¿De vuelta a nuestras raíces?
Leo con enorme interés el documento
denominado “De vuelta a nuestras
raíces, preservando el CATIE como
patrimonio cultural”, de los autores
Catalina Acuña et al 1, como carta de
presentación para justificar la
declaratoria del edificio Henry A.
Wallace en Turrialba como patrimonio
histórico arquitectónico.
Me preocupan, sin embargo algunos
vacíos, tales como: no se establece con
claridad el o los arquitecto(s) que
diseñaron este hermoso edificio, a
inicios de la década de los años
cuarenta del siglo veinte, dejando en la
más profunda oscuridad este
importante tema: Quién es el autor?
Bajo qué escuela(s) arquitectónica(s)
practicó su oficio, cuáles fueron otras
de sus obras? Y en este mismo sentido:
pertenece el edificio al inicio de su
carrera o a un estado avanzado de su
madurez?, además de: cuántas veces
visitó esta región para conocer: las
condiciones del clima, de la humedad
imperante, de los cambios de
temperatura, y otros aspectos de
índole ambiental?. Por lo tanto, este
vacío no permite valorar esta
impresionante obra bajo la perspectiva
completa de distintos trabajos creados
por su posible autor(es).
1
www.tdreick.wordpress.com: “De vuelta a
nuestra raíces, preservando el CATIE como
patrimonio cultural. Consultado en línea el 25
de julio de 2016.
Autor: Juan Carlos Garita S.
Dentro del documento se afirma: “la
arquitectura del edificio principal Henry
A. Wallace es propia de la arquitectura
estadounidense”, suponiendo a priori
los autores que “al ser fundado por el
Secretario de Agricultura estadouni-
dense del año 1942, su diseño fue
realizado por arquitectos de ese país”
(se refiere a los Estados Unidos de
América). Tal como se lee en el párrafo
segundo de la Descripción arqui-
tectónica del citado documento, y
profundizando en el tema se afirma:
“vamos a encontrar cómo un edificio
puede representar tanto la cultura de
una época y una zona del territorio
nacional, a pesar de haber sido
diseñado por ingenieros foráneos,
específicamente estadounidenses”,
desdeñando así nuestras raíces,
conocimientos, experiencia en diseño y
desarrollo de proyectos, análisis de la
normativa vigente en aquel momento y
desarrollo profesional que un
costarricense(s) pudiese(n) haber
acumulado, para diseñar un edificio de
esta naturaleza. Intrínsecamente se
excluye esta obra de nuestro propio
acervo cultural, y se define como una
especie de “injerto” dentro de nuestro
entorno, es decir una obra sin raíces,
fuera de cualquier tradición
arquitectónica costarricense.
El presente artículo pretende brindar
una pequeña luz que nos permita
aclarar estos vacíos y con ello valorar
mejor este importante edificio.
2
Correo electrónico: garitajc02@gmail.com
Para volver a nuestras raíces,
deberíamos recordar que en el
momento de creación de este edificio
en el año de 1943, en el mundo se
desarrollaba la segunda guerra
mundial, y los países aliados buscaban
fortalecer al máximo sus lazos para
enfrentar a su enemigo común.
Nuestro Presidente era el Dr. Rafael A.
Calderón Guardia, quien logró traerse
para nuestro país la sede de esta
institución continental. En
declaraciones de su esposa Ivonne
Clays S. de nacionalidad belga,
publicadas en la Revista Herencia de la
Vicerrectoría de Acción Social de la
Universidad de Costa Rica, volumen 26,
del año 2013, bajo el título: “Una nota
sobre Ivonne Clays S.”, se afirma: “mi
labor en el campo internacional superó
en mucho a la de cualquier Ministro de
Estado, así lo reconoció el Presidente
ante sus amigos”, cita también su labor
como traductora en una reunión en la
Casa Blanca entre el Dr. Calderón y el
presidente Franklin D. Roosevelt.
Según ella, “gracias a la amistad que se
estableció entonces, fue una realidad
que la elección definitiva del CATIE —
Centro Agronómico Tropical de
Investigación Agrícola, que iba para
Colombia— se estableciera en
3
Turrialba” .
