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Programa de intervención psicológica en pacientes con obesidad mórbida


sometidos a cirugía bariátrica.

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Carlos J. van-der Hofstadt Román


Hospital General Universitario de Alicante
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PROGRAMA DE INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
EN PACIENTES CON OBESIDAD MÓRBIDA
SOMETIDOS A CIRUGÍA BARÍATRICA

Baeza González L* y van-der Hofstadt Román CJ**


* Unidad de Salud Mental. Hospital General Universitario de Elche
** Unidad de Psicología Clínica de la Salud. Hospital General Universitario de
Alicante. Departamento de Psicología de la Salud. Universidad Miguel Hernández.

RESUMEN

Se analizan los resultados obtenidos de 15 pacientes, sometidos a cirugía


bariátrica, junto con variables psicológicas previas relacionadas con la obesidad,
como el índice de masa corporal (IMC), la ansiedad estado-rasgo, la imagen
corporal, la sintomatología bulímica, actitudes ante la alimentación, inadaptación y
calidad de vida, y ver las variaciones en dichas variables a los 6 meses. Se
correlacionan las variables IMC con calidad de vida, para comprobar la relación
entre ellas, y del resto de variables psicológicas se comparan las medias previas a
la intervención y a los seis meses después de haberse sometido a la intervención
quirúrgica. Los resultados obtenidos muestran que en la imagen corporal,
sintomatología bulímica e inadaptación hay cambios significativos previos y a los
6 meses, mientras que en el resto variables no hay diferencias estadísticamente
significativas, ni correlación entre el IMC y calidad de vida.
Palabras Clave: cirugía bariátrica, obesidad mórbida, imagen corporal, calidad de
vida, ansiedad, inadaptación.

ABSTRACT

We analyzed the results of 15 patients undergoing bariatric surgery, along with


previous psychological variables related to obesity, such as body mass index

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(BMI), the state-trait anxiety, body image, bulimic symptomatology, attitudes to


food, maladjustment and quality of life, and see the changes in these variables at 6
months. BMI variables are correlated with quality of life, to see the relationship
between them, and the other psychological variables averages are compared before
surgery and six months after undergoing surgery. The results show that body image
and maladjustment bulimic symptomatology significant changes since the previous
six months, while the remaining variables are not statistically significant, and no
correlation between BMI and quality of life.
Keywords: bariatric surgery, morbid obesity, body image, quality of life, anxiety,
maladjustment

INTRODUCCIÓN

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2006), la obesidad y el


sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que
puede ser perjudicial para la salud.
El índice de masa corporal (IMC) -el peso en kilogramos dividido por el
cuadrado de la talla en metros (kg/m2)- es una indicación simple de la relación
entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y
la obesidad en los adultos, tanto a nivel individual como poblacional.
El IMC constituye la medida poblacional más útil del sobrepeso y la obesidad,
pues la forma de calcularlo no varía en función del sexo ni de la edad en la
población adulta. No obstante, debe considerarse como una guía aproximativa,
pues puede no corresponder al mismo grado de obesidad en diferentes individuos
(OMS, 2006).
No sólo es importante el peso corporal total a la hora de definir obesidad. El
porcentaje de grasa corporal y su distribución en determinados lugares anatómicos
del organismo están relacionados con la morbilidad e incluso con la mortalidad a
largo plazo, y se consideran un factor de riesgo importante para presentar
determinadas enfermedades físicas crónicas y por las repercusiones emocionales y
psicopatológicas que representan (Quintero y cols., 2005).
El proceso de tratamiento quirúrgico de la obesidad mórbida engloba el
quehacer de distintos profesionales (endocrino, cirujano, psiquiatra, etc.), entre los
que se encuentra también el psicólogo. El papel asignado a dicho profesional en los
equipos multidisciplinares dedicados a las intervenciones bariátricas consiste,
primeramente, en realizar una evaluación psicológica de los candidatos a la cirugía
que permita descartar a aquellos pacientes en los que concurra alguna causa
evidente para su no inclusión, al menos temporal en el programa quirúrgico
(Alastrué y cols., 1991). Problemáticas como el alcoholismo, la bulimia nerviosa
grave, los trastornos afectivos, psicóticos, o de personalidad grave son citados en la

