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Presses Universitaires du Midi

La poesía social-revolucionaria en el Salvador y Nicaragua : Roque Dalton, Ernesto Cardenal


Author(s): Ole ØSTERGAARD
Source: Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, No. 42, Littérature et Société en
Amérique Latine (1984), pp. 41-59
Published by: Presses Universitaires du Midi
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40851179
Accessed: 10-06-2016 10:20 UTC

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La poesia social-revolucionaria
en el Salvador y Nicaragua :
Roque Dalton, Ernesto Cardenal
PAR

Ole ©STERGAARD
Odense Universitet.

En estas páginas trataré de esbozar, someramente, algunas lineas


générales en el desarrollo de la poesia « comprometida » en dos
espacios sociales de Centroamérica donde la liquidación de la heren-
cia feudalcolonial y la crisis de un capitalismo oligárquico y depen-
diente se hicieron (y se hacen) sentir más violentamente - y donde,
por supuesto, está más adelantada una respuesta revolucionaria. Esto
nos permitirá, espero, ver aquella producción y algunos de sus logros
más destacados, como paradigmáticos para toda la region, e incluso
discutir sus posibles implicaciones a un nivel global.
Empleo el concepto de « sistema literário social-revolucionario »
tal como Io ha elaborado A. Losada, entre otros : « Aislamos três ele-
mentos... en donde se configura tanto el nuevo paradigma estético
como Ia nueva forma de relación social que pretenden institucionali-
zar : su socialización, vinculándola a Io popular; su politización, refi-
riéndola a las contradicciones sociales de una totalidad y tomando
partido por los oprimidos; y su historización, proyectândola a una

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perspectiva utópica de superar el actual orden dominante capitalista


y de fundar un sistema alternativo socialista. » (A. Losada 1983,
p. 305). La « nueva forma de relación social » resultó ser Ia más fácil
de comprobar, por Io menos en sus aspectos inmediatos : los textos
examinados aqui ya se instalaron en una amplia contextura de renova-
ción social, figurando citados con gran frecuencia en materiales de
conscientización política de tipo vario : antologias, ensayos y artícu-
los que abordan Ia problemática histórica actual, libros de debate,
canciones de protesta, etc.
Mayor dificultad implica el concepto de creación de un nuevo para-
digma estético, y no pretendo solucionaria aqui; supongo (junto con
Carlos Rincón, 1978) que reside en cierta capacidad dei sujeto pro-
ductor para analizar Ias relaciones entre « Ia realidad » sociohistórica
y los discursos sociales y culturales vigentes, y construir a base dei
análisis, con los procedimientos literários pertinentes, Ias respuestas
precisas a una situación histórica de crisis, creando así, más que
nada, puesto que de poesia aqui tratamos, nuevas estructuras de
sentimiento aptas para liberar, en los sujetos receptores, los deseos
de una vida mejor, que aquella situación había de j ado reprimidos,
alienados, o flotantes.
Para llevar a cabo una investigación que tome en cuenta estos pos-
tulados haría falta elaborar teoricamente ciertos elementos comu-
nes y complementarmos de Ia investigación literária sociohistórica, Ia
semiologia literária, y una psicologia social dialéctica, Ias dos últimas
sobre todo en relación con la recepción. Mientras no se haga, Io dejo
como hipótesis de trabajo.
Los - escasísimos - investigadores que se ocupan de Ia poesia
social-revolucionaria de El Salvador (p.e. H. Castellanos Mora 1980)
están de acuerdo en seõalar a Oswaldo Escobar Velado (1919-1961)
como el padre de esa poesia, que se quiere colaboradora de los inten-
tos de cambiar una sociedad cruelmente injusta. Si los anos inmedia-
tos a Ias masacres de 1932 y la subida al poder del gral. Martinez
(Martínez-Kampf como Io llamaría más tarde R. Dalton) significo (con
la excepción de P. Geoffry Rivas) el acallamiento de las voces críticas,
es con el advenimiento de los gobiernos democráticos, de tendência
progresista, en Guatemala (1944-54) cuando vemos surgir, en el exílio,
una poesia salvadorena renovadora y revolucionaria. E. Velado pro-
duce textos sumamente desiguales, a veces meramente patéticos y
declamatórios (como senala con razón J.R. Cea en la introducción a
su antologia, 1971), pêro entre los cuales se cuentan también algunas
de Ias diatribas antioligárquicas todavia más eficaces de Ias letras
salvadorenas. Como dice de él Manlio Argueta : « Sus poemas se leen
en los refúgios subterrâneos/ con luz de astitlas de pino, /.../ Todos

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LA POESÍA SOCIAL-REVOLUCIONARIA 43

