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BRUJERÍA E INTOLERANCIA EN EL NORTE DE ESPAÑ A

Ángel Gari Lacruz


C o n s e j e r o de N ú m e r o del Instituto de E s t u d i o s S i j e n e n s e s " M i g u e l S e r v e t "

I N TR O DU CC IÓ N

Aproximación al estado de la cuestión

Pretendo realizar una aproximación al tema de brujería e intolerancia en


el norte de España centrando el estudio en el Pirineo y su área de influen­
cia ya que se dispone de informaciones más amplias y unificadas que per­
miten un análisis global. Dada la amplitud del tema voy a poner énfasis en
dos aspectos fundamentales con relación a la intolerancia con la brujería:
por un lado, desde el poder eclesiástico se genera un discurso estigmati­
zante de las tradiciones paganas creando una cosmovisión excluyente en el
proceso de cambio; por otro, se establecen medidas jurídicas por parte de
los distintos poderes para su persecución.

No conozco ninguna monografía específica sobre la brujería en el norte


de España, pero hay estudios en los que se realizan notables aportaciones
sobre este territorio que de forma breve voy a relacionar a continuación.

En el año 1966, Julio Caro Baroja realiza algunas aproximaciones en


Las brujas y su mundo1y Juan Blázquez es el primero que hace una síntesis
de las persecuciones de las brujas en España completando su estudio con
mapas que las localizan en el territorio2.

1. Julio C a r o B a r o j a : M adrid, Alianza, 1 9 6 6 .

2. Erosy Tánatos. Brujería, hechicería y superstición en España, Toledo, Arcano, 1989. Mapa
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Más tarde, Carmelo Lisón Tolosana publicó La brujas en la historia de Es­


paña\ en el que realiza una síntesis cronológica sobre el origen de las persecu­
ciones en ambas vertientes del Pirineo Central e incorpora mapas de interés.

Aunque fuera del territorio estudiado, Sebastián Cirac Estopañán, en


su libro Los procesos de hechicerías en la Inquisición de Castilla la N ueva\
aporta informaciones de interés sobre denuncias de brujas que residieron
o actuaron al sur de Aragón y País Vasco.

Gustav Henningsen y Jaime Contreras realizaron una cuantificación de las


relaciones de causa por delitos de brujería y superstición entre los años 1540 a
1700, pero el análisis pormenorizado de estas informaciones está por editar.

Por mi parte he publicado, en el año 2010, un estudio sobre la bruje­


ría en los Pirineos entre los siglos XIII al XVII5, donde hago referencia a
las numerosas monografías regionales sobre Cataluña, Aragón, Navarra y
País Vasco. Finalmente hay que mencionar las jornadas sobre la historia de
la brujería en los Pirineos celebradas en Pamplona en noviembre de 2010,
donde se presentaron trece ponencias sobre la brujería en el ámbito pire­
naico6. Quedaría pendiente por realizar la actualización de los estudios
sobre Cantabria, Asturias, Galicia y norte de Castilla.

de los lugares en los que docum entalm ente hay constancia de brujería, entre las páginas 96

y 97, y mapa de las localidades donde se dieron los principales casos de superstición, entre

las páginas 312 y 313.

3. M adrid, Ediciones Temas de Hoy, 1996.

4. Madrid, Instituto Jerónimo Zurita, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1942.

5. Ángel G a r i L a c r u z : “La brujería en los Pirineos (siglos XIII al XVII). Aproximación

a su historia”, Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, n.° 85 (enero-diciciembre

2010), pp. 317-354.

6. AA.VV.: Akelarre: La historia de la brujería en el Pirineo (siglos XIV-XVIII). Jornadas en


Homenaje al Dr. Gustav Henningsen. Pamplona, 4-6 de noviembre de 2010. En prensa.
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Consideraciones sobre las fuentes

El investigador, al aproximarse a las distintas manifestaciones de la bruje­


ría y las valoraciones que se hicieron de ella, debe tener en cuenta que una
gran parte de las fuentes de información sobre la brujería proceden, preci­
samente, de las instituciones que tipificaban, perseguían y juzgaban estos
delitos, a saber, la Inquisición, la Justicia O rdinaria y la Justicia Episcopal,
que recogían principalmente los casos perseguidos y denunciados. Sería
de interés, para profundizar en el conocimiento de la brujería y su con-
textualización, publicar las transcripciones completas de los documentos
procesales puesto que en ellos se incluyen informaciones útiles para reali­
zar análisis desde otros enfoques.

Complementariamente a las fuentes citadas hay que mencionar que, du­


rante los siglos XV al XVII, se publicaron un buen núm ero de libros sobre
brujería y creencias, la mayoría escritos por clérigos del norte de España,
que aportan otras informaciones que perm iten una contextualización más
amplia de estas manifestaciones. Estos libros tuvieron una gran influencia
entre el clero y sectores cultos no eclesiásticos porque, además, muchos de
ellos estaban escritos en castellano.

Una valoración diferenciada, tanto como fuente de información como


por su función ritual, requieren los manuales de exorcismos y esconjuros.
En ellos se plasma una cosmovisión y una interpretación causal en la que
se vinculan determinados hechos negativos a demonios y brujas. Se m odi­
fican así las interpretaciones populares de ciertas desgracias que pasaban
a vincularse a hechos mágicos o acciones diabólicas.

Las fuentes citadas y los estudios realizados reflejan solamente una pe­
queña parte de las mujeres y hombres considerados brujos o dedicados a
prácticas mágicas. De otros muchos que no fueron denunciados, así como
del imaginario colectivo, sólo quedan testimonios residuales indirectos en
algunas acusaciones, informes y memoriales realizados por las distintas
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instituciones pero perm iten intuir la m agnitud de este fenómeno sociocul­


tural y sus repercusiones sociales.

Además de las fuentes mencionadas, en el trabajo de campo se ha podi­


do constatar, principalmente en los pequeños pueblos, testimonios sobre la
existencia de actitudes de intolerancia plasmadas en marginación, exclusión
social y agresiones físicas que, en algún caso, provocaron la muerte de per­
sonas consideradas brujos o brujas cuando ya los diversos tribunales habían
dejado de actuar, actitudes que perduraron hasta principios del siglo XX.

Inform aciones históricas y conceptuales

Para precisar las reflexiones sobre la brujería se debe comenzar por definir
antropológicamente su concepto. Por brujería se entiende las creencias y
acciones de las brujas, o aquellas que la sociedad les atribuye, que se opo­
nían, por lo general, a la ortodoxia social y a la norma.

En una sociedad patriarcal estas acciones se atribuyen a la mujer, gene­


ralmente mayor, de estatus social bajo, que se cree capaz -o así lo conside­
ran- de causar una agresión mágica. Esta agresión se puede producir por
los poderes intrínsecos de la bruja o, en el caso de la hechicera, recurriendo
a elementos exteriores, como determinadas fórmulas, ritos, libros, objetos
y animales, según la matización hecha por Evans-Pritchard en 19377. Aun­
que la distinción entre bruja y hechicera rara vez se presenta claramente
y deben precisarse en una contextualización cultural y en una estructura
social8.

7. Edward E v a n s - P r i t c h a r d : Brujería, magia y oráculos entre los Azande, Barcelona, A na­

grama, 1976, p. 361.

8. Ángel G a r i L a c r u z : v o z “brujería” en Diccionario temático de Antropología, coord. por


Ángel A g u i r r e B a z t á n , Barcelona, Boixareu Universitaria, 1993, p. 83.
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En el ámbito del estudio, estas capacidades mágicas se vinculaban desde


el poder al pacto con el diablo y por ello se establecían conexiones sem án­
ticas con la herejía, concretándose en actitudes de intolerancia que se in­
tensificaron durante los siglos XIII a XVII. Es a partir del siglo XVII cuan­
do los diversos tribunales jurídicos reducen notablemente sus actuaciones,
aplican sentencias menos rigurosas y sus actividades descienden, hasta
desaparecer durante el siglo XIX. Cambios que se observan, igualmente,
en los contextos urbanos entre los sectores cultos, aunque una parte del
clero y sus jerarquías seguían interpretando que las brujas y los diablos
eran los causantes de plagas, tormentas, enfermedades o desgracias.

La Iglesia reforzaba sus posiciones recurriendo a la Biblia como


fuente sagrada, donde se puntualiza que “a la hechicera no dejarás que
viva”9 y “el hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adi­
vino, morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos”10.
En otros pasajes se alude a los augurios, adivinaciones y la relación con
los m uertos. El diablo tam bién está presente en las Sagradas Escrituras
y su presencia y actuaciones fueron reinterpretadas, entre otros, por
san A gustín, santo Tomás y los papas que plasm aron en diversos docu­
m entos y bulas sus valoraciones y m edidas sobre estas cuestiones.

Desde el poder eclesiástico se introduce el concepto de herejía como di­


vergencia, separación, exclusión y se genera una cosmología que estigma­
tiza a herejes y brujos y a éstos se les atribuye el pacto implícito o explícito
con el diablo, que conlleva supeditación y obediencia. Este nuevo modelo
sustituye, progresivamente, a las cosmovisiones paganas y se difundió en
los textos utilizados por el clero y en las predicaciones que llevaron a cabo
las diferentes órdenes religiosas.

9. Biblia de Jerusalén, ed. española, Bilbao, Desclée de Brouwer, 6, 1971. Éxodo 22, 18, p. 86.

10. Ibid., Levítico 20-27, p. 128.


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DE LA T R A D I C I Ó N P A G A N A AL E S T E R E O T I P O D I AB O L I Z A D O DE
LOS C O N V E N T Í C U L O S

Según las informaciones disponibles, los orígenes de estas m odificacio­


nes en las creencias pueden rem ontarse al siglo XIII, cuando al norte
de los Pirineos y en tierra de herejes, se promovió la cruzada destinada
a com batir a los cátaros, entre los años 1209 y 1229, culm inando con el
Concilio de Toulouse11. No es casual que la palabra “herejía”12 se registre
en Languedoc en 1220, fecha que coincide con los hechos apuntados so­
bre la persecución de los cátaros.

En 1233 se crea el Tribunal de la Inquisición en Toulouse para dar cum ­


plimiento a la Bula de Gregorio IX13. Este papa, según Lisón Tolosana,
“acusó en 1233 a los valdenses de heréticos y adoradores de Satán; a los cá­
taros se les designaba globalmente como «sinagoga de Satán», y la palabra
sinagoga, que recuerda a la secta judaica tam bién perseguida, pasó muy
pronto a designar el sabbath o aquelarre nocturno brujeril”14. Años más
tarde, el papa Alejandro IV amplió lo dispuesto por Gregorio IX y contem­
pló actuar contra la brujería por implicar herejía, es decir, adoración del
demonio15. A principio del siglo XIV se crea un nuevo instrum ento para
regular las actuaciones del Tribunal de Toulouse, se trata del M anual del

11. Lisón Tolosana, Las brujas en la historia de España, p. 32.

12. Joan C o r o m i n a s : voz “hereje”, 1220-50. De oc. ant. eretge y éste del lat. tardío haereticus

id., tom. a su vez del gr. hairetikós “partidista”, “sectario”, deriv. de hairéomai “yo abrazo un

partido” (propte. “yo cojo”, “escojo”). Breve diccionario etimológico de la lengua castellana,

M adrid, Gredos, 1990, p. 317.

13. Texto de la bula de 1233 en W.G. W o l d a n y H . H e p p e , Geschichte der Hexenprozesse, 2

vols.; Stuttgart, 1880,1, pp. 161-163.

14. Lisón Tolosana, Las brujas en la Historia de España, p. 32.

15. Ibid., p. 32.


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inquisidor escrito por Bernardo Gui, entre 1307 y 1323, para perseguir a
“los cátaros, los valdenses, los pseudoapóstoles, los begardos y los judíos”,
que contiene un capítulo entero sobre los “brujos, adivinos e invocadores
de los demonios”16.

