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Trabajo realizado por Edgar López Rodríguez del grupo C1

Trabajo de investigación sobre las relaciones de Huari y


Tiahuanaco

Los proto-estados de Huari y Tiahuanaco fueron las dos primeras grandes culturas
de los Andes centrales (hoy en día Perú, Bolivia y Chile), más concretamente en la cuenca
del Río Osmore, entre los años 550/600 d.C. y el 1000 d.C.1 Esta etapa es comúnmente
conocida o, más bien, podría considerarse el final del Periodo Intermedio Temprano y
todo el Horizonte Medio. Y la pregunta es, ¿por qué se consideran proto-estados? Bueno,
son proto-estados porque se trata de culturas en expansión con un centro urbano que regía
los destinos de grandes áreas controladas mediante recursos administrativos, militares e
ideológicos. A esto se le une que este periodo fue bastante convulso en todo la región
andina debido a cambios sociopolíticos en aspectos nunca vistos en esa región. Además,
se venía de una serie de culturas locales (Huarpa, en el caso de los Waris, y Pucará, en el
caso de los Tiwanakus) donde la población conoce y hace uso de avanzadas técnicas
agrícolas e hidráulicas que propiciaron un desarrollo cultural y un aumento considerable
de la población. En este periodo también se empezaron a desarrollar los primeros centros
urbanos y las primeras políticas expansionistas, sobre todo en el caso de los Huari. Debido
a estos avances, se creó una red de intercambio de bienes entre las diferentes áreas y pisos
ecológicos.2 Y, para más inri, tuvo lugar una progresiva crisis de las relaciones teocráticas
y sobre todo una creciente militarización “bajo la hegemonía de un centro de decisión
urbana”3

Antes de analizar que tipo de relación tenían ambas culturas es necesario ver varías
características propias de estas dos naciones, como pueden ser la cronología, el medio
natural en el que se desarrollaron, la economía, la vida social y cultural, etc.; para poder
entender las similitudes y las diferencias de estas culturas andinas.

1
D. Owen, Bruce; y S. Goldstein (2001) Tiwanaku en Moquegua: Interacciones regionales y colapso pg.
169
2
Desde la cita nº1 hasta la tercera, es información sacada de los apuntes de recogidos en clase.
3
Lumbreras Salcedo, Luis Guillermo (1999) Historia de América Andina pg. 266
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Figura 1: La cuenca del río Osmore en las regiones de influencia wari y Tiwanaku (Dib.: B. Owen)

Me gustaría empezar hablando de Tiahuanaco. Se trata de una cultura del altiplano


andino del sistema endorreico, que se asentó en los valles intermontaña hacia el este y sur
del lago Titicaca, así como también el extremo sur de la costa peruana, el oeste de Bolivia,
el extremo norte costero de Chile y los desiertos de Tarapacá y Atacama. Tiahuanaco se
encuentra a 4000 m de altura, en la puna, es decir, en una zona de pastoreo, aunque creció
entorno al desarrollo agrícola, ya que se situó a las orillas del lago. De esta manera, su
importancia como centro religioso se debe al control del agua de la casta sacerdotal. 4

En cuanto a la cronología, Tiahuanaco fue la cultura más longeva del área andina,
pero su etapa evolutiva tuvo distintas teorías que han ido variando a lo largo de la historia.
Al principio, fue W. Bennett quien dividió a Tiahuanaco en tres períodos denominados:
temprano, clásico y decadente; tras la excavación de diez pozos de prueba en la región,5