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literatura especializada como algunos de los principales motivos para la exclusión


del candidato. Asimismo, la función asignada al psicólogo se extiende a lo largo de
la fase postoperatoria, en la cual debe realizar evaluaciones a corto y largo plazo de
todos los individuos intervenidos con el fin de observar las posibles modificaciones
psicológicas y socioambientales que el paciente va acusando en dicho período y de
llevar las labores de apoyo necesarias basándose en los resultados de dichas
valoraciones (Ruiz y cols., 2002).
La labor del psicólogo en este ámbito es especialmente difícil si se tiene en
cuenta que apenas existen estudios dirigidos a explorar qué variables sociales o
comportamentales predicen los resultados de la cirugía bariátrica, y los resultados
de los pocos trabajos que se han llevado a cabo apenas son concluyentes sobre esta
cuestión (Dubovksy y cols., 1986). En general, los estudios sobre aspectos
psicológicos de la obesidad mórbida y su tratamiento son escasos (Ruiz y cols.,
2002) aunque en los últimos años han empezado a publicarse datos que empiezan a
aportarnos mucho en este campo.
La cirugía bariátrica (CB) es una de las técnicas utilizadas para solucionar el
problema de la obesidad mórbida (OM). Globalmente, la CB tiene como objetivo
corregir o controlar la patología asociada a la OM y mejorar la calidad de vida del
paciente, a través de una pérdida de peso suficiente y mantenida en el tiempo y con
un mínimo numero de complicaciones.
En cierto modo, la técnica ideal apenas obligaría exigir la colaboración por
parte del paciente; es decir, su eficacia a largo plazo debería ser independiente de
este. Pedir al paciente que controle la ingesta de por vida, haga ejercicio
diariamente, tome suplementos orales y/o parenterales a largo plazo y mantenga el
seguimiento una vez estabilizada la pérdida de peso son, sin embargo, requisitos
adicionales sine qua non para garantizar el éxito de la cirugía actual.
De entre las diferentes técnicas quirúrgicas que se utilizan, las más habituales
en nuestro entorno son el by-pass gástrico y la gastrectomía tubular laparoscópica,
siendo ésta última la única que se realiza en el Hospital General Universitario de
Elche.
La gastrectomía tubular laparoscópica es una técnica restrictiva que consiste en
reducir la capacidad del estómago mediante la extirpación, en forma vertical, de la
porción izquierda del estómago (el 80%). La clave de esta técnica radica en que,
por un lado, se disminuye la capacidad del estómago de forma permanente en un
80% (restricción de volumen) y, además, en ese 80% se incluye el fondo gástrico,
pues es aquí donde se produce una hormona que estimula el apetito (ghrelina). El
paciente queda, por tanto, con un estómago más pequeño, en forma de tubo o de
“manga”, lo que permite que se sienta satisfecho con menos cantidad de comida
pero, además, con una reducción notoria del apetito. Presenta un menor índice de
complicaciones quirúrgicas que el by-pass gástrico, teniendo una pérdida inicial de
peso similar.

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Este procedimiento mantiene la continuidad del estómago con el resto del


intestino, sin necesidad de derivaciones o anastomosis intestinales y evita el
síndrome de vaciamiento rápido (dumping), porque preserva la integridad del
esfínter del píloro. Presenta un menor índice de complicaciones médicas debido a
deficiencias nutricionales y requiere un control médico menos estricto que el by-
pass gástrico. La recuperación es muy rápida, requiere un promedio de 4 días de
hospitalización y el reinicio laboral se puede llevar a cabo a partir del 10 día, de ahí
que se ha empezado a proponer esta cirugía como única técnica para bajar de peso.

Algunos aspectos psicológicos en pacientes con OM


Imagen corporal
La imagen corporal es un constructo psicológico multidimensional que
comúnmente se relaciona con el peso en las sociedades occidentales. La obesidad
es un problema complejo y heterogéneo, que se ve incrementado con la
insatisfacción con la imagen corporal que representa una fuente importante de
comorbilidad a nivel psicológico. Una percepción negativa de la imagen corporal,
está asociada con varias consecuencias psicosociales como son la depresión,
problemas en el funcionamiento ocupacional, mal funcionamiento sexual, baja
autoestima, y pobre calidad de vida. Aunque el tema de la imagen corporal ha
recibido mucha atención con respecto a las personas obesas, en los obesos
mórbidos esta cuestión está menos estudiada. (Hrabosky y cols., 2006).
Con respecto a la distorsión de la imagen corporal, encontramos resultados
dispares en diferentes estudios. Por una lado, Dixon y cols. (2002), Stunkard y
cols. (1985), Adami y cols. (1998), y Neven y cols. (2002), sugieren que la
intervención de by-pass gástrico es efectiva con respecto a la mejoría en la
distorsión de la imagen corporal. Sin embargo, no se habla de las razones de esta
mejoría de forma clara.
Para Rosenberg y cols. (2006) la insatisfacción con la imagen corporal está
relacionada con más variables, y los resultados que aparecen en su estudio que
analizaremos más adelante, son consistentes con estudios previos sobre
insatisfacción corporal en candidatos de cirugía bariátrica, como es el estudio de
Grilo y cols. (2005), donde el género, los atracones, y baja autoestima fueron
predictores muy significativos con respecto a la insatisfacción corporal, y en el
estudio de Grilo y Masheb (2005), donde el trastorno por atracón diagnosticado en
mujeres candidatas a cirugía estaba muy relacionado con la insatisfacción corporal.
La insatisfacción corporal está asociada con una puntuación alta en depresión y con
baja autoestima, sin embargo, en el estudio de Rosenberg y cols. (2006), el
perfeccionismo es una variable que apareció como un factor predictor importante.
Otros resultados que aparecieron, en la línea de otras investigaciones, fuero que los
indicadores de funcionamiento psicológico, juegan el rol más importante para
predecir la insatisfacción corporal. Los tres componentes del funcionamiento

