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Goldfried & Davidson - Técnicas Terapéuticas Conductistas PDF
Goldfried & Davidson - Técnicas Terapéuticas Conductistas PDF
DAVISON
TECNICAS
TERAPEUTICAS
CONDUCTISTAS
Sy
EDITORIAL PAIDOS
BUENOS AIRES — BARCELONA
Título del original inglés
CLINICAL BEHAVIOR THERAPY
Holt, Rinehart and Winston, Nueva York
Versión castellana
RUBEN M. MASERA
Impreso en la Argentina
PRINTED IN ARGENTINA
Queda hecho el depósito que proviene la ley 11.723
O
Copyright de todas las ediciones en castellano
by EDITORIAL PAIDOS,S.A.LC,F.
Nota al lector 13
Primera parte
CONSIDERACIONES BASICAS
Segunda parte
TECNICAS ACTUALES DE LA TERAPIA CONDUCTISTA
. ENTRENAMIENTO DE RELAJACION 87
Mn
O
>O
4/10. PROCEDIMIENTOS DE REFUERZO
197
El refuerzo
El castigo 197
La extinción 197
Otros conceptos operantes 198
El condicionamiento operante de los adulto 198
El condicionamiento Operante de los niños
s 19
Indicaciones (202
211
>
Resumen
211
sn 2
Tercera parte
LA DECISION DE LA APLICACION CLINICA
44AaAnRAassa
S 215
Heurística de la decisión
Ansiedad 216
Depresión 216.
Falta de asertividad 219
Autoconcepto negativo 222
Crisis de identidad 225
Resumen 226
228
12. PRESENTACION DETALLADA DE UN
CASO 229
Conductas conflictivas y antecedentes histó
ricos 229
El tratamiento
Formulación de los problemas y examen de los procedimie 230
ntos
terapéuticos
244
13. LA ETICA DE LA MODIFICACION DE
LA CONDUCTA 247
El entrenamiento asertivo de las mujeres
La terapia conductista de los niños 249
Terapia conductista de la homosexualidad 230
'os problemas éticos y legales planteados por las 251
SL
poblaciones
de internados
El problema de la franqueza terapéutica 253
Una nota sobre el compromiso con lacomunida 255
d 256
Resumen y consecuencias
256
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
258
UU
AGRADECIMIENTOS
Los autores agradecen la autorización que les fuera concedida para citar
párrafos de las siguientes obras:
T. R. Sarbin y V. L. Allen, “Role Theory”, incluido en G. Lindzey y E.
Aronson (comps.), The Handbook of Social Psychology, Reading, Mass,,
Addisson-Wesley, 1968, 2a. ed., vol. L
A. Ellis, Reason and Emotion in Psychotherapy. Copyright O 1962
Institute for Rational Living. Publicado por acuerdo con Lyle Stuart.
mo-
M. R. Goldfried y D. M. Pomeranz, “Role of assessment in behavior
dification”, Psychological Reports, 1968, 23, 75-87.
A. Bandura, Principles of Behavior Modification. Copyright O 1969 by
Holt, Rinehart and Winston, Inc. Reimpreso con la autorización de Holt, Ri-
nehart and Winston.
90D OS
II EIIEIIIEIIEIEIIEIIEIUIUUULUULLUD
A Anitay Carol
NOTA AL LECTOR
0
14 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
cuentan ya con
sexual graduada de Wolpe, Lazarus, y Masters y Johnson, que
de vista de la tera-
descripciones cabales. Aunque examinadas desde el punto
técnicas propues tas pueden aplicarse en
pia individual, las consideraciones y
de medios, incluido s el aula, el centro asesor universi tario,
una amplia gama
trabajador so-
la sala psiquiátrica, la clínica de salud mental y el dominioco delayudand o al lec-
cial. Esperamos que el libro satisfaga un objetivo heurísti
marco conductal.
tor a generar innovaciones clínicas dentro de un amplio
El público al que nos dirigimos es variado, De ningún modo es éste un li-
a los terapeut as conducti stas. Expone mos la terapia con-
bro destinado sólo
clínicos de otras
ductista en un contexto amplio, permitiendo así que los
istas en su
orientaciones teóricas puedan integrar procedimientos conduct
práctica . Entre los grupos profesio nales para los que hemos escrito
propia
trabajadores socia-
este libro se cuentan los psicólogos clínicos, psiquiatras,
y paraprofesiona-
les, asesores y maestros, como también consejeros de pares
les cuya responsabilidad en la asistencia del prójimo es cada vez mayor. Los
s
estudiantes hallarán abundante material de valor e interés en los ejemplo
de los fascinantes
clínicos presentados, y podrán enriquecer su comprensión
aplicación.
y dificultosos vínculos existentes entre teoría, investigación y
ha influido sobre nosotros . Dar a conocer el nombre de todos
Mucha gente ar
a de este libro equivald ría a mencion
los que han contribuido a la sustanci
de nuestros colegas, alumnos y ex profesor es. Debemo s sa-
a la mayor parte
gravitación
tisfacernos con nombrar sólo unas pocas personas de particular
una deuda especial. Albert Bandura nos inculcó la
con las que contrajimos
Arnold
importancia de la teoría y la investigación en la terapia conductista;
de trabajo clínico que pone de relieve el
A. Lazarus nos procuró un modelo
desafío intelectual y emocional que significa traducir -principios abstractos
sensibilizó
a procedimientos clínicos viables y realistas, y Perry London nos
éticos y sociales que plantea la interve nción terapéut ica.
a los problemas
ia creció a
Existe un grupo especial de personas cuya profunda influenc
pensami ento y nuestra práctica fueron evoluci onando
medida que nuestro
de los años. Al permiti rnos compart ir sus experien cias, dificult ades
a través
ron lo que la sola teoría y la sola in-
y alegrías, nuestros clientes nos procura
podían procurar : el constan te estímul o que significa enfren-
vestigación no
no cambiar
tarse conceptual y prácticamente con los problemas humanos. Al
nos
siempre como la teoría y la investigación lo sugieren, nuestros clientes
es de
obligaron a veces a revisar y aun a abandonar nuestros métodos habitual
les agradec emos que nos hayan permi-
encarar los problemas clínicos. Mucho
tido aprender de ellos.
de las
Varios colegas y amigos apreciados aportaron una incisiva crítica
este libro, e incorpo ramos algunas de sus sugerenc ias.
primeras redacciones de
z y
Agradecemos a Paul L. Wachtel, G. Terence Wilson, David M. Pomeran
pacien-
Alan O. Ross. Deseamos agradecer a Deborah Doty por su infinita
sión, a Johnna Barto, por su habilida d de correcto ra, y, en es-
cia y compren
las múltiple s versione s del ma-
pecial, a Sharon Worksman, por dactilografiar
24327 del Institut o Naciona l de Salud Mental facili-
nuscrito. La subvención
tó grandemente nuestro trabajo.
NOTA AL LECTOR 15
En las etapas finales del manuscrito se nos hizo cobrar dolorosa concien-
cia del sexismo intrínseco en lo que habíamos escrito. Fue más fácil darse
cuenta de que no todos los docentes ni todos los progenitores son mujeres,
que lidiar con la índole fundamentalmente sexista de la lengua inglesa. He-
mos tratado de ser sensibles ante el prejuicio social relativo a los roles que
obra contra las mujeres, pero, como no somos verdaderos revolucionarios,
decidimos conservar las referencias convencionales a “él” en lugar de intro-
ducir innovaciones tales como pronombres neutros o recurrir a formas toda-
vía más entorpecedoras como “él/ella”.
