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Henry E. Dudeney

Los Gatos
del Hechicero
y nuevas diversiones matemáticas

Edición a cargo de Diego Uribe


Colección dirigida por Jaime Poniachik y Daniel Samoilovich
Escaneado: Jacgarper
Edición digital: Sargont (2019)

Traducción: Carlos Gardini

©1995, by Juegos & Co. S.R.L. - Buenos Aires, Argentina


©1995, by Zugarto Ediciones S.A. - Madrid, España

I.S.B.N.: 84-605-2108-7
Depósito Legal: M-955-1955

Impreso en España - Printed in Spain


HENRY ERNEST DUDENEY

Henry Ernest Dudeney nació en la villa de Mayfield, al sur de Ingla-


terra, el 10 de abril de 1857. Junto al norteamericano Sam Loyd (1841-
1911) son los más notables inventores de problemas de ingenio de todos
los tiempos. Ambos desarrollaron su obra publicando en diversas revistas
a lo largo de muchos años. En una evaluación de estos dos genios del
ingenio, Martin Gardner escribió: “Loyd fue un chispeante y prolífico
creador de acertijos, pero cuando se trata de problemas de naturaleza ma-
temática, Dudeney lo supera claramente”. Durante veinte años Dudeney
escribió e ilustró una página de entretenimientos ―‘Perplexities’― para
la popular revista mensual inglesa The Strand Magazine, la misma que
por entonces publicaba las aventuras de Sherlock Holmes.
A la vez que inventa una cantidad descomunal de nuevos problemas,
Dudeney se destaca en la resolución de persistentes enigmas. Algunas
cuestiones que venían resistiendo los métodos de expertos matemáticos
son finalmente dilucidadas por él. La habilidad matemática la adquirió
Dudeney por su propia cuenta, acaso por no haber asistido jamás a una
escuela.
Los Gatos del Hechicero es una selección tomada del libro Amuse-
ments in Mathematics, quizás su obra de más largo aliento (una primera
parte fue publicada con el número 8 en esta misma colección, con el título
de El Acertijo del Mandarín, y el resto será publicado próximamente).
Fue el propio Dudeney quien recopiló el material de Amusements in Mat-
hematics en forma de libro, dedicándose de tal modo a la tarea que llegó
inclusive a corregir las pruebas de imprenta. El resultado fue una obra
notablemente libre de errores. Hoy, a más de ochenta años de su apari-
ción, sólo se han podido mejorar sus resultados en muy contados casos.
Dudeney murió el 24 de abril de 1930. Estuvo casado con una prolifica
autora de novelas románticas, Alice Dudeney, muy conocida en su época,
con la que tuvo una hija.

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NOTA

Henry Ernest Dudeney vivió gran parte de su vida bajo el reinado de


Victoria, y el clima de la Inglaterra victoriana impregna todos sus acerti-
jos. Hemos intentado conservarlo, no sólo en las ilustraciones (muchas de
ellas obra del propio Dudeney), sino también en los detalles de la vida
diaria. Así, el lector se encontrará con que los precios están en peniques,
las longitudes en pulgadas o las superficies en acres. Esto de ninguna ma-
nera afecta ni la comprensión ni la solución del problema: si se prefiere,
se puede reemplazar mentalmente libras por pesos o pesetas, galones por
litros o yardas por metros. El resultado numérico será siempre el mismo;
únicamente habrán cambiado los nombres de las unidades. Sólo en un par
de casos, cuando el acertijo apelaba a la intuición o al sentido de las pro-
porciones del lector, se ha realizado la transformación a unidades métri-
cas.
Como se dijo en la página anterior, el presente libro forma parte de la
obra Amusements in Mathematics, del que ya se publicó una primera
parte. Para hacer el libro lo más autosuficiente posible, se decidió incluir
el prefacio y el encabezamiento de algunas secciones, donde Dudeney
hace una introducción a los acertijos que siguen a continuación. Esta es-
casa media docena de páginas ya aparecieron en El Acertijo del Manda-
rín; rogamos a los lectores que lo hayan leído que disculpen la repetición.
D.U.

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PREFACIO

Al publicar este volumen de mis acertijos matemáticos, algunos ya


aparecidos en publicaciones periódicas y otros editados aquí por vez pri-
mera, debo agradecer el aliento que me han brindado muchos desconoci-
dos de mi patria y del extranjero, quienes han manifestado en sus cartas
el deseo de tener una compilación de estos problemas, con algunas solu-
ciones explicadas con mayor detalle del que permiten las revistas y los
periódicos. Aunque incluyo algunos acertijos que han cautivado al mundo
durante generaciones, y sobre los cuales creí poder aportar algo nuevo, la
mayoría de ellos son originales. Lo cierto es que algunos han gozado de
gran difusión gracias a la prensa, y es posible que el lector se alegre de
conocer la fuente.
En cuanto a los acertijos matemáticos en general, poco me queda por
decir que ya no haya escrito en otras partes. La historia del tema se rela-
ciona estrechamente con la historia del comienzo y el desarrollo del pen-
samiento exacto en el hombre. El historiador debería comenzar por la pri-
mera ocasión en que el hombre logró contar sus diez dedos y dividir una
manzana en dos partes aproximadamente iguales. Cada acertijo digno de
consideración se puede remitir a la matemática y la lógica. Todo hombre,
mujer y niño que procura “razonar” la respuesta al acertijo más simple
está recurriendo -aunque no necesariamente a sabiendas- a la matemática.
Aun los acertijos que sólo pueden abordarse mediante intentos fortuitos
se pueden incluir en el método que han denominado “ensayo glorificado”,
un sistema para ahorrar esfuerzos mediante la elusión o la eliminación de
aquello que nuestra razón nos indica como infructuoso. A veces no es
fácil aseverar dónde comienza y dónde termina lo “empírico”.
Cuando un hombre dice “jamás en mi vida he resuelto un acertijo”,
cuesta saber a qué se refiere, pues cada individuo inteligente resuelve
acertijos todos los días. Los infortunados internos de nuestros manico-
mios están allí precisamente porque no pueden resolver acertijos, porque
han perdido la facultad de razonar. Si no hubiera acertijos que resolver,
no habría preguntas que formular; y si no hubiera preguntas que formular,

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vaya mundo que tendríamos. Todos seríamos igualmente omniscientes, y
la plática sería inútil y ociosa.
Algunos matemáticos excesivamente rigurosos ―que en su ciencia fa-
vorita se impacientan con toda terminología que no sea la académica, y
que se oponen a que las elusivas x e y aparezcan con cualquier otro nom-
bre― desearían quizá que algunos problemas se presen
taran con un ropaje menos popular y se introdujeran con menos desen-
fado. Sólo puedo remitirlos a la primera palabra de mi título y recordarles
que aquí nos proponemos ante todo divertimos, aunque no, por cierto, sin
la esperanza de recoger algunos conocimientos sobre la marcha. Si el es-
tilo es ligero, sólo puedo repetir aquellas palabras de Touchstone: “un
asunto aciago, pero mío; un capricho mío por el que pido excusas”.
En cuanto a las dificultades, algunos de los acertijos, especialmente en
la sección Problemas aritméticos y algebraicos, son bastante fáciles.
Pero aun los ejemplos que lucen más sencillos se deben abordar juiciosa-
mente, pues una y otra vez el lector descubrirá escollos o trampas más o
menos sutiles. Es buen ejercicio cultivar el hábito de ser muy cautos al
leer un acertijo. Nos enseña precisión y cautela. Pero algunos problemas
son huesos duros de roer, y no son indignos de la atención del matemático
avezado. Los lectores sin duda seleccionarán de acuerdo con sus predi-
lecciones.
En muchos casos sólo brindamos la respuesta. Esto deja al principiante
algo que hacer por su cuenta al elaborar el método de solución, y ahorra
espacio que se desperdiciaría desde la perspectiva del estudiante avan-
zado. Por otra parte, en ciertos casos que considero de particular interés,
presento soluciones extensas y trato los problemas de manera general. El
lector comprobará que las notas sobre un problema a menudo sirven para
elucidar muchos otros del libro, de manera que las dificultades se despe-
jarán a medida que avance. Donde es posible decir algo de manera que lo
entienda “el común de las gentes”, prefiero usar frases sencillas, y así
ganarme la atención y el interés de un público más amplio. En tales casos,
el matemático no tendrá dificultad para expresar el asunto de marras con
sus familiares símbolos.
He leído las pruebas con muchísimo cuidado, confiando en que se ha-
yan deslizado muy pocos errores. Si tal fuera el caso, sólo puedo alegar,

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en palabras de Horacio, que “el buen Homero a veces se adormila”, o,
como dijo el obispo, “Ni siquiera el cura más joven de mi diócesis es
infalible”.
Debo expresar mi particular agradecimiento a los propietarios de The
Strand Magazine, Cassell’s Magazine, The Queen, Tid-Bits y The Weekly
Dispatch por la cortesía de permitirme reeditar algunos de los acertijos
que se han publicado en las páginas de esas revistas.

En el Club del Autor,


25 de marzo de 1917

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PROBLEMAS ARITMÉTICOS Y ALGEBRAICOS

“¿Y qué era él?


Por cierto, un gran aritmético.”
SHAKESPEARE, Otelo, I, i.

Para comodidad del lector, dividimos en clases los acertijos de esta


sección. Algunos son muy fáciles, otros sumamente dificultosos. Pero no
están presentados en orden de dificultad. Esto es intencional, pues es con-
veniente que el lector ignore las características del acertijo. Por tanto,
puede resultar tan fácil como parece, o puede contener algún contra-
tiempo con el cual podemos tropezar por falta de cuidado o por exceso de
confianza.
Además, los acertijos aritméticos y algebraicos no están separados se-
gún la modalidad adoptada por algunos autores, quienes arbitrariamente
requieren que ciertos problemas se resuelvan mediante uno u otro método.
El lector escoge y determina cuáles acertijos podrá resolver con recursos
puramente matemáticos.

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ACERTIJOS CON DINERO

“No deposites confianza en tu dinero,


mas deposita tu dinero a buen recaudo.”
OLIVER WENDELL HOLMES.

1. Extraña coincidencia
Siete hombres, que se llamaban Adams, Baker, Cárter, Dobson, Ed-
wards, Francis y Gudgeon, se habían embarcado recientemente en una
partida de un juego cuyo nombre no tiene relevancia. Habían convenido
en que cada vez que un jugador perdiera una partida duplicaría el dinero
de cada uno de los demás jugadores, es decir, debía dar a los jugadores
tanto dinero como ellos ya tenían en el bolsillo. Jugaron siete partidas y,
por extraño que resulte, cada cual perdió una partida, en el orden en que
se presentan sus nombres. Pero la coincidencia más curiosa es la si-
guiente: cuando terminaron de jugar cada uno de los siete tenía exacta-
mente la misma cantidad -ciento veintiocho peniques- en el bolsillo. El
acertijo consiste en averiguar cuánto dinero tenía consigo cada cual antes
de sentarse a jugar.
Solución

2. Una solicitud caritativa


Un hombre encomendó a sus albaceas que una vez por año distribuye-
ran exactamente 660 peniques entre los pobres de su parroquia, pero sólo
debían continuar con la donación mientras pudieran hacerlo de modos di-
versos, siempre entregando 18 peniques a cada integrante de un determi-
nado conjunto de mujeres y 30 peniques a cada integrante de un determi-
nado conjunto de hombres. ¿Durante cuántos años se pudo realizar esta
obra de caridad? Desde luego, por “modos diversos” se entiende una can-
tidad diferente de hombres y mujeres en cada oportunidad.
Solución

3. Las cenas de Noche Vieja

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El propietario de un pequeño café londinense me ha dado unas cifras
interesantes. Declara que las damas que acuden solas a ese sitio a consu-
mir un refrigerio pagan un promedio de dieciocho peniques, que los hom-
bres sin compañía gastan treinta peniques, y que cuando un caballero
acude con una dama gasta 126 peniques. En Noche Vieja dio de cenar a
veinticinco personas, y recibió un total de 1.200 peniques. Ahora bien,
suponiendo que sus estimaciones hayan sido atinadas en cada caso,
¿cómo estaba compuesta su clientela en esa ocasión? Desde luego, hemos
de suponer que sólo había presentes caballeros solos, damas solas y pare-
jas (una dama y un caballero), pues no tenemos en cuenta los grupos más
numerosos.
Solución

4. Carne y salchichas
—Una vecina mía ―dijo la tía Jane― compró cierta cantidad de carne
a 24 peniques la libra, y la misma cantidad de salchichas a 18 peniques la
libra. Le señalé que si hubiera dividido equitativamente el mismo dinero
entre la carne y las salchichas habría ganado dos libras en el peso total.
¿Puedes decirme exactamente cuánto gastó?
—Por cierto, no es cosa mía ―respondió la señora Sunniborne―, pero
una mujer que paga semejantes precios no debe tener mucha experiencia
en economía doméstica.
—Estoy de acuerdo contigo, querida —replicó la tía Jane—, pero aquí
no nos interesa ese problema, como tampoco el nombre ni la moral del
comerciante.
Solución

5. Dando cambio
Todos conocemos las dificultades que a menudo se presentan con el
cambio, y sabemos que a veces la asistencia de un tercero con algunas
monedas en el bolsillo nos ayuda a resolver el problema. He aquí un ejem-
plo. Un inglés entró en una tienda de Nueva York y compró mercancías
a un coste de treinta y cuatro céntimos de dólar. El único dinero que tenía

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era un dólar, una moneda de tres céntimos y una de dos céntimos. El co-
merciante tenía sólo medio dólar y un cuarto de dólar. Pero había otro
cliente allí, y cuando le pidieron ayuda extrajo dos monedas de diez cén-
timos, una de cinco, una de dos y una de uno. ¿Cómo se las apañó el
comerciante para dar cambio? Recordemos que un dólar contiene cien
céntimos. Un acertijo de esta naturaleza no debería causar ninguna difi-
cultad si se aborda de la manera adecuada.
Solución

6. El tendero y los asistentes


Un tendero tenía dos asistentes que rivalizaban en rapidez para atender
a los clientes. El joven de la tienda de comestibles podía pesar dos paque-
tes de azúcar de una libra por minuto, mientras que el joven de la tienda
de paños podía cortar tres medidas de una yarda de tela en el mismo
tiempo. El patrón, un día de poco movimiento, organizó una carrera. Dio
al joven de los comestibles un barril de azúcar y le pidió que pesara cua-
renta y ocho paquetes de azúcar de una libra, mientras el joven de las telas
cortaba un rollo de cuarenta y ocho yardas de tela en piezas de una yarda.
Hubo un lapso de nueve minutos en que los dos jóvenes fueron interrum-
pidos por los clientes al mismo tiempo, sólo que la interrupción al joven
de las telas terminó siendo diecisiete veces más larga que al joven de los
comestibles. ¿Cuál fue el resultado de la carrera?
Solución

7. Comprando higos
Aunque el siguiente acertijo trata sobre la compra de higos, nadie po-
drá decir que le importa dos higas, pues su rara solución es muy intere-
sante. Aunque a primera vista parece disparatado, todo funciona si lo exa-
minamos correctamente.
Un hombre fue a una tienda a comprar higos. Dijo que quería un pe-
nique de higos, y le dieron cinco higos.
—No es suficiente —señaló—. Falta un sexto.
—Pero si le doy un higo más —respondió el comerciante—, tendrá
usted cinco de sobra.

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Lo más raro es que ambos tenían razón. ¿Cuántos higos debería recibir
el comprador por 30 peniques?
Solución

8. Ladrón de bicicletas
He aquí un pequeño intríngulis que siempre se presenta con diversos
disfraces. Un ciclista compró una bicicleta por 15 libras y pagó con un
cheque de 25 libras. El vendedor fue a una tienda vecina y logró cambiar
el cheque. El ciclista, tras recibir el cambio de 10 libras, montó en la bi-
cicleta y desapareció. Resultó ser que el cheque no tenía fondos, y el ten-
dero vecino pidió al vendedor que le reintegrara la suma que le había
dado. El vendedor tuvo que pedir prestadas las 25 libras a un amigo, pues
el ciclista no había dejado su domicilio y se desconocía su paradero.
Ahora bien, teniendo en cuenta que la bicicleta le había costado 11 libras
al vendedor, ¿cuánto dinero perdió en total?
Solución

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ACERTIJOS DE EDAD Y PARENTESCO

“Setenta son los años que vivimos.”


Salmos, xc. 10

Durante siglos uno de los métodos predilectos para proponer acertijos


matemáticos ha consistido en plantearlos como preguntas relacionadas
con la edad de un individuo. En general se prestan a soluciones fáciles
mediante el uso del álgebra, aunque a menudo la dificultad estriba en for-
mularlas correctamente. Pueden resultar muy complejos y exigir bastante
ingenio, pero no se pueden postular leyes generales para resolverlos. El
lector debe recurrir a su propia sagacidad.
En cuanto a los acertijos relacionados con el parentesco, es curioso
que desconcierten a tantas personas. Aun en la conversación cotidiana,
alguna declaración concerniente al parentesco, que está muy clara en la
mente del que habla, confunde de inmediato a sus interlocutores. Expre-
siones tales como “Es la hermana del yerno de mi tío” no significan nada
para algunas personas sin una detallada y laboriosa explicación. En tales
casos lo más conveniente es bosquejar una breve tabla genealógica, donde
el ojo acude de inmediato en auxilio del cerebro. Como actualmente res-
petamos cada vez menos el linaje, la mayoría de las gentes han perdido el
hábito de trazar esas tablas, lo cual es lamentable, pues en ocasiones les
ahorrarían tiempo y les evitarían tener que devanarse los sesos.

9. La edad de ambos
—La edad de mi esposo —señaló el otro día una dama— se representa
invirtiendo los números de mi propia edad. Él es mayor que yo, y la dife-
rencia entre nuestras edades equivale a una undécima parte de la suma de
ambas.
Solución

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10. La edad de la señora Timpkins
EDWIN: ¿Sabes que cuando los Timpkins se casaron hace dieciocho
años, el señor Timpkins tenía el triple de la edad de su esposa, y hoy tiene
el doble de la edad de ella?
ANGELINA: ¿Entonces qué edad tenía la señora Timpkins el día de la
boda?
¿Puede usted responder a la pregunta de Angelina? I
Solución

11. La edad de Tomasito


Tomasito el Listo fue enviado a una nueva escuela. El primer día el
maestro le preguntó la edad, y ésta fue su extraña respuesta:
—Bien, verá usted. Cuando yo nací, y no recuerdo el año, mi única
hermana, Ann, tenía sólo un cuarto de la edad de mi madre, y ahora tiene
un tercio de la edad de mi padre.
—Todo eso está muy bien —dijo el maestro—, pero no quiero saber
la edad de tu hermana Ann, sino la tuya.
—A eso iba —respondió Tomasito— Yo sólo tengo un cuarto de la
edad actual de mi madre, y dentro de cuatro años tendré un cuarto de la
edad de mi padre. ¿No es curioso?
Esa fue toda la información que el maestro pudo sonsacar a Tomasito
el Listo. ¿Podría usted haber deducido su edad exacta a partir de esos
datos? Sin duda es un poco desconcertante.
Solución

12. Vecinos
Había dos familias de vecinos, los Jupp y los Simkin. La edad sumada
de los cuatro integrantes de la familia Jupp totalizaba cien años, y la edad
sumada de los Simkins totalizaba lo mismo. Se descubrió que en cada
familia, la cantidad obtenida sumando el cuadrado de la edad de cada hijo
al cuadrado de la edad de la madre era equivalente al cuadrado de la edad
del padre. Sin embargo, en el caso de los Jupp, Julia era un año mayor

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que su hermano Joe, mientras que Sophy Simkin era dos años mayor que
su hermano Sammy. ¿Qué edad tenía cada uno de los ocho individuos?
Solución

13. Fiesta familiar


Una fiesta familiar congregaba a 1 abuelo, 1 abuela, 2 padres, 2 ma-
dres, 4 hijos, 3 nietos, 1 hermano, 2 hermanas, 2 hijos varones, 2 hijas
mujeres, 1 suegro, 1 suegra y 1 nuera. Veintitrés personas, dirá usted. No;
había sólo siete personas presentes. ¿Cómo es posible?
Solución

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ACERTIJOS CON RELOJES

“¡Mirad el reloj!”
Leyendas de Ingoldsby

Al abordar algunos acertijos relacionados con relojes, y los tiempos


registrados por sus manecillas en determinadas condiciones, conviene te-
ner en cuenta cierta convención. A menudo una solución requiere dar por
sentado que las manecillas pueden registrar un tiempo que se mide en
fracciones de segundo. Por cierto, no es posible indicar ese tiempo.
¿Acaso el acertijo no tiene solución? La verdad de una conclusión dedu-
cida a partir de un silogismo lógico depende de las dos premisas asumi-
das, y lo mismo ocurre en matemática. Ciertas cosas se asumen como
antecedente, y la respuesta depende totalmente de la verdad de estos su-
puestos.
“Si dos caballos pueden arrastrar una carga de cierto peso —declara
Lagrange—, es natural suponer que cuatro caballos podrían arrastrar una
carga del doble de ese peso, y seis caballos una carga del triple de ese
peso. Aun así, estrictamente hablando, no sucede así. Pues la inferencia
se basa en el supuesto de que los cuatro caballos halan igualmente en
cantidad y dirección, lo cual rara vez ocurre en la práctica. A menudo
nuestros cálculos nos conducen a resultados que se apartan muchísimo de
la realidad. Pero el defecto no es de la matemática, pues la matemática
siempre nos devuelve exactamente lo que le damos. La razón era cons-
tante de acuerdo con ese supuesto. El resultado se basa en ese supuesto.
Si la suposición es falsa, el resultado es necesariamente falso.”
Si un hombre puede cosechar un campo en seis días, decimos que dos
hombres lo cosecharán en tres días, y tres hombres en dos días. Aquí su-
ponemos, como en el caso de los caballos de Lagrange, que todos los
hombres tienen exactamente la misma capacidad laboral. Pero supone-
mos aún más. Pues cuando tres hombres se reúnen quizá pierdan tiempo
chismorreando o jugando; o, por el contrario, cierto espíritu de compe-
tencia puede incitarlos a actuar con mayor diligencia. Podemos suponer
las condiciones que queramos en un problema, siempre que se expresen

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y se comprendan con claridad, y la respuesta estará en conformidad con
estas condiciones.

14. El reloj desconcertante


Un amigo extrajo su reloj de bolsillo y dijo:
—Este reloj no anda a la perfección; debo hacerlo revisar. He notado
que el minutero y el horario se juntan exactamente cada sesenta y cinco
minutos.
¿El reloj adelanta o atrasa, y cuánto por hora?
Solución

15. El aldeano
Un individuo jocoso que daba un paseo por la campiña se encontró
con un rústico sentado en un portón. Como el caballero no conocía bien
el rumbo, pensó en hacer preguntas al lugareño, pero a primera vista llegó
apresuradamente a la conclusión de que el hombre era el idiota de la al-
dea. Por tanto decidió poner a prueba la inteligencia del sujeto haciéndole
la pregunta más simple que se le ocurrió.
—¿Qué día de la semana es hoy, mi buen hombre? —preguntó.
He aquí la ingeniosa respuesta que recibió:
—Cuando pasado mañana sea ayer, hoy estará tan lejos del domingo
como hoy lo estaba del domingo cuando anteayer era mañana.
¿Puede el lector decir qué día de la semana era? Es evidente que este
campesino no era tan tonto como parecía. El caballero continuó la mar-
cha, confundido pero más sabio.
Solución

16. El reloj del club


La otra noche se descubrió que uno de los grandes relojes del Club de
los Pensadores se había parado justo cuando el segundero estaba a medio
camino entre las otras dos manecillas, como se muestra en la ilustración.
Uno de los socios propuso a sus amigos que le dijeran la hora exacta en
que (en caso de que el reloj no se hubiera parado) el segundero volvería

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estar exactamente a medio camino entre el minutero y la manecilla hora-
ria. ¿Sabe usted la respuesta?

Solución

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ACERTIJOS DE LOCOMOCIÓN Y VELOCIDAD

“La carrera no es para los veloces.”


Eclesiastés, IX, ii

17. Cobrando la pensión


—Hablando de gente rara —comentó un caballero que ocupa un
puesto en una oficina del gobierno—, uno de los personajes más exóticos
que conozco es una anciana viuda coja que sube una colina todas las se-
manas para cobrar su pensión en la oficina de correos de la aldea. Sube a
la velocidad de una milla y media por hora y baja a una velocidad de
cuatro millas y media por hora, así que sólo tarda seis horas en realizar el
viaje de ida y vuelta. ¿Alguien puede decirme qué distancia hay entre el
pie y la cima de la colina?
Solución

18. Sir Edwyn de Tudor

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En la ilustración tenemos un dibujo de sir Edwyn de Tudor acudiendo
al rescate de su amada, la bella Isabella, a quien un malvado barón tenía
cautiva. Sir Edwyn calculó que si viajaba a quince millas por hora llegaría
al castillo con una hora de antelación, mientras que si viajaba a diez millas
por hora llegaría con una hora de retraso. Era de suma importancia llegar
a la hora convenida exacta para que el rescate planeado tuviera éxito, y la
hora de la cita era las cinco, cuando la dama cautiva tomaría su té de la
tarde. El acertijo consiste en descubrir cuánta distancia debía recorrer sir
Edwyn de Tudor.
Solución

19. El cesto de patatas


Un hombre tenía un cesto que contenía cincuenta patatas. Propuso a
su hijo, a modo de recreación, poner esas patatas en el suelo en línea recta.
La distancia entre la primera y la segunda patata sería de una yarda, entre
la segunda y la tercera tres yardas, entre la tercera y la cuarta cinco yardas,
entre la cuarta y la quinta siete yardas, y así sucesivamente, con un incre-
mento de dos yardas por cada patata que se añadiera. Luego el niño debía
recogerlas y ponerlas en el cesto una cada vez, con el cesto colocado al
lado de la primera patata. ¿Qué distancia debía recorrer el niño para reco-
ger todas las patatas? No tendremos en cuenta el viaje que se requiere
para poner las patatas, así que comenzará desde el cesto, con todas las
patatas ya puestas en fila.
Solución

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ACERTIJOS DIGITALES

“Nueve dignidades las llamaban.”


DRYDEN, La flor y la hoja

Presento estos acertijos que tratan sobre los nueve dígitos (una clase
en sí mismos) porque siempre he pensado que merecen más consideración
de la que habitualmente reciben. Además del mero truco de “la prueba del
nueve”, muy poco se sabe en general acerca de las leyes relacionadas con
estos problemas, aunque cierto conocimiento de las propiedades de los
dígitos a menudo ofrece, entre otras cosas, verificaciones aritméticas que
son realmente útiles para ahorrar trabajo. Daré un ejemplo, el primero que
se me ocurre.
Si pidiéramos al lector que determinara si 15.763.530.163.289 es el
cuadrado de un número, ¿cómo procedería? Si el número hubiera termi-
nado en 2, 3, 7 u 8, sabría que no puede ser un cuadrado, pero nada en su
forma aparente le impide a éste serlo. Sospecho que en tal caso el lector
emprendería, con un suspiro o un gruñido, ante la ímproba tarea de extraer
la raíz cuadrada. Pero si prestara cierta atención al estudio de las propie-
dades digitales de los números, zanjaría la cuestión de este modo sencillo.
La suma de los dígitos es 59, cuya suma es 14, cuya suma es 5 (al cual
denominaré “raíz digital”) y por tanto sé que el número no puede ser un
cuadrado, y por esta razón. La raíz digital de sucesivos cuadrados de 1
hacia arriba es siempre 1, 4, 7 o 9, y nunca puede ser otra cosa. De hecho,
la serie 1, 4, 9, 7, 7, 9, 4, 1, 9 se repite hasta el infinito. La serie análoga
para números triangulares es 1, 3, 6, 1, 6, 3, 1, 9, 9. Así que tenemos una
verificación negativa, pues un número no puede ser triangular (es decir n2
+ n)/2 si su raíz digital es 2, 4, 5, 7 u 8.

20. El acertijo de los aparadores


Un hombre tema tres aparadores, cada uno de los cuales tenía nueve
puertas, como se muestra en el diagrama. Pidió a su empleado que pusiera
un número de una cifra, diferente en cada caso, en cada puerta del apara-
dor A, y que hiciera lo mismo con los aparadores B y C. Como aquí se

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permite considerar el cero como un dígito, y no se prohíbe usarlo como
número, el empleado tenía la opción de omitir cualquiera de los diez dí-
gitos de cada aparador.

Ahora bien, el patrón no aclaró que las puertas se debieran numerar en


ningún orden determinado, y quedó sorprendido, una vez finalizado el
trabajo, de que los números estuvieran mezclados en forma aparente-
mente indiscriminada. Cuando pidió explicaciones al empleado, el excén-
trico joven respondió que se le había ocurrido la idea de ordenar las cifras
para que en cada aparador formaran una simple suma, y las dos hileras
superiores de cifras produjeran la suma de la hilera inferior. Pero lo más
sorprendente era esto: que se las había apañado de tal modo que la suma
de A daba la menor suma posible, la suma de C daba la mayor suma po-
sible, y los nueve dígitos de los tres totales eran diferentes. El acertijo
consiste en demostrar cómo fue posible. No se permiten decimales y el
cero no puede figurar en el lugar de las centenas.
Solución

21. Las nueve fichas

Tengo nueve fichas, cada cual con uno de los nueve dígitos, 1, 2, 3, 4,
5, 6, 7, 8, 9. Las he dispuesto sobre la mesa en dos grupos, como se mues-
tra en la ilustración, para formar dos multiplicaciones. Usted descubrirá
que 158 por 23 es 3.634 y que 79 por 46 también da 3.634. Ahora bien,
el acertijo que propongo consiste en reordenar los fichas para obtener el
mayor producto posible. ¿Cuál es el mejor modo de ordenarlas? Recuerde

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que ambos grupos deben arrojar el mismo resultado al multiplicarse, y
que debe haber tres fichas multiplicadas por dos en un caso, y dos multi-
plicadas por dos en el otro caso, como en nuestro ejemplo.
Solución

22. Las diez fichas


En este caso usamos el cero además de 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. El acer-
tijo, como en el caso anterior, consiste en disponer las diez fichas de modo
que los resultados de las dos multiplicaciones sean iguales, y aquí uno
puede tener una o más cifras en el multiplicador, a su elección. Esto es
fácil de lograr; pero también hay que hallar los dos ordenamientos que
den pares de los productos más altos y más bajos posibles. Desde luego
hay que usar todas las fichas, y el cero no se puede colocar a la izquierda
de una hilera de números, donde no tendría efecto. No se permiten las
fracciones.
Solución

23. Números de taxi


Una noche un policía londinense vio dos taxis que se alejaban en di-
recciones opuestas en circunstancias sospechosas. Este agente era un
hombre muy meticuloso y alerta, y extrajo su libreta para anotar el nú-
mero de los vehículos, pero descubrió que había perdido el lápiz. Afortu-
nadamente, descubrió una pequeña tiza con la cual marcó los dos números
en la entrada de un embarcadero cercano. Cuando regresó al mismo sitio
durante su ronda echó un nuevo vistazo a los números y notó la peculia-
ridad de que figuraban los nueve dígitos (ningún cero) y que ninguno se
repetía, pero que si multiplicaba los dos números entre sí producían nue-
vamente los nueve dígitos, todos una vez, y sólo una vez. Cuando un em-
pleado llegó al embarcadero por la mañana, vio las marcas de tiza y las
borró. Como el policía no podía recordar los números, se consultó a varios
matemáticos para comprobar si existía un método conocido para descu-
brir todos los pares de números que tuvieran la característica que mencio-
naba el agente; pero no conocían ninguno. Sin embargo, la investigación

― 24 ―
era interesante, así que se propuso la siguiente pregunta: ¿cuáles dos nú-
meros, que en conjunto contengan los nueve dígitos, producirán, cuando
se los multiplique entre sí, otro número (el mayor posible) que también
contenga los nueve dígitos? No se permite la inclusión del cero.
Solución

24. Acertijo centenario


¿Puede usted escribir 100 en forma de número mixto, utilizando la
totalidad de los nueve dígitos, cada cual una vez, y sólo una vez? El di-
funto y distinguido matemático francés Edouard Lucas encontró siete mo-
dos de hacerlo, y expresó sus dudas en cuanto a la existencia de otros
modos. En rigor existen sólo once maneras de hacerlo. He aquí una de
ellas: 91 5742/638 (91 + 9). Nueve de las otras maneras también tienen dos
cifras en la parte entera del número, pero la undécima expresión sólo tiene
una cifra allí. ¿Podrá el lector hallar esta última forma?
Solución

25. El místico once


¿Puede usted encontrar el mayor número posible que contenga nueve
dígitos cualesquiera de los diez (considerando el cero un dígito) y que se
pueda dividir por 11 sin resto? ¿Puede también encontrar el menor nú-
mero posible producido de la misma manera que sea divisible por 11?
Omitiendo el 5, por ejemplo, se obtiene 896743012. Este número contiene
nueve de los dígitos y es divisible por 11, pero no es el mayor ni el menor
número que se puede obtener.
Solución

― 25 ―
PROBLEMAS ARITMÉTICOS Y ALGEBRAICOS VARIOS

“La variedad es la sal de la vida,


lo que le brinda todo su sabor.”
COWPER, La tarea

26. Cortesías académicas


En una escuela mixta donde se enfatizaba la enseñanza de los buenos
modales tenían la extraña regla de reunir a todos los alumnos cada ma-
ñana. Había el doble de niñas que de varones. Cada niña se inclinaba ante
cada otra niña, ante cada muchacho y ante el profesor. Cada muchacho se
inclinaba ante cada otro muchacho, ante cada niña y ante el profesor. En
total se efectuaban novecientas reverencias en esa academia modelo todas
las mañanas. ¿Puede usted decir exactamente cuántos alumnos varones
había en la escuela? Si no se anda con cuidado, se desviará muchísimo en
sus cálculos.
Solución

27. Los fardos de heno


El granjero Tompkins tenía cinco fardos de heno, y pidió a su em-
pleado Hodge que los pesara antes de entregarlos a un cliente. El estúpido
sujeto los pesó de a dos por vez de todas las maneras posibles, e informó
a su patrón que los respectivos pesos en libras eran 110, 112, 113, 114,
115, 116, 117, 118, 120 y 121. ¿Cómo iba a averiguar el pobre granjero
cuánto pesaba cada fardo por separado a partir de estas cifras? Tal vez el
lector crea que deberían indicarle “cuál par es cuál” o algo parecido, pero
es totalmente innecesario. ¿Puede decir los cinco pesos correctos?
Solución

28. El gran revoltijo


Después de la cena, los cinco niños de una casa encontraron un pa-
quete de confites. Andrew tomó dos tercios del paquete, Bob cogió tres

― 26 ―
octavos de ellos, y Charlie atinó a coger tres décimos. Entonces el joven
David entró en escena, y capturó todo lo que Andrew había dejado, ex-
cepto un séptimo, del cual Edgar arteramente se apoderó mediante una
triquiñuela. Ahora comenzó la verdadera diversión, pues Andrew y Char-
lie se unieron contra Bob, quien tropezó con el guardafuegos y soltó la
mitad de lo que tenía, lo cual fue recogido en partes iguales por David y
Edgar, quienes se habían agazapado bajo la mesa y estaban al acecho. A
continuación, Bob saltó sobre Charlie desde una silla y desparramó en el
piso todo lo que Charlie había juntado. De esto, Andrew obtuvo sólo un
cuarto, Bob un tercio, David dos séptimos, mientras que Charlie y Edgar
se dividieron por partes iguales lo que quedaba.
Pensaban que la refriega había terminado cuando David de pronto
atacó en dos direcciones al mismo tiempo, desparramando tres cuartos de
lo que Bob y Andrew acababan de adquirir. Los dos últimos, con gran
dificultad, recobraron cinco octavos en partes iguales, pero los otros tres
se llevaron cada cual un quinto de lo mismo. Ahora contaron cada golo-
sina, convocaron a una tregua y dividieron por partes iguales entre todos
el resto del paquete. ¿Cuál es el número más pequeño de confites que
pudo haber habido al principio, y qué proporción obtuvo cada niño?
Solución

29. Capturando al ladrón


—Pues bien, agente —dijo el abogado defensor durante un interroga-
torio—, ¿declara usted que el acusado estaba exactamente veintisiete pa-
sos delante de usted cuando usted echó a correr para perseguirlo?
—Sí, señor.
—¿Y jura que él da ocho pasos por cada cinco de los de usted?
—En efecto.
—Entonces le pido, agente, que recurra a su inteligencia para expli-
carme cómo lo aprehendió, si es que logró hacerlo.
—Bien, verá usted, yo tengo el paso más largo. De hecho, dos de mis
pasos tienen una longitud equivalente a cinco pasos del acusado. Si usted
hace la cuenta, descubrirá que la cantidad de pasos que necesité me llevó
exactamente al sitio donde lo capturé.