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psicológico, depresión, autoestima, y perfeccionismo, predijeron una cantidad


sustancial de la variabilidad con respecto a la insatisfacción corporal en el grupo de
mujeres obesas. Por el contrario, datos demográficos, historia de niñez, e
indicadores físicos y comportamentales, no fueron predictores significativos de la
imagen corporal.

Calidad de vida
La obesidad es una enfermedad que se está desarrollando cada vez más como una
gran epidemia, la cual encabeza una gran variedad de serios problemas físicos y
funcionales. Las personas obesas también sufren discriminación en numerosas
facetas de sus vidas, incluyendo su propio ambiente laboral, social y personal. La
discriminación social afecta adversamente a su salud mental (Mamplekou y cols.,
2005) y por tanto a su calidad de vida, física y psicológica. Son numerosos los
estudios sobre calidad de vida antes y después de la operación de CB en el paciente
OM.
En general, siguiendo a varios autores, encontramos que la calidad de vida mejora
sustancialmente tras la cirugía bariátrica (Boan y cols., 2004), especialmente a los
2 años de la operación (Freys y cols., 2001), pero también después de una largo
seguimiento (Shai y cols., 2003), e incluso a los 6 meses (Sabbioni y cols., 2002) o
tan pronto como se han operado a las 2-3 semanas de la operación (Dymek y cols.,
2002). Sin embargo, el mismo estudio de Dymek y cols., (2002) o el de Zwaan y
cols., (2002) sugieren que la mejoría se deteriora después de algunos años debido a
la estabilización o recuperación del peso, o a la aparición de trastornos en los
patrones alimentarios.
En el artículo de Mamplekou y cols. (2005), dónde evalúan la calidad de vida de
un grupo de obesos mórbidos mediante el cuestionario BAROS, se concluye que el
IMC al cabo de los 2 primeros años de la operación desciende de forma
significativa, a la vez que la puntuación del BAROS mejora considerablemente por
lo que refiere a la calidad de vida del paciente obeso.
El equipo suizo de Karlsson y cols. (1998) concluyeron, en su estudio de pacientes
operados con CB vs. pacientes con tratamiento convencional de pérdida de peso,
que los pacientes que mejoran drásticamente su calidad de vida son aquellos que
tienen una perdida sustancial de peso. Los cambios positivos en la calidad de vida,
después de 2 años de la intervención bariátrica, fueron debidos a la gran cantidad
de peso perdida y a la mejora del comportamiento alimentario. En el grupo
intervenido quirúrgicamente se señala una pobre calidad de vida antes de la
intervención, que mejora significativamente con la pérdida de peso tras la cirugía,
mientras que el grupo con tratamiento convencional, tiene fluctuaciones en las
puntuaciones con respecto a su calidad de vida.

