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Los gatos del hechicero www.librosmaravillosos.com Henry E.

Dudeney

1 Preparado por Patricio Barros


Los gatos del hechicero www.librosmaravillosos.com Henry E. Dudeney

Reseña

Los Gatos del Hechicero es una selección tomada del libro


Amusements in Mathematics, quizás su obra de más largo aliento
(una primera parte fue publicada con el número 8 en esta misma
colección, con el título de El Acertijo del Mandarín, y el resto será
publicado próximamente). Fue el propio Dudeney quien recopiló el
material de Amusements in Mathematics en forma de libro,
dedicándose de tal modo a la tarea que llegó inclusive a corregir las
pruebas de imprenta. El resultado fue una obra notablemente libre
de errores. Hoy, a más de ochenta años de su aparición, sólo se han
podido mejorar sus resultados en muy contados casos.
Dudeney murió el 24 de abril de 1930. Estuvo casado con una
prolífica autora de novelas románticas, Alice Dudeney, muy
conocida en su época, con la que tuvo una hija.

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Índice
Henry Ernest Dudeney
Nota
Prefacio
I. Problemas aritméticos y algebraicos
II. Problemas geométricos
III. Problemas con fichas móviles
IV. Problemas de recorrido
V. Problemas de combinación y agrupamiento
VI. Problemas ajedrecísticos
VII. Acertijos de medida, peso y empaquetado
VIII. Problemas de cruce del río
IX. Problemas con juegos
X. Juegos con acertijos
XI. Problemas varios

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Henry Ernest Dudeney

Henry Ernest Dudeney nació en la villa de Mayfield, al sur de


Inglaterra, el 10 de abril de 1857. Junto al norteamericano Sam
Loyd (1841-1911) son los más notables inventores de problemas de
ingenio de todos los tiempos. Ambos desarrollaron su obra
publicando en diversas revistas a lo largo de muchos años. En una
evaluación de estos dos genios del ingenio, Martin Gardner escribió:
“Loyd fue un chispeante y prolífico creador de acertijos,
pero cuando se trata de problemas de naturaleza
matemática, Dudeney lo supera claramente”.

Durante veinte años Dudeney escribió e ilustró una página de


entretenimientos ―‘Perplexities’― para la popular revista mensual
inglesa The Strand Magazine, la misma que por entonces publicaba
las aventuras de Sherlock Holmes.
A la vez que inventa una cantidad descomunal de nuevos
problemas, Dudeney se destaca en la resolución de persistentes
enigmas. Algunas cuestiones que venían resistiendo los métodos de
expertos matemáticos son finalmente dilucidadas por él. La
habilidad matemática la adquirió Dudeney por su propia cuenta,
acaso por no haber asistido jamás a una escuela.
Los Gatos del Hechicero es una selección tomada del libro
Amusements in Mathematics, quizás su obra de más largo aliento
(una primera parte fue publicada con el número 8 en esta misma
colección, con el título de El Acertijo del Mandarín, y el resto será

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publicado próximamente). Fue el propio Dudeney quien recopiló el


material de Amusements in Mathematics en forma de libro,
dedicándose de tal modo a la tarea que llegó inclusive a corregir las
pruebas de imprenta. El resultado fue una obra notablemente libre
de errores. Hoy, a más de ochenta años de su aparición, sólo se han
podido mejorar sus resultados en muy contados casos.
Dudeney murió el 24 de abril de 1930. Estuvo casado con una
prolífica autora de novelas románticas, Alice Dudeney, muy
conocida en su época, con la que tuvo una hija.

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Nota

Henry Ernest Dudeney vivió gran parte de su vida bajo el reinado de


Victoria, y el clima de la Inglaterra victoriana impregna todos sus
acertijos. Hemos intentado conservarlo, no sólo en las ilustraciones
(muchas de ellas hechas por el propio Dudeney), sino también en
los detalles de la vida diaria. Así, el lector se encontrará con que los
precios están en peniques, las longitudes en pulgadas o las
superficies en acres. Esto de ninguna manera afecta ni la
comprensión ni la solución del problema: si se prefiere, se puede
reemplazar mentalmente libras por pesos o pesetas, galones por
litros o yardas por metros. El resultado numérico será siempre el
mismo; únicamente habrán cambiado los nombres de las unidades.
Sólo en un par de casos, cuando el acertijo apelaba a la intuición o
al sentido de las proporciones del lector, se ha realizado la
transformación a unidades métricas.
Como se dijo en la página anterior, el presente libro forma parte de
la obra Amusements in Mathematics, del que ya se publicó una
primera parte. Para hacer el libro lo más autosuficiente posible, se
decidió incluir el prefacio y el encabezamiento de algunas secciones,
donde Dudeney hace una introducción a los acertijos que siguen a
continuación. Esta escasa media docena de páginas ya apareció en
El Acertijo del Mandarín; rogamos a los lectores que lo hayan leído
que disculpen la repetición.
D. U.

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Prefacio

Al publicar este volumen de mis acertijos matemáticos, algunos ya


aparecidos en publicaciones periódicas y otros editados aquí por vez
primera, debo agradecer el aliento que me han brindado muchos
desconocidos de mi patria y del extranjero, quienes han manifestado
en sus cartas el deseo de tener una compilación de estos problemas,
con algunas soluciones explicadas con mayor detalle del que
permiten las revistas y los periódicos. Aunque incluyo algunos
acertijos que han cautivado al mundo durante generaciones, y sobre
los cuales creí poder aportar algo nuevo, la mayoría de ellos son
originales. Lo cierto es que algunos han gozado de gran difusión
gracias a la prensa, y es posible que el lector se alegre de conocer la
fuente.
En cuanto a los acertijos matemáticos en general, poco me queda
por decir que ya no haya escrito en otras partes. La historia del
tema se relaciona estrechamente con la historia del comienzo y el
desarrollo del pensamiento exacto en el hombre. El historiador
debería comenzar por la primera ocasión en que el hombre logró
contar sus diez dedos y dividir una manzana en dos partes
aproximadamente iguales. Cada acertijo digno de consideración se
puede remitir a la matemática y la lógica. Todo hombre, mujer y
niño que procura “razonar” la respuesta al acertijo más simple está
recurriendo, aunque no necesariamente a sabiendas, a la
matemática. Aun los acertijos que sólo pueden abordarse mediante
intentos fortuitos se pueden incluir en el método que han

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denominado “ensayo glorificado”, un sistema para ahorrar esfuerzos


mediante la elusión o la eliminación de aquello que nuestra razón
nos indica como infructuoso. A veces no es fácil aseverar dónde
comienza y dónde termina lo “empírico”.
Cuando un hombre dice “jamás en mi vida he resuelto un acertijo”,
cuesta saber a qué se refiere, pues cada individuo inteligente
resuelve acertijos todos los días. Los infortunados internos de
nuestros manicomios están allí precisamente porque no pueden
resolver acertijos, porque han perdido la facultad de razonar. Si no
hubiera acertijos que resolver, no habría preguntas que formular; y
si no hubiera preguntas que formular, vaya mundo que tendríamos.
Todos seríamos igualmente omniscientes, y la plática sería inútil y
ociosa.
Algunos matemáticos excesivamente rigurosos, que en su ciencia
favorita se impacientan con toda terminología que no sea la
académica, y que se oponen a que las elusivas x e y aparezcan con
cualquier otro nombre, desearían quizá que algunos problemas se
presentaran con un ropaje menos popular y se introdujeran con
menos desenfado. Sólo puedo remitirlos a la primera palabra de mi
título y recordarles que aquí nos proponemos ante todo divertimos,
aunque no, por cierto, sin la esperanza de recoger algunos
conocimientos sobre la marcha. Si el estilo es ligero, sólo puedo
repetir aquellas palabras de Touchstone: “un asunto aciago, pero
mío; un capricho mío por el que pido excusas”.
En cuanto a las dificultades, algunos de los acertijos, especialmente
en la sección Problemas aritméticos y algebraicos, son bastante

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fáciles. Pero aun los ejemplos que lucen más sencillos se deben
abordar juiciosamente, pues una y otra vez el lector descubrirá
escollos o trampas más o menos sutiles. Es buen ejercicio cultivar el
hábito de ser muy cautos al leer un acertijo. Nos enseña precisión y
cautela. Pero algunos problemas son huesos duros de roer, y no son
indignos de la atención del matemático avezado. Los lectores sin
duda seleccionarán de acuerdo con sus predilecciones.
En muchos casos sólo brindamos la respuesta. Esto deja al
principiante algo que hacer por su cuenta al elaborar el método de
solución, y ahorra espacio que se desperdiciaría desde la
perspectiva del estudiante avanzado.
Por otra parte, en ciertos casos que considero de particular interés,
presento soluciones extensas y trato los problemas de manera
general. El lector comprobará que las notas sobre un problema a
menudo sirven para elucidar muchos otros del libro, de manera que
las dificultades se despejarán a medida que avance. Donde es
posible decir algo de manera que lo entienda “el común de las
gentes”, prefiero usar frases sencillas, y así ganarme la atención y el
interés de un público más amplio. En tales casos, el matemático no
tendrá dificultad para expresar el asunto de marras con sus
familiares símbolos.
He leído las pruebas con muchísimo cuidado, confiando en que se
hayan deslizado muy pocos errores. Si tal fuera el caso, sólo puedo
alegar, en palabras de Horacio, que “el buen Homero a veces se
adormila”, o, como dijo el obispo, “Ni siquiera el cura más joven de
mi diócesis es infalible”.

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Debo expresar mi particular agradecimiento a los propietarios de


The Strand Magazine, Cassell’s Magazine, The Queen, Tid-Bits y The
Weekly Dispatch por la cortesía de permitirme reeditar algunos de
los acertijos que se han publicado en las páginas de esas revistas.
En el Club del Autor,
25 de marzo de 1917

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Capítulo I
Problemas aritméticos y algebraicos
“¿Y qué era él? Por cierto, un gran
aritmético.”
SHAKESPEARE, Otelo, I, i.
Contenido:
Acertijos con dinero
Acertijos de edad y parentesco
Acertijos con relojes
Acertijos de locomoción y velocidad
Acertijos digitales
Problemas aritméticos y algebraicos varios

Para comodidad del lector, dividimos en clases los acertijos de esta


sección. Algunos son muy fáciles, otros sumamente dificultosos.
Pero no están presentados en orden de dificultad. Esto es
intencional, pues es conveniente que el lector ignore las
características del acertijo. Por tanto, puede resultar tan fácil como
parece, o puede contener algún contratiempo con el cual podemos
tropezar por falta de cuidado o por exceso de confianza.
Además, los acertijos aritméticos y algebraicos no están separados
según la modalidad adoptada por algunos autores, quienes
arbitrariamente requieren que ciertos problemas se resuelvan
mediante uno u otro método. El lector escoge y determina cuáles
acertijos podrá resolver con recursos puramente matemáticos.

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Acertijos con dinero


“No deposites confianza en tu
dinero, mas deposita tu dinero a
buen recaudo.”
OLIVER WENDELL HOLMES.

§ 1. Extraña coincidencia
Siete hombres, que se llamaban Adams, Baker, Cárter, Dobson,
Edwards, Francis y Gudgeon, se habían embarcado recientemente
en una partida de un juego cuyo nombre no tiene relevancia.
Habían convenido en que cada vez que un jugador perdiera una
partida duplicaría el dinero de cada uno de los demás jugadores, es
decir, debía dar a los jugadores tanto dinero como ellos ya tenían en
el bolsillo. Jugaron siete partidas y, por extraño que resulte, cada
cual perdió una partida, en el orden en que se presentan sus
nombres. Pero la coincidencia más curiosa es la siguiente: cuando
terminaron de jugar cada uno de los siete tenía exactamente la
misma cantidad -ciento veintiocho peniques- en el bolsillo. El
acertijo consiste en averiguar cuánto dinero tenía consigo cada cual
antes de sentarse a jugar.

Solución:
Los viejos libros suelen resolver los acertijos de esta clase mediante
el tedioso proceso de “deducir retrospectivamente”. Pero he aquí una
sencilla solución general: Si hay n jugadores, la cantidad que tenga
cada jugador al final será m(2n), por lo que el último perdedor debía

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tener m(n + 1) al principio, el siguiente m(2n + 1), el siguiente m(4n


+ 1), el siguiente m(8n + 1) y así hasta llegar al primer jugador, que
debía tener m(2n–1 n + 1).
Así, en este caso, n = 7, y la cantidad que tema cada jugador al final
era de 128 peniques. Por tanto, m = 1, y G empezó con 8 peniques, F
con 15, E con 29, D con 57, C con 113, B con 225, y A con 449.

§ 2. Una solicitud caritativa


Un hombre encomendó a sus albaceas que una vez por año
distribuyeran exactamente 660 peniques entre los pobres de su
parroquia, pero sólo debían continuar con la donación mientras
pudieran hacerlo de modos diversos, siempre entregando 18
peniques a cada integrante de un determinado conjunto de mujeres
y 30 peniques a cada integrante de un determinado conjunto de
hombres. ¿Durante cuántos años se pudo realizar esta obra de
caridad? Desde luego, por “modos diversos” se entiende una
cantidad diferente de hombres y mujeres en cada oportunidad.

Solución:
Hay siete modos de distribuir el dinero: 5 mujeres y 19 hombres, 10
mujeres y 16 hombres, 15 mujeres y 13 hombres, 20 mujeres y 10
hombres, 25 mujeres y 7 hombres, 30 mujeres y 4 hombres, y 35
mujeres y 1 hombre. Pero el último caso no debe contarse, porque la
condición era que hubiera “hombres”, en plural. En consecuencia,
la respuesta es seis años.

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§ 3. Las cenas de Noche Vieja


El propietario de un pequeño café londinense me ha dado unas
cifras interesantes. Declara que las damas que acuden solas a ese
sitio a consumir un refrigerio pagan un promedio de dieciocho
peniques, que los hombres sin compañía gastan treinta peniques, y
que cuando un caballero acude con una dama gasta 126 peniques.
En Noche Vieja dio de cenar a veinticinco personas, y recibió un
total de 1.200 peniques. Ahora bien, suponiendo que sus
estimaciones hayan sido atinadas en cada caso, ¿cómo estaba
compuesta su clientela en esa ocasión? Desde luego, hemos de
suponer que sólo había presentes caballeros solos, damas solas y
parejas (una dama y un caballero), pues no tenemos en cuenta los
grupos más numerosos.

Solución:
Los comensales presentes en la ocasión sumaban siete parejas, diez
hombres solos y una dama sola. Así, había veinticinco personas en
total, y por los precios fijados pagaron 1.200 peniques en total.

§ 4. Carne y salchichas
—Una vecina mía ―dijo la tía Jane― compró cierta cantidad de
carne a 24 peniques la libra, y la misma cantidad de salchichas a
18 peniques la libra. Le señalé que si hubiera dividido
equitativamente el mismo dinero entre la carne y las salchichas
habría ganado dos libras en el peso total. ¿Puedes decirme
exactamente cuánto gastó?

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—Por cierto, no es cosa mía ―respondió la señora Sunniborne―,


pero una mujer que paga semejantes precios no debe tener mucha
experiencia en economía doméstica.
—Estoy de acuerdo contigo, querida —replicó la tía Jane—, pero
aquí no nos interesa ese problema, como tampoco el nombre ni la
moral del comerciante.

Solución:
La dama compró 48 libras de carne a 24 peniques, y la misma
cantidad de salchichas a 18 peniques, gastando así 2.016 peniques.
Si hubiera comprado 42 libras de carne y 56 libras de salchichas,
habría gastado 1.008 peniques en cada artículo, y habría obtenido
98 libras en vez de 96, ganando 2 libras de peso.

§ 5. Dando cambio
Todos conocemos las dificultades que a menudo se presentan con el
cambio, y sabemos que a veces la asistencia de un tercero con
algunas monedas en el bolsillo nos ayuda a resolver el problema. He
aquí un ejemplo. Un inglés entró en una tienda de Nueva York y
compró mercancías a un coste de treinta y cuatro céntimos de
dólar. El único dinero que tenía era un dólar, una moneda de tres
céntimos y una de dos céntimos. El comerciante tenía sólo medio
dólar y un cuarto de dólar. Pero había otro cliente allí, y cuando le
pidieron ayuda extrajo dos monedas de diez céntimos, una de cinco,
una de dos y una de uno. ¿Cómo se las apañó el comerciante para
dar cambio? Recordemos que un dólar contiene cien céntimos. Un

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acertijo de esta naturaleza no debería causar ninguna dificultad si


se aborda de la manera adecuada.

Solución:
El modo de ayudar al comerciante americano es el siguiente.
Nombrando las monedas por la cantidad de céntimos que
representan, el comerciante pone sobre el mostrador 50 y 25; el
comprador pone 100, 3 y 2; el extraño añade 10, 10, 5, 2 y 1. Ahora
bien, considerando que el coste de la compra sumaba 34 céntimos,
es claro que de todo el dinero que se ha juntado el comerciante debe
recibir 109, el comprador 71 y el extraño 28 céntimos. Por ende, es
obvio que la pieza de 100 debe ir al comerciante, y luego se sigue
que la de 50 debe ir para el comprador, y la de 25 sólo puede ir para
el extraño. Ahora bien, las dos monedas de 10 céntimos deben ser
para el comprador, ya que el comerciante sólo requiere 9 céntimos y
el extraño 3 céntimos. Entonces es manifiesto que el comprador
debe tomar la de 1 céntimo, que el extraño debe tomar la de 3
céntimos y el comerciante las de 5, 2 y 2. Resumiendo, el
comerciante lleva 100, 5, 2 y 2; el comprador, 50, 10, 10 y 1; el
extraño, 25 y 3. Nótese que ninguna de las tres personas retiene
ninguna de sus propias monedas.

§ 6. El tendero y los asistentes


Un tendero tenía dos asistentes que rivalizaban en rapidez para
atender a los clientes. El joven de la tienda de comestibles podía
pesar dos paquetes de azúcar de una libra por minuto, mientras

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que el joven de la tienda de paños podía cortar tres medidas de una


yarda de tela en el mismo tiempo. El patrón, un día de poco
movimiento, organizó una carrera. Dio al joven de los comestibles
un barril de azúcar y le pidió que pesara cuarenta y ocho paquetes
de azúcar de una libra, mientras el joven de las telas cortaba un
rollo de cuarenta y ocho yardas de tela en piezas de una yarda.
Hubo un lapso de nueve minutos en que los dos jóvenes fueron
interrumpidos por los clientes al mismo tiempo, sólo que la
interrupción al joven de las telas terminó siendo diecisiete veces
más larga que al joven de los comestibles. ¿Cuál fue el resultado de
la carrera?

Solución:
El joven de los comestibles fue demorado medio minuto y el joven de
las telas ocho minutos y medio (diecisiete veces el tiempo del
anterior), lo cual totaliza nueve minutos. El joven de los comestibles
tardó veinticuatro minutos en pesar el azúcar y, contando ese medio
minuto de demora, pasó 24 minutos y 30 segundos en la tarea; pero
el joven de las telas sólo efectuó cuarenta y siete cortes para dividir
el rollo de tela, que contenía cuarenta y ocho yardas, en piezas de
una yarda. Esto le llevó 15 minutos y 40 segundos, y cuando
sumamos los ocho minutos y medio de demora obtenemos 24
minutos y 10 segundos, con lo cual es evidente que el vendedor de
telas ganó la carrera por veinte segundos. Muchos intentan
resolverlo cometiendo el desliz de calcular cuarenta y ocho cortes
para dividir el rollo en cuarenta y ocho piezas.

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§ 7. Comprando higos
Aunque el siguiente acertijo trata sobre la compra de higos, nadie
podrá decir que le importa dos higas, pues su rara solución es muy
interesante. Aunque a primera vista parece disparatado, todo
funciona si lo examinamos correctamente.
Un hombre fue a una tienda a comprar higos. Dijo que quería un
penique de higos, y le dieron cinco higos.
—No es suficiente —señaló—. Falta un sexto.
—Pero si le doy un higo más —respondió el comerciante—, tendrá
usted cinco de sobra.
Lo más raro es que ambos tenían razón. ¿Cuántos higos debería
recibir el comprador por 30 peniques?

Solución:
Para la resolución de este acertijo nos interesa la interpretación
exacta de las palabras utilizadas por el comprador y el vendedor.
Presentaré la pregunta de nuevo, esta vez añadiendo unas palabras
para aclarar más el asunto. Las palabras añadidas figuran en
bastardilla.
Un hombre fue a una tienda a comprar higos. Dijo que quería un
penique de higos, y le dieron cinco higos.
—No es suficiente —señaló—. Falta un sexto.
—Pero si le doy un higo más —respondió el comerciante—, tendrá
usted cinco sextos de sobra.
Lo más raro es que ambos tenían razón. ¿Cuántos higos debería

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recibir el comprador por 30 peniques?


La respuesta es que por 30 peniques debería recibir 155 higos.
Dividamos este número por 30 y descubriremos que el comprador
tenía derecho a 5⅙ por cada penique. Por tanto, tenía razón al decir,
cuando sólo recibió cinco, que aún le correspondía un sexto. Y el
vendedor también tenía razón al decir que si le daba un higo más
(es decir, seis en total), le estaría dando cinco sextos de higo de
sobra.

§ 8. Ladrón de bicicletas
He aquí un pequeño intríngulis que siempre se presenta con
diversos disfraces. Un ciclista compró una bicicleta por 15 libras y
pagó con un cheque de 25 libras. El vendedor fue a una tienda
vecina y logró cambiar el cheque. El ciclista, tras recibir el cambio
de 10 libras, montó en la bicicleta y desapareció. Resultó ser que el
cheque no tenía fondos, y el tendero vecino pidió al vendedor que le
reintegrara la suma que le había dado. El vendedor tuvo que pedir
prestadas las 25 libras a un amigo, pues el ciclista no había dejado
su domicilio y se desconocía su paradero. Ahora bien, teniendo en
cuenta que la bicicleta le había costado 11 libras al vendedor,
¿cuánto dinero perdió en total?

Solución:
Se dan muchas respuestas absurdas a esta pregunta, y sin embargo
es muy sencilla si uno tiene en cuenta que el vendedor no puede
haber perdido más de lo que el ciclista robó. Este se fue con una

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bicicleta que le costó al vendedor once libras, y el “cambio” de diez


libras, por lo que obtuvo veintiún libras a cambio de un papel
inservible. Este es el monto exacto de la pérdida del vendedor, y las
demás operaciones (cambiar el cheque, pedir un préstamo a un
amigo) no afectan en absoluto la cuestión. La pérdida de una
posible ganancia sobre la venta de la bicicleta no representa un
desembolso de dinero.

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Acertijos de edad y parentesco


“Setenta son los años que
vivimos.”
Salmos, XC. 10

Durante siglos uno de los métodos predilectos para proponer


acertijos matemáticos ha consistido en plantearlos como preguntas
relacionadas con la edad de un individuo. En general se prestan a
soluciones fáciles mediante el uso del álgebra, aunque a menudo la
dificultad estriba en formularlas correctamente. Pueden resultar
muy complejos y exigir bastante ingenio, pero no se pueden
postular leyes generales para resolverlos. El lector debe recurrir a
su propia sagacidad.
En cuanto a los acertijos relacionados con el parentesco, es curioso
que desconcierten a tantas personas. Aun en la conversación
cotidiana, alguna declaración concerniente al parentesco, que está
muy clara en la mente del que habla, confunde de inmediato a sus
interlocutores. Expresiones tales como “Es la hermana del yerno de
mi tío” no significan nada para algunas personas sin una detallada
y laboriosa explicación. En tales casos lo más conveniente es
bosquejar una breve tabla genealógica, donde el ojo acude de
inmediato en auxilio del cerebro. Como actualmente respetamos
cada vez menos el linaje, la mayoría de las gentes han perdido el
hábito de trazar esas tablas, lo cual es lamentable, pues en
ocasiones les ahorrarían tiempo y les evitarían tener que devanarse
los sesos.

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§ 9. La edad de ambos
—La edad de mi esposo —señaló el otro día una dama— se
representa invirtiendo los números de mi propia edad. Él es mayor
que yo, y la diferencia entre nuestras edades equivale a una
undécima parte de la suma de ambas.

Solución:
La edad del caballero era 54 años y la de su esposa 45 años.

§ 10. La edad de la señora Timpkins


EDWIN: ¿Sabes que cuando los Timpkins se casaron hace dieciocho
años, el señor Timpkins tenía el triple de la edad de su esposa, y
hoy tiene el doble de la edad de ella?
ANGELINA: ¿Entonces qué edad tenía la señora Timpkins el día de
la boda?
¿Puede usted responder a la pregunta de Angelina? I

Solución:
Si en el momento de las nupcias la persona mayor tenía tres veces
la edad de la menor, la edad de esta última debe ser igual a la
cantidad de años que faltan para que la persona mayor la duplique
en edad. En nuestro caso fue dieciocho años después; en
consecuencia, la señora Timpkins tenía dieciocho años el día de la
boda, y su esposo cincuenta y cuatro.

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§ 11. La edad de Tomasito


Tomasito el Listo fue enviado a una nueva escuela. El primer día el
maestro le preguntó la edad, y ésta fue su extraña respuesta:
—Bien, verá usted. Cuando yo nací, y no recuerdo el año, mi única
hermana, Ann, tenía sólo un cuarto de la edad de mi madre, y ahora
tiene un tercio de la edad de mi padre.
—Todo eso está muy bien —dijo el maestro—, pero no quiero saber
la edad de tu hermana Ann, sino la tuya.
—A eso iba —respondió Tomasito— Yo sólo tengo un cuarto de la
edad actual de mi madre, y dentro de cuatro años tendré un cuarto
de la edad de mi padre. ¿No es curioso?
Esa fue toda la información que el maestro pudo sonsacar a
Tomasito el Listo. ¿Podría usted haber deducido su edad exacta a
partir de esos datos? Sin duda es un poco desconcertante.

Solución:
La edad de Tomasito era 9 años y tres quintos. La edad de Ann era
16 y cuatro quintos, la edad de la madre 38 y dos quintos, y la del
padre 50 y dos quintos.

§ 12. Vecinos
Había dos familias de vecinos, los Jupp y los Simkin. La edad
sumada de los cuatro integrantes de la familia Jupp totalizaba cien
años, y la edad sumada de los Simkins totalizaba lo mismo. Se
descubrió que, en cada familia, la cantidad obtenida sumando el
cuadrado de la edad de cada hijo al cuadrado de la edad de la

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madre era equivalente al cuadrado de la edad del padre. Sin


embargo, en el caso de los Jupp, Julia era un año mayor que su
hermano Joe, mientras que Sophy Simkin era dos años mayor que
su hermano Sammy. ¿Qué edad tenía cada uno de los ocho
individuos?

Solución:
El señor Jupp, 39; la señora Jupp, 34, Julia, 14 y Joe 13; el señor
Simkin, 42, la señora Simkin, 40; Sophy, 10 y Sammy, 8.

§ 13. Fiesta familiar


Una fiesta familiar congregaba a 1 abuelo, 1 abuela, 2 padres, 2
madres, 4 hijos, 3 nietos, 1 hermano, 2 hermanas, 2 hijos varones,
2 hijas mujeres, 1 suegro, 1 suegra y 1 nuera. Veintitrés personas,
dirá usted. No; había sólo siete personas presentes. ¿Cómo es
posible?

Solución:
En la fiesta se encontraban dos niñas y un niño, la madre y el padre
de ellos, y el padre y la madre de este último.

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Acertijos con relojes


“¡Mirad el reloj!”
Leyendas de Ingoldsby

Al abordar algunos acertijos relacionados con relojes, y los tiempos


registrados por sus manecillas en determinadas condiciones,
conviene tener en cuenta cierta convención. A menudo una solución
requiere dar por sentado que las manecillas pueden registrar un
tiempo que se mide en fracciones de segundo. Por cierto, no es
posible indicar ese tiempo. ¿Acaso el acertijo no tiene solución? La
verdad de una conclusión deducida a partir de un silogismo lógico
depende de las dos premisas asumidas, y lo mismo ocurre en
matemática. Ciertas cosas se asumen como antecedente, y la
respuesta depende totalmente de la verdad de estos supuestos.
“Si dos caballos pueden arrastrar una carga de cierto peso
—declara Lagrange—, es natural suponer que cuatro
caballos podrían arrastrar una carga del doble de ese
peso, y seis caballos una carga del triple de ese peso. Aun
así, estrictamente hablando, no sucede así. Pues la
inferencia se basa en el supuesto de que los cuatro
caballos halan igualmente en cantidad y dirección, lo cual
rara vez ocurre en la práctica. A menudo nuestros cálculos
nos conducen a resultados que se apartan muchísimo de la
realidad. Pero el defecto no es de la matemática, pues la
matemática siempre nos devuelve exactamente lo que le
damos. La razón era constante de acuerdo con ese

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supuesto. El resultado se basa en ese supuesto. Si la


suposición es falsa, el resultado es necesariamente falso.”

Si un hombre puede cosechar un campo en seis días, decimos que


dos hombres lo cosecharán en tres días, y tres hombres en dos días.
Aquí suponemos, como en el caso de los caballos de Lagrange, que
todos los hombres tienen exactamente la misma capacidad laboral.
Pero suponemos aún más. Pues cuando tres hombres se reúnen
quizá pierdan tiempo chismorreando o jugando; o, por el contrario,
cierto espíritu de competencia puede incitarlos a actuar con mayor
diligencia. Podemos suponer las condiciones que queramos en un
problema, siempre que se expresen y se comprendan con claridad, y
la respuesta estará en conformidad con estas condiciones.

§ 14. El reloj desconcertante


Un amigo extrajo su reloj de bolsillo y dijo:
—Este reloj no anda a la perfección; debo hacerlo revisar. He notado
que el minutero y el horario se juntan exactamente cada sesenta y
cinco minutos.
¿El reloj adelanta o atrasa, y cuánto por hora?

Solución:
Si los 65 minutos se cuentan sobre la esfera del mismo reloj, el
problema sería imposible, pues las manecillas deben coincidir cada
65 5/11 minutos (según lo muestra la esfera), y no importa si

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adelanta o atrasa; pero si se mide por el tiempo real, adelanta 5/11


de minuto en 65 minutos, o 60/143 de minuto por hora.

§ 15. El aldeano
Un individuo jocoso que daba un paseo por la campiña se encontró
con un rústico sentado en un portón. Como el caballero no conocía
bien el rumbo, pensó en hacer preguntas al lugareño, pero a
primera vista llegó apresuradamente a la conclusión de que el
hombre era el idiota de la aldea. Por tanto, decidió poner a prueba
la inteligencia del sujeto haciéndole la pregunta más simple que se
le ocurrió.
—¿Qué día de la semana es hoy, mi buen hombre? —preguntó.
He aquí la ingeniosa respuesta que recibió:
—Cuando pasado mañana sea ayer, hoy estará tan lejos del
domingo como hoy lo estaba del domingo cuando anteayer era
mañana.
¿Puede el lector decir qué día de la semana era? Es evidente que
este campesino no era tan tonto como parecía. El caballero continuó
la marcha, confundido, pero más sabio.

Solución:
El día de la semana en que se entabló la conversación era domingo.
Pues cuando pasado mañana (martes) sea “ayer”, “hoy” será
miércoles; y cuando anteayer (viernes) era “mañana”, “hoy” era
jueves. Hay dos días entre el jueves y el domingo, y entre el domingo
y el miércoles.

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§ 16. El reloj del club


La otra noche se descubrió que uno de los grandes relojes del Club
de los Pensadores se había parado justo cuando el segundero
estaba a medio camino entre las otras dos manecillas, como se
muestra en la ilustración. Uno de los socios propuso a sus amigos
que le dijeran la hora exacta en que (en caso de que el reloj no se
hubiera parado) el segundero volvería estar exactamente a medio
camino entre el minutero y la manecilla horaria.

¿Sabe usted la respuesta?

Solución:
La posición de las manecillas en la ilustración sólo puede indicar
que el reloj se detuvo 44 minutos 51 1143/1427 segundos después de
las once. El segundero estaría entonces “exactamente a medio
camino” entre las otras dos manecillas a los 45 minutos 52 496/1427

segundos después de las once. Si se tratara de los puntos del

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círculo a los cuales apuntan las tres manecillas, la respuesta sería


entonces 45 minutos 22 106/1427 segundos después de las once; pero
la pregunta aludía a las manecillas, y el segundero no estaría entre
ellas en ese momento, sino fuera de ellas.

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Acertijos de locomoción y velocidad


“La carrera no es para los
veloces.”
Eclesiastés, IX, ii

§ 17. Cobrando la pensión


—Hablando de gente rara —comentó un caballero que ocupa un
puesto en una oficina del gobierno—, uno de los personajes más
exóticos que conozco es una anciana viuda coja que sube una colina
todas las semanas para cobrar su pensión en la oficina de correos
de la aldea. Sube a la velocidad de una milla y media por hora y
baja a una velocidad de cuatro millas y media por hora, así que sólo
tarda seis horas en realizar el viaje de ida y vuelta. ¿Alguien puede
decirme qué distancia hay entre el pie y la cima de la colina?

Solución:
La distancia es de 6 ¾ millas.

§ 18. Sir Edwyn de Tudor


En la ilustración tenemos un dibujo de sir Edwyn de Tudor
acudiendo al rescate de su amada, la bella Isabella, a quien un
malvado barón tenía cautiva. Sir Edwyn calculó que si viajaba a
quince millas por hora llegaría al castillo con una hora de
antelación, mientras que si viajaba a diez millas por hora llegaría
con una hora de retraso.
Era de suma importancia llegar a la hora convenida exacta para que

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el rescate planeado tuviera éxito, y la hora de la cita era las cinco,


cuando la dama cautiva tomaría su té de la tarde.

El acertijo consiste en descubrir cuánta distancia debía recorrer sir


Edwyn de Tudor.

Solución:
La distancia era de 60 millas. Si sir Edwyn partía al mediodía y
recoma 15 millas por hora, llegaría a las cuatro, con una hora de
antelación. Si viajaba a 10 millas por hora, llegaría a las seis, con
una hora de retraso. Pero si viajaba a 12 millas por hora, llegaría al
castillo del malvado barón exactamente a las cinco, la hora
convenida.

§ 19. El cesto de patatas


Un hombre tenía un cesto que contenía cincuenta patatas. Propuso
a su hijo, a modo de recreación, poner esas patatas en el suelo en
línea recta. La distancia entre la primera y la segunda patata sería
de una yarda, entre la segunda y la tercera tres yardas, entre la

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tercera y la cuarta cinco yardas, entre la cuarta y la quinta siete


yardas, y así sucesivamente, con un incremento de dos yardas por
cada patata que se añadiera. Luego el niño debía recogerlas y
ponerlas en el cesto una cada vez, con el cesto colocado al lado de la
primera patata. ¿Qué distancia debía recorrer el niño para recoger
todas las patatas? No tendremos en cuenta el viaje que se requiere
para poner las patatas, así que comenzará desde el cesto, con todas
las patatas ya puestas en fila.