― 27 ―
Aquí el presidente del jurado pidió unos minutos para hacer cuentas.
¿Puede usted decir cuántos pasos necesitó el agente de policía para cap-
turar al ladrón?
Solución

30. El número rasgado


El otro día tenía en mis manos una etiqueta que presentaba el número
3025 en caracteres grandes. Por accidente estaba rasgada por la mitad, así
que en un fragmento aparecía 30 y en el otro 25, tal como se muestra en
la ilustración. Al mirar estos fragmentos me puse a hacer cálculos, sin
darme cuenta de lo que hacía, y descubrí esta pequeña rareza. Si sumamos
30 más 25 y elevamos la suma al cuadrado obtenemos como resultado el
número completo original de la etiqueta. Así, 30 más 25 equivale a 55, y
55 multiplicado por 55 equivale a 3025. Extraño, ¿verdad?

Ahora bien, el acertijo consiste en encontrar otro número, compuesto


por cuatro cifras, todas diferentes, que se pueda dividir por la mitad y
produzca el mismo resultado.
Solución

31. Números extraños


El número 48 tiene la característica de que si le sumamos 1 el resultado
es un cuadrado (49, el cuadrado de 7), y si le sumamos 1 a su mitad, ob-
tenemos también un cuadrado (25, el cuadrado de 5). Ahora bien, hay un
sinfín de números con esta característica, y es un interesante acertijo en-
contrar tres más, los más pequeños posibles. ¿Cuáles son?
Solución

― 28 ―
32. El avaro redimido
El señor Jasper Bullyon fue uno de los pocos avaros que lograron com-
prender su obligación hacia sus congéneres menos afortunados. Una me-
morable noche contaba sus riquezas acumuladas y resolvió distribuirlas
entre los menesterosos.
Descubrió que si donaba la misma cantidad de libras cada día del año,
podía distribuirlas exactamente durante un año sin que quedara nada; pero
si descansaba los domingos, y sólo donaba una cantidad fija de libras cada
día laboral, aún le quedaría una libra en Noche Vieja. Ahora bien, redu-
ciéndola al mínimo posible, ¿cuál es la cantidad exacta de libras que tenía
para distribuir?
¿Acaso existe una pregunta más simple? Una cantidad de libras divi-
dida por un número de días no deja resto, pero si se divide por otro nú-
mero de días deja un resto de una esterlina. Eso es todo, pero pronto verá
que nuestra pequeña pregunta no deja de ser desconcertante.
Solución

33. Los cuadrados del círculo

El acertijo consiste en poner un número diferente en cada uno de los


diez cuadrados, de modo que la suma de los cuadrados de dos números
adyacentes cualesquiera equivalga a la suma de los cuadrados de los dos

― 29 ―
números diametralmente opuestos. Los cuatro números que hemos puesto
como ejemplos deben permanecer tal como están. El cuadrado de 16 es
256, y el cuadrado de 2 es 4. Si los sumamos, obtenemos 260. Además,
el cuadrado de 14 es 196, y el cuadrado de 8 es 64. Sumados también dan
260. Ahora bien, exactamente del mismo modo, B y C deberían ser igua-
les a G y H (la suma no será necesariamente 260), A y K a F y E, H e I a
C y D, y así sucesivamente, con cualesquiera dos cuadrados contiguos del
círculo.
Sólo falta insertar los seis números restantes. No se permiten fraccio-
nes, y demostraré que no es preciso que ningún número contenga más de
dos cifras.
Solución

34. Un contratiempo legal


—Un cliente mío —dijo un abogado— agonizaba cuando su esposa
estaba por darle un hijo. Labré su testamento, donde cedía dos tercios de
su herencia a su hijo varón (si nacía un varón) y un tercio a la madre. Pero
si la hija era niña, dos tercios de la herencia corresponderían a la madre y
un tercio a la hija. Lo cierto es que después de su deceso nacieron melli-
zos, un varón y una niña. Entonces se presentó un interesante problema.
¿Cómo dividir la herencia equitativamente entre los tres y del modo que
más se adecuara al espíritu del testamento del difunto?
Solución

35. Las vacaciones de los mineros


Siete mineros se tomaron vacaciones en la playa durante una gran
huelga. Seis integrantes del grupo gastaron 120 peniques cada uno, pero
Bill Harris era más derrochón. Gastó 36 peniques más que el promedio
del grupo. ¿Cuánto sumaron exactamente los gastos de Bill?
Solución

― 30 ―
36. Un problema con cuadrados
Tenemos tres tableros cuadrangulares. La superficie del primero con-
tiene cinco pies cuadrados más que la segunda, y la segunda contiene
cinco pies cuadrados más que la tercera. ¿Puede usted dar las medidas
exactas de los lados de los tableros? Si puede resolver este pequeño acer-
tijo, trate de hallar tres cuadrados en progresión aritmética, con una dife-
rencia común de 7 y también de 13.
Solución

37. El avaro español


En un pueblo de Nueva Castilla vivía un célebre avaro llamado don
Manuel Rodríguez. Su amor por el dinero sólo era comparable a su pasión
por los problemas matemáticos. Estos acertijos se relacionaban habitual-
mente con las riquezas que acaparaba, y sólo los proponía con el exclu-
sivo propósito de complacerse en resolverlos. Lamentablemente muy po-
cos han sobrevivido, y cuando yo viajaba por España, reuniendo datos
para mi tesis sobre “La cebolla española como causa de la decadencia
nacional”, sólo descubrí un puñado. Uno de ellos se relaciona con tres
cofres apilados uno encima del otro. Cada cofre contenía una diferente
cantidad de doblones de oro. La diferencia entre la cantidad de doblones
del cofre superior y la cantidad del cofre intermedio era la misma que la
diferencia entre la cantidad del cofre intermedio y la cantidad del cofre
inferior. Y si se sumara el contenido de dos cofres cualesquiera se obten-
dría un número cuadrado. ¿Cuál es la cantidad más pequeña de doblones
que podía existir en cualquiera de los cofres?
Solución

38. Los cinco salteadores


Los cinco salteadores Alfonso, Benito, Carlos, Diego y Esteban con-
taban su botín después de un atraco y descubrieron que en total habían
robado 200 doblones. Uno de la banda señaló que si Alfonso hubiera te-

― 31 ―
nido doce veces su parte, Benito tres veces su parte, Carlos la misma can-
tidad, Diego la mitad de su parte y Esteban un tercio de su parte, igual
habrían totalizado 200 doblones. ¿Cuántos doblones tenía cada uno?
Hay muchas respuestas correctas para esta pregunta. He aquí una de
ellas:

A 6 × 12 = 72
B 12 × 3 = 36
C 17 × 1 = 17
D 120 × ½ = 60
E 45 × ⅓ = 15
200 200

El acertijo consiste en descubrir cuántas respuestas hay, entendiéndose


que cada hombre tenía algo y que no puede haber céntimos (es decir, frac-
ciones), sólo doblones.
Este problema, planteado con otras palabras, fue propuesto por Tarta-
glia (muerto en 1559), quien se jactaba de haber descubierto una solución;
pero un célebre matemático francés (M. A. Labosne) alega en un trabajo
que los lectores quedarán atónitos al enterarse de que existen 6.639 res-
puestas correctas. ¿Es así? ¿Cuántas respuestas hay?
Solución

39. El problema del cantero


Un cantero tenía una gran cantidad de cubos de piedra en su patio,
todos del mismo tamaño. Era un hombre excéntrico, y una de sus rarezas
consistía en amontonar los cubos en pilas cúbicas, sin que hubiera dos
pilas que contuvieran la misma cantidad de cubos. Había descubierto (un
dato bien conocido por los matemáticos) que si tomaba todos los cubos
contenidos en cualquier cantidad de pilas en orden regular, partiendo de
una “pila” de un solo cubo, podía disponerlos siempre en el suelo como
para formar un cuadrado perfecto. Esto resultará claro para el lector, pues
un bloque es un cuadrado (de lado 1), 1 + 8 = 9 es un cuadrado, 1 + 8 +
27 = 36 es un cuadrado, 1 + 8 + 27 + 64 = 100 es un cuadrado, y así

― 32 ―
sucesivamente. De hecho, la suma de cualquier número de cubos conse-
cutivos, comenzando siempre por 1, es en todos los casos un número cua-
drado.
Un día un caballero entró en el patio del cantero y le ofreció determi-
nado precio si le suministraba un número consecutivo de estas pilas cúbi-
cas que contuviera en total una cantidad de bloques que se pudiera dispo-
ner en forma de cuadrado, pero el comprador insistió en que fueran más
de tres pilas y rehusó aceptar el cubo único porque contenía un defecto.
¿Cuál era la cantidad más pequeña posible de bloques de piedra que el
cantero debía suministrarle?
Solución

40. Las esposas holandesas


No sé cuántos lectores conocerán el acertijo de las esposas holandesas,
donde hay que determinar el nombre de las esposas de tres hombres o,
mejor dicho, cuál esposa corresponde a cuál marido. Hace treinta años
circulaba como una novedad, pero recientemente lo descubrí en el Ladies
Diary de 1739-40, así que obviamente era conocido para el bello sexo
hace más de ciento setenta años. ¿Cuántas de nuestras madres, esposas,
hermanas, hijas y tías podrían resolver hoy este acertijo? Una proporción
mucho mayor que entonces, cabe esperar.

― 33 ―
Tres holandeses, llamados Hendrick, Elas y Cornelius, y sus esposas
Gurtrün, Katrün y Anna, compran cerdos. Cada cual compra tantos como
chelines puede dar por cada uno. Cada esposo paga en total 63 chelines
más que su esposa. Hendrick compra 23 cerdos más que Katrün, y Elas
11 más que Gurtrün. Pues bien, ¿cuál era el nombre de la esposa de cada
cual?
Solución

― 34 ―
PROBLEMAS GEOMETRICOS

“Dios practica geometría continuamente”


PLATÓN

“No hay ningún estudio —observó Augustus de Morgan— que pre-


sente un comienzo tan simple como la geometría; no hay ninguno donde
las dificultades crezcan tanto a medida que avanzamos.” El lector descu-
brirá cuánta verdad hay en ello cuando aborde los siguientes acertijos,
aunque no están dispuestos en orden de dificultad. Y el hecho de que ha-
yan fascinado y complacido al hombre durante siglos se debe en cierta
medida, sin duda, a la fascinación que ejercen no sólo sobre el cerebro
sino sobre el ojo. A veces una fórmula algebraica o un teorema parecen
complacer los ojos del matemático, aunque quizá sólo se trate de un placer
intelectual.

41. Acertijo con cuadrado

Si tomamos un rectángulo de cartón que tenga una longitud equiva-


lente al doble de su anchura, y lo cortamos en diagonal por la mitad, ob-
tendremos dos de las piezas que mostramos en la ilustración. El acertijo
consiste en formar un cuadrado con cinco de esas piezas del mismo ta-
maño. Una de las piezas puede cortarse, pero las demás se deben usar
intactas.
Solución

― 35 ―
42. El pentágono y el cuadrado
Me pregunto cuántos lectores, entre quienes no han prestado gran
atención a los elementos de la geometría, podrían dibujar un pentágono
regular (es decir, una figura de cinco lados), si se les requiriese
de pronto. Un hexágono regular (seis lados) es bastante fácil, pues to-
dos sabemos que hay que describir un círculo y, tomando el radio como
longitud de uno de los lados, marcar seis puntos en la circunferencia. Pero
un pentágono es otra cosa. Como mi acertijo, pues, se relaciona con el
corte de un pentágono, tal vez deba indicar a mis lectores menos experi-
mentados cómo dibujar correctamente esta figura. Describa un círculo y
dibuje las dos líneas HB y DG, en el diagrama, a través del centro y en
ángulo recto. Ahora encuentre el punto A, a medio camino entre C y B.
A continuación apoye la punta del compás en A y con la distancia AD
describa el arco, cortando a HB en E. Luego apoye la punta del compás
en D y con la distancia DE describa el arco cortando la circunferencia en
F. Ahora bien, DF es uno de los lados del pentágono, y usted sólo tiene
que marcar los otros lados alrededor del círculo. Muy simple ahora que
usted lo sabe, pero de lo contrario es un poco engorroso.

Tras haber formado el pentágono, el acertijo consiste en cortarlo en la


menor cantidad posible de partes que encajen perfectamente para formar
un cuadrado.
Solución

― 36 ―
43. Disección de un triángulo
Veamos el interesante acertijo que el caballero de la ilustración mues-
tra a sus amigos. Ha recortado un triángulo equilátero —es decir, un trián-
gulo cuyos tres lados tienen la misma longitud— de un papel. Propone
cortarlo en cinco fragmentos, de tal modo que permitan formar tanto dos
como tres triángulos equiláteros más pequeños, usando todo el material
en cada caso. ¿Puede usted descubrir cómo?

Recuerde que cuando haya recortado los cinco fragmentos, debe po-
der, tal como se pide, unirlos de manera que formen o bien el triángulo
original o bien dos o tres triángulos, todos equiláteros.
Solución

44. Cuadrados de chocolate


He aquí un trozo de chocolate, marcado en las líneas punteadas para
que sea fácil separar los veinte cuadrados.
Haga una copia del trozo en papel o cartón y luego trate de cortarlo en
nueve fragmentos que reordenados formen cuatro cuadrados perfectos,
todos exactamente del mismo tamaño.

― 37 ―
Solución

45. El acertijo de Betsy Ross


Un lector me pidió que le diera la solución de un viejo acertijo que se
atribuye a una tal Betsy Ross, de Filadelfia, quien se lo habría mostrado
a George Washington. Consiste en plegar un papel de tal modo que de un
tijeretazo se transforme en una estrella de cinco puntas (la estrella de la
libertad). Ignoro si la historia del origen del acertijo es verídica —aunque
tengo una estampa de la vieja casa de Filadelfia donde se dice que vivió
esa dama, y creo que todavía está en pie—, pero sin duda mis lectores se
interesarán en este pequeño problema.
Tome un trozo circular de papel y pliéguelo de tal modo que con un
corte de tijera pueda lograr una perfecta estrella de cinco puntas.
Solución

46. Las cercas del terrateniente


El terrateniente de la ilustración está consultando a su mayordomo
acerca de un problema desconcertante. Tiene un gran plano de uno de sus
campos, donde hay once árboles. Ahora bien, él quiere dividir el campo
en once parcelas mediante cercas rectas, de modo que cada parcela con-
tenga un árbol como refugio para el ganado.
¿Cómo lo conseguirá con la menor cantidad posible de cercas? Coja
el lápiz y dibuje líneas rectas a través del campo hasta haber delimitado
las once parcelas (no más) y luego vea cuántas cercas se requieren. Desde
luego, las cercas pueden entrecruzarse.

― 38 ―
Solución

47. Tangrams
Muchos pasatiempos de la antigüedad, tales como el ajedrez, han su-
frido tantos cambios con el correr de los siglos que sus inventores no los
reconocerían. No ocurre así con los tangrams chinos, una recreación que
parece contar con no menos de cuatro mil años, que al parecer nunca dejó
de despertar interés y que no ha sufrido alteraciones ni “mejoras” desde
que el legendario Tan elaboró las piezas que muestra el Diagrama 1. Si
marcamos el punto B, a medio camino entre A y C, en un lado de un
cuadrado de cualquier tamaño, y D, a medio camino entre C y B, en un
lado contiguo, la dirección de los cortes es demasiado obvia para requerir
más explicaciones. Todos los dibujos de este apartado están integrados
por esas siete piezas de cartón negro. Enseguida se comprenderá que las
combinaciones posibles son infinitas.

― 39 ―
El difunto Sam Loyd de Nueva York, quien publicó un pequeño volu-
men con ingeniosos diseños, poseía los manuscritos del difunto Cha-
llenor, quien realizó un largo y detallado estudio de los tangrams. Se dice
que este caballero consigna que originalmente había siete libros de tan-
grams, compilados en China dos mil años antes de la era cristiana. Estos
libros son tan raros que, al cabo de cuarenta años de residencia en el país,
sólo logró ver copias perfectas del primero y séptimo volúmenes con frag-
mentos del segundo. En Pequín un soldado inglés encontró fragmentos de
uno de los libros, impreso en pan de oro sobre pergamino, y los vendió
por trescientas libras.
Hace unos años llegó a mis manos un libro de la biblioteca del difunto
Lewis Carroll, titulado The Fashionable Chínese Puzzle. Contiene tres-
cientos veintitrés diseños con tangrams, la mayoría simples figuras geo-
métricas, a construir con las siete piezas. No tiene fecha, pero este comen-
tario nos sitúa en la época: “Este ingenioso invento ha constituido recien-
temente el pasatiempo favorito del ex emperador Napoleón, quien, ha-
llándose muy debilitado y viviendo muy recluido, pasa muchas horas del
día ejercitando así su paciencia y su ingenio”. El lector descubrirá, al igual
que el emperador desterrado, que formar los diseños de otros puede re-
presentar un entretenimiento no desprovisto de instrucción. Muchas ilus-
traciones de este artículo son fáciles de reconstruir, y otras más dificulto-
sas. Cada imagen, pues, se puede considerar un acertijo.
Pero es muy distinto crear diseños pictóricos nuevos y originales, y los
tangrams permiten formar una asombrosa cantidad de imágenes, angulo-
sas y a veces grotescas, sí, pero llenas de carácter. Doy un ejemplo de una
figura sentada (2) que es particularmente grácil, y sólo necesita una ligera
reducción de sus angulosidades para producir un perfil totalmente satis-
factorio.
Ya que he mencionado al autor de Alicia en el País de las Maravillas,
presento mis diseños de la Liebre de Marzo y el Sombrerero Loco (3 y 4),

― 40 ―
y un precario Napoleón (5), así como un excelente piel roja con su squaw,
obra del señor Loyd (6 y 7).

Muchos otros diseños acompañaban la publicación de un artículo mío


en el número de noviembre de 1908 de The Strand Magazine. El difunto
sir James Murray, eminente filólogo, intentó, con el asombroso tesón que
caracterizaba toda su labor, rastrear el origen de la palabra tangram, y en
ocasión de la publicación del citado artículo me escribió lo siguiente:
“Uno de mis hijos es profesor del colegio anglochino de Tientsin. Por
intermedio de él, de sus colegas y de sus alumnos, pude inquirir acerca de
Tan entre los sinólogos. Nuestro profesor de chino de Oxford también se
interesó en la cuestión y obtuvo información del secretario de la Delega-
ción China de Londres, que es un eminente representante de los letrados
chinos.
“El resultado ha sido que el hombre Tan, el dios Tan, y el Libro de
Tan son totalmente desconocidos en la literatura, la historia y la tradición
chinas. La mayoría de los hombres cultos jamás había oído ese nombre.
El pasatiempo, por cierto, es muy conocido. En chino se denomina ch’i
ch’iao f u, literalmente, “siete-ingenioso-plan” o “ingeniosa figura del
acertijo de siete piezas”. No existe en chino ningún nombre que se parezca
a tangram o siquiera a tan, y las únicas sugerencias para el segundo son
los vocablos chinos t’an, “extender”, o t’ang, que significa “chino” en el

― 41 ―
dialecto cantonés. Se ha sugerido que algún americano o inglés que sabía
un poco de chino o cantonés, buscando un nombre para el acertijo, ela-
boró una denominación a partir de una de esas palabras y el sufijo europeo
gram (es decir, “grama”, como en crucigrama o anagrama). Debo añadir
que el nombre tangram tal vez fue inventado por un americano poco antes
de 1864 y después de 1847, pero no lo encuentro en letras de molde antes
de la edición de 1864 del diccionario Webster. Por tanto he debido ser
muy breve en mi referencia a ese término en el diccionario, diciendo a
qué se aplica y qué conjeturas se han hecho respecto de su origen, y dando
algunas citas de su propio artículo, el cual me ha permitido explayarme
un poco más sobre el tema.”
Varios lectores me han escrito para informarme que poseían o habían
poseído ejemplares de los viejos libros chinos. Un caballero de los Esta-
dos Unidos me escribió: “Tengo en mi poder un libro hecho de papel tisú,
impreso en negro (con una inscripción china en la portada), el cual con-
tiene más de trescientos diseños y pertenece a una caja de tangrams, que
también poseo. Se trata de siete libros de bruñida madreperla, con finos
grabados en ambos lados. Vienen dentro de una caja cuadrada de palisan-
dro, de 2½ pulgadas. Mi tío abuelo fue uno de los primeros misioneros
que visitó la China. Esta caja y el libro, junto con una colección de otras
reliquias, fueron enviados a mi abuelo, quien me los legó.”

Este corresponsal tuvo la amabilidad de proveerme calcos de los tan-


grams, y es evidente que las piezas tienen las mismas proporciones que
he indicado. Reproduzco la inscripción china (8) por lo siguiente: el pro-
pietario del libro me informa que lo ha presentado a varios chinos de los
Estados Unidos ofreciendo un dólar por la traducción, pero todos se ne-
gaban rotundamente a leer las palabras, ofreciendo la pobre excusa de que

― 42 ―
la inscripción es japonesa. Los nativos del Japón, en cambio, insisten en
que es china. ¿Acaso existe algún elemento ocultista y esotérico en los
tangrams, que tan difícil resulta rasgar el velo? Tal vez esta página llegue
a algún lector familiarizado con el idioma chino que desee ofrecemos una
traducción, arrojando cierta luz sobre este curioso interrogante.

Usando varios conjuntos de tangrams al mismo tiempo, podemos


construir figuras más ambiciosas. Un amigo me aconsejó que no enviara
mi imagen “La partida de billar” (9) a la Academia, asegurándome que
no sería aceptada porque los “jueces son muy convencionales”. Tal vez
tenía razón, y quizá goce de mayor aceptación entre los postimpresionis-
tas y los cubistas. Los jugadores están pensando una jugada muy delicada
ante la mesa. Los dos hombres, la mesa y el reloj están formados con
cuatro conjuntos de tangrams. Mi segunda imagen se denomina “La or-
questa” (10) y fue diseñada para el decorado de un gran auditorio. Aquí
tenemos al director, el pianista, el gordo cornetista, el zurdo ejecutante
del contrabajo, cuya pose es natural, aunque admito que está a excesiva
distancia de su instrumento, y el tambor, con su imponente atril. El perro
que está detrás del piano no ladra, sino que escucha con deleite.

Una cosa notable de estas figuras es que sugieren a la imaginación


muchos elementos que no están presentes. ¿Quién, por ejemplo, puede
mirar varios minutos a lady Belinda (11) y la muchacha holandesa (12)
sin sentir la altanera expresión de una y la taimada mirada de la otra? Eche
otro vistazo a la cigüeña (13) y comprobará que la pata parece mucho más
esbelta de lo que son las piezas utilizadas. Se trata de una ilusión óptica.
En el caso del yate (14), esa pequeña y angulosa punta de arriba sugiere

― 43 ―
un mástil completo. Si usted une sus tangrams sobre papel blanco, evi-
tando que las piezas se toquen, notará que en algunos casos las líneas
blancas realzan el efecto, aunque en otros lo destruyen.

Por último, presento a dos individuos de gran prestancia (15 y 16) que
parecen ser exactamente iguales, salvo que uno tiene pie y el otro no.
Ambas figuras están hechas con los mismos siete tangrams. ¿De dónde
obtiene el pie el segundo hombre?
Solución

48. Los gatos del hechicero


Un hechicero metió diez gatos en un círculo mágico, tal como se mues-
tra en la ilustración, y los hipnotizó para que se quedaran quietos mientras
él lo deseara. Luego decidió dibujar tres círculos dentro del circulo
grande, para que ningún gato pudiera aproximarse a otro gato sin cruzar
un círculo mágico.
Trate de dibujar los tres círculos de modo que cada gato tenga su pro-
pio recinto y no pueda llegar a otro gato sin cruzar una línea.

― 44 ―
Solución

― 45 ―
ACERTIJOS CON RETAZOS

“De jirones y retazos”


SHAKESPEARE, Hamlet, iii, 4

49. El acertijo del estandarte

Una dama tenía un retazo cuadrado de estameña con dos leones, re-
producido con exactitud en la ilustración. Deseaba cortar la tela en partes
para unirlas y formar dos estandartes cuadrangulares con un león en cada
uno. Descubrió que se podía hacer en sólo cuatro partes. ¿Cómo se las
ingenió? Desde luego, cortar el León Británico sería una ofensa imperdo-
nable, así que hay que cuidar de que ningún corte pase a través de ninguno
de ambos. Informamos a las damas que no se permiten dobleces y que no
se puede desperdiciar material. Es un acertijo de disección bastante sen-
cillo si se lo encara de la manera adecuada. Recuerde que los estandartes
deben ser cuadrados perfectos, aunque no es preciso que sean del mismo
tamaño.
Solución

― 46 ―
50. La colcha de la señora Perkins

La señora Perkins ha confeccionado una colcha cuadrada de


patchwork que está integrada por 169 piezas. El acertijo consiste en hallar
la cantidad más pequeña posible de porciones cuadradas de que podría
estar hecha la colcha y mostrar cómo unirlas. O, por decirlo a la inversa,
dividir la colcha en la menor cantidad posible de cuadrados, cortando por
las costuras.
Solución

― 47 ―
ACERTIJOS GEOMETRICOS VARIOS

“Tan variados son los gustos de los hombres.”


MARK AKENSIDE

51. El acertijo del compás


Es curioso, pero un mero añadido o una restricción puede convertir un
acertijo pueril en un problema interesante y a veces dificultoso. Recuerdo
que hace muchos años compré en la calle un pequeño ingenio mecánico
que en ese momento hacía furor. Consistía en una medalla con orificios,
y el acertijo consistía en pasar de un orificio a otro un anillo que tenía un
corte, hasta que al fin salía. Mientras caminaba por la calle pronto dominé
el truco de sacar el anillo con una mano mientras sostenía el ingenio en el
bolsillo. Un amigo ante quien me jacté de mi pequeña hazaña intentó imi-
tarla, y cuando lo encontré varios días más tarde alardeó de su dominio
de ese arte. Pero quedó boquiabierto cuando le pedí el aparatejo y, soste-
niendo la medalla entre el índice y el pulgar de una mano, mediante una
serie de sacudidas logré que el anillo, sin siquiera tocarlo, cayera al suelo.
El siguiente problema planteará dificultades a muchos lectores, simple-
mente porque existen restricciones.
Muestre cómo encontrar el medio de cualquier línea recta por medio
del compás. No se puede usar regla, lápiz ni otro utensilio, sólo el compás.
Y no se permite ninguna treta, como la de doblar el papel. Sólo debe usar
el compás del modo común y legítimo.
Solución

52. Los cuatro hijos


Sin duda los lectores estarán familiarizados con este diagrama. Un
hombre poseía una finca cuadrangular. Legó a su viuda el cuarto que está
sombreado. El resto debía dividirse equitativamente entre sus cuatro hijos
varones, para que cada cual recibiera tierras de superficie exactamente
igual y tamaño exactamente similar. El diagrama nos muestra cómo se
hizo. Pero el resto de la historia no es tan conocido. En el centro de la

― 48 ―
finca había un ojo de agua, indicado por la mancha oscura, y Benjamín,
Charles y David alegaron que la división no era “equitativa”, pues Alfred
tenía acceso al ojo de agua, mientras que ellos no podían hacerlo sin atra-
vesar tierras ajenas. El acertijo consiste en mostrar cómo dividir la finca
para que cada hijo posea tierras de la misma forma y superficie, y cada
cual tenga acceso al ojo de agua sin salir de sus tierras.

Solución

53. El estandarte de San Jorge

En una celebración del festival nacional del Día de San Jorge yo con-
templaba el estandarte del santo patrono de Inglaterra. Todos conocemos
la cruz roja sobre fondo blanco que se muestra en la ilustración. Es el

― 49 ―
estandarte de San Jorge. El estandarte de San Andrés (Escocia) es una
“Cruz de San Andrés” blanca sobre fondo azul. El de San Patricio (Ir-
landa) es una cruz similar, roja sobre fondo blanco. Las tres se unen para
formar la bandera británica.
Ahora bien, al mirar el estandarte de San Jorge pensé que la siguiente
pregunta constituiría un bonito acertijo. Suponiendo que la bandera mide
cuatro pies por tres pies, ¿qué anchura debe tener el brazo de la cruz si se
requiere que usemos la misma cantidad de estameña roja y blanca?
Solución

54. El acertijo de la lechera


He aquí un pequeño acertijo bucólico que puede hacer creer al lector,
a primera vista, que se requieren cálculos muy sesudos. Incluso puede
pensar que es imposible dar con una respuesta a menos que se le indiquen
las distancias con alguna precisión. Se trata, sin embargo, de un problema
muy sencillo.

En la esquina de un campo se ve una lechera ordeñando una vaca, y


del otro lado del campo está el cobertizo donde se deposita la leche. Pero
se ha notado que la joven siempre va al río con el cubo antes de regresar
al cobertizo. El suspicaz lector se preguntará por qué va con tanta fre-
cuencia al río. Sólo puedo responder que no nos incumbe, así que pasare-
mos al tema del acertijo.

― 50 ―
Trace una línea desde el taburete hasta el río, y desde allí hasta la
puerta del cobertizo, la que deberá indicar el trayecto más breve posible
para la lechera. Eso es todo. Es muy fácil identificar el lugar exacto de la
ribera hacia donde ella se dirige si desea caminar lo menos posible.
¿Puede usted hallar ese lugar?
Solución

55. El corral de ovejas


Resulta un hecho curioso que las respuestas dadas a algunos de los
más famosos acertijos que aparecen en cualquier libro de recreaciones
livianas que haya sido publicado durante los últimos cincuenta o cien
años, o bien son bastante poco satisfactorias o bien son claramente inco-
rrectas. Y sin embargo nadie parece encontrar el fallo. He aquí un ejem-
plo: Un granjero tiene un corral hecho con cincuenta secciones de cerco,
capaz de albergar sólo cien ovejas. Suponiendo que desee hacerlo lo su-
ficientemente grande para guardar el doble, ¿cuántas secciones de cerco
adicionales debe colocar?
Solución

56. Las paredes del jardín

― 51 ―
Un dueño de propiedades campestres tiene un campo circular donde
ha edificado cuatro casas, como indica la ilustración. El campo está ro-
deado por una pared de ladrillo, y el propietario decidió construir otras
tres paredes de ladrillo para que los vecinos no puedan espiarse, pero los
cuatro inquilinos insisten en que no debe haber favoritismos, y que cada
cual debe tener la misma longitud de espacio de pared para dar sombra a
sus árboles frutales. El acertijo consiste en mostrar cómo se pueden cons-
truir las tres paredes para que cada inquilino tenga la misma superficie de
terreno, y precisamente la misma longitud de pared.
Desde luego, cada jardín debe estar totalmente cercado por sus pare-
des, y debe ser posible probar que cada jardín tiene exactamente la misma
longitud de pared. Si el acertijo se resuelve adecuadamente, no se necesi-
tan cifras.
Solución

57. Cómo hacer cisternas

― 52 ―
Nuestro amigo de la ilustración tiene una gran lámina de cinc, la cual
mide (antes de los cortes) ocho pies por tres; ha recortado piezas cuadra-
das (todas del mismo tamaño) de las cuatro esquinas y ahora se propone
plegar los lados, soldar los bordes y hacer una cisterna. Pero hay algo que
lo desconcierta: ¿ha cortado esos cuadrados del tamaño indicado para que
la cisterna contenga la mayor cantidad posible de agua? Si se cortan muy
pequeños, la cisterna tiene poca profundidad; si se cortan grandes, se ob-
tiene una cisterna alta y delgada. Se trata de hallar el modo de cortar esos
cuadrados del modo correcto. ¿Cómo evitar que sean demasiado peque-
ños o demasiado grandes?
Solución

58. Los seis corrales


He aquí un acertijo con cerillas. En la ilustración se ven trece cerillas,
las cuales representan tramos de cerco y están puestas de tal modo que
encierran seis corrales del mismo tamaño.

Ahora bien, uno de estos tramos fue robado, y el granjero quería en-
cerrar seis corrales de igual tamaño con los doce restantes. ¿Cómo ha-
cerlo? Se deben usar correctamente las doce cerillas, y no puede haber
cerillas superpuestas ni cabos sueltos.
Solución

― 53 ―
PROBLEMAS CON FICHAS MÓVILES

“No puedo prescindir de las fichas.”


SHAKESPEARE:, Cuento de invierno, iv, 3

Los acertijos de esta clase, salvo cuando están relacionados con juegos
como el ajedrez, parecen una novedad relativamente moderna. Los mate-
máticos de tiempos recientes, principalmente Vandermonde y Reiss, les
han dedicado atención, pero los viejos autores no los tienen en cuenta. En
lo que concierne a los juegos con fichas, quizás el más antiguo y conocido
en los viejos tiempos sea el Nine Men’s Morris o Juego del Molino (tam-
bién conocido con muchos otros nombres), a menos que sea más antiguo
ese juego más sencillo, mencionado en las obras de Ovidio (“El juego de
Ovidio”, N° 106 de Los acertijos de Canterbury), del cual parece derivar
el tres en raya.
En Francia el juego se llama Marelle, en Polonia Siegen Wulf Myll
(“molino, o riña, de la cabra y el lobo”), en Alemania y Austria se deno-
mina Muhle (“el molino”), en Islandia Mylla; se dice que los bogas (o
barqueros nativos) de América del Sur lo practican, y en el Amazonas se
llama Trique y se sostiene que es de origen indio. En Gran Bretaña tiene
varios nombres en varios distritos, tales como Meg Merrylegs, Peg
Meiyll, Nine Peg o’Merryal, Nine-Pin Miracle, Merry Peg y Merry Hole.
Shakespeare lo menciona en Sueño de una noche de verano (ii, 1):

El nine men’s morris está lleno de lodo;


y los extraños laberintos en el verdor exuberante,
por falta de pisadas, son borrosos.

Lo jugaban los pastores con piedras en orificios abiertos en el césped.


John Clare, el poeta campesino de Northamptonshire, pregunta en “El
pastorcillo”: “A menudo rastreamos su paradero ... mediante el nine
men’s morris plantado en el verdor”. Drayton también lo menciona en su
“Polyolbion”.

― 54 ―
Se lo halló en un viejo mosaico romano descubierto durante las exca-
vaciones en Silchester, y tallado en la escalinata de la Acrópolis de Ate-
nas. Hace años, cuando yo visitaba el Museo Christiania, me mostraron
la gran nave vikinga que descubrieron en Gokstad en 1880. En las plan-
chas de roble que formaban la cubierta del navío se hallaron orificios y
líneas que marcaban el juego, y los orificios estaban hechos para recibir
tarugos. Mientras inspeccionaba el antiguo mobiliario de roble en el Mu-
seo Rijks de Amsterdam me interesé en el escaño de un viejo catecúmeno,
y me sorprendí al hallar el diagrama del juego en el centro del asiento
(muy cómodo para partidas subrepticias). Se lo ha descubierto tallado en
la sillería de varias catedrales inglesas. Hacia 1880 se lo halló tallado en
una piedra empotrada en una pared (probablemente alrededor del 1200),
durante la restauración de una iglesia Hargrave en Northamptonshire. La
piedra se encuentra ahora en el Museo de Northampton. Una piedra simi-
lar se halló luego en Sempringham, Lincolnshire. Se la ve en una antigua
lápida de la Isla de Man, y pintada sobre viejos mosaicos holandeses. Y
en 1901 se exhumó una piedra de una cantera cerca de Oswestry, que
llevaba un inequívoco diagrama del juego.
Se lo ha jugado con diversas reglas en diversos períodos y lugares.
Presento una copia del tablero. A veces se omiten las diagonales, pero
evidentemente esto no estaba destinado a afectar el juego; sólo significaba
que los ángulos bastaban para indicar los puntos.

