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Henry E. Dudeney

Los Gatos
del Hechicero
y nuevas diversiones matemáticas

JUEGOS & CO./ ZUGARTO EDICIONES


Edición a cargo de Diego Oribe
Traducción: Carlos Gardini
©1995 , by Juegos & Co. S .R.L.
Corrientes 1 312, piso 8° (1043) Buenos Aires, Argentina
© 1 995, by Zugarto Ediciones S .A.
Pablo Aranda 3 , 28006 Madrid, España
Tfno: 411 42 64 - Fax: 5 62 26 77
I.S . B .N. : 84-605-2 1 08-7
Depósito Legal: M-955-1955
Impreso en España - Printed in Spain
HENRY E RN EST D U D E N EY

Henry Emest Dudeney nació en la villa de Mayfield, al sur de


Inglaterra, el 1 O de abril de 1 857. Junto al norteamericano Sam Loyd
( 1 84 1- 1 911) son los más notables inventores de problemas de ingenio
de todos los tiempos. Ambos desarrollaron su obra publicando en
diversas revistas a lo largo de muchos años. En una evaluación de estos
dos genios del ingenio, Martín Gardner escribió: "Loyd fue un
chispeante y prolífico creador de acertijos, pero cuando se trata de
problemas de naturaleza matemática, Dudene y lo supera claramente".
Durante veinte años Dudeney escribió e ilustró una página de entre­
tenimientos -' Perplexities '- para la popular revista mensual inglesa
The Strand Magazine, la misma que por entonces publicaba las
aventuras de Sherlock Holmes.
A la vez que inventa una cantidad descomunal de nuevos
problemas, Dudeney se destaca en la resolución de persistentes
enigmas. Algunas cuestiones que venían resistiendo los métodos de
expertos matemáticos son finalmente dilucidadas por él. La habilidad
matemática la adquirió Dudeney por su propia cuenta, acaso por no
haber asistido j amás a una escuela.
Los Gatos del Hechicero es una selección tomada del libro
Amusements in Mathematics, quizás su obra de más largo aliento (una
primera parte fue publicada con el número 8 en esta misma colección,
con el titulo de El Acertijo del Mandarín, y el resto será publicado
próximamente) . Fue el propio Dudeney quien recopiló el material de
Amusements in Mathematics en forma de libro, dedicándose de tal
modo a la tarea que llegó inclusive a corregir las pruebas de imprenta.
El resultado fue una obra notablemente libre de errores. Hoy, a más
de ochenta años de su aparición, sólo se han podido mejorar sus
resultados en muy contados casos.
Dudeney murió el 24 de abril de 1930. Estuvo casado con una
prolífica autora de novelas románticas, Alice Dudeney, muy conocida
en su época, con la que tuvo una hija.

7
NOTA

Henry Ernest Dudeney vivió gran parte de su vida bajo el


reinado de Victoria, y el clima de la Inglaterra victoriana impregna
todos sus acertijos. Hemos intentado conservarlo, no sólo en las
ilustraciones (muchas de ellas obra del propio Dudeney ), sino también
en los detalles de la vida diaria. Así, el lector se encontrará con que los
precios están en peniques, las longitudes en pulgadas o las superficies
en acres. Esto de ninguna manera afecta ni la comprensión ni la
solución del problema: si se prefiere, se puede reemplazar mentalmente
libras por pesos o pesetas, galones por litros o yardas por metros. El
resultado numérico será siempre el mismo; únicamente habrán
cambiado los nombres de las unidades. Sólo en un par de casos,
cuando el acertijo apelaba a la intuición o al sentido de las proporciones
del lector, se ha realizado la transformación a unidades métricas.
Como se dijo en la página anterior, el presente libro forma parte
de la obra Amusements in Mathematics, del que ya se publicó una
primera parte. Para hacer el libro lo más autosuficiente posible, se
decidió incluir el prefacio y el encabezamiento de algunas secciones,
donde Dudeney hace una introducción a los acertijos que siguen a
continuación. Esta escasa media docena de páginas ya aparecieron en
El Acertijo del Mandarín; rogamos a los lectores que lo hayan leído
que disculpen la repetición.
D.U.

8
PREFAC IO

A l publicar este volumen d e mis acertijos matemáticos, algunos


ya aparecidos en publicaciones periódicas y otros editados aquí por
vez primera, debo agradecer el aliento que me han brindado muchos
desconocidos de mi patria y del extranjero, quienes han manifestado
en sus cartas el deseo de tener una compilación de estos problemas,
con algunas soluciones explicadas con mayor detalle del que permi­
ten las revistas y los periódicos. Aunque incluyo algunos acertijos que
han cautivado al mundo durante generaciones, y sobre los cuales creí
poder aportar algo nuevo, la mayoría de ellos son originales. Lo cierto
es que algunos han gozado de gran difusión gracias a la prensa, y es
posible que el lector se alegre de conocer la fuente.
En cuanto a los acertijos matemáticos en general, poco me que­
da por decir que ya no haya escrito en otras partes. La historia del tema
se relaciona estrechamente con la historia del comienzo y el desarrollo
del pensamiento exacto en el hombre. El historiador debería comen­
zar por la primera ocasión en que el hom�re logró contar sus diez
dedos y dividir una manzana en dos partes aproximadamente iguales.
Cada acertijo digno de consideración se puede remitir a la matemá­
tica y la lógica. Todo hombre, mujer y niño que procura "razonar" la
respuesta al acertijo más simple está recurriendo -aunque no necesa­
riamente a sabiendas- a la matemática. Aun los acertijos que sólo pue­
den abordarse mediante intentos fortuitos se pueden incluir en el
método que han denominado "ensayo glorificado", un sistema para
ahorrar esfuerzos mediante la elusión o la eliminación de aquello que
nuestra razón nos indica como infructuoso. A veces no es fácil ase­
verar dónde comienza y dónde termina lo "empírico".
Cuando un hombre dice "jamás en mi vida he resuelto un acer­
tijo", cuesta saber a qué se refiere, pues cada individuo inteligente
resuelve acertijos todos los días. Los infortunados internos de nues­
tros manicomios están allí precisamente porque no pueden resolver
acertijos, porque han perdido la facultad de razonar. Si no hubiera
acertijos que resolver, no habría preguntas que formular; y si no hu­
biera preguntas que formular, vaya mundo que tendríamos. Todos se­
ríamos igualmente omniscientes, y la plática sería inútil y ociosa.
Algunos matemáticos excesivamente rigurosos -que en su cien­
cia favorita se impacientan con toda terminología que no sea la aca­
démica, y que se oponen a que las elusivas x e y aparezcan con cual­
quier otro nombre- desearían quizá que algunos problemas se presen-
9
taran con un ropaje menos popular y se introdujeran con menos des­
enfado. Sólo puedo remitirlos a la primera palabra de mi título y re­
cordarles que aquí nos proponemos ante todo divertimos, aunque no,
por cierto, sin la esperanza de recoger algunos conocimientos sobre
la marcha. Si el estilo es ligero, sólo puedo repetir aquellas palabras
de Touchstone: "un asunto aciago, pero mío; un capricho mío por el
que pido excusas".
En cuanto a las dificultades, algunos de los acertijos, especial­
mente en la sección Problemas aritméticos y algebraicos, son bas­
tante fáciles. Pero aun los ejemplos que lucen más sencillos se deben
abordar juiciosamente, pues una y otra vez el lector descubrirá esco­
llos o trampas más o menos sutiles. Es buen ejercicio cultivar el há­
bito de ser muy cautos al leer un acertijo. Nos enseña precisión y
cautela. Pero algunos problemas son huesos duros de roer, y no son
indignos de la atención del matemático avezado. Los lectores sin duda
seleccionarán de acuerdo con sus predilecciones.
En muchos casos sólo brindamos la respuesta. Esto deja al prin­
cipiante algo que hacer por su cuenta al elaborar el método de solu­
ción, y ahorra espacio que se desperdiciaría desde la perspectiva del
estudiante avanzado. Por otra parte, en ciertos casos que considero de
particular interés, presento soluciones extensas y trato los problemas
de manera general. El lector comprobará que las notas sobre un pro­
blema a menudo sirven para elucidar muchos otros del libro, de ma­
nera que las dificultades se despejarán a medida que avance. Donde
es posible decir algo de manera que lo entienda "el común de las gen­
tes", prefiero usar frases sencillas, y así ganarme la atención y el in­
terés de un público más amplio. En tales casos, el matemático no ten­
drá dificultad para expresar el asunto de marras con sus familiares
símbolos.
He leído las pruebas con muchísimo cuidado, confiando en que
se hayan deslizado muy pocos errores. Si tal fuera el caso, sólo pue­
do alegar, en palabras de Horacio, que "el buen Homero a veces se
adormila", o, como dijo el obispo, "Ni siquiera el cura más joven de
mi diócesis es infalible".
Debo expresar mi particular agradecimiento a los propietarios de
The Strand Magazine, Cassell' s Magazine, The Queen, Tid-Bits y The
Weekly Dispatch por la cortesía de permitirme reeditar algunos de los
acertijos que se han publicado en las páginas de esas revistas.

E n e l Club del Autor,


25 de marzo de 1917
10
PROBLEMAS ARITMÉT ICOS
Y ALG EBRAICOS
"¿Y qué era él?
Por cierto , un gran aritmético. "
SHAKESPEARE, Otelo, /, i.

Para comodidad del lector, dividimos en clases los acertijos de


esta sección. Algunos son muy fáciles, otros sumamente dificultosos.
Pero no están presentados en orden de dificultad. Esto es intencional,
pues es conveniente que el lector ignore las características del acer­
tijo. Por tanto, puede resultar tan fácil como parece, o puede conte­
ner algún contratiempo con el cual podemos tropezar por falta de
cuidado o por exceso de confianza.
Además, los acertijos aritméticos y algebraicos no están separa­
dos según la modalidad adoptada por algunos autores, quienes arbi­
trariamente requieren que ciertos problemas se resuelvan mediante
uno u otro método. El lector escoge y determina cuáles acertijos po­
drá resolver con recursos puramente matemáticos.

11
AC ERTIJOS CON D I N E RO

"No deposites confianza en tu dinero,


mas deposita tu dinero a buen recaudo . "
OuvER WENDEU HoLMES.

l . Extraña coincidencia
Siete hombres, que se llamaban Adams, Baker, Carter, Dobson,
Edwards, Francis y Gudgeon, se habían embarcado recientemente en
una partida de un juego cuyo nombre no tiene relevancia. Habían
convenido en que cada vez que un jugador perdiera una partida du­
plicaría el dinero de cada uno de los demás jugadores, es decir, de­
bía dar a los jugadores tanto dinero como ellos ya tenían en el bolsi­
llo. Jugaron siete partidas y, por extraño que resulte, cada cual per­
dió una partida, en el orden en que se presentan sus nombres. Pero
la coincidencia más curiosa es la siguiente : cuando terminaron de
jugar cada uno de los siete tenía exactamente la misma cantidad -cien­
to veintiocho peniques- en el bolsillo. El acertijo consiste en averi­
guar cuánto dinero tenía consigo cada cual antes de sentarse a jugar.

2. Una solicitud caritativa


Un hombre encomendó a sus albaceas que una vez por año dis­
tribuyeran exactamente 660 peniques entre los pobres de su parroquia,
pero sólo debían continuar con la donación mientras pudieran hacer­
lo de modos diversos, siempre entregando 1 8 peniques a cada inte­
grante de un determinado conjunto de mujeres y 30 peniques a cada
integrante de un determinado conjunto de hombres. ¿Durante cuán­
tos años se pudo realizar esta obra de caridad? Desde luego, por "mo­
dos diversos" se entiende una cantidad diferente de hombres y mu­
jeres en cada oportunidad.

J. Las cenas de Noche Vieja


El propietario de un pequeño café londinense me ha dado unas
cifras interesantes. Declara que las damas que acuden solas a ese si­
tio a consumir un refrigerio pagan un promedio de dieciocho peni­
ques, que los hombres sin compañía gastan treinta peniques, y que
cuando un caballero acude con una dama gasta 1 26 peniques. En
Noche Vieja dio de cenar a veinticinco personas, y recibió un total de
1 .200 peniques. Ahora bien, suponiendo que sus estimaciones hayan
sido atinadas en cada caso, ¿cómo estaba compuesta su clientela en
12
esa ocasión? Desde luego, hemos de suponer que sólo había presen­
tes caballeros solos, damas solas y parejas (una dama y un caballe­
ro), pues no tenemos en cuenta los grupos más numerosos.

4. Carne y salchichas
-Una vecina mía -dijo la tía Jane- compró cierta cantidad de car­
ne a 24 peniques la libra, y la misma cantidad de salchichas a 1 8 pe­
niques la libra. Le señalé que si hubiera dividido equitativamente el
mismo dinero entre la carne y las salchichas habría ganado dos libras
en el peso total. ¿Puedes decirme exactamente cuánto gastó?
-Por cierto, no es cosa mía -respondió la señora Sunnibome-,
pero una mujer que paga semejantes precios no debe tener mucha
experiencia en economía doméstica.
-Estoy de acuerdo contigo, querida -replicó la tía Jane-, pero
aquí no nos interesa ese problema, como tampoco el nombre ni la
moral del comerciante.

S. Dando cambio
Todos conocemos las dificultades que a menudo se presentan con
el cambio, y sabemos que a veces la asistencia de un tercero con al­
gunas monedas en el bolsillo nos ayuda a resolver el problema. He
aquí un ejemplo. Un inglés entró en una tienda de Nueva York y com­
pró mercancías a un coste de treinta y cuatro céntimos de dólar. El
único dinero que tenía era un dólar, úna moneda de tres céntimos y
una de dos céntimos. El comerciante tenía sólo medio dólar y un cuar­
to de dólar. Pero había otro cliente allí, y cuando le pidieron ayuda
extrajo dos monedas de diez céntimos, una de cinco, una de dos y una
de uno. ¿Cómo se las apañó el comerciante para dar cambio? Recor­
demos que un dólar contiene cien céntimos. Un acertijo de esta na­
turaleza no debería causar ninguna dificultad si se aborda de la ma­
nera adecuada.

6. El tendero y los asistentes


Un tendero tenía dos asistentes que rivalizaban en rapidez para
atender a los clientes. El joven de la tienda de comestibles podía pe­
sar dos paquetes de azúcar de una libra por minuto, mientras que el
joven de la tienda de paños podía cortar tres medidas de una yarda de
tela en el mismo tiempo. El patrón, un día de poco movimiento, or­
ganizó una carrera. Dio al joven de los comestibles un barril de azú­
car y le pidió que pesara cuarenta y ocho paquetes de azúcar de una
libra, mientras el joven de las telas cortaba un rollo de cuarenta y ocho
13
yardas de tela en piezas de una yarda. Hubo un lapso de nueve mi­
nutos en que los dos jóvenes fueron interrumpidos por los clientes al
mismo tiempo, sólo que la interrupción al joven de las telas terminó
siendo diecisiete veces más larga que al joven de los comestibles.
¿Cuál fue el resultado de la carrera?

7. Comprando higos
Aunque el siguiente acertijo trata sobre la compra de higos, na­
die podrá decir que le importa dos higas, pues su rara solución es muy
interesante. Aunque a primera vista parece disparatado, todo funcio­
na si lo examinamos correctamente.
Un hombre fue a una tienda a comprar higos. Dijo que quería un
penique de higos, y le dieron cinco higos.
-No es suficiente -señaló-. Falta un sexto.
-Pero si le doy un higo más -respondió el comerciante-, tendrá
usted cinco de sobra.
Lo más raro es que ambos tenían razón. ¿Cuántos higos debería
recibir el comprador por ·30 peniques?

8. Ladrón de bicicletas
He aquí un pequeño intríngulis que siempre se presenta con di­
versos disfraces. Un ciclista compró una bicicleta por 1 5 libras y pagó
con un cheque de 25 libras. El vendedor fue a una tienda vecina y
logró cambiar el cheque. El ciclista, tras recibir el cambio de 1 0 li­
bras, montó en la bicicleta y desapareció. Resultó ser que el cheque
no tenía fondos, y el tendero vecino pidió al vendedor que le reinte­
grara la suma que le había dado. El vendedor tuvo que pedir presta­
das las 25 libras a un amigo, pues el ciclista no había dejado su do­
micilio y se desconocía su paradero. Ahora bien,- teniendo en cuenta
que la bicicleta le había costado 1 1 libras al vendedor, ¿cuánto dine­
ro perdió en total?

AC ERTIJOS DE E DAD Y PARE NTESCO

"Setenta s o n l o s años q u e vivimos."


Salmos, xc. JO

Durante siglos uno de los métodos predilectos para proponer


acertijos matemáticos ha consistido en plantearlos como preguntas
14
relacionadas con la edad de un individuo. En general se prestan a
soluciones fáciles mediante el uso del álgebra, aunque a menudo la
dificultad estriba en formularlas correctamente. Pueden resultar muy
complejos y exigir bastante jngenio, pero no se pueden postular le­
yes generales para resolverlos. El lector debe recurrir a su propia sa­
gacidad.
En cuanto a los acertijos relacionados con el parentesco, es cu­
rioso que desconcierten a tantas personas. Aun en la conversación
cotidiana, alguna declaración concerniente al parentesco, que está
muy clara en la mente del que habla, confunde de inmediato a sus
interlocutores. Expresiones tales como "Es la hermana del yerno de
mi tío" no significan nada para algunas personas sin una detallada y
laboriosa explicación. En tales casos lo más conveniente es bosque­
jar una breve tabla genealógica, donde el ojo acude de inmediato en
auxilio del cerebro. Como actualmente respetamos cada vez menos
el linaje, la mayoría de las gentes han perdido el hábito de trazar esas
tablas, lo cual es lamentable, pues en ocasiones les ahorrarían tiem­
po y les evitarían tener que devanarse los sesos.

9. La edad de ambos
-La edad de mi esposo -señaló el otro día una dama- se repre­
senta invirtiendo los números de mi propia edad. Él es mayor que yo,
y la diferencia entre nuestras edades equivale a una undécima parte
de la suma de ambas.

1 O. La edad de la señora Timpkins


EowiN: ¿Sabes que cuando los Timpkins se casaron hace diecio­
cho años, el señor Timpkins tenía el triple de la edad de su esposa, y
hoy tiene el doble de la edad de ella?
ANGELINA: ¿Entonces qué edad tenía la señora Timpkins el día de
la boda?
¿Puede usted responder a la pregunta de Angelina?

1 l . La edad de Tomasito
Tomasito el Listo fue enviado a una nueva escuela. El primer día
el maestro le preguntó la edad, y ésta fue su extraña respuesta:
-Bien, verá usted. Cuando yo nací, y no recuerdo el año, mi única
hermana, Ann, tenía sólo un cuarto de la edad de mi madre, y ahora
tiene un tercio de la edad de mi padre.
-Todo eso está muy bien -dijo el maestro-, pero no quiero sa­
ber la edad de tu hermana Ann, sino la tuya.
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-A eso iba -respondió Tomasit<r-. Yo sólo tengo un cuarto de
la edad actual de mi madre, y dentro de cuatro años tendré un cuarto
de la edad de mi padre. ¿No es curioso?
Esa fue toda la información que el maestro pudo sonsacar a To­
masito el Listo. ¿Podría usted haber deducido su edad exacta a partir
de esos datos? Sin duda es un poco desconcertante.

1 2. Vecinos
Había dos familias de vecinos, los Jupp y los Simkin. La edad
sumada de los cuatro integrantes de la familia Jupp totalizaba cien
años, y la edad sumada de los Simkins totalizaba lo mismo. Se des­
cubrió que en cada familia, la cantidad obtenida sumando el cuadra­
do de la edad de cada hijo al cuadrado de la edad de la madre era
equivalente al cuadrado de la edad del padre. Sin embargo, en el caso
de los Jupp, Julia era un año mayor que su hermano Joe, mientras que
S ophy S imkin era dos años mayor que su hermano Sammy. ¿Qué
edad tenía cada uno de los ocho individuos?

¡;J. Fiesta familiar


Una fiesta familiar congregaba a 1 abuelo, 1 abuela, 2 padres, 2
madres, 4 hijos, 3 nietos, 1 hermano, 2 hermanas, 2 hijos varones, 2
hijas mujeres, 1 suegro, 1 suegra y 1 nuera. Veintitrés personas, dirá
usted. No; había sólo siete personas presentes. ¿Cómo es posible?

AC ERTIJOS CON RE LOJES

"¡Mirad el reloj!"
Leyendas de lngoldsby

Al abordar algunos acertijos relacionados con relojes, y los tiem­


pos registrados por sus manecillas en determinadas condiciones, con­
viene tener en cuenta cierta convención. A menudo una solución re­
quiere dar por sentado que las manecillas pueden registrar un tiem­
po que se mide en fracciones de segundo. Por cierto, no es posible
indicar ese tiempo. ¿Acaso el acertijo no tiene solución? La verdad
de una conclusión deducida a partir de un silogismo lógico depende
de las dos premisas asumidas, y lo mismo ocurre en matemática. Cier­
tas cosas se asumen como antecedente, y la respuesta depende total­
mente de la verdad de estos supuestos.
16
"Si dos caballos pueden arrastrar una carga de cierto peso -de­
clara Lagrange-, es natural suponer que cuatro caballos podrían arras­
trar una carga del doble de ese peso, y seis caballos una carga del tri­
ple de ese peso. Aun así, estrictamente hablando, no sucede así. Pues
la inferencia se basa en el supuesto de que los cuatro caballos halan
igualmente en cantidad y dirección, lo cual rara vez ocurre en la prác­
tica. A menudo nuestros cálculos nos conducen a resultados que se
apartan muchísimo de la realidad. Pero el defecto no es de la mate­
mática, pues la matemática siempre nos devuelve exactamente lo que
le damos. La razón era constante de acuerdo con ese supuesto. El
resultado se basa en ese supuesto. Si la suposición es falsa, el resul­
tado es necesariamente falso."
Si un hombre puede cosechar un campo en seis días, decimos que
dos hombres lo cosecharán en tres días, y tres hombres en dos días.
Aquí suponemos, como en el caso de los caballos de Lagrange, que
todos los hombres tienen exactamente la misma capacidad laboral.
Pero suponemos aún más. Pues cuando tres hombres se reúnen qui­
zá pierdan tiempo chismorreando o jugando; o, por el contrario, cierto
espíritu de competencia puede incitarlos a actuar con mayor diligen­
cia. Podemos suponer las condiciones que queramos en un problema,
siempre que se expresen y se comprendan con claridad, y la respues­
ta estará en conformidad con estas condiciones.

1 4. El reloj desconcertante
Un amigo extrajo su reloj de bolsillo y dijo:
-Este reloj no anda a la perfección; debo hacerlo revisar. He no­
tado que el minutero y el horario se juntan exactamente cada sesenta
y cinco minutos.
¿El reloj adelanta o atrasa, y cuánto por hora?

1 5. El aldeano
Un individuo jocoso que daba un paseo por la campiña se encon­
tró con un rústico sentado en un portón. Como el caballero no cono­
cía bien el rumbo, pensó en hacer preguntas al lugareño, pero a pri­
mera vista llegó apresuradamente a la conclusión de que el hombre
era el idiota de la aldea. Por tanto decidió poner a prueba la inteligen­
cia del sujeto haciéndole la pregunta más simple que se le ocurrió.
-¿Qué día de la semana es hoy, mi buen hombre? -preguntó.
He aquí la ingeniosa respuesta que recibió:
-Cuando pasado mañana sea ayer, hoy estará tan lejos del domin­
go como hoy lo estaba del domingo cuando anteayer era mañana.
17
¿Puede el lector decir qué día de la semana era? Es evidente que
este campesino no era tan tonto como parecía. El caballero continuó
la marcha, confundido pero más sabio.

1 6. El reloj del club


La otra noche se descubrió que uno de los grandes relojes del
Club de los Pensadores se había parado justo cuando el segundero
estaba a medio camino entre las otras dos manecillas, como se muestra
en la ilustración. Uno de los socios propuso a sus amigos que le dije­
ran la hora exacta en que (en caso de que el reloj no se hubiera para­
do) el segundero volvería estar exactamente a medio camino entre el
minutero y la manecilla horaria. ¿Sabe usted la respuesta?

AC ERTIJOS DE LOCOMOCI ÓN Y VELOCI DAD

"La carrera no es para los veloces."


Eclesiastés, IX, ii

1 7. Cobrando la pensión
-Hablando de gente rara -comentó un caballero que ocupa un
puesto en una oficina del gobierno-, uno de los personajes más exó­
ticos que conozco es una anciana viuda coja que sube una colina to­
das las semanas para cobrar su pensión en la oficina de correos de la
aldea. Sube a la velocidad de una Il!illa y media por hora y baja a una
velocidad de cuatro millas y media por hora, así que sólo tarda seis
horas en realizar el viaje de ida y vuelta. ¿Alguien puede decirme qué
distancia hay entre el pie y la cima de la colina?
18
1 8. Sir Edwyn de Tudor
En la ilustración tenemos un dibujo de sir Edwyn de Tudor acu­
diendo al rescate de su amada, la bella Isabella, a quien un malvado
barón tenía cautiva. Sir Edwyn calculó que si viajaba a quince millas
por hora llegaría al castillo con una hora de antelación, mientras que
si viajaba a diez millas por hora llegaría con una hora de retraso. Era
de suma importancia llegar a la hora convenida exacta para que el
rescate planeado tuviera éxito, y la hora de la cita era las cinco, cuando
la dama cautiva tomaría su té de la tarde. El acertijo consiste en des­
cubrir cuánta distancia debía recorrer sir Edwyn de Tudor.

1 9. El cesto de patatas
Un hombre tenía un cesto que contenía cincuenta patatas. Pro­
puso a su hijo, a modo de recreación, poner esas patatas en el suelo
en línea recta. La distancia entre la primera y la segunda patata sería
de una yarda, entre la segunda y la tercera tres yardas, entre la terce­
ra y la cuarta cinco yardas, entre la cuarta y la quinta siete yardas, y
así sucesivamente, con un incremento de dos yardas por cada patata
que se añadiera. Luego el niño debía recogerlas y ponerlas en el ces-
19
to una cada vez, con el cesto colocado aliado de la primera patata.
¿Qué distancia debía recorrer el niño para recoger todas las patatas?
No tendremos en cuenta el viaje que se requiere para poner las pata­
tas, así que comenzará desde el cesto, con todas las patatas ya pues­
tas en fila.

ACE RTIJOS DIGITALES

"Nueve dignidades las llamaban."


DRYDEN, La flor y la hoja

Presento estos acertijos que tratan sobre los nueve dígitos (una
clase en sí mismos) porque siempre he pensado que merecen más
consideración de la que habitualmente reciben. Además del mero tru­
co de "la prueba del nueve", muy poco se sabe en general acerca de
las leyes relacionadas con estos problemas, aunque cierto conocimien­
to de las propiedades de los dígitos a menudo ofrece, entre otras co­
sas, verificaciones aritméticas que son realmente útiles para ahorrar
trabajo. Daré un ejemplo, el primero que se me ocurre.
Si pidiéramos al lector que determinara si 1 5 .763.530. 1 63.289 es
el cuadrado de un número, ¿cómo procedería? Si el número hubiera
terminado en 2, 3, 7 u 8, sabría que no puede ser un cuadrado, pero
nada en su forma aparente le impide a éste serlo. Sospecho que en tal
caso el lector emprendería, con un suspiro o un gruñido, ante la ím­
proba tarea de extraer la raíz cuadrada. Pero si prestara cierta atención
al estudio de las propiedades digitales de los números, zanjaría la
cuestión de este modo sencillo. La suma de los dígitos es 59, cuya
suma es 14, cuya suma es 5 (al cual denominaré "raíz digital") y por
tanto sé que el número no puede ser un cuadrado, y por esta razón.
La raíz digital de sucesivos cuadrados de 1 hacia arriba es siempre 1 ,4,
7 o 9, y nunca puede ser otra cosa. De hecho, la serie 1 , 4, 9, 7, 7, 9,
4, 1 , 9 se repite hasta el infinito. La serie análoga para números trian­
gulares es 1 , 3, 6, l, 6, 3 , 1 , 9, 9. Así que tenemos una verificación
negativa, pues un número no puede ser triangular (es decir n2 + n )/2
si su raíz digital es 2, 4, 5 , 7 u 8 .

20. E l acertijo d e los aparadores


Un hombre tenía tres aparadores, cada uno de los cuales tenía
nueve puertas, como se muestra en el diagrama. Pidió a su empleado
que pusiera un número de una cifra, diferente en cada caso, en cada
20
puerta del aparador A, y que hiciera lo mismo con los aparadores B
y C. Como aquí se permite considerar el cero como un dígito, y no
se prohíbe usarlo como número, el empleado tenía la opción de omi­
tir cualquiera de los diez dígitos de cada aparador.

GDD A
000 DDD
8 e

DDD DDD DDD


DDD u,: DDD �DDD •

Ahora bien, el patrón no aclaró que las puertas se debieran nu­


merar en ningún orden determinado, y quedó sorprendido, una vez
finalizado el trabajo, de que los números estuvieran mezclados en for­
ma aparentemente indiscriminada. Cuando pidió explicaciones al em­
pleado, el excéntrico joven respondió que se le había ocurrido la idea
de ordenar las cifras para que en cada aparador formaran una simple
suma, y las dos hileras superiores de cifras produjeran la suma de la
hilera inferior. Pero lo más sorprendente era esto: que se las había
apañado de tal modo que la suma de A daba la menor suma posible,
la suma de C daba la mayor suma posible, y los nueve dígitos de los
tres totales eran diferentes. El acertijo consiste en demostrar cómo fue
posible. No se permiten decimales y el cero no puede figurar en el lu­
gar de las centenas.

2 1 . Las nueve fichas

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Tengo nueve fichas, cada cual con uno de los nueve dígitos, 1 ,
2, 3 , 4, 5 , 6, 7 , 8 , 9. Las he dispuesto sobre la mesa en dos grupos,
como se muestra en la ilustración, para formar dos multiplicaciones.
Usted descubrirá que 158 por 23 es 3 . 634 y que 79 por 46 también
da 3.634. Ahora bien, el acertijo que propongo consiste en reordenar
los fichas para obtener el mayor producto posible. ¿Cuál es el mejor
modo de ordenarlas? Recuerde que ambos grupos deben arrojar el
mismo resultado al multiplicarse, y que debe haber tres fichas multi­
plicadas por dos en un caso, y dos multiplicadas por dos en el otro
caso, como en nuestro ejemplo.
21
22. Las diez fichas
En este caso usamos el cero además de 1, 2, 3 , 4, 5, 6, 7, 8, 9. El
acertijo, como en el caso anterior, consiste en disponer los diez fichas
de modo que los resultados de las dos multiplicaciones sean iguales,
y aquí uno puede tener una o más cifras en el multiplicador, a su elec­
ción. Esto es fácil de lograr; pero también hay que hallar los dos or­
denamientos que den pares de los productos más altos y más bajos po­
sibles. Desde luego hay que usar todas las fichas, y el cero no se puede
colocar a la izquierda de una hilera de números , donde no tendría
efecto. No se permiten las fracciones.

23. N ú meros de taxi


Una noche un policía londinense vio dos taxis que se alejaban
en direcciones opuestas en circunstancias sospechosas. Este agente
era un hombre muy meticuloso y alerta, y extrajo su libreta para anotar
el número de los vehículos, pero descubrió que había perdido el lá­
piz. Afortunadamente, descubrió una pequeña tiza con la cual marcó
los dos números en la entrada de un embarcadero cercano. Cuando
regresó al mismo sitio durante su ronda echó un nuevo vistazo a los
números y notó la peculiaridad de que figuraban los nueve dígitos
(ningún cero) y que ninguno se repetía, pero que si multiplicaba los
dos números entre sí producían nuevamente los nueve dígitos, todos
una vez, y sólo una vez. Cuando un empleado llegó al embarcadero
por la mañana, vio las marcas de tiza y las borró. Como el policía no
podía recordar los números, se consultó a varios matemáticos para
comprobar si existía un método conocido para descubrir todos los
pares de números que tuvieran la característica que mencionaba el
agente; pero no conocían ninguno. Sin embargo, la investigación era
interesante, así que se propuso la siguiente pregunta: ¿cuáles dos
números, que en conjunto contengan los nueve dígitos, producirán,
cuando se los multiplique entre sí, otro número (el mayorposible) que
también contenga los nueve dígitos? No se permite la inclusión del
cero.

24. Acertijo centenario


¿Puede usted escribir 1 00 en forma de número mixto, utilizan­
do la totalidad de los nueve dígitos, cada cual una vez, y sólo una vez?
El difunto y distinguido matemático francés Edouard Lucas encon­
tró siete modos de hacerlo, y expresó sus dudas en cuanto a la exis­
tencia de otros modos. En rigor existen sólo once maneras de hacer­
lo. He aquí una de ellas : 9 1 574%3 8 · Nueve de las otras maneras tam-
22
bién tienen dos cifras en la parte entera del número, pero la undéci­
ma expresión sólo tiene una cifra allí. ¿Podrá el lector hallar esta úl­
tima forma?

25. El m ístico once


¿Puede usted encontrar el mayor número posible que contenga
nueve dígitos cualesquiera de los diez (considerando el cero un dígi­
to) y que se pueda dividir por 1 1 sin resto? ¿Puede también encon­
trar el menor número posible producido de la misma manera que sea
divisible por 1 1 ? Omitiendo el 5 , por ejemplo, se obtiene 89674301 2.
Este número contiene nueve de los dígitos y es divisible por 1 1 , pero
no es el mayor ni el menor número que se puede obtener.

PROBLEMAS ARITM ÉTICOS


Y ALGEBRAICOS VARIOS

"La variedad es la sal de la vida,


lo que le brinda todo su sabor."
CowPER, La tarea

26. Cortesías académicas


En una escuela mixta donde se enfatizaba la enseñanza de los
buenos modales tenían la extraña regla de reunir a todos los alumnos
cada mañana. Había el doble de niñas que de varones. Cada niña se
inclinaba ante cada otra niña, ante cada muchacho y ante el profesor.
Cada muchacho se inclinaba ante cada otro muchacho, ante cada niña
y ante el profesor. En total se efectuaban novecientas reverencias en
esa academia modelo todas las mañanas. ¿Puede usted decir exacta­
mente cuántos alumnos varones había en la escuela? Si no se anda con
cuidado, se desviará muchísimo en sus cálculos.

27. Los fardos de heno


El granjero Tompkins tenía cinco fardos de heno, y pidió a su
empleado Hodge que los pesara antes de entregarlos a un cliente. El
estúpido sujeto los pesó de a dos por vez de todas las maneras posi­
bles, e informó a su patrón que los respectivos pesos en libras eran
1 1 0, 1 1 2, 1 1 3 , 1 1 4, 1 1 5 , 1 1 6, 1 1 7 , 1 1 8, 1 20 y 1 2 1 . ¿Cómo iba a ave­
riguar el pobre granjero cuánto pesaba cada fardo por separado a partir
de estas cifras? Tal vez el lector crea que deberían indicarle "cuál par
23
es cuál" o algo parecido, pero es totalmente innecesilrio. ¿Puede de­
cir los cinco pesos correctos?

28. El gran revoltijo


Después de la cena, los cinco niños de una casa encontraron un
paquete de confites. Andrew tomó dos tercios del paquete, Bob co­
gió tres octavos de ellos, y Charlie atinó a coger tres décimos. En­
tonces el joven David entró en escena, y capturó todo lo que Andrew
había dejado, excepto un séptimo, del cual Edgar arteramente se apo­
deró mediante una triquiñuela. Ahora comenzó la verdadera diversión,
pues Andrew y Charlie se unieron contra Bob, quien tropezó con el
guardafuegos y soltó la mitad de lo que tenía, lo cual fue recogido en
partes iguales por David y Edgar, quienes se habían agazapado bajo
la mesa y estaban al acecho. A continuación, Bob saltó sobre Char­
lie desde una silla y desparramó en el piso todo lo que Charlie había
juntado. De esto, Andrew obtuvo sólo un cuarto, Bob un tercio, Da­
vid dos séptimos, mientras que Charlie y Edgar se dividieron por
partes iguales lo que quedaba.
Pensaban que la refriega había terminado cuando David de pronto
atacó en dos direcciones al mismo tiempo, desparramando tres cuar­
tos de lo que Bob y Andrew acababan de adquirir. Los dos últimos,
con gran dificultad, recobraron cinco octavos en partes iguales, pero
los otros tres se llevaron cada cual un quinto de lo mismo. Ahora
contaron cada golosina, convocaron a una tregua y dividieron por par­
tes iguales entre todos el resto del paquete. ¿Cuál es el número más
pequeño de confites que pudo haber habido al principio, y qué pro­
porción obtuvo cada niño?