te recordamos .../... como la picazón/ de los insectos o los estertores


de Ia vida. » // (M.A. 1982, p. 94-95).
« Pátria exacta » (Cea 1971, p. 257-60) es el título polémico de su
poema más conocido, donde desde el título se enfrenta con la realidad
para muchos nada exacta de su país, y sus ambivalencias sociales, que
consisten precisamente en ocultar con falsos optimismos Ia explota-
ción. Hay una verdad reprimida, amarga para el agitador : el pueblo
no está unido (en aquel entonces), no protesta con los punos en alto,
sino que vive sumido en la miséria y en una ignorância casi animal :
« ...un panai de hombres/ que no sahen siquieral de donde viene el
semen/ de sus vidas/ inmensamente amargas/ ». Y emplea toda su
retórica para hacer que este sujeto ignorante encuentre de propia
mano Ias verdades manipuladas desde el poder; le corta a este su
discurso demagógico en trozos para abrir brechas de duda, brechas
para Io callado : « Ayer oí decir a uno de los técnicos/ - ι en propa-
ganda, quizá ? - expertos en cuestiones/ económicas, que todo/ -
l va a Ia mierda ? - marcha bien; que Ias divisas/ - & sirven para
el desarrollo social ? - en oro de Ia pátria/ iluminan Ias noch.es/ -
l de los salvadorenos ? - de Washington./ (Las preguntas, obvia-
mente, son mias.) Y continua : « /... que el precio/ dei café se man-
tendra/ como un âguila ascendiendo/ y que somos/ un pueblo feliz
que vive y canta. / » El vuelo de águila de las cotizaciones en la bolsa
de Washington desmiente con sus garras aquella felicidad postulada.
A este pasaje contrapone Ia descripción de los barrios pobres, donde
el término de Ia línea de ja un elemento cotidiano banal y familiar
a Ia espera de su predicado, que luego sigue con todo su peso de
frustración, en vez dei valor de intimidad esperanzadora que pudo
haber tenido : /la orilla de un marco de retrato/ apolillado, .../a
cómoda/ donde se guardan Ias boletas/ de empeno... el escaso pan
junto a los lunes/ huérfanos de horizontes,.../ Si ai comienzo dei poe-
ma nos había mostrado la inconciencia, amenazada, del pueblo como
« un rio de dolor que va en camisa/ (= el pueblo todavia solo par-
cialmente, metonímicamente humano) y un puno de ladrones/ asai-
tando/ en pleno dia/ Ia sangre de los pobres/ », ai final ya es capaz de
precisar las fatales e inevitables (si nadie reacciona) consecuencias
de Ia explotación vampiresca : « Esta es mi Pátria : 14 explotadores/
y millones que mueren sin sangre en las entrarias. / / » De Ia génesis
caótica, inconsciente, surge así la imagen de una sociedad más neta-
mente distribuída en papeies sociales con los cuales pueden identifi-
carse los sujetos lectores. Tienen Ia alternativa de ponerse ai lado de
« ...Io que somos : / un pueblo doloroso J un pueblo analfabeto,/ » o
pueden juntarse con los irresponsables que no hacen sino disfrutar de
« La noche iluminada para besar en Cadillac/ a una muchacha

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44 C. DE CARAVELLE

rabia/ », definiéndose este grupo entonces genericamente, sin artículo


ni determinación humana, como Io que no somos. El poeta, a su
lado, se escinde en el agitador omnisciente, cuya actitud define
y demuestra : « Esta es la realidad, a esto se le llama Patria, yo grito,
afirmo y aseguro, » y en el testigo de su sociedad : « Ayer oi decir... »,
además de participar en el sujeto colectivo de los explotados : « Los
que nada tenemos como no sea un grito. » Esta escisión casi esqui-
zofrénica dei yo poético surge como la única solución para el dilema
de tener que identificarse (creando así vários grados de identificación)
ai mismo tiempo con el explotado más o menos ignorante, con el
observador que ya tiene sus dudas, y con el luchador plenamente
consciente. Y el poeta tampoco se excluye hipocritamente, en actitud
de vanguardia infalible, de Ias ambivalencias sefialadas, sino que
confiesa participar en el difícil proceso de redefinición de Ia Pátria,
donde Ia insistência en una pátria utópica puede siempre recaer en
un escapismo idilizante : « Y a esto amigo se le llama Patria/ y se le
canta un himno/ y hablamos de ella como cosa suave./ » Este desliza-
miento de persona a persona, de lo impersonal a lo personal, es la
suave persuasion del que quiere tejer la unidad.
Dialécticamente retoma ese problema en « Contra Canto a Sonso-
nate » (Cea 1971 p. 255-56) - una de las localidades seriamente afec-
tada por las masacres de 1932 : ι Como proceder, para no dejar en
manos de los patrioteros (« poetas del alpiste ») toda la belleza y
encanto de la Patria ? Ε. Velado emplea la negación en su función
freudiana : « No hablaré de Juayúa ni de su alta cintura » etc., para
permitir el escape de los deseos de felicidad y nostalgia, en un marco
nacional más justo, junto con la consideración de « tu dura geogra-
fia asesinada ».

Sus acusaciones bien estructuradas, a fin de cuentas optimistas,


evitan que la realidad se le aparezca totalmente negra y pesadillesca,
tal como es el caso de los poetas sarcásticos que publican en los anos
sesenta, como p.e. M. Argueta (1935) que en su « Post Card » (Cea
1971, p. 359) nos advierte contra las delicias naturales del território
nacional : « Pêro jio vengas a él, si quieres conservar la vida », y
cuyos « Cazadores de mariposas » (Cea, p. 355) se revelan como
ninos sucios y pobres, para los que la áurea mariposa es un mero sus-
tituto del hambre si se vende.

Un poco anterior a E. Velado, y quizá por esto más marcado por


el aplastamiento total de toda forma de resistência popular, en
1932, P. Geoffry Rivas (1908) llevó más lejos los intentos de indagar
en la propia complicidad con las estructuras clasistas de su pais. En
su « Vida, Pasión y Muerte del Anti-Hombre » (Cea p. 189-194), escrito
en 1933, se autocrítica, para no decir que se autoflagela, en los

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LA POESÍA SQCIAL-REVOLUCIONARIA 45

siguientes términos : « Pobrecito poeta que era yo, burguês y buenoj


Espermatozoide de dbogado con clientela,/ Oruga de terrateniente
con grandes caf étales y mïllares de esclavos./ Embriôn de gran senor,
violador de mengalas y de morenas siervas campesinas. » Ahí, sepa-
rándose de su base social y sus formas larvarias de vida, se atreve a
iniciar la búsqueda de « la solución del problema más grave que arras-
traban (i.e. los escritores centroamericanos de origen burguês que
escriben para un ambiente todavia analfabeto) desde su origen : su
no-identidad con su propio pueblo, por pertenecer al sector domi-
nante que lo rechazaba. » (A. Losada 1982, p. 80).