El estereotipo de los conventículos de brujas presididos por el diablo


viene a sustituir a las reuniones nocturnas de las almas errantes presidi­
das por las divinidades femeninas como Diana, Herodiades o Bensocia17
y, en el territorio vasco, M ari18. En la documentación medieval se regis­
tran referencias de topónimos de éstas y otras divinidades femeninas19.
Y en la tradición oral se han localizado vestigios de la creencia en Diana
en topónimos que aluden a esta diosa en el Pirineo de Huesca y Lérida,
como Dianas, en plural, en La Ribagorza y, en la comarca de Sobrarbe, en
el pueblo de Gerbe M alasdianas20, que constituye la prim era referencia de
estigmatización negativa de esta figura femenina21.

16. fean-Claude S c h m i t t : Historia de la superstición, Barcelona, Crítica, 1992.

17. Cario Ginzburg estudia varios docum entos del siglo XIV referentes al Ariége; vid. Histo­

ria Nocturna. Un desciframiento del aquelarre, Barcelona, M uchnik Ed., 1991, pp. 85-251. Y

tam bién Florencio Idoate cita un docum ento sobre la zona de Aquitania en el que se alude a

estas divinidades; cf. La brujería en Navarra y sus documentos, Pamplona, Diputación Foral

de Navarra, 1978, pp. 248-249.

18. Caro Baroja, Las brujas y su mundo, p. 262.

19. Ángel G a r i L a c r u z : “Los aquelarres en Aragón según los docum entos y la tradición
oral”, Temas de Antropología Aragonesa, n.° 4 (1993), p. 248.

20. Ángel G a r i L a c r u z : Aragón mítico-legengario, Zaragoza, Prames, 2007, p. 16. Ver mapa

p. 48.

21. O tros topónim os de Diana y otras figuras femeninas se aportan en mi trabajo “La b ru ­
jería en Cataluña y zonas de influencia”, en Actes de Religiosität Popular a Catalunya i ais
Pirineus (segles XV-XX), V Jornades d ’Estudis d ’História, 27 y 28 de septiembre de 1996,
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El prim er testim onio de está transform ación está datado en 123222 en


el topónim o Landa del Buc situado en Lannemezan (Francia), lugar con
fama de reunión de brujas. En un documento de 1232 aparece por pri­
m era vez la referencia al buc, macho cabrío, relacionándolo con el diablo,
tratándose de una reunión de brujas. Un pequeño análisis del tránsito del
contexto pagano al cristiano perm ite observar las modificaciones produ­
cidas en las reuniones nocturnas. En prim er lugar, las almas errantes de
los m uertos son sustituidas por las brujas, seres vivos, y las reuniones que
antes estaban presididas por divinidades femeninas se m asculinizan y es
el macho cabrío, identificado con el diablo, quien las preside. Este proce­
so supone una modificación esencial de la cosmovisión y, en este marco,
las autoridades eclesiásticas lo califican de creencias heréticas y presunto
pacto diabólico. Esta valoración ya había sido aplicada en este territorio a
otros movimientos disidentes calificados de herejes y vinculados al dia­
blo, citados anteriormente.

Este germen de estereotipo estigmatizante de los conventículos, surgi­


do del poder eclesiástico, progresivamente va tomando cuerpo y pasa del
ámbito de la modificación de las creencias a su instrum entalización jurí­
dica como una modalidad de articular la intolerancia, como se verá más
adelante. Debe recordarse que el Tribunal de la Inquisición de Toulouse
se crea en 1233 y que supone un paso más en la institucionalización de la
persecución. Además, la Landa du Buc como lugar de reunión de brujas
adquiere prestigio hasta el punto de ser mencionado, a partir del siglo XV,
en procesos abiertos contra las brujas en ambos lados del Pirineo central y
la denominación se traduce al vasco como “aquelarre” en el siglo XVI.

Cervera, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1998, pp. 249-272.

22. Jean Ja u r g a i n : La casa de Gramont (1040-1967), Tomo I, Tradiciones y costumbres de


los Altos Pirineos, Tarbes, Imp. Saint-Joseph, 1968, p. 220. En Lanne-mezean, lanne significa
landa, sustantivo incorporado al nom bre de la población.
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Sobre este proceso histórico de estigmatización y diabolización de la


herejía y de la brujería resulta esclarecedor lo que escribe Delumeau23: “De
este modo, toda sacralidad no oficial es considerada como demoniaca, y
todo lo que es demoniaco es herético, sin que la inversa sea menos cierta:
toda herejía y todo hereje son ecuaciones”. La asimilación de brujería y
herejía se había vuelto tan evidente, como se recordará, en el espíritu de
los inquisidores, que en Languedoc, en Suiza, en Artois, gentes acusadas
de brujería fueron calificadas de albigenses, de beguinos, de valdenses y
de herejes. El conocido tratado Malleus Maleficarum, o El Martillo de las
brujas24, publicado en 1486 “reforzó la identificación de la brujería como
herejía insistiendo en tres puntos: A) es herético no creer en la existencia
de los brujos25; b) en estos últimos tiempos de la historia hum ana, la bru­
jería constituye una perversión herética «sorprendente»; se desencadena
con una violencia nueva26; c) después del pecado de Lucifer, el pecado de
los brujos «supera a todos los demás», ya que es la herejía por excelencia,
es decir, apostasía y traición de la fe; razón por la cual los brujos son más
peligrosos y culpables que los judíos y los paganos”27.

Los vínculos e interrelaciones sociales, culturales e institucionales entre


ambas vertientes del Pirineo fueron intensos y frecuentes, y estos flujos
propagaron la herejía y la brujería. Ante este peligro, las autoridades ecle­

23. Jean D e l u m e a u : El miedo en Occidente, M adrid, Taurus, 2002, p . 607.

24. H. I n s t i t o r i s , J. S p r e n g e r : Le Marteau des sorcières, trad. A. D a n e t , París, 1973, in-

trod. pp. 17-19, citadas p o r Jean Delumeau, op. cit., p. 372: “De este tratado se han registra­

do por lo m enos 34 ediciones entre 1486-1699”. Aunque se editaron m uchos tratados sobre

las brujas, el Malleus se encuentra entre los más influyentes.

25. Ibid., pp. 133-137.

26. Ibid., p. 127.

27. Ibid., pp. 264-267.


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siásticas del sur de los Pirineos impulsaron la creación del Tribunal de la


Inquisición de Aragón y Cataluña en 123828, es decir, cinco años más tarde
que el Tribunal de la Inquisición de Toulouse, y como Bernad de Gui, en
la parte francesa, Nicolás Eymerich elaboró el Directorio de inquisidores29,
para la persecución de la herejía en el territorio de este Tribunal.

El estereotipo de los conventículos de brujas presididos por el diablo se


propagó desde la parte francesa y de este origen se encuentran vestigios en
las acusaciones a las tres justicias que actuaban en el Pirineo español, don­
de se mencionan tres lugares de reuniones de brujas en la vertiente france­
sa como son: la Landa du Boc, el Boch de Biterna y las Eras de Tolosa.

También hay referencias de su procedencia en medidas legales tomadas


por la Justicia O rdinaria de Esterri de Aneu que promulgó las Ordinacio-
nes de 1424, para su persecución, y que adquieren una significación muy
especial para el estudio de la brujería europea, puesto que, según la infor­
mación disponible, son las primeras ordinaciones locales que condenan
la participación en conventículos de brujas. Este delito consta en primer
lugar, expresándose así la voluntad del legislador de destacar su gravedad
o su incidencia.

Se les atribuyen a las brujas, en esta normativa, los siguientes hechos:

1. Acudir a reuniones al Boque de Biterna, donde renegaban de Dios y


rendían homenaje al boque30.

28. Lisón Tolosana, Las brujas en la historia de España, p. 37.

29. Nicolau Eym erich : Directorio de inquisidores, trad. p or D. P. M archena , Montpellier,

1821, Barcelona, Fontm ara, 1974. Carmelo Lisón Tolosana valora los m anuales de Bernardo
de Gui y Nicolau Eymerich en su obra Las brujas en la historia de España, pp. 32-33. O tra

edición de este m anual es la realizada por José A. Fortea , M anual de inquisidores. M adrid,
La Esfera de los Libros, 2006.

30. Ferran V a l l s i T a b e r n e r : Privilegis i ordinacions de les valls pirinenques: Valí d ’Á neu,


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2. Tomar niños y matarlos31.

3. Dar gartirnons o buxol, dar metzines32.

4. También se dice que ligaban: fara neguns ligament a hom o fembra per
enpedir o perturvar matrimonié.

La calificación de bruja en las Ordinaciones es muy amplia porque les


atribuyen actuaciones muy diversas. Los delitos citados afectaban a valo­
res im portantes de aquella sociedad. El prim er delito que se cita es el de
acudir al Boque de Biterna y rendir homenaje al boque, que, aunque no se
menciona la palabra, simboliza al diablo. Este delito presuponía cambiar
de señor y de las obligaciones que ello implicaba; simbólicamente podía
considerarse como una rebeldía al señor feudal. Pero también renegaban
de Dios y, por consiguiente, de la Iglesia y de la jerarquía que la represen­
taba. Estas reuniones se realizaban fuera del territorio dom inado por el
conde, en el Boque de Biterna, que, como luego se analizará, parece lo­
calizarse en Francia. Su fama tuvo que ser anterior al documento ya que,
según se explícita en él, “se recogen las costumbres escritas y no escritas
del valle de Aneu”34.

Vallferrera i Valí de Querol, Barcelona, Prom ociones Publicaciones Universitarias, 1988,

p. 260.

31. Ibid.

32. Ibid.

33. Ibid., p. 262.

34. Ibid., p. 259. Ángel G a r i L a c r u z : “La bruixeria a través de les ordinacions d ’Á neu” en
L’ esperit d ’Á neu, Llibre deis costums i ordinacions de les valls d ’Á neu, dir. y coord. de José
Ignacio P a d i l l a L a f u e n t e , Esterri d’Á neu, Consell Cultural de les Valls dÁ neu, 1999, pp.

47-58.
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Sin embargo, casi cincuenta años más tarde de la promulgación de


las O rdinaciones de Esterri, se registra, en 1471, la prim era acusación
localizada en Engordany (Andorra), donde se denuncia a Joana Cali
“que confirm i que ha anat al boc de Biterna”35; Joana Cali fue condena­
da a m uerte por este y otros delitos. También en A ndorra, en 1621, “la
Galoxa”36 es la últim a acusada que fue ejecutada por acudir al Boque
de Biterna. La im portancia de estos dos docum entos radica en que se
trata de la prim era y de la últim a acusación docum entadas, de las que se
tiene constancia, a la Justicia O rdinaria y, asimismo, en que son las dos
referencias más orientales donde se alude a que las acusadas acudían al
Boc de Biterna.

En España, la prim era acusación por participación en conventículos fue


contra Valentina Guarner37, denunciada en 1484 a la Justicia O rdinaria
de Pont de Suert, y la segunda se localiza en el Tribunal de la Inquisición
de Zaragoza, al que se denunció, en 1498, a “la Narbona” del pueblo de

35. Robert P a s t o r : A quí les penjaven. Introducció a la historia deis mites, llegendes, creences

ifets de bruixeria i magia al Principat d ’A ndorra, i de les persecucions de bruixes i bruixots,

en el marc comú del Pirineu i amb alguns referents internacionals, A ndorra, Consell General

dA ndorra, 2004, p. 158. Referencia en el Archivo Histórico Nacional: AHN, TC - Caja 133,

doc. s. n.

36. Ibid., p. 204. AHN, TC-J. Caja 140, docum entos s. n., “en qué es troben tots els textos
sobre aquest cas”.

37. José L l a d o n o s a P u j o l : El cas singular de na Valentina Guarner del Anecdotari de

l’Estudi General de Lleida, Lleida, Virgili Pagés, 1988, pp. 105, 106. El texto completo del

docum ento de Valentina G uarner está publicado por Maria Dolors F a r r e n y i Sis t a c , Pro-
cessos de crims del segle X V a Lleida: transcripció i estudi lingüístic, Lleida, Institut d’Estudis

Ilerdencs - Diputació Provincial de Lleida, 1986, pp. 95-105. En este docum ento se dice que
la participación de Valentina G uarner en los hechos de brujería tuvo lugar varios años antes
del proceso.
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Cenarbe38, próximo a Jaca, en Huesca. Estas reas decían que volaban a la


Lanna de Boch, en el lado francés, como ya se ha dicho.