29. Capturando al lad rón


-Pues bien, agente -dijo el abogado defensor durante un interro­
gatorio-, ¿declara usted que el acusado estaba exactamente veintisiete
pasos delante de usted cuando usted echó a correr para perseguirlo?
-Sí, señor.
-¿Y jura que él da ocho pasos por cada cinco de los de usted?
-En efecto.
-Entonces le pido, agente, que recurra a su inteligencia para ex-
plicarme cómo lo aprehendió, si es que logró hacerlo.
-Bien, verá usted, yo tengo el paso más largo. De hecho, dos de
mis pasos tienen una longitud equivalente a cinco pasos del acusado.
Si usted hace la cuenta, descubrirá que la cantidad de pasos que ne­
cesité me llevó exactamente al sitio donde lo capturé.
24
Aquí el presidente del jurado pidió unos minutos para hacer cuen­
tas. ¿Puede usted decir cuántos pasos necesitó el agente de policía para
capturar al ladrón?

JO. El número rasgado


El otro día tenía en mis manos una etiqueta que presentaba el
número 3025 en caracteres grandes. Por accidente estaba rasgada por
la mitad, así que en un fragmento aparecía 30 y en el otro 25 , tal como
se muestra en la ilustración. Al mirar estos fragmentos me puse a
hacer cálculos, sin darme cuenta de lo que hacía, y descubrí esta pe­
queña rareza. Si sumamos 30 más 25 y elevamos la suma al cuadra­
do obtenemos como resultado el número completo original de la eti­
queta. Así, 30 más 25 equivale a 55, y 55 multiplicado por 55 equi­
vale a 3025 . Extraño, ¿verdad?

Ahora bien, el acertijo consiste en encontrar otro número, com­


puesto por cuatro cifras, todas diferentes, que se pueda dividir por la
mitad y produzca el mismo resultado.

JI. Números extraños


El número 48 tiene la característica de que si le sumamos 1 el
resultado es un cuadrado (49, el cuadrado de 7), y si le sumamos 1 a
su mitad, obtenemos también un cuadrado (25 , el cuadrado de 5 ) .
Ahora bien, hay un sinfín d e números con esta característica, y e s un
interesante acertijo encontrar tres más, los más pequeños posibles.
¿Cuáles son?

J2. El avaro redimido


El señor Jasper Bullyon fue uno de los pocos avaros que logra­
ron comprender su obligación hacia sus congéneres menos afortuna­
dos. Una memorable noche contaba sus riquezas acumuladas y resol­
vió distribuirlas entre los menesterosos.
Descubrió que si donaba la misma cantidad de libras cada día del
año, podía distribuirlas exactamente durante un año sin que quedara
nada; pero si descansaba los domingos, y sólo donaba una cantidad
fija de libras cada día laboral, aún le quedaría una libra en Noche
25
Vieja. Ahora bien, reduciéndola al mínimo posible, ¿cuál es la can­
tidad exacta de libras que tenía para distribuir?
¿Acaso existe una pregunta más simple? Una cantidad de libras
dividida por un número de días no deja resto, pero si se divide por otro
número de días deja un resto de una esterlina. Eso es todo, pero pronto
verá que nuestra pequeña pregunta no deja de ser desconcertante.

3 3 . Los cuadrados del círculo


El acertijo consiste en poner un número diferente en cada uno de
los diez cuadrados, de modo que la suma de los cuadrados de dos
números adyacentes cualesquiera equivalga a la suma de los cuadra­
dos de los dos números diametralmente opuestos. Los cuatro núme­
ros que hemos puesto como ejemplos deben permanecer tal como
están. El cuadrado de 16 es 256, y el cuadrado de 2 es 4. Si los su­
mamos, obtenemos 260. Además, el cuadrado de 14 es 1 96, y el cua­
drado de 8 es 64. Sumados también dan 260. Ahora bien, exactamente
del mismo modo, B y e deberían ser iguales a G y H (la suma no será
necesariamente 260), A y K a F y E, H e 1 a e y D, y así sucesiva­
mente, con cualesquiera dos cuadrados contiguos del círculo.

Sólo falta insertar los seis números restantes. No se permiten frac­


ciones, y demostraré que no es preciso que ningún número contenga
más de dos cifras.

34. Un contratiempo legal


-Un cliente mío -dijo un abogado- agonizaba cuando su espo­
sa estaba por darle un hijo. Labré su testamento, donde cedía dos ter-
26
cios de su herencia a su hijo varón (si nacía un varón) y un tercio a
la madre. Pero si la hija era niña, dos tercios de la herencia corres­
ponderían a la madre y un tercio a la hija. Lo cierto es que después
de su deceso nacieron mellizos, un varón y una niña. Entonces se
presentó un interesante problema. ¿Cómo dividir la herencia equita­
tivamente entre los tres y del modo que más se adecuara al espíritu
del testamento del difunto?

35. Las vacaciones de los mineros


Siete mineros se tomaron vacaciones en la playa durante una gran
huelga. Seis integrantes del grupo gastaron 1 20 peniques cada uno,
pero Bill Harris era más derrochón. Gastó 36 peniques más que el pro­
medio del grupo. ¿Cuánto sumaron exactamente los gastos de Bill?

36. Un problema con cuadrados


Tenemos tres tableros cuadrangulares. La superficie del prime­
ro contiene cinco pies cuadrados más que la segunda, y la segunda
contiene cinco pies cuadrados más que la tercera. Puede usted dar las
medidas exactas de los lados de los tableros? Si puede resolver este
pequeño acertijo, trate de hallar tres cuadrados en progresión aritmé­
tica, con una diferencia común de 7 y también de 1 3 .

3 7. El avaro español
En un pueblo de Nueva Castilla vivía un célebre avaro llamado
don Manuel Rodríguez. Su amor por el dinero sólo era comparable a
su pasión por los problemas matemáticos. Estos acertijos se relacio­
naban habitualmente con las riquezas que acaparaba, y sólo los pro­
ponía con el exclusivo propósito de complacerse en resolverlos. La­
mentablemente muy pocos han sobrevivido, y cuando yo viajaba por
España, reuniendo datos para mi tesis sobre "La cebolla española
como causa de la decadencia nacional", sólo descubrí un puñado. Uno
de ellos se relaciona con tres cofres apilados uno encima del otro.
Cada cofre contenía una diferente cantidad de doblones de oro. La di­
ferencia entre la cantidad de doblones del cofre superior y la canti­
dad del cofre intermedio era la misma que la diferencia entre la can­
tidad del cofre intermedio y la cantidad del cofre inferior. Y si se
sumara el contenido de dos cofres cualesquiera se obtendría un nú­
mero cuadrado. ¿Cuál es la cantidad más pequeña de doblones que
podía existir en cualquiera de los cofres?
27
38. Los cinco salteadores
Los cinco salteadores Alfonso, Benito, Carlos, Diego y Esteban
contaban su botín después de un atraco y descubrieron que en total
habían robado 200 doblones. Uno de la banda señaló que si Alfonso
hubiera tenido doce veces su parte, Benito tres veces su parte, Car­
los la misma cantidad, Diego la mitad de su parte y Esteban un ter­
cio de su parte, igual habrían totalizado 200 doblones. ¿Cuántos do­
blones tenía cada uno?
Hay muchas respuestas correctas para esta pregunta. He aquí una
de ellas:
A 6 X 12 = 72
B 12 X 3 = 36
e 17 X 1 = 17
D 1 20 X � = 60
E 45 X � =
__u
200 200
El acertijo consiste en descubrir cuántas respuestas hay, enten­
diéndose que cada hombre tenía algo y que no puede haber céntimos
(es decir, fracciones), sólo doblones.
Este problema, planteado con otras palabras, fue propuesto por
Tartaglia (muerto en 1 559), quien se jactaba de haber descubierto una
solución; pero un célebre matemático francés (M. A. Labosne) alega
en un trabajo que los lectores quedarán atónitos al enterarse de que
existen 6.639 respuestas correctas. ¿Es así? ¿Cuántas respuestas hay?

39. El problema del cantero


Un cantero tenía una gran cantidad de cubos de piedra en su pa­
tio, todos del mismo tamaño. Era un hombre excéntrico, y una de sus
rarezas consistía en amontonar los cubos en pilas cúbicas, sin que
hubiera dos pilas que contuvieran la misma cantidad de cubos. Ha­
bía descubierto (un dato bien conocido por los matemáticos) que si
tomaba todos los cubos contenidos en cualquier cantidad de pilas en
orden regular, partiendo de una "pila" de un solo cubo, podía dispo­
nerlos siempre en el suelo como para formar un cuadrado perfecto.
Esto resultará claro para el lector, pues un bloque es un cuadrado (de
lado 1 ), 1 + 8 = 9 es un cuadrado, 1 + 8 + 27 = 36 es un cuadrado, 1
+ 8 + 27 + 64 = 1 00 es un cuadrado, y así sucesivamente. De hecho,
la suma de cualquier número de cubos consecutivos, comenzando
siempre por 1 , es en todos los casos un número cuadrado.
28
Un día un caballero entró en el patio del cantero y le ofreció de­
terminado precio si le suministraba un número consecutivo de estas
pilas cúbicas que contuviera en total una cantidad de bloques que se
pudiera disponer en forma de cuadrado, pero el comprador insistió en
que fueran más de tres pilas y rehusó aceptar el cubo único porque
contenía un defecto. ¿Cuál era la cantidad más pequeña posible de
bloques de piedra que el cantero debía suministrarle?

40. Las esposas holandesas


No sé cuántos lectores conocerán el acertijo de las esposas ho­
landesas, donde hay que determinar el nombre de las esposas de tres
hombres o, mejor dicho , cuál esposa corresponde a cuál marido. Hace
treinta años circulaba como una novedad, pero recientemente lo des­
cubrí en el Ladies' Diary de 1 739-40, así que obviamente era cono­
cido para el bello sexo hace más de ciento setenta años. ¿Cuántas de
nuestras madres, esposas, hermanas, hijas y tías podrían resolver hoy
este acertijo? Una proporción mucho mayor que entonces, cabe es­
perar.

Tres holandeses, llamados Hendrick, Elas y Comelius, y sus es­


posas Gurtrün, Katrün y Anna, compran cerdos. Cada cual compra
tantos como chelines puede dar por cada uno. Cada esposo paga en
total 63 chelines más que su esposa. Hendrick compra 23 cerdos más
que Katrün, y Elas 1 1 más que Gurtrün. Pues bien, ¿cuál era el nom­
bre de la esposa de cada cual?
29
PROBLEMAS G EOMÉTRICOS
"Dios practica geometría continuamente."
PLATÓN

"No hay ningún estudio -observó Augustus de Morgan- que pre­


sente un comienzo tan simple como la geometría; no hay ninguno
donde las dificultades crezcan tanto a medida que avanzamos." El
lector descubrirá cuánta verdad hay en ello cuando aborde los siguien­
tes acertijos, aunque no están dispuestos en orden de dificultad. Y el
hecho de que hayan fascinado y complacido al hombre durante siglos
se debe en cierta medida, sin duda, a la fascinación que ejercen no
sólo sobre el cerebro sino sobre el ojo. A veces una fórmula algebraica
o un teorema parecen complacer los ojos del matemático, aunque qui­
zá sólo se trate de un placer intelectual.

4 1 . Acertijo con cuadrado

Si tomamos un rectángulo de cartón que tenga una longitud equi­


valente al doble de su anchura, y lo cortamos en diagonal por la mi­
tad, obtendremos dos de las piezas que mostramos en la ilustración.
El acertijo consiste en formar un cuadrado con cinco de esas piezas
del mismo tamaño. Una de las piezas puede cortarse, pero las demás
se deben usar intactas.

42. El pentágono y el cuad rado


Me pregunto cuántos lectores, entre quienes no han prestado gran
atención a los elementos de la geometría, podrían dibujar un pentá­
gono regular (es decir, una figura de cinco lados), si se les requiriese
30
de pronto. Un hexágono regular (seis lados) es bastante fácil, pues
todos sabemos que hay que describir un círculo y, tomando el radio
como longitud de uno de los lados, marcar seis puntos en la circun­
ferencia. Pero un pentágono es otra cosa. Como mi acertijo, pues, se
relaciona con el corte de un pentágono, tal vez deba indicar a mis
lectores menos experimentados cómo dibujar correctamente esta fi­
gura. Describa un círculo y dibuje las dos líneas HB y DG, en el
diagrama, a través del centro y en ángulo recto. Ahora encuentre el
punto A, a medio camino entre C y B . A continuación apoye la pun­
ta del compás en A y con la distancia AD describa el arco, cortando
a HB en .E . Luego apoye la punta del compás en D y con la distancia
DE describa el arco cortando la circunferencia en F. Ahora bien, DF
es uno de los lados del pentágono, y usted sólo tiene que marcar los
otros lados alrededor del círculo. Muy simple ahora que usted lo sabe,
pero de lo contrario es un poco engorroso.

Tras haber formado el pentágono, el acertijo consiste en cortar­


lo en la menor cantidad posible de partes que encajen perfectamente
para formar un cuadrado.

43. Disección de un triángulo


Veamos el interesante acertijo que el caballero de la ilustración
muestra a sus amigos. Ha recortado un triángulo equilátero -es de­
cir, un triángulo cuyos tres lados tienen la misma longitud- de un pa­
pel. Propone cortarlo en cinco fragmentos, de tal modo que permi­
tan formar tanto dos como tres triángulos equiláteros más pequeños,
usando todo el material en cada caso. ¿Puede usted descubrir cómo?
31
Recuerde que cuando haya recortado los cinco fragmentos, debe
poder, tal como se pide, unirlos de manera que formen o bien el trián­
gulo original o bien dos o tres triángulos, todos equiláteros.

44. Cuadrados de chocolate


He aquí un trozo de chocolate, marcado en las líneas punteadas
para que sea fácil separar los veinte cuadrados.

Haga una copia del trozo en papel o cartón y luego trate de cor­
tarlo en nueve fragmentos que reordenados formen cuatro cuadrados
perfectos, todos exactamente del mismo tamaño.

45. El acertijo de Betsy Ross


Un lector me pidió que le diera la solución de un viejo acertijo
que se atribuye a una tal Betsy Ross, de Filadelfia, quien se lo habría
32
mostrado a George Washington. Consiste en plegar un papel de tal
modo que de un tijeretazo se transforme en una estrella de cinco pun­
tas (la estrella de la libertad). Ignoro si la historia del origen del acer­
tijo es verídica -aunque tengo una estampa de la vieja casa de Fila­
delfia donde se dice que vivió esa dama, y creo que todavía está en
pie-, pero sin duda mis lectores se interesarán en este pequeño pro­
blema.
Tome un trozo circular de papel y pliéguelo de tal modo que con
un corte de tijera pueda lograr una perfecta estrella de cinco puntas.

46. Las cercas del terrateniente

El terrateniente de la ilustración está consultando a su mayordo­


mo acerca de un problema desconcertante. Tiene un gran plano de uno
de sus campos, donde hay once árboles. Ahora bien, él quiere divi­
dir el campo en once parcelas mediante cercas rectas, de modo que
cada parcela contenga un árbol como refugio para el ganado.
¿Cómo lo conseguirá con la menor cantidad posible de cercas?
Coja el lápiz y dibuje líneas rectas a través del campo hasta haber
33
delimitado las once parcelas (no más) y luego vea cuántas cercas se
requieren. Desde luego, las cercas pueden entrecruzarse.

47. Tangrams
Muchos pasatiempos de la antigüedad, tales como el ajedrez, han
sufrido tantos cambios con el correr de los siglos que sus inventores
no los reconocerían. No ocurre así con los tangrams chinos, una re­
creación que parece contar con no menos de cuatro mil años, que al
parecer nunca dejó de despertar interés y que no ha sufrido alteracio­
nes ni "mejoras" desde que el legendario Tan elaboró las piezas que
muestra el Diagrama l. Si marcamos el punto B , a medio camino
entre A y C, en un lado de un cuadrado de cualquier tamaño, y D, a
medio camino entre C y B , en un lado contiguo, la dirección de los
cortes es demasiado obvia para requerir más explicaciones. Todos los
dibujos de este apartado están integrados por esas siete piezas de car­
tón negro. Enseguida se comprenderá que las combinaciones posibles
son infinitas.

El difunto Sam Loyd de Nueva York, quien publicó un peque­


ño volumen con ingeniosos diseños, poseía los manuscritos del di­
funto Challenor, quien realizó un largo y detallado estudio de los tan­
grams. Se dice que este caballero consigna que originalmente había
siete libros de tangrams, compilados en China dos mil años antes de
la era cristiana. Estos libros son tan raros que, al cabo de cuarenta años
de residencia en el país, sólo logró ver copias perfectas del primero
y séptimo volúmenes con fragmentos del segundo. En Pequín un sol­
dado inglés encontró fragmentos de uno de los libros, impreso en pan
de oro sobre pergamino, y los vendió por trescientas libras.
Hace unos años llegó a mis manos un libro de la biblioteca del
difunto Lewis Carroll, titulado The Fashionable Chinese Puzzle.
Contiene trescientos veintitrés diseños con tangrams, la mayoría sim­
ples figuras geométricas, a construir con las siete piezas. No tiene
fecha, pero este comentario nos sitúa en la época: "Este ingenioso
invento ha constituido recientemente el pasatiempo favorito del ex
emperador Napoleón, quien, hallándose muy debilitado y viviendo
muy recluido, pasa muchas horas del día ejercitando así su pacien-
34
cia y su ingenio". El lector descubrirá, al igual que el emperador des­
terrado, que formar los diseños de otros puede representar un entre­
tenimiento no desprovisto de instrucción. Muchas ilustraciones de este
artículo son fáciles de reconstruir, y otras más dificultosas. Cada
imagen, pues, se puede considerar un acertijo.
Pero es muy distinto crear diseños pictóricos nuevos y origina­
les, y los tangrams permiten formar una asombrosa cantidad de imá­
genes, angulosas y a veces grotescas, sí, pero llenas de carácter. Doy
un ejemplo de una figura sentada (2) que es particularmente grácil,
y sólo necesita una ligera reducción de sus angulosidades para pro­
ducir un perfil totalmente satisfactorio.
Ya que he mencionado al autor de Alicia en el País de las Ma­
ravillas, presento mis diseños de la Liebre de Marzo y el Sombrere­
ro Loco (3 y 4), y un precario Napoleón (5), así como un excelente
piel roja con su squaw, obra del señor Loyd (6 y 7).

6 '1

Muchos otros diseños acompañaban la publicación de un artículo


mío en el número de noviembre de 1 908 de The Strand Magazine.
El difunto sir James Murray, eminente filólogo, intentó, con el asom­
broso tesón que caracterizaba toda su labor, rastrear el origen de la
palabra tangram, y en ocasión de la publicación del citado artículo
me escribió lo siguiente:
35
"Uno de mis hijos es profesor del colegio anglochino de Tient­
sin. Por intermedio de él, de sus colegas y de sus alumnos, pude in­
quirir acerca de Tan entre los sinólogos. Nuestro profesor de chino
de Oxford también se interesó en la cuestión y obtuvo información
del secretario de la Delegación China de Londres, que es un eminente
representante de los letrados chinos.

9
S

� �� � tffli
� 1 .at' /a
� �,.
"El resultado ha sido que el hombre Tan, el dios Tan, y el Li­
bro de Tan son totalmente desconocidos en la literatura, la historia y
la tradición chinas. La mayoría de los hombres cultos jamás había
oído ese nombre. El pasatiempo, por cierto, es muy conocido. En
chino se denomina eh ' i eh ' iao f u, literalmente, "siete-ingenioso­
plan" o "ingeniosa figura del acertijo de siete piezas". No existe en
chino ningún nombre que se parezca a tangram o siquiera a tan, y las
únicas sugerencias para el segundo son los vocablos chinos t' an, "ex­
tender", o t' ang, que significa "chino" en el dialecto cantonés. Se ha
sugerido que algún americano o inglés que sabía un poco de chino o
cantonés, buscando un nombre para el acertijo, elaboró una denomi­
nación a partir de una de esas palabras y el sufijo europeo gram (es
decir, "grama", como en crucigrama o anagrama). Debo añadir que
el nombre tangram tal vez fue inventado por un americano poco an­
tes de 1 864 y después de 1 847, pero no lo encuentro en letras de molde
antes de la edición de 1 864 del diccionario Webster. Por tanto he
debido ser muy breve en mi referencia a ese término en el dicciona­
rio, diciendo a qué se aplica y qué conjeturas se han hecho respecto
de su origen, y dando algunas citas de su propio artículo, el cual me
ha permitido explayarme un poco más sobre el tema."
Varios lectores me han escrito para informarme que poseían o
habían poseído ejemplares de los viejos libros chinos. Un caballero
de los Estados Unidos me escribió: "Tengo en mi poder un libro he­
cho de papel tisú, impreso en negro (con una inscripción china en la
portada), el cual contiene más de trescientos diseños y pertenece a una
36
caja de tangrams, que también poseo. Se trata de siete libros de bru­
ñida madreperla, con finos grabados en ambos lados. Vienen dentro
de una caja cuadrada de palisandro, de 2 h pulgadas. Mi tío abuelo
fue uno de los primeros misioneros que visitó la China. Esta caja y
el libro, junto con una colección de otras reliquias, fueron enviados
a mi abuelo, quien me los legó."
Este corresponsal tuvo la amabilidad de proveerme calcos de los
tangrams, y es evidente que las piezas tienen las mismas proporcio­
nes que he indicado. Reproduzco la inscripción china (8) por lo si­
guiente: el propietario del libro me informa que lo ha presentado a
varios chinos de los Estados Unidos ofreciendo un dólar por la tra­
ducción, pero todos se negaban rotundamente a leer las palabras, ofre­
ciendo la pobre excusa de que la inscripción es japonesa. Los nati­
vos del Japón, en cambio, insisten en que es china. ¿Acaso existe
algún elemento ocultista y esotérico en los tangrams, que tan difícil
resulta rasgar el velo? Tal vez esta página llegue a algún lector fami­
liarizado con el idioma chino que desee ofrecemos una traducción,
arrojando cierta luz sobre este curioso interrogante.

lO

Usando varios conjuntos de tangrams al mismo tiempo, podemos


construir figuras más ambiciosas. Un amigo me aconsejó que no en­
viara mi imagen "La partida de billar" (9) a la Academia, asegurán­
dome que no sería aceptada porque los "jueces son muy convencio­
nales". Tal vez tenía razón, y quizá goce de mayor aceptación entre
los postimpresionistas y los cubistas. Los jugadores están pensando
una jugada muy delicada ante la mesa. Los dos hombres, la mesa y
el reloj están formados con cuatro conjuntos de tangrams. Mi segunda
imagen se denomina "La orquesta" ( 1 O) y fue diseñada para el. deco­
rado de un gran auditorio. Aquí tenemos al director, el pian ista, el
�ordo cometista, el zurdo ejecutante del contrabajo, cuya pose es
1atural, aunque admito que está a excesiva distancia de su instrumen-
37
to, y el tambor, con su imponente atril. El perro que está detrás del
piano no ladra, sino que escucha con deleite.

Una cosa notable de estas figuras es que sugieren a la imagina­


ción muchos elementos que no están presentes. ¿Quién, por ejemplo,
puede mirar varios minutos a lady Be linda ( 1 1 ) y la muchacha ho­
landesa ( 1 2) sin sentir la altanera expresión de una y la taimada mi­
rada de la otra? Eche otro vistazo a la cigüeña ( 1 3) y comprobará que
la pata parece mucho más esbelta de lo que son las piezas utilizadas.
Se trata de una ilusión óptica. En el caso del yate ( 1 4), esa pequeña
y angulosa punta de arriba sugiere un mástil completo. Si usted une
sus tangrams sobre papel blanco, evitando que las piezas se toquen,
notará que en algunos casos las líneas blancas realzan el efecto, aun­
que en otros lo destruyen.
Por último, presento a dos individuos de gran prestancia ( 1 5 y
1 6) que parecen ser exactamente iguales, salvo que uno tiene pie y
el otro no. Ambas figuras están hechas con los mismos siete tangra­
ms. ¿De dónde obtiene el pie el segundo hombre?

48. Los gatos del hechicero


Un hechicero metió diez gatos en un círculo mágico, tal como
se muestra en la ilustración, y los hipnotizó para que se quedaran quie­
tos mientras él lo deseara. Luego decidió dibujar tres círculos dentro
38
del circulo grande, para que ningún gato pudiera aproximarse a otro
gato sin cruzar un círculo mágico.

Trate de dibujar los tres círculos de modo que cada gato tenga
su propio recinto y no pueda llegar a otro gato sin cruzar una línea.

AC ERTIJOS CON RETAZOS

"De jirones y retazos. "


SHAKESPEARE, Hamlet, iii, 4

49. El acertijo del estandarte

Una dama tenía un retazo cuadrado de estameña con dos leones,


reproducido con exactitud en la ilustración. Deseaba cortar la tela en
partes para unirlas y formar dos estandartes cuadrangulares con un
león en cada uno. Descubrió que se podía hacer en sólo cuatro par-
39
tes. ¿Cómo se las ingenió? Desde luego, cortar el León Británico se­
ría una ofensa imperdonable, así que hay que cuidar de que ningún
corte pase a través de ninguno de ambos. Informamos a las damas que
no se permiten dobleces y que no se puede desperdiciar material. Es
un acertijo de disección bastante sencillo si se lo encara de la mane­
ra adecuada. Recuerde que los estandartes deben ser cuadrados per­
fectos, aunque no es preciso que sean del mismo tamaño.

50. La colcha de la señora Perkins

La señora Perkins ha confeccionado una colcha cuadrada de


patchwork que está integrada por 1 69 piezas. El acertijo consiste en
hallar la cantidad más pequeña posible de porciones cuadradas de que
podría estar hecha la colcha y mostrar cómo unirlas. O, por decirlo a
la inversa, dividir la colcha en la menor cantidad posible de cuadra­
dos, cortando por las costuras.

40
ACERTIJOS GEOM É TRICOS VARIOS

" Tan variados son los gustos de los hombres. "


MARK AKENSIDE

5 1 . El acertijo del compás


Es curioso, pero un mero añadido o una restricción puede con­
vertir un acertijo pueril en un problema interesante y a veces dificul­
toso. Recuerdo que hace muchos años compré en la calle un peque­
ño ingenio mecánico que en ese momento hacía furor. Consistía en
una medalla con orificios, y el acertijo consistía en pasar de un orifi­
cio a otro un anillo que tenía un corte, hasta que al fin salía. Mien­
tras caminaba por la calle pronto dominé el truco de sacar el anillo
con una mano mientras sostenía el ingenio en el bolsillo. Un amigo
ante quien me jacté de mi pequeña hazaña intentó imitarla, y cuando
lo encontré varios días más tarde alardeó de su dominio de ese arte.
Pero quedó boquiabierto cuando le pedí el aparatejo y, sosteniendo
la medalla entre el índice y el pulgar de una mano, mediante una se­
rie de sacudidas logré que el anillo, sin siquiera tocarlo, cayera al sue­
lo. El siguiente problema planteará dificultades a muchos lectores,
simplemente porque existen restricciones.
Muestre cómo encontrar el medio de cualquier línea recta por
medio del compás. No se puede usar regla, lápiz ni otro utensilio, sólo
el compás. Y no se permite ninguna treta, como la de doblar el pa­
pel. Sólo debe usar el compás del modo común y legítimo.

5 2. Los cuatro hijos

Sin duda los lectores estarán familiarizados con este diagrama.


Un hombre poseía una finca cuadrangular. Legó a su viuda el cuarto
que está sombreado. El resto debía dividirse equitativamente entre sus
41
cuatro hijos varones, para que cada cual recibiera tierras de superfi­
cie exactamente igual y tamaño exactamente similar. El diagrama nos
muestra cómo se hizo. Pero el resto de la historia no es tan conoci­
do. En el centro de la finca había un ojo de agua, indicado por la
mancha oscura, y Benjamín, Charles y David alegaron que la divi­
sión no era "equitativa", pues Alfred tenía acceso al ojo de agua,
mientras que ellos no podían hacerlo sin atravesar tierras ajenas. El
acertijo consiste en mostrar cómo dividir la finca para que cada hijo
posea tierras de la misma forma y superficie, y cada cual tenga acce­
so al ojo de agua sin salir de sus tierras.

5 3 . El estandarte de San jorge

En una celebración del festival nacional del Día de San Jorge yo


contemplaba el estandarte del santo patrono de Inglaterra. Todos co­
nocemos la cruz roja sobre fondo blanco que se muestra en la ilus­
tración. Es el estandarte de San Jorge. El estandarte de San Andrés
(Escocia) es una "Cruz de San Andrés" blanca sobre fondo azul. El
de San Patricio (Irlanda) es una cruz similar, roja sobre fondo blan­
co. Las tres se unen para formar la bandera británica.
Ahora bien, al mirar el estandarte de San Jorge pensé que la si­
guiente pregunta constituiría un bonito acertijo. Suponiendo que la
bandera mide cuatro pies por tres pies, ¿qué anchura debe tener el
brazo de la cruz si se requiere que usemos la misma cantidad de es­
tameña roja y blanca?
42
54. El acertijo de la lechera
He aquí un pequeño acertijo bucólico que puede hacer creer al
lector, a primera vista, que se requieren cálculos muy sesudos. Incluso
puede pensar que es imposible dar con una respuesta a menos que se
le indiquen las distancias con alguna precisión. Se trata, sin embar­
go, de un problema muy sencillo.

En la esquina de un campo se ve una lechera ordeñando una vaca,


y del otro lado del campo está el cobertizo donde se deposita la le­
che. Pero se ha notado que la joven siempre va al río con el cubo antes
de regresar al cobertizo. El suspicaz lector se preguntará por qué va
con tanta frecuencia al río. Sólo puedo responder que no nos incum­
be, así que pasaremos al tema del acertijo.
Trace una línea desde el taburete hasta el río, y desde allí hasta
la puerta del cobertizo, la que deberá indicar el trayecto más breve po­
sible para la lechera. Eso es todo. Es muy fácil identificar el lugar
exacto de la ribera hacia donde ella se dirige si desea caminar lo menos
posible. ¿Puede usted hallar ese lugar?

55. El corral de ovejas


Resulta un hecho curioso que las respuestas dadas a algunos de
los más famosos acertijos que aparecen en cualquier libro de recrea­
ciones livianas que haya sido publicado durante los últimos cincuenta
o cien años, o bien son bastante poco satisfactorias o bien son clara­
mente incorrectas. Y sin embargo nadie parece encontrar el fallo. He
aquí un ejemplo: Un granjero tiene un corral hecho con cincuenta
secciones de cerco, capaz de albergar sólo cien ovejas. Suponiendo
43
que desee hacerlo lo suficientemente grande para guardar el doble,
¿cuántas secciones de cerco adicionales debe colocar?

56. Las paredes del jardín

Un dueño de propiedades campestres tiene un campo circular


donde ha edificado cuatro casas, como indica la ilustración. El cam­
po está rodeado por una pared de ladrillo, y el propietario decidió
construir otras tres paredes de ladrillo para que los vecinos no pue­
dan espiarse, pero los cuatro inquilinos insisten en que no debe ha­
ber favoritismos, y que cada cual debe tener la misma longitud de
espacio de pared para dar sombra a sus árboles frutales. El acertijo
consiste en mostrar cómo se pueden construir las tres paredes para que
cada inquilino tenga la misma superficie de terreno, y precisamente
la misma longitud de pared.
Desde luego, cada jardín debe estar totalmente cercado por sus
paredes, y debe ser posible probar que cada jardín tiene exactamente
la misma longitud de pared. Si el acertijo se resuelve adecuadamen­
te, no se necesitan cifras.

57. Cómo hacer cisternas


Nuestro amigo de la ilustración tiene una gran lámina de cinc,
la cual mide (antes de los cortes) ocho pies por tres; ha recortado pie­
zas cuadradas (todas del mismo tamaño) de las cuatro esquinas y ahora
se propone plegar los lados, soldar los bordes y hacer una cisterna.
Pero hay algo que lo desconcierta: ¿ha cortado esos cuadrados del
44
tamaño indicado para que la cisterna contenga la mayor cantidad
posible de agua? Si se cortan muy pequeños, la cisterna tiene poca
profundidad; si se cortan grandes, se obtiene una cisterna alta y del­
gada. Se trata de hallar el modo de cortar esos cuadrados del modo
correcto. ¿Cómo evitar que sean demasiado pequeños o demasiado
grandes?

58. Los seis corrales


He aquí un acertijo con cerillas. En la ilustración se ven trece
cerillas, las cuales representan tramos de cerco y están puestas de tal
modo que encierran seis corrales del mismo tamaño.

Ahora bien, uno de estos tramos fue robado, y el granjero que­


ría encerrar seis corrales de igual tamaño con los doce restantes.
¿Cómo hacerlo? Se deben usar correctamente las doce cerillas, y no
puede haber cerillas superpuestas ni cabos sueltos.
45
PROBLEMAS CON FIC HAS MÓVI LES
"No puedo prescindir d e las fichas . "
SHAKESPEARE:, Cuento de invierno, iv, 3

Los acertijos de esta clase, salvo cuando están relacionados con


juegos como el ajedrez, parecen una novedad relativamente moder­
na. Los matemáticos de tiempos recientes, principalmente Vander­
monde y Reiss, les han dedicado atención, pero los viejos autores no
los tienen en cuenta. En lo que concierne a los juegos con fichas, qui­
zás el más antiguo y conocido en los viejos tiempos sea el Nine Men' s
Morris o Juego del Molino (también conocido con muchos otros nom­
bres), a menos que sea más antiguo ese juego más sencillo, mencio­
nado en las obras de Ovidio ("El juego de Ovidio", Nº 1 06 de Los
acertijos de Canterbury), del cual parece derivar el tres en raya.
En Francia el juego se llama Marelle, en Polonia Siegen Wulf
Myll ("molino, o riña, de la cabra y el lobo"), en Alemania y Austria
se denomina Muhle ("el molino"), en Islandia Mylla; se dice que los
bogas (o barqueros nativos) de América del Sur lo practican, y en el
Amazonas se llama Trique y se sostiene que es de origen indio. En
Gran Bretaña tiene varios nombres en varios distritos, tales como Meg
Merrylegs, Peg Meryll, Nine Peg o' Merryal, Nine-Pin Miracle, Me­
rry Peg y Merry Hole. Shakespeare lo menciona en Sueño de una
noche de verano (ii, 1 ) :
E l nine men' s morris está lleno de lodo;
y los extraños laberintos en el verdor exuberante,
por falta de pisadas, son borrosos.
Lo jugaban los pastores con piedras en orificios abiertos en el
césped. John Ciare, el poeta campesino de Northamptonshire, pregun­
ta en "El pastorcillo": "A menudo rastreamos su paradero ... mediante
el nine men ' s morris plantado en el verdor". Drayton también lo
menciona en su "Polyolbion".
Se lo halló en un viejo mosaico romano descubierto durante las
excavaciones en Silchester, y tallado en la escalinata de la Acrópolis
de Atenas. Hace años, cuando yo visitaba el Museo Christiania, me
mostraron la gran nave vikinga que descubrieron en Gokstad en 1 880.
En las planchas de roble que formaban la cubierta del navío se halla-
46
ron orificios y líneas que marcaban el juego, y los orificios estaban
hechos para recibir tarugos. Mientras inspeccionaba el antiguo mo­
biliario de roble en el Museo Rijks de Amsterdam me interesé en el
escaño de un viejo catecúmeno, y me sorprendí al hallar el diagrama
del juego en el centro del asiento (muy cómodo para partidas subrep­
ticias). Se lo ha descubierto tallado en la sillería de varias catedrales
inglesas. Hacia 1 880 se lo halló tallado en una piedra empotrada en
una pared (probablemente alrededor del 1 200), durante la restaura­
ción de una iglesia Hargrave en Northamptonshire. La piedra se en­
cuentra ahora en el Museo de Northampton. Una piedra similar se
halló luego en Sempringham, Lincolnshire. Se la ve en una antigua
lápida de la Isla de Man, y pintada sobre viejos mosaicos holande­
ses. Y en 1 90 1 se exhumó una piedra de una cantera cerca de Oswes­
try, que llevaba un inequívoco diagrama del juego.
Se lo ha jugado con diversas reglas en diversos períodos y luga­
res. Presento una copia del tablero. A veces se omiten las diagona­
les, pero evidentemente esto no estaba destinado a afectar el juego;
sólo significaba que los ángulos bastaban para indicar los puntos.

Así describe Strutt el juego en Deportes y pasatiempos, y con­


cuerda con el modo en que yo lo jugaba en mi infancia: "Dos perso­
nas, cada cual con nueve piezas, u hombres, los colocan alternativa­
mente, uno por uno, en los puntos; el cometido de cada jugador con­
siste en impedir que su antagonista coloque tres piezas como para
formar una fila de tres, sin la intervención de una pieza del contra­
rio. Si se forma una fila, el que lo consiguió está en libertad de sacar
una de las piezas del competidor de cualquier parte que le parezca más
ventajosa, excepto que éste haya formado una fila, la cual no se debe
tocar si tiene otra pieza en el tablero que no forme parte de dicha fila.
Cuando todas las piezas están en posición, se las desplaza hacia atrás
y hacia adelante, en cualquier dirección que sigan las líneas, pero sólo
47
se pueden mover de un punto al otro (próximo) por vez. Quien coge
todas las piezas del antagonista es el vencedor".