A pesar de que sus posturas originales de rebeldia anarquizante le


llevaran más tarde a un conformismo lamentable, este mea culpa irre-
vocable le servirá a su vez como punto de partida para su propio
examen de conciencia al que, de acuerdo con todos los investigadores,
podemos considerar como el máximo exponente de Ia poesia social-
revolucionaria en El Salvador, Roque Dalton (1935-75). Bien que
quedara trunca su obra, debido a su temprana y trágica muerte, es
demasiado vasta y heterogénea para abarcar en un esbozo como este
(y estoy actualmente Uevando a cabo un extenso estúdio sobre él);
aqui senalaré brevemente algunos de sus aportes más decisivos a Ia
temática escogida.
Primero, de un modo general, incorpora, más consecuentemente
que sus contemporâneos, los logros de las vanguardias europeas y
latinoamericanas, no para crearse un mundo subjetivo y hermético,
sino instalándose en una autêntica confluência de vanguardismo polí-
tico y literário (precisamente lo que para C. Rincón (1978) caracteriza
lo mejor de Ia poesia latinoamericana dei siglo XX.) Esta continua
atención a los experimentos y rupturas a nivel continental e interna-
cional le permite a R. Dalton renovar el panorama de Ia poesia social-
revolucionaria, principalmente en très puntos : a) Favorece Ia intro-
ducción en « lo político » de elementos relegados ai nivel subcons-
ciente : los temores y angustias, las impotencias, los deseos imposi-
bles con sus fantasmas, etc., elementos que demasiado a menudo son
considerados no tener un lugar en el discurso tradicionalmente racio-
nal, científico y consciente que se emplea para hablar de Ias cosas
serias, b) Practica Ia crítica despiadada o suave, según el caso, de Ia
retórica ai uso para cantar el pueblo, denigrar Ias injusticias, atacar
Ia oligarquia y el imperialismo, etc. : « Al igual que un gran número
de poetas latinoamericanos de mi edad, parti dei mundo nerudiano,
o sea de un tipo de poesia que se dedicaba a cantar, a hacet Ia loa, a
construir él himno, con r espeto a Ias cosas, el hombre, las sociedor

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des... Si en alguna medida logre salvarme de esta actitud, fue debido


a la insistência en Io nacional. » (Benedetti 1972, p. 19). c) Por fin
R.D., tanto en su poesia como en su vida política trato siempre de
poner al dia sus ideas acerca de la revolución y las vias que conduci-
rian al cambio social anhelado, contraponiéndose a cualquier forma
de dogmatismo que impidiera un acercamiento eficaz y comunicable
a la realidad compleja de su pais y de su continente.
Los très puntos destacados (para simplificar) a veces redundan en
lo mismo, puesto que R.D. parece haber entendido antes que otros
muchos, que lo que podia osificar el discurso poético de intenciones
social-revolucionarias, era precisamente la negativa de aceptar lo pro-
blemático, lo aún-no-resuelto, los temores, dudas, taras, y deseos
reprimidos, tanto en el sujeto que se queria revolucionário como en
aquellos a quienes se queria conscientizar.
El amalgama que emplea, las más de las veces, para superar este
escólio, es el tratamiento humorístico o irónico de los temas sagra-
dos, lo que no excluye en él la nota sarcástica o francamente trágica.
Adernas observamos, en general, un progresivo endurecimiento en el
tono de sus escritos que corre paralelo con su acercamiento gradual
a posturas guevaristas, lo que finalmente le impulsa (en 1970) a ingre-
sar en la guerrilla. Esto hay que verlo en relación con la capacidad
dei regimen para tragarse y digerir a sus jóvenes rebeldes, que
parece haber sido considerable, en los anos sesenta por lo menos, a
juzgar por Ia novela de R.D. Pobrecito poeta que era yo (Ed. 1976;
escrita en los sesenta). En ella, esos jóvenes bienintencionados tienen
p.e. que escuchar incrédulos como un coronel borracho se entu-
siasma sentimentalmente con la « Patria exacta », sin por eso aban-
donar sus convicciones autoritárias, lo que comentan así : « Por
baboso se va a hacer cargo, si en dos anos de Subse se ha hecho
milionário. Y adernas ya le agarro Ia sentimental. En un rato más
nos va a querer besar y ensalivar a todos. » (p. 221). Debido a esa
actitud que sabe neutralizarlo todo paternalmente, discuten si con-
viene o no seguir escribiendo dentro dei aparato dei poder, corriendo
así el riesgo de convertirse en rehenes del sistema.
Pêro veamos de cerca algunos ejemplos de los puntos arriba men-
cionados.

a) La manifestación de elementos reprimidos.


En « Asesinado en la calle » (R.D. Poesia 1980, p. 67) el poeta-testigo
sigue preguntándose, como en un estado de choque, por lo que no
quiere créer ni aceptar : « Desde tu corazón allanado por el plomo/
£ no me darás Ia mano ? /.../ Desde tu derrumbada piei/ ό no me
darás Ia mano ?/ Desde tus venas asombradas por desembocar en el
aire/ ι no me darás la mano ? » Pero si en el mundo real se reconoce

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LA POESÍA SOCIAL-REVOLUCIONARIA 47

la dolorosa imposibilidad de contacto con el muerto, y con la incom-


prensible crueldad de su muerte, la misma negación repetida revela, a
nivel de la ficción y de los sentimientos, que no se interrumpen, una
contraimagen simbólica, las manos efectivamente estrechadas, y se
realiza la transformación del sentimiento de horror, del reconoci-
miento de la pérdida irremediable, en deseos violentos de superar
ese estado de cosas : « En la horrísona calle amotinada/ tu inmóvil
muerte es la estatua de nuestra furia. »
De igual manera, en « Preparar la próxima hora » (R.D. Poesia,
p. 154) el encarcelado, después de pasar por una serie de estados
negativos, de privación (sentimientos de humillación y absurdo, de
terror, de falta de cualquier forma de carino) siente de pronto como
todo Io que le fue negado se junta y se sintetiza en un estado de
ânimo agresivo y liberador : « ...qué bella viene de pronto Ia cólera :
/.../.„cólera, cólera, oh madre preciosa, justa raiz de sed,/ has lie-
gado. » Por fin, uniendo deseo y agresión, puede preparar Ia próxima
hora, Ia preparada ya por Che Guevara y los otros que le antece-
dieron.