Solución:
Multiplique la cantidad de patatas por ese número menos uno y por
el doble del número menos uno; luego divida por 3. Así, 50 × 49 ×
99 da 242.550, lo que, dividido por 3, da 80.850 yardas como
respuesta correcta. El niño tendría pues que caminar más de 70
kilómetros, una grata recreación después de un día de trabajo.

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Acertijos digitales
“Nueve dignidades las llamaban.”
DRYDEN, La flor y la hoja

Presento estos acertijos que tratan sobre los nueve dígitos (una
clase en sí mismos) porque siempre he pensado que merecen más
consideración de la que habitualmente reciben. Además del mero
truco de “la prueba del nueve”, muy poco se sabe en general acerca
de las leyes relacionadas con estos problemas, aunque cierto
conocimiento de las propiedades de los dígitos a menudo ofrece,
entre otras cosas, verificaciones aritméticas que son realmente
útiles para ahorrar trabajo. Daré un ejemplo, el primero que se me
ocurre.
Si pidiéramos al lector que determinara si 15.763.530.163.289 es el
cuadrado de un número, ¿cómo procedería? Si el número hubiera
terminado en 2, 3, 7 u 8, sabría que no puede ser un cuadrado,
pero nada en su forma aparente le impide a éste serlo. Sospecho
que en tal caso el lector emprendería, con un suspiro o un gruñido,
ante la ímproba tarea de extraer la raíz cuadrada. Pero si prestara
cierta atención al estudio de las propiedades digitales de los
números, zanjaría la cuestión de este modo sencillo. La suma de los
dígitos es 59, cuya suma es 14, cuya suma es 5 (al cual denominaré
“raíz digital”) y por tanto sé que el número no puede ser un
cuadrado, y por esta razón. La raíz digital de sucesivos cuadrados
de 1 hacia arriba es siempre 1, 4, 7 o 9, y nunca puede ser otra
cosa. De hecho, la serie 1, 4, 9, 7, 7, 9, 4, 1, 9 se repite hasta el

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infinito. La serie análoga para números triangulares es 1, 3, 6, 1, 6,


3, 1, 9, 9. Así que tenemos una verificación negativa, pues un
número no puede ser triangular (es decir n2 + n)/2 si su raíz digital
es 2, 4, 5, 7 u 8.

§ 20. El acertijo de los aparadores


Un hombre tema tres aparadores, cada uno de los cuales tenía
nueve puertas, como se muestra en el diagrama. Pidió a su
empleado que pusiera un número de una cifra, diferente en cada
caso, en cada puerta del aparador A, y que hiciera lo mismo con los
aparadores B y C. Como aquí se permite considerar el cero como un
dígito, y no se prohíbe usarlo como número, el empleado tenía la
opción de omitir cualquiera de los diez dígitos de cada aparador.

Ahora bien, el patrón no aclaró que las puertas se debieran


numerar en ningún orden determinado, y quedó sorprendido, una
vez finalizado el trabajo, de que los números estuvieran mezclados
en forma aparentemente indiscriminada. Cuando pidió
explicaciones al empleado, el excéntrico joven respondió que se le
había ocurrido la idea de ordenar las cifras para que en cada
aparador formaran una simple suma, y las dos hileras superiores de
cifras produjeran la suma de la hilera inferior. Pero lo más
sorprendente era esto: que se las había apañado de tal modo que la
suma de A daba la menor suma posible, la suma de C daba la

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mayor suma posible, y los nueve dígitos de los tres totales eran
diferentes. El acertijo consiste en demostrar cómo fue posible. No se
permiten decimales y el cero no puede figurar en el lugar de las
centenas.

Solución:
El total más pequeño posible es 356 = 107 + 249, y el mayor posible
es 981 = 235 + 746, o 657 + 324. La suma intermedia puede ser
720 = 134 + 586, o bien 702 = 134 + 568, o bien 407 = 138 + 269.
En este caso el total debe estar constituido por tres de los dígitos 0,
2, 4 o 7, pero no se puede obtener ninguna suma salvo las tres
dadas. En consecuencia, no tenemos opción en el caso de la
primera puerta, hay una alternativa en el caso de la tercera, y una
de tres posibilidades en el caso de la puerta intermedia. He aquí
una solución:

107 134 235


249 586 746
356 720 981

Desde luego, en cada caso los números de las primeras dos líneas
se pueden intercambiar entre sí sin alterar el total, y en
consecuencia hay exactamente 3.072 modos en que se pueden
poner los números en la puerta de los armarios. Deseo mostrar un
pequeño principio implicado en este acertijo. La suma de los dígitos
del total siempre está regida por el dígito omitido según el esquema:

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9 7 5 3 1 8 6 4 2 0
9 10 11 12 13 14 15 16 17 18

Cualquiera sea el dígito que omitamos en nuestra línea superior, la


suma de los dígitos del total aparecerá debajo. Así, en el caso del
armario A omitimos el 8, y los números del total suman 14. En
consecuencia, si deseamos obtener 356, podemos saber de
inmediato con certeza que sólo se puede obtener (si se puede)
eliminando el 8.

§ 21. Las nueve fichas


Tengo nueve fichas, cada cual, con uno de los nueve dígitos, 1, 2, 3,
4, 5, 6, 7, 8, 9.

Las he dispuesto sobre la mesa en dos grupos, como se muestra en


la ilustración, para formar dos multiplicaciones. Usted descubrirá
que 158 por 23 es 3.634 y que 79 por 46 también da 3.634. Ahora
bien, el acertijo que propongo consiste en reordenar los fichas para
obtener el mayor producto posible. ¿Cuál es el mejor modo de
ordenarlas? Recuerde que ambos grupos deben arrojar el mismo
resultado al multiplicarse, y que debe haber tres fichas
multiplicadas por dos en un caso, y dos multiplicadas por dos en el
otro caso, como en nuestro ejemplo.

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Solución:
En este caso es inevitable cierto grado de mero “ensayo”. Pero hay
dos clases de “ensayo”: los fortuitos y los metódicos. El verdadero
amante de acertijos no se satisface con ensayos fortuitos. El lector
hallará que con sólo invertir los dígitos de 23 y 46 (transformando
los multiplicadores en 32 y 64) ambos productos dan 5.056. Esto es
una mejora, pero no es la respuesta correcta. Podemos obtener un
producto tan grande como 5.568 si multiplicamos 174 por 32 y 96
por 58, pero esta solución no se hallará sin recurrir a alguna
reflexión y mucha paciencia.

§ 22. Las diez fichas


En este caso usamos el cero además de 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. El
acertijo, como en el caso anterior, consiste en disponer las diez
fichas de modo que los resultados de las dos multiplicaciones sean
iguales, y aquí uno puede tener una o más cifras en el
multiplicador, a su elección. Esto es fácil de lograr; pero también
hay que hallar los dos ordenamientos que den pares de los
productos más altos y más bajos posibles. Desde luego hay que
usar todas las fichas, y el cero no se puede colocar a la izquierda de
una hilera de números, donde no tendría efecto. No se permiten las
fracciones.

Solución:
Como he señalado, es muy fácil disponer las fichas de tal modo que

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formen un par de simples multiplicaciones, cada una de las cuales


dará el mismo producto. Cualquiera puede hacerlo en cinco
minutos con un poco de paciencia. Pero es diferente hallar el par
que dé el mayor producto y el que dé el menor producto.
Para llegar al producto menor, es preciso seleccionar como
multiplicadores los dos números más pequeños que sea posible. En
consecuencia, si usamos 1 y 2 como multiplicadores, sólo tenemos
que disponer las ocho fichas restantes de tal modo que formen dos
números, uno de los cuales sea el doble del otro; y al hacer esto
debemos, por cierto, tratar de que el número más bajo sea el menor
posible. El número más bajo que podríamos obtener así sería 3.045,
pero esto no funciona, como tampoco 3.405, 3.450, etc.; por lo que
3.485 es el menor posible. Una de las respuestas requeridas es
3.485 × 2 = 6.970, y 6.970 × 1 = 6.970.
Sin embargo, la parte realmente engorrosa del acertijo es la segunda
(hallar el par con el producto más elevado), pues no resulta fácil
descubrir si debemos permitir que el multiplicador tenga una o dos
cifras, aunque es claro que debemos mantener, en lo posible, las
cifras más altas a la izquierda en el multiplicador y el multiplicando.
Se verá que es posible obtener un producto tan elevado como
58.560. Así, 915 × 64 = 58.560, y 732 × 80 = 58.560.

§ 23. Números de taxi


Una noche un policía londinense vio dos taxis que se alejaban en
direcciones opuestas en circunstancias sospechosas. Este agente
era un hombre muy meticuloso y alerta, y extrajo su libreta para

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anotar el número de los vehículos, pero descubrió que había perdido


el lápiz. Afortunadamente, descubrió una pequeña tiza con la cual
marcó los dos números en la entrada de un embarcadero cercano.
Cuando regresó al mismo sitio durante su ronda echó un nuevo
vistazo a los números y notó la peculiaridad de que figuraban los
nueve dígitos (ningún cero) y que ninguno se repetía, pero que si
multiplicaba los dos números entre sí producían nuevamente los
nueve dígitos, todos, una vez, y sólo una vez. Cuando un empleado
llegó al embarcadero por la mañana, vio las marcas de tiza y las
borró. Como el policía no podía recordar los números, se consultó a
varios matemáticos para comprobar si existía un método conocido
para descubrir todos los pares de números que tuvieran la
característica que mencionaba el agente; pero no conocían ninguno.
Sin embargo, la investigación era interesante, así que se propuso la
siguiente pregunta: ¿cuáles dos números, que en conjunto
contengan los nueve dígitos, producirán, cuando se los multiplique
entre sí, otro número (el mayor posible) que también contenga los
nueve dígitos? No se permite la inclusión del cero.

Solución:
Creo que el producto más elevado se obtiene multiplicando
8.745.231 por 96, a saber, 839.542.176.
El problema general es que con tres dígitos sólo hay dos soluciones
posibles, y con cuatro dígitos sólo seis soluciones posibles. Con
cinco dígitos hay sólo veintidós soluciones, a saber:
3 × 4128 = 12384

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3 × 4281 = 12843
3 × 7125 = 21375
3 × 7251 = 21753
2541 × 6 = 15246
651 × 24 = 15624
678 × 42 = 28476
246 × 51 = 12546
57 × 834 = 47538
75 × 231 = 17325
624 × 78 = 48672
435 × 87 = 37845
9 × 7461 = 67149
72 × 936 = 67392
2 × 8714 = 17428
2 × 8741 = 17482
65 × 281 = 18265
65 × 983 = 63895
4973 × 8 = 39784
6521 × 8 = 52168
14 × 926 = 12964
86 × 251 = 21586

Ahora bien, si tomáramos todas las combinaciones posibles y las


probáramos por multiplicación, necesitaríamos realizar no menos de
30.240 operaciones, o, si rechazáramos de inmediato el número 1
como multiplicador, 28.560 operaciones, un placer del que la

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mayoría de la gente preferirá abstenerse. Pero veamos si existe un


modo más breve de llegar a los resultados requeridos. Si sumamos
los dígitos de cualquier número y luego, todas las veces que sea
necesario volvemos a sumar los dígitos del resultado, debemos
llegar al fin a un número compuesto por una sola cifra. Llamaremos
“raíz digital” a este número.
En cada solución de nuestro problema es necesario que la raíz de la
suma de las raíces digitales de nuestros multiplicandos sea la
misma que la raíz de su producto. Hay sólo cuatro modos en que
esto puede suceder: cuando las raíces digitales de los
multiplicandos son 3 y 6, o 9 y 9, o 2 y 2, o 5 y 8. He dividido las
veintidós respuestas que mostramos arriba en estos cuatro grupos.
Así es evidente que la raíz digital de cualquier producto de los dos
primeros grupos debe ser 9, y de los segundos dos grupos 4.
Dado que ninguna cifra de cinco dígitos puede tener una suma
digital inferior a 15 o superior a 35, vemos que los números de
nuestro producto deben sumar 18 o 27 para producir la raíz 9, y 22
o 31 para producir la raíz 4. Hay tres modos de seleccionar cinco
números que sumen 18, once modos de seleccionar cinco números
que sumen 27, nueve modos de seleccionar cinco números que
sumen 22, y cinco modos de seleccionar cinco números que sumen
31. En consecuencia, hay 26 grupos, y no más, a partir de los
cuales se puede formar un producto.
A continuación escribimos en una columna estos 28 conjuntos de
cinco números, y procedemos a tabular los posibles factores, o
multiplicandos, en que se pueden descomponer. Parece haber unos

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2.000 casos posibles para probar, en vez de los 30.240 que


mencionamos antes, pero ahora comienza el proceso de eliminación,
y si el lector tiene vista aguda y mente despejada pronto podrá
eliminar la mayoría de estos casos y las multiplicaciones de prueba
necesarias serán relativamente pocas. Se requeriría mucho espacio
para explicar mi método en detalle, pero tomaré el primer conjunto
de números de mi tabla y mostraré que es muy fácil con ayuda de
algunos trucos y atajos que se le ocurrirán a cualquiera a medida
que continúe.
Mi primer grupo de cinco números es 84.321. Aquí, como hemos
visto, la raíz de cada factor debe ser 3 o un múltiplo de 3. Como no
hay 6 ni 9, el único multiplicando posible es 3. Ahora bien, los
cuatro números restantes se pueden combinar de 24 modos
diferentes, pero no hay necesidad de hacer 24 multiplicaciones.
Vemos a primera vista que, para obtener un producto de cinco
números, el 8 o bien el 4 debe ser el primer número de la izquierda.
Pero a menos que el 2 esté precedido a la derecha por el 8,
producirá un 5 o un 7 al ser multiplicado, algo que no debe ocurrir.
Por tanto, de inmediato quedamos limitados a dos casos, 3 × 4.128
y 3 × 4.281, ambos de los cuales dan soluciones correctas.
Probemos a continuación con 21, un factor de dos cifras. Si el
número a ser multiplicado está por debajo de 500, el producto
tendrá sólo cuatro números o comenzará con 10. Por tanto, sólo
tenemos que examinar los casos 21 × 843 y 21 × 834.
Pero sabemos que la primera cifra se repetirá, y que la segunda cifra
será dos veces el primer número sumado al segundo. En

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consecuencia, como dos veces 3 sumado a 4 produce un cero en


nuestro producto, el primer caso se rechaza de inmediato. Sólo
queda por tratar el caso restante por multiplicación, que
descubrimos que no da una respuesta correcta. Si a continuación
probamos con el factor 12, vemos desde el principio que ni el 8 ni el
3 pueden figurar en el lugar de las unidades, porque producirían un
6, y así sucesivamente. Un ojo atento y una mente lúcida nos
permiten recorrer nuestra tabla en tiempo mucho más breve de lo
esperado. A mí el proceso me llevó poco más de tres horas.
No he intentado enumerar las soluciones en los casos de seis, siete,
ocho y nueve dígitos, pero he registrado casi cincuenta ejemplos con
los nueve dígitos nada más.

§ 24. Acertijo centenario


¿Puede usted escribir 100 en forma de número mixto, utilizando la
totalidad de los nueve dígitos, cada cual una vez, y sólo una vez? El
difunto y distinguido matemático francés Edouard Lucas encontró
siete modos de hacerlo, y expresó sus dudas en cuanto a la
existencia de otros modos. En rigor existen sólo once maneras de
hacerlo. He aquí una de ellas: 91 5742/
638 (91 + 9). Nueve de las otras
maneras también tienen dos cifras en la parte entera del número,
pero la undécima expresión sólo tiene una cifra allí. ¿Podrá el lector
hallar esta última forma?

Solución:
El problema de expresar el número 100 como un número mixto o

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fracción, usando los nueve dígitos una vez, y sólo una vez, tiene su
lado fascinante, al igual que todos estos acertijos digitales. Un
novato puede obtener resultados correctos con paciencia, y hay un
placer singular en descubrir y registrar cada nueva combinación,
similar al deleite del botánico que encuentra una planta largamente
buscada. Sólo se trata de disponer estos nueve números
correctamente, y sin embargo con los miles de combinaciones
posibles que afrontamos la tarea no es tan fácil como puede parecer
a primera vista, si hemos de obtener una cantidad considerable de
resultados. Hay once respuestas, incluida la que di como ejemplo:

96 2148/537, 96 1752/438, 96 1428/357, 94 1578/263,

91 7524/
836, 91 5823/
647, 91 5742/
638, 82 3546/
197,

81 7524/396, 81 5643/297, 3 69258/714

Ahora bien, como todas las fracciones representan necesariamente


números enteros, será conveniente abordarlos de la siguiente forma:

96 + 4, 94 + 6, 91 + 9, 82 + 18, 81 + 19, y 3 + 97.

Con cualquier número entero las raíces digitales (ver solución


anterior) de la fracción que sumada a ese número arroje 100
siempre tendrán una forma particular. Así, en el caso de 96 + 4, se
comprobará que, de ser posible una respuesta, tanto la raíz digital
del numerador como la del denominador de la fracción será 6.
Examinemos los tres primeros ejemplos mencionados, y veremos

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que es así. En el caso de 94 + 6 las raíces del numerador y el


denominador son respectivamente 3 y 2, en el caso de 91 + 9 y de
82 + 18 son 9 y 8, en el caso de 81 + 19 son 9 y 9, y en el caso de 3
+ 97 son 3 y 3. Cada fracción que pueda emplearse, pues, tiene su
propia raíz digital, y perdemos el tiempo si inconscientemente
procuramos infringir esta ley.
Los lectores habrán notado que ciertos números enteros son
evidentemente imposibles. Así, si hay un 5 en el número entero,
también debe haber un 0 o un segundo 5 en la fracción, los cuales
están vedados por las condiciones del acertijo. Entonces no pueden
aparecer múltiplos de 10, tales como 90 y 80, ni tampoco puede el
entero terminar en 9, como en 89 y 79, porque la fracción, igual a
11 o 21, tendrá 1 en el último lugar, y en consecuencia repetirá un
número. Los números enteros que repiten una cifra, como 88 y 77,
también son manifiestamente inútiles. Estos casos, como he dicho,
resultarán obvios para cualquier lector. Pero cuando declaro que las
combinaciones tales como 98 + 2, 92 + 8, 86 + 14, 83 + 17, 74 + 26,
etc., se deben desechar al instante como imposibles, la razón no es
tan evidente, y lamentablemente no dispongo de espacio para
explicarlo.
Cuando se han eliminado todas las combinaciones manifiestamente
imposibles, ello no significa que todas las restantes “formas
posibles” sean viables. La forma elemental puede ser correcta, pero
hay otras consideraciones más profundas a tener en cuenta. Por
ejemplo, 98 + 2 es una combinación imposible, porque de inmediato
distinguimos que no existe una forma posible para las raíces

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digitales de la fracción igual a 2. Pero en el caso de 97 + 3 hay una


forma posible para las raíces digitales de la fracción, a saber, 6 y 5,
y sólo al continuar nuestra investigación podemos determinar que
en la práctica esta forma no puede obtenerse, debido a curiosas
consideraciones. La deducción se simplifica bastante mediante un
proceso de eliminación, basado en consideraciones tales como que
ciertas multiplicaciones generan una repetición de cifras, y que el
número entero no puede ser de 12 a 23 inclusive, pues en estos
casos no se obtienen denominadores suficientemente pequeños para
formar la fracción.

§ 25. El místico once


¿Puede usted encontrar el mayor número posible que contenga
nueve dígitos cualesquiera de los diez (considerando el cero un
dígito) y que se pueda dividir por 11 sin resto? ¿Puede también
encontrar el menor número posible producido de la misma manera
que sea divisible por 11? Omitiendo el 5, por ejemplo, se obtiene
896743012. Este número contiene nueve de los dígitos y es divisible
por 11, pero no es el mayor ni el menor número que se puede
obtener.

Solución:
La mayoría de la gente sabe que si la suma de los dígitos de los
lugares impares de cualquier número es igual a la suma de los
dígitos de los lugares pares, entonces el número es divisible por 11
sin resto. Así en 896743012 los dígitos impares, 86402, suman 20,

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y los dígitos pares, 9731, también suman 20. En consecuencia, el


número se puede dividir por 11. Pero pocos saben que si la
diferencia entre la suma de los dígitos impares y pares es 11, o un
múltiplo de 11, la regla también se aplica. Esta ley nos permite
descubrir, con muy pocas operaciones, que el menor número que
contiene nueve de los diez dígitos (considerando el cero un dígito) y
resulta divisible por 11 es 102.347.586, y el mayor es 987.652.413.

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Problemas aritméticos y algebraicos varios


“La variedad es la sal de la vida,
lo que le brinda todo su sabor.”
COWPER, La tarea

§ 26. Cortesías académicas


En una escuela mixta donde se enfatizaba la enseñanza de los
buenos modales tenían la extraña regla de reunir a todos los
alumnos cada mañana. Había el doble de niñas que de varones.
Cada niña se inclinaba ante cada otra niña, ante cada muchacho y
ante el profesor. Cada muchacho se inclinaba ante cada otro
muchacho, ante cada niña y ante el profesor. En total se efectuaban
novecientas reverencias en esa academia modelo todas las
mañanas. ¿Puede usted decir exactamente cuántos alumnos
varones había en la escuela? Si no se anda con cuidado, se desviará
muchísimo en sus cálculos.

Solución:
Había diez varones y veinte niñas. La cantidad de reverencias de
niña a niña era, pues, 380; de niño a niño 90; de niña a niño 400, y
de niños de ambos sexos ante el profesor 30, dando el total de 900.
Se recordará que nunca se mencionó que el profesor retribuyera las
reverencias de los alumnos.

§ 27. Los fardos de heno


El granjero Tompkins tenía cinco fardos de heno, y pidió a su

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empleado Hodge que los pesara antes de entregarlos a un cliente. El


estúpido sujeto los pesó de a dos por vez de todas las maneras
posibles, e informó a su patrón que los respectivos pesos en libras
eran 110, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118, 120 y 121. ¿Cómo iba
a averiguar el pobre granjero cuánto pesaba cada fardo por
separado a partir de estas cifras? Tal vez el lector crea que deberían
indicarle “cuál par es cuál” o algo parecido, pero es totalmente
innecesario. ¿Puede decir los cinco pesos correctos?

Solución:
Sumemos los diez pesos y dividamos por 4, y así obtenemos 289
libras como el peso conjunto de los cinco fardos. Si llamamos a los
cinco fardos A, B, C, D y E, por orden de peso, siendo A el más
liviano y E el más pesado, entonces 110 libras, el peso menor, debe
ser el peso de A y B; y el peso menor más próximo, 112 libras, debe
ser el peso de A y C. Así los dos más pesados, D y E, deben pesar
121 libras, y C y E deben pesar 120 libras. Sabemos que A, B, D y E
pesan conjuntamente 231 libras, lo cual, deducido de 289 libras (el
peso de los cinco fardos), nos da el peso de C, 58 libras. Ahora bien,
por mera sustracción, hallamos que el peso de los cinco fardos es
54, 56, 58, 59 y 62 libras respectivamente.

§ 28. El gran revoltijo


Después de la cena, los cinco niños de una casa encontraron un
paquete de confites. Andrew tomó dos tercios del paquete, Bob cogió
tres octavos de ellos, y Charlie atinó a coger tres décimos. Entonces

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el joven David entró en escena, y capturó todo lo que Andrew había


dejado, excepto un séptimo, del cual Edgar arteramente se apoderó
mediante una triquiñuela. Ahora comenzó la verdadera diversión,
pues Andrew y Charlie se unieron contra Bob, quien tropezó con el
guardafuegos y soltó la mitad de lo que tenía, lo cual fue recogido en
partes iguales por David y Edgar, quienes se habían agazapado bajo
la mesa y estaban al acecho. A continuación, Bob saltó sobre
Charlie desde una silla y desparramó en el piso todo lo que Charlie
había juntado. De esto, Andrew obtuvo sólo un cuarto, Bob un
tercio, David dos séptimos, mientras que Charlie y Edgar se
dividieron por partes iguales lo que quedaba.
Pensaban que la refriega había terminado cuando David de pronto
atacó en dos direcciones al mismo tiempo, desparramando tres
cuartos de lo que Bob y Andrew acababan de adquirir. Los dos
últimos, con gran dificultad, recobraron cinco octavos en partes
iguales, pero los otros tres se llevaron cada cual un quinto de lo
mismo. Ahora contaron cada golosina, convocaron a una tregua y
dividieron, por partes iguales entre todos, el resto del paquete.
¿Cuál es el número más pequeño de confites que pudo haber habido
al principio, y qué proporción obtuvo cada niño?

Solución:
La cantidad más pequeña de confites que cumple las condiciones es
26.880. Los cinco chicos obtuvieron respectivamente: Andrew,
2.863; Bob, 6.335; Charlie, 2.438; David, 10.294; Edgar, 4.950. Hay
una pequeña trampa en las palabras cercanas al final, “un quinto

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de lo mismo”, que al principio parece modificar toda la cuenta. Pero


un poco de reflexión nos indica que las palabras sólo podían
significar “un quinto de cinco octavos”, la última fracción
mencionada, es decir, un octavo de los tres cuartos que Bob y
Andrew habían adquirido la última vez.

§ 29. Capturando al ladrón


—Pues bien, agente —dijo el abogado defensor durante un
interrogatorio—, ¿declara usted que el acusado estaba exactamente
veintisiete pasos delante de usted cuando usted echó a correr para
perseguirlo?
—Sí, señor.
—¿Y jura que él da ocho pasos por cada cinco de los de usted?
—En efecto.
—Entonces le pido, agente, que recurra a su inteligencia para
explicarme cómo lo aprehendió, si es que logró hacerlo.
—Bien, verá usted, yo tengo el paso más largo. De hecho, dos de
mis pasos tienen una longitud equivalente a cinco pasos del
acusado. Si usted hace la cuenta, descubrirá que la cantidad de
pasos que necesité me llevó exactamente al sitio donde lo capturé.
Aquí el presidente del jurado pidió unos minutos para hacer
cuentas. ¿Puede usted decir cuántos pasos necesitó el agente de
policía para capturar al ladrón?

Solución:
El agente dio treinta pasos. En el mismo tiempo el ladrón daba

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cuarenta y ocho, lo cual, sumado a su ventaja inicial de veintisiete,


lo trasladó setenta y cinco pasos. Esta distancia equivaldría a
treinta pasos del agente de policía.

§ 30. El número rasgado


El otro día tenía en mis manos una etiqueta que presentaba el
número 3025 en caracteres grandes. Por accidente estaba rasgada
por la mitad, así que en un fragmento aparecía 30 y en el otro 25,
tal como se muestra en la ilustración.

Al mirar estos fragmentos me puse a hacer cálculos, sin darme


cuenta de lo que hacía, y descubrí esta pequeña rareza. Si sumamos
30 más 25 y elevamos la suma al cuadrado obtenemos como
resultado el número completo original de la etiqueta. Así, 30 más 25
equivale a 55, y 55 multiplicado por 55 equivale a 3025. Extraño,
¿verdad?
Ahora bien, el acertijo consiste en encontrar otro número,
compuesto por cuatro cifras, todas diferentes, que se pueda dividir
por la mitad y produzca el mismo resultado.

Solución:
El otro número que satisface todos los requerimientos del acertijo es
9.801. Si lo dividimos por la mitad, generando dos números, y los

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sumamos, obtenemos 99, el cual multiplicado por sí mismo da


9.801. Es verdad que 2.025 tiene iguales características, pero este
número queda excluido por el requisito de que no debe haber dos
cifras iguales.
La solución general es curiosa. Llamemos n a la cantidad de cifras
de cada lado de la etiqueta rasgada. Luego, si añadimos 1 a cada
uno de los exponentes de los factores primos (que no sean 3) de 10 n
– 1 (considerando a 1 como un factor con el exponente constante 1),
su producto será la cantidad de soluciones. Así, para una etiqueta
de seis cifras, n = 3. Los factores de 103 – 1 son l1 × 371 (sin tener en
cuenta el 33) y el producto de 2 × 2 = 4, la cantidad de soluciones.
Esto siempre incluye los casos especiales 98—01, 00—01, 998—
001, 000—001, etc. Las soluciones se obtienen del siguiente modo:
factorice 103 – 1 de todos los modos posibles, siempre manteniendo
juntas las potencias de 3, así 37 × 27, 999 × 1. Luego resuelva la
ecuación 37x = 27y + 1. Aquí x = 19 e y = 26. Entonces, 19 × 37 =
703, cuyo cuadrado da una etiqueta, 494.209. Una solución
complementaria (mediante 27x = 37y + 1) se puede encontrar de
inmediato por 10n —703 = 297, cuyo cuadrado da 088.208 para la
segunda etiqueta. (Esos ceros de la izquierda se deben incluir,
aunque conduzcan a casos raros como 00238—04641 = 48792,
donde 0238—4641 no funcionaría.) El caso especial 999 × 1 se
puede escribir de inmediato 998.001, de acuerdo con la ley que
hemos mostrado, añadiendo nueves a una mitad y ceros a la otra, y
su complementario será 1 precedido por cinco ceros, o 000001. Así
obtenemos los cuadrados de 999 y 1. Estas son las cuatro

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soluciones.

§ 31. Números extraños


El número 48 tiene la característica de que si le sumamos 1 el
resultado es un cuadrado (49, el cuadrado de 7), y si le sumamos 1
a su mitad, obtenemos también un cuadrado (25, el cuadrado de 5).
Ahora bien, hay un sinfín de números con esta característica, y es
un interesante acertijo encontrar tres más, los más pequeños
posibles. ¿Cuáles son?

Solución:
Los tres números más pequeños, además de 48, son 1.680, 57.120
y 1.940.448. Se verá que 1.681 y 841, 57.121 y 28.561, 1.940.449 y
970.225, son respectivamente los cuadrados de 41 y 29, 239 y 169,
1.393 y 985.

§ 32. El avaro redimido


El señor Jasper Bullyon fue uno de los pocos avaros que lograron
comprender su obligación hacia sus congéneres menos afortunados.
Una memorable noche contaba sus riquezas acumuladas y resolvió
distribuirlas entre los menesterosos.
Descubrió que si donaba la misma cantidad de libras cada día del
año, podía distribuirlas exactamente durante un año sin que
quedara nada; pero si descansaba los domingos, y sólo donaba una
cantidad fija de libras cada día laboral, aún le quedaría una libra en
Noche Vieja. Ahora bien, reduciéndola al mínimo posible, ¿cuál es la

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cantidad exacta de libras que tenía para distribuir?


¿Acaso existe una pregunta más simple? Una cantidad de libras
dividida por un número de días no deja resto, pero si se divide por
otro número de días deja un resto de una esterlina. Eso es todo,
pero pronto verá que nuestra pequeña pregunta no deja de ser
desconcertante.

Solución:
Como no nos dicen en qué año Jasper Bullyon realizó esta generosa
distribución de su fortuna, sino que debemos hallar la menor
cantidad posible, es claro que debemos buscar un año que tenga la
forma más favorable.
Hay cuatro casos a tener en cuenta: un año común con cincuenta y
dos domingos y con cincuenta y tres domingos, y un año bisiesto
con cincuenta y dos y cincuenta y tres domingos respectivamente.
He aquí las cantidades más bajas posibles en cada caso:

313 días laborales, 52 domingos 112.055 libras


312 días laborales, 53 domingos 19.345 libras
314 días laborales, 52 domingos sin solución posible
313 días laborales, 53 domingos 69.174 libras

La menor cantidad posible, y por ende la respuesta correcta, es


19.345 libras, distribuidas en un año común que comenzó en
domingo (el año 1911 tuvo estas características). Habría pagado 53
libras cada día del año, o 62 libras cada día laboral, con un resto de

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1 libra, tal como se requería, en el último caso.

§ 33. Los cuadrados del círculo


El acertijo consiste en poner un número diferente en cada uno de
los diez cuadrados, de modo que la suma de los cuadrados de dos
números adyacentes cualesquiera equivalga a la suma de los
cuadrados de los dos números diametralmente opuestos.

Los cuatro números que hemos puesto como ejemplos deben


permanecer tal como están. El cuadrado de 16 es 256, y el
cuadrado de 2 es 4. Si los sumamos, obtenemos 260. Además, el
cuadrado de 14 es 196, y el cuadrado de 8 es 64. Sumados también
dan 260. Ahora bien, exactamente del mismo modo, B y C deberían
ser iguales a G y H (la suma no será necesariamente 260), A y K a F
y E, H e I a C y D, y así sucesivamente, con cualesquiera dos
cuadrados contiguos del círculo.
Sólo falta insertar los seis números restantes. No se permiten
fracciones, y demostraré que no es preciso que ningún número

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contenga más de dos cifras.

Solución:
Aunque este problema puede resultar dificultoso para el no iniciado,
es bastante sencillo y se facilita aún más si se insertan cuatro de los
diez números.
Primero, se notará que los cuadrados que son diametralmente
opuestos tienen una diferencia común. Por ejemplo, la diferencia
entre el cuadrado de 14 y el cuadrado de 2, en el diagrama, es 192;
y la diferencia entre el cuadrado de 16 y el cuadrado de 8 también
es 192. Así debe ocurrir en cada caso.
Entonces debemos recordar que la diferencia entre los cuadrados de
dos números consecutivos es siempre el doble del número menor
más 1, y que la diferencia entre los cuadrados de dos números
cualesquiera siempre se puede expresar como la diferencia de los
números multiplicada por su suma. Así el cuadrado de 5 (25) menos
el cuadrado de 4 (16) equivale (5 + 4) × 1, es decir 9; además, el
cuadrado de 7 (49) menos el cuadrado de 3 (9) equivale a (7 + 3) × (7
– 3), es decir 40.
Ahora bien, el número 192, al que hemos aludido, se puede dividir
en cinco pares de factores pares: 2 × 96, 4 × 48, 6 × 32, 8 × 24 y 12
× 16, y éstos divididos por 2 nos dan 1 × 48, 2 × 24, 3 × 16, 4 × 12 y
6 × 8. La diferencia y la suma respectivas de cada uno de estos
pares a la vez producen 47 y 49; 22 y 26; 13 y 19; 8 y 26; 2 y 14.
Estos son los números requeridos, cuatro de los cuales ya están
colocados. Los seis números que se deben añadir se pueden colocar

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de seis maneras diferentes, y una de ellas es, leyendo el círculo


hacia la derecha del lector, 16, 2, 49, 22, 19, 8, 14, 47, 26, 13.
Deseo llamar la atención del lector sobre otro detalle. En todos los
círculos de esta clase, la diferencia entre los números
diametralmente opuestos aumenta en determinada proporción,
siendo los primeros números (con la excepción de un círculo de 6) 4
y 6, y formándose los otros mediante la duplicación del
inmediatamente anterior menos uno. Así, en el caso citado, la
primera diferencia es dos, y luego los números aumentan por 4, 6, 8
y 12. Desde luego, puede hallarse una solución infinita de
soluciones si admitimos fracciones. La cantidad de cuadrados de un
círculo de este tipo, sin embargo, debe tener la forma 4n + 6; es
decir, debe ser un número compuesto por 6 más un múltiplo de 4.