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Personalidad
Los trastornos psiquiátricos son, a menudo, considerados como contraindicaciones
para la CB, mayoritariamente trastornos afectivos y trastornos de la personalidad.
Los pacientes con trastornos psiquiátricos son más proclives a tener un gran riesgo
de complicaciones psicológicas y somáticas tras la cirugía. Sin embargo, varios
estudios muestran resultados conflictivos y predictores no claros. Algunos estudios
sugirieron que la prevalencia de trastornos psiquiátricos en los OM, no es
sustancialmente diferente a la población normal (Stunkard y cols., 1986). Otros,
señalan que los pacientes OM que buscan la operación de CB, muestran más
psicopatología, tales como trastornos del ánimo y trastornos de ansiedad, bulimia,
abuso de sustancias y trastornos de personalidad (Black y cols., 2003).
La mayoría de estudios han encontrado peor pérdida de peso tras la operación en
pacientes con trastornos de personalidad, y sugieren que estos pacientes tienen
dificultades en adaptarse a las fuertes demandas de control con respecto al
comportamiento alimentario que lleva consigo la operación (Guisado y cols., 2003)
Uno de los cuestionarios más utilizados para valorar la sintomatología psicológica
en el paciente obeso ha sido el MMPI-2. En el estudio de Maddi y cols., (2001), los
resultados que aparecieron mediante la valoración de este cuestionario, evidencian
que la psicopatología decrece en los pacientes OM tras la CB.
En el estudio de Tsushima y cols., (2004), lo resultados que aparecieron tras
evaluar a los pacientes mediante el MMPI-2 sugerían que los pacientes que
perdieron menos del 50% del exceso de peso presentaban puntuaciones
significativamente más altas en histeria, paranoia, y escalas concernientes a la
salud, y puntuaciones más bajas en la escala de masculinidad-feminidad, que los
que perdieron más el 50% del exceso de peso. Concluyeron que una medida de
personalidad estándar, el MMPI-2, parece estar asociada con la pérdida de peso al
año de la operación. Los rasgos de personalidad tales como ansiedad y escala que
concierne a la salud, influyeron claramente en los resultados de la intervención.
La mayoría de los estudios más recientes, apuntan a una tendencia general en el
descenso de psicopatología y la normalización de los individuos que se someten a
by-pass gástrico. Según Mamplekou y cols. (2005), esta mejoría, no significativa,
está directamente relacionada con la pérdida de peso. Sin embargo, según Dymek y
cols. (2001), la mejoría psicológica en muchos pacientes, aparece mientras ellos
siguen estando obesos, o unas semanas después de la operación, donde la pérdida
de peso todavía no es significativa. Esto sugiere, según Guisado y cols. (2003), que
los pacientes empiezan a adoptar un rol activo en el cambio de sus vidas, con
esperanza y optimismo, causando la mejoría psicológica, incluso cuando ellos
todavía tienen sobrepeso.

El objetivo de este trabajo es analizar los resultados de la cirugía en sí, en cuanto a


la reducción del peso, variables psicológicas previas relacionadas con la obesidad,

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como el IMC, la ansiedad estado-rasgo, la imagen corporal, la sintomatología


bulímica, actitudes de la alimentación, inadaptación y calidad de vida, y ver las
variaciones en dichas variables a los 6 meses de seguimiento.

MÉTODO

Sujetos
Participaron un total de 15 pacientes intervenidas de CB, concretamente con la
técnica gastrectomía tubular laparoscópica en el Hospital General Universitario de
Elche, todas ellas mujeres.

Procedimiento
El proceso de evaluación que se ha llevado en la Unidad de Salud Mental del
Hospital General Universitario de Elche, está basado en un protocolo adaptado
(Pérez Hornero, Gastañadu y Tilve, 2005) en el que intervienen tanto el psicólogo
como el psiquiatra. El psiquiatra realiza una entrevista con el objetivo primordial
de descartar trastornos psiquiátricos activos y evaluar la capacidad del paciente
para dar el consentimiento informado y hacerse cargo del tratamiento a largo plazo.
También evalúa capacidades para entender la información, asumir la
responsabilidad de la decisión de operarse, hacerse cargo de la situación a largo
plazo y realizar el tratamiento médico.
Un vez que los pacientes no muestran ningún trastornos o psicopatología, se
procede a la explicación de en qué va a consistir nuestro trabajo tras la
intervención. Se les realizará a los 6 meses y 18 meses de la intervención algunas
de las pruebas iniciales previas a la intervención. Recibirán hasta el año tras la
intervención sesiones individuales cada aproximadamente dos meses, como apoyo
y seguimiento. Al año y 18 meses de la intervención se les administra la escala
BAROS (HEO, 1991). Y tras ese primer año de la intervención es cuando se les
realizará sesiones grupales, donde es aquí cuando se trabajan elementos
terapéuticos para un mejor afrontamiento a la nueva situación, nuevo estilo de vida,
etc.

Variables e instrumentos
El psicólogo realiza una serie de pruebas psicométricas: BITE (Henderson y
cols. 1987), EAT-40 (Garner y Garfinkel, 1979), Escala de imagen corporal
(Gardner y cols), Escala de inadaptación (Echeburúa y Corral y Fernández-
Montalvo, 2000), Escala de locus de control (Rotter, 1966), Escala de autoestima
(Rosenberg, 1965), STAI E-R (Spielberger y cols. 1970), MMPI-2 (Hathaway y
McKinley, 1930), para comprobar que no existen ningún tipo de trastornos que
excluyan a los pacientes para la realización de la intervención.