Podemos rastrear, en textos como estos, los fundamentos para una


antropologia liberadora, una nueva educación sentimental, en la cual
la toma de conciencia colectiva acerca de Ia supresión de necesidades
y deseos produce instancias agresivas, con la función revolucionaria
de querer eliminar todo Io que les impida volver a sus raíces no-
agresivas : « Oh mi pais sus ojos descarnados/... Menudo esfuerzo
hice para tener fe tan solo en el deseo/ y en el amor de quienes no
olvidaron/ el amor y la risa. » (« La Verdadera Cárcel », R.D. Poesia
p. 162).
b) Renuevo dei discurso poético social-revolucionario mediante el
humor, el desenfado, la paradoja, etc., a menudo como el resultado
inevitable de la inmensa distancia experimentada entre lo que se
quiere y lo que se puede, entre discursos más o menos triunfalistas y
la dura realidad del oprimido que lo tiene que mirar todo desde el
subdesarrollo.

Los ejemplos en esa rama abundan en R.D.; cuando p.e. evoca la


figura de Karl Marx (« Karl Marx », R.D. Poesia, p. 68) termina asi su
loa : « tú oh gran culpable de la esperanza/ oh responsable entre los
responsables/ de la felicidad que sigue caminando. » Empleando el
oh romântico, y la reiteración de los exorcismos y de las letanias,
R.D. nos alígera el peso del ensalzamiento, advirtiéndonos al mismo
tiempo contra lo que puede haber de ritual y alienador en el culto a
la personalidad. Del mismo modo, en su « Para un poema en el
centenário de Lenin » (R.D. 1970), después de tomarse el pelo a si
mismo, recordando una poesia suya muy juvenil : « Para tos asesinos

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de mi Pátria /.../ quiero el odio de Lenin,/ quiero el puno de Lenin,/


quiero la pólvora de Lenin », etc., y después de pasarnos por un estra-
falario « concurso en el tercer mundo », con definiciones variopintas
de Lenin, al uso de cada quien, llega a recordar como, en 1957, no
sono lo siguiente : « Hay que dinamitar el mausoleo, para que Lenin
salga de entre las gruesas paredes de marmot... » Por fin, todo su
libro « Las Historias prohibidas del Pulgarcito » (1974) se puede
considerar como un intento de hacer historia pátria, sin caer en lo
demasiado obvio o trillado, y guardando el respeto por « Ia santa
malícia popular » (Poema a Lenin), que a veces se expresa como si
fuera solo « por joder », cuando en realidad se trata dei escape
irrespetuoso necesario para aguantar condiciones de vida agobiantes.
R. Díaz Borbón (1979-80) nos describe así este potpourri increfble y
lúcido : « Miscelânea de mil cosas y de mil formas, Ia historia prohi-
bida, es decir, Ia verdadera historia, aquella que durante siglos ha
fluido tormentosa, subterrânea por Ias venas de El Salvador, se
adentra en un território desigual, suma de complej idades que por
cotidianas no son más facilmente identificables y aprehensibles, una
matéria de por si rebasante de los linderos de Ia inteligência común
como aquellas manifestaciones invisibles, semiocultas, disfrazadas,
de Ia orgia dei poder económico y político ejercido desde el Estado
por una clase, en detrimento dei desenvolvimiento de Ia clase pade-
cedora. Es esa misma malicia que alienta su ataque contra Ia « Oh/
ligarquía » (p. 197), o cuando R.D. nos hace un carinoso reportaje
sobre los paisanos que andan dispersos por el mundo : « Guanacos,
hijos de puta,/ Eternos indocumentados,/ Los hace-lo-todo, los
vende-lo-todo,/ los come-lo-todo/ Los tristes más tristes dei mundo/
Mis compatriotas, mis hermanos.// » (« Poemas de amor », p. 211).
En « Todos » (p. 128-29) se enfrenta con el recuerdo de Ia desastrosa
rebelión de 1932 y las consiguientes masacres, cuyas consecuencias
más nefastas parecen haber sido el desânimo general que causo
entre Ias fuerzas progresistas dei país; R.D. aborda el triste tema sin
rodeos ideológicos, tratando de sacar fuerzas de flaqueza, para evitar
cualquier triunfalismo irreal o cualquier falso optimismo : « Todos
nacimos médio muertos en 1932 /.../ Unámonos médio muertos que
somos Ia pátria... » y apelando por fin, humorísticamente, a « La todo-
poderosa union de nuestras medias vidas ».

c) R.D. como crítico de posturas marxistas y revolucionarias dog-


máticas, hipócritas o inhumanas. - A pesar de haber practicado él
mismo (èn « El intelectual y la Sociedad », 1969) el culto incondicio-
nal a los líderes y al Partido, con Ρ mayuscula, también (en « ι Revo-
lución en la Revolución ? », 1970) ha llevado a cabo un análisis pre-
ciso y bien documentado, del reformismo de los partidos comunistas

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LA POESÍA SOCIAL-REVOLUCIONARIA 49

latinoamericanos, y su retórica, que les ha impedido entender sin


prejuicios la composición real de la población latinoamericana, y la
necesidad de la lucha armada. (El P.C.S., en efecto, reconoció este
último error en 1980).