§ 34. Un contratiempo legal


—Un cliente mío —dijo un abogado— agonizaba cuando su esposa
estaba por darle un hijo. Labré su testamento, donde cedía dos
tercios de su herencia a su hijo varón (si nacía un varón) y un tercio
a la madre. Pero si la hija era niña, dos tercios de la herencia
corresponderían a la madre y un tercio a la hija. Lo cierto es que
después de su deceso nacieron mellizos, un varón y una niña.
Entonces se presentó un interesante problema. ¿Cómo dividir la
herencia equitativamente entre los tres y del modo que más se
adecuara al espíritu del testamento del difunto?

Solución:

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La evidente intención del finado era legar al hijo varón el doble que
a la madre, o a la hija la mitad que a la madre. Por tanto, la división
más equitativa sería que la madre se llevara dos séptimos, el hijo
varón cuatro séptimos y la hija un séptimo.

§ 35. Las vacaciones de los mineros


Siete mineros se tomaron vacaciones en la playa durante una gran
huelga. Seis integrantes del grupo gastaron 120 peniques cada uno,
pero Bill Harris era más derrochón. Gastó 36 peniques más que el
promedio del grupo. ¿Cuánto sumaron exactamente los gastos de
Bill?

Solución:
Bill Harris gastó 162 peniques, lo cual representaría 36 peniques
más que el promedio de los siete hombres (126 peniques).

§ 36. Un problema con cuadrados


Tenemos tres tableros cuadrangulares. La superficie del primero
contiene cinco pies cuadrados más que la segunda, y la segunda
contiene cinco pies cuadrados más que la tercera. ¿Puede usted dar
las medidas exactas de los lados de los tableros? Si puede resolver
este pequeño acertijo, trate de hallar tres cuadrados en progresión
aritmética, con una diferencia común de 7 y también de 13.

Solución:
Los lados de los tres cuadrados miden 31, 41 y 49 pulgadas

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respectivamente. La diferencia común en superficie es exactamente


de 720 pulgadas cuadradas. Tres números cuyos cuadrados están
en progresión aritmética, con una diferencia común de 7, son
113/
120,
337/ y 463/
120 120; y con una diferencia común de trece
80929/
19380,
106921/ y 127729/
19380 19380, En el caso de números cuadrados
enteros, la diferencia siempre será divisible por 24, así que es obvio
que nuestros cuadrados deben ser fracciónales. Ahora el lector
debería tratar de resolver el caso donde la diferencia común es 23.
Es un hueso duro de roer.

§ 37. El avaro español


En un pueblo de Nueva Castilla vivía un célebre avaro llamado don
Manuel Rodríguez. Su amor por el dinero sólo era comparable a su
pasión por los problemas matemáticos. Estos acertijos se
relacionaban habitualmente con las riquezas que acaparaba, y sólo
los proponía con el exclusivo propósito de complacerse en
resolverlos. Lamentablemente muy pocos han sobrevivido, y cuando
yo viajaba por España, reuniendo datos para mi tesis sobre “La
cebolla española como causa de la decadencia nacional”, sólo
descubrí un puñado. Uno de ellos se relaciona con tres cofres
apilados uno encima del otro. Cada cofre contenía una diferente
cantidad de doblones de oro. La diferencia entre la cantidad de
doblones del cofre superior y la cantidad del cofre intermedio era la
misma que la diferencia entre la cantidad del cofre intermedio y la
cantidad del cofre inferior. Y si se sumara el contenido de dos cofres
cualesquiera se obtendría un número cuadrado. ¿Cuál es la

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cantidad más pequeña de doblones que podía existir en cualquiera


de los cofres?

Solución:
Había 386 doblones en un cofre, 8.450 en otro, y 16.514 en el
tercero, ya que 386 es el menor número posible. Si yo hubiera
pedido la menor suma posible de monedas, la respuesta habría sido
482, 3.362 y 6.242. Se verá que en cualquiera de ambos casos, si se
combina el contenido de dos cajas cualesquiera de las tres, forman
un número cuadrado de monedas. Es una curiosa coincidencia (y
nada más, pues no ocurre siempre) que en la primera solución los
dígitos de los tres números sumen 17 en todos los casos, y que en la
segunda solución sumen 14. Nótese que el número que está en
medio de los tres es siempre la mitad de un número cuadrado.

§ 38. Los cinco salteadores


Los cinco salteadores Alfonso, Benito, Carlos, Diego y Esteban
contaban su botín después de un atraco y descubrieron que en total
habían robado 200 doblones. Uno de la banda señaló que si Alfonso
hubiera tenido doce veces su parte, Benito tres veces su parte,
Carlos la misma cantidad, Diego la mitad de su parte y Esteban un
tercio de su parte, igual habrían totalizado 200 doblones. ¿Cuántos
doblones tenía cada uno?
Hay muchas respuestas correctas para esta pregunta. He aquí una
de ellas:

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A 6 × 12 = 72
B 12 × 3 = 36
C 17 × 1 = 17
D 120 × ½ = 60
E 45 × ⅓ = 15
200 200

El acertijo consiste en descubrir cuántas respuestas hay,


entendiéndose que cada hombre tenía algo y que no puede haber
céntimos (es decir, fracciones), sólo doblones.
Este problema, planteado con otras palabras, fue propuesto por
Tartaglia (muerto en 1559), quien se jactaba de haber descubierto
una solución; pero un célebre matemático francés (M. A. Labosne)
alega en un trabajo que los lectores quedarán atónitos al enterarse
de que existen 6.639 respuestas correctas. ¿Es así? ¿Cuántas
respuestas hay?

Solución:
La suma de 200 doblones podría haber sido alcanzada por los cinco
salteadores de 6.627 maneras diferentes. Alfonso pudo haber
alcanzado cualquier cifra de 1 a 11. Si tenía 1 doblón, hay 1.005
maneras de distribuir el resto; con 2 doblones, hay 985 maneras;
con 3 doblones, hay 977 maneras; con 4 doblones, hay 903
maneras; con 5 doblones, 832 maneras; con 6 doblones, 704
maneras; con 7 doblones, 570 maneras; con 8 doblones, 388
maneras; con 9 doblones, 200 maneras; con 10 doblones, 60

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maneras; y si Alfonso se quedaba con 11 doblones, el resto se


distribuiría de 3 maneras. No podía tener más de 11 doblones.
Nadie esperará que describa detalladamente las 6.627 maneras,
pero mi propósito es capacitar al lector, si él lo desea, para describir
todas las respuestas donde Alfonso tiene una misma cantidad.
Tomemos los casos en que Alfonso tiene 6 doblones, y veamos cómo
podemos obtener las 704 maneras que se indican arriba. He aquí
dos tablas que servirán como claves para las respuestas.

Tabla I Tabla II
A=6 A=6
B=n B=n
C = (63 – 5n) + m C=1+m
D = (128 + 4n) – 4m D = (376 + 16n) – 4m
E = (15n – 183) + 3
E = 3 + 3m m

En la primera tabla podemos reemplazar n por cualquier número


entero de 1 a 12 inclusive, y m puede ser cero o cualquier número
entero de 1 a (31 + n) inclusive. En la segunda tabla n puede poseer
el valor de cualquier número entero de 13 a 23 inclusive, y m puede
ser cero o cualquier número entero de 1 a (93 – 4n) inclusive. La
primera tabla da así (32 + n) respuestas por cada valor de n; y la
segunda tabla da (94 – 4n) respuestas por cada valor de n. La
primera, pues, da 462 y la segunda 242 respuestas, que en
conjunto forman 704, como ya hemos indicado.

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Tomemos la Tabla I, y digamos que n = 5 y m = 2; en la Tabla II


digamos que n = 13 y m = 0. De inmediato obtenemos estas dos
respuestas:

A= 6 A= 6
B= 5 B= 13
C= 40 C= 1
D = 140 D= 168
E= 9 E= 12
200 doblones 200 doblones

Se verá que estas respuestas son correctas. En cuanto al resto de


las 704 respuestas, donde Alfonso siempre posee seis doblones, se
pueden obtener del mismo modo a partir de las dos tablas,
sustituyendo las letras m y n por los diferentes números.
Dicho de otro modo, por cada cantidad que posea Alfonso la
cantidad de respuestas es la suma de dos progresiones aritméticas,
siendo la diferencia común 1 en un caso y –4 en el otro. En el caso
donde Alfonso tiene 6 doblones una progresión es 33 + 34 + 35 + 36
+ … + 43 + 44, y en el otro 42 + 38 + 34 + 30 + … + 6 + 2. La suma
de la primera serie es 462, y la de la segunda 242, resultados que
nuevamente concuerdan con las cifras que ya hemos dado. Puede
decirse que el problema consiste en hallar el primero y último
término de cada progresión. Debo señalar que en los casos en que
Alfonso posee 9, 10 u 11 doblones, hay una sola progresión, de la
segunda forma.

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§ 39. El problema del cantero


Un cantero tenía una gran cantidad de cubos de piedra en su patio,
todos del mismo tamaño. Era un hombre excéntrico, y una de sus
rarezas consistía en amontonar los cubos en pilas cúbicas, sin que
hubiera dos pilas que contuvieran la misma cantidad de cubos.
Había descubierto (un dato bien conocido por los matemáticos) que
si tomaba todos los cubos contenidos en cualquier cantidad de pilas
en orden regular, partiendo de una “pila” de un solo cubo, podía
disponerlos siempre en el suelo como para formar un cuadrado
perfecto. Esto resultará claro para el lector, pues un bloque es un
cuadrado (de lado 1), 1 + 8 = 9 es un cuadrado, 1 + 8 + 27 = 36 es
un cuadrado, 1 + 8 + 27 + 64 = 100 es un cuadrado, y así
sucesivamente. De hecho, la suma de cualquier número de cubos
consecutivos, comenzando siempre por 1, es en todos los casos un
número cuadrado.
Un día un caballero entró en el patio del cantero y le ofreció
determinado precio si le suministraba un número consecutivo de
estas pilas cúbicas que contuviera en total una cantidad de bloques
que se pudiera disponer en forma de cuadrado, pero el comprador
insistió en que fueran más de tres pilas y rehusó aceptar el cubo
único porque contenía un defecto. ¿Cuál era la cantidad más
pequeña posible de bloques de piedra que el cantero debía
suministrarle?

Solución:

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El acertijo consiste en esto. Busque el número cuadrado más


pequeño que se pueda expresar como la suma de más de tres cubos
consecutivos, quedando eliminado el cubo 1. Como se debían
suministrar más de tres pilas, esta condición excluye la que de otra
manera sería la solución más pequeña, 23 3 + 243 + 253 = 2042. Pero
admite la respuesta 253 + 263 + 273 + 283 + 293 = 3152. Sin
embargo, la respuesta correcta requiere más pilas, aunque una
suma menor de bloques. Hela aquí: 14 3 + 153 + hasta 253 inclusive,
o doce pilas en total, lo cual, sumado, da 97.344 bloques de piedra
que se pueden extender para formar un cuadrado de 312 × 312.
Sólo señalaré que una clave de la solución radica en los llamados
“números triangulares”.

§ 40. Las esposas holandesas


No sé cuántos lectores conocerán el acertijo de las esposas
holandesas, donde hay que determinar el nombre de las esposas de
tres hombres o, mejor dicho, cuál esposa corresponde a cuál
marido.

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Hace treinta años circulaba como una novedad, pero recientemente


lo descubrí en el Ladies Diary de 1739-40, así que obviamente era
conocido para el bello sexo hace más de ciento setenta años.
¿Cuántas de nuestras madres, esposas, hermanas, hijas y tías
podrían resolver hoy este acertijo? Una proporción mucho mayor
que entonces, cabe esperar.
Tres holandeses, llamados Hendrick, Elas y Cornelius, y sus
esposas Gurtrün, Katrün y Anna, compran cerdos. Cada cual
compra tantos como chelines puede dar por cada uno. Cada esposo
paga en total 63 chelines más que su esposa. Hendrick compra 23
cerdos más que Katrün, y Elas 11 más que Gurtrün. Pues bien,
¿cuál era el nombre de la esposa de cada cual?

Solución:
El dinero pagado en cada caso fue un número cuadrado de chelines,
porque compraron un cerdo a 1 chelín, dos cerdos a 2 chelines cada
uno, tres cerdos a 3 chelines cada uno y así. Pero cada esposo paga
en total 63 chelines más que la esposa, y debemos averiguar de
cuántas maneras 63 puede ser la diferencia entre dos números
cuadrados. Estas tres son las únicas maneras posibles: el cuadrado
de 8 menos el cuadrado de 1, el cuadrado de 12 menos el cuadrado
de 9, y el cuadrado de 32 menos el cuadrado de 31. Aquí 1, 9 y 31
representan el número de cerdos comprados y la cantidad de
chelines por cerdo pagado por cada mujer, y 8, 12 y 32 lo mismo en
cuanto a sus respectivos esposos. A partir de la nueva información
suministrada sobre sus compras, ahora podemos presentarlos en

67 Preparado por Patricio Barros


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pares: Cornelius y Gurtrün compraron 8 y 1; Elas y Katrün


compraron 12 y 9; Hendrick y Anna compraron 32 y 31. Y estos
pares representan correctamente las tres parejas.
Tal vez el lector desee saber cómo podemos determinar el número
máximo de modos en que un número se puede expresar como la
diferencia entre dos cuadrados, y cómo hallar los cuadrados. Todo
entero excepto 1, 4 y el doble de cualquier número primo, se puede
expresar como la diferencia de dos cuadrados enteros en tantos
modos como se pueda dividir en pares de factores, contando al 1
como factor. Supongamos que el número es 5.940. Los factores son
22 × 33 × 5 × 11. Aquí los exponentes son 2, 3, 1, 1. Una forma
rápida de hacer el cálculo es restar 1 de los exponentes de 2 y
sumar 1 a todos los demás exponentes. Obtenemos entonces 1, 4,
2, 2 y la mitad del producto de estos cuatro números será el número
requerido de maneras en que 5.940 puede ser la diferencia de dos
cuadrados, es decir, 8. Para hallar estos ocho cuadrados, como se
trata de un número par, primero debemos dividir 5.948 por 4 y
obtenemos 1.485, cuyos ocho pares de factores son 1 × 1.485, 3 ×
495, 5 × 297, 9 × 165, 11 × 135, 15 × 99, 27 × 55 y 33 × 45. La
suma y diferencia de los miembros de cualquiera de estos pares
dará los números requeridos. Así, el cuadrado de 1.486 menos el
cuadrado de 1.484 es 5.940, el cuadrado de 498 menos el cuadrado
de 492 es el mismo, y así sucesivamente. En el caso de 63, el
número es impar, así que factoreamos 1 × 63, 3 × 21, 7 × 9. Luego
hallamos que la mitad de la suma y diferencia nos da los números
32 y 31, 12 y 9, y 8 y 1, como se muestra en la solución del acertijo.

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El, problema inverso, encontrar los factores de un número cuando


lo hemos expresado como la diferencia entre dos cuadrados, es
obvio. Por ejemplo, la suma y diferencia de cualquier par de
números en la última oración del párrafo anterior nos darán los
factores de 63. Cada número primo (excepto 1 y 2) se puede
expresar como la diferencia entre dos cuadrados de una manera, y
sólo de una manera. Si un número se puede expresar como la
diferencia entre dos cuadrados en más de una manera, es
compuesto; y habiéndolo expresado así, de inmediato podemos
obtener los factores, como hemos visto. Fermat mostró en una carta
a Mersenne o Frénicle, en 1643, cómo descubrir si un número se
puede expresar como la diferencia de dos cuadrados en más de un
modo, o demostrar que es primo. Pero el método, cuando se trata de
números grandes, es por fuerza tedioso, aunque en la práctica se
puede abreviar considerablemente. En algunos casos es el método
más breve conocido para factorizar números grandes, y siempre he
sostenido que Fermat lo utilizó para realizar cierta hazaña de
factorización que es histórica y está envuelta en el misterio.

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Capítulo II
Problemas geométricos
“Dios practica geometría
continuamente”
PLATÓN
Contenido:
§. Acertijos con retazos
§. Acertijos geométricos varios

“No hay ningún estudio —observó Augustus de Morgan— que


presente un comienzo tan simple como la geometría; no hay
ninguno donde las dificultades crezcan tanto a medida que
avanzamos.” El lector descubrirá cuánta verdad hay en ello cuando
aborde los siguientes acertijos, aunque no están dispuestos en
orden de dificultad. Y el hecho de que hayan fascinado y complacido
al hombre durante siglos se debe en cierta medida, sin duda, a la
fascinación que ejercen no sólo sobre el cerebro sino sobre el ojo. A
veces una fórmula algebraica o un teorema parecen complacer los
ojos del matemático, aunque quizá sólo se trate de un placer
intelectual.

§ 41. Acertijo con cuadrado


Si tomamos un rectángulo de cartón que tenga una longitud
equivalente al doble de su anchura, y lo cortamos en diagonal por la
mitad, obtendremos dos de las piezas que mostramos en la
ilustración.

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El acertijo consiste en formar un cuadrado con cinco de esas piezas


del mismo tamaño. Una de las piezas puede cortarse, pero las
demás se deben usar intactas.

Solución:
El diagrama se explica por sí mismo.

Una de las cinco piezas se cortó en dos para formar el cuadrado.

§ 42. El pentágono y el cuadrado

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Me pregunto cuántos lectores, entre quienes no han prestado gran


atención a los elementos de la geometría, podrían dibujar un
pentágono regular (es decir, una figura de cinco lados), si se les
requiriese de pronto.

Un hexágono regular (seis lados) es bastante fácil, pues todos


sabemos que hay que describir un círculo y, tomando el radio como
longitud de uno de los lados, marcar seis puntos en la
circunferencia. Pero un pentágono es otra cosa. Como mi acertijo,
pues, se relaciona con el corte de un pentágono, tal vez deba indicar
a mis lectores menos experimentados cómo dibujar correctamente
esta figura. Describa un círculo y dibuje las dos líneas HB y DG, en
el diagrama, a través del centro y en ángulo recto. Ahora encuentre
el punto A, a medio camino entre C y B. A continuación, apoye la
punta del compás en A y con la distancia AD describa el arco,
cortando a HB en E. Luego apoye la punta del compás en D y con la
distancia DE describa el arco cortando la circunferencia en F. Ahora
bien, DF es uno de los lados del pentágono, y usted sólo tiene que

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marcar los otros lados alrededor del círculo. Muy simple ahora que
usted lo sabe, pero de lo contrario es un poco engorroso.
Tras haber formado el pentágono, el acertijo consiste en cortarlo en
la menor cantidad posible de partes que encajen perfectamente para
formar un cuadrado.

Solución:
Un pentágono regular se puede dividir en seis partes que encajan a
la perfección para formar un cuadrado, como ahora demostraré.
Hasta ahora la mejor solución daba siete partes: la solución
propuesta hace unos años por el matemático Paul Busschop.
Primero formamos un paralelogramo, y a partir de allí el cuadrado.
El proceso se ve en nuestro siguiente diagrama.

El pentágono es ABCDE. Mediante el corte AC y el corte FM (siendo


F el punto medio entre A y C, y estando M a igual distancia desde A
que F), obtenemos dos partes que se pueden poner en posición en
GHEA y formar el paralelogramo GHDC. Luego hallamos la media

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proporcional entre la longitud HD y la altura del paralelo- gramo, es


decir, la raíz cuadrada del área del paralelogramo. Marcamos esta
distancia desde C en K, luego trazamos CK, y desde G hacemos la
línea GL, perpendicular a KC. El resto es fácil y bastante obvio. Las
seis partes forman o bien el pentágono o bien el cuadrado.
He recibido lo que pretendía ser una solución en cinco partes, pero
el método se basaba en la sutil falacia de que la mitad de la
diagonal más la mitad del lado de un pentágono equivaldría al lado
de un cuadrado de la misma superficie. La califico de sutil porque
es una aproximación muy cercana que engaña la vista, y es muy
difícil probar su inexactitud. No tengo noticias de que antes se haya
reparado en esta curiosa aproximación.
Otro lector hizo el lado de su cuadrado 1¼ del lado del pentágono.
En realidad, la proporción es irracional. Calculo que si el lado del
pentágono es 1 (en pulgadas, pies o cualquier otra medida) el lado
del cuadrado de igual superficie es aproximadamente 1,3117, es
decir, alrededor de 1 3/10. En consecuencia, sólo podemos aspirar a
resolver el acertijo mediante métodos geométricos.

§ 43. Disección de un triángulo


Veamos el interesante acertijo que el caballero de la ilustración
muestra a sus amigos. Ha recortado un triángulo equilátero —es
decir, un triángulo cuyos tres lados tienen la misma longitud— de
un papel. Propone cortarlo en cinco fragmentos, de tal modo que
permitan formar tanto dos como tres triángulos equiláteros más
pequeños, usando todo el material en cada caso. ¿Puede usted

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descubrir cómo?

Recuerde que cuando haya recortado los cinco fragmentos, debe


poder, tal como se pide, unirlos de manera que formen o bien el
triángulo original o bien dos o tres triángulos, todos equiláteros.

Solución:
El diagrama A es nuestro triángulo original. Digamos que mide 5
pulgadas por lado.

Si cortamos una tajada del pie de cada triángulo equilátero


mediante un corte paralelo a la base, la porción que permanece

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siempre será un triángulo equilátero; así que primero cortamos la


pieza 1 y obtenemos un triángulo de 3 pulgadas por lado. El modo
de hallar la dirección de los otros cortes en A es evidente en el
diagrama.
Ahora bien, si queremos dos triángulos, 1 será uno de ellos, y 2, 3,
4 y 5 se combinan, como en B, para formar el otro. Si queremos tres
triángulos equiláteros, 1 será uno de ellos, y 4 y 5 forman el
segundo, como en C, y 2 y 3 forman el tercero, como en D. En B y C
la pieza 5 está invertida; pero no puede haber objeción a esto, pues
no está prohibido, por lo que no se opone a la índole del acertijo.

§ 44. Cuadrados de chocolate


He aquí un trozo de chocolate, marcado en las líneas punteadas
para que sea fácil separar los veinte cuadrados.

Haga una copia del trozo en papel o cartón y luego trate de cortarlo
en nueve fragmentos que reordenados formen cuatro cuadrados
perfectos, todos exactamente del mismo tamaño.

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Solución:
El cuadrado A se conserva entero; las dos piezas llamadas B
encajan para formar un segundo cuadrado; las dos piezas C
constituyen un tercer cuadrado; y las cuatro piezas D forman el
cuarto cuadrado.

§ 45. El acertijo de Betsy Ross


Un lector me pidió que le diera la solución de un viejo acertijo que
se atribuye a una tal Betsy Ross, de Filadelfia, quien se lo habría
mostrado a George Washington. Consiste en plegar un papel de tal
modo que de un tijeretazo se transforme en una estrella de cinco
puntas (la estrella de la libertad). Ignoro si la historia del origen del
acertijo es verídica —aunque tengo una estampa de la vieja casa de
Filadelfia donde se dice que vivió esa dama, y creo que todavía está
en pie—, pero sin duda mis lectores se interesarán en este pequeño
problema.

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Tome un trozo circular de papel y pliéguelo de tal modo que con un


corte de tijera pueda lograr una perfecta estrella de cinco puntas.

Solución:
Pliegue el trozo circular de papel al medio, siguiendo la línea de
puntos de la figura 1, y divida la mitad superior en cinco partes
iguales como se indica.

Ahora pliegue el papel por las líneas, con lo que obtendrá la figura
2. Si desea una estrella como la de la figura 3, corte de A a B; si
desea una como la de la figura 4, corte de A a C. De esta manera,
cuanto más cerca del extremo inferior corte más largas serán las
puntas de la estrella, y cuanto más lejos del extremo corte, más
cortas serán.

§ 46. Las cercas del terrateniente


El terrateniente de la ilustración está consultando a su mayordomo
acerca de un problema desconcertante. Tiene un gran plano de uno
de sus campos, donde hay once árboles. Ahora bien, él quiere
dividir el campo en once parcelas mediante cercas rectas, de modo

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que cada parcela contenga un árbol como refugio para el ganado.


¿Cómo lo conseguirá con la menor cantidad posible de cercas? Coja
el lápiz y dibuje líneas rectas a través del campo hasta haber
delimitado las once parcelas (no más) y luego vea cuántas cercas se
requieren. Desde luego, las cercas pueden entrecruzarse.

Solución:
Sólo se necesitan cuatro cercas, como muestra la ilustración:

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§ 47. Tangrams
Muchos pasatiempos de la antigüedad, tales como el ajedrez, han
sufrido tantos cambios con el correr de los siglos que sus inventores
no los reconocerían. No ocurre así con los tangrams chinos, una
recreación que parece contar con no menos de cuatro mil años, que
al parecer nunca dejó de despertar interés y que no ha sufrido
alteraciones ni “mejoras” desde que el legendario Tan elaboró las
piezas que muestra el Diagrama 1.

Si marcamos el punto B, a medio camino entre A y C, en un lado de


un cuadrado de cualquier tamaño, y D, a medio camino entre C y B,
en un lado contiguo, la dirección de los cortes es demasiado obvia
para requerir más explicaciones. Todos los dibujos de este apartado
están integrados por esas siete piezas de cartón negro. Enseguida se
comprenderá que las combinaciones posibles son infinitas.
El difunto Sam Loyd de Nueva York, quien publicó un pequeño
volumen con ingeniosos diseños, poseía los manuscritos del difunto
Challenor, quien realizó un largo y detallado estudio de los
tangrams. Se dice que este caballero consigna que originalmente

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había siete libros de tangrams, compilados en China dos mil años


antes de la era cristiana. Estos libros son tan raros que, al cabo de
cuarenta años de residencia en el país, sólo logró ver copias
perfectas del primero y séptimo volúmenes con fragmentos del
segundo. En Pequín un soldado inglés encontró fragmentos de uno
de los libros, impreso en pan de oro sobre pergamino, y los vendió
por trescientas libras.
Hace unos años llegó a mis manos un libro de la biblioteca del
difunto Lewis Carroll, titulado The Fashionable Chínese Puzzle.
Contiene trescientos veintitrés diseños con tangrams, la mayoría
simples figuras geométricas, a construir con las siete piezas. No
tiene fecha, pero este comentario nos sitúa en la época: “Este
ingenioso invento ha constituido recientemente el pasatiempo
favorito del ex emperador Napoleón, quien, hallándose muy
debilitado y viviendo muy recluido, pasa muchas horas del día
ejercitando así su paciencia y su ingenio”. El lector descubrirá, al
igual que el emperador desterrado, que formar los diseños de otros
puede representar un entretenimiento no desprovisto de
instrucción. Muchas ilustraciones de este artículo son fáciles de
reconstruir, y otras más dificultosas. Cada imagen, pues, se puede
considerar un acertijo.
Pero es muy distinto crear diseños pictóricos nuevos y originales, y
los tangrams permiten formar una asombrosa cantidad de
imágenes, angulosas y a veces grotescas, sí, pero llenas de carácter.
Doy un ejemplo de una figura sentada (2) que es particularmente
grácil, y sólo necesita una ligera reducción de sus angulosidades

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para producir un perfil totalmente satisfactorio.


Ya que he mencionado al autor de Alicia en el País de las Maravillas,
presento mis diseños de la Liebre de Marzo y el Sombrerero Loco (3
y 4), y un precario Napoleón (5), así como un excelente piel roja, con
su squaw, obra del señor Loyd (6 y 7).

Muchos otros diseños acompañaban la publicación de un artículo


mío en el número de noviembre de 1908 de The Strand Magazine. El
difunto sir James Murray, eminente filólogo, intentó, con el
asombroso tesón que caracterizaba toda su labor, rastrear el origen
de la palabra tangram, y en ocasión de la publicación del citado
artículo me escribió lo siguiente:
“Uno de mis hijos es profesor del colegio anglochino de
Tientsin. Por intermedio de él, de sus colegas y de sus
alumnos, pude inquirir acerca de Tan entre los sinólogos.
Nuestro profesor de chino de Oxford también se interesó en
la cuestión y obtuvo información del secretario de la
Delegación China de Londres, que es un eminente
representante de los letrados chinos.
“El resultado ha sido que el hombre Tan, el dios Tan, y el

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Libro de Tan son totalmente desconocidos en la literatura,


la historia y la tradición chinas. La mayoría de los
hombres cultos jamás había oído ese nombre. El
pasatiempo, por cierto, es muy conocido. En chino se
denomina ch’i ch’iao f u, literalmente, “siete-ingenioso-
plan” o “ingeniosa figura del acertijo de siete piezas”. No
existe en chino ningún nombre que se parezca a tangram o
siquiera a tan, y las únicas sugerencias para el segundo
son los vocablos chinos t’an, “extender”, o t’ang, que
significa “chino” en el dialecto cantonés. Se ha sugerido
que algún americano o inglés que sabía un poco de chino o
cantonés, buscando un nombre para el acertijo, elaboró
una denominación a partir de una de esas palabras y el
sufijo europeo gram (es decir, “grama”, como en
crucigrama o anagrama). Debo añadir que el nombre
tangram tal vez fue inventado por un americano poco
antes de 1864 y después de 1847, pero no lo encuentro en
letras de molde antes de la edición de 1864 del diccionario
Webster. Por tanto, he debido ser muy breve en mi
referencia a ese término en el diccionario, diciendo a qué
se aplica y qué conjeturas se han hecho respecto de su
origen, y dando algunas citas de su propio artículo, el cual
me ha permitido explayarme un poco más sobre el tema.”

Varios lectores me han escrito para informarme que poseían o


habían poseído ejemplares de los viejos libros chinos. Un caballero

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de los Estados Unidos me escribió:


“Tengo en mi poder un libro hecho de papel tisú, impreso
en negro (con una inscripción china en la portada), el cual
contiene más de trescientos diseños y pertenece a una caja
de tangrams, que también poseo. Se trata de siete libros de
bruñida madreperla, con finos grabados en ambos lados.
Vienen dentro de una caja cuadrada de palisandro, de 2½
pulgadas. Mi tío abuelo fue uno de los primeros misioneros
que visitó la China. Esta caja y el libro, junto con una
colección de otras reliquias, fueron enviados a mi abuelo,
quien me los legó.”

Este corresponsal tuvo la amabilidad de proveerme calcos de los


tangrams, y es evidente que las piezas tienen las mismas
proporciones que he indicado. Reproduzco la inscripción china (8)
por lo siguiente: el propietario del libro me informa que lo ha
presentado a varios chinos de los Estados Unidos ofreciendo un
dólar por la traducción, pero todos se negaban rotundamente a leer
las palabras, ofreciendo la pobre excusa de que la inscripción es
japonesa. Los nativos del Japón, en cambio, insisten en que es
china. ¿Acaso existe algún elemento ocultista y esotérico en los
tangrams, que tan difícil resulta rasgar el velo? Tal vez esta página

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llegue a algún lector familiarizado con el idioma chino que desee


ofrecemos una traducción, arrojando cierta luz sobre este curioso
interrogante.

Usando varios conjuntos de tangrams al mismo tiempo, podemos


construir figuras más ambiciosas. Un amigo me aconsejó que no
enviara mi imagen “La partida de billar” (9) a la Academia,
asegurándome que no sería aceptada porque los “jueces son muy
convencionales”. Tal vez tenía razón, y quizá goce de mayor
aceptación entre los postimpresionistas y los cubistas. Los
jugadores están pensando una jugada muy delicada ante la mesa.
Los dos hombres, la mesa y el reloj están formados con cuatro
conjuntos de tangrams. Mi segunda imagen se denomina “La
orquesta” (10) y fue diseñada para el decorado de un gran auditorio.
Aquí tenemos al director, el pianista, el gordo cornetista, el zurdo
ejecutante del contrabajo, cuya pose es natural, aunque admito que
está a excesiva distancia de su instrumento, y el tambor, con su
imponente atril. El perro que está detrás del piano no ladra, sino
que escucha con deleite.
Una cosa notable de estas figuras es que sugieren a la imaginación
muchos elementos que no están presentes. ¿Quién, por ejemplo,
puede mirar varios minutos a lady Belinda (11) y la muchacha
holandesa (12) sin sentir la altanera expresión de una y la taimada

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mirada de la otra? Eche otro vistazo a la cigüeña (13) y comprobará


que la pata parece mucho más esbelta de lo que son las piezas
utilizadas. Se trata de una ilusión óptica. En el caso del yate (14),
esa pequeña y angulosa punta de arriba sugiere un mástil completo.
Si usted une sus tangrams sobre papel blanco, evitando que las
piezas se toquen, notará que en algunos casos las líneas blancas
realzan el efecto, aunque en otros lo destruyen.

Por último, presento a dos individuos de gran prestancia (15 y 16)


que parecen ser exactamente iguales, salvo que uno tiene pie y el
otro no. Ambas figuras están hechas con los mismos siete
tangrams. ¿De dónde obtiene el pie el segundo hombre?

Solución:
La ilustración muestra como están construidas las figuras, cada
una con los siete tangrams. Se verá que en ambos casos la cabeza,
sombrero y brazo son exactamente iguales, y los anchos de las
bases de los cuerpos son semejantes. Pero estos cuerpos tienen
cuatro piezas en el primer caso y sólo tres en el segundo. El primero
es mayor que el segundo por exactamente la angosta franja indicada
por la línea de puntos entre A y B. La franja es, por lo tanto, igual al

86 Preparado por Patricio Barros


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área de la pieza que forma el pie en el segundo diseño, aunque


cuando se la distribuye sobre el cuerpo como en el presente caso, el
ojo no capta fácilmente la diferencia de tamaño.

§ 48. Los gatos del hechicero


Un hechicero metió diez gatos en un círculo mágico, tal como se
muestra en la ilustración, y los hipnotizó para que se quedaran
quietos mientras él lo deseara.

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Luego decidió dibujar tres círculos dentro del circulo grande, para
que ningún gato pudiera aproximarse a otro gato sin cruzar un
círculo mágico.
Trate de dibujar los tres círculos de modo que cada gato tenga su
propio recinto y no pueda llegar a otro gato sin cruzar una línea.

Solución:
La ilustración no requiere explicación: muestra claramente como
pueden dibujarse los tres círculos para que cada gato tenga su
propio recinto y no pueda llegar hasta otro gato sin cruzar una
línea.

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Acertijos con retazos


“De jirones y retazos”
SHAKESPEARE, Hamlet, iii, 4
§ 49. El acertijo del estandarte
Una dama tenía un retazo cuadrado de estameña con dos leones,
reproducido con exactitud en la ilustración.

Deseaba cortar la tela en partes para unirlas y formar dos


estandartes cuadrangulares con un león en cada uno. Descubrió
que se podía hacer en sólo cuatro partes. ¿Cómo se las ingenió?
Desde luego, cortar el León Británico sería una ofensa
imperdonable, así que hay que cuidar de que ningún corte pase a
través de ninguno de ambos. Informamos a las damas que no se
permiten dobleces y que no se puede desperdiciar material. Es un
acertijo de disección bastante sencillo si se lo encara de la manera
adecuada. Recuerde que los estandartes deben ser cuadrados
perfectos, aunque no es preciso que sean del mismo tamaño.