Así describe Strutt el juego en Deportes y pasatiempos, y concuerda


con el modo en que yo lo jugaba en mi infancia: “Dos personas, cada cual
con nueve piezas, u hombres, los colocan alternativamente, uno por uno,
en los puntos; el cometido de cada jugador consiste en impedir que su

― 55 ―
antagonista coloque tres piezas como para formar una fila de tres, sin la
intervención de una pieza del contrario. Si se forma una fila, el que lo
consiguió está en libertad de sacar una de las piezas del competidor de
cualquier parte que le parezca más ventajosa, excepto que éste haya for-
mado una fila, la cual no se debe tocar si tiene otra pieza en el tablero que
no forme parte de dicha fila. Cuando todas las piezas están en posición,
se las desplaza hacia atrás y hacia adelante, en cualquier dirección que
sigan las líneas, pero sólo se pueden mover de un punto al otro (próximo)
por vez. Quien coge todas las piezas del antagonista es el vencedor”.

59. Ranas y vasos

Seis ranas han aprendido una treta interesante. Cuando se posan sobre
vasos de vidrio, como los que vemos en la ilustración, cambian de lugar
de tal modo que las tres ranas negras quedan a la izquierda y las blancas
a la derecha, dejando desocupado el vaso del otro extremo (es decir, el
número 7 en vez del 1). Pueden saltar al número contiguo, si está desocu-
pado, o saltarse una o dos ranas hasta llegar a un vaso desocupado. Los
saltos se pueden efectuar en cualquiera de ambas direcciones, y una rana
puede saltar sobre su color, el color opuesto o ambos colores. Este ejem-
plo de cuatro saltos sucesivos lo aclara todo: 4 a 1, 5 a 4, 3 a 5, 6 a 3.
¿Puede mostrar cómo lo consiguen en diez saltos?
Solución

60. El acertijo de la Cruz de la Victoria


El creador de acertijos suele ser un tío muy ingenioso que se las apaña
con muy pocos elementos. Ciertas trivialidades que escapan a la observa-
ción ajena, o que en todo caso se desechan por irrelevantes, a menudo
brindan material interesante a los que buscan maneras de lograr que el
prójimo se devane los sesos.

― 56 ―
Iba sentado frente a una dama en un tren, durante el Jubileo de Dia-
mante de la reina Victoria, cuando me llamó la atención el broche que
usaba. Tenía forma de Cruz de Malta o Cruz de la Victoria, y llevaba las
letras de la palabra VICTORIA. El número y disposición de las letras me
sugirió de inmediato este acertijo.
El diagrama, como se ve, está integrado por nueve divisiones. El acer-
tijo consiste en colocar ocho fichas, que lleven las letras de la palabra
VICTORIA, tal como se muestra, y luego deslizar una letra por vez, de
negro a blanco y de blanco a negro alternativamente, hasta que la palabra
se lea en la misma dirección, pero con la V inicial en uno de los brazos
negros de la cruz. En ningún momento puede haber dos letras en la misma
casilla, y se requiere utilizar el método más breve.
Por cierto, no pueden saltarse casillas. El primer movimiento, obvia-
mente, se debe realizar con la A, la I, la T o la R. Suponiendo que usted
mueva la T hacia el centro, la siguiente ficha será la O o la C, pues no se
puede mover la I ni la R. Luego señalaré una característica llamativa de
este acertijo.
Solución

61. Las ocho locomotoras


El diagrama representa una playa de ferrocarril dirigida con un criterio
un poco extravagante. Sólo se permite que las locomotoras permanezcan
quietas en los nueve puntos indicados, uno de los cuales está desocupado
en este momento. Se deben mover las locomotoras de un punto al otro,
una por vez, en diecisiete maniobras, de modo que sus números queden
en orden numérico en tomo del círculo, y que el punto central quede de-
socupado. Pero una de las locomotoras tiene la caldera apagada y no

― 57 ―
puede moverse. ¿Cómo lograrlo? ¿Y cuál locomotora permanece inmóvil
durante toda la jugada?

Solución

62. Las nueve almendras


—He aquí un pequeño acertijo que me ha fascinado —dijo un pá-
rroco—. Es simple pero sumamente interesante.
El reverendo caballero cogió un papel y lo dividió en veinticinco cua-
drados, como una porción cuadrangular de un tablero de ajedrez. Luego
puso nueve almendras en los cuadrados centrales, como se muestra en la
ilustración, donde hemos puesto círculos numerados para facilitar la ex-
plicación de la solución.
—Pues bien —continuó el párroco—, el acertijo consiste en eliminar
ocho almendras y dejar la novena en el cuadrado central. Se efectúan las
eliminaciones haciendo saltar una almendra sobre otra hasta el cuadrado
vacío contiguo y sacando la almendra por encima de la cual se saltó, como
en las damas, sólo que se puede saltar en cualquier dirección, y no sólo
diagonalmente. Se trata de hacerlo con la menor cantidad posible de mo-
vimientos.

― 58 ―
El siguiente ejemplo lo aclarará todo. Haga saltar el 4 sobre el 1, el 5
sobre el 9, el 3 sobre el 6, el 5 sobre el 3, el 7 sobre el 5 y 2, el 4 sobre el
7, el 8 sobre el 4. Pero 8 no queda en el cuadrado central, como debería.
Acuérdese de eliminar las almendras sobre las cuales saltó. Todos los sal-
tos consecutivos realizados con la misma almendra valen por un solo mo-
vimiento.
Solución

63. Platos y monedas


Ponga doce platos en una mesa redonda, como en la ilustración, con
una moneda o una naranja en cada plato. Comience en el plato que pre-
fiera y, yendo siempre en una dirección en tomo de la mesa, coja una
moneda, pásela por encima de otras dos, y póngala en el plato siguiente.
Hágalo de nuevo; coja otra moneda y, haciéndola pasar por encima de dos
monedas, póngala en un plato; continúe así su desplazamiento.

― 59 ―
Sólo se han de eliminar seis monedas, y cuando éstas estén situadas
allí debería haber dos monedas en cada uno de seis platos y seis platos
vacíos. Es importante ir en derredor de la mesa la menor cantidad posible
de veces. No importa si las dos monedas que se mueven están en uno o
dos platos, ni por encima de cuántos platos vacíos se pasa la moneda. Pero
siempre se debe ir en la misma dirección alrededor de la mesa y terminar
en el punto de donde se partió. Es decir, la mano sigue siempre hacia
adelante en una dirección, sin retroceder nunca.
Solución

64. Torpedeo

Si una flota de dieciséis buques de guerra estuviera anclada y rodeada


por el enemigo, ¿cuántas naves se podrían hundir si cada torpedo, lanzado
en línea recta, pasara bajo tres navíos y hundiera al cuarto? En el diagrama
hemos dispuesto la flota en un cuadrado, donde se verá que se pueden
hundir hasta siete barcos (los de la fila superior y la primera columna)
disparando los torpedos indicados por las flechas. Anclando la flota a
nuestro gusto, ¿en qué medida podemos incrementar este número? Re-
cuerde que cada nave sucesiva es hundida antes del lanzamiento de otro
torpedo, y que cada torpedo sigue un rumbo diferente; de lo contrario,
poniendo las naves en línea recta, podríamos hundir hasta trece. Es un

― 60 ―
interesante ejercicio de guerra naval, y muy práctico, siempre que el
enemigo nos permita disponer su flota a nuestra conveniencia y prometa
quedarse quieto sin hacer nada.
Solución

65. Chicos y chicas


Si tildamos diez divisiones de una hoja de papel para que representen
las sillas, y usamos ocho fichas numeradas para los niños, tendremos un
fascinante pasatiempo. Los números impares pueden representar a los
chicos y los pares a las chicas, o se pueden usar fichas de dos colores, o
monedas.

El acertijo consiste en desplazar a dos niños que ocupen sillas conti-


guas y ponerlos en las dos sillas ahora desocupadas, haciendo que inter-
cambien lugares; y así sucesivamente, hasta que todos los chicos queden
juntos y todas las chicas juntas, con las dos sillas desocupadas en un ex-
tremo, como ahora.
Para resolver el acertijo hay que lograrlo en cinco jugadas. Los dos
niños siempre se deben tomar de sillas que ahora están contiguas; y re-
cuerde que es importante que los dos niños cambien lugares, pues esta
característica es distintiva de este acertijo. Con cambio de lugares me re-
fiero a que si usted, por ejemplo, mueve 1 y 2 a las sillas desocupadas,
entonces la primera silla (la externa) será ocupada por 2 y la segunda por
1.
Solución

― 61 ―
66. Ordenando frascos
Vi a una niña que ordenaba frascos de mermelada en la alacena, colo-
cándolos en los estantes según la clase de dulce. Noté que tomaba un
frasco de damasco en una mano y un frasco de grosella en la otra y los
cambiaba de lugar; luego cambió uno de fresas con uno de frambuesa, y
así sucesivamente. Observé que se tomaba muchas molestias innecesa-
rias, haciendo más cambios de los que hacían falta, y pensé que era buen
tema para un acertijo.

En la ilustración vemos que la pequeña Dorotea debe manipular vein-


ticuatro frascos y ponerlos en sus respectivos lugares. Quiere ponerlos en
el orden numérico correcto, es decir, 1, 2, 3, 4, 5, 6 en el estante superior,
7, 8, 9, 10, 11 y 12 en el siguiente, y así sucesivamente. Ahora bien, si
siempre tiene un frasco en la mano derecha y otro en la izquierda e inter-
cambia los lugares, ¿cuántos cambios serán necesarios para poner todos
los frascos en orden? Naturalmente, primero cambiaría el 1 y el 3, luego
el 2 y el 3, con lo cual tendría en su sitio los tres primeros frascos. ¿Cómo
le aconsejaría usted que siguiera? Coloque fichas numeradas en un papel
dividido en cuadrados que representen los lugares, y tendrá un divertido
acertijo.
Solución

― 62 ―
PROBLEMAS DE RECORRIDO

“Los veo en su sinuoso camino.”


REGINALD HEBER

Es razonable suponer que desde sus albores el hombre se ha hecho


estas preguntas: “¿Cuál es el camino más corto para llegar a casa?”
“¿Cuál es el camino más fácil o más placentero?” “¿Cómo hallar un ca-
mino que nos permita eludir al mastodonte y al plesiosaurio?” “¿Cómo
llegar allí sin cruzar la senda del enemigo?” Estos elementales problemas
de recorrido se pueden transformar en buenos acertijos mediante la intro-
ducción de ciertas condiciones para complicar el asunto. En los siguientes
ejemplos presentamos varias de estas complicaciones. También he in-
cluido algunas enumeraciones más o menos dificultosas. Estas constitu-
yen una excelente práctica para ejercer el raciocinio, y nos permiten ge-
neralizar de modo muy instructivo en lo concerniente a las formas geo-
métricas.

67. La bandera británica

La ilustración es un bosquejo que evoca el Union Jack, la bandera bri-


tánica. No es posible dibujarlo todo sin levantar el lápiz del papel ni pasar
dos veces por la misma línea. El acertijo consiste en averiguar cuánto se
puede dibujar sin alzar el lápiz ni pasar dos veces por la misma línea. Coja
el lápiz y averigüe cuál es el mejor resultado que puede obtener.
Solución

― 63 ―
68. El acertijo del inspector del metro
El hombre de nuestra ilustración afronta un pequeño dilema. Lo aca-
ban de designar inspector de un sistema de ferrocarril subterráneo y tiene
el deber de inspeccionar regularmente, dentro de un período establecido,
las diecisiete líneas de la compañía, que unen doce estaciones, como se
muestra en el plano que él contempla. Ahora quiere arreglar su ruta de
modo que lo lleve por todas las líneas en la menor cantidad posible de
viajes. Debe comenzar donde escoja y terminar donde escoja. ¿Cuál es la
ruta más corta?

¿Algo podría ser más simple? Pero el lector pronto descubrirá que, sea
cual fuere el procedimiento, el inspector debe pasar más de una vez por
ciertas líneas. En otras palabras, si decimos que las estaciones están a una
milla de distancia, tendrá que viajar más de diecisiete millas para inspec-
cionar todas las líneas. Allí está la pequeña dificultad. ¿Qué distancia está
obligado a recorrer, y qué ruta recomienda usted?
Solución

69. El acertijo del icosaedro


El icosaedro es un cuerpo regular o platónico, pues todos sus lados,
ángulos y planos son similares e iguales. Sus caras son veinte triángulos

― 64 ―
equiláteros similares. Un trozo de cartulina de la forma que mostramos en
el diagrama más pequeño se pliega a lo largo de las líneas punteadas for-
mando un icosaedro perfecto.
Ahora bien, cuerpo platónico no significa cuerpo celeste, pero para
nuestro acertijo daremos en suponer que existe un planeta habitable con
esta forma. También supondremos que, a causa de una súper fluidez del
agua, las únicas tierras secas están a lo largo de las aristas, y que los ha-
bitantes desconocen la navegación.

Si cada una de estas aristas tiene 10.000 millas de longitud y un viajero


solitario se encuentra en el Polo Norte (el punto más alto), ¿cuánto tendrá
que viajar para visitar cada parte habitada del planeta, es decir para reco-
rrer cada una de las aristas?
Solución

70. Inspeccionando una mina


El diagrama representa las galerías o túneles de una mina. Supondre-
mos que cada túnel, A a B, B a C, C a H, H a I, tiene una milla de longitud.
Se verá que hay treinta y un túneles. Ahora bien, un funcionario debe
inspeccionarlos todos, y desciende por el conducto hasta el punto A. ¿Qué
distancia debe recorrer, y qué trayecto recomienda usted? El lector tal vez

― 65 ―
diga: “Si hay treinta y un túneles, cada cual de una milla de longitud,
tendrá que recorrer sólo treinta y una millas”. Pero ello equivale a suponer
que nunca deberá recorrer un túnel más de una vez, y no ocurre así.

Tome un lápiz y trate de hallar el trayecto más corto. Pronto descubrirá


que hay bastante margen para la reflexión. Más aún, se trata de un acertijo
desconcertante.
Solución

71. Un acertijo con nivel

Se trata simplemente de contar. ¿De cuántas maneras puede usted for-


mar la palabra LEVEL (“nivel”) apoyando la punta del lápiz en una L y

― 66 ―
luego pasando a lo largo de las líneas de letra en letra? Puede ir en cual-
quier dirección, hacia adelante o hacia atrás. Claro que no se le permite
saltarse letras, es decir, debe usar una letra cada vez que llegue a ella.
Solución

72. El acertijo del marinero

El marinero que mostramos en la ilustración afirmó que desde su in-


fancia comerciaba en el Pacífico recorriendo una veintena de islas con
una pequeña nave. Nos entregó el tosco mapa que reproducimos aquí, y
explicó que las líneas que unen una isla con otra representaban las únicas
rutas que él seguía. Siempre comenzaba en la isla A al principio de la
temporada, y luego visitaba cada isla una vez, y sólo una vez, terminando

― 67 ―
su travesía en el punto de partida. Pero siempre postergaba todo lo posible
su visita a C, por razones comerciales sobre las cuales no es preciso ex-
playarse. El acertijo consiste en descubrir su ruta exacta, y esto se puede
hacer con certeza. Coja un lápiz y, comenzando en A, trate de deducirla.
Si anota las islas por orden de visita —por ejemplo, A, I, O, L, G, etc.—
pronto verá si ha visitado una isla dos veces o si ha omitido alguna. Por
cierto, los cruces de las líneas se deben pasar por alto, es decir, usted debe
continuar la ruta directamente, y no puede coger un cruce para cambiar
de rumbo. No hay trucos de esta especie en el acertijo. El marinero cono-
cía la mejor ruta. ¿Puede usted encontrarla?
Solución

73. El acertijo de los votantes

Aquí tenemos, quizá, la forma más interesante de este acertijo. ¿De


cuántos modos se puede leer la exhortación RISE TO VOTE, SIR (“Pón-
gase usted en pie para votar”), con las mismas condiciones que en el acer-
tijo anterior? En este caso cada lectura del palíndromo requiere el uso de
la V central como letra del medio.
Solución

― 68 ―
74. El monje y los puentes

Doy un esquema de un río con una isla y cinco puentes. En un lado del
río hay un monasterio, y en el otro se ve un monje en primer plano. Ahora
bien, de regreso al monasterio el monje ha decidido cruzar cada puente
una vez, y sólo una vez. Esto es, por supuesto, bastante fácil, pero en el
camino piensa para sí: ‘Me pregunto cuántas rutas diferentes tengo para
elegir.’ ¿Podría usted decírselo?
Tome su lápiz y trace una ruta que lo lleve una vez por los cinco puen-
tes. Luego trace una segunda, luego una tercera, y vea si puede determinar
todas las variantes. Verá que la dificultad es doble: por un lado debe evitar
olvidar rutas; por el otro, debe evitar repetirlas.
Solución

― 69 ―
PROBLEMAS DE COMBINACIÓN Y AGRUPAMIENTO

“Por cierto, una combinación y una forma.”


SHAKESPEARE:, Hamlet, iii, 4

75. Los caballeros del rey Arturo


El rey Arturo se sentó a la Mesa Redonda en tres veladas sucesivas
con sus caballeros —Beleobus, Caradoc, Driam, Eric, Floll y Galahad—
pero nadie se sentó dos veces junto a una persona que ya se hubiera sen-
tado a su lado. En la primera velada se sentaron en orden alfabético en
tomo de la mesa. Pero después el rey Arturo dispuso los lugares de modo
de tener a Beleobus tan cerca como fuera posible y a Galahad tan lejos
como pudiera. ¿Cómo colocó a los caballeros, recordando la regla de que
ningún caballero puede sentarse dos veces al lado del mismo?
Solución

76. Jugadores de bridge


Doce socios de un club convinieron en jugar bridge juntos en once
noches, pero ningún jugador debía tener el mismo compañero más de una
vez, o el mismo rival más de dos veces. ¿Puede usted trazar un plan mos-
trando cómo pudieron sentarse todos en tres mesas todas las noches? De-
nomine a los doce jugadores por las primeras doce letras del alfabeto y
trate de agruparlos.
Solución

77. Tres hombres en un bote


Un generoso fabricante de Londres otorga a sus obreros una semana
de vacaciones en la playa todos los años, de su propio pecunio. En una
ocasión quince empleados suyos visitaron Heme Bay. En la mañana que
salieron de Londres su empleador los interpeló de este modo, expresando
la esperanza de que lo pasaran muy bien.

― 70 ―
—Me han dado a entender —añadió— que algunos de ustedes son
amantes del remo, así que en esta ocasión me propongo brindarles esa
recreación, y al mismo tiempo darles un pequeño acertijo para resolver.
Durante los siete días que pasarán en Heme Bay, todos deben salir todos
los días a la misma hora a remar, pero siempre debe haber tres hombres
en un bote y no más de tres. Dos hombres no pueden salir en bote juntos
más de una vez, y nadie puede salir dos veces en el mismo bote. Si se las
apañan para hacerlo, y usan la menor cantidad posible de botes, la em-
presa se hará cargo de los gastos.
Uno de esos hombres me contó que la experiencia que tenía en dichos
asuntos pronto le permitió hallar la respuesta para total satisfacción de los
empleados y del empleador. Pero lo más pintoresco del asunto es que ja-
más resolvieron de veras el pequeño misterio. El método que utilizaron
era incorrecto, y creo que mis lectores se divertirán descubriendo el modo
en que los hombres debieron ocupar los botes. Como da la casualidad de
que se llaman Andrews, Baker, Cárter, Danby, Edwards, Frith, Gay, Hart,
Isaacs, Jackson, Kent, Lang, Masón, Napper y Onslow, desde ahora po-
demos llamarlos por sus iniciales y anotar los cinco grupos correspon-
dientes a cada uno de los siete días de esta manera sencilla:

1 2 3 4 5
Primer día: (ABC) (DEF) (GHI) (JKL) (MNO).

Los hombres incluidos en cada paréntesis ocupan el mismo bote, de


modo que A no puede salir de nuevo con B ni con C, y C no puede salir
de nuevo con B. Lo mismo vale para los otros cuatro botes. Los números
corresponden al número de bote, de modo que A, B y C, por ejemplo, ya
no pueden salir más en el bote número 1.
Solución

78. Los nueve alumnos


Este es un nuevo e interesante complemento del acertijo de “Las
quince alumnas” (véase solución del N° 77), y aun en esta forma simplí-
sima que presento aquí presenta indudables dificultades. Nueve alumnos
salen en fila de tres en los seis días de la semana, de modo que ninguno

― 71 ―
camina nunca al lado de otro más de una vez. ¿Cómo puede usted agru-
parlos?
Si los representamos con las primeras nueve letras del alfabeto, el pri-
mer día podemos agruparlos de este modo:

A B C
D E F
G H I

Entonces A no puede volver a caminar al lado de B, ni B de C, ni D


de E, y así sucesivamente. Pero A puede caminar al lado de C. No hay
objeción a que formen parte del mismo terceto, sino a que caminen lado
a lado en un terceto. En estas condiciones pueden salir los seis días; con
las condiciones de las “alumnas” sólo pueden salir cuatro días.
Solución

79. El acertijo de la ratonera


Esta es una versión moderna de un viejo acertijo del mismo nombre,
con una diferencia. Numere veintiuna tarjetas, 1, 2, 3, etc. hasta 21, y
dispóngalas en círculo según el orden indicado en la ilustración. Estas
tarjetas representan ratones. Usted comienza por cualquier tarjeta, deno-
minándola “uno”, y cuenta “uno, dos, tres”, etc. en la dirección de las
agujas del reloj, y cuando la cuenta concuerde con el número de la tarjeta,
ha “cazado” un ratón y elimina esa tarjeta. Luego comienza por la tarjeta
siguiente, llamándola “uno” y tratando de coger otra presa.

― 72 ―
Y así sucesivamente. Suponiendo que usted empiece en 18, llamando
a esa tarjeta “uno”, su primera “presa” será el 19. Elimine el 19 y su pró-
xima presa será el 10. Elimine el 10 y la próxima presa será el 1. Elimine
el 1, y si cuenta hasta 21 (nunca debe pasar esa cifra), no puede pillar otra
presa. Lo ideal es coger a los veintiún ratones, pero esto no es posible
aquí, y si lo fuera sólo se requerirían veintiún intentos, a lo sumo, para
lograrlo. Pero el lector debe hacer que dos tarjetas cualesquiera cambien
de lugar antes de empezar. Así, usted puede cambiar el 6 con el 2, o el 7
con el 11, o cualquier otro par. Esto se puede hacer de varias maneras
para permitirle cazar los veintiún ratones, si luego usted empieza en el
sitio atinado. Nunca debe pasar por alto una presa; siempre debe eliminar
la tarjeta y comenzar de nuevo.
Solución

80. Cruces con fichas


Para este acertijo sólo necesitamos nueve fichas, numeradas 1, 2, 3, 4,
5, 6, 7, 8 y 9. Se verá que en la ilustración A están dispuestas para formar
una cruz griega, mientras que en B forman una cruz latina. En ambos ca-
sos el lector descubrirá que la suma de los números del brazo vertical de
la cruz es igual a la suma de los números del brazo horizontal. Es muy
fácil tantear hasta dar con una configuración, pero el problema consiste
en descubrir en cuántos modos se puede hacer en cada caso.

― 73 ―
Recuerde que las inversiones y reflejos no cuentan como diferentes.
Es decir, si usted hace girar la página obtendrá cuatro ordenamientos para
la cruz griega, y si la hace girar frente a un espejo obtendrá cuatro más.
Pero se considera que estas ocho configuraciones son una y la misma.
Pues bien, ¿cuántos modos existen en cada caso?
Solución

81. La cadena del anticuario

Un anticuario poseía varios eslabones curiosos y antiguos, los cuales


llevó a un herrero, y le pidió que los uniera para formar una cadena recta,
con la única condición de que los dos eslabones circulares no estuvieran
juntos. La anterior ilustración muestra el aspecto de la cadena y la forma
de cada eslabón. Ahora bien, suponiendo que el dueño separase de nuevo
los eslabones, y los llevara a otro herrero y repitiera exactamente las mis-
mas instrucciones, ¿qué probabilidades hay de que los eslabones queden
en la misma posición en que los dejó el primer herrero? Recuerde que
cada eslabón sucesivo se puede unir a otro en una de dos maneras, tal
como usted se puede poner un anillo en el dedo de dos maneras, o esla-
bonar el índice y el pulgar de dos maneras.
Solución

82. Los cuatro sellos postales


Muchos consideran que contar es lo más fácil del mundo, pero a veces
tiene sus complicaciones. Veamos este sencillo ejemplo. Supongamos
que acabamos de comprar doce sellos postales, en esta forma —tres por
cuatro— y un amigo nos pide que le demos cuatro sellos unidos, sin que
ningún timbre quede adherido sólo por la esquina.

― 74 ―
¿De cuántas maneras es posible recortar esos cuatro sellos? Podemos
darle 1, 2, 3, 4, o bien 2, 3, 6, 7, o bien 1, 2, 3, 6, o bien 1, 2, 3, 7, o bien
2, 3, 4, 8, y así sucesivamente. ¿Puede usted contar cuántas maneras hay
de entregar los cuatro sellos? No hay muchas más de cincuenta, así que
no es una cuenta grande. ¿Puede averiguar el número exacto?
Solución

― 75 ―
PROBLEMAS AJEDRECÍSTICOS

“Tú y yo iremos al ajedrez.”


GREENE, Cuatro peniques de ingenio

EL TABLERO DE AJEDREZ

“Buena compañía es un tablero de ajedrez.”


BYRON: Don Juan, xiii, 89

Un tablero de ajedrez es esencialmente un plano cuadrangular dividido


en sesenta y cuatro cuadrados más pequeños mediante líneas rectas en
ángulo recto. Originalmente no era “ajedrezado” (es decir, con sus filas y
columnas alternando en blanco y negro, u otros dos colores cualesquiera),
y esta mejora se introdujo meramente para ayudar al ojo durante el juego.
La utilidad de este contraste es incuestionable. Por ejemplo, facilita el uso
de los alfiles, permitiéndonos ver de una sola ojeada si nuestro rey o nues-
tros peones, sobre los cuadrados negros, son vulnerables al ataque de un
alfil rival que se desplaza por la diagonal blanca. Pero este contraste no
es esencial para el juego del ajedrez. Además, cuando proponemos acer-
tijos sobre el tablero, conviene recordar que se puede generar un interés
adicional si “generalizamos” para tableros que contengan cualquier nú-
mero de cuadrados, o si nos limitamos a una disposición determinada, no
necesariamente un cuadrado. Presentaremos algunos acertijos que tratan
sobre tableros ajedrezados de esta manera general.

83. Divisiones en el tablero


Recientemente me hice la pregunta: ¿de cuántos modos se puede divi-
dir un tablero de ajedrez en dos partes del mismo tamaño y forma me-
diante cortes en las líneas que dividen los cuadrados? El problema pronto
demostró ser fascinante y estar erizado de dificultades. Lo presento en
forma simplificada, tomando un tablero de menores dimensiones.

― 76 ―
Es obvio que un tablero de cuatro cuadrados sólo se puede dividir de
una manera —mediante un corte recto por el centro— porque no conta-
remos las inversiones ni reflejos como diferentes. En el caso de un tablero
de dieciséis cuadrados —cuatro por cuatro— hay seis modos. Los he pre-
sentado en el diagrama, y el lector no encontrará más.

Ahora, coja usted el tablero de treinta y seis cuadrados y trate de des-


cubrir de cuántas maneras lo puede dividir en dos partes de la misma
forma y tamaño.
Solución

84. La ventana del abad


Una vez el abad de St. Edmondsbury, a causa de ‘devociones dema-
siado fuertes para su cabeza’, enfermó y tuvo que guardar cama. Mientras
permanecía despierto, moviendo la cabeza de un lado a otro, los atentos
monjes notaron que algo lo perturbaba, pero nadie se atrevía a preguntar
qué era, pues el abad era un hombre severo que no toleraba la impertinen-
cia. De pronto llamó al padre John, y ese venerable monje pronto estuvo
junto al lecho.
—Padre John —dijo el abad—, ¿sabes que llegué a este malvado
mundo en un día par de una semana par de un mes par de un año par de
un siglo par?

― 77 ―
El monje cabeceó.
—¿Y no te he dicho a menudo que, habiendo nacido en tal fecha, no
siento amor por las cosas impares? ¡Mira allá!
El abad señaló la gran ventana del dormitorio, de la cual presento un
bosquejo. El monje miró, y quedó estupefacto.
—¿Acaso no ves que las sesenta y cuatro claraboyas suman un número
par vertical y horizontalmente, pero que todas las líneas diagonales, ex-
cepto catorce, son de un número impar? ¿A qué se debe?
—A decir verdad, monseñor abad, está en la naturaleza misma de las
cosas, y no se puede modificar.
—¿Conque no? Pues será modificado. Te ordeno que algunas de esas
claraboyas se cierren hoy, para que todas las líneas den un número par de
claraboyas. Procura que esto se haga sin demoras, pues de lo contrario la
bodega permanecerá cerrada por un mes y te acontecerán otras desgracias.

El padre John se devanó los sesos pero, tras consultar con alguien que
era versado en extraños misterios, halló un modo de satisfacer el capricho
del abad. ¿Cuáles claraboyas se cerraron, de modo tal que las que perma-
necieron abiertas sumaran un número par en cada línea horizontal, verti-
cal y diagonal, con la menor obstrucción posible para la luz?
Solución

― 78 ―
85. Ajedrez chino
¿En cuántas piezas se puede dividir un tablero de ajedrez (haciendo
cortes sólo a lo largo de las líneas) sin que dos piezas sean exactamente
iguales? Recuerde que la disposición en blanco y negro constituye una
diferencia. Así, un cuadrado negro se considera diferente de un cuadrado
blanco, una fila de tres que contenga dos cuadrados negros difiere de una
fila de tres que contenga dos cuadrados blancos, etc. Si dos piezas no se
pueden apoyar sobre la mesa luciendo exactamente iguales, se consideran
diferentes. Y como el dorso del tablero es liso, las piezas no se pueden
invertir.
Solución

― 79 ―
ACERTIJOS AJEDRECÍSTICOS ESTÁTICOS

“También sirven quienes alerta aguardan.”


MILTON

86. Los cuatro leones

El acertijo consiste en hallar de cuántos modos se pueden colocar los


cuatro leones para que nunca haya más de un león en cualquier fila o co-
lumna. Las meras inversiones y reflejos no cuentan como diferentes. Así,
partiendo del ejemplo dado, si ponemos los leones en la otra diagonal, se
considera que es el mismo ordenamiento. Pues si ponemos el segundo
ordenamiento frente a un espejo o le damos la vuelta, simplemente obte-
nemos el primer ordenamiento. Es un acertijo sencillo, pero requiere
cierto grado de reflexión.
Solución

87. El cuadrado de Bachet


Uno de los más antiguos acertijos con naipes es el de Claude Gaspar
Bachet de Méziriac, que se publicó por primera vez, tengo entendido, en
la edición de 1624 de su obra. Separe los naipes A, K, Q y J de un mazo
y dispóngalos en un cuadrado de tal manera que en ninguna hilera de nai-
pes, horizontal, vertical o diagonal, se encuentren dos barajas del mismo

― 80 ―
palo o del mismo valor. Esto es bastante fácil, pero un objetivo del acertijo
consiste en encontrar de cuántas maneras se puede hacer. El eminente
matemático francés A. Labosne, en su edición moderna de Bachet, da una
respuesta incorrecta. Y sin embargo el acertijo es bastante fácil. Cualquier
configuración genera siete más cuando el cuadrado se invierte o se refleja
en un espejo. Bachet las considera soluciones diferentes.
Nótese que se habla de líneas de cuatro naipes, de modo que las únicas
diagonales que tenemos en cuenta son las dos largas.
Solución

88. Convocatoria de alfiles

La mayor cantidad de alfiles que se puede colocar simultáneamente en


el tablero de ajedrez, sin que ningún alfil ataque a otro, es catorce. En el
diagrama muestro el modo más sencillo de hacerlo. De hecho, en un ta-
blero ajedrezado de cualquier cantidad de cuadrados, la mayor cantidad
de alfiles que se puede colocar sin atacar es siempre dos menos del doble
del número de cuadrados del lado. Es un interesante acertijo descubrir de
cuántos modos los catorce alfiles se pueden colocar sin ataque mutuo.
Daré una sencillísima regla para determinar la cantidad de modos para un
tablero ajedrezado con cualquier número de cuadrados.
Solución

― 81 ―
89. El gentil arte de lamer sellos postales
La Ley de Sellos es una prolífica fuente de amenos acertijos (particu-
larmente amenos si uno se encuentra entre los exentos). La iniciación en
el gentil arte de lamer sellos postales sugiere el siguiente problemita: si
tenemos una tarjeta dividida en dieciséis espacios (4 × 4) y nos dan mu-
chos sellos con valores de 1, 2, 3, 4 y 5 peniques, ¿cuál es el mayor valor
que se puede pegar en la tarjeta si la ley prohíbe colocar cada sello en
línea recta (horizontal, vertical o diagonal) con otro sello de valor similar?
Desde luego, sólo se puede pegar un sello en cada espacio. Probablemente
el lector descubra, cuando vea la solución, que le faltan dos peniques para
llegar al máximo. Un amigo preguntó en la Oficina de Correos cómo ha-
cerlo; pero lo enviaron al funcionario de aduanas y recaudación interna,
quien lo envió a la Comisión de Seguros, quien lo envió a una entidad
aprobada, que lo envió procazmente a... pero esto no tiene importancia.
Solución

90. Las tres ovejas


Un granjero tenía tres ovejas y dieciséis corrales divididos por cercas
del modo que indica la ilustración.

¿De cuántos modos podía situar esas ovejas, cada cual en un corral,
para que cada corral estuviera ocupado o en línea (horizontal, vertical o
diagonal) con por lo menos una oveja? Presento un ejemplo que satisface
estas condiciones. ¿Cuántos otros puede usted encontrar? Las meras in-
versiones y reflejos no cuentan. El lector puede considerar las ovejas

― 82 ―
como damas de ajedrez. El problema consiste pues en situar las tres damas
para que cada cuadrado esté ocupado o atacado por cuando menos una
dama, en la cantidad máxima de modos diferentes posibles.
Solución

91. El acertijo de los cinco perros


En 1863, C. F. de Jaenisch comentó por primera vez el “acertijo de las
cinco damas” (disponer cinco damas en el tablero de tal modo que todas
las casillas sean atacadas u ocupadas), el cual fue propuesto por su amigo,
un tal “Mr. de R.”. Jaenisch demostró que si ninguna dama puede atacar
a otra hay noventa y una maneras de colocar las cinco damas, sin contar
las inversiones y reflejos como diferentes. Si las damas pueden atacarse
entre sí, he registrado cientos de maneras, pero no podemos enumerarlas
todas con exactitud.
La ilustración representa la disposición de sesenta y cuatro perreras.
Se verá que hay cinco perreras que contienen sendos perros, y una nueva
ojeada nos indica que cada una de las sesenta y cuatro perreras está en
línea recta con por lo menos un perro, en forma horizontal, vertical o dia-
gonal. Escoja la perrera que desee, y descubrirá que puede trazar una línea
recta hasta un perro en cualquiera de las tres formas mencionadas.

― 83 ―
El acertijo consiste en desplazar a los cinco perros para descubrir de
cuántas maneras posibles los podemos colocar en cinco perreras en línea
recta, de tal modo que cada una de las sesenta y cuatro perreras siempre
esté en línea con por lo menos un perro. Aquí las inversiones y reflejos
cuentan como diferentes.
Solución

92. El acertijo del perchero


He aquí un acertijo con cinco damas que presenté de manera antoja-
diza en 1897, con las damas representadas como sombreros en sesenta y
cuatro perchas, por lo cual aquí conservaré el título original. Se verá que
cada casilla está ocupada o atacada. El acertijo consiste en desplazar una
dama a otra casilla para que todas los casillas sigan ocupadas o atacadas,
luego desplazar una segunda dama en las mismas condiciones, luego una
tercera y una cuarta. Después del cuarto movimiento cada casilla debe
quedar atacada u ocupada, pero ninguna dama debe atacar a otra. Desde
luego, no es preciso que los movimientos sean “movimientos de dama”;
se puede desplazar una dama a cualquier parte del tablero.