La única acusación por participación en conventículos juzgada por la


Justicia Episcopal fue en 1548, contra el clérigo Jimeno de Víu, residente
en Broto (Huesca). En el proceso aparecen algunas pormenorizaciones de
especial interés:

fallo un diablo en figura de hombre negro, el qual le llevo y guio


hasta el alna de boch, que es en Gascunya, donde fallo otros mu­
chos hombres y mugeres baylando al son de un rabiquete en derre­
dor de hun gran canto, encima del qual estava en pies el buch de
Biterna, que tenia los pies de cabra y era negro. Y el dicho capto,
reo y criminoso, y todos los que alli stavan le hazian reverencia39.

En 1508, por prim era vez en el País Vasco, se registran informaciones


sobre las reuniones de brujas que son denominadas llamamientos o ayun­
tamientos, en la acusación a M aría Sanjuán de Garonda, comadrona veci­
na de M ungia (Durango)40.

38. N arbona Darcal. Cenarbe. 1498. Archivo Histórico Provincial de Zaragoza (AHPZ), C.

23-1, fol. 7v.

39. Jimeno de Víu. Linás de Broto. 1548. Archivo Diocesano de Huesca (ADH), Leg. 2, n.°
1724, fol. 6r y v. M aría T a u s i e t C a r l é s , Ponzoña en los ojos. Brujería y superstición en Ara­

gón en el siglo XVI, Tesis Doctoral, 1997, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2000.

2.a ed., Madrid, Turner, 2004, p. 281.

40. Gustav H e n n i n g s e n : “El invento de la palabra aquelarre”, en Historia y Humanismo.


Estudios en honor del profesor Dr. D. V. Vázquez de Prada, 1, ed. a cargo de J. M. U s u n á r i z
Garayoa, Pamplona, Eunsa, 2000. Juainas Paul A r z a k : “El aquelarre, una invención afor­

tunada”, Gerónimo de Uztariz 23/24 (2008), p. 4.


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En 1525 aparece documentado por prim era vez el topónim o aquerrla-


rea4i, refiriéndose a un campo de Ituren muy próximo a la frontera pero
en territorio vascohablante. Considero que tanto este topónim o como el
sustantivo akelarre son una adaptación de la expresión lana del boc, más
antigua y únicamente localizada en el Pirineo central, donde no se registra
el térm ino vasco akelarre, que pertenece a la parte más occidental de la
cordillera42. Como se ha visto, la misma expresión Landa du buc había sido
introducida en el Pirineo aragonés anteriormente.

El estereotipo de los conventículos de brujas se enraíza y se difunde


entre las autoridades, quienes, m ostrando su intolerancia, no dudan en
perseguirlo, hecho que emerge en las denuncias a la Justicia Ordinaria,
a la Episcopal y a la Inquisición que, a pesar de su im portancia religiosa
y social, no son las más numerosas entre los delitos de brujería hallados
hasta el momento. Por otra parte, se constata en los procesos que el pueblo
asume estos modelos como acusados, testigos o denunciantes.

Para comprender la estigmatización que desde el poder se llevó a cabo,


es necesario desglosar las informaciones que constan en los documentos de
los tribunales destacando tres aspectos: la sumisión al diablo, las fórmulas
de reniego a los valores religiosos y la violación de tabúes socioculturales.

En la acusación de Narbona Darcal de Cenarbe en 1498, este rechazo se


expresa con contundencia:

Renengado y descreyendo de Dios y de sus obras, y tomando


al diablo por señor, adorándole y honrrándole como a señor y
haziendole gafumerios43.

41. Archivo General de Navarra, Procesos, 035728. Arzak, “El aquelarre, una invención
afortunada”, p. 4.

42. Desarrollo este análisis en mi trabajo “La brujería en los Pirineos”, p. 339.

43. Carm en E s p a d a G i n e r : La vieja Narbona. De las sombras del alba, al resplandor de las
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 359

En otra parte del documento se alude al vuelo y al lugar de reunión, y se


concreta el estereotipo registrado en Francia en el siglo XIII:

La dicha rea [...] se untava con otras con ciertos untos y


ponzonyas en ciertas partes de su persona, y apres de untada
y de invocado al demonio y de haver dicho estas palabras “So­
bre harto y sobre espina a lanna de boch siamos ayna”y, esto
dicho, las tomava el diablo en form a de cabrón y las llevaba
al dicho campo de lanna de boch en donde estaba el boch de
Biterna, al qual todas besaban en el trasero y lo honrravan y
adoravan, y se echava con ellas y les estrenava, y les dava en
pago ciertos dineros, y bailaban y se sola$avan allí, en el dicho
campo, con otras muchas bruxas, asta que se tornavan a sus
casas, y esto todo de noche. Y estando allí, dexavan de nom ­
brar el nombre de Nuestro Señor Jhesucristo porque otramente
no pudieran hazer las dichas bruxerías44.

Y, en 1534, Dom inga la Coja, de Pozán de Vero, acusada prim ero a la


Justicia O rdinaria local y más tarde a la Inquisición, declara ante este
tribunal que fue llevada al conventículo de las Eras de Tolosa en Fran­
cia por una bruja llam ada Gracia la Nadala, presentándola del siguiente
modo:

“Señor, veos aquí que os traygo una vasalla”y que el diablo


respondió: “Sea bien venida sea la vassalla”. Y que luego la
presente respondiente, en lugar de homenaches le veso en el
culo al diablo. Y que el diablo la tomó luego y la cabalgó, y que
tenía el suyo de fierro y muy frío. Y que le dio cinquo sueldos, y

hogueras, Zaragoza, Certeza, 1998, pp. 174-175.

44. N arbona Darcal. Cenarbe. 1498. AHPZ, C. 23-1, fol 7v. Tausiet, Ponzoña en los ojos, pp.

279-280.
360 M IG U E L SERVET, E T E R N A L IB ER TA D

que dicha Gracia dixo a la presente respondiente que aquellos


cinquo sueldos no los esmercasse luego, si no, que no le aprove­
charían. Y que ella los smercó luego45.

Las implicaciones jurídicas de los actos de reniego y el profundo sig­


nificado de las fórmulas utilizadas requieren unas consideraciones espe­
cíficas. Debe destacarse que, además de Dios y de la Iglesia, en algunos
casos como en Tam arite y en Ochogavia, se reniega “de la m adre que la
parió y de los genollos de su padre” y esto conlleva un significado más
profundo, pues, por un lado, los padres representan simbólicamente el
origen de la vida y, por otro, son los transm isores de los valores religiosos
y sociales.

Se han seleccionado fórmulas de reniego de tres acusaciones en Aragón


y otra de Navarra. La prim era es de Dominga la Coja:

verdat que, assí la dicha Gracia como el diablo, le dixeron


a la dicha Domencha que renegasse de Dios, y que tomasse al
diablo por señor. Y que la dicha Gracia ya había renegado, y
que ella no dudasse de renegar. Y que la presente respondiente
no quiso renegar por mucho que le porfiaron46.

En el año 1550, Joana la Molinera y Margarida de la Plana inician en el


arte de la brujería a Antonia Balaguera, con la que acuerdan ir al Prat de
Mosquera, situado cerca de Cornudella (Huesca). En el documento se dice:

Partieron una noche y les salió un galán montado en un


gran cabrón. Joana dibuja una cruz en el suelo y le dice a A n ­
tonia que la pise y reniegue de Dios. El galán es llamado por la
Molinera boch de Biterna y después de tener contacto carnal

45. D ominga la Coja. 1534. AHPZ, Fondos de la Inquisición, fol. 79v.

46. D ominga la Coja. 1534. AHPZ, Fondos de la Inquisición, fol. 80v.


B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 361

con las tres mujeres, les hizo ir al Prat de Mosquera donde ha­
bía unas hogueras con gentes cantando y bailando al son de
cornamusas y panderos y allí se sometían al desenfreno dia­
bólico. Después de esta reunión el galán les dice “que pueden
hacer m al’*7.

Y en la relación de causa de Margalida Escuder, de Tamarite de Litera, en


1626, se declara:

e dixo la dicha muger que le traya una vasalla; y el demonio


le preguntó si haría como las demás [...] y todas se hincaron
las rodillas y hicieron la obediencia al demonio y anduvieron
baylando alrededor más de media hora [...] La hizo que renega­
ra de Dios y de la madre que la parió y del padre que la engendró
[...] y que también tubo parte con ella el demonio por detrás.

El contenido de estos conventículos es muy similar al de las ceremonias


de reuniones de brujas descritas en otros documentos48.

Florencio Idoate destaca la dureza de la fórmula de reniego utilizada en


el conventículo de Ochogavia (Navarra), en 1539, sobre el que se aporta el
siguiente testimonio:

la hizo renegar de Dios y de Santa María y de todos sus san­


tos, y de los genollos de su padre y tetas de su madre; y le hizo
tocar un sapo y la llevo a los ayuntamientos.

47. Manuel C a m p s i C l e m e n t e : Torrefarrera i el seu entorn historie, Lleida, Institut d’Estudis

Ilerdencs - Fundació Pública de la D iputado de Lleida, 1996, p. 246. En los estudios de to ­

ponim ia actuales se localiza el topónim o M osquera en Cornudella.

48. Margalida Escuder, 1626. AHN, SI. Lib. 991, fol. 895r-896r. Ángel G a r i L a c r u z : Bruje­
ría e Inquisición en el Alto Aragón en la primera mitad del siglo XVII, Zaragoza, Diputación
G eneral de Aragón, 1991, p. 91.
362 M IG U EL SERVET, E T E R N A LIBER TAD

Según este autor “es quizás el reniego más crudo y expresivo que encon­
tram os entre las declaraciones de nuestra tierra, quitando el de Burgui, en
vascuence”49.

Estos reniegos llevan implícita una declaración de apostasía, pacto con


el diablo y herejía, con las consecuencias jurídicas religiosas y sociales que
se han expuesto. Así como en la mayoría de los casos citados el final fue
la condenaba muerte, la excepción son las dos brujas de Tamarite, que se
libraron de ella cuando pasaron de la Justicia O rdinaria a la Inquisición en
1626, tiempo en el que el Santo Oficio ya no condenaba a m uerte por estos
delitos. Se debe recordar que la últim a sentencia a muerte de la Inquisición
española se produjo contra las brujas de Zugarram urdi en el auto de fe
de Logroño en 161050. A partir de entonces las actuaciones inquisitoriales
por delitos de brujería y participación en conventículos son más suaves y
tolerantes, como se demuestra en la relación de causa abierta a Catalina
Castrillo, de Murillo de Gállego, donde se precisa cómo había actuado, en
1679, la Justicia Real:

ya avían ahorcado a una y acotado a otra y desterrádola; y


a dicha Catalina no la ahorcaron por estar manifestada por la
Corte del Justicia de Aragón y la recomendó.

Y en otro punto concreta lo siguiente:

Y por otro Inquisidor y el Ordinario, a que se suspendiese


esta causa y se advirtiese a la rea no llegase a Murillo por el
riesgo de que la Justicia Real no ejecutase en ella la pena de
muerte51.

49. Idoate, La brujería en Navarra y sus documentos, p. 70.

50. Blázquez, Eros y Tánatos, p. 70.

51. Catalina Castrillo, 1679. AHN, SI. Lib. 998, fol. 210v a 21 lv.
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 363

En un análisis del proceso de estigmatización de las brujas acusadas de


participar en conventículos, pero ampliando el núm ero de testimonios y
acusaciones, se muestra que se les atribuían la violación o transgresión real
o simbólica de tabúes culturales como eran los siguientes:

1. Separarse del cuerpo para ir al aquelarre.

2. El vuelo.

3. La metamorfosis en diferentes animales52.

4. La relación de supeditación con el diablo.

5. Llevar a cabo actos agresivos conscientes, voluntarios y compartidos por


el conventículo.

