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Vorágine Revista Interdisciplinaria de Humanidades y Ciencias Sociales

Vol. 2 Núm. 3
ISSN 2425-5022, Julio 2020, pp. 27-38.
www.revistavoragine.com

Estado penal y dominio sobre la vida


Criminal status and life dominance

Jorge Alberto López-Guzmán

Universidad del Cauca (Colombia)

lopezg@unicauca.edu.co

RESUMEN: El ocaso del Estado Benefactor en Estados ABSTRACT: The decline of the Welfare State in the
Unidos, países europeos y latinoamericanos, conllevó al United States, European and Latin American countries,
surgimiento del Estado Penal, el cual legitimado por led to the emergence of the Criminal State, which
diferentes gobiernos, fuerzas policiales y militares y la legitimized by different governments, police and military
industria de las tecnologías de la vigilancia, se estableció forces, and the surveillance technology industry,
como un sistema global que castiga la marginalidad y la established itself as a global system that punishes
pobreza y domina la vida social y biológica de los marginality and poverty and dominates the social and
ciudadanos sin que estos lo perciban. En este contexto, biological life of citizens without their perceiving it. In
las políticas actuales de seguridad encuentran gran this context, current security policies are highly favored,
favorabilidad, por sus procesos de estigmatización y due to their stigmatization and control processes
control de acuerdo a la nacionalidad, condición étnica o according to the nationality, ethnic or sexual condition of
sexual de los sujetos, teniendo como justificación la the subjects, having as justification the protection of the
protección de la nación, así como a quienes se considera nation, as well as those considered productive. or socially
productivos o socialmente importantes. important.

Keywords: Benefactor State, criminal status, society of


Palabras clave: Estado benefactor, estado penal, control and surveillance
sociedad del control y la vigilancia

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Introducción

“El imperio se está materializando ante nuestros ojos”1.

Con la frase anterior inicia el prefacio del libro Imperio de Michael Hardt y Toni Negri en donde
plantean la desaparición del colonialismo y el imperialismo y la aparición del imperio como nueva
forma de soberanía, que forja una nueva estructura y lógica de mando en un sentido globalizador
amparado en criterios políticos, culturales, económicos y policivos, es este último criterio el que
interesa en este escrito, ya que recrea un régimen sobre las interacciones humanas a partir de tener el
dominio sobre la vida social y biológica en su totalidad.

Esta noción de domino se concibe como el instrumento que dio paso a la sociedad del control y la
vigilancia, esa sociedad en donde el poder es ejercido a través de máquinas que manipulan las mentes
(sistemas de comunicaciones, redes de información, etc.) y organizan los cuerpos (sistemas de
bienestar, actividades monitoreadas, etc.), estas sociedades se identifican por intensificar y
generalizar aparatos de disciplinamiento, pero ya no como postulaba Foucault (1998), que se hacía
dentro de un edificación o institución, ahora el control se hace por fuera de estos lugares, ejerciéndose
potestad sobre el cuerpo y la mente en cualquier lugar y sin que el ser humano lo perciba.

Sin embargo, para lograr ese dominio se necesitó de una complicidad de los Estados Benefactores y
de una justificación de su inoperancia para poder imponer el dominio sobre la vida a través del control
y la vigilancia. Pero ¿de qué manera se dio esto? En primera instancia, es importante recordar que el
surgimiento del Estado Benefactor tiene antecedentes en las problemáticas que había ostentado la
economía capitalista, en la cual se le culpaba de ser capaz de sobrevivir sin ayuda política, al igual
que la presión que ejercieron grupos emergentes de trabajadores organizados, los cuales se
encontraban descontentos de la ausencia estatal y forjaron apremio en busca de un cambio.

El concepto de Estado Benefactor encierra la idea de que, entre las obligaciones del
estado, está la de garantizar a toda la población una situación de bienestar; y esto implica
algo más que la simple supervivencia: es una supervivencia con dignidad, entendida tal
como la concibe cada sociedad en su propia época2.

1 Hardt y Negri. “Imperio”, 4.


2 Bauman, “Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres”, 73.

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A partir de esos acontecimientos se dio origen a que las prestaciones de bienestar de los individuos
debían ser administradas por el Estado. Esto conllevo a que académicos e intelectuales creyeran que
la única forma de gobierno viable y productivo era la del Estado Benefactor, en el entendido, de no
poderse concebir una nación sin políticas de bienestar y tampoco una economía capitalista sin el
Estado como aliado.

