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Concepción simbólica de la cultura

Concepción simbólica de la cultura

La cultura como proceso simbólico

Formas interiorizadas y formas objetivadas de la cultura

El habitus: Pierre Bourdieu

La teoría de las representaciones sociales: Serge Moscovici

Referencias
LECCIÓN 1 de 6

Concepción simbólica de la cultura

Figura 1: Catherine Walsh

Fuente: FETE – UGT, 2015, http://aulaintercultural.org  

Walsh es profesora principal y directora del doctorado en Estudios Culturales Latinoamericanos de la


Universidad Andina Simón Bolívar, con sede Ecuador, donde también dirige el Taller Intercultural y la Cátedra
de Estudios de la Diáspora Afro-Andina. Formó parte, desde sus inicios, del proyecto “Modernidad y
Colonialidad”, uno de los más importantes colectivos de pensamiento crítico activos en América Latina
durante la primera década del siglo XXI, impulsado por los sociólogos Aníbal Quijano y Edgardo Lander. Tiene
una larga trayectoria acompañando los procesos de los movimientos indígenas y afrodescendientes en
Abya Yala (denominación kuna de América Latina). Ha realizado múltiples publicaciones relacionadas a la
matriz decolonial y a la interculturalidad:

El problema no es simplemente la exclusión de los afrodescendientes dentro de la


construcción de “lo andino”, sino y más significante, el impacto que esta exclusión ha
tenido con relación a la subjetividad, la identidad y el pensamiento y, por ende en el
mantenimiento de lo que varios autores se han referido como la colonialidad del poder, del
saber y del ser que aún se mantiene vigente. (Walsh, 2007, pp. 201-202).

Hemos comenzado el módulo hablando de la dificultad que implica el hecho de definir el concepto de
cultura. Una de las causas de dicha dificultad radica en la idea de que la cultura es coextensiva a toda la
sociedad, pero que al mismo tiempo se distingue en un campo específico. En otras palabras, la cultura se
extiende a toda la sociedad: podemos observar y analizar la cultura cada vez que hablamos de sociedad;
pero, al mismo tiempo, entendemos que cuando hablamos de cultura, hablamos de algo diferente a
sociedad, de algo que posee una especificidad. ¿Qué la hace diferente?

La definición de cultura que proponemos, luego de recorrer las


diferentes concepciones, es la siguiente: “es la organización social del
sentido interiorizado por los sujetos y objetivado en formas
simbólicas, todo ello en contextos históricamente específicos y
socialmente estructurados” (Giménez, 2005, p. 85).

En principio, esta definición puede resultarnos sumamente compleja. La revisaremos nuevamente y de


manera integral al finalizar el módulo. Intentaremos iniciar el abordaje de esta comenzando por el elemento
central que hace a su especificidad: la posibilidad de simbolizar.
LECCIÓN 2 de 6

La cultura como proceso simbólico

Retomando a Clifford Geertz y a John B. Thompson, Giménez Montiel (2005) explica la cultura como los
procesos simbólicos de la sociedad. La cultura se entiende, así, como la “organización social del sentido”
(Giménez Montiel, 2005, p. 67). En otras palabras, estaría compuesta por todas aquellas pautas de
significado transmitidas históricamente y a partir de las cuales los individuos pueden comunicarse.

En el sentido extensivo con que aquí lo asumimos, siguiendo a Geertz, lo simbólico es el


mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, también
llamadas “formas simbólicas”, y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones,
acontecimientos y alguna cualidad o relación. En efecto, todo puede servir como soporte
simbólico de significados culturales: no sólo la cadena fónica o la escritura, sino también
los modos de comportamiento, las prácticas sociales, los usos y costumbres, el vestido, la
alimentación, la vivienda, los objetos y artefactos, la organización del espacio y del tiempo
en ciclos festivos, etc. (Giménez, 2005, p. 68).

La cultura se entiende, entonces, como procesos simbólicos de la


sociedad. Dentro de dichos procesos, podemos mencionar tres
problemáticas, a saber: de los códigos sociales, de la producción del
sentido y de la interpretación o del reconocimiento de dicho sentido.
Para internalizar esta propuesta, es necesario comprender que, tal como se mencionaba en la definición con
la que comenzamos el apartado, estamos hablando de una concepción de cultura como proceso simbólico
que siempre está enmarcado en un contexto sociohistórico que condiciona su producción. Por tanto, hablar
de cultura implica hablar de un efecto de sentido que se produce a partir del uso de ciertos códigos y que
finalmente adopta su forma de acuerdo a la interpretación que se haga de este. Por lo tanto, el contexto
social en el que tiene lugar dicho proceso maneja sus propias reglas de producción y recepción, a las que
Eliseo Verón (1993) llama: “operaciones de asignación de sentido en las materias significantes” (p. 129).