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Solución:
La ilustración se explica por sí misma. Divida la estameña en 25
celdas (porque este número es la suma de otros dos cuadrados, 16 y
9) y luego corte por las líneas gruesas.

Las dos partes marcadas A forman un cuadrado, y las dos partes


marcadas B forman el otro.

§ 50. La colcha de la señora Perkins


La señora Perkins ha confeccionado una colcha cuadrada de patchwork
que está integrada por 169 piezas.
El acertijo consiste en hallar la cantidad más pequeña posible de
porciones cuadradas de que podría estar hecha la colcha y mostrar cómo
unirlas.

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O, por decirlo a la inversa, dividir la colcha en la menor cantidad


posible de cuadrados, cortando por las costuras.

Solución:
El diagrama muestra cómo se debería confeccionar la colcha.

Creo que prácticamente existe una sola solución. La menor cantidad


de cuadrados separados debe ser once. Las porciones deben ser de

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los tamaños dados, las tres piezas mayores se deben configurar


como se muestra, y el grupo restante de ocho cuadrados puede ser
“reflejado”, pero no se puede disponer de otra manera.

92 Preparado por Patricio Barros


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Acertijos geométricos varios


“Tan variados son los gustos de
los hombres.”
MARK AKENSIDE

§ 51. El acertijo del compás


Es curioso, pero un mero añadido o una restricción puede convertir
un acertijo pueril en un problema interesante y a veces dificultoso.
Recuerdo que hace muchos años compré en la calle un pequeño
ingenio mecánico que en ese momento hacía furor. Consistía en una
medalla con orificios, y el acertijo consistía en pasar de un orificio a
otro un anillo que tenía un corte, hasta que al fin salía. Mientras
caminaba por la calle pronto dominé el truco de sacar el anillo con
una mano mientras sostenía el ingenio en el bolsillo. Un amigo ante
quien me jacté de mi pequeña hazaña intentó imitarla, y cuando lo
encontré varios días más tarde alardeó de su dominio de ese arte.
Pero quedó boquiabierto cuando le pedí el aparatejo y, sosteniendo
la medalla entre el índice y el pulgar de una mano, mediante una
serie de sacudidas logré que el anillo, sin siquiera tocarlo, cayera al
suelo. El siguiente problema planteará dificultades a muchos
lectores, simplemente porque existen restricciones.
Muestre cómo encontrar el medio de cualquier línea recta por medio
del compás. No se puede usar regla, lápiz ni otro utensilio, sólo el
compás. Y no se permite ninguna treta, como la de doblar el papel.
Sólo debe usar el compás del modo común y legítimo.

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Solución:
En el siguiente diagrama, sea AB la línea recta dada. Con los
centros A y B y con el radio AB trace los dos círculos. Tome DE y EF
iguales a AD.

Con los centros A y F y el radio DF trace arcos que hagan


intersección en G. Con los centros A y B y la distancia BG trace los
arcos GHK y N. Marque HK igual a AB y HL igual a HB. Luego, con
los centros K y L y el radio AB trace arcos que hagan intersección en
I. Marque BM igual a BI. Por último, con el centro M y el radio MB
corte la línea en C, y el punto C es el medio requerido de la línea
AB. Para mayor exactitud puede marcar R con centro en A (como
hizo con M respecto de B) y desde R trazar otro arco en C. Esto
también resuelve el problema: hallar un punto a medio camino
entre dos puntos dados sin la línea recta.
Someteré al joven geómetra a una prueba rigurosa. Primero,
demuestre que el doble del cuadrado de la línea AB equivale al
cuadrado de la distancia BG, de lo cual se sigue que HABN son las
cuatro puntas de un cuadrado. Para demostrar que I es el centro de

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este cuadrado, trace una línea de H a P a través de QIB y continúe


el arco HK hasta P. Luego, imaginando las líneas necesarias a
trazar, el ángulo HKP, estando en un semicírculo, es un ángulo
recto. Trace la perpendicular KQ, y mediante triángulos similares,
partiendo del dato de que HKI es un triángulo isósceles por su
construcción, se puede demostrar que HI es la mitad de HB.
Asimismo, podemos demostrar que C es el centro del cuadrado del
cual AIB son tres esquinas.
Soy consciente de que esta solución no es la más sencilla que se
pueda hallar.

§ 52. Los cuatro hijos


Sin duda los lectores estarán familiarizados con este diagrama. Un
hombre poseía una finca cuadrangular. Legó a su viuda el cuarto
que está sombreado. El resto debía dividirse equitativamente entre
sus cuatro hijos varones, para que cada cual recibiera tierras de
superficie exactamente igual y tamaño exactamente similar.

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El diagrama nos muestra cómo se hizo. Pero el resto de la historia


no es tan conocido. En el centro de la finca había un ojo de agua,
indicado por la mancha oscura, y Benjamín, Charles y David
alegaron que la división no era “equitativa”, pues Alfred tenía acceso
al ojo de agua, mientras que ellos no podían hacerlo sin atravesar
tierras ajenas. El acertijo consiste en mostrar cómo dividir la finca
para que cada hijo posea tierras de la misma forma y superficie, y
cada cual tenga acceso al ojo de agua sin salir de sus tierras.

Solución:
El diagrama muestra la división más equitativa que es posible
realizar, “para que cada cual recibiera tierras de exactamente la
misma superficie y exactamente similares en tamaño”, y para que
cada cual tenga acceso al ojo de agua del centro sin invadir tierras
ajenas.

Las condiciones no exigen que las tierras de cada hijo queden en


una pieza única, pero es necesario que las dos porciones asignadas

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a un individuo se mantengan aparte, o dos porciones contiguas


podrían considerarse una pieza, en cuyo caso habría que romper la
condición relativa a la forma.
Ahora bien, hay una sola forma para cada parcela de tierra: medio
cuadrado dividido en diagonal. A, B, C y D pueden llegar a sus
tierras desde el exterior, y cada cual tiene igual acceso al ojo de
agua del centro.

§ 53. El estandarte de San Jorge


En una celebración del festival nacional del Día de San Jorge yo
contemplaba el estandarte del santo patrono de Inglaterra.

Todos conocemos la cruz roja sobre fondo blanco que se muestra en


la ilustración. Es el estandarte de San Jorge. El estandarte de San
Andrés (Escocia) es una “Cruz de San Andrés” blanca sobre fondo
azul. El de San Patricio (Irlanda) es una cruz similar, roja sobre
fondo blanco. Las tres se unen para formar la bandera británica.

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Ahora bien, al mirar el estandarte de San Jorge pensé que la


siguiente pregunta constituiría un bonito acertijo. Suponiendo que
la bandera mide cuatro pies por tres pies, ¿qué anchura debe tener
el brazo de la cruz si se requiere que usemos la misma cantidad de
estameña roja y blanca?

Solución:
Como la bandera mide 4 pies por 3, la longitud de la diagonal (de
esquina a esquina) es de 5 pies. Sólo hay que restar la mitad de la
longitud de esta diagonal (2½ pies) a un cuarto del perímetro de la
bandera. Como el perímetro es de 14 pies, un cuarto es 3½ pies, y
la diferencia (1 pie) es el ancho requerido para el brazo de la cruz
roja. La superficie de la cruz será entonces igual a la del fondo
blanco.

§ 54. El acertijo de la lechera


He aquí un pequeño acertijo bucólico que puede hacer creer al
lector, a primera vista, que se requieren cálculos muy sesudos.

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Incluso puede pensar que es imposible dar con una respuesta a


menos que se le indiquen las distancias con alguna precisión. Se
trata, sin embargo, de un problema muy sencillo.
En la esquina de un campo se ve una lechera ordeñando una vaca,
y del otro lado del campo está el cobertizo donde se deposita la
leche. Pero se ha notado que la joven siempre va al río con el cubo
antes de regresar al cobertizo. El suspicaz lector se preguntará por
qué va con tanta frecuencia al río. Sólo puedo responder que no nos
incumbe, así que pasaremos al tema del acertijo.
Trace una línea desde el taburete hasta el río, y desde allí hasta la
puerta del cobertizo, la que deberá indicar el trayecto más breve
posible para la lechera. Eso es todo. Es muy fácil identificar el lugar
exacto de la ribera hacia donde ella se dirige si desea caminar lo
menos posible. ¿Puede usted hallar ese lugar?

Solución:
Trace una línea recta, como se muestra en el diagrama, desde el
taburete, perpendicular a la margen del río, y continúe hasta el
punto A, que está a la misma distancia de esa ribera que el
taburete. Si ahora dibuja la línea recta de A a la puerta del
cobertizo, cortará el río en B. Entonces el camino más corto será
desde el taburete hasta B y desde allí a la puerta.

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Obviamente la distancia más corta desde A hasta la puerta es la


línea recta, y como la distancia desde el taburete hasta cualquier
punto del río es igual que desde A hasta ese punto, la elegancia de
la solución agradará al lector aunque no posea conocimientos de
geometría.

§ 55. El corral de ovejas


Resulta un hecho curioso que las respuestas dadas a algunos de los
más famosos acertijos que aparecen en cualquier libro de
recreaciones livianas que haya sido publicado durante los últimos
cincuenta o cien años, o bien son bastante poco satisfactorias o
bien son claramente incorrectas. Y sin embargo nadie parece
encontrar el fallo. He aquí un ejemplo: Un granjero tiene un corral
hecho con cincuenta secciones de cerco, capaz de albergar sólo cien
ovejas. Suponiendo que desee hacerlo lo suficientemente grande
para guardar el doble, ¿cuántas secciones de cerco adicionales debe
colocar?

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Solución:
Esta es la respuesta que siempre se da como correcta: serán
necesarias dos secciones más, ya que el corral tiene 24 secciones en
un lado y una en el otro (como se muestra en la figura A de la
página siguiente), y moviendo uno de los lados y colocando una
sección extra en cada extremo (como en la figura B), se duplicará el
área (los dibujos no están en escala).

Ahora bien, el acertijo no obliga a que el corral sea de una forma


determinada. Pero aún en el caso en que aceptemos que el corral
era de veinticuatro por uno, la respuesta falla miserablemente, ya
que las dos secciones extras no son verdaderamente necesarias. Por
ejemplo, si dispongo las cincuenta secciones como se muestra en la
figura C, como el área aumenta de 24 “secciones cuadradas” a 156,
hay ahora lugar para 650 ovejas. Si se mantiene que el área debe
ser exactamente el doble de la original, entonces la construyo (figura
D) sólo con veintiocho secciones, y guardo veintidós para usar en

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otra parte de la granja. Aún si se insiste en que todas las secciones


originales deben ser usadas, entonces construiría el corral de la
figura E, donde obtengo el área tan exactamente como cualquier
granjero exigiría, aunque debemos admitir que las ovejas no podrán
rumiar en los extremos.
Vemos entonces que, desde cualquier punto de vista, la respuesta
aceptada de este pequeño acertijo no se mantiene. Y sin embargo
jamás se prestó atención a este absurdo.

§ 56. Las paredes del jardín


Un dueño de propiedades campestres tiene un campo circular
donde ha edificado cuatro casas, como indica la ilustración.

El campo está rodeado por una pared de ladrillo, y el propietario


decidió construir otras tres paredes de ladrillo para que los vecinos
no puedan espiarse, pero los cuatro inquilinos insisten en que no
debe haber favoritismos, y que cada cual debe tener la misma
longitud de espacio de pared para dar sombra a sus árboles

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frutales. El acertijo consiste en mostrar cómo se pueden construir


las tres paredes para que cada inquilino tenga la misma superficie
de terreno, y precisamente la misma longitud de pared.
Desde luego, cada jardín debe estar totalmente cercado por sus
paredes, y debe ser posible probar que cada jardín tiene
exactamente la misma longitud de pared. Si el acertijo se resuelve
adecuadamente, no se necesitan cifras.

Solución:
El acertijo consistía en dividir el campo circular en cuatro partes
iguales mediante tres paredes, siendo cada pared de la misma
longitud. Este problema presenta dos dificultades esenciales. Estas
son: (1) el grosor de las paredes, y (2) la condición de que el número
de paredes sea tres. En cuanto al primer punto, como nos dicen que
las paredes son de ladrillo, no podemos pasar por alto el grosor, y
debemos hallar una solución que funcione sin importar si el grosor
de las paredes es de uno, dos, tres o más ladrillos.
El segundo punto requiere más reflexión. ¿Cómo hemos de
distinguir entre pared y paredes? Una pared recta sin ninguna
curva, por larga que sea, no se puede transformar en “paredes” si
no hay ningún corte ni intersección. Además nuestro campo
circular está claramente encerrado por una pared. Pero si hubiera
sido una pared cuadrada o triangular, ¿habría habido
respectivamente cuatro o tres paredes, o sólo una, en cada caso? Es
verdad que hablamos de “las cuatro paredes” de un edificio o jardín
cuadrangular, pero esto es sólo un modo convencional de decir “los

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cuatro lados”. Si habláramos de la obra de construcción, diríamos:


“Voy a cerrar este jardín cuadrangular con una pared”. Los ángulos
obviamente no afectan la cuestión, pues podemos tener una pared
en zigzag o una pared recta, y la Gran Muralla China es un buen
ejemplo de una pared con muchos ángulos. Ahora bien, si miramos
los Diagramas 1, 2 y 3, tendremos dificultades para discernir si en
cada caso hay dos o cuatro paredes nuevas; pero no podemos
hablar de tres, como lo requiere nuestro acertijo. O bien la
intersección afecta a la cuestión, o bien no la afecta.

Si sujetamos dos trozos de cordel, o los injertamos a la manera


náutica, se transforman en “un cordel”. Si sólo los entrecruzamos o
superponemos, siguen siendo “dos trozos de cordel”. Es una
cuestión de unir y fundir. Asimismo, se puede sostener que si dos
paredes se empotran -podríamos decir, si las homogeneizamos- se
transforman en una pared, en cuyo caso los Diagramas 1, 2 y 3
podrían mostrar una pared o dos, si se indica que los cuatro
extremos sólo se tocan, y no están realmente “empotrados” en la

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pared circular externa.


La objeción al Diagrama 4 es que, aunque muestra las tres paredes
requeridas (suponiendo que los extremos no estén injertados en la
pared circular externa), sólo es correcto cuando suponemos que las
paredes no tienen grosor. Un ladrillo tiene grosor, con lo cual este
método queda desechado por ser sólo aproximadamente correcto.
El Diagrama 5 muestra, quizá, la única solución correcta y
absolutamente satisfactoria. Se notará que, además de la pared
circular, hay tres paredes nuevas, que se tocan (y así constituyen
un límite) pero que no están injertadas. Esta solución se puede
adaptar a cualquier grosor de pared, y su corrección en lo
concerniente a superficie y longitud de espacio de pared es tan
manifiesta que no es necesaria explicarla. Sin embargo, señalaré
que el terreno semicircular que cada inquilino da a su vecino es
exactamente igual a la parcela semicircular que su vecino le da a él,
mientras que cualquier tramo de espacio de pared hallado en un
jardín se repite con exactitud en todos los demás. Desde luego hay
un número infinito de maneras en que esta solución se puede variar
correctamente.

§ 57. Cómo hacer cisternas


Nuestro amigo de la ilustración tiene una gran lámina de cinc, la cual
mide (antes de los cortes) ocho pies por tres; ha recortado piezas
cuadradas (todas del mismo tamaño) de las cuatro esquinas y ahora se
propone plegar los lados, soldar los bordes y hacer una cisterna.

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Pero hay algo que lo desconcierta: ¿ha cortado esos cuadrados del
tamaño indicado para que la cisterna contenga la mayor cantidad posible
de agua?

Si se cortan muy pequeños, la cisterna tiene poca profundidad; si se


cortan grandes, se obtiene una cisterna alta y delgada. Se trata de
hallar el modo de cortar esos cuadrados del modo correcto. ¿Cómo
evitar que sean demasiado pequeños o demasiado grandes?

Solución:
He aquí una fórmula general para resolver este problema. Llamemos
a y b a los dos lados del rectángulo. Entonces

equivale al lado de los pequeños cuadrados que se deben recortar.


Las medidas dadas eran 8 pies por 3 pies, y la regla citada nos da ⅔
como el lado de los cuadrados que se deben recortar. Por cierto, esto
no siempre resultará exacto como en este caso, (a causa de esa raíz
cuadrada), pero siempre podemos aproximamos mediante

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decimales.

§ 58. Los seis corrales


He aquí un acertijo con cerillas. En la ilustración se ven trece
cerillas, las cuales representan tramos de cerco y están puestas de
tal modo que encierran seis corrales del mismo tamaño.

Ahora bien, uno de estos tramos fue robado, y el granjero quería


encerrar seis corrales de igual tamaño con los doce restantes.
¿Cómo hacerlo? Se deben usar correctamente las doce cerillas, y no
puede haber cerillas superpuestas ni cabos sueltos.

Solución:
Coloque las seis cerillas tal como muestra la ilustración y obtendrá
seis corrales de igual tamaño.

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Capítulo III
Problemas con fichas móviles
“No puedo prescindir de las
fichas.”
SHAKESPEARE, Cuento de
invierno, iv, 3

Los acertijos de esta clase, salvo cuando están relacionados con


juegos como el ajedrez, parecen una novedad relativamente
moderna. Los matemáticos de tiempos recientes, principalmente
Vandermonde y Reiss, les han dedicado atención, pero los viejos
autores no los tienen en cuenta. En lo que concierne a los juegos
con fichas, quizás el más antiguo y conocido en los viejos tiempos
sea el Nine Men’s Morris o Juego del Molino (también conocido con
muchos otros nombres), a menos que sea más antiguo ese juego
más sencillo, mencionado en las obras de Ovidio (“El juego de
Ovidio”, N° 106 de Los acertijos de Canterbury), del cual parece
derivar el tres en raya.
En Francia el juego se llama Marelle, en Polonia Siegen Wulf Myll
(“molino, o riña, de la cabra y el lobo”), en Alemania y Austria se
denomina Muhle (“el molino”), en Islandia Mylla; se dice que los
bogas (o barqueros nativos) de América del Sur lo practican, y en el
Amazonas se llama Trique y se sostiene que es de origen indio. En
Gran Bretaña tiene varios nombres en varios distritos, tales como
Meg Merrylegs, Peg Meiyll, Nine Peg o’Merryal, Nine-Pin Miracle,
Merry Peg y Merry Hole. Shakespeare lo menciona en Sueño de una

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noche de verano (ii, 1):


El nine men’s morris está lleno de lodo;
y los extraños laberintos en el verdor exuberante,
por falta de pisadas, son borrosos.

Lo jugaban los pastores con piedras en orificios abiertos en el


césped. John Clare, el poeta campesino de Northamptonshire,
pregunta en “El pastorcillo”: “A menudo rastreamos su paradero ...
mediante el nine men’s morris plantado en el verdor”. Drayton
también lo menciona en su “Polyolbion”.
Se lo halló en un viejo mosaico romano descubierto durante las
excavaciones en Silchester, y tallado en la escalinata de la Acrópolis
de Atenas. Hace años, cuando yo visitaba el Museo Christiania, me
mostraron la gran nave vikinga que descubrieron en Gokstad en
1880. En las planchas de roble que formaban la cubierta del navío
se hallaron orificios y líneas que marcaban el juego, y los orificios
estaban hechos para recibir tarugos. Mientras inspeccionaba el
antiguo mobiliario de roble en el Museo Rijks de Amsterdam me
interesé en el escaño de un viejo catecúmeno, y me sorprendí al
hallar el diagrama del juego en el centro del asiento (muy cómodo
para partidas subrepticias). Se lo ha descubierto tallado en la
sillería de varias catedrales inglesas. Hacia 1880 se lo halló tallado
en una piedra empotrada en una pared (probablemente alrededor
del 1200), durante la restauración de una iglesia Hargrave en
Northamptonshire. La piedra se encuentra ahora en el Museo de
Northampton. Una piedra similar se halló luego en Sempringham,

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Lincolnshire. Se la ve en una antigua lápida de la Isla de Man, y


pintada sobre viejos mosaicos holandeses. Y en 1901 se exhumó
una piedra de una cantera cerca de Oswestry, que llevaba un
inequívoco diagrama del juego.
Se lo ha jugado con diversas reglas en diversos períodos y lugares.
Presento una copia del tablero. A veces se omiten las diagonales,
pero evidentemente esto no estaba destinado a afectar el juego; sólo
significaba que los ángulos bastaban para indicar los puntos.

Así describe Strutt el juego en Deportes y pasatiempos, y concuerda


con el modo en que yo lo jugaba en mi infancia: “Dos personas,
cada cual con nueve piezas, u hombres, los colocan
alternativamente, uno por uno, en los puntos; el cometido de cada
jugador consiste en impedir que su antagonista coloque tres piezas
como para formar una fila de tres, sin la intervención de una pieza
del contrario. Si se forma una fila, el que lo consiguió está en
libertad de sacar una de las piezas del competidor de cualquier
parte que le parezca más ventajosa, excepto que éste haya formado

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una fila, la cual no se debe tocar si tiene otra pieza en el tablero que
no forme parte de dicha fila. Cuando todas las piezas están en
posición, se las desplaza hacia atrás y hacia adelante, en cualquier
dirección que sigan las líneas, pero sólo se pueden mover de un
punto al otro (próximo) por vez. Quien coge todas las piezas del
antagonista es el vencedor”.

§ 59. Ranas y vasos


Seis ranas han aprendido una treta interesante. Cuando se posan sobre
vasos de vidrio, como los que vemos en la ilustración, cambian de lugar
de tal modo que las tres ranas negras quedan a la izquierda y las blancas
a la derecha, dejando desocupado el vaso del otro extremo (es decir, el
número 7 en vez del 1).

Pueden saltar al número contiguo, si está desocupado, o saltarse


una o dos ranas hasta llegar a un vaso desocupado. Los saltos se
pueden efectuar en cualquiera de ambas direcciones, y una rana
puede saltar sobre su color, el color opuesto o ambos colores. Este
ejemplo de cuatro saltos sucesivos lo aclara todo: 4 a 1, 5 a 4, 3 a 5,
6 a 3.
¿Puede mostrar cómo lo consiguen en diez saltos?

Solución:
Los siguientes saltos resuelven el acertijo en diez movimientos:

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2 a 1, 5 a 2, 3 a 5, 6 a 3, 7 a 6, 4 a 7, 1 a 4, 3 a 1, 6 a 3, 7 a 6.

§ 60. El acertijo de la Cruz de la Victoria


El creador de acertijos suele ser un tío muy ingenioso que se las
apaña con muy pocos elementos. Ciertas trivialidades que escapan
a la observación ajena, o que en todo caso se desechan por
irrelevantes, a menudo brindan material interesante a los que
buscan maneras de lograr que el prójimo se devane los sesos.

Iba sentado frente a una dama en un tren, durante el Jubileo de


Diamante de la reina Victoria, cuando me llamó la atención el
broche que usaba. Tenía forma de Cruz de Malta o Cruz de la
Victoria, y llevaba las letras de la palabra VICTORIA. El número y
disposición de las letras me sugirió de inmediato este acertijo.
El diagrama, como se ve, está integrado por nueve divisiones. El
acertijo consiste en colocar ocho fichas, que lleven las letras de la
palabra VICTORIA, tal como se muestra, y luego deslizar una letra
por vez, de negro a blanco y de blanco a negro alternativamente,

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hasta que la palabra se lea en la misma dirección, pero con la V


inicial en uno de los brazos negros de la cruz. En ningún momento
puede haber dos letras en la misma casilla, y se requiere utilizar el
método más breve.
Por cierto, no pueden saltarse casillas. El primer movimiento,
obviamente, se debe realizar con la A, la I, la T o la R. Suponiendo
que usted mueva la T hacia el centro, la siguiente ficha será la O o
la C, pues no se puede mover la I ni la R. Luego señalaré una
característica llamativa de este acertijo.

Solución:
Para resolver este acertijo se debían conseguir dos cosas: primero,
manipular las fichas de modo tal que la palabra VICTORIA se leyera
en tomo de la cruz en la misma dirección, sólo que con la V en uno
de los brazos oscuros; en segundo lugar, lograrlo en la menor
cantidad posible de movimientos. A decir verdad, sería imposible
realizar la primera parte si todas las letras de la palabra fueran
distintas; pero como la I se repite, es posible lograrlo cambiándolas
de lugar; es decir, la primera I pasa del 2° al 7° lugar, y la segunda I
del 7° al 2° lugar. La característica llamativa a la cual me refería es
que se puede obtener una solución en veintidós movimientos
moviendo las letras en el orden de las siguientes palabras: A
VICTOR! A VICTOR! A VICTOR I! (“Un vencedor, un vencedor, un
vencedor yo”).
Sin embargo, hay sólo seis soluciones en dieciocho movimientos, y
la siguiente es una de ellas: I, V, A, I2, R, O, T, I1, I2, A, V, I2, I1, C, I2,

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V, A, I1, donde la primera y segunda letra I del nombre están


identificadas mediante un subíndice.
Puede verse que en la primera solución de arriba una de las íes no
se mueve, aunque el movimiento de las otras letras hace que cambie
su posición relativa. Hay otra peculiaridad que me gustaría indicar:
hay una solución en veintiocho movidas que no requiere que
ninguna letra, excepto las íes, sea movida al espacio central. Debo
mencionar también que en todas de las soluciones en dieciocho
movidas las letras C, T, O y R sólo se mueven una vez, mientras que
la segunda I se mueve cuatro veces y la V siempre se transfiere al
brazo derecho de la cruz.

§ 61. Las ocho locomotoras


El diagrama representa una playa de ferrocarril dirigida con un
criterio un poco extravagante.

Sólo se permite que las locomotoras permanezcan quietas en los


nueve puntos indicados, uno de los cuales está desocupado en este

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momento. Se deben mover las locomotoras de un punto al otro, una


por vez, en diecisiete maniobras, de modo que sus números queden
en orden numérico en tomo del círculo, y que el punto central quede
desocupado. Pero una de las locomotoras tiene la caldera apagada y
no puede moverse. ¿Cómo lograrlo? ¿Y cuál locomotora permanece
inmóvil durante toda la jugada?

Solución:
La solución es la siguiente: la locomotora que tiene la caldera
apagada y no puede desplazarse es la número 5. Mueva las demás
locomotoras en el siguiente orden: 7, 6, 3, 7, 6, 1, 2, 4, 1, 3, 8, 1, 3,
2, 4, 3, 2. Diecisiete movimientos en total, dejando las ocho
máquinas en el orden requerido.
Hay otras dos soluciones ligeramente distintas.

§ 62. Las nueve almendras


—He aquí un pequeño acertijo que me ha fascinado —dijo un
párroco—. Es simple pero sumamente interesante.
El reverendo caballero cogió un papel y lo dividió en veinticinco
cuadrados, como una porción cuadrangular de un tablero de
ajedrez. Luego puso nueve almendras en los cuadrados centrales,
como se muestra en la ilustración, donde hemos puesto círculos
numerados para facilitar la explicación de la solución.
—Pues bien —continuó el párroco—, el acertijo consiste en eliminar
ocho almendras y dejar la novena en el cuadrado central. Se
efectúan las eliminaciones haciendo saltar una almendra sobre otra

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hasta el cuadrado vacío contiguo y sacando la almendra por encima


de la cual se saltó, como en las damas, sólo que se puede saltar en
cualquier dirección, y no sólo diagonalmente. Se trata de hacerlo
con la menor cantidad posible de movimientos.

El siguiente ejemplo lo aclarará todo. Haga saltar el 4 sobre el 1, el


5 sobre el 9, el 3 sobre el 6, el 5 sobre el 3, el 7 sobre el 5 y 2, el 4
sobre el 7, el 8 sobre el 4. Pero 8 no queda en el cuadrado central,
como debería. Acuérdese de eliminar las almendras sobre las cuales
saltó. Todos los saltos consecutivos realizados con la misma
almendra valen por un solo movimiento.

Solución:
Este acertijo se puede resolver en sólo cuatro jugadas, de esta
manera: mueva 5 sobre 8, 9, 3, 1. Mueva 7 sobre 4. Mueva 6 sobre
2 y 7. Mueva 5 sobre 6, y todas las almendras quedan afuera
excepto 5, que queda en el cuadrado central que ocupaba
originalmente.

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§ 63. Platos y monedas


Ponga doce platos en una mesa redonda, como en la ilustración, con
una moneda o una naranja en cada plato. Comience en el plato que
prefiera y, yendo siempre en una dirección en tomo de la mesa, coja
una moneda, pásela por encima de otras dos, y póngala en el plato
siguiente. Hágalo de nuevo; coja otra moneda y, haciéndola pasar
por encima de dos monedas, póngala en un plato; continúe así su
desplazamiento.

Sólo se han de eliminar seis monedas, y cuando éstas estén


situadas allí debería haber dos monedas en cada uno de seis platos
y seis platos vacíos. Es importante ir en derredor de la mesa la
menor cantidad posible de veces. No importa si las dos monedas
que se mueven están en uno o dos platos, ni por encima de cuántos
platos vacíos se pasa la moneda. Pero siempre se debe ir en la
misma dirección alrededor de la mesa y terminar en el punto de
donde se partió. Es decir, la mano sigue siempre hacia adelante en
una dirección, sin retroceder nunca.

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Solución:
Numere los platos de 1 a 12 en el orden que avanza el niño en la
ilustración. A partir de 1, proceda del siguiente modo (“1 a 4”
significa que coge la moneda del plato N° 1 y la transfiere al plato N°
4): 1 a 4, 5 a 8, 9 a 12, 3 a 6, 7 a 10, 11 a 2, y complete la última
vuelta hasta 1, haciendo tres vueltas en total. También puede
proceder de este modo: 4 a 7, 8 a 11, 12 a 3, 2 a 5, 6 a 9, 10 a 1. Es
fácil resolverlo en cuatro vueltas, pero las soluciones con tres son
más difíciles de descubrir.
Se trata de “La adivinanza del estanque de peces” (N° 39 de Los
acertijos de Canterbury) bajo otro ropaje.

§ 64. Torpedeo
Si una flota de dieciséis buques de guerra estuviera anclada y rodeada
por el enemigo, ¿cuántas naves se podrían hundir si cada torpedo,
lanzado en línea recta, pasara bajo tres navíos y hundiera al cuarto?

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En el diagrama hemos dispuesto la flota en un cuadrado, donde se


verá que se pueden hundir hasta siete barcos (los de la fila superior
y la primera columna) disparando los torpedos indicados por las
flechas. Anclando la flota a nuestro gusto, ¿en qué medida podemos
incrementar este número? Recuerde que cada nave sucesiva es
hundida antes del lanzamiento de otro torpedo, y que cada torpedo
sigue un rumbo diferente; de lo contrario, poniendo las naves en
línea recta, podríamos hundir hasta trece. Es un interesante
ejercicio de guerra naval, y muy práctico, siempre que el enemigo
nos permita disponer su flota a nuestra conveniencia y prometa
quedarse quieto sin hacer nada.

Solución:
Si la flota enemiga está fondeada en la formación que muestra la
ilustración, se pueden volar hasta diez de los dieciséis buques
lanzando los torpedos en el orden indicado por los números y en la
dirección indicada por las flechas.

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Como cada torpedo sucesivo pasa debajo de tres buques y hunde el


cuarto, tache cada buque con el lápiz a medida que los hunde.

§ 65. Chicos y chicas


Si tildamos diez divisiones de una hoja de papel para que
representen las sillas, y usamos ocho fichas numeradas para los
niños, tendremos un fascinante pasatiempo. Los números impares
pueden representar a los chicos y los pares a las chicas, o se
pueden usar fichas de dos colores, o monedas.

El acertijo consiste en desplazar a dos niños que ocupen sillas


contiguas y ponerlos en las dos sillas ahora desocupadas, haciendo
que intercambien lugares; y así sucesivamente, hasta que todos los
chicos queden juntos y todas las chicas juntas, con las dos sillas
desocupadas en un extremo, como ahora.
Para resolver el acertijo hay que lograrlo en cinco jugadas. Los dos
niños siempre se deben tomar de sillas que ahora están contiguas; y
recuerde que es importante que los dos niños cambien lugares,
pues esta característica es distintiva de este acertijo. Con cambio de
lugares me refiero a que si usted, por ejemplo, mueve 1 y 2 a las
sillas desocupadas, entonces la primera silla (la externa) será
ocupada por 2 y la segunda por 1.

Solución:
Hay muchas soluciones para este acertijo. Cualquier par contiguo,

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excepto el 7—8, se puede desplazar primero, y después del primer


movimiento hay variaciones. La siguiente solución muestra la
posición desde el comienzo, con cada movimiento sucesivo hasta el
final:

. . 1 2 3 4 5 6 7 8 4 3 1 2 7 . . 5 6 8
4 3 1 2 . . 5 6 7 8 4 . . 2 7 1 3 5 6 8
4 3 1 2 7 6 5 . . 8 4 8 6 2 7 1 3 5 . .

§ 66. Ordenando frascos


Vi a una niña que ordenaba frascos de mermelada en la alacena,
colocándolos en los estantes según la clase de dulce. Noté que
tomaba un frasco de damasco en una mano y un frasco de grosella
en la otra y los cambiaba de lugar; luego cambió uno de fresas con
uno de frambuesa, y así sucesivamente. Observé que se tomaba
muchas molestias innecesarias, haciendo más cambios de los que
hacían falta, y pensé que era buen tema para un acertijo.

En la ilustración vemos que la pequeña Dorotea debe manipular

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veinticuatro frascos y ponerlos en sus respectivos lugares. Quiere


ponerlos en el orden numérico correcto, es decir, 1, 2, 3, 4, 5, 6 en
el estante superior, 7, 8, 9, 10, 11 y 12 en el siguiente, y así
sucesivamente. Ahora bien, si siempre tiene un frasco en la mano
derecha y otro en la izquierda e intercambia los lugares, ¿cuántos
cambios serán necesarios para poner todos los frascos en orden?
Naturalmente, primero cambiaría el 1 y el 3, luego el 2 y el 3, con lo
cual tendría en su sitio los tres primeros frascos. ¿Cómo le
aconsejaría usted que siguiera? Coloque fichas numeradas en un
papel dividido en cuadrados que representen los lugares, y tendrá
un divertido acertijo.

Solución:
Dos frascos, el 13 y el 19, estaban en los sitios adecuados. Como
cada cambio puede derivar en que un frasco quede en su sitio, es
evidente que veintidós cambios los pondrán todos en orden. Pero
esta cantidad de movimientos no es la menor posible, y la respuesta
correcta es diecisiete.
Intercambie los siguientes pares:
(3—1, 2—3),
(15—4, 16—15),
(17—7, 20—17),
(24—10, 11—24, 12—11),
(8—5, 6—8, 21—6, 23—21, 22—23, 14—22, 9—14, 18—9).
Cuando se ha efectuado el intercambio dentro de cada par de
paréntesis, todos los números que están entre esos paréntesis

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quedan en sus lugares. Hay cinco pares de paréntesis, y


sustrayendo 5 de 22 obtenemos la cantidad de cambios requeridos:
17.