Solución

― 84 ―
93. Acertijo con peones
Coloque dos peones en medio del tablero, uno en “d4” y el otro en
“e5”. Ahora coloque los catorce peones restantes (suman dieciséis en to-
tal) de tal modo que no queden tres en línea recta en ninguna dirección.
Nótese que no hablo de damas porque al decir “ninguna dirección” no
sólo me refiero a las diagonales de 45 grados, sino también a cualquier
otra diagonal. Los peones se deben considerar como meros puntos en el
espacio.
Solución

DISPOSICIONES SIN ATAQUE

Sabemos que n damas siempre se pueden situar en un tablero de n2


cuadrados (si n es mayor que 3) sin que ninguna dama ataque a otra. Pero
aún no se ha descubierto ninguna fórmula general para consignar la can-
tidad de modos en que se puede hacer; probablemente sea imposible des-
cubrirlo. Los resultados conocidos son los siguientes:

Donde n = 4 hay 1 solución fundamental y 2 en total.


Donde n = 5 hay 2 soluciones fundamentales y 10 en total.
Donde n = 6 hay 1 solución fundamental y 4 en total.
Donde n = 7 hay 6 soluciones fundamentales y 40 en total.
Donde n = 8 hay 12 soluciones fundamentales y 92 en total.
Donde n = 9 hay 46 soluciones fundamentales.
Donde n = 10 hay 92 soluciones fundamentales.
Donde n— 11 hay 341 soluciones fundamentales.

Obviamente se pueden poner n torres sin atacar en un tablero n2 en n!


maneras, pero sólo he deducido cuántas de ellas son fundamentalmente
diferentes en los cuatro casos donde n equivale a 2, 3, 4 y 5. Las respues-
tas respectivas son 1, 2, 7 y 23. (Véase el N° 86, “Los cuatro leones”.)
Podemos situar 2n – 2 alfiles en un tablero n2 de 2n maneras. (Véase
el N° 88, “Convocatoria de alfiles”.) Para los tableros que contienen 2, 3,
4, 5, 6, 7, 8 cuadrados por lado hay respectivamente 1, 2, 3, 6, 10, 20, 36
disposiciones fundamentalmente diferentes.

― 85 ―
Donde n es impar hay 21(n – l)/2 disposiciones, cada cual dando 4 por
inversiones y reflejos, y 2n – 3 – 2(n–3)/2 dando 8.
Donde n es par hay 2(n–2)/2, dando cada cual 4 con inversiones y refle-
jos, y 2n – 3 – 2(n–4)/2, cada cual dando 8.
Podemos situar (n2 + l)/2 caballos en un tablero n2 sin ataque, cuando
n es impar, de 1 modo fundamental; y n2/2 caballos en un tablero n2,
cuando n es par, de un modo fundamental. En el primer caso situamos
todos los caballos en el mismo color que en el cuadrado central; en el
segundo caso los ponemos todos sobre cuadrados negros o sobre cuadra-
dos blancos.

― 86 ―
ACERTIJOS AJEDRECÍSTICOS DINAMICOS

“Avanza— sigue moviéndote”


THOS MORTON, Cura para el corazón dolorido

94. El león y el hombre


En un edificio público de Roma había una vez una prisión dividida en
sesenta y cuatro celdas, todas abiertas al cielo y todas comunicadas entre
sí, como muestra la ilustración. Los deportes que aquí se practicaban se
observaban desde una alta torre. El juego favorito consistía en poner a un
cristiano en una celda de una esquina y a un león en la esquina diagonal-
mente opuesta y luego dejarlos con todas las puertas internas abiertas. El
efecto consecuente era a veces muy risible. En una ocasión se entregó al
hombre una espada. El hombre no era un cobarde, y estaba tan ansioso de
encontrar al león como el león de encontrarle a él.

El hombre visitó cada celda una vez y sólo una vez en la menor canti-
dad posible de líneas rectas hasta llegar a la celda del león. El león, curio-
samente, también visitó cada celda una vez y sólo una vez en la menor
cantidad posible de líneas rectas hasta que al fin llegó a la celda del hom-

― 87 ―
bre. Comenzaron juntos y fueron a la misma velocidad; no obstante, aun-
que en ocasiones se entrevieron, jamás se encontraron. El acertijo consiste
en mostrar qué ruta siguió cada cual.
Solución

95. El viaje de la torre

Para bien o para mal, la expedición que debe emprender esta torre es
un viaje sin retomo. Realizará veintiún movimientos, visitando todas las
casillas del tablero una vez y sólo una vez, parando en la casilla que de-
nominamos 10 al final de su décimo movimiento, y terminando en la ca-
silla denominada 21. No se pueden realizar dos movimientos consecuti-
vos en la misma dirección, es decir, hay que girar después de cada jugada.
Solución

96. Acertijo con alfiles


Este acertijo es fascinante. Ponga ocho alfiles (cuatro negros y cuatro
blancos) en el tablero reducido que mostramos en la ilustración.
El problema consiste en lograr que los alfiles negros cambien de lugar
con los blancos, sin que ningún alfil ataque nunca a otro del color opuesto.
Se deben desplazar alternativamente: uno blanco, uno negro, uno blanco
y así sucesivamente. Cuando haya logrado terminar, procure hacer lo
mismo con la menor cantidad posible de movimientos.

― 88 ―
Solución

97. La regata
¡Marineros de agua dulce, izad los escotines del foque, desplegad la
vela mayor, inflad ese foque balón, alistad la mesana!
Nuestra regata consiste en partir desde el punto donde mostramos el
yate en la ilustración y tocar cada una de las sesenta y cuatro boyas en
catorce líneas rectas, regresando en la maniobra final hasta la boya donde
comenzamos. El séptimo tramo debe terminar en la boya donde flamea
una bandera.
Este acertijo exige gran pericia naval, pues a menudo hay que manio-
brar en ángulo cerrado. La punta de un lápiz y un buen ojo náutico son
todos los elementos que necesitamos.

― 89 ―
Esto es difícil a causa de la condición concerniente a la boya con la
bandera, y porque es una gira donde se regresa al punto de partida. Pero
de nuevo se permite recurrir a esas líneas oblicuas.
Solución

98. Cuarenta y nueve estrellas

El acertijo consiste en coger un lápiz, y, partiendo de una estrella ne-


gra, tachar todas las estrellas con doce trazos rectos, terminando en la otra
estrella negra. Se verá que el intento que se muestra en la ilustración re-
quiere quince trazos. ¿Puede hacerlo con doce? Cada giro se debe efectuar
sobre una estrella, y las líneas deben ser paralelas a los lados y diagonales
del cuadrado, tal como se muestra. Se trata de un tablero de ajedrez de
dimensiones reducidas, pero sólo se requieren movimientos de dama (sin
salirse de los límites del cuadrado).
Solución

99. El acertijo del sabueso


En este acertijo las veinte perreras no se comunican entre sí mediante
puertas, sino que están divididas por un parapeto. El solitario ocupante es
el sabueso que vive en la perrera de la esquina superior izquierda. Cuando
se le otorga libertad, debe obtenerla visitando cada perrera una vez y sólo

― 90 ―
una vez en una serie de jugadas de caballo de ajedrez, terminando en la
esquina inferior derecha, que está abierta al mundo.

Las líneas del diagrama de la página anterior muestran una solución.


El acertijo consiste en descubrir de cuántos modos el sabueso puede salir
desde su perrera.
Solución

100. Tablero dividido


No podemos dividir el tablero de ajedrez común en cuatro comparti-
mientos iguales, y realizar una gira completa con un caballo, o aun seguir
un recorrido en cada compartimiento. Pero podemos dividirlo en cuatro
compartimientos, como muestra la ilustración, dos de veinte casillas cada
uno, y otros dos de doce casillas cada uno, y así obtener un interesante
acertijo. Se trata de describir una gira completa, con reingreso, partiendo
de donde uno guste, pero visitando cada una de las casillas de cada com-
partimiento antes de pasar a otro, y efectuando el brinco final de vuelta
hacia la casilla de donde partió el caballo. No es difícil, pero resulta muy
ameno e instructivo.
La posibilidad de efectuar una “gira” o seguir un “recorrido” completo
con un caballo en un tablero de ciertas dimensiones depende no sólo de
las dimensiones sino de la forma. No es posible una gira en un tablero que
contenga una cantidad impar de casillas, tales como 5 × 5 o 7 × 7, por esta
razón: cada brinco del caballo se debe efectuar desde una casilla blanca a
una negra y desde una negra a una blanca, alternativamente. Pero si hay

― 91 ―
una cantidad impar de casillas, un color tiene por fuerza una casilla de
más, así que la senda debe comenzar en una casilla del color que tiene
más, y terminar en un color similar; como es imposible desplazar el ca-
ballo entre casillas del mismo color, la senda no tiene reingreso. Pero se
puede realizar una gira perfecta en un tablero rectangular de cualquier
dimensión siempre que la cantidad de casillas sea par, y que la cantidad
de casillas de un lado no sea inferior a 6 y del otro no sea inferior a 5. En
otras palabras, el tablero rectangular más pequeño donde es posible efec-
tuar una gira con reingreso es de 6 × 5.

No es posible que un caballo siga una senda que recorra (sin reingreso)
todas las casillas de un tablero si sólo hay dos casillas en un lado; tampoco
es posible en un tablero cuadrado de dimensiones inferiores a 5 × 5. En
un tablero de 4 × 4 un caballo no puede efectuar una gira ni un recorrido
completo; debemos dejar una casilla sin visitar. Pero en un tablero de 4 ×
3 (que tiene cuatro casillas menos) es posible trazar un recorrido completo
de dieciséis maneras diferentes. Tal vez al lector le interese descubrirlas.
Cada sendero que comience y termine en diferentes casillas cuenta con
una solución diferente, y también las rutas inversas.
Solución

101. El acertijo de las perreras


Un hombre tiene veinticinco perreras, y todas se comunican entre sí
mediante puertas, como muestra la ilustración. Desea disponer a sus

― 92 ―
veinte perros de tal modo que formen una secuencia de caballos de aje-
drez del perro N° 1 al perro N° 20, y la fila inferior de cinco perreras debe
quedar desocupada, como ahora. Esto se debe hacer moviendo un perro
por vez hacia una perrera vacía. Los perros están bien adiestrados para
obedecer, y se puede confiar en que permanecerán en las perreras donde
los ponemos, excepto que si dos se alojan en la misma perrera luchan a
muerte.

¿Cómo resolver el acertijo en la menor cantidad posible de jugadas sin


que dos perros compartan nunca una perrera?
Solución

102. Las cuatro ranas


En la ilustración tenemos ocho hongos, con ranas blancas en 1 y 3 y
ranas negras en 6 y 8. El acertijo consiste en mover una rana por vez, en
cualquier orden, a lo largo de una de las líneas rectas que unen un hongo
con otro, hasta que hayan cambiado de lugar, quedando las ranas blancas
en 6 y 8, y las negras en 1 y 3. Si usa cuatro fichas sobre un diagrama
simple, le resultará muy fácil, pero es más dificultoso hacerlo en sólo siete
jugadas, (cualquier número de desplazamientos sucesivos de la misma
rana cuenta como una jugada). No puede haber más de una rana por hongo
al mismo tiempo.

― 93 ―
Solución

― 94 ―
ACERTIJOS AJEDRECÍSTICOS VARIOS

“El ajedrez constituye un grato e ingenioso


ejercicio mental para ciertas clases de hombres”
BURTON, Anatomía de la melancolía

103. Las torres encerradas

Las torres blancas no pueden salir del pequeño cuadrado donde están
encerradas excepto en la jugada final, al dar jaque mate. El acertijo con-
siste en dar jaque mate a las negras con la menor cantidad posible de mo-
vimientos con la torre NQ 8, dejando las otras torres en orden numérico
alrededor de los lados del cuadrado, con la brecha entre 1 y 7.
Solución

104. Ahogado
Hace unos años se propuso el acertijo de construir una partida imagi-
naria de ajedrez donde las blancas queden ahogadas con la menor canti-
dad posible de movimientos, dejando todas las piezas (treinta y dos) sobre

― 95 ―
el tablero. ¿Puede usted llegar a esa posición en menos de veinte movi-
mientos?
Solución

105. Un dilema asombroso


En una partida de ajedrez entre el señor Negro y el señor Blanco, Ne-
gro estaba en un brete, y como de costumbre debía coger un tren. Propuso
pues que Blanco terminara la partida en su ausencia, con la condición de
que no efectuara ninguna jugada para Negro, sino sólo con las piezas
blancas. El señor Blanco aceptó, pero para su consternación le resultó im-
posible ganar la partida en esas condiciones. Por mucho que lo intentaba,
no podía dar jaque mate a su oponente.

¿En qué casilla dejó el señor Negro a su rey? Las otras piezas están en
sus posiciones apropiadas en el diagrama. Blanco puede dar jaque a Ne-
gro cuantas veces quiera, pero en balde, pues nunca llega a una posición
de jaque mate.
Solución

― 96 ―
106. Los seis peones
¿De cuántos modos puedo poner seis peones en el tablero para que
haya una cantidad par de casillas desocupadas en cada fila y columna?
Aquí no tenemos en cuenta las diagonales, y cada conjunto
de seis casillas ocupadas constituye una solución diferente, así que no
es preciso excluir inversiones ni reflejos.
Solución

107. Jaque mate


Al entrar en un club londinense, noté la posición que dos jugadores
habían dejado al marcharse. Esta posición se muestra en el diagrama.

Es evidente que las blancas han dado mate a las negras. ¿Pero cómo?
He ahí el acertijo.
Solución

108. Monstruosidad
Una Nochebuena yo viajaba en tren al sur de Inglaterra. El comparti-
miento estaba atestado, y los pasajeros estábamos muy apiñados. Mi com-

― 97 ―
pañero de asiento estudiaba sesudamente una posición en uno de esos ta-
bleros plegables que se pueden guardar cómodamente en el bolsillo, y no
pude evitar mirarlo (la posición se muestra en la página siguiente, y como
está un poco borrosa diremos que la pieza de “c7” es el rey blanco).
Mi compañero de viaje volvió repentinamente la cabeza y sorprendió
mi expresión de desconcierto.
—¿Juega usted al ajedrez? —preguntó.
—Sí, un poco. ¿Qué es eso? ¿Un problema?
—Problema? No, una partida.
—¡Imposible! —exclamé con cierta rudeza— ¡Esa posición es una
monstruosidad!

Extrajo una tarjeta del bolsillo y me la entregó. De un lado tenía un


domicilio y en el anverso las palabras “43. Rg1”.
—¡Es una partida por correspondencia! —exclamó— Usted ve el úl-
timo movimiento de mi amigo, y ahora yo estoy meditando mi respuesta.
—Excúseme —insistí—, pero la posición parece imposible. ¿Cómo,
por ejemplo…?
—¡Ah! —me interrumpió sonriendo—. Entiendo. Es usted un princi-
piante. Juega para ganar.
—¡Pues me imagino que usted no juega para perder o empatar!

― 98 ―
Lanzó una carcajada.
—Tiene usted mucho que aprender. Mi amigo y yo no jugamos en
busca de esos anticuados desenlaces. Vemos en el ajedrez lo maravilloso,
lo estrambótico, lo extravagante. ¿Alguna vez vio una posición como
ésta?
Por suerte no, pensé para mis adentros.
—Esa posición, amigo mío, materializa las sinuosas evoluciones y las
sincréticas, sintéticas y sincrónicas concatenaciones de dos cerebros per-
sonalísimos. Es el producto de un hiperbólico e hipertrófico intercambio
de...
—¿Ha leído usted el periódico vespertino? —interrumpió el pasajero
de enfrente, alcanzándome un periódico. Noté que en el margen, junto a
su pulgar, había garrapateado una nota. Agradeciéndole, cogí el periódico
y leí: “Lunático, pero totalmente inofensivo. Está a mi cargo”.
Después de eso dejé que el pobre sujeto delirase a gusto hasta que
ambos nos apeamos en la siguiente estación.
Pero esa extraña posición se me grabó en la mente, siendo el último
movimiento de las negras 43. lg1; y poco después descubrí que en efecto
era posible llegar a ella en cuarenta y tres movimientos. ¿Podrá el lector
reconstruir esa secuencia? ¿Cómo lograron las blancas poner sus torres y
el alfil del rey en su posición actual, teniendo en cuenta que nunca pudie-
ron haber movido el alfil del rey? No se dieron ventajas, y cada movi-
miento era totalmente legítimo.
Solución

― 99 ―
ACERTIJOS DE MEDIDA, PESO Y EMPAQUETADO

“Medida por igual medida”.


SHAKESPEARE, Medida por medida, v, I.

Aparentemente el primer acertijo impreso relacionado con la medición


de una cantidad de líquido, vertiéndolo de un recipiente a otros de capa-
cidad conocida, fue el propuesto por Niccola Fontana (1500-1559), más
conocido como Tartaglia (“tartamudo”). Consiste en dividir 24 onzas de
valioso ungüento en tres partes iguales, disponiendo sólo de recipientes
con capacidad para 5, 11 y 13 onzas respectivamente. Hay muchas solu-
ciones para este acertijo para seis manipulaciones, o traslados de un reci-
piente a otro. Bachet de Méziriac reeditó este y otros acertijos de Tartaglia
en su Problèmes plaisants et délectables (1612). Es opinión general que
los acertijos de esta clase sólo se pueden resolver mediante ensayo y error,
pero creo que se pueden inferir fórmulas para la solución general de cier-
tos casos emparentados. Es un campo de investigación prácticamente
inexplorado.
El clásico problema de peso es, por cierto, el propuesto por Bachet.
Supone la determinación de la cantidad mínima de pesas que servirían
para pesar cualquier número entero de libras, de 1 a 40 inclusive, cuando
se nos permite poner una pesa en uno de ambos platillos. La respuesta es
1, 3, 9 y 27 libras. Tartaglia había propuesto el mismo acertijo con la
condición de que las pesas sólo se pudieran poner en un solo platillo. En
ese caso la respuesta es 1, 2, 4, 8, 16, 32 libras. MacMahon brinda una
solución general para el problema, y hay una explicación completa en las
Recreaciones matemáticas de Ball.
Los acertijos de empaquetado, en los cuales debemos empaquetar un
número máximo de artículos de determinadas dimensiones en una caja de
dimensiones conocidas, son, tengo entendido, una novedad reciente. Al
menos no recuerdo ningún ejemplo de los antiguos libros. Uno esperaría
ver esta idea presentada como acertijo mecánico en las jugueterías, pero
jamás he visto semejante cosa. Lo más parecido son los rompecabezas,
donde sólo es preciso acomodar una dimensión de las piezas.

― 100 ―
109. El acertijo del tonel
Los hombres de la ilustración disputan por el contenido líquido de un
tonel. Un hombre sostiene que el tonel está más que medio lleno, el otro
insiste que ni siquiera está medio lleno.

¿Cuál es el modo más fácil de zanjar la cuestión? No es necesario usar


vara, cordel ni implemento de medición alguno. Lo presento como uno
de los más simples ejemplos del valor de la mera sagacidad para la reso-
lución de acertijos. Problemas aparentemente muy dificultosos se pueden
resolver de modo análogamente fácil si tan sólo apelamos a nuestro sen-
tido común.
Solución

110. Acertijo con líquidos


He aquí un interesante problema con medición de líquidos. Un hombre
tiene dos recipientes de diez cuartos de galón llenos de vino, una medida

― 101 ―
de cinco cuartos y una medida de cuatro cuartos. Quiere poner exacta-
mente tres cuartos en cada una de las dos medidas. ¿Cómo lo conseguirá?
¿Y cuántas manipulaciones (pases de un recipiente al otro) se requieren?
No se permite derrochar, volcar ni otros trucos.
Solución

111. Mezclando el té
—Esta mañana llamó la señora Quejumbre —le dijo el honesto ten-
dero a su asistente—. Quiere 20 libras de té a 28½ peniques la libra. Desde
luego tenemos un buen té de 30 peniques, un té un poco inferior de 27
peniques y un té indio barato de 21 peniques, pero ella siempre se fija
mucho en el precio.
—¿Qué piensa hacer? —preguntó el cándido asistente.
—¿Hacer? —exclamó el tendero— Pues simplemente mezclaremos
las tres clases de té en proporciones diferentes para que las veinte libras
le permitan efectuar su compra. Pero no pongas más cantidad del mejor
té de la que sea necesaria, y usa sólo nuestros paquetes completos de libra.
No peses el té.
¿Cómo haría el pobre asistente para mezclar las tres clases de té? ¿Ha-
bría usted podido indicarle?
Solución

112. Un acertijo de empaquetado


Como todos sabemos por experiencia, se requiere bastante ingenio
para empaquetar artículos en una caja si no queremos desperdiciar espa-
cio. Un hombre me contó una vez que tenía una gran cantidad de pelotas
de hierro, todas exactamente de dos pulgadas de diámetro, y deseaba po-
ner la mayor cantidad posible en una caja rectangular de 24 9/10 pulgadas
de longitud, 22 ⅘ de anchura y 14 pulgadas de profundidad.
¿Cuál es la máxima cantidad de pelotas que pudo empaquetar en esa
caja?
Solución

― 102 ―
PROBLEMAS DE CRUCE DEL RÍO

“Mi bote está en la costa”


BYRON

Esta es otra clase medieval de acertijos. Probablemente el primer


ejemplo se deba al abad Alcuino, quien nació en Yorkshire en 735 y fa-
lleció en Tours en 804. Y todos conocen la historia del hombre con el
lobo, la cabra y el cesto de repollos cuyo bote sólo podía llevar uno de los
tres a la vez, con el hombre a bordo. La dificultad estribaba en que el
hombre no podía dejar al lobo solo con la cabra, ni a la cabra sola con los
repollos. Tartaglia y Bachet examinaron estos acertijos, que luego fueron
examinados por Lucas, De Fonteney, Delannoy, Tarry y otros. En los
acertijos que presento aquí se hallarán un par de condiciones que aumen-
tan la complejidad.

113. Cruzando el río Axe

― 103 ―
Hace muchos años, en los tiempos de ese contrabandista conocido
como “Rob Roy del Oeste”, una banda de piratas sepultó en la costa del
sur de Devon ciertos tesoros que, por cierto, abandonaron de ese modo
habitual e inexplicable. Tiempo después tres campesinos descubrieron el
paradero del tesoro, visitaron el lugar una noche y se repartieron el botín.
Giles se llevó tesoros por valor de 800 libras, Jasper por valor de 500 y
Timothy por valor de 300. Al regresar tenían que cruzar el río Axe en un
punto donde habían dejado preparada una pequeña embarcación. Sin em-
bargo, aquí se toparon con una dificultad que no habían previsto. El bote
sólo podía llevar a dos hombres, o un hombre y un saco, y se tenían tan
poca confianza mutua que ninguna persona podía quedar a solas en tierra
o en el bote con más de su parte del botín, aunque dos personas (que se
vigilarían entre sí) podían quedarse con más de lo que les correspondía.
El acertijo consiste en mostrar cómo atravesaron el río con la menor can-
tidad posible de cruces, llevando consigo su tesoro. No se pueden emplear
trucos tales como cuerdas, “puentes volantes”, corrientes, cruces a nado
u otras triquiñuelas.
Solución

114. Fuga por partida cuádruple


El coronel B era un viudo muy taciturno. Trataba a sus cuatro hijas
con una severidad rayana en la crueldad, y ellas sentían un natural dis-
gusto ante esa situación. Siendo cuatro jóvenes encantadoras dotadas de
muchas virtudes y talentos, no es sorprendente que cada cual tuviera un
devoto admirador. Sin embargo el padre prohibió a los mozos visitarlas
en la casa, interceptó la correspondencia y sometió a sus hijas a una su-
pervisión más rigurosa que nunca. Pero el amor, que se burla de cerrojos,
llaves y parapetos, estuvo a la altura de la ocasión, y los cuatro mozos
conspiraron juntos para planear una fuga conjunta.
A orillas de la cancha de tenis que había al pie del jardín corría el
plateado Támesis, y una noche, una vez que las muchachas descendieron
de una ventana, todos se escabulleron con sigilo hasta la orilla del río,
donde estaba amarrado un pequeño bote perteneciente al coronel. Se pro-
ponían cruzar hasta la margen opuesta y llegar hasta un sendero donde les

― 104 ―
aguardaban vehículos para emprender la fuga. Pero, ay, a orillas del agua
comenzaron sus dificultades.
Los mozos eran tan celosos que no permitían que sus futuras prometi-
das permanecieran en ningún momento en compañía de uno o más hom-
bres a menos que también ellos estuvieran presentes. El bote sólo podía
transportar dos personas, aunque una sola de ellas bastaba para empuñar
los remos, y parecía imposible que las cuatro parejas pudieran cruzar.
Pero en medio del río había un islote, el cual parecía ofrecer una solución
para esta dificultad, porque una o más personas podían quedarse allí
mientras el bote iba a la orilla opuesta. Si hubieran previsto esta dificul-
tad, habrían elaborado fácilmente una solución para este escollo en otra
oportunidad. Pero estaban tan apresurados y alborotados con la fuga que
pronto fueron presa de una divertida confusión. Al menos, hubiera sido
divertida para cualquier espectador.
En consecuencia, tardaron el doble y cruzaron el río el doble de veces
de las necesarias. Entretanto el coronel, que tenía el sueño muy liviano,
creyó oír un chapoteo de remos. Pronto dio la alarma a la servidumbre, y
se descubrió que las jóvenes estaban ausentes. Alguien fue a avisar a la
policía, y varios agentes pronto contribuyeron a buscar a los fugitivos,
quienes, a causa de la demora en el cruce del río, fueron capturados al
poco tiempo. Las cuatro jóvenes regresaron afligidas a su hogar, y luego
rompieron su compromiso con enfado.
Durante mucho tiempo fue un misterio que esa partida de ocho hubiera
logrado cruzar el río en ese pequeño bote sin que ninguna muchacha que-
dara jamás con un hombre, a menos que su prometido también estuviera
presente. El método favorito consiste en coger ocho fichas o piezas de
cartulina y denominarlas A, B, C, D, a, b, c, d, para representar a los cua-
tro hombres y sus futuras esposas, y llevarlas de un lado de una mesa al
otro en una caja de cerillas (el bote), con una moneda en medio de la mesa
para representar el islote.
Ahora pedimos a los lectores que hallen el método más rápido para
que la partida cruce el río. ¿Cuántos viajes de un paraje al otro se necesi-
tan? Por “paraje” aquí entendemos la costa o el islote. Aunque el bote no
necesariamente se detendría en el islote en cada cruce, se debe tener en
cuenta esta posibilidad. Por ejemplo, no vale que un hombre quede a solas

― 105 ―
en el bote (aunque se entendiera que sólo se proponía cruzar de una orilla
a la otra) si hubiera una muchacha a solas en la isla aparte de aquella con
quien estaba comprometido.
Solución

― 106 ―
PROBLEMAS CON JUEGOS

“El pequeño placer del juego”.


MATTHEW PRIOR

Todo juego se presta a la presentación de una variedad de acertijos.


Como hemos visto, es posible recurrir al tablero de ajedrez y al peculiar
movimiento de las piezas. Ahora daré ejemplos de acertijos con naipes,
fichas de dominó, y también carreras de caballos.

115. El marco de fichas de dominó

En la ilustración el juego de veintiocho fichas de dominó está dis-


puesto en forma de marco cuadrangular, con 6 contra 6, 2 contra 2, blanca
contra blanca y así sucesivamente, como en el juego. Se encontrará que
los puntos de la fila superior y la columna izquierda suman ambos 44. Los
puntos de los otros dos lados suman 59 y 32 respectivamente. El acertijo
consiste en reordenar las fichas de la misma manera para que los cuatro
lados sumen 44. Recuerde que las piezas deben estar colocadas correcta-
mente, siguiendo las reglas del juego.
Solución

― 107 ―
116. El acertijo de los naipes en T
Un ameno acertijo con naipes consiste en coger las nueve cartas de un
palo, del as hasta el nueve inclusive, y ordenarlas en forma de letra T,
como se muestra en la ilustración, para que los signos de la línea horizon-
tal sumen lo mismo que los de la columna. En el ejemplo, suman 23 en
ambos sentidos. Es muy fácil hacer un ordenamiento correcto.

El acertijo consiste en descubrir de cuántos modos se puede hacer.


Aunque el número es elevado, la solución no es tan difícil si abordamos
el acertijo del modo correcto. El modo inverso que se obtiene reflejando
la ilustración en un espejo no se cuenta como diferente, pero todos los
demás cambios en la posición relativa de los naipes se darán por válidos.
¿Cuántos modos hay? I
Solución

117. El acertijo de la carrera de caballos


No hay ética en los acertijos. Cuando resolvemos el viejo acertijo del
capitán que, teniendo que arrojar a la mitad de la tripulación por la borda
en una tormenta, dispuso echar suertes, pero ordenó a los hombres de tal
modo de sacrificar sólo a los turcos y dejar a los cristianos a bordo, no
nos detenemos a comentar la cuestionable moralidad del procedimiento.
Y cuando encaramos un problema de medición, donde unos peregrinos
sedientos deben dividir equitativamente un tonel de cerveza, no alegamos

― 108 ―
que, como abstemios, va contra nuestros principios metemos con una be-
bida que causa embriaguez. Por tanto, no pediré excusas al introducir un
acertijo que se relaciona con las apuestas.
Tres caballos —Acido, Bellota y Cápsula— inician una carrera. Las
probabilidades son 4 a 1 para Acido; 3 a 1 para Bellota y 2 a 1 para Cáp-
sula. ¿Cuánto debo invertir en cada caballo para ganar 13 libras, sin im-
portar cuál caballo llegue primero? Supongamos, por ejemplo, que aposté
5 libras a cada caballo. Si ganara Acido, yo recibiría 20 libras (4 veces 5),
y tendría que pagar 5 libras por cada uno de los otros dos caballos, ga-
nando así 10 libras. Pero se descubrirá que si Bellota llegara primero sólo
ganaría 5 libras, y si venciera Cápsula no ganaría ni perdería nada. Esto
aclarará la pregunta para el no iniciado que, al igual que yo, no siente
vocación por sumarse a la cofradía de quienes aducen estar consagrados
a la noble tarea de “mejorar la raza equina”.
Solución

― 109 ―
JUEGOS CON ACERTIJOS

“Dígase de quien es derrotado


que yace en la carriola del honor”
HUDIBRÁS

Se puede decir que un juego consiste en una lucha de destreza para dos
o más personas, en la cual participamos por diversión o para ganar un
premio. En cambio, resolver acertijos es una tarea individual. Si nos fuera
posible dominar las complejidades del juego de ajedrez de modo de tener
la certeza de ganar siempre con la primera o segunda jugada, o de empatar
siempre, dejaría de ser un juego para transformarse en un acertijo. Desde
luego, entre los jóvenes y mal informados, cuando no se entiende correc-
tamente el juego, un acertijo puede constituir un excelente juego. Sin duda
los niños continuarán jugando al tres en raya, aunque he demostrado (N°
105, Los acertijos de Canterbury) que entre dos jugadores que entienden
cabalmente el juego siempre tiene que haber empate. Ninguno de ambos
jugadores puede ganar salvo gracias a los errores del oponente. Pero es-
cribo desde el punto de vista del estudioso de estos temas.
Los ejemplos que incluyo en esta clase son aparentemente juegos,
pero, como muestro en cada caso cómo podría ganar un jugador si jugara
correctamente, se trata en realidad de acertijos. El interés consiste pues
en tratar de descubrir el método atinado para jugar.

118. El juego de los guijarros


He aquí un interesante acertijo que yo jugaba con un conocido en la
playa de Slocomb-on-Sea. Dos jugadores colocan entre ambos una canti-
dad impar de guijarros, digamos quince. Luego cada cual coge por tumo
uno, dos o tres guijarros (a su elección), y el ganador es quien obtiene un
número impar. Así, si usted obtiene siete y su rival ocho, usted gana. Si
usted obtiene seis y él nueve, él gana. ¿Debe ganar el primero o el segundo
jugador, y cómo? Cuando haya resuelto este problema con quince guija-
rros, puede intentar de nuevo, por ejemplo con trece.
Solución

― 110 ―
119. Juego de las cuatro esquinas
También aquí juegan dos personas. Una pone una ficha en el N° 6, y
la otra pone una en el N° 55, y ambas juegan alternativamente, despla-
zando la ficha a cualquier otro número de una línea. Si nuestro oponente
se desplaza en cualquier momento a una de las líneas que ocupamos, o
cruza una de nuestras líneas, inmediatamente lo capturamos y ganamos.
Veamos un ejemplo.

A se desplaza de 55 a 52; B se desplaza de 6 a 13; A avanza a 23; B


pasa a 15; A se retira a 26; B se retira a 13; A avanza a 21; B se retira a
2; A avanza a 7; B va a 3; A se desplaza a 6; B debe ir a 4; A se establece
en 11, y B será capturado en la próxima jugada porque está obligado a
cruzar una línea donde se encuentra A. Repita estas jugadas y compren-
derá el juego. En cuanto al acertijo, consiste en esto: ¿qué jugador debería
ganar, y cuántas jugadas se necesitan?
Solución

120. El misterio de las cerillas


He aquí un juego que es simple hasta la puerilidad, pero que merece
investigarse.

― 111 ―
El señor Stubbs puso una mesilla entre él y su amigo, el señor Wilson,
y cogió una caja de cerillas, de donde extrajo treinta.
—He aquí treinta cerillas —dijo—. Las divido en tres montones de-
siguales. Veamos. Tenemos 14, 11 y 5. Ahora bien, los dos jugadores
extraen alternativamente la cantidad que deseen de cualquier montón, y
quien extrae la última cerilla pierde el juego. ¡Eso es todo! Jugaré con
usted, Wilson. Yo he formado los montoncitos, así que usted extrae pri-
mero.
—Como puedo extraer la cantidad que guste —respondió Wilson—,
supongo que exhibiré mi moderación habitual y cogeré la totalidad de la
pila de 14.
—Es la peor decisión, pues pierde directamente. Yo cojo 6 de la de
11, dejando dos montones iguales de 5, y dejar dos montones iguales es
un modo seguro de ganar (con la única excepción de 1, 1) porque lo que
el contrincante haga en un montón yo puedo repetirlo en el otro. Si usted
deja 4 en un montón, yo dejo 4 en el otro. Si usted deja sólo 1 en un
montón, yo cojo todo el otro montón. Si usted coge un montón entero,
cojo todas las cerillas del otro menos una. No, nunca debe usted dejar dos
montones, a menos que sean iguales y superiores a 1, 1. Comencemos de
nuevo.
—Muy bien —dijo Wilson— Cogeré 6 del montón de 14, y le dejaré
8, 11, 5.
Luego Stubbs dejó 8, 11, 3; Wilson dejó 8, 5, 3; Stubbs, 6, 5, 3; Wil-
son, 4, 5, 3; Stubbs, 4, 5, 1; Wilson, 4, 3, 1, Stubbs, 2, 3, 1; Wilson, 2, 1,
1; lo cual Stubbs redujo a 1, 1, 1.
—Ahora es evidente que debo ganar —dijo Stubbs—, pues usted debe
coger 1, y luego yo cogeré 1, dejándole la última cerilla. Usted no tenía
modo de ganar. Hay justo trece maneras en que se pueden agrupar las
cerillas al comienzo para asegurar el triunfo. De hecho, los grupos selec-
cionados, 14, 11, 5, me daban la victoria segura, porque haga lo que hi-
ciere el oponente hay siempre una respuesta ganadora, y así hasta llegar
a la última cerilla.
Solución

― 112 ―
121. El acertijo de los cigarros
Una vez propuse el siguiente acertijo en un club londinense, y durante
largo tiempo atrajo la atención de los presentes. No pudieron desentra-
ñarlo, y lo consideraron imposible de resolver. Sin embargo, como ahora
demostraré, la respuesta es muy sencilla.
Dos hombres están sentados ante una mesa cuadrangular. Uno pone
un cigarro común (romo en una punta, puntiagudo en la otra) sobre la
mesa, y el otro hace lo mismo, y así alternativamente, siendo una condi-
ción que ningún cigarro toque al otro. ¿Cuál jugador logrará poner el úl-
timo cigarro, suponiendo que ambos jueguen del mejor modo posible? El
tamaño de la mesa y el tamaño del cigarro no se aclaran, pero para excluir
la ridícula respuesta de que la mesa podría ser tan ínfima que sólo cupiera
un solo cigarro, diremos que la mesa no debe ser inferior a 2 pies cuadra-
dos y el cigarro no debe tener menos de 4½ pulgadas de longitud. Con
esas restricciones, el lector puede optar por cualquier dimensión que
guste. Desde luego, entendemos que todos los cigarros son exactamente
iguales en todo sentido. ¿Debería ganar el primer jugador o el segundo?
Solución

― 113 ―
PROBLEMAS VARIOS

“Un acaparador de bagatelas”


SHAKESPEARE, Cuento de invierno, iv, 2

122. Una aldea maravillosa


En el Japón hay una aldea situada en un valle muy bajo, y sin embargo
el Sol está más cerca de sus habitantes, cada mediodía, en 4.800 kilóme-
tros o más, que cuando sale o se pone. ¿En qué parte del país está situada
esa aldea?
Solución

123. Los anillos de hierro


La ilustración representa uno de los más antiguos acertijos mecánicos.
Su origen es desconocido. El matemático Cardan escribió sobre él en
1550, y Wallis en 1693; aunque se dice que aún se encuentra en oscuras
aldeas inglesas (a veces guardado en sitios extraños, tales como el cam-
panario de una iglesia), hecho de hierro, y apropiadamente llamado tiring
irons (“anillos para halar”), y usado hoy por los noruegos como cerrojo
para cajas y maletines. En las jugueterías se llama a veces “anillos chi-
nos”, aunque no parece haber autoridad para esta descripción, y con fre-
cuencia se lo conoce con la insatisfactoria designación “anillos asombro-
sos”. Los franceses lo llaman Baguenaudier.