59. Ranas y vasos

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Seis ranas han aprendido una treta interesante. Cuando se posan


sobre vasos de vidrio, como los que vemos en la ilustración, cambian
de lugar de tal modo que las tres ranas negras quedan a la izquierda
y las blancas a la derecha, dejando desocupado el vaso del otro ex­
tremo (es decir, el número 7 en vez del l ). Pueden saltar al número
contiguo, si está desocupado, o saltarse una o dos ranas hasta llegar
a un vaso desocupado. Los saltos se pueden efectuar en cualquiera de
ambas direcciones, y una rana puede saltar sobre su color, el color
opuesto o ambos colores. Este ejemplo de cuatro saltos sucesivos lo
aclara todo: 4 a 1 , 5 a 4, 3 a 5, 6 a 3 .
¿Puede mostrar cómo l o consiguen en diez saltos?

60. El acertijo de la C ruz de la Victoria


El creador de acertijos suel é ser un tío muy ingenioso que se las
apaña con muy pocos elementos. Ciertas trivialidades que escapan a
la observación ajena, o que en todo caso se desechan por irrelevan­
tes, a menudo brindan material interesante a los que buscan maneras
de lograr que el prójimo se devane los sesos.

Iba sentado frente a una dama en un tren, durante el Jubileo de


Diamante de la reina Victoria, cuando me llamó la atención el bro­
che que usaba. Tenía forma de Cruz de Malta o Cruz de la Victoria,
48
y llevaba las letras de la palabra VICTORIA. El número y disposi­
ción de las letras me sugirió de inmediato este acertijo.
El diagrama, como se ve, está integrado por nueve divisiones. El
acertijo consiste en colocar ocho fichas, que lleven las letras de la
palabra VICTORIA, tal como se muestra, y luego deslizar una letra
por vez, de negro a blanco y de blanco a negro alternativamente, hasta
que la palabra se lea en la misma dirección, pero con la V inicial en
uno de los brazos negros de la cruz. En ningún momento puede ha­
ber dos letras en la misma casilla, y se requiere utilizar el método más
breve.
Por cierto, no pueden saltarse casillas. El primer movimiento, ob­
viamente, se debe realizar con la A, la I, la T o la R. Suponiendo
que usted mueva la T hacia el centro, la siguiente ficha será la O o la
C, pues no se puede mover la I ni la R. Luego señalaré una caracte­
rística llamativa de este acertijo.

6 1 . Las ocho locomotoras

El diagrama representa una playa de ferrocarril dirigida con un


criterio un poco extravagante. Sólo se permite que las locomotoras
permanezcan quietas en los nueve puntos indicados, uno de los cua­
les está desocupado en este momento. Se deben mover las locomo­
toras de un punto al otro, una por vez, en diecisiete maniobras, de
modo que sus números queden en orden numérico en tomo del cír­
culo, y que el punto central quede desocupado. Pero una de las loco-
49
motoras tiene la caldera apagada y no puede moverse. ¿Cómo lograr­
lo? ¿Y cuál locomotora permanece inmóvil durante toda la jugada?

62. Las nueve almendras


-He aquí un pequeño acertijo que me ha fascinado --dijo un pá­
rroco--. Es simple pero sumamente interesante.
El reverendo caballero cogió un papel y lo dividió en veinticin­
co cuadrados, como una porción cuadrangular de un tablero de aje­
drez. Luego puso nueve almendras en los cuadrados centrales, como
se muestra en la ilustración, donde hemos puesto círculos numerados
para facilitar la explicación de la solución.
-Pues bien --continuó el párroco--, el acertijo consiste en elimi­
nar ocho almendras y dejar la novena en el cuadrado central. Se efec­
túan las eliminaciones haciendo saltar una almendra sobre otra hasta
el cuadrado vacío contiguo y sacando la almendra por encima de la
cual se saltó, como en las damas, sólo que se puede saltar en cual­
quier dirección, y no sólo diagonalmente. Se trata de hacerlo con la
menor cantidad posible de movimientos.

El siguiente ejemplo lo aclarará todo. Haga saltar el 4 sobre el


1 , el 5 sobre el 9, el 3 sobre el 6, el 5 sobre el 3 , el 7 sobre el 5 y 2, el
4 sobre el 7, el 8 sobre el 4. Pero 8 no queda en el cuadrado central,
como debería. Acuérdese de eliminar las almendras sobre las cuales
saltó. Todos los saltos consecutivos realizados con la misma almen­
dra valen por un solo movimiento.

63. Platos y monedas


Ponga doce platos en una mesa redonda, como en la ilustración,
con una moneda o una naranja en cada plato. Comience en el plato
que prefiera y, yendo siempre en una dirección en torno de la mesa,
coja una moneda, pásela por encima de otras dos, y póngala en el plato
50
siguiente. Hágalo de nuevo; coja otra moneda y, haciéndola pasar por
encima de dos monedas, póngala en un plato; continúe así su despla­
zamiento.

Sólo se han de eliminar seis monedas, y cuando éstas estén si­


tuadas allí debería haber dos monedas en cada uno de seis platos y
seis platos vacíos. Es importante ir en derredor de la mesa la menor
cantidad posible de veces. No importa si las dos monedas que se mue­
ven están en uno o dos platos, ni por encima de cuántos platos va­
cíos se pasa la moneda. Pero siempre se debe ir en la misma direc­
ción alrededor de la mesa y terminar en el punto de donde se partió.
Es decir, la mano sigue siempre hacia adelante en una dirección, sin
retroceder nunca.

64. Torpedeo

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51
Si una flota de dieciséis buques de guerra estuviera anclada y
rodeada por el enemigo, ¿cuántas naves se podrían hundir si cada
torpedo, lanzado en línea recta, pasara bajo tres navíos y hundiera al
cuarto? En el diagrama hemos dispuesto la flota en un cuadrado, don­
de se verá que se pueden hundir hasta siete barcos (los de la fila su­
perior y la primera columna) disparando los torpedos indicados por
las flechas. Anclando la flota a nuestro gusto, ¿en qué medida pode­
mos incrementar este número? Recuerde que cada nave sucesiva es
hundida antes del lanzamiento de otro torpedo, y que cada torpedo
sigue un rumbo diferente; de lo contrario, poniendo las naves en lí­
nea recta, podríamos hundir hasta trece. Es un interesante ejercicio
de guerra naval, y muy práctico, siempre que el enemigo nos permi­
ta disponer su flota a nuestra conveniencia y prometa quedarse quie­
to sin hacer nada.

65. Chicos y chicas


Si tildamos diez divisiones de una hoja de papel para que repre­
senten las sillas, y usamos ocho fichas numeradas para los niños, ten­
dremos un fascinante pasatiempo. Los números impares pueden re­
presentar a los chicos y los pares a las chicas, o se pueden usar fichas
de dos colores, o monedas.

El acertijo consiste en desplazar a dos niños que ocupen sillas


contiguas y ponerlos en las dos sillas ahora desocupadas, haciendo
que intercambien lugares; y así sucesivamente, hasta que todos los
chicos queden juntos y todas las chicas juntas, con las dos sillas des­
ocupadas en un extremo, como ahora.
Para resolver el acertijo hay que lograrlo en cinco jugadas. Los
dos niños siempre se deben tomar de sillas que ahora están contiguas;
y recuerde que es importante que los dos niños cambien lugares, pues
esta característica es distintiva de este acertijo. Con cambio de luga­
res me refiero a que si usted, por ejemplo, mueve 1 y 2 a las sillas
desocupadas, entonces la primera silla (la externa) será ocupada por
2 y la segunda por l .
52
66. Ordenando frascos
Vi a una niña que ordenaba frascos de mermelada en la alacena,
colocándolos en los estantes según la clase de dulce. Noté que toma­
ba un frasco de damasco en una mano y un frasco de grosella en la
otra y los cambiaba de lugar; luego cambió uno de fresas con uno de
frambuesa, y así sucesivamente. Observé que se tomaba muchas mo­
lestias innecesarias, haciendo más cambios de los que hacían falta, y
pensé que era buen tema para un acertijo.

En la ilustración vemos que la pequeña Dorotea debe manipular


veinticuatro frascos y ponerlos en sus respectivos lugares. Quiere
ponerlos en el orden numérico correcto, es decir, 1 , 2, 3 , 4, 5 , 6 en el
estante superior, 7, 8, 9, 1 0, 1 1 y 1 2 en el siguiente, y así sucesiva­
mente. Ahora bien, si siempre tiene un frasco en la mano derecha y
otro en la izquierda e intercambia los lugares, ¿cuántos cambios se­
rán necesarios para poner todos los frascos en orden? Naturalmente,
primero cambiaría el l y el 3 , luego el 2 y el 3, con lo cual tendría en
su sitio los tres primeros frascos. ¿Cómo le aconsejaría usted que si­
guiera? Coloque fichas numeradas en un papel dividido en cuadra­
dos que representen los lugares, y tendrá un divertido acertijo.

53
P ROBLEMAS DE RECORRI DO
"Los veo en su sinuoso camino . "
REGINALD HEBER

Es razonable suponer que desde sus albores el hombre se ha he­


cho estas preguntas: "¿Cuál es el camino más corto para llegar a
casa?" "¿Cuál es el camino más fácil o más placentero?" "¿Cómo
hallar un camino que nos permita eludir al mastodonte y al plesio­
saurio?" "¿Cómo llegar allí sin cruzar la senda del enemigo?" Estos
elementales problemas de recorrido se pueden transformar en buenos
acertijos mediante la introducción de ciertas condiciones para com­
plicar el asunto. En los siguientes ejemplos presentamos varias de
estas complicaciones. También he incluido algunas enumeraciones
más o menos dificultosas. Estas constituyen una excelente práctica
para ejercer el raciocinio, y nos permiten generalizar de modo muy
instructivo en lo concerniente a las formas geométricas.

6 7. La bandera británica

La ilustración es un bosquejo que evoca el Union Jack, la ban­


dera británica. No es posible dibujarlo todo sin levantar el lápiz del
papel ni pasar dos veces por la misma línea. El acertijo consiste en
averiguar cuánto se puede dibujar sin alzar el lápiz ni pasar dos ve­
ces por la misma línea. Coja el lápiz y averigüe cuál es el mejor re­
sultado que puede obtener.
54
68. El acertijo del inspector del metro
El hombre de nuestra ilustración afronta un pequeño dilema. Lo
acaban de designar inspector de un sistema de ferrocarril subterráneo
y tiene el deber de inspeccionar regularmente, dentro de un período
establecido, las diecisiete líneas de la compañía, que unen doce es­
taciones, como se muestra en el plano que él contempla. Ahora quiere
arreglar su ruta de modo que lo lleve por todas las líneas en la menor
cantidad posible de viajes. Debe comenzar donde escoja y terminar
donde escoja. ¿Cuál es la ruta más corta?

¿Algo podría ser más simple? Pero el lector pronto descubrirá


que, sea cual fuere el procedimiento, el inspector debe pasar más de
una vez por ciertas líneas. En otras palabras, si decimos que las esta­
ciones están a una milla de distancia, tendrá que viajar más de dieci­
siete millas para inspeccionar todas las líneas. Allí está la pequeña
dificultad. ¿Qué distancia está obligado a recorrer, y qué ruta reco­
mienda usted?

69. El acertijo del icosaedro


El icosaedro es un cuerpo regular o platónico, pues todos sus
lados, ángulos y planos son similares e iguales. Sus caras son veinte
triángulos equiláteros similares. Un trozo de cartulina de la forma que
mostramos en el diagrama más pequeño se pliega a lo largo de las
líneas punteadas formando un icosaedro perfecto.
55
Ahora bien, cuerpo platónico no significa cuerpo celeste, pero
para nuestro acertijo daremos en suponer que existe un planeta habi­
table con esta forma. También supondremos que, a causa de una sú­
per fluidez del agua, las únicas tierras secas están a lo largo de las
aristas, y que los habitantes desconocen la navegación.

Si cada una de estas aristas tiene 1 0.000 millas de longitud y un


viajero solitario se encuentra en el Polo Norte (el punto más alto),
¿cuánto tendrá que viajar para visitar cada parte habitada del plane­
ta, es decir para recorrer cada una de las aristas?

70. Inspeccionando una mina


El diagrama representa las galerías o túneles de una mina. Su­
pondremos que cada túnel, A a B, B a C, C a H, H a 1, tiene una milla
de longitud. Se verá que hay treinta y un túneles. Ahora bien, un fun­
cionario debe inspeccionarlos todos, y desciende por el conducto hasta
el punto A. ¿Qué distancia debe recorrer, y qué trayecto recomienda
usted? El lector tal vez diga: "Si hay treinta y un túneles, cada cual
56
de una milla de longitud, tendrá que recorrer sólo treinta y una mi­
llas". Pero ello equivale a suponer que nunca deberá recorrer un tú­
nel más de una vez, y no ocurre así.

Tome un lápiz y trate de hallar el trayecto. más corto. Pronto des­


cubrirá que hay bastante margen para la reflexión. Más aún, se trata
de un acertijo desconcertante.

7 1 . Un acertijo con nivel

Se trata simplemente de contar. ¿De cuántas maneras puede us­


ted formar la palabra LEVEL ("nivel") apoyando la punta del lápiz
en una L y luego pasando a lo largo de las líneas de letra en letra? Pue­
de ir en cualquier dirección, hacia adelante o hacia atrás. Claro que
no se le permite saltarse letras, es decir, debe usar una letra cada vez
que llegue a ella.
57
72. El acertijo del marinero

El marinero que mostramos en la ilustración afirmó que desde


su infancia comerciaba en el Pacífico recorriendo una veintena de islas
con una pequeña nave. Nos entregó el tosco mapa que reproducimos
aquí, y explicó que las líneas que unen una isla con otra representa­
ban las únicas rutas que él seguía. Siempre comenzaba en la isla A
al principio de la temporada, y luego visitaba cada isla una vez, y sólo
una vez, terminando su travesía en el punto de partida. Pero siempre
postergaba todo lo posible su visita a C, por razones comerciales so­
bre las cuales no es preciso explayarse. El acertijo consiste en des­
cubrir su ruta exacta, y esto se puede hacer con certeza. Coja un lá­
piz y, comenzando en A, trate de deducirla. Si anota las islas por or­
den de visita -por ejemplo, A, 1, O, L, G, etc.- pronto verá si ha vi­
sitado una isla dos veces o si ha omitido alguna. Por cierto, los cru-
58
ces de las líneas se deben pasar por alto, es decir, usted debe conti­
nuar la ruta directamente, y no puede coger un cruce para cambiar de
rumbo. No hay trucos de esta especie en el acertijo. El marinero co­
nocía la mejor ruta. ¿Puede usted encontrarla?

73. El acertijo de los votantes

Aquí tenemos, quizá, la forma más interesante de este acertijo.


¿De cuántos modos se puede leer la exhortación RISE TO VOTE, SIR
("Póngase usted en pie para votar"), con las mismas condiciones que
en el acertijo anterior? En este caso cada lectura del palíndromo re­
quiere el uso de la V central como letra del medio.

74. El monje y los puentes

59
En la página anterior doy un esquema de un río con una isla y
cinco puentes. En un lado del río hay un monasterio, y en el otro se
ve un monje en primer plano. Ahora bien, de regreso al monasterio
el monje ha decidido cruzar cada puente una vez, y sólo una vez. Esto
es, por supuesto, bastante fácil, pero en el camino piensa para sí: 'Me
pregunto cuántas rutas diferentes tengo para elegir. ' ¿Podría usted de­
círselo?
Tome su lápiz y trace una ruta que lo lleve una vez por los cin­
co puentes. Luego trace una segunda, luego una tercera, y vea si puede
determinar todas las variantes. Verá que la dificultad es doble: por un
lado debe evitar olvidar rutas; por el otro, debe evitar repetirlas.

60
PROBLEMAS DE COMB I NAC I Ó N
Y AG RU PAMI E NTO
"Por cierto , una combinación y una forma . "

SHAKESPEARE : , Hamlet, iii, 4

75. Los caballeros del rey Arturo


El rey Arturo se sentó a la Mesa Redonda en tres veladas suce­
sivas con sus caballeros -Beleobus , Caradoc, Driam, Eric, Floll y
Galahad- pero nadie se sentó dos veces junto a una persona que ya
se hubiera sentado a su lado. En la primera velada se sentaron en or­
den alfabético en tomo de la mesa. Pero después el rey Arturo dis­
puso los lugares de modo de tener a Beleobus tan cerca como fuera
posible y a Galahad tan lejos como pudiera. ¿Cómo colocó a los ca­
balleros, recordando la regla de que ningún caballero puede sentarse
dos veces al iado del mismo?

76. Jugadores de bridge


Doce socios de un club convinieron en jugar bridge juntos en
once noches, pero ningún jugador debía tener el mismo compañero
más de una vez, o el mismo rival más de dos veces. ¿Puede usted tra­
zar un plan mostrando cómo pudieron sentarse todos en tres mesas
todas las noches? Denomine a los doce jugadores por las primeras
doce letras del alfabeto y trate de agruparlos.

77. Tres hombres en un bote


Un generoso fabricante de Londres otorga a sus obreros una se­
mana de vacaciones en la playa todos los años, de su propio pecunio.
En una ocasión quince empleados suyos visitaron Heme Bay . En la
mañana que salieron de Londres su empleador los interpeló de este
modo, expresando la esperanza de que lo pasaran muy bien.
-Me han dado a entender -añadió- que algunos de ustedes son
amantes del remo, así que en esta ocasión me propongo brindarles esa
recreación, y al mismo tiempo darles un pequeño acertijo para resol­
ver. Durante los siete días que pasarán en Heme Bay, todos deben
salir todos los días a la misma hora a remar, pero siempre debe ha­
ber tres hombres en un bote y no más de tres. Dos hombres no pue­
den salir en bote juntos más de una vez, y nadie puede salir dos ve-
61
ces en el mismo bote. Si se las apañan para hacerlo, y usan la menor
cantidad posible de botes, la empresa se hará cargo de los gastos.
Uno de esos hombres me contó que la experiencia que tenía en
dichos asuntos pronto le permitió hallar la respuesta para total satis­
facción de los empleados y del empleador. Pero lo más pintoresco del
asunto es que jamás resolvieron de veras el pequeño misterio. El
método que utilizaron era incorrecto, y creo que mis lectores se di­
vertirán descubriendo el modo en que los hombres debieron ocJ.Ipar
los botes. Como da la casualidad de que se llaman Andrews, Baker,
Carter, Danby, Edwards, Frith, Gay, Hart, Isaacs, Jackson, Kent,
Lang, Mason, Napper y Onslow, desde ahora podemos llamarlos por
sus iniciales y anotar los cinco grupos correspondientes a cada uno
de los siete días de esta manera sencilla:
1 2 3 4 5
Primer día: (ABC) (DEF) (GHI) (JKL) (MNO).
Los hombres incluidos en cada paréntesis ocupan el mismo bote,
de modo que A no puede salir de nuevo con B ni con C, y C no pue­
de salir de nuevo con B . Lo mismo vale para los otros cuatro botes.
Los números corresponden al número de bote, de modo que A, B y
C, por ejemplo, ya no pueden salir más en el bote número l .

78. Los nueve alumnos


Este es un nuevo e interesante complemento del acertijo de "Las
quince alumnas" (véase solución del Nº 77), y aun en esta forma sim­
plísima que presento aquí presenta indudables dificultades. Nueve
alumnos salen en fila de tres en los seis días de la semana, de modo
que ninguno camina nunca al iado de otro más de una vez. ¿Cómo
puede usted agruparlos?
Si los representamos con las primeras nueve letras del alfabeto,
el primer día podemos agruparlos de este modo:
A B C
D E F
G H 1
Entonces A no puede volver a caminar al iado de B , ni B de C,
ni D de E, y así sucesivamente. Pero A puede caminar al lado de C.
No hay objeción a que formen parte del mismo terceto, sino a que
caminen lado a lado en un terceto. En estas condiciones pueden salir
los seis días; con las condiciones de las "alumnas" sólo pueden salir
cuatro días.
62
79. El acertijo de la ratonera
Esta es una versión moderna de un viejo acertijo del mismo nom­
bre, con una diferencia. Numere veintiún tarjetas, 1 , 2, 3, etc hasta
2 1 , y dispóngalas en círculo según el orden indicado en la ilustración.
Estas tarjetas representan ratones. Usted comienza por cualquier tar­
jeta, denominándola "uno", y cuenta "uno, dos, tres", etc en la direc­
ción de las agujas del reloj , y cuando la cuenta concuerde con el nú­
mero de la tarjeta, ha "cazado" un ratón y elimina esa tarjeta. Luego
comienza por la tarjeta siguiente, llamándola "uno" y tratando de
coger otra presa.

Y así sucesivamente. Suponiendo que usted empiece en 1 8, lla­


mando a esa tarjeta "uno", su primera "presa" será el 1 9. Elimine el
19 y su próxima presa será el 1 O. Elimine el 1 O y la próxima presa
será el l . Elimine el 1 , y si cuenta hasta 2 1 (nunca debe pasar esa
cifra), no puede pillar otra presa. Lo ideal es coger a los veintiún ra­
tones, pero esto no es posible aquí, y si lo fuera sólo se requerirían
veintiún intentos, a lo sumo, para lograrlo. Pero el lector debe hacer
que dos tarjetas cualesquiera cambien de lugar antes de empezar. Así,
usted puede cambiar el 6 con el 2, o el 7 con el 1 1 , o cualquier otro
par. Esto se puede hacer de varias maneras para permitirle cazar los
veintiún ratones, si luego usted empieza en el sitio atinado. Nunca
debe pasar por alto una presa; siempre debe eliminar la tarjeta y co­
menzar de nuevo.

80. Cruces con fichas


Para este acertijo sólo necesitamos nueve fichas, numeradas 1 ,2,
3 , 4, 5 , 6, 7, 8 y 9. Se verá que en la ilustración A están dispuestas
para formar una cruz griega, mientras que en B forman una cruz lati­
na. En ambos casos el lector descubrirá que la suma de los números
63
del brazo vertical de la cruz es igual a la suma de los números del
brazo horizontal. Es muy fácil tantear hasta dar con una configura­
ción, pero el problema consiste en descubrir en cuántos modos se
puede hacer en cada caso.

®
@ @® ® ®
®
B
@
®
Recuerde que las inversiones y reflejos no cuentan como dife­
rentes. Es decir, si usted hace girar la página obtendrá cuatro orde­
namientos para la cruz griega, y si la hace girar frente a un espejo
obtendrá cuatro más. Pero se considera que estas ocho configuracio­
nes son una y la misma. Pues bien, ¿cuántos modos existen en cada
caso?

8 1 . La cadena del anticuario

Un anticuario poseía varios eslabones curiosos y antiguos, los


cuales llevó a un herrero, y le pidió que los uniera para formar una
cadena recta, con la única condición de que los dos eslabones circu­
lares no estuvieran juntos. La anterior ilustración muestra el aspecto
de la cadena y la forma de cada eslabón. Ahora bien, suponiendo que
el dueño separase de nuevo los eslabones, y los llevara a otro herre­
ro y repitiera exactamente las mismas instrucciones, ¿qué probabili-
64
dades hay de que los eslabones queden en la misma posición en que
los dejó el primer herrero? Recuerde que cada eslabón sucesivo se
puede unir a otro en una de dos maneras, tal como usted se puede
poner un anillo en el dedo de dos maneras, o eslabonar el índice y el
pulgar de dos maneras.

82. Los cuatro sellos postales


Muchos consideran que contar es lo más fácil del mundo, pero
a veces tiene sus complicaciones. Veamos este sencillo ejemplo. Su­
pongamos que acabamos de comprar doce sellos postales, en esta for­
ma -tres por cuatro- y un amigo nos pide que le demos cuatro sellos
unidos, sin que ningún timbre quede adherido sólo por la esquina.

1 2 a 4

-- -- -- --

11 e 7 8

r---- -- -- --

9 JO 11 12

¿De cuántas maneras es posible recortar esos cuatro sellos? Po­


demos darle 1 , 2, 3, 4, o bien 2, 3, 6, 7, o bien 1 , 2, 3, 6, o bien 1 , 2,
3, 7, o bien 2, 3, 4, 8, y así sucesivamente. ¿Puede usted contar cuán­
tas maneras hay de entregar los cuatro sellos? No hay muchas más
de cincuenta, así que no es una cuenta grande. ¿Puede averiguar el
número exacto?

65
P ROBLEMAS AJ E DREC ÍSTICOS
" Tú y y o iremos al ajedrez . "

GREENE, Cuatro peniques de ingenio

EL TABLERO DE AJ EDREZ

"Buena compañía es un tablero de ajedrez. "


B rRoN : Don Juan , xiii, 89

Un tablero de ajedrez es esencialmente un plano cuadrangular


dividido en sesenta y cuatro cuadrados más pequeños mediante líneas
rectas en ángulo recto. Originalmente no era "ajedrezado" (es decir,
con sus filas y columnas alternando en blanco y negro, u otros dos
colores cualesquiera), y esta mejora se introdujo meramente para
ayudar al ojo durante el juego. La utilidad de este contraste es incues­
tionable. Por ejemplo, facilita el uso de los alfiles, permitiéndonos ver
de una sola ojeada si nuestro rey o nuestros peones, sobre los cuadra­
dos negros, son vulnerables al ataque de un alfil rival que se despla­
za por la diagonal blanca. Pero este contraste no es esencial para el
juego del ajedrez. Además, cuando proponemos acertijos sobre el
tablero, conviene recordar que se puede generar un interés adicional
si "generalizamos" para tableros que contengan cualquier número de
cuadrados, o si nos limitamos a una disposición determinada, no ne­
cesariamente un cuadrado. Presentaremos algunos acertijos que tra­
tan sobre tableros ajedrezados de esta manera general.

83. Divisiones en el tablero


Recientemente me hice la pregunta: ¿de cuántos modos se pue­
de dividir un tablero de ajedrez en dos partes del mismo tamaño y
forma mediante cortes en las líneas que dividen los cuadrados? El
problema pronto demostró ser fascinante y estar erizado de dificul­
tades . Lo presento en forma simplificada, tomando un tablero de
menores dimensiones.
Es obvio que un tablero de cuatro cuadrados sólo se puede divi­
dir de una manera -mediante un corte recto por el centro- porque no
66
contaremos las inversiones ni reflejos como diferentes. En el caso de
un tablero de dieciséis cuadrados -cuatro por cuatro- hay seis mo­
dos. Los he presentado en el diagrama, y el lector no encontrará más.

Ahora, coja usted el tablero de treinta y seis cuadrados y trate de


descubrir de cuántas maneras lo puede dividir en dos partes de la mis­
ma forma y tamaño.

84. La ventana del abad


Una vez el abad de St. Edmondsbury, a causa de ' devociones
demasiado fuertes para su cabeza' , enfermó y tuvo que guardar cama.
Mientras permanecía despierto, moviendo la cabeza de un lado a otro,
los atentos monjes notaron que algo lo perturbaba, pero nadie se atre­
vía a preguntar qué era, pues el abad era un hombre severo que no
toleraba la impertinencia. De pronto llamó al padre John, y ese ve­
nerable monje pronto estuvo junto al lecho.
-Padre John -hijo el abad-, ¿sabes que llegué a este malvado
mundo en un día par de una semana par de un mes par de un año par
de un siglo par?
El monje cabeceó.
-¿Y no te he dicho a menudo que, habiendo nacido en tal fecha,
no siento amor por las cosas impares? ¡ Mira allá!
El abad señaló la gran ventana del dormitorio, de la cual presento
un bosquejo. El monje miró, y quedó estupefacto.
-¿Acaso no ves que las sesenta y cuatro claraboyas suman un
67
número par vertical y horizontalmente, pero que todas las líneas dia­
gonales, excepto catorce, son de un número impar? ¿A qué se debe?
-A decir verdad, monseñor abad, está en la naturaleza misma de
las cosas, y no se puede modificar.
-¿Conque no? Pues será modificado. Te ordeno que algunas de
esas claraboyas se cierren hoy, para que todas las líneas den un nú­
mero par de claraboyas. Procura que esto se haga sin demoras, pues
de lo contrario la bodega permanecerá cerrada por un mes y te acon­
tecerán otras desgracias.

El padre John se devanó los sesos pero, tras consultar con alguien
que era versado en extraños misterios, halló un modo de satisfacer el
capricho del abad. ¿Cuáles claraboyas se cerraron, de modo tal que
las que permanecieron abiertas sumaran un número par en cada línea
horizontal, vertical y diagonal, con la menor obstrucción posible para
la luz?

85. Ajedrez chino


¿En cuántas piezas se puede dividir un tablero de ajedrez (hacien­
do cortes sólo a lo largo de las líneas) sin que dos piezas sean exac­
tamente iguales? Recuerde que la disposición en blanco y negro cons­
tituye una diferencia. Así, un cuadrado negro se considera diferente
de un cuadrado blanco, una fila de tres que contenga dos cuadrados
negros difiere de una fila de tres que contenga dos cuadrados blan­
cos, etc. Si dos piezas no se pueden apoyar sobre la mesa luciendo
exactamente iguales, se consideran diferentes. Y como el dorso del
tablero es liso, las piezas no se pueden invertir.
68
ACERTIJOS AJ E D REC Í STICOS ESTÁTIC OS

"También sirven quienes alerta aguardan . "


MILTON

86. Los cuatro leones

El acertijo consiste en hallar de cuántos modos se pueden colo­


car los cuatro leones para que nunca haya más de un león en cualquier
fila o columna. Las meras inversiones y reflejos no cuentan como
diferentes. Así, partiendo del ejemplo dado, si ponemos los leones en
la otra diagonal, se considera que es el mismo ordenamiento. Pues si
ponemos el segundo ordenamiento frente a un espejo o le damos la
vuelta, simplemente obtenemos el primer ordenamiento. Es un acer­
tijo sencillo, pero requiere cierto grado de reflexión.

87. El cuadrado de Bachet


Uno de los más antiguos acertijos con naipes es el de Claude
Gaspar Bachet de Méziriac, que se publicó por primera vez, tengo
entendido, en la edición de 1 624 de su obra. Separe los naipes A, K,
Q y J de un mazo y dispóngalos en un cuadrado de tal manera que
en ninguna hilera de naipes, horizontal, vertical o diagonal, se encuen­
tren dos barajas del mismo palo o del mismo valor. Esto es bastante
fácil, pero un objetivo del acertijo consiste en encontrar de cuántas
maneras se puede hacer. El eminente matemático francés A. Labos-
69
ne, en su edición moderna de Bachet, da una respuesta incorrecta. Y
sin embargo el acertijo es bastante fácil. Cualquier configuración
genera siete más cuando el cuadrado se invierte o se refleja en un
espejo. Bachet las considera soluciones diferentes.
Nótese que se habla de líneas de cuatro naipes, de modo que las
únicas diagonales que tenemos en cuenta son las dos largas.

88. Convocatoria de alfiles

La mayor cantidad de alfiles que se puede colocar simultánea­


mente en el tablero de ajedrez, sin que ningún alfil ataque a otro, es
catorce. En el diagrama muestro el modo más sencillo de hacerlo. De
hecho, en un tablero ajedrezado de cualquier cantidad de cuadrados,
la mayor cantidad de alfiles que se puede colocar sin atacar es siem­
pre dos menos del doble del número de cuadrados del lado. Es un
interesante acertijo descubrir de cuántos modos los catorce alfiles se
pueden colocar sin ataque mutuo. Daré una sencillísima regla para
determinar la cantidad de modos para un tablero ajedrezado con cual­
quier número de cuadrados.

89. El gentil arte de lamer sellos postales


La Ley de Sellos es una prolífica fuente de amenos acertijos (par­
ticularmente amenos si uno se encuentra entre los exentos). La ini­
ciación en el gentil arte de lamer sellos postales sugiere el siguiente
problemita: si tenemos una tarjeta dividida en dieciséis espacios (4
x 4) y nos dan muchos sellos con valores de 1 , 2, 3 , 4 y 5 peniques,
¿cuál es el mayor valor que se puede pegar en la tarjeta si la ley pro-
70
híbe colocar cada sello en línea recta (horizontal, vertical o diagonal)
con otro sello de valor similar? Desde luego, sólo se puede pegar un
sello en cada espacio. Probablemente el lector descubra, cuando vea
la solución, que le faltan dos peniques para llegar al máximo. Un ami­
go preguntó en la Oficina de Correos cómo hacerlo; pero lo envia­
ron al funcionario de aduanas y recaudación interna, quien lo envió
a la Comisión de Seguros, quien lo envió a una entidad aprobada, que
lo envió procazmente a. . . pero esto no tiene importancia.

90. Las tres ovejas


Un granjero tenía tres ovejas y dieciséis corrales divididos por
cercas del modo que indica la ilustración.

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�>�
(�""\
:ft.-::_.v

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�..;'1!'

¿De cuántos modos podía situar esas ovejas, cada cual en un


corral, para que cada corral estuviera ocupado o en línea (horizontal,
vertical o diagonal) con por lo menos una oveja? Presento un ejem­
plo que satisface estas condiciones. ¿Cuántos otros puede usted en­
contrar? Las meras inversiones y reflejos no cuentan. El lector pue­
de considerar las ovejas como damas de ajedrez. El problema consiste
pues en situar las tres damas para que cada cuadrado esté ocupado o
atacado por cuando menos una dama, en la cantidad máxima de mo­
dos diferentes posibles.

9 1 . El acertijo de los cinco perros


En 1 863, C. F. de Jaenisch comentó por primera vez el "acertijo
de las cinco damas" (disponer cinco damas en el tablero de tal modo
que todas las casillas sean atacadas u ocupadas), el cual fue propues­
to por su amigo, un tal "Mr. de R.". Jaenisch demostró que si ningu­
na dama puede atacar a otra hay noventa y una maneras de colocar
las cinco damas, sin contar las inversiones y reflejos como diferen-
71
tes . Si las damas pueden atacarse entre sí, he registrado cientos de
maneras, pero no podemos enumerarlas todas con exactitud.
La ilustración representa la disposición de sesenta y cuatro pe­
rreras. Se verá que hay cinco perreras que contienen sendos perros,
y una nueva ojeada nos indica que cada una de las sesenta y cuatro
perreras está en línea recta con por lo menos un perro, en forma ho­
rizontal, vertical o diagonal. Escoja la perrera que desee, y descubri­
rá que puede trazar una línea recta hasta un perro en cualquiera de las
tres formas mencionadas.

l lb
� k

lh

El acertijo consiste en desplazar a los cinco perros para descu­


brir de cuántas maneras posibles los podemos colocar en cinco pe­
rreras en línea recta, de tal modo que cada una de las sesenta y cua­
tro perreras siempre esté en línea con por lo menos un perro. Aquí
las inversiones y reflejos cuentan como diferentes.

92. El acertijo del perchero


He aquí un acertijo con cinco damas que presenté de manera
antojadiza en 1 897, con las damas representadas como sombreros en
sesenta y cuatro perchas, por lo cual aquí conservaré el título origi­
nal. Se verá que cada casilla está ocupada o atacada. El acertijo con­
siste en desplazar una dama a otra casilla para que todas los casillas
sigan ocupadas o atacadas, luego desplazar una segunda dama en las
mismas condiciones, luego una tercera y una cuarta. Después del
cuarto movimiento cada casilla debe quedar atacada u ocupada, pero
ninguna dama debe atacar a otra. Desde luego, no es preciso que los
72
movimientos sean "movimientos de dama"; se puede desplazar una
dama a cualquier parte del tablero.

93. Acertijo con peones


Coloque dos peones en medio del tablero, uno en "d4" y el otro
en "e5 " . Ahora coloque los catorce peones restantes (suman dieciséis
en total) de tal modo que no queden tres en línea recta en ninguna di­
rección.
Nótese que no hablo de damas porque al decir "ninguna direc­
ción" no sólo me refiero a las diagonales de 45 grados, sino también
a cualquier otra diagonal.. Los peones se deben considerar como me­
ros puntos en el espacio.