4
Por segunda vez, vuelvo a indicar que se trata de información sacada de los apuntes de clase.
5
Ponce Sanginés (1999: 71) señala que Wendell Bennett recibió dicha autorización gracias a las
gestiones del diplomático estadounidense Edward F. Feeley.
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por la cual se reveló una estratigrafía y secuencia cerámica importante para entender el
problema cronológico y cultural de Tiahuanaco.6 Posteriormente, Carlos Ponce Sanginés
propuso una cronología en cinco fases (Tiwanaku I, II, III, IV y V), las dos primeras
anteceden al período temprano que había planteado Bennett y corresponden al período
formativo tardío de América, posteriormente denominado período aldeano. El problema
que nos encontramos aquí es que la cronología de Tiwanaku es demasiado ambigua ya
que distintos autores, tales como W. Janusek, en el 2003; o Patricia J. Knobloch, dudaron
de algunos de los periodos planteados por Ponce en 1972, en su obra “Tiwanaku: Espacio,
tiempo y cultura: Ensayo de síntesis arqueológica”. Por ejemplo, W. Janusek propuso tres
periodos, que reemplazaron a Tiwanaku I, II y III y los nombró como Formativo Tardío
1A (200 a.C.-250 d.C.), Formativo Tardío 1B (250-300 d.C.) y Formativo Tardío 2 (300-
500 d.C.), manteniendo, eso sí, Tiwanaku IV (500-724 d.C.) y V (724-1172 d.C.). Otro
ejemplo, es el de Patricia J. Knobloch, con una reinterpretación más radical de la
cronología tiwanakota, más centrada en el cuarto y quinto periodo de Tiwanaku,
reduciéndolos a solo 300 años, en vez de los 800 años (aprox.) que se venían diciendo en
las últimas décadas. En lo que si parece haber acuerdo es en la caída del sistema político
de este proto-Estado, que se data entre el 1000 y el 1100 d.C. Por lo tanto, la conclusión
que se puede sacar de la cronología de Tiahuanaco es que, hoy en día, se siguen
debatiendo sus periodos cronológicos debido a que las investigaciones sobre este imperio
no cesan.

La ciudad de Tiahuanaco funcionó como un centro de peregrinación amplio, a


partir del cual se organizaba toda la esfera de la región. “Debido a que sus característicos
estilos y diseños artísticos influyeron sobre la elaboración de la alfarería y de la
iconografía -la cual fue pública y se dio en los edificios de la ciudad- a lo largo de los
altos y la mayor parte de las zonas costeras, al principio se pensó que el imperio de
Tiahuanaco se estableció mediante la conquista. Pero todas las principales ciudades de
Tiwanaku descubiertas hasta la fecha han sido asentamientos no fortificados, con un estilo
de arquitectura religioso (…). El continuo descubrimiento de nuevos centros religiosos
de esta cultura (…) ha sugerido una tercera interpretación: la de las colonias religiosas o
comerciales de Tiahuanaco, distribuidas por las regiones de los altos, de los valles y
costeras, que difundieron la influencia de la cultura mediante el contacto directo.”7 La

6
A. Flores, Luisa (2015) Tras los pasos de Wendell C. Bennett en la cuenca del lago Titicaca pg. 150
7
S. Klein, Hebert (2015) Historia mínima de Bolivia
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élite de este proto-Estado creó una red de colonias a partir de una extensa red de
asentamientos repartidos por todo el territorio en diferentes pisos ecológicos (costa-puna-
yunga) cuyas relaciones eran gestionadas desde Tiahuanaco por la élite. “Se cree que
Tiwanaku fue el ápice de una jerarquía de asentamientos administrativos que se extendió
a través de más de 7000 km2 en la cuenca del lago Titicaca.”8 Parece ser que esta política
expansionista se debería al uso de la estructura ideológica en torno a los cultos para
controlar a la población y el comercio entre asentamientos. Según Luis Lumbreras,
Tiahuanaco era una población de agricultores y pastores organizados en torno a una élite
de especialistas que vivían en las inmediaciones de la cuenca sur del lago Titicaca y que
tenía como cabeza principal la ciudad de Tiahuanaco, complementada por asentamientos
de menor tamaño y con una red de mercaderes que ligaban el centro con la periferia.

Por otra parte, la gran mayoría de la cerámica de Tiahuanaco es muy funcional y


plana en representaciones, ya que estas se solían plasmar mayormente en la piedra y en
los tejidos. Es con esta cultura con quien se desarrollan unos tejidos en la sierra andina
de gran calidad, donde vemos representaciones como el Señor de Varas, que representa
la dualidad, pues vemos que tiene poderes en cada una de sus manos, el del mundo de las
deidades en una mano, y el del mundo de los humanos en otra. De esta manera se inicia
la tradición de tejidos complejos andinos de sierra, puesto que es en el Horizonte Medio
cuando se consolida la “tradición Panandina”.

