquí me teneis, Diosmio, deseoso úni­
camente de serviros, y juzgando que os daré
así mas gloria y alabanza, y que esto conduce
i mi aprovechamiento espiritual, tomo la
resolución d e... Si es Je vuestro agrado;
bendecidla desde el cielo, dándome gracia y
valor para ejecutarla. Sepa yo vencer las di­
ficultades que el mundo, demonio y carne me
opondrán al cumplimiento de vuestra san­
tísima voluntad. Alcáncenme esta gracia los
glosiosos santos Luis Gonzaga y Estanislao
de Koska, que con tanto denuedo siguieron
el divino llamamiento. Mas si mi resolución
— 636 —
no fuere acertada y conforme á vuestro be­
neplácito divino, estorbadla, Dios mió, que
no quiero en este mundo otra regla de con­
ducta ni otra felicidad , que la de hacer en
todo y por todo vuestra santísima volun­
tad.»
Esto es lo nías substancial de la m anera de
elegir enseñada por san Ignacio , y el que U
hiciere con cuidado bajo la dirección de su
C onfesor, puede con fundam ento creer que
h a b rá acertado en la elección.

M edio* p a ra a ie g n ra r el feliz éxito de U


eleooion.

De nada serviría haber hecho una elec­


ción acertada, si despues la conducta de vida
no fuese ejemplar, y las costumbres no cor­
respondiesen á la alteza y santidad de la vo­
cación. ¡Ah! ¡cuántos jóvenes están ardiendo
en los infiernos por no haber correspondido
al llamamiento divino! ¡A cuántos podrá ful­
minar el Señor aquella terrible amenaza:
Focan et renuistis, ego quoque in intento
vestro ridebo! Por lo tanto , oido ya el lla­
mamiento divino, es de suma importancia
— 637 —
entablar un bnen método de vida, é irse dis­
poniendo para tan alta dignidad.
Dos preparaciones suelen exigir los Padres
y Maestros de la vida espiritual: una remota
y otra próxima. No disponerse al Sacerdocio
mas, que cuando llega el momento de entrar
en ejercicios para la ordenación de Presbi­
terado seria un gravísimo y funestísimo er­
ror. Es menester prepararse ya de lejos.
Por eso establecióla Iglesia los Seminarios:
por eso esta solícita Madre educa allí á sus
queridos Samueles y los pone bajo la direc­
ción y tutela de sugetos eminentes en cien­
cia, virtud y prudencia. Por poco, pues,
que te lo permitan los recursos, amado jó -
ven, entra en este paraíso de delicias espi­
rituales, donde se respira el suave olor de
todas las virtudes. Déjate meter en aquella
fragua divina , donde al golpe del martillo
de un sabio reglamento y con la lima de la
corrección del Superior, irá Dios labrando
aquel vaso de honor que destina para orna­
mento de los altares-, aquel como cáliz ó
copon sagrado donde quiere encerrarse y re-
— 638 —
producirse en cierta manera. Obra sublime
es e s a , lo com prendo: no merecías tú laa
alto honor, lo concibo: pero acude á la ora-
cion que todo lo alcanza, y di á menudo y
con fervor esta
OBACIOK
para pedir á Dios buenos Sacerdotes.

Adorable Jesús m ío , Sacerdote eterno r


Pontífice sumo de la nueva ley, dignaos en­
viar á vuestra Iglesia sacerdotes según vues­
tro corazon, llenos del espíritu de su voca­
ción y dóciles á las inspiraciones de la gra­
cia , que se propongan siempre por regla
de su conducta vuestras santas doctrinas j
ejemplos. Dadles, ó Dios m ió, espíritu de
bondad y mansedumbre para atraer á lot
pecadores, de ciencia y fortaleza para opo­
nerse á los errores y escándalos, de caridad
con que se hagan amar de los pobres, y fi­
nalm ente, de verdadera santidad que le*
merezca el respeto y veneración de todos.
Comunicadles aquel celo apostólico, compa­
sivo y prudente que sabe hacerse todo á lo-
— 639 —
dos, para ganarlos todos para Vos. Con­
cedednos , ó piadosísimo S eñ o r, pastores
adornados de verdadera virtud y sabiduría,
para que nos guien con sus ejemplos, nos
apacienten con sana doctrina, y sepan, cuan­
do conviniere , dar la vida por sus ovejas,
como la disteis Vos mismo, ó buen Pastor,
que reináis con el Padre y el Espíritu San­
to por los siglos de los siglos. Amen.
No ha9la que pidamos nosotros; suplique­
mos á la Virgen y A su Esposó castísim o que
se interesen con nosotros, & fin de q u eno3
obtengan esta g ra c ia , que es u n a de las ma­
yores que Dios pueda hacer á un p u eb lo : d ar­
le dignos m inistros y representantes suyos. Y
para que logres tú ser de este dichoso núm e­
ro, puedes lom ar dos Protectores m as: santo
Tomás de Aquino y san Luis Gonzaga.

O ración A la n to T om ás de A q nino.

Angélico Doctor santo Tom ás, gloria in­


mortal de la religión Dominicana, y colum­
na firmísima de la Iglesia, varón santísimo
y sapientísimo que por los admirables ejem­
plos de vuestra inocente vida os elevasteis
— 610 —

1 la cumbre de una perfección consumada,


y con vuestros prodigiosos escritos sois mar­
tillo de los herejes, luz de maestros y doc­
tores, y milagro estupendo de sabiduría:
i o h ! ¡ quién acertara , Santo mió, á ser en
virtud y letras vuestro verdadero discípulo,
aprendiendo en el libro de vuestras virtu­
des, y en las obras que con tanto acierto es­
cribisteis , la ciencia de los S antos, que es
la verdadera y única sabiduría 1 ¡ Quién su­
piera herm anar, como Vos, la doctrina con
la modestia, y alta inteligencia con profun­
da hum ildad! Alcanzadme del Señor esta
gracia junto con el inestimable don de la
pureza; y haced que practicando vuestra
doctrina y siguiendo vuestros ejemplos,
consiga la eterna bienavénturanza. Amen.
— 641 -

O ración A ta n LnU Gonxaga,


para alcanzar por la intercesión del Santo
la virtud de la castidad (1).

¡0 Luis santo! adornado de angélicas cos­


tumbres , yo , indigno devoto v uestro, os
encomiendo la castidad de mi alma y cuerpo
para que os digneis encomendarme al Cor­
dero inmaculado Cristo Jesús y á su purísi­
ma M adre, Virgen de vírgenes, guardán­
dome de todo pecado. No permitáis, Angel
mió, que manche mi alma con ninguna im­
pureza; antes bien cuando me viereis en la
tentación ó peligro de pecar, alejad de mi
corazon todos los pensamientos y afectos
inmundos , y despertad en mí la memoria
de la eternidad y de Jesús crucificado im­
primiendo profundamente en mi corazon el

(1) Pío V II, por un decreto Urbit et Orbü de


6 marzo de 1802, concede al que con devocion
y arrepentim iento rece esta oracion, con un
Padre nuestro y Ave Marta, cien días de Indul­
gencia un a vez al día. Son perpetuas y aplica­
bles ¿ las benditas Animas del purgatorio.
¿i id i w .
— 642 —
temor santo de Dios, para que abrasado en
su divino amor y siendo imitador vuestro en
la tierra , merezca gozar de Dios en vuestra
compañía. Amen.
Como debe p o rta rte el jó v en en el Semi-
nano.

