La muerte es uno de los temas más censurados a lo largo de la historia, nuestra
inevitable compañera de vida. Pues, nunca vamos a poder escapar de la muerte, llegará en algún momento. Lo que nos debe importar no es cuándo llegará ese momento sino que si cuando llegue ese momento, vamos a estar orgullosos de lo que hemos vivido y con quién la hemos compartido. Por lo tanto, no debemos temer a la muerte sino respetarla y vivir nuestra vida orgullosos de nuestros actos. El otro día tuve la oportunidad de asistir a un minicurso newman en el que hablaban sobre este tema tan controversial. El profesor Felipe Samarán, en esta charla, nos contó varios temas relacionados con ella y nos iba enseñando varias obras arquitectónicas. Hubo tres cosas que me resultaron muy interesantes sobre su reflexión: La idea de “Vida resulta”. El profesor nos planteó que nuestra vida no está realmente resulta hasta que esta se acaba. La sociedad lo suele asociar a tener estabilidad económica y ser afortunado en el amor, “no tener problemas” a priori en general. Sin embargo, la naturaleza del ser humano no se ajusta a ello. Pues nunca se quedará conforme con lo que tiene, siempre querrá más. Forma parte de su condición de vida. Por lo tanto, la vida resuelta que conocemos y creemos que nos ayudará a conseguir la felicidad plena no existe. Además, muchas veces nos olvidamos que esa necesidad de superarnos va muy ligada a nuestro crecimiento y la búsqueda de sentido, pero no debemos enfocarnos a intentar superar nuestros límites porque estos no van a dejar de crecer y cambiar. La idea de “Mundo perfecto” no existe. Hoy en día, vivimos para y por buscar ese mundo perfecto en el que vamos a ser completamente “felices”. Por ello, a veces recibimos un golpe de realidad al darnos cuenta de que nuestros deseos no coinciden con nuestras necesidades. En ese momento se deshace esa idea de “mundo perfecto”. Porque realmente lo que necesitamos muchas veces no es lo que deseamos. Aquello que consideramos que es lo que necesitamos puede no hacernos bien. Y puede ser que nos venga bien conseguir otra cosa. Por ello, no conseguimos todo lo que deseamos. Y, por último, la pregunta ¿cuánto vivimos en la memoria? El ser humano tiene la facultad de recordar y preservar momentos a lo largo de los años. Es nuestra forma de estar conectados con las personas y con nuestro pasado. Por ello, se podría decir que, a pesar de fallecer, seguimos vivos en las memorias de aquellos que más queremos. Vivimos en sus memorias gracias a las huellas que dejamos en los demás y las emociones que nos hacen ser únicos. El profesor recalca, también, que el grafiti es una representación de ese anhelo de ser recordado. Pues, todo aquel que lo hace quiere ser reconocido por sus obras. Sin embargo, es una manera de ser recordado muy poco personal, ya que eres recordado por personas que ni te conocen ni van a saber quién está detrás de ese grafiti. La experiencia que más me ha marcado con respecto a la muerte fue el fallecimiento de una de las personas que más he querido, mi abuelo. Él fue una de las personas más bondadosas y sabias que he conocido, además de un ejemplo total de superación. Pues él empezó no teniendo nada de dinero y gracias a su esfuerzo y trabajo constante pudo salir adelante con su familia. Por esto mismo, fue un papel muy importante en mi vida y en todos los que le rodeaban. Su muerte fue repentina sin previo aviso. Un día, de repente, yendo a comprar el pan y a buscar los periódicos como de costumbre, le dio un ataque al corazón y fue socorrido por una ambulancia. En ese momento, yo estaba en el colegio y nos avisaron a mi y a mi hermano de que había pasado algo. Fue terrible para una niña a mi edad saber que ya no iba a volver a poder ver a su abuelo nunca más, no lo asimilaba. Esa noche no pude dormir, ya no era la misma. Fue la primera vez que experimentaba una tragedia así y ya no quería seguir sufriendo. Lo que me llevó a tener que contrarrestar su pérdida rápidamente sin llegar a creérmelo aún en esos momentos. Tuve que enfrentarme a muchas etapas de dolor por su pérdida, de nostalgia y de remordimiento por no haberme podido despedir de él. A día de hoy, todavía recuerdo su mirada, sus tratos hacia mí y las canciones que le gustaba en la radio de camino a la playa. Sin embargo, fue a raíz de su pérdida cuando fui consciente de la capacidad que tiene la muerte para transformar a las personas. Desde ese momento, empecé a valorar cada momento que tuvieran con mis seres queridos, a nunca perder los papeles para hacerles saber lo mucho que les quiero y valorar mucho más las relaciones más importantes de mi vida. Por lo tanto, comencé a dejar de un lado mis necesidades personales y priorizar pasar tiempo y conexión de calidad. Así, se podría decir, que su pérdida me convirtió en una mejor persona con una vida más plena y mucho más significativa. Pues, uno de los mayores miedo que tengo con respecto a la muerte es no poder despedirme bien de esas personas o no ser capaz de decirles todo lo que quiero antes de que se vayan.
Además, esta experiencia me ha ayudado a desarrollar una mayor empatía hacia
los demás. Dándome cuenta de que todos pasamos por situaciones de sufrimiento que nos suponen un reto y nos pueden cambiar la vida. Por lo tanto, ahora soy capaz de apoyar a los demás en sus momentos más vulnerables.
En conclusión, gracias a la Charla de Newman sobre la muerte, he encontrado un
motivo para reflexionar sobre estos temas ofreciendo mis experiencias personales relacionadas con la muerte. La muerte, a priori puede ser un tema oscuro y temido por muchos, pero nos enseña la fugacidad y fragilidad de la vida humana. Ya que sin previo aviso nos ataca cuando menos la necesitamos. No obstante, la muerte, desde mi punto de vista, debemos localizarla para mejorar nuestra actitud y poder sacar una reflexión de ella. Pues, al fin y al cabo, siempre será nuestra fiel compañera.
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