8
M. Bencic, Catherine (2000) Industrias líticas de Huari y Tiwanaku, pg. 91. Boletín de Arqueología PUCP,
N.º 4, 89-118
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Figura 2: Chunk'u. Tradicional gorro de cuatro puntas que representa la convergencia de los cuatro
elementos. Figura 3: Vaso cerámico ceremonial (Kero) de la cultura Tiahuanaco.

Como ya hemos hablado de Tiahuanaco extensamente, ahora voy a comentar las


características más notables de la cultura Huari/Wari para poder compararlas y
relacionarlas posteriormente.

En primer lugar, Wari surge en el extremo sur de la cuenca del Mantaro, en la


sierra central del Perú y en lo que actualmente constituye el norte de Ayacucho, y llegó a
expandirse desde las actuales regiones peruanas de Lambayeque por el norte, Moquegua
por el sur y hasta la selva de la región del Cuzco por el este.9 En su momento, el núcleo
urbano cubría un 6 km cuadrados, aunque estuvo rodeado por mucho material cultural y
algunas estructuras aisladas, por lo que la extensión podría haber sido alrededor del doble
de lo dicho. Los principales arqueólogos que analizaron esta impresionante cultura y sus
ciudades fueron Wendell Bennett y Dorothy Menzel, aunque el investigador por
excelencia fue Julio Cesar Tello, un peruano que llevo a cabo los primeros estudios
formales arqueológicos de Wari.

Respecto a la cronología, al igual que en Tiwanaku, hubo mucho debate. Este


debate surgió en el momento en el que Dorothy Menzel dividió en 6 periodos todo el
desarrollo de la cultura Huari: en primer lugar, tenemos la etapa 1A (600-700 d.C.) donde
surge la ciudad capital Huari. Además, en esta fase la iconografía del altiplano empieza a
aparecer en la cerámica propia de esta cultura con dos estilos nuevos; tras esta etapa viene
la fase 1B (700-850 d.C.), donde destacan los grandes cambios en la estructura
sociopolítica de Huari (crece la ciudad debido a la inmigración y el imperio se empieza a

9
Schreiber, Katharina (2012) Una aproximación a las investigaciones sobre Wari: Paradigmas y
perspectivas sobre el Horizonte Medio, pg. 12. Esta definición sobre el medio natural de Huari me ha
parecido la más acertada y completa, por eso decidí escogerla
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expandir) y los nuevos estilos de la 1A se difunden por la costa sur e influyen sobre la
producción local de la costa central10; en tercer lugar, tenemos a la etapa 2A (850-1000
d.C.). En esta etapa encontramos que la presencia de la cultura Wari se consolida en la
costa y el poder se centraliza aún más en la ciudad capital, hecho que provoca que la
ciudad Huari alcance su punto máximo de extensión y de índice demográfico (aprox.
25.000 personas vivían en la capital); y tras la etapa 2A, viene la 2B, que se desarrolla en
la misma cronología que la 2A. En esta fase, Wari llega al punto álgido de su imperio
debido una expansión muy rápida, llegando a alcanzar su máxima extensión. Además, se
empezaron a acentuar el desarrollo de los estilos iconográficos que anticipan la caída de
Wari; en quinto y sexto lugar encontraremos la tercera y cuarta etapa (1000-1050 d.C.).
En esta época, además de la decadencia de la ciudad Huari, otro de los asentamientos
importantes del imperio, Pachacamac, mantiene su prestigio religioso; y en la cuarta
época, se inicia un periodo de desecamiento de la sierra, un cambio climático que
perduraría por un largo espacio de tiempo y que posiblemente fue una de las causas del
colapso del estado panandino Huari.