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Análisis estadístico
El análisis estadístico realizado en nuestro trabajo fue mediante el programa
SPSS 17.0, realizando dos tipos de análisis. Por una parte, se realizó un análisis
correlacional, coeficiente de correlación de Spearman (Rho) donde se pretende
comprobar la relación entre variables, en este caso, calidad de vida e IMC. Con la
ayuda del coeficiente de correlación de Spearman (Rho), podemos determinar la
fuerza y la dirección de la relación entre dos variables.
Además, se realizó un análisis de pruebas no paramétricas, que son aquellas
que no presuponen una distribución de probabilidad para los datos, por ello se
conocen también como de distribución libre (distribution free). En la mayor parte
de ellas los resultados estadísticos se derivan únicamente a partir de
procedimientos de ordenación y recuento, por lo que su base lógica es de fácil
comprensión. Cuando trabajamos con muestras pequeñas (n < 10), (en nuestro caso
N=15), en las que se desconoce si es válido suponer la normalidad de los datos,
conviene utilizar pruebas no paramétricas, al menos para corroborar los resultados
obtenidos a partir de la utilización de la teoría basada en la normal. Realizamos la
Prueba de Wilcoxon para contrastar datos pareados, ya que lo podemos aplicar
cuando tenemos una muestra de parejas de valores, por ejemplo antes y después del
tratamiento.

RESULTADOS

La muestra con que hemos contado para la realización del estudio está
compuesta por un total de 15 pacientes, todas ellas mujeres. A continuación se
comentan algunos dados relevantes de la muestra: la edad media de las pacientes es
de 43,07 (N = 15), teniendo en cuenta que la edad más baja que hubo fue de 28
años y la más alta de 52 años. La desviación típica de la media se ha situado en
5.97. Es importante saber que hay menor riesgo de mortalidad en pacientes obesos
jóvenes que en mayores, debido a complicaciones de la operación y a las
enfermedades asociadas que suelen aumentar con la edad. Todas casadas, excepto
una paciente separada. La media del IMC de todas las pacientes (N=15), es de
43,87. Siendo el IMC más bajo de 37,2, y el valor más alto de IMC de 49,6. En
referencia al nivel de estudios de las pacientes, 7 pacientes tienen estudios
primarios (46,67%), 3 (20%) tienen estudios secundarios (entendiéndose BUP o
COU), 4 (26,67%) han realizado formación profesional y sólo una de las pacientes
(6.66%) ha realizado estudios universitarios. Refiriéndonos a la situación laboral
de las pacientes, el 67% (10) actualmente están trabajando, sin embargo el 33% (5)
no trabaja actualmente. De las pacientes que no trabajan, es debido a que son amas
de casa, o actualmente no encuentran trabajo.
En la tabla 1, se presentan las medias y desviación típica de los resultados de

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las escalas que se le han administrado a las pacientes (N = 15). En ella anotamos la
media previa a la intervención de CB, y los resultados medios a los seis meses de
la intervención, al igual que la desviación típica correspondiente a cada media.

Tabla 1. -Resultados de las escalas

IMC STAI-E STAI-R IIIC


pre 6m pre 6m pre 6m pre 6m
Med. 43,87 28,82 26,66 20,40 35,67 22,6 4,8 1,2
D. T. 3,53 2,75 20,19 28,69 32,56 28,98 1,52 1,61

IDIC BITE EAT-40 EI

pre 6m pre 6m pre 6m pre 6m


Med. 1,53 -0,2 6,27 2,8 26,47 30,00 23,6 19,13
D.T. ,83 1,26 4,13 1,37 7,79 10,55 5,46 6,79
Nota: IMC: índice de masa corporal; IIIC: índice de insatisfacción imagen
corporal; IDIC: índice de distorsión imagen corporal; EI: escala de
inadaptación. (N = 15)

A continuación expondremos los resultados obtenidos, ordenados en función de


las variables del estudio. Realizaremos una comparación de medias de las
diferentes variables analizadas y el estadístico de contraste de las variables, para
comprobar si hay diferencias estadísticamente significativas o no entre los dos
periodos de medida.

Índice de masa corporal (IMC)


El IMC es una variable antropométrica, no es psicológica; analizamos su
evolución con el tiempo, la media previa a la intervención y a los seis meses de
ella, para comprobar la reducción significativa que hay, tras la intervención.
La media del IMC previo a la intervención es de 43,87, por lo que estaríamos
hablando de una obesidad de grado III u obesidad mórbida. A los 6 meses de la
intervención quirúrgica, la media del IMC ha descendido significativamente
(28,82), por lo que ha habido una disminución significativa, las pacientes tienen
sobrepeso.

