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You Were Me - AG PDF
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2
Moderadora:
Mery St. Clair
Traductoras:
Mery St. Clair Alessandra Vane hearts Beatrix
Janira Wilde Monse C. Abigail
Beluu Verito MaJo Villa johanamancilla
Mae Karen B. Sandry Mel W
Hansel rihano Josmary Paola07
Jadasa yure8 Pau Cooper Ivana
Issel Ana Avila Val_17 AsheDarcy
Mary Warner Miry GPE NicoleM Daniela
SamJ3 Geraluh Dydy Agrafojo
3 Pachi Reed15 Melanie13 Mary Jeyly Carstairs
CrisCras Dannygonzal Lauu LR
Correctoras:
Vane Hearts Fany Keaton Vannia
Agus Herondale glori SammyD
Beatrix Vannia Helena Blake
Janira Mary Vero
Daniela Agrafojo Daliam Laurita PI
Val_17 Jenni G. Sandry
Ana Avila Miry GPE Dannygonzal
Yani B Sandry Jadasa
Mery itxi
NicoleM Michelle♡
Revisión Final:
Mery St. Clair
Diseño:
Ana Avila
Sinopsis Capítulo 27
Dedicatoria Capítulo 28
Prólogo Capítulo 29
Capítulo 1 Capítulo 30
Capítulo 2 Capítulo 31
Capítulo 3 Capítulo 32
Capítulo 4 Capítulo 33
Capítulo 5 Capítulo 34
Capítulo 6 Capítulo 35
Capítulo 7 Capítulo 36
Capítulo 8 Capítulo 37
Capítulo 9 Capítulo 38
4 Capítulo 10 Capítulo 39
Capítulo 11 Capítulo 40
Capítulo 12 Capítulo 41
Capítulo 13 Capítulo 42
Capítulo 14 Capítulo 43
Capítulo 15 Capítulo 44
Capítulo 16 Capítulo 45
Capítulo 17 Sobre el Autor
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
A los ojos de los millonarios playboys que frecuentan el club de golf
Kerrington, en Rosemary Beach, Tripp Newark es un héroe. Bajo la presión de sus
padres para convertirse en un abogado y llevar una vida elitista y
conservadora, Tripp desapareció de la ciudad cinco años atrás para viajar por el
mundo, perdiendo la oportunidad de heredar millones. Sin embargo, pocos saben
la‖razón‖por‖la‖cual‖huyó…
Bethy Lowry se estaba desmoronando mucho antes de que su novio se
ahogara en las aguas turbulentas intentando salvarla después de que ella se
emborrachara…‖ otra vez. Ser la niña que pasó de vivir en casas rodantes a
trabajar como la chica de los carritos en el club Kerrington, hizo que Bethy fuera
fácil de impresionar. Pero cinco años atrás, antes de tener una reputación como
una chica fiestera y fácil, ella pasó un solo verano con Tripp Newark que cambió
5 su‖vida‖para‖siempre…
Rosemary Beach, #9
Para cada lector que ha perdido a alguien que ha amado. Que tu corazón encuentre su
propia sanación a través del amor incondicional.
6
Traducido por Mery West
Corregido por Vane hearts
8
Ocho años atrás
Traducido por Janira
Corregido por Vane hearts
13
Traducido por Beluu
Corregido Agus Herondale
26
Traducido por Hansel
Corregido por Janira
30
Ocho años atrás
Traducido por Jadasa
Corregido por Daniela Agrafojo
Una semana trabajando en el sol, y mi piel era más oscura de lo que nunca
había sido. Temía usar un traje de baño y sentarme en el soporte de salvavidas
donde la gente podría verme. Pero gracias a Tripp, esta semana no fue la terrible
experiencia que pensé que sería. No me sentía gorda. Sentía que me veía bien. El
traje de salvavidas cubría mucho más que el que Meredith me prestó para la fiesta.
38 Pocas veces veía a gente de mi edad en la piscina, así que no era la gran
cosa, de todos modos. En su mayoría había madres jóvenes y sus hijos. Algunas
chicas de mi edad y mayores venían a tumbarse, pero la mayoría lo hacían en la
playa, no en la piscina. Mi mayor problema esta semana había sido Chad. Era uno
de los salvavidas y me prestó interés. Lo cual resultó ser molesto. No me
encontraba interesada, pero él no captó la indirecta.
Me cubrí la cara con un poco más de bloqueador solar y me puse
nuevamente mis gafas de sol antes de subir por la escalera para cambiar lugares
con Fern, otra salvavidas, que estuvo trabajando en la parte menos profunda. Todo
el mundo quería uno de los atriles con las sombrillas. Trabajar la parte menos
profunda era agotador, pero estaba dispuesta a mojarme y refrescarme, así que no
me importaba.
―Alerta de chico caliente. Tripp Newark acaba de entrar ―susurró Fern
mientras caminaba sonriendo hacia mí.
Rápidamente lo busqué y encontré de pie cerca de la entrada, detenido por
una de las camareras que atendían la zona de la piscina. Sentí una punzada de
celos cuando inclinó la cabeza y le susurró al oído. La camarera se rió, y él sonrió
antes de caminar hacia la piscina. Vi como sus ojos se dirigieron al grupo de
salvavidas y recorrieron la multitud hasta que encontraron los míos.
La sonrisa tonta en mi cara se hallaba allí antes de que pudiera detenerla.
Tripp sonrió, me observó de arriba abajo en el traje de baño antes de encontrar mis
ojos de nuevo. Asintió con un brillo en sus ojos que hicieron que las mariposas en
mi estómago tomaran vuelo.
―OhDiosmío, te está mirando ―dijo Fern con un tono asombrado.
―Es un amigo ―le expliqué antes de que me avergonzara. No quería que
Tripp pensara que tenía que venir a hablarme o que lo esperaba.
Le di una última sonrisa antes de dirigirme a la parte menos profunda de la
piscina. Él tenía una toalla en la mano, pero no iba a asumir que se encontraba allí
para pasar el rato en la piscina. Sólo estaría de paso.
También tenía que asegurarme de que ningún niño se ahogara en mi turno.
Desear a Tripp no era una buena idea de ninguna forma.
Entré en la piscina y me refresqué antes de sentarme en el borde, donde se
suponía que el salvavidas de la sección debería quedarse. No robé ninguna mirada
de Tripp. Tomó todo mi autocontrol, pero me las arreglé durante al menos diez
minutos.
39 Cuando la falta de acción en la piscina se volvió insoportable, miré
casualmente hacia los sillones alineados bajo las sombrillas y encontré a Tripp con
bastante facilidad. Hablaba con la camarera con la que coqueteó cuando llegó aquí.
Ella era mayor. Suponía que era incluso uno o dos años mayor que él. Parecía
disfrutar de su atención, y era demasiado doloroso de ver. Aparté mi mirada y la
dirigí de regreso a los niños en la piscina.
―Es tu descanso ―dijo la voz familiar de Chad mientras se sentaba a mi
lado―. Estoy aquí para rescatarte.
Lo miré y forcé una sonrisa. No estaba segura de que me gustara mucho.
Había hecho varios comentarios sobre mi cuerpo que me avergonzaron. ―Gracias
―le dije, poniéndome de pie.
―Esa es una buena vista ―dijo cuando me di la vuelta. Me encogí ante la
idea de que estuviera mirando mi trasero.
No respondí, ni reaccioné. Era mejor simplemente ignorar los comentarios
de Chad. Me dirigí a la sala de descanso donde había dejado mi almuerzo esta
mañana. Me encontraba aquí desde hacía tres horas, pero me moría de hambre.
Cuando entré en la esquina de la sección del personal, oí pasos detrás de mí.
Mirando hacia atrás, vi a Tripp y me detuve por completo. ¿Qué diablos hacía?
―Oye ―dijo.
―Hola ―le contesté, pero sonó como si le estuviera haciendo una pregunta.
―¿Estás en tu descanso? ―preguntó.
Asentí, todavía sin estar segura de por qué me siguió.
―¿Tienes algo que ponerte encima de tu traje?
Asentí nuevamente.
Esta vez, sonrió. ―Póntelo, y vamos a comer.
Vamos a comer. Quería comer. Conmigo. ―Está bien ―dije, obediente. Como
si fuera a decirle que no.
―Tengo una pizza esperando por nosotros y una habitación reservada. Lo
arreglé cuando llegué aquí.
Oh, guau. Está bien. Metí la mano en la bolsa colgada de mi hombro, saqué
mi pareo y me lo puse. ―Listo ―dije, y me tendió la mano.
―Vamos. Estoy hambriento. Sé que también debes estarlo.
40 Una vez más, me limité a asentir. Me sentía tan confundida.
Tripp me llevó a la entrada trasera de la cafetería de la piscina y hacia un
cuarto reservado para fiestas privadas. Una mesa se encontraba puesta con una
pizza y dos bebidas esperándonos.
―Sólo conseguí Coca-Cola. Si quieres algo más, házmelo saber, y haré que
Crystal lo consiga. Ella es la que hizo esto por mí.
―Coca-Cola está bien ―contesté estúpidamente.
―¿Interrumpí tus planes para el almuerzo? ―preguntó, luciendo
preocupado.
Actuaba como una idiota. Necesitaba controlarme. Negué con la cabeza.
―No. Iba a comer en la sala de descanso. Empaqué un almuerzo, pero es sólo un
sándwich de pavo y una manzana. Esto es mucho mejor.
Tripp sonrió de nuevo y sacó una silla para mí. ―Bien.
Me senté, y tomó asiento frente a mí. ―¿Cómo va el trabajo? ―preguntó,
agarrando un pedazo de pizza y poniéndolo en mi plato.
Comenzaba a pensar que pude haber pasado por un golpe de calor y esto
era un sueño loco que produjo mi mente. ―Yo, uh, está bien. Quiero decir, me
gusta.
Tomó otro pedazo de pizza y lo puso en su plato. ―Tenía razón acerca del
traje. Haces que se vea bien.
Me sonrojé y agaché la cabeza para ocultar mi reacción estúpida.
―¿Has estado en alguna fiesta salvaje esta semana? ―preguntó en un tono
burlón.
Me reí y sacudí la cabeza. ―No. Todo trabajo y nada de juegos ―le dije, y
agarré la pizza. Olía delicioso, y mi estómago ya gruñía.
―Le dejé las aceitunas. Me encantan, pero no sabía si te gustaría ―dijo
mientras me observaba tomar un bocado. Nunca lo admitiría, pero me hubiera
comido cualquier cosa que pusiera en esta pizza. Por el sólo hecho de que la
compró para mí. Ningún chico me había comprado comida antes.
―Me gustan las aceitunas ―dije, después de tragar.
Asintió. ―Anotado. La próxima vez, puedes tener mis aceitunas.
La próxima vez. De acuerdo. Habría una próxima vez en la que me compraría
pizza.
41 ―¿Trabajas los fines de semana? ―me preguntó.
―No. Sólo trabajo de lunes a viernes este verano.
Tripp tomó una bebida y me estudió por un momento. Tener toda su
atención me ponía nerviosa. ―Tengo que ir en auto a Nueva Orleans el sábado
para recoger algo. ¿Quieres dar un paseo?
Tenía que estar sufriendo un golpe de calor. No había ninguna otra
explicación. ―Claro. Suena divertido ―contesté. Si iba a tener alucinaciones, bien
podría disfrutarlas.
Presente
Traducido por Issel
Corregido por Yani B
***
***
Una vez que llegamos a la playa donde sería el concierto, nos encontré un
lugar y extendí la manta que traje. Imaginé que estaríamos parados la mayor parte
de la noche para ver sobre las cabezas de todos una vez que las bandas empezaran
a tocar, pero ahora mismo, teníamos más de una hora antes de que el show
empezara. La gente se encontraba esparcida por todo el lugar en sus propias
mantas y sillas, bebiendo y pasándola bien.
Bethy se sentó a mi lado pero dejó algo de espacio entre nosotros. No me
gustaba eso, pero ella siempre me daba espacio. Como si tuviera miedo de que la
alejaría si se acercaba demasiado. Ella estaba siendo inteligente. Pero yo ya no
podía ser inteligente por más tiempo.
Me estiré, enredé mi brazo alrededor de su cintura y la jalé hacia mí hasta
que su pierna estuvo tocando la mía y su costado presionado contra el mío. Ella
hizo un sonido de sorpresa pero no intentó alejarse. Pero yo ya sabía que no lo
haría.
―Te ves hermosa esta noche ―le dije.
Como siempre, se sonrojó con mi comentario. ―Gracias ―respondió en voz
baja.
Mantuve mi mano en su cintura y empecé a dibujar pequeños círculos en su
52 costado con mi dedo. Ella se puso rígida al principio pero después se estremeció.
Ese fue mi punto final. ―Ven aquí ―dije, luego la moví para que se sentara sobre
mí. Sus ojos se abrieron mientras se sentaba en mi regazo, de frente a mí. Tomé su
rostro entre mis manos y antes de que pudiera cambiar de opinión cubrí su boca
con la mía.
Inhaló fuertemente, y por un momento no reaccionó. Y luego sus manos
lentamente fueron a mi cabello y yo me hundí, listo para probarla. Sentir su dulce
calidez me hizo estremecer. Era mejor de lo que hubiera esperado. Deslicé mis
manos bajo su vestido para sentir su piel desnuda mientras ella gimió suavemente
y se inclinó hacia mí.
Joder, esto era bueno. No, era perfecto. Era uno de esos besos que cambian
todo. Quería sentir más de ella, pero estábamos en una playa pública, y no me
gustaba la idea de que otros chicos vieran lo que es mío.
Cuando arqueó su espalda, presionando sus pechos contra mi pecho para
conseguir fricción, rompí el beso, antes de que perdiera el control y pusiera mis
manos en sus pechos, los cuales había estado usando como inspiración todos los
días.
El rostro de Bethy estaba sonrojado, y respiraba fuerte mientras me alejaba
de ella. Lucía mareada y yo quería rugir de placer al saber que yo puse esa mirada
ahí. La sostuve cerca mientras intentaba tranquilizar mi respiración. Sus ojos se
movieron de los míos a mis labios una y otra vez.
Dejó salir un largo suspiro y se hundió en mi regazo. Mi erección la saludó y
ella se puso rígida. El hecho de que estuviera sentada sobre mi polla no ayudaba a
que me calmara. ―No te muevas, nena ―le dije entre dientes. Me recordé a mí
mismo que otros chicos podrían estar viendo esto. No me gustaba que la vieran así.
Era la única razón por la cual la levanté y la moví lejos de mí. La necesidad de
presionarme contra su centro era intensa. Pero no aquí. No podía hacer esto aquí.
―Lo siento ―susurró. Miré a su rostro. Lucía preocupada y avergonzada.
Diablos.
La mantuve cerca de mi costado. Inclinando mi cabeza para que mi boca
estuviera contra su oreja, presioné un beso a un lado de su cuello. ―Nunca digas
que lo sientes por eso.
Ella me estudió por un momento antes de responder. ―Bien.
53
Traducido por Pachi Reed15
Corregido por Luna West
Algo cambió esa noche. Después de ese beso, las manos de Tripp estaban
siempre sobre de mí, y no me dejaba alejarme de su lado. Era la sensación más
maravillosa del mundo. Quería que me besara de nuevo. Me habían besado antes,
pero no así. Nunca de esa manera.
El sol se había puesto, y en la oscuridad, Tripp me había acercado más. Sus
manos se encontraban debajo de mi vestido ahora y descansando sobre mi
59
Presente
Traducido por CrisCras
Corregido por NicoleM
***
Bethy regresó a la fiesta hawaiana quince minutos después con una sonrisa
que no llegaba a sus ojos, pero nadie pareció notarlo además de mí. Bailó con Thad
y luego un poco con Blaise. Sostuvo a Lila Kate por un momento. Verla hablar con
la bebé y abrazarla en sus brazos dolía. No podía apartar la mirada, aunque el
dolor de lo que perdimos me dejaba sin aliento. No culpaba a Bethy. Ella era joven
y tenía miedo. Su padre nunca estaba contento con ella y apenas estaba presente en
67 su vida. No se encontraba lista para ser madre en ese entonces. Y yo no estuve ahí
junto a ella.
Pero me culpaba a mí mismo. Perdonar a otros era sencillo... lo que al
parecer era imposible era perdonarme a mí.
Una de las meseras que continuaba coqueteando conmigo apareció en mi
brazo otra vez. ―Terminó de trabajar en cinco minutos ―dijo cerca de mi oreja. La
chica era más joven que yo por un par de años. Su largo cabello rubio resaltaba
contra su bronceado isleño. No había dudas de que era atractiva. Thad la estuvo
observando toda la noche. Pero ella seguía viniendo hacia mí.
―Me encuentro seguro de que estás cansada ―respondí uniformemente,
sin apartar mi mirada de Bethy. Le entregaba a Lila Kate a su padre. Grant no
dejaba a esa niña fuera de sus brazos muy seguido.
―En realidad estoy lista para un poco de diversión. Una nadada de media
noche, quizás, si tuviese algo de compañía ―dijo mientras pasaba su mano por mi
brazo. Trazaba uno de mis tatuajes. Fue el primero que tuve, y parecía ser el que
más le gustaba a las mujeres. Lo que ellas no sabían es que dentro del signo tribal
que cubría la mayor parte de mi brazo izquierdo habían números romanos
conmemorando la fecha más importante para mí.
―¿Ves la fecha escondida en el dibujo? ―le pregunté a la chica, sin mirarla.
Quería ver si Bethy se marchaba.
―Ummm... ¿Aquí? ―preguntó, trazando los números.
