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DESARROLLO COGNITIVO EN LA VEJEZ

Introducción

La vejez es una etapa de la vida y el envejecimiento es un proceso que ocurre a lo


largo de la vida. Ambos objetos de conocimiento son multidisciplinares puesto que
el ser humano es una realidad bio-psico-social. La psicología como disciplina
científica que se ocupa del comportamiento humano a los niveles de complejidad
necesarios es una disciplina básica de los cambios psicológicos que se producen
en el transcurso de la vida.

El proceso de envejecimiento psicológico no ocurre isomórficamente al


envejecimiento biofísico. Existen funciones psicológicas que declinan muy
tempranamente, una vez llegado a su máximo desarrollo y existen otras que se
mantienen e, incluso que desarrollan a todo lo largo de la vida.

La psicología es una ciencia básica dedicada al estudio del comportamiento humano


a los niveles de complejidad necesarios y, por tanto, incluye tanto la conducta
motora (lo que una persona hace), emocional (lo que siente) y cognitiva (lo que
piensa) así como complejos atributos humanos como la conciencia, la experiencia,
la personalidad, la inteligencia o la mente.

Como ciencia básica, la psicología tiene por objetivo el establecimiento de principios


básicos que rigen en los fenómenos psicológicos pero también se ocupa de en qué
condiciones los comportamientos o atributos psicológicos difieren entre los
individuos; o, en otros términos, bajo que supuestos se producen diferencias
individuales en el comportamiento de las personas con base en su edad, su sexo,
u otras condiciones biológicas o sociales. O sea, hasta que punto las mujeres
difieren de los hombres en ciertas características de la personalidad o, en que
medida, las personas de más educación difieren de las de menos estudios.

Así pues, la psicología también se ocupa del comportamiento a lo largo de la vida


tratando de establecer tanto cuales son las pautas o los patrones típicos o cuales
son los cambios que se producen con el paso de la edad o a través del ciclo vital y,
cómo derivación, cuales son las más notables diferencias a lo largo de la vida desde
el nacimiento hasta la muerte.

El proceso del desarrollo cognitivo en la vejez

Una forma de evidenciar el declive en la capacidad intelectual, en la edad adulta


tardía, es mediante los test de inteligencia. Hay casos en los que se han encontrado
índices menores del CI; esto se atribuye al deterioro neurológico, a las limitaciones
físicas-sensoriales, a los factores psicológicos (actitud derrotista), a la inadecuación
de las tareas, a la discontinuidad en la actividad intelectual y al descenso terminal.
Sin embargo, no se puede hablar de una disminución de la inteligencia, lo que se
modifica es únicamente la rapidez de la capacidad de reorientación y combinación.

Los adultos tardíos son capaces de aprender destrezas nuevas, siempre que se les
dé el tiempo necesario para hacerlo (ya que requieren mayor tiempo que un joven),
que se les estimule y tenga la paciencia suficiente para hacerlo.

Debido a que el mayor decremento se presenta en la incapacidad operacional de la


memoria a corto plazo, especialmente en la utilización de estrategias de
codificación, organización y recuperación de la información, que hace más difícil el
aprendizaje en la resolución de problemas, se han creado programas de
entrenamiento que ayudan y posibilitan el procesamiento de la información, reducen
las diferencias en recordar e invierten los declives en las habilidades de inteligencia
fluida.

Como consecuencia de la disminución en memoria e inteligencia, se ven afectadas


otras funciones mentales como la creatividad, percepción, sensación o imaginación.
Nancy Denney afirma que las personas mantienen las habilidades ejercidas (o
utilizadas) mientras que suelen mostrar una decadencia en las no ejercitadas, de
ahí que quien pasó su vida sin detenerse a mirar y analizar, en esta etapa no
desarrollará la capacidad de observación y análisis, por ejemplo.

La sabiduría como conocimiento pragmático, permite que el adulto mayor posea un


gran desarrollo de la comprensión por medio de la experiencia y la capacidad para
aplicarla en asuntos importantes.

Según Paul Baltes, la sabiduría presenta cinco características:

1. La persona que tiene vastos conocimientos declarativos, posee estrategias


prácticas y teóricas para problemas concretos mediante la abstracción de los
conocimientos adquiridos.