En cuanto a la economía del imperio, estuvo basada en la agricultura de productos


como el maíz, la quinua o la patata, así como en la ganadería de llamas y alpacas. Pero lo
más importantes es que la ciudad se convirtió en el principal motor de la producción y
distribución de la riqueza agropecuaria y manufacturera. Los principales investigadores
supusieron que el trueque entre ciudades y campesinos era la forma de economía que
utilizaban a lo largo y ancho del imperio. Cabe tener en cuenta que no solo se centraban
en la agricultura y el pastoreo, también se han encontrado restos de utensilios de pesca y,
sobre todo, de artesanía.

La importancia de Wari se debe a la creación de ciudades y a que el modelo de


Wari, aunque mejorado, sirve para crear toda una red de ciudades, debido a que se trata
de una sociedad muy extensa en el espacio. Las ciudades wari tienen calles asfaltadas,
barrios, sistema de alcantarillado y de canalización de agua, y basureros; destacando
especialmente las unidades habitacionales, muy elaboradas y construidas en torno a un
patio con muros exteriores sin ventanas, con 2-3 pisos. De todas formas, la mayor parte
de ciudades fueron abandonadas antes de ser terminadas, en función de las necesidades

10
Dir: Giersz, Milosz (2014) Castillo de Huarmey. El mausoleo imperial Wari. 1ª Edición pg. 39. He
encontrado mucha ambigüedad en torno a la información sobre la periodización de Huari, por lo que he
elegido basarme en este artículo
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del Imperio, lo que se explica como una necesidad de reproducción y mantenimiento del
poder de la élite que se encontraba en Wari. Hay que tener en cuenta que la sociedad
Huari era muy clasista y guerrera, por lo que el propósito era mantener dominada a la
población conquistada con el férreo aparato de conquista militar que se había montado.
Los Wari crearon, además, una gran red de caminos por los Andes con arquitectura
pública de diferentes dimensiones, que podrían haber desempeñado las funciones de
capital (Huari), centro administrativo secundario (Conchopata, Pikillacta), centros
provinciales (Azángaro, Jincamocco) y centros locales (Jargampata).11

Figura 4: Centro administrativo de Pikillaqta, construido por la cultura Wari en el Cusco →


https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Piquillacta_Archaeological_site_-_street.jpg

Para acabar con esta cultura, me gustaría hablar del tipo de manufactura que
llevaron a cabo. En primer lugar, tenemos la cerámica. En este tipo de manufacturas, los
Huari destacaron las figuras geométricas y tenían un carácter puramente utilitario, es
decir, se han encontrado bastantes restos cerámicos, pero de una calidad algo más pobre.
Los colores imperantes en este tipo de objetos son el negro, el crema, el rojo y el marrón.
La cerámica más común solían ser los vasos ceremoniales, los tazones y las vasijas.
Además, la iconografía propia de estos objetos solía ser la figura del dios de los báculos,
es decir, una iconografía religiosa y mitológica. En segundo y último lugar, tendríamos
los tejidos, los cuales con el paso de las investigaciones en esa región han ido ganando

11
Dir: Giersz, Milosz (2014) Castillo de Huarmey. El mausoleo imperial Wari. 1ª Edición pg. 43. En este
fragmento se detalla de manera más completa la red de sitios de Huari y las funciones que llevaba a
cabo cada asentamiento
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mucha fama entre los arqueólogos por su calidad. Los tejidos de Huari han destacado
mucho debido a los finos y coloridos acabados que tienen sus tapices, considerados entre
los más finos del mundo. Estos tapices tenían representaciones de figuras animales, tales
como pumas y cóndores, además de seres mitológicos, como el Señor de Varas o el dios
de los báculos. Destacan los rojos escarlata, los amarillos anaranjados, el azul turquesa y
el ocre.