― 114 ―
El acertijo consiste en un simple gancho de alambre fijado en un
mango que se debe empuñar con la mano izquierda, y varios anillos suje-
tados por alambres que atraviesan los orificios de la barra y se mantienen
allí gracias a sus extremos romos. Los alambres se mueven libremente en
la barra, pero no pueden desprenderse de ella, y los alambres no se pueden
sacar de los anillos. El acertijo consiste en separar totalmente el gancho
de todos los anillos, y luego ponerlos todos de nuevo.
Ahora bien, se verá a simple vista que el primer anillo (a la derecha)
se puede quitar en cualquier momento, deslizándolo por encima del ex-
tremo y sacándolo del gancho; y se puede poner realizando la operación
inversa. Con esta excepción, el único anillo que se puede quitar es el se-
gundo contiguo en el gancho, del extremo derecho. Así, con todos los
anillos puestos, el segundo se puede sacar de inmediato; con el primero
abajo, no se puede sacar el segundo, pero sí el tercero; con los tres prime-
ros anillos abajo, no se puede sacar el cuarto, pero sí el quinto; y así su-
cesivamente. Se verá que el primer y segundo anillos se pueden sacar
juntos o poner juntos; pero para impedir confusiones quitaremos validez
a este doble movimiento, y diremos que sólo se puede poner o quitar un
anillo cada vez.
Así podemos sacar un anillo en 1 movimiento; dos anillos en 2 movi-
mientos; tres anillos en 5 movimientos; cuatro anillos en 10 movimientos;
cinco anillos en 21 movimientos; y si continuamos duplicando (y aña-
diendo uno donde el número de anillos es impar) podemos llegar fácil-
mente a la cantidad de movimientos necesarios para sacar totalmente
cualquier número de anillos. Para sacar los siete anillos se requieren 85
movimientos. Examinemos los cinco movimientos realizados para sacar
los primeros tres anillos: los círculos por encima de la línea representan
los anillos que quedan en el gancho y los de abajo los anillos que están
fuera del gancho.
Saquemos el primer anillo; saquemos el tercero; pongamos el primero;
saquemos el segundo; y saquemos el primero: 5 movimientos, como lo
muestran claramente los diagramas. Los círculos oscuros muestran en
cada etapa, desde la posición inicial hasta la final, qué anillos es posible
sacar. Después del movimiento 2, se notará que ningún anillo se puede
sacar hasta que uno se haya puesto, porque el primero y segundo anillos

― 115 ―
de la derecha, que ahora están en
el gancho, no están juntos. Des-
pués del quinto movimiento, si
deseamos sacar los siete anillos
debemos sacar el quinto. Pero an-
tes de poder sacar el cuarto es pre-
ciso poner los tres primeros y sa-
car los dos primeros. Entonces
tendremos el 7, 6, 4 y 3 en el gan-
cho, y así podemos sacar el
cuarto. Cuando hayamos puesto 2
y 1 y sacado 3, 2, 1, podremos
soltar el séptimo anillo. La pró-
xima operación consistirá en po-
ner 6, 5, 4, 3, 2, 1 en el gancho y
sacar 4, 3, 2, 1 con lo que saldrá
el 6; luego poner 5, 4, 3, 2, 1 en el
gancho, y sacar 3, 2, 1 con lo que
saldrá el 5; luego poner 4, 3, 2, 1
y sacar 2, 1 soltando el 4; luego
poner 3, 2, 1 y sacar 1 soltando el
3; luego poner 2, 1 soltando el 2;
y el 1 se soltará con el movi-
miento 85, dejando el gancho libre. El lector ahora puede comprender este
acertijo, lo tenga o no en las manos en forma práctica.
El problema que propongo es simplemente éste. Supongamos que hay
catorce anillos y procedemos a sacarlos del modo correcto para no des-
perdiciar ningún movimiento. ¿Cuál será la posición de los anillos una
vez efectuado el movimiento 9.999?
Solución

124. Un duro ascenso


En una villa suburbana hay una pequeña escalinata con ocho escalo-
nes, sin contar el rellano. He aquí el acertijo con el que Tomasito el Listo

― 116 ―
asombró a su familia. Uno debe comenzar abajo y pisar dos veces el piso
superior (deteniéndose allí al finalizar), tras haber regresado una vez a la
planta baja. Pero hay que tener cuidado de usar cada escalón la misma
cantidad de veces. ¿Cuál es la cantidad mínima de pasos para efectuar el
ascenso? Parece muy sencillo, pero es muy probable que en su primer
intento usted dé muchos más pasos de los necesarios. Desde luego, no
debe subir más de un escalón por vez.
Tomasito conoce el truco, y lo ha mostrado a su padre, quien mani-
fiesta desdén por esas cosas; pero cuando sus hijos duermen, el padre a
menudo lleva a los amigos a la sala y se divierte desconcertándolos. Y sin
embargo, es sencillísimo cuando sabemos cómo se hace.
Solución

125. El acertijo del sábado


En un viejo libro he hallado este pequeño acertijo. Me pregunto cuán-
tos lectores verán la solución que tenía en mente el autor de la adivinanza.

Día primero en la semana es el sábado cristiano,


el sábado judío, como antaño, es el día séptimo;
para los turcos es el sexto, como bien nos han contado.
¿Cómo pueden los tres, en el mismo sitio y día,
celebrar cada cual su propio sábado?

“Sábado” aquí debe entenderse, por cierto, como el día de descanso


consagrado al Señor (que para el cristiano es el domingo y para el turco
el viernes).
Solución

126. Poniendo monedas


He aquí un interesante acertijo que me sugirió el señor W. T. Whyte.
Coja una hoja de papel y marque un espacio rectangular de 5 pulgadas
por 3, y luego encuentre la mayor cantidad de monedas o fichas que pueda
poner dentro de esos límites con las siguientes condiciones. Cada moneda
o ficha debe tener una pulgada de diámetro.

― 117 ―
Ponga la primera donde usted guste, luego ponga la segunda exacta-
mente a una pulgada de la primera, la tercera a una pulgada de la segunda,
y así sucesivamente. Ninguna moneda puede tocar otra ni cruzar el límite.
Nuestra ilustración aclara este asunto. La moneda N° 2 está a una pulgada
de la N° 1; la N° 3 está a una pulgada de la N° 2; la N° 4 a una pulgada
de la N° 3; pero después de colocar la N°10 no podemos continuar con
este criterio. Sin embargo, se han metido algunas monedas más. ¿Cuántas
puede colocar el lector?
Solución

― 118 ―
SOLUCIONES

PROBLEMAS ARITMÉTICOS Y ALGEBRAICOS

1. Extraña coincidencia
Los viejos libros suelen resolver los acertijos de esta clase mediante el
tedioso proceso de “deducir retrospectivamente”. Pero he aquí una senci-
lla solución general: Si hay n jugadores, la cantidad que tenga cada juga-
dor al final será m(2n), por lo que el último perdedor debía tener m(n + 1)
al principio, el siguiente m(2n + 1), el siguiente m(4n + 1), el siguiente
m(8n + 1) y así hasta llegar al primer jugador, que debía tener m(2n–1 n +
1).
Así, en este caso, n = 7, y la cantidad que tema cada jugador al final
era de 128 peniques. Por tanto m = 1, y G empezó con 8 peniques, F con
15, E con 29, D con 57, C con 113, B con 225, y A con 449.
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― 119 ―
2. Una solicitud caritativa
Hay siete modos de distribuir el dinero: 5 mujeres y 19 hombres, 10
mujeres y 16 hombres, 15 mujeres y 13 hombres, 20 mujeres y 10 hom-
bres, 25 mujeres y 7 hombres, 30 mujeres y 4 hombres, y 35 mujeres y 1
hombre. Pero el último caso no debe contarse, porque la condición era
que hubiera “hombres”, en plural. En consecuencia la respuesta es seis
años.
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― 120 ―
3. Las cenas de Noche Vieja
Los comensales presentes en la ocasión sumaban siete parejas, diez
hombres solos y una dama sola. Así, había veinticinco personas en total,
y por los precios fijados pagaron 1.200 peniques en total.
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― 121 ―
4. Carne y salchichas
La dama compró 48 libras de carne a 24 peniques, y la misma cantidad
de salchichas a 18 peniques, gastando así 2.016 peniques. Si hubiera com-
prado 42 libras de carne y 56 libras de salchichas, habría gastado 1.008
peniques en cada artículo, y habría obtenido 98 libras en vez de 96, ga-
nando 2 libras de peso.
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― 122 ―
5. Dando cambio
El modo de ayudar al comerciante americano es el siguiente. Nom-
brando las monedas por la cantidad de céntimos que representan, el co-
merciante pone sobre el mostrador 50 y 25; el comprador pone 100, 3 y
2; el extraño añade 10, 10, 5, 2 y 1. Ahora bien, considerando que el coste
de la compra sumaba 34 céntimos, es claro que de todo el dinero que se
ha juntado el comerciante debe recibir 109, el comprador 71 y el extraño
28 céntimos. Por ende, es obvio que la pieza de 100 debe ir al comer-
ciante, y luego se sigue que la de 50 debe ir para el comprador, y la de 25
sólo puede ir para el extraño. Ahora bien, las dos monedas de 10 céntimos
deben ser para el comprador, ya que el comerciante sólo requiere 9 cénti-
mos y el extraño 3 céntimos. Entonces es manifiesto que el comprador
debe tomar la de 1 céntimo, que el extraño debe tomar la de 3 céntimos y
el comerciante las de 5, 2 y 2. Resumiendo, el comerciante lleva 100, 5,
2 y 2; el comprador, 50, 10, 10 y 1; el extraño, 25 y 3. Nótese que ninguna
de las tres personas retiene ninguna de sus propias monedas.
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― 123 ―
6. El tendero y los asistentes
El joven de los comestibles fue demorado medio minuto y el joven de
las telas ocho minutos y medio (diecisiete veces el tiempo del anterior),
lo cual totaliza nueve minutos. El joven de los comestibles tardó veinti-
cuatro minutos en pesar el azúcar y, contando ese medio minuto de de-
mora, pasó 24 minutos y 30 segundos en la tarea; pero el joven de las telas
sólo efectuó cuarenta y siete cortes para dividir el rollo de tela, que con-
tenía cuarenta y ocho yardas, en piezas de una yarda. Esto le llevó 15
minutos y 40 segundos, y cuando sumamos los ocho minutos y medio de
demora obtenemos 24 minutos y 10 segundos, con lo cual es evidente que
el vendedor de telas ganó la carrera por veinte segundos. Muchos intentan
resolverlo cometiendo el desliz de calcular cuarenta y ocho cortes para
dividir el rollo en cuarenta y ocho piezas.
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― 124 ―
7. Comprando higos
Para la resolución de este acertijo nos interesa la interpretación exacta
de las palabras utilizadas por el comprador y el vendedor. Presentaré la
pregunta de nuevo, esta vez añadiendo unas palabras para aclarar más el
asunto. Las palabras añadidas figuran en bastardilla.
Un hombre fue a una tienda a comprar higos. Dijo que quería un pe-
nique de higos, y le dieron cinco higos.
—No es suficiente —señaló—. Falta un sexto.
—Pero si le doy un higo más —respondió el comerciante—, tendrá
usted cinco sextos de sobra.
Lo más raro es que ambos tenían razón. ¿Cuántos higos debería recibir
el comprador por 30 peniques?
La respuesta es que por 30 peniques debería recibir 155 higos. Divi-
damos este número por 30 y descubriremos que el comprador tenía dere-
cho a 5⅙ por cada penique. Por tanto tenía razón al decir, cuando sólo
recibió cinco, que aún le correspondía un sexto. Y el vendedor también
tenía razón al decir que si le daba un higo más (es decir, seis en total), le
estaría dando cinco sextos de higo de sobra.
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― 125 ―
8. Ladrón de bicicletas
Se dan muchas respuestas absurdas a esta pregunta, y sin embargo es
muy sencilla si uno tiene en cuenta que el vendedor no puede haber per-
dido más de lo que el ciclista robó. Este se fue con una bicicleta que le
costó al vendedor once libras, y el “cambio” de diez libras, por lo que
obtuvo veintiún libras a cambio de un papel inservible. Este es el monto
exacto de la pérdida del vendedor, y las demás operaciones (cambiar el
cheque, pedir un préstamo a un amigo) no afectan en absoluto la cuestión.
La pérdida de una posible ganancia sobre la venta de la bicicleta no re-
presenta un desembolso de dinero.
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― 126 ―
9. La edad de ambos
La edad del caballero era 54 años y la de su esposa 45 años.
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― 127 ―
10. La edad de la señora Timpkins
Si en el momento de las nupcias la persona mayor tenía tres veces la
edad de la menor, la edad de esta última debe ser igual a la cantidad de
años que faltan para que la persona mayor la duplique en edad. En nuestro
caso fue dieciocho años después; en consecuencia la señora Timpkins te-
nía dieciocho años el día de la boda, y su esposo cincuenta y cuatro.
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― 128 ―
11. La edad de Tomasito
La edad de Tomasito era 9 años y tres quintos. La edad de Ann era 16
y cuatro quintos, la edad de la madre 38 y dos quintos, y la del padre 50
y dos quintos.
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― 129 ―
12. Vecinos
El señor Jupp, 39; la señora Jupp, 34, Julia, 14 y Joe 13; el señor Sim-
kin, 42, la señora Simkin, 40; Sophy, 10 y Sammy, 8.
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― 130 ―
13. Fiesta familiar
En la fiesta se encontraban dos niñas y un niño, la madre y el padre de
ellos, y el padre y la madre de este último.
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― 131 ―
14. El reloj desconcertante
Si los 65 minutos se cuentan sobre la esfera del mismo reloj, el pro-
blema sería imposible, pues las manecillas deben coincidir cada 65 5/11
minutos (según lo muestra la esfera), y no importa si adelanta o atrasa;
pero si se mide por el tiempo real, adelanta 5/11 de minuto en 65 minutos,
o 60/143 de minuto por hora.
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― 132 ―
15. El aldeano
El día de la semana en que se entabló la conversación era domingo.
Pues cuando pasado mañana (martes) sea “ayer”, “hoy” será miércoles; y
cuando anteayer (viernes) era “mañana”, “hoy” era jueves. Hay dos días
entre el jueves y el domingo, y entre el domingo y el miércoles.
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― 133 ―
16. El reloj del club
La posición de las manecillas en la ilustración sólo puede indicar que
el reloj se detuvo 44 minutos 51 1143/1427 segundos después de las once. El
segundero estaría entonces “exactamente a medio camino” entre las otras
dos manecillas a los 45 minutos 52 496/1427 segundos después de las once.
Si se tratara de los puntos del círculo a los cuales apuntan las tres mane-
cillas, la respuesta sería entonces 45 minutos 22 106/1427 segundos después
de las once; pero la pregunta aludía a las manecillas, y el segundero no
estaría entre ellas en ese momento, sino fuera de ellas.
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― 134 ―
17. Cobrando la pensión
La distancia es de 6 ¾ millas.
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― 135 ―
18. Sir Edwyn de Tudor
La distancia era de 60 millas. Si sir Edwyn partía al mediodía y recoma
15 millas por hora, llegaría a las cuatro, con una hora de antelación. Si
viajaba a 10 millas por hora, llegaría a las seis, con una hora de retraso.
Pero si viajaba a 12 millas por hora, llegaría al castillo del malvado barón
exactamente a las cinco, la hora convenida.
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― 136 ―
19. El cesto de patatas
Multiplique la cantidad de patatas por ese número menos uno y por el
doble del número menos uno; luego divida por 3. Así, 50 × 49 × 99 da
242.550, lo que, dividido por 3, da 80.850 yardas como respuesta co-
rrecta. El niño tendría pues que caminar más de 70 kilómetros, una grata
recreación después de un día de trabajo.
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― 137 ―
20. El acertijo de los aparadores
El total más pequeño posible es 356 = 107 + 249, y el mayor posible
es 981 = 235 + 746, o 657 + 324. La suma intermedia puede ser 720 =
134 + 586, o bien 702 = 134 + 568, o bien 407 = 138 + 269. En este caso
el total debe estar constituido por tres de los dígitos 0, 2, 4 o 7, pero no se
puede obtener ninguna suma salvo las tres dadas. En consecuencia no te-
nemos opción en el caso de la primera puerta, hay una alternativa en el
caso de la tercera, y una de tres posibilidades en el caso de la puerta in-
termedia. He aquí una solución:

107 134 235


249 586 746
356 720 981

Desde luego, en cada caso los números de las primeras dos líneas se
pueden intercambiar entre sí sin alterar el total, y en consecuencia hay
exactamente 3.072 modos en que se pueden poner los números en la
puerta de los armarios. Deseo mostrar un pequeño principio implicado en
este acertijo. La suma de los dígitos del total siempre está regida por el
dígito omitido según el esquema:

9 7 5 3 1 8 6 4 2 0
– – – – – – – – –
9 10 11 12 13 14 15 16 17 18
Cualquiera sea el dígito que omitamos en nuestra línea superior, la
suma de los dígitos del total aparecerá debajo. Así, en el caso del armario
A omitimos el 8, y los números del total suman 14. En consecuencia, si
deseamos obtener 356, podemos saber de inmediato con certeza que sólo
se puede obtener (si se puede) eliminando el 8.
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― 138 ―
21. Las nueve fichas
En este caso es inevitable cierto grado de mero “ensayo”. Pero hay dos
clases de “ensayo”: los fortuitos y los metódicos. El verdadero amante de
acertijos no se satisface con ensayos fortuitos. El lector hallará que con
sólo invertir los dígitos de 23 y 46 (transformando los multiplicadores en
32 y 64) ambos productos dan 5.056. Esto es una mejora, pero no es la
respuesta correcta. Podemos obtener un producto tan grande como 5.568
si multiplicamos 174 por 32 y 96 por 58, pero esta solución no se hallará
sin recurrir a alguna reflexión y mucha paciencia.
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― 139 ―
22. Las diez fichas
Como he señalado, es muy fácil disponer las fichas de tal modo que
formen un par de simples multiplicaciones, cada una de las cuales dará el
mismo producto. Cualquiera puede hacerlo en cinco minutos con un poco
de paciencia. Pero es diferente hallar el par que dé el mayor producto y el
que dé el menor producto.
Para llegar al producto menor, es preciso seleccionar como multipli-
cadores los dos números más pequeños que sea posible. En consecuencia,
si usamos 1 y 2 como multiplicadores, sólo tenemos que disponer las ocho
fichas restantes de tal modo que formen dos números, uno de los cuales
sea el doble del otro; y al hacer esto debemos, por cierto, tratar de que el
número más bajo sea el menor posible. El número más bajo que podría-
mos obtener así sería 3.045, pero esto no funciona, como tampoco 3.405,
3.450, etc.; por lo que 3.485 es el menor posible. Una de las respuestas
requeridas es 3.485 × 2 = 6.970, y 6.970 × 1 = 6.970.
Sin embargo, la parte realmente engorrosa del acertijo es la segunda
(hallar el par con el producto más elevado), pues no resulta fácil descubrir
si debemos permitir que el multiplicador tenga una o dos cifras, aunque
es claro que debemos mantener, en lo posible, las cifras más altas a la
izquierda en el multiplicador y el multiplicando. Se verá que es posible
obtener un producto tan elevado como 58.560. Así, 915 × 64 = 58.560, y
732 × 80 = 58.560.
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― 140 ―
23. Números de taxi
Creo que el producto más elevado se obtiene multiplicando 8.745.231
por 96, a saber, 839.542.176.
El problema general es que con tres dígitos sólo hay dos soluciones
posibles, y con cuatro dígitos sólo seis soluciones posibles. Con cinco
dígitos hay sólo veintidós soluciones, a saber:

3 × 4128 = 12384
3 × 4281 = 12843
3 × 7125 = 21375
3 × 7251 = 21753
2541 × 6 = 15246
651 × 24 = 15624
678 × 42 = 28476
246 × 51 = 12546
57 × 834 = 47538
75 × 231 = 17325
624 × 78 = 48672
435 × 87 = 37845
9 × 7461 = 67149
72 × 936 = 67392
2 × 8714 = 17428
2 × 8741 = 17482
65 × 281 = 18265
65 × 983 = 63895
4973 × 8 = 39784
6521 × 8 = 52168
14 × 926 = 12964
86 × 251 = 21586

Ahora bien, si tomáramos todas las combinaciones posibles y las pro-


báramos por multiplicación, necesitaríamos realizar no menos de 30.240
operaciones, o, si rechazáramos de inmediato el número 1 como multipli-
cador, 28.560 operaciones, un placer del que la mayoría de la gente pre-
ferirá abstenerse. Pero veamos si existe un modo más breve de llegar a

― 141 ―
los resultados requeridos. Si sumamos los dígitos de cualquier número y
luego, todas las veces que sea necesario volvemos a sumar los dígitos del
resultado, debemos llegar al fin a un número compuesto por una sola ci-
fra. Llamaremos “raíz digital” a este número.
En cada solución de nuestro problema es necesario que la raíz de la
suma de las raíces digitales de nuestros multiplicandos sea la misma que
la raíz de su producto. Hay sólo cuatro modos en que esto puede suceder:
cuando las raíces digitales de los multiplicandos son 3 y 6, o 9 y 9, o 2 y
2, o 5 y 8. He dividido las veintidós respuestas que mostramos arriba en
estos cuatro grupos. Así es evidente que la raíz digital de cualquier pro-
ducto de los dos primeros grupos debe ser 9, y de los segundos dos grupos
4.
Dado que ninguna cifra de cinco dígitos puede tener una suma digital
inferior a 15 o superior a 35, vemos que los números de nuestro producto
deben sumar 18 o 27 para producir la raíz 9, y 22 o 31 para producir la
raíz 4. Hay tres modos de seleccionar cinco números que sumen 18, once
modos de seleccionar cinco números que sumen 27, nueve modos de se-
leccionar cinco números que sumen 22, y cinco modos de seleccionar
cinco números que sumen 31. En consecuencia, hay 26 grupos, y no más,
a partir de los cuales se puede formar un producto.
A continuación escribimos en una columna estos 28 conjuntos de
cinco números, y procedemos a tabular los posibles factores, o multipli-
candos, en que se pueden descomponer. Parece haber unos 2.000 casos
posibles para probar, en vez de los 30.240 que mencionamos antes, pero
ahora comienza el proceso de eliminación, y si el lector tiene vista aguda
y mente despejada pronto podrá eliminar la mayoría de estos casos y las
multiplicaciones de prueba necesarias serán relativamente pocas. Se re-
queriría mucho espacio para explicar mi método en detalle, pero tomaré
el primer conjunto de números de mi tabla y mostraré que es muy fácil
con ayuda de algunos trucos y atajos que se le ocurrirán a cualquiera a
medida que continúe.
Mi primer grupo de cinco números es 84.321. Aquí, como hemos
visto, la raíz de cada factor debe ser 3 o un múltiplo de 3. Como no hay 6
ni 9, el único multiplicando posible es 3. Ahora bien, los cuatro números

― 142 ―
restantes se pueden combinar de 24 modos diferentes, pero no hay nece-
sidad de hacer 24 multiplicaciones.
Vemos a primera vista que, para obtener un producto de cinco núme-
ros, el 8 o bien el 4 debe ser el primer número de la izquierda. Pero a
menos que el 2 esté precedido a la derecha por el 8, producirá un 5 o un
7 al ser multiplicado, algo que no debe ocurrir. Por tanto, de inmediato
quedamos limitados a dos casos, 3 × 4.128 y 3 × 4.281, ambos de los
cuales dan soluciones correctas. Probemos a continuación con 21, un fac-
tor de dos cifras. Si el número a ser multiplicado está por debajo de 500,
el producto tendrá sólo cuatro números o comenzará con 10. Por tanto
sólo tenemos que examinar los casos 21 × 843 y 21 × 834.
Pero sabemos que la primera cifra se repetirá, y que la segunda cifra
será dos veces el primer número sumado al segundo. En consecuencia,
como dos veces 3 sumado a 4 produce un cero en nuestro producto, el
primer caso se rechaza de inmediato. Sólo queda por tratar el caso restante
por multiplicación, que descubrimos que no da una respuesta correcta. Si
a continuación probamos con el factor 12, vemos desde el principio que
ni el 8 ni el 3 pueden figurar en el lugar de las unidades, porque produci-
rían un 6, y así sucesivamente. Un ojo atento y una mente lúcida nos per-
miten recorrer nuestra tabla en tiempo mucho más breve de lo esperado.
A mí el proceso me llevó poco más de tres horas.
No he intentado enumerar las soluciones en los casos de seis, siete,
ocho y nueve dígitos, pero he registrado casi cincuenta ejemplos con los
nueve dígitos nada más.
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― 143 ―
24. Acertijo centenario
El problema de expresar el número 100 como un número mixto o frac-
ción, usando los nueve dígitos una vez, y sólo una vez, tiene su lado fas-
cinante, al igual que todos estos acertijos digitales. Un novato puede ob-
tener resultados correctos con paciencia, y hay un placer singular en des-
cubrir y registrar cada nueva combinación, similar al deleite del botánico
que encuentra una planta largamente buscada. Sólo se trata de disponer
estas nueve números correctamente, y sin embargo con los miles de com-
binaciones posibles que afrontamos la tarea no es tan fácil como puede
parecer a primera vista, si hemos de obtener una cantidad considerable de
resultados. Hay once respuestas, incluida la que di como ejemplo:

96 2148/537 , 96 1752/438 , 96 1428/357 , 94 1578/263 ,


91 7524/836 , 91 5823/647 , 91 5742/638, 82 3546/l97,
81 7524/396 , 81 5643/297 , 3 69258/714

Ahora bien, como todas las fracciones representan necesariamente nú-


meros enteros, será conveniente abordarlos de la siguiente forma: 96 + 4,
94 + 6, 91 + 9, 82 + 18, 81 + 19, y 3 + 97.
Con cualquier número entero las raíces digitales (ver solución ante-
rior) de la fracción que sumada a ese número arroje 100 siempre tendrán
una forma particular. Así, en el caso de 96 + 4, se comprobará que, de ser
posible una respuesta, tanto la raíz digital del numerador como la del de-
nominador de la fracción será 6. Examinemos los tres primeros ejemplos
mencionados, y veremos que es así. En el caso de 94 + 6 las raíces del
numerador y el denominador son respectivamente 3 y 2, en el caso de 91
+ 9 y de 82 + 18 son 9 y 8, en el caso de 81 + 19 son 9 y 9, y en el caso
de 3 + 97 son 3 y 3. Cada fracción que pueda emplearse, pues, tiene su
propia raíz digital, y perdemos el tiempo si inconscientemente procura-
mos infringir esta ley.
Los lectores habrán notado que ciertos números enteros son evidente-
mente imposibles. Así, si hay un 5 en el número entero, también debe
haber un 0 o un segundo 5 en la fracción, los cuales están vedados por las
condiciones del acertijo. Entonces no pueden aparecer múltiplos de 10,

― 144 ―
tales como 90 y 80, ni tampoco puede el entero terminar en 9, como en
89 y 79, porque la fracción, igual a 11 o 21, tendrá 1 en el último lugar, y
en consecuencia repetirá un número. Los números enteros que repiten una
cifra, como 88 y 77, también son manifiestamente inútiles. Estos casos,
como he dicho, resultarán obvios para cualquier lector. Pero cuando de-
claro que las combinaciones tales como 98 + 2, 92 + 8, 86 + 14, 83 + 17,
74 + 26, etc., se deben desechar al instante como imposibles, la razón no
es tan evidente, y lamentablemente no dispongo de espacio para expli-
carlo.
Cuando se han eliminado todas las combinaciones manifiestamente
imposibles, ello no significa que todas las restantes “formas posibles”
sean viables. La forma elemental puede ser correcta, pero hay otras con-
sideraciones más profundas a tener en cuenta. Por ejemplo, 98 + 2 es una
combinación imposible, porque de inmediato distinguimos que no existe
una forma posible para las raíces digitales de la fracción igual a 2. Pero
en el caso de 97 + 3 hay una forma posible para las raíces digitales de la
fracción, a saber, 6 y 5, y sólo al continuar nuestra investigación podemos
determinar que en la práctica esta forma no puede obtenerse, debido a
curiosas consideraciones. La deducción se simplifica bastante mediante
un proceso de eliminación, basado en consideraciones tales como que
ciertas multiplicaciones generan una repetición de cifras, y que el número
entero no puede ser de 12 a 23 inclusive, pues en estos casos no se obtie-
nen denominadores suficientemente pequeños para formar la fracción.
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― 145 ―
25. El místico once
La mayoría de la gente sabe que si la suma de los dígitos de los lugares
impares de cualquier número es igual a la suma de los dígitos de los lu-
gares pares, entonces el número es divisible por 11 sin resto. Así en
896743012 los dígitos impares, 86402, suman 20, y los dígitos pares,
9731, también suman 20. En consecuencia el número se puede dividir por
11. Pero pocos saben que si la diferencia entre la suma de los dígitos im-
pares y pares es 11, o un múltiplo de 11, la regla también se aplica. Esta
ley nos permite descubrir, con muy pocas operaciones, que el menor nú-
mero que contiene nueve de los diez dígitos (considerando el cero un dí-
gito) y resulta divisible por 11 es 102.347.586, y el mayor es 987.652.413.
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― 146 ―
26. Cortesías académicas
Había diez varones y veinte niñas. La cantidad de reverencias de niña
a niña era, pues, 380; de niño a niño 90; de niña a niño 400, y de niños de
ambos sexos ante el profesor 30, dando el total de 900. Se recordará que
nunca se mencionó que el profesor retribuyera las reverencias de los
alumnos.
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― 147 ―
27. Los fardos de heno
Sumemos los diez pesos y dividamos por 4, y así obtenemos 289 libras
como el peso conjunto de los cinco fardos. Si llamamos a los cinco fardos
A, B, C, D y E, por orden de peso, siendo A el más liviano y E el más
pesado, entonces 110 libras, el peso menor, debe ser el peso de A y B; y
el peso menor más próximo, 112 libras, debe ser el peso de A y C. Así los
dos más pesados, D y E, deben pesar 121 libras, y C y E deben pesar 120
libras. Sabemos que A, B, D y E pesan conjuntamente 231 libras, lo cual,
deducido de 289 libras (el peso de los cinco fardos), nos da el peso de C,
58 libras. Ahora bien, por mera sustracción, hallamos que el peso de los
cinco fardos es 54, 56, 58, 59 y 62 libras respectivamente.
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― 148 ―
28. El gran revoltijo
La cantidad más pequeña de confites que cumple las condiciones es
26.880. Los cinco chicos obtuvieron respectivamente: Andrew, 2.863;
Bob, 6.335; Charlie, 2.438; David, 10.294; Edgar, 4.950. Hay una pe-
queña trampa en las palabras cercanas al final, “un quinto de lo mismo”,
que al principio parece modificar toda la cuenta. Pero un poco de refle-
xión nos indica que las palabras sólo podían significar “un quinto de cinco
octavos”, la última fracción mencionada, es decir, un octavo de los tres
cuartos que Bob y Andrew habían adquirido la última vez.
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― 149 ―
29. Capturando al ladrón
El agente dio treinta pasos. En el mismo tiempo el ladrón daba cua-
renta y ocho, lo cual, sumado a su ventaja inicial de veintisiete, lo trasladó
setenta y cinco pasos. Esta distancia equivaldría a treinta pasos del agente
de policía.
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― 150 ―
30. El número rasgado
El otro número que satisface todos los requerimientos del acertijo es
9.801. Si lo dividimos por la mitad, generando dos números, y los suma-
mos, obtenemos 99, el cual multiplicado por sí mismo da 9.801. Es verdad
que 2.025 tiene iguales características, pero este número queda excluido
por el requisito de que no debe haber dos cifras iguales.
La solución general es curiosa. Llamemos n a la cantidad de cifras de
cada lado de la etiqueta rasgada. Luego, si añadimos 1 a cada uno de los
exponentes de los factores primos (que no sean 3) de 10n – 1 (conside-
rando a 1 como un factor con el exponente constante 1), su producto será
la cantidad de soluciones. Así, para una etiqueta de seis cifras, n = 3. Los
factores de 103 – 1 son l1 × 371 (sin tener en cuenta el 33) y el producto de
2 × 2 = 4, la cantidad de soluciones. Esto siempre incluye los casos espe-
ciales 98—01, 00—01, 998—001, 000—001, etc. Las soluciones se ob-
tienen del siguiente modo: factorice 103 – 1 de todos los modos posibles,
siempre manteniendo juntas las potencias de 3, así 37 × 27, 999 × 1.
Luego resuelva la ecuación 37x = 27y + 1. Aquí x = 19 e y = 26. Entonces,
19 × 37 = 703, cuyo cuadrado da una etiqueta, 494.209. Una solución
complementaria (mediante 27x = 37y + 1) se puede encontrar de inme-
diato por 10n —703 = 297, cuyo cuadrado da 088.208 para la segunda
etiqueta. (Esos ceros de la izquierda se deben incluir, aunque conduzcan
a casos raros como 00238—04641 = 48792, donde 0238—4641 no fun-
cionaría.) El caso especial 999 × 1 se puede escribir de inmediato
998.001, de acuerdo con la ley que hemos mostrado, añadiendo nueves a
una mitad y ceros a la otra, y su complementario será 1 precedido por
cinco ceros, o 000001. Así obtenemos los cuadrados de 999 y 1. Estas son
las cuatro soluciones.
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― 151 ―
31. Números extraños
Los tres números más pequeños, además de 48, son 1.680, 57.120 y
1.940.448. Se verá que 1.681 y 841, 57.121 y 28.561, 1.940.449 y
970.225, son respectivamente los cuadrados de 41 y 29, 239 y 169, 1.393
y 985.
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― 152 ―
32. El avaro redimido
Como no nos dicen en qué año Jasper Bullyon realizó esta generosa
distribución de su fortuna, sino que debemos hallar la menor cantidad po-
sible, es claro que debemos buscar un año que tenga la forma más favo-
rable.
Hay cuatro casos a tener en cuenta: un año común con cincuenta y dos
domingos y con cincuenta y tres domingos, y un año bisiesto con cin-
cuenta y dos y cincuenta y tres domingos respectivamente. He aquí las
cantidades más bajas posibles en cada caso:

313 días laborales, 52 domingos 112.055 libras


312 días laborales, 53 domingos 19.345 libras
314 días laborales, 52 domingos sin solución posible
313 días laborales, 53 domingos 69.174 libras