2. Conocimientos procedimentales.

3. La vida es un contexto de aspectos interrelacionados. Las personas se relacionan


unas con otras. El otro se relaciona con muchas otras cosas.

4. La persona sabia es consciente de que los juicios y los conocimientos son


relativos, según los problemas de la vida. Nunca se encuentran con dos problemas
iguales.

5. La persona sabia tiene una conciencia que en último término, por mucho que
sepa, siempre tiene incertidumbre, no puede hacer predicciones. Hay que asumir
que las decisiones son riesgos y tiene que saberse equivocar.

El deterioro de las facultades intelectuales puede ser algo previo a la muerte, ya que
antes de que esto ocurra, se puede presentar la caída terminal que ha sido
explicada como la disminución repentina y acusada de las destrezas intelectuales
unos pocos meses/años antes de la muerte.

La educación en la vejez

Después de los 65 años de vida, pensar en estudiar formalmente requiere contar


con los recursos económicos y con las instituciones que oferten áreas de formación
para adultos, como son el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos
(INEA), y en algunos de los estados, la Universidad para la Tercera Edad, así como
los Centros de Capacitación para el Trabajo Industrial (CECATI).

La educación no formal se ha visto favorecida con la presencia de los medios de


comunicación, hoy también de educación e instrucción, a través de publicaciones
para adultos, programas televisivos, uso de internet, audiolibros, etcétera.

La educación como proceso integral, puede tener algunos vacíos ya que la escuela,
familia, sociedad e instituciones formadoras no pueden atenderlos de manera
eficiente, enfocándose la mayoría de la veces al aspecto cognitivo; la edad adulta
tardía es quizá la etapa de vida con la oportunidad para lograr ese equilibrio, para
aprender por placer y tal vez para prepararse para el retiro laboral total.

Es así que la transición que habrá de ocurrir entre el trabajo y el momento del retiro
puede significar un cambio trascendente en la vida del adulto mayor; como ya se ha
mencionado supone perder o reducir los ingresos e independencia económica, pero
es importante la pérdida de la identidad profesional, el status social, compañerismo
y estructura cotidiana del tiempo y actividades.

Existen tres momentos de jubilación:

1) Temprana antes de los 65 años, debido a una mala salud, no querer trabajar más
o por despido.

2) En su momento, a los 65 años, implica mala salud o aspectos legales.

3) Tardía, posterior a los 65 años, y corresponde a quien tiene un negocio o requiere


recursos económicos.

En cualquier caso, supone un cambio brusco de la actividad a la inactividad y


aunque se considera un proceso continuo del cual se está enterado, no deja de ser
impactante, por tal razón se plantea como una serie de etapas que le van
preparando para cuando esto llegue finalmente.

En los años de 1970, Atchley propuso las siguientes fases:

• Fase de prejubilación: la persona se plantea expectativas sobre cómo será


la jubilación y establece objetivos más o menos alcanzables.
• Fase de luna de miel: en la que se intenta hacer todo lo que se deseó y no
se pudo cuando se trabajaba.
• Fase de desencanto: al no cumplirse las expectativas y no encontrar
actividades satisfactorias.
• Fase de reorientación: en la que se empiezan a formar expectativas más
realistas sobre la jubilación.
• Fase de estabilización: consigue un ajuste entre las percepciones y la
realidad.

La actitud con la cual la persona enfrenta el momento del retiro, ayudará a transcurrir
por la etapas de forma más fácil y tranquila, por ejemplo, una actitud positiva permite
visualizar y aprovechar las ventajas de estar libre de obligaciones laborales.

Aunque las actitudes hacia la jubilación son muy variadas, se pueden ubicar cinco:
rechazo, aceptación, liberación, oportunidad y ambivalencia.

De las actitudes positivas depende en gran medida que la salud física y emocional
no decaiga tras el retiro, que se disfrute esta nueva etapa y se aproveche mejor el
tiempo libre; que exista bienestar en general.

Todas las personas mayores son supervivientes, es un premio que no todos los
detractores jóvenes vivirán lo suficiente como para proclamarse a sí mismos, éste
es el único hecho que describe a una persona mayor.