Figura 5: Perú, Costa Sur, Wari, 600-850 Tejidos; Panel de fibra y algodón que representa una
alpaca; Tejido de tapiz entrelazado costumizado →
http://collections.lacma.org/node/238424 archive copy

Una vez vistas las características principales de ambos imperios, llega el turno de
ver que similitudes y diferencias tienen entre ellas. En primer lugar, Tiahuanaco y Wari
son contemporáneas a su época, aunque cabe destacar que primero apareció Tiahuanaco
alrededor del 200 d.C., mientras que los Huari tardaron 400 años más en aparecer. De
todas formas y según la cronología, ambas culturas convivieron alrededor de 400 o 500
años. Respecto al medio natural, Tiahuanaco se asentó al sur del Lago Titicaca y se acabó
expandiendo por el sur del Perú y al norte de la costa chilena. Aquí la diferencia con Huari
es muy notable ya que estos se asentaron al norte de Ayacucho y acabó expandiéndose
por el norte de Trujillo hasta la cuenca del río Osmore, ocupando casi toda la actual Perú.
Tras hablar sobre la cronología y el medio natural de ambos imperios, voy a pasar a hablar
sobre las características económicas, políticas, sociales y culturales. Para empezar,
Tiahuanaco, como ciudad, se erigió como un centro de peregrinación muy amplio a partir
del cual se organizaba toda la esfera del imperio. Para ello creó una red de colonias a
partir de una extensa red de asentamientos repartidos por toda su región con el fin de
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establecer una estructura ideológica en torno a los cultos para controlar a la población, y,
además, no tienen la necesidad de crear una red de caminos porque no hay una necesidad
imperial, a diferencia de los Huari, como veremos ahora. Por el otro lado tenemos a Wari,
que se estableció como el centro de poder imperial, basando así todo su poder en la guerra
y en las conquistas. Para llevar a cabo esta política, construyeron una red de ciudades,
complementadas con una red de caminos por todos los Andes. De esta manera, todas las
ciudades van a estar conectadas entre sí y van a poder controlar mejor el gran imperio que
formaron. Respecto a las sociedades, encontramos que Tiahuanaco estaba compuesto
principalmente por pastores, ya que la actividad económica era ganadera; y por guerreros,
debido a que era una cultura bastante expansionista; por el otro lado, Wari estaba
compuesto por una gran mano de obra manufacturera y agropecuaria y, sobre todo, por
soldados, ya que se trataba de una cultura guerrera y colonizadora. Para terminar, voy a
comentar por encima la cerámica de ambas culturas. Por un lado, tenemos a Tiahuanaco,
cuya cerámica más representativa son los vasos ceremoniales o Kero. En este tipo de
cerámica destaca la policromía (con colores como el negro, rojo, naranja y blanco) y las
representaciones de felinos, cóndores y serpientes. Por el otro lado tenemos a Wari, con
una de las cerámicas más características de los Andes y de la historia Panandina. La
mayoría de las piezas eran de uso doméstico, sobre todo de las élites urbanas, pero
también existieron piezas destinadas al culto religioso. Aquí, como en la cultura
Tiwanaku, volvemos encontrar la policromía con colores intensos y, las principales
diferencias con la anterior cultura son las figuras geométricas y una iconografía basada
en el dios de los báculos y diferentes seres divinos.12

Tras analizar los aspectos más relevantes de estas dos culturas y compararlas, toca
comentar la parte más importante de este trabajo: ¿hubo o no hubo interacciones entre
Wari y Tiwanaku? Si hubo, ¿Cómo y donde fueron? ¿se intentaron conquistar los unos a
los otros? ¿Sabían de la existencia el uno del otro? Son estos los principales temas a
debatir a la hora de hablar sobre la relación que tuvieron Huari y Tiwanaku. Estamos ante
dos grandes culturas que ocuparon un gran espacio y convivieron en el tiempo durante su
máximo auge. Sin embargo, no parece que tuvieran relaciones entre sí. De todas formas,

12
Toda la información reflejada en este párrafo comparando ambas culturas esta sacada de los apuntes
tomados de clase.
Trabajo realizado por Edgar López Rodríguez del grupo C1

ambos imperios coinciden en un territorio geográfico. Este territorio es la cuenca del río
Osmore, la zona de Cerro Baúl y el poblado de Moquegua. En primer