Exactamente el 19 de marzo de 1943,
durante la visita del Ing. Agr. Dr. Henry
Wallace, quien fungía en ese momento
como vicepresidente de los Estados
Unidos de América, se colocó la
3 5
Revista Herencia. Universidad de Costa Rica
Vol. 26 (1y2), 2013. Págs. 38-43.
primera piedra, para el inicio de esta
obra. En los periódicos de la época se
afirma: “Inmensa muchedumbre recibe
en San José al vicepresidente de los
Estados Unidos Henry H. Wallace”4, así
como: “No tiene precedentes en
nuestra historia la recepción que al
mediodía de hoy le ha sido ofrecida al
vicepresidente de los Estados Unidos
Henry H. Wallace”5, refiriéndose a la
“enorme multitud aglomerada en las
calles, saludando y vitoreando al ilustre
visitante”. En Turrialba, informaron los
periódicos además: “más de Diez mil
personas presenciaron la solemne
ceremonia y aplaudieron con
entusiasmo sin precedentes los
discursos pronunciados”, donde se
colocó solemnemente la primera piedra
del Instituto. Esta fue una visita de
carácter continental, dado que visitó
varios países de América Latina, con el
fin de estrechar vínculos. El Dr. Wallace
afirmó en su discurso en Turrialba:
“Quiero felicitar a esta ciudad en
particular ; y en general a Costa Rica (…)
por tener la visión necesaria para
vislumbrar lo que este instituto podrá
realizar en los años venideros (…). Sea
su labor próspera y fecunda.”6
En la revista Herencia citada, se afirma:
“También, doña Ivonne contó con la
ayuda de su amigo, el ministro de
Bélgica, Paul van Zeeland para que
fuera Barrantes Monge el arquitecto. A
él, le sugirió que el estilo de la obra sea
neocolonial.”
4
Periódico La Hora, 18 de marzo 1943, p. 8.
La Prensa Libre, 18 de marzo 1943, p. 1
6
La Prensa Libre, 20 de marzo 1943, p. 5
En esta primera aproximación, se cita
entonces al arquitecto José María
Barrantes Monge como el autor de este
edificio, por lo que para profundizar en
quién fue este arquitecto, nos
referiremos a la obra: “Barrantes-
Monge, Arquitecto: un acoso histórico”
del historiador Luis Ferrero Acosta,
publicado por la Editorial Costa Rica en
el año 2.004, consta de 302 páginas.
En este libro se analiza la vida y obra
arquitectónica de este costarricense, y
se publica un inventario de las obras
desarrolladas por este connotado
arquitecto, entre ellas se determina con
exactitud que el edificio principal del
Instituto Interamericano de Ciencias
Agrícolas fue diseñado por él en el año
1943. Como parte de dicho inventario,
-en la página 257- se cita literalmente:
“Sede central y diseño de algunas casas
para profesores. Turrialba. Provincia de
Cartago”, por lo cual logramos desvelar
uno de los más intrigantes misterios
hasta ahora sin resolución
Este arquitecto fue un costarricense,
nacido en San José en 1890, se graduó
como Técnico de Trabajos Prácticos en
el Liceo de Costa Rica en el año 1911.
Después de graduarse laboró en
construcción y diseño para varias
empresas de San José, y al ganar el
concurso para el diseño del Palacio
Municipal de Cartago en 1928, fue
llamado a laborar para el gobierno
costarricense, donde fungió a partir de
entonces y hasta el año 1948. En el año
1942, ante la falta de un título de
arquitecto, y debido a que en Costa
Rica no existía esta carrera
universitaria, estudió por corres-
pondencia y obtuvo el Diploma de
ingeniero arquitecto en la International
Corresponde School, de Scranton,
Pennsylvania. Ya en los gobiernos de
Calderón Guardia y Teodoro Picado
(1940-1944) llegó a desempeñarse
como jefe de Construcciones en la
Secretaría de Fomento.
