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VEO A SATÁN CAER COMO EL RELÁMPAGO.

René Girard. 2002.


Editorial Anagrama. Barcelona.
249 págs.

René Girard (Aviñón, 25 de diciembre de 1923 - Stanford, 4 de noviembre de 2015)


caracterizado por su desarrollo primordialmente como antropólogo, como estudioso de las
religiones y la mitología. Notable por su teoría de la mímesis. Se define como un antropólogo
de la violencia y de las religiones. Dentro del desarrollo de la obra de Girard, hallamos cuatro
ejes de reflexión principales: el deseo mimético en las relaciones humanas, la síntesis del
criterio arcaico de la religión sobre el mecanismo del chivo expiatorio, la apología del
cristianismo como revelación y superación del mito fundador, y, el análisis apocalíptico de
las formas de violencia contemporáneas. Estos grandes temas, se pueden percibir entre sus
obras, tales como: Mentira romántica y verdad novelesca (1961), La violencia y lo sagrado
(1972), Cosas escondidas desde la creación del mundo (1927), El chivo expiatorio (1982),
La ruta antigua de los hombres perversos (1985), Veo a Satán caer como el relámpago
(2002).

En la presente obra, Girard, desde la pretensión de demostrar la no referencia del


judeocristianismo religioso, a los pueblos y sus ritos arcaicos llenos de mitología; la absoluta
singularidad del cristianismo, a pesar de su perfecta simetría en la mitología. Desde allí, hace
una exposición de los temas más relevantes de su obra, llegando al mayor punto de su
evolución intelectual. Desde el presupuesto dicho por Girard, a saber: “Los evangelios son
una teoría sobre el hombre” (Girard, 2002, pág. 235). Se da apertura a los distintos
argumentos, que constatan la singularidad del acontecimiento de la Cruz, ante los escritos
mitológicos de los pueblos antiguos.

La naturaleza del hombre es mimética. “La idea de que el decálogo dedique su mandamiento
supremo, el más largo de todos, a la prohibición de un deseo marginal, reservado a una
minoría, es difícilmente creíble. El décimo mandamiento tiene que referirse a un deseo
común a todos los hombres, el deseo por antonomasia” (Girard, 2002, pág. 20). El hombre
es un ser que desea ser y actuar como el otro. La mímesis humana, en los evangelios es la
descripción de Satán, que descompone las comunidades para reconstruirlas, mediante los
“chivos expiatorios”. La víctima del sacrificio.
La idea de los evangelios sobre Satán, expresa el fundamento constitucional de las
comunidades arcaicas. La fuerza que hace que los hombres se alíen contra el más débil, y por
ello justifiquen su crueldad. El movimiento de la masas termina con el sacrifico, y la víctima
del sacrificio hace nacer el mito. Todo un movimiento cultural, donde del sacrifico se pasa a
lo ritual, y entonces; Satán expulsa a Satán, porque los sistemas rituales de las comunidades
arcaicas, apaciguan el acto violento de la comunidad.

Entonces, nos encontramos en un contexto, donde se hallan por una parte las comunidades
arcaicas y sus mitos, y por la otra, el cristianismo. Con la diferencia de que los evangelios no
se han de interpretar como un mito más, la pasión de Cristo no es un mito. La prueba se halla,
en que los mitos son narraciones miméticas, que justifican e idolatran el acto violento de la
naturaleza humana; mientras que en los evangelios, existe la defensa por la víctima. En el
evangelio, la víctima es inocente; José, Job, Juan Bautista, Jesús.

Los relatos de la Pasión han revelado la fórmula de Satán, al dejar como dicho la pasión
fundante de la mímesis humana, y los mecanismo victimarios. El evangelio da un giro a la
génesis del orden humano. Ya no se ha de justificar la violencia de los hombres. “Salvar a la
mujer adúltera de la lapidación, como hace Jesús, impedir un apasionamiento mimético en el
sentido de la violencia, es desencadenar otro en sentido inverso, un apasionamiento mimético
no violento” (Girard, 2002, pág. 83). Es de este modo, que las palabras “Veo a Satán caer
como relámpago”, se hacen efectivas.

El cristianismo cambió el curso de la historia, hubo un giro total en la comprensión de los


mitos, sobre los cuales se fundamentaba la creencia y la existencia de distintos dioses. Los
evangelios describen la naturaleza mimética del hombre, y cambian la cultura de la violencia,
por el perdón. La revelación cristiana ilumina lo que hay antes de ella, y lo que viene después;
el mundo que ahora estamos construyendo. La deconstrucción de lo sagrado arcaico, y la
apertura a un nuevo mundo, liberado de la violencia. Es la desmitificación, porque el
cristianismo rescata al hombre, con su historia, trascendiendo los vanos sacrificios, siendo
capaz de superar la violencia humana.

Es claro, cómo Girard, afirma la verdad contenida en el cristianismo y su importancia y


actualidad para los hombres de hoy. La religión de la Cruz, no constituye un cúmulo de mitos
que indescriptiblemente se han dado paso en la historia, sin fundamento alguno. “Lejos de
estar definitivamente pasada de moda y superada, la religión de la Cruz, en su integridad,
constituye esa perla de elevado precio cuya adquisición justifica más que nunca el sacrificio
de todo lo que poseemos” (Girard, 2002, pág. 15).

Personalmente, nunca había tenido la posibilidad de acercarme a este autor. Desde lo que he
podido descubrir y analizar a raíz de la lectura, me parece muy positivo y que hace ver la
profundidad del autor en el transcurrir de los renglones; el trasfondo antropológico y
teológico como línea vertical del escrito. No es común hallar un escrito con esta singularidad,
pues suele ocurrir que, al tomar partida en lo teológico, lo humano queda inmerso en ello, y
viceversa.

En la defensa presentada en favor del cristianismo, no tengo objeción en contra. Hay una
valoración objetiva, que unifica la antropología humana, y la valoriza, la dignifica desde el
cristianismo. Es claro que, respecto a los argumentos presentados, el cristianismo desde sus
inicios como hoy día, es vigente y necesario para los hombres. Romper la historia de la
humanidad, que estaba cargada de mitologías que aprobaban la violencia de los hombres,
para dar un giro y poner como fundamento la paz, es algo que prevalece ante cualquier razón
del hombre.

Hoy día, aunque continúen existiendo “chivos expiatorios”, que justifican el mimetismo
violento de los hombres, como la guerra, los holocaustos, la contaminación, la desigualdad,
la pobreza; el acontecimiento de la Cruz será el camino hacia la paz. Dios no altera la libertad
humana, porque sería otro Satán, pero sí; busca incasablemente la salvación del hombre. La
religión de la Cruz, es actual, como dice la primera carta a los Corintios: “Pues la predicación
de la Cruz es una locura para los que se pierden; mas para los que se salvan es fuerza de
Dios”.

Por Cristian Alfredo Rodríguez Sacristán.

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