DISPOSI CIONES S I N ATAQUE

Sabemos que n damas siempre s e pueden situar e n u n tablero de


n 2 cuadrados (si n es mayor que 3) sin que ninguna dama ataque a otra.
Pero aún no se ha descubierto ninguna fórmula general para consig­
nar la cantidad de modos en que se puede hacer; probablemente sea
imposible descubrirlo. Los resultados conocidos son los siguientes:
Donde n = 4 hay 1 solución fundamental y 2 en total.
Donde n = 5 hay 2 soluciones fundamentales y 1 O en total.
Donde n = 6 hay 1 solución fundamental y 4 en total.
73
Donde n = 7 hay 6 soluciones fundamentales y 40 en total.
Donde n = 8 hay 1 2 soluciones fundamentales y 92 en total.
Donde n = 9 hay 46 soluciones fundamentales.
Donde n = 1 O hay 92 soluciones fundamentales.
Donde n = 1 1 hay 34 1 soluciones fundamentales.
Obviamente se pueden poner n torres sin atacar en un tablero n2
en n! maneras, pero sólo he deducido cuántas de ellas son fundamen­
talmente diferentes en los cuatro casos donde n equivale a 2, 3 , 4 y
5 . Las respuestas respectivas son 1 , 2, 7 y 23. (Véase el Nº 86, "Los
cuatro leones".)
Podemos situar 2n-2 alfiles en un tablero n2 de 2n maneras. (Véa­
se el Nº 299, "Convocatoria de alfiles". Para los tableros que contie­
nen 2, 3 , 4, 5 , 6, 7, 8 cuadrados por lado hay respectivamente 1 , 2,
3, 6, 1 0, 20, 36 disposiciones fundamentalmente diferentes.
Donde n es impar hay 2 1 (n-1 )/2 disposiciones, cada cual dan­
do 4 por inversiones y reflejos, y 2n - 3 - 2<n - 3>f2 dando 8.
Donde n es par hay 2<n - 2>f2, dando cada cual 4 con inversiones y
reflejos, y 2n - 3 - 2<n - 4>f2, cada cual dando 8.
Podemos situar (n2 + 1 )/2 caballos en un tablero n2 sin ataque,
cuando n es impar, de 1 modo fundamental; y n2/2 caballos en un ta­
blero n2, cuando n es par, de un modo fundamental. En el primer caso
situamos todos los caballos en el mismo color que en el cuadrado
central; en el segundo caso los ponemos todos sobre cuadrados ne­
gros o sobre cuadrados blancos.

ACERTIJOS AJ EDREC ÍSTICOS DINAM ICOS

"Avanza- sigue moviéndote"


THos MoRTON, Cura para el corazón dolorido

94. El león y el hombre


En un edificio público de Roma había una vez una prisión divi­
dida en sesenta y cuatro celdas, todas abiertas al cielo y todas comu­
nicadas entre sí, como muestra la ilustración. Los deportes que aquí
se practicaban se observaban desde una alta torre. El juego favorito
consistía en poner a un cristiano en una celda de una esquina y a un
león en la esquina diagonalmente opuesta y luego dejarlos con todas
las puertas internas abiertas. El efecto consecuente era a veces muy
74
risible. En una ocasión se entregó al hombre una espada .. El hombre
no era un cobarde, y estaba tan ansioso de encontrar al león como el
león de encontrarle a él.

+ + + + + + ..P
+++ + + + +
+ +++++ +
+++++++
....... + + + + + +
++ +++ + +
d- + + + + + +

El hombre visitó cada celda una vez y sólo una vez en la menor
cantidad posible de líneas rectas hasta llegar a la celda del león. El
león, curiosamente, también visitó cada celda una vez y sólo una vez
en la menor cantidad posible de líneas rectas hasta que al fin llegó a
la celda del hombre. Comenzaron juntos y fueron a la misma veloci­
dad; no obstante, aunque en ocasiones se entrevieron, jamás se en­
contraron. El acertijo consiste en mostrar qué ruta siguió cada cual.

95. El viaje de la torre

75
Para bien o para mal, la expedición que debe emprender esta to­
rre es un viaje sin retorno. Realizará veintiún movimientos , visitan­
do todas las casillas del tablero una vez y sólo una vez, parando en
la casilla que denominamos 1 O al final de su décimo movimiento, y
terminando en la casilla denominada 2 1 . No se pueden realizar dos
movimientos consecutivos en la misma dirección, es decir, hay que
girar después de cada jugada.

96. Acertijo con alfiles


Este acertijo es fascinante. Ponga ocho alfiles (cuatro riegros y
cuatro blancos) en el tablero reducido que mostramos en la ilustra­
ción.

El problema consiste en lograr que los alfiles negros cambien de


lugar con los blancos, sin que ningún alfil ataque nunca a otro del co­
lor opuesto. Se deben desplazar alternativamente: uno blanco, uno
negro, uno blanco y así sucesivamente. Cuando haya logrado termi­
nar, procure hacer lo mismo con la menor cantidad posible de movi­
mientos.

97. La regata
¡ Marineros de agua dulce, izad los escotines del foque, desple­
gad la vela mayor, inflad ese foque balón, alistad la mesana!
Nuestra regata consiste en partir desde el punto donde mostra­
mos el yate en la ilustración y tocar cada una de las sesenta y cuatro
boyas en catorce líneas rectas, regresando en la maniobra final hasta
la boya donde comenzamos. El séptimo tramo debe terminar en la
boya donde flamea una bandera.
76
Este acertijo exige gran pericia naval, pues a menudo hay que
maniobrar en ángulo cerrado. La punta de un lápiz y un buen ojo náu-
tico son todos los elementos que necesitamos.

• & .. • • • .. •

• 4 " ti • • • "

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1

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.. � .. � " • � .A

Esto es difícil a causa de la condición concerniente a la boya con


la bandera, y porque es una gira donde se regresa al punto de parti-
da. Pero de nuevo se permite recurrir a esas líneas oblicuas.

98. Cuarenta y nueve estrellas

El acertijo consiste en coger un lápiz, y, partiendo de una estre­


lla negra, tachar todas las estrellas con doce trazos rectos, terminan­
do en la otra estrella negra. Se verá que el intento que se muestra en
la ilustración requiere quince trazos. ¿Puede hacerlo con doce? Cada
77
giro se debe efectuar sobre una estrella, y las líneas deben ser para­
lelas a los lados y diagonales del cuadrado, tal como se muestra. Se
trata de un tablero de ajedrez de dimensiones reducidas, pero sólo se
requieren movimientos de dama (sin salirse de los límites del cuadra­
do).

99. El acertijo del sabueso


En este acertijo las veinte perreras no se comunican entre sí
mediante puertas, sino que están divididas por un parapeto. El soli­
tario ocupante es el sabueso que vive en la perrera de la esquina su­
perior izquierda. Cuando se le otorga libertad, debe obtenerla visitan­
do cada perrera una vez y sólo una vez en una serie de jugadas de
caballo de ajedrez, terminando en la esquina inferior derecha, que está
abierta al mundo.

Las líneas del diagrama de la página anterior muestran una so­


lución. El acertijo consiste en descubrir de cuántos modos el sabue­
so puede salir desde su perrera.

1 OO. Tablero dividido


No podemos dividir el tablero de ajedrez común en cuatro com­
partimientos iguales, y realizar una gira completa con un caballo, o
aun seguir un recorrido en cada compartimiento. Pero podemos di­
vidirlo en cuatro compartimientos, como muestra la ilustración, dos
de veinte casillas cada uno, y otros dos de doce casillas cada uno, y
así obtener un interesante acertijo. Se trata de describir una gira com­
pleta, con reingreso, partiendo de donde uno guste, pero visitando cada
una de las casillas de cada compartimiento antes de pasar a otro, y
78
efectuando el brinco final de vuelta hacia la casilla de donde partió
el caballo. No es difícil, pero resulta muy ameno e instructivo.

La posibilidad de efectuar una "gira" o seguir un "recorrido"


completo con un caballo en un tablero de ciertas dimensiones depende
no sólo de las dimensiones sino de la forma. No es posible una gira
en un tablero que contenga una cantidad impar de casillas, tales como
5 por 5 o 7 por 7, por esta razón: cada brinco del caballo se debe efec­
tuar desde una casilla blanca a una negra y desde una negra a una blan­
ca, alternativamente. Pero si hay una cantidad impar de casillas, un
color tiene por fuerza una casilla de más, así que la senda debe co­
menzar en un casilla del color que tiene más, y terminar en un color
similar; como es imposible desplazar el caballo entre casillas del mis­
mo color, la senda no tiene reingreso. Pero se puede realizar una gira
perfecta en un tablero rectangular de cualquier dimensión siempre que
la cantidad de casillas sea par, y que la cantidad de casillas de un lado
no sea inferior a 6 y del otro no sea inferior a 5. En otras palabras, el
tablero rectangular más pequeño donde es posible efectuar una gira
con reingreso es de 6 por 5 .
N o e s posible que un caballo siga una senda que recorra (sin re­
ingreso) todas las casillas de un tablero si sólo hay dos casillas en un
lado; tampoco es posible en un tablero cuadrado de dimensiones in­
feriores a 5 por 5. En un tablero de 4 por 4 un caballo no puede efec­
tuar una gira ni un recorrido completo; debemos dejar una casilla sin
visitar. Pero en un tablero de 4 por 3 (que tiene cuatro casillas me­
nos) es posible trazar un recorrido completo de dieciséis maneras di­
ferentes. Tal vez al lector le interese descubrirlas. Cada sendero que
comience y termine en diferentes casillas cuenta con una solución di­
ferente, y también las rutas inversas.
79
1 O l . El acertijo de las perreras
Un hombre tiene veinticinco perreras, y todas se comunican en­
tre sí mediante puertas, como muestra la ilustración. Desea disponer
a sus veinte perros de tal modo que formen una secuencia de caba­
llos de ajedrez del perro Nº 1 al perro Nº 20, y la fila inferior de cin­
co perreras debe quedar desocupada, como ahora. Esto se debe ha­
cer moviendo un perro por vez hacia una perrera vacía. Los perros
están bien adiestrados para obedecer, y se puede confiar en que per­
manecerán en las perreras donde los ponemos, excepto que si dos se
alojan en la misma perrera luchan a muerte.

¿Cómo resolver el acertijo en la menor cantidad posible de ju­


gadas sin que dos perros compartan nunca una perrera?

1 02. Las cuatro ranas

80
En la ilustración tenemos ocho hongos, con ranas blancas en 1
y 3 y ranas negras en 6 y 8. El acertijo consiste en mover una rana
por vez, en cualquier orden, a lo largo de una de las líneas rectas que
unen un hongo con otro, hasta que hayan cambiado de lugar, quedan­
do las ranas blancas en 6 y 8, y las negras en 1 y 3. Si usa cuatro fi­
chas sobre un diagrama simple, le resultará muy fácil, pero es más
dificultoso hacerlo en sólo siete jugadas, (cualquier número de des­
plazamientos sucesivos de la misma rana cuenta como una jugada).
No puede haber más de una rana por hongo al mismo tiempo.

ACERTIJOS AJ E D REC ÍSTICOS VARIOS

"El ajedrez constituye un grato e ingenioso


ejercicio mental para ciertas clases de hombres"
BuRTON, Anatomía de la melancolía

1 03. Las torres encerradas

Las torres blancas no pueden salir del pequeño cuadrado donde


están encerradas excepto en la jugada final, al dar jaque mate. El acer­
tijo consiste en dar jaque mate a las negras con la menor cantidad
posible de movimientos con la torre Nº 8, dejando las otras torres en
orden numérico alrededor de los lados del cuadrado, con la brecha
entre 1 y 7 .
81
1 04. Ahogado
Hace unos años se propuso el acertijo de construir una partida
imaginaria de ajedrez donde las blancas queden ahogadas con la me­
nor cantidad posible de movimientos, dejando todas las piezas (treinta
y dos) sobre el tablero. ¿Puede usted llegar a esa posición en menos
de veinte movimientos?

1 OS. Un dilema a.Sombroso


En una partida de ajedrez entre el señor Negro y el señor Blan­
co, Negro estaba en un brete, y como de costumbre debía coger un
tren. Propuso pues que Blanco terminara la partida en su ausencia,
con la condición de que no efectuara ninguna jugada para Negro, sino
sólo con las piezas blancas. El señor Blanco aceptó, pero para su cons­
ternación le resultó imposible ganar la partida en esas condiciones.
Por mucho que lo intentaba, no podía dar jaque mate a su oponente.

¿En qué casilla dejó el señor Negro a su rey? Las otras piezas es­
tán en sus posiciones apropiadas en el diagrama. Blanco puede dar
jaque a Negro cuantas veces quiera, pero en balde, pues nunca llega
a una posición de jaque mate.

1 06. Los seis peones


¿De cuántos modos puedo poner seis peones en el tablero para
que haya una cantidad par de casillas desocupadas en cada fila y co­
lumna? Aquí no tenemos en cuenta las diagonales, y cada conjunto
82
de seis casillas ocupadas constituye una solución diferente, así que
no es preciso excluir inversiones ni reflejos.

1 07. jaque mate


Al entrar en un club londinense, noté la posición que dos j uga­
dores habían dejado al marcharse. Esta posición se muestra en el dia­
grama.

Es evidente que las blancas han dado mate a las negras. ¿Pero
cómo? He ahí el acertijo.

1 08. Monstruosidad
Una Nochebuena yo viajaba en tren al sur de Inglaterra. El com­
partimiento estaba atestado, y los pasajeros estábamos muy apiñados.
Mi compañero de asiento estudiaba sesudamente una posición en uno
de esos tableros plegables que se pueden guardar cómodamente en el
bolsillo, y no pude evitar mirarlo (la posición se muestra en la pági­
na siguiente, y como está un poco borrosa diremos que la pieza de
"c7" es el rey blanco).
Mi compañero de viaje volvió repentinamente la cabeza y sor-
prendió mi expresión de desconcierto.
-¿Juega usted al ajedrez? -,-preguntó.
-Sí, un poco. ¿Qué es eso? ¿Un problema?
-Problema? No, una partida.
-¡ Imposible ! -exclamé con cierta rudeza-. ¡ Esa posición es una
monstruosidad!
83
Extrajo una tarjeta del bolsillo y me la entregó. De un lado tenía
un domicilio y en el anverso las palabras "43 . Rg l " .
-¡ Es una partida por correspondencia! -exclamó-. Usted v e el
último movimiento de mi amigo, y ahora yo estoy meditando mi res­
puesta.
-Excúseme -insistí-, pero la posición parece imposible. ¿Cómo,
por ejemplo_?
- ¡ Ah ! -me interrumpió sonriendo-. Entiendo. Es usted un prin-
cipiante. Juega para ganar.
-¡ Pues me imagino que usted no juega para perder o empatar!
Lanzó una carcajada.
-Tiene usted mucho que aprender. Mi amigo y yo no jugamos
en busca de esos anticuados desenlaces. Vemos en el ajedrez lo ma­
ravilloso, lo estrambótico, lo extravagante. ¿Alguna vez vio una po­
sición como ésta?
Por suerte no, pensé para mis adentros.
-Esa posición, amigo mío, materializa las sinuosas evoluciones
y las sincréticas, sintéticas y sincrónicas concatenaciones de dos ce­
rebros personalísimos. Es el producto de un hiperbólico e hipertrófi­
co intercambio de . . .
-¿Ha leído usted e l periódico vespertino? -interrumpió e l pasa­
jero de enfrente, alcanzándome un periódico. Noté que en el margen,
junto a su pulgar, había garrapateado una nota. Agradeciéndole, cogí
el periódico y leí: "Lunático, pero totalmente inofensivo. Está a mi
cargo".
84
Después de eso dejé que el pobre sujeto delirase a gusto hasta que
ambos nos apeamos en la siguiente estación.
Pero esa extraña posición se me grabó en la mente, siendo el úl­
timo movimiento de las negras 43. \Wg l ; y poco después descubrí
que en efecto era posible llegar a ella en cuarenta y tres movimien­
tos. ¿Podrá el lector reconstruir esa secuencia? ¿Cómo lograron las
blancas poner sus torres y el alfil del rey en su posición actual, tenien­
do en cuenta que nunca pudieron haber movido el alfil del rey? No
se dieron ventajas, y cada movimiento era totalmente legítimo.

85
AC ERTIJOS DE MEDIDA, PESO
Y EMPAQUETADO
"Medida por igual medida " .

SHAKESPEARE, Medida por medida, v, /.

Aparentemente el primer acertijo impreso relacionado con la


medición de una cantidad de líquido, vertiéndolo de un recipiente a
otros de capacidad conocida, fue el propuesto por Niccola Fontana
( 1 500- 1 559), más conocido como Tartaglia ("tartamudo"). Consis­
te en dividir 24 onzas de valioso ungüento en tres partes iguales, dis­
poniendo sólo de recipientes con capacidad para 5, 1 1 y 1 3 onzas
respectivamente. Hay muchas soluciones para este acertijo para seis
manipulaciones, o traslados de un recipiente a otro. Bachet de Mézi­
riac reeditó este y otros acertijos de Tartaglia en su Problemes plai­
sants et délectables ( 1 6 1 2). Es opinión general que los acertijos de
esta clase sólo se pueden resolver mediante ensayo y error, pero creo
que se pueden inferir fórmulas para la solución general de ciertos casos
emparentados. Es un campo de investigación prácticamente inexplo­
rado.
El clásico problema de peso es, por cierto, el propuesto por Ba­
chet. Supone la determinación de la cantidad mínima de pesas que
servirían para pesar cualquier número entero de libras, de 1 a 40 in­
clusive, cuando se nos permite poner una pesa en uno de ambos pla­
tillos. La respuesta es 1 , 3, 9 y 27 libras. Tartaglia había propuesto
el mismo acertijo con la condición de que las pesas sólo se pudieran
poner en un solo platillo. En ese caso la respuesta es 1 , 2, 4, 8, 1 6,
32 libras. MacMahon brinda una solución general para el problema,
y hay una explicación completa en las Recreaciones matemáticas de
Ball.
Los acertijos de empaquetado, en los cuales debemos empaque­
tar un número máximo de artículos de determinadas dimensiones en
una caja de dimensiones conocidas, son, tengo entendido, una nove­
dad reciente. Al menos no recuerdo ningún ejemplo de los antiguos
libros. Uno esperaría ver esta idea presentada como acertijo mecá­
nico en las jugueterías, pero jamás he visto semejante cosa. Lo más
parecido son los rompecabezas, donde sólo es preciso acomodar una
dimensión de las piezas.
86
1 09. El acertijo del tonel
Los hombres de la ilustración disputan por el contenido líquido
de un tonel. Un hombre sostiene que el tonel está más que medio lle­
no, el otro insiste que ni siquiera está medio lleno.

¿Cuál es el modo más fácil de zanjar la cuestión? No es necesa­


rio usar vara, cordel ni implemento de medición alguno. Lo presen­
to como uno de los más simples ejemplos del valor de la mera saga­
cidad para la resolución de acertijos. Problemas aparentemente muy
dificultosos se pueden resolver de modo análogamente fácil si tan sólo
apelamos a nuestro sentido común.

1 1 O. Acertijo con líquidos


He aquí un interesante problema con medición de líquidos. Un
hombre tiene dos recipientes de diez cuartos de galón llenos de vino,
una medida de cinco cuartos y una medida de cuatro cuartos. Quiere
poner exactamente tres cuartos en cada una de las dos medidas .
¿Cómo lo conseguirá? ¿Y cuántas manipulaciones (pases de un reci­
piente al otro) se requieren? No se permite derrochar, volcar ni otros
trucos.
87
1 1 l . Mezclando el té
-Esta mañana llamó la señora Quejumbre -le dijo el honesto ten­
dero a su asistente-. Quiere 20 libras de té a 28 � peniques la libra.
Desde luego tenemos un buen té de 30 peniques, un té un poco infe­
rior de 27 peniques y un té indio barato de 2 1 peniques, pero ella siem­
pre se fija mucho en el precio.
-¿Qué piensa hacer? -preguntó el cándido asistente.
-¿Hacer? --exclamó el tendero- Pues simplemente mezclaremos
las tres clases de té en proporciones diferentes para que las veinte li­
bras le permitan efectuar su compra. Pero no pongas más cantidad del
mejor té de la que sea necesaria, y usa sólo nuestros paquetes com­
pletos de libra. No peses el té.
¿Cómo haría el pobre asistente para mezclar las tres clases de té?
¿Habría usted podido indicarle?

1 1 2. Un acertijo de empaquetado
Como todos sabemos por experiencia, se requiere bastante inge­
nio para empaquetar artículos en una caja si no queremos desperdi­
ciar espacio. Un hombre me contó una vez que tenía una gran canti­
dad de pelotas de hierro, todas exactamente de dos pulgadas de diá­
metro, y deseaba poner la mayor cantidad posible en una caja rectan­
gular de 24 �o pulgadas de longitud, 22 � de anchura y 1 4 pulgadas
de profundidad.
¿Cuál es la máxima cantidad de pelotas que pudo empaquetar en
esa caja?

88
PROBLEMAS DE C RUCE DEL RÍO
"Mi bote está en la costa "
BYRON

Esta es otra clase medieval de acertijos. Probablemente el primer


ejemplo se deba al abad Alcuino, quien nació en Yorkshire en 735 y
falleció en Tours en 804. Y todos conocen la historia del hombre con
el lobo, la cabra y el cesto de repollos cuyo bote sólo podía llevar uno
de los tres a la vez, con el hombre a bordo. La dificultad estribaba en
que el hombre no podía dejar al lobo solo con la cabra, ni a la cabra
sola con los repollos. Tartaglia y B achet examinaron estos acertijos,
que luego fueron examinados por Lucas, De Fonteney, Delannoy,
Tarry y otros. En los acertijos que presento aquí se hallarán un par
de condiciones que aumentan la complejidad.

1 1 3 . Cruzando el río Axe

Hace muchos años, en los tiempos de ese contrabandista cono­


cido como "Rob Roy del Oeste", una banda de piratas sepultó en la
89
costa del sur de Devon ciertos tesoros que, por cierto, abandonaron
de ese modo habitual e inexplicable. Tiempo después tres campesi­
nos descubrieron el paradero del tesoro, visitaron el lugar una noche
y se repartieron el botín. Giles se llevó tesoros por valor de 800 li­
bras, Jasper por valor de 500 y Timothy por valor de 300. Al regre­
sar tenían que cruzar el río Axe en un punto donde habían dejado pre­
parada una pequeña embarcación. Sin embargo, aquí se toparon con
una dificultad que no habían previsto. El bote sólo podía llevar a dos
hombres, o un hombre y un saco, y se tenían tan poca confianza mutua
que ninguna persona podía quedar a solas en tierra o en el bote con
más de su parte del botín, aunque dos personas (que se vigilarían entre
sí) podían quedarse con más de lo que les correspondía. El acertijo
consiste en mostrar cómo atravesaron el río con la menor cantidad po­
sible de cruces, llevando consigo su tesoro. No se pueden emplear tru­
cos tales como cuerdas, "puentes volantes", corrientes, cruces a nado
u otras triquiñuelas.

1 1 4. Fuga por partida cuádruple


El coronel B era un viudo muy taciturno. Trataba a sus cuatro
hijas con una severidad rayana en la crueldad, y ellas sentían un na­
tural disgusto ante esa situación. S iendo cuatro jóvenes encantado­
ras dotadas de muchas virtudes y talentos, no es sorprendente que cada
cual tuviera un devoto admirador. S in embargo el padre prohibió a
los mozos visitarlas en la casa, interceptó la correspondencia y some­
tió a sus hijas a una supervisión más rigurosa que nunca. Pero el amor,
que se burla de cerrojos, llaves y parapetos, estuvo a la altura de la
ocasión, y los cuatro mozos conspiraron juntos para planear una fuga
conjunta.
A orillas de la cancha de tenis que había al pie del jardín corría
el plateado Támesis, y una noche, una vez que las muchachas des­
cendieron de una ventana, todos se escabulleron con sigilo hasta la
orilla del río, donde estaba amarrado un pequeño bote perteneciente
al coronel. Se proponían cruzar hasta la margen opuesta y llegar hasta
un sendero donde les aguardaban vehículos para emprender la fuga.
Pero, ay, a orillas del agua comenzaron sus dificultades.
Los mozos eran tan celosos que no permitían que sus futuras
prometidas permanecieran en ningún momento en compañía de uno
o más hombres a menos que también ellos estuvieran presentes. El
bote sólo podía transportar dos personas, aunque una sola de ellas
bastaba para empuñar los remos, y parecía imposible que las cuatro
parejas pudieran cruzar. Pero en medio del río había un islote, el cual
90
parecía ofrecer una solución para esta dificultad, porque una o más
personas podían quedarse allí mientras el bote iba a la orilla opues­
ta. Si hubieran previsto esta dificultad, habrían elaborado fácilmente
una solución para este escollo en otra oportunidad. Pero estaban tan
apresurados y alborotados con la fuga que pronto fueron presa de una
divertida confusión. Al menos , hubiera sido divertida para cualquier
espectador.
En consecuencia, tardaron el doble y cruzaron el río el doble de
veces de las necesarias. Entretanto el coronel, que tenía el sueño muy
liviano, creyó oír un chapoteo de remos. Pronto dio la alarma a la
servidumbre, y se descubrió que las jóvenes estaban ausentes. Alguien
fue a avisar a la policía, y varios agentes pronto contribuyeron a buscar
a los fugitivos, quienes, a causa de la demora en el cruce del río, fue­
ron capturados al poco tiempo. Las cuatro jóvenes regresaron afligi­
das a su hogar, y luego rompieron su compromiso con enfado.
Durante mucho tiempo fue un misterio que esa partida de ocho
hubiera logrado cruzar el río en ese pequeño bote sin que ninguna
muchacha quedara jamás con un hombre, a menos que su prometido
también estuviera presente. El método favorito consiste en coger ocho
fichas o piezas de cartulina y denominarlas A, B, C, D, a, b, e , d, para
representar a los cuatro hombres y sus futuras esposas, y llevarlas de
un lado de una mesa al otro en una caja de cerillas (el bote), con una
moneda en medio de la mesa para representar el islote.
Ahora pedimos a los lectores que hallen el método más rápido
para que la partida cruce el río. ¿Cuántos viajes de un paraje al otro
se necesitan? Por "paraje" aquí entendemos la costa o el islote. Aun­
que el bote no necesariamente se detendría en el islote en cada cru­
ce, se debe tener en cuenta esta posibilidad. Por ejemplo, no vale que
un hombre quede a solas en el bote (aunque se entendiera que sólo
se proponía cruzar de una orilla a la otra) si hubiera una muchacha a
solas en la isla aparte de aquella con quien estaba comprometido.

91
PROBLEMAS CON J U EGOS

"El pequeño placer del juego" .


MATTHEW PRIOR

Todo juego se presta a la presentación de una variedad de acer­


tijos. Como hemos visto, es posible recurrir al tablero de ajedrez y
al peculiar movimiento de las piezas. Ahora daré ejemplos de acerti­
jos con naipes, fichas de dominó, y también carreras de caballos.

1 1 5. El marco de fichas de dominó

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En la ilustración el juego de veintiocho fichas de dominó está


dispuesto en forma de marco cuadrangular, con 6 contra 6, 2 contra
2, blanca contra blanca y así sucesivamente, como en el juego. Se
encontrará que los puntos de la fila superior y la columna izquierda
suman ambos 44. Los puntos de los otros dos lados suman 59 y 32
respectivamente. El acertijo consiste en reordenar las fichas de la
misma manera para que los cuatro lados sumen 44. Recuerde que las
piezas deben estar colocadas correctamente, siguiendo las reglas del
juego.
92
1 1 6. El acertijo de los naipes en T
Un ameno acertijo con naipes consiste en coger las nueve cartas
de un palo, del as hasta el nueve inclusive, y ordenarlas en forma de
letra T, como se muestra en la ilustración, para que los signos de la
línea horizontal sumen lo mismo que los de la columna. En el ejem­
plo, suman 23 en ambos sentidos. Es muy fácil hacer un ordenamiento
correcto.

El acertijo consiste en descubrir de cuántos modos se puede ha­


cer. Aunque el número es elevado, la solución no es tan difícil si abor­
damos el acertijo del modo correcto. El modo inverso que se obtie­
ne reflejando la ilustración en un espejo no se cuenta como diferen­
te, pero todos los demás cambios en la posición relativa de los nai­
pes se darán por válidos. ¿Cuántos modos hay?

1 1 7. El acertijo de la carrera de caballos


No hay ética en los acertijos. Cuando resolvemos el viejo acer­
tijo del capitán que, teniendo que arrojar a la mitad de la tripulación
por la borda en una tormenta, dispuso echar suertes, pero ordenó a
los hombres de tal modo de sacrificar sólo a los turcos y dejar a los
cristianos a bordo, no nos detenemos a comentar la cuestionable mo­
ralidad del procedimiento. Y cuando encaramos un problema de me­
dición, donde unos peregrinos sedientos deben dividir equitativamen­
te un tonel de cerveza, no alegamos que, como abstemios, va contra
nuestros principios meternos con una bebida que causa embriaguez.
Por tanto, no pediré excusas al introducir un acertijo que se relacio­
na con las apuestas.
Tres caballos -Acido, Bellota y Cápsula- inician una carrera. Las
probabilidades son 4 a 1 para Acido; 3 a 1 para Bellota y 2 a 1 para
93
Cápsula. ¿Cuánto debo invertir en cada caballo para ganar 1 3 libras,
sin importar cuál caballo llegue primero? Supongamos, por ejemplo,
que aposté 5 libras a cada caballo. Si ganara Acido, yo recibiría 20
libras (4 veces 5), y tendría que pagar 5 libras por cada uno de los otros
dos caballos, ganando así 1 O libras. Pero se descubrirá que si Bello­
ta llegara primero sólo ganaría 5 libras, y si venciera Cápsula no ga­
naría ni perdería nada. Esto aclarará la pregunta para el no iniciado
que, al igual que yo, no siente vocación por sumarse a la cofradía de
quienes aducen estar consagrados a la noble tarea de "mejorar la raza
equina".

94
JU EGOS CON ACE RTIJOS

"Dígase d e quien e s derrotado


que yace en la carriola del honor"

HUDIBRÁS

Se puede decir que un juego consiste en una lucha de destreza


para dos o más personas, en la cual participamos por diversión o para
ganar un premio. En cambio, resolver acertijos es una tarea indivi­
dual. Si nos fuera posible dominar las complej idades del juego de
ajedrez de modo de tener la certeza de ganar siempre con la primera
o segunda jugada, o de empatar siempre, dejaría de ser un juego para
transformarse en un acertijo. Desde luego, entre los jóvenes y mal in­
formados, cuando no se entiende correctamente el juego, un acertijo
puede constituir un excelente juego. Sin duda los niños continuarán
jugando al tres en raya, aunque he demostrado (Nº 1 05 , Los acerti­
jos de Canterbury) que entre dos jugadores que entienden cabalmente
el juego siempre tiene que haber empate. Ninguno de ambos jugadores
puede ganar salvo gracias a los errores del oponente. Pero escribo
desde el punto de vista del estudioso de estos temas.
Los ejemplos que incluyo en esta clase son aparentemente jue­
gos, pero, como muestro en cada caso cómo podría ganar un jugador
si jugara correctamente, se trata en realidad de acertijos. El interés
consiste pues en tratar de descubrir el método atinado para jugar.

1 1 8. El juego de los guijarros


He aquí un interesante acertijo que yo jugaba con un conocido
en la playa de Slocomb-on-Sea. Dos jugadores colocan entre ambos
una cantidad impar de guijarros, digamos quince. Luego cada cual
coge por turno uno, dos o tres guijarros (a su elección), y el ganador
es quien obtiene un número impar. Así, si usted obtiene siete y su ri­
val ocho, usted gana. Si usted obtiene seis y él nueve, él gana. ¿Debe
ganar el primero o el segundo jugador, y cómo? Cuando haya resuelto
este problema con quince guij arros, puede intentar de nuevo, por
ejemplo con trece.

1 1 9. Juego de las cuatro esquinas


También aquí juegan dos personas. Una pone una ficha en el Nº
6, y la otra pone una en el Nº 5 5 , y ambas juegan alternativamente,
95
desplazando la ficha a cualquier otro número de una línea. Si nues­
tro oponente se desplaza en cualquier momento a una de las líneas
que ocupamos, o cruza una de nuestras líneas, inmediatamente lo cap­
turamos y ganamos. Veamos un ejemplo.

A se desplaza de 55 a 52; B se desplaza de 6 a 1 3 ; A avanza a


23 ; B pasa a 1 5 ; A se retira a 26; B se retira a 1 3 ; A avanza a 2 1 ; B
se retira a 2; A avanza a 7 ; B va a 3; A se desplaza a 6; B debe ir a 4;
A se establece en 1 1 , y B será capturado en la próxima jugada por­
que está obligado a cruzar una línea donde se encuentra A. Repita
estas jugadas y comprenderá el juego. En cuanto al acertijo, consiste
en esto: ¿qué jugador debería ganar, y cuántas jugadas se necesitan?

1 20. El misterio de las cerillas


He aquí un juego que es simple hasta la puerilidad, pero que
merece investigarse.
El señor Stubbs puso una mesilla entre él y su amigo, el señor
Wilson, y cogió una caja de cerillas, de donde extrajo treinta.
-He aquí treinta cerillas -dijo-. Las divido en tres montones des­
iguales. Veamos. Tenemos 1 4, 1 1 y 5. Ahora bien, los dos jugado­
res extraen alternativamente la cantidad que deseen de cualquier mon­
tón, y quien extrae la última cerilla pierde el juego. ¡ Eso es todo !
Jugaré con usted, Wilson. Yo he formado los montoncitos, así que
usted extrae primero.
-Como puedo extraer la cantidad que guste -respondió Wilson-,
supongo que exhibiré mi moderación habitual y cogeré la totalidad
de la pila de 14.
96
-Es la peor decisión, pues pierde directamente. Y o cojo 6 de la
de 1 1 , dejando dos montones iguales de 5, y dejar dos montones igua­
les es un modo seguro de ganar (con la única excepción de 1 , 1 ) por­
que lo que el contrincante haga en un montón yo puedo repetirlo en
el otro. Si usted deja 4 en un montón, yo dejo 4 en el otro. Si usted
deja sólo 1 en un montón, yo cojo todo el otro montón. Si usted coge
un montón entero, cojo todas las cerillas del otro menos una. No,
nunca debe usted dejar dos montones, a menos que sean iguales y
superiores a 1 , l . Comencemos de nuevo.
-Muy bien -dijo Wilson-. Cogeré 6 del montón de 1 4, y le de­
jaré 8, 1 1 , 5 .
Luego Stubbs dejó 8, 1 1 , 3 ; Wilson dejó 8, 5 , 3 ; Stubbs, 6, 5 , 3 ;
Wilson, 4 , 5 , 3 ; Stubbs, 4, 5 , 1 ; Wilson, 4, 3 , 1 , Stubbs, 2, 3 , 1 ; Wil­
son, 2, 1 , 1 ; lo cual Stubbs redujo a 1 , 1 , l .
-Ahora es evidente que debo ganar -dijo Stubbs-, pues usted
debe coger 1 , y luego yo cogeré 1 , dejándole la última cerilla. Usted
no tenía modo de ganar. Hay justo trece maneras en que se pueden
agrupar las cerillas al comienzo para asegurar el triunfo. De hecho,
los grupos seleccionados, 14, 1 1 , 5, me daban la victoria segura, por­
que haga lo que hiciere el oponente hay siempre una respuesta gana­
dora, y así hasta llegar a la última cerilla.

1 2 1 . El acertijo de los cigarros


Una vez propuse el siguiente acertijo en un club londinense, y
durante largo tiempo atrajo la atención de los presentes. No pudie­
ron desentrañarlo, y lo consideraron imposible de resolver. Sin em­
bargo, como ahora demostraré, la respuesta es muy sencilla.
Dos hombres están sentados ante una mesa cuadrangular. Uno
pone un cigarro común (romo en una punta, puntiagudo en la otra)
sobre la mesa, y el otro hace lo mismo, y así alternativamente, sien­
do una condición que ningún cigarro toque al otro. ¿Cuál jugador
logrará poner el último cigarro, suponiendo que ambos jueguen del
mejor modo posible? El tamaño de la mesa y el tamaño del cigarro
no se aclaran, pero para excluir la ridícula respuesta de que la mesa
podría ser tan ínfima que sólo cupiera un solo cigarro, diremos que
la mesa no debe ser inferior a 2 pies cuadrados y el cigarro no debe
tener menos de 4 � pulgadas de longitud. Con esas restricciones, el
lector puede optar por cualquier dimensión que guste. Desde luego,
entendemos que todos los cigarros son exactamente iguales en todo
sentido. ¿Debería ganar el primer jugador o el segundo?

97
PROBLEMAS VARIOS

" Un acaparador de bagatelas"

SHAKESPEARE, Cuento de invierno, iv, 2

1 22. Una aldea maravillosa


En el Japón hay una aldea situada en un valle muy bajo, y sin
embargo el Sol está más cerca de sus habitantes, cada mediodía, en
4. 800 kilómetros o más, que cuando sale o se pone. ¿En qué parte del
país está situada esa aldea?

1 23 . Los anillos de hierro


La ilustración representa uno de los más antiguos acertijos .me­
cánicos. Su origen es desconocido. El matemático Cardan escribió
sobre él en 1 550, y Wallis en 1 693; aunque se dice que aún se encuen­
tra en oscuras aldeas inglesas (a veces guardado en sitios extraños,
tales como el campanario de una iglesia), hecho de hierro, y apropia­
damente llamado tiring irons ("anillos para halar"), y usado hoy por
los noruegos como cerrojo para cajas y maletines. En las jugueterías
se llama a veces "anillos chinos", aunque no parece haber autoridad
para esta descripción, y con frecuencia se lo conoce con la insatisfac­
toria designación "anillos asombrosos". Los franceses lo llaman Ba­
guenaudier.

