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Camino de Brujas PDF
Camino de Brujas PDF
¿Cómo reconocer a una bruja? es casi una pregunta milenaria. Presentes desde la antigüedad, con
un rol fundamental en la tribu; develando el futuro de un héroe; siendo condenadas; convirtiéndose en
imagen literaria… Las brujas han pasado a convertirse en un tipo literario común y reconocido desde la
primera infancia: Cuidado que puede venir la bruja (si es que el hombre de la bolsa no estaba disponible en
ese momento) cuando un niño no obedecía a sus padres; chicos haciendo brujerías y pociones mágicas con
todo ingrediente que encontrara en su cocina; el juego de la bruja de los colores cuyos participantes huirán
asustados de alguien que intenta atrapar, nada más ni nada menos, que unos hermosos colores (tal vez,
porque a ella le falten todos). No sólo en la niñez son representadas: ¡Fulana es una bruja! es una frase que
se puede oír actualmente en cualquier conversación cotidiana.
Entonces, ¿qué pasos debe seguir alguien para reconocerla? Simples: 1. buscar una nariz
prominente (no confundirse con la de Pinocho); 2. escuchar una risa un tanto particular; 3. seguir al gato
negro que da vuelta a la esquina; 4.guiarse por los humos que salen de un caldero mágico; 5. mirar al cielo
en busca de alguna escoba y, por qué no, 6. perseguir, alejado y con muchísima cautela, a esa extraña
mujer que le acaba de cortar un mechón de pelo. Servirá identificarla a partir de algunas lecturas: aquella
malvada madrastra de Blancanieves que no duda en envenenar una inocente manzana; la vieja de la Calle
24 que cuelga gatos boca abajo en la novela Boris Orbis y la vieja de la Calle 24; Las brujas de Roald Dahl o
“La bruja Baba-Yaga”. Pero si uno está muy ansioso en el encuentro puede apelar a la guía telefónica, como
1
Vasco, Irene. Ilustraciones de Juanita Isaza. Bogotá: Panamericana Editorial, 1998. En: http://www.imaginaria.com.ar/14/8/conjuros-y-
sortilegios.htm
el protagonista de Cinco enfados que busca alguna para que embruje a su antojo (B. Bailarines. Basureros.
Bomberos. Br. Bru. Brujas. –¡Ya está!-).
Hasta aquí parece ser bastante sencillo encontrarlas, siempre buscándolas en su momento de
trabajo. Sí, porque ser de las más malas no es cuestión de ocio sino de mucho sacrificio, como las
presentadas por Silvia Schujer y Sergio Kern en Brujas con poco trabajo. ¿Habrán pasado de moda? Tal vez
sea eso o que sus hechizos ya no son tan útiles, como les sucede a las protagonistas de “¡Basta de brujas!”…
Pero, ¿son así todas? En este camino de lectura, del que conviene tener cierta precaución, se
propone espiar (acercase, tal vez, sea demasiado peligroso) distintas imágenes de brujas: algunas serán las
esperadas y otras muy distintas, personajes tan cercanos como puede serlo alguien como nuestra vecina y
hasta algún político. Tal vez, para decir abracadabra no se necesite nariz.
Cita completa: Van Allsburg, Chris, La escoba de la viuda. México: Fondo de Cultura
Económica, 1993. Colección Los especiales de A la orilla del viento.
Tal vez de una bruja no sea tan importante su nariz, así midiera 3 cuadras de largo… Una
escoba es fundamental. ¿Pero qué pasa cuando hay escoba pero no bruja? En este libro
álbum de Chris Van Allsburg se puede dar respuesta a esta incógnita y, al mismo tiempo,
repensar la imagen que se tenía de ella.
Si bien los “Había una vez en un lugar muy lejano…” ya no se escuchan tanto, no por eso un
personaje como el de la bruja tiene que perder protagonismo. ¿Es que ser así es un trabajo?
En este libro de Silvia Schujer parace que sí… Para ayudarlas en la aparente difícil tarea laboral su lectura
podría ser una buena solución.
Lectura: Blancanieves
Cita completa: Jacob & Wilhelm Grimm. Adaptación de Kabod, Suzanne.
Traducción de Gallo Krahe, Elena Ilustraciones de Lacombe, Benjamin.
Blancanieves. Milán: Edelvives, 2011.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco enfados son los que tiene Carlos, y está tan
rabioso que quiere “una bruja para que los embruje a todos”. Y las busca en las páginas
negras de una guía de teléfonos. Y las encuentra: la Bruja Bárbula, que vive en el
sótano; la Bruja Bestiana, que vive en el techo; la Bruja Bibirloca… y sigue su recorrido
hasta que encuentra a la Bruja Maladeverdad, que está súper dispuesta a hacer
cualquier brujería.
Lectura: “Rojo”
Cita completa: Bodoc, Liliana, “Rojo”. En: Sucedió en colores. Buenos Aires: Alfaguara,
2011. Colección Alfaguara infantil. Serie morada
Edad sugerida: desde los 8 años.
El diablo quiere enamorar a una bella joven llamada Rubilda, en un relato colorido
como el rojo rubí y como las rojas manzanas que ella vende… Como no es muy hábil en
estas cuestiones, intenta ayudarse por algunos trucos; ¿lo logrará? ¿Habrá una bruja en
esta historia?
“A mí las brujas me gustan una barbaridad” nos confiesa la voz que narra los
Cuentos con brujas. Esta voz nos regala dos relatos protagonizados por brujas. Algunas
“son gente buenísima y amiga de hacer favores”, aunque “claro que hay brujas y brujas.
Hay brujas inquietantes, que a uno le arrugan la panza con temblores y le hacen parar los
pelitos de la nuca”. Lo que no podemos negar es que no se puede ser indiferente a la
presencia de una bruja.
Lectura: Genealogía de una bruja (contiene dos libros: La
pequeña bruja y Brujas y hechizos)
Cita completa: Perez, Sébastien y Lacombe, Bejamin,
Genealogía de una bruja. Italia: Edelvives, 2009.
“Buja que viene bajando por los versos del poema, perfumando sus maldades con
rima y con yerbabuena…”
Y si queremos jugar a ser brujas (o brujos) por un rato, por qué no hacerlo.
Sólo son necesarios algunos hechizos, mucha imaginación y un poco de magia (de esa
que siempre aparece cuando estamos leyendo). Y para eso nada mejor que recurrir a
un libro mágico: El libro de los hechizos. Libro doblemente mágico: porque tiene
hechizos y porque esos hechizos son poemas.
Y para terminar, nada mejor que un hechizo para la lectura: