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Los rostros de la masculinidad.

16 de mayo de 2020: Masculinidad perversa y fagocitación de la mujer. Un caso clínico.


Teresa Sánchez.
H.M, varón, 56 años. Divorciado con dos hijos de dos madres diferentes. Procede de trabajo en
el campo. Mayor de 5 hermanos, todos varones. Padres fallecidos cuando tenía 5 y 10 años. No
mantiene relaciones sociales, ni siquiera de familiares. Únicos contacto amigos esporádicos para
planes de ocio. No muestra alicientes fuera del trabajo.

Casero, creencia con aspectos megalómanos: se define como hombre bien situado, viviendo en
barrio bueno, coche de alta gama, apuesto, colegio de prestigio, y puede pagar buenos servicios:
abogado, asesor fiscal, médico, psicólogo.

Se presenta a consulta refiriendo que ha decidido contactar con la terapeuta ya que ha


contrastado que “es la mejor”- haciendo alarde de nuevo de su capacidad de conseguir los
mejores servicios.

Físicamente, vientre abultado, papada, ojeras y lleva gafas. Presente higiene descuidada, ropa
sucia y mal olor, acudiendo a consulta tras la jornada de trabajo sucio y maloliente – lo que refleja
dificultad para concebir al otro (terapeuta en este caso) como sujeto al que respetar, sino
simplemente como objeto que debe satisfacer sus necesidades o sus demandas. -

Tono despótico, invisibilizando la figura terapéutica, siendo la terapeuta únicamente un producto


calificado como “lo mejor” sumado a la lista de compras que su alto nivel económico se puede
permitir.

Neutraliza la condición de mujer y edad de la terapeuta. En una ocasión, durante los dos años
que duró el tratamiento, la terapeuta suspende las sesiones durante 3 meses por temas de salud,
ante lo que HM no muestra ningún interés.

Sarcástico con aspectos físicos, de vestimenta, de posición de las mujeres, pero nunca del de la
terapeuta. No por atrevimiento, sino porque sólo la veía como terapeuta (función oracular) y no
como persona.

Poseedor de una empresa, entando a cargo de un gran número de trabajadores a los que les
ofrece un trato humillante, a los que nunca hace referencia con nombre propio. Habla de “el
portero”, “el repartidor”, “el transportista”. Instrumentalizando a las personas que le rodean
según sus funciones propias. Trato frío, pícaro, manipulador y fraudulento. Se justifica que en
tratos de dinero todo es justificado porque “si no la metes, te la meten”.

HM, espera de la terapia, que la psicóloga le suministre a modo de “máquina expendedora” de


soluciones para que pueda encontrar pareja antes de que se estropee más; Tiene patologías
severas, diabetes, impotencia fluctuante. Se cuida poco o nada en cuanto a alimentación o sueño.
Padece insomnio. La demanda volcada en la terapeuta era conseguir magnetismo hacia las
mujeres

Mantenía chats con mujeres mostrando fotos no propias, negaba su edad (restándose entre 15 y
18 años) y el hecho de tener hijos. Creo una pseudología falsa a veces difícil de solventar por
incongruencias. No usaba un nombre único, lo cual le provocaba problemas porque se confundía
en los datos que daba de sí mismo. Mantenía relaciones eróticas simultáneamente con mujeres,
evitando encuentros reales para no ser descubierto su realidad y su aspecto físico. Buscaba un
reforzamiento narcisista a través de estos chats.

En una ocasión, provocó un encuentro sexual con una chica que tenía alrededor de 20 años, a
quien le propuso el juego de acudir a su casa y mantener un encuentro a oscuras, renunciando a
ver el cuerpo de la chica a cambio de mantener su identidad ficticia. Encuentro que fracasó ya
que el tacto delata a HM y la chica huye de su casa horrorizada.

Se aseguraba el deseo de esas mujeres que eran solitarias, más jóvenes, menos experimentadas,
y que él era una suerte que les ha llegado.

Su ciberadición invadía su tiempo de ocio y trabajo y de su segunda esposa. Alardeaba ante su


mujer de sus conquistas eróticas y las usaba como estimulación erótica. Obligaba a su mujer a
escuchar sus relatos eróticos, provocando así que un tercero que incrementase su deseo.
Copulaba con dos mujeres y obligaba a su mujer a actuar como una de esas prostitutas de las que
hacía uso. Obligaba a su mujer a despojarse de su identidad.