Media una diferencia inmensa entre un


Colegial cualquiera y un jóven Seminarista.
Si aquel carece de vicios, si se aplica al es­
tudio y sale un ciudadano honrado, quedan
satisfechas la sociedad y la misma religión.
Pero de t í , jóven Seminarista , la Iglesia
exige mucho mas. No se contenta con que ca­
rezcas de defectos que el mismo mundo mi­
raría con horror; quiere además ver tu alma
adornada de virtudes; tienes que ser el mi­
n istro, el lugarteniente de Dios; pide pues
la religión que tu modestia, todo tu porte in­
terior y exterior sea ta l, que al verte todos
exclamen sorprendidos: ¿Quis putas, puer
itle erit? ¿Quién será este jóven (1)? Esto
decían del Precursor del Señor, esto debie-
- (i) Luc. I, 66.
— 643 —
ran también decir de t í : pues no solo tienes
que m ostrar con el dedo al Cordero inma­
culado , sino que teniéndole en las manos
habrás de decir: Be aqui el Cordero de Dios
que quita los pecados del mundo (1).
Entrado pues en el Seminario, comienza
por observar el reglamento con religiosa
exactitud. Haz con el mayor esmero los
ejercicios de piedad: Ofrecimiento de obras
por la mañana , Misa, oracion mental, exá­
men de conciencia, visitas al Santísimo, etc.
¿De quién espera el divino Salvador con mas
justicia este tributo de amor, que de tí, jó­
ven afortunado, que moras dia y noche en su
compañía, y estudias para ser un dia su mi­
nistro , su amigo y su representante en la
tierra ? Encierra pues el corazon en aquel
sagrario donde está tu Tesoro, y al levantar­
te por la mañana, y antes de acostarte por
la noche, cuando entras y sales de clase ó
en alguna otra ocasion que puedas, dedica
un rato á hacer compañía junto con los An­
geles á Jesús sacramentado. En fin , lee y
medita atentamente estas
(i) Joan. i. 29.
— 641 —

M áxim a» « a q n debe fo a d a rie to d o buen


S em in arista.

4.* El principio de la sabiduría es el te­


mor de Dios. El que no ha aprendido á servir
y amar á Dios, nada sabe. Devm time, el món­
dala ejus observa: hoe est enim omnis homo (4).
2.* Por ninguna cosa de este mundo, ni
por complacer á ningún hombre he de co­
meter jamás ningún pecado. Porque ¿de qué
le sirve al hombre ganar todo el mundo, si
es con detrimento de su alma?
5 / En mis peligros, necesidades y aflic­
ciones , acudiré con ñlial confianza á María
santísima que es mi Madre: Ecee Mater tua.
Si no puedo ofrecerle otros obsequios, re­
zaré á lo menos con devocion cada dia su
R osario, y en los sábados ó vigilias de sus
fiestas haré alguna mortificación en su ho­
nor con aprobación de mi Director.
4.* Tomaré un Confesor fijo á quien des­
cubriré con sinceridad todo el fondo de mi
alm a, y no tomaré ninguna resolución im­
portante 6in su consejo.
(i) Eccles. xii.
— 646 —
5.a Seré franco con mis Superiores amán­
dolos á todos como á padres y poniendo en
ellos toda mi confianza.
6.* Procuraré vivir en paz con mis com­
pañeros, mortificando para esto mi genio, y
mostrándome m anso, humilde y compla­
ciente en todo lo que no sea contra mi con­
ciencia.
7.* Procuraré aprovechar bien el tiempo
pensando que Dios me le da para que en el
Seminario aprenda virtud y letras, y que del
buen ó mal empleo que de él hiciere, de­
pende mi feliz ó desgraciada suerte.
8.* Para no pecar me acordaré con fre­
cuencia de la m uerte, del infierno y de la
eternidad.
E ita d io .

Por lo que toca al estudio y á tu compor­


tamiento con los catedráticos y superiores,
mira como dicho muy especialmente para tí
lo que dijimos al principio sobre la aplica­
ción al trabajo, observando además las re-
— 646 —
1 .* (Ofrece cada dia y mejor ano cada hora
de estudio como una preparación á los mi­
nisterios sagrados quedeberás ejercer ud dia,
' en bien de las almas el estado sacerdotal.
2 .a No imites á los que dejan el estudio
de obligación para lo últim o, empleando la
mejor y la mayor parte del tiempo en lectu­
ras de recreo: al contrario, cumple primero
con los deberes de la clase: y si algún tiem­
po te sobra, no lo emplearás en leer perió­
dicos, obras románticas y frívolas, ó novelas
peligrosas, sino en repasar ó estudiar mate­
rias verdaderamente ú tile s, siguiendo el
consejo de sabios y experimentados profe­
sores.
3 .a Estudia con órden y método, siguien­
do exactamente las disposiciones de tus Ca­
tedráticos, tanto en las materias que debes
estudiar y el tiempo que has de emplear en
cada asignatura, como en los libros de que
debes usar. No tener mas regla de conducta
que el gusto ó el capricho, es estudiar sin
provecho y sin mérito alguno para la eter­
nidad.
— 647 —
4.* Ten por cierto que la ciencia sin el
temor de Dios aprovecha poco y daña mu­
cho. Por esto nos avisa san Agustín: Amate
scientiam, ted anteponite virtutem : vee enim
tcienlia, nisi ei dominelur chantas. Por esto
antes y despues del estudio haz alguna bre­
ve oracion, imitando á san Buenaventura y
al Doctor Angélico de quienes sabemos que
ounca se ponían 1 leer ó escribir sin hacer
antes oracion. Así mismo invoca á la Vir­
gen santísima en todas tus dificultades, aun­
que sea diciéndola solamente : Sedes tapien -
liw , ora pro me. Levanta igualmente el co­
razon al excelso Patriarca san José y veris
como con estos medios aprenderás fácilmen-
mente, y tu estudio será de gran mérito de­
lante de Dios.
ORACION PARÍ ANTES DEL ESTUDIO.
Domine qui per Apottolum luum Jacobum
d ix itti: si qui» indiget tapienlia, potlulel á
Deo, et dabitur e i: da mihi tedium tuarum
attittricen Sapientiam, utmeeum til el mecum
labore!, ut sciam quid acceplum sil apud le,
Domine Deus. Da mihi inlellectum, et scrula-
— Gi8 —
bor legem tuam et cutlodiam U lan in tolo cor-
de meo. Concede mihi, o bone J m i, ut hoc stu-
dium ex obedientia tusceptum cedat ad tuam
gloriam, proximorum salulem, mmunqw tp i-
rilualem profectum. Amen. Sánete Joseph, ora
me: ¡ancle Thoma, ora pro me: sánete Aloya
ora pro me.

C átedra.

Este es uno de los lugares en que el Se­


minarista y el devoto de san José dan masá
conocer lo bueno ó malo que hay en el fon­
do de su corazon. Atiende puesá los debe­
res que la virtud y la misma buena educa­
ción te imponen.
1.” No entres ni salgas precipitadamente;
antes bien evita todo clamor ó voz descom­
pasada y toda turbulencia dentro y fuera de
la clase. Seria falta gravísima y merecedora
de grandes castigos el promover algún mo-
tin ó demostración alguna contra un Cate­
drático ó Superior cualquiera, ó tomar parte
en ello.
2.° Haz con atención la súplica que se
— 649 —
dice al principiar y acabar la clase, no mi­
rando á los compañeros : as( evitarás pala­
bras, risas y otras distracciones. No importa
que no lo Dote el Catedrático, te ve uno que
es inGnitameivte mas que é l, D ios: y este le
advierte que las cosas sanias deben tratarse
santa meóle. Someta sánete tractanda.
3.° Mira al Catedrático con el amor y con
la reverencia con que Jesús , miraría á san
José. Lo merece este Santo, le lo pide Jesús,
y lo merece el representante de Dios. Es­
cucha con atención sus explicaciones, y nota
lo que no entendieres, para pedirle despues
que se sirva aclarártelo mas. Nunca reprue-
bes ni critiques, sobre todo delante de otros,
su modo de enseñar, ni dés en la clase mues­
tras de no quedar satisfecho.
4.° Si fueres preguntado 6 tuvieres algo
que proponer, hazlo con claridad, modestia
y brevedad, no haciendo vano alarde de cien­
cia , no sea que caiga sobre tf la amenaza
que el Señor dirige á los soberbios y presu­
midos : E l que te exalta será humillado (1).
(l) Matlb. xxin, i#.
— 660 —
5 .” Por lo mismo nunca desprecies i los
de poco talento: seria falta de caridad y gro­
sería intolerable reírse de los otros condis­
cípulos, y causarles confusion , cuando sus
respuestas no fuesen acertadas. Dios es quien
reparte los dones como mejor le place, ni
debe gloriarse el que tiene mas, pues todo
lo ha recibido del Señor.
6.° No sigas ni defiendas jamás doctrinas
que se aparten del común modo de sentir
de la Iglesia: antes bien revuelve muchas
veces en tu interior, aquella bellísima má­
xima del Apostol san Pablo: Non m im judi-
cavi me tcire aliquid ínter vos, niti Jesum
Chriitum et /tune Crucifixum (1). Pide á Dios
esta gracia, mayormente en la visita al San­
tísimo, que en algunos Seminarios se suele
hacer antes y despues de la Cátedra.
R aoreaoion y paieo .