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Capítulo IV
Problemas de recorrido
“Los veo en su sinuoso camino.”
REGINALD HEBER
Es razonable suponer que desde sus albores el hombre se ha hecho
estas preguntas: “¿Cuál es el camino más corto para llegar a casa?”
“¿Cuál es el camino más fácil o más placentero?” “¿Cómo hallar un
camino que nos permita eludir al mastodonte y al plesiosaurio?”
“¿Cómo llegar allí sin cruzar la senda del enemigo?” Estos
elementales problemas de recorrido se pueden transformar en
buenos acertijos mediante la introducción de ciertas condiciones
para complicar el asunto. En los siguientes ejemplos presentamos
varias de estas complicaciones. También he incluido algunas
enumeraciones más o menos dificultosas. Estas constituyen una
excelente práctica para ejercer el raciocinio, y nos permiten
generalizar de modo muy instructivo en lo concerniente a las formas
geométricas.

§ 67. La bandera británica


La ilustración es un bosquejo que evoca el Union Jack, la bandera
británica. No es posible dibujarlo todo sin levantar el lápiz del papel ni
pasar dos veces por la misma línea.

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El acertijo consiste en averiguar cuánto se puede dibujar sin alzar el


lápiz ni pasar dos veces por la misma línea. Coja el lápiz y averigüe
cuál es el mejor resultado que puede obtener.

Solución:
Hay sólo dieciséis puntos (todos externos) donde podemos decir que
se unen tres caminos. Los matemáticos los llaman “nodos impares”.

Hay una regla que nos indica que, en el caso de un dibujo como el
presente, donde hay dieciséis nodos impares, se requieren ocho
trazos o rutas (es decir, la mitad de los nodos impares) para
completarlo. Como tenemos que recorrer la mayor cantidad posible
con sólo uno de estos ocho trazos, es necesario lograr que los otros

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siete trazos de un nodo al otro sean lo más breves que sea posible.
Comience en A y termine en B, o vaya en sentido inverso.

§ 68. El acertijo del inspector del metro


El hombre de nuestra ilustración afronta un pequeño dilema. Lo
acaban de designar inspector de un sistema de ferrocarril
subterráneo y tiene el deber de inspeccionar regularmente, dentro
de un período establecido, las diecisiete líneas de la compañía, que
unen doce estaciones, como se muestra en el plano que él
contempla.

Ahora quiere arreglar su ruta de modo que lo lleve por todas las
líneas en la menor cantidad posible de viajes. Debe comenzar donde
escoja y terminar donde escoja. ¿Cuál es la ruta más corta?
¿Algo podría ser más simple? Pero el lector pronto descubrirá que,
sea cual fuere el procedimiento, el inspector debe pasar más de una
vez por ciertas líneas. En otras palabras, si decimos que las
estaciones están a una milla de distancia, tendrá que viajar más de

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diecisiete millas para inspeccionar todas las líneas. Allí está la


pequeña dificultad. ¿Qué distancia está obligado a recorrer, y qué
ruta recomienda usted?

Solución:
El inspector sólo debe viajar diecinueve millas si comienza en B y
sigue la siguiente ruta:
B-A-D-G-D-E-F-I-F-C-B-E-H-K-L-I-H-G-J-K
Así, los únicos tramos que recorre dos veces son las secciones D a G
y F a I. Desde luego, la ruta se puede variar, pero no se puede
acortar.

§ 69. El acertijo del icosaedro


El icosaedro es un cuerpo regular o platónico, pues todos sus lados,
ángulos y planos son similares e iguales. Sus caras son veinte
triángulos equiláteros similares. Un trozo de cartulina de la forma
que mostramos en el diagrama más pequeño se pliega a lo largo de
las líneas punteadas formando un icosaedro perfecto.
Ahora bien, cuerpo platónico no significa cuerpo celeste, pero para
nuestro acertijo daremos en suponer que existe un planeta
habitable con esta forma. También supondremos que, a causa de
una súper fluidez del agua, las únicas tierras secas están a lo largo
de las aristas, y que los habitantes desconocen la navegación.

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Si cada una de estas aristas tiene 10.000 millas de longitud y un


viajero solitario se encuentra en el Polo Norte (el punto más alto),
¿cuánto tendrá que viajar para visitar cada parte habitada del
planeta, es decir para recorrer cada una de las aristas?

Solución:
Hay treinta aristas, de las cuales dieciocho son visibles en la
ilustración original, representada en el siguiente diagrama mediante
el hexágono NAESGD. Mediante esta proyección de lo sólido
obtenemos una vista imaginaria de las doce aristas restantes, y
podemos ver de inmediato su dirección y los doce puntos donde se
encuentran todas las aristas. La diferencia en la longitud de las
líneas carece de importancia; sólo deseamos presentar su dirección
de manera gráfica. Pero en caso de que el lego se asombrara de
hallar sólo diecinueve triángulos en vez de los veinte requeridos,
señalaré que el triángulo aparentemente faltante es el contorno HIK.

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En este caso hay doce nodos impares; por tanto se necesitarán seis
rutas distintas y no conectadas si no debemos pasar dos veces
sobre ninguna línea. Hallemos pues la mayor distancia que
podemos recorrer en una ruta.
Se notará que he tachado con trazos cruzados cinco líneas o aristas
del diagrama. Estas cinco líneas se pueden marcar en cualquier
parte mientras no se unan entre sí, y mientras una de ellas no se
conecte con N, el Polo Norte, desde donde hemos de comenzar. Se
verá que el resultado de tachar estas cinco líneas es que todos los
nodos son ahora pares excepto N y S. En consecuencia, si
comenzamos en N y nos detenemos en S podemos recorrer todas las
líneas, excepto las cinco marcadas, sin atravesar dos veces ninguna
línea. Hay muchas maneras de hacerlo. He aquí una ruta:
N a H, I, K, S, I, E, S, G, K, D, H, A, N, B, A, E, F, B, C, G, D, N, C,
F, S
Haciendo cinco rutas tan cortas como es posible ―simplemente de
un nodo al próximo― podemos obtener la mayor longitud posible
para nuestra sexta línea. No es posible obtener una distancia mayor

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en una ruta sin pasar por el mismo terreno dos veces.


Ahora es manifiesto que las cinco líneas tachadas se deben recorrer
dos veces, y que podemos “cogerlas”, como quien dice, en cualquier
punto de nuestra ruta. Así, cuando el viajero está en I, puede ir
hasta A y retroceder antes de continuar su camino, o puede
aguardar hasta estar en A y luego pasar a I y retroceder a A. Y así
con las otras líneas que hay que recorrer dos veces. Es claro, pues,
que puede recorrer 25 de las líneas una vez sola (25 × 10.000 millas
= 250.000 millas) y 5 de las líneas dos veces (5 × 20.000 millas =
100.000 millas), siendo el total, 350.000 millas, la longitud de su
travesía y la distancia más corta que es posible para visitar el
cuerpo entero.
Se notará que le hice terminar sus viajes en S, el Polo Sur, pero esto
no es imperativo. También pude hacerle terminar en cualquiera de
los otros nodos, excepto aquel donde comenzó. Supongamos que se
hubiera requerido hacerlo regresar a N al final de su recorrido.
Entonces, en vez de tachar la línea AI, la hubiéramos dejado abierta
y habríamos cerrado IS. Esto le hubiera permitido completar su gira
de 350.000 millas en A, y otras 10.000 millas lo hubieran llevado a
su propio hogar. Hay gran cantidad de rutas, pero como las
longitudes de los bordes son iguales, una es tan buena como la
otra. Para que la travesía completa de 350.000 millas de N a S
quede bien clara para todos, la transcribiré entera:
N a H, I, A, I, K, H, K, S, I, E, S, G, F, G, K, D, C, D, H, A, N, B, E, B,
A, E, F, B, C, G, D, N, C, F, S
Es decir, treinta y cinco líneas de 10.000 millas cada una.

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§ 70. Inspeccionando una mina


El diagrama representa las galerías o túneles de una mina.
Supondremos que cada túnel, A a B, B a C, C a H, H a I, tiene una
milla de longitud. Se verá que hay treinta y un túneles. Ahora bien,
un funcionario debe inspeccionarlos todos, y desciende por el
conducto hasta el punto A. ¿Qué distancia debe recorrer, y qué
trayecto recomienda usted? El lector tal vez diga: “Si hay treinta y
un túneles, cada cual de una milla de longitud, tendrá que recorrer
sólo treinta y una millas”. Pero ello equivale a suponer que nunca
deberá recorrer un túnel más de una vez, y no ocurre así.

Tome un lápiz y trate de hallar el trayecto más corto. Pronto


descubrirá que hay bastante margen para la reflexión. Más aún, se
trata de un acertijo desconcertante.

Solución:
Comenzando desde A, el inspector sólo debe recorrer 36 millas si
coge la siguiente ruta:
A a B, G, H, C, D, I, H, M, N, I, J, O, N, S, R, M, L, G, F, K, L, Q, R,

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S, T, O, J, E, D, C, B, A, F, K, P, Q
Así pasa entre A y B dos veces, entre C y D dos veces, entre F y K
dos veces, entre J y O dos veces, y entre R y S dos veces, cinco
repeticiones. En consecuencia, 31 túneles más 5 túneles repetidos
equivalen a 36 millas. El pequeño inconveniente de este acertijo es
que comenzamos desde un nodo par. De lo contrario sólo
deberíamos viajar 35 millas.

§ 71. Un acertijo con nivel


Se trata simplemente de contar. ¿De cuántas maneras puede usted formar
la palabra LEVEL (“nivel”) apoyando la punta del lápiz en una L y luego
pasando a lo largo de las líneas de letra en letra?

Puede ir en cualquier dirección, hacia adelante o hacia atrás. Claro


que no se le permite saltarse letras, es decir, debe usar una letra
cada vez que llegue a ella.

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Solución:
Limitemos nuestra atención a la L de la esquina superior izquierda.
Supongamos que vamos por la E, a la derecha: entonces debemos
seguir derecho hasta la V, desde la cual la palabra se puede
completar de cuatro maneras, pues hay cuatro E disponibles por las
cuales podemos llegar a una L. Hay pues cuatro maneras de leer a
partir de la E de la derecha. También es evidente que debe haber la
misma cantidad de maneras a partir de la E que está
inmediatamente debajo del punto de partida. Eso totaliza ocho.
Empero, si tomamos la tercera ruta por la E de la diagonal, tenemos
la opción de cualquiera de las tres letras V, por medio de las cuales
podemos completar la palabra de cuatro maneras. En consecuencia,
podemos deletrear LEVEL de doce maneras a través de la E de la
diagonal. Doce más ocho da veinte lecturas, y todas parten de la L
de la esquina superior izquierda; y como las cuatro esquinas son
iguales, la respuesta es cuatro por veinte, es decir, ochenta
maneras.

§ 72. El acertijo del marinero


El marinero que mostramos en la ilustración afirmó que desde su
infancia comerciaba en el Pacífico recorriendo una veintena de islas con
una pequeña nave.

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Nos entregó el tosco mapa que reproducimos aquí, y explicó que las
líneas que unen una isla con otra representaban las únicas rutas
que él seguía. Siempre comenzaba en la isla A al principio de la
temporada, y luego visitaba cada isla una vez, y sólo una vez,
terminando su travesía en el punto de partida. Pero siempre
postergaba todo lo posible su visita a C, por razones comerciales
sobre las cuales no es preciso explayarse. El acertijo consiste en
descubrir su ruta exacta, y esto se puede hacer con certeza. Coja un
lápiz y, comenzando en A, trate de deducirla. Si anota las islas por
orden de visita —por ejemplo, A, I, O, L, G, etc.— pronto verá si ha
visitado una isla dos veces o si ha omitido alguna. Por cierto, los
cruces de las líneas se deben pasar por alto, es decir, usted debe
continuar la ruta directamente, y no puede coger un cruce para
cambiar de rumbo. No hay trucos de esta especie en el acertijo. El
marinero conocía la mejor ruta. ¿Puede usted encontrarla?

Solución:

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Sólo existen cuatro rutas posibles (u ocho, si contamos el viaje a la


inversa) por las cuales el marinero puede comenzar en la isla A, visitar
todas las islas una vez, y sólo una vez, y regresar a A.

Helas aquí:
A-I-P-T-L-O-E-H-R-Q-D-C-F-U-G-N-S-K-M-B-A
A-I-P-T-S-N-G-L-O-E-U-F-C-D-K-M-B-Q-R-H-A
A-B-M-K-S-N-G-L-T-P-I-O-E-U-F-C-D-Q-R-H-A
A-I-P-T-L-O-E-U-G-N-S-K-M-B-Q-D-C-F-R-H-A
Ahora bien, si el marinero coge la primera ruta, la isla C será la
número 12 (contando A como número 1); por la segunda ruta C será
la número 13; por la tercera ruta, será la 16; y por la cuarta ruta, la
17. Si sigue el trayecto inverso, C será respectivamente la isla
número 10, 9, 6 y 5. Como estas rutas son las únicas posibles, es
evidente que, si el marinero posterga su visita a C todo lo posible,
debe coger la última, leyendo de izquierda a derecha. Esta ruta se
muestra en las líneas oscuras del diagrama y es la respuesta

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correcta al acertijo.
El mapa puede simplificarse muchísimo mediante el método de
“hilos y botones” que explico en la solución del acertijo 102, “Las
cuatro ranas”.

§ 73. El acertijo de los votantes


Aquí tenemos, quizá, la forma más interesante de este acertijo. ¿De
cuántos modos se puede leer la exhortación RISE TO VOTE, SIR
(“Póngase usted en pie para votar”), con las mismas condiciones que en
el acertijo anterior?

En este caso cada lectura del palíndromo requiere el uso de la V


central como letra del medio.

Solución:
El número de lecturas es aquí 63.504, como en el caso de ‘Was it a
rat I saw’ (¿Es una rata lo que vi?, número 29 de Los Acertijos de

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Canterbury). La fórmula general es que para las oraciones


palindrómicas que contienen 2n + 1 letras hay [4(2n – 1)]2 lecturas.

§ 74. El monje y los puentes


Doy un esquema de un río con una isla y cinco puentes.
En un lado del río hay un monasterio, y en el otro se ve un monje
en primer plano. Ahora bien, de regreso al monasterio el monje ha
decidido cruzar cada puente una vez, y sólo una vez. Esto es, por
supuesto, bastante fácil, pero en el camino piensa para sí: ‘Me
pregunto cuántas rutas diferentes tengo para elegir.’ ¿Podría usted
decírselo?

Tome su lápiz y trace una ruta que lo lleve una vez por los cinco
puentes. Luego trace una segunda, luego una tercera, y vea si
puede determinar todas las variantes. Verá que la dificultad es
doble: por un lado, debe evitar olvidar rutas; por el otro, debe evitar
repetirlas.

Solución:

138 Preparado por Patricio Barros


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El problema de los puentes puede ser reducido al simple diagrama


de la ilustración.

El punto M representa al monje, el punto I a la isla y el punto Y al


monasterio. Ahora, las únicas rutas directas de M a I son por los
puentes a y b; las únicas rutas directas de I a Y son por los puentes
c y d, y hay una ruta directa de M a Y por el puente e. Lo que
debemos hacer es contar todas las rutas de que llevan de M a Y,
pasando por todos los puentes a, b, c, d ye una vez, y sólo una vez.
Con el diagrama a la vista es bastante simple, sin ninguna regla
complicada, contar metódicamente estas rutas. Entonces,
comenzando por a, b, encontramos que sólo hay dos maneras de
completar la ruta; comenzando por a, c, sólo hay dos rutas; por a,
d, sólo hay dos rutas, y así las demás.
Se comprobará que sólo hay un total de dieciséis rutas, enumeradas
en la siguiente lista:

139 Preparado por Patricio Barros


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abecd bcdae
abedc bcead
acdbe bdcae
acebd bdeac
adcbe ecabd
adebc ecbad
baecd edabc
baedc edbac

Si el lector traslada las letras que identifican los puentes desde el


diagrama a la ilustración original, todo se volverá evidente.

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Capítulo V
Problemas de combinación y agrupamiento
“Por cierto, una combinación y una
forma.”
SHAKESPEARE:, Hamlet, iii, 4

§ 75. Los caballeros del rey Arturo


El rey Arturo se sentó a la Mesa Redonda en tres veladas sucesivas
con sus caballeros —Beleobus, Caradoc, Driam, Eric, Floll y
Galahad— pero nadie se sentó dos veces junto a una persona que
ya se hubiera sentado a su lado. En la primera velada se sentaron
en orden alfabético en tomo de la mesa. Pero después el rey Arturo
dispuso los lugares de modo de tener a Beleobus tan cerca como
fuera posible y a Galahad tan lejos como pudiera. ¿Cómo colocó a
los caballeros, recordando la regla de que ningún caballero puede
sentarse dos veces al lado del mismo?

Solución:
En la segunda noche, el rey Arturo dispuso este orden para él y sus
caballeros: A, F, B, D, G, E, C. En la tercera noche se sentaron de
este modo: A, E, B, G, C, F, D. Así tuvo a B a una persona de
distancia en ambas ocasiones (la posición más cercana posible) y G
estuvo a dos personas de distancia en ambas ocasiones (la posición
más alejada posible). Ningún otro acomodamiento de los caballeros
habría sido tan satisfactorio.

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§ 76. Jugadores de bridge


Doce socios de un club convinieron en jugar bridge juntos en once
noches, pero ningún jugador debía tener el mismo compañero más
de una vez, o el mismo rival más de dos veces. ¿Puede usted trazar
un plan mostrando cómo pudieron sentarse todos en tres mesas
todas las noches? Denomine a los doce jugadores por las primeras
doce letras del alfabeto y trate de agruparlos.

Solución:
En la siguiente solución cada una de las once líneas representa una
sesión, cada columna una mesa, y cada par de letras un par de
jugadores.

AB — EL EJ — GK FH — CD
AC — JB FK — HL GI — DE
AD — KC GL — IB HJ — EF
AE — LD HB — JC IK — FG
AF — BE IC — KD JL — GH
AG — CF JD — LE KB — HI
AH — DG KE — BF LC — IJ
AI — EH LF — CG BD — JK
AJ — FI BG — DH CE — KL
AK — GJ CH — El DF — LB
AL — HK DI — FJ EG — BC

Se verá que las letras B, C, D ... L descienden cíclicamente. La

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solución que damos es perfecta en todos los sentidos. Se descubrirá


que cada jugador tiene a cada uno de los demás como compañero
una vez, y como oponente dos veces.

§ 77. Tres hombres en un bote


Un generoso fabricante de Londres otorga a sus obreros una
semana de vacaciones en la playa todos los años, de su propio
peculio. En una ocasión quince empleados suyos visitaron Heme
Bay. En la mañana que salieron de Londres su empleador los
interpeló de este modo, expresando la esperanza de que lo pasaran
muy bien.
—Me han dado a entender —añadió— que algunos de ustedes son
amantes del remo, así que en esta ocasión me propongo brindarles
esa recreación, y al mismo tiempo darles un pequeño acertijo para
resolver. Durante los siete días que pasarán en Heme Bay, todos
deben salir todos los días a la misma hora a remar, pero siempre
debe haber tres hombres en un bote y no más de tres. Dos hombres
no pueden salir en bote juntos más de una vez, y nadie puede salir
dos veces en el mismo bote. Si se las apañan para hacerlo, y usan la
menor cantidad posible de botes, la empresa se hará cargo de los
gastos.
Uno de esos hombres me contó que la experiencia que tenía en
dichos asuntos pronto le permitió hallar la respuesta para total
satisfacción de los empleados y del empleador. Pero lo más
pintoresco del asunto es que jamás resolvieron de veras el pequeño
misterio. El método que utilizaron era incorrecto, y creo que mis

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lectores se divertirán descubriendo el modo en que los hombres


debieron ocupar los botes. Como da la casualidad de que se llaman
Andrews, Baker, Cárter, Danby, Edwards, Frith, Gay, Hart, Isaacs,
Jackson, Kent, Lang, Masón, Napper y Onslow, desde ahora
podemos llamarlos por sus iniciales y anotar los cinco grupos
correspondientes a cada uno de los siete días de esta manera
sencilla:
1 2 3 4 5
Primer día: (ABC) (DEF) (GHI) (JKL) (MNO).
Los hombres incluidos en cada paréntesis ocupan el mismo bote, de
modo que A no puede salir de nuevo con B ni con C, y C no puede
salir de nuevo con B. Lo mismo vale para los otros cuatro botes. Los
números corresponden al número de bote, de modo que A, B y C,
por ejemplo, ya no pueden salir más en el bote número 1.

Solución:
Si no hubiera ningún requisito, excepto que los hombres salieran
juntos de a tres, podrían salir a remar en una inmensa cantidad de
combinaciones diversas. Si el lector desea saber cuántas, el número
es 4557. Con la condición de que dos de ellos no puedan remar
juntos más de una vez, no hay menos de 15.567.552.000
soluciones, es decir, diversas maneras de combinarlos. Con una
solución a la vista, el lector comprenderá por qué ello es así, pues,
aunque, por ejemplo, A debe salir una vez con B y una vez con C, no
necesariamente se sigue que debe salir con C en la misma ocasión
en que sale con B. Podría salir con cualquier otra letra, aunque si

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sale con alguien que no sea B ello surte un efecto sobre la


configuración de los otros tercetos.
Sólo existe un determinado número de configuraciones cuando se
impone la condición de usar la menor cantidad posible de botes. En
rigor sólo debemos valemos de diez botes. He aquí uno de los
arreglos:
1 2 3 4 5
Día: 1° (ABC) (DEF) (GHI) (JKL) (MNO).
8 6 7 9 10
Día: 2° (ADG) (BKN) (COL) (JED (MHF).
3 5 4 1 2
Día: 3° (AJM) (BEH) (CFI) (DKO) (GNL).
7 6 8 9 1
Día: 4° (AEK) (CGM) (BOI) (DHL) (JNF).
4 5 3 10 2
Día: 5° (AHN) (CDJ) (BFL) (GEO) (MKI).
6 7 8 10 1
Día: 6° (AFO) (BGJ) (CKH) (DN1) (MEL).
5 4 3 9 2
Día: 7° (AIL) (BDM) (CEN) (GKF) (JHO).
Nótese que dos hombres nunca salen juntos dos veces, y que
ninguno sale dos veces en el mismo bote.
Esta es una extensión del célebre problema de las “quince escolares”
de Kirkman. Los requisitos originales imponían que las quince niñas
salieran siete días en tercetos sin que ninguna saliera dos veces con
otra en el mismo terceto. La búsqueda de una solución general para

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este acertijo ha aguzado el ingenio de los matemáticos desde 1850,


cuando se planteó la cuestión por primera vez. En 1908 y los dos
años siguientes indiqué que todos los problemas surgían de nuestra
incapacidad para descubrir que el 15 es un caso especial
(demasiado pequeño para entrar en la ley general que comprende a
todas las cantidades más grandes de niñas, de la forma 6n + 3, y
demostré cuál es la ley general y cómo se deben plantear los grupos
para cualquier número de niñas. Presenté combinaciones para
ciertos números que previamente habían frustrado todos los
intentos de manipulación, y ahora se puede considerar que el
problema general está resuelto. Los lectores hallarán una excelente
versión completa del acertijo en Mathematical Recreations de W. W.
Rouse Ball.

§ 78. Los nueve alumnos


Este es un nuevo e interesante complemento del acertijo de “Las
quince alumnas” (véase solución del N° 77), y aun en esta forma
simplísima que presento aquí presenta indudables dificultades.
Nueve alumnos salen en fila de tres en los seis días de la semana,
de modo que ninguno camina nunca al lado de otro más de una vez.
¿Cómo puede usted agruparlos?
Si los representamos con las primeras nueve letras del alfabeto, el
primer día podemos agruparlos de este modo:

A B C
D E F

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G H I

Entonces A no puede volver a caminar al lado de B, ni B de C, ni D


de E, y así sucesivamente. Pero A puede caminar al lado de C. No
hay objeción a que formen parte del mismo terceto, sino a que
caminen lado a lado en un terceto. En estas condiciones pueden
salir los seis días; con las condiciones de las “alumnas” sólo pueden
salir cuatro días.

Solución:
Los alumnos pueden salir de esta manera:
1er. día 2° día 3er. día
ABC BFH FAG
DEF EIA IDB
GHI CGD HCE
4° día 5° día 6° día
ADH GBI DCA
BEG CFD EHB
FIC HAE IGF
Así cada alumno habrá salido al lado de cada uno de los demás
niños una vez, y sólo una vez.
Tratando el problema de modo general, 12n + 9 alumnos pueden
salir en tercetos según estas condiciones en 9n + 6 días, donde n
puede ser cero o cualquier entero. Cada par posible se producirá
una vez. Llamemos m al número de niños. Entonces cada niño
integrará un par m – 1 veces, de las cuales (m – 1)/4 veces estará en

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medio de un terceto y (m – l)/2 veces en un costado. Así, si nos


remitimos a nuestra solución, vemos que cada niño está en el medio
dos veces (integrando 4 pares) y cuatro veces en los costados
(integrando los restantes 4 pares de sus 8). El lector quizá desee
tratar de resolver los dos siguientes casos de 21 niños en 14 días, y
33 niños en 24 días. Quizá resulte interesante observar que una
escuela de 489 alumnos podría salir así todos los días en un año
bisiesto, pero se necesitarían 731 “alumnas” (como en la solución
del N° 77) para lograr esto en una salida diaria en un año de 365
días.

§ 79. El acertijo de la ratonera


Esta es una versión moderna de un viejo acertijo del mismo nombre,
con una diferencia. Numere veintiuna tarjetas, 1, 2, 3, etc. hasta 21,
y dispóngalas en círculo según el orden indicado en la ilustración.
Estas tarjetas representan ratones. Usted comienza por cualquier
tarjeta, denominándola “uno”, y cuenta “uno, dos, tres”, etc. en la
dirección de las agujas del reloj, y cuando la cuenta concuerde con
el número de la tarjeta, ha “cazado” un ratón y elimina esa tarjeta.
Luego comienza por la tarjeta siguiente, llamándola “uno” y
tratando de coger otra presa.

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Y así sucesivamente. Suponiendo que usted empiece en 18,


llamando a esa tarjeta “uno”, su primera “presa” será el 19. Elimine
el 19 y su próxima presa será el 10. Elimine el 10 y la próxima
presa será el 1. Elimine el 1, y si cuenta hasta 21 (nunca debe pasar
esa cifra), no puede pillar otra presa. Lo ideal es coger a los veintiún
ratones, pero esto no es posible aquí, y si lo fuera sólo se
requerirían veintiún intentos, a lo sumo, para lograrlo. Pero el lector
debe hacer que dos tarjetas cualesquiera cambien de lugar antes de
empezar. Así, usted puede cambiar el 6 con el 2, o el 7 con el 11, o
cualquier otro par. Esto se puede hacer de varias maneras para
permitirle cazar los veintiún ratones, si luego usted empieza en el
sitio atinado. Nunca debe pasar por alto una presa; siempre debe
eliminar la tarjeta y comenzar de nuevo.

Solución:
Si intercambiamos las tarjetas 6 y 13 y comenzamos nuestra cuenta
en 14, podemos coger las 21 tarjetas -es decir, 21 “presas”- en el

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siguiente orden: 6, 8, 13, 2, 10, 1, 11, 4, 14, 3, 5, 7, 21, 12, 15, 20,
9, 16, 18, 17, 19. También podemos intercambiar 10 y 14 y
comenzar en 16, o intercambiar 6 y 8 y comenzar en 19.

§ 80. Cruces con fichas


Para este acertijo sólo necesitamos nueve fichas, numeradas 1, 2, 3,
4, 5, 6, 7, 8 y 9. Se verá que en la ilustración A están dispuestas
para formar una cruz griega, mientras que en B forman una cruz
latina. En ambos casos el lector descubrirá que la suma de los
números del brazo vertical de la cruz es igual a la suma de los
números del brazo horizontal. Es muy fácil tantear hasta dar con
una configuración, pero el problema consiste en descubrir en
cuántos modos se puede hacer en cada caso.

Recuerde que las inversiones y reflejos no cuentan como diferentes.


Es decir, si usted hace girar la página obtendrá cuatro
ordenamientos para la cruz griega, y si la hace girar frente a un
espejo obtendrá cuatro más. Pero se considera que estas ocho
configuraciones son una y la misma. Pues bien, ¿cuántos modos
existen en cada caso?

Solución:

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Veamos primero la cruz griega. Hay sólo dieciocho formas en que se


pueden disponer los números para los dos brazos. Helas aquí.

12978 13968 14958


34956 24957 23967
23958 13769 14759
14967 24758 23768
12589 23759 13579
34567 14768 24568
14569 23569 14379
23578 14578 25368
15369 24369 23189
24378 15378 45167
24179 25169 34169
35168 34178 25178
Desde luego, el número del medio es común a ambos brazos. El
primer par es el que di como ejemplo. Supondré que hemos escrito
todas estas cruces, siempre poniendo la primera hilera de un par en
el brazo vertical y la segunda en el brazo horizontal. Ahora bien, si
dejamos fijo el número central, hay 24 modos de variar los números
verticales, pues las cuatro fichas se pueden cambiar en 1 × 2 × 3 ×
4 = 24 maneras. Y como los cuatro horizontales también se pueden
cambiar en 24 maneras por cada configuración del otro brazo,
tenemos 24 × 24 = 576 variantes para cada forma; por ende, como
hay 18 formas, tenemos 18 × 576 = 10.368 maneras. Pero esto
incluye la mitad de las cuatro inversiones y la mitad de los cuatro

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reflejos que prohibimos, así que debemos dividirlo por cuatro para
obtener la respuesta correcta para la cruz griega, que consiste así
en 2.592 maneras. La división es por 4, no por 8, porque hemos
tenido en cuenta la mitad de las inversiones y reflejos al reservar
siempre un número para el brazo vertical y otro para el horizontal.
En el caso de la cruz latina, es evidente que debemos vérnoslas con
las mismas 18 formas de ordenamiento. La cantidad total de
maneras de este caso es el número completo, 18 × 576. Como los
brazos superior e inferior son de longitud desigual, las
permutaciones se repiten por reflejo, pero no por inversión, pues no
podemos invertir. Por tanto este factor implica una división por 2.
Pero en cada par debemos intercambiar las cifras del brazo vertical
con las del horizontal (cosa que no podíamos hacer en la cruz
griega, pues allí los dos brazos son iguales); en consecuencia,
debemos multiplicar por 2. La multiplicación por 2 y la división por
2 se cancelan recíprocamente. En consecuencia, la respuesta
correcta es 10.368.

§ 81. La cadena del anticuario


Un anticuario poseía varios eslabones curiosos y antiguos, los cuales
llevó a un herrero, y le pidió que los uniera para formar una cadena recta,
con la única condición de que los dos eslabones circulares no estuvieran
juntos.

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La anterior ilustración muestra el aspecto de la cadena y la forma


de cada eslabón. Ahora bien, suponiendo que el dueño separase de
nuevo los eslabones, y los llevara a otro herrero y repitiera
exactamente las mismas instrucciones, ¿qué probabilidades hay de
que los eslabones queden en la misma posición en que los dejó el
primer herrero? Recuerde que cada eslabón sucesivo se puede unir
a otro en una de dos maneras, tal como usted se puede poner un
anillo en el dedo de dos maneras, o eslabonar el índice y el pulgar
de dos maneras.

Solución:
La cantidad de modos en que nueve cosas se pueden disponer en fila sin
ninguna restricción es 1 × 2 × 3 × 4 × 5 × 6 × 7 × 8 × 9 = 362.880.

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Pero nos dicen que los dos anillos circulares nunca deben estar juntos;
por tanto, debemos deducir la cantidad de veces que esto ocurriría. El
número es
(1 × 2 × 3 × 4 × 5 × 6 × 7 × 8) × 2 = 40.320 × 2 = 80.640
porque si consideramos que los dos eslabones circulares están unidos
inseparablemente se transforman en un eslabón, y ocho eslabones son
capaces de 40.320 combinaciones; pero como estos dos eslabones
siempre se deben poner en los órdenes AB o BA, tenemos que duplicar
este número, pues se trata de una cuestión de combinación y no de
diseño. La deducción requerida reduce nuestro total a 282.240. Luego,
uno de nuestros eslabones tiene una forma peculiar, semejante a un 8.
Tenemos pues la opción de unirlo por cualquiera de ambos extremos en
cada ocasión, así que debemos duplicar el último resultado. Esto eleva
nuestro total a 564.480.
Ahora llegamos al punto al cual dirigí la atención del lector, que
cada eslabón se puede insertar de una de dos maneras. Si unimos
horizontalmente el índice y el pulgar de la mano izquierda, y luego
unimos el índice y el pulgar de la mano derecha, vemos que el
pulgar derecho puede estar arriba o abajo. Pero en el caso de la
cadena, debemos recordar que, aunque ese eslabón con forma de 8
tiene dos extremos independientes, es como cualquier otro eslabón
en el sentido de que tiene sólo dos lados, es decir, no podemos
voltear un extremo sin voltear el otro al mismo tiempo.
Por comodidad, supondremos que cada eslabón tiene un lado
pintado de negro y un lado pintado de blanco. Ahora bien, si se

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estipulara que (con la cadena tendida sobre la mesa, y cada eslabón


sucesivo cayendo sobre el precedente del mismo lado, como en el
diagrama) sólo los lados blancos quedarían hacia arriba como en A,
entonces la respuesta sería 564.480, como hemos dicho, ignorando
por el momento todas las inversiones de la cadena concluida. Sin
embargo, si se permitiera que el primer eslabón mostrara hacia
arriba cualquiera de ambos lados, entonces podríamos tener A o B,
y la respuesta sería 2 × 564.480 = 1.128.960; si dos eslabones se
pudieran poner con cualquiera de ambos lados hacia arriba, la
respuesta sería 4 × 564.480; si tres eslabones, entonces 8 ×
564.480, y así sucesivamente. Por tanto, como cada eslabón se
puede poner con cualquiera de ambos lados hacia arriba, el número
será 564.480 multiplicado por 29, o 512. Esto eleva nuestro total a
289.013.760.
Pero aún debemos considerar otro pormenor. Aún no hemos tenido
en cuenta que con cualquier combinación dada tres de las otras
combinaciones se pueden obtener con sólo voltear la cadena a lo
largo e invirtiendo los extremos. Así C es en realidad lo mismo que
A, y si ponemos esta página cabeza abajo, A y C dan otras dos
combinaciones que en verdad son idénticas. Así, para llegar a la
respuesta correcta del acertijo, debemos dividir nuestro último total
por 4, y descubrimos que hay exactamente 72.253.440 maneras en
que el herrero pudo unir esos eslabones. En otras palabras, si los
nueve eslabones originalmente hubieran formado un tramo de
cadena, y se hubiera sabido que los dos eslabones circulares
estaban separados, habría 72.253.439 probabilidades contra 1 de

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que el herrero no hubiera unido los eslabones tal como estaban


antes.