Es así como el Estado Benefactor delega en sus instituciones la garantía de la supervivencia digna
de los seres humanos, suponiendo un tipo de igualdad y equidad en la satisfacción de las necesidades
básicas, siendo un Estado al contario del Estado neoliberal donde las instituciones públicas no
cumplen con la mayor cobertura de velar por el bienestar de la población. Entre sus numerosas
funciones está el de humanizar el trabajo y cambiar esa concepción de la mano de obra como
mercancía, asegurar una educación de buena calidad, un servicio de salud apropiado, una vivienda
digna, alimentación a familias de escasos recursos y principalmente el hecho de brindar una mano
de obra calificada a la industria.

Bauman3, explica que uno de los gestores del Estado Benefactor fue el economista William
Beveridge el cual tenía la idea de que no era suficiente proclamar la libertad para todos, hacía falta
asegurarse que tuvieran los medios y la voluntad de usar esa libertad. Beveridge propone un plan de
seguridad social en donde cada ciudadano que trabaje reciba un ingreso que lo mantenga cubierto de
necesidades cuando por cualquier razón se vea impedido de trabajar.

Un aspecto relevante dentro del Estado Benefactor es su relación con la ética del trabajo, en donde
se estipularon dos posiciones importantes acerca del trabajo como herramienta para vivir. En primera
instancia, se plantea la noción de que la vida debe ser sostenida por el trabajo, sin embargo esa norma
no se cumplió universalmente ya que no todos los individuos lograron tener un trabajo con el cual
sobrevivir, y es aquí donde la ética del trabajo amparada en el Estado Benefactor reflejaba que era
necesario ayudar a las personas que no tenían trabajo o que por alguna circunstancia se encontraban
desocupadas, según este primer criterio el Estado Benefactor es necesario para el sostenimiento de
la ética del trabajo y por ende, de la vida de los individuos. Por otra parte, se explicaba que si se
garantiza una vida digna y decente a partir de la riqueza común, esto creaba la idea de que el bienestar
público no solo se diera en el marco del empleo sino también de la ostentación de una ciudadanía
política, convirtiendo a la ética del trabajo en un sustento más allá del desempeño económico.

3 Bauman, “Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres”.

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Según lo planteado por Beveridge, la ética del trabajo había cumplido su misión pero surgía un gran
problema, qué hacer si por cualquier razón, no había trabajo disponible o no era posible tomar un
empleo aunque lo hubiera, ese era el gran temor de la iniciativa, pero se planteó que un seguro
comunitario disiparía temores y devolvería la libertad que todo esfuerzo de autoafirmación necesita.

La propuesta de Beveridge recibió apoyo casi universal, precisamente porque eliminaba


la investigación de ingresos. Pocos si es que alguno llegó a calcularlo vieron mal los
costos fiscales que implicaría, y prácticamente nadie se quejó de no poder contribuir a ese
beneficio social del mismo modo que los integrantes de una familia aceptan que todos
tienen el mismo derecho al alimento, sin hacer primero un inventario de la comida
disponible y averiguar si hay suficiente para calmar el apetito de todos4.

El hecho de que se eliminara la investigación de ingresos conllevó a que la totalidad de la población


pensara que el dinero había sido bien invertido por el Estado Benefactor, después de todo, esos fondos
se utilizaron para cubrir costos que beneficiaban a todos sin excluir género o condición social, es así
como los ciudadanos llegarían a pensar que se encontraban bajo la batuta de un gobierno justo entre
derechos y obligaciones.

Se pensaba que si la prestación de servicios se limita por una investigación de ingresos, la comunidad
sufriría una polarización entre quienes dan sin conseguir nada y los que consiguen sin dar, siendo
muy criticado por los sectores productivos que expresaban que se les sacaba dinero a los exitosos
para brindárselos a los ociosos. Durante casi un siglo la democracia hizo pensar que aunque algunos
necesiten con más urgencia de servicios sociales que otros, la existencia de estos servicios y su
disponibilidad universal benefician a todos.

En la actualidad, se demuestra que la asistencia del Estado es precaria, el tener dinero a partir de la
reducción de impuestos es mucho mejor que recurrir a la asistencia de un Estado que cada día pierde
legitimidad. Por lo tanto, el capitalismo y el Estado Benefactor no son compatibles, y el Estado lleva
todas las de perder, ya que la presión ejercida por la mentalidad del capitalista es abrumadora.

