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Ensayo, donde establezca un análisis crítico sobre la economía solidaria y su relación

con los resultados de la economía agraria sostenible.

“Los defensores de los derechos humanos llevan mucho tiempo señalando el deber de
garantizar el derecho de todas las personas a los elementos básicos para la vida, mientras
que los economistas ecológicos han subrayado la necesidad de situar la economía global
dentro de unos límites ambientales. Este marco combina ambas cosas, creando un espacio
delimitado tanto por los derechos humanos como por la Sostenibilidad ambiental,
reconociendo a la vez que existen numerosas interacciones complejas y dinámicas entre los
distintos límites”. Veamos seguidamente algunas de las magnitudes introducidas para medir
la evolución del “espacio seguro y justo para la humanidad”.

Desde distintas fuentes se nos habla de la economía solidaria como una forma de hacer
empresa con un sinfín de potenciales para atender los más ingentes problemas de la
sociedad. En el Gobierno, en los medios de comunicación, en las escuelas, se oye con
frecuencia que la economía solidaria es una solución a muchos de los problemas por sus
potencialidades para organizar las demandas de las personas y generar acciones para
resolverlas de manera directa. Si los problemas son económicos, la cooperación entre
pequeños productores y consumidores genera la fuerza necesaria para producir ingresos,
bienes y servicios que solventan la ausencia de recursos económicos. Si los problemas son
sociales, el establecimiento de asociatividad, confianza, reciprocidad y redes entre las
personas, logra potenciar las condiciones cívicas para solventarlos. Por ello, se afirma que
la economía social y solidaria hace relación a un conjunto de prácticas socioeconómicas
que combinan la empresarialidad cooperativa con la asociación de personas en busca de
satisfacer necesidades. De manera que la economía social y solidaria comprende a un
conjunto de organizaciones que desde sus prácticas relevan si siguen o no los principios, el
método y los propósitos de la economía social y solidaria. En un contexto de crecientes
desafíos económicos, sociales y medioambientales que ponen en riesgo la subsistencia de
los medios de vida, al menos tal como los conocemos, la economía social y solidaria se
constituye una opción para orientar la organización de la economía y la sociedad, pero es
menester conocer sus particularidades dado que en cada historia de fracaso de estas
organizaciones se encuentra el uso indebido de la figura legal, acciones de supervisión y de
promoción públicas inadecuadas, la asimilación con empresas capitalistas o el
desconocimiento de sus asociados en cuanto a las particularidades económicas y el
necesario equilibrio entre la orientación económica y la incidencia social. En estos apuntes
se dará un breve repaso por los acontecimientos que reavivan la asociatividad y
cooperación solidaria como método de hacer empresa y organizar la vida civil, se
identificarán los principales títulos y contenidos bajo los cuales se entiende este método en
diferentes territorios y se trazaran líneas para entender cómo fomentar este tipo de
organizaciones de manera más efectiva.
Las últimas tendencias en el estudio de los problemas relacionados con la agricultura, la
alimentación y el desarrollo rural, contemplan la ampliación del ámbito de análisis de las
cuestiones estrictamente agrarias hacia el estudio de los sistemas agroalimentarios y la
sostenibilidad de los espacios rurales en sus diversas dimensiones humanas y
medioambientales. Las políticas públicas conceden una creciente importancia a la
necesidad de alcanzar la sostenibilidad en todos los niveles de la actividad humana.
Mediante la introducción de las políticas agroambientales, de calidad y de seguridad
alimentaria, se pretende incidir positivamente en este desarrollo. Todas estas cuestiones son
objeto de investigación en la línea que se presenta, gracias a la participación de
investigadores pertenecientes a disciplinas diversas que cuentan con una amplia y
reconocida experiencia en los distintos aspectos a desarrollar en la misma. El estudio de los
sistemas agroalimentarios se centra preferentemente en los procesos de innovación e
integración de la cadena alimentaria, la incidencia de los procesos de globalización y
liberalización comercial en los sistemas agroalimentarios nacionales y supranacionales, así
como los nuevos determinantes de competitividad y sostenibilidad de los sistemas de
aprovisionamiento alimentario. Los estudios sobre la dimensión humana del territorio
tienen en cuenta la relación directa que se establece entre el capital humano y las diferentes
funciones territoriales y sus sectores económicos, convirtiéndose este “factor” en el
protagonista y beneficiario del desarrollo territorial.