§ 82. Los cuatro sellos postales


Muchos consideran que contar es lo más fácil del mundo, pero a
veces tiene sus complicaciones. Veamos este sencillo ejemplo.
Supongamos que acabamos de comprar doce sellos postales, en esta
forma —tres por cuatro— y un amigo nos pide que le demos cuatro
sellos unidos, sin que ningún timbre quede adherido sólo por la
esquina.

¿De cuántas maneras es posible recortar esos cuatro sellos?


Podemos darle 1, 2, 3, 4, o bien 2, 3, 6, 7, o bien 1, 2, 3, 6, o bien 1,
2, 3, 7, o bien 2, 3, 4, 8, y así sucesivamente. ¿Puede usted contar
cuántas maneras hay de entregar los cuatro sellos? No hay muchas
más de cincuenta, así que no es una cuenta grande. ¿Puede
averiguar el número exacto?

Solución:
Partiendo del diagrama original, los cuatro sellos se pueden dar en

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un bloque formado por 1, 2, 3, 4 de tres maneras; formado por 1, 2,


5, 6 de seis maneras; formado por 1, 2, 3, 5, o bien 1, 2, 3, 7, o bien
1, 5, 6, 7, o bien 3, 5, 6, 7, de veintiocho maneras; formado por 1, 2,
3, 6, o bien 2, 5, 6, 7, de catorce maneras; formado por 1, 2, 6, 7, o
bien 2, 3, 5, 6, o bien 1, 5, 6, 10, o bien 2, 5, 6, 9, de catorce
maneras. Hay, pues, sesenta y cinco maneras en total.

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Capítulo VI
Problemas ajedrecísticos
“Tú y yo iremos al ajedrez.”
GREENE, Cuatro peniques de
ingenio
Contenido:
§. El tablero de ajedrez
§. Acertijos ajedrecísticos estáticos
§. Disposiciones sin ataque
§. Acertijos ajedrecísticos dinámicos
§. Acertijos ajedrecísticos varios

El tablero de ajedrez
“Buena compañía es un tablero de
ajedrez.”
BYRON: Don Juan, xiii, 89

Un tablero de ajedrez es esencialmente un plano cuadrangular


dividido en sesenta y cuatro cuadrados más pequeños mediante
líneas rectas en ángulo recto. Originalmente no era “ajedrezado” (es
decir, con sus filas y columnas alternando en blanco y negro, u
otros dos colores cualesquiera), y esta mejora se introdujo
meramente para ayudar al ojo durante el juego. La utilidad de este
contraste es incuestionable. Por ejemplo, facilita el uso de los alfiles,
permitiéndonos ver de una sola ojeada si nuestro rey o nuestros
peones, sobre los cuadrados negros, son vulnerables al ataque de

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un alfil rival que se desplaza por la diagonal blanca. Pero este


contraste no es esencial para el juego del ajedrez. Además, cuando
proponemos acertijos sobre el tablero, conviene recordar que se
puede generar un interés adicional si “generalizamos” para tableros
que contengan cualquier número de cuadrados, o si nos limitamos a
una disposición determinada, no necesariamente un cuadrado.
Presentaremos algunos acertijos que tratan sobre tableros
ajedrezados de esta manera general.

§ 83. Divisiones en el tablero


Recientemente me hice la pregunta: ¿de cuántos modos se puede
dividir un tablero de ajedrez en dos partes del mismo tamaño y
forma mediante cortes en las líneas que dividen los cuadrados? El
problema pronto demostró ser fascinante y estar erizado de
dificultades. Lo presento en forma simplificada, tomando un tablero
de menores dimensiones.

Es obvio que un tablero de cuatro cuadrados sólo se puede dividir


de una manera —mediante un corte recto por el centro— porque no
contaremos las inversiones ni reflejos como diferentes. En el caso de
un tablero de dieciséis cuadrados —cuatro por cuatro— hay seis

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modos. Los he presentado en el diagrama, y el lector no encontrará


más.
Ahora, coja usted el tablero de treinta y seis cuadrados y trate de
descubrir de cuántas maneras lo puede dividir en dos partes de la
misma forma y tamaño.

Solución:
Hay 255 modos de dividir el tablero en dos partes de la misma
forma y tamaño.

Cada modo debe involucrar uno de los cinco cortes que mostramos
en los Diagramas A, B, C, D y E. Para evitar repeticiones por
inversión y reflexión, sólo necesitamos tener en cuenta cortes que
entren por los puntos a, b y c. Pero la salida siempre debe estar en
un punto en línea recta a partir del ingreso y a través del centro.
Esta condición es la más importante a tener en cuenta. En el caso B
no se puede entrar por a, pues de lo contrario se obtiene el corte
presentado en E. Análogamente, en C o D, no se debe llegar a la

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línea clave en la misma dirección de ésta, pues de lo contrario se


obtiene A o B. Si estamos trabajando con A o C y entramos en a,
debemos buscar empalmes en un solo extremo de la línea clave, u
obtendremos repeticiones. En otros casos debemos buscar
empalmes en ambos lados de la línea; pero después de dejar a en el
caso D, siempre hay que girar hacia la derecha o la izquierda (use
una dirección únicamente). Las Figs. 1 y 2 son ejemplos de A; 3 y 4
son ejemplos de B; 5 y 6 son ejemplos de C; y 7 es un bonito
ejemplo de D. Desde luego, E es un tipo peculiar, y obviamente
admite un solo modo de cortar, pues no se puede entrar por b ni por
c.
He aquí una tabla de los resultados:
a b c Modos
A = 8 + 17 + 21 = 46
B = 0 + 17 + 21 = 38
C = 15 + 31 + 39 = 85
D = 17 + 29 + 39 = 85
D = 1 + 0 + 0 = 1
41 94 120 255
No he intentado la tarea de enumerar los modos de dividir un
tablero 8 × 8, es decir, un tablero común de ajedrez. Sea cual fuere
el método adoptado, la solución implicaría una gran labor.

§ 84. La ventana del abad


Una vez el abad de St. Edmondsbury, a causa de ‘devociones
demasiado fuertes para su cabeza’, enfermó y tuvo que guardar

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cama. Mientras permanecía despierto, moviendo la cabeza de un


lado a otro, los atentos monjes notaron que algo lo perturbaba, pero
nadie se atrevía a preguntar qué era, pues el abad era un hombre
severo que no toleraba la impertinencia. De pronto llamó al padre
John, y ese venerable monje pronto estuvo junto al lecho.
—Padre John —dijo el abad—, ¿sabes que llegué a este malvado
mundo en un día par de una semana par de un mes par de un año
par de un siglo par?
El monje cabeceó.
—¿Y no te he dicho a menudo que, habiendo nacido en tal fecha, no
siento amor por las cosas impares? ¡Mira allá!
El abad señaló la gran ventana del dormitorio, de la cual presento
un bosquejo. El monje miró, y quedó estupefacto.

—¿Acaso no ves que las sesenta y cuatro claraboyas suman un


número par vertical y horizontalmente, pero que todas las líneas
diagonales, excepto catorce, son de un número impar? ¿A qué se
debe?

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—A decir verdad, monseñor abad, está en la naturaleza misma de


las cosas, y no se puede modificar.
—¿Conque no? Pues será modificado. Te ordeno que algunas de
esas claraboyas se cierren hoy, para que todas las líneas den un
número par de claraboyas. Procura que esto se haga sin demoras,
pues de lo contrario la bodega permanecerá cerrada por un mes y te
acontecerán otras desgracias.
El padre John se devanó los sesos pero, tras consultar con alguien
que era versado en extraños misterios, halló un modo de satisfacer
el capricho del abad. ¿Cuáles claraboyas se cerraron, de modo tal
que las que permanecieron abiertas sumaran un número par en
cada línea horizontal, vertical y diagonal, con la menor obstrucción
posible para la luz?

Solución:
El hombre que era “versado en extraños misterios” señaló al padre
John que las órdenes del abad de St. Edmondsbury eran fáciles de
ejecutar tapando doce de las claraboyas de la ventana, como se
muestra en los cuadrados oscuros del boceto de la página siguiente.
El padre John sostenía que también era preciso oscurecer las
claraboyas de las cuatro esquinas, pero el sabio explicó que no se
deseaba tapar más luz de la absolutamente necesaria y dijo,
anticipándose a lord Dundreary:
—Un solo panel no puede estar en línea consigo mismo, así como
un ave solitaria no puede ir en bandada. La condición del abad era
que ninguna línea diagonal contuviera un número impar de

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claraboyas”.

Ahora bien, cuando el hombre santo vio lo que se había hecho


quedó complacido, y dijo:
—En verdad, padre John, eres hombre de honda sabiduría, pues
has logrado lo que parecía imposible, y para colmo has adornado
nuestra ventana con un diseño de la cruz de San Andrés, cuyo
nombre recibí de mis padrinos.
A partir de entonces durmió a gusto y se levantó descansado. La
ventana hoy se podría ver intacta en el monasterio de St.
Edmondsbury, siempre que existiera, pero lamentablemente no
existe.

§ 85. Ajedrez chino


¿En cuántas piezas se puede dividir un tablero de ajedrez (haciendo
cortes sólo a lo largo de las líneas) sin que dos piezas sean
exactamente iguales? Recuerde que la disposición en blanco y negro

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constituye una diferencia. Así, un cuadrado negro se considera


diferente de un cuadrado blanco, una fila de tres que contenga dos
cuadrados negros difiere de una fila de tres que contenga dos
cuadrados blancos, etc. Si dos piezas no se pueden apoyar sobre la
mesa luciendo exactamente iguales, se consideran diferentes. Y
como el dorso del tablero es liso, las piezas no se pueden invertir.

Solución:
El número máximo de partes es dieciocho. Doy dos soluciones. El
diagrama numerado está cortado de tal modo que la pieza
decimoctava tiene la mayor superficie (ocho cuadrados) que se
puede lograr en estas condiciones. El segundo diagrama se preparó
con la condición adicional de que ninguna parte tuviera más de
cinco cuadrados.

El N° 72 de Los acertijos de Canterbury muestra cómo dividir el


tablero en doce partes, todas diferentes, cada cual con cinco
cuadrados, con una parte cuadrangular de cuatro cuadrados.

Acertijos ajedrecísticos estáticos


“También sirven quienes alerta
aguardan.”

165 Preparado por Patricio Barros


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MILTON
§ 86. Los cuatro leones
El acertijo consiste en hallar de cuántos modos se pueden colocar los
cuatro leones para que nunca haya más de un león en cualquier fila o
columna.

Las meras inversiones y reflejos no cuentan como diferentes. Así,


partiendo del ejemplo dado, si ponemos los leones en la otra
diagonal, se considera que es el mismo ordenamiento. Pues si
ponemos el segundo ordenamiento frente a un espejo o le damos la
vuelta, simplemente obtenemos el primer ordenamiento. Es un
acertijo sencillo, pero requiere cierto grado de reflexión.

Solución:
Hay sólo siete maneras bajo estas condiciones. Son las siguientes:
1234, 1243, 1324, 1342, 1432, 2143, 2413. Tomando el último
ejemplo, esta notación significa que ponemos un león en el segundo

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cuadrado de la primera fila, en el cuarto cuadrado de la segunda


fila, en el primer cuadrado de la tercera fila, y en el tercer cuadrado
de la cuarta fila. El primer ejemplo es, por cierto, el que dimos al
proponer el acertijo.

§ 87. El cuadrado de Bachet


Uno de los más antiguos acertijos con naipes es el de Claude
Gaspar Bachet de Méziriac, que se publicó por primera vez, tengo
entendido, en la edición de 1624 de su obra. Separe los naipes A, K,
Q y J de un mazo y dispóngalos en un cuadrado de tal manera que
en ninguna hilera de naipes, horizontal, vertical o diagonal, se
encuentren dos barajas del mismo palo o del mismo valor. Esto es
bastante fácil, pero un objetivo del acertijo consiste en encontrar de
cuántas maneras se puede hacer. El eminente matemático francés
A. Labosne, en su edición moderna de Bachet, da una respuesta
incorrecta. Y sin embargo el acertijo es bastante fácil. Cualquier
configuración genera siete más cuando el cuadrado se invierte o se
refleja en un espejo. Bachet las considera soluciones diferentes.
Nótese que se habla de líneas de cuatro naipes, de modo que las
únicas diagonales que tenemos en cuenta son las dos largas.

Solución:
Usemos las letras A, K, Q, J para representar el as, el rey, la dama y
la sota; y D, S, H, C para representar diamonds (diamantes), spades
(picas), hearts (corazones) y clubs (tréboles). En los diagramas 1 y 2
tenemos los dos modos disponibles de configurar cualquiera de

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ambos grupos de letras de modo tal que no haya dos letras


similares en línea, aunque imprimiendo al Diagrama 1 un cuarto de
vuelta obtenemos la disposición del Diagrama 2 (la J se transforma
en S, la Q en H, etc.).

Si superponemos o combinamos estos cuadrados, obtenemos la


configuración del Diagrama 3, que es una solución. Pero en cada
cuadrado podemos poner las letras de la línea superior de
veinticuatro maneras distintas sin alterar el diseño. Así, en el
Diagrama 4 las letras S están dispuestas de modo similar a las
letras D de 2, las H a las S, las C a las H, y las D a las C. Se sigue
pues que debe haber 24 × 24 = 576 modos de combinar las dos
configuraciones primitivas. Pero el error en que incurrió Labosne fue
el de suponer que A, K, Q, J se deben disponer en la forma 1 y D, S,
H, C en la forma 2. Así incluyó reflexiones y medias vueltas, pero no
cuartos de vuelta, aunque es evidente que se pueden intercambiar.
De modo que la respuesta correcta es 2 × 576 = 1.152, contando
reflexiones e inversiones como distintos. Dicho de otro modo, los

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pares de la hilera superior se pueden expresar de 16 × 9 × 4 × 2 =


576 maneras, y el cuadrado luego se puede completar de 2
maneras, con lo cual hay 1.152 maneras en total.

§ 88. Convocatoria de alfiles


La mayor cantidad de alfiles que se puede colocar simultáneamente en el
tablero de ajedrez, sin que ningún alfil ataque a otro, es catorce. En el
diagrama muestro el modo más sencillo de hacerlo.

De hecho, en un tablero ajedrezado de cualquier cantidad de


cuadrados, la mayor cantidad de alfiles que se puede colocar sin
atacar es siempre dos menos del doble del número de cuadrados del
lado. Es un interesante acertijo descubrir de cuántos modos los
catorce alfiles se pueden colocar sin ataque mutuo. Daré una
sencillísima regla para determinar la cantidad de modos para un
tablero ajedrezado con cualquier número de cuadrados.

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Solución:
Los catorce alfiles se pueden colocar de 256 maneras. Pero cada alfil
siempre debe estar colocado en uno de los lados del tablero, es
decir, en una fila del borde. El acertijo, pues, consiste en contar la
cantidad de modos en que podemos combinar los catorce alfiles en
el borde sin ataque. Esto no es dificultoso. En un tablero de n2
cuadrados, (2n – 2) alfiles (la cantidad máxima) siempre se pueden
colocar de 2n maneras sin ataque. En un tablero común n sería 8;
por tanto se pueden colocar 14 obispos de 256 maneras. Es curioso
que el resultado general cobre una forma tan simple.

§ 89. El gentil arte de lamer sellos postales


La Ley de Sellos es una prolífica fuente de amenos acertijos
(particularmente amenos si uno se encuentra entre los exentos). La
iniciación en el gentil arte de lamer sellos postales sugiere el
siguiente problemita: si tenemos una tarjeta dividida en dieciséis
espacios (4 × 4) y nos dan muchos sellos con valores de 1, 2, 3, 4 y
5 peniques, ¿cuál es el mayor valor que se puede pegar en la tarjeta
si la ley prohíbe colocar cada sello en línea recta (horizontal, vertical
o diagonal) con otro sello de valor similar? Desde luego, sólo se
puede pegar un sello en cada espacio. Probablemente el lector
descubra, cuando vea la solución, que le faltan dos peniques para
llegar al máximo. Un amigo preguntó en la Oficina de Correos cómo
hacerlo; pero lo enviaron al funcionario de aduanas y recaudación
interna, quien lo envió a la Comisión de Seguros, quien lo envió a
una entidad aprobada, que lo envió procazmente a... pero esto no

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tiene importancia.

Solución:
La siguiente disposición muestra cómo se pueden pegar dieciséis
sellos en la tarjeta, según las condiciones establecidas, con un valor
total de 50 peniques:

Si, después de poner los cuatro sellos de 5 peniques, el lector siente


la tentación de poner también cuatro sellos de 4 peniques, luego
sólo podrá poner dos de cada una de los otros tres valores,
perdiendo así dos espacios y sin contar más que 48 peniques. Esta
era la trampa que insinuamos. (Compárese con el N° 41 de Los
acertijos de Canterbury.)

§ 90. Las tres ovejas


Un granjero tenía tres ovejas y dieciséis corrales divididos por
cercas del modo que indica la ilustración.
¿De cuántos modos podía situar esas ovejas, cada cual en un corral,
para que cada corral estuviera ocupado o en línea (horizontal,

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vertical o diagonal) con por lo menos una oveja? Presento un


ejemplo que satisface estas condiciones.

¿Cuántos otros puede usted encontrar? Las meras inversiones y


reflejos no cuentan. El lector puede considerar las ovejas como
damas de ajedrez. El problema consiste pues en situar las tres
damas para que cada cuadrado esté ocupado o atacado por cuando
menos una dama, en la cantidad máxima de modos diferentes
posibles.

Solución:
La cantidad de modos en que se pueden poner las tres ovejas para
que cada corral esté ocupado o en línea con por lo menos una oveja
es 47.
La siguiente tabla, si se utiliza con la clave del Diagrama 1,
permitirá al lector situarlas de todas estas maneras:

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Dos ovejas Tercera oveja Total


AyB C, E, G, K, L N o P 7
AyC I, J, K u 0 4
AyD M, N o J 3
AyF J, K, L o P 4
AyG H, J, K, N, O o P 6
AyH K, L, N o O 4
AyO KoL 2
ByC N 1
ByE F, H, K o L 4
ByF G, J, N u O 4
ByG K, L o N 3
ByH JoN 2
ByJ KoL 2
FyG J 1
47
Esto significa, desde luego, que si ponemos ovejas en los corrales
señalados como A y B, habrá siete corrales donde podemos poner la
tercera oveja, dando siete soluciones diferentes. Se entiende que las
inversiones y reflexiones no cuentan como diferentes.
Si por lo menos un corral no debiera estar en línea con una oveja,
habría treinta soluciones para ese problema. Si contáramos todas
las inversiones y reflexiones de estos 47 y 30 casos respectivamente
como distintos, el total sería de 560, lo cual es el número de modos
en que se pueden poner las ovejas en tres corrales sin ninguna
condición. Señalaré que hay tres modos en que las ovejas se pueden

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guardar para que cada corral esté ocupado o en línea, como en los
Diagramas 2, 3 y 4, pero en cada caso cada oveja está en línea con
su compañera. Hay sólo dos modos en que se pueden poner tres
ovejas de manera que cada corral esté ocupado o en línea con uno
ocupado, pero ninguna oveja en línea con otra (ver Diagramas 5 y
6).

Por último, hay un solo modo en que tres ovejas se pueden guardar
de modo que al menos un corral no esté en línea con una oveja y sin
embargo ninguna oveja esté en línea con otra. Ponga las ovejas en
C, E, L. Esto es prácticamente todo lo que se puede decir de este
grato acertijo pastoral.

§ 91. El acertijo de los cinco perros


En 1863, C. F. de Jaenisch comentó por primera vez el “acertijo de
las cinco damas” (disponer cinco damas en el tablero de tal modo
que todas las casillas sean atacadas u ocupadas), el cual fue
propuesto por su amigo, un tal “Mr. de R.”. Jaenisch demostró que
si ninguna dama puede atacar a otra hay noventa y una maneras de
colocar las cinco damas, sin contar las inversiones y reflejos como

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diferentes. Si las damas pueden atacarse entre sí, he registrado


cientos de maneras, pero no podemos enumerarlas todas con
exactitud.
La ilustración representa la disposición de sesenta y cuatro
perreras. Se verá que hay cinco perreras que contienen sendos
perros, y una nueva ojeada nos indica que cada una de las sesenta
y cuatro perreras está en línea recta con por lo menos un perro, en
forma horizontal, vertical o diagonal. Escoja la perrera que desee, y
descubrirá que puede trazar una línea recta hasta un perro en
cualquiera de las tres formas mencionadas.

El acertijo consiste en desplazar a los cinco perros para descubrir


de cuántas maneras posibles los podemos colocar en cinco perreras
en línea recta, de tal modo que cada una de las sesenta y cuatro
perreras siempre esté en línea con por lo menos un perro. Aquí las
inversiones y reflejos cuentan como diferentes.

Solución:

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Los diagramas muestran cuatro soluciones fundamentalmente


diferentes. En el caso de A podemos invertir el orden, de modo que
el único perro esté abajo y los otros cuatro se desplacen dos
cuadrados hacia arriba. También podemos usar la próxima columna
a la derecha y ambas filas horizontales del centro.

Así, A da 8 soluciones. Luego B se puede invertir y colocar en


cualquiera de ambas diagonales, dando 4 soluciones.
Análogamente, C da 4 soluciones. Como la línea de D es simétrica,
su inversión no será diferente, pero se puede disponer en 4
direcciones distintas. Así tenemos un total de 20 soluciones.

§ 92. El acertijo del perchero


He aquí un acertijo con cinco damas que presenté de manera
antojadiza en 1897, con las damas representadas como sombreros
en sesenta y cuatro perchas, por lo cual aquí conservaré el título
original.

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Se verá que cada casilla está ocupada o atacada. El acertijo consiste


en desplazar una dama a otra casilla para que todas las casillas
sigan ocupadas o atacadas, luego desplazar una segunda dama en
las mismas condiciones, luego una tercera y una cuarta. Después
del cuarto movimiento cada casilla debe quedar atacada u ocupada,
pero ninguna dama debe atacar a otra. Desde luego, no es preciso
que los movimientos sean “movimientos de dama”; se puede
desplazar una dama a cualquier parte del tablero.

Solución:
Los movimientos quedan muy claros si se consultan los diagramas,
que muestran la posición de cada uno de los cuatro movimientos en
el tablero.

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Las flechas indican los sucesivos desplazamientos que se han


efectuado. Se verá que en cada etapa todas las casillas son atacadas
u ocupadas, y que después del cuarto movimiento ninguna dama
ataca a otra. En el caso del último movimiento, la dama de la fila
superior también podría haberse movido una casilla más hacia la
izquierda. Creo que ésta es la única solución del acertijo.

§ 93. Acertijo con peones


Coloque dos peones en medio del tablero, uno en “d4” y el otro en
“e5”. Ahora coloque los catorce peones restantes (suman dieciséis en
total) de tal modo que no queden tres en línea recta en ninguna
dirección.
Nótese que no hablo de damas porque al decir “ninguna dirección”
no sólo me refiero a las diagonales de 45 grados, sino también a
cualquier otra diagonal. Los peones se deben considerar como
meros puntos en el espacio.

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Solución:
Se pueden colocar dieciséis peones de modo que no haya tres en
línea recta en ninguna dirección posible, como en el diagrama.

Dadas las condiciones requeridas, consideramos los peones como


meros puntos en un plano.

Disposiciones sin ataque


Sabemos que n damas siempre se pueden situar en un tablero de n2
cuadrados (si n es mayor que 3) sin que ninguna dama ataque a
otra. Pero aún no se ha descubierto ninguna fórmula general para
consignar la cantidad de modos en que se puede hacer;
probablemente sea imposible descubrirlo. Los resultados conocidos
son los siguientes:
Donde n = 4 hay 1 solución fundamental y 2 en total.
Donde n = 5 hay 2 soluciones fundamentales y 10 en total.
Donde n = 6 hay 1 solución fundamental y 4 en total.
Donde n = 7 hay 6 soluciones fundamentales y 40 en total.

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Donde n = 8 hay 12 soluciones fundamentales y 92 en total.


Donde n = 9 hay 46 soluciones fundamentales.
Donde n = 10 hay 92 soluciones fundamentales.
Donde n— 11 hay 341 soluciones fundamentales.
Obviamente se pueden poner n torres sin atacar, en un tablero n2
en n! maneras, pero sólo he deducido cuántas de ellas son
fundamentalmente diferentes en los cuatro casos donde n equivale a
2, 3, 4 y 5. Las respuestas respectivas son 1, 2, 7 y 23. (Véase el N°
86, “Los cuatro leones”.)
Podemos situar 2n – 2 alfiles en un tablero n2 de 2n maneras. (Véase
el N° 88, “Convocatoria de alfiles”.) Para los tableros que contienen
2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 cuadrados por lado hay respectivamente 1, 2, 3, 6,
10, 20, 36 disposiciones fundamentalmente diferentes.
Donde n es impar hay 21(n – l)/2 disposiciones, cada cual dando 4
por inversiones y reflejos, y 2n – 3 – 2(n–3)/2 dando 8.
Donde n es par hay 2(n–2)/2, dando cada cual 4 con inversiones y
reflejos, y 2n – 3 – 2(n–4)/2, cada cual dando 8.
Podemos situar (n2 + l)/2 caballos en un tablero n2 sin ataque,
cuando n es impar, de 1 modo fundamental; y n2/2 caballos en un
tablero n2, cuando n es par, de un modo fundamental. En el primer
caso situamos todos los caballos en el mismo color que en el
cuadrado central; en el segundo caso los ponemos todos sobre
cuadrados negros o sobre cuadrados blancos.

Acertijos ajedrecísticos dinamicos


“Avanza— sigue moviéndote”

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THOS MORTON, Cura para el


corazón dolorido

§ 94. El león y el hombre


En un edificio público de Roma había una vez una prisión dividida
en sesenta y cuatro celdas, todas abiertas al cielo y todas
comunicadas entre sí, como muestra la ilustración.
Los deportes que aquí se practicaban se observaban desde una alta
torre. El juego favorito consistía en poner a un cristiano en una
celda de una esquina y a un león en la esquina diagonalmente
opuesta y luego dejarlos con todas las puertas internas abiertas. El
efecto consecuente era a veces muy risible.
En una ocasión se entregó al hombre una espada. El hombre no era
un cobarde, y estaba tan ansioso de encontrar al león como el león
de encontrarle a él.

El hombre visitó cada celda una vez y sólo una vez en la menor

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cantidad posible de líneas rectas hasta llegar a la celda del león. El


león, curiosamente, también visitó cada celda una vez y sólo una
vez en la menor cantidad posible de líneas rectas hasta que al fin
llegó a la celda del hombre. Comenzaron juntos y fueron a la misma
velocidad; no obstante, aunque en ocasiones se entrevieron, jamás
se encontraron. El acertijo consiste en mostrar qué ruta siguió cada
cual.

Solución:
Ante todo, la menor cantidad posible de líneas rectas en cada caso
son veintidós, y para que ninguna celda se visite dos veces es
absolutamente necesario que cada cual entre en una celda y luego
“visite” inmediatamente aquella de donde salió, avanzando luego por
la segunda celda disponible. En el siguiente diagrama se indica la
ruta del hombre con líneas enteras, y la del león con líneas
punteadas.
Si se siguen las dos rutas celda por celda con dos lápices, se notará
que el león y el hombre jamás se encuentran. Pero hay un detalle
que no debemos pasar por alto: “en ocasiones se entrevieron”. Ahora
bien, si tomamos una ruta para el hombre y simplemente la
invertimos para el león, invariablemente descubrimos que, yendo a
la misma velocidad, nunca atinan a verse.

182 Preparado por Patricio Barros


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Pero en nuestro diagrama se ve que el hombre y el león están en las


celdas marcadas A en el mismo momento, y se pueden ver a través
de las puertas abiertas; ocurre lo mismo cuando están en las dos
celdas marcadas B, con las letras superiores indicando al hombre y
las inferiores al león. En el primer caso el león avanza directamente
hacia el hombre, mientras que el hombre parece intentar ponerse a
la retaguardia del león; en el segundo caso, parece
sospechosamente como si uno huyera del otro.

§ 95. El viaje de la torre


Para bien o para mal, la expedición que debe emprender esta torre es un
viaje sin retomo.

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Realizará veintiún movimientos, visitando todas las casillas del


tablero una vez y sólo una vez, parando en la casilla que
denominamos 10 al final de su décimo movimiento, y terminando en
la casilla denominada 21. No se pueden realizar dos movimientos
consecutivos en la misma dirección, es decir, hay que girar después
de cada jugada.

Solución:
Muestro el itinerario en el diagrama.

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Se ve que la décima jugada nos deja en el cuadrado 10, y que la


última, la vigesimoprimera, nos deja en el cuadrado 21.

§ 96. Acertijo con alfiles


Este acertijo es fascinante. Ponga ocho alfiles (cuatro negros y
cuatro blancos) en el tablero reducido que mostramos en la
ilustración.

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El problema consiste en lograr que los alfiles negros cambien de


lugar con los blancos, sin que ningún alfil ataque nunca a otro del
color opuesto. Se deben desplazar alternativamente: uno blanco,
uno negro, uno blanco y así sucesivamente. Cuando haya logrado
terminar, procure hacer lo mismo con la menor cantidad posible de
movimientos.
Solución:
Haga las siguientes jugadas, usando la notación indicada por los
cuadrados numerados del diagrama A:
Blancos Negros Blancos Negros
§ 1. 18 — 15 3—6 § 10. 20 — 10 1 — 11
§ 2. 17 — 8 4 — 13 § 11. 3—9 18 — 12
§ 3. 19 — 14 2—7 § 12. 10 — 13 11 — 8
§ 4. 15 — 5 6 —16 § 13. 19 — 16 2—5
§ 5. 8—3 13 — 18 § 14. 16 — 1 5 — 20
§ 6. 14 — 9 7 — 12 § 15. 9—6 12 — 15
§ 7. 5 — 10 16 — 11 § 16. 13 — 7 8 — 14
§ 8. 9 — 19 12 — 2 § 17. 6—3 15 — 18
§ 9. 10 — 4 11 — 17 § 18. 7—2 14 — 19

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El diagrama B muestra la posición después de la novena jugada.


Los alfiles 1 y 20 aún no se han movido, pero 2 y 19 han avanzado y
regresado. Al final, 1 y 19, 2 y 20, 3 y 17, y 4 y 18 habrán cambiado
lugares. Nótese la posición después de la decimotercera jugada.

§ 97. La regata
¡Marineros de agua dulce, izad los escotines del foque, desplegad la
vela mayor, inflad ese foque balón, alistad la mesana!

Nuestra regata consiste en partir desde el punto donde mostramos


el yate en la ilustración y tocar cada una de las sesenta y cuatro
boyas en catorce líneas rectas, regresando en la maniobra final
hasta la boya donde comenzamos. El séptimo tramo debe terminar
en la boya donde flamea una bandera.
Este acertijo exige gran pericia naval, pues a menudo hay que
maniobrar en ángulo cerrado. La punta de un lápiz y un buen ojo
náutico son todos los elementos que necesitamos.
Esto es difícil a causa de la condición concerniente a la boya con la
bandera, y porque es una gira donde se regresa al punto de partida.

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Pero de nuevo se permite recurrir a esas líneas oblicuas.

Solución:
El diagrama se explica por sí mismo. Los números indican la
dirección de las líneas en su orden apropiado, y se verá que el
séptimo tramo termina en la boya, como se requería.

§ 98. Cuarenta y nueve estrellas


El acertijo consiste en coger un lápiz, y, partiendo de una estrella negra,
tachar todas las estrellas con doce trazos rectos, terminando en la otra
estrella negra.
Se verá que el intento que se muestra en la ilustración requiere quince
trazos. ¿Puede hacerlo con doce? Cada giro se debe efectuar sobre una
estrella, y las líneas deben ser paralelas a los lados y diagonales del
cuadrado, tal como se muestra.

188 Preparado por Patricio Barros


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Se trata de un tablero de ajedrez de dimensiones reducidas, pero


sólo se requieren movimientos de dama (sin salirse de los límites del
cuadrado).

Solución:
La ilustración muestra cómo se puede pasar por todas las estrellas
en doce trazos rectos, comenzando y terminando en una estrella
negra.

189 Preparado por Patricio Barros


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§ 99. El acertijo del sabueso


En este acertijo las veinte perreras no se comunican entre sí
mediante puertas, sino que están divididas por un parapeto. El
solitario ocupante es el sabueso que vive en la perrera de la esquina
superior izquierda. Cuando se le otorga libertad, debe obtenerla
visitando cada perrera una vez y sólo una vez en una serie de
jugadas de caballo de ajedrez, terminando en la esquina inferior
derecha, que está abierta al mundo.

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Las líneas del diagrama de la página anterior muestran una


solución. El acertijo consiste en descubrir de cuántos modos el
sabueso puede salir desde su perrera.

Solución:
Este acertijo presenta varios puntos interesantes. Ante todo, si no
hubiéramos hecho ninguna estipulación en cuanto a la posición de
los dos extremos de la secuencia, es imposible formar tal secuencia
a menos que comencemos y terminemos por la fila de perreras
superior e inferior.

Podemos comenzar en la de arriba y terminar en la de abajo (o lo


inverso), o podemos comenzar en una de estas filas y terminar en la
misma. Pero nunca podemos comenzar ni terminar en una de las
dos filas centrales. Nuestros puntos de partida y de llegada, sin
embargo, estaban fijos. No obstante, la primera mitad de nuestra
ruta se debe restringir a los cuadrados que en el diagrama están
marcados con círculos, y por tanto la segunda mitad se limitará a
los que no están marcados con círculos. Se verá que los cuadrados

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reservados para los dos semisecuencias son simétricos y similares.