El acertijo consiste en un simple gancho de alambre fijado en un


mango que se debe empuñar con la mano izquierda, y varios anillos
sujetados por alambres que atraviesan los orificios de la barra y se
mantienen allí gracias a sus extremos romos. Los alambres se mue­
ven libremente en la barra, pero no pueden desprenderse de ella, y los
alambres no se pueden sacar de los anillos. El acertijo consiste en
98
separar totalmente el gancho de todos los anillos, y luego ponerlos
todos de nuevo.
Ahora bien, se verá a simple vista que el primer anillo (a la de­
recha) se puede quitar en cualquier momento, deslizándolo por enci­
ma del extremo y sacándolo del gancho; y se puede poner realizan­
do la operación inversa. Con esta excepción, el único anillo que se
puede quitar es el segundo contiguo en el gancho, del extremo dere­
cho. Así, con todos los anillos puestos, el segundo se puede sacar de
inmediato; con el primero abajo, no se puede sacar el segundo, pero
sí el tercero; con los tres primeros anillos abajo, no se puede sacar el
cuarto, pero sí el quinto; y así sucesivamente. Se verá que el primer
y segundo anillos se pueden sacar juntos o poner juntos; pero para

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1 {o o o o e o

2 {0 0 0 0 o

3{0
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0 0 0 •

0 0

s{o o • o .

0 0 0

impedir confusiones quitaremos validez a este doble movimiento, y


diremos que sólo se puede poner o quitar un anillo cada vez.
99
Así podemos sacar un anillo en 1 movimiento; dos anillos en 2
movimientos; tres anillos en 5 movimientos; cuatro anillos en 1 0
movimientos; cinco anillos e n 2 1 movimientos; y s i continuamos
duplicando (y añadiendo uno donde el número de anillos es impar)
podemos llegar fácilmente a la cantidad de movimientos necesarios
para sacar totalmente cualquier número de anillos. Para sacar los siete
anillos se requieren 85 movimientos. Examinemos los cinco movi­
mientos realizados para sacar los primeros tres anillos: los círculos
por encima de la línea representan los anillos que quedan en el gan­
cho y los de abajo los anillos que están fuera del gancho.
Saquemos el primer anillo; saquemos el tercero; pongamos el
primero; saquemos el segundo; y saquemos el primero: 5 movimien­
tos, como lo muestran claramente los diagramas. Los círculos oscu­
ros muestran en cada etapa, desde la posición inicial hasta la final,
qué anillos es posible sacar. Después del movimiento 2, se notará que
ningún anillo se puede sacar hasta que uno se haya puesto, porque el
primero y segundo anillos de la derecha, que ahora están en el gan­
cho, no están juntos. Después del quinto movimiento, si deseamos
sacar los siete anillos debemos sacar el quinto. Pero antes de poder
sacar el cuarto es preciso poner los tres primeros y sacar los dos pri­
meros. Entonces tendremos el 7, 6, 4 y 3 en el gancho, y así pode­
mos sacar el cuarto. Cuando hayamos puesto 2 y 1 y sacado 3, 2, 1 ,
podremos soltar el séptimo anillo. La próxima operación consistirá
en poner 6, 5 , 4, 3, 2, 1 en el gancho y sacar 4, 3, 2, 1 con lo que saldrá
el 6; luego poner 5 , 4, 3, 2, 1 en el gancho, y sacar 3, 2, 1 con lo que
saldrá el 5 ; luego poner 4, 3 , 2, 1 y sacar 2, 1 soltando el 4; luego po­
ner 3 , 2, 1 y sacar 1 soltando el 3 ; luego poner 2, 1 soltando el 2; y el
1 se soltará con el movimiento 85, dejando el gancho libre. El lector
ahora puede comprender este acertijo, lo tenga o no en las manos en
forma práctica.
El problema que propongo es simplemente éste. Supongamos
que hay catorce anillos y procedemos a sacarlos del modo correcto
para no desperdiciar ningún movimiento. ¿Cuál será la posición de
los anillos una vez efectuado el movimiento 9.999?

1 24. Un duro ascenso


En una villa suburbana hay una pequeña escalinata con ocho
escalones, sin contar el rellano. He aquí el acertijo con el que Toma­
sito el Listo asombró a su familia. Uno debe comenzar abajo y pisar
dos veces el piso superior (deteniéndose allí al finalizar), tras haber
regresado una vez a la planta baja. Pero hay que tener cuidado de usar
1 00
cada escalón la misma cantidad de veces. ¿Cuál es la cantidad míni­
ma de pasos para efectuar el ascenso? Parece muy sencillo, pero es
muy probable que en su primer intento usted dé muchos más pasos
de los necesarios. Desde luego, no debe subir más de un escalón por
vez.
Tomasito conoce el truco, y lo ha mostrado a su padre, quien
manifiesta desdén por esas cosas; pero cuando sus hijos duermen, el
padre a menudo lleva a los amigos a la sala y se divierte desconcer­
tándolos. Y sin embargo, es sencillísimo cuando sabemos cómo se
hace.

1 25. El acertijo del sábado


En un viejo libro he hallado este pequeño acertijo. Me pregunto
cuántos lectores verán la solución que tenía en mente el autor de la
adivinanza.
Día primero en la semana es el sábado cristiano,
el sábado judío, como antaño, es el día séptimo;
para los turcos es el sexto, como bien nos han contado.
¿Cómo pueden los tres, en el mismo sitio y día,
celebrar cada cual su propio sábado?
"Sábado" aquí debe entenderse, por cierto, como el día de des­
canso consagrado al Señor (que para el cristiano es el domingo y para
el turco el viernes).

1 26. Poniendo monedas


He aquí un interesante acertijo que me sugirió el señor W. T.
Whyte. Coja una hoja de papel y marque un espacio rectangular de
5 pulgadas por 3 , y luego encuentre la mayor cantidad de monedas o
fichas que pueda poner dentro de esos límites con las siguientes con­
diciones. Cada moneda o ficha debe tener una pulgada de diámetro.

101
Ponga la primera donde usted guste, luego ponga la segunda exacta­
mente a una pulgada de la primera, la tercera a una pulgada de la se­
gunda, y así sucesivamente. Ninguna moneda puede tocar otra ni cru­
zar el límite. Nuestra ilustración aclara este asunto. La moneda Nº 2
está a una pulgada de la Nº 1 ; la Nº 3 está a una pulgada de la Nº 2;
la Nº 4 a una pulgada de la Nº 3; pero después de colocar la Nº 10 no
podemos continuar con este criterio. Sin embargo, se han metido al­
gunas monedas más. ¿Cuántas puede colocar el lector?

1 02
SOLU C I O N ES

PROBLEMAS ARITMÉTICOS
Y ALG EBRAICOS

l . Extraña coincidencia
Los viejos libros suelen resolver los acertijos de esta clase me­
diante el tedioso proceso de "deducir retrospectivamente". Pero he
aquí una sencilla solución general: Si hay n jugadores, la cantidad que
tenga cada jugador al final será m(2n), por lo que el último perdedor
debía tener m(n + 1 ) al principio, el siguiente m(2n + 1 ), el siguiente
m(4n + 1 ), el siguiente m(8n + 1 ) y así hasta llegar al primer juga­
dor, que debía tener m(2n-ln + 1 ) .
Así, en este caso, n = 7, y la cantidad que tenía cada jugador al
final era de 1 28 peniques. Por tanto m = 1 , y G empezó con 8 peni­
ques, F con 1 5 , E con 29, D con 57, C con 1 1 3 , B con 225 , y A con
449.

2. Una solicitud caritativa


Hay siete modos de distribuir el dinero: 5 mujeres y 1 9 hombres,
1 0 mujeres y 1 6 hombres, 15 mujeres y 13 hombres, 20 mujeres y
1 0 hombres, 25 mujeres y 7 hombres, 30 mujeres y 4 hombres, y 35
mujeres y 1 hombre. Pero el último caso no debe contarse, porque la
condición era que hubiera "hombres", en plural. En consecuencia la
respuesta es seis años.

3. Las cenas de Noche Vieja


Los comensales presentes en la ocasión sumaban siete parejas,
diez hombres solos y una dama sola. Así, había veinticinco personas
en total, y por los precios fijados pagaron 1 .200 peniques en total.

4. Carne y salchichas
La dama compró 48 libras de carne a 24 peniques, y la misma
cantidad de salchichas a 18 peniques, gastando así 2.0 1 6 peniques.
Si hubiera comprado 42 libras de carne y 5 6 libras de salchichas, ha­
bría gastado 1 .008 peniques en cada artículo, y habría obtenido 98
libras en vez de 96, ganando 2 libras de peso.
1 03
S. Dando cambio
El modo de ayudar al comerciante americano es el siguiente.
Nombrando las monedas por la cantidad de céntimos que represen­
tan, el comerciante pone sobre el mostrador 50 y 25 ; el comprador
pone 1 00, 3 y 2; el extraño añade 1 0, 1 0, 5, 2 y l . Ahora bien, consi­
derando que el coste de la compra sumaba 34 céntimos, es claro que
de todo el dinero que se ha juntado el comerciante debe recibir 1 09,
el comprador 7 1 y el extraño 28 céntimos. Por ende, es obvio que la
pieza de 1 00 debe ir al comerciante, y luego se sigue que la de 50 debe
ir para el comprador, y la de 25 sólo puede ir para el extraño. Ahora
bien, las dos monedas de 1 0 céntimos deben ser para el comprador,
ya que el comerciante sólo requiere 9 céntimos y el extraño 3 cénti­
mos. Entonces es manifiesto que el comprador debe tomar la de 1 cén­
timo, que el extraño debe tomar la de 3 céntimos y el comerciante las
de 5, 2 y 2. Resumiendo, el comerciante lleva 100, 5, 2 y 2; el com­
prador, 50, 1 0, 1 0 y 1 ; el extraño, 25 y 3. Nótese que ninguna de las
tres personas retiene ninguna de sus propias monedas.

6. El tendero y los asistentes


El j oven de los comestibles fue demorado medio minuto y el
joven de las telas ocho minutos y medio (diecisiete veces el tiempo
del anterior), lo cual totaliza nueve minutos. El joven de los comes­
tibles tardó veinticuatro minutos en pesar el azúcar y, contando ese
medio minuto de demora, pasó 24 minutos y 30 segundos en la ta­
rea; pero el joven de las telas sólo efectuó cuarenta y siete cortes para
dividir el rollo de tela, que contenía cuarenta y ocho yardas, en pie­
zas de una yarda. Esto le llevó 1 5 minutos y 40 segundos, y cuando
sumamos los ocho minutos y medio de demora obtenemos 24 minu­
tos y 1 O segundos, con lo cual es evidente que el vendedor de telas
ganó la carrera por veinte segundos. Muchos intentan resolverlo co­
metiendo el desliz de calcular cuarenta y ocho cortes para dividir el
rollo en cuarenta y ocho piezas.

7. Comprando higos
Para la resolución de este acertijo nos interesa la interpretación
exacta de las palabras utilizadas por el comprador y el vendedor. Pre­
sentaré la pregunta de nuevo, esta vez añadiendo unas palabras para
aclarar más el asunto. Las palabras añadidas figuran en bastardilla.
Un hombre fue a una tienda a comprar higos. Dijo que quería un
penique de higos, y le dieron cinco higos.
-No es suficiente -señaló-. Falta un sexto.
1 04
-Pero si le doy un higo más -respondió el comerciante-, tendrá
sted cinco sextos de sobra.
Lo más raro es que ambos tenían razón. ¿Cuántos higos debería
ecibir el comprador por 30 peniques?
La respuesta es que por 30 peniques debería recibir 1 55 higos.
)ividamos este número por 30 y descubriremos que el comprador te­
lÍa derecho a 5 � por cada penique. Por tanto tenía razón al decir,
;uando sólo recibió cinco, que aún le correspondía un sexto. Y el ven­
iedor también tenía razón al decir que si le daba un higo más (es decir,
�eis en total), le estaría dando cinco sextos de higo de sobra.

8. Ladrón de bicicletas
Se dan muchas respuestas absurdas a esta pregunta, y sin embar­
go es muy sencilla si uno tiene en cuenta que el vendedor no puede
haber perdido más de lo que el ciclista robó. Este se fue con una bi­
cicleta que le costó al vendedor once libras, y el "cambio" de diez li­
bras, por lo que obtuvo veintiún libras a cambio de un papel inservi­
ble. Este es el monto exacto de la pérdida del vendedor, y las demás
operaciones (cambiar el cheque, pedir un préstamo a un amigo) no
afectan en absoluto la cuestión. La pérdida de una posible ganancia
sobre la venta de la bicicleta no representa un desembolso de dinero.

9. La edad de ambos
La edad del caballero era 54 años y la de su esposa 45 años.

1 O. La edad de la señora Timpkins


Si en el momento de las nupcias la persona mayor tenía tres ve­
ces la edad de la menor, la edad de esta última debe ser igual a la
cantidad de años que faltan para que la persona mayor la duplique en
edad. En nuestro caso fue dieciocho años después; en consecuencia
la señora Timpkins tenía dieciocho años el día de la boda, y su espo­
so cincuenta y cuatro.

1 l . La edad de Tomasito
La edad de Tomasito era 9 años y tres quintos. La edad de Ann
era 1 6 y cuatro quintos, la edad de la madre 38 y dos quintos, y la
del padre 50 y dos quintos.

1 2. Vecinos
El señor Jupp, 39; la señora Jupp, 34, Julia, 14 y Joe 1 3 ; el se­
ñor Sirnkin, 42, la señora Sirnkin, 40; Sophy, 10 y Sammy, 8.
1 05
1 3 . Fiesta familiar
En la fiesta se encontraban dos niñas y un niño, la madre y el
padre de ellos, y el padre y la madre de este último.

1 4. El reloj desconcertante
Si los 65 minutos se cuentan sobre la esfera del mismo reloj , el
problema sería imposible, pues las manecillas deben coincidir cada
65 % minutos (según lo muestra la esfera), y no importa si adelanta
o atrasa; pero si se mide por el tiempo real, adelanta �1 de minuto en
65 minutos, o 60tl43 de minuto por hora.

1 5. El aldeano
El día de la semana en que se entabló la conversación era domin­
go. Pues cuando pasado mañana (martes) sea "ayer", "hoy" será miér­
coles; y cuando anteayer (viernes) era "mañana", "hoy" era jueves.
Hay dos días entre el jueves y el domingo, y entre el domingo y el
miércoles.
1 6. El reloj del club
La posición de las manecillas en la ilustración sólo puede indi­
car que el reloj se detuvo 44 minutos 5 1 114:Y¡427 segundos después
de las once. El segundero estaría entonces "exactamente a medio ca-
mino" entre las otras dos manecillas a los 45 minutos 52 4%tl427 se­
gundos después de las once. Si se tratara de los puntos del círculo a
los cuales apuntan las tres manecillas, la respuesta sería entonces 45
minutos 22 1061J.427 segundos después de las once; pero la pregunta
aludía a las manecillas, y el segundero no estaría entre ellas en ese
momento, sino fuera de ellas.

1 7. Cobrando la pensión
La distancia es de 6 % millas.

1 8. Sir Edwyn de Tudor


La distancia era de 60 millas. Si sir Edwyn partía al mediodía y
recorría 1 5 millas por hora, llegaría a las cuatro, con una hora de
antelación. Si viajaba a 1 0 millas por hora, llegaría a las seis, con una
hora de retraso. Pero si viajaba a 1 2 millas por hora, llegaría al casti­
llo del malvado barón exactamente a las cinco, la hora convenida.

1 9. El cesto de patatas
Multiplique la cantidad de patatas por ese número menos uno y
por el doble del número menos uno; luego divida por 3 . Así, 50 por
1 06
¡9 por 99 da 242.550, lo que, dividido por 3 , da 80.850 yardas como
·e spuesta correcta. El niño tendría pues que caminar más de 70 kiló­
netros, una grata recreación después de un día de trabajo.

20. El acertijo de los aparadores


El total más pequeño posible es 356 = 1 07 + 249, y el mayor
posible es 98 1 = 235 + 746, o 657 + 324. La suma intermedia puede
ser 720 = 1 34 + 586, o bien 702 = 1 34 + 568, o bien 407 = 1 38 + 269.
En este caso el total debe estar constituido por tres de los dígitos O,
2, 4 ó 7, pero no se puede obtener ninguna suma salvo las tres dadas.
En consecuencia no tenemos opción en el caso de la primera puerta,
hay una alternativa en el caso de la tercera, y una de tres posibilida­
des en el caso de la puerta intermedia. He aquí una solución:
1 07 1 34 235
249 586 746
356 720 98 1
Desde luego, en cada caso los números de las primeras dos lí­
neas se pueden intercambiar entre sí sin alterar el total, y en conse­
cuencia hay exactamente 3.072 modos en que se pueden poner los nú­
meros en la puerta de los armarios. Deseo mostrar un pequeño prin­
cipio implicado en este acertijo. La suma de los dígitos del total siem­
pre está regida por el dígito omitido según el esquema:
% - 'Vto - % - �4 o/15 'Yt6 2lt1 0/ts .
:Y12 - Y13 - - - - -

Cualquiera sea el dígito que omitamos en nuestra línea superior,


la suma de los dígitos del total aparecerá debajo. Así, en el caso del
armario A omitimos el 8, y los números del total suman 14. En con­
secuencia, si deseamos obtener 356, podemos saber de inmediato con
certeza que sólo se puede obtener (si se puede) eliminando el 8 .

2 1 . Las nueve fichas


En este caso es inevitable cierto grado de mero "ensayo". Pero
hay dos clases de "ensayo": los fortuitos y los metódicos. El verda­
dero amante de acertijos no se satisface con ensayos fortuitos. El lec­
tor hallará que con sólo invertir los dígitos de 23 y 46 (transforman­
do los multiplicadores en 32 y 64) ambos productos dan 5 .056. Esto
es una mejora, pero no es la respuesta correcta. Podemos obtener un
producto tan grande como 5.568 si multiplicamos 1 74 por 32 y 96
por 58, pero esta solución no se hallará sin recurrir a alguna reflexión
y mucha paciencia.
1 07
22. Las diez fichas
Como he señalado, es muy fácil disponer las fichas de tal modo
que formen un par de simples multiplicaciones, cada una de las cua­
les dará el mismo producto. Cualquiera puede hacerlo en cinco mi­
nutos con un poco de paciencia. Pero es diferente hallar el par que dé
el mayor producto y el que dé el menor producto.
Para llegar al producto menor, es preciso seleccionar como mul­
tiplicadores los dos números más pequeños que sea posible. En con­
secuencia, si usamos 1 y 2 como multiplicadores, sólo tenemos que
disponer las ocho fichas restantes de tal modo que formen dos núme­
ros, uno de los cuales sea el doble del otro; y al hacer esto debemos,
por cierto, tratar de que el número más bajo sea el menor posible. El
número más bajo que podríamos obtener así sería 3 .045 , pero esto no
funciona, como tampoco 3 .405 , 3 .450, etc; por lo que 3 .485 es el me­
nor posible. Una de las respuestas requeridas es 3.485 x 2 = 6.970, y
6.970 X 1 = 6.970.
Sin embargo, la parte realmente engorrosa del acertijo es la se­
gunda (hallar el par con el producto más elevado), pues no resulta fácil
descubrir si debemos permitir que el multiplicador tenga una o dos
cifras, aunque es claro que debemos mantener, en lo posible, las ci­
fras más altas a la izquierda en el multiplicador y el multiplicando.
Se verá que es posible obtener un producto tan elevado como 58.560.
Así, 9 1 5 X 64 = 58.560, y 732 X 80 = 5 8 .560.

23. Números de taxi


Creo que el producto más elevado se obtiene multiplicando
8.745 .23 1 por 96, a saber, 839.542. 1 76.
El problema general es que con tres dígitos sólo hay dos solu­
ciones posiples, y con cuatro dígitos sólo seis soluciones posibles.
Con cinco dígitos hay sólo veintidós soluciones, a saber:
3 X 4 1 28 = 1 23 84
3 X 428 1 = 1 2843
3 X 7 1 25 = 2 1 375
3 X 725 1 = 2 1 753
254 1 X 6 = 1 5246
65 1 X 24 = 1 5624
678 X 42 = 28476
246 X 51 = 1 2546
57 X 834 = 47538
75 X 23 i = 1 7325
1 08
624 X 78 = 48672
435 X 87 = 37845
9 X 746 1 = 67 1 49
72 X 936 = 67392
2 X 87 1 4 = 1 7428
2 X 874 1 = 1 7482
65 X 28 1 = 1 8265
65 X 983 = 63895
4973 X 8 = 39784
652 1 X 8 = 52 1 68
14 X 926 = 1 2964
86 X 25 1 = 2 1 586
Ahora bien, si tomáramos todas las combinaciones posibles y las
probáramos por multiplicación, necesitaríamos realizar no menos de
30.240 operaciones, o, si rechazáramos de inmediato el número 1
como multiplicador, 28.560 operaciones, un placer del que la mayo­
ría de la gente preferirá abstenerse. Pero veamos si existe un modo
más breve de llegar a los resultados requeridos. Si sumamos los dí­
gitos de cualquier número y luego, todas las veces que sea necesario
volvemos a sumar los dígitos del resultado, debemos llegar al fin a
un número compuesto por una sola cifra. Llamaremos "raíz digital"
a este número.
En cada solución de nuestro problema es necesario que la raíz de
la suma de las raíces digitales de nuestros multiplicandos sea la mis­
ma que la raíz de su producto. Hay sólo cuatro modos en que esto
puede suceder: cuando las raíces digitales de los multiplicandos son
3 y 6, o 9 y 9, o 2 y 2, o 5 y 8. He dividido las veintidós respuestas
que mostramos arriba en estas cuatro grupos. Así es evidente que la
raíz digital de cualquier producto de los dos primeros grupos debe ser
9, y de los segundos dos grupos 4.
Dado que ninguna cifra de cinco dígitos puede tener una suma
digital inferior a 15 o superior a 35, vemos que las números de nues­
tro producto deben sumar 1 8 o 27 para producir la raíz 9, y 22 o 3 1
para producir la raíz 4. Hay tres modos de seleccionar cinco núme­
ros que sumen 1 8 , once modos de seleccionar cinco números que
sumen 27, nueve modos de seleccionar cinco números que sumen 22,
y cinco modos de seleccionar cinco números que sumen 3 1 . En con­
secuencia, hay 26 grupos, y no más, a partir de los cuales se puede
formar un producto.
1 09
A continuación escribimos en una columna estos 28 conjuntos
de cinco números, y procedemos a tabular los posibles factores, o
multipliccandos, en que se pueden descomponer. Parece haber unos
2.000 casos posibles para probar, en vez de los 30.240 que mencio­
namos antes, pero ahora comienza el proceso de eliminación, y si el
lector tiene vista aguda y mente despejada pronto podrá eliminar la
mayoría de estos casos y las multiplicaciones de prueba necesarias
serán relativamente pocas. Se requeriría mucho espacio para expli­
car mi método en detalle, pero tomaré el primer conjunto de núme­
ros de mi tabla y mostraré que es muy fácil con ayuda de algunos
trucos y atajos que se le ocurrirán a cualquiera a medida que conti­
núe.
Mi primer grupo de cinco números es 84. 32 1 . Aquí, como he­
mos visto, la raíz de cada factor debe ser 3 o un múltiplo de 3. Como
no hay 6 ni 9, el único multiplicando posible es 3. Ahora bien, las cua­
tro números restantes se pueden combinar de 24 modos diferentes,
pero no hay necesidad de hacer 24 multiplicaciones.
Vemos a primera vista que, para obtener un producto de cinco
números, el 8 o bien el 4 debe ser el primer número de la izquierda.
Pero a menos que el 2 esté precedido a la derecha por el 8, producirá
un 5 o un 7 al ser multiplicado, algo que no debe ocurrir. Por tanto,
de inmediato quedamos limitados a dos casos, 3 x 4. 1 28 y 3 x 4.28 1 ,
ambos de los cuales dan soluciones correctas. Probemos a continua­
ción con 2 1 , un factor de dos cifras. Si el número a ser multiplicado
está por debajo de 500, el producto tendrá sólo cuatro números o
comenzará con 1 O. Por tanto sólo tenemos que examinar los casos 2 1
X 843 y 2 1 X 834.
Pero sabemos que la primera cifra se repetirá, y que la segunda
cifra será dos veces el primer número sumado al segundo. En conse­
cuencia, como dos veces 3 sumado a 4 produce un cero en nuestro
producto, el primer caso se rechaza de inmediato. Sólo queda por tra­
tar el caso restante por multiplicación, que descubrimos que no da una
respuesta correcta. Si a continuación probamos con el factor 1 2, ve­
mos desde el principio que ni el 8 ni el 3 pueden figurar en el lugar
de las unidades, porque producirían un 6, y así sucesivamente. Un ojo
atento y una mente lúcida nos permiten recorrer nuestra tabla en tiem­
po mucho más breve de lo esperado. A mí el proceso me llevó poco
más de tres horas.
No he intentado enumerar las soluciones en los casos de seis,
siete, ocho y nueve dígitos, pero he registrado casi cincuenta ejem­
plos con los nueve dígitos nada más.
1 10
24. Acertijo centenario
El problema de expresar el número 1 00 como un número mixto
o fracción, usando los nueve dígitos una vez, y sólo una vez, tiene
su lado fascinante, al igual que todos estos acertijos digitales. Un no­
vato puede obtener resultados correctos con paciencia, y hay un pla­
cer singular en descubrir y registrar cada nueva combinación, simi­
lar al deleite del botánico que encuentra una planta largamente bus­
cada. Sólo se trata de disponer estas nueve números correctamente,
y sin embargo con los miles de combinaciones posibles que afronta­
mos la tarea no es tan fácil como puede parecer a primera vista, si
hemos de obtener una cantidad considerable de resultados. Hay once
respuestas, incluida la que di como ejemplo:
96 2 1 4815 37 , 96 1 75214 3 8 , 96 142 813 5 7 , 94 1 578126 3 , 9 1 752418 36 ,
9 1 58 23¡6 4 7 , 9 1 5742f6 3 8 , 82 354 6¡1 97, 8 1 7524f396 , 8 1 5 643fz97 ,
3 6925 8¡7 1 4
Ahora bien, como todas las fracciones representan necesariamen­
te números enteros, será conveniente abordarlos de la siguiente for­
ma: 96 + 4, 94 + 6, 9 1 + 9, 82 + 1 8 , 8 1 + 1 9 , y 3 + 97 .
Con cualquier número entero las raíces digitales (ver solución
anterior) de la fracción que sumada a ese número arroje 1 00 siempre
tendrán una forma particular. Así, en el caso de 96 + 4, se compro­
bará que, de ser posible una respuesta, tanto la raíz digital del nume­
rador como la del denominador de la fracción será 6. Examinemos
los tres primeros ejemplos mencionados, y veremos que es así. En el
caso de 94 + 6 las raíces del numerador y el denominador son res­
pectivamente 3 y 2, en el caso de 91 + 9 y de 82 + 18 son 9 y 8 , en el
caso de 81 + 19 son 9 y 9, y en el caso de 3 + 97 son 3 y 3. Cada frac­
ción que pueda emplearse, pues, tiene su propia raíz digital, y perde­
mos el tiempo si inconscientemente procuramos infringir esta ley.
Los lectores habrán notado que ciertos números enteros son evi­
dentemente imposibles. Así, si hay un 5 en el número entero, tam­
bién debe haber un O o un segundo 5 en la fracción, los cuales están
vedados por las condiciones del acertijo. Entonces no pueden apare­
cer múltiplos de 1 O, tales como 90 y 80, ni tampoco puede el entero
terminar en 9, como en 89 y 79, porque la fracción, igual a 1 1 o 2 1 ,
tendrá 1 en el último lugar, y en consecuencia repetirá un número. Los
números enteros que repiten una cifra, como 88 y 77, también son
manifiestamente inútiles. Estos casos, como he dicho, resultarán ob­
vios para cualquier lector. Pero cuando declaro que las combinacio­
nes tales como 98 + 2, 92 + 8, 86 + 1 4, 83 + 1 7 , 74 + 26, etc, se de-
111
ben desechar al instante como imposibles, la razón no es tan eviden­
te, y lamentablemente no dispongo de espacio para explicarlo.
Cuando se han eliminado todas las combinaciones manifiesta­
mente imposibles, ello no significa que todas las restantes "formas
posibles" sean viables. La forma elemental puede ser correcta, pero
hay otras consideraciones más profundas a tener en cuenta. Por ejem­
plo, 98 + 2 es una combinación imposible, porque de inmediato dis­
tinguimos que no existe una forma posible para las raíces digitales
de la fracción igual a 2. Pero en el caso de 97 + 3 hay una forma
posible para las raíces digitales de la fracción, a saber, 6 y 5 , y sólo
al continuar nuestra investigación podemos determinar que en la prác­
tica esta forma no puede obtenerse, debido a curiosas consideracio­
nes. La deducción se simplifica bastante mediante un proceso de eli­
minación, basado en consideraciones tales como que ciertas multipli­
caciones generan una repetición de cifras, y que el número entero no
puede ser de 1 2 a 23 inclusive, pues en estos casos no se obtienen de­
nominadores suficientemente pequeños para formar la fracción.

25. El místico once


La mayoría de la gente sabe que si la suma de los dígitos de los
lugares impares de cualquier número es igual a la suma de los dígi­
tos de los lugares pares, entonces el número es divisible por 1 1 sin
resto. Así en 8967430 1 2 los dígitos impares, 86402, suman 20, y los
dígitos pares, 973 1 , también suman 20. En consecuencia el número
se puede dividir por 1 1 . Pero pocos saben que si la diferencia entre
la suma de los dígitos impares y pares es 1 1 , o un múltiplo de 1 1 , la
regla también se aplica. Esta ley nos permite descubrir, con muy po­
cas operaciones, que el menor número que contiene nueve de los diez
dígitos (considerando el cero un dígito) y resulta divisible por 1 1 es
1 02.347 . 5 86, y el mayor es 987.652.4 1 3 .

26. Cortesías académicas


Había diez varones y veinte niñas. La cantidad de reverencias de
niña a niña era, pues, 380; de niño a niño 90; de niña a niño 400, y
de niños de ambos sexos ante el profesor 30, dando el total de 900.
Se recordará que nunca se mencionó que el profesor retribuyera las
reverencias de los alumnos.

27. Los fardos de heno


Sumemos los diez pesos y dividamos por 4, y así obtenemos 289
libras como el peso conjunto de los cinco fardos. Si llamamos a los
1 12
cinco fardos A, B , C, D y E, por orden de peso, siendo A el más li­
viano y E el más pesado, entonces 1 1 0 libras, el peso menor, debe
ser el peso de A y B; y el peso menor más próximo, 1 1 2 libras, debe
ser el peso de A y C. Así los dos más pesados, D y E, deben pesar
1 2 1 libras, y C y E deben pesar 1 20 libras. Sabemos que A, B , D y E
pesan conjuntamente 23 1 libras, lo cual, deducido de 289 libras (el
peso de los cinco fardos), nos da el peso de C, 58 libras. Ahora bien,
por mera sustracción, hallamos que el peso de los cinco fardos es 54,
56, 58, 59 y 62 libras respectivamente.

28. El gran revoltijo


La cantidad más pequeña de confites que cumple las condicio­
nes es 26.880. Los cinco chicos obtuvieron respectivamente: Andrew,
2.863; Bob, 6.335; Charlie, 2.438; David, 1 0.294; Edgar, 4.950. Hay
una pequeña trampa en las palabras cercanas al final, "un quinto de
lo mismo", que al principio parece modificar toda la cuenta. Pero un
poco de reflexión nos indica que las palabras sólo podían significar
"un quinto de cinco octavos", la última fracción mencionada, es de­
cir, un octavo de los tres cuartos que Bob y Andrew habían adquiri­
do la última vez.

29. Capturando al lad rón


El agente dio treinta pasos. En el mismo tiempo el ladrón daba
cuarenta y ocho, lo cual, sumado a su ventaja inicial de veintisiete,
lo trasladó setenta y cinco pasos. Esta distancia equivaldría a treinta
pasos del agente de policía.

JO. El número rasgado


El otro número que satisface todos los requerimientos del acer­
tijo es 9.80 1 . Si lo dividimos por la mitad, generando dos números,
y los sumamos, obtenemos 99, el cual multiplicado por sí mismo da
9.80 l . Es verdad que 2.025 tiene iguales características, pero este nú­
mero queda excluido por el requisito de que no debe haber dos cifras
iguales.
La solución general es curiosa. Llamemos n a la cantidad de ci­
fras de cada lado de la etiqueta rasgada. Luego, si añadimos 1 a cada
uno de los exponentes de los factores primos (que no sean 3) de 1 0n
- 1 (considerando a 1 como un factor con el exponente constante 1 ),
su producto será la cantidad de soluciones. Así, para una etiqueta de
seis cifras, n = 3 . Los factores de 1 03 - 1 son 1 1 x 3 7 1 (sin tener en
cuenta el 33) y el producto de 2 x 2 = 4, la cantidad de soluciones.
1 13
Esto siempre incluye los casos especiales 98---0 1 , 00---0 1 , 998---00 1 ,
000----00 1 , etc. Las soluciones s e obtienen del siguiente modo: fac­
torice 1 03 - 1 de todos los modos posibles, siempre manteniendo jun­
tas las potencias de 3, así 37 x 27, 999 x l . Luego resuelva la ecua­
ción 37x = 27y + l . Aquí x = 1 9 e y = 26. Entonces, 1 9 x 37 = 703 ,
cuyo cuadrado da una etiqueta, 494.209. Una solución complemen­
taria (mediante 27x = 37y + 1 ) se puede encontrar de inmediato por
1 0" -703 = 297, cuyo cuadrado da 088.208 para la segunda etique­
ta. (Esos ceros de la izquierda se deben incluir, aunque conduzcan a
caso s raros como 00238---0464 1 = 48792 , donde 0238-464 1 no fun­
cionaría.) El caso especial 999 x 1 se puede escribir de inmediato
998.00 1 , de acuerdo con la ley que hemos mostrado, añadiendo nue­
ves a una mitad y ceros a la otra, y su complementario será 1 prece­
dido por cinco ceros, ó 00000 l . Así obtenemos los cuadrados de 999
y l . Estas son las cuatro soluciones.

3 1 . N úmeros extraños
Los tres números más pequeños, además de 48, son 1 .680, 57. 1 20
y 1 .940.448 . Se verá que 1 .68 1 y 84 1 , 57. 1 2 1 y 28.56 1 , 1 .940.449 y
970.225 , son respectivamente los cuadrados de 4 1 y 29, 239 y 1 69,
1 .393 y 985 .

3 2. El avaro redimido
Como no nos dicen en qué año Jasper Bullyon realizó esta ge­
nerosa distribución de su fortuna, sino que debemos hallar la menor
cantidad posible, es claro que debemos buscar un año que tenga la
forma más favorable.
Hay cuatro casos a tener en cuenta: un año común con cincuen­
ta y dos domingos y con cincuenta y tres domingos, y un año bisies­
to con cincuenta y dos y cincuenta y tres domingos respectivamen­
te. He aquí las cantidades más bajas posibles en cada caso:
3 1 3 días laborales, 52 domingos 1 1 2.055 libras
3 1 2 días laborales, 53 domingos 1 9.345 libras
3 1 4 días laborales, 52 domingos sin solución posible
3 1 3 días laborales, 53 domingos 69. 1 74 libras
La menor cantidad posible, y por ende la respuesta correcta, es
1 9. 345 libras, distribuidas en un año común que comenzó en domingo
(el año 1 9 1 1 tuvo estas características). Habría pagado 53 libras cada
día del año, o 62 libras cada día laboral, con un resto de 1 libra, tal
como se requería, en el último caso.
1 14
33. Los cuadrados del círculo
Aunque este problema puede resultar dificultoso para el no inicia­
do, es bastante sencillo y se facilita aún más si se insertan cuatro de
los diez números.
Primero, se notará que los cuadrados que son diametralmente
opuestos tienen una diferencia común. Por ejemplo, la diferencia entre
el cuadrado de 1 4 y el cuadrado de 2, en el diagrama, es 1 92; y la
diferencia entre el cuadrado de 16 y el cuadrado de 8 también es 1 92.
Así debe ocurrir en cada caso.
Entonces debemos recordar que la diferencia entre los cuadrados
de dos números consecutivos es siempre el doble del número menor
más 1 , y que la diferencia entre los cuadrados de dos números cua­
lesquiera siempre se puede expresar como la diferencia de los núme­
ros multiplicada por su suma. Así el cuadrado de 5 (25) menos el
cuadrado de 4 ( 1 6) equivale (5 + 4) x 1 , es decir 9; además, el cua­
drado de 7 (49) menos el cuadrado de 3 (9) equivale a (7 + 3) x (7 -
3), es decir 40.
Ahora bien, el número 1 92, al que hemos aludido, se puede di­
vidir en cinco pares de factores pares: 2 x 96, 4 x 48, 6 x 32, 8 x 24
y 12 x 1 6, y éstos divididos por 2 nos dan 1 x 48, 2 x 24, 3 x 1 6, 4 x
1 2 y 6 x 8. La diferencia y la suma respectivas de cada uno de estos
pares a la vez producen 47 y 49; 22 y 26; 1 3 y 1 9; 8 y 26; 2 y 1 4 . Es­
tos son los números requeridos, cuatro de los cuales ya están coloca­
dos. Los seis números que se deben añadir se pueden colocar de seis
maneras diferentes, y una de ellas es, leyendo el círculo hacia la de­
recha del lector, 1 6, 2, 49, 22, 1 9, 8, 14, 47, 26, 1 3 .
Deseo llamar la atención del lector sobre otro detalle. En todos
los círculos de esta clase, la diferencia entre los números diametral­
mente opuestos aumenta en determinada proporción, siendo los pri­
meros números (con la excepción de un círculo de 6) 4 y 6, y formán­
dose los otros mediante la duplicación del inmediatamente anterior
menos uno. Así, en el caso citado, la primera diferencia es dos, y luego
los números aumentan por 4, 6, 8 y 1 2. Desde luego, puede hallarse
una solución infinita de soluciones si admitimos fracciones. La can­
tidad de cuadrados de un círculo de este tipo, sin embargo, debe te­
ner la forma 4n + 6; es decir, debe ser un número compuesto por 6
más un múltiplo de 4.