Invertir en su sector primario es estratégico para un país. Son muchos los estudios que nos
indican que, para conseguir alimentar a la población mundial en los próximos treinta años,
se deberá incrementar la productividad de la agricultura y ganadería, y, para ello, será clave
aumentar las superficies de regadío para obtener una mejora de los rendimientos.
La necesidad de seguir innovando en la producción agrícola es fundamental.
No basta con producir más, hay que producir mejor. En la medida que la demanda de los
próximos años se incremente, no solo deberemos cuidar la calidad, sino la optimización de
recursos de producción, entre ellos perseguir el máximo rendimiento del agua. Optimizar
los recursos hídricos no es solo una cuestión medioambiental, sino también una medida de
eficiencia económica.
Lógicamente, la investigación, innovación e inversión agrícola necesitan de las
instituciones públicas. Al igual que la mejora de las infraestructuras viales depende del
gobierno, de manera similar, la inversión en obras hidráulicas por parte de la
administración es clave para que la economía agraria privada se pueda desarrollar.
Sin duda, existe una relación directa entre la mejora de las infraestructuras agrarias, la
optimización hídrica y la conservación de los recursos naturales. A mayor investigación y
mejora en sus usos, mayor eficiencia de los recursos naturales.
Hemos de pensar, especialmente desde las entidades financieras, que las prácticas agrarias
sostenibles requieren una alta inversión inicial que precisa largos periodos de amortización.
La adaptación de las condiciones de financiación y la comprensión de la realidad agrícola y
ganadera de cada zona, así como de los diferentes cultivos, por parte de las entidades más
especializadas en el sector agrario, como la nuestra, sin duda ayudarán a un mayor
desarrollo de todo el entorno rural.
A su vez, todos estos avances contribuyen de forma notable a conseguir rentas adecuadas
para nuestros agricultores y ganaderos, en un entorno sostenible ambientalmente que,
sumadas a mejores técnicas que faciliten el trabajo agrícola, evitan el éxodo de los núcleos
rurales.
De nada sirve pensar que la agricultura es clave para un país, confiar en su futuro o creer
que deben mejorarse las rentas agrarias, si dentro de treinta años no queda nadie para
cultivar los campos.
No podemos pensar que nuestras explotaciones agrícolas van a ser mejores y más eficientes
sin empresarios agrícolas y trabajadores cada vez más especializados. Ser ganadero o
agricultor no es sólo un trabajo, es una forma de vida que implica sacrificios y también la
satisfacción de obtener lo mejor de la naturaleza.
Conseguir que los jóvenes se interesen y crean en esta forma de vivir y trabajar, sabiendo
que es una actividad con futuro y con buenas expectativas, no es sólo una forma de
combatir el envejecimiento de la población activa agraria o la emigración de jóvenes a las
zonas urbanas, sino de tener un entorno económico, social y rural sostenible que sea
generador de riqueza, empleo, y, además, en el que se garantice el relevo generacional.
Otro aspecto relevante a considerar es la adaptación de los productos agrarios al mercado.
Nuestros productos tienen unos estándares de calidad muy altos pero los mercados son muy
exigentes y, progresivamente, lo van a ser más aún. No es suficiente con aumentar la
cantidad de producción, el salto a la excelencia en la calidad es clave. Esto lo saben y
aplican muchos de los profesionales que comercializan nuestros productos en el exterior.
Para ello hay que avanzar en la cadena de valor del producto. Existen productos agrícolas
que tienen el papel de 'comodities', o lo que es lo mismo, productos indiferenciados. En
estos casos, solo cabe ser el más competitivo en precio, tener los mejores canales de venta y
magníficas relaciones con los clientes internacionales.
Las mejoras productivas son importantísimas, pero un aspecto vital es seguir avanzando en
la mejora de la comercialización, prospección de mercados y posicionamiento de marca.
Hemos sido capaces de que nuestros productos se valoren dentro y fuera de nuestras
fronteras, obteniendo un gran reconocimiento muchos de ellos. Cada vez hay mejores
profesionales de la comercialización de productos frescos y elaborados de nuestra tierra. En
este contexto, el acompañamiento financiero en la salida al exterior tiene cada vez más
relevancia pues da seguridad al exportador garantizando el cobro y financiando las ventas,
pero sobre todo transmitiendo imagen de solvencia frente al comprador internacional, lo
que a su vez repercute en la imagen de nuestros productos.
Sostenibilidad, desarrollo y una forma de vivir comprometida con nuestro entorno, pero, a
su vez, innovadora y con la mirada puesta en un mundo cada vez más global, Además,
nuestro presente nos hace ser optimistas y estar convencidos de un futuro prometedor
donde la producción, transformación y comercialización de productos agroalimentarios
sean la base del avance económico y social.

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