Nótese el acercamiento al campo de la comunicación que envuelve esta concepción de cultura. El carácter
ubicuo y totalizador de la cultura se observa en el hecho de que la podemos encontrar, bajo esta concepción,
en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva (de allí que la cultura sea coextensiva a la
sociedad).

Por otra parte, comprender la cultura de esta manera pone en evidencia la importancia de la cultura como
instrumento de intervención y poder, dado que, por su carácter totalizador y por su posibilidad simbólica,
posibilita el orden de la conducta colectiva. La cultura es, entonces, autónoma porque se rige por una lógica
semiótica propia; pero al mismo tiempo es coherente con su entorno, y las prácticas culturales se
concentran, por lo general, en torno a nudos institucionales poderosos tales como la iglesia, el Estado, los
medios de comunicación, que en buena medida administran y organizan los sentidos compartidos por los
individuos. Así, Giménez Montiel (2005) pone de relieve la importancia de estos grupos de poder que no
tendrían en sus objetivos la uniformidad cultural, sino más bien la administración y organización de las
diferencias mediante operaciones tales como la hegemonización, la jerarquización y la marginalización. Se
genera así la exclusión de determinadas manifestaciones culturales al mismo tiempo que se introduce
cierto orden y, por consiguiente, cierta coherencia dentro de la pluralidad cultural que caracteriza a las
sociedades modernas; además, se configura un mapa cultural en el que subculturas minoritarias, étnicas y
marginales quedan afuera.

Figura 2: Ejemplo de mapas culturales en los programas de televisión para


niños
Fuente: Elaboración propia. Imágenes adaptadas de videos de YouTube, provenientes de los
los programas Milly y Moli y Como Hermanos, s. f., http://goo.gl/EK5fEt

¿Cuáles son las particularidades de la cultura en su esencia sígnica?

Con la ambición de continuar avanzando en la comprensión de la noción de cultura, puntualizaremos aquí


algunos de los elementos que constituyen la especificidad de la cultura en su esencia sígnica:

Es artificial, no innata.

Es convencional, no natural ni absoluta.


Tiene la capacidad de condensar la experiencia humana, pero no es un estado originario de la
naturaleza humana (Lotman, como se cita en Giménez Montiel, 2005).

Así, si la concepción antropológica de la cultura la concibe como las costumbres, tradiciones y valores que
constituyen el modo de vida de un pueblo, mientras que el marxismo la concibe como semejante a cierta
ideología o visión del mundo, la concepción simbólica de la cultura, en cambio, (retomando la definición
ofrecida al comenzar el módulo) la entiende como un proceso en continua producción, actualización,
transformación de modelos simbólicos, que se da a través de la práctica individual y colectiva, en contextos
históricamente específicos y socialmente estructurados. Esta articulación entre el código que permite
simbolizar y su contexto de producción y recepción refuerza la pertinencia de la cultura como objeto de
estudio para la sociología.

Por lo tanto, los abordajes de la cultura que hoy se llevan a cabo son múltiples: estudios sectoriales,
estudios de culturas dominantes y subalternas o estudios dinámicos (que se enfocan en la creación, la
crítica, la conservación, la difusión o el consumo de la cultura, entre otros).
LECCIÓN 3 de 6

Formas interiorizadas y formas objetivadas de la


cultura

Si pensamos en los elementos culturales propios de una determinada sociedad, generalmente lo primero
que viene a nuestra mente es una serie de rasgos observables: su vestimenta, sus comidas típicas, sus
fiestas tradicionales, la música con la que se identifica. Sin embargo, estamos dejando de lado lo sustancial
de la cultura: las representaciones compartidas por un determinado grupo, las ideologías, las actitudes, las
creencias, etcétera. La concepción semiótica (simbólica) de la cultura nos obliga a vincularla más con los
actores que la internalizan y con lo que internalizan, que con los objetos en sí mismos. La cultura objetivada
(en la imagen es lo que podemos observar: la vestimenta, los ritos, etc.) es accesible, simple de abordar; por
el contrario, el acceso a las formas simbólicas interiorizadas (las representaciones, las creencias, etc.)
resulta de mayor complejidad.