En su poesia R.D. critica, tal como ha subrayado I. Lopez Valleci-


llos (1976), directa e indirectamente una serie de lacras en la izquier-
da de su tiempo : ataca sin ambages las herencias dei estalinismo :
« El movimiento comunista internacional ha venido sopesando/ la
gran mierda de Stalin. » (« Taberna », R.D. 1980, p. 218); hace mofa
de las tendências burocráticas : « Ah oficinas de la Revolución »
(« Por las dudas », de Taberna, R.D. 1980, p. 194); alude a la « justi-
cia » sumaria y personal de ciertos grupos de la extrema izquierda :
« El hello nino/ reden expulsado de nuestras filas, pêro/ aún hello/
recibe un tiro en el ojo/ y todos los huîtres del mundo/ piden permiso
para entrar en la ciudad. »/ (ibid.); tampoco se perdona a si mismo,
cuando p.e. dirige sus pullas contra el elitismo y el heroísmo fácil y
falso : « /Pohesía/.../ querida & quê haríamos sin ti/ los cultos,/ los
duros,/ los responsables,/ los preocupados/.../ los Hombres Nuevos
de segunda mano/ los monolíticos/ los firmes/ los la-Guardia-muere-
pero-no-se-rinde/ », etc., (« Tampoco asi », de « Un Libro levemente
odioso », R.D. 1980, p. 268). - Por eso me parece erróneo, y descorazo-
nador, el intento de E. Lopez Morales (1982) de fabricamos un R.D.
estalinista, enemigo de « la primavera de Praga » : « Sin duda, sus
esperanzas son golpeadas por una realidad caracterizada por un
cinismo existencial revelador de un proceso ideológico, social, eco-
nómico, cultural, político que involuciona y donde Ias fuerzas revi-
sionistas y oportunistas, de hecho, catalizan y preconizan un retorno
ai capitalismo. » Ese cinismo aparece, indudablemente, en Taberna,
pêro más bien como un sintoma, entre otros sintomas dje signo dis-
tinto, de acuerdo con el punto de vista escogido por Dalton para Ia
construcción dei poema, que es ima vision complementaria, de verda-
des que se contradicen en su asincronismo, vision a la vez crítica
(por contrastes) y plurifocal, problematizadora y humorística. S. Yur-
kievich (1978 p. 141-43) apoya, casi excesivamente, esta lectura de
Taberna, cuando declara : « Dalton se rebela contra Ia censura polí-
tica que denigra todo tratamiento artístico de la palabra, todo mani-
puleo que no corresponda ai valor de uso. Brega por un realismo que
reconozca Ia realidad verbal, por un materialismo que aprecie Ia mate-
rialidad de Ia lengua. ... Aunque vectorial, su historicismo no tolera
ni Io lineal ni Io monódico, ni dogma, ni fijeza. Se trata de contrapo-
sición dialéctica, de relatividad comunicante entre Io personal y Io
social en busca de Ia concertación más rica, en busca de un común
denominador más justo pêro no reductivo. »

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50 C. DE CARAVELLE

Si bien, a veces, en sus escritos « ideológicos » forzosamente más


unilineares - R.D. se acerca a formulaciones maniqueas como « den-
tro de la revolución, todo, y fuera, nada », podemos concluir que, en
cuanto a su poesia, es el suyo un signo eminentemente crítico, nunca
utópico, siempre atento a una realidad concretamente compleja, y que
por eso mismo puede asegurarnos que cuánto más nos acercamos a
un comunismo verdadero, mayores y más humanamente importantes
serán los problemas. (Leer « Sobre dolores de cabeza », Taberna,
R.D. 1980, p. 183).
Para que « el dictariado de Ia proletadura » (R.D. 1976, p. 216)
resulte en un estado de cosas donde todos tengan, en principio, igual
acceso a Ia formación dei país, R.D. entendió que, más que nada, era
necesario saber acortar Ias distancias entre los vários sujetos socia-
les oprimidos. R.D. ha hecho una gran labor (en « ι Revolución en
la Revolución ? ») para revalorizar p.e. el papel del intelectual revolu-
cionário de procedência (pequeno)-burguesa, y del campesinado po-
bre, y se ha penetrado con los sentimientos de abandono, invalidez, y
comprensión parcial de su realidad dei ser alienado bajo el capita-
lismo (ver p.e. « El Humillado » R.D. 1980, p. 93, o « La segura mano
de Dios », ibid. p. 125, que ahora existe en version teatral). Ha tratado
de elaborar una vision sintetizadora para el sujeto revolucionário de
hoy, p.e. en los vários poemas de Ia cárcel, donde el preso político
tiene ocasión de comprender que todos los presos están ahí como el
resultado de las injusticias sociales, y que (en « Huelo mal », R.D.
1980, p. 158) si su propio mal olor le recuerda su « pequena catás-
trofe » personal, también forma parte dei más extenso « /c/olor de
luto », el hedor de la muerte, y el olor a « sudor del hierro » de los
paisanos fuera de la cárcel, que viven y trabajan en condiciones car-
celarias.

Dirige su lenguage crítico contra la colonización en todas sus for-


mas, contra la sádica opresión de la oligarquia, contra un tipo de
marxismo que no quiere ponerse al dia con respecto a la realidad
latinoamericana, y contra un liberalismo burguês de fachada, « demo-
crático », p.e. en sus « Poemas Clandestinos », donde constata que
hay libertad, y libertad de expresión, según los centavos de que se
dispone (« Estadísticas sobre Ia libertad », R.D. 1980, p. 310).
Lamento no poder comentar en estas breves páginas Ia importante
obra poética de muchos contemporâneos de R.D., como Claribel
Alegria, Roberto Armijo, Ricardo Bogrand, etc., de poetas más jóve-
nes, y de los que, sin que se conozcan todavia bien en otros países
sus obras, escriben y luchan en la guerrilla.

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LA POESÍA SOCIAL-REVOLUCIONARIA 51