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Escala ansiedad (STAI E-R)


A continuación analizaremos las medias de la escala de ansiedad, tanto estado
como rasgo antes de la intervención y a los 6 meses.
La media de la escala STAI estado previa a la intervención es de 26, y a los 6
meses de la intervención es de 20,4. En la escala STAI rasgo, la media antes de la
intervención es de 35,67, y a los 6 meses de la intervención es de 22,6. A simple
vista, veríamos que ambas medias, disminuyen.
En la tabla 2, vemos que la sigma asintótica para la escala estado es de 0,306 y
de la escala rasgo es de 0,069, con lo que al ser ambos datos mayores que el valor p
≤ 0,05 aceptamos la hipótesis de igualdad de promedio y concluimos que las
variables comparadas no difieren estadísticamente. Esto es debido a que las
pacientes en ningún momento, ni previo a la intervención ni posterior a ella (seis
meses), mostraban un patrón anormal de ansiedad.

Escala de Imagen Corporal


Una de las variables que está directamente relacionada a nivel físico y mental
con la pérdida de peso es la imagen corporal, que hace referencia a los cambios en
la estructura mental que los pacientes obesos mórbidos tienen sobre ellos mismos
antes de la operación y trascurrido el tiempo de la misma.
La escala de Imagen Corporal mide el índice de insatisfacción de la imagen
corporal y el índice de distorsión de la imagen corporal.
La media del índice de insatisfacción antes de la intervención es de 4,8,
mientras que tras 6 meses posteriores a la intervención es de 1,2. Y la media del
índice de distorsión de la imagen previo a la intervención es de 1,53, mientras que
a los 6 meses de ella es de -0,2. La diferencia de medias en ambos índices a la
vista, nos indica que ha habido un descenso en la imagen corporal percibida antes
de la intervención y a los 6 meses.
En el estadístico de contraste realizado entre estas medias (tabla 2) nos dan un
valor, para el índice de insatisfacción de la imagen corporal de 0,001, y para el
índice de distorsión de la imagen corporal de 0,003 con lo que al ser menores que
el valor p ≤ 0,05, rechazamos la hipótesis de igualdad de promedio y concluimos
que las variables comparadas difieren estadísticamente.
Las pacientes indicaban previo a la cirugía una mayor insatisfacción con su
imagen corporal y una menor distorsión en dicha imagen. Con lo que se obtuvo
una mayor reducción significativa en el índice de insatisfacción con la imagen
corporal que en el índice de distorsión de dicha imagen, aunque en ambas se
obtuvo una reducción de puntuaciones.

Test de Bulimia de Edimburgo (BITE)


El test BITE, se divide en dos subescalas, la escala de síntomas y la de
gravedad. Dado que la escala la administramos para ver si hay patrones de

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alimentación de tipo bulímico, nos centramos sólo en la subescala de síntomas, ya


que en ella mide patrones de comportamiento compulsivos hacia la comida o
patrones anormales de alimentación, que es frecuente en pacientes obesos
mórbidos.
La media de la escala síntomas del BITE previo a la intervención es de 6,27,
mientras que tras 6 meses posteriores a la intervención es de 2,8. Aquí vemos que
hay un descenso significativo en los patrones de comportamiento compulsivos
hacia la comida de las pacientes, antes de ser intervenidas y a los 6 meses.
En el análisis de contraste estadístico de la tabla 2, es cuando vemos la
significancia de la diferencia de medias, antes y a los 6 meses de la intervención,
con un valor p = 0,009, con lo que al ser menor que el valor p≤0,05, rechazamos la
hipótesis de igualdad de promedio y concluimos que las variables comparadas
difieren estadísticamente.

Escala de Inadaptación
En ella cuantificamos numéricamente el impacto del exceso de peso en la vida
habitual de las pacientes.
La media de la escala de Inadaptación antes de que las pacientes se sometieran
a la intervención de CB es de 23,6. Mientras que a los 6 meses posteriores a la
intervención la media es de 19,13.
Frente a la escala de Inadaptación previa a la intervención y a los 6 meses de
ella, obtenemos el estadístico de contraste (tabla 2) con el valor p = 0,018, con lo
que al ser menor que el valor p ≤ 0,05, rechazamos la hipótesis de igualdad de
promedio y concluimos que las variables comparadas difieren estadísticamente.