34. Un contratiempo legal


La evidente intención del finado era legar al hijo varón el doble
que a la madre, o a la hija la mitad que a la madre. Por tanto la divi-
1 15
sión más equitativa sería que la madre se llevara dos séptimos, el hijo
varón cuatro séptimos y la hija un séptimo.

35. Las vacaciones de los mineros


B ill Harris gastó 1 62 peniques, lo cual representaría 36 peniques
más que el promedio de los siete hombres ( 1 26 peniques).

36. Un problema con cuadrados


Los lados de los tres cuadrados miden 3 1 , 4 1 y 49 pulgadas res­
pectivamente. La diferencia común en superficie es exactamente de
720 pulgadas cuadradas. Tres números cuyos cuadrados están en pro­
gresión aritmética, con una diferencia común de 7, son llVJ.zo. 33'7ftzo
y 463ftzo ; y con una diferencia común de trece 8092o/¡9380 . l 06921ft9380 y
1 2mo/¡93so. En el caso de números cuadrados enteros, la diferencia
siempre será divisible por 24, así que es obvio que nuestros cuadra­
dos deben ser fraccionales. Ahora el lector debería tratar de resolver
el caso donde la diferencia común es 23. Es un hueso duro de roer.

3 7. El avaro español
Había 386 doblones en un cofre, 8.450 en otro, y 1 6.5 1 4 en el
tercero, ya que 386 es el menor número posible. Si yo hubiera pedi­
do la menor suma posible de monedas, la respuesta habría sido 482,
3 . 3 62 y 6.242. Se verá que en cualquiera de ambos casos, si se com­
bina el contenido de dos cajas cualesquiera de las tres, forman un
número cuadrado de monedas. Es una curiosa coincidencia (y nada
más, pues no ocurre siempre) que en la primera solución los dígitos
de los tres números sumen 1 7 en todos los casos, y que en la segun­
da solución sumen 1 4. Nótese que el número que está en medio de
los tres es siempre la mitad de un número cuadrado.

3 8. Los cinco salteadores


La suma de 200 doblones podría haber sido alcanzada por los
cinco salteadores de 6.627 maneras diferentes. Alfonso pudo haber
alcanzado cualquier cifra de 1 a 1 1 . Si tenía 1 doblón, hay 1 .005
maneras de distribuir el resto; con 2 doblones, hay 985 maneras; con
3 doblones, hay 977 maneras; con 4 doblones, hay 903 maneras; con
5 doblones, 832 maneras; con 6 doblones, 704 maneras; con 7 doblo­
nes, 570 maneras; con 8 doblones, 388 maneras; con 9 doblones, 200
maneras; con 1 O doblones , 60 maneras; y si Alfonso se quedaba con
1 1 doblones , el resto se distribuiría de 3 maneras. No podía tener más
de 1 1 doblones. Nadie esperará que describa detalladamente las 6.627
1 16
maneras, pero mi propósito es capacitar al lector, si él lo desea, para
describir todas las respuestas donde Alfonso tiene una misma canti­
dad. Tomemos los casos en que Alfonso tiene 6 doblones, y veamos
cómo podemos obtener las 704 maneras que se indican arriba. He aquí
dos tablas que servirán como claves para las respuestas.
Tabla 1 Tabla 11
A=6 A=6
B=n B=n
e = (63 - 5n) + m e= 1 +m
D = ( 1 28 + 4n) - 4m D = (376 + 1 6n) - 4m
E = 3 + 3m E = ( 1 5n - 1 83) + 3m
En la primera tabla podemos reemplazar n por cualquier núme­
ro entero de 1 a 1 2 inclusive, y m puede ser cero o cualquier número
entero de 1 a (3 1 + n) inclusive. En la segunda tabla n puede poseer
el valor de cualquier número entero de 1 3 a 23 inclusive, y m puede
ser cero o cualquier número entero de 1 a (93 - 4n) inclusive. La pri­
mera tabla da así (32 + n) respuestas por cada valor de n; y la segun­
da tabla da (94 - 4n) respuestas por cada valor de n. La primera, pues,
da 462 y la segunda 242 respuestas, que en conjunto forman 704,
como ya hemos indicado.
Tomemos la Tabla 1, y digamos que n = 5 y m = 2; en la Tabla
11 digamos que n = 1 3 y m = O. De inmediato obtenemos estas dos
respuestas:
A = 6 A = 6
B = 5 B = 13
e = 40 e = 1
D = 1 40 D = 1 68
E = ___2 E = _.ll
200 doblones 200 doblones
Se verá que estas respuestas son correctas. En cuanto al resto de
las 704 respuestas, donde Alfonso siempre posee seis doblones, se
pueden obtener del mismo modo a partir de las dos tablas, sustitu­
yendo las letras m y n por los diferentes números.
Dicho de otro modo, por cada cantidad que posea Alfonso la
cantidad de respuestas es la suma de dos progresiones aritméticas,
siendo la diferencia común 1 en un caso y -4 en el otro. En el caso
donde Alfonso tiene 6 doblones una progresión es 33 + 34 +35 + 36
+ . . . . . . . + 43 + 44, y en el otro 42 + 38 + 34 + 30 + . . . . . . . . . + 6 + 2. La
suma de la primera serie es 462, y la de la segunda 242, resultados
1 17
que nuevamente concuerdan con las cifras que ya hemos dado. Pue­
de decirse que el problema consiste en hallar el primero y último tér­
mino de cada progresión. Debo señalar que en los casos en que Al­
fonso posee 9, 10 u 1 1 doblones, hay una sola progresión, de la se­
gunda forma.

39. El problema del cantero


El acertijo consiste en esto. Busque el número cuadrado más
pequeño que se pueda expresar como la suma de más de tres cubos
consecutivos, quedando eliminado el cubo l . Como se debían sumi­
nistrar más de tres pilas, esta condición excluye la que de otra mane­
ra sería la solución más pequeña, 233 + 243 + 253 = 204 2 • Pero admi­
te la respuesta 253 + 263 + 273 + 283 + 293 = 3 1 5 2 • Sin embargo, la
respuesta correcta requiere más pilas, aunque una suma menor de blo-
ques. Héla aquí: 143 + 1 53 + . . . . . . . . . . hasta 253 inclusive, o doce pilas
en total, lo cual, sumado, da 97 .344 bloques de piedra que se pueden
extender para formar un cuadrado de 3 1 2 x 3 1 2. Sólo señalaré que
una clave de la solución radica en los llamados "números triangula­
res".

40. Las esposas holandesas


El dinero pagado en cada caso fue un número cuadrado de che­
lines, porque compraron un cerdo a 1 chelín, dos cerdos a 2 chelines
cada uno, tres cerdos a 3 chelines cada uno y así. Pero cada esposo
paga en total 63 chelines más que la esposa, y debemos averiguar de
cuántas maneras 63 puede ser la diferencia entre dos números cua­
drados. Estas tres son las únicas maneras posibles: el cuadrado de 8
menos el cuadrado de 1 , el cuadrado de 1 2 menos el cuadrado de 9,
y el cuadrado de 32 menos el cuadrado de 3 1 . Aquí 1 , 9 y 3 1 repre­
sentan el número de cerdos comprados y la cantidad de chelines por
cerdo pagado por cada mujer, y 8, 1 2 y 32 lo mismo en cuanto a sus
respectivos esposos. A partir de la nueva información suministrada
sobre sus compras, ahora podemos presentarlos en pares: Cornelius
y Gurtrün compraron 8 y 1 ; Elas y Katrün compraron 1 2 y 9; Hen­
drick y Anna compraron 32 y 3 1 . Y estos pares representan correc­
tamente las tres parejas.
Tal vez el lector desee saber cómo podemos determinar el nú­
mero máximo de modos en que un número se puede expresar como
la diferencia entre dos cuadrados, y cómo hallar los cuadrados. Todo
entero excepto 1 , 4 y el doble de cualquier número primo, se puede
expresar como la diferencia de dos cuadrados enteros en tantos mo-
1 18
dos como se pueda dividir en pares de factores, contando al 1 como
factor. Supongamos que el número es 5 . 940. Los factores son
22 .33.5. 1 1 . Aquí los exponentes son 2, 3 , 1, l. Una forma rápida de
hacer el cálculo es restar 1 de los exponentes de 2 y sumar 1 a todos
los demás exponentes. Obtenemos entonces 1 , 4, 2, 2 y la mitad del
producto de estos cuatro números será el número requerido de ma­
neras en que 5.940 puede ser la diferencia de dos cuadrados, es de­
cir, 8. Para hallar estos ocho cuadrados, como se trata de un número
par, primero debemos dividir 5.948 por 4 y obtenemos 1 .485, cuyos
ocho pares de factores son 1 x 1 .485, 3 x 495 , 5 x 297, 9 x 1 65 , 1 1 x
1 35 , 1 5 x 99, 27 x 55 y 33 x 45 . La suma y diferencia de los miem­
bros de cualquiera de estos pares dará los números requeridos. Así,
el cuadrado de 1 .486 menos el cuadrado de 1 .484 es 5 . 940, el cua­
drado de 498 menos el cuadrado de 492 es el mismo, y así sucesiva­
mente. En el caso de 63, el número es impar; así que factoreamos 1
x 63, 3 x 2 1 , 7 x 9. Luego hallamos que la mitad de la suma y dife­
rencia nos da los números 32 y 3 1 , 1 2 y 9, y 8 y 1 , como se muestra
en la solución del acertijo.
El, problema inverso, encontrar los factores de un número cuando
lo hemos expresado como la diferencia entre dos cuadrados, es ob­
vio. Por ejemplo, la suma y diferencia de cualquier par de números
en la última oración del párrafo anterior nos darán los factores de 63.
Cada número primo (excepto 1 y 2) se puede expresar como la dife­
rencia entre dos cuadrados de una manera, y sólo de una manera. Si
un número se puede expresar como la diferencia entre dos cuadrados
en más de una manera, es compuesto; y habiéndolo expresado así, de
inmediato podemos obtener los factores, como hemos visto. Fermat
mostró en una carta a Mersenne o Frénicle, en 1 643, cómo descubrir
si un número se puede expresar como la diferencia de dos cuadrados
en más de un modo, o demostrar que es primo. Pero el método, cuan­
do se trata de números grandes, es por fuerza tedioso, aunque en la
práctica se puede abreviar considerablemente. En algunos casos es el
método más breve conocido para factorizar números grandes, y siem­
pre he sostenido que Fermat lo utilizó para realizar cierta hazaña de
factorización que es histórica y está envuelta en el misterio.

1 19
PROBLEMAS G EOMÉTRICOS

4 1 . Acertijo con cuadrado

El diagrama se explica por sí mismo. Una de las cinco piezas se


cortó en dos para formar el cuadrado.

42. El pentágono y el cuadrado


Un pentágono regular se puede dividir en seis partes que enca­
jan a la perfección para formar un cuadrado, como ahora demostra­
ré. Hasta ahora la mejor solución daba siete partes: la solución pro­
puesta hace unos años por el matemático Paul Busschop. Primero
formamos un paralelogramo, y a partir de allí el cuadrado. El proce­
so se ve en nuestro siguiente diagrama.

1 20
El pentágono es ABCDE. Mediante el corte AC y el corte FM
(siendo F el punto medio entre A y C, y estando M a igual distancia
desde A que F), obtenemos dos partes que se pueden poner en posi­
ción en GHEA y formar el paralelogramo GHDC. Luego hallamos
la media proporcional entre la longitud HD y la altura del paralelo­
gramo, es decir, la raíz cuadrada del área del paralelogramo. Marca­
mos esta distancia desde C en K, luego trazamos CK, y desde G ha­
cemos la línea GL, perpendicular a KC. El resto es fácil y bastante
obvio. Las seis partes forman o bien el pentágono o bien el cuadra­
do.
He recibido lo que pretendía ser una solución en cinco partes,
pero el método se basaba en la sutil falacia de que la mitad de la dia­
gonal más la mitad del lado de un pentágono equivaldría al iado de
un cuadrado de la misma superficie. La califico de sutil porque es una
aproximación muy cercana que engaña la vista, y es muy difícil pro­
bar su inexactitud. No tengo noticias de que antes se haya reparado
en esta curiosa aproximación.
Otro lector hizo el lado de su cuadrado 1 � del lado del pentá­
gono. En realidad, la proporción es irracional. Calculo que si el lado
del pentágono es 1 (en pulgadas, pies o cualquier otra medida) el lado
del cuadrado de igual superficie es aproximadamente 1 ,3 1 1 7 , es de­
cir, alrededor de 1 �o. En consecuencia, sólo podemos aspirar a re­
solver el acertijo mediante métodos geométricos.

43. Disección de un triángulo

121
El diagrama A es nuestro triángulo original. Digamos que mide
5 pulgadas por lado. Si cortamos una tajada del pie de cada triángu­
lo equilátero mediante un corte paralelo a la base, la porción que per­
manece siempre será un triángulo equilátero; así que primero corta­
mos la pieza 1 y obtenemos un triángulo de 3 pulgadas por lado. El
modo de hallar la dirección de los otros cortes en A es evidente en el
diagrama.
Ahora bien, si queremos dos triángulos, 1 será uno de ellos, y 2,
3 , 4 y 5 se combinan, como en B , para formar el otro. Si queremos
tres triángulos equiláteros, 1 será uno de ellos, y 4 y 5 forman el se­
gundo, como en e, y 2 y 3 forman el tercero, como en D. En B y e
la pieza 5 está invertida; pero no puede haber objeción a esto, pues
no está prohibido, por lo que no se opone a la índole del acertijo.

44. Cuadrados de chocolate

El cuadrado A se conserva entero; las dos piezas llamadas B


encaj an para formar un segundo cuadrado; las dos piezas e constitu­
yen un tercer cuadrado; y las cuatro piezas D forman el cuarto cua­
drado.

45. El acertijo de Betsy Ross


Pliegue el trozo circular de papel al medio, siguiendo la línea de
puntos de la figura 1 (ver página siguiente), y divida la mitad supe­
rior en cinco partes iguales como se indica. Ahora pliegue el papel
por las líneas, con lo que obtendrá la figura 2. Si desea una estrella
como la de la figura 3, corte de A a B; si desea una como la de la fi­
gura 4, corte de A a C. De esta manera, cuanto más cerca del extre­
mo inferior corte más largas serán las puntas de la estrella, y cuanto
más lejos del extremo corte, más cortas serán.
1 22
46. Las cercas del terrateniente
Sólo se necesitan cuatro cercas, como muestra la ilustración:

47. Tangrams
La ilustración muestra como están construidas las figuras, cada
una con los siete tangrams. Se verá que en ambos casos la cabeza,
sombrero y brazo son exactamente iguales, y los anchos de las bases
1 23
de los cuerpos son semejantes. Pero estos cuerpos tiene cuatro pie­
zas en el primer caso y sólo tres en el segundo. El primero es mayor
que el segundo por exactamente la angosta franja indicada por la lí­
nea de puntos entre A y B. La franja es, por lo tanto, igual al área de
la pieza que forma el pie en el segundo diseño, aunque cuando se la
distribuye sobre el cuerpo como en el presente caso, el ojo no capta
fácilmente la diferencia de tamaño.

48. Los gatos del hechicero


La ilustración no requiere explicación: muestra claramente como
pueden dibujarse los tres círculos para que cada gato tenga su propio
recinto y no pueda llegar hasta otro gato sin cruzar una línea.

1 24
49. El acertijo del estandarte

La ilustración se explica por sí misma. Divida la estameña en 25


celdas (porque este número es la suma de otros dos cuadrados, 1 6 y
9) y luego corte por las líneas gruesas. Las dos partes marcadas A
forman un cuadrado, y las dos partes marcadas B forman el otro.

SO. La colcha de la señora Perkins


El diagrama muestra cómo se debería confeccionar la colcha.

., 8
l.
2 11
S
4
10

1
3

Creo que prácticamente existe una sola solución. La menor can­


tidad de cuadrados separados debe ser once. Las porciones deben ser
de los tamaños dados, las tres piezas mayores se deben configurar
1 25
como se muestra, y el grupo restante de ocho cuadrados puede ser
"reflejado", pero no se puede disponer de otra manera.

S l . El acertijo del compás


En el siguiente diagrama, sea AB la línea recta dada. Con los
centros A y B y con el radio AB trace los dos círculos. Tome DE y
EF iguales a AD. Con los centros A y F y el radio DF trace arcos que
hagan intersección en G. Con los centros A y B y la distancia BG trace
los arcos GHK y N. Marque HK igual a AB y HL igual a HB . Lue­
go, con los centros K y L y el radio AB trace arcos que hagan inter­
sección en l. Marque BM igual a Bl. Por último, con el centro M y
el radio MB corte la línea en C , y el punto C es el medio requerido
de la línea AB . Para mayor exactitud puede marcar R con centro en
A (como hizo con M respecto de B) y desde R trazar otro arco en C.
Esto también resuelve el problema: hallar un punto a medio camino
entre dos puntos dados sin la línea recta.

Someteré al joven geómetra a una prueba rigurosa. Primero, de­


muestre que el doble del cuadrado de la línea AB equivale al cuadrado
de la distancia BG, de lo cual se sigue que HABN son las cuatro pun­
tas de un cuadrado. Para demostrar que 1 es el centro de este cuadra­
do, trace una línea de H a P a través de QIB y continúe el arco HK
hasta P. Luego, imaginando las líneas necesarias a trazar, el ángulo
HKP, estando en un semicírculo, es un ángulo recto. Trace la perpen­
dicular KQ, y mediante triángulos similares, partiendo del dato de que
HKI es un triángulo isósceles por su construcción, se puede demos­
trar que HI es la mitad de HB . Asimismo, podemos demostrar que C
es el centro del cuadrado del cual AIB son tres esquinas.
Soy consciente de que esta solución no es la más sencilla que se
pueda hallar.
1 26
52. Los cuatro hijos
El diagrama muestra la división más equitativa que es posible
realizar, "para que cada cual recibiera tierras de exactamente la mis­
ma superficie y exactamente similares en tamaño", y para que cada
cual tenga acceso al ojo de agua del centro sin invadir tierras ajenas.

Las condiciones no exigen que las tierras de cada hijo queden en una
pieza única, pero es necesario que las dos porciones asignadas a un
individuo se mantengan aparte, o dos porciones contiguas podrían
considerarse una pieza, en cuyo caso habría que romper la condición
relativa a la forma.
Ahora bien, hay una sola forma para cada parcela de tierra: me­
dio cuadrado dividido en diagonal. A, B, C y D pueden llegar a sus
tierras desde el exterior, y cada cual tiene igual acceso al ojo de agua
del centro.

5 3 . El estandarte de San Jorge


Como la bandera mide 4 pies por 3 , la longitud de la diagonal
(de esquina a esquina) es de 5 pies. Sólo hay que restar la mitad de
la longitud de esta diagonal (2 lh pies) a un cuarto del perímetro de
la bandera. Como el perímetro es de 14 pies, un cuarto es 3 lh pies, y
la diferencia ( 1 pie) es el ancho requerido para el brazo de la cruz roja.
La superficie de la cruz será entonces igual a la del fondo blanco.

54. El acertijo de la lechera


Trace una línea recta, como se muestra en el diagrama, desde el
taburete, perpendicular a la margen del río, y continúe hasta el pun­
to A, que está a la misma distancia de esa ribera que el taburete. S i
ahora dibuja l a línea recta d e A a l a puerta del cobertizo, cortará e l
1 27
río en B . Entonces el camino más corto será desde el taburete hasta
B y desde allí a la puerta.

Obviamente la distancia más corta desde A hasta la puerta es la


línea recta, y como la distancia desde el taburete hasta cualquier punto
del río es igual que desde A hasta ese punto, la elegancia de la solu­
ción agradará al lector aunque no posea conocimientos de geometría.

55. El corral de ovejas


Esta es la respuesta que siempre se da como correcta: serán ne­
cesarias dos secciones más, ya que el corral tiene 24 secciones en un
lado y una en el otro (como se muestra en la figura A de la página
siguiente), y moviendo uno de los lados y colocando una sección extra
en cada extremo (como en la figura B), se duplicará el área (los di­
bujos no están en escala).
Ahora bien, el acertijo no obliga a que el corral sea de una for­
ma determinada. Pero aún en el caso en que aceptemos que el corral
era de veinticuatro por uno, la respuesta falla miserablemente, ya que
las dos secciones extras no son verdaderamente necesarias. Por ejem­
plo, si dispongo las cincuenta secciones como se muestra en la figu­
ra C , como el área aumenta de 24 "secciones cuadradas" a 1 56, hay
ahora lugar para 650 ovejas. Si se mantiene que el área debe ser exac­
tamente el doble de la original, entonces la construyo (figura D) sólo
con veintiocho secciones , y guardo veintidós para usar en otra parte
de la granja. Aún si se insiste en que todas las secciones originales
1 28
deben ser usadas, entonces construiría el corral de la figura E, donde
obtengo el área tan exactamente como cualquier granjero exigiría,
aunque debemos admitir que las ovejas no podrán rumiar en los ex­
tremos.
A 2.4
2+ ll
8

c.
48
'Lo!
1�
1 56 11 [:]6 D

1�

Vemos entonces que, desde cualquier punto de vista, la respuesta


aceptada de este pequeño acertijo no se mantiene. Y sin embargo ja­
más se prestó atención a este absurdo.

56. Las paredes del jardín


El acertijo consistía en dividir el campo circular en cuatro par­
tes iguales mediante tres paredes, siendo cada pared de la misma lon­
gitud. Este problema presenta dos dificultades esenciales. É stas son:
( 1 ) el grosor de las paredes, y (2) la condición de que el número de
paredes sea tres. En cuanto al primer punto, como nos dicen que las
paredes son de ladrillo, no podemos pasar por alto el grosor, y debe­
mos hallar una solución que funcione sin importar si el grosor de las
paredes es de uno, dos, tres o más ladrillos.
El segundo punto requiere más reflexión. ¿Cómo hemos de dis­
tinguir entre pared y paredes? Una pared recta sin ninguna curva, por
larga que sea, no se puede transformar en "paredes" si no hay ningún
corte ni intersección. Además nuestro campo circular está claramen­
te encerrado por una pared. Pero si hubiera sido una pared cuadrada
1 29
o triangular, ¿habría habido respectivamente cuatro o tres paredes, o
sólo una, en cada caso? Es verdad que hablamos de "las cuatro pare­
des" de un edificio o jardín cuadrangular, pero esto es sólo un modo
convencional de decir "los cuatro lados". Si habláramos de la obra
de construcción, diríamos: "Voy a cerrar este jardín cuadrangular con
una pared". Los ángulos obviamente no afectan la cuestión, pues po­
demos tener una pared en zig zag o una pared recta, y la Gran Mura­
lla China es un buen ejemplo de una pared con muchos ángulos.
Ahora bien, si miramos los Diagramas 1 , 2 y 3 , tendremos dificulta­
des para discernir si en cada caso hay dos o cuatro paredes nuevas;
pero no podemos hablar de tres, como lo requiere nuestro acertijo. O
bien la intersección afecta a la cuestión, o bien no la afecta.

Si sujetamos dos trozos de cordel, o los injertamos a la manera


náutica, se transforman en "un cordel". Si sólo los entrecruzamos o
superponemos, siguen siendo "dos trozos de cordel". Es una cuestión
de unir y fundir. Asimismo, se puede sostener que si dos paredes se
empotran -podríamos decir, si las homogeneizamos- se transforman
en una pared, en cuyo caso los Diagramas 1 , 2 y 3 podrían mostrar
una pared o dos, si se indica que los cuatro extremos sólo se tocan, y
no están realmente "empotrados" en la pared circular externa.
La objeción al Diagrama 4 es que, aunque muestra las tres pare­
des requeridas (suponiendo que los extremos no estén injertados en
la pared circular externa), sólo es correcto cuando suponemos que las
paredes no tienen grosor. Un ladrillo tiene grosor, con lo cual este mé­
todo queda desechado por ser sólo aproximadamente correcto.
1 30
El Diagrama 5 muestra, quizá, la única solución correcta y ab­
solutamente satisfactoria. Se notará que, además de la pared circular,
hay tres paredes nuevas, que se tocan (y así constituyen un límite) pero
que no están injertadas. Esta solución se puede adaptar a cualquier
grosor de pared, y su corrección en lo concerniente a superficie y lon­
gitud de espacio de pared es tan manifiesta que no es necesaria ex­
plicarla. Sin embargo, señalaré que el terreno semicircular que cada
inquilino da a su vecino es exactamente igual a la parcela semicircu­
lar que su vecino le da a él, mientras que cualquier tramo de espacio
de pared hallado en un jardín se repite con exactitud en todos los de­
más. Desde luego hay un número infinito de maneras en que esta
solución se puede variar correctamente.

57. Cómo hacer cisternas


He aquí una fórmula general para resolver este problema. Lla­
memos a y b a los dos lados del rectángulo. Entonces

a+b- �a2 + b2 - ab
6
equivale al lado de los pequeños cuadrados que se deben recortar. Las
medidas dadas eran 8 pies por 3 pies, y la regla citada nos da 2f.3 como
el lado de los cuadrados que se deben recortar. Por cierto, esto no
siempre resultará exacto como en este caso, (a causa de esa raíz cua­
drada), pero siempre podemos aproximamos mediante decimales.

58. Los seis corrales

Coloque las seis cerillas tal como muestra la ilustración y obten­


drá seis corrales de igual tamaño.

131
PROBLEMAS CON F I C HAS MÓVI LES

59. Ranas y vasos


Los siguientes saltos resuelven el acertijo en diez movimientos:
2 a 1 , 5 a 2, 3 a 5 , 6 a 3 , 7 a 6, 4 a 7 , 1 a 4, 3 a 1 , 6 a 3 , 7 a 6.

60. El acertijo de la C ruz de la Victoria


Para resolver este acertijo se debían conseguir dos cosas: primero,
manipular las fichas de modo tal que la palabra VICTORIA se leye­
ra en tomo de la cruz en la misma dirección, sólo que con la V en uno
de los brazos oscuros; en segundo lugar, lograrlo en la menor canti­
dad posible de movimientos. A decir verdad, sería imposible reali­
zar la primera parte si todas las letras de la palabra fueran distintas;
pero como la I se repite, es posible lograrlo cambiándolas de lugar;
es decir, la primera I pasa del 2º al 7º lugar, y la segunda I del 7º al
2º lugar. La característica llamativa a la cual me refería es que se
puede obtener una solución en veintidós movimientos moviendo las
letras en el orden de las siguientes palabras: A VICTOR! A VICTOR!
A VICTOR I ! ("Un vencedor, un vencedor, un vencedor yo").
Sin embargo, hay sólo seis soluciones en dieciocho movimien­
tos, y la siguiente es una de ellas: I 1 , V, A, I2 , R, O, T, I 1 , I 2 , A, V, I 2 ,
I 1 , C, I2 , V, A, I 1 , donde la primera y segunda letra I del nombre es­
tán identificadas mediante un subíndice.
Puede verse que en la primera solución de arriba una de las íes
no se mueve, aunque el movimiento de las otras letras hace que cam­
bie su posición relativa. Hay otra peculiaridad que me gustaría indi­
car: hay una solución en veintiocho movidas que no requiere que nin­
guna letra, excepto las íes, sea movida al espacio centrál. Debo men­
cionar también que en todas de las soluciones en dieciocho movidas
las letras C, T, O y R sólo se mueven una vez, mientras que la segunda
I se mueve cuatro veces y la V siempre se transfiere al brazo dere­
cho de la cruz.

6 1 . Las ocho locomotoras


La solución es la siguiente: la locomotora que tiene la caldera
apagada y no puede desplazarse es la número 5. Mueva las demás
locomotoras en el siguiente orden: 7, 6, 3 , 7, 6, 1 , 2, 4, 1 , 3, 8, 1 , 3 ,
2, 4, 3 , 2. Diecisiete movimientos e n total, dejando las ocho máqui­
nas en el orden requerido.
Hay otras dos soluciones ligeramente distintas.
1 32
62. Las nueve almendras
Este acertijo se puede resolver en sólo cuatro jugadas, de esta
manera: mueva 5 sobre 8, 9, 3, l . Mueva 7 sobre 4. Mueva 6 sobre 2
y 7 . Mueva 5 sobre 6, y todas las almendras quedan afuera excepto
5, que queda en el cuadrado central que ocupaba originalmente.

63. Platos y monedas


Numere los platos de 1 a 1 2 en el orden que avanza el niño en la
ilustración. A partir de 1 , proceda del siguiente modo (" 1 a 4" signi­
fica que coge la moneda del plato Nº 1 y la transfiere al plato Nº 4):
1 a 4, 5 a 8, 9 a 1 2, 3 a 6, 7 a 1 0, 1 1 a 2, y complete la última vuelta
hasta 1 , haciendo tres vueltas en total. También puede proceder de este
modo: 4 a 7, 8 a 1 1 , 1 2 a 3, 2 a 5, 6 a 9, 1 0 a l . Es fácil resolverlo en
cuatro vueltas, pero las soluciones con tres son más difíciles de des­
cubrir.
Se trata de "La adivinanza del estanque de peces" (Nº 39 de Los
acertijos de Canterbury) bajo otro ropaje.

64. Torpedeo

Si la flota enemiga está fondeada en la formación que muestra


la ilustración, se pueden volar hasta diez de los dieciséis buques lan­
zando los torpedos en el orden indicado por los números y en la di­
rección indicada por las flechas. Como cada torpedo sucesivo pasa
debajo de tres buques y hunde el cuarto, tache cada buque con el lá­
piz a medida que los hunde.
1 33
65. Chicos y chicas
Hay muchas soluciones para este acertijo. Cualquier par conti­
guo, excepto el 7-8, se puede desplazar primero, y después del pri­
mer movimiento hay variaciones. La siguiente solución muestra la po­
sición desde el comienzo, con cada movimiento sucesivo hasta el fi­
nal:
1 2 3 4 5 6 7 8 4 3 1 2 7 5 6 8
4 3 1 2 . 5 6 7 8 4 2 7 1 3 5 6 8
4 3 1 2 7 6 5 . . 8 4 8 6 2 7 1 3 5

66. O rdenando frascos


Dos frascos, el 1 3 y el 1 9 , estaban en los sitios adecuados. Como
cada cambio puede derivar en que un frasco quede en su sitio, es evi­
dente que veintidós cambios los pondrán todos en orden. Pero esta
cantidad de movimientos no es la menor posible, y la respuesta co­
rrecta es diecisiete.
Intercambie los siguientes pares:
(3- 1 , 2-3),
( 1 5--4, 1 6-- 1 5),
( 1 7-7, 20--- 1 7),
(24- 1 0, 1 1-24, 1 2- 1 1 ),
(8-5, 6--8 , 2 1 -6, 23-2 1 , 22-23, 1 4-22, 9- 1 4, 1 8-9).
Cuando se ha efectuado el intercambio dentro de cada par de pa-
réntesis, todos los números que están entre esos paréntesis quedan en
sus lugares. Hay cinco pares de paréntesis, y sustrayendo 5 de 22 ob­
tenemos la cantidad de cambios requeridos: 1 7 .

1 34
PROBLEMAS DE RECORRIDO

6 7. La bandera británica

Hay sólo dieciséis puntos (todos externos) donde podemos de­


cir que se unen tres caminos. Los matemáticos los llaman "nodos
impares". Hay una regla que nos indica que, en el caso de un dibujo
como el presente, donde hay dieciséis nodos impares, se requieren
ocho trazos o rutas (es decir, la mitad de los nodos impares) para
completarlo. Como tenemos que recorrer la mayor cantidad posible
con sólo uno de estos ocho trazos, es necesario lograr que los otros
siete trazos de un nodo al otro sean lo más breves que sea posible.
Comience en A y termine en B , o vaya en sentido inverso.

68. El acertijo del inspector del metro


El inspector sólo debe viaj ar diecinueve millas si comienza en
B y sigue la siguiente ruta: BADGDEFIFCBEHKLIHGJK. Así, los
únicos tramos que recorre dos veces son las secciones D a G y F a l.
Desde luego, la ruta se puede variar, pero no se puede acortar.

69. El acertijo del icosaedro


Hay treinta aristas, de las cuales dieciocho son visibles en la ilus­
tración original, representada en el siguiente diagrama mediante el
hexágono NAESGD. Mediante esta proyección de lo sólido obtene­
mos una vista imaginaria de las doce aristas restantes, y podemos ver
de inmediato su dirección y los doce puntos donde se encuentran to­
das las aristas. La diferencia en la longitud de las líneas carece de im­
portancia; sólo deseamos presentar su dirección de manera gráfica.
Pero en caso de que el lego se asombrara de hallar sólo diecinueve
1 35
triángulos en vez de los veinte requeridos, señalaré que el triángulo
aparentemente faltante es el contorno HIK.

"

En este caso hay doce nodos impares; por tanto se necesitarán


seis rutas distintas y no conectadas si no debemos pasar dos veces
sobre ninguna línea. Hallemos pues la mayor distancia que podemos
recorrer en una ruta.
Se notará que he tachado con trazos cruzados cinco líneas o aris­
tas del diagrama. Estas cinco líneas se pueden marcar en cualquier par­
te mientras no se unan entre sí, y mientras una de ellas no se conecte
con N, el Polo Norte, desde donde hemos de comenzar. Se verá que
el resultado de tachar estas cinco líneas es que todos los nodos son
ahora pares excepto N y S. En consecuencia, si comenzamos en N y
nos detenemos en S podemos recorrer todas las líneas, excepto las
cinco marcadas, sin atravesar dos veces ninguna línea. Hay muchas
maneras de hacerlo. He aquí una ruta: N a H, 1, K, S, 1, E, S, G, K,
D, H, A, N, B, A, E, F, B, e, G, D, N, e, F, S. Haciendo cinco rutas
tan cortas como es posible -simplemente de un nodo al próximo- po­
demos obtener la mayor longitud posible para nuestra sexta línea. No
es posible obtener una distancia mayor en una ruta sin pasar por el
mismo terreno dos veces.
Ahora es manifiesto que las cinco líneas tachadas se deben re­
correr dos veces, y que podemos "cogerlas", como quien dice, en cual­
quier punto de nuestra ruta. Así, cuando el viajero está en 1, puede ir
hasta A y retroceder antes de continuar su camino, o puede aguardar
hasta estar en A y luego pasar a 1 y retroceder a A. Y así con las otras
líneas que hay que recorrer dos veces. Es claro, pues, que puede re­
correr 25 de las líneas una vez sola (25 x 1 0.000 millas = 250.000
1 36
millas) y 5 de las líneas dos veces (5 x 20.000 millas = 1 00.000 mi­
llas), siendo el total, 350.000 millas, la longitud de su travesía y la
distancia más corta que es posible para visitar el cuerpo entero.
Se notará que le hice terminar sus viajes en S, el Polo Sur, pero
esto no es imperativo. También pude hacerle terminar en cualquiera
de los otros nodos, excepto aquel donde comenzó. Supongamos que
se hubiera requerido hacerlo regresar a N al final de su recorrido.
Entonces, en vez de tachar la línea Al, la hubiéramos dejado abierta
y habríamos cerrado IS. Esto le hubiera permitido completar su gira
de 350.000 millas en A, y otras 1 0.000 millas lo hubieran llevado a
su propio hogar. Hay gran cantidad de rutas, pero como las longitu­
des de los bordes son iguales, una es tan buena como la otra. Para que
la travesía completa de 350.000 millas de N a S quede bien clara para
todos, la transcribiré entera: N a H, 1, A, 1, K, H, K, S, 1, E, S, G, F,
G, K, D, C, D, H, A, N, B , E, B , A, E, F, B , C , G, D, N, C, F, S . Es
decir, treinta y cinco líneas de 1 0.000 millas cada una.

