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Campos Zepeda Rebeca, 618.

Reporte de lectura sobre El hombre en busca de sentido, por Viktor Frankl

Este libro ya lo conocía, pero nunca me había dado la oportunidad de leerlo, y al poder hacerlo descubrí
que es uno de los mejores textos que todos deberíamos leer al menos una vez, pues nos ayudan a
cambiar, para bien, nuestra percepción de la vida; El hombre en busca de sentido nos cuenta la historia
de su mismo escritor: un psicólogo que desafortunadamente vivió dentro de campos de concentración
como prisionero, y dentro de ellos, en vez de consumirse en su desgracia o sucumbir ante el sufrimiento
eterno, sobrevivió, y cuando pudo salir, decidió compartir cómo.

Frankl describe que todos los prisioneros pasan por tres etapas durante el proceso de deshumanización
que viven en los campos de concentración:

1. Shock:

En esta etapa, los prisioneros apenas son llevados a sus nuevas prisiones, y sin poder asimilar la
realidad, solo piensan en lo que dejan atrás: su familia, su trabajo, su hogar, viven de sus recuerdos,
de la esperanza de volver a ver a su familia, no piensan en lo que les espera, sino en lo que sigue
después: la posibilidad de volver a ser lo que eran.

2. La vida en el campo

Una vez ya acostumbrados a la situación en la que se encuentran, la apatía los invade, la muerte
emocional se avecina, pues los recuerdos los abruman al comparar su situación actual con su vida
del pasado, sienten la injusticia, el dolor y la crueldad de la vida, les repugna la existencia; además
de la decadencia mental, adviene la física, pues la comida que les dan es ínfima, y el trabajo al que
tienen que someter su cuerpo es enorme; es aquí cuando los prisioneros se dividen en dos: los que
se rinden ante su destino y los que deciden tomar las riendas de sus decisiones, los primeros han
perdido ya toda esperanza, algunos dejan de comer o de realizar los trabajos, para así ser asesinados
en las cámaras de gas, otros decidían suicidarse, el sufrimiento los había consumido, no les quedaba
nada.

Pero también había otro tipo de prisioneros, los que habían mantenido su espiritualidad, que
conservaban la esperanza, y que habían encontrado un sentido en todo ese sufrimiento, el de seguir
adelante, tal vez por una familia que no sabían si estaba viva, por ayudar a otros a compartir su
experiencia, todo seguían vivos por algo más grande que ellos mismos, pues al haber elegido su
actitud, que era la única libertad posible, habían cambiado su destino, si bien no podían controlar
sus circunstancias, se sabían responsables de su respuesta ante ellas.

3. La liberación:

Contrario a lo que creíamos, la liberación no siempre acarreaba la felicidad, más bien una
despersonalización, como si la vida fuera ahora un sueño al que despertar, se encontraban heridos
moralmente, pues nadie entendía cómo se sentían, y sabían que no tenían derecho a hacer el mal
incluso si a ellos los lastimaron, y con ello adviene la desilusión de la vida, pues el sufrimiento sigue,
nunca se acaba.
Después de obtener ayuda, los prisioneros superan eventualmente la fase de la liberación, encontrando
una vez más el sentido a su existencia, que, aunque parece muy lejano, se encuentra en tres situaciones,
según Frankl:

A) Cuando nos entregamos a algo más grande que nosotros, es decir, a un sueño que nos sobrepasa, a
ayudar a la gente, a ser voluntarios en una fundación, etc.

B) Cuando nos entregamos a alguien, es decir, a través del amor, decidimos usar nuestra existencia para
ayudar al prójimo, por ejemplo, enseñar siendo maestro

C) Cuando le encontramos sentido al sufrimiento, esta es la más interesante de las tres, pues es la que
florece dentro de las situaciones en las que no podemos elegir las circunstancias que nos rodean, Frankl
dice que la desesperanza es el sufrimiento sin significado, cuando le damos significado al sufrimiento
podemos moldearlo en un logro, una meta, transformar las tragedias en triunfos: Frankl le encontró
sentido a su estadía en el campo pensando en lo que podría hacer con esas experiencias para ayudar a
otros, él no podía determinar sus circunstancias, pero eso no impidió que pudiera moldear su
comportamiento, no somos libres de condiciones, es cierto, pero siempre tenemos libertad, más de la
que creemos: tenemos la libertad de elegir nuestra conducta.

Esta es la mayor enseñanza que me ha dejado el libro, la de hacer frente a la vida no como una ruleta
rusa injusta a la que hay que soportar, sino encontrarle un sentido a cada sufrimiento que aparezca, por
más grande o pequeño que sea, y aceptar las circunstancias no con rendición, sino con valentía de
elección, si no podemos cambiar lo que nos rodea, sí podemos cambiar cómo nos enfrentamos a ello;
muchas de las cosas que nos preocupan se solucionan de una manera tan simple como lo es cambiar
nuestra actitud, si la solución es que no hay solución, es porque la verdadera solución somos nosotros, si
nos enfocamos en la mayoría de las situaciones de nuestro día a día, nos daremos cuenta que en
muchas sí podemos cambiar la situación tan solo cambiando nuestra actitud ante ella, solo nosotros
podemos enfrentarnos a nuestro destino.

No se trata de esperar algo de la vida, sino de lo que la vida espera de nosotros, cada día tenemos una
única elección, y es cómo vamos a hacer frente a ella, si nos sabemos libres de elegir, seremos hombres
libres de actuar y de cambiar, cambiando así la vida misma.

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