Escala de Actitudes ante la Alimentación (EAT-40)


Con ella medimos si las pacientes tienen alteraciones alimentarias cuando
tienen el problema de obesidad mórbida, y a los 6 meses de haberlas intervenido de
cirugía bariátrica.
La media previa a la intervención de la escala EAT- 40 es de 26,47, y tras 6
meses de la intervención es de 30. Como vemos hay un ligero aumento sobre las
actitudes ante la alimentación.
Con lo que en la tabla 2 la sigma asintótica es de 0,349 siendo mayor que el
valor p ≤ 0,05. Aceptando hipótesis de igualdad de promedio y concluyendo que
las variables comparadas no difieren estadísticamente.

A continuación exponemos la tabla 2, donde aparece la relación de medias que


hemos comentado anteriormente para las distintas variables estudiadas.

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Tabla 2.-Relación medias prueba Wilcoxon

STAI- STAI- IIIC IDIC BITE E. Inadap. EAT-40


E R previo previo previo - Previo - E. previo -
previo previo IIIC IDIC BITE Inadap. EAT-40
STAI- STAI- 6 6 6 meses 6 meses 6 meses
E6 R6 meses meses
meses meses
Sigma 0,306 0,069 0,001* 0,003* 0,009* 0,018* 0,349
asintót.
(Bilateral)
Nota: IIIC: índice de insatisfacción imagen corporal; IDIC: índice de distorsión imagen
corporal; EI: escala de inadaptación. (N=15). *p <=0,05

Para comprobar si existe relación entre la calidad de vida y la disminución del


IMC, se realizó una correlación de Pearson. El total de la muestra analizada es de
11 pacientes en total, ya que a tan sólo 11 del total de la muestra seleccionada (N =
15) se le ha administrado la escala de calidad de vida (BAROS). Se obtuvo un
coeficiente de -0,034, que sugiere que existe una baja correlación negativa entre
ambas variables.
Se obtuvo una Sigma de 0,920, y dado que el valor es mayor (p ≤ 0,05), no es
estadísticamente significativo.

CONCLUSIONES

El trabajo sobre pacientes obesos mórbidos intervenidos de gastrectomía


tubular laparoscópica, se ha centrado en la evaluación antes de la intervención y a
los seis meses de ella, donde se ha explorado la conducta alimentaria, la percepción
en la imagen corporal, la inadaptación, la ansiedad y la relación que hay en la
calidad de vida con la disminución del IMC.
Con respecto a la calidad de vida del paciente OM, la mayoría de estudios
(Karlsson y cols., 1998, Horchner y cols., 1999, O’Brien y cols., 2002, Dymek y
cols., 2002, Boan y cols., 2004 y Mamplekou y cols., 2005), afirman que ésta
presenta un cambio significativo a nivel general.
En nuestro caso, podemos decir que dados los resultados obtenidos estamos
ante una baja correlación entre variables y negativa, con lo que cuando una
variable disminuye la otra variable aumenta, viendo así que al disminuir el IMC
aumenta la calidad de vida, pero al ser una baja correlación, faltan datos para poder
ver está relación, ya bien porque contamos con pocos pacientes, o porque es
necesario un mayor seguimiento de los pacientes para comprobar que hay una

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correlación alta en dichas variables. Frente a esto, podemos decir habría que
estudiar más a largo plazo estas variables y con mayor número de sujetos.
Frente a comprobar la reducción significativa de ansiedad estado-rasgo a los 6
meses de la intervención quirúrgica, señalamos que tras los resultados obtenidos en
el apartado anterior, se muestra una reducción de la ansiedad tanto estado como
rasgo, aunque las pacientes en ningún momento mostraban un patrón anormal de
ansiedad antes de la intervención de CB y a los seis meses de ella.
En la reducción significativa de la distorsión de la imagen corporal y la
insatisfacción de la imagen corporal a los 6 meses de la intervención quirúrgica,
podemos señalar que hay mayor reducción en la insatisfacción corporal previo y a
los seis meses que en el índice de distorsión corporal, aunque en ambos índices hay
una reducción significativa, esto lo podemos confirmar tras haber realizado la
prueba de Wilcoxon, comparando las medias previas y a los seis meses de ambos
índices que miden la escala de imagen corporal.
La pérdida de peso es muy rápida, con lo que la imagen corporal de los
pacientes que son intervenidos de CB disminuye como hemos visto anteriormente.
La cuestión que se plantean ahora son “las pieles”, las pacientes se plantean
entonces realizar intervenciones de estética, para poder así solucionar ese problema
para ellas.
Frente a la reducción significativa de sobre la actitud alimentaria a los 6 meses
de la intervención quirúrgica, podemos decir que tras haber realizado el análisis de
los resultados podemos ver que la actitud ante la alimentación previa a la
intervención tiene una media cerca del rango de población de riesgo, y a los seis
meses de la intervención está en el rango de población de riesgo.
Tenemos que tener en cuenta que, pacientes diagnosticados de OM tiene
problemas con la alimentación, es por ello que llegan a ese extremo de obesidad y
se someten a la intervención de CB. Posteriormente, cuando se han sometido a la
intervención su nivel de vida cambia, la alimentación, su capacidad del estómago
disminuye, son cambios en la alimentación que influyen en la actitud.
Haciendo referencia a comprobar el cambio significativo de inadaptación del
paciente a los 6 meses de la intervención quirúrgica. En la escala de Inadaptación a
mayor puntuación mayor afectación del problema de obesidad, con lo que las
diferentes áreas, trabajo, vida social, tiempo libre, relaciones de pareja, y vida
familiar, al haberse realizado la intervención a mejorado, disminuyendo así esas
dificultades en la áreas e inadaptación debido al problema del sobrepeso.
Y finalmente frente a comprobar la reducción significativa de la sintomatología
bulímica a los 6 meses de la intervención quirúrgica, diremos que a la hora de
valorar la sintomatología bulímica, nos centramos en el comportamiento
compulsivo de las pacientes ante la alimentación. Y como podemos ver tras los
resultados obtenidos, el comportamiento ha disminuido significativamente. El
hecho de que los pacientes se sometan a la intervención, hace que los

