Está en la página 1de 2

¡Suelta el vaso!

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande


nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia,
y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.”
Hebreos 12:2

Durante una sesión grupal, un psicólogo tomo un vaso de agua y lo mostró


a los demás. Mientras todos esperaban la típica reflexión de ‘¿este vaso está
medio lleno o medio vacío?’, el psicólogo les preguntó:
- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre los 200 y 250 gramos. Pero el psicólogo
respondió:
-El peso total no es lo importante. Más bien, depende de cuánto tiempo lo
sostenga. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una
hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo durante un día entero, mi brazo se
entumecerá y se paralizará del dolor. El peso del vaso no cambia, siempre
es el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sostengo en mi mano, este se
vuelve más pesado y difícil de soportar.
Y continuó:
– Las preocupaciones, los rencores, los resentimientos y los sentimientos
de venganza son como el vaso de agua. Si piensas en ellos por un rato, no
pasará nada. Si piensas en ellos todos los días, te comienzan a lastimar.
Pero si piensas en ellos toda la semana, o incluso durante meses o años,
acabarás sintiéndote paralizado e incapaz de hacer algo.

Moraleja: La Biblia dice que debemos despojarnos de todo peso...que nos


asedia, por lo tanto ¡No olvides soltar el vaso! No permitas que el peso de
las emociones negativas haga que tu vida se vuelva más difícil. Este peso
solo te estará frenando de continuar con tu camino y alcanzar el propósito
de Dios para tu vida.
Vive el presente

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante
de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros
pensamientos en Cristo Jesús.”
Filipenses 4:6-7

Un hombre se le acerco a un sabio anciano y le dijo:


– Me han contado que eres muy sabio. Por favor, ¿qué cosas haces como
sabio que no podamos hacer los demás?
El anciano le contestó:
– Bueno, cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy
durmiendo, y cuando hablo contigo, solo hablo contigo.
El hombre lo miró con asombro y le dijo:
– Pero yo también puedo hacer esas cosas y no por eso soy un sabio.
– Yo no lo creo así -replicó el anciano. – Cuando duermes, recuerdas los
problemas que tuviste durante el día, o te preocupas por los que podrás
tener al levantarte. Cuando comes, estás pensando en qué harás después.
Mientras hablas conmigo, estás pensando en tus problemas que te faltan
resolver.

Moraleja: La Biblia dice que la preocupación impide estar consciente de lo


que estamos haciendo en el momento presente, y disfrutar de cada minuto
de la maravillosa vida que Dios nos a dado.

También podría gustarte