Finalmente, queremos expresar nuestro cariñoso agradecimiento a Anita
Powers Goldfried y Carol Davison, quienes trabajaron largas horas en escla-
recer lo que era a menudo oscuro en el manuscritoy lograron alterar algunas
de nuestras actitudes sexistas. A ellas les dedicamos el libro.
M.R.G
.D
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PRIMERA PARTE
2
23
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E Zz
8
Z3
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Za
Z
oo
CAPITULO 1
PROBLEMAS CONCEPTUALES
DE LA EVALUACION CONDUCTISTA
IMPORTANCIA DE LA EVALUACION
EN LA TERAPIA CONDUCTISTA
1 Vale la pena tener en cuenta que este desinterés por los procesos internos no es par-
te necesaria del enfoque skinneriano (Skinner, 1953). Y, sin embargo, sostendríamos que
los terapeutas conductistas operantes en la práctica han evitado tales variables inferidas.
a TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
¿concepción de la personalidad
La mayor parte de los tests de personalidad tradicionales se basan en una
eoncención común del comportamiento humano y tienen por objeto la obten-
«ón de información acerca de la “estructura de la personalidad” del índivi-
eve Según sea la orientación teórica específica, las características inferidas
suelen ser “motivos”, “necesidades”, “impulsos”, “defensas”, “rasgos” u
as semejantes. Esta concepción tiene como idea central la del determinis-
mo psíquico; de acuerdo con ella, cierta dinámica subyacente es la que moti-
ya las acciones de la persona. Según este concepto de la personalidad, por lo
tanto, el modo más adecuado de predecir la conducta humana se basa en una
«valuación completa de esas características inferidas, de las que las acciones
vsanificstas son, supuestamente, una función.
A diferencia de esta orientación psicodinámica clásica, que se centra en
lus características que el individuo “tiene”, la concepción conductista pone el
seente en le que la persona “hace” en diversas situaciones vitales (Mischel,
3965). Es decir, la unidad básica de evaluación comprende la respuesta del in-
vividuo (manifiesta o interior) a aspectos específicos de su medio. Como lo
«“bservamos ya en este capítulo y-también en el capítulo 1, la conducta hu-
ana se concibe como determinada no sólo por las aptitudes interpersonales
ael individuo que resultan de la historia de su aprendizaje social, sino también
por factores ambientales actuales y/o por las consecuencias de la conducta.
Debe mencionarse que las tendencias más recientes de los círculos psico-
dinámicos hán comenzado a conceder mayor importancia a las influencias am-
bientales concurrentes y al grado en que el individuo es capaz de responder a
ellas (Wachtel ha descrito la situación actual del pensamiento psicodinámico).
desadaptadas.
Al tratar respuestas emocional :
es desadaptadas como la ansiedad
presión, el terapeuta conductista o la de-
actúa basándose en el supuesto
te alguna situación exterior que de que exis-
desencadena la conducta. Debemo
s admitir,
Variables organísmicas
EA
Aunque el creciente reconocimiento de las variables ambientales como fac-
tor determinante de la conducta constituye una tendencia positiva, la exclu-
sión de todo concepto inferido y el rechazo de los factores mediadores pue-
den limitar seriamente la capacidad del terapeuta para comprender y modifi-
car la conducta. La orientación enteramente ambientalista y no inferencial,
que Murray (1938) denominó enfoque periférico, puede obstaculizar la com-
DSEBRAAAAOCANAAAAAAOAAMAA
prensión de la conducta humana tanto como una orientación exclusivamente
centralista, Aunque las actitudes, las creencias y las expectativas de un indivi-
duo pueden a menudo modificarse mediante cambios en su conducta mani-
fiesta, hay veces en las que las variables organísmicas deben ser ellas mismas
el objeto de la modificación directa.
Un tipo de mediador consiste en las expectativas o la disponibilidad del
cliente acerca de ciertas situaciones. Como lo sugirieron Dollard y Miller
(1950) y también Ellis (1962); el modo en que una persona rotula o catego-
riza los acontecimientos puede teñir intensamente su reacción emocional en
tales situaciones. Además de interpretar las situaciones de un modo que pueda
crear problemas, una persona puede crearse también dificultades por el modo
en que rotula su propio comportamiento. En la medida en que un individuo
considere que su conducta desadaptada es señal de que se está “volviendo
loco”, es descontrolada o pone de manifiesto una grave dolencia física, su
problema será aun más complejo. Otra importante variable mediadora consis-
te en las normas de autorrefuerzo que uno mismo establece. Aunque un clien-
te se desempeñe en un nivel adecuado de eficacia según las normas sociales,
el problema que enfrenta puede ser consecuencia de que considere su con-
ducta por debajo de lo que él mismo exige; en tales casos parecería que las
38 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Variables de respuesta
El punto esencial por considerar en este caso debe coincidir con el linea-
miento general sugerido por Mischel (1968): “En el análisis de la conducta, se
debe destacar lo que hace una persona en una situación, más bien que extraer
inferencias acerca de los atributos que posea de manera más global” (pág. 10).
En otras palabras, la evaluación de las variables de respuesta debe centrarse en
muestras de la conducta desadaptada en la situación específica, incluidas in-
formaciones acerca de su duración, frecuencia, generalidad e intensidad.
Aunque a veces resulta difícil, es necesario diferenciar las respuestas pri-
mordialmente reactivas de las que son operantes, Entre las reactivas (para
cuya persistencia las consecuencias desempeñan un papel muy pequeño) se
cuentan reacciones emocionales tales como la ansiedad, la depresión, la iray
la excitación sexual. La conducta operante o instrumental, en cambio, incluye
respuestas para las cuales el refuerzo consecuente desempeña un papel signifi-
cativo. En los niños pueden observarse ejemplos típicos de conducta instru-
mental desadaptada, particularmente en los casos en los que la dificultad pri-
mordial son los “problemas de conducta”. Los intensos trabajos realizados so-
bre los sistemas de economía de fichas en medios escolares e institucionales
se centraron igualmente en las conductas instrumentales. Otro ejemplo con-
cerniente a la conducta operante que aparece en la clínica-es la carencia de
habilidades sociales, como por ejemplo la falta de asertividad y una conducta
heterosexual inadecuada.
A veces no es posible distinguir entre las conductas operantes y las reacti-
vas. Así, el niño que sistemáticamente posterga la hora de ir a la cama por la
noche, porque “teme quedarse solo”, suele plantear problemas de evaluación.
Lo mismo se aplica a una multitud de otros problemas que por su índole son
primordialmente de evitación, los cuales pueden persistir tanto a causa de
una reacción emotiva ante estímulos antecedentes como a causa de los cam-
bios consecuentes en el medio originados en la respuesta de evitación.
PROBLEMAS CONCEPTUALES DE LA EVALUACION CONDUCTISTA 39
Variables consecuentes.
gunas técnicas terapéuticas. Hemos observado que los clientes que tienen una
mayor dificultad inicial para dar ejemplos de conductas concretas, tienden
a ser más brillantes y más “refinados psicológicamente”; ellos deben recibir
un entrenamiento que los prepare para ser más específicos (por ejemplo, me-
diante instrucciones impartidas repetidamente, refuerzos selectivos, asigna-
ción de tareas pararealizar entre sesiones) como condición previa del trabajo
terapéutico.
