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ENSAYO: Dolor y muerte

EL SENTIDO DEL DOLOR Y DE LA MUERTE

Por Roberth Encalada Correa

Al hablar de la muerte siempre tenemos el sentimiento de miedo, de saber que la vida se


puede acabar, de angustia o hasta desesperación en el momento en el que creemos y vemos
que la vida se acaba, que, así como tiene un inicio también tiene un final, y nos aterra la idea
de saber el día en el que pueda llegar nuestro día de muerte. Es algo que no sabemos y que,
muchas personas, viven con el miedo de que su muerte llegue temprana.

Lo que muchas personas no analizan es que debemos vivir la muerte desde al amor de Dios,
como en el caso de Chiara Luce Badano, una chica que, a raíz de su tumor, supo que su muerte
era inminente pero nunca perdió la esperanza, sino más bien lo recibió desde el amor que
tenia por Jesús. Lo recibió todo con alegría y la misma la transmitía a las demás personas que
la rodeaban, en especial a sus Padres, los cuales al saber la noticia sintieron dolor por el
destino que ya tenía su hija.

Ese es otro punto importante, el dolor que sentimos al perder a las personas, al ver como la
muerte se las lleva. Así como ha la muerte, al dolor también debemos recibirlo con amor, al
saber que las cosas pasar siempre por algo, que puede ser un descuido o algo ya destinado,
pero no mantener el rencor ni la tristeza, es verdad que el dolor es fuerte por los seres
queridos, pero no se puede hacer nada más que mantener el amor y los buenos recuerdos. Ver
que Dios tiene un propósito y de la misma manera nosotros.

La muerte y el dolor es algo que se vive el día a día entre los seres humanos; algo con lo que
debemos aprender a vivir de la mejor manera, enfrentarlo y no estancarnos ahí. Debemos
entender que somos frágiles y efímeros y así aprender a vivir viendo la belleza de todas las
cosas, valorar lo que tenemos y a las personas que encontramos en el camino. Dar amor hacia
todas las personas sea quien sea, vivir sin tener sentimientos malos, ni rencores, ni envidia.
Aprovechar nuestra vida para ser feliz sirviendo y ayudando a quienes más podamos. Es la
única forma de aceptar tanto a la muerte como al dolor, con actos que nos llenen como
personas y nos demuestren que podemos siempre dar la mejor versión de nosotros a todos.

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