La Inteligencia

La inteligencia, en términos generales, debe ser inferida a partir del comportamiento


humano o sea a través de la vida diaria, y por la estimación cualitativa y cuantitativa
del comportamiento en relación con la idea sobre cómo es una persona inteligente,
o sea, con respecto a las operaciones mentales que le hacen posible funcionar
efectiva y adecuadamente en el entorno vital.

Los estudios de Sternberg y Berg (1987) muestran resultados que permiten afirmar,
que cuando las personas envejecen, es más importante que se mantengan
eficientes en las actividades de la vida cotidiana que curiosas por el mundo o que
razonen sobre nuevos conceptos, aunque esto no se lo debe considerar excluido
del proceso de envejecimiento.

A lo largo de muchas décadas las investigaciones sobre la inteligencia en la vejez


se centraban en torno a las mismas aptitudes cognitivas que las personas ponen de
manifiesto en la juventud y esto llevo a afirmar que la inteligencia disminuía con el
transcurrir del envejecimiento, ya que los puntajes obtenidos por estas personas en
las pruebas tradicionales de medición de la inteligencia, daban resultados más bajos
con respecto a los que obtenían las personas de menos edad.
Estudios recientes cuestionan este tipo de investigaciones a partir de módulos
exclusivos y/o excluyentes, tales como:

• Modelo psicométrico: es el primero que abordó el estudio de la inteligencia en el


proceso de envejecimiento y resultó una forma condicionante de los estudios
longitudinales y transversales

• Modelo piagetiano: es el más clásico en la psicología evolutiva y ha pretendido


llevar su orientación a la segunda mitad de la vida a partir de establecer estadios
posteriores al pensamiento formal

• Modelo de procesamiento de la información: es el más reciente y su desarrollo


sistemático ha coincidido con el envejecimiento de la población y el interés social
que de ello surge.

Schaie (1990) con sus estudios sostiene que resulta carente de fundamento la
afirmación de la existencia de un declive biológico e irreversible en las aptitudes
intelectuales a medida que avanza el proceso de envejecimiento normal. El declive
de la inteligencia suele estar asociado a los problemas de salud y al nivel
socioeconómico bajo. Ya sea por graves enfermedades cardiovasculares y por falta
de estimulación socio-ambiental. También es importante señalar la incidencia de los
rasgos de personalidad y variables que se relacionan con el estilo de vida.

Entre los factores que inciden cabe mencionar los siguientes:

• Expectativas y atribuciones que las mismas personas ancianas se postulan para


su inteligencia, tales como la autosuficiencia, la falta de confianza para alcanzar el
éxito, mecanismos de defensa del yo que utiliza el propio anciano para separarse
de los sentimientos de inutilidad o de pérdida de control

• Rigidez-flexibilidad. Son características de la personalidad que influyen en el


funcionamiento intelectual de las personas viejas. La dimensión rigidez-flexibilidad
resulta formada por dos aspectos: la flexibilidad cognitivo-motora por un lado y la
flexibilidad actitudinal por otro. En términos generales, parecería que las personas
mantienen comportamientos flexibles hasta alrededor de los 70 años y que desde
aproximadamente los 60 años van desarrollando progresivamente actitudes rígidas.
Estudios realizado por Schaie (1984) indican que aquellos individuos que tienen
actitudes flexibles en la madurez tienden a experimentar menos declive intelectual
a medida que avanza la edad dentro del proceso de envejecimiento. Variables
como: estilo de vida, estado civil, los intereses culturales, el nivel educativo, etc.
guardan una correlación directa con la dimensión rigidez-flexibilidad. Una acentuada
flexibilidad cognitivo-motora en los períodos iniciales del proceso de envejecimiento
permitiría inferir buenas aptitudes verbales y numéricas en la vejez avanzada

• Estado de salud. Distintos estudios informan la incidencia que la salud tiene sobre
el proceso de envejecimiento intelectual. Estudios realizados en relación a
enfermedades cardio-vasculares y rendimiento intelectual arrojan resultados claros
• Factores estructurales. Un alto status laboral, un alto nivel de ingresos, un entorno
estimulante, un matrimonio estable inciden de forma positiva, mientras que la
jubilación puede resultar positiva y/o negativa según haya sido la tarea
desempeñada, rutinaria o no.