Varias de las técnicas utilizadas por los terapeutas conductistas incluyen la
asignación de tareas para realizar entre sesiones; el cliente debe llevar un re-
gistro de diversas conductas emergentes fuera del consultorio o practicar cier-
tas habilidades en su vida cotidiana. Si tiende a ser desorganizado o moroso,
lo cual puede o no formar parte de la conducta a cuya modificación la tera-
pia se dirige primordialmente, es probable que no cumpla por entero con las
tareas que le fueron asignadas. En tales casos, el terapeuta debe optar entre
no prestar demasiada importancia a tales encargos, o intentar persuadir al
cliente para que las cumpla correctamente,
El terapeuta debe también adecuarse a las normas de autorrefuerzo del
cliente. Los sujetos perfeccionistas suelen esperar demasiado en un tiempo ex-
cesivamente breve y, en consecuencia, pueden desalentarse por la lentitud del
cambio de conducta experimentado. Con estos clientes, antés de aplicar cual-
quier técnica, tomamos la precaución de examinar las dificultades que puedan
presentarse. Disipamos también cualquier insatisfacción potencial, subrayan-
do puntualmente toda evaluación adecuada que ellos hagan acerca del cambio
de su conducta, no bien empiece a darse.
Además de las variables intrínsecas de cada cliente, ciertas variables am-
bientales suelen resultar importantes para la selección y la aplicación de los
procedimientos terapéuticos: por ejemplo, la existencia de modelos de roles
adecuados en la vida del individuo, o el grado en que se pueda disponer de
ciertos elementos para el refuerzo de algunas conductas. Así, en el tratamien-
to de los problemas sexuales, el hécho de que el sujeto tenga o no pareja de-
termina consecuencias evidentes para los procedimientos terapéuticos que se
utilizan, Otros ejemplos son los diversos casos de fobia, en los que la posibi-
lidad de lograr una desensibilización en la vida real depende que sean accesi-
bles situaciones u objetos relacionados con el temor.
En el presente la intuición clínica y la experiencia orientan la elección de
k técnica terapéutica conductista más adecuada para cada cliente. El trata-
miento supone la selección inicial de unas pocas técnicas de verosímil perti-
nencia, que es necesario ir poniendo sucesivamente a prueba hasta dar con
una que resulte eficaz. Aparentemente una mejor estrategia consistiría en de-
finir criterios y estipular las variables necesarias para la selección del trata-
miento más eficaz en cada caso. En el sentido más amplio, la pregunta que ha-
bría que responder es: “¿Qué tratamiento, aplicado por quién, es el más efi-
caz para este individuo que tiene tal problema específico, y en qué conjunto
de circunstancias?” (Paul, 1967, pág. 111).
AMARA RARA AMM RA RAMA
SCRARARIAAARARAAAARAMAMAARA
PROBLEMAS CONCEPTUALES DE LA EVALUACION CONDUCTISTA a
A, Control defectuoso
B. Control inadecuado
En estos casos, los estímulos sociales que sirven de refuerzo a la mayor par-
te de las personas, no bastan para controlar la conducta del cliente. Así, nila
ni
atención, la aprobación o el elogio le resultan positivamente reforzantes,
la censura o la desaprobación son para él reforzantes negativos. Dos ejemplos
clínicos son los niños autistas, cuya conducta no puede controlarse por medio
de los reforzadores sociales convencionales (Rimland, 1964), y los delincuen-
tes, para los que los reforzadores sociales de la comunidad en general no tie-
nen aplicación, pues su conducta se conforma a las normas de una subcultura.
Pertenecen a esta categoría las personas para las que el sistema de incenti-
vos mismo resulta desadaptador, vale decir que lo que para ellas es un refuer-
zo tiene un carácter dañino y/o socialmente desaprobado. Algunos ejemplos
clínicos son la excesiva afición por el alcohol, el uso indebido de drogas y
prácticas sexuales tales como la pedofilia.
Aunque el sistema que acabamos de esbozar puede ser útil para el análisis
de la conducta desviada, sólo debe considerárselo un primer intento de cate-
gorizarla, en un contexto de aprendizaje social. Evidentemente, las categorías
ho son mutuamente excluyentes. Toda persona puede manifestar una plura-
lidad de problemas conductales susceptibles de clasificarse en varias de las ca-
tegorías mencionadas. Además, los problemas de conducta son a veces tan
complejos que exigen una clasificación múltiple, Con todo, el sistema puede
satisfacer su propósito al identificar, como lo hace, las variables del medio o
del cliente que puedan manipularse para la obtención de un máximo de bene-
ficio terapéutico. :
sible evitar los objetos fóbicos; segundo, la depresión profunda puede tener
consecuencias muy graves, tales como la hospitalización y/o el suicidio.
A veces, sin embargo, el terapeuta preferiría comenzar con un problema
de conducta de importancia menor dentro de la estructura general de la si-
tuación, pero susceptible de tratarse con relativa facilidad. De ese modo pue-
de alentar las esperanzas de un cliente que duda de sus posibilidades de cam-
bio. La meta en este caso es modificar las expectativas y acrecentar la motiva-
ción para cumplir las futuras indicaciones de la terapia conductista. Antes de
utilizar esta táctica, el terapeuta debe poder prever que el “costo” (es decir,
el tiempo y el esfuerzo) equivaldrá a la “compensación” (es decir, el cambio
en la actitud del cliente).
Todo ordenamiento de las prióridades del tratamiento que prescinda de
considerar las preferencias del cliente se fundará en un análisis incompleto.
Sorprende la cantidad de terapeutas que no tienen en cuenta en absoluto los
deseos del cliente. Puede que un terapeuta conductista suponga erróneamen-
te que sus metas coinciden con las del paciente, con el resultado de que am-
bos se esfuercen en direcciones contrarias. Por supuesto, en muchas ocasiones
los problemas del cliente le impiden evaluar con exactitud sus propias dificul-
tades, como en el caso del individuo socialmente inadecuado que piensa que
sus relaciones interpersonales mejorarían con que sólo lograra perder algo de
peso. Un padre le pidió a uno de nosotros que lo asistiera en el entrenamien-
to del control de esfínteres de su hijo de cuatro años, sólo,para descubrir que
el niño era autista. Es evidente que el terapeuta debe hacer uso de su autori-
dad profesional para rechazar a veces las metas que el cliente propone. Sin
embargo, una vez hecho esto, debe tratar de establecer por mutuo acuerdo
un conjunto único de objetivos. Volveremos a referimos a este importante
tema en el capítulo 3.
DESCRIPCION DE UN CASO
RESUMEN
+
Ya esbozados algunos de los problemas conceptuales asociados con la eva-
luación conductal, podemos ahora referimos a la traducción de esos princi-
pios a procedimientos concretos de evaluación clínica. En la práctica clínica
de la terapia conductista, la evaluación se lleva de ordinario a cabo mediante
entrevistas, observación de la conducta en la vida real, observación de la con-
ducta en situaciones simuladas, cuestionarios que deben contestarse por escri-
to y combinaciones de los métodos mencionados. -
LAS ENTREVISTAS
na nn
adulto o un niño, por ejemplo, pueden ser necesarias una o más entrevistas
para lograr información. Aunque la guía que se ofrece más adelante se utili-
za en el contexto del contacto inicial con el cliente, puede que varias de sus
partes tengan que repetirse durante el curso del tratamiento, con el fin de
determinar si el cambio ha tenido lugar y, en caso contrario, por qué razones.
nocacaiaca
Saludo inicial
cliente le sea claro que este contacto inicial tiene por meta la evaluación de
su conducta, .