Al contrario de lo que era el caso para El Salvador, que contaba ya


coo poetas socialrevolucionarios, en el sentido pleno de la palabra, en
los anos cuarenta, pêro donde los intentos de renovar el lenguaje
con los aportes de Ias varias vanguardias eran tardias (R. Dalton, en
los anos sesenta), en Nicaragua ya se instala una vanguardia literária
en los anos treinta, liderada por P.A. Cuadra, Coronel Urtecho, y
J. Pasos. Politicamente, este movimiento era antes que nada anti-
imperialista, y por lo demás bastante reaccionário. (Ver J.E. Arellano
1977). Como comenta agriamente el Comandante Wheelock (citado
aqui de un interesante artículo de J. Valle-Castillo (1980), que matiza
bien esta problemática) : « escribían... en nombre de una preten-
siosa renovación que se inspiraba en lo político nada menos que en
el fascismo y el nazismo, mientras que en lo literário se limitaba a
fabricar pastiches de los movimientos culturales decadentistas de
Europa y los Estados Unidos de los anos veinte. »
Sin embargo, Ia renovación de los lenguajes poéticos socialrevolu-
cionarios se debe, sin duda, en no poça medida a los aportes de Coro-
nel Urtecho y J. Pasos. Veamos una cita, de corte dadaísta, de este
último : « Se venden soldaditos de plomo vestidos de gala/ Se ven-
den soldaditos de chocolate vestidos de gola,/ se venden soldaditos de
azúcar vestidos de gula./ Los qviones/ estado-unidenses/ salen a
repartir bombones/ a los inditos nicaragüenses. » (Poesia Revolucio-
naria Nie. 1962, p. 23). El empleo de un lenguaje presuntamente infan-
til no tiene aqui nada de decadente sino que connota la inmadura
irresponsabilidad de los paisanos que se dejan enrolar como meros
juguetes, o carne de canón, para un gobierno-titere que colabora
con los EEUU en el intento de aniquilar la resistência sandinista.
Por eso puede decir con razón de él E. Cardenal : « Recordadle/
cuando tengâis puentes de concreto,/ grandes turbinas, plateados
graneros/ buenos gobiernos./ Porque él purifico en sus poemas el len-
guaje de su pueblo,/ en él que un dia se escribirân los tratados de
comercio,/ la Constitución, las cartas de amor, y los decretos. »
(Ibid., p. 55).
Ese « lenguaje de su pueblo », y al servicio de sus intereses, es lo
que, una generación más tarde, vemos desembocar en el llamado
exteriorismo, (ver p.e. A. Veiravé 1975), parado jalmen te inspirado de
un lado en la tradición antiimperialista sandinista, y del otro en los
experimentos de un Ezra Pound, que « nos ha ensefiado que en la
poesia puede decirse todo, meter anéedotas, documentos oficiales,
citas, trozos de cartas y telegramas, chistes, ideas económicas y socia-
les, anúncios comerciales. » (Ε. Cardenal, en Presente, sin fecha).
A mi modo de ver, la genialidad del llamado exteriorismo de Carde-
nal consiste sobre todo en haber sabido tomar Ias armas dei inmenso

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52 C. DE CARAVELLE

y sofisticado aparato de propaganda del capitalismo y del imperia-


lismo, para volverias contra ellos.
Así, cuando Cardenal, reiteradamente, nos advierte (p.e. en Los
Salmos) contra los slogans : « ι Hasta cuándo dejaréis de hablar con
slogans/ y de decir pura propaganda ? »/ (Salmo 4, E.C. 1978), en
realidad él se muestra igualmente ducho en acunar un mensaje (de
signo opuesto, sin duda), para que se pegue ai oído y penetre Ias
defensas del lector : « i Acaso el derecho de ustedes no es c/asista ?/
el civil para proteger Ia propieda<J privada/ el Penal para. aplicarlo
a Ias c/ases dominadas. »/ (Salmo 57, E.C. 1978). La poesia de Carde-
nal es una poesia que destaca por sus efectos « jakobsonianos ».
A W.B. Berg (1982) le debemos un hermoso análisis de como fun-
cionan, a nivel de sentido, estos paradigmas, de sonidos y simetrias
sintácticas, coocurrencias, etc. - Lo especial, en Cardenal, es que nos
présenta textos aparentemente simples, a menudo de gran vuelo
épico, con un contenido histórico o actual y cotidiano, y que Uevan
esos efectos « dentro », casi escondidos, para que no se reciban como
« poesia » en el sentido tradicional, dei mismo modo como procede
Ia propaganda comercial cuando nos lanza anúncios con paralelismos,
juegos de palabras y chistes, que a veces solo obran a nivel incons-
ciente. Esos aspectos de Ia poesia de Cardenal ya comienzan a recibir
Ia atención debida, y aqui me limitaré a dar unos poços ejemplos,
para poder discutir algunos puntos-clave de su poética.
Al final de « Hora O » (1960; C. Antologia 1978) Cardenal enumera
três de los mártires de Ia rebelión antisomocista de 1954, en que él
mismo tomo parte : « Adolfo Báez Bone; Pablo Leal sin lengua;/ Luis
Gabuardi mi compafiero de clase ai que quemaron vivo. » Uno ai que,
por leal le cortan Ia Zengua, otro, quemado; ι y el primero ? Pues su
nombre lo indica; es ahora bone, o hueso muerto, como un chiste
en realidad nada divertido, un contrachiste. - Al comienzo de « Hora
O » Cardenal introduce así a Sandino : « Había un nicaragüense en
el extranjero,/ un « nica » de Niquinohomo »; Ias três repeticiones
de /nik/, y el anagrama no-homo, como no-hombre equivalente a un
hombre cualquiera, revela que, bajo Ia mención dei nombre propio
y único se alude a algo genérico, una posibilidad más general para
cada uno de practicar el cambio social que le toco a Sandino iniciar.
Este empleo masivo de los nombres propios está en consonância
con la poética expresa de Cardenal : « Creo que es posible encontrar
en mi poesia algunas fórmulas o regias. Una de ellas, por ejemplo,
es lo concreto en contraposición a lo abstracto. La filosofia es por
esencia abstracta y la poesia, concreta. Un texto poético es más poé-
tico en la medida que es más concreto. Un ejemplo : la palabra
« mujer » es abstracta mientras el nombre de una muchacha - Car-

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LA POESÍA SOCIAL-REVOLUCIONARIA 53