―Sí ―dije mientras Bethy reía de algo que Thad le decía. Era forzada. No lo
sentía. Conocía el sonido de su verdadera risa.
―Seis, veintiocho, dos mil ocho ―dijo con su dedo trazando el último
número―. ¿Qué representa? No puede ser tu cumpleaños ―dijo juguetonamente.
―Fue la noche en que le entregué mi corazón a esa mujer que se encuentra
allí ―dije simplemente.
La noche en que Bethy se convirtió en mía.
El dedo de la chica dejó de trazar la tinta y se alejó. Al comienzo no habló.
Creí que ahora se alejaría. Esperaba que lo hiciera.
―No te ha hablado en toda la noche. Creí que eras soltero ―dijo la mesera
finalmente.
―Me ha odiado durante ocho años. Eso no cambia nada ―respondí.
68 Como si pudiese oírme a través del fuego, la mirada de Bethy subió y se
encontró con la mía. La observé mientras su pecho subía y bajaba rápidamente. Sus
ojos se movieron a la chica junto a mí antes de apártalos. Su postura
repentinamente rígida no me preocupo. De hecho, quería gritar y golpear mi
pecho. Bethy sentía celos. O al menos, la afectaba verme con alguien más.
Era un comienzo.
―No se ve interesada ―dijo la chica.
―Eso no cambia nada ―repetí. Porque no lo hacía. Ya terminé con lo
superficial y sin sentido.
La chica suspiró y finalmente se alejó de mí. ―Es una pena. Podríamos
habernos divertido.
No. Podríamos haber tenido nada.
La dejé alejarse sin hacerle caso a su último intento de llamar mi atención.
Bethy no me miró. Cuando comenzó a moverse, también di un paso en esa
dirección.
Sin embargo, antes de que pudiese dar otro paso, una mano aterrizó en mi
hombro. Girándome, vi a Rush de pie ahí, y me pregunté si se encontraba aquí
para tratar de golpear mi trasero por hablarle a su esposa de la manera en que lo
hice más temprano.
―Bethy ―dijo, y no respondí, porque no me hallaba seguro de lo que
quería decir―. Escuché lo que le dijiste a la mesera. La fecha en tu brazo. Ese fue el
verano antes de que te fueras. Hablabas de Bethy.
―Sí ―murmuré, pero no me quedé alrededor para responder más
preguntas. Bethy se dirigía a su choza en el agua.
―Bueno, ahora todo tiene sentido ―murmuró Rush mientras me alejaba.
Bethy no pareció notar que la seguían. Mantuvo su cabeza baja mientras
caminaba por el agua y pasaba mi choza. La observe mirarla, y me pregunté si se le
ocurrió mirar quién se quedaba junto a ella.
Caminé a mi choza y me detuve cuando ella se detuvo fuera de la de ella.
Cruzó los brazos sobre su estómago mientras miraba sobre el agua. Me moví tras
la sombra de la palmera y la observé cuando dejó caer su cabeza hacia atrás y cerró
sus ojos. Deseé que pudiese hacer que me hablara. Quería decirle tantas cosas.
Quería sostenerla y que sufriéramos juntos por lo que perdimos. Pero más que
69 nada, la quería en mi vida. De cualquier manera en que ella lo permitiera.
―Sé que estás ahí. Siempre lo estás. No sé qué hacer con eso, Tripp. Ya no sé
qué hacer con nada. ―Las palabras de Bethy me sacaron de mis pensamientos
internos, y salí de lo que suponía fuera mi escondite.
Se giró para mirarme con tanto dolor en sus ojos. Quería sanar eso. Alejarlo.
―Háblame ―dije.
Bethy negó con la cabeza y alejó la mirada. ―Cualquier cosa que digamos
sostendría mucho dolor. ¿Por qué quieres sacarlo otra vez todo a la luz?
―Es el primer paso para sanar. Y no todo es doloroso ―le recordé. Porque
no lo era. Teníamos recuerdos que me ayudaron a superar algunos de los tiempos
más difíciles.
―Quieres a esa chica que dejaste. ¡No soy ella! ¿No lo entiendes? Se fue. La
perdí. Tomé decisiones que me hicieron una persona horrible. No valgo todo este
tiempo y energía que gastas.
Joder. Di un paso hacia ella, y ella retrocedió otro. ―Te equivocas ahí. No
quiero a la chica de dieciséis años que dejé. Quiero a la mujer en que se convirtió.
La mujer amable, compasiva, fuerte y fiel que observó desde lejos cada día de mi
vida. La quiero a ella. Nada cambio para mí. No sin ti.
Bethy dejó salir una larga risa que me hizo hacer una mueca de dolor. Se
encontraba enredada con dolor y enojo. ―Aborté a mi bebé, Tripp. Nuestro bebé.
Luego dormí con chicos a los que no le importaba una mierda. Hasta que Jace vio
algo que valía la pena en mí. Me amó. Entonces regresaste a Rosemary Beach, y mi
estúpido corazón volvió a la vida. Jace me amó y quería una vida conmigo, pero tú
invadías mis sueños y pensamientos. No puedo remediar eso. Se fue, y no puedo
arreglar las cosas...
―Detente. Eras una niña, Bethy. Una niña asustada. E hiciste la única cosa
que sabías hacer. Lo que tu tía quería que hicieras. Esa decisión fue toda mi culpa.
Toda mía, cariño. Toda mía. Esa es mi cruz. No la tuya. Dormiste con chicos
porque tratabas de tapar el dolor. Y Jace fue lo suficientemente inteligente para ver
la belleza en tu interior y querer eso en su vida. Eres fácil de amar, Bethy.
Malditamente fácil de amar. Jace entendió eso. Te amó, y lo amaste. El que yo
volviera a la ciudad trajo viejos recuerdos y cosas que querías olvidar. No
engañaste a Jace. Lo amabas. Yo simplemente era una parte de tu pasado que no
dejaste ir por completo. Así que no te culpes. No pienses que hiciste algo mal.
La cara de Bethy surcada por las lágrimas se giró hacia mí. Su mirada me
70 dijo que tenía razón, que no fui su único amor. Era algo en lo que trataba no
pensar, porque ella sí lo era para mí. Nunca me sentí de esa manera por otra
persona. Pero ella sí. Su corazón siguió adelante.
―Sí, lo amé ―dijo con una sonrisa triste―. Lo amé mucho. Pero cuando te
vi de nuevo, hubo algo en mí que despertó. Eso es algo con lo que tengo que vivir.
Él merecía todo de mí, y nunca lo tuvo.
No tenía una respuesta para eso. Bethy se dio la vuelta y entró en su choza.
No me moví. Me quedé ahí por lo que pareció ser una eternidad, mirando al lugar
en el que estuvo.
Amó a Jace. Lo vi en sus ojos cuando lo miraba. La hizo feliz. Cada vez que
le dijo que la amaba y ella se derretía en sus brazos, mi alma se quebró un poquito
más.
Pero, ¿me decía que todavía tenía un pedazo de su corazón?
Traducido por Luna West
Corregido por Jadasa
75 Como siempre, Bethy ya se encontraba tan mojada que sus bragas estaban
húmedas. Er así conmigo. Había tocado a otras chicas antes. Chicas antes de Bethy.
Siempre se encontraban secas y tensas. La idea de un coño mojado era
increíblemente caliente. Hasta Bethy, yo no hubiera sabido lo que un coño húmedo
se sentía. Luego estaba su olor. Sólo pensar como olía me ponía duro.
Ella levantó sus caderas y gimió mientras deslizaba un dedo hacia abajo
para rodear su clítoris. Esta era su parte favorita. Había leído suficientes revistas
para aprender cómo hacerlo a la perfección.
―Quítate los pantalones y las bragas ―dije. Quería ver mi mano mientras
jugaba con ella. Levantó su trasero para poder ayudarla a tirarlos hacia abajo.
Cuando los sacó, se recostó de nuevo con sus piernas abiertas. Levanté mi mano
para olerla y lamí el sabor en mis dedos. Me miraba con ojos salvajes, y el pulso en
su cuello estaba acelerado y palpitante.
―Sabes muy bien ―dije.
Ella tomó una ligera respiración y se retorció.
―Apóyate hacia arriba. Te quiero desnuda. ―Le instruí, sabiendo que esto
era una mala idea. No la había tenido desnuda desde la noche en la playa, y me
quería estar dentro de ella tan jodidamente tanto. Sabía que me dejaría hacerlo si se
lo pedía. Pero no podía hacerle eso a ella. Me marcharía. No me merecía su
virginidad. Pero demonios, quería que fuera mía.
Ella levantó su blusa y la tiró, e hice un rápido trabajo con su
sujetador.
Luego se recostó de nuevo, completamente desnuda en mis brazos. Fue el
espectáculo más erótico que había visto nunca. Yo sólo había dormido con cuatro
chicas y visto cerca de siete desnudas, así que mi experiencia no era increíble,
especialmente comparada con la de Rush, Grant y Woods. Pero sabía que esta vez
con Bethy me marcaría. De por vida.
76
Traducido por rihano
Corregido por Fany Keaton
Fue un largo día, con las palabras de Bethy repitiéndose una y otra vez en
mi cabeza. Todos los chicos almorzaron con Woods, y luego pasamos el resto de la
81 tarde jugando al golf. Woods, no Rush, trató de hablar conmigo sobre Bethy, lo
cual fue un alivio, ya que no tenía ganas de dar a alguien más la historia completa
todavía.
Necesitaba un plan. Uno que implicara más que seguirla todos los días.
Bethy me hablaba ahora. Tenía que averiguar cuál debería ser el siguiente
movimiento. Debido a que sus palabras la noche anterior no fueron olvidadas, ni
las olvidaría nunca. Fueron el pequeño rayo de esperanza que estuve buscando.
Esperé fuera de mi cabaña a que Bethy saliera. Teníamos programado el
ensayo en diez minutos. Por suerte, no estábamos siendo forzados a vestirnos de
esmoquin esta noche, el código de vestimenta era informal. Pantalones y una
camisa abotonada sería suficiente.
Bethy salió, jugueteando con su bolso. Su mirada se volvió para encontrarse
con la mía, y vaciló un momento. No esperaba que esperara por ella. Estuve
haciendo el asunto a una distancia por mucho tiempo.
La falda amarilla pálida que llevaba golpeaba en la mitad del muslo y estaba
hecha del tipo de material fluido que captaba la brisa y te provocaba. Vestía con
una blusa blanca sin mangas atada a la cintura y un par de zapatos de tacón sin
respaldo.
Cuando terminé de asimilar cada centímetro magnífico de ella, levanté mis
ojos de regreso para encontrarme con los suyos. ―Estás preciosa.
Pude ver el destello de emoción en sus ojos antes de que colocara su bolso
bajo el brazo y se tensara. ―Gracias ―respondió.
―¿Disfrutaste tu día en el spa? ―pregunté mientras daba un paso tentativo
hacia mí. Tenía que pasarme para llegar al ensayo. No había manera de evitarlo. A
menos que quisiera nadar hasta allí.
―Fue agradable ―dijo.
Ninguno de los dos se movió. Era un enfrentamiento.
Por último, Bethy suspiró. ―¿Qué quieres?
Sonreí, divertido por su tono exasperado. ―Caminar contigo al ensayo.
Empezó a decir algo, pero cerró la boca. Observé su lucha interna.
Finalmente, se derrumbó. ―Claro. Bien. Lo que sea.
Caminó hacia la isla, y seguí su paso a su lado. No presioné más para
obligarla a hablar conmigo. Decidí que era suficiente por ahora. No me estaba
82 empujando en el agua y gritándome. Habíamos avanzado.
Todo el mundo se encontraba reunido en el tramo de playa donde se
celebraría la boda. Cuando llegamos al grupo, Bethy finalmente se detuvo y me
miró. ―Estoy cansada de esto. Fuimos amigos una vez. Ambos amábamos a Jace, y
ambos lo perdimos. Ya estoy harta de culpar a alguien que no sea yo. No quiero
estar enojada nunca más. Es hora de reconstruir mi vida y encontrarme de nuevo.
Entonces ―me tendió la mano―, ¿amigos?
Amigos. Nunca seríamos sólo amigos. Pero si eso era lo que quería hacer,
entonces podría trabajar con ello. Puse mi mano en la suya, y la estrechamos.
Luego sonrió. Una verdadera y no forzada sonrisa de Bethy. ―Esto es algo
bueno. Jace querría esto. ¿Verdad?
Estreché la mano y la solté mientras ella se alejaba. ―Sí. Querría esto.
Querría verte feliz.
Bethy asintió. Luego se volvió y se dirigió hacia el grupo. Sin embargo, no la
seguí. Aún no. Tenía que asimilar el momento. Bethy se encontraba lista para
perdonarme. Seríamos amigos.
Miré alrededor para encontrarme a Woods mirándome. Asentí y le sonreí
antes de dirigirme a recibir mis instrucciones, junto con el resto de los chicos.
―Ahí está el último de ellos ―dijo Thad, señalándome mientras me
acercaba. La señora con el pelo recogido en un moño y un mini iPad en sus manos
parecía que era la jefa.
―Problema de altura ―anunció―. Della estás con Braden, pero Braden es
demasiado baja para ti. Incluso con tacones. La mayoría de las mujeres son
demasiado bajas para ti, pero Braden estará descalza sobre la arena. Quedará mal.
Vamos a ver ―dijo ella, explorando algo en su iPad―. ¿Dónde está Bethy?
―preguntó la señora.
―¡Eh! ¡Bethy! ―gritó Thad, y Bethy se giró hacia nosotros―. Ven aquí.
Caminó hacia nosotros, su falda bailando en la brisa. Odiaba saber que Thad
también se encontraba admirando la vista. Iba a tener que ponerlo en su lugar.
―Sí. Mucho mejor. Ella es por lo menos tres centímetros más alta. No es una
brecha tan enorme ―dijo la señora mientras miraba a Bethy―. Thad, acompañarás
a Braden. Y Tripp, acompañarás a Bethy. Ahora, a sus posiciones ―dijo,
caminando con la espalda recta, señalando y ladrando órdenes a todo el mundo a
su paso.
83 ―Sí, pero Tripp es el padrino, y Braden es la dama de honor. ¿No se supone
que tienen que ir juntos? ―preguntó Thad. Le lancé una mirada de advertencia. Si
tenía alguna intención en lo que concernía a Bethy, me gustaría remediar eso muy
rápido.
―Este es mi trabajo. Haré que funcione. No necesito tu ayuda ―espetó la
señora a Thad, quien cerró la maldita boca.
Miré hacia atrás a Bethy. ―¿Te parece bien? ―pregunté. Me encontraba
jodidamente emocionado al respecto, pero no quería obligarla a hacer algo que no
quisiera hacer. Trataría con la sargento de instrucción, si tuviera que hacerlo.
Se encogió de hombros. ―Claro. Amigos, ¿recuerdas? ―respondió con total
naturalidad.
Vi la brisa jugar con su falda mientras se alejaba.
―Amigos, ¿eh? ―dijo Rush, llegando a mi lado.
―Sí. Ha decidido que podemos ser amigos ―le dije, sin alejar mis ojos de
ella. Le dijo algo a Della, quien nos echó un vistazo y luego a Bethy. Vi a Bethy
asentir y Della parecía aliviada.
―Traté el asunto amigos con Blaire una vez. Duró menos de una semana
antes de que la desnudara detrás en mi Range Rover. Buena suerte con eso ―dijo
Rush en un tono divertido antes de irse.
Él no tuvo con Blaire la historia que tuve con Bethy. Tomaría un infierno de
tiempo antes de que hiciera ese tipo de progreso con Bethy.
Él no tenía idea de lo que tenía que superar con ella.
Esto no era como preví que fuera mi noche. No podía creer que Della me
arreglara una cita para el fin de semana. ¿Por qué pensaría que yo quería eso? ¿Me
veía como que necesitaba una jodida cita? Diablos, no.
Charity era atractiva. Le daría eso a Della, tenía buen gusto. Pero no lo
buscaba. Escuché mientras Charity me habló de cómo el cachorro golden
retriever, que acababa de comprar, fue expulsado de la escuela de perros por tratar
90 de montar a un caniche. Se echó a reír cuando me contó la historia. Si no estuviera
enamorado de Bethy, estaría totalmente interesado en ella. Tenía una bonita risa.
Sus ojos marrones bailaban con diversión.
Woods me obligó a sentarme cuando traté de decirle que cambiaría con
Thad. Me susurró al oído lo que ya sabía sobre Charity. ―Es prima de Braden, y
tuvo un mal divorcio. Necesita un poco de atención. Haz esto por Della. ―Su tono
significaba que no era una petición.
Me había sentado a regañadientes, mirando de regreso a Bethy, quién, una
vez más, fue entretenida por Nate. El chico conocía a una mujer guapa cuando la
veía. El lamentable trasero de Thad podría estar con Bethy esta noche. Podría
hablar con ella. Escucharla reír. Decirle sus estúpidos chistes que sabía la
divertirían. Thad era bueno encantando mujeres.
Maldito mujeriego.
Con su estúpida apariencia de niño bonito.
Debí romperle la nariz hace años y nivelar el campo de juego. Si lo veía
tocar a Bethy esta noche, haría más que romperle la nariz.
Eché un rápido vistazo y vi a Bethy escuchando a Dean Finlay. Parecía
divertida. Al menos el hombre anciano era el que la hacía sonreír. No Thad.
Espera... No. Dean Finlay se acostaba con mujeres más jóvenes que yo todo el
tiempo. Tal vez esto no era bueno. Era un jodido dios del rock. Mierda.