4 Bauman, “Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres”, 78-79.

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Surgimiento de la pobreza y la marginalidad

Posterior de la fragmentación y decadencia del Estado Benefactor en la década de los años 80 y 90


del siglo XX, y el surgimiento de las políticas neoliberales que visibilizaban empresarios deseosos
de producir sin cesar, la ética del trabajo tan benevolente del Estado Benefactor se transforma en una
ética para el beneficio de unos pocos y la desprotección de muchos. Las transnacionales dejan de
necesitar miles de trabajadores y empiezan a aumentar sus ganancias sin necesidad de tener la misma
mano de obra de antes y si llegan a necesitarla la encuentran fácilmente en países en condiciones de
vulnerabilidad socio-económica.

Las grandes transnacionales empiezan a medir su progreso por la reducción de personal y el


reemplazo de seres humanos por software, no es de extrañar, que las principales preocupaciones y
temores de los europeos contemporáneos es la amenaza de quedarse sin trabajo. La ética del trabajo
ya no refleja la necesidad de la industria, la nueva ética del trabajo legitima la pobreza poniéndola
como un flagelo inevitable originado de manera intrínseca por cada individuo. Es a partir de la caída
del Estado Benefactor, el surgimiento de políticas neoliberales, la tergiversación de la ética del
trabajo y la revelación del llamado Estado Penal como se forja la invención de la llamada clase
marginada.

Se arroja a la gente a la marginalidad porque se la considera definitivamente inútil, algo


sin lo cual todos los demás viviríamos sin problemas. Los marginados afean un paisaje
que, sin ellos, sería hermoso; son mala hierba, desagradable y hambrienta, que no agrega
nada a la armoniosa belleza del jardín pero priva a las plantas cultivadas del alimento que
merecen. Todos nos beneficiaríamos si desaparecieran5.

En este sentido, la marginalidad no es una simple cuestión de pobreza, más bien, muchas personas
terminan dentro del fenómeno de la marginalidad por factores de psicopatologías y que quizás
intensificadas en situaciones de pobreza pero no determinadas por ella. La clase marginal crea una
frontera con los pobres, ya que estos se diferencian de que son gente decente que pasa por un periodo
de mala suerte y que, a diferencia de los marginados, estos elegirán lo correcto y encontraran por fin
el camino a tomar para volver a los limites aceptados por la sociedad. Del mismo modo que caer en
la marginalidad salir de la pobreza es una elección que se toma de manera libre.

5 Bauman, “Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres”, 104.

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Dentro de la clase marginal, se encuentran las madres solteras que dependen de asistencia social, los
mendigos, pordioseros, alcohólicos, drogadictos, criminales callejeros, inmigrantes ilegales y
miembros de pandillas juveniles. La clase marginada es una categoría de personas que está por debajo
de las clases, fuera de toda jerarquía, sin oportunidad ni siquiera necesidad de ser readmitida en la
sociedad organizada. Es gente sin función, que ya no realiza contribuciones útiles para la vida de los
demás y, en principio, no tiene esperanza de redención

La misma flexibilidad de la definición se presta a que el término se use como rótulo para estigmatizar
a todos los pobres, independientemente de su comportamiento concreto en la sociedad.

Se arroja a la gente a la marginalidad porque se la considera definitivamente inútil, algo


sin lo cual todos los demás viviríamos sin problemas. Los marginados afean un paisaje
que, sin ellos, sería hermoso; son mala hierba, desagradable y hambrienta, que no agrega
nada a la armoniosa belleza del jardín pero priva a las plantas cultivadas del alimento que
merecen. Todos nos beneficiaríamos si desaparecieran.6

A partir del creciente número de integrantes de la clase marginal también se incrementa la


criminalidad, en determinados casos, esta criminalidad no se gesta a partir de una negligencia de la
sociedad, sino que es producto propio de la sociedad de consumo, es decir que el mercado seduce a
los individuos con sus productos, donde estos al no poder adquirir estas mercancías a través de la
compra de ellas, se involucran en la criminalidad para poder adquirir tales objetos y caer en el juego
de la seducción del mercado.

La pobreza, entonces, deja de ser un tema de política social para convertirse en asunto de
justicia penal y criminal. Los pobres ya no son los marginados de la sociedad de consumo,
derrotados en la competencia feroz; son los enemigos declarados de la sociedad7.