50 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
da
conductista y las de orientación tradicional, los terapeutas conductistas tien-
den a centrarse en los detalles concretos relacionados con el problema y las
invariables que mantienen su vigencia en el presente. La razón de esto resulta
clara cuando consideramos lo que implica la práctica de un análisis conductis-
ta. Lo que puede no ser tan evidente, sin embargo, son los posibles efectos
e
colaterales negativos que se asocian con el hecho de recabar detalles. Un pro-
blema potencial es que instar a que se sea específico puede malograr el esta-
blecimiento de la relación. Al tener que utilizar de continuo ejemplos concre-
tos para ilustrar lo que quiere decir, el cliente tal vez tenga la impresión de
que no se lo comprende, sea por su propia incapacidad de comunicación, O
por insensibilidad del terapeuta. Esta brecha puede evitarse, sin embargo, si
el terapeuta clarifica las razones de este particular tipo de interrogatorio, y
también si se conduce de modo tal que el cliente se dé cuenta de que es com-
prendido. El terapeuta debe comunicar que los detalles le procurarán una ca-
bal comprensión de la perturbación que aqueja al cliente, yque tal compren-
sión es necesaria para una terapia exitosa.
Una segunda desventaja que puede tener la concentración en los detalles,
consiste en que quizá el terapeuta se enceguezca para la captación de otros
problemas significativos todavía no expuestos. Un modo de evitar esta des-
ventaja es darle al cliente la oportunidad de describir la naturaleza de sus tras-
tornos en términos generales, antes de proceder al análisis detallado de difi-
cultades específicas. Debe recordarse, sin embargo, que aun durante la des-
cripción general de los problemas traídos a la consulta, el terapeuta no debe
ser totalmente pasivo. Es decir, antes que aceptar sin más el rótulo que da el
cliente a su trastorno conductal (por ejemplo, “soy dependiente”), se le de-
ben exigir ejemplos de lo que quiere decir. Luego, de ser necesario, se puede
reformular el problema. Una vez hecha la evaluación general de los diversos
problemas presentes, se puede abordar la información detallada de su dura-
ción, frecuencia e intensidad, así como también recoger datos acerca de las
variables de mantenimiento pertinentes. Esta información puede obtenerse
durante lá entrevista, o quizá se requieran procedimientos de evaluación adi-
cionales como los que se bosquejan más adelante —entre ellos la observación
directa, la utilización de otros informantes y la autoobservación—.
La siguiente transcripción ilustra algunos de los problemas que crea la ob-
tención de información específica durante la entrevista:
Cliente: Sí,
Cliente: Sí.
Terapeuta: Dígame algo sobre las situaciones en las que se siente más
ansiosa.
Cliente: Bueno, sobre todo cuando trato con gente.
Terapeuta: Sería muy útil que me dijera algo sobre alguna situació
n capaz de
alterarla.
Cliente: Muy bien. Se me acaba de ocurrir algo. El fin de semana pasado fui-
mos a una fiesta, y cuando estábamos en camino, me sentí aterrada,
Cliente: Bueno, la fiesta era en casa del jefe de mi marido, y siempre me sien-
to incómoda en situaciones así.
Terapeuta (Parece que completamos el circulo, Creo que mis preguntas ten-
drán que ser más precisas.): Muy bien, de modo que hay ciertas situacio-
nes y cierto tipo de gente con los que se siente más cómoda, y otros con
los que se siente más aprensiva.
Cliente: Sí.
Terapeuta: Creo que sería útil concentramos algo más en la clase de personas
y situaciones que la alteran en grado diverso,
Cliente: Mucho depende de lo alto que la gente hablay de cuán agresiva sea.
Creo que me siento intimidada cuando la gente se manifiesta muy segura,
Terapeuta (Entre las posibilidades que debo comprobar algo más adelante en
el curso de la sesión está la de si interviene aquí un déficit social o de algu-
METODOS PARA LA EVALUACION DE LA CONDUCTA 53
na otra especie de problema relacionado con la falta de asertividad. Por el
momento me atendré a averiguar las clases generales de situación que la
alteran,): ¿Ante qué otra clase de personas reacciona usted de manera
negativa? 7
Características positivas
Para llegar a una evaluación completa, la entrevista debe incluir, además
de información acerca de los problemas, datos acerca de sus puntos
fuertes,
Por ejemplo, ¿cuáles son las ventajas conductales del cliente? ¿Qué le
gusta
hacer? Este conocimiento puede ser luego utilizado terapéuticamente por el
profesional o por el cliente mismo, pues procura la comprensión de
los refuer-
Zos potenciales de la vida de este último.
Establecimiento de metas
OBSERVACION DE LA CONDUCTA
Observadores entrenados
Personas significativas
1973) han señalado que las relaciones que establece en el consultorio el clien-
te con el terapeuta con frecuencia constituyen una muestra de sus problemas
conductales. Basándose en su experiencia con pacientes hospitalizados que
padecían perturbaciones graves, Farina, Arenberg y Guskin (1957) formula-
ron una lista de ítems para evaluar la conducta social de un individuo tal co-
mo se desarrolla en el marco de la entrevista. Sin embargo, no se puede saber
con certeza si la conducta del cliente constituye una reacción ante el terapeu-
ta o es en realidad índice de un problema más generalizado. Pero la observa-
ción de la conducta durante la terapia suele procurar datos útiles para afirmar
la evaluación. .
AUTOOBSERVACION
Una estrategia de evaluación que se utiliza en casi todos los casos consiste
en hacer que el cliente observe su propio comportamiento o sus reacciones
emocionales en ciertas situaciones de conflicto. Se le puede encomendar que
marque en un contador la frecuencia de la aparición de ciertas conductas, o
que lleve un registro escrito de su nivel de ansiedad en diferentes situaciones;
A veces resulta útil que observe el momento en que se pone tenso, y utilice
luego esa sensación como señal de que debe hacer una pausa para examinar
lo que está aconteciendo. Uno de los “inconvenientes” que tiene el empleo
de la autoobservación como modo de evaluación es que el individuo con fre-
cuencia cambia (en general para mejor) como consecuencia de observar su
propia conducta. Esto parece ocurrir en los casos en que los conflictos con-
ductales envuelven una respuesta instrumental (por ejemplo, el estudio). Aun-
que no resulta del todo claro por qué surge el cambio como consecuencia del
automonitoreo es posible que una perspectiva más objetiva y tal vez distancia-
da sobre la propia conducta, interrumpa una cadena estereotipada y automá-
tica, y haga asimismo más evidentes las consecuencias negativas que se siguen
de ella. -
Otro modo de obtener información del propio cliente consiste en hacer
que éste responda a varios cuestionarios. Pueden utilizarse formularios de da-
tos para estudiantes universitarios y pacientes adultos externos como los dise-
fados por Storrow (1967) y Lazarus (1971). En años recientes han aparecido
diversos cuestionarios de orientación conductista: por ejemplo, la Encuesta
del temor (Geer, 1965); la Encuesta del refuerzo (Cautela y Kastenbaum,
1967); el Cuestionario de asertividad (McFall y Lillesand, 1971); el Test de
ls creencias irracionales (Jones, 1968) y la Escala de la conducta ansiosa
(Suinn, 1969). Estos cuestionarios, sin embargo, se utilizaron primordialmen-
te en la investigación y quizá carezcan de la especificidad o la generalidad re-
queridas para un procedimiento de evaluación clínica adecuado.