La menor cantidad posible, y por ende la respuesta correcta, es 19.345


libras, distribuidas en un año común que comenzó en domingo (el año
1911 tuvo estas características). Habría pagado 53 libras cada día del año,
o 62 libras cada día laboral, con un resto de 1 libra, tal como se requería,
en el último caso.
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― 153 ―
33. Los cuadrados del círculo
Aunque este problema puede resultar dificultoso para el no iniciado,
es bastante sencillo y se facilita aún más si se insertan cuatro de los diez
números.
Primero, se notará que los cuadrados que son diametralmente opuestos
tienen una diferencia común. Por ejemplo, la diferencia entre el cuadrado
de 14 y el cuadrado de 2, en el diagrama, es 192; y la diferencia entre el
cuadrado de 16 y el cuadrado de 8 también es 192. Así debe ocurrir en
cada caso.
Entonces debemos recordar que la diferencia entre los cuadrados de
dos números consecutivos es siempre el doble del número menor más 1,
y que la diferencia entre los cuadrados de dos números cualesquiera siem-
pre se puede expresar como la diferencia de los números multiplicada por
su suma. Así el cuadrado de 5 (25) menos el cuadrado de 4 (16) equivale
(5 + 4) × 1, es decir 9; además, el cuadrado de 7 (49) menos el cuadrado
de 3 (9) equivale a (7 + 3) × (7 – 3), es decir 40.
Ahora bien, el número 192, al que hemos aludido, se puede dividir en
cinco pares de factores pares: 2 × 96, 4 × 48, 6 × 32, 8 × 24 y 12 × 16, y
éstos divididos por 2 nos dan 1 × 48, 2 × 24, 3 × 16, 4 × 12 y 6 × 8. La
diferencia y la suma respectivas de cada uno de estos pares a la vez pro-
ducen 47 y 49; 22 y 26; 13 y 19; 8 y 26; 2 y 14. Estos son los números
requeridos, cuatro de los cuales ya están colocados. Los seis números que
se deben añadir se pueden colocar de seis maneras diferentes, y una de
ellas es, leyendo el círculo hacia la derecha del lector, 16, 2, 49, 22, 19,
8, 14, 47, 26, 13.
Deseo llamar la atención del lector sobre otro detalle. En todos los
círculos de esta clase, la diferencia entre los números diametralmente
opuestos aumenta en determinada proporción, siendo los primeros núme-
ros (con la excepción de un círculo de 6) 4 y 6, y formándose los otros
mediante la duplicación del inmediatamente anterior menos uno. Así, en
el caso citado, la primera diferencia es dos, y luego los números aumentan
por 4, 6, 8 y 12. Desde luego, puede hallarse una solución infinita de so-
luciones si admitimos fracciones. La cantidad de cuadrados de un círculo

― 154 ―
de este tipo, sin embargo, debe tener la forma 4n + 6; es decir, debe ser
un número compuesto por 6 más un múltiplo de 4.
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― 155 ―
34. Un contratiempo legal
La evidente intención del finado era legar al hijo varón el doble que a
la madre, o a la hija la mitad que a la madre. Por tanto la división más
equitativa sería que la madre se llevara dos séptimos, el hijo varón cuatro
séptimos y la hija un séptimo.
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― 156 ―
35. Las vacaciones de los mineros
Bill Harris gastó 162 peniques, lo cual representaría 36 peniques más
que el promedio de los siete hombres (126 peniques).
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― 157 ―
36. Un problema con cuadrados
Los lados de los tres cuadrados miden 31, 41 y 49 pulgadas respecti-
vamente. La diferencia común en superficie es exactamente de 720 pul-
gadas cuadradas. Tres números cuyos cuadrados están en progresión arit-
mética, con una diferencia común de 7, son 113/120, 337/120 y 463/120; y con
una diferencia común de trece 80929/19380, 106921/19380 y 127729/19380, En el caso
de números cuadrados enteros, la diferencia siempre será divisible por 24,
así que es obvio que nuestros cuadrados deben ser fracciónales. Ahora el
lector debería tratar de resolver el caso donde la diferencia común es 23.
Es un hueso duro de roer.
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― 158 ―
37. El avaro español
Había 386 doblones en un cofre, 8.450 en otro, y 16.514 en el tercero,
ya que 386 es el menor número posible. Si yo hubiera pedido la menor
suma posible de monedas, la respuesta habría sido 482, 3.362 y 6.242. Se
verá que en cualquiera de ambos casos, si se combina el contenido de dos
cajas cualesquiera de las tres, forman un número cuadrado de monedas.
Es una curiosa coincidencia (y nada más, pues no ocurre siempre) que en
la primera solución los dígitos de los tres números sumen 17 en todos los
casos, y que en la segunda solución sumen 14. Nótese que el número que
está en medio de los tres es siempre la mitad de un número cuadrado.
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― 159 ―
38. Los cinco salteadores
La suma de 200 doblones podría haber sido alcanzada por los cinco
salteadores de 6.627 maneras diferentes. Alfonso pudo haber alcanzado
cualquier cifra de 1 a 11. Si tenía 1 doblón, hay 1.005 maneras de distri-
buir el resto; con 2 doblones, hay 985 maneras; con 3 doblones, hay 977
maneras; con 4 doblones, hay 903 maneras; con 5 doblones, 832 maneras;
con 6 doblones, 704 maneras; con 7 doblones, 570 maneras; con 8 doblo-
nes, 388 maneras; con 9 doblones, 200 maneras; con 10 doblones, 60 ma-
neras; y si Alfonso se quedaba con 11 doblones, el resto se distribuiría de
3 maneras. No podía tener más de 11 doblones. Nadie esperará que des-
criba detalladamente las 6.627 maneras, pero mi propósito es capacitar al
lector, si él lo desea, para describir todas las respuestas donde Alfonso
tiene una misma cantidad. Tomemos los casos en que Alfonso tiene 6
doblones, y veamos cómo podemos obtener las 704 maneras que se indi-
can arriba. He aquí dos tablas que servirán como claves para las respues-
tas.

Tabla I Tabla II
A=6 A=6
B=n B=n
C = (63 – 5n) + m C=1+m
D = (128 + 4n) – 4m D = (376 + 16n) – 4m
E = 3 + 3m E = (15n – 183) + 3 m

En la primera tabla podemos reemplazar n por cualquier número en-


tero de 1 a 12 inclusive, y m puede ser cero o cualquier número entero de
1 a (31 + n) inclusive. En la segunda tabla n puede poseer el valor de
cualquier número entero de 13 a 23 inclusive, y m puede ser cero o cual-
quier número entero de 1 a (93 – 4n) inclusive. La primera tabla da así
(32 + n) respuestas por cada valor de n; y la segunda tabla da (94 – 4n)
respuestas por cada valor de n. La primera, pues, da 462 y la segunda 242
respuestas, que en conjunto forman 704, como ya hemos indicado.

― 160 ―
Tomemos la Tabla I, y digamos que n = 5 y m = 2; en la Tabla II
digamos que n = 13 y m = 0. De inmediato obtenemos estas dos respues-
tas:

A= 6 A= 6
B= 5 B = 13
C = 40 C= 1
D = 140 D = 168
E= 9 E= 12
200 doblones 200 doblones

Se verá que estas respuestas son correctas. En cuanto al resto de las


704 respuestas, donde Alfonso siempre posee seis doblones, se pueden
obtener del mismo modo a partir de las dos tablas, sustituyendo las letras
m y n por los diferentes números.
Dicho de otro modo, por cada cantidad que posea Alfonso la cantidad
de respuestas es la suma de dos progresiones aritméticas, siendo la dife-
rencia común 1 en un caso y –4 en el otro. En el caso donde Alfonso tiene
6 doblones una progresión es 33 + 34 + 35 + 36 + … + 43 + 44, y en el
otro 42 + 38 + 34 + 30 + … + 6 + 2. La suma de la primera serie es 462,
y la de la segunda 242, resultados que nuevamente concuerdan con las
cifras que ya hemos dado. Puede decirse que el problema consiste en ha-
llar el primero y último término de cada progresión. Debo señalar que en
los casos en que Alfonso posee 9, 10 u 11 doblones, hay una sola progre-
sión, de la segunda forma.
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― 161 ―
39. El problema del cantero
El acertijo consiste en esto. Busque el número cuadrado más pequeño
que se pueda expresar como la suma de más de tres cubos consecutivos,
quedando eliminado el cubo 1. Como se debían suministrar más de tres
pilas, esta condición excluye la que de otra manera sería la solución más
pequeña, 233 + 243 + 253 = 2042. Pero admite la respuesta 253 + 263 + 273
+ 283 + 293 = 3152. Sin embargo, la respuesta correcta requiere más pilas,
aunque una suma menor de bloques. Hela aquí: 143 + 153 + hasta 253
inclusive, o doce pilas en total, lo cual, sumado, da 97.344 bloques de
piedra que se pueden extender para formar un cuadrado de 312 × 312.
Sólo señalaré que una clave de la solución radica en los llamados “núme-
ros triangulares”.
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― 162 ―
40. Las esposas holandesas
El dinero pagado en cada caso fue un número cuadrado de chelines,
porque compraron un cerdo a 1 chelín, dos cerdos a 2 chelines cada uno,
tres cerdos a 3 chelines cada uno y así. Pero cada esposo paga en total 63
chelines más que la esposa, y debemos averiguar de cuántas maneras 63
puede ser la diferencia entre dos números cuadrados. Estas tres son las
únicas maneras posibles: el cuadrado de 8 menos el cuadrado de 1, el
cuadrado de 12 menos el cuadrado de 9, y el cuadrado de 32 menos el
cuadrado de 31. Aquí 1, 9 y 31 representan el número de cerdos compra-
dos y la cantidad de chelines por cerdo pagado por cada mujer, y 8, 12 y
32 lo mismo en cuanto a sus respectivos esposos. A partir de la nueva
información suministrada sobre sus compras, ahora podemos presentarlos
en pares: Cornelius y Gurtrün compraron 8 y 1; Elas y Katrün compraron
12 y 9; Hendrick y Anna compraron 32 y 31. Y estos pares representan
correctamente las tres parejas.
Tal vez el lector desee saber cómo podemos determinar el número má-
ximo de modos en que un número se puede expresar como la diferencia
entre dos cuadrados, y cómo hallar los cuadrados. Todo entero excepto 1,
4 y el doble de cualquier número primo, se puede expresar como la dife-
rencia de dos cuadrados enteros en tantos modos como se pueda dividir
en pares de factores, contando al 1 como factor. Supongamos que el nú-
mero es 5.940. Los factores son 22 × 33 × 5 × 11. Aquí los exponentes son
2, 3, 1, 1. Una forma rápida de hacer el cálculo es restar 1 de los expo-
nentes de 2 y sumar 1 a todos los demás exponentes. Obtenemos entonces
1, 4, 2, 2 y la mitad del producto de estos cuatro números será el número
requerido de maneras en que 5.940 puede ser la diferencia de dos cuadra-
dos, es decir, 8. Para hallar estos ocho cuadrados, como se trata de un
número par, primero debemos dividir 5.948 por 4 y obtenemos 1.485,
cuyos ocho pares de factores son 1 × 1.485, 3 × 495, 5 × 297, 9 × 165, 11
× 135, 15 × 99, 27 × 55 y 33 × 45. La suma y diferencia de los miembros
de cualquiera de estos pares dará los números requeridos. Así, el cuadrado
de 1.486 menos el cuadrado de 1.484 es 5.940, el cuadrado de 498 menos
el cuadrado de 492 es el mismo, y así sucesivamente. En el caso de 63, el

― 163 ―
número es impar, así que factoreamos 1 × 63, 3 × 21, 7 × 9. Luego halla-
mos que la mitad de la suma y diferencia nos da los números 32 y 31, 12
y 9, y 8 y 1, como se muestra en la solución del acertijo.
El, problema inverso, encontrar los factores de un número cuando lo
hemos expresado como la diferencia entre dos cuadrados, es obvio. Por
ejemplo, la suma y diferencia de cualquier par de números en la última
oración del párrafo anterior nos darán los factores de 63. Cada número
primo (excepto 1 y 2) se puede expresar como la diferencia entre dos cua-
drados de una manera, y sólo de una manera. Si un número se puede ex-
presar como la diferencia entre dos cuadrados en más de una manera, es
compuesto; y habiéndolo expresado así, de inmediato podemos obtener
los factores, como hemos visto. Fermat mostró en una carta a Mersenne
o Frénicle, en 1643, cómo descubrir si un número se puede expresar como
la diferencia de dos cuadrados en más de un modo, o demostrar que es
primo. Pero el método, cuando se trata de números grandes, es por fuerza
tedioso, aunque en la práctica se puede abreviar considerablemente. En
algunos casos es el método más breve conocido para factorizar números
grandes, y siempre he sostenido que Fermat lo utilizó para realizar cierta
hazaña de factorización que es histórica y está envuelta en el misterio.
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― 164 ―
PROBLEMAS GEOMÉTRICOS

41. Acertijo con cuadrado

El diagrama se explica por sí mismo. Una de las cinco piezas se cortó


en dos para formar el cuadrado.
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― 165 ―
42. El pentágono y el cuadrado
Un pentágono regular se puede dividir en seis partes que encajan a la
perfección para formar un cuadrado, como ahora demostraré. Hasta ahora
la mejor solución daba siete partes: la solución propuesta hace unos años
por el matemático Paul Busschop. Primero formamos un paralelogramo,
y a partir de allí el cuadrado. El proceso se ve en nuestro siguiente dia-
grama.

El pentágono es ABCDE. Mediante el corte AC y el corte FM (siendo


F el punto medio entre A y C, y estando M a igual distancia desde A que
F), obtenemos dos partes que se pueden poner en posición en GHEA y
formar el paralelogramo GHDC. Luego hallamos la media proporcional
entre la longitud HD y la altura del paralelo- gramo, es decir, la raíz cua-
drada del área del paralelogramo. Marcamos esta distancia desde C en K,
luego trazamos CK, y desde G hacemos la línea GL, perpendicular a KC.
El resto es fácil y bastante obvio. Las seis partes forman o bien el pentá-
gono o bien el cuadrado.
He recibido lo que pretendía ser una solución en cinco partes, pero el
método se basaba en la sutil falacia de que la mitad de la diagonal más la
mitad del lado de un pentágono equivaldría al lado de un cuadrado de la
misma superficie. La califico de sutil porque es una aproximación muy
cercana que engaña la vista, y es muy difícil probar su inexactitud. No

― 166 ―
tengo noticias de que antes se haya reparado en esta curiosa aproxima-
ción.
Otro lector hizo el lado de su cuadrado 1¼ del lado del pentágono. En
realidad, la proporción es irracional. Calculo que si el lado del pentágono
es 1 (en pulgadas, pies o cualquier otra medida) el lado del cuadrado de
igual superficie es aproximadamente 1,3117, es decir, alrededor de 1 3/10.
En consecuencia, sólo podemos aspirar a resolver el acertijo mediante
métodos geométricos.
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― 167 ―
43. Disección de un triángulo

El diagrama A es nuestro triángulo original. Digamos que mide 5 pul-


gadas por lado. Si cortamos una tajada del pie de cada triángulo equilátero
mediante un corte paralelo a la base, la porción que permanece siempre
será un triángulo equilátero; así que primero cortamos la pieza 1 y obte-
nemos un triángulo de 3 pulgadas por lado. El modo de hallar la dirección
de los otros cortes en A es evidente en el diagrama.
Ahora bien, si queremos dos triángulos, 1 será uno de ellos, y 2, 3, 4
y 5 se combinan, como en B, para formar el otro. Si queremos tres trián-
gulos equiláteros, 1 será uno de ellos, y 4 y 5 forman el segundo, como
en C, y 2 y 3 forman el tercero, como en D. En B y C la pieza 5 está
invertida; pero no puede haber objeción a esto, pues no está prohibido,
por lo que no se opone a la índole del acertijo.
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― 168 ―
44. Cuadrados de chocolate

El cuadrado A se conserva entero; las dos piezas llamadas B encajan


para formar un segundo cuadrado; las dos piezas C constituyen un tercer
cuadrado; y las cuatro piezas D forman el cuarto cuadrado.
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― 169 ―
45. El acertijo de Betsy Ross
Pliegue el trozo circular de papel al medio, siguiendo la línea de pun-
tos de la figura 1 (ver página siguiente), y divida la mitad superior en
cinco partes iguales como se indica. Ahora pliegue el papel por las líneas,
con lo que obtendrá la figura 2. Si desea una estrella como la de la figura
3, corte de A a B; si desea una como la de la figura 4, corte de A a C. De
esta manera, cuanto más cerca del extremo inferior corte más largas serán
las puntas de la estrella, y cuanto más lejos del extremo corte, más cortas
serán.

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― 170 ―
46. Las cercas del terrateniente
Sólo se necesitan cuatro cercas, como muestra la ilustración:

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― 171 ―
47. Tangrams
La ilustración muestra como están construidas las figuras, cada una
con los siete tangrams. Se verá que en ambos casos la cabeza, sombrero
y brazo son exactamente iguales, y los anchos de las bases de los cuerpos
son semejantes. Pero estos cuerpos tienen cuatro piezas en el primer caso
y sólo tres en el segundo. El primero es mayor que el segundo por exac-
tamente la angosta franja indicada por la línea de puntos entre A y B. La
franja es, por lo tanto, igual al área de la pieza que forma el pie en el
segundo diseño, aunque cuando se la distribuye sobre el cuerpo como en
el presente caso, el ojo no capta fácilmente la diferencia de tamaño.

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― 172 ―
48. Los gatos del hechicero
La ilustración no requiere explicación: muestra claramente como pue-
den dibujarse los tres círculos para que cada gato tenga su propio recinto
y no pueda llegar hasta otro gato sin cruzar una línea.

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― 173 ―
49. El acertijo del estandarte

La ilustración se explica por sí misma. Divida la estameña en 25 celdas


(porque este número es la suma de otros dos cuadrados, 16 y 9) y luego
corte por las líneas gruesas. Las dos partes marcadas A forman un cua-
drado, y las dos partes marcadas B forman el otro.
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― 174 ―
50. La colcha de la señora Perkins
El diagrama muestra cómo se debería confeccionar la colcha.

Creo que prácticamente existe una sola solución. La menor cantidad


de cuadrados separados debe ser once. Las porciones deben ser de los
tamaños dados, las tres piezas mayores se deben configurar como se
muestra, y el grupo restante de ocho cuadrados puede ser “reflejado”, pero
no se puede disponer de otra manera.
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― 175 ―
51. El acertijo del compás
En el siguiente diagrama, sea AB la línea recta dada. Con los centros
A y B y con el radio AB trace los dos círculos. Tome DE y EF iguales a
AD. Con los centros A y F y el radio DF trace arcos que hagan intersec-
ción en G. Con los centros A y B y la distancia BG trace los arcos GHK
y N. Marque HK igual a AB y HL igual a HB. Luego, con los centros K
y L y el radio AB trace arcos que hagan intersección en I. Marque BM
igual a BI. Por último, con el centro M y el radio MB corte la línea en C,
y el punto C es el medio requerido de la línea AB. Para mayor exactitud
puede marcar R con centro en A (como hizo con M respecto de B) y desde
R trazar otro arco en C. Esto también resuelve el problema: hallar un
punto a medio camino entre dos puntos dados sin la línea recta.

Someteré al joven geómetra a una prueba rigurosa. Primero, demues-


tre que el doble del cuadrado de la línea AB equivale al cuadrado de la
distancia BG, de lo cual se sigue que HABN son las cuatro puntas de un
cuadrado. Para demostrar que I es el centro de este cuadrado, trace una
línea de H a P a través de QIB y continúe el arco HK hasta P. Luego,
imaginando las líneas necesarias a trazar, el ángulo HKP, estando en un
semicírculo, es un ángulo recto. Trace la perpendicular KQ, y mediante
triángulos similares, partiendo del dato de que HKI es un triángulo isós-
celes por su construcción, se puede demostrar que HI es la mitad de HB.
Asimismo, podemos demostrar que C es el centro del cuadrado del cual
AIB son tres esquinas.

― 176 ―
Soy consciente de que esta solución no es la más sencilla que se pueda
hallar.
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― 177 ―
52. Los cuatro hijos
El diagrama muestra la división más equitativa que es posible realizar,
“para que cada cual recibiera tierras de exactamente la misma superficie
y exactamente similares en tamaño”, y para que cada cual tenga acceso al
ojo de agua del centro sin invadir tierras ajenas.

Las condiciones no exigen que las tierras de cada hijo queden en una
pieza única, pero es necesario que las dos porciones asignadas a un indi-
viduo se mantengan aparte, o dos porciones contiguas podrían conside-
rarse una pieza, en cuyo caso habría que romper la condición relativa a la
forma.
Ahora bien, hay una sola forma para cada parcela de tierra: medio cua-
drado dividido en diagonal. A, B, C y D pueden llegar a sus tierras desde
el exterior, y cada cual tiene igual acceso al ojo de agua del centro.
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― 178 ―
53. El estandarte de San Jorge
Como la bandera mide 4 pies por 3, la longitud de la diagonal (de es-
quina a esquina) es de 5 pies. Sólo hay que restar la mitad de la longitud
de esta diagonal (2½ pies) a un cuarto del perímetro de la bandera. Como
el perímetro es de 14 pies, un cuarto es 3½ pies, y la diferencia (1 pie) es
el ancho requerido para el brazo de la cruz roja. La superficie de la cruz
será entonces igual a la del fondo blanco.
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― 179 ―
54. El acertijo de la lechera
Trace una línea recta, como se muestra en el diagrama, desde el tabu-
rete, perpendicular a la margen del río, y continúe hasta el punto A, que
está a la misma distancia de esa ribera que el taburete. Si ahora dibuja la
línea recta de A a la puerta del cobertizo, cortará el río en B. Entonces el
camino más corto será desde el taburete hasta B y desde allí a la puerta.

Obviamente la distancia más corta desde A hasta la puerta es la línea


recta, y como la distancia desde el taburete hasta cualquier punto del río
es igual que desde A hasta ese punto, la elegancia de la solución agradará
al lector aunque no posea conocimientos de geometría.
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― 180 ―
55. El corral de ovejas
Esta es la respuesta que siempre se da como correcta: serán necesarias
dos secciones más, ya que el corral tiene 24 secciones en un lado y una
en el otro (como se muestra en la figura A de la página siguiente), y mo-
viendo uno de los lados y colocando una sección extra en cada extremo
(como en la figura B), se duplicará el área (los dibujos no están en escala).

Ahora bien, el acertijo no obliga a que el corral sea de una forma de-
terminada. Pero aún en el caso en que aceptemos que el corral era de
veinticuatro por uno, la respuesta falla miserablemente, ya que las dos
secciones extras no son verdaderamente necesarias. Por ejemplo, si dis-
pongo las cincuenta secciones como se muestra en la figura C, como el
área aumenta de 24 “secciones cuadradas” a 156, hay ahora lugar para
650 ovejas. Si se mantiene que el área debe ser exactamente el doble de
la original, entonces la construyo (figura D) sólo con veintiocho seccio-
nes, y guardo veintidós para usar en otra parte de la granja. Aún si se
insiste en que todas las secciones originales deben ser usadas, entonces
construiría el corral de la figura E, donde obtengo el área tan exactamente

― 181 ―
como cualquier granjero exigiría, aunque debemos admitir que las ovejas
no podrán rumiar en los extremos.
Vemos entonces que, desde cualquier punto de vista, la respuesta
aceptada de este pequeño acertijo no se mantiene. Y sin embargo jamás
se prestó atención a este absurdo.
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― 182 ―
56. Las paredes del jardín
El acertijo consistía en dividir el campo circular en cuatro partes igua-
les mediante tres paredes, siendo cada pared de la misma longitud. Este
problema presenta dos dificultades esenciales. Estas son: (1) el grosor de
las paredes, y (2) la condición de que el número de paredes sea tres. En
cuanto al primer punto, como nos dicen que las paredes son de ladrillo,
no podemos pasar por alto el grosor, y debemos hallar una solución que
funcione sin importar si el grosor de las paredes es de uno, dos, tres o más
ladrillos.

El segundo punto requiere más reflexión. ¿Cómo hemos de distinguir


entre pared y paredes? Una pared recta sin ninguna curva, por larga que
sea, no se puede transformar en “paredes” si no hay ningún corte ni inter-
sección. Además nuestro campo circular está claramente encerrado por
una pared. Pero si hubiera sido una pared cuadrada o triangular, ¿habría
habido respectivamente cuatro o tres paredes, o sólo una, en cada caso?
Es verdad que hablamos de “las cuatro paredes” de un edificio o jardín
cuadrangular, pero esto es sólo un modo convencional de decir “los cuatro
lados”. Si habláramos de la obra de construcción, diríamos: “Voy a cerrar
este jardín cuadrangular con una pared”. Los ángulos obviamente no afec-
tan la cuestión, pues podemos tener una pared en zigzag o una pared recta,

― 183 ―
y la Gran Muralla China es un buen ejemplo de una pared con muchos
ángulos. Ahora bien, si miramos los Diagramas 1, 2 y 3, tendremos difi-
cultades para discernir si en cada caso hay dos o cuatro paredes nuevas;
pero no podemos hablar de tres, como lo requiere nuestro acertijo. O bien
la intersección afecta a la cuestión, o bien no la afecta.

Si sujetamos dos trozos de cordel, o los injertamos a la manera náutica,


se transforman en “un cordel”. Si sólo los entrecruzamos o superpone-
mos, siguen siendo “dos trozos de cordel”. Es una cuestión de unir y fun-
dir. Asimismo, se puede sostener que si dos paredes se empotran -podría-
mos decir, si las homogeneizamos- se transforman en una pared, en cuyo
caso los Diagramas 1, 2 y 3 podrían mostrar una pared o dos, si se indica
que los cuatro extremos sólo se tocan, y no están realmente “empotrados”
en la pared circular externa.
La objeción al Diagrama 4 es que, aunque muestra las tres paredes
requeridas (suponiendo que los extremos no estén injertados en la pared
circular externa), sólo es correcto cuando suponemos que las paredes no
tienen grosor. Un ladrillo tiene grosor, con lo cual este método queda
desechado por ser sólo aproximadamente correcto.
El Diagrama 5 muestra, quizá, la única solución correcta y absoluta-
mente satisfactoria. Se notará que, además de la pared circular, hay tres
paredes nuevas, que se tocan (y así constituyen un límite) pero que no
están injertadas. Esta solución se puede adaptar a cualquier grosor de pa-
red, y su corrección en lo concerniente a superficie y longitud de espacio
de pared es tan manifiesta que no es necesaria explicarla. Sin embargo,
señalaré que el terreno semicircular que cada inquilino da a su vecino es
exactamente igual a la parcela semicircular que su vecino le da a él, mien-
tras que cualquier tramo de espacio de pared hallado en un jardín se repite
con exactitud en todos los demás. Desde luego hay un número infinito de
maneras en que esta solución se puede variar correctamente.
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― 184 ―
57. Cómo hacer cisternas
He aquí una fórmula general para resolver este problema. Llamemos
a y b a los dos lados del rectángulo. Entonces
𝑎 + 𝑏 − √𝑎2 + 𝑏 2 − 𝑎𝑏
6
equivale al lado de los pequeños cuadrados que se deben recortar. Las
medidas dadas eran 8 pies por 3 pies, y la regla citada nos da ⅔ como el
lado de los cuadrados que se deben recortar. Por cierto, esto no siempre
resultará exacto como en este caso, (a causa de esa raíz cuadrada), pero
siempre podemos aproximamos mediante decimales.
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― 185 ―
58. Los seis corrales

Coloque las seis cerillas tal como muestra la ilustración y obtendrá


seis corrales de igual tamaño.
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― 186 ―
PROBLEMAS CON FICHAS MÓVILES

59. Ranas y vasos


Los siguientes saltos resuelven el acertijo en diez movimientos: 2 a 1,
5 a 2, 3 a 5, 6 a 3, 7 a 6, 4 a 7, 1 a 4, 3 a 1, 6 a 3, 7 a 6.
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― 187 ―
60. El acertijo de la Cruz de la Victoria
Para resolver este acertijo se debían conseguir dos cosas: primero, ma-
nipular las fichas de modo tal que la palabra VICTORIA se leyera en tomo
de la cruz en la misma dirección, sólo que con la V en uno de los brazos
oscuros; en segundo lugar, lograrlo en la menor cantidad posible de mo-
vimientos. A decir verdad, sería imposible realizar la primera parte si to-
das las letras de la palabra fueran distintas; pero como la I se repite, es
posible lograrlo cambiándolas de lugar; es decir, la primera I pasa del 2°
al 7° lugar, y la segunda I del 7° al 2° lugar. La característica llamativa a
la cual me refería es que se puede obtener una solución en veintidós mo-
vimientos moviendo las letras en el orden de las siguientes palabras: A
VICTOR! A VICTOR! A VICTOR I! (“Un vencedor, un vencedor, un ven-
cedor yo”).
Sin embargo, hay sólo seis soluciones en dieciocho movimientos, y la
siguiente es una de ellas: I, V, A, I2, R, O, T, I1, I2, A, V, I2, I1, C, I2, V,
A, I1, donde la primera y segunda letra I del nombre están identificadas
mediante un subíndice.
Puede verse que en la primera solución de arriba una de las íes no se
mueve, aunque el movimiento de las otras letras hace que cambie su po-
sición relativa. Hay otra peculiaridad que me gustaría indicar: hay una
solución en veintiocho movidas que no requiere que ninguna letra, ex-
cepto las íes, sea movida al espacio central. Debo mencionar también que
en todas de las soluciones en dieciocho movidas las letras C, T, O y R
sólo se mueven una vez, mientras que la segunda I se mueve cuatro veces
y la V siempre se transfiere al brazo derecho de la cruz.
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― 188 ―
61. Las ocho locomotoras
La solución es la siguiente: la locomotora que tiene la caldera apagada
y no puede desplazarse es la número 5. Mueva las demás locomotoras en
el siguiente orden: 7, 6, 3, 7, 6, 1, 2, 4, 1, 3, 8, 1, 3, 2, 4, 3, 2. Diecisiete
movimientos en total, dejando las ocho máquinas en el orden requerido.
Hay otras dos soluciones ligeramente distintas.
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― 189 ―
62. Las nueve almendras
Este acertijo se puede resolver en sólo cuatro jugadas, de esta manera:
mueva 5 sobre 8, 9, 3, 1. Mueva 7 sobre 4. Mueva 6 sobre 2 y 7. Mueva
5 sobre 6, y todas las almendras quedan afuera excepto 5, que queda en
el cuadrado central que ocupaba originalmente.
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― 190 ―
63. Platos y monedas
Numere los platos de 1 a 12 en el orden que avanza el niño en la ilus-
tración. A partir de 1, proceda del siguiente modo (“1 a 4” significa que
coge la moneda del plato N° 1 y la transfiere al plato N° 4): 1 a 4, 5 a 8,
9 a 12, 3 a 6, 7 a 10, 11 a 2, y complete la última vuelta hasta 1, haciendo
tres vueltas en total. También puede proceder de este modo: 4 a 7, 8 a 11,
12 a 3, 2 a 5, 6 a 9, 10 a 1. Es fácil resolverlo en cuatro vueltas, pero las
soluciones con tres son más difíciles de descubrir.
Se trata de “La adivinanza del estanque de peces” (N° 39 de Los acer-
tijos de Canterbury) bajo otro ropaje.
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― 191 ―
64. Torpedeo

Si la flota enemiga está fondeada en la formación que muestra la ilus-


tración, se pueden volar hasta diez de los dieciséis buques lanzando los
torpedos en el orden indicado por los números y en la dirección indicada
por las flechas. Como cada torpedo sucesivo pasa debajo de tres buques
y hunde el cuarto, tache cada buque con el lápiz a medida que los hunde.
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― 192 ―
65. Chicos y chicas
Hay muchas soluciones para este acertijo. Cualquier par contiguo, ex-
cepto el 7—8, se puede desplazar primero, y después del primer movi-
miento hay variaciones. La siguiente solución muestra la posición desde
el comienzo, con cada movimiento sucesivo hasta el final:

. . 1 2 3 4 5 6 7 8 4 3 1 2 7 . . 5 6 8
4 3 1 2 . . 5 6 7 8 4 . . 2 7 1 3 5 6 8
4 3 1 2 7 6 5 . . 8 4 8 6 2 7 1 3 5 . .
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― 193 ―
66. Ordenando frascos
Dos frascos, el 13 y el 19, estaban en los sitios adecuados. Como cada
cambio puede derivar en que un frasco quede en su sitio, es evidente que
veintidós cambios los pondrán todos en orden. Pero esta cantidad de mo-
vimientos no es la menor posible, y la respuesta correcta es diecisiete.
Intercambie los siguientes pares:

(3—1, 2—3),
(15—4, 16—15),
(17—7, 20—17),
(24—10, 11—24, 12—11),
(8—5, 6—8, 21—6, 23—21, 22—23, 14—22, 9—14, 18—9).
Cuando se ha efectuado el intercambio dentro de cada par de parénte-
sis, todos los números que están entre esos paréntesis quedan en sus lu-
gares. Hay cinco pares de paréntesis, y sustrayendo 5 de 22 obtenemos la
cantidad de cambios requeridos: 17.
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― 194 ―
PROBLEMAS DE RECORRIDO

67. La bandera británica

Hay sólo dieciséis puntos (todos externos) donde podemos decir que
se unen tres caminos. Los matemáticos los llaman “nodos impares”. Hay
una regla que nos indica que, en el caso de un dibujo como el presente,
donde hay dieciséis nodos impares, se requieren ocho trazos o rutas (es
decir, la mitad de los nodos impares) para completarlo. Como tenemos
que recorrer la mayor cantidad posible con sólo uno de estos ocho trazos,
es necesario lograr que los otros siete trazos de un nodo al otro sean lo
más breves que sea posible. Comience en A y termine en B, o vaya en
sentido inverso.
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― 195 ―
68. El acertijo del inspector del metro
El inspector sólo debe viajar diecinueve millas si comienza en B y
sigue la siguiente ruta: BADGDEFIFCBEHKLIHGJK. Así, los únicos tra-
mos que recorre dos veces son las secciones D a G y F a I. Desde luego,
la ruta se puede variar, pero no se puede acortar.
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― 196 ―
69. El acertijo del icosaedro
Hay treinta aristas, de las cuales dieciocho son visibles en la ilustra-
ción original, representada en el siguiente diagrama mediante el hexágono
NAESGD. Mediante esta proyección de lo sólido obtenemos una vista
imaginaria de las doce aristas restantes, y podemos ver de inmediato su
dirección y los doce puntos donde se encuentran todas las aristas. La di-
ferencia en la longitud de las líneas carece de importancia; sólo deseamos
presentar su dirección de manera gráfica. Pero en caso de que el lego se
asombrara de hallar sólo diecinueve triángulos en vez de los veinte reque-
ridos, señalaré que el triángulo aparentemente faltante es el contorno
HIK.