―Deja de mirar a Bethy como si fuera tu última comida, maldita sea
―gruñó Woods en voz baja a mi lado.
Volví mi atención a mi mesa y lo miré. Se encontró con mi mirada enojada
con la suya propia. Della se aclaró la garganta lo suficientemente fuerte para llamar
la atención de ambos. Dejé que Woods tratara con su mujer mientras alcanzaba mi
bebida. Necesitaba algo más que jodidas burbujas rosadas.
―¿También surfeas? ―preguntó Charity a mi lado.
¿Ahora hablábamos de surfear? Mierda, no lo sabía. Me hallaba tan fuera de
esta conversación. Enfocarme fue un problema, con tanto Dean Finlay y Thad
coqueteando con Bethy.
―Uh, sí. Es decir, lo hice en su día. Hace tiempo que no lo hago. No
tenemos las olas en el Golfo para que realmente valga la pena.
―¿No viviste en Myrtle Beach por un tiempo? ―preguntó.
***
Bailé con Charity en dos ocasiones antes de ser capaz de alejarme para
encontrar a Bethy, pero ella no se hallaba en su mesa o en la pista de baile. Escaneé
la multitud y las mesas, no la vi por ninguna parte. Luego busqué a Thad y
comprendí que también se encontraba desaparecido.
¿Qué demonios?
Empecé a dirigirme hacia la puerta. No le expliqué a Woods mi salida. Haría
algo más para arruinarla. Había hecho mi trabajo durante toda la cena, y luego
bailé con Charity. Por no hablar de que tenía que llevarla a surfear por la mañana.
Terminé con mi buena voluntad por esta noche.
92 Salí del edificio y crucé la arena, manteniendo los ojos abiertos por una señal
de Bethy.
Una risita me detuvo, me giré para caminar alrededor del edificio hacia un
pequeño grupo de palmeras.
―Tienes una famosa boca, ahora, ¿verdad? ―bromeó Thad, y me tensé.
Seguí el sonido de su voz cuando gimió―. Joder, sí, llévala hasta el fondo. Hasta
atrás de tu garganta, nena ―animó.
Me detuve. De había ninguna jodida manera de que esa fuera Bethy. No le
haría una mamada. Las nubes se movieron, y la luna iluminó mi entorno. La
mirada de Thad se elevó desde la chica que se arrodilló entre sus piernas para
encontrarse con la mía.
Colocó un dedo sobre su boca para hacerme callar. No quería una
interrupción. La chica tenía cabello castaño y rizado, vestía uno de los uniformes
que llevaban los camareros. No era Bethy. Joder, gracias.
Me giré y caminé de regreso hacia el camino que conducía a nuestras
cabañas.
―¡Oh, mierda! Traga la cabeza. ¡Sí, Dios, sí! ―gritó Thad.
Caminé más rápido. No quería oírlo venirse. Pero si no se mantenía en voz
baja, toda la condenada isla lo iba a escuchar.
95
Traducido por Geraluh
Corregido por Daliam
Enseñar a una mujer como surfear, cuando estaba dejando muy claro que
me quería en su cama, era incómodo. Sabía que tenía mis manos llenas con cada
observación coqueta que salió de la boca de Charity. El hecho de que había pasado
por un mal divorcio y necesitaba atención masculina me hacía sentir lástima por
ella. Pero no significaba que iba a ser el chico que le diera esa atención. No después
que Bethy me dejó sentarme con ella y sostener su mano por más de una hora la
otra noche. No habíamos hablado mucho, pero solo estar ahí con ella había sido
96 suficiente para mí. Fue un progreso.
Charity se rio de su último intento de arrastrarse sobre la tabla, luego se
volvió hacia mí y batió sus pestañas. ―Ayuda ―dijo.
Esa era otra cosa. Insistía en que la pusiera en la maldita tabla, y no estaba
vistiendo más que un bikini. Demasiado contacto de piel.
―Inténtalo por ti misma esta vez ―indiqué, sin querer agarrar su cintura de
nuevo. Se estremecía cada vez que la tocaba, y me sentía culpable. No quería que
pensara que esto iba a algún lado. No era su follada de boda. Desafortunadamente,
ella no se había dado cuenta de eso todavía.
―Me gusta más cuando me ayudas ―dijo, dejando caer su voz a un nivel
que estaba seguro de que sería un sonido atractivo para la mayoría de los hombres.
Habíamos estado en esto por una hora. Había hecho mi deber. Era tiempo
de poner fin a las ideas que estaban corriendo por su cabeza. ―Sí, bueno, estoy
agotado. Ambos tenemos que estar listos para una boda esta tarde y una larga
noche de celebración por delante. Probablemente no deberías exagerar.
Con esa excusa, me deslice la tabla bajo el brazo y le asentí para que me
siguiera antes de caminar hacia la orilla.
―Oh, está bien ―gritó detrás de mí, y se apresuró por alcanzarme. No le di
razón para que pensara que quería prolongar esto; solo seguí caminando.
―Uh, ¿y ya desayunaste? ―preguntó, alcanzándome rápidamente.
Solo había agarrado una taza de café antes de salir, pero comer con ella no
iba a pasar, de cualquier manera. Se estaba poniendo muy atrevida. ―No soy
desayunador ―respondí, lo que era una mentira. Después de salir de las olas,
estaba hambriento.
―Oh, bien, ¿supongo que te veré más tarde? ―inquirió cuando finalmente
llegamos a la orilla.
Asentí. ―Claro ―acordé, porque lo haría. Ambos estaríamos en la boda.
Luego me dirigí hacia la pequeña pendiente hacia el otro lado de la isla
donde se encontraban las cabañas.
―Te ves como un hombre huyendo de algo ―dijo Woods con una sonrisa
divertida mientras salía de un grupo de palmeras con una taza de café en las
manos.
Le lancé una mirada de advertencia. ―Esa mierda no es divertida.
Woods se rio y tomó un sorbo. ―No sé. Observándote evitar las
97 insinuaciones femeninas es nuevo. Me entretuve.
―Estoy aguantando esto por Della. Pero si esto me causa algún problema
con Bethy, terminó. Charity es genial, y sé que ha estado pasando por un tiempo
de mierda. Me siento mal por ella. Pero estoy haciendo unos avances con Bethy, y
nada impide mi camino a eso.
La sonrisa de Woods se desvaneció. Se quedó mirando el agua por un
momento, y sabía que sus pensamientos estaban con Jace. Este debería haber sido
un día en el que Jace estuviese de pie a su lado. Debería ser Jace entregándole el
anillo y dando un brindis en la recepción. Hoy Woods comenzaría un nuevo viaje
en la vida, y lo haría sin su mejor amigo allí para animarlo. Todo se reflejaba en sus
ojos. ―Ella luce mejor ―dijo.
Después de anoche, tuve que estar de acuerdo. La ira y el dolor ya no
estaban hirviendo fuera de ella. ―Sí. Lo está.
Woods tomó otro sorbo de café. ―No la presiones. No estuviste aquí la
mayor parte del tiempo, pero ella lo amaba. Eran buenos juntos.
Ya sabía lo mucho que ella amaba a Jace. Eso no había sido difícil pasar por
alto. ―Estoy siendo cuidadoso. No quiero tomar el lugar de Jace. Él tiene ese lugar
en su corazón, y siempre lo tendrá. En este momento, solo quiero estar ahí para
ella. Verla sonreír de nuevo. Una sonrisa verdadera.
―Él la habría querido feliz. Y él hubiese pateado mi culo por tratarla como
lo hice. Dudo que me hubiera perdonado por lo que le dije esa noche en la playa.
―Su voz sonaba dolida.
No había estado ahí, pero lo supe por el tratamiento silencioso que le había
dado por más de un año después de la muerte de Jace. Estaba en lo correcto, Jace
no habría sido capaz de perdonarlo por eso. Amaba a Bethy. Pero no era lo que
Woods necesitaba escuchar ahora mismo. Este se suponía que sería uno de los días
más felices de su vida.
―Pudo haber sido mi primo, pero tú eras como su hermano. Te amaba ―le
dije.
―Lo defraudé ―dijo Woods.
―No, no lo hiciste. Tú la salvaste. Eso es lo que te pidió que hicieras, y lo
hiciste.
Woods finalmente movió su mirada hacía a mí. Pude ver la emoción y lo
entendí tan bien. Jace había dejado un lugar vacío en todos nosotros.
―Murió sabiendo que su mejor amigo hizo un sacrificio por el que lo
98 marcaría por el resto de su vida. Tú fuiste su héroe.
Woods me estudio por un momento y luego volvió su atención al agua.
Después de unos minutos de silencio, pasé a su alrededor y me dirigí hacia
las cabañas, una vez más.
―Gracias ―gritó Woods. Miré hacia él―. Necesitaba escuchar eso.
Especialmente hoy.
Logré una sonrisa. ―Eso es para lo que está un padrino ―respondí, y lo
deje ahí con sus pensamientos.
Traducido por Melanie13
Corregido por Jenni G.
Tripp deslizó suaves besos de arriba abajo por mi cuerpo, mientras se mantenía
rígido encima de mí. El dolor que causó su entrada me dejó sin aliento, pero se detuvo al
segundo en que lloré. No se había retirado, que era todo lo que quería que hiciera, así podría
acurrucarme y llorar. Pero entonces comenzó a besarme suavemente y a susurrar en mi
oído. ―Está bien. No me moveré. Déjame sentirte. Dios, Bethy, no he sentido nunca algo
como esto.
Al oír el placer en su voz mientras me besaba, como si no pudiera tener suficiente de
99 mí, alivió la tensión. Lentamente, se hundió más, hasta que dejó escapar un fuerte gemido y
cerró los ojos. Era hermoso, y yo estaba completamente fascinada.
―Me voy a mover ―dijo en mi oído, y luego inhaló hasta que estuvo casi fuera de
mí y sacudió sus caderas hacia atrás. El movimiento no me dolió esta vez, al menos no del
tipo punzante como la primera vez. Sólo un poco de malestar. Ver a Tripp hizo que todo lo
demás se desvaneciera. Las venas de su cuello sobresaliendo, y los músculos de sus brazos
presionándose mientras se sostenía a sí mismo de modo que no pusiera todo su peso sobre
mí. Con cada movimiento de sus caderas, se hizo más fácil, y la cara de Tripp más
impresionante. Su boca se abrió ligeramente, y sus pupilas se encontraban tan dilatadas que
el verde había casi desaparecido.
Nuestras miradas se encontraron.
―Te amo. No te dejaré. No puedo.
Mis ojos se abrieron, y me quedé mirando el techo. No había soñado con esa
noche en un largo tiempo. Mi corazón latía, como si me encontrará todavía debajo
de él, perdiendo mi virginidad con el chico que amaba y oyéndole proclamar su
amor por mí, por primera vez. Esa noche había hecho muchas promesas que no
cumplió. Me senté y negué con la cabeza, porque no quería que la imagen se
reprodujera en mi mente. La empujé a la basura hace mucho tiempo. Había
utilizado a otros chicos con la esperanza de lavar mi memoria. Pero nadie lo hizo.
Siempre terminaba llorando hasta quedarme dormida.
Ayer, había dejado que Tripp se acercara de nuevo. A pesar de que no
habíamos hablado, había permitido que se sentara conmigo, liberando las
emociones y las imágenes suprimidas por un largo tiempo. No es de extrañar que
mis sueños jugaran más como recuerdos.
Levantándome, tomé mi abrigo de seda negro y me lo puse antes de que la
tensión aumentara. No quería irme hasta que fuera hora de ayudar a Della a
prepararse. Había dicho que nos íbamos a encontrar en la habitación de la novia a
la una. Me gustaría que me trajeran el desayuno y disfrutar de mi soledad hasta
entonces.
―¿Hambrienta? ―preguntó Tripp. Me di la vuelta para verlo sostener una
bandeja de comida.
Con el recuerdo de nuestra primera vez aún fresco en mi cabeza, no
necesitaba eso en ese momento.
Mis ojos, sin embargo, tenían otras ideas. Sus brazos eran más grandes
100 ahora. Más musculosos de lo que habían sido antes. Tenía el pelo más corto y
parecía húmedo, como si acabara de salir de la ducha, aunque sus pantalones
cortos sugirieron que podría haber estado nadando. Luego estaba el hecho de que
estaba sin camiseta. Todos esos músculos definidos, curtidos y decorados con unos
tatuajes bien situados, que harían que cualquier mujer se parara a mirar.
―Iba a comer fuera de mi choza, pero vi que te despertaste antes de que me
sentara. Pensé que sería suficiente para compartir ―dijo, sacándome de mi
momentánea falta de buen sentido.
Dirigí mis ojos hacia los suyos. Tenía que darle crédito, no me miró con aire
satisfecho, a pesar de que se dio cuenta de que sólo le había dado un repaso. Estaba
siendo cuidadoso ―Yo, uh, bien ―logré balbucear.
Él sonrió y entró, colocó la bandeja encima de la mesa redonda, que tenía
dos‖taburetes‖debajo.‖―Incluso‖te‖dejaré tener los huevos ―dijo, como si necesitara
endulzar el trato, para que no cambiara de opinión. Sus brazos no tenían que estar
flexionando para hacer notar sus músculos. Lo hacían por su cuenta. Incluso podía
ver las venas en ellos mientras servía una taza de café para cada uno y acomodaba
los tres platos de comida que había traído con él. Necesitaba ponerse una camiseta,
maldita sea. ¿Cómo se supone que iba a comer y no mirarlo?
Dios, Bethy, no he sentido nunca algo como esto.
Cerré los ojos con fuerza y bloqueé las palabras de Tripp repitiéndose en mi
cabeza.
―¿Estás bien? ―preguntó en su mayor y más madura voz. Logré asentir
con la cabeza y abrí los ojos.
―El sol es un poco intenso. Mis ojos se están adaptando ―mentí.
Tripp frunció el ceño y se acercó para ajustar la cortina.
―¿Mejor? ―preguntó.
―Mmm ―le contesté, esperando que mis pensamientos culpables no se
notaran en mi cara.
Volvió a la mesa y sacó un taburete, y luego hizo un gesto para que me
acercara. Murmuré un gracias y subí. Mi bata se recorrió hasta mis muslos,
abriéndose y revelando casi todas mis piernas. Agarré los bordes para tirar de ella,
pero no antes de que Tripp lo notara. Mi respiración se cortó cuando vi sus ojos
mirando mis muslos. Sus fosas nasales se abrieron, y todo su cuerpo se tensó. Si
las venas en su cuello saltaban, estaba hundida. Tenía que tomar el control de las
cosas. Agarrando los bordes, me cubrí bien. Apartó su mirada de mí y se movió
101 hacia el otro lado de la mesa, más rápido de lo normal.
Se aclaró la garganta, deslizó un plato lleno de huevos, fruta, queso, pan
tostado con mantequilla, y unas cuantas rebanadas de tocino hacia mí. ―Como lo
prometí, los huevos.
Mi cara ardía de las muchas emociones que giraban en mi cabeza. En un
intento de hacer las cosas menos incómodas, le sonreí. ―Gracias. Pero no necesito
todos los huevos. Puedo compartir.
Se encogió de hombros. ―Estoy bien. Come lo que quieras, y me comeré lo
que no te comas.
Como lo solíamos hacer.
Puf. ¿Por qué hacía esto? Él no había querido decir eso. Sólo se estaba
refiriendo a los huevos. No trataba de recordarme cómo fueron las cosas una vez.
Eso era todo de mí. Estúpido sueño, me tenía toda caliente y mojada.
―Est{‖bien ―le contesté, esperando que mi reacción pareciera normal.
Le dio un mordisco a su tostada. Conforme su mandíbula se movía, los
músculos de su cuello se flexionaban. ¡Mierda! ¿Qué andaba conmigo?
Dejé caer mi mirada y agarré algo de mi plato. Ni siquiera me importaba
que fuera. Por suerte, era una fresa. La metí en mi boca y empecé a masticar.
Comimos en silencio durante unos minutos. No estaba segura de qué decir y
odiaba que fuera cada vez más incómodo. Pero cada vez que lo miraba, veía mi
sueño reproduciéndose una y otra vez en mi cabeza.
―¿Está todo bien? Sólo pensé que quizá querrías comer. Si quieres, puedo
tomar‖ mi‖ plato‖ e‖ ir‖ a‖ otro‖ lado.‖ ―Los ojos de Tripp estaban en mí, y tenía que
encontrar su mirada para responder.
Empecé a decir que estaba bien pero me di cuenta que no era verdad. Tripp
me conocía lo suficiente como para saber que mentía. Si íbamos a ser amigos de
nuevo, o al menos intentarlo, tenía que ser honesta con él. Bueno, no del todo
honesta. No quiero que sepa que soñé con nuestra primera vez. ―Me‖ tomar{‖ un‖
poco de tiempo acostumbrarme‖―dije mientras finalmente me encontraba con su
mirada―. Quiero olvidar todo. Como ya comentamos. Pero no estoy segura de
cómo. Estoy tratando de averiguarlo.
Tripp colocó su labio inferior entre los dientes y arrugó su frente. No
necesitaba morderse los labios; eso era una ventaja muy injusta. Tenía que saber
que era sexy. No necesitaba caras sexys de Tripp. ―Muy‖bien ―respondió. Luego
una sonrisa traviesa se coló por sus labios, y dejó caer su mirada de la mía para
102 mirar‖ la‖ mesa―.‖ Tal vez la próxima vez, te voy a darte un segundo para que te
pongas algo más que una pequeña pieza de tela.
Me estaba tomando el pelo. Amigablemente. Podía hacer esto. ―Tal vez la
próxima vez, podrías usar una camiseta ―repliqué.