Las teorías del envejecimiento exitoso intentan describir los caminos que deben
seguir las personas mayores para cumplir con las exigencias de su edad y llegar a
un alto grado de satisfacción en su vida. La satisfacción vital se convierte así en
central (Baltes, 1990).

El concepto del envejecimiento normal se orienta por la norma típica, como puede
ser el envejecimiento sin enfermedades crónicas, que sería lo contrario del
envejecimiento patológico. El envejecimiento exitoso ocurre cuando las personas
sienten satisfacción por poder adaptarse a las situaciones cambiantes de su vida.
Esta definición se aplica también a la relación entre un cierto grado de salud objetiva
y la satisfacción subjetiva del adulto con la vida que lleva.

Havighurst, Neugarten y Tobin (1964) afirman que el envejecimiento óptimo va


unido a un estilo de vida activo continuado. Las personas mayores deben prolongar
todo lo posible sus actividades acostumbradas y buscar nuevas alternativas para
aquellas otras que deban interrumpir por mandato de la edad. El postulado básico
sería: la madurez y la vejez llevan psicosocialmente a una lenta retirada de la
persona mayor.

El motor de esa retirada puede ser la propia persona, pero también su entorno. La
retirada no necesita ser uniforme y paralela en todos los entornos. El posible
desequilibrio puede salvarse por un nuevo cambio en las relaciones y en el entorno.
Con frecuencia, la sociedad valora positivamente este proceso, considerándolo
como un hecho biológico natural, por ejemplo, cuando las personas mayores deben
ceder su puesto de trabajo a los jóvenes.

Baltes y Baltes (1989), siguiendo la línea conceptual del envejecimiento exitoso, han
conseguido un modelo propio del desarrollo de la edad adulta. Según estos autores,
se puede conseguir un nivel funcional estable, una autoimagen positiva y un estado
satisfactorio, por medio de tres procesos de adaptación fundamentales: la selección,
la optimización y la compensación.

En concreto definen la selección como la reformulación de las metas de desarrollo


y el establecimiento de preferencias. Tiene dos subformas. La primera, en dirección
positiva, se dirige a la prospección, elección y formulación de metas y campos de
acción. La segunda intenta evitar lo negativo, reaccionando a las pérdidas y
reformulando las metas con niveles estándar elegidos por el propio individuo.

La optimización se entiende como la adquisición, llegado el caso, o el


perfeccionamiento de medios, recursos y conductas que ayudan a conseguir las
metas previstas.
La compensación se dirige a la recuperación y mantenimiento del nivel funcional o
del estatus bio-psico-social vigente hasta el momento. Con ello se procura movilizar,
sobre todo, recursos, capacidades y habilidades que han permanecido latentes en
el repertorio conductual de la persona.

El resultado final de la interacción de estos tres procesos es un sistema de vida


satisfactorio, exitoso y activado, aún a pesar de las limitaciones obvias que impone
por sí misma la edad.

La Senectud

Los senectos son los adultos de 65 a 74 años. Este término es sinónimo de vejez,
por tanto, significa ancianidad, sin embargo, el término senecto se confunde con
senilidad, término que es una categoría psiquiátrica y designa una enfermedad
mental. Lo importante es que hoy se discute cuando se es anciano y se diferencia
el proceso por el cual se envejece, de las diferentes enfermedades que pueden
atacar al ser humano.

Existen una serie de prejuicios acerca de los ancianos en cuanto son pasivos, son
asexuados, no puede seguir aprendiendo, que tienen una actitud de indiferencia y
abandono, etc. Neugarte (1970) considera que el término senectismo describe el
prejuicio de lo que es ser anciano, igualmente el "viejísimo", pero ¿quién puede
informar científicamente que este grupo humano tiene mayoritariamente tal actitud?
O que, ¿esta actitud no es aprendida socialmente?

Los senectos son individuos que tienen experiencia dentro del campo laboral de
cada uno, muchos han sobrevivido a guerras, otros a hambruna, otros a desastres
naturales, y la mayoría ha sacado adelante una familia. Es decir, son personas
valiosas socialmente pero requieren nuevos entornos y nuevas repuestas sociales
a sus necesidades. ¿Cuánto de los prejuicios no es resultado de la ausencia de
respuestas y entornos apropiados a sus necesidades?