Para santificar estas obras conviene aten­


der al fin á que se dirig en , que es dar al
cuerpo un moderado ejercicio necesario para
(1) I C ortnth. ii , í.
— 651 —
conservar la salud, y al espíritu algún des­
ahogo que le dé nuevas fuerzas para volver
á las ocupaciones sérias. Según esto no es
contrario á la virtud, antes muy laudable, y
aun conveniente, el tomar parte en los jue­
gos en que se hace ejercicio corporal, como
se evite el bullicio y la gritería.
En la recreación huye de toda singulari­
dad, como de andar solo ó triste: no te re­
tires á hablar con otro á solas, ni busques
siempre la compañía de unos mismos, por­
que esto seria como despreciar á los demás;
antes procura manifestar á todos afabilidad
y amor. En el escoger los juegos ó los pa­
seos, y generalmente en todo lo que no fue­
re contrario á la virtud , confórmate fácil­
mente con el deseo de tus compañeros. En
(us conversaciones guarda un m edio, de
modo que no seas taciturno, ni hables tanto
que no dejes lugar r o tro s: evita las con­
tiendas y palabras injuriosas, y disimula las
faltas ajenas, no dejándote jamás dominar
de la ira. Desdice de buenos Seminaristas el
manosearse, arrojarse en el suelo y gene-
— m —
raímente el permitirse juegos de manos. So­
bre todo huye como de la peste de toda men­
tira , murmuración y de toda palabra que
pueda ofender los oídos castos ó causar es­
cándalo. En semejantes casos san Luis Gon-
zaga no atendía á respetos humanos, pues ó
reprendía al atrevido, ó se iba de la conver­
saro n .
Procura introducir suavemente conversa­
ciones espirituales, valiéndote ya de algún
ejemplo de la Virgen santísima ó de los San­
tos , ya de la ocasion de una próxima festi­
vidad, ó de lo que se leyó en refectorio, ó de
algún reciente acontecimiento. Para lograr
esto mas fácilmente, y evitar al mismo tiem­
po las bitas que suelen cometerse en los
juegos y conversaciones, algunos tienen la
costumbre de rezar al principio un Ave Marta
pidiendo á la Virgen santísima esta gracia.
Por oua.

Nada te recomiendo tanto como la exacta


observancia del reglamento y de los avisas
que se dieren para el buen órden del Semi-
— 683 —
nano. Además de que haciéndolo así cum­
plirás la voluntad de Dios manifestada por
la voz de tus Superiores, también te acarrea­
rás mucha paz y te librarás de grandes pe­
ligros. Guarda el reglamento, dice san Ber­
nardo, y el reglamento te guardará á tí. Hay
ciertos puntos del reglamento que deberían
observarse, aun cuando no estuviesen espre-
samente mandados, porque los dicta la mis­
ma razón, la urbanidad ó alguna otra virtud;
tales son la exactitud en levantarse y acos­
tarse á sus debidos tiem pos, la limpieza en
los vestidos y aposento, las muestras de res­
peto debidas á los Superiores, á los Sacer­
dotes y á los Maestros. Otros puntos hay
que se prescriben porque ciertas circunstan­
cias los hacen necesarios, como el guardar
silencio por casa y al ir en comunidad , el
no entrar en los aposentos y oficinas, el abs­
tenerse de ciertas cosas ó de algunos juegos,
el no hablar sin licencia con los de fuera, el
no traer ni recibir á escondidas libros ú ob­
jetos que no se permiten en el Seminario,
aun cuando tal vez de su natureleza 110 fue-
— 664 —
ran malos. El buea Seminarista nunca debe
despreciar estas cosas, por mas que á pri­
mera vista le parezcan de poca importancia,
pues sabe que por ellas agrada á Dios, y cier­
tamente le ofendería con la desobediencia.
Tenga presente aquella sentencia de la so­
ma verdad. E l que es fiel en lo poco, también
lo será en lo mucho (1).

A o o ita rs e .

Concluido el eximen y la oracion de la no­


che, no busques ni admitas á nadie para ha­
blar: acuéstate con mucha modestia y silen­
cio , para lo cual será bueno que reces en­
tretanto algunas oraciones ó á la sagrada
Pasión del Señor, ó á la santísima Virgen,
ó en sufragio de las almas del Purgatorio.
Piensa que se va acercando el dia en que te
acostarás y no saldrás mas de la cama sino
para ser trasladado á la sepultura. Aconse­
jan los médicos el acostarse sobre'el lado
derecho, á lo que podrás añadir el tener los
brazos recogidos delante del pecho. Antes
(l) Luc. xvi, lo.
— 688 —
de entregarte al sueño, encomiéndale á la
sagrada Familia diciendo:
Jesús, José y María, ot doy el corazon y el
alma mia.
Jesús, José y María, asistidme en mi última
agonía.
Jesús, José y María, espire en vuestros bra­
zos el alma mia.
Y no olvides que con cada una de estas
jaculatorias puedes ganar cien dias de indul­
gencias (Pió VII, 28 abril de 1807): última­
mente dirás :
y. Requiescamvs tn pace.
H). In Corde Domini nostri Jesu Christi.
Amen.
Cuando te dispertares de noche, saluda
aunque sea por un breve momento á Jesús
sacramentado, pensando como por tu amor
está tan solitario en la sagrada Escaristía.
M odo de p asar b ien vacaciones.

Tres escollos debes evitar durante las va­


caciones, el ocio, el abandono de las prácti­
cas de piedad y los malos compañeros. Con-
— 666 —
viene pues que desde el prim er dia te formes
un plan de vida en que se determine el
tiempo de levantarte y acostarte, de enco­
mendarte ¿ Dios, y de tener algunas honestas
recreaciones, de modo que nunca te halles
sin saber que h a c e r, por lo que toca al es­
tudio podrás durante este tiempo dedicarte
mas que entre año á lecturas útilmente agra­
dables, como la historia, la geografía, la li­
teratura, etc., pero sin dejar del todo las
materias del curso.
No dejes sin grave motivo la santa Misa,
la meditación y la lectura esp iritu al: los
dias de fiesta acércate á los santos Sacra­
mentos según el consejo del prudente Di­
rector, y asiste á los oficios de la Parroquia.
Dios y los hombres esperan de tí estos actos
de edificación. Aprovecha las ocasiones de
procurar la gloria de Dios y ejercitar el celo,
las cuales no te faltarán, bien sea ayudando
al Cura en el ministerio de enseñar la doc­
trina, ó instruyendo á los de casa en los de­
beres de cristiano , ó cuidando del aseo de
la Iglesia, etc.
— 687 —
No trabes amistad con personas de otro
sexo, ni te pares á hablar á solas con ellas:
cuanto á los amigos y compañeros, podrás
juntarte con uno ó dos que sean verdadera­
mente temerosos de Dios y amigos de fre­
cuentar los Sacramentos. Si no quieres per­
derte, huye del trato con jóvenes distraídos,
y advierte que entre los malos compañeros
debes contar en primer lugar á los malos
libros.
Guárdate de caer en el vicio de algunos
que critican ó manifiestan á los de casa las
faltas de las personas que intervienen en el
Seminario, pues seria fácil llegase á pecado
mortal semejante murmuración.
Finalmente sé modesto en el m irar, reca­
tado y circunspecto en la conversación, man­
so y paciente con los iguales, obediente y
humilde con tus padres y m ayores: así con­
servarás la pureza de tu corazon, darás buen
ejemplo y harás honor al Seminario en que
te educas.
— 658 —
Como debe el ji v e n p re p a ra rte al Sacer­
docio.