Su mirada se disparó de nuevo hasta la mía, y por un segundo, no estaba
segura de sí debería haber dicho eso. Podría haberle dado una idea equivocada.
Pero luego me sorprendió y se echó a reír. La profunda risa que solía despertar
mariposas de mi estómago y me hacía sentir mareada.
Y todavía lo hacía.
―Es suficientemente justo. Nos vestiremos más apropiadamente la próxima
vez.
Asentí mientras una sonrisa se instaló en mis labios. Me relajé y alcancé mi
tenedor para poder comer mis huevos.
Traducido por Dannygonzal
Corregido por Miry GPE
103 atrapados por la brisa. Quería caminar hacia ella, quitarle lo que fuera que sostenía
su cabello y verlos caer en una maraña de rizos. Nunca antes vi su cabello rizado, y
aunque me gustaba cuando lo tenía lacio, quería envolver esos rizos alrededor de
mis dedos.
―Te‖ convertiste‖ en‖ mi‖ lugar‖ seguro‖ después‖ de‖ robar‖ mi‖ corazón.‖ ―Las‖
palabras de Della me sacaron de mi ensoñación sobre Bethy. Esa era mi señal. Metí
la mano en mi bolsillo y saqué el anillo, luego se lo entregué a Woods. Era su turno
de decir los votos que escribió para ella.
Más temprano, Grant intentó hacer que los ensayara frente a nosotros, pero
no lo hizo. Dijo que no lo necesitaba. Ni siquiera tenía una hoja de repaso para
darme en caso de necesitar cualquier ayuda.
―Mi‖ vida‖ carecía‖ de‖ un‖ propósito‖ y‖ un‖ significado.‖ Iba‖ a‖ través‖ del‖
movimiento, ignorando que estaba vacío por dentro. Entonces, una noche, esta
morena preciosa iluminó la oscuridad en mi interior. Ella sólo se encontraba en la
ciudad por una noche, pero afortunadamente, el destino me dio una segunda
oportunidad, y una vez más la puso en mi camino.
»Cambiaste todo para mí, Della. Cuando estás a mi lado, puedo hacer
cualquier cosa. Puedo enfrentar cualquier desafío y atravesar cualquier fuego.
Siempre y cuando sostengas mi mano. Me dices que soy tu lugar seguro, pero
tienes más fuerza y coraje que cualquiera que haya conocido.
»Nunca nadie estará antes que tú. Pasaré toda la vida asegurándome que
siempre te sientas segura. Nunca dudes ni por un segundo que eres la dueña de mi
corazón. Eres mi vida.
Los sollozos de Della fueron seguidos por muchos otros. Mi mirada regresó
a Bethy, y la observé mientras se limpiaba sus propias lágrimas. El destino le dio a
Woods otra oportunidad. Realmente esperaba que también me diera una.
La multitud aclamó, y regresé la mirada para ver a Woods inclinar a Della
hacia un costado entre sus brazos y la besaba.
Cuando finalmente terminó de comerse a su mujer en público, la tomó del
brazo y caminaron por el pasillo como el señor y la señora Kerrington.
Thad dio un paso adelante desde detrás de mí y tomó el brazo de Braden
siguiendo a la pareja. Esperé el movimiento de Bethy. Cuando caminó hacia
adelante, la encontré en el medio del pasillo y le ofrecí mi brazo para que lo
tomara. Entrelazó el suyo con el mío y lo puse cerca de mi cuerpo. No era la forma
en que el entrenador de bodas nos dijo que hiciéramos, pero no me importaba.
Pasé los últimos treinta minutos queriendo tocar a Bethy sin ser capaz de hacerlo.
104 Esta era mi excusa para acercarme, y la tomaba. No luchó contra mí, me dejó
sostenerla contra mí mientras seguíamos a los otros.
―Hueles‖bien‖―dije‖inclinando‖mi‖cabeza‖para‖inhalar‖su‖dulce‖aroma.
Se‖tensó‖pero‖solo‖por‖un‖momento.‖―Gracias‖―susurró.
Observé cuando Thad dejó caer su brazo y Braden se movió hacia adelante,
buscando a su esposo con una sonrisa brillante en su rostro. Se supone que para la
recepción, todos iríamos a la gran carpa ubicada en el centro de la isla. Pero a
menos que Bethy se alejara de mí, no iba a dejarla ir.
Woods se detuvo adelante, acunando el rostro de Della en sus manos y
besándola. De nuevo.
―Demonios,‖ hombre.‖ Deja‖ de‖ comerte‖ su‖ cara.‖ Tienes‖ el‖ resto‖ de‖ la‖ vida‖
para‖eso.‖¡Vamos‖a‖la‖fiesta!‖―gritó‖Thad.
Woods lo ignoró.
―Estoy‖tan‖feliz‖por‖ellos‖―dijo‖Bethy.
Yo‖también.‖―Sí.‖―Estuve‖de‖acuerdo.
―La‖ luna‖ de‖ miel‖ comienza‖ después‖ de‖ la‖ recepción. ¡Las novias son tan
raras‖sobre‖esa‖mierda!‖―gritó‖Rush.
Esta‖vez,‖Della‖rompió‖el‖beso‖y‖miró‖hacia‖atr{s‖con‖ojos‖risueños.‖―Tienes‖
razón.‖Quiero‖bailar‖con‖mi‖esposo‖―dijo.
La mirada posesiva en la cara de Woods mientras lo llamaba su esposo no
pasó desapercibida para nadie.
―Espera‖hasta‖que‖ella‖se‖dé‖cuenta‖de‖lo‖que‖sucede‖cada‖vez‖que‖se‖refiere‖
a‖ él‖ como‖ su‖ esposo‖ ―dijo‖ Blaire‖ mientras‖ Rush‖ y‖ ella‖ se‖ detenían‖ detr{s‖ de‖
nosotros.
Bethy se rio, pero no era completa. Allí se encontraba la tristeza. Odiaba eso.
No la quería triste. Lo había estado por demasiado tiempo.
―Vamos‖a‖la‖fiesta‖―dije,‖parando‖la‖maravillosa‖conversación‖sobre‖sexo,‖
y apretando mi agarre sobre Bethy mientras la dirigía hacia la recepción.
Una vez que llegamos a la carpa, Bethy se alejó, me dio una leve sonrisa
avergonzada. Hasta ese momento, ella no se dio cuenta que aun la sostenía, era
obvio por la mirada en su rostro. Estuvo cómoda con ello, y demonios, me gustaba
eso.‖―Estar{s‖en‖la‖mesa‖de‖los‖novios‖por‖allí.‖―Señaló‖la más cercana a la pista
de baile, con el centro de mesa más elaborado.
105 No me di cuenta de que no podría sentarme junto a ella de nuevo. ¿Eso
significaba que tenía que hacerlo al lado de Charity? Mierda.
―Estamos‖ aquí,‖ Bethy‖ ―le‖ gritó‖ Blaire‖ frente‖ a‖ la‖ pista de baile. Ellos
también se encontraban cerca de la pista pero al otro lado de la habitación.
―Disfruta‖ la‖ cena‖ ―dijo‖ antes‖ de‖ voltear‖ y‖ alejarse‖ de‖ mí.‖ La‖ observé‖
mientras sus caderas se balanceaban y su vestido suave se movía sobre su trasero.
Dios, era preciosa. Pero desde luego, siempre lo fue.
―Creo‖que‖esta‖noche‖eres‖mi‖compañero‖para‖la‖cena‖de‖nuevo‖―dijo‖una‖
voz femenina no bienvenida, interrumpiendo mis pensamientos.
Miré a Charity. Sonreía un poco demasiado brillantemente. Casi como si
forzara su alegría. Probablemente esto tampoco era fácil para ella. Una vez pensó
que también tendría su felices para siempre. No resultó de esa manera.
―Sí,‖estoy‖seguro‖de‖que‖lo‖somos‖―respondí‖con‖una‖medio‖sonrisa,‖y‖le‖
hice señas para que dirigiera el camino.
Traducido por Vane hearts
Corregido por Sandry
***
Thad era una buena pareja de baile, pero sus ojos se hallaban en una linda
mesera que también tenía sus ojos en él. Tan pronto como el baile terminó, me
incliné hacia su oído. ―Asegúrate de que no te atrapen. Probablemente la pueden
despedir ―le advertí.
Él me guiñó un ojo. ―Siempre tengo cuidado.
Me reí y me dirigí de regreso a nuestra mesa. Dean se encontraba sentado
allí con Nate y habían tomado las cucharas de la mesa y las utilizaban como
baquetas. Nate escuchaba con atención las explicaciones de su abuelo sobre cómo
mantener el ritmo.
Rush y Blaire todavía estaban en la pista de baile. Vi a Della mientras
bailaba con su padre. Un hombre que ella nunca supo que existía hasta hace dos
años. Cuando Della llegó por primera vez a Rosemary Beach, no tenía familia, sólo
su mejor amiga, Braden, y un montón de mierda jodida en su pasado.
―Estoy‖ tocando‖ batería, tía Betty ―me informó Nate en voz alta sobre la
música.
―Ya veo. ¡Suenas genial! ―le aseguré.
Me dio una sonrisa encantadora que había heredado de su padre. Luego
volvió a golpear la mesa con sus cucharas. Sorprendentemente, al ritmo de la
música. Tal vez el chico había heredado el talento musical de su abuelo.
―¿Bailas conmigo? ―preguntó Tripp justo antes de colocarse delante de mí.
Era ridículamente injusto que este hombre usara esmoquin. Tenía que haber
una ley en contra de ello. Todo su metro noventa y dos se parecía más al hombre
rico y de élite que podría haber sido en lugar del rebelde en una motocicleta que se
había convertido.
Había estado entreteniendo a la prima de Braden toda la noche. Me había
prohibido echarles un vistazo después de que mi estómago quedara anudado tan
mal que apenas pude comer. No iba a hacerme esto. ―¿No necesitas bailar con tu
108 cita? ―pregunté, incapaz de mantener la malicia fuera de mi voz. No era su culpa
que Della le hubiera traído una cita para la boda. No pensaría en el sexo de la boda
que estaba segura que la mujer se encontraba esperando.
―Ya bailé con ella. Ahora quiero bailar contigo.
Y no sabía con seguridad si podría evitar golpearlo en su maldito traje si
colocaba sus brazos alrededor de mí. ¿Por qué este hombre tenía que tener este
aspecto? ¿Por qué no podía haberse puesto feo con la edad?
―Por favor, Bethy. ―Su voz bajó.
Como si pudiera decirle que no. Puse mi mano en la suya extendida y me
levanté.
―Chica inteligente ―dijo Dean.
Alcé mi mirada hacia él. Me guiñó un ojo y le dio a Tripp un pulgar hacia
arriba antes de volver a la lección de batería con Nate.
―Está bien. Es sólo un baile ―dijo Tripp, tirando de mi mano hasta que
estuve cerca de él y más lejos de la mesa.
No era que no pudiera relajarme por los comentarios de Dean. Era por la
idea de estar en los brazos de Tripp.
Salimos a la pista justo cuando la música se desaceleró y James Morrison
comenzó a cantar "I Will not Let You Go".
Una de las manos de Tripp se colocó en mi espalda baja mientras ponía una
suave presión sobre mí para acercarme mientras su otra mano se posó en mi
cadera. Estaba agradecida de que llevara tacones de aguja de quince centímetros,
así pude descansar mis manos sobre sus hombros.
―Puedes‖ hacerlo‖ mejor‖ que‖ eso‖ ―me susurró Tripp al oído. Mi cuerpo
traidor se estremeció.
―¿Qué? ―pregunté.
Sus manos me dejaron y alcanzaron las mías y las colocaron alrededor de su
cuello antes de volver a mi espalda baja y cadera. ―Mucho mejor ―dijo mientras
nuestros cuerpos se rozaban entre sí.
Esto estaba cerca. Demasiado cerca.
―Hueles increíble ―susurró, apretándome aún más cerca.
Está bien, demasiado. El calor de su cuerpo me rodeaba y me mareaba. Tal
109 vez porque me olvidé de respirar. Cuando inhalé, el limpio aroma de su jabón se
apoderó de mí. Rara vez usaba colonia. O bien olía como la brisa del mar por
montar su motocicleta o así. De cualquier manera, solía amar acercarlo y olerlo.
―Te ves hermosa esta noche. Casi sentí lástima por las demás damas de
honor al tener que usar el mismo vestido que tú.
Si alguien más hubiera dicho eso, me habría reído y rodado los ojos. Blaire
Finlay era lo más parecido que había visto a la perfección en mi vida. Y Harlow
Carter tenía el tipo clásico de belleza que no se ve a menudo. Pero escuchar a Tripp
decirlo, le creí.
Toqué el cuello de su traje y froté el caro tejido entre mis dedos. Este no era
un esmoquin alquilado. Probablemente era Armani. Ninguno de estos chicos
necesitaba un esmoquin alquilado. Había sido una parte de su vestuario desde que
eran niños. Sus estilos de vida a menudo requerían un esmoquin.
―Te ves bien en esmoquin. Nunca te había visto en uno ―le respondí
finalmente. Fue la cosa más cercana que pude decir a la verdad. Decirle eso hizo
que mi corazón se acelerara en mi pecho aclarando que fue una mala idea.
Se rio entre dientes. ―Gracias. No soy un fanático. Ha pasado un tiempo
desde que tuve que usar uno. Éste es nuevo. Pensé que si me iba a quedar en
Rosemary Beach, necesitaba añadir algunas piezas a mi armario.
¿Se alojaba en Rosemary Beach? ¿Por qué? ¿Porque quería estar en casa?
―¿No extrañarás la carretera y ser capaz de‖ir‖y‖venir‖cuando‖quieras?‖―pregunté,
pensando en lo que sabía de su vida desde que se fue.
La siguiente canción comenzó y él me acercó más. ―Ya he terminado de
correr y no hay nada para mí allí afuera. Lo que quiero está en Rosemary Beach.
No se refería a mí. No yo. No quería que se refiriera a mí. El mundo
romántico en el que estuvimos envueltos en esta isla fue fugaz. Mañana
enfrentaríamos la realidad de nuevo. Y, con ello, el pasado.
No le respondí. No eran palabras que quisiera decir en voz alta ahora.
Quería esta fantasía por esta noche. El cuento de hadas en el que podría estar,
envuelta en los brazos de Tripp para siempre. Podríamos bailar así y podría sentir
su latido del corazón y ver el pulso latiendo en la base de su garganta. El calor de
su abrazo era mío para guardarlo. En este momento, podía fingir.
110
Traducido por Beluu
Corregido por Sandry
No estaba siendo cuidadoso. Tenerla en mis brazos hacía que saliera mierda
de mi boca que iba a joder todo el progreso que habíamos hecho. Apreté la
mandíbula fuertemente para evitar decirle lo bien se sentía, y exactamente lo que
quería hacerle mientras no llevara nada más esos tacones sexys.
Incliné la cabeza e inhalé profundamente. Si tan sólo pudiera presionar mis
labios en la curva de su cuello. Quizás probar su piel suavemente con un
movimiento de mi lengua. Solía hacer los sonidos más dulces cuando yo hacía eso.
111 Su cuerpo ya no se encontraba tenso. Tenía sus brazos envueltos a mí alrededor y
su pecho se hallaba presionado contra el mío. La sensación de tenerla pegada a mí
era embriagadora.
Levantando la vista de esa piel tan cerca de mi boca, vi a Woods
fulminándome con la mirada. ¿Cuál era su problema? Necesitaba bailar con su
esposa y dejarme tener este momento. Él asintió hacia la izquierda, y yo giré la
cabeza para ver a Charity sentada sola en la mesa. Oh, demonios, no. No iba a
hacerme sentir mal sobre eso. Mierda. ¡Mierda!
Volví a mirarlo y él dio otro asentimiento brusco. Vi a Della acercarse a ella.
Bueno, mierda. Della no disfrutaba de su propia fiesta porque se preocupaba por
Charity. Esto de verdad apestaba. Iba a tener que ir allí para que Della pudiera
volver a disfrutar.
¿Dónde se encontraba Braden? Era su prima, maldita sea. ¿Por qué no
estaba entreteniendo a su prima? Yo no pedí una maldita cita. Si hubiera querido
una cita, la hubiera traído.
Los dedos de Bethy se deslizaron en el pelo de la parte trasera de mi cuello.
Oh, joder. Cerré los ojos mientras comenzaba a pasar sus uñas suavemente por mi
cuello. ¿Cómo se suponía que me alejara de esto? Dios, me encontraba en el cielo.
Mi mano se deslizó por su espalda hasta que la curva de su trasero estuvo
bajo las yemas de mis dedos. Ella no se alejó, y yo ya no respiraba. Obligando a mis
ojos a abrirse antes de perderme completamente, vi que Woods se hallaba
caminando hacia mí. Parecía determinado.
Estaba listo para rogarle que me dejara solo. Que me dejara disfrutar esto.
No tenía ni idea de lo que se sentían ocho años. Él había tenido que estar sin Della
tan sólo dos malditas semanas. Quería verlo intentar ocho malditos años.
Thad pasó caminando y Woods lo agarró por el brazo y le dijo algo. La
mirada de Thad giró hacia mí. Lucía arrepentido mientras asentía. Woods iba a
enviarlo para cortar las cosas, por lo que tendría que dejarla ir.
Betty escogió ese momento para pasar sus uñas por el frente de mi pecho y
observarme con esos grandes ojos marrones. Tenía que decir algo. Explicarme o
disculparme. Incluso aunque esta mierda no era mi culpa.