Figura 3: Campeones de barrio


Fuente:  Adaptado de Educar, 2015, http://goo.gl/kdBezS

A continuación, proponemos dos marcos fundamentales para poder abordar la cultura interiorizada: la teoría
del habitus, de Pierre Bourdieu, y la teoría de las representaciones sociales, de Serge Moscovici.
LECCIÓN 4 de 6

El habitus: Pierre Bourdieu

La teoría propuesta por Pierre Bourdieu intenta dar respuesta al porqué de los comportamientos sociales,
superando la separación entre objetividad y subjetividad; es decir, por un lado, reconoce que las estructuras
objetivas tienen una importancia decisiva en la explicación de las acciones, pero al mismo tiempo acepta
que la propia estructura está construida por las prácticas sociales. La sociedad es, entonces, por una parte,
un conjunto de obras, producto de la acción de los hombres, que se denomina lo social hecho cosa; pero, al
mismo tiempo, lo social está en los cuerpos porque es como una segunda naturaleza añadida a la
naturaleza biológica (Gutiérrez, 1994).

¿Cómo analizar la cultura desde este paradigma?

Por una parte, las condiciones objetivas del individuo inciden en la construcción de las representaciones a
partir de la cuales luego este actúa. Es decir, no solo estamos hablando de las condiciones
socioeconómicas del individuo, sino también de las ideas que circulan en su entorno, las costumbres que
observa e internaliza, los valores propios de su ámbito; en definitiva, su cultura (siempre ligada a la posición
que ocupa en la sociedad). Esta cultura internalizada, que se configura en disposiciones para actuar, percibir,
sentir, valorar, Bourdieu la denomina habitus, lo social hecho cuerpo. El habitus, como disposiciones
durables y transferibles, funciona como principios generadores y organizadores de representaciones y de
prácticas sociales.

Algunas precisiones acerca del habitus:


Son disposiciones, tendencias e inclinaciones a percibir, sentir, actuar de una manera en lugar
de otra, aunque no somos conscientes de ello.

Adquirimos el habitus en función del lugar que ocupamos, socialmente hablando.

El habitus se traslada a través del tiempo, aunque cambien las condiciones; por eso es que se
habla de una historia hecha cuerpo.

El habitus condiciona las prácticas, pero no implica su determinación, es decir, no es causa de


las acciones.

Los habitus son disposiciones durables, trasladables a infinitas situaciones. Llevamos nuestro
habitus adonde vamos.

El habitus no es inmutable (a pesar de ser durable). Se puede modificar (aunque no


significativamente) a partir de la estructura de las nuevas situaciones en las cuales
participamos.

Figura 4: El habitus
Fuente:  Elaboración propia con base en la caricatura extraída de Velasco Reguero, 2015,
http://goo.gl/tsjDV5

Se sugiere la lectura de la siguiente publicación: 

El concepto de Habitus.pdf
260.7 KB
LECCIÓN 5 de 6

La teoría de las representaciones sociales: Serge


Moscovici

Las representaciones sociales pueden entenderse como un conocimiento instalado en el sentido común,
que es un conocimiento práctico, ya que está presente en las decisiones y actitudes de las personas hacia
la realidad circundante. Moscovici sostiene que las cosas materiales llegan a ser importantes realmente
para las personas –incluso al punto de condicionar su acción– cuando se han convertido en ideas o
creencias. De allí su interés en estudiar estas ideas y creencias. Así, las representaciones sociales son
entendidas como “tipos de creencias paradigmáticas, organizaciones de creencias, organizaciones de
conocimiento y lenguaje” (Moscovici y Marková, 1998, p. 140).

Para Moscovici, las representaciones sociales cumplen la función de elaboración de los comportamientos y
de comunicación entre los individuos. A través de las representaciones sociales, las personas podrían
aprehender la realidad e integrarse a esta. Por ello, entiende las representaciones como un corpus
organizado de conocimientos y unas de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen
inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios. De
tal forma, nuestra interpretación de los objetos y hechos estaría condicionada por las representaciones
previas que tenemos sobre estos y sobre el contexto en el que estamos inmersos.