El próximo punto es que la primera semisecuencia debe terminar en
una de las filas centrales, y que la segunda debe comenzar en una
de estas filas. Esto es obvio ahora, porque se tienen que enlazar
para formar la secuencia completa, y cada cuadrado de una fila
externa está conectado por una jugada de caballo sólo con
cuadrados similares, es decir, con o sin círculos, según el caso. Las
semisecuencias, pues, sólo se pueden eslabonar en las dos filas
centrales.
Ahora bien, hay ocho semisecuencias primeras, y en consecuencia
ocho semisecuencias segundas. Veremos que se combinan para
formar doce secuencias completas, que es el número total que existe
y la solución correcta de nuestro acertijo. No me propongo presentar
detalladamente todas las rutas, pero las indicaré de tal modo que si
el lector ha abandonado alguna podrá descubrir cuál es y deducirla
por su cuenta sin ninguna dificultad. Los siguientes números se
aplican a las del diagrama.
Las ocho primeras semisecuencias son las que van de 1 a 6 (2
rutas); 1 a 8 (1 ruta); 1 a 10 (3 rutas); 1 a 12 (1 ruta); y 1 a 14 (1
ruta). Las ocho segundas semisecuencias son: 7 a 20 (1 ruta); 9 a
20 (1 ruta); 11 a 20 (3 rutas); 13 a 20 (1 ruta); y 15 a 20 (2 rutas).
Cada modo en que se puede eslabonar una semisecuencia con otra
da una solución diferente. Estos eslabonamientos son los
siguientes: 6 a 13 (2 casos); 10 a 13 (3 casos); 8 a 11 (3 casos); 8 a
15 (2 casos); 12 a 9 (1 caso); 14 a 7 (1 caso). En consecuencia, hay
doce eslabonamientos y doce respuestas al acertijo. La ruta

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presentada en la ilustración consiste de una de los tres


semisecuencias 1 a 10, eslabonada con la semisecuencia 13 a 20.
Nótese que diez de las soluciones se producen mediante cinco rutas
inequívocas y sus inversiones; es decir, si indicamos estas cinco
rutas mediante líneas y luego invertimos los diagramas obtenemos
las otras cinco rutas. Las dos soluciones restantes son simétricas
(los casos donde 12 a 9 y 14 a 7 son los eslabones), y en
consecuencia no producen soluciones nuevas mediante inversión.

§ 100. Tablero dividido


No podemos dividir el tablero de ajedrez común en cuatro
compartimientos iguales, y realizar una gira completa con un
caballo, o aun seguir un recorrido en cada compartimiento.

Pero podemos dividirlo en cuatro compartimientos, como muestra la


ilustración, dos de veinte casillas cada uno, y otros dos de doce
casillas cada uno, y así obtener un interesante acertijo. Se trata de
describir una gira completa, con reingreso, partiendo de donde uno

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guste, pero visitando cada una de las casillas de cada


compartimiento antes de pasar a otro, y efectuando el brinco final
de vuelta hacia la casilla de donde partió el caballo. No es difícil,
pero resulta muy ameno e instructivo.
La posibilidad de efectuar una “gira” o seguir un “recorrido”
completo con un caballo en un tablero de ciertas dimensiones
depende no sólo de las dimensiones sino de la forma. No es posible
una gira en un tablero que contenga una cantidad impar de casillas,
tales como 5 × 5 o 7 × 7, por esta razón: cada brinco del caballo se
debe efectuar desde una casilla blanca a una negra y desde una
negra a una blanca, alternativamente. Pero si hay una cantidad
impar de casillas, un color tiene por fuerza una casilla de más, así
que la senda debe comenzar en una casilla del color que tiene más,
y terminar en un color similar; como es imposible desplazar el
caballo entre casillas del mismo color, la senda no tiene reingreso.
Pero se puede realizar una gira perfecta en un tablero rectangular
de cualquier dimensión siempre que la cantidad de casillas sea par,
y que la cantidad de casillas de un lado no sea inferior a 6 y del otro
no sea inferior a 5. En otras palabras, el tablero rectangular más
pequeño donde es posible efectuar una gira con reingreso es de 6 ×
5.
No es posible que un caballo siga una senda que recorra (sin
reingreso) todas las casillas de un tablero si sólo hay dos casillas en
un lado; tampoco es posible en un tablero cuadrado de dimensiones
inferiores a 5 × 5. En un tablero de 4 × 4 un caballo no puede
efectuar una gira ni un recorrido completo; debemos dejar una

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casilla sin visitar. Pero en un tablero de 4 × 3 (que tiene cuatro


casillas menos) es posible trazar un recorrido completo de dieciséis
maneras diferentes. Tal vez al lector le interese descubrirlas. Cada
sendero que comience y termine en diferentes casillas cuenta con
una solución diferente, y también las rutas inversas.

Solución:
Al tratar de resolver este problema primero es necesario tomar dos
compartimientos de veinte y doce casillas respectivamente y
analizarlos con miras a determinar dónde se encuentran los
necesarios puntos de ingreso y egreso.

En el caso del compartimiento más grande, debemos comenzar y


terminar en dos de las casillas externas de los lados largos. Pero
aunque usted pueda comenzar por cualquiera de estas diez casillas,
está limitado a aquellas donde puede terminar, o (lo que es lo
mismo) puede terminar en las que prefiera, siempre que comience
su itinerario en determinadas casillas. En el caso del

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compartimiento más pequeño, está obligado a comenzar y terminar


en una de las seis casillas que se encuentran en los dos lados cortos
de los compartimientos, con iguales restricciones que en el otro
caso. Un poco de reflexión indicará que en el caso de los dos
compartimientos pequeños debe comenzar y terminar en los lados
cortos, y de ello se sigue que los itinerarios por los compartimientos
más grandes también deben comenzar y terminar en los lados
contiguos.
En el diagrama, que muestra una de las soluciones posibles, se ve
que hay ocho lugares donde podemos comenzar este recorrido; pero
hay sólo una ruta en cada caso, porque debemos completar el
compartimiento donde nos encontramos antes de pasar a otro. En
cualquier solución encontraremos que las casillas marcadas con
estrellas deben ser puntos de ingreso o egreso, pero la ley de las
inversiones nos deja la opción de realizar las otras conexiones tanto
en los diamantes como en los círculos. En la solución presentada se
usan los diamantes, pero hay otras variaciones donde se emplean
las casillas con círculos.
Creo que estos comentarios explican los puntos esenciales del
acertijo, que es sumamente instructivo e interesante.

§ 101. El acertijo de las perreras


Un hombre tiene veinticinco perreras, y todas se comunican entre sí
mediante puertas, como muestra la ilustración. Desea disponer a
sus veinte perros de tal modo que formen una secuencia de caballos
de ajedrez del perro N° 1 al perro N° 20, y la fila inferior de cinco

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perreras debe quedar desocupada, como ahora. Esto se debe hacer


moviendo un perro por vez hacia una perrera vacía. Los perros
están bien adiestrados para obedecer, y se puede confiar en que
permanecerán en las perreras donde los ponemos, excepto que si
dos se alojan en la misma perrera luchan a muerte.

¿Cómo resolver el acertijo en la menor cantidad posible de jugadas


sin que dos perros compartan nunca una perrera?

Solución:
Ante todo hay que escoger la secuencia de movimientos de caballo
más prometedora y luego pensar cómo alcanzar esa combinación en
la menor cantidad posible de jugadas.
Estoy convencido de que la mejor secuencia es la representada en el
anterior diagrama, donde se ve que cada número sucesivo está a
una jugada de caballo del anterior, y que cinco de los perros (1, 5,
10, 15 y 20) nunca salen de sus perreras originales.

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Se puede llegar a esta posición en sólo cuarenta y seis jugadas, de


esta manera: 16—21, 16—22, 16—23, 17—16, 12—17, 12—22,
12— 21, 7—12, 7—17, 7—22, 11—12, 11—17, 2—7, 2—12, 6—11,
8—7, 8—6, 13—8, 18—13, 11—18, 2—17, 18—12, 18—7, 18—2,
13— 7, 3—8, 3—13, 4—3, 4—8, 9—4, 9—3, 14—9, 14—4, 19—14,
19—9, 3—14, 3—19, 6—12, 6—13, 6—14, 17—11, 12—16, 2—12,
7—17, 11—13, 16—18 = 46 movimientos. No puedo asegurar que
sea imposible descubrir una solución con menos movimientos, pero
creo que será una ardua tarea.

§ 102. Las cuatro ranas


En la ilustración tenemos ocho hongos, con ranas blancas en 1 y 3
y ranas negras en 6 y 8. El acertijo consiste en mover una rana por
vez, en cualquier orden, a lo largo de una de las líneas rectas que
unen un hongo con otro, hasta que hayan cambiado de lugar,
quedando las ranas blancas en 6 y 8, y las negras en 1 y 3. Si usa
cuatro fichas sobre un diagrama simple, le resultará muy fácil, pero

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es más dificultoso hacerlo en sólo siete jugadas, (cualquier número


de desplazamientos sucesivos de la misma rana cuenta como una
jugada). No puede haber más de una rana por hongo al mismo
tiempo.

Solución:
La menor cantidad posible de movimientos, contando cada
movimiento por separado, suma dieciséis.

Pero el acertijo se puede resolver en siete jugadas, de la manera


siguiente, si cualquier cantidad de desplazamientos sucesivos de la
misma rana cuenta como una sola jugada. Todos los movimientos

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contenidos dentro de un paréntesis constituyen una sola jugada; los


números se refieren a los hongos: (1—5), (3—7, 7—1), 8—4, 4—3,
3—7), (6—2, 2—8, 8—4, 4—3), (5—6, 6—2, 2—8), (1—5, 5—6), (7—
1).
Se trata del viejo acertijo de Guarini, propuesto en 1522, pero aquí
lo doy con el objeto de explicar mi método “hilos y botones” para
resolver esta clase de problemas con movimientos de fichas.
El Diagrama A muestra el viejo modo de presentar el acertijo de
Guarini, donde se procura que los caballos blancos cambien de
lugar con los negros. En “Las cuatro ranas”, las posibles direcciones
de los movimientos se indican con líneas, para obviar la necesidad
de que el lector comprenda el movimiento del caballo en ajedrez.
Pero se ve de inmediato que ambos problemas son idénticos. Se
puede ignorar la casilla central, pues ningún caballo puede entrar
en ella. Ahora bien, consideremos los hongos como botones y las
líneas de conexión como hilos, como en el Diagrama B. Al
desenredar estos hilos podemos presentar el diagrama en la forma
que aparece en el Diagrama C, donde la relación entre los botones
es exactamente igual que en B. Cualquier solución para C será
aplicable a B y a A. Coloque los caballos blancos en 1 y 3 y los
caballos negros en 6 y 8 en el Diagrama C, y la simplicidad de la
solución será manifiesta. Sólo hay que desplazar los caballos en
tomo del círculo en una u otra dirección. Re
pita las jugadas que presentamos arriba, y verá que se han
eliminado las dificultades.
En el Diagrama D presento otro conocido acertijo que apareció por

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primera vez en un libro publicado en Bruselas en 1789, Les Petites


Aventures de Jerome Sharp. Coloque siete fichas sobre siete de los
ocho puntos de la siguiente manera: ponga una ficha en un punto
desocupado, luego desplácela en línea recta desde ese punto hasta
el próximo punto desocupado (en cualquiera de ambas direcciones),
donde la depositará. Proceda de la misma manera hasta que todas
las fichas están colocadas. Recuerde que siempre comienza en un
lugar desocupado y desliza la ficha desde allí hasta el próximo
lugar, que también debe estar desocupado. Ahora, mediante el
método “hilos y botones”, simplificamos transformando el diagrama
en el de B. Entonces la solución se vuelve obvia: “mover siempre
hacia el punto desde el cual se movió la última vez”. No es el único
modo de colocar las fichas, por cierto, pero es la solución más
sencilla.

Acertijos ajedrecísticos varios


“El ajedrez constituye un grato e
ingenioso ejercicio mental para
ciertas clases de hombres”
BURTON, Anatomía de la
melancolía
§ 103. Las torres encerradas
Las torres blancas no pueden salir del pequeño cuadrado donde están
encerradas excepto en la jugada final, al dar jaque mate.

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El acertijo consiste en dar jaque mate a las negras con la menor


cantidad posible de movimientos con la torre N° 8, dejando las otras
torres en orden numérico alrededor de los lados del cuadrado, con
la brecha entre 1 y 7.

Solución:
La respuesta supone que en la posición final las torres numeradas
tienen que estar en orden numérico en dirección contraria a la que
ocupan en el diagrama original, pues de lo contrario no hay
solución. Mueva las torres en el siguiente orden de sus números.
Como nunca hay más de un cuadrado al cual se puede mover una
torre (excepto en la jugada final), la notación es obvia: 5, 6, 7, 5, 6,
4, 3, 6, 4, 7, 5, 4, 7, 3, 6, 7, 3, 5, 4, 3, 1, 8, 3, 4, 5, 6, 7, 1, 8, 2, 1 y
torre toma alfil, jaque mate. Esta es la cantidad mínima de jugadas:
treinta y dos. Los movimientos del rey negro son todos obligados, y
no es preciso detallarlos.

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§ 104. Ahogado
Hace unos años se propuso el acertijo de construir una partida
imaginaria de ajedrez donde las blancas queden ahogadas con la
menor cantidad posible de movimientos, dejando todas las piezas
(treinta y dos) sobre el tablero. ¿Puede usted llegar a esa posición en
menos de veinte movimientos?

Solución:
Trabajando en forma independiente, S. Loyd, E. N. Frankenstein, W.
H. Thompson y yo hemos llegado a la misma solución. La siguiente
se puede aceptar como la mejor solución posible para este curioso
problema:
Blancas Negras
§ 1. d4 e5
§ 2. qd3 wh4
§ 3. qg3 nb4+
§ 4. hd2 a5
§ 5. a4 d6
§ 6. h3 ne6
§ 7. ra3 f5
§ 8. qh2 c5
§ 9. rg3 nb3
§ 10. c4 f4
§ 11. f3 e4
§ 12. d5 e3
Y las blancas quedan ahogadas.

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El anterior es un diagrama de la extraña posición a la que se llega. Como


se ve, no es posible mover ninguna pieza blanca.

§ 105. Un dilema asombroso


En una partida de ajedrez entre el señor Negro y el señor Blanco,
Negro estaba en un brete, y como de costumbre debía coger un tren.

Propuso pues que Blanco terminara la partida en su ausencia, con

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la condición de que no efectuara ninguna jugada para Negro, sino


sólo con las piezas blancas. El señor Blanco aceptó, pero para su
consternación le resultó imposible ganar la partida en esas
condiciones. Por mucho que lo intentaba, no podía dar jaque mate a
su oponente.
¿En qué casilla dejó el señor Negro a su rey? Las otras piezas están
en sus posiciones apropiadas en el diagrama. Blanco puede dar
jaque a Negro cuantas veces quiera, pero en balde, pues nunca llega
a una posición de jaque mate.

Solución:
El señor Negro dejó su rey en “b2”, y sea cual fuere la pieza que
Blanco elija para su peón, no puede hacerle jaque mate. Como
dijimos, el rey negro no es afectado por los jaques y nunca se
mueve. Blanco puede coronar el peón con dama, capturar la torre
negra y unir sus tres piezas en el ataque, pero el mate es imposible.
El rey negro no puede quedar en cualquier otro cuadrado sin que
sea posible un jaque mate.
El difunto Sam Loyd fue el primero en señalar la peculiaridad en
que se basa este acertijo.

§ 106. Los seis peones


¿De cuántos modos puedo poner seis peones en el tablero para que
haya una cantidad par de casillas desocupadas en cada fila y
columna? Aquí no tenemos en cuenta las diagonales, y cada
conjunto

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de seis casillas ocupadas constituye una solución diferente, así que


no es preciso excluir inversiones ni reflejos.

Solución:
La fórmula general para seis peones en todos los cuadrados
mayores de 22 es ésta: seis veces el cuadrado del número de
combinaciones de n cosas tomadas de tres en tres, donde n
representa el número de cuadrados del lado del tablero. Desde
luego, cuando n es par las casillas desocupadas de las filas y
columnas serán pares, y cuando n es impar el número de casillas
será impar. Aquí n es 8, así que la respuesta es 18.816 maneras. Se
trata de “El acertijo del tintorero” (Los acertijos de Canterbury, N°
26) con otra forma. Lo repito aquí para explicar un método de
resolución que el lego captará de inmediato. Ante todo, es evidente
que si ponemos un peón en cualquier línea, debemos poner un
segundo en esa línea para que el resto pueda ser un número par. No
podemos poner cuatro o seis en ninguna fila sin imposibilitar la
obtención de un número par en todas las columnas con que
interferimos. Tenemos, pues, que poner dos peones en cada una de
las tres filas y en cada una de las tres columnas. Ahora bien, hay
sólo seis combinaciones que cumplen estas condiciones, y se
muestran en los Diagramas A a F inclusive.

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Señalo al pasar que A y B son las únicas combinaciones primitivas,


pues si damos a A un cuarto de vuelta obtenemos F; y si damos a B
tres cuartos de vuelta en la dirección de las manecillas del reloj,
obtendremos sucesivamente C, D y E. No importa cómo coloquemos
nuestros peones, si hemos acatado las condiciones del acertijo
quedarán incluidos dentro de una de estas combinaciones. Se
entiende que las meras expansiones no destruyen el carácter
esencial de las combinaciones. Así G es sólo una expansión de la
forma A. La solución consiste pues en hallar el número de estas
expansiones. Suponiendo que limitemos nuestras operaciones a las
tres primeras filas, como en G, entonces, con los pares a y b
situados en la primera y segunda columnas, el par c se puede
desplegar en cualquiera de las seis columnas restantes, y así
brindar seis soluciones. Ahora deslicemos el par b a la tercera
columna, y habrá cinco posiciones posibles para c. Deslicemos b
hacia la cuarta columna, y c puede producir cuatro soluciones
nuevas. Y así sucesivamente, hasta que (todavía con a en la primera
columna) tengamos b en la séptima columna, y haya un solo sitio
para c, en la octava columna. Luego podemos poner a en la segunda
columna, b en la tercera y c en la cuarta, y comenzar a deslizar c y b
como antes para otra serie de soluciones.

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Así encontramos que, al usar la forma A sola y limitar nuestras


operaciones a las tres filas superiores, obtenemos tantas respuestas
como existen combinaciones de 8 cosas tomadas de 3 en 3. Esto es:

El lector comprenderá que si hay 56 modos de seleccionar las


columnas, debe haber, para cada uno de éstos, 56 modos de
seleccionar las filas, pues podemos efectuar simultáneamente ese
“deslizamiento” hacia abajo hasta el fondo, exactamente tal como
hemos trabajado de izquierda a derecha. El número total de
maneras de aplicar A, pues, es 56 × 56 = 3.136. Pero, como hemos
visto, hay seis combinaciones, y sólo hemos abordado una de ellas,
A. Debemos multiplicar este resultado por 6, lo cual nos da 3.136 ×
6 = 18.816, que es el número total de maneras, como ya hemos
dicho.

§ 107. Jaque mate


Al entrar en un club londinense, noté la posición que dos jugadores
habían dejado al marcharse. Esta posición se muestra en el
diagrama.

208 Preparado por Patricio Barros


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Es evidente que las blancas han dado mate a las negras. ¿Pero
cómo? He ahí el acertijo.

Solución:
Desplace el peón blanco de “f6” a “e4” y ponga un peón negro en
“f7”. Ahora, las blancas mueven e5+, y las negras deben mover f5.
Luego, las blancas juegan exf6 a.p.+, tomando al paso el peón de
“f5”, y dando jaque mate. Esta fue pues la última jugada de las
blancas, y deja la posición dada. Es la única solución posible.

§ 108. Monstruosidad
Una Nochebuena yo viajaba en tren al sur de Inglaterra. El
compartimiento estaba atestado, y los pasajeros estábamos muy
apiñados.

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Mi compañero de asiento estudiaba sesudamente una posición en


uno de esos tableros plegables que se pueden guardar
cómodamente en el bolsillo, y no pude evitar mirarlo (la posición se
muestra en la página siguiente, y como está un poco borrosa
diremos que la pieza de “c7” es el rey blanco).
Mi compañero de viaje volvió repentinamente la cabeza y sorprendió
mi expresión de desconcierto.
—¿Juega usted al ajedrez? —preguntó.
—Sí, un poco. ¿Qué es eso? ¿Un problema?
—Problema? No, una partida.
—¡Imposible! —exclamé con cierta rudeza— ¡Esa posición es una
monstruosidad!
Extrajo una tarjeta del bolsillo y me la entregó. De un lado tenía un
domicilio y en el anverso las palabras “43. Rg1”.
—¡Es una partida por correspondencia! —exclamó— Usted ve el
último movimiento de mi amigo, y ahora yo estoy meditando mi
respuesta.

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—Excúseme —insistí—, pero la posición parece imposible. ¿Cómo,


por ejemplo…?
—¡Ah! —me interrumpió sonriendo—. Entiendo. Es usted un
principiante. Juega para ganar.
—¡Pues me imagino que usted no juega para perder o empatar!
Lanzó una carcajada.
—Tiene usted mucho que aprender. Mi amigo y yo no jugamos en
busca de esos anticuados desenlaces. Vemos en el ajedrez lo
maravilloso, lo estrambótico, lo extravagante. ¿Alguna vez vio una
posición como ésta?
Por suerte no, pensé para mis adentros.
—Esa posición, amigo mío, materializa las sinuosas evoluciones y
las sincréticas, sintéticas y sincrónicas concatenaciones de dos
cerebros personalísimos. Es el producto de un hiperbólico e
hipertrófico intercambio de...
—¿Ha leído usted el periódico vespertino? —interrumpió el pasajero
de enfrente, alcanzándome un periódico. Noté que en el margen,
junto a su pulgar, había garrapateado una nota. Agradeciéndole,
cogí el periódico y leí: “Lunático, pero totalmente inofensivo. Está a
mi cargo”.
Después de eso dejé que el pobre sujeto delirase a gusto hasta que
ambos nos apeamos en la siguiente estación.
Pero esa extraña posición se me grabó en la mente, siendo el último
movimiento de las negras 43. lg1; y poco después descubrí que en
efecto era posible llegar a ella en cuarenta y tres movimientos.
¿Podrá el lector reconstruir esa secuencia? ¿Cómo lograron las

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blancas poner sus torres y el alfil del rey en su posición actual,


teniendo en cuenta que nunca pudieron haber movido el alfil del
rey? No se dieron ventajas, y cada movimiento era totalmente
legítimo.

Solución:
Blancas Negras Blancas Negras Blancas Negras
§ 1 f4 c6 § 16 qe8 h3 § 31 a5 lc1
§ 2 kf2 wa5 § 17 hc3+ dxc3 § 32 axb6 ld1
§ 3 ke3 ld8 § 18 ba3 h2 § 33 bxc7 le1
§ 4 f5 lc7 § 19 rb 1 h1=w § 34 kf7 jh6+
§ 5 qe1 lb6 § 20 rb2 cxb2 § 35 ke8 na2
§ 6 qg3 ja6 § 21 kg5 wgi § 36 f6 ng8
§ 7 qb8 h5 § 22 qh5 la4 § 37 f7 lxf1
§ 8 hf3 th6 § 23 b5 tc8 § 38 c8=b jd5
§ 9 he5 tg6 § 24 b6 tc7 § 39 4b8 jf6+
§ 10 qxc8 tg3+ § 25 bxc7 b1 =n § 40 kd8 je8
§ 11 hxg3 lb5 § 26 c8=r wc7 § 41 fxe8=r jf7+
§ 12 rh4 f6 § 27 bd6 jb4 § 42 kc7 jd8
§ 13 rd4 fxe5 § 28 kg6 la3 § 43 qf7+ lg1
§ 14 b4 exd4+ § 29 ra8 lb2
§ 15 kf4 h4 § 30 a4 wgb6
y se llega a la posición dada.
El orden de las jugadas no importa, y puede variar muchísimo. Pero
aunque se han realizado muchos intentos, nadie ha logrado reducir
mi cantidad de jugadas.

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Capítulo VII
Acertijos de medida, peso y empaquetado
“Medida por igual medida”.
SHAKESPEARE, Medida por
medida, v, I.

Aparentemente el primer acertijo impreso relacionado con la


medición de una cantidad de líquido, vertiéndolo de un recipiente a
otros de capacidad conocida, fue el propuesto por Niccola Fontana
(1500-1559), más conocido como Tartaglia (“tartamudo”). Consiste
en dividir 24 onzas de valioso ungüento en tres partes iguales,
disponiendo sólo de recipientes con capacidad para 5, 11 y 13 onzas
respectivamente. Hay muchas soluciones para este acertijo para
seis manipulaciones, o traslados de un recipiente a otro. Bachet de
Méziriac reeditó este y otros acertijos de Tartaglia en su Problèmes
plaisants et délectables (1612). Es opinión general que los acertijos
de esta clase sólo se pueden resolver mediante ensayo y error, pero
creo que se pueden inferir fórmulas para la solución general de
ciertos casos emparentados. Es un campo de investigación
prácticamente inexplorado.
El clásico problema de peso es, por cierto, el propuesto por Bachet.
Supone la determinación de la cantidad mínima de pesas que
servirían para pesar cualquier número entero de libras, de 1 a 40
inclusive, cuando se nos permite poner una pesa en uno de ambos
platillos. La respuesta es 1, 3, 9 y 27 libras. Tartaglia había
propuesto el mismo acertijo con la condición de que las pesas sólo

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se pudieran poner en un solo platillo. En ese caso la respuesta es 1,


2, 4, 8, 16, 32 libras. MacMahon brinda una solución general para
el problema, y hay una explicación completa en las Recreaciones
matemáticas de Ball.
Los acertijos de empaquetado, en los cuales debemos empaquetar
un número máximo de artículos de determinadas dimensiones en
una caja de dimensiones conocidas, son, tengo entendido, una
novedad reciente. Al menos no recuerdo ningún ejemplo de los
antiguos libros. Uno esperaría ver esta idea presentada como
acertijo mecánico en las jugueterías, pero jamás he visto semejante
cosa. Lo más parecido son los rompecabezas, donde sólo es preciso
acomodar una dimensión de las piezas.

§ 109. El acertijo del tonel


Los hombres de la ilustración disputan por el contenido líquido de
un tonel. Un hombre sostiene que el tonel está más que medio lleno,
el otro insiste que ni siquiera está medio lleno.

¿Cuál es el modo más fácil de zanjar la cuestión? No es necesario

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usar vara, cordel ni implemento de medición alguno. Lo presento


como uno de los más simples ejemplos del valor de la mera
sagacidad para la resolución de acertijos. Problemas aparentemente
muy dificultosos se pueden resolver de modo análogamente fácil si
tan sólo apelamos a nuestro sentido común.

Solución:
Sólo se necesita inclinar el tonel como en la Fig. 1, y si el borde de la
superficie del agua toca el borde a al mismo tiempo que toca el
borde del fondo b, estará por la mitad.

Si cuando la superficie del agua alcanzara el borde a, se hubiera


elevado al punto c en la Fig. 2, entonces estaría más que medio
lleno. Si, como en la Fig. 3, una parte del fondo estuviera visible y el
nivel del agua bajara al punto d, entonces estaría menos que medio
lleno. Este método se aplica a todos los recipientes construidos
simétricamente.

§ 110. Acertijo con líquidos


He aquí un interesante problema con medición de líquidos. Un

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hombre tiene dos recipientes de diez cuartos de galón llenos de vino,


una medida de cinco cuartos y una medida de cuatro cuartos.
Quiere poner exactamente tres cuartos en cada una de las dos
medidas. ¿Cómo lo conseguirá? ¿Y cuántas manipulaciones (pases
de un recipiente al otro) se requieren? No se permite derrochar,
volcar ni otros trucos.

Solución:
La siguiente solución en once manipulaciones muestra el contenido
de cada recipiente al principio y después de cada manipulación:
10 cuartos 10 cuartos 5 cuartos 4 cuartos
10 10 0 0
5 10 5 0
5 10 1 4
9 10 1 0
9 6 1 4
9 7 0 4
9 7 4 0
9 3 4 4
9 3 5 3
9 8 0 3
4 8 5 3
4 10 3 3

§ 111. Mezclando el té
—Esta mañana llamó la señora Quejumbre —le dijo el honesto

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tendero a su asistente—. Quiere 20 libras de té a 28½ peniques la


libra. Desde luego tenemos un buen té de 30 peniques, un té un
poco inferior de 27 peniques y un té indio barato de 21 peniques,
pero ella siempre se fija mucho en el precio.
—¿Qué piensa hacer? —preguntó el cándido asistente.
—¿Hacer? —exclamó el tendero— Pues simplemente mezclaremos
las tres clases de té en proporciones diferentes para que las veinte
libras le permitan efectuar su compra. Pero no pongas más cantidad
del mejor té de la que sea necesaria, y usa sólo nuestros paquetes
completos de libra. No peses el té.
¿Cómo haría el pobre asistente para mezclar las tres clases de té?
¿Habría usted podido indicarle?

Solución:
Hay tres maneras de mezclar las clases de té. Por orden de calidad
―30 peniques, 27 peniques, 21 peniques― mézclese en estas
proporciones: 16 libras, 1 libra, 3 libras; o bien 14 libras, 4 libras, 2
libras; o bien 12 libras, 7 libras, 1 libra. En cada caso la mezcla de
veinte libras debe valer 28½ peniques por libra; pero el último caso
requiere la menor cantidad del mejor té, de modo que es la
respuesta correcta.

§ 112. Un acertijo de empaquetado


Como todos sabemos por experiencia, se requiere bastante ingenio
para empaquetar artículos en una caja si no queremos desperdiciar
espacio. Un hombre me contó una vez que tenía una gran cantidad

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de pelotas de hierro, todas exactamente de dos pulgadas de


diámetro, y deseaba poner la mayor cantidad posible en una caja
rectangular de 24 9/10 pulgadas de longitud, 22 ⅘ de anchura y 14
pulgadas de profundidad.
¿Cuál es la máxima cantidad de pelotas que pudo empaquetar en
esa caja?

Solución:
En el lado de la caja de 14 por 22 ⅘ podemos disponer 13 filas que
contengan alternativamente 7 y 6 pelotas: 85 en total. Encima
podemos poner otra capa que consista de 12 filas de 7 y 6
alternativamente: 78 en total. A lo largo de 24 9/10 pulgadas se
pueden poner 15 de estas capas, que contendrían alternativamente
85 y 78 pelotas. Así 8 veces 85 sumado a 7 veces 78 nos da 1.226,
el contenido total de la caja.

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Capítulo VIII
Problemas de cruce del río
“Mi bote está en la costa”
BYRON

Esta es otra clase medieval de acertijos. Probablemente el primer


ejemplo se deba al abad Alcuino, quien nació en Yorkshire en 735 y
falleció en Tours en 804. Y todos conocen la historia del hombre con
el lobo, la cabra y el cesto de repollos cuyo bote sólo podía llevar
uno de los tres a la vez, con el hombre a bordo. La dificultad
estribaba en que el hombre no podía dejar al lobo solo con la cabra,
ni a la cabra sola con los repollos. Tartaglia y Bachet examinaron
estos acertijos, que luego fueron examinados por Lucas, De
Fonteney, Delannoy, Tarry y otros. En los acertijos que presento
aquí se hallarán un par de condiciones que aumentan la
complejidad.

§ 113. Cruzando el río Axe


Hace muchos años, en los tiempos de ese contrabandista conocido como
“Rob Roy del Oeste”, una banda de piratas sepultó en la costa del sur de
Devon ciertos tesoros que, por cierto, abandonaron de ese modo habitual
e inexplicable.
Tiempo después tres campesinos descubrieron el paradero del tesoro,
visitaron el lugar una noche y se repartieron el botín. Giles se llevó

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tesoros por valor de 800 libras, Jasper por valor de 500 y Timothy por
valor de 300.

Al regresar tenían que cruzar el río Axe en un punto donde habían


dejado preparada una pequeña embarcación. Sin embargo, aquí se
toparon con una dificultad que no habían previsto. El bote sólo
podía llevar a dos hombres, o un hombre y un saco, y se tenían tan
poca confianza mutua que ninguna persona podía quedar a solas en
tierra o en el bote con más de su parte del botín, aunque dos
personas (que se vigilarían entre sí) podían quedarse con más de lo
que les correspondía. El acertijo consiste en mostrar cómo
atravesaron el río con la menor cantidad posible de cruces, llevando
consigo su tesoro. No se pueden emplear trucos tales como cuerdas,
“puentes volantes”, corrientes, cruces a nado u otras triquiñuelas.

Solución:
He aquí la solución:

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G, J y T representan a Giles, Jasper y Timothy; 8, 5 y 3 representan


800, 500 y 300 libras respectivamente. Las dos columnas laterales
representan la margen izquierda y la margen derecha, y la columna
del medio el río. Se necesitan trece cruces, y cada línea muestra la
posición cuando el bote está en medio de la corriente durante un
cruce, y la llave indica la dirección.
Se verá que no sólo ninguna persona queda a solas en tierra o en el
bote con una suma superior a su parte del botín, sino que nunca
dos personas quedan a solas con una suma superior a la suma de
sus botines, aunque este punto no se enfatizaba en las condiciones.

§ 114. Fuga por partida cuádruple


El coronel B era un viudo muy taciturno. Trataba a sus cuatro hijas
con una severidad rayana en la crueldad, y ellas sentían un natural
disgusto ante esa situación. Siendo cuatro jóvenes encantadoras
dotadas de muchas virtudes y talentos, no es sorprendente que
cada cual tuviera un devoto admirador. Sin embargo, el padre
prohibió a los mozos visitarlas en la casa, interceptó la

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correspondencia y sometió a sus hijas a una supervisión más


rigurosa que nunca. Pero el amor, que se burla de cerrojos, llaves y
parapetos, estuvo a la altura de la ocasión, y los cuatro mozos
conspiraron juntos para planear una fuga conjunta.
A orillas de la cancha de tenis que había al pie del jardín corría el
plateado Támesis, y una noche, una vez que las muchachas
descendieron de una ventana, todos se escabulleron con sigilo hasta
la orilla del río, donde estaba amarrado un pequeño bote
perteneciente al coronel. Se proponían cruzar hasta la margen
opuesta y llegar hasta un sendero donde les aguardaban vehículos
para emprender la fuga. Pero, ay, a orillas del agua comenzaron sus
dificultades.
Los mozos eran tan celosos que no permitían que sus futuras
prometidas permanecieran en ningún momento en compañía de uno
o más hombres a menos que también ellos estuvieran presentes. El
bote sólo podía transportar dos personas, aunque una sola de ellas
bastaba para empuñar los remos, y parecía imposible que las cuatro
parejas pudieran cruzar. Pero en medio del río había un islote, el
cual parecía ofrecer una solución para esta dificultad, porque una o
más personas podían quedarse allí mientras el bote iba a la orilla
opuesta. Si hubieran previsto esta dificultad, habrían elaborado
fácilmente una solución para este escollo en otra oportunidad. Pero
estaban tan apresurados y alborotados con la fuga que pronto
fueron presa de una divertida confusión. Al menos, hubiera sido
divertida para cualquier espectador.
En consecuencia, tardaron el doble y cruzaron el río el doble de

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veces de las necesarias. Entretanto el coronel, que tenía el sueño


muy liviano, creyó oír un chapoteo de remos. Pronto dio la alarma a
la servidumbre, y se descubrió que las jóvenes estaban ausentes.
Alguien fue a avisar a la policía, y varios agentes pronto
contribuyeron a buscar a los fugitivos, quienes, a causa de la
demora en el cruce del río, fueron capturados al poco tiempo. Las
cuatro jóvenes regresaron afligidas a su hogar, y luego rompieron su
compromiso con enfado.
Durante mucho tiempo fue un misterio que esa partida de ocho
hubiera logrado cruzar el río en ese pequeño bote sin que ninguna
muchacha quedara jamás con un hombre, a menos que su
prometido también estuviera presente. El método favorito consiste
en coger ocho fichas o piezas de cartulina y denominarlas A, B, C,
D, a, b, c, d, para representar a los cuatro hombres y sus futuras
esposas, y llevarlas de un lado de una mesa al otro en una caja de
cerillas (el bote), con una moneda en medio de la mesa para
representar el islote.
Ahora pedimos a los lectores que hallen el método más rápido para
que la partida cruce el río. ¿Cuántos viajes de un paraje al otro se
necesitan? Por “paraje” aquí entendemos la costa o el islote. Aunque
el bote no necesariamente se detendría en el islote en cada cruce, se
debe tener en cuenta esta posibilidad. Por ejemplo, no vale que un
hombre quede a solas en el bote (aunque se entendiera que sólo se
proponía cruzar de una orilla a la otra) si hubiera una muchacha a
solas en la isla aparte de aquella con quien estaba comprometido.

