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Introducción a la vida y la teología de Juan

Calvino
Lecturas: Hombre de Dios: el ministerio pastoral y teológico de Calvino– Capítulo
4, La centralidad de la Escritura: Calvino como expositor bíblico– Capítulo 5, En
las trincheras: Calvino como pensador teológico contextual- Capítulo 6

El reformador francés Juan Calvino, siempre se ha visto como un hombre


excepcional; un hombre con una alta capacidad de reflexión e intelecto, que, bajo
una perspectiva superficial del éxito, podemos llegar a pensar, que su vida estuvo
marcada de logro tras logro, hasta tal punto de llevar a Ginebra al inminente salto
de reforma, que, por muchos años, estuvo cultivándose en esta localidad de
Suiza. Sin embargo, el autor Salatiel Palomino, va expresar que no todo salió bien
en la vida del reformador, y hablar del sendero de Ginebra hacia el movimiento de
Reforma, nos tiene que llevar a un relato lleno de ardua labor, sufrimiento tras
sufrimiento, y una vida que muchos dudarían sobrellevar, a pesar de que ese fuera
el camino para marcar un parteaguas en la historia moderna de Europa. Es por
ello, que necesitamos, no solo entender los aportes de Juan Calvino como si
fueran reconocimientos sobrepuestos en el uniforme de un combatiente, sino
entender las marcas y heridas que hay detrás del riesgoso campo de una vida
entregada al Siervo sufriente.
A pesar de que Calvino se le expresa como un hombre de semblante duro, muy
poco flexible y directo al hablar; su físico expresa todo lo contrario, era un hombre
muy frágil. Debido a sus múltiples enfermedades, su falta de descanso y su
descuido en su alimentación, fue un hombre delgado. Esto sin mencionar, que a
pesar de que tenía un prominente intelecto y un fuerte conocimiento en leyes, que
le podrían haber abierto un camino lleno de riquezas, fue un hombre muy pobre, a
tal grado de que no tenía recursos para comprar sus medicamentos, múltiples
deudas para solventar gastos, tanto de él como algunos refugiados; además, llegó
a vender parte de sus libros. Podríamos concluir, que a pesar de los títulos que
llego a tener, trabajaba y servía gratuitamente o aún con un mísero sueldo. Esto
nos llevaría a preguntar ¿Dónde estaba la iglesia reformada en medio de las
necesidades del reformador? ¿Habrá Calvino rechazado la ayuda de parte de su
iglesia?
A pesar de la gran labor que emprendió Juan Calvino, sus primeros años en
Ginebra no fueron los más agradables. Ciertamente había una vitalidad creciente
de la reforma en Ginebra, además de que muchas de las condiciones sociales,
políticas, de enfrentamientos bélicos y la poca habilidad de retomar el orden por
parte del obispado, llevo a que los predicadores reformados tomarán la delantera y
hacer que Ginebra se abriera paso a los ideales de la reforma y deslindarse de los
tintes católicos. Aunque esto no garantizaba que en la práctica esto se llevara a
cabo, puesto que gran parte de la sociedad seguía entregada a prácticas
pecaminosas, las calles denotaban la podredumbre y la falta de un
arrepentimiento genuino, es así cuando Farel busca a Calvino para hacer de la
reforma no solo un ideal, sino una realidad. Por supuesto, esto no agrado del todo
a los habitantes y a muchos pobladores que dependían económicamente de que
la comunidad asistiera a bares, o a eventos de excesos, además de que la
disciplina eclesiástica llegó a reforzarse y la Cena del Señor, por el estilo de vida
de los creyentes, se les negó la participación. Sin duda este fue la gota que
derramó el vaso, puesto que las autoridades civiles pedían que se impartiera, pero
Calvino y Farel al negarse, trajo consigo su inminente expulsión de Ginebra.
Podría decirse que su llegada a Estrasburgo, después de su rechazo en Ginebra,
fue un punto de tranquilidad y estabilidad para Calvino, aunque también de mucha
reflexión, pero esto puede explicar su falta de apoyo por parte de la iglesia en
todos los sentidos y aunque siempre hubo un reformador para ofrecerle trabajo y
cuidado la mayoría de su vida estuvo divagando en la inestabilidad, la pobreza, la
enfermedad y en el lente del desagrado de muchas vidas.
Una vez explicada la ardua labor que hay detrás del maravillo trabajo de Dios a
través de Calvino, podemos ver la manera en cómo el reformador se acercaba al
texto bíblico, y podemos decir de manera concreta, que nadie de la época se
relacionaba al texto bíblico con tal diligencia, amor, y respeto que Juan Calvino.
Por un lado, podemos ver que, hasta nuestros días, sus comentarios y obras, son
claramente emblemáticas, a tal grado que la erudición contemporánea las coloca
en un ámbito de obras clásicas, además de que pudieron ser las bases para
algunas lenguas contemporáneas, realmente la erudición de Calvino se puede ver
expresa en sus manuscritos, pero a la vez, no podemos negar el sentir de su
sufrimiento derramado en algunos comentarios específicos, que seguramente,
pudieron brindarle aliento y esperanza en medio del rechazo y los tiempos
violentos para sus contemporáneos.
Algo que es sumamente interesante es como, parte de su acercamiento al texto,
no lo llevo a los niveles exacerbados que hoy en día defienden muchos de los
hermanos calvinistas, por ejemplo. A pesar de que, ciertamente Calvino pensaba
que la Biblia, realmente es la Palabra de Dios, y que toda la revelación de Dios
puede ser encontrada en las ideas que emanan de esta revelación, también
reconocía que había textos donde se nota la humanidad y ciertos desaciertos que
se pueden hallar en la Escritura, a tal punto de pensar que había que corregir,
cuando esto ocurría en alguna ocasión. Por otro lado, también Calvino pensaba
que al ser un texto realmente provisto por la mano del Espíritu Santo, el texto se
revela y se expresa a la grey, únicamente por la obra del Espíritu Santo, por ende,
podemos notar que Calvino, a pesar de el gran esfuerzo y diligencia que invertía
en el estudio bíblico, siempre reconocía la mano de Dios para poder entender
cada libro, cada carta, cada capítulo y cada palabra.
También podemos ver en Calvino un hombre que siempre pensó que la Escritura
tenía algo que decir con respecto a los dilemas que el mundo vivía. Es interesante
notar, que Calvino siempre echo mano de la Palabra de Dios para hablar sobre los
diversos temas, conflictos teológicos y diversas obras en cuanto a la
administración de la iglesia con una excelencia de argumentación, pero siempre
pensando en ser muy puntual y buscando que el mismo pueblo pudiera hacer tal
reflexión ante estas problemáticas.
Aunque es evidente que el siglo XVI era un plano naturalmente religioso, la
realidad es que Calvino nos tiene que llevar a una meditación, donde el creyente,
con una mentalidad reformada, constantemente está haciendo teología y
buscando su deliberación en la Palabra, pensando en los temas que
constantemente aquejan a la sociedad. No podemos percibir a un ministro de la
Palabra indiferente o que guarda silencio ante las incógnitas que expresa una
comunidad hambrienta de las verdades de Dios, porque si algo nos muestra el
reformador francés, es que nuestra reflexión teológica tiene que llevar a un sentido
de práctica y no solo una descarga de información con formas vacías de carácter y
servicio.

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