Figura 6: Imagen que muestra la zona geográfica donde Wari y Tiwanaku coinciden. Fuente →
PDF del Tema 6 del Aula Virtual

lugar, Tiwanaku y Wari probablemente fueron contemporáneos desde el 700 al 1000 d.C.,
aunque algunas teorías dicen que son contemporáneos desde el 600 d.C. No se han
encontrado prácticamente rastros de contacto social ni de intercambio entre ambas
culturas. Tampoco se han encontrado evidencias de conflicto militar abierto entre Wari y
Tiwanaku, pero, como comentaba antes, la ausencia de restos arqueológicos que puedan
demostrar un contacto social sugiere que el distanciamiento social entre estas dos culturas
es mas que considerable. Si es verdad que se han encontrado algunos (pocos) restos
cerámicos con iconografía religiosa de ambas culturas en territorios contrarios, por
ejemplo, una cerámica con el señor de báculos en territorio tiwanakota; o una cerámica
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con el señor de varas en territorio Wari. Siguiendo con el análisis, si observamos los
asentamientos de ambos imperios próximos a esta zona, no parecen haber sido orientadas
a explotarse la una a la otra. Pueden haberse dado tensiones asociadas con el control de
Cerro Baúl por los wari, dado que dicha elevación fue considerada una huaca (recintos
que iban más allá de la expresión religiosa ya que tenían recintos anexos, como depósitos
de almacenamiento o talleres de metal 13) por ambos grupos. El control de la huaca podría
haber dado a los wari algún prestigio o poder mayor en relación a la posición de los
Tiwanakotas.14”A diferencia de los asentamientos Tiwanaku que fueron establecidos en
zonas casi planas y cerca al borde del valle, los sitios wari se construyeron en las partes
altas de los cerros, en lugares inexpugnables y en evidente posición defensiva, como para
prevenir una relación hostil con sus vecinos Tiwanaku. Esta aparente división del valle
ha planteado la posibilidad de que ambos estados hayan sostenido enfrentamientos
bélicos por la posesión del

Figura 7: Vista panorámica del imponente Cerro Baúl, lugar donde se estableció el
importante enclave colonial Wari. Fuente →
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/boletindearqueologia/article/view/2352/2300

valle.”15 Las evidencias arqueológicas que se conocen a día de hoy indican la ausencia de
un conflicto militar entre Wari y Tiwanaku, aunque la falta de contactos más cercanos
entre ambas entidades políticas sugiere la existencia de un ambiente poco amistoso, al

13
Información sacada de los apuntes tomados en clase
14
D. Owen, Bruce; y S. Goldstein, Paul (2001) Tiwanaku en Moquegua: Interacciones regionales y
colapso, pg. 185. Este artículo es el que mejor refleja las interacciones entre ambas culturas, por eso he
decidido escoger estos fragmentos, ya que el resto de los libros o artículos son muy ambiguos o tiene
muy poca información sobre este tema en concreto.
15
R. Williams, Patrick; A. Isla, Johny; J. Nash, Donna (2001) Cerro Baúl: Un enclave Wari en interacción
con Tiwanaku, pg. 70. Este fragmento del artículo es el que mejor representa las tensiones que había en
Cerro Baúl, de ahí mi elección.
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menos durante la primera época del Horizonte Medio16. Para terminar, me gustaría
destacar que ambas culturas acabaron desapareciendo por la invasiones de pueblos
adyacentes a estos imperios (en el caso de Tiahuanaco, los Aymaras; en el caso de los
Wari, la invasión de los pueblos Chancas y Yaros) y, la razón más probable, a causa de
fenómenos naturales (terremotos, sequías…).