Al criminalizar la pobreza, los pobres dejan de ser un problema ético y no se les debe defender si se
les trata con crueldad. Es así como la ética del trabajo de la que se habló anteriormente y que se
preocupaba por los que no tenían trabajo, ahora pasa a ser esencial para desacreditar al Estado
Benefactor de fomentar la dependencia de los individuos marginados a los sujetos productivos,
siendo esta la principal justificación para la caída del Estado Benefactor y el surgimiento del Estado
Penal, pues a la atrofia deliberada del estado social corresponde la hipertrofia distópica del Estado

6 Bauman, “Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres”, 104.


7 Bauman, “Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres”, 119.

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Penal: la miseria y la extinción de unos tienen como contrapartida directa y necesaria la grandeza y
la prosperidad insolente del otros8.

El ser desplazado/a y mantenido/a al margen de los recursos económicos y de las


oportunidades sociales, es diferente de la mera condición de pobreza material o del tener
poco dinero y pocos objetos. Por ejemplo, un/a delincuente puede conseguir bienes
materiales y dinero por medio de sus crímenes, y ser igualmente un/a marginado/a y/o
marginal. La marginación, una de cuyas partes fundamentales es la carencia material, da
lugar a lo que se podría definir como una situación de precariedad general y constante.9

Por ende, la soberanía moderna ha sido tergiversara mediante la politización de la vida de los
individuos, en favor de los gobiernos que ostentan su poder a favor de la potestad sobre la vida de
las personas, destacando las vidas que reúnan los requisitos para coexistir y que puedan tener una
vida políticamente cualificada. De este modo, la soberanía se convierte en un arma poderosa que
excluye e incluye a partir de los intereses del Estado, excluyendo esas vidas que pueden ser
desaparecidas sin cometer homicidio ya que son consideradas como nocivas socialmente.

Estado penal

El Estado Penal puede ser entendido como una cultura de carácter global implementada por los
gobiernos en concordancia con sus fuerzas policiales y militares, teniendo su gestación más visible y
mediática en el siglo XX con los regímenes totalitarios europeos. Si bien, es importante destacar que
Estados Unidos realizó una maximización de estas prácticas volviéndolas referente de políticas de
Estados a nivel global, destacándose desde hace más de dos décadas la cuadruplicación de la
población penitenciaria, estas políticas fueron impulsadas por los neoconservadores que tuvieron el
rol de constituirlo e internacionalizarlo, esa nueva doxa punitiva pone de relieve el retroceso del sector
social del Estado y el despliegue de su brazo penal.

En este contexto, la gestación del Estado Penal tiene su referente en el Manhattan Institute que
organizo a principios de los noventa una conferencia y posteriormente se publica un número especial
de la Revista City sobre la calidad de vida y la idea principal del carácter sagrado de los espacios

8 Wacquant, “Las Cárceles de la Miseria”, 88.


9 Monares, “Neoliberalismo, marginación y delincuencia juvenil”, 6.

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públicos que es indispensable en la vida urbana, al contrario del desorden en que se complacen las
clases pobres en el terreno natural del delito y el crimen, se vislumbran muchos postulados acerca de
cómo mitigar la pobreza y la marginalidad principalmente en Nueva York.

Una de esas teorías más relevantes, es la ventana rota, esta teoría sostiene que si se lucha contra los
pequeños desordenes cotidianos se logra hacer retroceder las grandes patologías criminales, el
objetivo de esta reformulación es calmar el temor de las clases medias y altas y para ello, se utiliza la
multiplicación de efectivos y equipamiento de las brigadas, la reasignación de las responsabilidades
operativas y los comisarios del barrio con la obligación de obtener resultados en términos
cuantitativos y un relevamiento informatizado, todo esto encajado dentro de una tolerancia cero; es
con estos postulados y estas ideas que se empieza a expandir y se internacionalizan a muchas partes
del mundo incluyendo América Latina.

En efecto, para agosto de 1998, el presidente de México lanza una cruzada nacional contra el crimen,
su objetivo era imitar programas como la tolerancia cero en Nueva York. En septiembre del mismo
año, el ministro de seguridad y justicia de Buenos Aires también busca aplicar la doctrina de la
tolerancia cero. En enero de 1999, el nuevo gobernador del Estado de Brasilia anuncia la aplicación
de la tolerancia cero y así sucesivamente en otros países y ciudades como Francia, Italia, Nueva
Zelanda, Inglaterra, Austria, Ciudad del Cabo, Toronto. Estos estados a partir de la implementación
del Estado Penal no empezaran a responder a la terrible miseria de los barrios desheredados mediante
un fortalecimiento de su compromiso social, sino con un endurecimiento de su intervención penal.