52. En forma de perros y gatos. R. C. de Anna Pomadera. AHN, SI. Lib. 995 fols. 612-617.

Cf. Gustavo Adolfo B é c q u e r : Obras completas, carta VIII, M adrid, Aguilar, 1966, pp. 631 -

632; Bécquer se refiere a la metamorfosis en gatos en la zona de Trasmoz, recogida en el

siglo XIX. Manuel F e r n á n d e z N i e t o : Proceso a la brujería. En torno al Auto de Fe de los

brujos de Zugarramurdi, Logroño, 1610, Madrid, Tecnos, 1989, pp. 44, 52, 53, 64 y 71.

Juan de M o n g a s t ó n : Relación de las personas que salieron de auto de Fe que los señores

doctor Alonso Bezerra Holguín del Abito de Alcántara; licenciado Juan de Valle Alvarado; li­

cenciado Alonso de Salazar Frías, Inquisidores Apostólicos, del Reyno de Navarra y su distrito,

celebraron en la ciudad de Logroño, en siete, y en ocho dias del mes de noviembre de 1610,

años, Y de las cosas y delitos porque fueron castigados, Logroño, 1611. Menciona trasforma-

ciones en animales en el área vasco-navarra.

Luis de F o n s e c a : Relación summaria del auto de la fe que los señores doctor Alonso Beze­
rra Holguín, del Abito de Alcantara, licenciado loan de Valle Alvarado, Licenciado Alonso de
Salazar Frias, Inquisidores Apostólicos en el Reyno de Navarra y su distrito, celebraron en la
Ciudad de Logroño, en siete y ocho días del mes de Noviembre, de mil seyscientos y diez años,
Burgos, Impresa por Juan Bautista Varesio, 1611, pp. 30-31.
364 M IG U E L SERVET. E T E R N A L IB ER T A D

6. Necrofagia y antropofagia53.

7. Promiscuidad sexual y actos de bestialismo54.

Las informaciones aportadas en los procesos pueden interpretarse en


función de tres contextos:

a) Declaraciones obtenidas por la coacción del tormento y que respondían a


un cuestionario preestablecido que reflejaba la opinión de un sector social55.

53. A ntona Aznárez, 1657, AHN, SI. Lib. 991, fol. 317v. Fernández Nieto, Proceso a la bru­

jería, pp. 13-36.

54. Margalida Escuder afirma “que tam bién tubo parte con ella el dem onio p or detrás”.

1626, AHN, SI. Lib. 991, fol. 896r. Isabel Alastruey, del pueblo de Sesa, describe que el dia­

blo tenía “accesos carnales” con varias brujas “p o r el sieso” y en cierta ocasión, habiéndose

presentado en forma de lobo, “alzándoles las faldas las conozio a todas por el vaso trasero,

metiendoles una cosa fria y dura”. 1603, AHN, SI. Lib. 990, fol. 309r. Cf. M aría T a u s i e t

C arles: Abracadabra Omnipotens. Magia urbana en Zaragoza en la Edad Moderna, M a­


drid, Siglo XXI, 2007, p. 204.

Juana Bardaxi, 1626, AHN, SI. Lib. 991, fol. 898r y 898v. En la relación de causa de Juan

García (Tierga), se m enciona acto de bestialismo anal con el diablo, 1608, AHN, SI. Lib.

991, fol. 155. Fernández Nieto, Proceso a la brujería, pp. 58, 59, 60, 85. Luis de Fonseca,

Relación summaria del auto de la fe, pp. 13-14.

55. “Instrucción para los comisarios del Santo Oficio en las averiguaciones tocantes al cri­

m en de Brujería”. Texto im preso inserto en el m anuscrito 104-BUZ y publicado p o r Gari

Lacruz, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, pp. 435-436.

Dominga la Coja. 1534. AHPZ, Fondos de la Inquisición. En el proceso de D ominga la

Coja se dice sobre el interrogatorio, fol. 79, “que le dixesse la verdat de aquello que había di­
cho stando a la tortura, si era assí como ay lo había dicho, o no. Y si lo había dicho p o r tem or

de la tortura o no”. Y en otro punto se precisa lo siguiente sobre la actuación de la Justicia


Local: “Y le hicieron renunciar de hecho a todos los fueros, privilegios, observancias, usos
y costumbres del reino de Aragón, y que se som etiera a los estatutos y ordenaciones acor-
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 365

b) Creaciones imaginativas de mitómanos, tanto de los perseguidores


como de los perseguidos.

c) Fantasías estimuladas por las drogas, estructuradas, en parte, en el hilo


conductor de una tradición oral56.

Las informaciones sobre los conventículos transcendieron al m undo de


la creación artística y esos contenidos se plasmaron en códigos de imagen,
aunque introduciendo elementos diferentes propios de los pintores que los
realizaron entre los siglos XV al XVIII. Ejemplo de ello es el grabado de
Ziarnko que se incluye en El Tableau de l ’inconstance de Pierre de Lancre,
donde figura una escena en la que se representa un macho cabrío con cin­
co cuernos sentado en un trono y dom inando el conventículo57.

dados por el baile, jurados, concello y Universidad del lugar de Poçant de Vero. C f Espada,

Dominica La Coja, pp. 83 y 75. Estas medidas conferían libertad al tribunal, ya que quedaba

libre de cualquier otra noma.

56. 1657, AHN, SI. Lib. 996, fol. 313v. En el proceso de Gracia Aznárez, al referirse a los

ungüentos se hacen las siguientes precisiones: “La rea decía que tenía un çapo encim a de

una fuente y lo açotaban con un brezo y cogían lo que le hacían echar a el çapo y se untaban

y yban donde querían”. Vid. Gari Lacruz, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, p. 119.

N arbona Darcal. Cenarbe. 1498. AHPZ, C. 23-1, fol 7v. “La dicha rea [...] se untava con

otras con ciertos untos y ponzonyas en ciertas partes de su persona, y après de untada y de

invocado al dem onio y de haver dicho estas palabras «Sobre harto y sobre espina a lanna de

boch siamos ayna»”.

57. Pierre L a n c r e : Discurso IV del segundo libro de Tableau de l’inconstance des mavais

anges et démons. Ou il est amplement traicté de la sorcelerie et sorciers. Livre tres curieux et
tres utile, non seulement aux juges, mais à tous ceux qui vivent soubs les loix chrestiennes. Avec
un discours contenant la prodedure faicte par les inquisitions d ’Espagne et de la Navarre a 53
magiciens, apostats, juifs, sorciers, en la ville de Logrogne, en Castille, le 9 novembre 1610. En
laquelle on voit, combien l’exercice de la justice en France est plus iuridiquement traicté et avec
366 M IG U E L SERVET. E T E R N A L IB ER TA D

El pintor aragonés Francisco de Goya plasmó escenas de vuelos de bru­


jas y conventículos que complementan estos estereotipos. En la iglesia de
Bourisp, en la Val d ’Aure, Francia, hay una pintura titulada Luxuria, del
siglo XVI, en la que está representado un macho cabrío y sobre él una m u­
jer y detrás un diablo58.

D I AB O L I Z A C I Ó N DE L A S C R E E N C I A S P A G A N A S EN LA
A D IV I N A C I Ó N Y LA P O S E S I Ó N

Otras cosmovisiones precristianas que se estigmatizaron y diabolizaron


fueron las relaciones y vínculos establecidos con las almas de los muertos y
otras entidades espirituales tanto en determinadas prácticas adivinatorias
como en la diversa casuística de la posesión.

Adivinación

Ya desde la Edad Media el significado de la palabra nigrom ante alude a


la adivinación por vínculos con las almas de los m uertos y el historiador
Jean-Claude Schmitt precisa lo siguiente:

En el siglo XII, la explicación “etimológica”tradicional sufrió


una modificación: Juan de Salisbury, obispo de Chartres (m.
1180), hace derivar la raíz necro- del latín niger, “negro”, en lu­
gar de hacerlo del griego necros. El diablo pasaba así al primer
plano, por delante de los muertos, en el preciso momento en que

de plus belles formes qu'en autres empires, royaumes, republiques et estais, Paris, 1612. Julio

Caro Baroja realiza un análisis de está lám ina en Las brujas y su mundo, p. 208.

58. Patrice R o q u e s : Sorcellerie et superstitions dans les Pyrénées centrales, du XVIe au X IX e

siècles, Nîmes, Lacour, 2002, p. 5.


B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 367

iba a afirmarse, en el siglo XIII, la idea de la “magia negra”59.

Hay que destacar que, en la Edad Media, Pedro M uñiz (1207-1224),


obispo de Santiago de Compostela, y un siglo más tarde Miguel de Urrea
(1309-1316), obispo de Tarazona60, fueron valorados como nigromantes, lo
que demuestra que estás creencias estaban difundidas dentro del seno de
la propia Iglesia.

Las primeras actuaciones judiciales en las que consta el término nigro­


mancia corresponden a denuncias registradas en Aragón: “El 10 de mayo
de 1333 la reina Leonor de Aragón ordena al justicia y jurados de Huesca
entregar al obispo un clérigo acusado de sortilegios y nigromancia; y el 11
de mayo manda al justicia y jurados de Huesca que procedan contra unos
sarracenos acusados de sortilegios y nigromancia sin que los fueros y privi­
legios sean obstáculo para ello”61. Son los dos únicos casos localizados hasta
ahora en los que interviene la Justicia Ordinaria en acusaciones de nigro­
mancia.

Jaume Oliver se refiere a la adivinación como inducida por las almas de


los muertos en el texto siguiente:

En el siglo XIV, en el Pirineo leridano, la adivinación estaba


relacionada con las almas de los muertos, como consta en una
visita pastoral del Obispado de Urgell: “quefacit divinaciones
et respicit animas spiritualias etfacit inprerimenta”62.

59. Jean-Claude S c h m i t t : Historia de la superstición, Barcelona, Crítica, 1992, p. 68.

60. Blázquez, Eros y Tánatos, pp. 40-41.

61. Carlos L a l i e n a C o r b e r a : Documentos municipales de Huesca, 1100-1350, Huesca,

A yuntamiento de Huesca, 1988, pp. 196-197.

62. Carm en E s p a d a G i n e r , Jaume O l i v e r B r u y : “Estudi introductori. Vassalls de vassall i

vassalls del dim oni al Pallars al segle XVI. Arxiu Capitular de Vic, calaix 31; visites pastarais
368 M IG U E L SERVET, E T E R N A L IB ER TA D

En Aragón, el visitador apostólico, Guillermo Serra, en la visita que rea­


lizó a las montañas de Jaca en el año 1499 escribe:

Biescas - Non sunt nigromantici nec sortlegi, sed ex sola opi-


nine credunt uxore. M anaut habere fam am faciendi latrare,
ex qua unusfilius suus latrat63.

Ambos testimonios expresan que la cosmovisión vinculada a los m uer­


tos se m antenía viva en el Pirineo y la transición hacia la diabolización
se produjo paulatinam ente durante siglos, en un proceso similar al que
siguieron los conventículos y la posesión.

La prim era acusación al Tribunal de la Inquisición de Zaragoza por n i­


gromante, entre otros delitos64, se produce en 1496, contra Juan Garcés;
dos años más tarde “la Narbona”, ya citada, también fue calificada de n i­
gromante, como consta en su proceso:

dize el dicho procurador fiscal que la dicha Narbona, rea


denunciada es bruxa, ponzonyera, nigromántica, fetHiera65.

En el año 1605, en la acusación de Alejos Lavello se describe la actuación


de este reo:

d’Urgell, vol. V” en Les bruixes al Pallars: processos d ’Inquisició a la Varvassoria de Toralla

(s. XVI), Tremp, Garsineu, 1999.

