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Adrián G. Arana
Registros Lacanianos
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Apuntes de Psicoanálisis
Adrián G. Arana
Registros Lacanianos
lenguaje, y mucho menos lo anterior, razón por la cual lo concerniente al desarrollo está fuera del
campo del psicoanálisis.
Lacan critica el psicoanálisis de su época por olvidar el orden simbólico y reducirlo todo a lo
imaginario. As su juicio, esto no es nada menos que una traición a las ideas básicas de Freud: “El
descubrimiento de Freud es el del campo de los efectos, en la naturaleza del hombre, producidos
por su relación con el orden simbólico puede el analista producir cambios en la posición subjetiva
del analizante; estos cambios generarán también efectos imaginarios, puesto que lo imaginario es
estructurado por lo simbólico. El orden simbólico es el determinante de la subjetividad, y el reino
imaginario de imágenes y apariencias es sólo un efecto de los simbólico. Por lo tanto, el
psicoanálisis debe penetrar más allá de lo imaginario y trabajar en el orden simbólico.
El concepto lacaniano de los simbólico se opone diametralmente al “simbolismo” de Freud. Para
Freud, el símbolo era una relación biunívoca relativamente fija entre el sentido y la forma, lo que
se corresponde más con el concepto lacaniano del INDICE (véase Freud 1900a, SE V, cap 6,
sección E, sobre el simbolismo en los sueños). Pero para Lacan lo simbólico se caracteriza
precisamente por la ausencia de cualquier relación fija entre significante y significado.
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fisuras” (S2, 97). Es lo simbólico lo que introduce “un corte en lo real” en el proceso de la
significación: “es el mundo de las palabras lo que crea el mundo de las cosas -cosas originalmente
confundidas en el hic et nunc del todo en el proceso del venir a ser” (Ec, 65). En estas
formulaciones del período 1953-5 lo real surge como lo que esta fuera del lenguaje y es
inasimilable a la simbolización. Es “lo que resiste la simbolización absolutamente” (S1, 66), o “el
dominio de lo que subsiste fuera de la simbolización” (Ec, 388). Este tema sigue siendo una
constante en el resto de la obra de Lacan, y lo lleva a vincular lo real al concepto de imposibilidad.
Lo real es “lo imposible” (S11, 167), porque es imposible de imaginar, imposible de integrar en el
orden simbólico e imposible de obtener de algún modo. Es este carácter de imposibilidad y
resistencia a la simbolización lo que le presta a lo real su cualidad esencialmente traumática. En
su lectura del caso de Juanito (Freud, 1909b), en el seminario de 1956-7, Lacan distingue dos
elementos reales que se inmiscuyen y rompen la armonía pre-edípica imaginaria del niño: el pene
real que comienza a hacerse sentir en la masturbación infantil, y la hermana recién nacida (S4,
308-9). Lo real tiene también connotaciones de materia; implica una sustancia material que sub
tiende lo imaginario y lo simbólico (véase MATERIALISMO). Las connotaciones de materia
también vinculan el concepto de reino de la BIOLOGÍA y con el cuerpo en su fisicalidad bruta
(opuesta a las funciones corporales imaginarias y simbólicas). Por ejemplo, el padre real es el
padre biológico, y el falo real es el pene físico, en tanto opuesto a las funciones simbólica e
imaginaria de este órgano. A lo largo de su obra, Lacan emplea el concepto de lo real para
dilucidar algunos fenómenos clínicos.
ANGUSTIA y trauma.
Lo real es el objeto de la angustia; no tiene ninguna mediación posible, y es por lo tanto “el objeto
esencial que ya no es un objeto, si no ese algo enfrentado con lo cual todas las palabras cesan y
todas las categorías fracasan, el objeto de la angustia por excelencia” (S2, 164). Lo que se
presenta en la forma de trauma es el encuentro que falta con este objeto real (S11, 55). Es la
tyché que está “más allá del automaton [simbólico] " (S11, 53).
ALUCINACIONES. Cuando algo no puede integrarse en el orden simbólico, como en la psicosis,
puede volver en lo real en forma de alucinación (S3, 321). Los comentarios precedentes rastrean
algunos de los principales usos que da Lacan a la categoría de lo real, pero ellos están lejos de
abarcar todas las complejidades de este término. De hecho Lacan se toma el trabajo de asegurar
que el orden de lo real sigue siendo el más elusivo y misterioso de los tres, habla de él menos que
de los otros y lo hace sede de una indeterminación radical. De modo que nunca está
completamente claro si lo real es externo o interno, o si es incognoscible o sujeto a razón.
