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Rebeca Guerrero

Ética para la Comunicación Visual

USO DE LA FOTOGRAFÍA
DOCUMENTAL EN LOS MEDIOS
DE COMUNICACIÓN
El uso de la fotografía documental en los
medios de comunicación
El surgimiento de la fotografía revolucionó más de un campo de actividad humana; para los artistas
la fotografía resultaba algo inferior y aunque se nutre de una gran cantidad de elementos teóricos y
compositivos del arte, hasta el día de hoy existen muchos detractores en este campo. Sin embargo,
para la comunicación supuso un gran avance, pues permitió a los medios de difusión impresos
reproducir un fragmento de historia, un momento y lugar específicos, con actores y sucesos que de
otra manera sólo permanecerían en la memoria de quien los atestigua. Ese hecho permitió que el
grueso de la población tuviera acceso a dichos sucesos. Para los reporteros la fotografía significó la
capacidad de dotar con más fuerza a sus notas mediante un refuerzo visual que permitiese al lector
reconstruir de forma más exacta los sucesos que se relataban. Una imagen dice más que mil palabras
dicen, sin embargo, la combinación de ambas es una fuerza poderosa para informar e influir en la
mente del lector. Hasta el momento del surgimiento de la fotografía, los medios para poder ilustrar
una nota periodística se acotaban a los ilustradores y grabadores, los cuales tuvieron un papel muy
importante en la opinión que podían generar los medios entre la población, ejemplo de ello es el caso
mexicano con José Guadalupe Posada, quien a inicios del siglo XX ilustro la revolución mexicana y
los eventos de su tiempo de forma tan chusca e ingeniosa, que logró hacer críticas sociales tan
profundas que se convirtieron en parte de la identidad nacional, siendo este el caso de la famosa
Catrina.

Sin embargo, con la fotografía las notas podían adquirir un carácter de verosimilitud y un alcance
nunca visto, tal como apunta Gisèle Freund “Hasta entonces, el hombre común sólo podía visualizar
los acontecimientos que ocurrían a su vera, en su calle, en su pueblo. Con la fotografía, se abre una
ventana al mundo” (Freund, 1983, p. 95). Tales cualidades hicieron que, en cuestión de algunos años,
la fotografía desplazara a otros medios de creación gráfica, y abrieron el camino para el surgimiento
de una nueva profesión, el fotoreportaje.

Las cualidades del nuevo medio podían resumirse en la fiabilidad del retrato visual que podían
presentar estas imágenes. Mas dicha creencia no es del todo una verdad, ya que a pesar de que la
fotografía hace retratos icónicamente similares a la realidad, en cuanto a su valor comunicativo y a
sus atributos y limitaciones la fotografía no puede presentar un retrato fiel. Es más bien su valor
simbólico lo que la dota de tal fiabilidad, de la creencia generalizada en que una fotografía es una
prueba fehaciente de un hecho.

Al realizar un disparo, intervienen muchos factores que alteran la realidad que pretende mostrar la
imagen; en primer lugar, tiene que ver la propia interpretación de la realidad del fotógrafo, pues él
decide que es lo que es de interés para fotografiar, el encuadre, la composición, etc., en un accidente
vial, por ejemplo, a pesar de que el fotorreportero debe fotografiar el suceso, él puede decidir, tomar
sólo el automóvil dañado, o por el contrario fotografiar a las personas heridas, también puede retratar
a la gente que está alrededor, a los policías y las ambulancias, o por el contrario, hacer un primer
plano de la sangre, de los heridos, de un policía, etc., por lo que lo que la información que llegará al
público se verá completamente alterada de acuerdo a las decisiones del fotógrafo. En segundo lugar,
la interpretación del que observa la fotografía, su contexto y su historia, de tal manera que un mismo
suceso retratado puede simbolizar sucesos completamente distintas; un ejemplo puede ser una
fotografía a contra luz con varios individuos de pie levantando el puño en alto, para los habitantes de
la Ciudad de México es probable que tenga que ver con un sismo o un siniestro donde alguien realiza
la señal de silencio, mientras que para la población afroamericana tal vez tenga que ver más con un
símbolo de resistencia en la lucha antirracista y con el famoso Partido Pantera Negra. Las imágenes
están sujetas a interpretaciones y reinterpretaciones a lo largo de la historia, y muy poco puede hacer
el fotógrafo una vez que salen de su control.