A medida que se va acercando el dichoso


dia en que tiene el jóven Seminarista que
consagrarse á Dios, contrayendo la solemne
obligación de guardar perpétua castidad;
debe no omitir diligencia alguna para dispo­
nerse á recibir dignamente un carácter que
es sobre todo mérito humano y aun angélico.
Délas disposiciones con que se llegare á las
sagradas órdenes depende la mayor ó menor
gracia sacramental, para que luego pueda
llenar el ministerio con aprovechamiento
suyo y bien de las almas. Procure pues leer
y meditar atentamente el capítulo segundo
del primer tratado de nuestro Tesoro del
Sacerdote: y allí verá no solo el significado
de cada órdsn y los principales decretos y
ceremonias que debe observar, sino también
las disposiciones con que debiera acercarse
para recibir toda la plenitud de gracias que
Dios quisiera comunicarle. ¡ A h ! ¡ cómo se
prepararía al Sacerdocio san Francisco de
— 689 —
Sales , quién , como se lee en su vida, fué
arrebatado en altísima contemplación i los
mismos piés del Obispo que le ordenaba!
Las gracias sacramentales que Dios suele
conceder 1 los que con mas cuidado y fervor
se preparan al Sacerdocio, suelen ser:
1.° Gran devocion cuando celebran la
Misa y rezan el Oficio divino.
2.8 Acierto especial en la dirección de las
almas, con grande aprovechamiento suyo y
de los penitentes.
5.° Mucha facilidad en convertir í los pe­
cadores que han hecho malas confesiones, ó
que rara vez se confiesan, viviendo encenc-
gados en el vicio.
4.° Don de tranquilizar las conciencias,
y 1 veces con muy pocas palabras.
5.° Otras gracias mas ó menos abundan­
tes y extraordinarias, según fuere la dili­
gencia con que se preparan á recibir las
sagradas órdenes: tales son no experimen­
tar tentaciones, ó resistir varonilmente i
ellas.— Encontrar gran gusto en el ejercicio
del ministerio.— Suma paz, y tranquilidad,
— 660 —

y contento, en el estado que han abrazado.


A estas gracias debe el ordenando dispo­
nerse con una conducta irreprensible, con
mayor hum ildad, obediencia, exactitud y
fervor de devocion, de modo que pueda ser­
vir de ejemplo á los demás. La preparación
inmediata debe ser una confesion general,
con aprobación del Director, como si tuvie­
ra que prepararse para morir, haciendo ocho
ó diez dias de ejercicios espirituales, en los
cuales, despreciando todo respeto humano,
se entregue totalmente á Dios, forme serios
propósitos de emprender una vida nueva, y
conciba deseos eficaces de cosas grandes;
de modo que salga de los ejercicios troot-
do en otro hom bre, viéndose esta mudan­
za tanto en lo que mira directamente al ser­
vicio de Dios, como en el trato con los hom­
bres. Así salieron un V. P. Luis de La Puen­
te , que se preparó al Sacerdocio con un
mes entero de ejercicios; un san Ignacio de
Loyola, un san Francisco Javier, un P. Lay-
nez y otros que se retiraron á la soledad por
espacio de cuarenta dias.
— 661 —

Con semejantes disposiciones debe cele­


brar la primera misa, encargando á otros los
preparativos de la fiesta, para que no le di­
sipen el espíritu, y no consintiendo que los
convidados se permitan actos ó conversacio­
nes profanas. Y porque de los principios
depende por lo regular lodo el resto de la
vida, ponga sumo cuidado en aprender y
ejecutar bien todas las ceremonias, sin des­
preciar ninguna cosa, por pequeña que pa­
rezca, y acostúmbrese á pronunciarlo y ha­
cerlo todo con la debida gravedad y devo­
cion esterior, que sirve mucho á la interior
y i la edificación del prójimo.
Como debe p o rta rte , el jó v en .

Adornado ya por fin del carácter sacerdo­


tal, no debe el Seminarista guardar escon­
dido el talento que Dios le confió; antes
bien ardiendo en deseos de emplearle fiel­
mente en bien de las almas, diga con el Pro­
feta : Ecce ego, mitte me (1), dispuesto para
ir á cualquier puesto que Dios le quiera se-
(i) Isal. vi.
ñalar por medio del Prelado. Y así antes de
salir del Seminario debe recoger los últimos
fru to s, y llevarse como un ramillete de las
mas olorosas flores de aquel vergel: quiero
decir que debe formar y escribir algunos
propósitos, que recordándole toda la vida lo
que en el Seminario aprendió, recreen, di­
rijan y conforten su alma en la nueva car­
rera que va á emprender. Pongo aquí los
que convienen á todos , y cada cual podrá
añadir lo que le sugiriere su propia necesi­
dad ó devocion : lo que sigue va sacado en
gran parte de una pastoral de uno de los se­
ñores Arzobispos mas celosos de España.
Ante todo debe el Sacerdote tener muy
presentes estas cuatro cosas:
¿Qui tonos? Sal de la tierra, luz del mun­
d o , ángeles del Señor, Ministro de Jesu­
cristo , espejos en que se miran los demás
fieles.
¿Cuáles son nuestros deberes? Ser perfectos,
como nuestro Padre celestial es perfecto.—
Procurar que los demás se salven y se santi­
fiquen.
— 663 —

¿Cómo lo cumplimos? Esto debe ser la ma­


teria de nuestro mas serio exámen.
¿Qué cuenta nos espera? El Sacerdote que
en el dia de la cuenta pudiere decir á Jesu­
cristo: •Señor, cinco talentos (6 dos, etc.),
me entregaste, he aquí otros cinco mas que he
ganado con ellos, oirá de la boca del S eñ o r:
Muy bien, siervo bueno y fiel; ven á tomar
parte en el gozo de tu señor.— Mas ¡ay de aquel
que por pereza ó encogimiento escondiere y
tuviere ocioso ol talento recibido I Su sen­
tencia está fscrita en el Evangelio: A ese
siervo inútil arrojadle á las tinieblas exterio­
res : alU será el llorar y el crujir de dien­
tes (i).
Para que no venga á parar en tamaña des­
gracia, procure
Cada año: Hacer los ejercicios espiritua­
les.— Prepararse con mayor fervor y con
alguna mortiñcacion á celebrar los dias ani­
versarios de su bautismo y ordenación, y las
fiestas principales.
Cada mes: Un dia de retiro espiritual,
¡i) Malth. xxv.
— 664 —
según el método que arriba se puso.—Sa­
car por suerte un santo Patrón.
Cada semana: Confesarse á lo menos una
vez con un confesor fijo.
Cada d ia : Tener en cuanto sea posible
hora fija de levantarse.— Ofrecer obras.—
Hacer á lo menos media hora de oracion
mental por la mañana, antes que otros cui­
dados ocupen la imaginación: si esto no pu­
diere s e r , busque alguna de las horas del
dia menos expuesta 1 distracciones.— Decir
la santa Misa de tal modo que no solo saque
para sí fruto de devocion , sino que la ins­
pire á los dem ás; á lo cual ayudará hacer
con exactitud y gravedad las ceremonias, y
pronunciar bien y sin precipitación todas
las palabras.— Rezar con el mismo cuidado
el oficio divino , buscando lugar y tiempo
favorables al recogimiento.— Dedicar un rato
á la lectura espiritual.— No omitir ningún
dia la visita al santísimo Sacramento y el
Rosario.— No dejar pasar dia sin estudiar
algunas materias análogas al Sagrado minis­
terio, principalmente la teología moral y la
— 668 —

santa B iblia, fijando tiempo para ello.—


Hacer antes de acostarse exámen de con­
ciencia.
Siempre: Vestir hábito talar, y abstener­
se de cazas y juegos.— Tener limpios los
ornamentos sagrados, la iglesia bien aseada,
y guardar en ella silencio y devocion.— Ser
amante de catequizar, predicar y oir confe­
siones.— Rogar por los fieles difuntos y ha­
cer limosna á los pobres.— Huir la ociosi­
dad.— Finalmente edificar á todos, practi­
cando á ejemplo de Jesucristo las virtudes
de la hum ildad, mansedumbre, castidad,
paciencia, caridad y obediencia, sin mur­
murar nunca de su Prelado.
HIHNOS
Y C Á N T IC O S m a s u sa d o s .