70. I nspeccionando una mina


Comenzando desde A, el inspector sólo debe recorrer 36 millas
si coge la siguiente ruta: A a B, G, H, C, D, 1 , H, M, N, 1, J, O, N, S ,
R, M, L , G , F , K, L , Q , R , S , T, O , J , E , D, C, B , A, F , K , P , Q. Así
pasa entre A y B dos veces, entre C y D dos veces, entre F y K dos
veces, entre J y O dos veces, y entre R y S dos veces, cinco repeti­
ciones. En consecuencia, 3 1 túneles más 5 túneles repetidos equiva­
len a 36 millas. El pequeño inconveniente de este acertijo es que co­
menzamos desde un nodo par. De lo contrario sólo deberíamos via­
jar 35 millas.

7 1 . Un acertijo con nivel


Limitemos nuestra atención a la L de la esquina superior izquier­
da. Supongamos que vamos por la E, a la derecha: entonces debemos
seguir derecho hasta la V, desde la cual la palabra se puede comple­
tar de cuatro maneras, pues hay cuatro E disponibles por las cuales
podemos llegar a una L. Hay pues cuatro maneras de leer a partir de
la E de la derecha. También es evidente que debe haber la misma
cantidad de maneras a partir de la E que está inmediatamente debajo
del punto de partida. Eso totaliza ocho. Empero, si tomamos la ter­
cera ruta por la E de la diagonal, tenemos la opción de cualquiera de
las tres letras V, por medio de las cuales podemos completar la pala­
bra de cuatro maneras. En consecuencia podemos deletrear LEVEL
de doce maneras a través de la E de la diagonal. Doce más ocho da
1 37
veinte lecturas, y todas parten de la L de la esquina superior izquier­
da; y como las cuatro esquinas son iguales, la respuesta es cuatro por
veinte, es decir, ochenta maneras.

72. El acertijo del marinero

Sólo existen cuatro rutas posibles (u ocho, si contamos el viaje


a la inversa) por las cuales el marinero puede comenzar en la isla A,
visitar todas las islas una vez, y sólo una vez, y regresar a A. Hélas
aquí:
AIPTLOEHRQDCFUGNSKMBA
A IPTS N G L O EU F C D K M B QRHA
ABMKSNGLTPIOEUFCDQRHA
AIPTLOEUGNS KMB QDCFRHA
Ahora bien, si el marinero coge la primera ruta, la isla C será la
número 1 2 (contando A como número 1 ); por la segunda ruta C será
la número 1 3; por la tercera ruta, será la 1 6; y por la cuarta ruta, la
1 7 . Si sigue el trayecto inverso, C será respectivamente la isla número
1 0, 9, 6 y 5 . Como estas rutas son las únicas posibles, es evidente que,
si el marinero posterga su visita a C todo lo posible, debe coger la úl­
tima, leyendo de izquierda a derecha. Esta ruta se muestra en las lí­
neas oscuras del diagrama y es la respuesta correcta al acertijo.
138
El mapa puede simplificarse muchísimo mediante el método de
"hilos y botones" que explico en la solución del acertijo 1 02, "Las
cuatro ranas".

73. El acertijo de los votantes


El número de lecturas es aquí 63 .504, como en el caso de ' Was
it a rat 1 saw ' (¿Es una rata lo que vi?, número 29 de Los Acertijos
de Canterbury). La fórmula general es que para las oraciones palin­
drómicas que contienen 2n + l letras hay [4(2n - 1 )]2 lecturas.

74. El monje y los puentes


El problema de los puentes puede ser reducido al simple diagra­
ma de la ilustración.

El punto M representa al monje, el punto 1 a la isla y el punto Y


al monasterio. Ahora, las únicas rutas directas de M a 1 son por los
puentes a y b; las únicas rutas directas de 1 a Y son por los puentes e
y d, y hay una ruta directa de M a Y por el puente e. Lo que debe­
mos hacer es contar todas las rutas de que llevan de M a Y, pasando
por todos los puentes a, b, e, d y e una vez, y sólo una vez. Con el
diagrama a la vista es bastante simple, sin ninguna regla complica­
da, contar metódicamente estas rutas. Entonces, comenzando por a,
b, encontramos que sólo hay dos maneras de completar la ruta; co­
menzando por a, e, sólo hay dos rutas; por a, d, sólo hay dos rutas, y
así las demás.
Se comprobará que sólo hay un total de dieciséis rutas, enume­
radas en la siguiente lista:
abecd bcdae
abedc bcead
acdbe bdcae
acebd bdeac
adebe ecabd
1 39
adebc ecbad
baecd edabe
baedc edbac
Si el lector traslada las letras que identifican los puentes desde
el diagrama a la ilustración original, todo se volverá evidente.

140
PROBLEMAS DE COMBINACIÓN
Y AG RU PAMIENTO

75. Los caballeros del rey Arturo


En la segunda noche, el rey Arturo dispuso este orden para él y
sus caballeros: A, F, B , D, G, E, C. En la tercera noche se sentaron
de este modo: A, E, B, G, C, F, D. Así tuvo a B a una persona de dis­
tancia en ambas ocasiones (la posición más cercana posible) y G es­
tuvo a dos personas de distancia en ambas ocasiones (la posición más
alejada posible). Ningún otro acomodamiento de los caballeros ha­
bría sido tan satisfactorio.

76. Jugadores de bridge


En la siguiente solución cada una de las once líneas representa
una sesión, cada columna una mesa, y cada par de letras un .par de
jugadores.
AB - IL EJ - GK FH - CD
AC - JB FK - HL GI - DE
AD - KC GL - lB HJ - EF
AE - LD HB - JC IK - FG
AF - BE IC - KD JL - GH
AG - CF JD - LE KB - HI
AH - DG KE - BF LC - U
Al - EH LF - CG BD - JK
AJ - FI BG - DH CE - KL
AK - GJ CH - El DF - LB
AL - HK DI - FJ EG - BC
Se verá que las letras B , C, D . . . L descienden cíclicamente. La
solución que damos es perfecta en todos los sentidos. Se descubrirá
que cada jugador tiene a cada uno de los demás como compañero una
vez, y como oponente dos veces.

77. Tres hombres en un bote


Si no hubiera ningún requisito, excepto que los hombres salie­
ran juntos de a tres, podrían salir a remar en una inmensa cantidad
de combinaciones diversas. Si el lector desea saber cuántas, el número
es 4557• Con la condición de que dos de ellos no puedan remar jun­
tos más de una vez, no hay menos de 1 5 .567.552.000 soluciones, es
141
decir, diversas maneras de combinarlos. Con una solución a la vista,
el lector comprenderá por qué ello es así, pues aunque, por ejemplo,
A debe salir una vez con B y una vez con C, no necesariamente se
sigue que debe salir con C en la misma ocasión en que sale con B .
Podría salir con cualquier otra letra, aunque s i sale con alguien que
no sea B ello surte un efecto sobre la configuración de los otros ter-
cetos.
Sólo existe un determinado número de configuraciones cuando
se impone la condición de usar la menor cantidad posible de botes.
En rigor sólo debemos valemos de diez botes. He aquí uno de los arre-
glos :
1 2 3 4 5
Día: 1 º (ABC) (DEF) (GHI) (JKL) (MNO).
8 6 7 9 10
Día: 2º (ADG) (BKN) (COL) (JEI) (MHF).
3 5 4 1 2
Día: 3º (AJM) (BEH) (CFI) (DKO) (GNL)
7 6 8 9 1
Día: 4º (AEK) (CGM) (BOl) (DHL) (JNF).
4 5 3 10 2
Día: 5º (AHN) ( CDJ) (BFL) (GEO) (MKI)
6 7 8 10 1
Día: 6º (AFO) (BGJ) (CKH) (DNI) (MEL)
5 4 3 9 2
Día: 7º (AIL) (BDM) (CEN) (GKF) (JHO)

Nótese que dos hombres nunca salen juntos dos veces, y que nin­
guno sale dos veces en el mismo bote.
Esta es una extensión del célebre problema de las "quince esco­
lares" de Kirkman. Los requisitos originales imponían que las quin­
ce niñas salieran siete días en tercetos sin que ninguna saliera dos
veces con otra en el mismo terceto. La búsqueda de una solución
general para este acertijo ha aguzado el ingenio de los matemáticos
desde 1 850, cuando se planteó la cuestión por primera vez. En 1 908
y los dos años siguientes indiqué que todos los problemas surgían de
nuestra incapacidad para descubrir que el 1 5 es un caso especial (de­
masiado pequeño para entrar en la ley general que comprende a to-
1 42
das las cantidades más grandes de niñas, de la forma 6n + 3 , y de­
mostré cuál es la ley general y cómo se deben plantear los grupos para
cualquier número de niñas. Presenté combinaciones para ciertos nú­
meros que previamente habían frustrado todos los intentos de mani­
pulación, y ahora se puede considerar que el problema general está
resuelto. Los lectores hallarán una excelente versión completa del
acertijo en Mathematical Recreations de W. W. Rouse Ball.

78. Los nueve alumnos


Los alumnos pueden salir de esta manera:
1 er. día 2º día 3er. día
A B C B F H F A G
D E F E 1 A 1 D B
G H I C G D H C E
4º día 5º día 6º día
A D H G B 1 D C A
B E G C F D E H B
F 1 e H A E 1 G F

Así cada alumno habrá salido al lado de cada uno de los demás
niños una vez, y sólo una vez.
Tratando el problema de modo general, 1 2n + 9 alumnos pue­
den salir en tercetos según estas condiciones en 9n + 6 días, donde n
puede ser cero o cualquier entero. Cada par posible se producirá una
vez. Llamemos m al número de niños. Entonces cada niño integrará
un par m - 1 veces, de las cuales (m - 1 )/4 veces estará en medio de
un terceto y (m - 1 )/2 veces en un costado. Así, si nos remitimos a
nuestra solución, vemos que cada niño está en el medio dos veces (in­
tegrando 4 pares) y cuatro veces en los costados (integrando los res­
tantes 4 pares de sus 8). El lector quizá desee tratar de resolver los
dos siguientes casos de 21 niños en 14 días, y 33 niños en 24 días.
Quizá resulte interesante observar que una escuela de 489 alumnos
podría salir así todos los días en un año bisiesto, pero se necesitarían
73 1 "alumnas" (como en la solución del Nº 77) para lograr esto en
una salida diaria en un año de 365 días.

79. El acertijo de la ratonera


Si intercambiamos las tarjetas 6 y 1 3 y comenzamos nuestra
cuenta en 14, podemos coger las 21 tarjetas -es decir, 2 1 "presas"­
en el siguiente orden: 6, 8, 1 3 , 2, 1 0, 1 , 1 1 , 4, 14, 3 , 5 , 7 , 2 1 , 1 2, 1 5 ,
1 43
20, 9, 1 6, 1 8, 1 7 , 1 9. También podemos intercambiar 1 0 y 1 4 y co­
menzar en 1 6, o intercambiar 6 y 8 y comenzar en 1 9.

80. Cruces con fichas


Veamos primero la cruz griega. Hay sólo dieciocho formas en
que se pueden disponer los números para los dos brazos. Hélas aquí.
1 29 7 8 1 3968 1 49 5 8
34956 2495 7 2 3 967
23958 1 3769 1 47 5 9
1 4967 247 5 8 23768
1 25 8 9 23759 1 3579
34567 1 47 6 8 245 6 8
1 45 69 2 3 5 69 1 4379
23578 1 45 7 8 25368
1 5 3 69 24 3 6 9 23 1 89
24 3 7 8 1 5378 4 5 1 67
24 1 7 9 2 5 1 69 3 4 1 69
35 1 68 34 1 7 8 25 1 7 8
Desde luego, el número del medio es común a ambos brazos. El
primer par es el que di como ejemplo. Supondré que hemos escrito
todas estas cruces, siempre poniendo la primera hilera de un par en
el brazo vertical y la segunda en el brazo horizontal. Ahora bien, si
dejamos fijo el número central, hay 24 modos de variar los números
verticales, pues las cuatro fichas se pueden cambiar en 1 x 2 X 3 X 4
= 24 maneras. Y como los cuatro horizontales también se pueden
cambiar en 24 maneras por cada configuración del otro brazo, tene­
mos 24 x 24 = 576 variantes para cada forma; por ende, como hay
1 8 formas, tenemos 1 8 x 576 = 1 0.368 maneras. Pero esto incluye la
mitad de las cuatro inversiones y la mitad de los cuatro reflejos que
prohibimos, así que debemos dividirlo por cuatro para obtener la res­
puesta correcta para la cruz griega, que consiste así en 2.592 mane­
ras. La división es por 4, no por 8, porque hemos tenido en cuenta la
mitad de las inversiones y reflejos al reservar siempre un número para
el brazo vertical y otro para el horizontal.
En el caso de la cruz latina, es evidente que debemos vémoslas
con las mismas 1 8 formas de ordenamiento. La cantidad total de
maneras de este caso es el número completo, 1 8 x 576. Como los
1 44
brazos superior e inferior son de longitud desigual, las permutacio­
nes se repiten por reflejo, pero no por inversión, pues no podemos
invertir. Por tanto este factor implica una división por 2. Pero en cada
par debemos intercambiar las cifras del brazo vertical con las del
horizontal (cosa que no podíamos hacer en la cruz griega, pues allí
los dos brazos son iguales); en consecuencia debemos multiplicar por
2. La multiplicación por 2 y la división por 2 se cancelan recíproca­
mente. En consecuencia, la respuesta correcta es 1 0.368.

8 1 . La cadena del anticuario

La cantidad de modos en que nueve cosas se pueden disponer en


fila sin ninguna restricción es 1 x 2 x 3 x 4 x 5 x 6 x 7 x 8 x 9 =
362.880. Pero nos dicen que los dos anillos circulares nunca deben
estar juntos; por tanto debemos deducir la cantidad de veces que esto
ocurriría. El número es ( 1 x 2 x 3 x 4 x 5 x 6 x 7 x 8) 2 = 40.320 x
2 = 80.640, porque si consideramos que los dos eslabones circulares
están unidos inseparablemente se transforman en un eslabón, y ocho
eslabones son capaces de 40.320 combinaciones; pero como estos dos
eslabones siempre se deben poner en los órdenes AB o BA, tenemos
que duplicar este numero, pues se trata de una cuestión de combina­
ción y no de diseño. La deducción requerida reduce nuestro total a
282.240. Luego, uno de nuestros eslabones tiene una forma peculiar,
semejante a un 8. Tenemos pues la opción de unirlo por cualquiera
de ambos extremos en cada ocasión, así que debemos duplicar el úl­
timo resultado. Esto eleva nuestro total a 564.480.
Ahora llegamos al punto al cual dirigí la atención del lector, que
cada eslabón se puede insertar de una de dos maneras. Si unimos
horizontalmente el índice y el pulgar de la mano izquierda, y luego
unimos el índice y el pulgar de la mano derecha, vemos que el pul­
gar derecho puede estar arriba o abajo. Pero en el caso de la cadena,
debemos recordar que, aunque ese eslabón con forma de 8 tiene dos
extremos independientes, es como cualquier otro eslabón en el sen-
1 45
tido de que tiene sólo dos lados, es decir, no podemos voltear un ex­
tremo sin voltear el otro al mismo tiempo.
Por comodidad, supondremos que cada eslabón tiene un lado
pintado de negro y un lado pintado de blanco. Ahora bien, si se esti­
pulara que (con la cadena tendida sobre la mesa, y cada eslabón su­
cesivo cayendo sobre el precedente del mismo lado, como en el
diagrama) sólo los lados blancos quedarían hacia arriba como en A,
entonces la respuesta sería 564.480, como hemos dicho, ignorando
por el momento todas las inversiones de la cadena concluida. Sin
embargo, si se permitiera que el primer eslabón mostrara hacia arri­
ba cualquiera de ambos lados, entonces podríamos tener A o B , y la
respuesta sería 2 x 564.480 = 1 . 1 28.960; si dos eslabones se pudie­
ran poner con cualquiera de ambos lados hacia arriba, la respuesta
sería 4 x 564 .480; si tres eslabones, entonces 8 x 564.480, y así su­
cesivamente. Por tanto, como cada eslabón se puede poner con cual­
quiera de ambos lados hacia arriba, el número será 564.480 multipli­
cado por 29, o 5 1 2. Esto eleva nuestro total a 289.0 1 3 .760.
Pero aún debemos considerar otro pormenor. Aún no hemos te­
nido en cuenta que con cualquier combinación dada tres de las otras
combinaciones se pueden obtener con sólo voltear la cadena a lo lar­
go e invirtiendo los extremos. Así e es en realidad lo mismo que A,
y si ponemos esta página cabeza abajo, A y e dan otras dos combi­
naciones que en verdad son idénticas. Así, para llegar a la respuesta
correcta del acertijo, debemos dividir nuestro último total por 4, y
descubrimos que hay exactamente 72.253.440 maneras en que el he­
rrero pudo unir esos eslabones. En otras palabras, si los nueve esla­
bones originalmente hubieran formado un tramo de cadena, y se hu­
biera sabido que los dos eslabones circulares estaban separados, ha­
bría 72.253 .439 probabilidades contra 1 de que el herrero no hubie­
ra unido los eslabones tal como estaban antes.

82. Los cuatro sellos postales


Partiendo del diagrama original, los cuatro sellos se pueden dar
en un bloque formado por 1 , 2, 3, 4 de tres maneras; formado por 1 ,
2 , 5 , 6 de seis maneras; formado por 1 , 2 , 3 , 5 , o bien 1 , 2, 3 , 7 , o
bien 1 , 5 , 6, 7 , o bien 3 , 5 , 6, 7, de veintiocho maneras; formado por
1 , 2, 3, 6, o bien 2, 5 , 6, 7, de catorce maneras; formado por 1 , 2, 6,
7 , o bien 2, 3 , 5 , 6, o bien 1 , 5 , 6, 1 0, o bien 2, 5 , 6, 9, de catorce ma­
neras. Hay, pues, sesenta y cinco maneras en total.

1 46
PROBLEMAS AJ EDREC ÍSTICOS

83. Divisiones en el tablero

Hay 255 modos de dividir el tablero en dos partes de la misma


forma y tamaño. Cada modo debe involucrar uno de los cinco cortes
1 47
que mostramos en los Diagramas A, B, e, D y E. Para evitar repeti­
ciones por inversión y reflexión, sólo necesitamos tener en cuenta cor­
tes que entren por los puntos a, b y c. Pero la salida siempre debe es­
tar en un punto en línea recta a partir del ingreso y a través del cen­
tro. Esta condición es la más importante a tener en cuenta. En el caso
B no se puede entrar por a, pues de lo contrario se obtiene el corte
presentado en E. Análogamente, en e o D, no se debe llegar a la lí­
nea clave en la misma dirección de ésta, pues de lo contrario se ob­
tiene A o B . Si estamos trabajando con A o e y entramos en a, debe­
mos buscar empalmes en un solo extremo de la línea clave, u obten­
dremos repeticiones. En otros casos debemos buscar empalmes en
ambos lados de la línea; pero después de dejar a en el caso D, siem­
pre hay que girar hacia la derecha o la izquierda (use una dirección
únicamente). Las Figs. 1 y 2 son ejemplos de A; 3 y 4 son ejemplos
de B; 5 y 6 son ejemplos de e; y 7 es un bonito ejemplo de D. Desde
luego, E es un tipo peculiar, y obviamente admite un solo modo de
cortar, pues no se puede entrar por b ni por c .
He aquí una tabla de los resultados:
a b e Modos
A = 8 + 17 + 21 = 46
B = o + 17 + 21 = 38
e = 15 + 31 + 39 = 85
D = 17 + 29 + 39 = 85
D =
_j_ + -º + _Q = _1
41 94 1 20 255
No he intentado la tarea de enumerar los modos de dividir un
tablero 8 x 8 , es decir, un tablero común de ajedrez. Sea cual fuere
el método adoptado, la solución implicaría una gran labor.

84. La ventana del abad


El hombre que era "versado en extraños misterios" señaló al
padre John que las órdenes del abad de St. Edmondsbury eran fáci­
les de ejecutar tapando doce de las claraboyas de la ventana, como
se muestra en los cuadrados oscuros del boceto de la página siguien­
te.
El padre John sostenía que también era preciso oscurecer las cla­
raboyas de las cuatro esquinas, pero el sabio explicó que no se de­
seaba tapar más luz de la absolutamente necesaria y dijo, anticipán­
dose a lord Dundreary:
-Un solo panel no puede estar en línea consigo mismo, así como
1 48
un ave solitaria no puede ir en bandada. La condición del abad era que
ninguna línea diagonal contuviera un número impar de claraboyas".
Ahora bien, cuando el hombre santo vio lo que se había hecho
quedó complacido, y dijo:
-En verdad, padre John, eres hombre de honda sabiduría, pues
has logrado lo que parecía imposible, y para colmo has adornado
nuestra ventana con un diseño de la cruz de San Andrés, cuyo nom­
bre recibí de mis padrinos .

A partir de entonces durmió a gusto y s e levantó descansado. La


ventana hoy se podría ver intacta en el monasterio de St. Edmonds­
bury, siempre que existiera, pero lamentablemente no existe.

85. Ajedrez chino

El número máximo de partes es dieciocho. Doy dos soluciones .


E l diagrama numerado está cortado de tal modo que l a pieza decimoc-
1 49
tava tiene la mayor superficie (ocho cuadrados) que se puede lograr
en estas condiciones. El segundo diagrama se preparó con la condi­
ción adicional de que ninguna parte tuviera más de cinco cuadrados.
El Nº 72 de Los acertijos de Canterbury muestra cómo dividir
el tablero en doce partes, todas diferentes, cada cual con cinco cua­
drados, con una parte cuadrangular de cuatro cuadrados.

86. Los cuatro leones


Hay sólo siete maneras bajo estas condiciones. Son las siguien­
tes : 1 2 3 4, 1 2 4 3, 1 3 2 4, 1 3 4 2, 1 4 3 2, 2 1 4 3, 2 4 1 3. Toman­
do el último ejemplo, esta notación significa que ponemos un león
en el segundo cuadrado de la primera fila, en el cuarto cuadrado de
la segunda fila, en el primer cuadrado de la tercera fila, y en el tercer
cuadrado de la cuarta fila. El primer ejemplo es, por cierto, el que di­
mos al proponer el acertijo.

87. El cuadrado de Bachet


1 2

A K Q .J o S H e
Q J A K e H S o
J Q K A S o e H
K A J Q H e D S
3
A D K S 1\) H J C
S H e o
qc JH A S 1< 0 o e H S
JS qo MC AH H S o e
I( H AC J O qs e o S H

Usemos las letras A, K, Q, J para representar el as, el rey, la dama


y la sota; y D, S , H, C para representar diamonds (diamantes), spa­
des (picas), hearts (corazones) y clubs (tréboles). En los diagramas
1 y 2 tenemos los dos modos disponibles de configurar cualquiera de
ambos grupos de letras de modo tal que no haya dos letras similares
en línea, aunque imprimiendo al Diagrama 1 un cuarto de vuelta ob­
tenemos la disposición del Diagrama 2 (la J se transforma en S, la Q
en H, etc.). Si superponemos o combinamos estos cuadrados, obte-
1 50
nemos la configuración del Diagrama 3 , que es una solución. Pero en
cada cuadrado podemos poner las letras de la línea superior de vein­
ticuatro maneras distintas sin alterar el diseño. Así, en el Diagrama
4 las letras S están dispuestas de modo similar a las letras D de 2, las
H a las S, las C a las H, y las D a las C. Se sigue pues que debe haber
24 x 24 = 576 modos de combinar las dos configuraciones primiti­
vas. Pero el error en que incurrió Labosne fue el de suponer que A,
K, Q, J se deben disponer en la forma 1 y D, S, H, C en la forma 2.
Así incluyó reflexiones y medias vueltas, pero no cuartos de vuelta,
aunque es evidente que se pueden intercambiar. De modo que la res­
puesta correcta es 2 x 576 = 1 . 1 52, contando reflexiones e inversio­
nes como distintos. Dicho de otro modo, los pares de la hilera supe­
rior se pueden expresar de 1 6 x 9 x 4 x 2 = 576 maneras, y el cua­
drado luego se puede completar de 2 maneras, con lo cual hay 1 . 1 5 2
maneras en total.

88. Convocatoria de alfiles


Los catorce alfiles se pueden colocar de 256 maneras. Pero cada
alfil siempre debe estar colocado en uno de los lados del tablero, es
decir, en una fila del borde. El acertijo, pues, consiste en contar la
cantidad de modos en que podemos combinar los catorce alfiles en
el borde sin ataque. Esto no es dificultoso. En un tablero de n2 cua­
drados, (2• - 2) alfiles (la cantidad máxima) siempre se pueden colo­
car de 2• maneras sin ataque. En un tablero común n sería 8; por tan­
to se pueden colocar 14 obispos de 256 maneras. Es curioso que el
resultado general cobre una forma tan simple.

89. El gentil arte de lamer sellos postales


La siguiente disposición muestra cómo se pueden pegar dieci­
séis sellos en la tarjeta, según las condiciones establecidas, con un
valor total de 50 peniques:

4 3 5 B

5 2 1 4
-

1 4 3 5

3 S 2 1

Si, después de poner los cuatro sellos de 5 peniques, el lector


siente la tentación de poner también cuatro sellos de 4 peniques, luego
151
sólo podrá poner dos de cada una de los otros tres valores, perdien­
do así dos espacios y sin contar más que 48 peniques. Esta era la tram­
pa que insinuamos. (Compárese con el Nº 4 1 de Los acertijos de Can­
terbury.)

90. Las tres ovejas


La cantidad de modos en que se pueden poner las tres ovejas para
que cada corral esté ocupado o en línea con por lo menos una oveja
es 47.
La siguiente tabla, si se utiliza con la clave del Diagrama 1, per­
mitirá al lector situarlas de todas estas maneras:
Dos ovejas Tercera oveja Cantidad de modos
AyB C, E, G, K, L N o P 7
AyC 1, J, K u O 4
AyD M, N o J 3
AyF J, K, L o P 4
AyG H, J, K, N, O o P 6
AyH K, L, N o O 4
AyO KoL 2
ByC N 1
ByE F, H, K o L 4
ByF G, J, N u O 4
ByG K, L o N 3
ByH JoN 2
ByJ KoL 2
FYG J _1
47
Esto significa, desde luego, que si ponemos ovejas en los corra­
les señalados como A y B , habrá siete corrales donde podemos po­
ner la tercera oveja, dando siete soluciones diferentes. Se entiende que
las inversiones y refdlexiones no cuentan como diferentes.
S i por lo menos un corral no debiera estar en línea con una ove­
ja, habría treinta soluciones para ese problema. Si contáramos todas
las inversiones y reflexiones de estos 47 y 30 casos respectivamente
como distintos, el total sería de 560, lo cual es el número de modos
en que se pueden poner las ovejas en tres corrales sin ninguna con­
dición. Señalaré que hay tres modos en que las ovejas se pueden guar­
dar para que cada corral esté ocupado o en línea, como en los Diagra­
mas 2, 3 y 4, pero en cada caso cada oveja está en línea con su com-
1 52
pañera. Hay sólo dos modos en que se pueden poner tres ovejas de
manera que cada corral esté ocupado o en línea con uno ocupado, pero
ninguna oveja en línea con otra (ver Diagramas 5 y 6).

1 2

A B e D

F G. H r --f'-1
E. '�
.Y"·. w
1 J K L

M N o p

S 6

Por último, hay un solo modo en que tres ovejas se pueden guar­
dar de modo que al menos un corral no esté en línea con una ovej a y
sin embargo ninguna oveja esté en línea con otra. Ponga las ovejas
en C, E, L. Esto es prácticamente todo lo que se puede decir de este
grato acertijo pastoral.

9 1 . El acertijo de Jos cinco perros


A e

• • •

• • • •
• • •
• • . . •

• • •

Los diagramas muestran cuatro soluciones fundamentalmente


diferentes. En el caso de A podemos invertir el orden, de modo que
153
el único perro esté abajo y los otros cuatro se desplacen dos cuadra­
dos hacia arriba. También podemos usar la próxima columna a la de­
recha y ambas filas horizontales del centro. Así, A da 8 soluciones.
Luego B se puede invertir y colocar en cualquiera de ambas diago­
nales, dando 4 soluciones. Análogamente, C da 4 soluciones. Como
la línea de D es simétrica, su inversión no será diferente, pero se puede
disponer en 4 direcciones distintas. Así tenemos un total de 20 solu­
ciones.

92. El acertijo del perchero

Los movimientos quedan muy claros si se consultan los diagra­


mas, que muestran la posición de cada uno de los cuatro movimien­
tos en el tablero.
1 54
Las flechas indican los sucesivos desplazamientos que se han
efectuado. Se verá que en cada etapa todas las casillas son atacadas
u ocupadas, y que después del cuarto movimiento ninguna dama ataca
a otra. En el caso del último movimiento, la dama de la fila superior
también podría haberse movido una casilla más hacia la izquierda.
Creo que ésta es la única solución del acertijo.

93. Acertijo con peones

Se pueden colocar dieciséis peones de modo que no haya tres en


línea recta en ninguna dirección posible, como en el diagrama. Da­
das las condiciones requeridas, consideramos los peones como me­
ros puntos en un plano.

94. El león y el hombre


Ante todo, la menor cantidad posible de líneas rectas en cada caso
son veintidós, y para que ninguna celda se visite dos veces es abso­
lutamente necesario que cada cual entre en una celda y luego "visi­
te" inmediatamente aquella de donde salió, avanzando luego por la
segunda celda disponible. En el siguiente diagrama se indica la ruta
del hombre con líneas enteras, y la del león con líneas punteadas.
Si se siguen las dos rutas celda por celda con dos lápices, se no­
tará que el león y el hombre jamás se encuentran. Pero hay un deta­
lle que no debemos pasar por alto: "en ocasiones se entrevieron".
Ahora bien, si tomamos una ruta para el hombre y simplemente la
invertimos para el león, invariablemente descubrimos que, yendo a
la misma velocidad, nunca atinan a verse.
1 55
,+
'+..-+..,..--+----.
1
!+ J* � :+


:+ :+ +

Pero en nuestro diagrama se ve que el hombre y el león están en


las celdas marcadas A en el mismo momento, y se pueden ver a tra­
vés de las puertas abiertas; ocurre lo mismo cuando están en las dos
celdas marcadas B, con las letras superiores indicando al hombre y
las inferiores al león. En el primer caso el león avanza directamente
hacia el hombre, mientras que el hombre parece intentar ponerse a la
retaguardia del león; en el segundo caso, parece sospechosamente
como si uno huyera del otro.

95. El viaje de la torre


Muestro el itinerario en el diagrama.

r• - - -
1 --�
•.. . - - -

1
.- - - . - - - - - - - ... ..
1
1

,.. - - - - - - - - -.

1_ ... ..
.

1 1
- , 1
1 1
r+--
:. . -21 ,_ 10 �- -
...J

Se ve que la décima jugada nos deja en el cuadrado 1 O, y que la


última, la vigesimoprimera, nos deja en el cuadrado 2 1 .
1 56
96. Acertijo con alfiles
Haga las siguientes jugadas, usando la notación indicada por los
cuadrados numerados del diagrama A:
Blancos Negros Blancos Negros
l. 18 - 1 5 3 - 6 10. 20 - 1 0 1 - 11
2. 17 - 8 4 - 13 11. 3 - 9 18 - 12
3. 19 - 1 4 2 - 7 12. 10 - 13 11 - 8
4. 15 - 5 6 - 16 13. 19 - 16 2 - 5
5. 8 - 3 13 - 18 14. 16 - 1 5 - 20
6. 14 - 9 7 - 12 15. 9 - 6 12 - 15
7. 5 - 10 16 - 1 1 16. 13 - 7 8 - 14
8. 9 - 19 12 - 2 17. 6 - 3 15 - 18
9. 10 - 4 1 1 - 17 18. 7 - 2 14 - 19

1 2. 3 4
S 6 7 8
9 10 11 12
13 1� 15 16
17' 18 19 20
A
El diagrama B muestra la posición después de la novena juga­
da. Los alfiles 1 y 20 aún no se han movido, pero 2 y 1 9 han avanza­
do y regresado. Al final, 1 y 1 9, 2 y 20, 3 y 1 7 , y 4 y 1 8 habrán cam­
biado lugares. Nótese la posición después de la decimotercera juga­
da.

97. La regata

1 57
El diagrama se explica por sí mismo. Los números indican la
dirección de las líneas en su orden apropiado, y se verá que el sépti­
mo tramo termina en la boya, como se requería.

98. Cuarenta y nueve estrellas


La ilustración muestra cómo se puede pasar por todas las estre­
llas en doce trazos rectos, comenzando y terminando en una estrella
negra.

99. El acertijo del sabueso

Este acertijo presenta varios puntos interesantes. Ante todo, si no


hubiéramos hecho ninguna estipulación en cuanto a la posición de los
dos extremos de la secuencia, es imposible formar tal secuencia a
158
menos que comencemos y terminemos por la fila de perreras supe­
rior e inferior. Podemos comenzar en la de arriba y terminar en la de
abajo (o lo inverso), o podemos comenzar en una de estas filas y ter­
minar en la misma. Pero nunca podemos comenzar ni terminar en una
de las dos filas centrales. Nuestros puntos de partida y de llegada, sin
embargo, estaban fijos. No obstante, la primera mitad de nuestra ruta
se debe restringir a los cuadrados que en el diagrama están marcados
con círculos, y por tanto la segunda mitad se limitará a los que no
están marcados con círculos. Se verá que los cuadrados reservados
para los dos semisecuencias son simétricos y similares.
El próximo punto es que la primera semisecuencia debe termi­
nar en una de las filas centrales, y que la segunda debe comenzar en
una de estas filas. Esto es obvio ahora, porque se tienen que enlazar
para formar la secuencia completa, y cada cuadrado de una fila ex­
tema está conectado por una jugada de caballo sólo con cuadrados
similares, es decir, con o sin círculos, según el caso. Las semisecuen­
cias, pues, sólo se pueden eslabonar en las dos filas centrales .
Ahora bien, hay ocho semisecuencias primeras, y e n consecuen­
cia ocho semisecuencias segundas. Veremos que se combinan para
formar doce secuencias completas, que es el número total que existe
y la solución correcta de nuestro acertijo. No me propongo presentar
detalladamente todas las rutas, pero las indicaré de tal modo que si
el lector ha abandonado alguna podrá descubrir cuál es y deducirla
por su cuenta sin ninguna dificultad. Los siguientes números se apli­
can a las del diagrama.
Las ocho primeras semisecuencias son las que van de 1 a 6 (2
rutas); 1 a 8 ( 1 ruta); 1 a 1 0 (3 rutas); 1 a 1 2 ( 1 ruta); y 1 a 14 ( 1 ruta).
Las ocho segundas semisecuencias son: 7 a 20 (1 ruta); 9 a 20 ( 1 ruta);
1 1 a 20 (3 rutas); 1 3 a 20 ( 1 ruta); y 1 5 a 20 (2 rutas). Cada modo en
que se puede eslabonar una semisecuencia con otra da una solución
diferente. Estos eslabonamientos son los siguientes: 6 a 1 3 (2 casos);
1 0 a 13 (3 casos); 8 a 1 1 (3 casos); 8 a 15 (2 casos); 12 a 9 (1 caso);
14 a 7 ( 1 caso). En consecuencia, hay doce eslabonamientos y doce
respuestas al acertijo. La ruta presentada en la ilustración consiste de
una de los tres semisecuencias 1 a 1 O, eslabonada con la semisecuen­
cia 1 3 a 20. Nótese que diez de las soluciones se producen mediante
cinco rutas inequívocas y sus inversiones; es decir, si indicamos es­
tas cinco rutas mediante líneas y luego invertimos los diagramas ob­
tenemos las otras cinco rutas. Las dos soluciones restantes son simé­
tricas (los casos donde 1 2 a 9 y 14 a 7 son los eslabones), y en con­
secuencia no producen soluciones nuevas mediante inversión.
159
1 OO. Tablero dividido
Al tratar de resolver este problema primero es necesario tomar
dos compartimientos de veinte y doce casillas respectivamente y ana­
lizarlos con miras a determinar dónde se encuentran los necesarios
puntos de ingreso y egreso. En el caso del compartimiento más gran­
de, debemos comenzar y terminar en dos de las casillas externas de
los lados largos. Pero aunque usted pueda comenzar por cualquiera
de estas diez casillas, está limitado a aquellas donde puede terminar,
o (lo que es lo mismo) puede terminar en las que prefiera, siempre
que comience su itinerario en determinadas casillas. En el caso del
compartimiento más pequeño, está obligado a comenzar y terminar
en una de las seis casillas que se encuentran en los dos lados cortos
de los compartimientos, con iguales restricciones que en el otro caso.
Un poco de reflexión indicará que en el caso de los dos compartimien­
tos pequeños debe comenzar y terminar en los lados cortos, y de ello
se sigue que los itinerarios por los compartimientos más grandes tam­
bién deben comenzar y terminar en los lados contiguos.