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comportamientos compulsivos que tenían previamente disminuya.


Los pacientes con OM son considerados psicológicamente diferentes, quizás
porque ellos no pueden disciplinar sus hábitos alimentarios de la misma forma que
el resto de la población general. Aunque la existencia de la OM no necesariamente
indica patología psiquiátrica, se considera que la existencia de determinados
patrones de comportamiento y modelos de personalidad influyen en la ingesta
calórica y en el gasto de la energía, y consecuentemente en la pérdida de peso. La
identificación de estos factores es de gran importancia en la evaluación psiquiátrica
de estos enfermos (Charles, 1987).
Los trastornos alimentarios y conductas alimentarias anómalas son elementos
comunes en pacientes con OM. Se han descrito en estos enfermos una mayor tasa
de trastorno por atracón (binge eating disorder), bulimia nerviosa, síndrome de
ingesta nocturna (night eating syndrome), trastorno alimentario nocturno
(nocturnal eating disorder), exceso de ingesta hídrica, insatisfacción corporal y
comportamiento alimentarios desestructurados. Este tipo de pacientes estarían en
riesgo de tener una ganancia de peso importante tras la cirugía (Hsu, 1996; Resch,
1999; Lang, 2000). También se ha descrito que los pacientes que demandan el
tratamiento quirúrgico presentan una conducta alimentaria más desestructurada con
predominio de elementos de desinhibición y sensación de hambre continua, que
hacen que soliciten el tratamiento con más probabilidad (Karlsson, 1998).
La insatisfacción corporal es uno de los malestares psicológicos más
importantes en estos pacientes. Sienten asco de sus cuerpos y piensan que el resto
de la gente los ve con desprecio dificultando sus relaciones interpersonales
(Stunkard, 1961).
Aunque la pérdida de peso tras la CB es al principio muy satisfactoria en la
mayoría de los pacientes, se ha descrito que el mantenimiento de dicha pérdida es
menos importante a lo largo del tiempo (Hernández-Estefanía, 2000; Suter, 2000).
En este sentido se indica que hay pacientes que realizan conductas alimentarias
anómalas que afectan el resultado quirúrgico como puede ser una ingesta
importante de líquidos y comida (dulces y alimentos de alto contenido calórico)
con la consiguiente pérdida insuficiente de peso (Kral, 1993; Kriwanek, 2000).
Por último, una referencia a las limitaciones de este trabajo, que pasan
fundamentalmente por lo limitado de la muestra y el periodo de seguimiento.
Debemos considerar los resultados presentados como una primera aproximación,
siendo necesario incrementar el número de sujetos participantes y realizar un
mayor seguimiento de estos pacientes para seguir viendo las variaciones
provocadas por la intervención. Por otra parte, hay que considerar también como
limitaciones que todos los sujetos sean mujeres y que en todos los casos se haya
practicado la misma técnica quirúrgica, pues ello elimina la posibilidad de
encontrar diferencias en función de tales variables.

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Correspondencia
Dr. Carlos J. van-der Hofstadt Román
Unidad de Psicología Clínica de la Salud
Hospital General Universitario de Alicante
Centro de Diagnóstico. Planta Baja (Edificio Gris).
C/ Pintor Baeza, 12
03010 Alicante
965 913905.
email: cjvander@umh.es

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