Las diferencias encontradas dentro de este sub-período lleva a dividirlo en dos sub-
grupos: los senectos primarios (65 a 69) y los senectos intermedios (70 a 74 años).
Es durante el primero que se produce la confrontación con el sí mismo y la vida. Al
pasar al segundo va encontrando paz para vivir consigo mismo y el mundo, si bien
ya pierde en la mayoría de los casos a su pareja y, en los países en desarrollo con
débiles programas de jubilación, pasa a ser dependiente de sus descendientes.

Los Gerontes

Considerando una disposición social, que empieza a tener vigencia, determina que
al cumplir los 75 años deben dejarse vacantes los cargos sociales por ejemplo, la
jerarquía eclesiástica, razón por la cual hemos reconocido la división de un nuevo
sub-grupo: los "gerontes" que son los ancianos mayores de 75 años.
El actual modelo social no favorece el reconocimiento de la experiencia y otras
habilidades individuales que se logran con los años y ya pasó la época en que los
Consejos de Ancianos eran fundamentales para la transmisión oral y para el consejo
a la comunidad. Hoy algunos ejercen cargos similares y si bien son excepcionales,
en Perú se tienen algunos ejemplos de Gerontes, tanto vivos como muertos:
Basadre (historiador), Belaúnde (Estadista), Jorge del Prado (sindicalista), Luis
Alberto Sánchez (Literato), etc.

¿Por qué se acepta sólo las excepciones y no a la mayoría? ¿Por qué no se


reconoce la vejez como un paso más en el continuo del desarrollo humano que a
todos, más tarde o temprano nos tocará recorrer? Principalmente porque existe
miedo al deterioro físico en que caen algunos ancianos y temor a la muerte.

Los Gerontes se pueden dividir en:

- Senectos Tardíos (75 a 84 años)


- Longevos (85 a 94 años)
- Prolongevos (95 a más años), término acuñado por Gerald J. Gruman para
designar "los esfuerzos deliberados para extender la vida por medio de la
acción humana" y que hacemos extensivos a todos los mayores de 95 años,
vivan una prolongado vida natural o con intervención de la ciencia.

Esta breve descripción de etapas y sub-etapas nos lleva a una pregunta medular
¿Cuánto es producto de la sociedad por sobre lo biológico? Esto en razón de que
al investigar sobre el desarrollo humano, se comprueba la diferencia entre la
percepción de la vejez y la autopercepción de los ancianos de 15 o 20 años atrás y
los de hoy.

Esto nos lleva a la recomendación de investigaciones más finas para delimitar las
etapas de desarrollo en relación al actual desarrollo social que influye en el
desarrollo integral de los seres humanos tanto positiva como negativamente.
TRATO DIGNO A LAS PERSONAS DE LA TERCERA EDAD

El buen trato a las personas mayores es responsabilidad de todos los ciudadanos


de todas las edades.

Dice la tradición que al nacer se nos hace entrega, a cada uno de nosotros, un gran
libro en blanco que poco a poco iremos rellenando con nuestras continuas vivencias,
experiencias, éxitos y alegrías, angustias y miedos... Es el libro de nuestra vida.

Las páginas en blanco irán disminuyendo según van pasando los años; un día nos
daremos cuenta de que nos llaman “joven” y nos extrañará; pasados los años
alguien, con la mayor naturalidad, nos dirá “señor”/”señora” y nos quedaremos
sorprendidos; con el tiempo alguien más joven se dirigirá a nosotros llamándonos
“anciano” o “abuelo”. Cada vez que esto suceda tomaremos conciencia de que
habremos pasado a una nueva etapa para la que pocos estaremos preparados.

¿En qué momento de mi vida he pasado de ser adolescente a adulto? ¿Cuándo he


pasado a ser una persona mayor?
Sabemos que la vida es un continuo, pero desde la Antigüedad ésta ha sido dividida
en etapas, cada una con sus características. Hoy día, en la sociedad occidental,
mientras unas etapas como la niñez, la juventud y la vida adulta significan belleza,
fortaleza, seguridad , esperanza...; a otra como la vejez le atribuyen limitaciones,
fragilidad y soledad.