Mi conclusión final es que estos dos imperios, aunque tuvieron encuentros


puntuales y convivieron en la misma etapa, no llevaron a cabo muchos encuentros e
intercambios comerciales. Yo pienso, basándome en los datos, que ambas culturas
mantuvieron la mínima relación posible, reduciéndose esta a tratos comerciales y
culturales y contactos sociales en la zona de Cerro Baúl y Moquegua. No tuvieron la
necesidad de llevar a cabo enfrentamientos violentos ya que existía un cierto respeto entre
ambos. Tanto Tiwanaku como Wari tenían distintos intereses, por lo que no era necesario
una guerra de conquista. Gracias a esto, ambas culturas pudieron desarrollarse,
destacando cada una en aspectos concretos y marcando un antes y un después en algunas
campos (tales como tejidos, cerámicas, iconografía, arquitectura de las ciudades, redes de
caminos, etc.). Gracias a estas culturas, los grandes imperios en América del Sur fueron
lo que fueron (véase a los Incas). De todas formas, ambos acabaron teniendo un trágico
final. Ambos acabaron desapareciendo, dejando tras de sí un rastro histórico de
incalculable valor que jamás será olvidado en el campo de la historia prehispánica.

Bibliografía y webgrafía

• Kaulicke, Peter y H. Isbell, William (2001) Huari y Tiwanaku: Modelos vs


Evidencias. 2º parte. D. Owen, Bruce; y S. Goldstein, Paul (2001) Tiwanaku en
Moquegua: Interacciones regionales y colapso Boletín de Arqueología PUCP. N.º
5 169-188
• Schreiber, Katharina (2012) Una aproximación a las investigaciones sobre Wari:
Paradigmas y perspectivas sobre el Horizonte Medio. Traducción del ingles al
castellano: Chirinos Ogata, Patricia. Boletín de Arqueología PUCP. N.º 16 11-22
• https://books.google.es/books?id=cl3hxccRyd8C&printsec=frontcover&hl=es&s
ource=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

16
R. Williams, Patrick; A. Isla, Johny; J. Nash, Donna (2001) Cerro Baúl: Un enclave Wari en interacción
con Tiwanaku, pg. 81. Y este otro fragmento del mismo artículo es el que demuestra que no hubo guerra
alguna entre estos dos imperios, con evidencias arqueológicas
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• A. Flores, Luisa (2015) Tras los pasos de Wendell C. Bennett en la cuenca del
lago Titicaca. N.º 29. Arqueología y Sociedad →
https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/Arqueo/article/view/1223
1/10938
• Korpisaari, Antti (2015) Carlos Ponce Sanginés y la cronología absoluta de la
cultura Tiwanaku. Revista de Arqueología Boliviana N.º 8. Chachapuma.
• S. Klein, Herbert (2015) Historia mínima de Bolivia. 1ª Edición.
• M. Bencic, Catherine (2000) Industrias líticas de Huari y Tiwanaku. Boletín de
Arqueología PUCP, N.º 4, 89-118
• M. Valdez, Lidio (2011) Dorothy Menzel y el estudio del estado Wari
• (2014) Castillo de Huarmey. El mausoleo imperial Wari. 1ª Edición
• Oakland Rodman, Amy; y Fernández, Arabel (2000) Los tejidos Huari y
Tiwanaku: comparaciones y contextos. Boletín de Arqueología PUCP, N.º 4, 119-
130
• J. Knobloch, Patricia (2000) Cronología del contacto y de encuentros cercanos de
Wari. Boletín de Arqueología PUCP, N.º 4, 69-87
• R. Topic, John; y Lange Topic, Theresa (2000) Hacia la comprensión del
fenómeno Huari: una perspectiva norteña. Boletín de Arqueología PUCP, N.º 4,
181-217
• Pérez, Ismael (2000) Estructuras megalíticas funerarias en el complejo Huari.
Boletín de Arqueología PUCP, N.º 4, 505-547
• Montalvo Molina, Julio Hernán (2017) Tiahuanaco en el legado cultural y
arqueológico andino. Modalidad proyecto de investigación previo a la obtención
del Título de Licenciado en Ciencias de la Educación, mención en Ciencias
Sociales.
• Chirinos Ogata, Patricia (2006) La imagen del imperio: Los estudios sobre Wari
en la arqueología peruana. Vol. 1 – nº3
• R. Williams, Patrick; A. Isla, Johny; J. Nash, Donna (2001) Cerro Baúl: Un
enclave Wari en interacción con Tiwanaku. Boletín de Arqueología PUCP, N.º 5,
69-87

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