Bftlmo 50.
Miserere me¡ Deus: * secundum mag-
nam misericordiam tuam.
E t secundum multiludinem miseratio-
num tuarum : * dele iniquitatem meam.
Amplius lava me ab iniquitate mea: * el
a peccato meo munda me.
Quooiam iniquilalem meam ego cognosco:
* et peccatum meum contra me est semper.
Tibí soli peccavi, et malum coram te fe-
ci: * ut justificeris in sermonibus tuis ct
vincas cum judicaris.
Ecce enim in iniquitatibus conceptus
sum : * et in peccatis concepit me mater
mea.
Ecce enim veritatem dilexisti: * incerta
et occulta sapientix tu s manifestasti mihi.
Asperges me hyssopo, et mundabor: *
lavabis me, et super nivem dealbabor.
— 667 —
Auditui meo dabis gaudium el Iselitiam:
* ct exultabunl ossa liumiliala.
Averie faciem luain a peccatís meis: * et
omnes iniquitales meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: * et spi—
ritum reclum innova in visceribus meis.
Ne projicias me a facie tua: * e t spirilum
sanctum tuum ne auferas a me.
Redde mihi lstitiam salutaris t u i : * ct
spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: * ct iinpii ad le
converlentur.
Libera me de sanguinibus, D eus, Deus
salutis m es: * et exultabit lingua mea ju s-
titiam tuam.
Domine, labia mea apenes: * et os meum
annuntiabit laudem luam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedis-
sem u tiq u e: * holocaustis non delectaberis.
Sacrincium Dco spiritus conlribulatus: *
cor contritum et humiliatum , D eus, non
despidas.
Benígne fac , Domine , in bona volúntate
tua Sion: * u t xdificentur muri Jerusalem.
Tune acceptabis sacrificium juBlitiae obla-
liones, et holocausta: * tune imponent s u -
per altare luum vítulos.
Gloria Palri, etc.
— 668 —
T e-D enm la u d a m o i.
Te-Deum laudam us: * te Domioum con6te-
mur.
T cxtcrnum Patrem * omnis Ierra veneratur.
Tibí omnes Angeli: * tibí c ali, et uDiversx
potcstates.
Tibí C herubim , et Sei'aphim: * incessabili
voce proclamant.
Sanctus, Sanctus, Sanctus: *Dom¡nus Deus
Sabaoth.
Pleni sunt cceli et térra: * majestatis gloria:
tuae.
Te gloriosus * Apostolorum chorus.
Te Prophetarum * laudabilis numerus.
Te Martyrum caudidatus * laudat exercitus.
Te per orbem terrarum , * sancta confitelur
Ecclesia:
Patrem * immensx majestatis,
Venerandum tuum verum, *etunicum Fi-
lium.
Sanctum quoque * Paraclytum Spiritum.
Tu Rex glorias, * Christe.
Tu Patris * sem piternus es Filius.
Tu, ad liberandum suscepturus hominem, *
non horruisti Virginis uterum.
Tu, devicto mortis acúleo, * aperuisli ere-
den tibus regna ccelorum.
— 669 —
Tn ad dexteram Dei sedes, * in gloria Patris.
Judex crederis • esse venlurus.
Te ergo, quaesumus, tuis famulis subveni, *
quos pretioso Sanguine redemisti.
/Eterna fac cum Sanctis tuis * in gloria nu­
meran.
Salvum Tac populum tu u m , D om ine, * el
benedic hsereditati tu s.
Et rege eos, * et extol|e ¡líos usque in aeter­
nura.
Per singulos dies * benedicimus le.
E t laudamus Nomen tuum in saeculum, * et
in saeculum sxculi.
Dignare, Domine, die isto * sine peccato nos
custodire.
Miserere nostri, Domine, * miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
* quemadmodum speravimus in te.
In le, Domine, speravi: * non confundar in
¡eternum.
SI este him no se cantase inm ediatam ente
despues de los M allines, de la Misa, ó de una
procesioo, la capa será del color que corres­
ponda al oficio: mas si se cantare por separa­
do, ordinariam ente se em pleará el color blan­
co ó encarnado.
Se dice siem pre en pié, aun estando expues­
to el santísim o Sacram ento. S. B. C. 27 Mar.
1779.—Pero se arro dillarán lodos al verso Te
ergo quasumut etc. (cerero. Episc. i. 2 , c. 5) y
— 670 —
al últim o se cantarán los versos Benedictinas
Patrem ele., Benedictos es ele., Domine exau­
dí ele., con una sola oracion Deus cujus miseri­
cordia. S. R. C. 11 Sel. 1847.
Solo despues de la proceslon se añadirán
las otras oraciones del Ritual.

C ántico d a la V irgen.
Magníficat, * anima mea, Dominum.
Et exultavít spiritus meus * in Deo sala-
tari meo.
Quia respexil humililalem A ncills su s;
* ecce enim ex hoc beatam me dicen t omnes
generationes.
Quia fecit mihi magna qui potens c s t, *
et sanctum nomen ejus.
E t misericordia ejus a progenie in pro­
genies * timentibus eum.
Fecit potentiam in brachio suo; * disper-
sit superbos mente cordis sui.
Deposuit potentes de sede, * et exallavit
humiies.
Esurientes implevit bonis, * et divites
dimisit inanes.
Suscepit Israel puerum suum, * recorda-
tus misericordias su s.
Sicut locutus est ad Patres n oslros, *
Abraham, et semini ejus in sscula.
Gloría Patri. ele.
— 671 —
▼coi C reator S p irltn i.
HYMNUS.
Veni, Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Qu® tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclytus,
Altissimi donum Dei,
F ods vivus, ignis, charitas,
Et spiritalis unctio.
Tuseptiform is muñere,
Digitus Patern® dexlera,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis
Virtute firmans perpeti.
Hostem repellas íongius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te previo
Vitemus omne noxium.
Per te sciamus, da, Patrem,
Noscamus atque Filium,
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.
Dco Patri sit gloria,
— 67* —
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit ac Paraclylo,
In saeculorum sscula. Amen.
Solo en (tempo pascual se concluye así este
him n o: fuera de dicho tiempo, aun cuando ac
dijese dentro de las octavas que llenen con­
clusión propia, se d l r i siem pre:
Deo P alri sil gloria
Ejusque solí Pillo etc., como en Prima.
S. H. C. 7 Abr. 1833.