―Oye, amigo. Comparte. La has tenido como por cinco canciones. Mi turno
―dijo Thad en un tono bromista que no llegó a sus ojos. Me estaba observando
como si fuera a pegarle.
112 Bethy parpadeó y parecía un poco aturdida y confundida antes de mirar a
Thad, pero sus manos permanecieron fijas en mi cuerpo y no se alejó. Yo me
encontraba malditamente cerca de golpear mi pecho como un buen hombre de las
cavernas.
―De verdad, Bethy. Baila conmigo. Tripp tiene que darle un poco de
atención‖a‖su…‖bueno,‖a‖la‖chica‖sentada‖al‖lado‖de‖él.
―Oh ―dijo Bethy, mientras el entendimiento de lo que sucedía la golpeaba.
Observó sus manos, todavía en mí, y luego las dejó caer rápidamente y se alejó―.
Está bien ―dijo, mirando alrededor nerviosamente―. Lo siento.
Sacaría a la mujer a bailar para hacer feliz a Woods, pero no iba a dejar que
Bethy se disculpara. A la mierda con eso. Tomé su mano y presioné su espalda
contra la mía. ―No te disculpes. No por eso ―dije, y luego puse su mano en la de
Thad―. Ten cuidado ―le advertí a él en voz baja mientras pasaba a su lado.
Enfoqué toda mi frustración en Woods, que se encontraba observando. Al
menos se veía algo arrepentido.
Caminando hacia la mesa, oí a Charity intentar convencer a Della de ir a
bailar con su marido y no preocuparse por ella. ¿Por qué no podía bailar Thad con
ella? ¿Por qué tenía que ser yo? Empujé a un lado la culpa que estaba tratando de
salir y puse una sonrisa falsa en mi rostro.
―Oye, Della, ¿no se supone que tendrías que estar bailando? Es tu boda
―le recordé.
Della alzó la vista hacia mí con alivio en sus ojos. ―Oh, sí, simplemente
estaba hablando con Charity. Braden no se sentía bien. Ella ha estado de pie
demasiado tiempo hoy. Este segundo embarazo le está pateando el trasero.
Genial. Eso contestaba mi pregunta anterior. ―Yo me quedaré con Charity.
Tú ve a bailar con tu marido. Parece‖solitario‖―dije.
Ella me sonrió y asintió, luego le dijo adiós a Charity antes de volver
rápidamente con Woods. Esta era su noche. Haría esto por ellos. Esta vez. Pero
nunca más. Y por nadie más.
―Parecías bastante ocupado con tu otra compañera de baile. ¿Alguien la
alejó de ti? ―preguntó Charity. No me perdí el tono molesto en su voz.
Todavía sentía el calor de Bethy en mis brazos. No me encontraba listo para
que alguien más la reemplazara. Me senté al lado de Charity en lugar de
preguntarle si quería bailar. ―¿Estás disfrutando? ―pregunté, ignorando
completamente su comentario.
113 Ella alzó sus cejas como si estuviera sorprendida de que me importara.
Estaba evitando mirar a Bethy en los brazos de Thad. No podía asegurar
que no correría hasta allí y la alejaría de él.
―Mi pareja ha estado envuelta con otra persona durante la pasada media
hora. ¿Tú qué crees? ―Su réplica fue brusca esta vez.
Me incliné hacia adelante y comencé a informarle que no era mi maldita cita.
Ser encontraba aquí porque Della la había invitado, no porque yo se lo hubiera
pedido. Todo lo que quería en este momento era volver afuera y sostener a Bethy
de la única manera en que ella me dejaría. Pero me frené. Yo no era cruel. Charity
era una mujer despreciada que había sido herida por su marido. Se hallaba en una
boda con un montón de personas felizmente casadas. Le hacía daño. Y yo, como
uno de los pocos solteros aquí, era un objetivo fácil. Entendía eso. ―Estoy
enamorado de ella ―dije. Charity tenía que saber que mi atención nunca iba a
girar hacia ella.
Charity puso los ojos en blanco. ―Claro que sí. Tetas grandes y todas esas
curvas. Estoy segura de que es amor, por supuesto.
Fue difícil recordarme una vez más que Charity estaba pasando un
momento duro. ―Sí, ella es hermosa, pero esto es más profundo que eso ―dije,
incapaz de esconder el hecho de que me había enojado.
―Hombres. Ven algo que piensan que es fácil y se vuelven perros jadeantes.
Noticia de última hora: hoy yo iba a ser fácil.
Mis manos se volvieron puños mientras la fulminaba con la mirada. Se
había pasado de la raya. Nadie, malditamente nadie, se refería a Bethy como fácil.
Inclinándome hacia adelante, apreté los dientes con tanta fuerza que mi mandíbula
hizo ruido.
Charity se inclinó hacia atrás mientras sus ojos se abrían por el miedo.
No perdía los papeles a menudo, pero esta mujer estaba presionándome.
»Cuando tenía dieciocho años de edad, me enamoré. No el tipo de primer
amor, si no del grande. El gran y único amor. Pero por padres que querían
volverme alguien que no era, tuve que huir para salvarme. Ella sólo tenía dieciséis,
por lo que no pude llevarla conmigo. Cuando me fui, lo hice por nosotros, para
poder volver cuando ella fuera lo suficientemente grande. ―El tono duro de mi
voz hizo que sus hombros se sacudieran y su rostro palideciera, pero escuchaba.
»Pero eso no sucedió. Mientras yo no estaba, ella se encontraba
enfrentándose a algo espantoso sin mí. Yo no me hallaba a su lado para apoyarla y
114 sostenerla. Y por eso, la perdí. Años después, ella se enamoró de nuevo. De mi
primo. Y él era el mejor hombre.
»Cuando finalmente volví a casa para enfrentar a mis demonios, ella era
feliz. Más que nada en esta tierra, yo quería que fuera feliz. Pero de nuevo, nos
golpeó la tragedia. Una corriente se llevó a mi primo debajo del agua mientras
intentaba salvar la vida de ella, y ambos lo perdimos.
»Durante dieciocho meses, he tenido que observar a la mujer que amo
caminar perdida por la vida. Vacía por su pérdida. Me gritó y dijo cosas que me
hirieron de maneras de las que no creo que vaya a recobrarme. Pero aún así, la
seguí y la observé todos los días. Porque está sola. Y tengo que saber que está
segura. Es la única cosa que me permite seguir adelante. ―El tono enojado de mi
voz desapareció. Sonaba tan desesperado como me sentía.
La expresión de Charity se suavizó y la conmoción en sus ojos fue
reemplazada por simpatía. Observé la pista de baile mientras Dean Finlay, que
había relevado a Thad, hacía girar a Bethy, haciéndola sonreír.
»Esta noche, por primera vez en ocho largos años, me dejó sostenerla. No
me gritó. No me alejó. El mejor amigo de mi primo se casó esta noche, y en lugar
de ser mi primo el padrino, tuve que tomar su lugar. Pero incluso con el recuerdo
colgando sobre la noche, ella me dejó sostenerla.
Charity siguió mi mirada e hizo un suave sonido de entendimiento.
No sabía con seguridad por qué le estaba diciendo todo. Quería que
entendiera que sabía todo sobre el dolor. No era la única que tenía mierda en su
pasado. También quería que entendiera que no me acostaría con ella esta noche.
―Es ella, entonces ―dijo Charity, observando a Bethy reír por las
payasadas de Dean.
―Sí, es ella.
―Es hermosa ―susurró Charity.
―La mujer más hermosa que jamás he visto.
Ella sorbió y se limpió los ojos. Cuando volví a mirarla, sonrió. ―Es una
historia rompedora de corazones. Pero me hace creer que hay más allí afuera para
mí. Lo que yo tuve nunca fue ese tipo de amor. Pensé que un amor así sólo existía
en las películas. Pero ver tu rostro cuando hablas sobre ella, eso es lo que quiero.
―Se detuvo, y su sonrisa se volvió más brillante―. Gracias. Por decirme todo eso.
Estaba sentada aquí lamentándome por mí misma. Tengo que admitir que me
enfadé contigo por no prestarme atención. Pero luego de oír eso y observar a Della
115 y a Woods juntos, sé que Braden y Adam no son únicos en su especie. De verdad
hay alguien ahí afuera para cada uno. Hay un gran amor para mí en algún lado.
Simplemente no lo he encontrado, todavía.
Asentí y me puse de pie. ―Dejémoslo atrás. ¿Quieres bailar? ―pregunté,
extendiendo mi mano en un gesto amistoso.
Se rió y sacudió su cabeza. ―De ninguna manera. Ve allí y baila con ella.
Estoy esperando por un felices para siempre.
Sonreí agradecidamente. Por la esquina de mi ojo, vi a Dean llevar a Bethy
hasta su mesa. ―No vas a oír el final esta noche. Tenemos mucho con lo que luchar
―dije, deseando que fuera así de fácil.
―Lo imagino. Pero aunque sea, si me vas a dejar con un final de suspenso,
haz que sea bueno ―dijo Charity con una sonrisa burlona.
No había nada que quisiera más que el hecho de que la noche terminara tan
asombrosamente como había empezado. ―Deséame suerte ―dije, lanzándole una
última sonrisa antes de dirigirme hacia Bethy.
―Su nombre es Bethy, ¿verdad? ―preguntó Charity.
Volví mi vista hacia ella. ―Sí.
―Entonces soy del Equipo Trethy, completamente.
¿De qué demonios hablaba? No pregunté, no quería perder más tiempo.
Dean era una buena distracción. Thad dijo que Della necesitaba a Tripp para
entretener a Charity. Braden no se sentía bien y Charity no conocía a nadie más.
Entendí eso y debía estar completamente bien con eso. Debía sentirme aliviada, en
realidad. Pensaba demasiado en Tripp y Thad me ayudó a salir de mis
pensamientos. En algún momento, su presencia y su aliento contra mi cuello
116 habían alterado mi sentido común.
Sin embargo, no regresé a la mesa con Dean. Continué caminando.
Necesitaba encontrar un lugar callado y ordenar mis pensamientos. El ver a Tripp
conversando tan cerca de Charity, sus cabezas inclinadas juntas, fue demasiado.
Me hallaba lista para saltar a sus brazos, pero él se había alejado con demasiada
facilidad.
Ugh. Estaba siendo rencorosa. Odiaba eso. Yo no era esa chica.
Una vez fuera de la carpa, me dirigí hacia la oscuridad, lejos de las luces y el
área de servicio. No podía regresar a mi choza todavía. Eso sería grosero. Solo
necesitaba un poco de tiempo para mí. Tal vez una buena charla motivadora antes
de regresar ahí.
Un grupo de palmeras era lo más cercano a la privacidad que pude
encontrar, así que me dirigí hacia ellas colina abajo. Los sonidos de pisadas detrás
de mí hicieron que me detuviera, di la vuelta y vi a Tripp acercándose
rápidamente. ¿Qué estaba haciendo?
Me alcanzó y tomó mi mano. ―No te detengas ―dijo, manteniendo su
mirada en las palmeras.
―¿Por qué? ―pregunté, confundida, mientras comenzaba a trotar para
alcanzar su paso.
Él no respondió. Cuando nos encontramos en el refugio de los árboles, él
tomó mi cintura y me empujó contra uno de los gruesos troncos. ―¿A dónde ibas?
―preguntó, buscando mi rostro como si en él se encontraran todas las respuestas
del mundo.
Sus manos aún se encontraban en mi cintura, su agarre, aunque no
doloroso, era firme. ―Um, bueno, aquí ―balbuceé.
―¿Por qué? ―preguntó, acercándose más a mí.
―Necesitaba un momento a solas ―admití. Y tú estabas muy amistoso con
Charity. Pero no dije esa parte. Eso confundiría las cosas. Esta noche era sólo un
espacio en el tiempo donde podíamos olvidar el pasado. Nada más.
―Esperaba bailar contigo otra vez ―dijo, bajando su voz mientras se
acercaba más e inclinaba su cabeza hacia mí.
―A mí me pareció que estabas muy ocupado ―contesté antes de poder
detenerme.
117 Él movió uno de sus fuertes muslos entre mis piernas. ―Estaba charlando.
¿Eso te molesta?
Sí. ―No, claro que no.
―Mmm ―respondió mientras recorría con su pulgar mi mandíbula, luego
detrás de mí oreja antes de dejar sus dedos trazar mi cuello.
―Tripp. ―Me las arregle para decir, aunque mi voz era débil.
―¿Sí, cariño? ―contestó, ahora recorriendo lo alto de mi cuello con su dedo.
―¿Qu...Qu…Qué‖ est{s‖ haciendo?‖ ―Realmente tartamudeaba ahora. Oh
Dios, no podía resistir esto.
Él inclinó su cabeza e inhaló profundamente contra mi cuello. ―Quise hacer
esto mientras bailábamos. Tu piel es tan suave y huele tan jodidamente bien.
Quería decirle que debíamos parar. Que esto no llevaría a nada. Sólo
añadiría más dolor. Pero mi cabeza se inclinó hacia atrás y arqueé mi cuello en su
lugar. Una invitación abierta.
Tripp gruñó justo antes de que sus labios tocaran mi piel. La caliente punta
de su lengua salió y lamió el camino a un lado de mi cuello, y luego jaló
gentilmente con sus dientes el lóbulo de mi oreja antes de besarme en dirección a
mi boca. Sabía que eso seguiría, y lo único que pude hacer fue contener mi
respiración con anticipación.
Cuando sus labios cubrieron los míos, la realidad dejó de importar. Ese
momento era todo lo que importaba. La mano de Tripp bajó, agarró una de mis
piernas y la alzó. La pasó alrededor de su cintura mientras movía su pierna entre el
espacio de mis muslos.
Su boca se abrió sobre la mía y le di lo que él pedía. El sabor del champán de
esta noche me asaltó mientras su lengua se deslizaba lentamente sobre la mía,
como si tratara de saborearme. Deslicé mis dedos de vuelta a su cabello.
Necesitaba mantenerlo allí.‖ No‖ quería‖ que‖ esto‖ terminase.‖ Este‖ sentimiento…‖ Lo‖
había olvidado. Tantas veces, pensé que era solo mi imaginación de adolescente lo
que me hizo pensar que esto fue tan bueno. Pero mi memoria no necesitaba
decoración.
En la vida todo lo demás desaparecía cuando la boca de Tripp tocaba la mía.
Probarlo sólo era parte de ello. La intimidad de cada lamida y caricia era como una
llama siendo encendida.
118 Las manos de Tripp subieron por mis muslos y debajo de mi vestido hasta
que acunaron mi trasero.
Él se congeló y todo se detuvo cuando sus manos se encontraron con piel
desnuda en lugar de mis bragas. Había olvidado que decidí no usarlas para evitar
que se marcaran.
Él inhaló rápidamente, apartó su boca de la mía y miró hacia abajo. El deseo
que palpitaba en mis venas y despertaba cada centímetro de mi cuerpo estaba ahí
en sus ojos. ―Sin bragas ―dijo en un susurro ronco.
Negué con la cabeza porque hablar era demasiado.
Lentamente, bajó su mano hasta que se encontró con la humedad que había
provocado. Inclinó su frente contra la mía y cerró los ojos apretadamente mientras
su dedo comenzaba a moverse entre mis piernas abiertas. Su respiración era dura e
instable, como si olvidara respirar y tuviera que jadear cuando lo recordaba.
Apreté sus hombros y temblé mientras su dedo permaneció tan cerca del
lugar en el que deseaba que tocara.
―Estás empapada ―dijo, luego soltó un suspiro.
Era consciente de ello. Podía sentir la humedad en mis muslos. Él comenzó a
mover su dedo, yo enterré mi cara en su pecho y grité. Introdujo un dedo, y
lentamente comenzó a bombearlo dentro y fuera. Gemí y jadeé, con mi boca
amordazada contra su pecho.
―Tan caliente y apretada. Dios, amo tocarte así. Voy a acariciar ese
hinchado clítoris ahora, cariño. Sostente en mí ―dijo, justo antes de que su pulgar
hiciera lo que él había prometido.
Mi cabeza cayó mientras gritaba su nombre.
―Mieeerda ―dijo, agarrando mi cabeza y colocándola de nuevo contra su
pecho―. ¿Tan bueno? ¿Quiere este pequeño y caliente coño que se encarguen de
él? Estás apretando mis dedos tan jodidamente fuerte que juro que voy a terminar
corriéndome en mis malditos pantalones.
No necesitaba estimulación extra con las sucias palabras de Tripp. Estaba
lista para explotar. Quería gritar su nombre y arañar su espalda desnuda. Ya no me
importaba si alguien me escuchaba. Solo quería el alivio que él me iba a dar.
Agarré puñados de su camisa y traté de desabotonarla frenéticamente.
Necesitaba tener mis manos en él. Quería sentir ese bello pecho con el que había
fantaseado.
119 ―Tranquila ―dijo, deteniéndome para evitar que rompiera su camisa―,
Me la quitaré si eso es lo que quieres, pero ahora mismo, necesito sentir que te
corres en mis dedos ―susurró, presionando un beso en mis labios.
Yo quería eso, también.
―Has mojado mi pierna ―dijo con una sonrisa satisfecha.
Oh, Dios. Ni siquiera me importaba. Sujetando su camisa más fuerte en mis
puños, jadeé ferozmente contra su pecho.
―Monta mi mano. Muéstrame qué se siente bien. Jode mis dedos, cariño. Te
tengo. ―Su voz era áspera y profunda en mis oídos.
No necesitaba montar su mano y mostrarle nada. El sonido de su voz
diciendo frases sucias sobre la forma en que montaba sus dedos mientras él me
hacía cosas maravillosas fue suficiente para mandarme a volar sobre el borde. El
placer que rompió dentro de mí fue casi doloroso mientras sacudía mi cuerpo.