B. Antecedentes históricos
Además del estado fisiológico del cliente y cualquier efecto potencial que
tenga la medicación que esté tomando en el momento, el clínico debe tener
en cuenta la actividad interior de rotulación, sea como determinante primor-
dial del problema (por ejemplo, “en esta situación debo actuar a la perfec-
ción”) o como agregado secundario a la dificultad (por ejemplo, “la acelera-
ción del pulso debe de significar que estoy por sufrir un ataque cardíaco”),
Esta categoría incluye los problemas que no plantea el cliente, pero que
el terapeuta observa. Estos problemas no se relacionan necesariamente con
los presentados, pueden no haber sido comentados con el cliente mismo y
quizá no sean en realidad objetivos para la modificación.
i
- MUESTRA DE CUADRO INFORMATIVO
X. Expectativas:
A veces, en especial cuando tiene cita con alguna mujer, James suele tomar me-
día pastilla de somnífero para tranquilizarse, Quiere abandonar este hábito y con-
sidera que debe aprender a controlar sus ansiedades por sí mismo, Parecería que
va a mostrarse muy receptivo ante cualquier programa de tratamiento que final-
mente decidamos, en especial, si en él se destaca el autocontrol de la ansiedad.
XL Otros comentarios:
Dado el breve tiempo de que se dispone antes de que termine el semestre, debe
destacarse que las tareas asignadas para realizar en la casa, entre sesiones, son de
gran importancia en el proceso de cambio de la conducta,
VE Tratamiento(s) recomendado[s)
En esta categoría se incluye cualquier procedimiento o combinación de
procedimientos que se consideren más apropiados para lograr los objetivos de
modificación antes mencionados.
VIII, Pronóstico
X. Expectativas
RESUMEN
a
LA RELACION TERAPEUTICA -
la relación tera-
generalización que abarque al “mundo real”, el cámbio de
péutica al menos permitiría que terapeut a y cliente trabajar an juntos con ma-
yor eficacia.
A diferencia de las conductas conflictivas que entorpecen el curso de la tera-
pia, otras conductas la facilitan. Nos referimos al cliente cuyos problemas lo
hacen sensible a la influencia del terapeuta. Por ejemplo, el sujeto dependien-
te suele recibir complacido toda sugerenc ia o guía que le ofrezca el profesio-
nal. El cliente cuyo problema consiste primordialmente en la ansiedad que le
provocan las situaciones sociales en las que pueda ser juzgado, suele cumplir
con mucho celo las tareas que se le asignen para hacer entre sesiones, por te-
mor de incurrir en la desaprobación del terapeuta. En tales casos —cuando el
problema del cliente “trabaja en favor” de la terapia—, tal vez se continúe
“usando” la situación en tanto resulte terapéuticamente productiva. Llegará
el momento, cuando el proceso terapéutico esté por terminar,en que se deba
lograr que el cliente cambie de conducta con respecto al terapeuta, pero en
muchos casos es atinado esperar, hasta que ya no sea eficaz que el terapeuta
actúe como instigador y reforzador. La meta última consiste en que el cliente
se independice por completo del terapeuta. => o
... el buen terapeuta tiene cualidades tales como confianza en sí mismo, energía y calidez
lo capacitan para ofrecer a sus pacientes una pauta de par-
emocional controlada. Estas
ticipación activa y personel que despierta la expectativa de recibir ayuda y facilita los
cambios de actitud (pág. 141).
dad de relajación en la vida real, conviene prevenirle que quizá no logre des-
embarazarse de su ansiedad, y que el principal propósito de los intentos ini-
ciales consiste en llevarlo a hacer algo diferente cuando se siente alterado. En-
tonces, sean estos intentos de relajación exitosos o no, el cliente interpretará
que sus esfuerzos satisfacen las exigencias de las instrucciones terapéuticas.
La técnica de aprovechamiento puede también emplearse de manera fructí-
fera cuando se le pide al cliente que observe algunas pautas de su propia con-
ducta, como por ejemplo, el número de contactos sociales que establece en
el curso de una semana. Aunque esta autoobservación se presente al cliente
como una evaluación, con frecuencia se descubre que provoca en él una reac-
ción, es decir, que produce una modificación de la conducta, susceptible de
utilizarse para reforzar la terapia, atribuyéndola a la motivación y a la capaci-
dad de cambio del sujeto.
Desde diversos puntos de vista,la técnica de aprovechamiento permite “po-
ner (terapéuticamente) el pie para que no se cierre la puerta”. Freedman y
Fraser (1966) demostraron de modo muy persuasivo cómo la satisfacción de
una pequeña exigen: icial suele acrecentar la probabilidad de que más ade-
lante se satisfaga una exigencia mayor. Descubrieron, por ejemplo, que si se
les pide a las amas de casa que contesten algunas preguntas acerca de artículos
de limpieza es mucho más problable que permitan luego que todo un ejército
de investigadores invada sus cocinas y hagan un riguroso inventario de los pro-
ductos utilizados en la casa. En otro estudio, Freedman y Fraser comproba-
ron que si los propietarios de automóviles aceptan pegar en las ventanillas de
sus vehículos pequeñas leyendas en las que se aconseja conducir con cuidado,
es mucho más probable que permitan luego colocar grandes letreros con el
mismo consejo en el frente de sus casas. Con “el pie en la puerta” se logró que
el 76 por ciento de los sujetos consintiera en exhibir el letrero; sin esta técni-
ca, sólo el 17 por ciento cedió a la solicitud. Esto demuestra cómo se puede
lograr consentimiento ejerciendo una presión mínima aunque gradualmente
creciente,
Davis (1971) llevó a cabo un estudio sobre una situación que guarda gran
semejanza con lo que acontece en la relación terapéutica; este autor investi-
gó la manera en que el condicionamiento verbal suele relaciónarse con una lu-
cha por el poder subyacente. Se comprobó que los sujetos desarrollaban una
más abundante conducta verbal acerca de un tema escogido cuando el experi-
mentador primeramente realizaba y luego aceptaba lo que el sujeto estaba di-
ciendo. El efecto condicionante era mayor en este caso que cuando el experi-
inentador sólo aceptaba o sólo rechazaba, sin cambiar de actitud. Davis inter-
preta que los sujetos prefieren no sentirse controlados por el experimentador.
El índice bajo de influencia aparentemente aparecía con mayor facilidad en
sujetos que se consideraban poseedores de un poder mayor que elexperimen-
tador, y no a la inversa.
La descripción de la relación terapéutica en los términos de la influencia
que el terapeuta ejerce sobre el cliente no significa que aquél deba imponerse
para provocar el cambio. Hay pruebas de que el reflejo empático de los sen-
timientos puede servir de medio eficaz para reforzar la conducta verbal del
LA RELACION TERAPEUTICA n
del tratamiento
Expectativas del cliente respecto de los procedimientos
n al problema
Las obras sobre psicoterapia han concedido mucha atenció
respecto de los procedi mientos del tra-
general de las expectativas del cliente
recibe (Goldst ein, 1962; Hoehn-S aric, Frank, Imber, Nash, Ba-
tamiento que
1954). El consens o es que
ttle y Stone, 1964; Orne y Wender, 1968; Rotter,
facilita el
la exacta percepción de lo que ha de acontecer durante la terapia
de ésta. Por supuest o, las expecta tivas del cliente acerca de los procedi-
éurso
en relación con sus pasadas experien -
mientos que han de emplearse variarán
su grado de instrucc ión, la naturale za de la derivaci ón y la
“cias terapéuticas,
de comunic ación masiva.
imagen con que cuenta la psicoterapia en Tos medios
las expectat d, ivas
Es a menudo difícil determinar cuáles son, con exactitu
nos estamos refiriend o. Puede que la frecuent e manifest ación “no
a las que
cliente la emplee porque cree
sé qué esperar”, no refleje la realidad. Quizá el
a “equivo-
que el terapeuta lo está examinando y no quiere dar una respuest
Damos por sentado que en general el paciente tiene cierta idea de lo
cada”.