S ao rú «olem nüj.
Sacris solemniis, juncta sint gaudia,
E t ex pracordiis sonent preconia:
Recedant vetera, nova sint omnia:
Corda, voces et opera.
Noctis recolitur coena novissima,
Qua Christus creditur agnum et azyma
Dedisse fratribus, juxta legitima
Priscis indulta patribus.
Post agnum typicum expletis epulis,
Corpus Domimcum datum discipulis,
Sic totum ómnibus, quod totum singulis,
Ejus fatemur manibus.
Dedit fragilibus Corporis feixulum,
Dedit et tristibus Sanguinis poculnm
Dicens: Accipite quod trado vasculum:
Omnes ex eo biblte.
Sic Sacrificium istud instituit,
— 673 —
Cojas officium coaimitti voluil
Solis Presbyteris, quibus sic congruit,
Ut sumant, et dent coeteris.
Pañis Angelicus fit pañis hominum:
Dat pañis ccclicus figuris term inum:
Ob res mirabilis! Manducat Dominum
Pauper, servus et humilis.
Te Trina Deitas, unaque poscimus,
Sic nos tu visita, sicut te colimus,
Per tuas semitas duc nos quo tendimus,
Ad luceni, quam inhabitas. Amen.
P a n g a lin g o a glorioii.
Pange lingaa gloriosi
Corporis mysterinm,
Sanguinisque pretiosi,
Quem in mundi pretium ,
Fructus ventris generosi
Rex effudit Gentium.
Nobis datus, nobis natus
Ex intacta Virgine,
E t in mundo conversatas,
Sparso verbi semine,
Sui moras incolatus
Miro clausit ordine.
In supremas nocte coen®
Recumbens cum fratribns,
Observata lege plene
— 674 —
Cibis in legalibus,
Cibum turbae duodens
Se dat suis manibus.
Verbum caro, Panem verum
Verbo carnem efficit:
Fitque Sanguis Christi merum,
E t si sensus déficit,
Ad firmandum cor sincerum
Sola fídes sufficit.
Tantum ergo Sacramentum
Veneremur cernui:
E t antiquum documentum
Novo cedat ritu i:
P rsste t Fides supplementum
Sensuum defectui.
Genitori, Genitoque
Laus et jubilatio:
Salus, honor, virtus quoque
Sit et benedictio:
Procedenti ab utroque
Compar sitlaudatio. Amen.
A ve m a r » «talla.
Ave maris Stella,
Dei Mater alma,
Atque semper Virgo,
Félix coeli porta.
Súmeos illud Ave
Gabrielis ore,
Funda nos in pace
Mutans H evs nomen.
Solve vincla reís,
Profer lumen cscis,
Mala nostra pelle,
- Bona cuneta posee.
Monstra te esse Malrem,
Sumat per te preces
Qui pro nobis natus,
Tulit esse tuus.
Virgo singulari8
Inter omnes mitis,
Nos culpis solutos,
Mi tes fac, et castos.
Vitam p resta puram,
Iter para tutum ,
Ut videntes Jesum
Semper collxtemur.
Sit laus Deo Patri,
Summo Christo decus,
Spiritui Sancto,
Tribus honor unus. Amen.
E n el c o ro y e n la s p r o c e s io n e s d e b e c a n ­
t a r s e l a p r i m e r a e s tr o f a to d a d e r o d illa s . S. H.
C. s i J u l. 1665.
Com o ta m b ié n b a v q u e a r r o d i l l a r s e e n e l
h im n o p r e c e d e n te m ie n tr a s ge c a n te la e s tro *
fa Tanlum ergo Saeramentum. E ad . ib ld .
— 676 —

CÁNTICOS CASTELLANOS.

PARA INVITAR AL PUEBLO A LA MISION.


F A llll BEL U J O n ¿ D M O «

Ven, hijo lloroso,


Ven, y abrázame:
Que padre amoroso
Te soy, te seré. Padre, ele.
¿Temes, porque aleve
Me desamparaste,
Y mi amor dejaste
Por un gusto leve?
Sf, delito fué;
Que no merecía
Yo tal vilanfa,
Mas ya la olvidé. Padre, etc.
¿Acaso perdiste
Las gracias primeras,
Y en viles maneras
Mi bien consumiste?
Te perdonaré
Tan gran devaneo,
Ven, y á tu deseo
H artura daré. Padre, ele.
¿Deshecho del mundo,
— 677 —
Mi mano besar
Temes, por estar
Escuálido, inmundo?
¡Oh! vuélvete 1 mí,
Que voy por tu suerte
La estola á volverte
Que en sangre teñí. Padre, etc.
¿De tu ser la alteza
Acaso borraste,
Y te asemejaste
Al bruto en vileza?
Ven, que te adquirí
Altísimo nonor:
Eterno loor
Habrá para tí. Padre, etc.
U l f U U I l D C I, T O O

Padre, aqvim eves:


Hijo ingrato he sido;
Mas arrepentido
Ya vuelvo á tus p iis.
¡Ay tristed e mí!
¡Ay qué desconsuelo!
Pequé contra el cielo,
Pe ' ‘ "
Herido me siento,
Y en ayes me aliento
Perdón á clamar.
— 678 —
De hoy mas desprendido
Del mundo falaz,
Ya busco la paz
Del Dios ofendido.
Por tí viviré,
Por tí solamente:
Con sangre mi ardiente
Amor sellaré.

A LA VIRGEN SANTÍSIMA.
L a m ú s ic a la m is m a q u e p a r a e l C o n tem p lan ,
admirare d e s a n C a sim iro .
¡O María,
Madre m ia ! .
¡O consuelo ie l mortal!
Amparadme
Y guiadme
A la patria celestial.

Con el Angel de María


Las grandezas celebrad,
Transportados de alegría
Sus finezas publicad.
Salve, iúbilo del cielo,
Del Gxcefso dulce imán,
Salve, hechizo de este suelo,
Triunfadora de Satán.
— 679 —
Quien á Tí ferviente clama
Halla gloria en el penar;
Pues tu nombre luz derrama
Gozo y bálsamo sin par.
De sus gracias tesorera
La nombró tu Redentor;
¿Con tal Madre y Medianera
Temer puedes pecador?
Pues te llamo con fe viva
Muestra, ó Madre, tu bondad
A mí vuelve compasiva
Esos ojos de piedad.
Jardin halle de dulzuras
En mi pecho el Hacedor,
En él broten flores puras
Frutos dé tu santo amor.
Hijo ñel quisiera amarte
Y por Tí solo vivir:
Y por premio de ensalzarte,
Ensalzándote morir.
Del Eterno las riquezas
Por Tí logre disfrutar,
Y contigo sus finezas
Mil y mil siglos cantar.'
— 680 —
SALVE A LA VIRGEN SANTÍSIMA.
C oro.
Salve, de los cielos
Beirut incomparable;
Salve, de los hombres
Amorosa Madre.
Salve, airosa palma
Frondosa de Caaes,
Rosa de los cielos,
De aromas fragantes.
Salve, portentosa
Torre inexpugnable,
Oliva que anuncias
Paz i los mortales.
Salve, de las almas
Pastora, que sabes
Dar á tus ovejas
Pastos inmortales.
Salve, hermosa Reina,
A quien homenaje
Obsequioso rinden
Coros celestiales.
Salve, Paraíso,
om place,
Un Dios hecho carne.
Salve, rico templo
— 081 —
De Amor inefable,
Madre de Dios Hijo,
Hija de Dios Padre.
Bendigan tu nombre
Eternas edades,
Los cielos y tierra,
El hombre y el Angel.
A tu dulce fruto
Muéstranos afable,
Calma sus enojos,
Sus dones reparte.
Alivia mis penas,
Remedia los males,
Atiende 1 mis ruegos,
Sénos dulce Madre.
Vuélvenos propicia
Tus ojos amables,
Que el cielo hermosean,
Que glorias esparcen.
Desterrados lloran
En áspero valle
Tus hijos, clamando
Benigna los salves.
Haz que en el Empíreo,
Gloriosos te canten
Con los Serafines,
Salve, Vfrgen, salve.
— 682 —
PARA DAR PIN A LOS SERMONES.

Perdón, ó Dio» mió,


Perdón, indulgencia,
Perdón y clemencia,
Perdón y piedad.
Peaué; ya mi alma
Su culpa confiesa,
Mil veces me pesa
De tanta maldad. Perdón, etc.
Mil veces me pesa
De haber obstinado
Tu pecho rasgado,
¡O suma Bondad! Perdón, etc.
Yo fui quien del duro
Madero inclemente
Te puso pendiente
Con vil impiedad. Perdón, etc.
Mi rostro cubierto
De llanto lo indica,
Mi lengua publica
Tan triste verdad. Perdón, etc.
Por mf en el tormento
La sangre vertiste,
Y prendas me diste
De amor y humildad. Perdón, etc.
Y yo en recompensa,
Pecado i pecado,
— 683 —
La copa he llenado
De la iniquidad. Perdón, etc.
Mas ya pesaroso
Te busco, te llamo,
Con lágrimas clamo,
Prometo lealtad. Perdón, etc.
Oponga á tu enojo
Temido, potente,
La Virgen clemente
Su ruego y beldad. Perdón, etc.
Tus brazos amantes
Estréchenme al cuello,
Firmísimo sello
De eterna amistad. Perdón, etc.
PARA EMPEZAR EL MES DE MAYO.
C oro.
Corramos fervorosos
Con flores á porfía,
Con flores á María,
Que Madre nuestra es.
De nuevo aquf nos tienes,
Purísima Doncella,
Mas que los cielos bella,
Postrados á tus piés.
Venimos á ofrecerte
Flores del baio suelo;
Con qué filial anhelo,
— 684 —
Señora, tú lo ves.
Humildes te rogamos,
Si no lo desmerecen,
Las que en la gloria crecen,
En cambio tú nos des.
Con ellas te ofrecemos
Rendidos corazones,
Pidiéndote los dones
Que rica tú posees.
¡Ay, Madre! no nos dejes:
¡ Ay que las almas solas
E ntre las turbias olas
Darán luego al través!
En tus benignas oíanos
Vida y salud ponemos;
Al puerto llegaremos,
Si á nuestro lado estés.
PARA ACABAR.