Temblé salvajemente mientras el nombre de Tripp caía de mis labios en una
desesperada súplica.
Su boca permanecía aún en mi oreja, hablándome de cosas que solo
prolongaban esto. Cómo podía olerme, cómo mi néctar cubría sus dedos y lo
excitado que él estaba. Había olvidado su boca sucia. Él tenía mucho poder con las
palabras.
―¡Para! ―jadeé, necesitando respirar.
Me sujetaba fuertemente contra él mientras su mano continuaba ahuecada
entre mis piernas.
―¿Parar qué, cariño? ―preguntó, recorriendo mi cuello con su boca de
arriba hacia abajo, mientras su pesada respiración calentaba mi piel.
―No hables ―supliqué. Él debía parar de hablar. Era demasiado.
Una corta risa vibró a través de su pecho, y me di cuenta que aún tenía su
muy cara camisa sujeta en mis puños. La solté y traté de alisarla, aunque mi cuerpo
no quería funcionar correctamente. ―¿Ya puedo hablar? ―preguntó.
Lo miré mientras él me observaba, su deseo aun resplandeciendo en sus
ojos. ―Si no es algo sucio ―dije, todavía sonando como si hubiese corrido un
kilómetro.
Él se rió fuerte esta vez y me jaló más firme contra su pecho mientras
120 retiraba su mano lentamente de entre mis piernas.
―No es divertido ―dije, recostando mi cabeza contra el tronco de la
palmera.
Se agachó y besó la comisura de mi boca. ―¿No te gusta cuando te digo lo
bien que te sientes?
Oh, vaya que me gusta. ―Tu boca sucia debería venir con una advertencia. Es
letal. ―Le informé mientras mi ritmo cardiaco y mi respiración se estabilizaban.
Él sonrío, luego bajó su mirada hacia mis piernas, las cuales se enredaban
ahorcajadas sobre su muslo. Bajé la pierna que tenía alrededor de su cintura.
―Mis muy mojados pantalones creen que disfrutaste bastante mis sucias palabras
―dijo, volviendo a mirarme.
Me paraba en punta de pies con mis tacones tratando de no recostarme por
completo en su muslo. Mis pantorrillas comenzaban a quemar. Maldición, el
hombre era muy alto. ―Necesito que muevas tu pierna antes de que me dé un
calambre en la pantorrilla ―dije.
―¿Por qué te daría un calambre? ―preguntó, mirando hacia abajo―.
Deja de pararte en puntas. Te tengo ―dijo, cuándo vio lo que hacía.
Suspiré y disfruté el oxígeno que llenaba mis pulmones. ―Ya te estás
quejando de tu húmeda pierna. Se va a poner peor. Estoy hecha un desastre
―admití.
―No me estoy quejando, cariño. Es sexy como el infierno. Puedo olerte en
mí y es jodidamente maravilloso.
Oh, Dios, allá va de nuevo. Negué con la cabeza hacia él y le puse un dedo
sobre sus labios. ―No más de eso. Hablo en serio. Tengo que arreglarme y
regresar.
Tripp sonrió y sus labios se sintieron tan carnosos debajo de mi dedo que
quise trazarlos y lamerlos. ―No puedes regresar ahí, cielo. Tu vestido está
arrugado, solté casi todo tu cabello, tus labios están hinchados y puedo apostar a
que la suave piel de tu cuello está enrojecida por mi obsesión con él. Luego está el
hecho de que no estás usando ropa interior y hueles a sexo. Es intoxicante y me
niego a dejar que alguien más lo huela.
Oh. Sí. No podía volver adentro. Realmente necesitaba tiempo a solas ahora.
―Voy a arreglarme e iré a despedirnos de Della y Woods. Diré una excusa
121 para ti ―Se detuvo y me estudió por un momento. La mirada en sus ojos hizo que
un ardor se esparciera entre mis piernas de nuevo, aunque eso debió haber sido
imposible―. Luego vendré por ti. Te necesito desnuda y quiero estar dentro de ti.
No medio tiempo de contestar. Bajó su pierna y me equilibró, luego
acomodó mi vestido antes de caminar de vuelta a la carpa. Observé sus largas
piernas y la forma en la que sus anchos hombros lucían en esa chaqueta. Esperé
que la culpa me golpeara. No había estado con alguien desde Jace.
Pero no llegó.
Lo que me hizo enojar. Conmigo por traicionar a Jace. Con Tripp por
hacerme desearlo. Con la vida porque sabía que lo que tuve con Tripp fue
destruido. Nunca podría ser de nuevo.
Traducido por MaJo Villa
Corregido por Jadasa
Una vez que estuve bajo el resplandor de las luces de la tienda, bajé mi
mirada para examinarme. Aparte de mi camisa arrugada, me encontraba bien.
Además, no tenía la intención de quedarme por mucho tiempo. No iba a darle el
tiempo suficiente a Bethy para que cambiara de opinión.
Afortunadamente, Woods y Della no estaban bailando. Hablaban con Rush
y Blaire. Me deslicé por un costado para no tener que caminar a través de las mesas
y hablarle a nadie. La mirada de Rush me encontró primero. Mi camisa arrugada
122 no pasó desapercibida, y arqueó sus cejas sorprendido.
―¿En dónde has estado? ―preguntó con un acento lento y divertido
cuando finalmente los alcancé.
Los otros tres pares de ojos giraron para mirarme. Woods no lucía
emocionado, pero Della parecía estar bien con el hecho de que dejé a Charity. Una
sonrisa tiraba de sus labios.
―Tú, uh, um ―tartamudeó Blaire, observando mi camisa arrugada. Miró a
Rush en busca de ayuda.
Comenzó a reírse ante su reacción y los ojos de Blaire se agrandaron cuando
comprendió.
―¿Tú y, umm, Charity entonces se cayeron bien? ―preguntó Blaire, su voz
sonando insegura.
¿Charity? Joder, no.
―Abandonó a Charity hace un tiempo ―dijo Woods en un tono enojado.
Della levantó su mirada hacia él y le dio una palmada en el pecho. ―No lo
hizo. Habló con ella, y ella le dijo que se fuera. Ahora está bien, no tienes que
enojarte con él.
Woods lucía aliviado. ―Bien. No volvamos a prepararle una cita.
Demasiado estrés maldición.
Della se rió y regresó su mirada hacia mí. ―Me disculpo por todo eso.
Intentaba ser útil.‖No‖sabía…‖―Se fue callando.
―Está bien. Lo sé, y aprecio la intención. Uh, escuchen, esta noche ha sido
genial, y estoy bastante feliz por todos ustedes. Pero Bethy tiene que regresar a su
cabaña, y voy a asegurarme de que llegue allí de forma segura.
Rush trató de sofocar su risa con una tos. Woods ni siquiera lo intentó.
Imbéciles. Al menos, podrían pretender creerme por el bien de las mujeres.
―Oh, por supuesto. Dile a Bethy gracias por todo, y si no los vemos por la
mañana antes de que nos vayamos, los veremos cuando regresemos de nuestra
luna de miel ―dijo Della.
―Diviértanse ―le dije, luego miré a Blaire, cuya curiosidad se encontraba
por todo su rostro. Si no salía de allí rápido, iba a empezar a hacer preguntas.
―Tú también ―respondió Woods con una sonrisa.
***
126 ―Te encuentras bien, ¿chica1? ―preguntó Jimmy, el camarero principal del
comedor del club, mientras caminaba por las puertas dobles.
Logré un movimiento de cabeza y pegué una sonrisa. ―Sí, muy bien
―contesté.
―Bien, porque los miembros del consejo están todos aquí. Tenemos las
manos ocupadas esta noche, y la buena de la mayor tía Darla se encuentra ahí
fuera para asegurarse de que no la liemos.
Ya vi la mesa reservada y los invitados sentados en la misma. Esa fue la
razón principal por la que necesitaba un momento para reorganizarme. Atender a
mis amigos normalmente era algo que me gustaba hacer, porque Della y Blaire
también trabajaron aquí una vez. Eran fáciles de atender. La mayoría del tiempo,
se levantaban y se arreglaban sus propias bebidas y cogían sus propios platos de la
cocina.
Pero esto era diferente. Todos iban vestidos de gala. Esta era una cena de
negocios que Woods celebraba cada trimestre. Una vez fui a esas reuniones con
Jace, a pesar de estar en el exterior, no fue tan difícil para mí.
1 En español original.
El ver a Tripp con una cita, fue lo que me asombró. No es que tuviera
derecho a importarme.
―El agua está sobre la mesa. Woods ya ha elegido un rojo y un blanco para
la cena. Tú tomas el rojo, y yo me quedo con el blanco. También espero que Dean
Finlay pida un bourbon. Todos los demás normalmente piden vino.
Asentí de nuevo, todavía intentando averiguar por qué me enojaba tanto
que Tripp trajera una cita. Yo lo alejé, y funcionó. Tal vez demasiado bien. Él se
encontraba con London Winchester esta noche. Salieron en el instituto durante dos
años. Cuando estábamos juntos, a él no parecía gustarle en absoluto. Ella le
irritaba.
Pero tampoco se parecía a una modelo de pasarela en ese entonces. Tenía
que estar cerca del uno ochenta de altura, y la mayor parte de eso eran piernas.
Ugh.
―Chica, ¿seguro que estás bien? Te ves pálida. ―Jimmy se detuvo frente a
mí y puso su dedo bajo mi barbilla para inclinarla hacia arriba para que pudiera
verme. Había un montón de hombres hermosos en esta ciudad, pero Jimmy muy
127 posiblemente los superaba a todos. Era sorprendentemente atractivo. Las pumas2
le daban muy buenas propinas, y trataron con todas sus fuerzas de acostarse con
él.
Jimmy, sin embargo, tenía novio. Un novio muy sexy llamado Ben. Se
mantuvo en secreto porque si las pumas supieran que Jimmy no tenía ningún
interés en el sexo femenino, entonces sus propinas no serían tan buenas. Era
excelente coqueteando.
―Un día largo, y el atender una mesa donde mi tía Darla está sentada no
suena como una buena manera de acabarlo.
Jimmy puso los ojos en blanco. ―Esa mujer te ama. No seas tan mala.
Tía Darla me amaba, pero también era difícil de complacer. Imponía
estrictas reglas aquí. Era una de las razones por las que se encontraba en el consejo
de administración del club. Woods sabía que la necesitaba. ―Lo sé ―contesté, y
tomé la botella de vino tinto de la mano extendida de Jimmy.
―Sal ahí fuera. ―Me dio un codazo, puse una sonrisa y me dirigí hacia la
zona privada del comedor, donde la junta directiva se hallaba sentada.
***
142
Traducido por NicoleM
Corregido por Michelle♡
Me encontraba tan preparada como podía estarlo para esto. Della se aseguró
de que sabía que Tripp traería a London a la barbacoa y de que han salido. Eso
estaba bien. Yo iba a estar bien. Podría hacerle frente. Tía Darla tenía razón, con el
tiempo me habría dejado de nuevo por alguien como London. Dijo que me amaba
y en menos de tres meses ya salía con otra persona. Si estuviera durmiendo por
ahí, teniendo aventuras de una noche, lo manejaría mejor. Pero saliendo con la
misma chica, con la cual estuvo en una relación en la secundaria, demostraba el
143 punto de la tía Darla. No se encontraba enamorado de mí. Si fuera así, no estaría
moviéndose tan rápido.
Cerré el auto y tiré las llaves en mi bolso antes de dirigirme a la casa de los
Kerrington. Podía oler la barbacoa en la brisa. Esta tarde sería divertida. Mis
amigos se hallaban aquí. Y era una persona nueva.
Della abrió la puerta casi inmediatamente después de que toqué el timbre.
Estaba radiante y más hermosa de lo normal. Cuando me abrazó, me sorprendió
un poco, pero le devolví el abrazo.
―Está aquí. Afuera con los chicos. Ella está pegada a su lado. Ven a la
cocina con nosotras ―susurró en mi oído.
Me sentí mal de que mis amigas pensaran que tenían que protegerme de
Tripp y su cita. Ya había sido demasiado frágil por mucho tiempo. No más. No
necesitaba su preocupación o compasión.
―Estoy bien. Rayos, iré a tomar algo con ellos afuera para probar mi punto
―dije con buen humor.
Della me estudió el rostro por un momento y al parecer me creyó, porque
pareció aliviada.
―Bien. Blaire está haciendo margaritas. Vamos a chismear. Dame tu bolso
para dejarlo en el armario del pasillo ―dijo, tendiendo la mano.
Le di mi bolso y dejé que lo guardara mientras me dirigí a la cocina. Blaire
se hallaba de pie con un delantal sobre sus pantalones cortos y blusa, con limones
en las manos, los cuales apretaba en la licuadora. Nuestras miradas se encontraron
mientras entré a la habitación.
―Es bueno verte la cara ―dijo.
―Igualmente ―contesté, y me senté frente a ella en el bar.
―Harlow acaba de ir a quitarle a Lila Kate a su tacaño padre. Estoy
intentando darme prisa para poder sostenerla.
Rara vez puedo sostener a Lila Kate. Le sonreí a Blaire.
―Tomate tu tiempo. Puedo sostenerla hasta que termines.
―¡De acuerdo, la tengo! ―anunció Harlow mientras entraba a la cocina―.
Si quieren sostenerla, es mejor que actúen rápido. No sé cuánto tiempo se quedará
Grant fuera antes de venir a merodear.
144 Me levanté de un salto y fui a quitársela a Harlow.
―Yo primero ―dije mientras Harlow me la entregaba.
―No es fanática de recostarse. Piensa que quieres hacerla dormir, por lo que
hace una pataleta. Le gusta ver cosas.
Incluso con seis meses de edad, aún era muy pequeña. Sus ojos eran
enormes y se parecían mucho a los de su madre. Pero tenía las pestañas y el
hoyuelo de su papá.
―Mira lo grande que estás ―dije, sentándome con ella en el regazo. Estiró
la mano hacia mi cabello y agarró un puñado, pero no lo tiró. Simplemente quería
sentirlo.
Estudió mis rostro con sus ojos, y me di cuenta que no tenía un toque oscuro
en las entrañas. Nada pesado aplastándome. Tanto como amaba a Nate y a Lila
Kate, cada vez que los he sostenido o incluso he estado a su alrededor antes, sentí
una tristeza en mi corazón. Nunca quise aceptarlo, pero sabía por qué se
encontraba allí.
Pero ahora era libre de eso. Podía ver sus pequeñas expresiones sin tristeza
o culpabilidad. Me soltó el cabello y palmeó el cuello. La risa de Grant llegó por las
ventanas, y comenzó a intentar ver por encima de mi hombro.
―Escuchaste a tu...
―No digas la palabra con P. Se dará cuenta que no está a su alrededor y
comenzará a quejarse ―me advirtió Harlow desde donde se hallaba.
Eso era tan lindo.
―Disfrútala. Casi termino, y entonces es mía. Tengo un niño travieso que
preferiría chocar los puños que abrazarme, así que necesito sostener algo pequeño
y dulce ―dijo Blaire antes de encender la licuadora.
Lila Kate saltó ante el ruido y movió su pequeña cabeza para ver lo que
ocurría. Me apretó el brazo con la mano, y apoyó la cabeza sobre mi pecho. Quería
esto. Ahora podía admitirlo. Quería un bebé. Quería ser madre algún día. El hecho
de que incluso pude pensar en ello sin sentir la culpa comiéndome viva fue tan
liberador que casi comencé a llorar allí mismo.
Agaché la cabeza y parpadeé las lágrimas con rapidez. Tal vez algún día, les
explicaría el pasado a mis amigos, pero aún no me encontraba lista. Ni siquiera le
había contado a Tripp. Casi esperé que llamara y preguntara por ello después de
que le hablé en el campo de golf. Pero o se olvidó o se encontraba demasiado
145 ocupado.
La licuadora se detuvo, y por suerte, mis ojos se sacaron. Besé el rostro de
Lila Kate e inhalé su olor a bebé justo antes de que Blaire se acercara con las manos
extendidas y una gran sonrisa tonta en la cara, diciendo―: Mi turno.
Se la entregué mientras la risa de Grant llegaba por la ventana de nuevo.
Esta vez, Lila Kate comenzó a retorcerse para encontrarlo. Con un puchero, y
arrugó la nariz como si estuviera a punto de llorar.
―Oh, no, no lo hagas. No lo necesitamos. Venga, vamos a explorar ―le dijo
Blaire mientras salía con ella en brazos.
Harlow llenó dos vasos de margarita y me tendió uno.
―¿Quieres uno, Della? ―preguntó.
Della lavaba frutas y las ponía en un recipiente grande.
―No, estoy bien ahora. Gracias ―dijo.
Harlow reprimió una sonrisa y se sentó a mi lado.
―Te ves bien ―dijo.
―Gracias ―contesté antes de tomar un sorbo.
―No, me refiero a tus ojos. Te ves.... bueno, la mirada vacía se fue.
Bajé mi vaso y decidí ser tan honesta como podía sin contarles algo.
―Me estoy recuperando. Aprendiendo a dejar ir y vivir de nuevo.
Harlow sonrió.
―Estoy tan feliz de oírte decir eso.
―También yo ―dijo Della, luego hizo estallar una uva en la boca―. Traté
de repararte, pero al parecer, soy mala en eso, así que no voy a intentarlo de nuevo.
Sabía que se refería a Charity, pero eso solamente me recordó que Tripp se
hallaba afuera con London.
―Parece haber encontrado su propia cita. Y es peor en eso que tú ―dijo
Harlow con el ceño fruncido.