Durante su carrera, diseñó una gran
cantidad de edificios públicos, entre
ellos escuelas públicas, tales como la
Escuela Joaquín García Monge de
Desamparados, la Escuela González
Víquez en Heredia, Escuela Jesús
Jiménez en Cartago, Franklin Roosevelt
en Montes de Oca, Pilar Jiménez en
Guadalupe, la España, República de
Chile, y muchas otras, todas ellas obras
monumentales “y de grandes
proporciones”, así como los edificios
municipales de San José (antiguo ya
desaparecido), Cartago, Limón,
Coronado y Aserrí, y gran cantidad de
iglesias como la actual iglesia de
Desamparados, la iglesia de la
Dolorosa, iglesia Santa Teresita, iglesia
de San Ramón, Iglesia de Santa Ana e
Iglesia de Cervantes de Alvarado sólo
para citar unas pocas, de una extensa
lista, además de muchas residencias
ubicadas en San José, no obstante su
conocimiento y desarrollo de otros
estilos como el art-decó en edificios
como el Hospital Calderón Guardia,
edificio del Banco de Seguros (sede la
Merced del Instituto Nacional de
Seguros) y muchas viviendas y edificios.
En el libro citado se establece una
historia de su trayectoria profesional y
del carácter de su estilo neocolonial,
presente entre otros de sus edificios en
el de la actual Asamblea Legislativa de
Costa Rica, en San José, o el del antiguo
Aeropuerto de La Sabana (actualmente
Museo de Arte Costarricense, en el
Parque Metropolitano La Sabana) que
podríamos relacionar con el edificio
aquí analizado en cuanto a sus puertas
en arco o sus amplios corredores, la
utilización de balaustres de madera, así
como el uso del color blanco como
predominante en todos ellos, además
de muchas otras características que
definen este estilo. El edificio del
antiguo Aeropuerto de La Sabana lo
firma en el año 1938 como: Jefe del
Departamento de Arquitectura de la
Secretaría de Fomento (actualmente
Ministerio de Obras Públicas y
Transportes). En la declaratoria de este
edificio como patrimonio arquitectó-
nico, según decreto ejecutivo 20.139-C
del 18 de enero de 1991, se afirma:
“Que el edificio de la Asamblea
Legislativa es una de las obras de mayor
envergadura que se construyeron en
San José, en el cuarto decenio del siglo”
Ferrero Acosta, en la página 208 de su
libro afirma: “Barrantes-Monge diseñó
y construyó muchos tipos de edificios
públicos así como para el sector
privado que desde el primer momento
se convirtieron en hitos urbanos, es
decir monumentos”.
Por lo tanto, Barrantes Monge, en cuyo
honor se estableció bianualmente el
premio Nacional de Arquitectura, por
parte del Colegio de Arquitectos de
Costa Rica, al momento de diseñar el
edificio analizado era ya un arquitecto
profesionalmente maduro y con una
gran experiencia en edificios públicos
de gran envergadura, con un profundo
conocimiento y manejo de diferentes
estilos arquitectónicos, que aplicaba
según las necesidades de cada
proyecto, lo que le permitió plasmar su
maestría en el edificio aquí analizado, al
que colocamos a la par de sus tres más
renombrados edificios. Afirma Ferrero
Acosta que la Asamblea Legislativa, la
terminal del aeropuerto de la Sabana y
el edificio del Hospital Calderón
Guardia, “marcan el clímax de su
actividad arquitectónica.”
Nos corresponde una reflexión final
sobre la necesidad de profundizar en el
conocimiento de nuestras propias
raíces, en este caso en nuestras raíces
arquitectónicas, para concluir que
efectivamente el edificio Henry
Wallace es una edificación que se debe
revalorizar a la luz del conocimiento
desarrollado por un gran arquitecto
como lo fue José María Barrantes
Monge, -ciudadano ilustre del cantón
de Desamparados-, funcionario público
durante veinte años en los que
desarrolló sus conocimientos que le
permitieron crear el edificio estudiado.
Este lugar debemos analizarlo en el
contexto de una muy amplia obra,
mucha de la cual ya forma parte del
patrimonio histórico arquitectónico,
estableciéndose la urgente necesidad
de su preservación.