Externo/interno
Por una parte, la expresión “lo real” parece implicar una noción simplista de realidad objetiva
externa, sustrato material que existe por sí mismo, independientemente de cualquier observador.
Por otro lado, esta concepción “ingenua” de lo real es subvertida por el hecho de que lo real
también incluye cosas tales como las alucinaciones y los sueños traumáticos. Lo real está
entonces tanto dentro como fuera (S7, 118; véase EXTIMIDAD). Esta ambigüedad refleja la que ya
estaba implícita en el empleo por el propio Freud de dos palabras alemanas para referirse a la
“realidad” (Wirklichkeit y Realität), y en la distinción que también Freud traza entre realidad
aterial y realidad psíquica (Freud, 1900a, SE V, 620).
Incognoscible/racional
Por un lado, lo real no puede ser conocido, puesto que va mas allí de lo imaginario y lo simbólico
es, como la cosa en sí kantiana, una x incognoscible. Por otro lado, Lacan cita a Hegel cuando dice
que lo real es racional y lo racional es real, con lo cual implica que lo real es susceptible de cálculo
y lógica. A partir de la década de 1970 se puede discernir en la obra de Lacan un intento de
resolver esta indeterminación, remitiéndose a una distinción entre lo real y “la realidad” (por
ejemplo, Lacan define la realidad como “la mueca de lo real”, en Lacan, 1973a, 17; véase también
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S17, 148). En esta oposición, lo real aparece firmemente ubicado del lado de lo incognoscible e
inasimilable, mientras que “la realidad” designa las representaciones subjetivas que son un
producto de articulaciones simbólicas e imaginarias (la “realidad psíquica” de Freud). Sin
embargo, después de introducida esta oposición, Lacan no la mantiene de un modo consistente o
sistemático, sino que oscila entre momentos en los que ella aparece con claridad y otros en los
que él vuelve a su costumbre anterior de usar de modo intercambiable los términos “real” y
“realidad”.
Información adicional:
IDEAL DEL YO ( IDÉAL DU MOI, EGO-IDEAL)
En los escritos de Freud hay tres términos entre los cuales resulta difícil discernir una distinción
sistemática, aunque tampoco son sencillamente empleados como intercambiables: son ellos
“ideal del yo” (lch-Ideal), “yo ideal” (Ideal Ich ) y superyó (Ober-lch). Sin embargo, Lacan sostiene
que estas tres “formaciones del yo” son conceptos totalmente distintos y que por lo tanto no
deben confundirse entre sí.
En sus escritos de preguerra, a Lacan le interesa principalmente establecer una distinción entre el
ideal del yo y el superyó, y no se refiere al yo ideal. Aunque tanto el ideal del yo como el SUPERYÓ
están relacionados con la declinación del complejo de Edipo, y los dos son productos de la
identificaci6n con el padre, dice Lacan que representan aspectos diferentes del rol paterno dual.
El superyó es una instancia inconsciente cuya función consiste en reprimir el deseo sexual que
suscita la madre, mientras que el ideal del yo ejerce una presión consciente en favor de la
sublimación, y proporciona las coordenadas que le permiten al sujeto asumir una posición sexual
como hombre o mujer (Lacan, 1938, 59-62).
Después de la guerra, Lacan cuida más de diferenciar el ideal del yo y el yo ideal (en francés, moi
idéal). (Obsérvese que en cierto momento, en 1949, Lacan usa el término je-ideal para traducir el
Ideal-Ich freudiano [E, 21; no obstante, pronto abandona esta práctica, y en el resto de su obra
usa la expresión moi idéal.) En el seminario de 1953-4, desarrolla el MODELO ÓPTICO para
distinguir estas dos formaciones. Sostiene que el ideal del yo es una introyección simbólica,
mientras que el yo ideal es la fuente de una proyección imaginaria (véase S8, 414).
El ideal del yo es el significante que opera como ideal, un plan internalizado de la ley, la guía que
gobierna la posición del sujeto en el orden simbólico, y por lo tanto anticipa la identificación
secundaria (edípica) (S1, 141), o bien es un producto de esa identificación (Lacan, 157-8). El yo
ideal, por otro lado, se origina en la imagen especular del estadio del espejo; es una promesa de
síntesis futura hacia la cual tiende el yo, la ilusión de unidad que está en la base del yo. El yo ideal
siempre acompaña al yo, como un intento incesante de recobrar la omnipotencia de la relación
dual pre-edípica. Aunque formado en la identificación primaria, el yo ideal continúa
desempeñando un papel como fuente de todas las identificaciones secundarias (E, 2). En el
álgebra lacaniana, el yo ideal se escribe i(a), y el ideal del yo I(A).
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