―Lo sé, ¿cierto? Pensaba lo mismo ―respondió Della.
Grant apareció en la puerta, y sus ojos fueron directo a Harlow.
―¿Está bien? ¿Dónde está? ―preguntó, escaneando el cuarto como si
pudiera ponerse de pie y caminar por su cuenta.
146 ―Blaire la tiene. Se encuentra bien ―dijo Harlow con una sonrisa―. Vuelve
afuera.
Grant caminó hacia Harlow y la besó en la cabeza.
―¿Estás bien aquí?
Harlow le sonrió.
―Estoy con mis amigas bebiendo una margarita. ¿Qué crees? ―bromeó.
―Buen punto ―dijo, luego la besó en los labios.
―Oh, por el amor de Dios, ¡consigan una habitación! Son los peores del
grupo ―dijo Della, riéndose.
Grant esbozó una sonrisa de suficiencia.
―Ay no, no sabía que estabas aquí ―dijo Blaire mientras entraba.
Lila Kate vio a Grant y comenzó a estirarse y quejarse para asegurarse de
que todo el mundo supiera a quién quería.
―Ahí está mi chica ―murmuró con admiración Grant, y fue a quitársela a
Blaire.
―Bueno, eso duró veinte minutos ―dijo Blaire arrastrando las palabras
mientras caminaba para prepararse una margarita.
―Está mejorando ―añadió Harlow.
Lila Kate agarró con un puño la camisa de Grant como si estuviera
sujetándose con su vida. Metió la cabeza en el cuello de Grant. Parecía
completamente feliz.
―Necesitaba a su papi. Ustedes déjennos en paz ―dijo en voz baja mientras
se giraba para salir de la cocina―. La llevo afuera conmigo.
Harlow tomó otro trago y negó con la cabeza, sin dejar de sonreír mientras
los veía salir.
―Lo juro, voy a divertirme cuando crezca. La malcría.
Della se acercó y sentó con el recipiente de frutas.
―Lo admitiré, verlo con ella hace que quiera tener bebés mañana.
Todas reímos, porque sabíamos que pensábamos lo mismo. Grant Carter
atado a un paquete de casi siete kilos de dulzura rosa haría que cualquier mujer
quisiera bebés.
147
Traducido por Dydy
Corregido por Jadasa
Grant salió de nuevo con Lila Kate en sus brazos. La apretaba contra su
pecho como si fuera el único lugar en el que ella quería estar.
Podría haber tenido eso.
Maldición, ahí se encontraba el dolor intenso que venía junto con el
pensamiento. Habíamos sido niños. No hubiera sido el cuento de hadas que la
paternidad de Grant resultó ser. Empujando ese pensamiento a un lado, miré a
148 London, quien enviaba mensajes de texto. Desde que llegamos, hacía eso.
Perfeccionando el arte de verse completamente aburrida y jugando con su teléfono.
Della fue lo suficientemente generosa como para invitarla a quedarse en la
cocina con ellas cuando llegamos, pero London se aferró fuertemente a mí y
declinó la oferta. Aparentemente, de esa manera podía venir aquí a jugar con su
teléfono. Agarré la cerveza que Wood me trajo y tomé un largo trago.
―Las chicas tienen margaritas allá adentro, London ―dijo Grant―. Estoy
seguro de que estarán felices de compartir.
Levantó la mirada de su teléfono y le dio una sonrisa coqueta. Desde que
llegamos, había hecho eso varias veces. ―Estoy bien aquí. Gracias de cualquier
forma.
Él se encogió de hombros y se sentó, acomodando a Lila Kate sobre su
hombro. Ella levantó la cabeza y nos dio una breve evaluación antes de meter el
pulgar en su boca y colocar de nuevo, su cabeza sobre su pecho.
―La parrilla estará lista para los filetes en un par de minutos ―anunció
Woods, poniéndose de pie y yendo a comprobar el fuego―. ¿Todos saben cómo
sus mujeres quieren cocinadas sus carnes? ―preguntó.
―Harlow la come medio hecha ―dijo Grant―. Yo también.
―Con Blaire comemos medio hecha ―dijo Rush mientras caminaba detrás
de Nate, que trepaba subiendo las escaleras.
―Medio hecha ―dije, y luego giré hacia London―. ¿Qué hay de ti?
Levantó la vista y arrugó la nariz. ―No como carne roja.
Le dije a la mujer que íbamos a una barbacoa. ¿Qué diablos creía que íbamos
a comer? ―Entonces ¿no vas a comer? ―pregunté.
Se encogió de hombros. ―Estoy segura de que tienen ensalada o algo.
Woods, se aclaró la garganta y bajo de nuevo su mirada hacia el fuego.
Trataba de no reírse. ―Uno de ustedes corra y pregúntele a Bethy cómo come su
carne.
―A ella le gusta bien cocida. Lo conversamos antes. Blaire se hallaba
horrorizada y la acusó de arruinar un buen pedazo de carne ―dijo Rush.
Bethy estaba aquí. No me di cuenta de que llegó.
Y me molestó el hecho de que Rush supiera cómo comía su carne. No sabía
mierda como esa. Nunca comí carne con Bethy.
149 ―Voy a ir‖ a‖ ver‖ qué‖ otras‖ cosas‖ tiene‖ Della,‖ y,‖ uh…‖ ―Me puse de pie,
inventándome una excusa para entrar―. Regresaré enseguida.
No esperé a que London dijera que iba conmigo.
Entrando en la casa, inmediatamente oí sus risas. La de Bethy destacaba
entre las demás. Disfrutaba de sus compañías. Casi me di la vuelta y volví afuera.
El verme podría arruinar su feliz estado de ánimo. Nunca puse una sonrisa en su
cara. Pero quería verla.
Cuando entré en la cocina, los ojos de Blaire se encontraron con los míos, y
sonrió. ―Ey, Tripp.
Las otras tres cabezas se giraron en mi dirección. Aunque no se me escapó
que Bethy fue la última en mirar en mi dirección, sonreí e intenté parecer
indiferente. ―¿Te aburriste con la conversación masculina afuera? ―preguntó
Della.
―Todas parecen tener más diversión aquí ―contesté.
―Ah, la tenemos ―me aseguró Della.
Todas me miraban como si quisieran saber por qué entré en su guarida. Si
tenía que decir algo. Mirar fijamente a Bethy era demasiado obvio. ―Solo
revisando para ver qué tienes para comer con el bistec. London no come carne roja.
Tan pronto como lo dije, quise retirarlo. ¿Por qué traje a London, maldita
sea? Bethy volvió a analizar su margarita y Harlow agarró un poco de fruta. Blaire
de hecho, me miró.
Molesté a las mujeres. Genial.
―Uh, claro. Tenemos ensalada de fresa, papas al horno, espárragos y
panecillos de mantequilla. Si hubiera sabido que no comía carne roja, podría
haberle conseguido algo de salmón.
Bethy bebía su margarita como si fuera agua. Su risa desapareció, y era mi
culpa. Simplemente porque quería verla.
―Está bien. Sabía que era una barbacoa. Debería haberlo mencionado antes.
Puede comer los acompañamientos. Seguro que come algo de eso.
―Puede comer las espinacas de la ensalada de fresa. Estoy segura de que es
lo que normalmente come ―dijo Bethy y levantó de nuevo su copa de margaritas.
Los ojos de Harlow se ampliaron, y Blaire agachó su cabeza para reírse.
Nadie más dijo nada.
150 ¿Se burlaba Bethy de London? ¿O interpretaba mal esto?
―Estoy seguro de que tienes razón ―respondí finalmente, y Bethy giró su
cabeza para mirarme. Me asustaba que fuera a ver algo que me molestara, pero en
cambio, parecía a punto de reírse. Apretó sus labios como si estuviera aguantando.
Se burlaba de London. Mi pecho se apretó. Se encontraba celosa. Bethy,
exactamente, no siguió adelante después de todo.
―Probablemente deberías volver afuera. Dejaste a London por ahí con los
hombres. Estoy segura de que está aburrida ―dijo Blaire.
La miré y asentí. Me echaba. Lo entendí.
Justo cuando abrí la puerta para salir, oí la primera risa. Luego toda la
cocina estalló en carcajadas. Sonreí, cerrando la puerta detrás de mí.
Woods, se dio la vuelta con una mirada divertida. ―¿Qué le dijiste para
hacerlas reír de esa manera?
Me encogí de hombros. ―Soy un tipo divertido.
―¿Quién te mintió? ―preguntó Grant.
Lo ignoré y miré a London. ―¿Comes espinaca cruda? ―pregunté.
―Sí ―respondió.
151
Traducido por Mary Warner
Corregido por Vannia
La cena fue interesante. Thad llegó justo a tiempo para comer, estuvo
atrapado en una reunión con su padre. Me sentí aliviada de verlo. Ser la única sin
pareja fue raro, pero con Thad allí sin una cita lo hacía estar bien.
Después de tomarme la margarita para lidiar con Tripp estando en la cocina,
152 preocupándose por London, cambie al agua. Ya me estaba aburriendo con el
asunto.
Blaire se sentó frente a mí, y Della se hallaba al otro lado de Thad. Tripp y
London se encontraban al final de la mesa cerca de Grant y Harlow. Así era más
fácil no mirarlos.
―Me alegra que todo el mundo pudo venir esta noche. Ustedes son
nuestros amigos más cercanos, y se han convertido en mi familia ―dijo Della,
sonriendo mientras miraba hacia Woods.
La conversación cesó, y todos los ojos se movieron a Della.
―Queríamos decirles a todos a la vez, así que pensamos que esto sería una
excusa para reunirlos y dejarlos saber las buenas noticias. ¡Estoy embarazada!
La sala estalló en aplausos, y Blaire saltó para arrojar sus brazos alrededor
de Della, mientras Woods obtuvo palmadas en la espalda de los hombres. Me moví
detrás de Blaire para abrazar a Della y felicitarla.
―Estoy tan feliz por ti ―dije.
―Gracias ―dijo con una gran sonrisa.
Dándome la vuelta, mis ojos atraparon a los de Tripp mirándome. Me
pregunté si pensaba en nuestro bebé. Quería que supiera la verdad. No que eso
cambiara algo para él. Había sido la más afectada por ello. Pero aún así, debía
saberlo.
Aparté la mirada y caminé hasta mi asiento. Thad estiró una mano y tomó
mi vaso de agua. ―No bebas la maldita agua. Es contagiosa. Está poniendo bebés
por aquí y por allá.
Me reí tan fuerte que recosté mi cabeza en su hombro. Tenía razón.
Empezaba a pensar que había algo en el agua. Cuando dejé de reír, me palmeó la
pierna y sonrió. ―Tenemos que cuidar del otro. El efecto dómino, ya sabes.
Lo que no se dio cuenta fue que yo quería esa vida. La que tenía el esposo
que me adoraba y amaba a nuestros hijos. Mirando hacia Grant, lo observé besar la
cabeza de Lila Kate mientras la cargaba. Entonces observe a Nate subirse en el
regazo de Blaire y envolver sus pequeños brazos alrededor de su cuello y apretarla
fuerte.
―Te ves más feliz ―dijo Thad, aún mirándome.
Regresé mi atención hacia él. ―Lo estoy. Está mejorando. Estoy mejorando.
Asintió y envolvió su brazo alrededor de mis hombros, entonces junto su
153 cabeza con la mía. ―Todos te amamos. ¿Lo sabes, no? incluso Woods. Todos
queremos que seas feliz.
Las lágrimas picaban en mis ojos, le permití sostenerme un minuto. ―Soy
muy afortunada ―respondí.
―Sí, lo eres. Somos demasiado asombrosos ―bromeó.
Mi risa feliz secó mis lágrimas.
***
155
Traducido por Lauu LR
Corregido por SammyD
156 Alejó la mirada de mí y enfocó sus ojos en algo por encima de mi hombro.
―Tal vez significa que siempre me he sentido de esta manera. ―Se encogió de
hombros―. No lo sé. Sólo sé que te extraño. ―Se detuvo y se pasó las manos por
su cara dejando salir un gruñido frustrado―. ¡No lo sé! Esta cosa con nosotros…
―Dejó caer sus manos para mirarme―. Hay algo que tienes que saber. O algo que
necesito que sepas. Quiero que sepas.
Se quebraba. Sus defensas finalmente caían, y si iba a tener una oportunidad
de entrar en su vida, sería esta. ―Te escucho.
Bethy señaló al sofá y la silla en su pequeño apartamento. Ni siquiera miré
alrededor hasta ese momento. Aquí no era donde pertenecía. No la quería aquí.
Pintura manchaba los muros, y las cortinas se hallaban rotas. Cinta adhesiva
alineaba la ventana, y su sofá se encontraba parchado varias veces. Mantuve mi
cara neutral. No quería que pensara que la miraba hacia abajo por cómo vivía. Sólo
odiaba saber que mientras yo me iba a la cama en un lujoso condominio, ella se
hallaba aquí con nudos y cadenas en su maldita puerta.
Bethy se sentó en una silla de vinil que parecía haber tenido mejores días en
los setentas. Tomé asiento en el sofá.
―No tuve un aborto. Lo perdí ―dijo.
Eso me sacó de golpe de mis infelices pensamientos acerca de su
departamento. ―¿Qué?
Dejó salir un suspiro, y sus hombros se relajaron. ―Mi tía Darla dijo que me
ayudaría a hacer algo con el bebé. Pensé que era su manera amable de decirme que
me llevaría a abortar. Me hice una bola y lloré por dos días después de eso y sufrí
por el bebé que no conocía. No quería abortar, pero tenía dieciséis, mi padre nunca
me permitiría tener un hijo. Mi tía Darla era todo lo que tenía, y si me iba a llevar a
abortar, entonces no tenía a nadie en mi vida que apoyara mi decisión de tener al
niño. Te llamé varias veces con la esperanza de que me ayudaras, pero nunca te
localicé.
―Cuando tenía ocho semanas, mi tía me obligó a ir a una clínica; asumí que
era una clínica de abortos. Nunca estuve tan aterrorizada en mi vida. Toda la
mañana tuve calambres, pero me imaginé que era por todo el llanto y los nudos en
mi estómago. Entonces el doctor me examinó, y sangraba. No lo supe hasta la
semana pasada. Me dieron una inyección para el dolor porque me hallaba en
medio de una pérdida precoz. Mis recuerdos de ese momento se enredaron por las
drogas.
―Cuando desperté, me encontraba en casa de mi tía Darla, y sangraba
mucho. Me dijo que el bebé se fue, así que asumí que me practicaron un aborto
157 cuando me hallaba inconsciente. Nunca lo discutimos porque era demasiado
doloroso. La semana pasada, la tía Darla dijo algo acerca de mi pérdida, y me
confundí. Me dijo la verdadera historia. Dijo que nunca me habría llevado a
abortar.
Finalmente dejó de hablar y la mirada cayó a sus manos.
―Me culpé y viví con esa culpa por tanto tiempo cuando nunca tuve que
hacerlo. Quería que supieras la verdadera historia. Que no quería abortar a nuestro
bebé. Que cuando fue el momento, me hallaba lista para hacer lo que fuera
necesario para conservarlo.
Tragué el nudo en mi garganta, abrumado por la historia de Bethy. Ni una
sola vez la culpé. Me emborraché y permanecí así por más de una semana cuando
finalmente tuve el valor de escuchar mis correos de voz. No tenía mi celular
conmigo, por el que mis padres pagaron, pero podía entrar al buzón de voz
manualmente. Cuando las plegarias desesperadas de Bethy por ayuda terminaban
con un mensaje final diciendo que abortó, mi mundo se detuvo.
Había lanzado una silla por el cuarto del barato hotel en el que me quedaba
y la destrocé. Entonces metí la mano en el yeso antes de caer de rodillas y sollozar.
Mi siguiente paso fue beber. Tenía que entumecer el dolor. Bethy no querría que
volviera por ella como planeé. La destruí. Me destruí. No podía enfrentarla.
Pero nunca la culpé. Era joven y se encontraba asustada. Su padre apenas
aparecía en su casa, y trabajaba para ayudar a pagar las cuentas. No escuché los
correos de voz, temeroso de escuchar lo que mis padres tenían que decir. Como
resultado, arruiné mi vida.
Necesitaba decirle la verdad de porque me fui. Ahora.
―Bethy, si me quedaba aquí, mis padres me habrían enviado a Yale.
Hubiera pasado más de cuatro años allá. En vacaciones, me harían ir con mi
familia a Boston. Entonces pasaría los veranos en una firma de abogados en
Manhattan. Mis días en Rosemary Beach se terminarían.
―Así que tuve que escapar. Si huía y encontraba la manera de ser
independiente de ellos, no tendrían poder sobre mí, y podía volver a verte.
Entonces, cuando cumplieras dieciocho, podrías venir conmigo. Esa fue la única
respuesta que encontré. No quería perderte.
Miré su rostro mientras escuchaba. Traté de explicarle esto tantas veces.
Pero esta vez me escuchaba. Finalmente.
―Y lo del embarazo, no usaba el teléfono que pagaban mis padres. Lo dejé.
158 Ahorraba para conseguir uno propio. Iba a llamarte en cuanto lo tuviera. Pero me
hallaba preocupado por ti, y después de un mes, usé el teléfono en mi cuarto de
hotel para escuchar mi correo de voz. Fue entonces cuando recibí todos tus
mensajes. Mi mundo se desmoronó en esa habitación.
Bethy dejó escapar una risa triste y sacudió la cabeza. ―Éramos tan jóvenes
entonces. ¿Incluso recuerdas a esos niños? Olvidé lo que se sentía ser ellos ese
verano.