63. Antonio D u r á n G u d i o l : “Las bibliotecas eclesiásticas de las diócesis de Jaca a finales

del siglo XV”, Revista Argensola, n.° 49-50 (1962), pp. 55, 59, 60, 61, 63, 65, 75, 84 y 85. Se ha

tom ado como fuente el artículo de D urán pero, como se podrá constatar en la reproduc­

ción del texto -cf infra-, se han corregido algunos lugares al contrastarlo con el docum ento

original -Hecho por Siresa, Biescas por Yésero- y se ha agregado Canfranc. Cenarbe aparece

citado en el folio 99.

64. Juan Garcés, 1496. AAZ, SI Leg. 22, n.° 4.

65. N arbona Darcal, 1498. AHPZ, C-23-1, fol. 7 r.


B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 369

a otra persona que estava enferma, que el le curaría, y le-


puso un ba$o de carnero sobre el estomago, y que si aquello no
bastase que le curaría por arte de Nigromancia66.

Y además se le acusa de lo siguiente:

este reo tenía un libro moriego y alardea de dominar a los


diablos con un libro que tenía67.

El documento m uestra cómo la nigromancia coexistía con otras prácti­


cas mágicos brujeriles.

La últim a acusación por nigromante al Tribunal de Zaragoza es la reali­


zada en 1673 contra Carlos Favaro68, clérigo procedente de Italia que tenía
libros prohibidos y, entre ellos, uno de nigrom ancia y otros de magia ade­
más de manuscritos escritos por él mismo. En otro punto de esta docu­
mentación se le describe en Zaragoza, actuando como sigue:

una tarde que llovía, haciendo unas rayas, números y cír­


culos, mirando una nube, avía dicho yba en ella un religioso
nigromántico y un mercader de Portugal a París69.

Se debe subrayar que, de entre las acusaciones por magia y brujería pre­
sentadas ante el Tribunal de la Inquisición de Zaragoza, veintidós fueron
por actividades de nigromancia y, de los acusados, una gran parte eran
clérigos.

La justicia episcopal sólo excepcionalmente juzgó a nigromantes, entre


ellos al clérigo Juan Gabriel en 1508, de Teruel; a Juan de la Borda, proce­

66. Alejos Lavello, 1605. AHN, Inq. Lib. 990, fol. 346v.

67. Ibid., fol. 347v.

68. Carlos Favaro, 1673. AHN, Inq. Lib. 998, fol. 143v a 149.

69. Ibid.
370 M IG U E L SERVET. E T E R N A L IB ER TA D

dente de Morlans (Bearne) en 1560 y residente en Fuendetodos (Zaragoza);


y a Pedro Salanova en 1591, procedente de Navarra (Francia) y residente en
Zaragoza. En la casuística conocida de la justicia seglar en la Edad M oder­
na no se ha localizado ningún nigrom ante y tampoco consta este térm ino
en los desaforamientos promulgados por esta justicia.

A pesar de los intentos continuados de diabolizar la adivinación rela­


cionada con los muertos, quedaban vestigios de esas cosmovisiones tanto
en los acusados como en la terminología jurídica aplicada en las relaciones
de causa. Al tratarse de clérigos, resulta más significativa la persistencia de
esas creencias en un colectivo con más cultura religiosa y mejor conocedor
de los posicionamientos eclesiásticos. En este sentido son esclarecedoras
las precisiones hechas en el año 1611 por el lingüista y clérigo Covarru-
bias que define la nigromancia como el “Arte de adivinar invocando los
m uertos”70.

Posesión

En un proceso sim ilar al seguido con la diabolización de los conventí­


culos y la adivinación, la Iglesia, ya desde el siglo XI en el Altoaragón,
estigmatizó y diabolizó la posesión. Y en este proceso queda de m ani­
fiesto la voluntad de la jerarquía eclesiástica de arrogarse el monopolio
del exorcismo; y por ello, los rituales llevados a cabo con este fin fuera
de la Iglesia pasaban a ser sospechosos de herejía o superstición. Eso, sin
embargo, no fue obstáculo para que coexistieron otras creencias con di­
ferentes prácticas curativas.

Analizando las diferentes manifestaciones de la posesión anteriores a


su proceso de cristianización se encuentran, en su génesis, informaciones

70. Sebastián de C o v a r r u b ia s : Tesoro de la Lengua Castellana, M adrid, 1 6 1 0 .


B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 371

correspondientes a tres estratos culturales y vestigios de otras tantas cos-


movisiones.

La más arcaica atribuye la posesión a las hadas y de esta interpretación han


quedado únicamente dos referencias de la palabra enfatuada en Aragón. Un
testimonio consta en un documento parroquial fechado en 1773, en el que se
menciona a una joven que estaba “enfatuada”71, del barrio del Arrabal en Za­
ragoza. El otro fue registrado también en un libro parroquial del siglo XIX,
en Senegüé72. En estos dos únicos casos localizados en Aragón, el término
enfatuada habría sobrevivido fosilizado y su significado, “estar poseída por
las hadas”, remite a vestigios de creencias mucho más antiguas. En el citado
documento de Senegüé, la palabra enfatuadas se utilizaba como sinónimo de
espirituadas, con el significado de “estar poseídas por los espíritus”; ninguno
de los dos términos presenta connotaciones diabólicas en origen.

Las mujeres ladradoras o aulladoras fueron otra manifestación de la po­


sesión entre los valles de Ansó y Tena73, que se contagió en forma epidémi­
ca a finales del siglo XV. Este fenómeno perduró durante más de un siglo,
localizándose una amplia casuística hasta 1596. Los testimonios que se
tratan a continuación proceden de las tres justicias y m uestran la difusión
de estas creencias en las m ontañas de Jaca.

La prim era información sobre las mujeres latrantes se encuentra en el


proceso de “la Narbona” de Cenarbe, ya mencionado, juzgada por la In­

71. Se trata del libro Cabreo Nuevo de la Parroquia de Altabás, 1773. Cf. Vicente M . C h u e ­

ca, N ereida M u ñ o z T o r r i j o s : Zaragoza desde su orilla. Cultura Popular en el barrio del

Arrabal Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, 2010, p. 227.

72. Inform ante José Luis Garcés. Libro Parroquial de Senegüé de 1810, donde consta el

térm ino enfatuada.

73. Ángel G a r i L a c r u z : La posesión demoníaca en el Pirineo aragonés, Pamplona, 2010.

En prensa.
372 M IG U EL SERVET. E T E R N A LIB ER TAD

quisición en 1498; le acusan, entre otros delitos, de haber hecho lo que


sigue:

otras ladravan en la Yglesia y en otras partes como perros


y otros animales, y otras vezes estando en la Yglesia no veyan
el Corpus quando se alfava y si lo veyan lo veyan muy negro
y todo esto prevenía a causa de los fetillos y pozonyas que la
dicha demandada ha dado y dava a la[s] dichas personas. Y
esto es verdad74.

En la visita a las parroquias del obispado de Jaca en 1499, realizada por


fray Guillermo Serra, franciscano, profesor de Teología y obispo titular de
Hipona, destaca éste la existencia de brujas, sobre todo en los altos Valles.
Pero es parco el visitador en lo que a ellas se refiere, y se limita a señalar lo
que al parecer las distinguía:

mugeres que ladraban o hacían ladrar como perros.

Villanua D ixit vicarius quodiam fu eru n t capte V mulieres


Cesaragustae et estfam a quod use sunt arteprohibita ita quod
facium latrare quasdram mulieres ut canes et alia opera mala
bruxarum.

Aratorés - Est quedam mulier que ladrat ut canes.

Sinués - Sunt multe mulieres latrantes.

Aragüés - Sunt quedam mulieres latrantes more canum. Vi­


carius aliquando movet rixas et aliquando portat quamdam
bailistam cum ista térra sit luporum et lebant quosdam ban-
dolarios.

74. N arbona Darcal, 1498. AHPZ, C. 23.1, Artículo 2.° de la D em anda Crim inal de “la

Narbona”, en el fol. 7v del proceso.


B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 373

Siresa - Sunt mulieres latrantes more canino.

Verdún - Capellani non bene coniurant nubes.

Biescas - Non sunt nigromantici nec sortlegi, sed ex sola opi-


nine credunt uxore. M anaut habere fam am faciendi latrare,
ex qua unusfilius suus latrat.

Barós - Non sunt iuratores nec convocatores demonum.

Larrés - Reperit ecclesiam apertam et discoopertam et mul-


tum perditam et intus herbis plenam.

Canfranc - “que latrant ut canes”, son Antona de la Masón,


María Dant (o Daut) y Cristina Casanovas7S.

En los años sucesivos las manifestaciones de las mujeres latrantes se


m antuvieron en la zona e incluso pudieron incrementarse, hechos que
obligaron a las autoridades de Aísa a promulgar, en 1530, un desafora­
miento por delitos de brujería, que es el único conocido en el que se alude
a las mujeres latrantes:

Et que con dicha bruxería et otros hechizos hobieren perpre-


tado o perpetaren dende adelante homicidios muertes y hobie-
re hecho y hará, con dichas artes, ladrar las personas76.

El último caso localizado de mujeres ladradoras consta en la relación de


causa de María Tolón, residente en Peñaflor, lugar próximo a Zaragoza,
que fue juzgada por el arzobispo de Zaragoza en 1609. Las manifestaciones
se describen así:

75. D urán Gudiol, Las bibliotecas eclesiásticas, pp. 55, 59, 60, 61, 63, 65, 75, 84 y 85.

76. Estatutos o desafueros por brujería del Valle de Aísa, 1530. Archivo Histórico Provincial

de Huesca (AHPH), Not. Orantes, Prot. 8146, fols. 19-27. Cf. Genaro L a m a r c a : El Valle de

Aísa, Zaragoza, Mira, 1993, p. 90.


374 M IG U EL SERVET. E T E R N A LIB ER TAD

la rea había aojado a una criatura de tal manera que vino a


ladrar como si verdaderamente fuera un perro77.

Debe aclararse que esta acusada, que actuó fuera de los valles pirenai­
cos, procedía de Gascuña78, en la vertiente francesa de los Pirineos, donde
estas manifestaciones eran muy comunes. También de esta zona francesa
procedía Juana Seris79, quien, acusada por la Justicia de su país por bruja,
había huido y fue juzgada por la justicia local en Huesca.

La cosmovisión más amplia y generalizada en el tiempo y en el territorio


atribuía que las mujeres estaban poseídas por las almas de los muertos, en
un proceso similar al descrito en la adivinación por nigromancia que ya se
ha expuesto. Sobre esta modalidad de posesión se encuentran testimonios
en el Livre d ’Egidius, deán de Tournai, m anual de exorcismos de m edia­
dos del siglo XV, donde se incluyen dos series de preguntas dirigidas a las
almas del purgatorio80. Y un ejemplo del proceso de transición hacia la
demonización se encuentra en la obra del aragonés Pedro Ciruelo, fechada
en 1529, quien al tratar sobre los endemoniados se expresa del siguiente
modo:

Escribo aquí este aviso porque muchas veces el diablo, padre


de mentiras, finge que es una ánima de tal hombre o mujer que
anda en penas, y dice que viene a revelar a los suyos las penas
en que está para que cumplan las misas y treintanarios que
mandó en su testamento81.

77. Francisca Castán y María Tolón, Peñaflor, 1609. ADZ. C 5-10, fols. 17 y 164.

78. Tausiet, Ponzoña en los ojos, p. 560.

79. Juana Seris, 1596. AHPH, Justicia 350/10. D ocum entos inéditos estudiados por Carlos

Garcé$.

80. Delumeau, El miedo en Occidente, p. 126.

81. Reprobación de las supersticiones y hechicerías, Salamanca, 1538. M adrid, Joyas Biblio­
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 375

A pesar del proceso de demonización llevado a cabo en las actuaciones


eclesiásticas, hay que decir que hasta principios del siglo XX ha sido de uso
frecuente, en los pueblos del Altoaragón, llamar a las posesas “espiritadas”
o “espirituadas”. Son palabras que remiten a espíritus y no a demonios. Sin
embargo el prim er testimonio de posesión demoniaca se remonta ya al si­
glo XI, en un exorcismo que se llevó a cabo en la iglesia de San Pedro el
Viejo de Huesca; tras la expulsión del hechizo, se interpretó que la posesión
demoniaca había sido causada por la intermediación de un brujo o bruja82.