Estos Estados a partir de la implementación del Estado Penal no empezaron a responder a la terrible
miseria de los barrios desheredados mediante un fortalecimiento de su compromiso social, sino con
un endurecimiento de su intervención penal.

Lejos de contradecir el proyecto neoliberal de desregulación y extinción del sector público,


el irresistible ascenso del Estado Penal norteamericano constituye algo así como su negativo
en el sentido de reverso pero también de revelador, porque traduce la puesta en vigencia de
una política de criminalización de la miseria que es el complemento indispensable de la
imposición del trabajo asalariado precario y mal pago como obligación ciudadana, así como
de la nueva configuración de los programas sociales en un sentido restrictivo y punitivo que
le es concomitante.

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En este contexto, el aparato carcelario pasa a ocupar el lugar predominante dentro de la


criminalización de la miseria. La prisión empieza a ser un compresor artificial del desempleo, ya que
encierra millones de hombres que pasan a ser individuos que ya no buscan empleos; otro de los
aspectos del sistema carcelario es el de ser excluyente y racista al poseer entre sus rejas un gran
número de negros, ocasionando con ello la supresión del gueto considerado como la conformación
de un grupo peligroso y desviado; y por último la institución carcelaria está más en contacto directo
con los programas y organismo encargados de asistir a las poblaciones desheredadas.

En igual forma que se criminaliza a los negros también pasa con los extranjeros. En toda Europa se
produce una tendencia de prácticas policiales, judiciales y penales, aplicadas principalmente a las
personas de fenotipo no europeo, y estas son sometidas a la estigmatización y arbitrariedad policial y
jurídica, a tal punto de gestarse un proceso de criminalización de los inmigrantes.

Así se propaga en Europa un nuevo sentido común penal neoliberal con el eslogan de la tolerancia
cero, el agravamiento de las penas, la erosión de la especifidad del tratamiento de la delincuencia
juvenil, la puesta en la mira de las poblaciones y los territorios considerados de riesgo, la
desregulación de la administración penitenciaria y la redefinición de la división del trabajo penal entre
público y privado, en perfecta armonía con el sentido común neoliberal en materia económica y
social, al que completa y confirma suprimiendo toda consideración de orden político y cívico para
extender el modo de razonamiento economicista, el imperativo de la responsabilidad individual cuyo
reverso es la irresponsabilidad colectiva y el dogma de la eficiencia del mercado al ámbito del crimen
y el castigo .

En el neoliberalismo existe una relación muy estrecha entre las drogas y la producción de
capital, debido no sólo a la globalización del hiperconsumo sino también por la "violencia
económica" la cual incluye trabajos mal pagados, falta de oportunidades para los jóvenes,
ausencia de servicios sociales, marginación social, etcétera. Este tipo de violencia es clave en
el surgimiento y la expansión del tráfico de drogas como empresa transnacional y como una
herramienta de negocios.

Sociedades del control y la vigilancia

A partir del surgimiento del Estado Penal en donde se criminaliza la pobreza, también se ve necesario
el hecho de proteger a todos los individuos que pueden ser vulnerables en sufrir alguna lesión por

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parte de estos “criminales”. Es así como las ciudades empiezan a convertirse en sociedades de
vigilancia en donde se instalan dispositivos de control que son situados con el fin de observar con
detalle a la población y poder influir, administrar, cuidar y controlar a los individuos socialmente
rentables. Estos dispositivos tienen como objetivo asegurar la previsión de una serie de eventos
probables y garantizar el futuro, excluyendo percances que pudieran perturbar ocasionados por
personas que aparentemente pueden poner en peligro el desarrollo normal de ciertas relaciones
sociales.

Por ende, se establece que las nuevas tecnologías utilizadas incluyen dispositivos de vigilancia
biométricos que permiten la detención de la variación de emanaciones corporales, basada en el
análisis de calor, luz, presión movimiento, otros como el chip de localización, desde brazaletes o
electrodos incrustados en la piel, hasta aquellos insertos en las tarjetas de crédito, débito y cartas de
identidad de las personas, al igual que detectores de pulsaciones, movimientos de vista,
identificadores de voz, sangre, orina y saliva, estos son los dispositivos utilizados para la vigilancia
de la población, conllevando a la construcción de bases de datos en las cuales se puede guardar,
recuperar, combinar, analizar e intercambiar información.

Los dispositivos de vigilancia pueden ser utilizados de diferentes formas como asegurar la identidad
de personas o grupos, establecer patrones de consumo de bienes materiales y culturales, pueden
controlar los flujos y la movilidad espacial, pueden garantizar la seguridad de las fronteras y prevenir
atentados y combatir a los criminales. El cuerpo entonces, se transforma como nunca en una fuente
de información, se le observa en su conjunto o solo en una parte, para luego ser representado en un
código digital.