Padre putero, por cuestiones de trabajo realizaba viajes donde pernoctaba en moteles y
prostíbulos. Madre consciente de infidelidades del padre, que en ocasiones desembocaba en ira,
irritabilidad, resignación, pero quedaba vacía de afecto hacia sus hijos.

Socialmente familia respetable, realidad humillante, invalidación a la capacidad intelectual de los


hijos.

Padres convertidos en ricos era el mito familiar y se convierte en lema a seguir.

Los 5 hermanos eran varones que sólo podían socializar con niños de cierto status social,
invalidando desde la familia primaria, las posibles relaciones de amistad que surgieran en el
ámbito escolar y que no estuvieran a la altura de su clase social. HM no conseguía buenos amigos
y por ello era castigado.

A los 22 años, la familia le elige la novia, consolidando su poder y dinero, acreditando de que sus
hijos eran machos alfa mostrando poderío en la berrea.

HM recuerda a su madre triste y de mal humor por todas las humillaciones de su padre y tío,
desarrolla deseos sexuales como acción y no como afecto. Tinte tribal y primitivo a modo de la
sexualidad de su padre. A los 9 años recortaba fotos de mujeres desnudas y pasajes donde se
describían contenidos eróticos. En su fantasía abría un sinfín de posibilidades.

Las mujeres eran etiquetas como piezas de consumo y su coleccionismo era un puente para una
posesión posterior. En el futuro coleccionara piezas de prostíbulos y hoteles. Afirma haber
mantenido relaciones sexuales con alrededor de 200 mujeres.

Mantuvo su primer matrimonio durante 10 años que se rompió tras infidelidad por parte de ella
con compañeros de trabajo. “Se acostó con toda la plantilla”. Tras el divorcio, mantienen
relaciones sexuales durante el siguiente año – mucho más satisfactorias que las que habían
mantenido durante el matrimonio- en las que él le pedía a su exmujer que le relatase las
relaciones sexuales que había mantenido con sus compañeros cuando le era infiel. Los
encuentros consistían en la reproducción de las prácticas sexuales que su mujer había mantenido
durante el adulterio. Reafirmando así su potencia y su hombría, pudiendo demostrar que él era
capaz de reproducir las mismas posturas, los mismos encuentros. Alimentando su narcisismo.

Con su segunda mujer, 10 años más joven que él, guapa, alta, con carrera profesional terminada,
pero sin trabajo y sin haber ejercido profesión – aquí el dinero le daba un poder especial, ya que
generaba dependencia económica satisfaciendo sus caprichos-. Mantuvo una relación libre de
afecto, utilitaria. Le pedía “ponerse guapa” para salir a pasear por el centro de la ciudad, haciendo
así alarde de su trofeo y mostrando que la infidelidad de su primera mujer, lejos de conducirle al
fracaso, le había supuesto un triunfo. Imponía en esta relación relaciones sexuales diarias, en las
que, de nuevo, pedía a su mujer que le relatase las prácticas sexuales experimentadas
anteriormente, reproduciéndolas. Entre estos relatos, la mujer llega a exponer una experiencia
de incesto/violación con su padre siendo menor, esto le excita especialmente ya que ahí tenía
que superar no sólo a amantes anteriores, sino al padre de su mujer.

En ocasiones ha referido, alojarse en hoteles con vistas a parques, para poder observar desde allí
cómo se relacionaban los jóvenes, cómo eran sus practicas sexuales o de cortejo y poder
aplicarlas, manteniéndose actualizado de las nuevas técnicas. Algo que consideraba “formación”.

Análisis del caso


- Narcisismo sobrecompensando
- Función oracular – de la terapeuta
- Fagocitación
- Despersonalización
- Voyerismo – a través de los relatos.

MALESTARES MASCULINOS VS MOLESTARES MASCULINOS (Luis Bonino). En rojo los detectados.