Afortunadamente esto no responde a la realidad, ni todo el mundo lo ve así. Lo


normal es que la persona que ha llegado a “ser mayor” esté físicamente bien, sea
autónoma, tenga buen estado de ánimo, esté dispuesta a disfrutar de su vida y a
seguir aprendiendo lo máximo posible. Y aunque quizás vayan apareciendo algunas
limitaciones, todos tenemos una gran capacidad de adaptación que nos permitirá
hacerles frente.

Es la sociedad, en general, la que ha ido creando una serie de estereotipos y


prejuicios referidos a las personas mayores (están enfermas, son dependientes, no
coordinan bien, se olvidan de las cosas....), que condicionan la forma en que se les
trata y contribuyen a que el propio mayor asuma, como impuestos, unos roles, unos
comportamientos y actitudes que encajen en el papel que se espera de él. Esta
imagen de la persona mayor unida a la pérdida de influencia social y mediática, no
ayudan a cambiar las cosas.

Los estereotipos que nos hacen ver a la persona mayor como un ser frágil,
dependiente, sin medios para valerse por sí mismo, sin capacidad de decisión,
hacen que por el simple hecho de la edad se les trate de forma diferente: no se les
permite tomar decisiones, se les infantiliza y no se les deja llevar a cabo una vida
plena.
Por otro lado nuestro afán de proteger al que creemos débil, ahonda su
desprotección, le inutiliza, le convierte en sujeto pasivo, cada vez más necesitado
de los demás, y lo hacemos sin darnos cuenta que este trato inadecuado puede
llevar a una mayor dependencia, depresión y aislamiento de la persona mayor.

Frente a ese estado de cosas podemos pararnos a pensar y actuar de otro modo.
Debemos conocer cómo son nuestros mayores, reflexionar cómo les tratamos y
cómo quieren que se les trate para así conseguir una sociedad más justa, donde la
edad no sea un handicap que nos impida llevar la vida que cada uno elijamos.

Al igual que las demás personas, los adultos mayores tienen todos los derechos
que se encuentran reconocidos tanto en nuestra Constitución Política y los
ordenamientos jurídicos que de ella se derivan, como en el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos.

En especial, las personas adultas mayores tienen derecho a:

1. No ser discriminadas en razón de su edad, por lo que la observancia de sus


derechos se hará sin distinción alguna.
2. Gozar de las oportunidades que faciliten el ejercicio de sus derechos en
condiciones de igualdad.
3. Recibir el apoyo de las instituciones creadas para su atención en lo relativo
al ejercicio y respeto de sus derechos.
4. Ser protegidas y defendidas contra toda forma de explotación y maltrato físico
o mental; por lo tanto, su vida debe estar libre de violencia.
5. Recibir la atención y la protección que requieran por parte de la familia y de
la sociedad.
6. Mantener las relaciones con su familia, en caso de estar separadas de ella,
a menos que esa relación afecte la salud y los intereses de las personas
adultas mayores.
7. Vivir en lugares seguros, dignos y decorosos, en los que puedan satisfacer
sus necesidades y requerimientos.
8. Expresar su opinión con libertad y participar en el ámbito familiar y social, así
como en todo procedimiento administrativo y judicial que afecte sus personas
o su familia.
9. Ser tratadas con dignidad y respeto cuando sean detenidas por alguna causa
justificada o sean víctimas de algún delito o infracción.
10. Contar con asesoría jurídica gratuita y oportuna, además de contar con un
representante legal o de su confianza cuando lo consideren necesario,
poniendo especial cuidado en la protección de su patrimonio personal y
familiar.
11. Realizar su testamento con toda libertad, sin que para ello intervenga
persona alguna.
12. Recibir información sobre las instituciones que prestan servicios para su
atención integral.
13. Recibir atención médica en cualquiera de las instituciones del Sistema
Nacional de Salud (SS, IMSS, ISSSTE, ISSFAM, DIF) o de los Sistemas
Estatales de Salud, aun sin ser derechohabientes de aquellas que así lo
requieran. De ser así, se les fijará una cuota que pagarán de acuerdo con
sus posibilidades económicas.
14. Recibir orientación y capacitación respecto de su salud, nutrición e higiene,
que favorezcan su bienestar físico y mental y el cuidado personal.
15. Recibir la seguridad social que les garantice el derecho a la protección de la
salud, la asistencia médica y los servicios necesarios para su bienestar, así
como el acceso a una pensión, previo cumplimiento de los requisitos que las
leyes correspondientes señalen.
16. Ser integradas a los programas de asistencia social cuando se encuentren
en situaciones de riesgo o abandono.
17. Contar con un trabajo mediante la obtención de oportunidades igualitarias
para su acceso, siempre que sus cualidades y capacidades las califiquen
para su desempeño.
18. Recibir un ingreso propio mediante el desempeño de un trabajo remunerado
o por las prestaciones que la seguridad social les otorgue cuando sean
beneficiarias de ella.
19. Recibir educación y capacitación en cualquiera de sus niveles para mejorar
su calidad de vida e integrarse a una actividad productiva.
20. Asociarse y reunirse libremente con la finalidad de defender sus intereses y
desarrollar acciones en su beneficio.
21. Participar en actividades culturales, deportivas y recreativas.