men - es concreto. » (« Charlando con C. » 1977, p. 17). Para una


mirada superficial podia verse en esta actitud los atisbos de un fun-
damentalismo poético, renido con la dialéctica, que reúne Io concreto
con Io abstracto, un empirismo desprovisto de perspectiva, (« los
hechos son los hechos »), como en el materialismo economicista, el
empirismo yankee y aquel de los vários populismos. Sin embargo,
como los ejemplos citados demuestran, no creo que hay que tomarle
a Cardenal 'demasiado al pie de la letra. Movido por un legítimo afán
de introducir a mayor escala hechos concretos de Ia vida social, expre-
sados con giros de aceptación popular, en un género tradicionalmente
más ocupado en cazar esencias poéticas para una élite, Cardenal nos
présenta el nombre propio como archi-presencia de Io concreto. Pêro
si no fuera por Ias connotaciones dei arreglo poético (de Io musical,
a nivel de sílaba, de Io sintáctico, etc.), tales nombres serían difíciles
de comunicar ai interlocutor, puesto que Ia escritura no es ima pelí-
cula, sino un artefacto verbal, interpuesto entre nosotros y « el
mundo », y que requière ser interpretado. Los nombres propios, Ias
citas, los telegramas, etc., apuntan, en su heterogeneidad, a un mayor
número de discursos sociales y, como material linguístico, se prestan
mejor que un lenguaje poético depurado, debido a sus multiples
interrelaciones potenciales, para crear ese efecto de interpretación
total de la sociedad a que visa Cardenal. Por eso, también es cierto
que la mera enumeración de nombres y fenómenos (como p.e. la
interminable lista de nombres de pájaros al comienzo de su « Canto
nacional ») puede resultar contraproducente para el lector y hacer
pensar en un voto de pobreza que se equivoco de lugar.
Encontramos (ver « Charlando con Cardenal » p. 21) una discusión
parecida alrededor de Ia utilización o no de Ia metáfora : « l Y
para qué metáforas si la esclavitud no es metáfora/ ni es metáfora
la muerte en el Rio das Mortes/ ni Io es el Escuadrón de Ia Muerte ? »
(« Epístola a Mons. Casaldáliga », final, C. Ant. p. 266). Cardenal
yuxtapone Ia esclavitud con la no-metáfora mediante Ia predicación,
diciendo aparentemente solo que Ia esclavitud, y la muerte, en Latino-
américa es real, que no se debe tomar en sentido figurado, ni servir
como metáfora poética vacía y fuera de lugar. Establece así una rela-
ción de contigiiedad, una metonimía (ver R. Jacobson 1956) entre
los dos conceptos. Pêro como metonimía encierra también una invi-
tación ai lector para seguir indagando en otras posibles relaciones,
complementarias, p.e. una de causa a efecto : Ia esclavitud como
base material para Ia existência de una cultura alienadora, etc. Lo
mismo con la muerte y el Rio das Mortes. Parece existir una relación
lógica entre el nombre geográfico y las fatales consecuencias de la
actividad del Escuadrón de la Muerte. Pero el lector recuerda quizá

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54 C. DE CARAVELLE

otros muchos nombres geográficos que más bien se contradicen (Pia-


zas de la Libertad, la República de El Salvador, etc.), y que los cuer-
pos de seguridad a menudo no son taies.
Estos dos ejemplos (que representan un gran número de ejemplos)
pueden ayudarnos para entender mejor que se ha querido decir cuan-
do en general se caracteriza a la poesia de Cardenal como épica, de
tendência realista (precisamente las dos formas de escritura que el
texto de Jakobson ve como esencialmente metonímicas). El mismo
Cardenal explica así su procedimiento favorito : « ...Ia poesia se
escribe, sobre todo, con imágenes... En eine, p.e. se muestra la imagen
de un libro y sobrepuesta a ella, la imagen de una bota militar. Estas
dos imágenes juntas crean una tercera. » (« Charlando... » 1977, p. 22).
Lo que Cardenal llama tercera imagen es la semiosis producida por el
lector a base de Io insinuado por la metonimía. El resultado puede ser
una imagen, relaciones lógicas, connotaciones, etc.
Lo curioso es que Cardenal no rehuye de ningún modo de Ia metá-
fora, pêro Ia emplea con parsimonia, y generalmente con fines sinte-
tizadores, como conclusion de un texto. Así Ias últimas líneas de
« Hora O » :

« Pêro el héroe nace cuando muere/ y la hierba verde renace de los


carbones » - nos présenta una variante de la metáfora bíblica « si
el grano no muere » : los campos se queman en abril para que
renazca la hierba, y del mismo modo se renueva un círculo vital
cuando los heroes dan su vida en la revolución, para que renazca una
pátria libre. También el « Oráculo sobre Managua » (C. Ant. 1978) es
toda una metáfora, en que la caída, causada por el terremoto de
1972, de los monumentos del capitalismo y de la tirania es tomada
como profecia de los câmbios que va a llevar consigo la Revolución.
El « Oráculo sobre Managua » es el mejor ejemplo de como Car-
denal, mediante un discurso totalizador, estableciendo la contigüedad
de fragmentos de una realidad no-continua, y utilizando todos los
elementos posibles de codificación, logra crear su superreportaje de
una sociedad donde el terror, Ia destrucción, lo catastrófico, el escân-
dalo, Ia miséria y el heroísmo con su tension dramática le son quita-
dos al monstruo de los mass-media para servir a fines liberadores. El
lector que le sigue en su gigantesco proyecto (en realidad no suyo
sino colectivo) de unir un cristianismo « primitivo » con un marxismo
humanizado, rescatando en el camino valores precapitalistas indí-
genas, comprenderá que el Dios de sus Salmos, aquel cuya respuesta
se busca con ansiosa insistência, con el pedido de « contesta tú ai
telefono » (final de « Oración por Marilyn Monroe ») no es otro sino
él mismo, el lector, somos nosotros, si entendemos para quién tocan
esas campanas,

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LA POESÍA SOCIAL-REVOLUCIONARIA 55