1. Trastornos por sobreinvestimiento del par éxito-fracaso: Trastorno por búsqueda


imperativa del éxito y control. Obsesión – compulsión por la sexualidad propia. Trastorno
por sentimientos de fracaso viril. Retracción vital, timidez, aislamiento, falta de deseo.
Ligereza en la externalización de culpas. Establecimiento del Oxímoron torturador –
salvador.
2. Patologías de la autosuficiencia con restricción emocional: Síndrome de impasibilidad
masculina, alexitimia -pensamiento operatorio, trastornos somáticos, falta de empatía-,
fobia a la intimidad, dependencia de la pornografía, delirio de autosuficiencia, adicción a
la tecnología, sobreinvestimiento del quehacer para sí, homofobia, dependencia
emocional de las mujeres -parasitismo emocional-.
3. Trastorno por sobreinvestimiento del cuerpo – máquina muscular: Adicción a los
gimnasios, deportes temerarios, con desgarros y fracturas, sobreinvestimiento del
cuerpo exterior y desinvestimiento del interior, mal manejo de las enfermedades -
hospitales, sangre, etc.-
4. Hipermasculinidades: Machismo grupal callejero, exceso de alcohol y drogas,
emparejamiento con mujeres muy jóvenes.
5. Patología de la perplejidad o trastornos de la masculinidad de transición: “Perder el
norte” -no hacer pie ante la falta de referencias tradicionales-, ocultamiento de los
ajustes que se hacen en privado para no recibir burlas, crisis de identidad masculina.
6. Trastorno derivado de orientaciones sexuales no tradicionales: abuso de poder y
violencias, egosintónicos, violencia de género, abuso de poder, violencia intragenéricas,
bulling a los “menos hombres” “menos dueños de la verdad”, abuso de autoridad,
patologías de la paternidad y la responsabilidad procreativa (dejación del rol
continente/protector parental, uso perverso de los hijos, uso sádico de la educación,
rivalidad patológica hacia los hijos varones, huida o desentendimiento ante embarazo)

¿Qué significa ser un hombre? A través de la masculinidad hegemónica, Luis Bonino.

1. No tener nada de mujer


2. Ser duro, no mostrar afecto.
3. Cumplir con el deseo propio.
4. Ser importante, el valor de la jerarquía.

La masculinidad y perversión, en este caso, se conforman recíprocamente. Evidencias:

IMPOSIBILIDAD DE VÍNCULO: Fruto del fracaso del apego infantil y de un narcisismo primario
sobre bases artificiosas y frágiles, estructura perversa y cínica que se sedimentó tempranamente
por la introyección de la figura paterna de similares características. Imagen de un ideal del yo
deformado en la creencia de que sus rasgos llevarían aparejado el éxito social y económico, la
hombría, el dominio patriarcal sobre la prole y el respeto temeroso de los plebeyos asalariados a
su cargo, “segundos hombres”.

DEPRESIÓN NARCISISTA: Suele ser una depresión enmascarada, camuflada bajo la acción, el
ocultamiento emocional, la ira, la negación de la debilidad. Su apariencia suele ser: Aislamiento,
irritabilidad, escapar de situaciones afectivas y sociales, se da el modo huraño (aislamiento
silencioso, que no acepta que le digan nada) y el modo agitado (con predominio de la irritabilidad,
la explosividad y la amargura. Un animal enjaulado, hipersusceptible, hiperactivo e inaguantable
por sus exigencias. Suele descubrirse por sus consecuencias: intoxicaciones frecuentes,
accidentes, suicidio, asesinato de hijos…)

Este tipo de perfiles, suele quedar fuera del tratamiento terapéutico, ya que la incapacidad de
introspección por parte de personas tan primitivas como HM, no suelen demandar ayuda
terapéutica que pase por la palabra. ¿Qué razones me llevaron a asumir un caso que podría
parecer claramente inaccesible o inanalizable? La sintomatología depresiva que destacaba en la
consulta por encima de cualquier otra consideración. Filtré la incapacidad de adaptación de un
hombre con un modelo mental y capacidad cognitiva claramente desajustado del contexto, de
un entorno que le aislaba y repelía porque él encarnaba coordenadas medievales de virilidad.

Todas las personas para las que él había resultado significativo, acababan alejándose de él y
tratándole como un apestado social. Él no buscaba en la terapia resolver su sufrimiento mediante
su propio cambio, sino potenciar su atractivo para garantizar la perpetuación de un modelo de
poder y control sobre el objeto. Por lo demás, sus objetos de relación, debían adaptarse a sus
pretensiones, abandonándolos si no cumplían la función de objetos narcisistas. Si ellas no eran lo
bastante guapas, ricas, jóvenes… bien decoradas o interesantes.

Su construcción desemboca en depresión ante el fracaso de las construcciones idealizadas y


fetichizadas del objeto. Ellas no le importaron nunca como mujeres, le importaban como objeto
para su deseo sexual, convertidas en puro objeto de uso. Cuando estas expectativas se
desmontan por las mujeres se apartan de él, destruyendo su ideal irreal y quebradizo, emerge la
depresión narcisista.