Esta interpretación en la que se vincula posesión demoniaca y brujería


se fue difundiendo paulatinam ente y tardó varios siglos en generalizar­
se. Contribuyeron a ello los acuerdos tomados en el Concilio de Trento
que, en las décadas siguientes, se desarrollaron y aplicaron en dos aspectos
básicos: por una parte, la reafirmación de los posicionamientos católicos
frente a la tradición pagana; por otra, la ofensiva frente al protestantismo.
Estas dos circunstancias se daban con intensidad en el Pirineo, donde las
creencias paganas seguían teniendo una gran vigencia y la proximidad
con la Francia protestante y hereje constituía una amenaza.

De las consecuencias que se derivaron de este concilio sólo se tratarán las


vinculadas al tema que aquí nos ocupa. Una de las primeras fue el incremen­
to de la interpretación demoniaca de los acontecimientos de la vida cotidia­
na, como se refleja claramente en los manuales de exorcismos y esconjuros.
Proceso que ya se había iniciado en la Edad Media, como consecuencia de
la Contrarreforma se intensifica la demonización de la tradición pagana; en
este trabajo, se han visto claros ejemplos en el ámbito de los Pirineos83.

gráficas, 1952, p. 110.

82. Fray Francisco Diego de A y n s a y de Ir ia r t e : Fundación, excelencias y antigüedades de

la ciudad de Huesca, Huesca, Pedro Cabarte, 1619, pp. 141-142.

83. Cf. Gari Lacruz, La posesión demoníaca en el Pirineo aragonés, apartado “Consecuencias
376 M IG U E L SERVET. E T E R N A L IB ER T A D

Se publican dos textos oficiales de la Iglesia en los que se confiere gran


im portancia a las acciones de Satán y su presencia en la sociedad. En 1557
sale a luz el Grand Catéchisme de Canisius84 y en él consta más veces el
nombre de Satán que el de Cristo; en 1614 se edita el Ritual romano85, que
regula oficialmente los exorcismos. Paralelamente, en el norte de España
se publicaron once libros sobre exorcismos y esconjuros. El prim ero fue
escrito en 1561 por Alvaro Moscoso, obispo de Pamplona, y los otros diez
se publicaron entre 1633 y 1685, y de algunos se hicieron varias ediciones.
Se debe reseñar que todos sus autores pertenecían a órdenes religiosas86.

del Concilio de Trento en la posesión demoníaca, en los rituales”.

84. É m ile B r o u e t t e : “L a c iv iliz a c ió n c r i s t i a n a d e l s ig lo XVI a n te e l p r o b l e m a s a tá n ic o ”,

en A. L e f e v r e , H. I. M a r r o u e t a l., Satán, estudios sobre el adversario de Dios, B a r c e lo n a ,

L a b o r, 1975, p . 141. G a r i L a c r u z , Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, p . 176.

85. Ricardo M ur en 1995 me informó sobre un ejemplar del ritual Exorcismi contra inm i­

nentes tespestates fulgurum et grandinos et coniurationis [...] sicut Rituale Romanum Pauli

Quinti, editado en Zaragoza en 1703 y del que vio un ejemplar en la iglesia de Canias.

86. Alvaro M osco so : Manuale Pampilonense, Estella, Impta. de Adrián de Amberes, 1561.

Hieronymus M e n g o : Flagellum daemonum, Venecia, 1596.

Fray Diego de C é s p e d e s , Libro de los conjuros, Pamplona, 16 3 3 .

Francisco B l a s c o de L a n u z a : Patrocinio de ángeles y combate de demonios, im preso por

Iván Nogués en el Real Monasterio de San Juan de la Peña, 1652.

Mateo G u e r r e r o y M o r c il l o : Libro de conjuros contra tempestades, langostas, pulgón,

cuquillo y otros animales nocivos que dañan y infestan los frutos de la tierra, Madrid, Por Julián

de Pardes, 1662.

Pedro J i m é n e z : Compendiado de los manuales. Libro de conjuros contra la tempestad de

truenos, granizo y rayos, y contra las langostas, Zaragoza, 1671.

A ntonio G a s c ó n : Fasciculus Exorcismorum, Conjurationum, Orationum ac Benedic-

tionum contra Procellas, Ventos, locustas, aliosque Vermes et Anim alia fru ctu u m corrosiva,
Zaragoza, Apud H aerederos de M artínez, 1672. Ex. Officina M edardi de Heras, Superio-
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z

Estos manuales se basaban en una cosmovisión que atribuía la posesión y


determinados daños a brujos y diablos, pero implícitamente incorporaban
el mensaje de que su remedio y combate se reservaba al clero autorizado. En
este contexto, algunos seglares y clérigos que ejercieron sin permiso estas
actividades fueron denunciados al Santo Oficio o a la Justicia Episcopal.

Después del Concilio de Trento se construyeron los esconjuraderos87,


pequeñas edificaciones próximas a las iglesias donde el clero ejercía los
rituales para proteger a la comunidad, utilizando los manuales de exorcis­
mos y esconjuros mencionados. Algunos de ellos todavía forman parte del
paisaje en pueblos del Altoaragón.

La Iglesia, en su estrategia de control de la posesión demoniaca, impulsó


las creencias en que determinados santos y vírgenes o el propio Jesucristo

rum facúltate, 1801.

Benito R e m i g i o N o y d e n s : Práctica de exorcistasy ministros de la Iglesia en que, con mucha

erudición y singular claridad, se trata de la instrucción de los exorcismos para lanzar y ahuyen­

tar los demonios, y curar, especialmente todo genero de maleficios y hechizos, Barcelona, 1675.

Diego G ó m e z L o d o s a : Iugum Ferreum Luciferil, seu exorcismi terribiles, contra malignus

spiritus possidentes corpora hum ana Fasciculus Exorcismorum, conjurationum, Orationum

ac Benedictionum contra Procellas, Ventos, locustas, aliosque Vermes et Animalia fructuum

corrosiva, Valentiae, Apud Haeredem Hieronymi Vilagrasa, 1676.

Gerónim o L u c a s H e r n a n d o : Libro de exorcismos, conjuros y oraciones para implorar la

divina misericordia en tiempo de tempestades, langosta y otros infortunios, Zaragoza, Pascual

Bueno, 1685.

Luis de la C o n c e p c i ó n , Prácticas de conjurar, M adrid, 1721; reed., Barcelona, Huma-

nitas, 1983. La edición m anejada es la de 1721. Fray Luis intervino como exorcista en la

posesión del Valle de Tena entre 1637 y 1642.

87. Gari Lacruz, La posesión demoníaca en el Pirineo aragonés, apartado “Los esconjura­

deros”.
378 MIGUEL SERVET. E T E R N A LIB ER TAD

curaban a los endemoniados, como sucedía en el santuario de la Virgen de O


Corpiño (Pontevedra), en Santa Orosia de Jaca, en el Cristo de Calatorao en
Zaragoza, en el de la Virgen de la Balma en Zorita del Maestrazgo (Castellón)
y en Santa María de Cervera en Lérida, entre otros. Se trata de centros reli­
giosos que tuvieron su desarrollo entre los siglos XI y XIX, con un incremen­
to notable a partir del siglo XVI, a los que acudieron los endemoniados en
busca de remedio y ayuda incluso hasta principios del siglo XX. Todas estas
actuaciones indican con claridad el proceso seguido en la demonización y la
voluntad de ejercer el monopolio sobre estos rituales llevados a término en
espacios eclesiásticos.

Pero, de todas las manifestaciones de posesión, las que perm iten ob­
servar con mayor claridad la intolerancia son las posesiones de carácter
epidémico.

La posesión colectiva más im portante de España y de mayores reper­


cusiones fue la surgida en el Valle de Tena entre 1637 y 1643, que afectó
a más de cien mujeres en Tramacastilla, Sandinies y Villanúa, y a otras
muchas en otros lugares. En su génesis y desarrollo se observan actitudes
de dom inio e intolerancia durante las cuales se recurrió al argum ento de
la presencia diabólica inducida por los brujos. Entre los factores desenca­
denantes se encuentran las amenazas de los brujos, que más tarde fueron
sustituidas y reforzadas por las de párrocos, exorcistas e inquisidores,
que m odificaron los hechos y agravaron la situación. Con los exorcismos,
predicaciones, penitencias y actos públicos consiguieron que se m anifes­
tasen los diablos tal como los concebían los exorcistas. Esta nueva expre­
sión de la posesión sustituyó a las mujeres latrantes, docum entadas en
esta misma zona desde finales del siglo XV hasta finales del XVI88. Unos

88. Gari Lacruz, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, cap. VII: “Epidemia de la posesión

demoníaca”, pp. 183-196. Cap. VIII: “Inquisición y posesión demoníacas”, pp. 197-206, y
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 379

años antes, en la vertiente francesa, se produjo un fenómeno sim ilar en


Luq, donde la influencia de Olgiati89y sus compañeros de la orden de los
Bernabitas m odificaron los síntomas de las mujeres ladradoras por la
posesión demoniaca.

Es de destacar el im portante papel desempeñado por Francisco Blasco


de Lanuza de la orden de los Benedictinos, quien impulsó la actuación de la
Inquisición y de los exorcistas. Su influjo se m uestra en su libro Patrocinio
de ángeles y combate de demonios, que es el tratado más extenso sobre esta
materia publicado en España en los siglos XVI y XVII. O tra figura desta­
cada en esta posesión fue fray Luis de la Concepción, que formó parte del
séquito del inquisidor, actuó como exorcista y fue autor del libro Prácticas
de conjurar, donde recoge algunos de los hechos ocurridos, alardeando de
su influjo en los exorcismos y distorsionando los acontecimientos.

Los posicionamientos eclesiásticos se radicalizaron hasta tal punto que


el inquisidor Bartolomé Guijarro, que intervino en la posesión de Tena,
sostenía que “es heregía negar que muchas veces los hombres son vejados
por los demonios y que padecen en sus cuerpos muchos tormentos causados
por los espíritus malignos”90. En los informes memoriales y en la corres­
pondencia, todas las autoridades eclesiásticas sostienen la realidad de la
posesión y que el culpable fue Pedro de Arruebo y sus cómplices.

Además de esta epidemia, hubo cuatro más en fechas posteriores, aun­


que de menores proporciones. La prim era es la surgida en el pueblo de

cap. IX: “Psicogénesis de la posesión”, pp. 207-222.

89. Gari Lacruz, La posesión demoníaca en el Pirineo aragonés, apartado “Las mujeres la­

trantes desde finales del siglo XV hasta finales siglo XVI en el Pirineo aragonés” y apartado

“Epidemia de posesión dem oníaca en el Valle de Tena 1637-1643”.

90. Bartolomé Guijarro. AHN, SI. Lib. 976, fol. 306r. Cf. Gari Lacruz, Brujería e inquisición
en el Alto Aragón, p. 216.
380 M IG U E L SERVET, E T E R N A LIB ER T A D

Luna, en Cinco Villas, que afectó a treinta mujeres entre los años 1640
y 1644; fue considerada culpable Ana Pérez Duesca, juzgada por el Tri­
bunal de Zaragoza91. En esta posesión intervino como experto Francisco
Blasco de Lanuza92.

La segunda se produce en Gelsa (Zaragoza), en 1656; interviene el Santo


Oficio por la posesión demoniaca de 26 mujeres, acusando a Ana Poma-
dera93 y sus cómplices, una de ellas, su hija, Isabel Marco Pomareda94,y las
otras, García Coded95 e Isabel de Lueza96, de haberlas endemoniado97.

La tercera surge en un convento de Corella (Navarra)98, en 1730, y los


hechos de posesión fueron protagonizados por sor Águeda Josefa de En­
carnación que, con otras monjas del convento, se vio involucrada en otros
actos diabólicos. Es la única posesión colectiva que se produce en un en­
torno cerrado, jerarquizado y donde sólo vivían mujeres.