De tal manera que lo que pareciera una prueba irrefutable de la verdad, es más bien una imagen
subjetiva que al final responde a una carga ideológica determinada, tal como lo menciona Joan
Fontcuberta al señalar la verdadera naturaleza mentirosa de la fotografía:

Toda fotografía es una ficción que se presenta como verdadera. Contra lo que nos han
inculcado, contra lo que solemos pensar, la fotografía miente siempre, miente por
instinto, miente porque su naturaleza no le permite hacer otra cosa. Pero lo importante
no es esa mentira inevitable. Lo importante es cómo la usa el fotógrafo, a qué
intenciones sirve. Lo importante, en suma, es el control ejercido por el fotógrafo para
imponer una dirección ética a su mentira. (Fontcuberta, 1997, p. 15)

Cuando Fontcuberta señala la importancia de la intencionalidad del fotógrafo, toca un punto


fundamental que tiene que ver directamente con el propósito de este ensayo y es la validez ética de
ciertas fotografías documentales/reportaje en la actualidad.

Es un hecho que todo el tiempo ocurren eventos que definen la historia, la sociedad y la cultura, la
capacidad de la sociedad de retratar dichos momentos para la posteridad no interviene en que se den
o no, incluso antes de la existencia de la fotografía, los episodios históricos han sucedido, sin
embargo, el que sean fotografiados facilita a las personas aprender, conocer y generar un juicio al
respecto. Más aún, los contenidos audiovisuales de ciertos momentos históricos permiten a las
sociedades recordar y sensibilizarse, tal es el caso de la serie fotográfica del afamado fotógrafo
Roberto Capa en el desembarco de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. El documento
es sumamente relevante y no existe otro material similar a este. Las fotografías de este reportaje
muestran hombres, casi sombras, entre las olas del mar, con embarcaciones navales, obstáculos
metálicos e incluso en algunas puede observase la expresión desesperada de algún soldado. No hay
censura, Capa logró retratar la dinámica y el terror del combate.

Sin embargo, el cuestionamiento tiene más que ver en la intencionalidad con la que una persona
decide fotografiar un suceso, se trata del mensaje que se pretende dar a la población. Tomando como
ejemplo el caso del normalista Julio Cesar Mondragón asesinado en Iguala, Guerrero en septiembre
de 2014, es importante señalar primero la importancia en difundir el caso para denunciar la política
de contrainsurgencia y violación sistemática de los derechos humanos que se ha llevado a cabo en el
estado desde hace varias décadas, en especial contra la Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Su difusión
resultó fundamental en el reclamo de justicia de miles de personas en México. Sin embargo, la forma
en que los medios de comunicación manejaron la información, sobre todo a través de la fotografía,
transmitió un mensaje totalmente diferente. El hecho es que cuando se menciona a Julio Cesar, es
más probable que la gente lo identifique por las circunstancias en las que su cadáver fue hallado, con
signos de tortura y el rostro completamente desollado; lo anterior se debe a la amplia difusión de la
fotografía del cadáver en el lugar de los hechos. El suceso conmocionó a la sociedad por su
brutalidad, pero más allá de eso transmitió un mensaje de terror a la población “esto es lo que sucede
a los que no se portan bien”, es un mensaje de terror más que de lucha, la promesa de un castigo
ejemplar para aquellos que deciden organizarse y movilizarse.

Sin embargo, es poco probable que los medios tuvieran esa intención, es factible que esta fotografía,
al igual que muchas otras que aparecen en las primeras planas de periódicos de nota roja, fuera
difundida con el objetivo de atraer el morbo de las personas y así incrementar las ventas. La tarea del
periodista en ese momento se transforma, ya no es su principal prioridad informar a la población
sobre un suceso, sino manipular emocionalmente al lector, estimular la curiosidad mórbida de tal
manera que la gente consuma su producto, a dichos medios les importa vender, no así lo que venden.

Froind continua con su descripción sobre la importancia del surgimiento de la fotografía en los
medios de comunicación al señalar lo comprometida que puede estar la información de los medios:
La fotografía inaugura los mass media visuales cuando el retrato individual se ve
substituido por el retrato colectivo. Al mismo tiempo se convierte en un poderos medio
de propaganda y manipulación. El mundo en imágenes funciona de acuerdo con los
interese de quienes son los propietarios de la prensa: la industria, la finanza, los
gobierno. (Freund, 1983, p. 95)

Si el mensaje transmitido por medios de comunicación responde a los intereses de particulares,


entonces se podría afirmar que su principal objetivo no es informar a la población, sino procurar las
ventas y la prosperidad de la empresa. Sin embargo, falta por incluir el factor moral que puede o no
justificar dichas acciones. Por un lado, Adela Cortina (2001) habla sobre las corrientes hedonistas
cuya moral los lleva a la búsqueda de felicidad mediante el placer, evitando el dolor y el sufrimiento
(p.31), en cuyo caso el actuar de dichos consorcios informativos estaría guiado por la búsqueda del
bienestar y felicidad personal, anteponiendo sus intereses a los de la gran mayoría. El problema con
esta justificación es que, como se ha señalado, el oficio de la información lleva consigo una gran
responsabilidad pues el juicio de millones de personas se basa en la información que los medios
hacen llegar a sus manos. No puede, por tanto, anteponerse su interés personal por encima del
bienestar colectivo. Cortina prosigue su repaso por las distintas morales, señalando la existencia de
“aquellos sistemas éticos que colocan la noción de «deber» en un lugar central de su discurso,
relegando a un segundo plano la cuestión de la felicidad.” (Cortina, 2001, p.36). En una institución
como la informativa, es importante regirse por la moral de la responsabilidad, entendiendo el gran
peso que tiene la información que se difunde.