Yo no. ―Pudimos haber sido niños, pero lo que sentía por ti era real. Nunca
cambió o disminuyó. Ni una vez.
Nos sentamos ahí, ambos sin hablar, mientras el sonido de los autos en la
calle y la música de los vecinos arriba de nosotros llenaban el silencio.
La miré, y ella miraba la pared, perdida en sus pensamientos. Mucho
cambió desde ese verano cuando caminó en mi mundo para iluminarlo.
―Lo que dije cuando nos encontrábamos en la isla, me equivoqué ―dijo,
volviendo su mirada hacia mí―. Me horrorizaba hacer lo que hicimos y ni una vez
me sentirme culpable. Me odiaba por no sentir culpa. Pero quería vivir mi vida.
Caminar a través de la niebla es solitario, y tienes razón, Jace quería que viviera.
―Se detuvo y apretó los ojos cerrados―. Creo, eso es, si quieres, creo que me
gustaría que nos viéramos más. No de manera exclusiva, sólo casual. Tal vez. Si
eso es algo que te gustaría hacer.
¿No de manera exclusiva? Joder. Controlé mi reacción y mantuve una
expresión neutral. Me ofrecía una rama de olivo, o al menos una pequeñísima hoja,
pero era algo. Era mejor de lo que teníamos ahora. ―Sí, me gustaría eso ―le
respondí,
Sonrió, y el alivio en sus ojos hizo que todo valiera la pena. ―¿En serio?
―preguntó, como si fuera a cambiar de opinión.
―Absolutamente.
Miró alrededor incómodamente con una linda sonrisa en su rostro, entonces
me volvió a mirar, insegura. ―¿Puedo…‖abrazarte?
Abrí mis brazos. ―Ven aquí ―le dije, y espero un segundo antes de
envolver sus brazos a mi alrededor.
Inhalé y la sostuve. Enterrando la cabeza, pasé la nariz hacia arriba por su
cuello y sonreí mientras se estremecía.
159 No era su número uno, pero eso no cambiaba el hecho de que era mía.
Traducido por Beatrix
Corregido por Helena Blake
Es alto, muy guapo, gran sonrisa, sabe que te gusta el fettuccine Alfredo de
pollo de Gambino, y tiene la intención de tener eso y un vaso de vino blanco
esperándote al llegar a su casa.
Le respondí: Bien.
Los ojos de Bethy se cerraron hace treinta minutos, pero yo seguía sentado
allí con sus pies en mi regazo mientras yacía en el sofá, usando un par de
pantaloncillos cortados y una camiseta que trajo para cambiarse. Se comportó
diferente esta noche. Su sonrisa apareció con facilidad, y había algo ligero en su
risa. Permitirle cerrar los ojos e irse a dormir fue difícil. Quería oír su voz y
173 empaparme del sonido de su risa.
Cuando llegó con un cambio de ropa, la envié al baño para que se duchara.
Se relajó. Preparé los platos con todas las sobras que trajo y la escuché contarme
sobre su noche. Cuando me dijo que London se encontraba con algún tipo, me
miró con cuidado, como si eso fuera a molestarme. Levanté sus pies en mi regazo
en ese momento y comencé con el masaje prometido mientras le hacía bromas por
su ducha larga.
Bajé la mirada a sus pies y recordé la primera vez que los noté. Eran
delicados, con deditos pequeños. Esa noche tenía las uñas pintadas de un rosa
fuerte. En ese entonces, habían estado desnudos. Nunca quise besar los pies de una
chica hasta que vi los de ella. La primera vez que me llevé sus dedos a los labios, se
rio y retorció, intentando escaparse.
Le dije que lo único que amaba más que a ella eran sus pies, y se ruborizó,
cubriéndose el rostro con las manos. Nunca toqué otros pies.
Levantando un pie perfecto, presioné un beso en el arco, luego lo volví a
dejar sobre mi muslo antes de moverla para poder deslizarme detrás de ella y
jalarla contra mi pecho. Se movió tan pronto como me acosté, y me daba miedo
haberla despertado. Me quedé quieto y esperé mientras se giraba y procedía a
acurrucarse contra mí, lanzando una pierna sobre mis muslos murmurando algo
sobre que huelo bien y que no se cambiaría la camiseta.
Contuve la risa y esperé hasta que estuve seguro que dormía antes de
acomodarme y acercarla más. El sueño vino con facilidad y pacíficamente.
***
185
Traducido por Ivana
Corregido por Jadasa
***
189
Traducido por AsheDarcy
Corregido por Sandry
Se encontraba molesta conmigo. Sabía que iba a estarlo, pero verlo era duro.
Quería agarrarla y arrastrarla fuera en ese momento y contarle todo. Pero había
sufrido cinco días muy largos sin ella para asegurar nunca despertar otra vez sin
ella en mis brazos.
Ella quería tranquilidad. Necesitaba saber que yo estaba en esto para
siempre. Entonces eso es lo que conseguiría. Ya había comenzado a hacer planes
190 para nuestro futuro antes de que exigiera saber cuáles eran. Pero contarle mis ideas
no era lo mismo que mostrárselas.
La única manera en que la dejé salir por mi puerta esa mañana era porque
había dicho, Con Jace, no me preocupaba por cómo iba a continuar respirando si salía de
mi vida. Contigo, lo quiero todo.
En ese momento, me di cuenta que no era su segundo mejor. Lo que
teníamos era más grande que cualquier otra cosa que había tenido. Incluso con
Jace. Sabiendo que ella significaba más que un cambio de juego. Movería hasta las
malditas montañas para darle lo que necesitaba.
Mirando hacia atrás a los últimos cinco días, eso fue exactamente lo que
hice. Tener amigos en lugares altos era práctico.
Bethy salió de la entrada trasera del club, y enderecé mi postura relajada en
mi moto. No me notó hasta que se hallaba casi a mi alcance. Su sorpresa se
convirtió rápidamente en ira. Me tragué la sonrisa. Estaba enojada conmigo. Lo
corregiría pronto. Ella había exigido, y yo me encontraba a punto de ceder.
―¿Qué estás haciendo? ―preguntó, mirándome.
―Sé que estás enfadada conmigo, pero tengo que mostrarte algo. ―Tendí
la mano hacia ella―. Un par de cosas, en realidad.
Ella frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho. ―Estás jugando con
mi cabeza, y no puedo hacer esto ―dijo, sonando cansada.
Extendí la mano y le aparté el cabello de la cara que se había soltado de su
coleta. Me dio una excusa para tocarla. ―Lo siento. Pero te juro, se ha acabado. Ya
no más. Sólo ven conmigo. ¿Por favor?
Parecía que estaba a punto de flaquear, así que decidí seguir presionando.
―No es un viaje lejano. Sólo dame diez minutos. Lo juro. Te lo explicaré
todo.
Sabía que había ganado cuando sus ojos me miraron. ―Vale.
Le agarré la mano y enrosqué mis dedos con los de ella. ―Vamos a coger
mi moto ―dije, llevándola a donde la había aparcado.
Abroche el casco en su cabeza, aunque sabía que podía hacerlo ella misma.
Entonces puso sus brazos sobre mis hombros y subió. Cuando sus brazos se
envolvieron a mí alrededor, cerré los ojos y disfruté de la sensación de ella contra
mí.
191 El viaje fue corto, sólo al exterior de la propiedad del club. Tomé el camino
de grava pequeño a través de las dunas y me detuve justo cuando llegamos a la
colina con vista al agua. Apagando el motor, trepé fuera, luego tomé su casco y la
ayudé a bajar.
Miró a su alrededor y luego a mí con el ceño fruncido. ―¿Qué estamos
haciendo aquí?
―El Country Club Kerrington poseyó esta propiedad. Era para la
expansión después de que el padre de Woods falleciera, pero Woods no siguió
adelante con ello. Así que lo compré. Todo. He contratado a Grant como el
contratista general. Estoy construyendo un hotel de lujo aquí, así los que no
quieren comprar o alquilar una casa durante los meses de verano tienen otra
opción. Los huéspedes del hotel tendrán acceso al Club Kerrington durante la
duración de su estancia. ―Hice una pausa. Su boca se abrió, pero no dijo nada, por
lo que seguí―. Me reuní con Quinn hoy porque quería darle una idea de lo que
quería y suministrar algunas opciones diferentes. Tratarás con ella a partir de
ahora. Ella sabe que tú tendrás la última palabra en todo.
Bethy levantó una mano para detenerme. ―¿Espera, qué? ¿Cómo pagaste
esto?‖Un‖hotel‖es…‖grande, Tripp. Realmente grande.
Me había olvidado de que ella no lo sabía todo. Nunca habíamos hablado
sobre mi dinero. No me di cuenta hasta que sacó a relucir la necesidad de que yo
tenía que ser camarero y quedarme sin dinero la otra mañana. ―El padre de mi
madre falleció hace dos años y me dejó todo. El resto de la familia se molestó, pero
la voluntad era férrea, y yo era su único heredero. Cuando volví a la playa de
Rosemary, esta idea poco a poco comenzó a desplegarse en mi cabeza.
―¿Así que adquiriste el terreno para construir un hotel? ¿Aquí? ¿Vas
a….construir‖uno? ―Todavía me miraba en estado de shock total.
―Tú estás aquí, Bethy ―contesté, y luego le cogí de la mano y la llevé de
vuelta a mi moto―. Necesito que veas una cosa más―expliqué. Ella no dijo nada.
Dejó que le pusiera el casco de nuevo antes de que subiéramos otra vez a mi moto
para que pudiera llevarla más abajo a la playa.
Cuando llegué al lugar que daba a un largo tramo de playa, vi la manta que
había dejado antes, junto con los cuatro faroles en cada esquina para que no se
fuera volando y nos diera un poco de luz. El sol casi se había puesto. Ella lo miró
mientras le quité el casco y la llevé allí.
―Esta es también la propiedad que he comprado. Tiene una vista increíble
y un montón de espacio para construir una casa tan grande como quieras.
192 Cualquier casa que desees. Vamos a construirla juntos.
―¿Quieres construir una casa? ―preguntó en un susurro.
Vi como miró a su alrededor, y luego sus ojos se volvieron hacia mí. ―Sí,
quiero construir una casa. Contigo. Una que desees. La que te haga feliz, porque
mientras estés en ella conmigo, no me importa el lugar donde vivamos.
Ella continuó mirándome como si hubiera perdido la cabeza.
Me metí la mano en el bolsillo y saqué la pequeña caja de terciopelo.
Cuando me arrodillé, Bethy jadeó. Esta era la parte que me asustaba
muchísimo. Esto era lo que quería. Más que nada. Pero no estaba seguro de que
ella lo quisiera. Sus palabras la otra mañana me había llevado a creer que lo hacía.
Quería un para siempre conmigo. Yo también lo quería, y esperaba que mis
acciones lo demostraran. No más bailar alrededor del otro, sin saber de nuestro
futuro.
―Necesitabas saber que lo que teníamos era para siempre. Bethy, era para
siempre conmigo cuando tenía dieciocho años. Tú fuiste todo lo que pude ver
entonces, y tú eres todo lo que puedo ver ahora. He estado esperando por ti,
cariño, para que sanes y vuelvas a mí. Pero todo lo que tenías que hacer era
decirme que querías un para siempre, también. Me gustaría mover cielo y tierra
para hacer que eso suceda. ―Abrí la caja y le miré a la cara―. Bethy Lowry, ¿te
casarías conmigo?
Silencio.
Esperé mientras miraba hacia abajo al anillo en mi mano y luego de vuelta a
su cara.
―¿Hiciste todo esto por lo que dije? ―preguntó.
Ella iba a matarme. Logré un movimiento de cabeza. ―Sí. No creo que
entiendas que si me pidieras volar a la luna y traerla de vuelta a ti, encontraría una
manera.
Soltó una risa suave que se convirtió en un sollozo, y mi estómago se
anudó. Ella no iba a llorar. Esto era lo que dijo que quería. Luego su cabeza se
movió arriba y abajo mientras soltaba otro sollozo. ―Sí.
Ninguna palabra me había traído más felicidad. Me puse de pie y la llevé a
mis brazos al instante.
Sus brazos fueron alrededor de mi cuello mientras la sostenía. No llevaba
193 tacones, por lo que no me podía alcanzar.
―Dios, te amo tanto. Juro, mujer, pensé que ibas a decir que no ―dije en su
cuello mientras cerraba los ojos y empezaba a respirar de nuevo.
―¿Cómo crees que cualquier mujer en la tierra podría decirte que no y a
una propuesta así?, no lo sé―dijo ella, luego olí.
―Me perdí ocho años contigo. No quiero perder otro día.
Me dio un beso en la mejilla, y tiré con facilidad su cuerpo hacia atrás.
Tenía planes para esta manta. ―¿Puedo tener el anillo ahora?―preguntó
dulcemente. Me di cuenta de que todavía me encontraba sosteniéndolo en las
manos.
Riendo, abrí la caja y tomé el anillo. Ella tendió la mano, y se lo puse en el
dedo. No podía apartar los ojos de él.
―Oh, guau, y pensar que ese brillo posesivo no podría ser peor―dijo,
sonriendo.
Aparté mis ojos del anillo para mirarla. Mi Bethy. ―Sólo para que quede
claro, esto significa que o bien te mudas conmigo mañana o quemo tu complejo de
apartamentos. Tú decides ―dije, antes de llevarla hasta la manta conmigo. Y
colocarla en mi regazo.
Ella echó la cabeza atrás y se rió.
El sonido que nunca envejecería.
Me miró con brillo en sus ojos. ―¿Me darás sexo por la mañana todos los
días?
―Y sexo por la tarde y sexo en la ducha y sexo por la noche y, infiernos,
nena, incluso sexo en el balcón―le asegure.
Apoyó la cabeza en mi pecho. ―Te amo.
194
Traducido por Daniela Agrafojo
Corregido por Dannygonzal
La‖ boca‖ de‖ Tripp‖ tocó‖ mi‖ oreja.‖ ―Necesito estar dentro de ti. He pasado
cinco días recordando cuán malditamente increíble es ese coño. ¿Me dejarías
tenerte aquí afuera en la oscuridad?
Mientras preguntaba, su mano se deslizó por la parte frontal de mis
pantalones cortos. Sabía que nos encontrábamos lo suficientemente lejos de las
otras casas, aunque todavía existía la probabilidad de que alguien pudiera estar
195 caminando por la playa. Pero luego deslizó sus dedos en mi interior, y decidí que
no me importaba.
Me alejé de él y comencé a quitarme mis pantalones cortos y mis bragas. Sus
ojos llamearon, y movió sus manos hacia la cremallera de su pantalón. ―Lo‖juro,‖
cuando lleguemos a casa, voy a besar cada centímetro tuyo y a tomármelo
agradable y lento.
Me monté a horcajadas sobre su regazo, y él sacó su dura longitud y la
sostuvo mientras me bajaba sobre ella.
―Joder, eso es caliente ―gruñó.
Si no estuviera tan necesitada de que me llenara, me habría tomado el
tiempo para bromear con él.
―Ahí está…‖ sí…‖ húndete…‖ ¡Jodeeeeer!‖ ―rugió cuando me golpeé contra
él.
Lancé mi cabeza hacia atrás y grité. Ya sabía que estaba lista para él, pero no
me había dado cuenta de lo húmeda que me encontraba hasta que entró.
Sus manos agarraron mi culo a medida que me movía sobre él. ―Voy‖ a‖
recostarme y te dejaré cabalgar ―dijo antes de estrellar su boca contra la mía.
Gemí cuando su sabor me invadió.
Cuando finalmente se separó, empujé su pecho, y él se rió antes de
recostarse. Coloqué ambas manos en su pecho y comencé a mover mis caderas
arriba y abajo, jadeando a medida que se construía la sensación. El placer que sabía
que iba a venir.
―Saca‖ tus‖ tetas, nena. Necesito verlas ―ordenó con esa voz ronca que
podía hacerme hacer lo que fuera.
Me quité la camisa y bajé mi sostén para que mis pechos cayeran libres.
―Dios, sí ―dijo mientras sus manos los acunaban suavemente antes de
apretar. Alabanzas cayeron de sus labios mientras rodaba mis pezones en sus
dedos‖ y‖ observaba‖ rebotar‖ mis‖ pechos―. Tan malditamente hermosa ―susurró
mientras agarraba mis caderas y se arqueaba hacia mí.
―Me voy a venir ―gemí, empujándome más fuerte contra él―. Más duro,
Tripp. Estoy tan cerca ―rogué.
Él me lanzó sobre mi espalda. ―Abre más para mí, cariño. Separa esas
piernas, y déjame hundirme en ese dulce coño. Estoy listo para sentirte llegar en mi
polla ―dijo, su voz gruesa con necesidad.
196 Eso fue todo lo que necesité. Las palabras sucias de Tripp me enviaron a una
espiral, y lo alcancé, gritando su nombre mientras bajaba su boca a mi oído y me
decía lo mojada que me hallaba y lo dulce que olía. Cuando el segundo orgasmo
me golpeó, estuve bastante segura de que grité.
Mi nombre salió de los labios de Tripp justo cuando su cuerpo se empujó
sobre el mío. Mi visión se encontraba borrosa por el clímax que había tenido, pero
observé a mi hermoso hombre mientras su boca se abría y me llenaba con su
caliente liberación.
Cuando terminó, se envolvió a mí alrededor y giró sobre su espalda, todavía
enterrado dentro de mí. ―Creo que me quedaré en tu interior todo el tiempo
―susurró‖contra‖mi‖cabello.
En este momento, podría estar de acuerdo con eso.
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Jadasa