Las manifestaciones perversas, semejan ser el equivalente de un yo maníaco y omnipotente


mediante el cual puede inventarse, crearse, construirse… HM es un impostor, cuya aspiración es
ser un hombre que vence su propia castración, su impotencia, su vejez, su soledad… Él sabe que
no significa nada para nadie en el momento en que hace la consulta, sabe que nadie le quiere.

Certificación de un nuevo hombre de narcisismo depauperado, por la crisis del modelo patriarcal
y el advenimiento de mujeres libres que pueden elegir, mujeres que pueden no elegirle, dejando
en evidencia su ridiculez.

Con el fin de no ser humillado o descubierto en su precariedad, así, no admitía en su círculo


ninguna mujer igual, así podría anularlas, vejarlas, o tiranizarlas. Las mujeres con las que se
relacionaba, siempre rompían la igualdad, buscaba mujeres (según él) más tontas, más pobres,
menos preparadas, mas jóvenes, menos experimentas…

LA CASTRACIÓN.

Crastnopol, M. (2011). En su obra sobre Microtraumas, habla del concepto “Intimidad


inquietante”.

LO INQUIETANTE “La intimidad inquietante” – Uno se apodera del otro, la dulzura de la intimidad,
enmascara y oculta la agresión o el abuso que se comete. Aparentemente, se establece un
acuerdo íntimo. En cada pareja, hay que establecer, cual es el límite exterior, pero también cual
es el límite interior, el límite de lo intolerable. Es claro que, en sus relaciones, HM buscaba
establecer intimidad, pero eligiendo una forma perversa. Buscando una aparente cooperación
deseante de un objeto externo.

MASCULINIDAD PERVERSA (Joyce MDougall) – Coacción, ausencia de empatía por el otro, no


reconoce la subjetividad, no establece intersubjetividad, no hay intimidad.

GUIONES TRANSGENERACIONALES –reproduce patrones paternos, cada nueva repetición es una


viga más en la edificación del mito familiar patriarcal, el legado maldito que ha alcanzado tanto a
HM como a sus otros hermanos procede de las identificaciones inconscientes alienantes y operan
como una especie de quiste psíquico de fosilización, de petrificación de la masculinidad que han
ejercido previamente padre, tío, abuelo… de la que HM no parece ser capaz de sustraerse, ni
evolucionar.

ENACTMENT- búsqueda de objetos que no se revelen, como tampoco lo hizo su madre, que solo
actuó póstumamente su ferocidad contra el padre. No es casualidad, que las esposas de HM,
como las de sus hermanos, si ejecutaron esos enactment que su madre no actuó. Demostrando
así que reaccionaron a la decadencia del modelo patriarcal que habían heredado. Ellas, actuaron
la protesta desgarradora que la madre de HM había recibido.

ESCISIÓN DEL AFECTO – Desplazamiento de toda su carga sobre la sexualidad-cosa prosaica y no


vinculante. Casi retórico es señalar la fijación ambivalente, no integrada, a sucesivos objetos
parciales que le defienden de la fusión primaria con la madre, que le protegen del riesgo
incestuoso que su identificación paterna. En la medida en que las mujeres-cosa de la pornografía
y los clubes podían ser despersonalizadas y mezcladas en un amalgama de cuerpos sin rostro ni
nombre, solo quedaba el nombre y rostro de la madre.

DONJUANISMO – Su donjuanismo de tarjeta de crédito le permite librar de la angustia de


castración.

La incomodidad transferencial, derivaba de la incapacidad de subjetivación, ni la poseía, ni se la


otorgaba a los objetos de trato: laborales, familiares, sexuales.

La forma de comunicación neutra, distante, funcional envolvía las sesiones de un aura maquinal
e irreal.

Al relatar cualquier episodio, la disociación se hacía patente, con el uso siempre de la tercera
persona: “Uno está cansado de esperar a quien no llega” “Tener éxito con las mujeres, te da
puntos” “Se supone que se puede encontrar a alguien mas joven y guapa que quiera estar con un
hombre mayor”. No hay sujeto en el discurso, no hay implicación, no hay verdadera confesión o
entrega de sí mismo.

No se percibe un intento de timidez, respeto o contención, sino pura simulación. Juega a


esconderse, pretendiendo que “la experta” le descubra, sin arriesgar su orgullo, poniéndolo a
prueba, exigiendo que la terapeuta demuestre que vale lo que paga por el cumplimiento de su
función.