El último caso de posesión colectiva surgió en Tosos (Zaragoza), entre


1812 y 1814, y se vieron afectadas 32 mujeres. Ante la situación creada, el
párroco consultó al obispo de Huesca, fray Miguel de Santander99, hombre

91. Gari Lacruz, La posesión demoníaca en el Pirineo aragonés, apartado “Epidemia de p o ­

sesión demoníaca en Cinco Villas entre los años 1640 a 1644”.

92. Francisco Blasco de Lanuza, Patrocinio de ángeles, 3.a parte, libro II, p. 880.

93. Ana Pomadera, 1657. A HN Lib. 995, fols. 612v-617.

94. Isabel Marco Pomareda, 1656. AHN, Lib. 995, fols. 609-612.

95. García Coded, 1656. AHN, Lib. 995, fols. 617-619.

96. Isabel de Lueza, 1657. AHN, Lib. 995, fols. 619-620v.

97. Ana Pomadera, 1657. AHN, Lib. 995, fols. 612v-617.

98. Blázquez, Erosy Tánatos, pp. 107 y 110.

99. Sobre este obispo, véase el artículo Antonio E l o r z a , “Cristianism o ilustrado y reforma
política en fray Miguel de Santander (1809-1812)”, Cuadernos Hispanoamericanos, n.° 14
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 381

culto y afrancesado. Su respuesta fue racional y crítica, como queda refle­


jado en el siguiente texto:

no continuar mas con los exorcismos, sino encargar a los


padres de las doncellas y maridos de las casadas que las apli­
quen mucho al trabajo sin permitirles un momento de ocio­
sidad. Que las lleben al rio o arroyo mas cercano y las vañen
con la mayor frequencia, dándoles un alimento moderado.
Que si no obedeciesen o alborotasen en casa, las encierren
o castiguen. Si el alboroto fuese en la iglesia o por las calles,
que los encargados de la justicia las prendan y pongan en la
cárcel publica, no dándoles por tres o quatro dias mas que
pan y agua, ni las saquen hasta que propongan la enmienda,
sin perm itir jam as que alboroten el pueblo con ese ni otro
pretexto'00.

En contraste con los ejemplos expuestos, en los que se atribuye la p o ­


sesión y otros males a los poderes de brujos y diablos, se encuentran
otras voces discrepantes de esas interpretaciones en los siglos XVI y
XVII. La actitud de este obispo de Huesca coincide con los anteriores
posicionam ientos del inquisidor Salazar y Frías y de los inform es de Pe­
dro de Valencia, quienes adoptaron una actitud m ucho más racional y
crítica, negando que las brujas y diablos fueran los causantes de los he­
chos acaecidos en el norte de Navarra. Este modo de actuar contrasta
con la actitud m antenida por los inquisidores Juan del Valle Alvarado y
Juan Becerra, que intervinieron en las denuncias de las brujas de Zuga-
rram urdi y creían en la realidad de los testim onios recibidos. Los infor­

(1967), pp. 73-107.

100. M aría T a u s i e t C a r l é s : L os posesos de Tosos (1 8 1 2 - 1 8 1 4 ). Brujería y justicia popularen


tiempos de revolución, Zaragoza, Instituto Aragonés de Antropología, 2002, p. 30.
382 MIGUEL SERVET. E T E R N A L IB ER TA D

mes de Salazar y Frías101 y Pedro de Valencia m odificaron las respuestas


de la Suprema, órgano central de la Inquisición102 en la valoración de
brujería.

A principios del siglo XVII, el obispo de Pamplona Antonio Venegas de


Figueroa, que participó en los interrogatorios de las brujas, comprobó que
nadie había oído hablar de brujas en estas tierras antes de que se iniciasen
las persecuciones en Francia, de donde acudieron gran núm ero de perso­
nas buscando refugio103.

Y estas posiciones racionales y críticas ya las mantiene, aunque con es­


casa repercusión, el abad de Isaba en 1526, que se mostraba escéptico ante
sus feligreses sobre los poderes de las brujas, como destaca Florencio Idoa-
te104. Tiene más relevancia la carta escrita por el arzobispo de Zaragoza en
1576, en la que dice:

El memorial para su Majestad esta muy acertado, aunque si


Vuestra Merced no la dado, podrá quitar del lo de las bruxas,
porque en este Arzobispado no se entiende que las aya105.

Sin embargo, estas afirmaciones contrastan con la intensificación de las


persecuciones por la Justicia O rdinaria, que promulgó diez desaforamien­
tos en el Alto Aragón entre 1574 y 1576.

101. Gustav H e n n i n g s e n : El abogado de las brujas. Brujería vasca e Inquisición española, M a­

drid, Alianza Editorial, 2010, y The Salazar documents, Leiden - Boston, Brill, 2004, p. 512.

102. Gari Lacruz, La posesión demoníaca en el Pirineo Aragonés, p. 21.

103. Blázquez, Erosy Tánatos, p. 66.

104. Idoate, La brujería en Navarra, p. 139.

105. Registrum epistolarium missarum et aceptarum a capitulo sedis caesaraugustane insigni

(Libro de actas de 1567-1580). Sin foliar. Carta con fecha 23-X-1576. Cf. Tausiet, Ponzoña
en los ojos, p. 164.
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari La c r uz

B R U J E R Í A Y J U S TI C I A O R D I N A R I A

En los apartados anteriores se ha puesto el énfasis en la constatación de


la intolerancia eclesiástica, así como en los procesos de diabolización y
estigmatización, que también fueron asumidos por la Justicia Ordinaria.
En este apartado, vamos a tratar de m ostrar cómo la justicia seglar estig­
matizó a las brujas atribuyéndoles poderes y acciones maléficas e incluso
persiguiéndolas con mayor intensidad y dureza que los tribunales eclesiás­
ticos.

Los desaforamientos por delitos de brujería recogían, a menudo, las


demandas de los vecinos, quienes, en algunas ocasiones, agredieron a las
brujas y, en casos extremos, llegaron a darles muerte, como sucedió en
Ipiés en 1645 con dos familiares de Domingo M arín106.

Los precedentes de la Justicia Ordinaria se remontan a la Edad Media. La


palabra fetilleros aparece por primera vez en el año 1349, en la ley promul­
gada por Pedro IV con carácter de Fuero General, en la que se condenaba a
“adivinos, sortílegos y fetilleros a gravísimas penas y a cuantos recurriesen a
ellos”107.

La prim era referencia docum ental de la palabra bruxo-bruxa se halla


en catalán, en un docum ento del siglo XIII, y el segundo registro se en­
cuentra en las O rdinaciones de Barbastro de 1396, que son las prim eras
medidas locales en las que se condena a fetillero o fetillera, metzinero
o metzinera, sortílego o sortílega y bruxo o bruxam . Es en este docu­

106. D omingo Marín, 1645. AHN, SI. Lib. 993, fols. 96r y 97r. Cf. Ángel G a r i L a c r u z : “Una

familia de brujos en Ipiés en 1645”, Pirineos 115 (1982), pp. 87-92.

107. Antonio C a r d o n e r P l a n a s : “Personajes de alcurnia y hechicería en la Casa Real de

Aragón”, Revista Medicina e Historia LXXIV (1971); monográfico.

108. M ariano de P a ñ o : “Ordinaciones y paramientos de la ciudad de Barbastro”, Revista de


384 M IG U EL SERVET, E T E R N A LIB ER TAD

m entó donde aparecen por prim era vez en Aragón las palabras bruxos
y bruxas'09.

Aunque ya se ha tratado, es obligado recordar en este apartado la im por­


tancia de las Ordinaciones de Esterri de Aneu, donde la Justicia O rdinaria
condena por prim era vez la asistencia de las brujas a los conventículos,
entre otros delitos.

A finales de la Edad Media, Alonso de Aragón, con su doble cargo de


arzobispo de Zaragoza y virrey de Aragón, en una carta de 1495 dirigida
a los justicias de varias localidades cercanas a Jaca les ordena que empren­
dan procesos contra muchos hombres e mugeres bruxos que viven como

Aragón, tom o V (enero de 1904), pp. 34-36. Vale la pena citar el párrafo “Qualiter Bruxe Pu-

niantur” (p. 35), que dice así: Item statuyoron et ordenoron que qualquiere persona de la dita

ciudat de qualquiere ley stado o condicion que sea que usara en la dita ciudat o sera suspeytoso

o sospeytosa a los iurados de la ciudat o a la mayor partida de ellyos de los crímenes infras­

criptos o de cualquiere de aquellyos como son de broxo o broxa fetillero o ffetillera metzinero

o metzinera sortílego o sortílega deuino o deuina o sera diffamado o diffamada de los ditos

crímenes o de qualquiere de aquellyos a dios m uyt orribles que sia luego preso o presa por los

iurados de la dita ciudat. Vid. tam bién la ed. de Jesús Vá z q u e z O b r a d o r , “Ordinaciones y

paramientos de la ciudad de Barbastro”publicado por D. Mariano de Paño, Barbastro, Ayun­

tam iento de Barbastro, 2011. La referencias de las broxas consta en un texto incorporado en

1457, véase p. 5, prim era parte, y p. 2 del facsímil. Debe observarse que en la prim era parte

de este docum ento faltan páginas y el citado texto podría form ar parte de ellas.

109. Vid. Joan C o r o m i n e s : Diccionari etimológic i complementan de la llengua catalana,

Barcelona, Curial Edicions Catalanes, Caixa de Pensions “La Caixa”, 1983. Tomo II, p. 289.

1.a doc.: s. XIII, “R. M artí”. 2.a doc.: finales del s. XIV, Torcimany de Lluís dAverso (s. XIV).

Joan C o r o m i n e s : Onomasticon Cataloniae, t. IV, voz “bruixa”, Barcelona, C urial Edicions,

1995, p. 128. Corom inas, Breve diccionario etimológico, voz “bruja”. De Paño, “Ordinacio­

nes y paramientos de la ciudad de Barbastro”, pp. 34 a 36.


B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 385

malos christianos e que matan muchas personas e ganados con hechizos e


muchas malas artes"0.

Estas iniciativas medievales culm inan, según la documentación dispo­


nible, en las actuaciones de la Justicia O rdinaria en la Edad M oderna, que
juzgó a muchas más mujeres que hombres, aplicó penas mucho más graves
que las otras dos justicias y actuó con mayor intensidad en los pequeños
pueblos de zonas montañosas. Prueba de ello es la frecuencia con que se
promulgaron los desaforamientos por delitos de brujería en los siglos XVI
y XVII. La excepcionalidad y gravedad de estas medidas tuvieron que ge­
nerar numerosas acusaciones y, sin embargo, no existe proporcionalidad
con la documentación hallada sobre los procesos incoados.

Las informaciones disponibles pueden sintetizarse en los siguientes datos:

Se promulgaron 40 desaforamientos por delitos de brujería entre 1524


y 1691 en 24 lugares del Alto Aragón y de ellos cinco fueron en el Valle
de Tena y tres en Puértolas. Estas medidas produjeron gran núm ero de
detenciones y ejecuciones puesto que, en 1592, en la Alta Ribagorza fueron
ejecutadas 22 mujeres en quince días. Y el núm ero de ejecuciones por la
Justicia Ordinaria, de las que se ha localizado información, cuadruplica a
las 14 sentenciadas a muerte por la Inquisición.

Agustí Alcoberro, en su estudio sobre la brujería en Cataluña, estima


que las brujas condenadas a muerte en ese territorio pudieron ser m il111.

110. Tausiet, Ponzoña en los ojos, pp. 162-245. Vid. tam bién, pero con respecto a la brujería

a finales del siglo XVI, Gari Lacruz, La brujería en los Pirineos, p. 335.