« Un revolucionário es un sonador, es un amante, es un poeta, por-


que no se puede ser revolucionário sin lágrimas en los ojos, sin ter-
nura en las manos... » Estas son palabras dei comandante Tomás
Borge, buen poeta él también. (De Cardenal : « Tocar el Cielo » 1981,
p. 11). Senalan uno de los hechos sorprendentes de Ia revolución nica-
ragüense, la tradición generalizada de expresar poeticamente los sen-
timientos ligados a Ia labor revolucionaria. Por eso, ai lado de Ia
importância decisiva de Ia publicación de « Hora O » (1960) se podría
mencionar a tantos otros poetas.
Edwin Castro, muerto en la cárcel en 1960, expresa bien, en « Ma-
nana hi jo mio, todo será distinto », Ia existência de una tradición
ininterrumpida, a Ia vez poética y revolucionaria : « No encerrará Ia
cárcel tus anos juveniles/ como encierran los mîos;/ ni morirás en
el exílio,/ temblorosos los ojos,/ anhelando el paisaje de Ia pátria,/
como murió mi padre./ Manana, hijo mio, todo será distinto. » (« Poe-
sia Revolucionaria Nie. » 1962, p. 18).
Leonel Rugama, (1950-70) poeta-guerrillero convertido en símbolo
por Ia resistência heróica que le costó la vida (su gesta está descrita
ya en numerosos poemas), nos describe otra tradición ininterrumpida,
Ia dei subdesarrollo y el desnível entre centros hegemónicos y peri-
ferias que irá de mal en peor si nadie rompe, violentamente, el cerco
de los monopolios del saber y del poder, la justamente llamada « espi-
ral de la pobreza » : « La Tierra es un satélite de la Luna » : « El
apolo 2 costó más que el apolo 1/ el apolo 1 costó bastante /.../ Los
abuelos murieron de hambre. /.../ Los padres se murieron de ham-
bre./ La gente de acahualinca (barrio pobre de Managua) tiene menos
hambre que los hijos/ de la gente de allL/ Los hijos de la gente de
acahualinca no nacen por hambre,/ y tienen hambre de nacer, para
morirse de hambre./ Bienaventurados los pobres porque de ellos sera
la luna. » (E. Cardenal : « Poesia Nueva de Nie. » 1974).
M. Cajina Vega (n. 1929) nos muestra otra cara de la revolución, no
la menos importante, si reflexionamos sobre sus posibilidades de for-
mar un dia un « bloque histórico » en Latinoamérica, y es su gene-
rosidad, su afán humanístico, utópico en el buen sentido, por unir
los ideales de justicia con un pluralismo y una participación popular
verdaderos, con respeto por Ias idiosincrasias existentes. Dice en
su « Cartel » : LA REVOLUCIÓN es el hombre/ es el amigo que no
piensa Io mismo/ y vota en contra y sigue siendo el mismo amigo./
LA REVOLUCIÓN es el índio./ LA REVOLUCIÓN es un libro y un
hombre libre. » // (E.C. « P. Nueva de Nie. » 1974, p. 215).
Otro hecho que destaca, es lâ presencia masiva de la mujer en la
revolución, y en su cultura. Michèle Najlis, Gioconda Belli, Rosário
Múrillo, Vidaluz Meneses, y otras, han hecho contribuciones esencia-

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56 C. DE CARAVELLE

les a la poesia socialrevolucionaria, antes y después dei triunfo. En


todas es notable la lucha por quebrar viejas estructuras sentimentales
que impiden la participación de la mujer en una vida nueva y social-
mente más abierta.

Gioconda Belli (en « La madre », G. Belli 1978, p. 34) mantiene


toda la tension y la desgarradura de la guerrillera suspendida entre
las exigências de su propia vida sentimental, y las de su pueblo, sin
ocultar el dolor de ese doble trabajo : « No quiete ya solo a sus
hijos,/ ni se da solo a sus hijos./ Lleva prendidos en los pechos/ miles
de bocas hambrientas./.../ pêro siempre pensando en el grito solo de
su carne/ que es un grito más en ese griterío de pueblo que la llama/
y le arranca hasta sus propios hijos/ de los brazos. » El amor que
siente por su hombre, también Ia desborda y se ensancha hacia los
demás, invirtiéndose así Ia vieja relación metafórica entre guerras y
amores, entre Io social y Io privado : « Mi amor es como un rio cau-
daloso : chorreándose en el cuerpo de mi hombre./.../ dispara con
ametralladora/ su descarga de besos./ Es un amor para cantar vic-
toria, / para llorar heridas y aprender de derrotas. » (G. Belli 1978,
p. 57).
Pêro todas parecen también conscientes de que ese ensanchamiento
de sus vidas es una obra suya de todos los dias, que tiene sus costos y
puede perderse, y que por eso hay que vigilarlo constantemente :
« Ódio Ias concesiones/ romperia mis huesos contra cualquier indi-
cio/ de nueva complicidad »/ (Rosário Murillo : « Un deber de can-
tar » 1981, p. 33).
En cuanto a los talleres de poesia, son importantes ya porque prue-
ban Ia existência de « una poesia escrita por todos », como Io que-
ria Lautréamont. Son muchos los grémios, sítios de trabajo, institu-
ciones y localidades que tienen ya su taller. Lo que allí se escribe (de
Io que conozco) tiene algunos denominadores comunes que permiten
evaluar su función social. Hay mucha poesia amorosa, a menudo
contando peripécias y trances amorosos relacionados con los revuel-
cos de Ia revolución, que cambio seguramente en muchos aspectos los
usos y costumbres amorosas. Su frecuencia da constância de su ori-
gen popular, y muy a menudo Ia temática de estas poesias enlaza con
los grupos siguientes. Hay muchas (i ojalá no hubiera tantas !) evoca-
ciones de los que tuvieron que morir para que otros vieran Ia pátria
liberada. En un país pequeno, tan seriamente afectado y traumati-
zado por sus perdidas. Ia elaboración a nivel colectivo del dolor que
persiste representa un gran esfuerzo terapêutico y de justificación,
cuyo valor dificilmente puede ser exagerado. Hay numerosos testi-
monios precisos y vivos de como Ia gente experimenta el cambio, los
nuevos horizontes, las mejoras y las nuevas responsabilidades : « No

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LA POESÍA SOCIAL-REVOLUCIONARIA 57

descanses » : « El socialismo/ me parece como un sueüo./ El cambio


es lento/ sudor trás sudor/ desvelo trás desvelo. /.../ la paz ganada
con la muerte,/ jóvenes riendo en las vias asfaltadas,} el lago lim-
pio,/ Ninfa Farach cantando otra poesia. » (A. Solórzano, Nicarâuac
núm. 5, p. 171). A veces, entre los testimonios breves casi « haiku »
en su observación concentrada de los detalles significativos de una
nueva existência, surgen largos y apasionantes reportajes que permi-
ten entender mejor una realidad problemática en sus detalles más
mínimos, como el del doctor J. Herrera Salazar {Nicarâuac núm. 6,
p. 87-97) que nos cuenta Ias luchas cotidianas contra Ias moscas, Ias
carências, Ia ignorância, los colegas reaccionários, los enganos de los'
trusts de medicina, etc. : « Seguirá escribiendo sobre Ia guerra decla-
rada/ a Ias diarreas »; - y termina así su poema : « Poesia, amor y
Revolución son la misma cosa. »

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