o explorar esa idea previa es-
que es la psicoterapia; puede que sea necesari
crupulosamente. Desde el punto de vista del terapeut a conducti sta, es de su-
cia determin ar lo que el cliente prevé en cuanto al par de concep-
ma importan
tos “comprensión-reaprendizaje”.
con
¿Qué se debe hacer cuando las expectativas del cliente no coinciden
la respuesta se
el enfoque conductista del tratamiento? Resulta curioso que
as de orientac ión psicoanal ítica, Su-
encuentre en la obra de algunos terapeut
llivan (1954), por ejemplo, sugiere lo siguiente:
que
Pienso que lo que la sociedad nos enseña a esperar tiene importancia. La persona posi-
asiste a la entrevista previendo cierta pauta de acontecimientos, que no se produce,
blemente no regrese; no dirá nada halagiieño sobre el entrevistador si éste, al considerar
que las expectativas de su cliente carecen de pertinencia e importancia, no las tiene enal
cuenta y le propone algo mucho “mejor”. En otras palabras, lo que se hadebeenseñado
derivarse
cliente a esperar es lo que debe recibir o, al menos, cualquier variación
de ello de una manera muy cuidadosa (pág. 28).
del
Alexander y French (1946), igualmente sensibles a la actitud inicial
cliente respecto al tratamien to, observan:
has-
Entre los terapeutas conductistas (Lazarus, 197 1) se discute a menudo
las expectat ivas de los clientes. ¿Habría
ta qué punto es necesario satisfacer
lo con-
que recurrir a la libre asociación y al análisis de los sueños, si el cliente
del
sidera importante? ¿Habría que sondear profundamente la historia pasada
74 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Terapeuta: Me gustaría darle una idea de cómo veo el problema; así usted po-
drá decirme si hay algo que no tengo en cuenta y si a su juicio estoy en lo
cierto. (Creo que percibo la mayor parte de las zonas de conflicto. Es hora
de que presente un resumen de lo expuesto [en el estilo de Sullivan), para
que la cliente pueda llenar los huecos que yo haya dejado o corregir los
errores que haya cometido. El resumen podrá también ayudarme a trans-
mitirle que la he escuchado y que estoy tratando de comprenderla.) El
primer problema que quiere usted tratar es el de la nerviosidad y la ansie-
dad que experimenta en las situaciones sociales, sobre todo en las nuevas, y
particularmente cuando siente que los demás la juzgan. Puede tratarse de
una reunión, una conversación u otras situaciones similares, ¿Es eso exacto?
Cliente: Sí, más o menos así es. La dificultad más importante de mi vida co-
tidiana es la ansiedad que experimento cuando me encuentro con gente,
aunque el hecho de que otros me juzguen también constituya un problema,
Cliente: Bueno, sí, pero no diría que quedo paralizada, aunque creo que po-
dría manejarme mucho mejor de lo que lo hago. Sé qué hacer, sólo que
tengo demasiado miedo. :
Terapeuta: Exacto.
Cliente. Hay otra cosa, y esto quizá se relacione con mis otros problemas.
Siento que me gustaría ser más abierta y más espontánea.
Terapeuta: Quizás esté en lo cierto. Bien puede que se trate de una dificul-
tad afín, Creo que si logramos que aprenda a dominar los nervios en las
situaciones sociales, quizá también podría volverse más abierta y espontá-
nea. Tendríamos que apuntar en esa dirección: primero, trabajar con el
problema de la ansiedad, y luego ver qué pasa.
Terapeuta: Antes de esbozar el tratamiento, creo que sería muy útil que usted
me diera una idea de cuáles son sus expectativas acerca de Jo que vamosa
hacer. (Me doy cuenta, por su expresión de que la pregunta la desconcier-
ta, Quizá piense que la estoy poniendo a prueba y que tiene que dar con
la respuesta correcta. Debo recordarlo y en el futuro formular esta pregun-
ta en términos diferentes, Por el momento y con esa cliente es necesario
que le comente algo para que deje de sentirse incómoda.) No sé si usted
habrá pensado mucho en esto.
s
Cliente: Algo he pensado, pero verdaderamente no sé... Nunca antes estuve
en tratamiento. No sé bien en qué consiste...
Terapeuta (No puedo aceptar que no tenga expectativas. Todo cliente tiene
cierta idea de lo que ocurrirá
en la terapia, aun cuando sea muy vaga. Sin
embargo, puede que insistir no sea lo mejor. Creo que volveré atrás y:
adoptaré un nuevo plan; admitiré que su falta de experiencia directa es una
buena razón para no saber con precisión en qué consiste la terapia, y le
preguntaré en cambio por eventuales fuentes de información más indirec-
tas.) De modo que nunca estuvo directamente en una situación de terapia
y por lo tanto nó sabe a qué atenerse. Pero tal vez conozca gente que pasó
por un tratamiento, o haya leído algo al respecto, o visto algo en el cine o
la televisión, Sobre esa base ¿no tiene ninguna idea de lo que ocurrirá?
Cliente: Tengo un par de amigas que están en terapia, Una me da la impresión
de que habla mucho acerca de su infancia y de lo que sucedió entre ella y
sus padres, Y de ella misma además. il
Cliente: Bueno, en cierto modo he sido más afortunada que mucha gente,
pues me llevo muy bien con mis padres. Ambos son maestros, gente muy
agradable. Lo que yo pensé importante del pasado es la actitud de ellos
a mi respecto, Se relaciona con el hecho de que son maestros y ven toda
clase de niños y... bueno, sucedieron cosas que me hicieron creer que me
comparaban con los mejores. Sé que siempre hay gente que es mejor que
+ otra en algún aspecto, pero cuando niña tenía la impresión de que nunca
estaría a la altura de esos otros niños,
Terapeuta (No quiero seguir muy adelante en esta dirección, de modo que
voy a atar algunos cabos sueltos. Quizá también pueda servirme de la opor-
tunidad para introducir algunos organizadores previos, utilizables más ade-
lante en conjunción con la reestructuración racional [si escojo ese proce-
dimiento], destacando los términos “actitud” y “normas” como parte de
la clarificación.) Por las circunstancias en las que usted creció —el hecho
de que sus padres fueran maestros y estuvieran en contacto con muchos ni-
fios—, parece como si hubiera adoptado una cierta actitud con respecto a
sí misma y a su propia capacidad para vivir a la altura de ciertas normas;
una cierta inseguridad acerca de la eficacia con que pudiera manejar las
cosas.
Cliente: Asfes,
EARARAAAANARAANAMAANA
Terapeuta: Y esto posiblemente se relaciona con el modo en que sus padres
reaccionaron ante usted... aunque tal vez no lo hicieron con intención, Sin
duda hubo otras experiencias de su pasado que contribuyeron en parte al
desarrollo de los problemas que actualmente tiene, Se da por descontado
que las experiencias tempranas de aprendizaje determinan las actitudes pre-
sentes, Pero podemos preguntarnos de qué modo el conocimiento de lo
que sucedió en el pasado puede ayudarla a solucionar sus problemas ac-
tuales, Lo que temo es que si dedicamos mucho tiempo a su historia, al
cabo de un año o dos quizá termine por conocer la causa del problema,
pero el problema subsiste todavía.