En el diagrama, que muestra una de las soluciones posibles, se


ve que hay ocho lugares donde podemos comenzar este recorrido;
pero hay sólo una ruta en cada caso, porque debemos completar el
compartimiento donde nos encontramos antes de pasar a otro. En
cualquier solución encontraremos que las casillas marcadas con es­
trellas deben ser puntos de ingreso o egreso, pero la ley de las inver­
siones nos deja la opción de realizar las otras conexiones tanto en los
diamantes como en los círculos. En la solución presentada se usan los
1 60
diamantes, pero hay otras variaciones donde se emplean las casillas
con círculos.
Creo que estos comentarios explican los puntos esenciales del
acertijo, que es sumamente instructivo e interesante.

1 O l . El acertijo de las perreras

Ante todo hay que escoger la secuencia de movimientos de ca­


ballo más prometedora y luego pensar cómo alcanzar esa combina­
ción en la menor cantidad posible de jugadas. Estoy convencido de
que la mejor secuencia es la representada en el anterior diagrama, don­
de se ve que cada número sucesivo está a una jugada de caballo del
anterior, y que cinco de los perros ( 1 , 5 , 1 0, 1 5 y 20) nunca salen de
sus perreras originales.
Se puede llegar a esta posición en sólo cuarenta y seis jugadas,
de esta manera: 1 6--2 1 , 1 6--22, 1 6--2 3, 1 7- 1 6, 1 2- 1 7 , 1 2-22,
1 2-2 1 , 7-1 2, 7-1 7 , 7-22, l l- 1 2, 1 1-17, 2-7, 2-1 2, 6-- 1 1 ,
8-7, 8--6, 1 3-8, 1 8- 1 3 , 1 1- 1 8, 2-17, 1 8- 1 2, 1 8-7 , 1 8-2,
1 3-7, 3-8, 3-1 3 , 4--3, 4--8 , 9--4, 9--3 , 1 4--9 , 1 4--4, 1 9-- 14,
1 9-9, 3- 14, 3-1 9, 6-- 1 2, 6-- 1 3, 6-- 1 4, 1 7- 1 1 , 1 2- 1 6, 2-1 2,
7- 1 7 , 1 1- 1 3 , 1 6-- 1 8 = 46 movimientos. No puedo asegurar que
sea imposible descubrir una solución con menos movimientos, pero
creo que será una ardua tarea.

1 02. Las cuatro ranas


La menor cantidad posible de movimientos, contando cada mo­
vimiento por separado, suma dieciséis. Pero el acertijo se puede re­
solver en siete jugadas, de la manera siguiente, si cualquier cantidad
161
de desplazamientos sucesivos de la misma rana cuenta como una sola
jugada. Todos los movimientos contenidos dentro de un paréntesis
constituyen una sola jugada; los números se refieren a los hongos:
( 1 -5), (3-7, 7- 1 ), 8--4, 4-3 , 3-7), (6-2, 2-8, 8--4, 4-3),
(5-6, 6-2, 2-8), ( 1 -5 , 5-6), (7- 1 ) .

S e trata del viejo acertijo de Guarini, propuesto en 1 522, pero


aquí lo doy con el objeto de explicar mi método "hilos y botones" para
resolver esta clase de problemas con movimientos de fichas.
El Diagrama A muestra el viejo modo de presentar el acertijo de
Guarini, donde se procura que los caballos blancos cambien de lugar
con los negros. En "Las cuatro ranas", las posibles direcciones de los
movimientos se indican con líneas, para obviar la necesidad de que
el lector comprenda el movimiento del caballo en ajedrez. Pero se ve
de inmediato que ambos problemas son idénticos. Se puede ignorar
la casilla central, pues ningún caballo puede entrar en ella. Ahora bien,
consideremos los hongos como botones y las líneas de conexión como
hilos, como en el Diagrama B . Al desenredar estos hilos podemos
presentar el diagrama en la forma que aparece en el Diagrama C,
donde la relación entre los botones es exactamente igual que en B .
Cualquier solución para C será aplicable a B y a A . Coloque los ca­
ballos blancos en 1 y 3 y los caballos negros en 6 y 8 en el Diagrama
C, y la simplicidad de la solución será manifiesta. Sólo hay que des­
plazar los caballos en tomo del círculo en una u otra dirección. Re-
1 62
pita las jugadas que presentamos arriba, y verá que se han eliminado
las dificultades.
En el Diagrama D presento otro conocido acertijo que apareció
por primera vez en un libro publicado en Bruselas en 1 789, Les Pe­
tites Aventures de Jerome Sharp. Coloque siete fichas sobre siete de
los ocho puntos de la siguiente manera: ponga una ficha en un punto
desocupado, luego desplácela en línea recta desde ese punto hasta el
próximo punto desocupado (en cualquiera de ambas direcciones),
donde la depositará. Proceda de la misma manera hasta que todas las
fichas están colocadas. Recuerde que siempre comienza en un lugar
desocupado y desliza la ficha desde allí hasta el próximo lugar, que
también debe estar desocupado. Ahora, mediante el método "hilos y
botones", simplificamos transformando el diagrama en el de B . En­
tonces la solución se vuelve obvia: "mover siempre hacia el punto des­
de el cual se movió la última vez". No es el único modo de colocar
las fichas, por cierto, pero es la solución más sencilla.

1 03 . Las torres encerradas


La respuesta supone que en la posición final las torres numera­
das tienen que estar en orden numérico en dirección contraria a la que
ocupan en el diagrama original, pues de lo contrario no hay solución.
Mueva las torres en el siguiente orden de sus números. Como nunca
hay más de un cuadrado al cual se puede mover una torre (excepto
en la jugada final), la notación es obvia: 5, 6, 7, 5 , 6, 4, 3 , 6, 4, 7 , 5 ,
4 , 7, 3 , 6 , 7, 3 , 5 , 4 , 3 , 1 , 8 , 3 , 4 , 5 , 6 , 7, 1 , 8 , 2 , 1 y torre toma alfil,
jaque mate. Esta es la cantidad mínima de jugadas : treinta y dos. Los
movimientos del rey negro son todos obligados, y no es preciso de­
tallarlos.

1 04. Ahogado
Trabajando en forma independiente, S. Loyd, E. N. Frankenstein,
W. H. Thompson y yo hemos llegado a la misma solución. La si­
guiente se puede aceptar como la mejor solución posible para este
curioso problema:
Blancas Negras
1. d4 e5
2. ftd3 fth4
3. ftg3 �b4+
4. �d2 a5
5. a4 d6
6. h3 �eS
1 63
7. bl.a3 f5
8. �h2 c5
9. bl.g3 �b3
1 0. c4 f4
1 1. f3 e4
1 2. d5 e3
Y las blancas quedan ahogadas.

El anterior es un diagrama de la extraña posición a la que se lle­


ga. Como se ve, no es posible mover ninguna pieza blanca.

1 05. Un dilema asombroso


El señor Negro dejó su rey en "b2", y sea cual fuere la pieza que
B lanco elija para su peón, no puede hacerle jaque mate. Como diji­
mos, el rey negro no es afectado por los jaques y nunca se mueve.
Blanco puede coronar el peón con dama, capturar la torre negra y unir
sus tres piezas en el ataque, pero el mate es imposible. El rey negro
no puede quedar en cualquier otro cuadrado sin que sea posible un
jaque mate.
El difunto Sam Loyd fue el primero en señalar la peculiaridad
en que se basa este acertijo.

1 06. Los seis peones


La fórmula general para seis peones en todos los cuadrados ma­
yores de 2 2 es ésta: seis veces el cuadrado del número de combina­
ciones de n cosas tomadas de tres en tres, donde n representa el nú­
mero de cuadrados del lado del tablero. Desde luego, cuando n es par
1 64
las casillas desocupadas de las filas y columnas serán pares, y cuan­
do n es impar el número de casillas será impar. Aquí n es 8, así que
la respuesta es 1 8 .8 1 6 maneras. Se trata de "El acertijo del tintore­
ro" (Los acertijos de Canterbury, Nº 26) con otra forma. Lo repito
aquí para explicar un método de resolución que el lego captará de in­
mediato. Ante todo, es evidente que si ponemos un peón en cualquier
línea, debemos poner un segundo en esa línea para que el resto pue­
da ser un número par. No podemos poner cuatro o seis en ninguna
fila sin imposibilitar la obtención de un número par en todas las co­
lumnas con que interferimos. Tenemos, pues, que poner dos peones
en cada una de las tres filas y en cada una de las tres columnas. Aho­
ra bien, hay sólo seis combinaciones que cumplen estas condiciones,
y se muestran en los Diagramas A a F inclusive.

Señalo al pasar que A y B son las únicas combinaciones primi­


tivas, pues si damos a A un cuarto de vuelta obtenemos F; y si da­
mos a B tres cuartos de vuelta en la dirección de las manecillas del
reloj , obtendremos sucesivamente C, D y E. No importa cómo colo­
quemos nuestros peones, si hemos acatado las condiciones del acer­
tijo quedarán incluidos dentro de una de estas combinaciones. Se
entiende que las meras expansiones no destruyen el carácter esencial
de las combinaciones. Así G es sólo una expansión de la forma A.
La solución consiste pues en hallar el número de estas expansiones.
Suponiendo que limitemos nuestras operaciones a las tres primeras
filas, como en G, entonces, con los pares a y b situados en la prime­
ra y segunda columnas, el par e se puede desplegar en cualquiera de
las seis columnas restantes, y así brindar seis soluciones. Ahora des­
licemos el par b a la tercera columna, y habrá cinco posiciones posi­
bles para c. Deslicemos b hacia la cuarta columna, y e puede produ­
cir cuatro soluciones nuevas. Y así sucesivamente, hasta que (toda­
vía con a en la primera columna) tengamos b en la séptima colum­
na, y haya un solo sitio para e , en la octava columna. Luego pode-
1 65
mos poner a en la segunda columna, b en la tercera y e en la cuarta,
y comenzar a deslizar e y b como antes para otra serie de soluciones.
Así encontramos que, al usar la forma A sola y limitar nuestras
operaciones a las tres filas superiores, obtenemos tantas respuestas
como existen combinaciones de 8 cosas tomadas de 3 en 3. Esto es:
8x7x6
= S6.
lx2x3
El lector comprenderá que si hay 56 modos de seleccionar las colum­
nas, debe haber, para cada uno de éstos, 56 modos de seleccionar las
filas, pues podemos efectuar simultáneamente ese "deslizamiento"
hacia abajo hasta el fondo, exactamente tal como hemos trabajado de
izquierda a derecha. El número total de maneras de aplicar A, pues,
es 56 x 56 = 3 . 1 36. Pero, como hemos visto, hay seis combinacio­
nes, y sólo hemos abordado una de ellas, A. Debemos multiplicar este
resultado por 6, lo cual nos da 3 . 1 36 x 6 = 1 8 . 8 1 6, que es el número
total de maneras, como ya hemos dicho.

1 07. Jaque mate


Desplace el peón blanco de "f6" a "e4" y ponga un peón negro
en " fl " . Ahora, las blancas mueven e5+, y las negras deben mover
f5 . Luego, las blancas juegan exf6 a. p.+, tomando al paso el peón de
"f5 " , y dando jaque mate. Esta fue pues la última jugada de las blan­
cas, y deja la posición dada. Es la única solución posible.

1 08. Monstruosidad
Blancas Negras

1. f4 c6
2. �f2 fta5
3. W/e3 rid8
4. f5 �c7
5. �e 1 �b6
6. �g3 �a6
7. �b8 h5
8. �f3 b:l:h6
9. �eS b:l:g6
1 0. �xc8 b:l:g3+
1 1. hxg3 �b5
1 2. b:l:h4 f6
1 3. b:l:d4 fxe5
1 66
1 4. b4 exd4+
1 5. �f4 h4
1 6. fte8 h3
1 7. �C3+ dxc3
1 8. �a3 h2
1 9. z:!.b 1 h 1 ='B
20. z:!.b2 cxb2
21. �g5 �g 1
22. tlh5 'I!Ja4
23. b5 z:!.c8
24. b6 z:!.c7
25. bxc7 b 1 =�
26. c8=z:!. �c7
27. �d6 �b4
28. �g6 'I!Ja3
29. z:!.a8 Wb2
30. a4 tlgb6
31. a5 'I!Jc 1
32. axb6 �d 1
33. bxc7 'I!Je 1
34. Wf7 �h6+
35. We8 �a2
36. f6 �g8
37. f7 'I!Jxf 1
38. c8=� �d5
39. �b8 �f6+
40. Wd8 �ea
41. fxe8=z:!. �f7+
42. 'I!Jc7 �d8
43. �f7+ 'I!Jg 1

y se llega a la posición dada.


El orden de las jugadas no importa, y puede variar muchísimo.
Pero aunque se han realizado muchos intentos, nadie ha logrado re­
ducir mi cantidad de jugadas.

1 67
AC ERTIJOS DE M E D I DA,
PESO Y E M PAQU ETADO

1 09. El acertijo del tonel


Sólo se necesita inclinar el tonel como en la Fig. 1 , y si el borde
de la superficie del agua toca el borde a al mismo tiempo que toca el
borde del fondo b, estará por la mitad.

¡
--· · · ·
...
- - ·· ···

Si cuando la superficie del agua alcanzara el borde a, se hubiera


elevado al punto e en la Fig. 2, entonces estaría más que medio lle­
no. Si, como en la Fig. 3, una parte del fondo estuviera visible y el
nivel del agua bajara al punto d, entonces estaría menos que medio
lleno. Este método se aplica a todos los recipientes construidos simé­
tricamente.

1 1 O. Acertijo con líquidos


La siguiente solución en once manipulaciones muestra el con­
tenido de cada recipiente al principio y después de cada manipulación:
10 cuartos 1 0 cuartos 5 cuartos 4 cuartos
10 10 o o
5 10 5 o
5 10 1 4
9 10 1 o
9 6 1 4
9 7 o 4
9 7 4 o
9 3 4 4
1 68
9 3 5 3
9 8 o 3
4 8 5 3
4 10 3 3

1 1 l . Mezclando té
Hay tres maneras de mezclar las clases de té. Por orden de cali­
dad -30 peniques, 27 peniques, 2 1 peniques- mézclese en estas pro­
porciones: 1 6 libras, 1 libra, 3 libras; o bien 1 4 libras, 4 libras, 2 li­
bras; o bien 12 libras, 7 libras, 1 libra. En cada caso la mezcla de
veinte libras debe valer 28 lh, peniques por libra; pero el último caso
requiere la menor cantidad del mejor té, de modo que es la respuesta
correcta.

1 1 2. Un acertijo de empaquetado
En el lado de la caja de 14 por 22 � podemos disponer 1 3 filas
que contengan alternativamente 7 y 6 pelotas: 8 5 en total. Encima po­
demos poner otra capa que consista de 1 2 filas de 7 y 6 alternativa­
mente: 78 en total. A lo largo de 24 o/to pulgadas se pueden poner 1 5
de estas capas, que contendrían alternativamente 85 y 78 pelotas. Así
8 veces 85 sumado a 7 veces 78 nos da 1 .226, el contenido total de
la caja.

1 69
PROBLEMAS DE C RUCE DEL RÍO

1 1 3 . Cruzando el río Axe


He aquí la solución:
.... { J 5 ) ... ... G T 8 3
5 ....... ....( J } . . . . . . G T 8 3
5 ....... .... { G 3 ) ... ........ J T 8
5 3 .. ....( G } . . . . . . . . . . .J T 8
5 3 .. .... { J T ) ... ... G 8
J 5 ....... ....( T 3 } . . . . . .G 8
J 5 ....... .... { G 8 ) ... .............T 3
G 8 ............ ....( J 5 } . . . . . . . . . . . . . . . .T 3
G 8 ............ .... { J T ) ... ....................... 5 3
J T 8 ............ ....( G } . . ........................5 3
J T 8 ............ .... { G 3 ) ... ....................... 5
G T 8 3 .. ....( J } . . ........................5
G T 8 3 .. .... { J 5 ) ...
G , J y T representan a Giles, Jasper y Timothy; 8, 5 y 3 repre­
sentan 800, 500 y 300 libras respectivamente. Las dos columnas la­
terales representan la margen izquierda y la margen derecha, y la co­
lumna del medio el río. Se necesitan trece cruces, y cada línea mues­
tra la posición cuando el bote está en medio de la corriente durante
un cruce, y la llave indica la dirección.
Se verá que no sólo ninguna persona queda a solas en tierra o en
el bote con una suma superior a su parte del botín, sino que nunca dos
personas quedan a solas con una suma superior a la suma de sus bo­
tines, aunque este punto no se enfatizaba en las condiciones.

1 1 4. Fuga por partida cuádruple


Si hubiera habido sólo tres parejas, la isla no habría sido nece­
saria, pero con cuatro o más parejas es imprescindible para cruzar
según las condiciones estipuladas. Se puede hacer en diecisiete cru­
ces de una margen a otra (aunque ciertos matemáticos franceses han
declarado en sus libros que en tales circunstancias se necesitan vein­
ticuatro) y no se puede hacer en menos . Presentaré un modo (ver
diagrama en la página siguiente). A, B, C y D son los jóvenes pre­
tendientes, y a, b, e y d son las muchachas con quienes están respec-
1 70
tivamente comprometidos. Las tres columnas muestran las posicio­
nes de los diversos individuos en el parque, la isla y la margen opuesta
antes de comenzar y después de cada cruce, mientras que el asteris­
co indica la posición del bote en cada ocasión.
Parque Isla Margen opuesta
AB CD abcd *
AB CD cd ab *
AB CD bcd * a
AB CD d b e * a
AB CD cd * b a
CD cd b AB a *
B CD cd * b A a
B CD b ed * A a
B CD d * b e A a
D d b e AB C a *
D d ab e * AB C
D d b AB C a e *
B D d * b A C a e
d b AB C D a e *
d b e * AB C D a
d AB C D abc *
ed * AB C D ab
ABCD a b .c d *
Tras haber descubierto la menor cantidad posible de cruces, de­
beríamos tener en cuenta otros dos detalles al decidimos por el "mé­
todo más rápido": ¿qué personas eran las más expertas para empu­
ñar los remos, y qué método supone la menor cantidad posible de de­
moras para abordar y abandonar el bote? No tenemos datos que nos
permitan decidir el primer punto, aunque es probable que las mucha­
chas fueran remeras expertas, pues el bote pertenecía a su propiedad.
Sin embargo, el otro punto es importante, y en la solución que he dado
(donde las muchachas realizan ocho treceavos de la tarea de remar y
A y D no reman en absoluto) hay sólo dieciséis abordajes y dieciséis
descensos. Jamás hay un hombre y una muchacha juntos en un bote,
y ningún hombre desciende nunca en la isla. Hay otros métodos que
requieren más intercambios de lugares.

171
P ROBLEMAS CON J U EGOS

1 1 5. El marco de fichas de dominó

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••· •J · ·:·:l:·:·:·:c·:·::l : :· : :r::· ·.J ·.

La ilustración es una solución. Se verá que los cuatro lados del


marco suman 44. La suma de los puntos de todas las fichas es 1 68, y
si deseamos lograr que los lados sumen 44, debemos cuidarnos de que
las cuatro esquinas sumen 8 , porque estas esquinas se cuentan dos
veces, y 1 68 sumado a 8 equivale a 4 veces 44, lo cual es necesario.
Hay muchas soluciones diferentes. Aun en el ejemplo dado es posi­
ble realizar algunos intercambios para producir diversas combinacio­
nes. Por ejemplo, en el lado izquierdo la serie de fichas de 2-2 a 3-2
se puede invertir, o de 2-6 a 3-2, o de 3--0 a 5-3 . En el lado de­
recho podemos invertir de 4--3 a 1--4. Estos cambios no afectan la
corrección de la solución.

1 1 6. El acertijo de los naipes en T


Si quitamos el as, los naipes restantes se pueden dividir en dos
grupos (cada cual dando la misma suma) de cuatro maneras; si eli­
minamos el 3 , hay tres maneras; si eliminamos el 5 , hay cuatro ma­
neras; si eliminamos el 7, hay tres maneras; si eliminamos el 9, hay
cuatro maneras de constituir dos grupos iguales. Así, hay dieciocho
maneras de agruparlos, y si tomamos cualquiera de ellas y mantene­
mos la carta impar (la "eliminada") en la cabeza de la columna, el
orden de un conjunto de números se puede variar de veinticuatro
1 72
maneras en la columna y de otras veinticuatro maneras en la horizon­
tal, es decir, en conjunto se pueden variar en 24 x 24 = 576 maneras.
Y como hay dieciocho casos, multiplicamos este número por 1 8 y
obtenemos 1 0.368, el número correcto de maneras de colocar los
naipes. Como este número incluye las reflexiones, debemos dividir
por 2, pero también debemos recordar que cada fila horizontal pue­
de cambiar lugares con una fila vertical, con lo cual es preciso mul­
tiplicar por 2; así que una operación cancela la otra.

1 1 7. El acertijo de la carrera de caballos


La respuesta es: debo invertir 1 2 libras en Acido, 15 en Bellota,
20 en Cápsula.

1 73
JU EGOS CON AC E RTIJOS

1 1 8. El juego de los guijarros


En el caso de quince guijarros, el primer jugador gana si prime­
ro coge dos. Luego, cuando tiene un número impar y deja 1 , 8 o 9
gana, y cuando tiene un número par y deja 4, 5 , o 1 2, también gana.
Siempre puede hacer una u otra de estas cosas hasta el final del jue­
go, y así derrotar al oponente. En el caso de trece guijarros el primer
jugador debe perder si su oponente juega correctamente. Los únicos
números con que el primer jugador debería perder spn 5 y múltiplos
de 8 sumados a 5, tales como 1 3 , 2 1 , 29, etc.

1 1 9. j uego de las cuatro esquinas


Sin importar si juega primero o segundo, el jugador A, que co­
mienza la partida en 5 5 , debe ganar. Suponiendo que B adopte la
mejor estrategia de juego para prolongar su existencia el mayor tiem­
po posible, A, si tiene la primera jugada, siempre puede capturar a B
en la jugada Nº 1 2; y si tiene la segunda jugada, siempre puede cap­
turarlo en la jugada Nº 14. Lo que debe hacer es ponerse siempre dia­
gonalmente en línea con su oponente, y al ir a 3 3 , si tiene la primera
jugada, impide que B se ponga diagonalmente en línea con él. He aquí
dos buenas partidas. El número que va delante del guión es siempre
la jugada de A; el que va después del guión es la jugada de B :
33-8, 32- 1 5 , 3 1 -22, 30-2 1 , 29- 14, 22-7 , 1 5-6, 1 4-2, 7-3, 6-4, 1 1 -
, y A captura en su próxima jugada ( 1 2ª); - 1 3 , 54-20, 53-27, 52-34,
5 1 -4 1 , 50-34, 42-27, 35-20, 28- 1 3 , 2 1 -6, 1 4-2, 7-3, 6-4, 1 1 -, y A cap­
tura en su próxima jugada ( 1 4ª).

1 20. El misterio de las cerillas


Si formamos los tres montones (y así somos los segundos en to­
mar), cualquiera de los trece agrupamientos siguientes nos dará la vic­
toria si j ugamos correctamente : 1 5- 1 4- 1 ; 1 5- 1 3-2; 1 5- 1 2-3 ;
1 5- 1 1-4; 1 5- 1 0-5 ; 1 5-9-6; 1 5-8-7 ; 1 4- 1 3-3 ; 1 4- 1 1 -5 ; 1 4-9-7 ;
1 3- 1 1 -6; 1 3- 1 0-7 ; 1 2- 1 1 -7.
La bonita solución general de este problema es la siguiente. Ex­
prese el número de cada montón en potencias de 2, evitando repeti­
ciones y recordando que 2° = l . Luego, si dejamos las cerillas al opo­
nente de modo que quede un número par de cada potencia, podemos
1 74
ganar. Y si al principio dejamos las potencias pares, podemos conti­
nuar haciéndolo durante la partida. Como ejemplo, tomemos el últi­
mo grupo que mencionamos, 1 2- 1 1-7 . Expresado en potencias de
dos tenemos:
12 = 8 4
11 = 8 2
7 = 4 2
2 2 2 2
Como así hay dos de cada potencia, debemos ganar. Digamos
que nuestro oponente coge 7 de la pila de 1 2. Entonces deja:
5 = 4 1
11 = 8 2 1
7 = 4 2 1
2 2 3
Aquí las potencias no son de número par, pero al sacar 9 de la
pila de 1 1 inmediatamente restauramos la posición ganadora:
5 = 4 1
2 = 2
7 = 4 2 1
2 2 2
Y así hasta el final. Esta solución es muy general, y se aplica a
cualquier número de cerillas y cualquier número de montones. Un
lector me ha escrito informándome que el primero en proponer este
acertijo fue W. M. F. Mellor, pero no he podido corroborar cuándo
ni dónde se publicó.

1 2 1 . El acertijo de los cigarros


Ni un solo miembro del club desentrañó este acertijo, y sin em­
bargo demostraré que es tan sencillo que aun un niño puede compren­
der la solución, una vez que se le explica. La gran mayoría de mis
amigos manifestaron un total desconcierto. Muchos consideraban que
"el resultado teórico, en todo caso, está determinado por la relación
entre la mesa y los cigarros"; otros, considerándolo un problema en
teoría de probabilidades, llegaron a la concusión de que las oportu­
nidades favorecen ligeramente al primero o segundo jugador, según
el caso. Un hombre cogió una mesa y un cigarro de dimensiones par-
1 75
ticulares, dividió la mesa en secciones iguales, y procedió a hacer que
los dos jugadores llenaran estas secciones de modo que ganara el se­
gundo jugador. ¿Pero por qué el primer jugador debería ser tan com­
placiente? En cualquier etapa sólo tiene que poner un cigarro oblicua­
mente en cualquiera de estas secciones para desbaratar los cálculos
del segundo jugador. Tenemos que suponer que cada jugador se es­
fuerza por ganar, y no que facilita las cosas al oponente.
Las teorías de otros amigos serían muy sensatas si la forma del
cigarro fuera la de un torpedo, totalmente simétrica y con ambos ex­
tremos puntiagudos.
Demostraré que el primer jugador debe ganar infaliblemente si
siempre juega del mejor modo posible. Examinemos con cuidado el
siguiente diagrama, el Nº 1 , y todo quedará claro.

2.
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r.W
L

El primer jugador debe poner su primer cigarro de punta en el


centro exacto de la mesa, como lo indica el circulito. Ahora bien, haga
lo que hiciere el segundo jugador en toda la partida, el primer juga­
dor debe repetir lo mismo en posición diametralmente opuesta. Así,
si el segundo jugador pone un cigarro en A, yo pongo uno en AA; si
él pone uno en B, yo pongo uno en BB; él pone uno en C, yo pongo
uno en CC; él pone uno en D, yo pongo uno en DD; él pone uno en
E, yo pongo uno en EE; y así sucesivamente hasta que no se puedan
poner más cigarros sin que se toquen. Como presuntamente los ci­
garros son similares en todo sentido, es claro que por cada jugada que
escoja el segundo jugador, es posible repetirla en una línea trazada a
través del centro de la mesa. El segundo jugador siempre puede re­
producir la maniobra del primero, dondequiera éste ponga un ciga­
rro, y sin importar si decide apoyarlo de punta o de lado. Como los
cigarros son similares en todo sentido, uno obviamente hará equili­
brio sobre el borde de la mesa en precisamente el mismo punto que
otro. Desde luego, como se supone que cada j ugador juega del me­
jor modo posible, esto es una cuestión teórica. No es objeción váli-
1 76
da decir que en la práctica uno no actuaría con exactitud suficiente
como para estar seguro de vencer. Si siendo el primer jugador no logró
ganar, será consecuencia de que no ha jugado del mejor modo posi­
ble.
El segundo diagrama sirve para mostrar por qué el primer ciga­
rro debe estar puesto de punta. (Y aquí diré que pude apoyar de pun­
ta el primer cigarro que escogí de una caja, y es válido suponer que
todos los demás cigarros harían lo mismo.) Si el primer cigarro es­
tuviera apoyado de lado, como en F, el segundo jugador podría po­
ner un cigarro en G, por ejemplo: lo más cerca posible, pero sin to­
car F. Ahora, en esta posición yo no puedo repetir la jugada del lado
opuesto, porque los dos extremos del cigarro no son iguales. Se verá
que GG, cuando se sitúa en el lado opuesto en la misma relación con
el centro, está en intersección con F, o superpuesto, y no se permite
que los cigarros se toquen. Por tanto hay que poner el cigarro más
lejos del centro, lo cual no nos dejará espacio suficiente entre el cen­
tro y la esquina inferior izquierda para repetir todo lo que el otro ju­
gador haga entre G y la esquina superior derecha. En tal caso el re­
sultado no sería una victoria segura para el primer jugador.

1 77
PROBLE MAS VARIOS

1 22. Una aldea maravillosa


Cuando el Sol está en el horizonte de cualquier lugar, trátese del
Japón o cualquier otra parte, está más alejado de ese lugar -por una
longitud de la mitad del diámetro de la Tierra- que cuando esté en
su meridiano al mediodía. Como el radio de la Tierra es aproxima­
damente 6.400 kilómetros, el Sol debe estar más de 4.800 kilómetros
más cerca al mediodía que al amanecer, pues no hay ningún valle que
tenga siquiera la centésima parte de 1 .600 km de profundidad.

1 23 . Los anillos de hierro


Daré mi elaboración completa de la solución, para que los lec­
tores vean cuán fácil es cuando uno sabe cómo proceder. Y primero
de todo, como hay un número par de anillos, diré que todos se pue­
den sacar en un tercio de (2n+ I - 2) movimientos; y como n en nues­
tro caso es 14, todos los anillos se pueden sacar en 1 0.922 movimien­
tos . Luego calculo 1 0.922 - 9.999 = 923 , y procedo a hallar la posi­
ción donde sólo quedan por realizar 923 de los 1 O. 922 movimientos.
He aquí el curioso método para hacerlo. Se basa en el método de es­
cala binaria utilizado por Monsieur L. Gros, según explica W. W.
Rouse Ball en sus Recreaciones matemáticas.
Divido 923 por 2 y obtengo 46 1 y un resto de 1 ; divido 46 1 por
2 y obtengo 230 y un resto de 1 ; divido 230 por 2, y obtengo 1 1 5 y
un resto de cero. Continúo dividiendo por 2 de esta manera mientras
sea posible, y descubro que todos los restos son 1 , 1 , 1 , O, O, 1 , 1 , O,
1 , 1 , con el último resto a la izquierda y el primer resto a la derecha.
Como hay catorce anillos y sólo diez cifras, ponemos la diferencia,
expresada en la forma de cuatro ceros, entre paréntesis a la izquier­
da, y ponemos entre paréntesis todas las cifras que repitan una cifra
de la izquierda. Entonces obtenemos la siguiente formulación: (O O
O O) 1 ( 1 1 ) O (O) 1 ( 1 ) O 1 ( 1 ). Esta es la respuesta correcta del acer­
tijo, pues si ahora ponemos anillos debajo de la línea para represen-
178
tar las cifras entre paréntesis y los anillos por encima de la línea para
las demás cifras, obtenemos la solución requerida:

o o o 0 0
0 0 0 0 0 0 o o o

. Esta es la posición exacta de los anillos después de efectuar el


movimiento 9.999, y el lector hallará que el método puede resolver
cualquier problema similar, al margen de la cantidad de anillos que
haya. Pero al realizar el proceso inverso, donde se nos requiere que
establezcamos la cantidad de movimientos necesarios para llegar a una
posición dada de los anillos, la regla exige una pequeña modificación,
pues no se sigue necesariamente que la posición es una que se haya
alcanzado mientras se quitaban todos los anillos de los hierros, como
pronto verá el lector. Cuando el número total de anillos es impar, la
cantidad de movimientos requeridos para sacarlos todos es un tercio
de (2n+ l_ l ).
Con n anillos (donde n es impar) hay 2n posiciones, contando
todas aquellas donde los anillos están dentro o fuera. En Y3(2n+1 +2)
posiciones están todos fuera. El número de posiciones no usadas es
Y3(2n-2).
Con n anillos (donde n es par) hay 2n posiciones, contando den-
tro y fuera. En Y3(2n+ 1+ 1 ) posiciones todos están fuera. La cantidad
de posiciones no usadas es Y3(2"- l ).
Será conveniente tabular algunos casos.
Número Total de Posiciones Posiciones
de anillos posiciones utilizadas no utilizadas
1 2 2 o
3 8 6 2
5 32 22 10
7 1 28 86 42
9 5 12 342 1 70

2 4 3 1
4 16 11 5
6 64 43 21
8 256 171 85
10 1 024 683 34 1
1 79
Nótese primero que la cantidad de posiciones utilizadas es una
más que la cantidad de movimientos requeridos para sacar todos los
anillos, porque estamos incluyendo "todos dentro", que es una posi­
ción pero no un movimiento. Nótese luego que el número de posi­
ciones no utilizadas es igual al número de movimientos utilizados para
sacar un conjunto que tiene un anillo de menos. Por ejemplo, se re­
quieren 85 movimientos para sacar 7 anillos, y las 42 posiciones no
utilizadas son exactamente la cantidad de movimientos requeridos
para sacar un conjunto de 6 anillos. Lo cierto es que si hay 7 anillos
y sacamos los primeros 6, y luego deseamos sacar el séptimo anillo,
no hay más remedio que invertir los 42 movimientos que nunca de­
bimos efectuar. En otras palabras, debemos poner de vuelta los 7
anillos y comenzar de nuevo. Primero hay que sacar 5 anillos, para
lo cual primero hay que sacar 3 anillos, para lo cual hay que sacar ese
primer anillo. Para sacar 6, primero sacamos 2 y luego 4 anillos.

1 24. Un duro ascenso


Numere los escalones en orden regular hacia arriba, 1 a 8. Lue­
go proceda de este modo: 1 , (regreso al piso), 1 , 2, 3, (2), 3, 4, 5, (4),
5 , 6, 7 , (6), 7, 8 , rellano, (8), rellano. Los escalones entre paréntesis
se recorren en dirección contraria. Se verá pues que al regresar al piso
después del primer paso, y siempre avanzando tres escalones por cada
escalón que retrocedemos, realizamos la tarea requerida en diecinueve
pasos.

1 25. El acertijo del sábado


El modo en que el autor de este viejo acertijo proponía resolver
la dificultad era el siguiente: Desde la morada del judío, el cristiano
y el turco emprendían un viaje alrededor del globo, el cristiano yen­
do hacia el este y el turco hacia el oeste. Los lectores del cuento "Tres
domingos en una semana" de Edgar Allan Poe y de la novela La vuel­
ta al mundo en ochenta días de Jules Veme sabrán que de ese modo
el cristiano gana un día y el turco pierde un día, de modo que cuan­
do se encuentren de nuevo en la casa del judío sus cálculos coincidi­
rán con los de éste, y los tres podrán celebrar el sábado el mismo día.
Esta respuesta depende de la noción popular para la definición de un
día: la duración media entre sucesivos amaneceres. Es un viejo equí­
voco, y bastante aceptable para un acertijo. En rigor, los dos viaje­
ros deberían modificar sus cálculos al atravesar el meridiano 1 80, de
lo contrario tendremos que admitir que en el Polo Norte o Sur habría
un sólo sábado en siete años.
1 80
1 26. Poniendo monedas

Se pueden poner trece monedas, como muestra la ilustración.

181
I N DICE

Problemas aritméticos y algebraicos .................................. l 1


(Soluciones en página 1 03)
Acertijos con dinero
Acertijos de edad y parentesco
Acertijos con relojes
Acertijos de locomoción y velocidad
Acertijos digitales
Problemas aritméticos y algebraicos varios

Problemas geométricos....................................................... 30
(Soluciones en página 1 20)
Acertijos de disección
Acertijos con la cruz griega
Acertijos de disección varios
Acertijos con retazos
Acertijos geométricos varios

Problemas con fichas móviles .............................................. 46


(Soluciones en página 1 32)

Problemas de recorrido ................. . . ....


. . . .... ...... .... . . .. .. .. 54
. . . .. . .

(Soluciones en página 1 35 )

Problemas de combinación y agrupamiento ..................... 6 1


(Soluciones en página 1 4 1 )
Problemas ajedrecísticos ..................................................... 66
(Soluciones en página 1 47)
Acertijos ajedrecísticos estáticos
Disposiciones sin ataque
Acertijos ajedrecísticos dinámicos
Acertijos ajedrecísticos varios

Acertijos de medida, peso y empaquetado ....................... 86


(Soluciones en página 1 68)

Problemas de cruce del río .................. ..... ........................ 89


.. .

(Soluciones en página 1 70)

Problemas con juegos .................. ......... .............................. 92


. .

(Soluciones en página 1 72)

Juegos con acertijos...... ....................................................... 95


.

(Soluciones en página 1 74)

Problemas varios.................................................................. 98
(Soluciones en página 1 78)

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