Despojamiento de la subjetividad en la transferencia, transferencia operatoria.

Nunca faltó a ninguna sesión, ni se retrasó. Incluso, a menudo solicitaba más sesiones de las
acordadas. Pero no se molestaba en ducharse o cambiarse de ropa entre sus faenas en el campo
y la sesión. Viniendo con los zapatos llenos de barro, la camisa empapada en sudor, el pelo
desgreñado y oliendo muy mal.

Tras la envoltura perversa, se aprecian dos problemas: la simulación y la impostura.

Lola López Mondejar, acuñó la expresión “hombres huecos”, en HM no hay sujeto, por lo tanto,
no puede haber espacio ni intra, ni intersubjetivo. Si no hay sujeto auténtico, solo cabe la
simulación relacional de relaciones decepcionantes y vacías.

La causa es temprana, viene de la incapacidad de amar de la madre, no se produjo esa fusión


necesaria con el objeto amoroso. La madre estaba profundamente resentida por las infidelidades
del padre y solo despuntó como sujeto una vez que él murió, pero fue con un mecanismo de
absoluta identificación con el agresor, incorporando todo el sadismo del padre redirigido contra
los hijos.
HM ha recibido el máximo daño y causa el máximo dolor, nunca habitó cómodamente su propio
yo, desarrollo una “caracterosis perversa” en términos de Recamier o de perverso narcisista.

La imposible intimidad. Cuando la duración de alguna de sus parejas le hubiera permitido crear
un espacio íntimo, lo evitó aterrado. En esos momentos, fomentaba el escaparate narcisista.
Deseaba ser visto y admirado acompañado de mujeres bonitas que reafirmaran su éxito y su
condición de “macho envidiado”. Sin embargo, cuando las mujeres desaparecieron de su
entorno, la calle resulto fóbica para él. El rechazo de ellas era vivido más como una amputación.
Sin la compañía de una mujer bella, consideraba que era clamoroso, sintiendo casi de forma
delirante, que, yendo por la calle se mostraba como un fracaso de hombre.

Complementariamente, consideraba su hogar una jaula y el placer de la intimidad una quimera.

La terapeuta tiende a pensar, retrospectivamente, que su progresiva y casi constante impotencia,


se mostraba como un ensayo de neurosis, un modo de abandonar su perversión narcisista.
Comenzó a aparecer, cuando empezó a dudar de su poder narcisista como hombre. Cuando se
sentía medido por la mirada de una mujer deseada, entonces, temía fallar y fallaba. Derrumbando
así su yo ideal maníaco, metaforizado en un pene flácido.

Al no haber conservación del objeto más allá del fugaz arrebato pasional, sobrevenía el vacío que
empujaba a una nueva búsqueda desesperada de nuevos objetivos.

Desarrolló una gran ansiedad a ser visto solo, le producía un gran dolor narcisista. Para él era
preferible no ser visto y ser olvidado y que nadie recordara que había existido, antes que ser visto
solo y se encerró en casa. Para él, la mujer solo cumple una función de sostén de su narcisismo,
pero sería una amenaza si fuera reconocida individualidad. Por eso, invade, avasalla, culpabiliza,
castiga, violenta… para no sentirse obligado a reconocer su espacio propio y sostener la ilusión
de ser el dueño de sí mismo.

Para él, la mujer es un objeto narcisizante, del que se nutre vaciándolo por completo, cortando
todas las vías posibles de apego con él. Por que ellas nunca son objetos independientes. De ahí
que desde el principio haya hablado de fagocitación de la mujer, no es solo explotación. El
absorbe todo lo bueno que ellas puedan tener, para su propia elevación narcisista, pero las
despoja de subjetividad, incluso de identidad.

En cuanto a las razones del impasse terapéutico, lo que condujo al abandono del paciente
aprovechando unas vacaciones de verano… Se observa la imposibilidad de construir intimidad en
el trabajo analítico. También intervino la defensa contratansferencial ante las maniobras
constantes de despersonalización y de instrumentalización. Degradando la “función alfa” del
terapeuta, donde el terapeuta ya no puede hacer nada, no sirve ni como oráculo.

Puede haber alimentado su narcisismo ganando el pulso a “la mejor” que tampoco ha sabido
darle solución.

Lectura recomendada: Un caso de masoquismo perverso: esbozo de una teoría, Michel de M'Uzan.

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