Cliente: Quizá... Me parece que cuando uno es niño pueden ocurrir muchas
cosas sin que se entiendan. Aunque no se comprende lo que sucede, uno
reacciona, emocionalmente, Pero no se tiene conciencia de ello, Si pudie-
ra tener conciencia de mis reacciones emocionales, bueno, quizá no me
sentiría así. Son los sentimientos los que me atormentan...
E
78 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Terapeuta: Correcto...
Terapeuta (No se muy bien hacia adónde apunta. Tengo la sensación de que
quizá esté objetando que haya destacado la importancia de la comprensión
intelectual del pasado. Es claro que está poniendo de relieve las reacciones
emocionales. Podría limitarme a eso. También está diciendo que el pasado
tuvo importancia en el desarrollo de sus actuales dificultades. Quizá me-
jor que comunicarle implícitamente que está equivocada, sea apoyarme en
lo que manifiesta para transmitirle una orientación que subraye el aprendi-
zaje social; en este momento sería adecuado el organizador previo “expe-
riencia de aprendizaje”. ): Bien. De modo que además de esas actitudes que
aprendió en el pasado hay todo un conjunto de experiencias emocionales
aprendidas, que crean ciertas reacciones en las situaciones actuales.
Cliente: Es cierto.
Cliente: Creo que lo que dice tiene sentido; nunca lo había escuchado antes.
La única referencia que he tenido fue esta amiga que está en terapia, y
ella hablaba sobre todo de su pasado.
Terapeuta (No estaría mal hacerle leer un artículo aparecido en una revista
acerca de la terapia conductista. Es de esperar que la palabra impresa ayu-
de a eliminar cualquier escepticismo remanente, ): Tengo algo en relación
con esto que quizá le interese leer, Puede darle una idea más precisa de la
orientación terapéutica que adoptamos. Así tendrá una idea más clara
sobre la filosofía que respalda este enfoque terapéutico.
Hace ya mucho tiempo se reconoce que las expectativas positivas del clien-
te con respecto a la posibilidad de una mejoría constituyen una importante
motivación para que logre el cambio de conducta (Goldstein, 1962), Al refe-
rirse a este fenómeno, Frank (1961) afirma:**... parte del éxito de cualquier
forma de psicoterapia puede atribuirse a la capacidad que el terapcuta tenga
para movilizar en el cliente las expectativas en cuanto a la posibilidad de re-
cibir ayuda...” (págs. 70-71). Casi no se han llevado a cabo investigaciones
que permitan determinar cómo las expectativas positivas del cliente contri-
buyen al cambio concreto; sin embargo, es posible especular que la mayor
atención que el cliente dispensa a los procedimientos terapéuticos y el interés
con que realiza sus actividades entre sesiones desempeñan un papel significa-
tivo (Rosen, 1974).
so TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Cliente: Exacto,
Terapeuta (No pude haber deseado un ejemplo mejor. Ahora hay que trazar
el paralelo. ): Muy interesante, porque diría que su actitud con respecto al
manejo de automóviles —antes de que aprendiera a hacerlo— era muy seme-
jante a la que tiene ahora ante la posibilidad de cambiar en lo que a sus
problemas personales concierne, Creo que desde diversos puntos de vista
es una situación muy parecida, pues para que finalmente pudiera aprender
a conducir, usted tuyo que vencer un pesimismo inicial. Tuvo que insistir,
tuvo que aprender a hacerlo gradualmente y tuvo que practicar. De modo
lento, al cabo de un tiempo se le fue haciendo másy más automático, has-
ta llegar al punto en que no necesitaba prestar una atención consciente a
las diversas rutinas del manejo. Por ejemplo, podía conversar mientras con-
ducía, Esa habilidad aprendida se había convertido en parte de usted, en
algo que le era muy natural. Y creo que lo mismo puede sucederle en lo
que al hecho de sentirse socialmente cómoda concierne. Usted puede ad-
quirir la capacidad de vencer la ansiedad, de sentirse cómoda con los otros.
Aunque ahora sea escéptica, yo tengo confianza en su cambio.
Terapeuta (No sé hasta qué punto estará convencida. Suponiendo que le que-
den algunas dudas, no estaría mal recurrir al principio de apróvechamien-
to de Erickson y reconocer que sus dudas son perfectamente naturales has-
ta que no haya comenzado a producirse un cambio concreto. Por supues-.
to, no tengo un ciento por ciento de seguridad en cuanto a que pueda ayu-
darla, ): Claro, yo puedo hablarle de lo que he visto, pero usted no se senti-
rá enteramente convencida hasta que no ocurra algún cambio en su con-
ducta. Creo que tendríamos que empezar y luego, de vez en cuando, vol-
ver atrás y examinar el grado de cambio alcanzado.
LA RELACION TERAPEUTICA 83
Cliente: Magnífico.
El contrato terapéutico
RESUMEN
:
TECNICAS ACTUALES DE LA TERAPIA CONDUCTISTA
SEGUNDA PARTE
ea anñnananranJnn
tna tnAnaAa na nMAAAMNMAMAMA ANA MAMMA AMAN
CAPITULO 5
ENTRENAMIENTO DE RELAJACION
a
tensiones musculares queden reducidas al mínimo. El terapeut
a se ubica de
modo que perturbe al cliente lo menos posible.
ble cerrar los ojos, para eliminar las distracciones visuales y concen-
trarse en el bienestar que procura la relajación. Esta consideración
cc
90 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
di
ra comprensión de por qué está aprendiendo a relajarse. Desdichada-
mente, los terapeutas novatos, confiados en su diagnóstico y segu-
ros de que las dificultades se relacionan con la ansiedad, avanzan sin
tener en cuenta que al cliente le es necesario compartir la perspecti-
va del terapeuta sobre su problema y convencerse de que el entrena-
miento de relajación es necesario. En los capítulos precedentes he-
mos tratado este importante aspecto de la terapia conductista.
Mecánica: consideraciones generales
La guía siguiente 'se adecua en especial a las inducciones que utilizan al-
ternadamente la tensión y la relajación de los músculos.
El terapeuta indica que se ponga en tensión cada grupo de músculos de 5
a 10 segundos aproximadamente, seguidos de 20 segundos de aflojamiento.
Por lo general se emplean dos ciclos de tensión-relajación para cada grupo de
músculos. Según nuestra experiencia, resulta útil intercalar frases como “Afló-
jese más y más”, “Observe el contraste y goce del contraste”, “Piense en la
distensión de todos esos músculos, más y más, cada vez más”, etcétera. Otro
procedimiento eficaz en ocasiones consiste en contar hasta 10, sugiriendo un
aflojamiento creciente a medida que el terapeuta pronuncia los números.
De acuerdo con la técnica “habilidad para el manejo”, propuesta por
Goldfried (1971), se explica al cliente que la fase de tensión lo hará más per-
ceptivo de las sensaciones asociadas con la aparición de la ansiedad, y que esas
sensaciones le servirán como señal de que necesita relajarse.
Después de haber tensionado un grupa muscular, el cliente debe liberarlo
tan de prisa como le. sea posible, como si arrojara las tensiones fuera del cuer-
po. Este procedimiento súbito de liberación, al que independientemente se
refirieron Arnold Lazarus y Gordon Paul, parece abreviar el tiempo requerido
para adquirir la capacidad de relajarse, en relación con el procedimiento más
prolongado de Jacobson,
Es aconsejable que el terapeuta principiante, en particular, practique jun-
to con el paciente, por lo menos mientras éste atraviesa las etapas iniciales de
la inducción de la relajación. Hemos comprobado que los indicios propiocep-
e.