Dulcísima Virgen,
Del cielo delicia,
La flor que le ofrezco
Recibe próvida.
Los valles alegra
Renéfico rayo
Del sol que engalana
Las flores de Mayo.
Risueñas se abren,
— 686 —
Y el cáliz asoma,
Y esparcen en torno
Balsámico aroma.
Asi agradeciendo
Su noble destino,
La gloria publican
Del Dueño divino.
Jazmin, azucena,
Claveles galanos,
De ofrenda servidme,
Venid á mis manos.
Mostrad hoy á gala
Mayor lozanía;
Que va á recibiros
La virgen María.
El alma, Señora,
Yo, pobre aunque soy,
Con todas mis ansias
Bendido te doy.
Mi afecto sencillo
Recibe amorosa,
Que en solio esplendente
Ños miras piadosa.
Propenso tu oido
Mis voces atienda,
Y admita cual Madre
Tu seno mi ofrenda.
Tu rostro apacible
— 686 —
Mi vista descubra,
Y en tanto dichoso
Tu manto me cubra.
U S DOS BANDERAS.

Juro, seguir, Dios mió,


Tu vos y tu estandarte,
Juro ferviente amarte,
Constante hasta morir.
Falaz me prometía
Luzbel tanta dulzura,
Y mares de amargura
Hallé ¡ triste de mí!
Tú, Jesús amoroso,
Tú cumples lo que ofreces;
Cuando te amé, mil veces
Mas bienhadado fui. 'Juro, etc.
No de Satán soberbio
He de seguir la huella;
Sino la santa y bella
Bandera de Jesús.
Pena por breve gozo
Da el dragón del infierno;
Jesús un premio eterno
Por momentánea cruz. Juro, etc.
— 687 —
AL CORAZON DE JESÚS.
Coro.
Corazon tanto,
Tú reinarás:
Tú nuestro encanto
Siempre serás.
Rey de los siglos,
Rey victorioso,
Dueño amoroso,
Dios de bondad.
Vengo á tus plantas,
Si tú me aejas,
Humildes quejas
A presentar. Corazon, ele.
Divino pecho,
Donde se inflama
La eterna llama
De caridad.
¿Cómo no sale
De sus prisiones,
Los corazones
A cautivar? Corazon, etc.
Bien obligado
Con empeñada
Promesa dada,
Señor, estás.
¿Qué mas tu pecho
— 688 —
Pide anhelante,
Sino el amante
Fuego arrojar? Corazon, ele
Corra la llama
Tan poderosa:
Que arda amorosa
La tierra ya.
Rey de las almas,
Jesús clemente,
Divina Cuente
De santidad. Corazon, etc.
Véante mis ojos,
Desenojado,
Dueño adorado,
Dios de piedad.
De hoy mas las manos
En cautiverio
Con dulce imperio
Tú me tendrás. Corazon, ele.
Aquí admitido,
Corazon santo,
Quiero en el llanto
Pei’scverar.
De tí la vida,
En tí la muerte
¡Divina suerte!
Quiero esperar. Corazon, ele.
— 689 —
pama u conmuoi* ra u ti luKoa
ó Procesion del Santísimo Sacramento.
(B E FliN D ID O ).

Con el m ism o Iodo que el Sacris Solemnüs.


Altísimo Señor,
Que supiste juntar
A un tiempo en el altar
Ser Cordero y Pastor,
Pues lloro con dolor
Mi negra ingratitud,
Halle en Tí clemencia y salud.
Cordero divinal,
Por nuestro sumo bien
Inmolado en Salen;
En tu puro raudal
De gracia celestial
Lava mi corazon,
Que fiel te rinde adoracion.
Suavísimo maná
Que sabe á gustos mil,
Ven, y del mundo vil
Nada me gustará :
Ven, y se trocará
Del destierro cruel
En dulzura la amarga hiol.
ti
690
¡O convite real,
Dó sirve el Redentor
Al siervo, al señor
Comida sin igual!
Pan de vida inmortal,
Ven á entrañarte en m(,
Y quede yo trocado en Tí.
Si osare á Tí venir
Das muerte al pecador,
Y de celeste ardor
Das al justo vivir.
¡Ay! ¡qué triste morir!
De vida en el manjar
Letal veneno y m uerte hallar.
¡Precioso candeal,
Mas dulce al alma fiel
................................. 1,
No tiene dicna tal
La celeste Sion,
Del gozo fúlgida mansión.
¡O vínculo de paz!
¡ O fuego abrasador!
¡ O piélago de amor,
Del destierro solaz I
— 691 —
Pues yo no soy capaz,
Amete el Qnerubin
Por m(, y alábete sin fin.
«O E M
AL ANGÉLICO JÓVEN SAN LUIS GONZAGA.
Pues tu ruego poderoso
Cuanto pide siempre alcanza,
Pide al Señor que te imite,
Santo jóven, Luis Gonsaga.
Dos que tú llamabas culpas,
Te fueron ¡ay! tan amargas,
Que mientras duró tu vida,
No cesaste de llorarlas;
¿Y yo mis culpas no lloro,
Siendo tan graves y tantas? Pide, etc.
Trataste cual enemigo
Tu cuerpo puro sin mancha,
Y aun tierno niño, tus carnes
Desapiadado rasgabas;
¿Y yo en descanso y placeres,
Paso mi vida culpada? Pide, etc.
Al mundo y sus devaneos
Hollaste con firme planta,
Huyendo de sus placeres,
Halagos y pompas vanas:
¿Y yo tan mentidos bienes
Busco afanado con ansia? Pide, etc.
— 692 —
De la castidad hermosa
Tan amante te mostrabas,
Que ni idea menos pura
Osó jamás empañarla;
¡Y yo en espirita y cuerpo
Me miro lleno de manchas! Pide, ele.
Tan unida se mantuvo
Con su dulce Esposo tu alma,
Que te era duro tormento
Un solo instante apartarla;
¡Yo lejos de Dios no escacho
Sus amorosas palabras! Pide, etc.
De amor divino en tu pecho
Se encendió tanlo la llama
Que fija en tu Dios la mente
Solo ae él la lengua hablaba;
¿Y yo en mi pecho de nieve
A Dios nunca doy entrada? Pide, etc.
Pues tu ruego poderoso, etc.

F IN .

Harte lona 14 de ottubre de 1874.


Im prím ase.—J u a n d e P a l a u y S o l e r , Y . C.
In d ic e .
p Ab .

