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Podría decirse que estos episodios históricos representan el antes o después de la vida
del hombre y la mujer sobre el planeta. Hablamos de sucesos trascendentales como
catástrofes naturales; el auge o el declive de alguna religión o de un régimen político;
conflictos bélicos de todo tipo, o epidemias de enfermedades que azotan a cada país, o
al mundo entero al mismo tiempo: una pandemia.
El ser humano, desde principios del siglo pasado, ya puede conocer gráficamente lo que
acontece al otro lado del mundo; y de igual forma, hoy todos y todas podemos ver con
claridad y casi total exactitud esa realidad de hace 100 años.
La icónica muerte del miliciano, por Robert Capa, publicada en la revista Life; fotografía
clave para que el mundo entendiera lo que pasaba en la Guerra Civil española.
Machado identifica diversas clases de crisis en las que puede llegar a verse envuelto el
fotoperiodismo: una crisis de credibilidad – medios de comunicación frente a redes
sociales -, una crisis económica – precario presupuesto para coberturas -, una crisis
profesional – falta de ética del fotorreportero-, crisis sanitaria – la actual pandemia del
coronavirus –.
Es evidente entonces el perpetuo riesgo al que se expone el fotógrafo que desea hacer
un reportaje. Asunto que ha tratado ya de ser contrarrestado con el planteamiento de
protocolos de seguridad, capacitaciones referentes a cómo actuar ante posibles
conflictos durante las coberturas, así como también dotar a los trabajadores de
entrenamiento y herramientas necesarias y oportunas; también una evaluación previa del
entorno al cual debe dirigirse el periodista; y campañas de sensibilización sobre la
seguridad y la labor periodística.
James Nachtwy, fotógrafo de guerra, ganador del Oscar en 2002 por “mejor documental”
(War Photographer)
Para muchos fotorreporteros, sus imágenes deben reflejar un alto grado de sinceridad
visual, sean de la índole que sean, para así mostrar al mundo de la mejor manera
posible, lo que ocurre, a pesar del “dolor” que se pueda sentir con cada obturación.
Todo con el fin de configurar en las personas su percepción de los conflictos, de las
catástrofes o en general, de la realidad como tal.
Sí, el fotoperiodismo trae consigo una carga emocional enorme, para el fotógrafo y para
el espectador. Sensibiliza profundamente, pues permite presenciar y concientizar el
sufrimiento de las personas que muchas veces se esconde por la distancia, aunque esta,
hoy ya no represente un obstáculo.
No obstante, algo que sin duda sí coarta la labor foto periodística, es el entorno de la
ética, que juega, o debería jugar un papel importante en quien ejecuta dicha labor, e
incluso en quien sin ser profesional, se atreve a fotografiar situaciones plenamente
susceptibles. Pues, alrededor de la foto de una mujer violentada entre los matorrales,
gira un cúmulo de cuestiones que van más allá de dirimir entre disparar el obturador o
no; se trata de interiorizar las consecuencias de publicar una imagen, de imponerse
límites.
El legado que han dejado y que dejarán las fotografías obtenidas en momentos críticos
de la humanidad, no solo dejarán una marca en quienes las hemos observado con
detenimiento, sino también, y en su mayoría, al fotoperiodista que enfrentó el riesgo
para obtenerla.
BIBLIOGRAFÍA