Según la teoría de Moscovici, las representaciones tienen un carácter


dinámico. Por un lado, habría representaciones hegemónicas, las
cuales, estando constituidas, coaccionan a los individuos; por el otro,
ciertas representaciones serían constituyentes por ser productoras de
nuevas significaciones (Castorina y Kaplán, 1998).
Podemos observar en este aspecto un punto de encuentro con la propuesta de Bourdieu, cuando se refiere
al habitus como estructura estructurada y estructurante. 

Dicho lo anterior, podemos afirmar que la posición socioestructural y material que ocupan los sujetos define
su lectura de la realidad social y condiciona su visión de esta. Al respecto, Jodelet (1984) advierte que lo
social está presente tanto en el contexto en que se sitúan los grupos o individuos como en la comunicación
que se genera entre ellos y en los códigos, valores, ideologías propios de las posiciones sociales a las que
pertenecen. El conocimiento que configura las representaciones sociales se constituiría, entonces, a partir
de las experiencias así como de las informaciones y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos
a través de la tradición, la educación y la comunicación social. “De este modo, ese conocimiento es en
muchos aspectos un conocimiento socialmente elaborado y compartido” (Jodelet, 1984, p. 473).

En otras palabras, Moscovici plantea la necesidad de reconocer la influencia del entorno en la constitución
de las representaciones; de allí, su carácter social. Una vez formadas las representaciones, estas tienen un
carácter condicionante de las nuevas representaciones que construiremos: “nuestras representaciones
también son instituciones que compartimos y que existen antes de que accedamos a ellas. Formamos
nuevas representaciones a partir de las anteriores o contra ellas” (Moscovici y Marková, 1998, p. 124).

¿De qué manera se construyen las representaciones sociales y qué


impacto tienen en nuestra vida cotidiana?
LECCIÓN 6 de 6

Referencias

Bourdieu, P.  (2010).  El sentido social del gusto. Buenos Aires, AR: Siglo XXI Editores. Recuperado de
http://www.sigloxxieditores.com.ar/pdfs/bourdieu_sentido_social_del_gus to.pdf 

Castorina, J., y Kaplán, C.  (1998). Las Representaciones Sociales: Problemas Teóricos Y Desafíos
Educativos. En J. Castorina (Comp.), Representaciones Sociales: Problemas Teóricos y Conocimientos
Infantiles (pp. 9-27). Barcelona, ES: Gedisa.

Giménez Montiel, G. (2005). Teoría y Análisis de la Cultura. MX: Conaculta-Icocult.

Gutiérrez, A. (1994). Pierre Bourdieu: las prácticas sociales. Buenos Aires, AR: Centro Editor de América
Latina.

Jodelet, D. (1984). La representación social: fenómenos, concepto y teoría. En S. Moscovici, Psicología


Social II (pp. 469-494). París, FR: Paidós.

Moscovici, S., y Marková, I. (1998). La Presentación de las Representaciones Sociales: Diálogo con Serge
Moscovici. En J. Castorina (Comp.), Representaciones Sociales: Problemas Teóricos y Conocimientos
Infantiles (pp. 111-152). Barcelona, ES: Gedisa.

Verón, E. (1993). La semiosis social: fragmentos de una teoría de la discursividad. Barcelona, ES: Gedisa.

Walsh, C. (2003). Estudios Culturales Latinoamericanos. Quito, PE: Universidad Andina Simón Bolívar.
Walsh, C.  (2007). Lo Afro en América andina: “Reflexiones entorno a luchas actuales de (in)visibilidad,
(re)existencia y pensamiento”. Journal of Latin American and Caribbean Anthropology, 12(1), 200-212.

Referencias web:

Centro Cultural Proletario. En http://proletario.cl/chavez-gramsci-y-la-hegemonia/ Último acceso:


21/01/2015. 

Norbert Elias Fundation. En http://www.norberteliasfoundation.nl/ Último acceso: 21/01/2015.

Portal de la educación Intercultural. En http://aulaintercultural.org Último acceso: 21/01/2015.

Sitio Web Educar. En http://www.educ.ar/sitios/educar/recursos/ver?id=90007 Último acceso: 21/01/2015.

Video Milly y Moli  (transmitido por Discovery Kids) y Como Hermanos (transmitido por Disney XD). En
https://www.youtube.com/watch?v=HlFKuXcTyv0 Último acceso: 21/01/2015.

Sitio web Le Proyect White (Elaboración propia con base en la caricatura extraída de Velasco Reguero). En
http://leproyectowhite.blogspot.com.ar/2012/04/pierre-bourdieu-1930-2002.html Último acceso 21/01/2015.

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