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Solución:
Si hubiera habido sólo tres parejas, la isla no habría sido necesaria,
pero con cuatro o más parejas es imprescindible para cruzar según
las condiciones estipuladas. Se puede hacer en diecisiete cruces de
una margen a otra (aunque ciertos matemáticos franceses han
declarado en sus libros que en tales circunstancias se necesitan
veinticuatro) y no se puede hacer en menos. Presentaré un modo
(ver diagrama en la página siguiente). A, B, C y D son los jóvenes
pretendientes, y a, b, c y d son las muchachas con quienes están
respectivamente comprometidos. Las tres columnas muestran las
posiciones de los diversos individuos en el parque, la isla y la
margen opuesta antes de comenzar y después de cada cruce,
mientras que el asterisco indica la posición del bote en cada
ocasión.

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Tras haber descubierto la menor cantidad posible de cruces,


deberíamos tener en cuenta otros dos detalles al decidimos por el
“método más rápido”: ¿qué personas eran las más expertas para
empuñar los remos, y qué método supone la menor cantidad posible
de demoras para abordar y abandonar el bote? No tenemos datos
que nos permitan decidir el primer punto, aunque es probable que
las muchachas fueran remeras expertas, pues el bote pertenecía a
su propiedad. Sin embargo, el otro punto es importante, y en la
solución que he dado (donde las muchachas realizan ocho treceavos
de la tarea de remar y A y D no reman en absoluto) hay sólo
dieciséis abordajes y dieciséis descensos. Jamás hay un hombre y
una muchacha juntos en un bote, y ningún hombre desciende
nunca en la isla. Hay otros métodos que requieren más
intercambios de lugares.

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Capítulo IX
Problemas con juegos
“El pequeño placer del juego”.
MATTHEW PRIOR
Todo juego se presta a la presentación de una variedad de acertijos.
Como hemos visto, es posible recurrir al tablero de ajedrez y al
peculiar movimiento de las piezas. Ahora daré ejemplos de acertijos
con naipes, fichas de dominó, y también carreras de caballos.

§ 115. El marco de fichas de dominó


En la ilustración el juego de veintiocho fichas de dominó está dispuesto
en forma de marco cuadrangular, con 6 contra 6, 2 contra 2, blanca
contra blanca y así sucesivamente, como en el juego.

Se encontrará que los puntos de la fila superior y la columna


izquierda suman ambos 44. Los puntos de los otros dos lados
suman 59 y 32 respectivamente. El acertijo consiste en reordenar

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las fichas de la misma manera para que los cuatro lados sumen 44.
Recuerde que las piezas deben estar colocadas correctamente,
siguiendo las reglas del juego.

Solución:
La ilustración es una solución. Se verá que los cuatro lados del marco
suman 44.

La suma de los puntos de todas las fichas es 168, y si deseamos lograr


que los lados sumen 44, debemos cuidamos de que las cuatro esquinas
sumen 8, porque estas esquinas se cuentan dos veces, y 168 sumado a 8
equivale a 4 veces 44, lo cual es necesario. Hay muchas soluciones
diferentes. Aun en el ejemplo dado es posible realizar algunos
intercambios para producir diversas combinaciones. Por ejemplo, en el
lado izquierdo la serie de fichas de 2—2 a 3—2 se puede invertir, o de

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2—6 a 3—2, o de 3—0 a 5—3. En el lado derecho podemos invertir de


4—3 a 1—4. Estos cambios no afectan la corrección de la solución.

§ 116. El acertijo de los naipes en T


Un ameno acertijo con naipes consiste en coger las nueve cartas de
un palo, del as hasta el nueve inclusive, y ordenarlas en forma de
letra T, como se muestra en la ilustración, para que los signos de la
línea horizontal sumen lo mismo que los de la columna. En el
ejemplo, suman 23 en ambos sentidos. Es muy fácil hacer un
ordenamiento correcto.
El acertijo consiste en descubrir de cuántos modos se puede hacer.
Aunque el número es elevado, la solución no es tan difícil si
abordamos el acertijo del modo correcto.

El modo inverso que se obtiene reflejando la ilustración en un


espejo no se cuenta como diferente, pero todos los demás cambios
en la posición relativa de los naipes se darán por válidos. ¿Cuántos
modos hay?

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Solución:
Si quitamos el as, los naipes restantes se pueden dividir en dos
grupos (cada cual dando la misma suma) de cuatro maneras; si
eliminamos el 3, hay tres maneras; si eliminamos el 5, hay cuatro
maneras; si eliminamos el 7, hay tres maneras; si eliminamos el 9,
hay cuatro maneras de constituir dos grupos iguales.
Así, hay dieciocho maneras de agruparlos, y si tomamos cualquiera
de ellas y mantenemos la carta impar (la “eliminada”) en la cabeza
de la columna, el orden de un conjunto de números se puede variar
de veinticuatro maneras en la columna y de otras veinticuatro
maneras en la horizontal, es decir, en conjunto se pueden variar en
24 × 24 = 576 maneras. Y como hay dieciocho casos, multiplicamos
este número por 18 y obtenemos 10.368, el número correcto de
maneras de colocar los naipes. Como este número incluye las
reflexiones, debemos dividir por 2, pero también debemos recordar
que cada fila horizontal puede cambiar lugares con una fila vertical,
con lo cual es preciso multiplicar por 2; así que una operación
cancela la otra.

§ 117. El acertijo de la carrera de caballos


No hay ética en los acertijos. Cuando resolvemos el viejo acertijo del
capitán que, teniendo que arrojar a la mitad de la tripulación por la
borda en una tormenta, dispuso echar suertes, pero ordenó a los
hombres de tal modo de sacrificar sólo a los turcos y dejar a los
cristianos a bordo, no nos detenemos a comentar la cuestionable

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moralidad del procedimiento. Y cuando encaramos un problema de


medición, donde unos peregrinos sedientos deben dividir
equitativamente un tonel de cerveza, no alegamos que, como
abstemios, va contra nuestros principios metemos con una bebida
que causa embriaguez. Por tanto, no pediré excusas al introducir un
acertijo que se relaciona con las apuestas.
Tres caballos —Acido, Bellota y Cápsula— inician una carrera. Las
probabilidades son 4 a 1 para Acido; 3 a 1 para Bellota y 2 a 1 para
Cápsula. ¿Cuánto debo invertir en cada caballo para ganar 13
libras, sin importar cuál caballo llegue primero? Supongamos, por
ejemplo, que aposté 5 libras a cada caballo. Si ganara Acido, yo
recibiría 20 libras (4 veces 5), y tendría que pagar 5 libras por cada
uno de los otros dos caballos, ganando así 10 libras. Pero se
descubrirá que si Bellota llegara primero sólo ganaría 5 libras, y si
venciera Cápsula no ganaría ni perdería nada. Esto aclarará la
pregunta para el no iniciado que, al igual que yo, no siente vocación
por sumarse a la cofradía de quienes aducen estar consagrados a la
noble tarea de “mejorar la raza equina”.

Solución:
La respuesta es: debo invertir 12 libras en Acido, 15 en Bellota, 20
en Cápsula.

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Capítulo X
Juegos con acertijos
“Dígase de quien es derrotado, que
yace en la carriola del honor”
HUDIBRÁS
Se puede decir que un juego consiste en una lucha de destreza para
dos o más personas, en la cual participamos por diversión o para
ganar un premio. En cambio, resolver acertijos es una tarea
individual. Si nos fuera posible dominar las complejidades del juego
de ajedrez de modo de tener la certeza de ganar siempre con la
primera o segunda jugada, o de empatar siempre, dejaría de ser un
juego para transformarse en un acertijo. Desde luego, entre los
jóvenes y mal informados, cuando no se entiende correctamente el
juego, un acertijo puede constituir un excelente juego. Sin duda los
niños continuarán jugando al tres en raya, aunque he demostrado
(N° 105, Los acertijos de Canterbury) que entre dos jugadores que
entienden cabalmente el juego siempre tiene que haber empate.
Ninguno de ambos jugadores puede ganar salvo gracias a los errores
del oponente. Pero escribo desde el punto de vista del estudioso de
estos temas.
Los ejemplos que incluyo en esta clase son aparentemente juegos,
pero, como muestro en cada caso cómo podría ganar un jugador si
jugara correctamente, se trata en realidad de acertijos. El interés
consiste pues en tratar de descubrir el método atinado para jugar.

§ 118. El juego de los guijarros

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He aquí un interesante acertijo que yo jugaba con un conocido en la


playa de Slocomb-on-Sea. Dos jugadores colocan entre ambos una
cantidad impar de guijarros, digamos quince. Luego cada cual coge
por tumo uno, dos o tres guijarros (a su elección), y el ganador es
quien obtiene un número impar. Así, si usted obtiene siete y su rival
ocho, usted gana. Si usted obtiene seis y él nueve, él gana. ¿Debe
ganar el primero o el segundo jugador, y cómo? Cuando haya
resuelto este problema con quince guijarros, puede intentar de
nuevo, por ejemplo, con trece.

Solución:
En el caso de quince guijarros, el primer jugador gana si primero
coge dos. Luego, cuando tiene un número impar y deja 1, 8 o 9
gana, y cuando tiene un número par y deja 4, 5, o 12, también
gana. Siempre puede hacer una u otra de estas cosas hasta el final
del juego, y así derrotar al oponente. En el caso de trece guijarros el
primer jugador debe perder si su oponente juega correctamente. Los
únicos números con que el primer jugador debería perder son 5 y
múltiplos de 8 sumados a 5, tales como 13, 21, 29, etc.

§ 119. Juego de las cuatro esquinas


También aquí juegan dos personas. Una pone una ficha en el N° 6, y
la otra pone una en el N° 55, y ambas juegan alternativamente,
desplazando la ficha a cualquier otro número de una línea. Si
nuestro oponente se desplaza en cualquier momento a una de las
líneas que ocupamos, o cruza una de nuestras líneas,

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inmediatamente lo capturamos y ganamos. Veamos un ejemplo.

A se desplaza de 55 a 52; B se desplaza de 6 a 13; A avanza a 23; B


pasa a 15; A se retira a 26; B se retira a 13; A avanza a 21; B se
retira a 2; A avanza a 7; B va a 3; A se desplaza a 6; B debe ir a 4; A
se establece en 11, y B será capturado en la próxima jugada porque
está obligado a cruzar una línea donde se encuentra A. Repita estas
jugadas y comprenderá el juego. En cuanto al acertijo, consiste en
esto: ¿qué jugador debería ganar, y cuántas jugadas se necesitan?

Solución:
Sin importar si juega primero o segundo, el jugador A, que comienza
la partida en 55, debe ganar. Suponiendo que B adopte la mejor
estrategia de juego para prolongar su existencia el mayor tiempo
posible, A, si tiene la primera jugada, siempre puede capturar a B
en la jugada N° 12; y si tiene la segunda jugada, siempre puede
capturarlo en la jugada Ne 14. Lo que debe hacer es ponerse
siempre diagonalmente en línea con su oponente, y al ir a 33, si

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tiene la primera jugada, impide que B se ponga diagonalmente en


línea con él. He aquí dos buenas partidas. El número que va delante
del guion es siempre la jugada de A; el que va después del guion es
la jugada de B: 33-8, 32-15, 31-22, 30-21, 29-14, 22-7, 15-6, 14-2,
7-3, 6-4, 11-, y A captura en su próxima jugada (12ª); -13, 54-20,
53-27, 52-34, 51-41, 50-34, 42-27, 35-20, 28-13, 21-6, 14-2, 7-3,
6-4, 11-, y A captura en su próxima jugada (14ª).

§ 120. El misterio de las cerillas


He aquí un juego que es simple hasta la puerilidad, pero que merece
investigarse.
El señor Stubbs puso una mesilla entre él y su amigo, el señor
Wilson, y cogió una caja de cerillas, de donde extrajo treinta.
—He aquí treinta cerillas —dijo—. Las divido en tres montones
desiguales. Veamos. Tenemos 14, 11 y 5. Ahora bien, los dos
jugadores extraen alternativamente la cantidad que deseen de
cualquier montón, y quien extrae la última cerilla pierde el juego.
¡Eso es todo! Jugaré con usted, Wilson. Yo he formado los
montoncitos, así que usted extrae primero.
—Como puedo extraer la cantidad que guste —respondió Wilson—,
supongo que exhibiré mi moderación habitual y cogeré la totalidad
de la pila de 14.
—Es la peor decisión, pues pierde directamente. Yo cojo 6 de la de
11, dejando dos montones iguales de 5, y dejar dos montones
iguales es un modo seguro de ganar (con la única excepción de 1, 1)
porque lo que el contrincante haga en un montón yo puedo repetirlo

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en el otro. Si usted deja 4 en un montón, yo dejo 4 en el otro. Si


usted deja sólo 1 en un montón, yo cojo todo el otro montón. Si
usted coge un montón entero, cojo todas las cerillas del otro menos
una. No, nunca debe usted dejar dos montones, a menos que sean
iguales y superiores a 1, 1. Comencemos de nuevo.
—Muy bien —dijo Wilson— Cogeré 6 del montón de 14, y le dejaré
8, 11, 5.
Luego Stubbs dejó 8, 11, 3; Wilson dejó 8, 5, 3; Stubbs, 6, 5, 3;
Wilson, 4, 5, 3; Stubbs, 4, 5, 1; Wilson, 4, 3, 1, Stubbs, 2, 3, 1;
Wilson, 2, 1, 1; lo cual Stubbs redujo a 1, 1, 1.
—Ahora es evidente que debo ganar —dijo Stubbs—, pues usted
debe coger 1, y luego yo cogeré 1, dejándole la última cerilla. Usted
no tenía modo de ganar. Hay justo trece maneras en que se pueden
agrupar las cerillas al comienzo para asegurar el triunfo. De hecho,
los grupos seleccionados, 14, 11, 5, me daban la victoria segura,
porque haga lo que hiciere el oponente hay siempre una respuesta
ganadora, y así hasta llegar a la última cerilla.

Solución:
Si formamos los tres montones (y así somos los segundos en tomar),
cualquiera de los trece agrupamientos siguientes nos dará la
victoria si jugamos correctamente:
15-14-1; 15-13-2; 15-12-3; 15-11-4; 15-10-5; 15-9-6; 15-8-7; 14-
13-3; 14-11-5; 14-9-7; 13-11-6; 13-10-7; 12-11-7.
La bonita solución general de este problema es la siguiente. Exprese
el número de cada montón en potencias de 2, evitando repeticiones

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y recordando que 20 = 1. Luego, si dejamos las cerillas al oponente


de modo que quede un número par de cada potencia, podemos
ganar. Y si al principio dejamos las potencias pares, podemos
continuar haciéndolo durante la partida. Como ejemplo, tomemos el
último grupo que mencionamos, 12-11-7. Expresado en potencias
de dos tenemos:

12 = 8 4 – –
11 = 8 – 2 1
7 = – 4 2 1
2 2 2 2

Como así hay dos de cada potencia, debemos ganar. Digamos que
nuestro oponente coge 7 de la pila de 12. Entonces deja:

5 = – 4 – 1
11 = 8 – 2 1
7 = – 4 2 1
1 2 2 3

Aquí las potencias no son de número par, pero al sacar 9 de la pila


de 11 inmediatamente restauramos la posición ganadora:

5 = – 4 – 1
2 = – – 2 –
7 = – 4 2 1

236 Preparado por Patricio Barros


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– 2 2 2

Y así hasta el final. Esta solución es muy general, y se aplica a


cualquier número de cerillas y cualquier número de montones. Un
lector me ha escrito informándome que el primero en proponer este
acertijo fue W. M. F. Mellor, pero no he podido corroborar cuándo ni
dónde se publicó.

§ 121. El acertijo de los cigarros


Una vez propuse el siguiente acertijo en un club londinense, y
durante largo tiempo atrajo la atención de los presentes. No
pudieron desentrañarlo, y lo consideraron imposible de resolver. Sin
embargo, como ahora demostraré, la respuesta es muy sencilla.
Dos hombres están sentados ante una mesa cuadrangular. Uno
pone un cigarro común (romo en una punta, puntiagudo en la otra)
sobre la mesa, y el otro hace lo mismo, y así alternativamente,
siendo una condición que ningún cigarro toque al otro. ¿Cuál
jugador logrará poner el último cigarro, suponiendo que ambos
jueguen del mejor modo posible? El tamaño de la mesa y el tamaño
del cigarro no se aclaran, pero para excluir la ridícula respuesta de
que la mesa podría ser tan ínfima que sólo cupiera un solo cigarro,
diremos que la mesa no debe ser inferior a 2 pies cuadrados y el
cigarro no debe tener menos de 4½ pulgadas de longitud. Con esas
restricciones, el lector puede optar por cualquier dimensión que
guste. Desde luego, entendemos que todos los cigarros son
exactamente iguales en todo sentido. ¿Debería ganar el primer

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jugador o el segundo?

Solución:
Ni un solo miembro del club desentrañó este acertijo, y sin embargo
demostraré que es tan sencillo que aun un niño puede comprender
la solución, una vez que se le explica. La gran mayoría de mis
amigos manifestaron un total desconcierto. Muchos consideraban
que “el resultado teórico, en todo caso, está determinado por la
relación entre la mesa y los cigarros”; otros, considerándolo un
problema en teoría de probabilidades, llegaron a la conclusión de
que las oportunidades favorecen ligeramente al primero o segundo
jugador, según el caso. Un hombre cogió una mesa y un cigarro de
dimensiones particulares, dividió la mesa en secciones iguales, y
procedió a hacer que los dos jugadores llenaran estas secciones de
modo que ganara el segundo jugador. ¿Pero por qué el primer
jugador debería ser tan complaciente? En cualquier etapa sólo tiene
que poner un cigarro oblicuamente en cualquiera de estas secciones
para desbaratar los cálculos del segundo jugador. Tenemos que
suponer que cada jugador se esfuerza por ganar, y no que facilita
las cosas al oponente.
Las teorías de otros amigos serían muy sensatas si la forma del
cigarro fuera la de un torpedo, totalmente simétrica y con ambos
extremos puntiagudos.
Demostraré que el primer jugador debe ganar infaliblemente si
siempre juega del mejor modo posible. Examinemos con cuidado el
siguiente diagrama, el N° 1, y todo quedará claro.

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El primer jugador debe poner su primer cigarro de punta en el


centro exacto de la mesa, como lo indica el circulito. Ahora bien,
haga lo que hiciere el segundo jugador en toda la partida, el primer
jugador debe repetir lo mismo en posición diametralmente opuesta.
Así, si el segundo jugador pone un cigarro en A, yo pongo uno en
AA; si él pone uno en B, yo pongo uno en BB; él pone uno en C, yo
pongo uno en CC; él pone uno en D, yo pongo uno en DD; él pone
uno en E, yo pongo uno en EE; y así sucesivamente hasta que no se
puedan poner más cigarros sin que se toquen. Como presuntamente
los cigarros son similares en todo sentido, es claro que por cada
jugada que escoja el segundo jugador, es posible repetirla en una
línea trazada a través del centro de la mesa. El segundo jugador
siempre puede reproducir la maniobra del primero, dondequiera
éste ponga un cigarro, y sin importar si decide apoyarlo de punta o
de lado. Como los cigarros son similares en todo sentido, uno
obviamente hará equilibrio sobre el borde de la mesa en
precisamente el mismo punto que otro. Desde luego, como se
supone que cada jugador juega del mejor modo posible, esto es una
cuestión teórica. No es objeción válida decir que en la práctica uno
no actuaría con exactitud suficiente como para estar seguro de
vencer. Si siendo el primer jugador no logró ganar, será

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consecuencia de que no ha jugado del mejor modo posible.


El segundo diagrama sirve para mostrar por qué el primer cigarro
debe estar puesto de punta. (Y aquí diré que pude apoyar de punta
el primer cigarro que escogí de una caja, y es válido suponer que
todos los demás cigarros harían lo mismo.) Si el primer cigarro
estuviera apoyado de lado, como en F, el segundo jugador podría
poner un cigarro en G, por ejemplo: lo más cerca posible, pero sin
tocar F. Ahora, en esta posición yo no puedo repetir la jugada del
lado opuesto, porque los dos extremos del cigarro no son iguales. Se
verá que GG, cuando se sitúa en el lado opuesto en la misma
relación con el centro, está en intersección con F, o superpuesto, y
no se permite que los cigarros se toquen. Por tanto, hay que poner
el cigarro más lejos del centro, lo cual no nos dejará espacio
suficiente entre el centro y la esquina inferior izquierda para repetir
todo lo que el otro jugador haga entre G y la esquina superior
derecha. En tal caso el resultado no sería una victoria segura para
el primer jugador.

240 Preparado por Patricio Barros


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Capítulo XI
Problemas varios
“Un acaparador de bagatelas”
SHAKESPEARE, Cuento de
invierno, iv, 2

§ 122. Una aldea maravillosa


En el Japón hay una aldea situada en un valle muy bajo, y sin
embargo el Sol está más cerca de sus habitantes, cada mediodía, en
4.800 kilómetros o más, que cuando sale o se pone. ¿En qué parte
del país está situada esa aldea?

Solución:
Cuando el Sol está en el horizonte de cualquier lugar, trátese del
Japón o cualquier otra parte, está más alejado de ese lugar ―por
una longitud de la mitad del diámetro de la Tierra― que cuando esté
en su meridiano al mediodía. Como el radio de la Tierra es
aproximadamente 6.400 kilómetros, el Sol debe estar más de 4.800
kilómetros más cerca al mediodía que al amanecer, pues no hay
ningún valle que tenga siquiera la centésima parte de 1.600 km de
profundidad.

§ 123. Los anillos de hierro


La ilustración representa uno de los más antiguos acertijos
mecánicos. Su origen es desconocido. El matemático Cardan
escribió sobre él en 1550, y Wallis en 1693; aunque se dice que aún

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se encuentra en oscuras aldeas inglesas (a veces guardado en sitios


extraños, tales como el campanario de una iglesia), hecho de hierro,
y apropiadamente llamado tiring irons (“anillos para halar”), y usado
hoy por los noruegos como cerrojo para cajas y maletines. En las
jugueterías se llama a veces “anillos chinos”, aunque no parece
haber autoridad para esta descripción, y con frecuencia se lo conoce
con la insatisfactoria designación “anillos asombrosos”. Los
franceses lo llaman Baguenaudier.

El acertijo consiste en un simple gancho de alambre fijado en un


mango que se debe empuñar con la mano izquierda, y varios anillos
sujetados por alambres que atraviesan los orificios de la barra y se
mantienen allí gracias a sus extremos romos. Los alambres se
mueven libremente en la barra, pero no pueden desprenderse de
ella, y los alambres no se pueden sacar de los anillos. El acertijo
consiste en separar totalmente el gancho de todos los anillos, y
luego ponerlos todos de nuevo.
Ahora bien, se verá a simple vista que el primer anillo (a la derecha)
se puede quitar en cualquier momento, deslizándolo por encima del
extremo y sacándolo del gancho; y se puede poner realizando la
operación inversa. Con esta excepción, el único anillo que se puede
quitar es el segundo contiguo en el gancho, del extremo derecho.
Así, con todos los anillos puestos, el segundo se puede sacar de
inmediato; con el primero abajo, no se puede sacar el segundo, pero

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sí el tercero; con los tres primeros anillos abajo, no se puede sacar


el cuarto, pero sí el quinto; y así sucesivamente. Se verá que el
primer y segundo anillos se pueden sacar juntos o poner juntos;
pero para impedir confusiones quitaremos validez a este doble
movimiento, y diremos que sólo se puede poner o quitar un anillo
cada vez.
Así podemos sacar un anillo en 1 movimiento; dos anillos en 2
movimientos; tres anillos en 5 movimientos; cuatro anillos en 10
movimientos; cinco anillos en 21 movimientos; y si continuamos
duplicando (y añadiendo uno donde el número de anillos es impar)
podemos llegar fácilmente a la cantidad de movimientos necesarios
para sacar totalmente cualquier número de anillos. Para sacar los
siete anillos se requieren 85 movimientos. Examinemos los cinco
movimientos realizados para sacar los primeros tres anillos: los
círculos por encima de la línea representan los anillos que quedan
en el gancho y los de abajo los anillos que están fuera del gancho.

Saquemos el primer anillo; saquemos el tercero; pongamos el

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primero; saquemos el segundo; y saquemos el primero: 5


movimientos, como lo muestran claramente los diagramas. Los
círculos oscuros muestran en cada etapa, desde la posición inicial
hasta la final, qué anillos es posible sacar. Después del movimiento
2, se notará que ningún anillo se puede sacar hasta que uno se
haya puesto, porque el primero y segundo anillos de la derecha, que
ahora están en el gancho, no están juntos. Después del quinto
movimiento, si deseamos sacar los siete anillos debemos sacar el
quinto. Pero antes de poder sacar el cuarto es preciso poner los tres
primeros y sacar los dos primeros. Entonces tendremos el 7, 6, 4 y
3 en el gancho, y así podemos sacar el cuarto. Cuando hayamos
puesto 2 y 1 y sacado 3, 2, 1, podremos soltar el séptimo anillo. La
próxima operación consistirá en poner 6, 5, 4, 3, 2, 1 en el gancho y
sacar 4, 3, 2, 1 con lo que saldrá el 6; luego poner 5, 4, 3, 2, 1 en el
gancho, y sacar 3, 2, 1 con lo que saldrá el 5; luego poner 4, 3, 2, 1
y sacar 2, 1 soltando el 4; luego poner 3, 2, 1 y sacar 1 soltando el
3; luego poner 2, 1 soltando el 2; y el 1 se soltará con el movimiento
85, dejando el gancho libre. El lector ahora puede comprender este
acertijo, lo tenga o no en las manos en forma práctica.
El problema que propongo es simplemente éste. Supongamos que
hay catorce anillos y procedemos a sacarlos del modo correcto para
no desperdiciar ningún movimiento. ¿Cuál será la posición de los
anillos una vez efectuado el movimiento 9.999?

Solución:
Daré mi elaboración completa de la solución, para que los lectores

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vean cuán fácil es cuando uno sabe cómo proceder. Y primero de


todo, como hay un número par de anillos, diré que todos se pueden
sacar en un tercio de (2n+1 – 2) movimientos; y como n en nuestro
caso es 14, todos los anillos se pueden sacar en 10.922
movimientos. Luego calculo 10.922 – 9.999 = 923, y procedo a
hallar la posición donde sólo quedan por realizar 923 de los 10.922
movimientos. He aquí el curioso método para hacerlo. Se basa en el
método de escala binaria utilizado por Monsieur L. Gros, según
explica W. W. Rouse Ball en sus Recreaciones matemáticas.
Divido 923 por 2 y obtengo 461 y un resto de 1; divido 461 por 2 y
obtengo 230 y un resto de 1; divido 230 por 2, y obtengo 115 y un
resto de cero. Continúo dividiendo por 2 de esta manera mientras
sea posible, y descubro que todos los restos son 1, 1, 1, 0, 0, 1, 1, 0,
1, 1, con el último resto a la izquierda y el primer resto a la derecha.
Como hay catorce anillos y sólo diez cifras, ponemos la diferencia,
expresada en la forma de cuatro ceros, entre paréntesis a la
izquierda, y ponemos entre paréntesis todas las cifras que repitan
una cifra de la izquierda. Entonces obtenemos la siguiente
formulación: (0 0 0 0) 1 (1 1) 0 (0) 1 (1) 0 1 (1). Esta es la respuesta
correcta del acertijo, pues si ahora ponemos anillos debajo de la
línea para representar las cifras entre paréntesis y los anillos por
encima de la línea para las demás cifras, obtenemos la solución
requerida:

Esta es la posición exacta de los anillos después de efectuar el


movimiento 9.999, y el lector hallará que el método puede resolver

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cualquier problema similar, al margen de la cantidad de anillos que


haya. Pero al realizar el proceso inverso, donde se nos requiere que
establezcamos la cantidad de movimientos necesarios para llegar a
una posición dada de los anillos, la regla exige una pequeña
modificación, pues no se sigue necesariamente que la posición es
una que se haya alcanzado mientras se quitaban todos los anillos
de los hierros, como pronto verá el lector. Cuando el número total
de anillos es impar, la cantidad de movimientos requeridos para
sacarlos todos es un tercio de (2n+1 – l).
Con n anillos (donde n es impar) hay 2n posiciones, contando todas
aquellas donde los anillos están dentro o fuera. En ⅓(2n+1 + 2)
posiciones están todos fuera. El número de posiciones no usadas es
⅓(2n – 2).
Con n anillos (donde n es par) hay 2n posiciones, contando dentro y
fuera. En ⅓(2n+1 + l) posiciones todos están fuera. La cantidad de
posiciones no usadas es ⅓(2n – 1).
Será conveniente tabular algunos casos.
Número de Total de Posiciones Posiciones no
anillos posiciones utilizadas utilizadas
1 2 2 0
3 8 6 2
5 32 22 10
7 128 86 42
9 512 342 170
2 4 3 1
4 16 11 5

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6 64 43 21
8 256 171 85
10 1024 683 341

Nótese primero que la cantidad de posiciones utilizadas es una más


que la cantidad de movimientos requeridos para sacar todos los
anillos, porque estamos incluyendo “todos dentro”, que es una
posición, pero no un movimiento. Nótese luego que el número de
posiciones no utilizadas es igual al número de movimientos utilizados
para sacar un conjunto que tiene un anillo de menos. Por ejemplo,
se requieren 85 movimientos para sacar 7 anillos, y las 42
posiciones no utilizadas son exactamente la cantidad de
movimientos requeridos para sacar un conjunto de 6 anillos. Lo
cierto es que si hay 7 anillos y sacamos los primeros 6, y luego
deseamos sacar el séptimo anillo, no hay más remedio que invertir
los 42 movimientos que nunca debimos efectuar. En otras palabras,
debemos poner de vuelta los 7 anillos y comenzar de nuevo. Primero
hay que sacar 5 anillos, para lo cual primero hay que sacar 3
anillos, para lo cual hay que sacar ese primer anillo. Para sacar 6,
primero sacamos 2 y luego 4 anillos.

§ 124. Un duro ascenso


En una villa suburbana hay una pequeña escalinata con ocho
escalones, sin contar el rellano. He aquí el acertijo con el que
Tomasito el Listo asombró a su familia. Uno debe comenzar abajo y
pisar dos veces el piso superior (deteniéndose allí al finalizar), tras

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haber regresado una vez a la planta baja. Pero hay que tener
cuidado de usar cada escalón la misma cantidad de veces. ¿Cuál es
la cantidad mínima de pasos para efectuar el ascenso? Parece muy
sencillo, pero es muy probable que en su primer intento usted dé
muchos más pasos de los necesarios. Desde luego, no debe subir
más de un escalón por vez.
Tomasito conoce el truco, y lo ha mostrado a su padre, quien
manifiesta desdén por esas cosas; pero cuando sus hijos duermen,
el padre a menudo lleva a los amigos a la sala y se divierte
desconcertándolos. Y sin embargo, es sencillísimo cuando sabemos
cómo se hace.

Solución:
Numere los escalones en orden regular hacia arriba, 1 a 8. Luego
proceda de este modo: 1, (regreso al piso), 1, 2, 3, (2), 3, 4, 5, (4), 5,
6, 7, (6), 7, 8, rellano, (8), rellano. Los escalones entre paréntesis se
recorren en dirección contraria. Se verá pues que al regresar al piso
después del primer paso, y siempre avanzando tres escalones por
cada escalón que retrocedemos, realizamos la tarea requerida en
diecinueve pasos.

§ 125. El acertijo del sábado


En un viejo libro he hallado este pequeño acertijo. Me pregunto
cuántos lectores verán la solución que tenía en mente el autor de la
adivinanza.
Día primero en la semana es el sábado cristiano,

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el sábado judío, como antaño, es el día séptimo;


para los turcos es el sexto, como bien nos han contado.
¿Cómo pueden los tres, en el mismo sitio y día,
celebrar cada cual su propio sábado?

“Sábado” aquí debe entenderse, por cierto, como el día de descanso


consagrado al Señor (que para el cristiano es el domingo y para el
turco el viernes).

Solución:
El modo en que el autor de este viejo acertijo proponía resolver la
dificultad era el siguiente: Desde la morada del judío, el cristiano y
el turco emprendían un viaje alrededor del globo, el cristiano yendo
hacia el este y el turco hacia el oeste. Los lectores del cuento “Tres
domingos en una semana” de Edgar Allan Poe y de la novela La
vuelta al mundo en ochenta días de Jules Verne sabrán que de ese
modo el cristiano gana un día y el turco pierde un día, de modo que
cuando se encuentren de nuevo en la casa del judío sus cálculos
coincidirán con los de éste, y los tres podrán celebrar el sábado el
mismo día. Esta respuesta depende de la noción popular para la
definición de un día: la duración media entre sucesivos amaneceres.
Es un viejo equívoco, y bastante aceptable para un acertijo. En
rigor, los dos viajeros deberían modificar sus cálculos al atravesar el
meridiano 180, de lo contrario tendremos que admitir que en el Polo
Norte o Sur habría un sólo sábado en siete años.

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§ 126. Poniendo monedas


He aquí un interesante acertijo que me sugirió el señor W. T. Whyte.
Coja una hoja de papel y marque un espacio rectangular de 5
pulgadas por 3, y luego encuentre la mayor cantidad de monedas o
fichas que pueda poner dentro de esos límites con las siguientes
condiciones. Cada moneda o ficha debe tener una pulgada de
diámetro.

Ponga la primera donde usted guste, luego ponga la segunda


exactamente a una pulgada de la primera, la tercera a una pulgada
de la segunda, y así sucesivamente. Ninguna moneda puede tocar
otra ni cruzar el límite. Nuestra ilustración aclara este asunto. La
moneda N° 2 está a una pulgada de la N° 1; la N° 3 está a una
pulgada de la N° 2; la N° 4 a una pulgada de la N° 3; pero después
de colocar la N° 10 no podemos continuar con este criterio. Sin
embargo, se han metido algunas monedas más. ¿Cuántas puede
colocar el lector?

Solución:
Se pueden poner trece monedas, como muestra la ilustración.

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FIN

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