Conclusión

Es momento de cambiar conceptos equívocos y hacer a un lado los prejuicios que


nos llevan a devaluar a las personas de la tercera edad, adultas mayores. Los
mayores deben ser vistos con buena salud; con fortaleza para seguir asumiendo no
sólo actividades de su vida cotidiana, sino también algunas extraordinarias, tales
como recibir en su casa a la familia (comidas de fin de semana); independientes
para seguir viviendo en sus casas con sus maridos o mujeres, o en soledad, pero
manteniendo su propia vida; útiles para cumplir una función social como la de apoyo
a los hijos, (compartiendo el cuidado y educación de los nietos, en ocasiones
cubriendo carencias como son falta de guarderías y servicios de atención pública...);
también se ven con capacidad para seguir aprendiendo nuevas habilidades, y con
experiencias y conocimientos que pueden compartir y son un privilegio para el resto
de la sociedad.

Es necesario esta visión positiva de los mayores ya que una visión negativa puede
llevar a fomentar la dependencia al impedir que éstos actúen como seres
autónomos y a su vez propiciar formas de trato inadecuado hacia ellos.

Como no puede ser de otra manera, los mayores al igual que el resto de los
ciudadanos, tienen derecho a vivir en entornos donde sean tratados con respeto.
Como sujetos de pleno derecho el trato inadecuado es una incuestionable violación
a tales derechos. Es fundamental fomentar una Cultura de Buen Trato entre todos
los miembros de la sociedad e inculcarlo a través de la educación desde los
primeros momentos de la vida.

El Buen Trato implica un reconocimiento de las posibilidades físicas y emocionales


de los demás, empatía que permita ponernos en el lugar del otro, posibilidad de
interaccionar positivamente, comunicación efectiva que permita a través del
lenguaje verbal y no verbal conocer y expresar las necesidades y deseos nuestros
y de los demás, y negociación para ser capaces de resolver los conflictos que
aparecen en el día a día.

Reconocimiento a los demás como personas, como seres humanos, como


individuos con derecho a ocupar un espacio físico, intelectual y afectivo en la vida
de los otros. Este reconocimiento debe permitir visualizar todos los aspectos
positivos y el punto de vista del otro.

El Reconocimiento se evidencia en las oportunidades de satisfacer no solo las


necesidades materiales, sino también las emocionales y afectivas.

El Reconocimiento conduce al fortalecimiento de la autoimagen y de la autoestima.

Referencias bibliográficas

Delgado Losada, M.L (2015). Fundamentos de Psicología, México, Editorial Médica


Panamericana.

Mansilla A., M.E (2000) Etapas del Desarrollo Humano, Revista de Investigación en
Psicología, Vol. 3, No. 2, págs. 105-116, Lima.

Sandoval Mora, S. (2018), Psicología del Desarrollo Humano II Compilación,


México, Talleres Gráficos de Gobierno de Sinaloa.

El buen trato a las personas mayores, Área de Gobierno y Familia, Madrid, Taller
de Artes Gráficas Municipales.

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