111. Agustí A l c o b e r r o : “Cacera de bruixes, justicia local i Inquisició a Catalunya, 1487-

1643: alguns criteris metodológics”, Pedralbes 28 (2008), p. 18. “Per a aquest cicle, Joan Reglá

va donar la xifra de 400 execucions, tot i que, com hem vist, un informe inquisitorial de

mitjans 1620 ja avan<;ava la de més de mil”. Del mismo autor, El segle de les bruixes (segle

XVII), Barcelona, Barcanova, 1992, p. 120.


386 M IG U E L SERVET, E T E R N A LIBER TA D

En Navarra la Justicia O rdinaria juzgó más brujas que la Inquisición,


pero resulta mucho más difícil realizar una-aproximación cuantitativa por
no haber estudios específicos112.

Caro Baroja cita un documento del inquisidor Alonso Salazar y Frías en


el que alude a la intensidad de la brujería en el siglo XVI en Navarra y en el
que afirma que, entre 1526 y 1596, hubo nueve “complicidades” de brujos
y brujas en la región vasca, que siempre tuvieron los mismos caracteres,
según reflejaban los archivos inquisitoriales113.

A ellas deben agregarse dos “complicidades” más. Una hacia finales


del siglo XV que, según un docum ento de 1610, podría fecharse con
precisión en 1496.114. Asimismo, Blázquez recoge la im portancia de otro
brote de contagio de brujom anía que se propagó por el norte de Navarra
a p artir de 1611: “Tras los sucesos de Z ugarram urdi y el auto de fe de
Logroño de 1610, se inform ó a la Suprema de una plaga brujeril en una
amplia zona que formaba un cinturón de unos 60 kilóm etros, desde el
valle de Baztán hasta cerca de San Sebastián, con unos 21 pueblos afec­
tados, siendo su demografía total de unas 6.030 personas. Confesaron
ser brujas 287, que habían acusado a otras 1.271; en total 1.558 eran sos­
pechosas, es decir, el 26% de la población, y pueblos había, como Dona-
m aría, en los que el 60% de su vecindario lo era. Ese año Salazar y Frías
recorre m ultitud de pueblos para difundir el edicto de gracia. Cuando

112. Julio C aro Baroja : Estudios vascos: brujería vasca, San Sebastián, Txertoa, 1975. Idoa-

te, La brujería en Navarra. Las informaciones sobre la historia de la brujería en Navarra se

actualizaron en las siguientes ponencias presentadas en las ya citadas jornadas de Akelarre:

La historia de la brujería en el Pirineo: Félix Segura , “Brujería y curanderism o en la Navarra

medieval”, y Jesús M. U s u n á r i z , “La brujería en la Navarra M oderna (siglos XVI - XVIII)”.

113. Caro Baroja, Las brujas y su mundo, p. 201.

114. AHN, Inq. Libro 835, fol. 340, Blázquez, Eros y Tánatos, p. 69.
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 387

regresa a Logroño trae consigo 1.802 confesiones brujeriles, de las que


1.384 eran de niños; tam bién traía los nom bres de unas 5.000 personas
que no se habían presentado”115. Salazar y Frías con sus informes niega
la realidad de las acusaciones, evitando así el procesam iento por parte
de la Inquisición; sin embargo, la m agnitud de los hechos descritos tuvo
que provocar las actuaciones de la Justicia O rdinaria, como sucedió en
Aragón y Calaluña.

B R U J E R Í A E I NQUI SI CI ÓN

Como ha quedado expuesto, la Inquisición medieval se crea muy pronto


en Aragón y Cataluña por lindar con la zona de herejes de Midi-Pyrénées.
En la Edad Moderna, los cinco tribunales de la Inquisición del norte de
España desarrollan una actividad muy lim itada en cuanto a los delitos de
magia y brujería y aplican penas mucho más suaves que las de la Justicia
Ordinaria. Estas actuaciones quedan expresadas de modo contundente en
las siguientes informaciones:

Juan Blázquez cuantifica en 425 casos116 las denuncias por superstición


al Tribunal de la Inquisición de Barcelona durante la Edad M oderna y pro­
porciona informaciones de gran interés para valorar estas actuaciones.

Las últimas sentencias a muerte por este Tribunal se produjeron como


consecuencia de la actuación del inquisidor Sarmiento, quien condenó a
seis brujas a la hoguera en 1548 ante la intensidad de las acusaciones. Tal
hecho le costó el cargo, ya que el inquisidor de la Suprema, Francisco Vaca,

115. Bláquez, Erosy Tánatos, p. 70. Henningsen, “El mayor proceso de la historia” (Navarra,

1609-1614). Historia 16, n.° 80 (1982), pp. 46-54. Henningsen, El abogado de las brujas.

116. Juan B l á q u e z M i g u e l : La Inquisición en Cataluña. El Tribunal del Santo Oficio de

Barcelona, 1487-1820, Toledo, Arcano, 1990, pp. 279-280.


388 M IG U EL SERVET, E T E R N A LIB ER TAD

lo destituyó por considerar que no había pruebas suficientes y no tenía


autorización de la Suprema para condenar a m uerte117.

A los Tribunales de la Inquisición de Barcelona y Zaragoza fueron de­


nunciados, por delitos de magia y brujería, un mayor núm ero de hombres
que de mujeres, informaciones que contrastan fuertemente con los datos
ofrecidos por el resto de los Tribunales del Santo Oficio, que juzgaron a
muchas más mujeres que hombres por estas acusaciones118. Esta diferencia
se debe a la im portante actuación de la Justicia Ordinaria, que encausó en
Cataluña y Aragón a muchas más mujeres.

También resultan significativos los datos globales sobre la actuación del


Tribunal de Zaragoza. De las 5.967 causas que fueron incoadas desde 1540
a 1700, corresponden a supersticiosos 368, que supone un 6,16% del total
de causas. Este delito es el quinto en número de acusados después de m o­
riscos, herejías diversas, proposiciones y actos contra el Santo Oficio119.

Para valorar adecuadamente la intolerancia sobre la brujería mostrada


por los tribunales inquisitoriales hay que compararla con la intolerancia

117. Ibid., pp. 253, 254, 25. Este tema es ampliado por Doris Moreno en la ponencia “El

inquisidor Francisco Vaca, ¿el prim er abogado de las brujas?”, en Akelarre: La historia de la

brujería en el Pirineo.

118. Gari Lacruz, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, cap. IX: “Variedad de com peten­

cias”, pp. 249-266. En este capítulo se lleva a cabo un análisis del porqué de estas diferencias

de los reos de la Justicia O rdinaria e Inquisición. La mayor parte de las hipótesis y criterios

de Aragón pueden ser aplicables en Cataluña.

119. Jaime C o n t r e r a s y Gustav H e n n i n g s e n : “Forty-four thousand cases o f the Spanish

Inquisition (1540-1700). Analysis of a historical data bank”, en The Inquisition in Early

Modern Europe, Illinois, N orthern Illinois University Press, 1986. Ángel G a r i L a c r u z : La

historia de la brujería en Aragón, en Sergio C a l l a u (coord.), Culturas Mágicas. Magia y

simbolismo en la literatura y la cultura hispánicas, Zaragoza, Prames, 2007. p. 126.


B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 389

en relación con otros delitos como fueron los de moriscos y judaizantes,


delitos contra el Santo Oficio.

En este sentido, quiero dejar constancia de que, m ientras la últim a


sentencia a m uerte por brujería, dictada por el Tribunal de la Inquisi­
ción, tuvo lugar en 1537, contra mosén Joan Omella, de Zaragoza120, la úl­
tim a por moriscos fue dictada en 1639, contra Jerónimo Buenaventura121,
es decir un siglo más tarde. Y en ese tiem po el mism o Tribunal juzgó a
Pedro de A rruebo, acusado de gravísimos delitos de brujería y, además,
reincidente, y a pesar de ello fue condenado a galeras y no a m uerte como
el m orisco ya citado. O tro testim onio notable son las acusaciones de dos
brujas de Tam arite de Litera detenidas por la Justicia O rdinaria que se
libran de la horca al ser juzgadas por el Tribunal de la Inquisición de
Zaragoza122.

Las últimas sentencias a muerte por delitos de brujería de la Inquisición


española se producen en el Tribunal de Logroño en el auto de fe de 1610,
donde condenaron a m uerte a seis reos y otros fueron ejecutados en efigie.
El proceso tuvo su origen en 1608, en las manifestaciones de brujería de
Zugarramurdi, y fue el abad fray León de A raníbar123, del monasterio de
Urdax, quien avisó al Santo Oficio.

120. Isidro de las C a g i g a s : El libro verde de Aragón, M adrid, Com pañía Iberoam ericana de

Publicaciones, 1929. “M em oria de los que han sido quem ados hasta el año de 1574 en la

Inquisición de los habitadores desta ciudad de Zaragoza”, pp. l l l a l 3 3 . D e éstas, por brujas,
en 1537, una.

121. M arta P a s t o r : El tribunal Inquisitorial de Zaragoza, bajo el reinado de Felipe IV. Ca­

pítulo 3 - Causas de fe. 3.1.- Análisis cuantitativo y cualitativo, p. 193. Tesis inédita, texto
consultado en formato digital.

122. Gari Lacruz, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, p. 91.

123. Blázquez, Erosy Tánatos, p. 65.


390 M IG U E L SERVET. E T E R N A L IB ER TA D

En el Tribunal de Logroño, para el mismo periodo de 1540 a 1700, las in­


formaciones facilitadas por Jaime Contreras son las siguientes: se incoaron
4.310 causas, de ellas 387 por supersticiosos, es decir, un 8,9% del total de
causas, lo que constituye el cuarto delito después de las proposiciones y
de las imputaciones por moriscos y luteranos. En el Tribunal de Santia­
go, desde 1565 a 1683, se procesó a 112 hechiceras, cifras verdaderamente
exiguas y claramente demostrativas de cuanto decimos124. En cuanto a la
Inquisición de Valladolid, el número de procesos fue de 108 desde 1580 a
1810125. Las cifras de los acusados a estos dos últimos tribunales son muy
limitadas si se com paran con los tres primeros.

Completando estas informaciones sobre los tribunales del norte de Es­


paña, Jaime Contreras sostiene que, en los momentos dominantes de la
persecución de brujas en España, el porcentaje de causas abiertas en el
Santo Oficio alcanzó como m áximo hasta el 8% del total de los delitos126.

La personalidad y el rol de determinados inquisidores tuvieron una gran


influencia en el grado de intolerancia, como también quedó constancia en
la persecución de las brujas de Zugarram urdi, donde hubo dos posiciona-
mientos totalm ente diferentes.

La reflexión final nos conduce a afirm ar que, aun cuando los m is­
mos hechos de brujería fuesen juzgados con las m ismas leyes, los mismos
tribunales dictaban sentencias y condenaban a penas diferentes depen­
diendo del grado de tolerancia o intolerancia de la persona que debía
valorarlos.

124. Ibid., p. 172.

125. Ibid., p. 321.

126. Jaime C o n t r e r a s : “M entalidad popular y superstición en la España de los siglos XVI,

XVII”, comunicación al tercer Simposium Nacional de Psicoterapia y técnicas de grupo, Zara­


goza, 1975, p. 26. Inédita. Cf. Gari Lacruz, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón, p. 239.
B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 391

Este trabajo, que no pretende ser sino una aproximación al estudio de


la brujería y la intolerancia, deja abierto el camino para nuevas reflexiones
y análisis.

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il est amplement traicté de la sorcelerie et sorciers. Livre tres curieux et tres
utile, non seulement aux juges, mais à tous ceux qui vivent soubs les loix
chrestiennes. Avec un discours contenant la prodedure faicte par les inqui­
sitions d ’Espagne et de la Navarre a 53 magiciens, apostats, juifs, sorciers,
en la ville de Logrogne, en Castille, le 9 novembre 1610. En laquelle on voit,
combien l ’exercice de la justice en France est plus iuridiquement traicté et
avec de plus belles form es qu’en autres empires, royaumes, republiques et
estais, Paris, 1612.

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B R U J E R Í A E I N T O L E R A N C I A . Á n g e l Gari L a c r u z 399

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