En este caso hay doce nodos impares; por tanto se necesitarán seis
rutas distintas y no conectadas si no debemos pasar dos veces sobre nin-
guna línea. Hallemos pues la mayor distancia que podemos recorrer en
una ruta.
Se notará que he tachado con trazos cruzados cinco líneas o aristas del
diagrama. Estas cinco líneas se pueden marcar en cualquier parte mientras
no se unan entre sí, y mientras una de ellas no se conecte con N, el Polo
Norte, desde donde hemos de comenzar. Se verá que el resultado de ta-
char estas cinco líneas es que todos los nodos son ahora pares excepto N
y S. En consecuencia, si comenzamos en N y nos detenemos en S pode-
mos recorrer todas las líneas, excepto las cinco marcadas, sin atravesar

― 197 ―
dos veces ninguna línea. Hay muchas maneras de hacerlo. He aquí una
ruta: N a H, I, K, S, I, E, S, G, K, D, H, A, N, B, A, E, F, B, C, G, D, N,
C, F, S. Haciendo cinco rutas tan cortas como es posible ―simplemente
de un nodo al próximo― podemos obtener la mayor longitud posible para
nuestra sexta línea. No es posible obtener una distancia mayor en una ruta
sin pasar por el mismo terreno dos veces.
Ahora es manifiesto que las cinco líneas tachadas se deben recorrer
dos veces, y que podemos “cogerlas”, como quien dice, en cualquier
punto de nuestra ruta. Así, cuando el viajero está en I, puede ir hasta A y
retroceder antes de continuar su camino, o puede aguardar hasta estar en
A y luego pasar a I y retroceder a A. Y así con las otras líneas que hay
que recorrer dos veces. Es claro, pues, que puede recorrer 25 de las líneas
una vez sola (25 × 10.000 millas = 250.000 millas) y 5 de las líneas dos
veces (5 × 20.000 millas = 100.000 millas), siendo el total, 350.000 mi-
llas, la longitud de su travesía y la distancia más corta que es posible para
visitar el cuerpo entero.
Se notará que le hice terminar sus viajes en S, el Polo Sur, pero esto
no es imperativo. También pude hacerle terminar en cualquiera de los
otros nodos, excepto aquel donde comenzó. Supongamos que se hubiera
requerido hacerlo regresar a N al final de su recorrido. Entonces, en vez
de tachar la línea AI, la hubiéramos dejado abierta y habríamos cerrado
IS. Esto le hubiera permitido completar su gira de 350.000 millas en A, y
otras 10.000 millas lo hubieran llevado a su propio hogar. Hay gran can-
tidad de rutas, pero como las longitudes de los bordes son iguales, una es
tan buena como la otra. Para que la travesía completa de 350.000 millas
de N a S quede bien clara para todos, la transcribiré entera: N a H, I, A, I,
K, H, K, S, I, E, S, G, F, G, K, D, C, D, H, A, N, B, E, B, A, E, F, B, C,
G, D, N, C, F, S. Es decir, treinta y cinco líneas de 10.000 millas cada
una.
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― 198 ―
70. Inspeccionando una mina
Comenzando desde A, el inspector sólo debe recorrer 36 millas si coge
la siguiente ruta: A a B, G, H, C, D, I, H, M, N, I, J, O, N, S, R, M, L, G,
F, K, L, Q, R, S, T, O, J, E, D, C, B, A, F, K, P, Q. Así pasa entre A y B
dos veces, entre C y D dos veces, entre F y K dos veces, entre J y O dos
veces, y entre R y S dos veces, cinco repeticiones. En consecuencia, 31
túneles más 5 túneles repetidos equivalen a 36 millas. El pequeño incon-
veniente de este acertijo es que comenzamos desde un nodo par. De lo
contrario sólo deberíamos viajar 35 millas.
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― 199 ―
71. Un acertijo con nivel
Limitemos nuestra atención a la L de la esquina superior izquierda.
Supongamos que vamos por la E, a la derecha: entonces debemos seguir
derecho hasta la V, desde la cual la palabra se puede completar de cuatro
maneras, pues hay cuatro E disponibles por las cuales podemos llegar a
una L. Hay pues cuatro maneras de leer a partir de la E de la derecha.
También es evidente que debe haber la misma cantidad de maneras a par-
tir de la E que está inmediatamente debajo del punto de partida. Eso tota-
liza ocho. Empero, si tomamos la tercera ruta por la E de la diagonal,
tenemos la opción de cualquiera de las tres letras V, por medio de las
cuales podemos completar la palabra de cuatro maneras. En consecuencia
podemos deletrear LEVEL de doce maneras a través de la E de la diagonal.
Doce más ocho da veinte lecturas, y todas parten de la L de la esquina
superior izquierda; y como las cuatro esquinas son iguales, la respuesta
es cuatro por veinte, es decir, ochenta maneras.
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― 200 ―
72. El acertijo del marinero

Sólo existen cuatro rutas posibles (u ocho, si contamos el viaje a la


inversa) por las cuales el marinero puede comenzar en la isla A, visitar
todas las islas una vez, y sólo una vez, y regresar a A. Helas aquí:

AIPTLOEHRQDCFUGNSKMBA
AIPTSNGLOEUFCDKMBQRHA
ABMKSNGLTPIOEUFCDQRHA
AIPTLOEUGNSKMBQDCFRHA

Ahora bien, si el marinero coge la primera ruta, la isla C será la número


12 (contando A como número 1); por la segunda ruta C será la número
13; por la tercera ruta, será la 16; y por la cuarta ruta, la 17. Si sigue el
trayecto inverso, C será respectivamente la isla número 10, 9, 6 y 5. Como
estas rutas son las únicas posibles, es evidente que, si el marinero posterga
su visita a C todo lo posible, debe coger la última, leyendo de izquierda a

― 201 ―
derecha. Esta ruta se muestra en las líneas oscuras del diagrama y es la
respuesta correcta al acertijo.
El mapa puede simplificarse muchísimo mediante el método de “hilos
y botones” que explico en la solución del acertijo 102, “Las cuatro ranas”.
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― 202 ―
73. El acertijo de los votantes
El número de lecturas es aquí 63.504, como en el caso de ‘Was it a rat
I saw’ (¿Es una rata lo que vi?, número 29 de Los Acertijos de Canter-
bury). La fórmula general es que para las oraciones palindrómicas que
contienen 2n + 1 letras hay [4(2n – 1)]2 lecturas.
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― 203 ―
74. El monje y los puentes
El problema de los puentes puede ser reducido al simple diagrama de
la ilustración.

El punto M representa al monje, el punto I a la isla y el punto Y al


monasterio. Ahora, las únicas rutas directas de M a I son por los puentes
a y b; las únicas rutas directas de I a Y son por los puentes c y d, y hay
una ruta directa de M a Y por el puente e. Lo que debemos hacer es contar
todas las rutas de que llevan de M a Y, pasando por todos los puentes a,
b, c, d ye una vez, y sólo una vez. Con el diagrama a la vista es bastante
simple, sin ninguna regla complicada, contar metódicamente estas rutas.
Entonces, comenzando por a, b, encontramos que sólo hay dos maneras
de completar la ruta; comenzando por a, c, sólo hay dos rutas; por a, d,
sólo hay dos rutas, y así las demás.
Se comprobará que sólo hay un total de dieciséis rutas, enumeradas en
la siguiente lista:

abecd bcdae
abedc bcead
acdbe bdcae
acebd bdeac
adcbe ecabd
adebc ecbad
baecd edabc
baedc edbac

― 204 ―
Si el lector traslada las letras que identifican los puentes desde el dia-
grama a la ilustración original, todo se volverá evidente.
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― 205 ―
PROBLEMAS DE COMBINACIÓN Y AGRUPAMIENTO

75. Los caballeros del rey Arturo


En la segunda noche, el rey Arturo dispuso este orden para él y sus
caballeros: A, F, B, D, G, E, C. En la tercera noche se sentaron de este
modo: A, E, B, G, C, F, D. Así tuvo a B a una persona de distancia en
ambas ocasiones (la posición más cercana posible) y G estuvo a dos per-
sonas de distancia en ambas ocasiones (la posición más alejada posible).
Ningún otro acomodamiento de los caballeros habría sido tan satisfacto-
rio.
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― 206 ―
76. Jugadores de bridge
En la siguiente solución cada una de las once líneas representa una
sesión, cada columna una mesa, y cada par de letras un par de jugadores.

AB — EL EJ — GK FH — CD
AC — JB FK — HL GI — DE
AD — KC GL — IB HJ — EF
AE — LD HB — JC IK — FG
AF — BE IC — KD JL — GH
AG — CF JD — LE KB — HI
AH — DG KE — BF LC — IJ
AI — EH LF — CG BD — JK
AJ — FI BG — DH CE — KL
AK — GJ CH — El DF — LB
AL — HK DI — FJ EG — BC

Se verá que las letras B, C, D ... L descienden cíclicamente. La solu-


ción que damos es perfecta en todos los sentidos. Se descubrirá que cada
jugador tiene a cada uno de los demás como compañero una vez, y como
oponente dos veces.
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― 207 ―
77. Tres hombres en un bote
Si no hubiera ningún requisito, excepto que los hombres salieran jun-
tos de a tres, podrían salir a remar en una inmensa cantidad de combina-
ciones diversas. Si el lector desea saber cuántas, el número es 4557. Con
la condición de que dos de ellos no puedan remar juntos más de una vez,
no hay menos de 15.567.552.000 soluciones, es decir, diversas maneras
de combinarlos. Con una solución a la vista, el lector comprenderá por
qué ello es así, pues aunque, por ejemplo, A debe salir una vez con B y
una vez con C, no necesariamente se sigue que debe salir con C en la
misma ocasión en que sale con B. Podría salir con cualquier otra letra,
aunque si sale con alguien que no sea B ello surte un efecto sobre la con-
figuración de los otros tercetos.
Sólo existe un determinado número de configuraciones cuando se im-
pone la condición de usar la menor cantidad posible de botes. En rigor
sólo debemos valemos de diez botes. He aquí uno de los arreglos:

1 2 3 4 5
Día: 1° (ABC) (DEF) (GHI) (JKL) (MNO).

8 6 7 9 10
Día: 2° (ADG) (BKN) (COL) (JED (MHF).

3 5 4 1 2
Día: 3° (AJM) (BEH) (CFI) (DKO) (GNL)

7 6 8 9 1
Día: 4° (AEK) (CGM) (BOI) (DHL) (JNF).

4 5 3 10 2
Día: 5° (AHN) (CDJ) (BFL) (GEO) (MKI).

6 7 8 10 1
Día: 6° (AFO) (BGJ) (CKH) (DN1) (MEL).

5 4 3 9 2
Día: 7° (AIL) (BDM) (CEN) (GKF) (JHO).

― 208 ―
Nótese que dos hombres nunca salen juntos dos veces, y que ninguno
sale dos veces en el mismo bote.
Esta es una extensión del célebre problema de las “quince escolares”
de Kirkman. Los requisitos originales imponían que las quince niñas sa-
lieran siete días en tercetos sin que ninguna saliera dos veces con otra en
el mismo terceto. La búsqueda de una solución general para este acertijo
ha aguzado el ingenio de los matemáticos desde 1850, cuando se planteó
la cuestión por primera vez. En 1908 y los dos años siguientes indiqué
que todos los problemas surgían de nuestra incapacidad para descubrir
que el 15 es un caso especial (demasiado pequeño para entrar en la ley
general que comprende a todas las cantidades más grandes de niñas, de la
forma 6n + 3, y demostré cuál es la ley general y cómo se deben plantear
los grupos para cualquier número de niñas. Presenté combinaciones para
ciertos números que previamente habían frustrado todos los intentos de
manipulación, y ahora se puede considerar que el problema general está
resuelto. Los lectores hallarán una excelente versión completa del acertijo
en Mathematical Recreations de W. W. Rouse Ball.
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― 209 ―
78. Los nueve alumnos
Los alumnos pueden salir de esta manera:

1er. día 2° día 3er. día


ABC BFH FAG
DEF EIA IDB
GHI CGD HCE

4° día 5° día 6° día


ADH GBI DCA
BEG CFD EHB
FIC HAE IGF

Así cada alumno habrá salido al lado de cada uno de los demás niños
una vez, y sólo una vez.
Tratando el problema de modo general, 12n + 9 alumnos pueden salir
en tercetos según estas condiciones en 9n + 6 días, donde n puede ser cero
o cualquier entero. Cada par posible se producirá una vez. Llamemos m
al número de niños. Entonces cada niño integrará un par m – 1 veces, de
las cuales (m – l)/4 veces estará en medio de un terceto y (m – l)/2 veces
en un costado. Así, si nos remitimos a nuestra solución, vemos que cada
niño está en el medio dos veces (integrando 4 pares) y cuatro veces en los
costados (integrando los restantes 4 pares de sus 8). El lector quizá desee
tratar de resolver los dos siguientes casos de 21 niños en 14 días, y 33
niños en 24 días. Quizá resulte interesante observar que una escuela de
489 alumnos podría salir así todos los días en un año bisiesto, pero se
necesitarían 731 “alumnas” (como en la solución del N° 77) para lograr
esto en una salida diaria en un año de 365 días.
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― 210 ―
79. El acertijo de la ratonera
Si intercambiamos las tarjetas 6 y 13 y comenzamos nuestra cuenta en
14, podemos coger las 21 tarjetas -es decir, 21 “presas”- en el siguiente
orden: 6, 8, 13, 2, 10, 1, 11, 4, 14, 3, 5, 7, 21, 12, 15, 20, 9, 16, 18, 17, 19.
También podemos intercambiar 10 y 14 y comenzar en 16, o intercambiar
6 y 8 y comenzar en 19.
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― 211 ―
80. Cruces con fichas
Veamos primero la cruz griega. Hay sólo dieciocho formas en que se
pueden disponer los números para los dos brazos. Helas aquí.

12978 13968 14958


34956 24957 23967

23958 13769 14759


14967 24758 23768

12589 23759 13579


34567 14768 24568

14569 23569 14379


23578 14578 25368

15369 24369 23189


24378 15378 45167

24179 25169 34169


35168 34178 25178

Desde luego, el número del medio es común a ambos brazos. El primer


par es el que di como ejemplo. Supondré que hemos escrito todas estas
cruces, siempre poniendo la primera hilera de un par en el brazo vertical
y la segunda en el brazo horizontal. Ahora bien, si dejamos fijo el número
central, hay 24 modos de variar los números verticales, pues las cuatro
fichas se pueden cambiar en 1 × 2 × 3 × 4 = 24 maneras. Y como los
cuatro horizontales también se pueden cambiar en 24 maneras por cada
configuración del otro brazo, tenemos 24 × 24 = 576 variantes para cada
forma; por ende, como hay 18 formas, tenemos 18 × 576 = 10.368 mane-
ras. Pero esto incluye la mitad de las cuatro inversiones y la mitad de los
cuatro reflejos que prohibimos, así que debemos dividirlo por cuatro para
obtener la respuesta correcta para la cruz griega, que consiste así en 2.592
maneras. La división es por 4, no por 8, porque hemos tenido en cuenta

― 212 ―
la mitad de las inversiones y reflejos al reservar siempre un número para
el brazo vertical y otro para el horizontal.
En el caso de la cruz latina, es evidente que debemos vérnoslas con las
mismas 18 formas de ordenamiento. La cantidad total de maneras de este
caso es el número completo, 18 × 576. Como los brazos superior e inferior
son de longitud desigual, las permutaciones se repiten por reflejo, pero no
por inversión, pues no podemos invertir. Por tanto este factor implica una
división por 2. Pero en cada par debemos intercambiar las cifras del brazo
vertical con las del horizontal (cosa que no podíamos hacer en la cruz
griega, pues allí los dos brazos son iguales); en consecuencia debemos
multiplicar por 2. La multiplicación por 2 y la división por 2 se cancelan
recíprocamente. En consecuencia, la respuesta correcta es 10.368.
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― 213 ―
81. La cadena del anticuario

La cantidad de modos en que nueve cosas se pueden disponer en fila


sin ninguna restricción es 1 × 2 × 3 × 4 × 5 × 6 × 7 × 8 × 9 = 362.880.
Pero nos dicen que los dos anillos circulares nunca deben estar juntos; por
tanto debemos deducir la cantidad de veces que esto ocurriría. El número
es (1 × 2 × 3 × 4 × 5 × 6 × 7 × 8) × 2 = 40.320 × 2 = 80.640, porque si
consideramos que los dos eslabones circulares están unidos inseparable-
mente se transforman en un eslabón, y ocho eslabones son capaces de
40.320 combinaciones; pero como estos dos eslabones siempre se deben
poner en los órdenes AB o BA, tenemos que duplicar este número, pues
se trata de una cuestión de combinación y no de diseño. La deducción
requerida reduce nuestro total a 282.240. Luego, uno de nuestros eslabo-
nes tiene una forma peculiar, semejante a un 8. Tenemos pues la opción
de unirlo por cualquiera de ambos extremos en cada ocasión, así que de-
bemos duplicar el último resultado. Esto eleva nuestro total a 564.480.
Ahora llegamos al punto al cual dirigí la atención del lector, que cada
eslabón se puede insertar de una de dos maneras. Si unimos horizontal-
mente el índice y el pulgar de la mano izquierda, y luego unimos el índice
y el pulgar de la mano derecha, vemos que el pulgar derecho puede estar
arriba o abajo. Pero en el caso de la cadena, debemos recordar que, aun-
que ese eslabón con forma de 8 tiene dos extremos independientes, es
como cualquier otro eslabón en el sentido de que tiene sólo dos lados, es
decir, no podemos voltear un extremo sin voltear el otro al mismo tiempo.
Por comodidad, supondremos que cada eslabón tiene un lado pintado
de negro y un lado pintado de blanco. Ahora bien, si se estipulara que
(con la cadena tendida sobre la mesa, y cada eslabón sucesivo cayendo
sobre el precedente del mismo lado, como en el diagrama) sólo los lados

― 214 ―
blancos quedarían hacia arriba como en A, entonces la respuesta sería
564.480, como hemos dicho, ignorando por el momento todas las inver-
siones de la cadena concluida. Sin embargo, si se permitiera que el primer
eslabón mostrara hacia arriba cualquiera de ambos lados, entonces po-
dríamos tener A o B, y la respuesta sería 2 × 564.480 = 1.128.960; si dos
eslabones se pudieran poner con cualquiera de ambos lados hacia arriba,
la respuesta sería 4 × 564.480; si tres eslabones, entonces 8 × 564.480, y
así sucesivamente. Por tanto, como cada eslabón se puede poner con cual-
quiera de ambos lados hacia arriba, el número será 564.480 multiplicado
por 29, o 512. Esto eleva nuestro total a 289.013.760.
Pero aún debemos considerar otro pormenor. Aún no hemos tenido en
cuenta que con cualquier combinación dada tres de las otras combinacio-
nes se pueden obtener con sólo voltear la cadena a lo largo e invirtiendo
los extremos. Así C es en realidad lo mismo que A, y si ponemos esta
página cabeza abajo, A y C dan otras dos combinaciones que en verdad
son idénticas. Así, para llegar a la respuesta correcta del acertijo, debemos
dividir nuestro último total por 4, y descubrimos que hay exactamente
72.253.440 maneras en que el herrero pudo unir esos eslabones. En otras
palabras, si los nueve eslabones originalmente hubieran formado un
tramo de cadena, y se hubiera sabido que los dos eslabones circulares es-
taban separados, habría 72.253.439 probabilidades contra 1 de que el he-
rrero no hubiera unido los eslabones tal como estaban antes.
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― 215 ―
82. Los cuatro sellos postales
Partiendo del diagrama original, los cuatro sellos se pueden dar en un
bloque formado por 1, 2, 3, 4 de tres maneras; formado por 1, 2, 5, 6 de
seis maneras; formado por 1, 2, 3, 5, o bien 1, 2, 3, 7, o bien 1, 5, 6, 7, o
bien 3, 5, 6, 7, de veintiocho maneras; formado por 1, 2, 3, 6, o bien 2, 5,
6, 7, de catorce maneras; formado por 1, 2, 6, 7, o bien 2, 3, 5, 6, o bien
1, 5, 6, 10, o bien 2, 5, 6, 9, de catorce maneras. Hay, pues, sesenta y cinco
maneras en total.
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― 216 ―
PROBLEMAS AJEDRECÍSTICOS

83. Divisiones en el tablero

― 217 ―
Hay 255 modos de dividir el tablero en dos partes de la misma forma
y tamaño. Cada modo debe involucrar uno de los cinco cortes que mos-
tramos en los Diagramas A, B, C, D y E. Para evitar repeticiones por in-
versión y reflexión, sólo necesitamos tener en cuenta cortes que entren
por los puntos a, b y c. Pero la salida siempre debe estar en un punto en
línea recta a partir del ingreso y a través del centro. Esta condición es la
más importante a tener en cuenta. En el caso B no se puede entrar por a,
pues de lo contrario se obtiene el corte presentado en E. Análogamente,
en C o D, no se debe llegar a la línea clave en la misma dirección de ésta,
pues de lo contrario se obtiene A o B. Si estamos trabajando con A o C y
entramos en a, debemos buscar empalmes en un solo extremo de la línea
clave, u obtendremos repeticiones. En otros casos debemos buscar em-
palmes en ambos lados de la línea; pero después de dejar a en el caso D,
siempre hay que girar hacia la derecha o la izquierda (use una dirección
únicamente). Las Figs. 1 y 2 son ejemplos de A; 3 y 4 son ejemplos de B;
5 y 6 son ejemplos de C; y 7 es un bonito ejemplo de D. Desde luego, E
es un tipo peculiar, y obviamente admite un solo modo de cortar, pues no
se puede entrar por b ni por c.
He aquí una tabla de los resultados:

a b c Modos
A = 8 + 17 + 21 = 46
B = 0 + 17 + 21 = 38
C = 15 + 31 + 39 = 85
D = 17 + 29 + 39 = 85
D = 1 + 0 + 0 = 1
41 94 120 255

No he intentado la tarea de enumerar los modos de dividir un tablero


8 × 8, es decir, un tablero común de ajedrez. Sea cual fuere el método
adoptado, la solución implicaría una gran labor.
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― 218 ―
84. La ventana del abad
El hombre que era “versado en extraños misterios” señaló al padre
John que las órdenes del abad de St. Edmondsbury eran fáciles de ejecutar
tapando doce de las claraboyas de la ventana, como se muestra en los
cuadrados oscuros del boceto de la página siguiente.
El padre John sostenía que también era preciso oscurecer las clarabo-
yas de las cuatro esquinas, pero el sabio explicó que no se deseaba tapar
más luz de la absolutamente necesaria y dijo, anticipándose a lord Dun-
dreary:
—Un solo panel no puede estar en línea consigo mismo, así como un
ave solitaria no puede ir en bandada. La condición del abad era que nin-
guna línea diagonal contuviera un número impar de claraboyas”.
Ahora bien, cuando el hombre santo vio lo que se había hecho quedó
complacido, y dijo:
—En verdad, padre John, eres hombre de honda sabiduría, pues has
logrado lo que parecía imposible, y para colmo has adornado nuestra ven-
tana con un diseño de la cruz de San Andrés, cuyo nombre recibí de mis
padrinos.

A partir de entonces durmió a gusto y se levantó descansado. La ven-


tana hoy se podría ver intacta en el monasterio de St. Edmondsbury, siem-
pre que existiera, pero lamentablemente no existe.
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― 219 ―
85. Ajedrez chino

El número máximo de partes es dieciocho. Doy dos soluciones. El dia-


grama numerado está cortado de tal modo que la pieza decimoctava tiene
la mayor superficie (ocho cuadrados) que se puede lograr en estas condi-
ciones. El segundo diagrama se preparó con la condición adicional de que
ninguna parte tuviera más de cinco cuadrados.
El N° 72 de Los acertijos de Canterbury muestra cómo dividir el ta-
blero en doce partes, todas diferentes, cada cual con cinco cuadrados, con
una parte cuadrangular de cuatro cuadrados.
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― 220 ―
86. Los cuatro leones
Hay sólo siete maneras bajo estas condiciones. Son las siguientes:
1234, 1243, 1324, 1342, 1432, 2143, 2413. Tomando el último ejemplo,
esta notación significa que ponemos un león en el segundo cuadrado de
la primera fila, en el cuarto cuadrado de la segunda fila, en el primer cua-
drado de la tercera fila, y en el tercer cuadrado de la cuarta fila. El primer
ejemplo es, por cierto, el que dimos al proponer el acertijo.
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― 221 ―
87. El cuadrado de Bachet

Usemos las letras A, K, Q, J para representar el as, el rey, la dama y la


sota; y D, S, H, C para representar diamonds (diamantes), spades (picas),
hearts (corazones) y clubs (tréboles). En los diagramas 1 y 2 tenemos los
dos modos disponibles de configurar cualquiera de ambos grupos de le-
tras de modo tal que no haya dos letras similares en línea, aunque impri-
miendo al Diagrama 1 un cuarto de vuelta obtenemos la disposición del
Diagrama 2 (la J se transforma en S, la Q en H, etc.). Si superponemos o
combinamos estos cuadrados, obtenemos la configuración del Diagrama
3, que es una solución. Pero en cada cuadrado podemos poner las letras
de la línea superior de veinticuatro maneras distintas sin alterar el diseño.
Así, en el Diagrama 4 las letras S están dispuestas de modo similar a las
letras D de 2, las H a las S, las C a las H, y las D a las C. Se sigue pues
que debe haber 24 × 24 = 576 modos de combinar las dos configuraciones
primitivas. Pero el error en que incurrió Labosne fue el de suponer que A,
K, Q, J se deben disponer en la forma 1 y D, S, H, C en la forma 2. Así
incluyó reflexiones y medias vueltas, pero no cuartos de vuelta, aunque
es evidente que se pueden intercambiar. De modo que la respuesta co-
rrecta es 2 × 576 = 1.152, contando reflexiones e inversiones como dis-

― 222 ―
tintos. Dicho de otro modo, los pares de la hilera superior se pueden ex-
presar de 16 × 9 × 4 × 2 = 576 maneras, y el cuadrado luego se puede
completar de 2 maneras, con lo cual hay 1.152 maneras en total.
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― 223 ―
88. Convocatoria de alfiles
Los catorce alfiles se pueden colocar de 256 maneras. Pero cada alfil
siempre debe estar colocado en uno de los lados del tablero, es decir, en
una fila del borde. El acertijo, pues, consiste en contar la cantidad de mo-
dos en que podemos combinar los catorce alfiles en el borde sin ataque.
Esto no es dificultoso. En un tablero de n2 cuadrados, (2n – 2) alfiles (la
cantidad máxima) siempre se pueden colocar de 2n maneras sin ataque.
En un tablero común n sería 8; por tanto se pueden colocar 14 obispos de
256 maneras. Es curioso que el resultado general cobre una forma tan
simple.
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― 224 ―
89. El gentil arte de lamer sellos postales
La siguiente disposición muestra cómo se pueden pegar dieciséis se-
llos en la tarjeta, según las condiciones establecidas, con un valor total de
50 peniques:

Si, después de poner los cuatro sellos de 5 peniques, el lector siente la


tentación de poner también cuatro sellos de 4 peniques, luego sólo podrá
poner dos de cada una de los otros tres valores, perdiendo así dos espacios
y sin contar más que 48 peniques. Esta era la trampa que insinuamos.
(Compárese con el N° 41 de Los acertijos de Canterbury.)
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― 225 ―
90. Las tres ovejas
La cantidad de modos en que se pueden poner las tres ovejas para que
cada corral esté ocupado o en línea con por lo menos una oveja es 47.
La siguiente tabla, si se utiliza con la clave del Diagrama 1, permitirá
al lector situarlas de todas estas maneras:

Dos ovejas Tercera oveja Cantidad de modos


AyB C, E, G, K, L N o P 7
AyC I, J, K u 0 4
Ay D M, N o J 3
Ay F J, K, L o P 4
AyG H, J, K, N, O o P 6
AyH K, L, N o O 4
AyO KoL 2
By C N 1
ByE F, H, K o L 4
ByF G, J, N u O 4
ByG K, L o N 3
By H JoN 2
By J KoL 2
FYG J 1
47

Esto significa, desde luego, que si ponemos ovejas en los corrales se-
ñalados como A y B, habrá siete corrales donde podemos poner la tercera
oveja, dando siete soluciones diferentes. Se entiende que las inversiones
y reflexiones no cuentan como diferentes.
Si por lo menos un corral no debiera estar en línea con una oveja, ha-
bría treinta soluciones para ese problema. Si contáramos todas las inver-
siones y reflexiones de estos 47 y 30 casos respectivamente como distin-
tos, el total sería de 560, lo cual es el número de modos en que se pueden
poner las ovejas en tres corrales sin ninguna condición. Señalaré que hay
tres modos en que las ovejas se pueden guardar para que cada corral esté
ocupado o en línea, como en los Diagramas 2, 3 y 4, pero en cada caso

― 226 ―
cada oveja está en línea con su compañera. Hay sólo dos modos en que
se pueden poner tres ovejas de manera que cada corral esté ocupado o en
línea con uno ocupado, pero ninguna oveja en línea con otra (ver Diagra-
mas 5 y 6).

Por último, hay un solo modo en que tres ovejas se pueden guardar de
modo que al menos un corral no esté en línea con una oveja y sin embargo
ninguna oveja esté en línea con otra. Ponga las ovejas en C, E, L. Esto es
prácticamente todo lo que se puede decir de este grato acertijo pastoral.
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― 227 ―
91. El acertijo de los cinco perros

Los diagramas muestran cuatro soluciones fundamentalmente diferen-


tes. En el caso de A podemos invertir el orden, de modo que el único perro
esté abajo y los otros cuatro se desplacen dos cuadrados hacia arriba.
También podemos usar la próxima columna a la derecha y ambas filas
horizontales del centro. Así, A da 8 soluciones. Luego B se puede invertir
y colocar en cualquiera de ambas diagonales, dando 4 soluciones. Análo-
gamente, C da 4 soluciones. Como la línea de D es simétrica, su inversión
no será diferente, pero se puede disponer en 4 direcciones distintas. Así
tenemos un total de 20 soluciones.
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― 228 ―
92. El acertijo del perchero

Los movimientos quedan muy claros si se consultan los diagramas,


que muestran la posición de cada uno de los cuatro movimientos en el
tablero.
Las flechas indican los sucesivos desplazamientos que se han efec-
tuado. Se verá que en cada etapa todas las casillas son atacadas u ocupa-
das, y que después del cuarto movimiento ninguna dama ataca a otra. En
el caso del último movimiento, la dama de la fila superior también podría

― 229 ―
haberse movido una casilla más hacia la izquierda. Creo que ésta es la
única solución del acertijo.
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― 230 ―
93. Acertijo con peones

Se pueden colocar dieciséis peones de modo que no haya tres en línea


recta en ninguna dirección posible, como en el diagrama. Dadas las con-
diciones requeridas, consideramos los peones como meros puntos en un
plano.
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― 231 ―
94. El león y el hombre
Ante todo, la menor cantidad posible de líneas rectas en cada caso son
veintidós, y para que ninguna celda se visite dos veces es absolutamente
necesario que cada cual entre en una celda y luego “visite” inmediata-
mente aquella de donde salió, avanzando luego por la segunda celda dis-
ponible. En el siguiente diagrama se indica la ruta del hombre con líneas
enteras, y la del león con líneas punteadas.
Si se siguen las dos rutas celda por celda con dos lápices, se notará que
el león y el hombre jamás se encuentran. Pero hay un detalle que no de-
bemos pasar por alto: “en ocasiones se entrevieron”. Ahora bien, si toma-
mos una ruta para el hombre y simplemente la invertimos para el león,
invariablemente descubrimos que, yendo a la misma velocidad, nunca ati-
nan a verse.

Pero en nuestro diagrama se ve que el hombre y el león están en las


celdas marcadas A en el mismo momento, y se pueden ver a través de las
puertas abiertas; ocurre lo mismo cuando están en las dos celdas marcadas
B, con las letras superiores indicando al hombre y las inferiores al león.
En el primer caso el león avanza directamente hacia el hombre, mientras
que el hombre parece intentar ponerse a la retaguardia del león; en el se-
gundo caso, parece sospechosamente como si uno huyera del otro.
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― 232 ―
95. El viaje de la torre
Muestro el itinerario en el diagrama.

Se ve que la décima jugada nos deja en el cuadrado 10, y que la última,


la vigesimoprimera, nos deja en el cuadrado 21.
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― 233 ―
96. Acertijo con alfiles
Haga las siguientes jugadas, usando la notación indicada por los cua-
drados numerados del diagrama A:

Blancos Negros Blancos Negros


1. 18 — 15 3—6 10. 20 — 10 1 — 11
2. 17 — 8 4 — 13 11. 3—9 18 — 12
3. 19 — 14 2—7 12. 10 — 13 11 — 8
4. 15 — 5 6 —16 13. 19 — 16 2—5
5. 8—3 13 — 18 14. 16 — 1 5 — 20
6. 14 — 9 7 — 12 15. 9—6 12 — 15
7. 5 — 10 16 — 11 16. 13 — 7 8 — 14
8. 9 — 19 12 — 2 17. 6—3 15 — 18
9. 10 — 4 11 — 17 18. 7—2 14 — 19

El diagrama B muestra la posición después de la novena jugada. Los


alfiles 1 y 20 aún no se han movido, pero 2 y 19 han avanzado y regre-
sado. Al final, 1 y 19, 2 y 20, 3 y 17, y 4 y 18 habrán cambiado lugares.
Nótese la posición después de la decimotercera jugada.
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― 234 ―
97. La regata

El diagrama se explica por sí mismo. Los números indican la dirección


de las líneas en su orden apropiado, y se verá que el séptimo tramo ter-
mina en la boya, como se requería.
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― 235 ―
98. Cuarenta y nueve estrellas
La ilustración muestra cómo se puede pasar por todas las estrellas en
doce trazos rectos, comenzando y terminando en una estrella negra.

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― 236 ―
99. El acertijo del sabueso

Este acertijo presenta varios puntos interesantes. Ante todo, si no hu-


biéramos hecho ninguna estipulación en cuanto a la posición de los dos
extremos de la secuencia, es imposible formar tal secuencia a menos que
comencemos y terminemos por la fila de perreras superior e inferior. Po-
demos comenzar en la de arriba y terminar en la de abajo (o lo inverso),
o podemos comenzar en una de estas filas y terminar en la misma. Pero
nunca podemos comenzar ni terminar en una de las dos filas centrales.
Nuestros puntos de partida y de llegada, sin embargo, estaban fijos. No
obstante, la primera mitad de nuestra ruta se debe restringir a los cuadra-
dos que en el diagrama están marcados con círculos, y por tanto la se-
gunda mitad se limitará a los que no están marcados con círculos. Se verá
que los cuadrados reservados para los dos semisecuencias son simétricos
y similares.
El próximo punto es que la primera semisecuencia debe terminar en
una de las filas centrales, y que la segunda debe comenzar en una de estas
filas. Esto es obvio ahora, porque se tienen que enlazar para formar la
secuencia completa, y cada cuadrado de una fila externa está conectado
por una jugada de caballo sólo con cuadrados similares, es decir, con o
sin círculos, según el caso. Las semisecuencias, pues, sólo se pueden es-
labonar en las dos filas centrales.

― 237 ―
Ahora bien, hay ocho semisecuencias primeras, y en consecuencia
ocho semisecuencias segundas. Veremos que se combinan para formar
doce secuencias completas, que es el número total que existe y la solución
correcta de nuestro acertijo. No me propongo presentar detalladamente
todas las rutas, pero las indicaré de tal modo que si el lector ha abando-
nado alguna podrá descubrir cuál es y deducirla por su cuenta sin ninguna
dificultad. Los siguientes números se aplican a las del diagrama.
Las ocho primeras semisecuencias son las que van de 1 a 6 (2 rutas);
1 a 8 (1 ruta); 1 a 10 (3 rutas); 1 a 12 (1 ruta); y 1 a 14 (1 ruta). Las ocho
segundas semisecuencias son: 7 a 20 (1 ruta); 9 a 20 (1 ruta); 11 a 20 (3
rutas); 13 a 20 (1 ruta); y 15 a 20 (2 rutas). Cada modo en que se puede
eslabonar una semisecuencia con otra da una solución diferente. Estos
eslabonamientos son los siguientes: 6 a 13 (2 casos); 10 a 13 (3 casos); 8
a 11 (3 casos); 8 a 15 (2 casos); 12 a 9 (1 caso); 14 a 7 (1 caso). En con-
secuencia, hay doce eslabonamientos y doce respuestas al acertijo. La ruta
presentada en la ilustración consiste de una de los tres semisecuencias 1
a 10, eslabonada con la semisecuencia 13 a 20. Nótese que diez de las
soluciones se producen mediante cinco rutas inequívocas y sus inversio-
nes; es decir, si indicamos estas cinco rutas mediante líneas y luego in-
vertimos los diagramas obtenemos las otras cinco rutas. Las dos solucio-
nes restantes son simétricas (los casos donde 12 a 9 y 14 a 7 son los esla-
bones), y en consecuencia no producen soluciones nuevas mediante in-
versión.
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― 238 ―
100. Tablero dividido
Al tratar de resolver este problema primero es necesario tomar dos
compartimientos de veinte y doce casillas respectivamente y analizarlos
con miras a determinar dónde se encuentran los necesarios puntos de in-
greso y egreso. En el caso del compartimiento más grande, debemos co-
menzar y terminar en dos de las casillas externas de los lados largos. Pero
aunque usted pueda comenzar por cualquiera de estas diez casillas, está
limitado a aquellas donde puede terminar, o (lo que es lo mismo) puede
terminar en las que prefiera, siempre que comience su itinerario en deter-
minadas casillas. En el caso del compartimiento más pequeño, está obli-
gado a comenzar y terminar en una de las seis casillas que se encuentran
en los dos lados cortos de los compartimientos, con iguales restricciones
que en el otro caso. Un poco de reflexión indicará que en el caso de los
dos compartimientos pequeños debe comenzar y terminar en los lados
cortos, y de ello se sigue que los itinerarios por los compartimientos más
grandes también deben comenzar y terminar en los lados contiguos.