Otro de los aspectos más importantes de los dispositivos de vigilancia es el hecho de la consolidación
del ADN como el principio ontológico de identificación que hace posible observar en gran medida
la conformación del cuerpo como un código, la expansión de las pruebas de identificación en gran
parte a través del ADN. A partir de lo anterior, se entrevé la instalación de dispositivos electrónicos
de vigilancia como la solución técnica para un campo de problemas relacionados con la microgestión
de riesgos y miedos, permitiendo una micropolítica de la seguridad.

A partir de esa violencia urbana que se ha gestado en consecuencia del desmonte del Estado
Benefactor, que dejó desprovisto a mucha población y la cual para sobrevivir se inclinó por el
vandalismo y la criminalidad, incrementando el número de delitos y la violencia criminal, causando

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una fragmentación de los espacios latinoamericanos en donde las clases medias y sectores mejores
ubicados se están atrincherando en Bunkers Urbanos o suburbanos, estos bunkers tienen guardias
privados y sistemas de vigilancia alrededor de su edificación estas zonas son llamadas Islas de
Bienestar, mientras que las clases peligrosas excluidas y marginadas se ubican en Zonas de Poder
Salvaje caracterizando estos lugares por la confluencia de violencia y pobreza, donde se registran los
delitos más violentos, en donde impera la violencia policiaca y procurarse un arma resulta la mejor
opción de resguardo10.

En ambos espacios de la ciudad los bunkers de clases medias y altas, así como en las
zonas de poder salvaje se construye día a día una cultura del miedo; propician en ellos la
construcción de fronteras para limitar, cercar y contener lo que se considera representa
peligro: La inseguridad y el delito.11

Ideas finales

Es interesante reflexionar sobre el rol de la criminalidad y la economía en los países de la Unión


Europea, donde se tienen altos índices de encarcelamiento, mercados desregulados, desigualdades
sociales profundas y el sistema de protección más mezquino; a diferencia de los países Escandinavos
que se resistieron a la desaparición total del Estado Benefactor y tienen sólidamente arraigado las
instituciones de redistribución y reparto de riesgos y también sean los que menos encierran y utilizan
penas punitivas.

En consecuencia, las secuelas que causa el haber estado en prisión, como la perdida de trabajo,
vivienda, prestaciones sociales y el debilitamiento de las relaciones sociales, eso en el caso de estar
dentro de la cárcel, pero cuando se sale se necesita dinero para adquirir ropa, regalos, consumo de
productos, y también el hecho de ir a buscar trabajo y tener una hoja de vida con pasado judicial
afecta mucho para la reinserción y reincorporación del individuo a la vida civil, colocando a la prisión
como gestora de miseria.

En definitiva, se vislumbra la realidad en la que se encuentran millones de habitantes


norteamericanos, europeos y latinoamericanos, que por ser pobres o haber cometido algún delito, son

10 Arteaga, “Sociedad de la vigilancia en el sur global. Mirando América Latina”.


11 Arteaga, “Sociedad de la vigilancia en el sur global. Mirando América Latina”.

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el experimento del Estado Penal para estigmatizarlos y controlarlos a través de mecanismos


tecnológicos, porque se convierten en nocivos y peligrosos para la sociedad productiva.

Referencias

Agamben, Giorgio. (2003). Homo Saccer I. El poder soberano y la Nuda vida. Valencia: Pre-Textos.

Arteaga, Botello, Nelson. (2009). Sociedad de la Vigilancia en el Sur Global. México: Universidad
Autónoma de México.

Bauman, Zygmunt. (2005). Trabajo, Consumismo y Nuevos Pobres. Barcelona: Gedisa.

Estévez, Ariadna. (2013). Capitalismo gore, Sayak Valencia. Frontera norte vol.25 no.50 México jul.
/dic. 2013.

Foucault, Michael. (1996). Seguridad, territorio, población. México: Fondo de Cultura Económica.

Hardt, Michael y Negri, Toni. (2000) Imperio. Cambridge. Massachusetts: Harvard University Prees.

Monares, Andrés. (2008). Neoliberalismo, marginación y delincuencia juvenil. Polis Revista


Latinoamericana.

Wacquant, Loic. (2004). Las Cárceles de la Miseria. Argentina: Ediciones Manantial.

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