S um arlo.......................................................... v
A los Párrocos y á los Josefinos. . . . vil
Fiestas m ovibles: explicación...................xiv
Tabla............................................................... xvi
Calendarlo........................................... xiv, xvm
Devocion á san José: im portancia.. . . 81
— Favores......................................................32
Cultos p rin c ip a le s: cada año.................... 38
Mes de lla rz o : precauciones...................... 39
Fiestas del Sanio.......................................... 40
Devociones: los siete domingos................. 42
Dar de comer á tres pobres........................43
Culto perpétuo..............................................48
— Indulgencias. . ? ...............................SI
Dia 19 de cada mes.......................................82
— Ejercicio p ara este dia.......................... 83
Miércoles de cada sem ana........................... 53
Obsequios de cada dia..................................84
En todo tiempo............................................. 56
Prácticas p articulares................................. 58
Ave Jo sep h : Memorare............................... 60
Acto de consagración...................................61
Dolores y gozos: su origen........................... 66
— A dvertencias............................................68
— Como se rezan..........................................71
Preces á san José.......................................... 87
Corona Angélica: su objeto..........................93
— 691 —
— P ráctica..................................................... #*
— Puede serv ir de novena.........................lo*
— Hasta p ara cualquier Santo..................l l t
Antífonas y oraciones........................81, M , 101
Devocionario especial.................................. 111
Santificación de las obras del día. . . . 117
— Ofrecimiento de ellas.............................121
— Iglesia........................................................lid
— Trabajo......................................................1J7
— Comida...................................................... 131
— Benedicite. Acción de gracias. . . ......13<
Posicion social: cómo pueden santificar­
se los pobres..............................................137
— Los ricos....................................................136
E xám enes: general...................................... 141
— Modo de. h a c e rle ..................................... 143
Ejercicio p ara la noche...............................148
M U it su excelencia....................................1SS
— P rim er modo de o írla bien................... í u
— O frecim iento............................................16*
— Peticiones................................................. 171
— Segundo modo de oirHa Misa. . . . 181
— Aplicase ¿ la Pasión...............................184
— Tercer modo de o í r l a . ..........................le t
S a c ra m e n ta l: su precio.............................19Í
Confesion: exám en...................................... SOS
— Por los m andam ientos...........................3M
— Por los pecados capitales......................811
C ontrición: motivos.....................................811
Modo de confesarse..................................- . 8 8 )
Cualidades de la confesion......................... 889
Despues de confesado.................................. 83»
CostuMon bien hecha i qué d ich al . . . 831
P a ra antes de com ulgar..............................
Al com ulgar................................................... M7
— 698 —
Después de com ulgar...................................*50
Oración de san Ignacio............................... «57
A nim a C hristi... Indulgencias...................357
Otro haclm lenlo de gracias....................... 159
O ración: Héme aq u í.................................... 264
Cómo hay que portarse en tre día. . . . 965
Conjunto* e ifirilu al: excel encia. . . . . 174
— P rá c tic a .................................................... 176
O ración m e n ta l........................................... 270
Meditación en público................................. *76
— Indulgencias............................. 818
— Sobre los vicios.......................................274
Serie de mentaciones: alm a......................... 279
Ser bueno desde Jóven, i gran dicha I . . 280
Ser malo, i qué desgracia I .................... M2
Pera Inexcusable.......................................... 283
Perder la inocencia, i qué pérdida! . . 285
Prim er y últim o pecado. . . . . . . 286
Cuan funesta es la recalda....................287, 289
La m uerte se acerca.....................................290
Número de escogidos................................... 291
Puertas del paraíso......................................298
El pecado, mal grande.................................294
La gracia, el mayor bien............................ 295
Tentación no d e s e c h a d a .......................... 297
Falsas excusas del que es t enl ado. . . . 298
Dios me ve..................................................... 299
SI qulero¿ puedo ser santo......................... 80o
Lo pequeño se hace grande. . . . . 802, 808
Prívate de algún gusto licito..................... 804
Si quieres d ar gusto á Dios........................ 806
Dios quiere ser temido y amado. . . 807, 808
Vano temor del mundo............................... 809
Vano amor de los hom bres........................ 81 o
Cuesta serv ir al m undo.............................. 811
— 696 —
Fácil cosa s e r v ir á Dios. . . .
De iodo darás etienla á D ios.. .
Solo se condena el que quiere. .
El cielo está en n u estra mano. .
Patio* de Jesú s: ú til.....................
— Fácil............................................
— Y fecunda m ed itació n .. . .
— Reloj de la Pastan.....................
— Ejercicio útilísim o..................
Imitar á Jesús: en las obras buenas
— En los honores.........................
— En las adversidades. . . .
— En cosas Indiferentes. . . .
— En los padecimientos. . . .
D erooionei. T rlsag io: su origen.
Jesús sacram entado: visitas.. .
Corazon de Jetút: devocion santa.
Prácticas en su honor..................
Indulgencias..................................
Ejercicio del prim er viernes. .
Acto de desagravios, p re c e s .. .
C uarenta obsequios en su honor.
Flechas am orosas..........................
Virgen tantísima: devocion. . .
O Señora y Madre m ia..................
Conmemoracion.............................
Rosario: utilidad y práctica.. .
Salve y leíanla...............................
Escapulario del Cármen. . . .
O tras devociones...........................
M e m o ra re .....................................
Acto de consagración...................
Oracion á la Virgen de Dolores-
Bendita sea tu pureza. . . . .
Grande* festividades: trid u o s .. .
— 697 —
Fiestas de Santos.......................................... 449
Día de cum pleaños.......................................447
Oraciones: en las adversidades................. 451
P ara re p a ra r las blasfem ias...................... 457
P or la salvación del universo....................460
Por las necesidades de la Iglesia. . . . 476
P a ra una buena elección............................ 632
P ara obtener buenos Sacerdotes. . . . 638
P ara antes del estudio................................. 647
A Jesús puesto en cruz................................332
A san Roque...................................................469
A santo Tomás de A quino...........................639
A san Luis Gonzaga.....................................641
A san ta Teresa de Jesú s..............................465
— Letrilla con su glosa.............................. 464
Bula de la C ruzada: estaciones.................478
— Indulgencias............................................ 475
Di* de retiro al mes........................................477
Comulgar por vía de Yl&tlco......................480
Recibir la E xtrem a-unción........................486
Aoeplaolon* de la m uerte............................ 490
Via-Cnuis....................................................... 497
Adorar las cinco llagas.......................... 474,526
Apéndice p ara 5 c n iiu m U i........................ 626
Vocaclon al estado eclesiástico. . . . . 629
Como se conocerá......................................... 630
Reglas p ara la elección................................6 »
— Prim er modo............................................633
— Segundo modo......................................... 634
— Ved ios p ara a s e g u r a r l a ......................636
Sem inarista en el Sem inario..................... 642
Máximas que debe seg u ir........................... 644
Estudio............................................................645
Cátedra............................................................648
Recreación y paseo....................................... 650
— 698 —
Por casa.......................................................... 681
A costarse........................................................654
Vacaciones..................................................... 655
P rep ararse al sacerdocio............................ 658
Conducta del Sacerdote............................... 661
Novena de san José. Como se h a r i bien. . 531
Meditaciones. José prevenido de la gracia. 535
Correspondiendo a ella............................... 545
Desposorios.................................................... 553
— Milagros que sucedieron....................... seo
José modelo ae casados............................... 562
— de atrib u lad o s......................................... 57o
— de padres y gefes de fam ilia................. 577
— de trabajadores....................................... 586
M uerte de san José....................................... 594
Eficacia de su palrocialo............................ eos
Ejemplos: de san ta Teresa.......................... 32
Favores & varios devotos....................... 85, 45
A unas que querían ser C arm elitas. . . 543
Conversión de un moro...............................551
— de un Jóven libertino.............................584
L ibra á san ta T eresa de un precipicio. . 568
— de las llam as del Vesubio......................592
— de u na m uerte a fren to sa......................575
— á Fr. Tomé de Jesús................................ 601
— á doña Josefa O rellana...........................609
Enseña los siete dolores y gozos. . . . 66
Id A Jo sé : conclusión...................................622
Sufragios por los difuntos..........................618
Gozos al P a tria rc a ........................................613
Letrilla en su honor.....................................616
Himnos y salmos mas usuales. Miserere. . 666
De profundls..................................................619
Te-Deum laudam us...................... .... 668
Magníficat. ...................................................670
— 699 —
Veni Creator S p lrilus..................................671
Sacrls solem nlis........................................... 672
Pange lin g u a glorlosl.................................. «78
Ave m arls stella............................................674
Cánticos. P ara Invitar al pueblo á la mi­
sión.............................................................. 676
A la Virgen santísim a................................. 678
Salve á la Virgen santísim a....................... 680
P ara d ar fin A los serm ones.......................682
P ara empezar el mes de mayo................... 688
P ara acabar dicho ejercicio........................684
Las dos banderas.......................................... 686
Al Corazon de Jesús.....................................687
P ara la com union de los niños.................. 689
Gozos á san Luis Gonzaga..........................691

En la página 310 lin ea 11 donde d ic e : No


hay que hacer del am or.... aS ád ase, cato del
am or; y en la pág. 628 lln. 17, en lugar de
m oráis, léase m uráis.

PIN DEL ÍNDICE.

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