Con lo anterior no se pretende menoscabar la labor de gran relevancia histórica, política y social que
han desarrollado un gran número de medios de comunicación y reporteros a lo largo de la historia.
Si bien, hoy la sociedad se encuentra frente a emporios de comunicación que se rigen bajo las leyes
mercantilistas, también se pueden enlistar periódicos como Regeneración en la época de la
Revolución Mexicana, que se opusieron a la política del régimen e hicieron una labor importante de
información y denuncia sobre los hechos de su tiempo, así como fotoreporteros que han apuntado
sus lentes hacia los sucesos de importancia, dejando vivo testimonio de lo que vivieron, sintieron y
observaron en aquel lugar.

Sin embargo, en más de una ocasión esto ha traído consecuencias para aquellos que se han conducido
guiados por la moral del deber, llegando peligrar su trabajo, e incluso sus vidas. Tan sólo desde el
año 2000 hasta la fecha, la organización Artículo 19 reporta 133 asesinatos de reporteros por causas
posiblemente relacionadas con su labor periodística (Artículo 19, 2020). Uno de los casos
emblemáticos fue el homicidio del fotoperiodista Rubén Espinosa, quien fue ejecutado junto con
otras cuatro mujeres en un apartamento de la Ciudad de México. Espinoza huía de la persecución del
gobierno del exgobernador de Veracruz Javier Duarte, después de recibir amenazas debido a su
cobertura sobre movilizaciones sociales en dicho estado. En este caso, es palpable como en un punto
determinado los códigos morales para ejercer la profesión del periodismo pueden ir en detrimento de
la integridad física de las personas. Con esto no se pretende justificar la mala práctica de los medios
de comunicación, sino evidenciar que la sociedad actual no permite un ejercicio libre y ético de los
medios de comunicación, en palabras de Fontcuberta:

No deja de ser paradójico que el acopio de razones por las que se prohíbe en algunas
circunstancias tomar fotos, nos ofrece de propina la mejor lección sobre los valores
estéticos, semióticos, psicológicos y antropológicos de la fotografía. Control de la
memoria, difusión de información, seriación... "Extraordinaria densidad de pequeños
detalles, visión más allá del ojo desnudo, exactitud, claridad de definición,
delineación perfecta, imparcialidad, fidelidad tonal, sensación tangible de realidad,
verdad." Cuando James Borcoman se propone enumerar los signos de identidad del
estatuto icónico de la imagen fotográfica, en realidad también enumera los motivos
de su prohibición. Si la fotografía infunde temor, si puede lesionar. ciertos intereses,
si constituye una transgresión de determinada normativa, es justamente porque
detenta esos signos de identidad. (Fontcuberta, 1997, p. 32-33)

En muchas ocasiones el límite de lo posible en la actividad periodística está marcado por lo que
podemos hacer mientras eso no signifiqué el fin de la vida del propio periodista, como lo menciona
Adela Cortina con el principio de la ética de la responsabilidad convencida, poniendo como
principio de acción el uso de la racionalidad estratégica, que busca el complimiento de dos metas a
decir “1) la conservación del sujeto hablante y cuantos de él dependan; 2) poner las bases materiales
y culturales para que algún día sea posible actuar comunicativamente sin que con ello peligre la
conservación propia y ajena.” (Cortina, 2001, p.158).

En conclusión, el papel del fotoperiodista consiste en desarrollar una moral del deber, para capturar
imágenes que sean de relevancia para el conocimiento de la población, teniendo cuidado en los
elementos y el mensaje que se pretende transmitir, y al mismo tiempo, tomando en cuenta la
racionalidad estratégica para llegar tan lejos como sea posible sin que ellos signifique un peligro
significativo a su propia integridad.
Bibliografía

• Artículo 19. (2020, mayo 19). Periodistas asesinados en México, en relación con su labor
informativa. Recuperado 30 de junio de 2020, de
https://articulo19.org/periodistasasesinados/
• Cortina, A. (2001). Ética. España: Ediciones Akal S.A.
• Fontcuberta, J. (1997). El beso de Judas. Fotografía y Verdad. España: Editorial Gustavo
Gili S.A.
• Freund, G. (1983). La fotografía como documento social. España: Editorial Gustavo Gili
S.A.

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