En el diagrama, que muestra una de las soluciones posibles, se ve que


hay ocho lugares donde podemos comenzar este recorrido; pero hay sólo
una ruta en cada caso, porque debemos completar el compartimiento
donde nos encontramos antes de pasar a otro. En cualquier solución en-
contraremos que las casillas marcadas con estrellas deben ser puntos de

― 239 ―
ingreso o egreso, pero la ley de las inversiones nos deja la opción de rea-
lizar las otras conexiones tanto en los diamantes como en los círculos. En
la solución presentada se usan los diamantes, pero hay otras variaciones
donde se emplean las casillas con círculos.
Creo que estos comentarios explican los puntos esenciales del acertijo,
que es sumamente instructivo e interesante.
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― 240 ―
101. El acertijo de las perreras

Ante todo hay que escoger la secuencia de movimientos de caballo


más prometedora y luego pensar cómo alcanzar esa combinación en la
menor cantidad posible de jugadas. Estoy convencido de que la mejor
secuencia es la representada en el anterior diagrama, donde se ve que cada
número sucesivo está a una jugada de caballo del anterior, y que cinco de
los perros (1, 5, 10, 15 y 20) nunca salen de sus perreras originales.
Se puede llegar a esta posición en sólo cuarenta y seis jugadas, de esta
manera: 16—21, 16—22, 16—23, 17—16, 12—17, 12—22, 12— 21,
7—12, 7—17, 7—22, 11—12, 11—17, 2—7, 2—12, 6—11, 8—7, 8—6,
13—8, 18—13, 11—18, 2—17, 18—12, 18—7, 18—2, 13— 7, 3—8,
3—13, 4—3, 4—8, 9—4, 9—3, 14—9, 14—4, 19—14, 19—9, 3—14,
3—19, 6—12, 6—13, 6—14, 17—11, 12—16, 2—12, 7—17, 11—13,
16—18 = 46 movimientos. No puedo asegurar que sea imposible descu-
brir una solución con menos movimientos, pero creo que será una ardua
tarea.
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― 241 ―
102. Las cuatro ranas
La menor cantidad posible de movimientos, contando cada movi-
miento por separado, suma dieciséis. Pero el acertijo se puede resolver en
siete jugadas, de la manera siguiente, si cualquier cantidad de desplaza-
mientos sucesivos de la misma rana cuenta como una sola jugada. Todos
los movimientos contenidos dentro de un paréntesis constituyen una sola
jugada; los números se refieren a los hongos: (1—5), (3—7, 7—1), 8—4,
4—3, 3—7), (6—2, 2—8, 8—4, 4—3), (5—6, 6—2, 2—8), (1—5, 5—
6), (7—1).

Se trata del viejo acertijo de Guarini, propuesto en 1522, pero aquí lo


doy con el objeto de explicar mi método “hilos y botones” para resolver
esta clase de problemas con movimientos de fichas.
El Diagrama A muestra el viejo modo de presentar el acertijo de Gua-
rini, donde se procura que los caballos blancos cambien de lugar con los
negros. En “Las cuatro ranas”, las posibles direcciones de los movimien-
tos se indican con líneas, para obviar la necesidad de que el lector com-
prenda el movimiento del caballo en ajedrez. Pero se ve de inmediato que
ambos problemas son idénticos. Se puede ignorar la casilla central, pues
ningún caballo puede entrar en ella. Ahora bien, consideremos los hongos
como botones y las líneas de conexión como hilos, como en el Diagrama

― 242 ―
B. Al desenredar estos hilos podemos presentar el diagrama en la forma
que aparece en el Diagrama C, donde la relación entre los botones es
exactamente igual que en B. Cualquier solución para C será aplicable a B
y a A. Coloque los caballos blancos en 1 y 3 y los caballos negros en 6 y
8 en el Diagrama C, y la simplicidad de la solución será manifiesta. Sólo
hay que desplazar los caballos en tomo del círculo en una u otra dirección.
Re
pita las jugadas que presentamos arriba, y verá que se han eliminado
las dificultades.
En el Diagrama D presento otro conocido acertijo que apareció por
primera vez en un libro publicado en Bruselas en 1789, Les Petites Aven-
tures de Jerome Sharp. Coloque siete fichas sobre siete de los ocho pun-
tos de la siguiente manera: ponga una ficha en un punto desocupado,
luego desplácela en línea recta desde ese punto hasta el próximo punto
desocupado (en cualquiera de ambas direcciones), donde la depositará.
Proceda de la misma manera hasta que todas las fichas están colocadas.
Recuerde que siempre comienza en un lugar desocupado y desliza la ficha
desde allí hasta el próximo lugar, que también debe estar desocupado.
Ahora, mediante el método “hilos y botones”, simplificamos transfor-
mando el diagrama en el de B. Entonces la solución se vuelve obvia: “mo-
ver siempre hacia el punto desde el cual se movió la última vez”. No es
el único modo de colocar las fichas, por cierto, pero es la solución más
sencilla.
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― 243 ―
103. Las torres encerradas
La respuesta supone que en la posición final las torres numeradas tie-
nen que estar en orden numérico en dirección contraria a la que ocupan
en el diagrama original, pues de lo contrario no hay solución. Mueva las
torres en el siguiente orden de sus números. Como nunca hay más de un
cuadrado al cual se puede mover una torre (excepto en la jugada final), la
notación es obvia: 5, 6, 7, 5, 6, 4, 3, 6, 4, 7, 5, 4, 7, 3, 6, 7, 3, 5, 4, 3, 1, 8,
3, 4, 5, 6, 7, 1, 8, 2, 1 y torre toma alfil, jaque mate. Esta es la cantidad
mínima de jugadas: treinta y dos. Los movimientos del rey negro son to-
dos obligados, y no es preciso detallarlos.
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― 244 ―
104. Ahogado
Trabajando en forma independiente, S. Loyd, E. N. Frankenstein, W.
H. Thompson y yo hemos llegado a la misma solución. La siguiente se
puede aceptar como la mejor solución posible para este curioso problema:

Blancas Negras
1. d4 e5
2. qd3 wh4
3. qg3 nb4+
4. hd2 a5
5. a4 d6
6. h3 ne6
7. ra3 f5
8. qh2 c5
9. rg3 nb3
10. c4 f4
11. f3 e4
12. d5 e3
Y las blancas quedan ahogadas.

El anterior es un diagrama de la extraña posición a la que se llega.


Como se ve, no es posible mover ninguna pieza blanca.
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― 245 ―
105. Un dilema asombroso
El señor Negro dejó su rey en “b2”, y sea cual fuere la pieza que
Blanco elija para su peón, no puede hacerle jaque mate. Como dijimos, el
rey negro no es afectado por los jaques y nunca se mueve. Blanco puede
coronar el peón con dama, capturar la torre negra y unir sus tres piezas en
el ataque, pero el mate es imposible. El rey negro no puede quedar en
cualquier otro cuadrado sin que sea posible un jaque mate.
El difunto Sam Loyd fue el primero en señalar la peculiaridad en que
se basa este acertijo.
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― 246 ―
106. Los seis peones
La fórmula general para seis peones en todos los cuadrados mayores
de 22 es ésta: seis veces el cuadrado del número de combinaciones de n
cosas tomadas de tres en tres, donde n representa el número de cuadrados
del lado del tablero. Desde luego, cuando n es par las casillas desocupadas
de las filas y columnas serán pares, y cuando n es impar el número de
casillas será impar. Aquí n es 8, así que la respuesta es 18.816 maneras.
Se trata de “El acertijo del tintorero” (Los acertijos de Canterbury, N°
26) con otra forma. Lo repito aquí para explicar un método de resolución
que el lego captará de inmediato. Ante todo, es evidente que si ponemos
un peón en cualquier línea, debemos poner un segundo en esa línea para
que el resto pueda ser un número par. No podemos poner cuatro o seis en
ninguna fila sin imposibilitar la obtención de un número par en todas las
columnas con que interferimos. Tenemos, pues, que poner dos peones en
cada una de las tres filas y en cada una de las tres columnas. Ahora bien,
hay sólo seis combinaciones que cumplen estas condiciones, y se mues-
tran en los Diagramas A a F inclusive.

Señalo al pasar que A y B son las únicas combinaciones primitivas,


pues si damos a A un cuarto de vuelta obtenemos F; y si damos a B tres
cuartos de vuelta en la dirección de las manecillas del reloj, obtendremos
sucesivamente C, D y E. No importa cómo coloquemos nuestros peones,
si hemos acatado las condiciones del acertijo quedarán incluidos dentro
de una de estas combinaciones. Se entiende que las meras expansiones no
destruyen el carácter esencial de las combinaciones. Así G es sólo una
expansión de la forma A. La solución consiste pues en hallar el número
de estas expansiones. Suponiendo que limitemos nuestras operaciones a

― 247 ―
las tres primeras filas, como en G, entonces, con los pares a y b situados
en la primera y segunda columnas, el par c se puede desplegar en cual-
quiera de las seis columnas restantes, y así brindar seis soluciones. Ahora
deslicemos el par b a la tercera columna, y habrá cinco posiciones posi-
bles para c. Deslicemos b hacia la cuarta columna, y c puede producir
cuatro soluciones nuevas. Y así sucesivamente, hasta que (todavía con a
en la primera columna) tengamos b en la séptima columna, y haya un solo
sitio para c, en la octava columna. Luego podemos poner a en la segunda
columna, b en la tercera y c en la cuarta, y comenzar a deslizar c y b como
antes para otra serie de soluciones.
Así encontramos que, al usar la forma A sola y limitar nuestras opera-
ciones a las tres filas superiores, obtenemos tantas respuestas como exis-
ten combinaciones de 8 cosas tomadas de 3 en 3. Esto es:
8×7×6
= 56.
1×2×3
El lector comprenderá que si hay 56 modos de seleccionar las colum-
nas, debe haber, para cada uno de éstos, 56 modos de seleccionar las filas,
pues podemos efectuar simultáneamente ese “deslizamiento” hacia abajo
hasta el fondo, exactamente tal como hemos trabajado de izquierda a de-
recha. El número total de maneras de aplicar A, pues, es 56 × 56 = 3.136.
Pero, como hemos visto, hay seis combinaciones, y sólo hemos abordado
una de ellas, A. Debemos multiplicar este resultado por 6, lo cual nos da
3.136 × 6 = 18.816, que es el número total de maneras, como ya hemos
dicho.
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― 248 ―
107. Jaque mate
Desplace el peón blanco de “f6” a “e4” y ponga un peón negro en “f7”.
Ahora, las blancas mueven e5+, y las negras deben mover f5. Luego, las
blancas juegan exf6 a.p.+, tomando al paso el peón de “f5”, y dando jaque
mate. Esta fue pues la última jugada de las blancas, y deja la posición
dada. Es la única solución posible.
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― 249 ―
108. Monstruosidad
Blancas Negras
1. f4 c6
2. kf2 wa5
3. ke3 ld8
4. f5 lc7
5. qe1 lb6
6. qg3 ja6
7. qb8 h5
8. hf3 th6
9. he5 tg6
10. qxc8 tg3+
11. hxg3 lb5
12. rh4 f6
13. rd4 fxe5
14. b4 exd4+
15. kf4 h4
16. qe8 h3
17. hc3+ dxc3
18. ba3 h2
19. rb 1 h1=w
20. rb2 cxb2
21. kg5 wgi
22. qh5 la4
23. b5 tc8
24. b6 tc7
25. bxc7 b1 =n
26. c8=r wc7
27. bd6 jb4
28. kg6 la3
29. ra8 lb2
30. a4 wgb6

― 250 ―
31. a5 lc1
32. axb6 ld1
33. bxc7 le1
34. kf7 jh6+
35. ke8 na2
36. f6 ng8
37. f7 lxf1
38. c8=b jd5
39. 4b8 jf6+
40. kd8 je8
41. fxe8=r jf7+
42. kc7 jd8
43. qf7+ lg1
y se llega a la posición dada.

El orden de las jugadas no importa, y puede variar muchísimo. Pero


aunque se han realizado muchos intentos, nadie ha logrado reducir mi
cantidad de jugadas.
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― 251 ―
ACERTIJOS DE MEDIDA, PESO Y EMPAQUETADO

109. El acertijo del tonel


Sólo se necesita inclinar el tonel como en la Fig. 1, y si el borde de la
superficie del agua toca el borde a al mismo tiempo que toca el borde del
fondo b, estará por la mitad.

Si cuando la superficie del agua alcanzara el borde a, se hubiera ele-


vado al punto c en la Fig. 2, entonces estaría más que medio lleno. Si,
como en la Fig. 3, una parte del fondo estuviera visible y el nivel del agua
bajara al punto d, entonces estaría menos que medio lleno. Este método
se aplica a todos los recipientes construidos simétricamente.
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― 252 ―
110. Acertijo con líquidos
La siguiente solución en once manipulaciones muestra el contenido de
cada recipiente al principio y después de cada manipulación:

10 cuartos 10 cuartos 5 cuartos 4 cuartos


10 10 0 0
5 10 5 0
5 10 1 4
9 10 1 0
9 6 1 4
9 7 0 4
9 7 4 0
9 3 4 4
9 3 5 3
9 8 0 3
4 8 5 3
4 10 3 3
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― 253 ―
111. Mezclando té
Hay tres maneras de mezclar las clases de té. Por orden de calidad
―30 peniques, 27 peniques, 21 peniques― mézclese en estas proporcio-
nes: 16 libras, 1 libra, 3 libras; o bien 14 libras, 4 libras, 2 libras; o bien
12 libras, 7 libras, 1 libra. En cada caso la mezcla de veinte libras debe
valer 28½ peniques por libra; pero el último caso requiere la menor can-
tidad del mejor té, de modo que es la respuesta correcta.
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― 254 ―
112. Un acertijo de empaquetado
En el lado de la caja de 14 por 22 ⅘ podemos disponer 13 filas que
contengan alternativamente 7 y 6 pelotas: 85 en total. Encima podemos
poner otra capa que consista de 12 filas de 7 y 6 alternativamente: 78 en
total. A lo largo de 24 9/10 pulgadas se pueden poner 15 de estas capas,
que contendrían alternativamente 85 y 78 pelotas. Así 8 veces 85 sumado
a 7 veces 78 nos da 1.226, el contenido total de la caja.
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― 255 ―
PROBLEMAS DE CRUCE DEL RÍO

113. Cruzando el río Axe


He aquí la solución:

{ J )5 G T 8 3
5 ( J } G T 8 3
5 3 { G 3 ) J T 8
5 3 ( G } J T 8
5 { J T ) G 8
J 5 ( T 3 } G 8
J 5 { G 8 ) T 3
G 8 ( J 5 } T 3
G 8 { J T ) 5 3
J 8 ( G } 5 3
J T 8 { G 3 ) 5
G T 8 3 ( J } 5
G T 8 3 { J 5 )

G, J y T representan a Giles, Jasper y Timothy; 8, 5 y 3 representan


800, 500 y 300 libras respectivamente. Las dos columnas laterales repre-
sentan la margen izquierda y la margen derecha, y la columna del medio
el río. Se necesitan trece cruces, y cada línea muestra la posición cuando
el bote está en medio de la corriente durante un cruce, y la llave indica la
dirección.
Se verá que no sólo ninguna persona queda a solas en tierra o en el
bote con una suma superior a su parte del botín, sino que nunca dos per-
sonas quedan a solas con una suma superior a la suma de sus botines,
aunque este punto no se enfatizaba en las condiciones.
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― 256 ―
114. Fuga por partida cuádruple
Si hubiera habido sólo tres parejas, la isla no habría sido necesaria,
pero con cuatro o más parejas es imprescindible para cruzar según las
condiciones estipuladas. Se puede hacer en diecisiete cruces de una mar-
gen a otra (aunque ciertos matemáticos franceses han declarado en sus
libros que en tales circunstancias se necesitan veinticuatro) y no se puede
hacer en menos. Presentaré un modo (ver diagrama en la página si-
guiente). A, B, C y D son los jóvenes pretendientes, y a, b, c y d son las
muchachas con quienes están respectivamente comprometidos. Las tres
columnas muestran las posiciones de los diversos individuos en el parque,
la isla y la margen opuesta antes de comenzar y después de cada cruce,
mientras que el asterisco indica la posición del bote en cada ocasión.

Parque Isla Margen opuesta


AB CDa b c d *
AB CD c d a b *
AB CD b c d * a
AB CD d b c * a
AB CD c d *
b a
CD c d b AB a *
B CD c d
* b A a
B CD b c d * A a
B CD d * b c A a
D d b c AB C a *
D d a b c * AB C
D d b AB C a c *
B D d * b A C a c
d b AB C Da c *
d b c * AB C Da
d AB C Da b c *
c d * AB C Da b
AB C Da b c d *

― 257 ―
Tras haber descubierto la menor cantidad posible de cruces, debería-
mos tener en cuenta otros dos detalles al decidimos por el “método más
rápido”: ¿qué personas eran las más expertas para empuñar los remos, y
qué método supone la menor cantidad posible de demoras para abordar y
abandonar el bote? No tenemos datos que nos permitan decidir el primer
punto, aunque es probable que las muchachas fueran remeras expertas,
pues el bote pertenecía a su propiedad. Sin embargo, el otro punto es im-
portante, y en la solución que he dado (donde las muchachas realizan ocho
treceavos de la tarea de remar y A y D no reman en absoluto) hay sólo
dieciséis abordajes y dieciséis descensos. Jamás hay un hombre y una
muchacha juntos en un bote, y ningún hombre desciende nunca en la isla.
Hay otros métodos que requieren más intercambios de lugares.
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― 258 ―
PROBLEMAS CON JUEGOS

115. El marco de fichas de dominó

La ilustración es una solución. Se verá que los cuatro lados del marco
suman 44. La suma de los puntos de todas las fichas es 168, y si deseamos
lograr que los lados sumen 44, debemos cuidamos de que las cuatro es-
quinas sumen 8, porque estas esquinas se cuentan dos veces, y 168 su-
mado a 8 equivale a 4 veces 44, lo cual es necesario. Hay muchas solu-
ciones diferentes. Aun en el ejemplo dado es posible realizar algunos in-
tercambios para producir diversas combinaciones. Por ejemplo, en el lado
izquierdo la serie de fichas de 2—2 a 3—2 se puede invertir, o de 2—6 a
3—2, o de 3—0 a 5—3. En el lado derecho podemos invertir de 4—3 a
1—4. Estos cambios no afectan la corrección de la solución.
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― 259 ―
116. El acertijo de los naipes en T
Si quitamos el as, los naipes restantes se pueden dividir en dos grupos
(cada cual dando la misma suma) de cuatro maneras; si eliminamos el 3,
hay tres maneras; si eliminamos el 5, hay cuatro maneras; si eliminamos
el 7, hay tres maneras; si eliminamos el 9, hay cuatro maneras de consti-
tuir dos grupos iguales. Así, hay dieciocho maneras de agruparlos, y si
tomamos cualquiera de ellas y mantenemos la carta impar (la “elimi-
nada”) en la cabeza de la columna, el orden de un conjunto de números
se puede variar de veinticuatro maneras en la columna y de otras veinti-
cuatro maneras en la horizontal, es decir, en conjunto se pueden variar en
24 × 24 = 576 maneras. Y como hay dieciocho casos, multiplicamos este
número por 18 y obtenemos 10.368, el número correcto de maneras de
colocar los naipes. Como este número incluye las reflexiones, debemos
dividir por 2, pero también debemos recordar que cada fila horizontal
puede cambiar lugares con una fila vertical, con lo cual es preciso multi-
plicar por 2; así que una operación cancela la otra.
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― 260 ―
117. El acertijo de la carrera de caballos
La respuesta es: debo invertir 12 libras en Acido, 15 en Bellota, 20 en
Cápsula.
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― 261 ―
JUEGOS CON ACERTIJOS

118. El juego de los guijarros


En el caso de quince guijarros, el primer jugador gana si primero coge
dos. Luego, cuando tiene un número impar y deja 1, 8 o 9 gana, y cuando
tiene un número par y deja 4, 5, o 12, también gana. Siempre puede hacer
una u otra de estas cosas hasta el final del juego, y así derrotar al oponente.
En el caso de trece guijarros el primer jugador debe perder si su oponente
juega correctamente. Los únicos números con que el primer jugador de-
bería perder son 5 y múltiplos de 8 sumados a 5, tales como 13, 21, 29,
etc.
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― 262 ―
119. Juego de las cuatro esquinas
Sin importar si juega primero o segundo, el jugador A, que comienza
la partida en 55, debe ganar. Suponiendo que B adopte la mejor estrategia
de juego para prolongar su existencia el mayor tiempo posible, A, si tiene
la primera jugada, siempre puede capturar a B en la jugada NQ 12; y si
tiene la segunda jugada, siempre puede capturarlo en la jugada Ne 14. Lo
que debe hacer es ponerse siempre diagonalmente en línea con su opo-
nente, y al ir a 33, si tiene la primera jugada, impide que B se ponga dia-
gonalmente en línea con él. He aquí dos buenas partidas. El número que
va delante del guión es siempre la jugada de A; el que va después del
guión es la jugada de B: 33-8, 32-15, 31-22, 30-21, 29-14, 22-7, 15-6, 14-
2, 7-3, 6-4, 11- , y A captura en su próxima jugada (12a); -13, 54-20, 53-
27, 52-34, 51-41, 50-34, 42-27, 35-20, 28-13, 21-6, 14-2, 7-3, 6-4, 11-, y
A captura en su próxima jugada (14a).
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― 263 ―
120. El misterio de las cerillas
Si formamos los tres montones (y así somos los segundos en tomar),
cualquiera de los trece agrupamientos siguientes nos dará la victoria si
jugamos correctamente: 15-14-1; 15-13-2; 15-12-3; 15-11-4; 15-10-5;
15-9-6; 15-8-7; 14-13-3; 14-11-5; 14-9-7; 13-11-6; 13-10-7; 12-11-7.
La bonita solución general de este problema es la siguiente. Exprese
el número de cada montón en potencias de 2, evitando repeticiones y re-
cordando que 20 = 1. Luego, si dejamos las cerillas al oponente de modo
que quede un número par de cada potencia, podemos ganar. Y si al prin-
cipio dejamos las potencias pares, podemos continuar haciéndolo durante
la partida. Como ejemplo, tomemos el último grupo que mencionamos,
12-11-7. Expresado en potencias de dos tenemos:

12 = 8 4 – –
11 = 8 – 2 1
7 = – 4 2 1
2 2 2 2

Como así hay dos de cada potencia, debemos ganar. Digamos que
nuestro oponente coge 7 de la pila de 12. Entonces deja:

5 = – 4 – 1
11 = 8 – 2 1
7 = – 4 2 1
1 2 2 3

Aquí las potencias no son de número par, pero al sacar 9 de la pila de


11 inmediatamente restauramos la posición ganadora:

5 = – 4 – 1
2 = – – 2 –
7 = – 4 2 1
– 2 2 2

― 264 ―
Y así hasta el final. Esta solución es muy general, y se aplica a cual-
quier número de cerillas y cualquier número de montones. Un lector me
ha escrito informándome que el primero en proponer este acertijo fue W.
M. F. Mellor, pero no he podido corroborar cuándo ni dónde se publicó.
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― 265 ―
121. El acertijo de los cigarros
Ni un solo miembro del club desentrañó este acertijo, y sin embargo
demostraré que es tan sencillo que aun un niño puede comprender la so-
lución, una vez que se le explica. La gran mayoría de mis amigos mani-
festaron un total desconcierto. Muchos consideraban que “el resultado
teórico, en todo caso, está determinado por la relación entre la mesa y los
cigarros”; otros, considerándolo un problema en teoría de probabilidades,
llegaron a la conclusión de que las oportunidades favorecen ligeramente
al primero o segundo jugador, según el caso. Un hombre cogió una mesa
y un cigarro de dimensiones particulares, dividió la mesa en secciones
iguales, y procedió a hacer que los dos jugadores llenaran estas secciones
de modo que ganara el segundo jugador. ¿Pero por qué el primer jugador
debería ser tan complaciente? En cualquier etapa sólo tiene que poner un
cigarro oblicuamente en cualquiera de estas secciones para desbaratar los
cálculos del segundo jugador. Tenemos que suponer que cada jugador se
esfuerza por ganar, y no que facilita las cosas al oponente.
Las teorías de otros amigos serían muy sensatas si la forma del cigarro
fuera la de un torpedo, totalmente simétrica y con ambos extremos pun-
tiagudos.
Demostraré que el primer jugador debe ganar infaliblemente si siem-
pre juega del mejor modo posible. Examinemos con cuidado el siguiente
diagrama, el N° 1, y todo quedará claro.

El primer jugador debe poner su primer cigarro de punta en el centro


exacto de la mesa, como lo indica el circulito. Ahora bien, haga lo que

― 266 ―
hiciere el segundo jugador en toda la partida, el primer jugador debe re-
petir lo mismo en posición diametralmente opuesta. Así, si el segundo
jugador pone un cigarro en A, yo pongo uno en AA; si él pone uno en B,
yo pongo uno en BB; él pone uno en C, yo pongo uno en CC; él pone uno
en D, yo pongo uno en DD; él pone uno en E, yo pongo uno en EE; y así
sucesivamente hasta que no se puedan poner más cigarros sin que se to-
quen. Como presuntamente los cigarros son similares en todo sentido, es
claro que por cada jugada que escoja el segundo jugador, es posible repe-
tirla en una línea trazada a través del centro de la mesa. El segundo juga-
dor siempre puede reproducir la maniobra del primero, dondequiera éste
ponga un cigarro, y sin importar si decide apoyarlo de punta o de lado.
Como los cigarros son similares en todo sentido, uno obviamente hará
equilibrio sobre el borde de la mesa en precisamente el mismo punto que
otro. Desde luego, como se supone que cada jugador juega del mejor
modo posible, esto es una cuestión teórica. No es objeción válida decir
que en la práctica uno no actuaría con exactitud suficiente como para estar
seguro de vencer. Si siendo el primer jugador no logró ganar, será conse-
cuencia de que no ha jugado del mejor modo posible.
El segundo diagrama sirve para mostrar por qué el primer cigarro debe
estar puesto de punta. (Y aquí diré que pude apoyar de punta el primer
cigarro que escogí de una caja, y es válido suponer que todos los demás
cigarros harían lo mismo.) Si el primer cigarro estuviera apoyado de lado,
como en F, el segundo jugador podría poner un cigarro en G, por ejemplo:
lo más cerca posible, pero sin tocar F. Ahora, en esta posición yo no puedo
repetir la jugada del lado opuesto, porque los dos extremos del cigarro no
son iguales. Se verá que GG, cuando se sitúa en el lado opuesto en la
misma relación con el centro, está en intersección con F, o superpuesto,
y no se permite que los cigarros se toquen. Por tanto hay que poner el
cigarro más lejos del centro, lo cual no nos dejará espacio suficiente entre
el centro y la esquina inferior izquierda para repetir todo lo que el otro
jugador haga entre G y la esquina superior derecha. En tal caso el resul-
tado no sería una victoria segura para el primer jugador.
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― 267 ―
PROBLEMAS VARIOS

122. Una aldea maravillosa


Cuando el Sol está en el horizonte de cualquier lugar, trátese del Japón
o cualquier otra parte, está más alejado de ese lugar ―por una longitud
de la mitad del diámetro de la Tierra― que cuando esté en su meridiano
al mediodía. Como el radio de la Tierra es aproximadamente 6.400 kiló-
metros, el Sol debe estar más de 4.800 kilómetros más cerca al mediodía
que al amanecer, pues no hay ningún valle que tenga siquiera la centésima
parte de 1.600 km de profundidad.
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― 268 ―
123. Los anillos de hierro
Daré mi elaboración completa de la solución, para que los lectores
vean cuán fácil es cuando uno sabe cómo proceder. Y primero de todo,
como hay un número par de anillos, diré que todos se pueden sacar en un
tercio de (2n+1 – 2) movimientos; y como n en nuestro caso es 14, todos
los anillos se pueden sacar en 10.922 movimientos. Luego calculo 10.922
– 9.999 = 923, y procedo a hallar la posición donde sólo quedan por rea-
lizar 923 de los 10.922 movimientos. He aquí el curioso método para ha-
cerlo. Se basa en el método de escala binaria utilizado por Monsieur L.
Gros, según explica W. W. Rouse Ball en sus Recreaciones matemáticas.
Divido 923 por 2 y obtengo 461 y un resto de 1; divido 461 por 2 y
obtengo 230 y un resto de 1; divido 230 por 2, y obtengo 115 y un resto
de cero. Continúo dividiendo por 2 de esta manera mientras sea posible,
y descubro que todos los restos son 1, 1, 1, 0, 0, 1, 1, 0, 1, 1, con el último
resto a la izquierda y el primer resto a la derecha. Como hay catorce ani-
llos y sólo diez cifras, ponemos la diferencia, expresada en la forma de
cuatro ceros, entre paréntesis a la izquierda, y ponemos entre paréntesis
todas las cifras que repitan una cifra de la izquierda. Entonces obtenemos
la siguiente formulación: (0 0 0 0) 1 (1 1) 0 (0) 1 (1) 0 1 (1). Esta es la
respuesta correcta del acertijo, pues si ahora ponemos anillos debajo de
la línea para representar las cifras entre paréntesis y los anillos por encima
de la línea para las demás cifras, obtenemos la solución requerida:

Esta es la posición exacta de los anillos después de efectuar el movi-


miento 9.999, y el lector hallará que el método puede resolver cualquier
problema similar, al margen de la cantidad de anillos que haya. Pero al
realizar el proceso inverso, donde se nos requiere que establezcamos la
cantidad de movimientos necesarios para llegar a una posición dada de
los anillos, la regla exige una pequeña modificación, pues no se sigue
necesariamente que la posición es una que se haya alcanzado mientras se
quitaban todos los anillos de los hierros, como pronto verá el lector.

― 269 ―
Cuando el número total de anillos es impar, la cantidad de movimientos
requeridos para sacarlos todos es un tercio de (2n+1 – l).
Con n anillos (donde n es impar) hay 2n posiciones, contando todas
aquellas donde los anillos están dentro o fuera. En ⅓(2n+1 + 2) posiciones
están todos fuera. El número de posiciones no usadas es ⅓(2n – 2).
Con n anillos (donde n es par) hay 2n posiciones, contando dentro y
fuera. En ⅓(2n+1 + l) posiciones todos están fuera. La cantidad de posicio-
nes no usadas es ⅓(2n – 1).
Será conveniente tabular algunos casos.

Número Total de Posiciones Posiciones


de anillos posiciones utilizadas no utilizadas
1 2 2 0
3 8 6 2
5 32 22 10
7 128 86 42
9 512 342 170

2 4 3 1
4 16 11 5
6 64 43 21
8 256 171 85
10 1024 683 341

Nótese primero que la cantidad de posiciones utilizadas es una más


que la cantidad de movimientos requeridos para sacar todos los anillos,
porque estamos incluyendo “todos dentro”, que es una posición pero no
un movimiento. Nótese luego que el número de posiciones no utilizadas
es igual al número de movimientos utilizados para sacar un conjunto que
tiene un anillo de menos. Por ejemplo, se requieren 85 movimientos para
sacar 7 anillos, y las 42 posiciones no utilizadas son exactamente la can-
tidad de movimientos requeridos para sacar un conjunto de 6 anillos. Lo
cierto es que si hay 7 anillos y sacamos los primeros 6, y luego deseamos
sacar el séptimo anillo, no hay más remedio que invertir los 42 movimien-
tos que nunca debimos efectuar. En otras palabras, debemos poner de
vuelta los 7 anillos y comenzar de nuevo. Primero hay que sacar 5 anillos,

― 270 ―
para lo cual primero hay que sacar 3 anillos, para lo cual hay que sacar
ese primer anillo. Para sacar 6, primero sacamos 2 y luego 4 anillos.
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― 271 ―
124. Un duro ascenso
Numere los escalones en orden regular hacia arriba, 1 a 8. Luego pro-
ceda de este modo: 1, (regreso al piso), 1, 2, 3, (2), 3, 4, 5, (4), 5, 6, 7, (6),
7, 8, rellano, (8), rellano. Los escalones entre paréntesis se recorren en
dirección contraria. Se verá pues que al regresar al piso después del pri-
mer paso, y siempre avanzando tres escalones por cada escalón que retro-
cedemos, realizamos la tarea requerida en diecinueve pasos.
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― 272 ―
125. El acertijo del sábado
El modo en que el autor de este viejo acertijo proponía resolver la di-
ficultad era el siguiente: Desde la morada del judío, el cristiano y el turco
emprendían un viaje alrededor del globo, el cristiano yendo hacia el este
y el turco hacia el oeste. Los lectores del cuento “Tres domingos en una
semana” de Edgar Allan Poe y de la novela La vuelta al mundo en ochenta
días de Jules Verne sabrán que de ese modo el cristiano gana un día y el
turco pierde un día, de modo que cuando se encuentren de nuevo en la
casa del judío sus cálculos coincidirán con los de éste, y los tres podrán
celebrar el sábado el mismo día. Esta respuesta depende de la noción po-
pular para la definición de un día: la duración media entre sucesivos ama-
neceres. Es un viejo equívoco, y bastante aceptable para un acertijo. En
rigor, los dos viajeros deberían modificar sus cálculos al atravesar el me-
ridiano 180, de lo contrario tendremos que admitir que en el Polo Norte o
Sur habría un sólo sábado en siete años.
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126. Poniendo monedas
Se pueden poner trece monedas, como muestra la ilustración.

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INDICE

Henry E. Dudeney
Nota
Prefacio
Problemas aritméticos y algebraicos
Acertijos con dinero
Acertijos de edad y parentesco
Acertijos con relojes
Acertijos de locomoción y velocidad
Acertijos digitales
Problemas aritméticos y algebraicos varios

Problemas geométricos
Acertijos con retazos
Acertijos geométricos varios

Problemas con fichas móviles


Problemas de recorrido
Problemas de combinación y agrupamiento
Problemas ajedrecísticos
Acertijos ajedrecísticos estáticos
Disposiciones sin ataque
Acertijos ajedrecísticos dinámicos
Acertijos ajedrecísticos varios

Acertijos de medida, peso y empaquetado


Problemas de cruce del río
Problemas con juegos
Juegos con acertijos
Problemas varios
TÍTULOS PUBLICADOS

1. El Idioma de los Espías. Martin Gardner.


2. El Laberinto y Otros Juegos Matemáticos. Edouard Lucas.
3. Ejercicios de Pensamiento Lateral. Paul Sloane.
4. Puerta a la Cuarta Dimensión y Otros Cuentos de Mente. Varios auto-
res.
5. Los Acertijos de Sam Loyd. Sam Loyd.
6. Magia Inteligente. Martin Gardner.
7. Ganar al Backgammon. Millard Hopper.
8. El Acertijo del Mandarín y Otras Diversiones Matemáticas. Henry E.
Dudeney.
9. Anarquía y Otros Juegos de Cartas. David Parlett.
10. El Anticipador y Otros Cuentos de Mente. Varios autores.
11. Nuevos Ejercicios de Pensamiento Lateral. Paul Sloane & Des Ma-
cHale.
12. El Concurso de Belleza y Otros Desafíos Matemáticos. Angela Dunn.
13. El Detective es Usted. Lassiter Wren y Randle McKay.
14. Matemática para Divertirse. Martin Gardner.
15. Las Esferas Doradas y Otras Recreaciones Matemáticas (primer
tomo). Joseph S. Madachy.
16. Las Esferas Doradas y Otras Recreaciones Matemáticas (segundo
tomo). Joseph S. Madachy.
17. Acertijos Divertidos y Sorprendentes. Martin Gardner.
18. Círculos Viciosos y Paradojas. P. Hughes & G. Brecht.
19. Los Gatos del Hechicero y Nuevas Diversiones Matemáticas. Henry
E. Dudeney.

EN PREPARACION

20. Súper Ejercicios de Pensamiento Lateral. Paul Sloane & Des


MacHale.

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