92 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
tivos accesibles al terapeuta mientras él mismo se relaja lo ayudan a adecuar
sus propias verbalizaciones, de modo que éstas resultan relajantes y apacigua-
doras al máximo. *
Dado que trabajamos con sensacionessumamente subjetivas, en caso de no
disponer de registros poligráficos resulta conveniente utilizar algún sistema
especial para comunicar con inmediatez el grado de tensión o relajación que
el cliente experimenta en cualquier momento. Se puede utilizar una sencilla
escala de O a 100, como la que presentamos un poco más abajo, en la que O
representa una relajación completa, y 100 un máximo de tensión. Por supues-
to, es importante establecer cómo concibe el cliente los valores de esta escala;
es evidente que una puntuación idéntica podría indicar para un cliente un gra-
do de relajación subjetivamente percibida considerablemente mayor (o me-
nor) que para otros, La escala puede presentarse del modo siguiente:
Para que usted pueda comunicarme el grado de relajación o tensión que experimen-
ta en los distintos momentos de este entrenamiento, vamos a emplear una pequeña es-
cala de estimación subjetiva. (El terapeuta se la presenta al cliente en una tarjeta.) El O
representa la sensación de no experimentar la menor tensión —algo así como lo que se
siente cuando uno está tendido en una playa un cálido día de verano— y el 100 el máxi-
mo de tensión que haya experimentado jamás, un ciento por ciento de tensión, Un pun-
taje de 75 indicaría que se está sintiendo muy tenso, pero no al máximo, y un puntaje de
25, que se siente relajado, aunque no completamente, Los puntajes en torno de 50, por
supuesto, indican un punto medio entre la tensión y la relajación. No pretendo, claro es-
tá, que sea del todo exacto, sino más bien que me dé una idea aproximada de lo tenso
que se siente en un momento dado, Por ejemplo, ¿dónde se ubicaría usted en escala
en este preciso momento? [...]
Muy bien, el puntaje de 60 indica que se siente más tenso que relajado, pero no tp:
rriblemente tenso, ¿no es verdad? Muy bien, a medida que avancemos va a utilizar esta
escala con mayor propiedad, y yo podré enterarme de lo que experimenta,
r YT Y Y 1
0 25 50 75 100
Acomódese lo mejor que pueda, cierre los ojos y escuche lo que voy a it diciéndole,
para que tome conciencia de ciertas sensacionesicorporales, Después le enseñaré a redu-
2 A esta altura el terapeuta puede contar de 1 a 10, al tiempo que sugiere una relaja-
ción más completa, en la forma que se indica en pág. 99,
96 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
AMARA
PLANILLA DE RELAJACION
e AAAMOOO
Fecha Pre Post Comentarios (¿Alguna dificultad?
¿Fue interrumpido? ¿Fue hoy un
día particularmente malo? ¿Tuvo
dolor de cabeza?)
AA MA MAMA AMARA
Dado que el cliente ha de realizar hasta siete sesiones de práctica sin su-
pervisión directa del terapeuta, es importante destacar que no debe esperar
demasiado de la cinta grabada, ni aplicar todavía la relajación en situaciones
de la vida real. Las razones son evidentes: habiendo ya experimentado un es-
tado de relajación, el cliente creerá que puede salir a la: palestra y enfrentar
sus problemas con una ansiedad mucho menor. Es probable que se desilusio-
ne. Del mismo modo, algunos clientes esperan que el estado de relajación les
dure hasta horas después de escuchar una cinta grabada, Es notable cuántos
clientes llegan a creer que pueden aprender a relajarse con rapidez y aplicar
de inmediato este conocimiento a situaciones de la vida, a pesar de que el
terapeuta les advierte lo contrario. Aunque tanto el aprendizaje como la apli-
cación rápidos son posibles es altamente improbable que se den; conviene que
el terapeuta no deje de prevenir que los beneficios de la relajación sólo se ha-
cen patentes después de una abundante práctica,
Hemos advertido a veces un paradójico empeoramiento en la ansiedad del
cliente después de practicar con las cintas grabadas. Aunque tal empeora-
miento puede contarse entre las poco frecuentes reacciones negativas ante el
entrenamiento de relajación (en particular en el caso de los psicóticos), es
mucho más a menudo una consecuencia de que el cliente empieza a tomar
conciencia de sus tensiones. El terapeuta señala entonces que este aumento
de conciencia constituye un muy buen signo. Se subraya que las tensiones han
de utilizarse en última instancia como señales para poner en práctica la res-
puesta de relajación aprendida; es decir que el cliente debe sensibilizarse a su
JISS4d3JdddSS
98 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
terapia:
Se encuentra usted cómodamente sentado con los ojos cerrados; todas las partes de
su cuerpo están apoyadas, de modo que no hay necesidad de que tenga ningún músculo
en tensión. Afójese cuanto le sea posible, Pausa de 3 segundos.)
Concéntrese en la mano derecha y deshágase de cualquier tensión que pueda expe-
rimentar allí. (Pausa de 3 segundos.) Relájese. (Pausa de 3 segundos.) Relaje todos esos
músculos todo lo que pueda, (Pausa de 3 segundos.) Relaje los músculos del antebra-
zo derecho, aflójese más y más. (Pausa de 3 segundos.) Afoje esos músculos más y más,
de una manera cada vez más pronunciada. Relájese, (Pausa de 3 segundos.) Ahora relaje
los músculos de la parte superior del brazo derecho, relájelos lo más que pueda, Siga aflo-
jando más y más todo el brazo derecho, el antebrazo y la mano hasta la punta de los de-
dos, relájese y aflójese. (Pausa de 3 segundos.) Relájese. Mientras sigue aflojando el bra-
zo y la mano derechos, concentre la atención en la mano izquierda y relaje la mano
izquierda todo lo que pueda. (Pausa de 3 segundos.) Afloje los músculos del antebrazo
izquierdo, relájelos, Más y más relajados, (Pausa de 3 segundos.) Experimente la relaja-
ción que llega ahora a la parte superior del brazo izquierdo; esos músculos están comen-
zando a relajarse más y más, cada vez más. (Pausa de 3 segundos.) Relaje ahora ambos
hombros y experimente la suave pesadez, la serena relajación que llega a ambos brazos,
Aa
AÑñAñAAAnAOaAaAnaA
ENTRENAMIENTO DE RELAJACION 99
manos y dedos, hasta la punta, (Pausa de 3 segundos.) Añloje esos músculos más y más.
(Pausa de 3 segundos.) Ahora concentremos la atención en los músculos de la cara, Sua-
vice la frente, relaje esos músculos. (Pausa de 3 segundos.) Al pensar en la relajación de
esos músculos, irá gradualmente volviéndose más capaz de experimentarla. Sus ojos están
suave y cómodamente cerrados. (Pausa de 3 segundos.) La relajación se extiende cálida-
mente por las mejillas, esos músculos están más y más flojos, (Pausa de 3 segundos.) Sus
mandíbulas están relajadas, cada vez más relajadas, (Pausa de 3 segundos.) Experimente
la relajación que desciende suavemente por el cuello y el pecho mientras se distiende más
y más. (Pausa de 3 segundos) Al pensar en aflojarse, de algún modo se vuelve más capaz
de hacerlo. (Pausa de 3 segundos) Está respirando lenta y regularmente y se afloja al-
go más cada vez que exhala el aire, (Pausa de 3 segundos.) La relajación llega al abdomen,
que ahora está más relajado, que se afloja más y más. (Pausa de 3 segundos.) Relájese,
relájese, Sienta la relajación en las caderas y las nalgas mientras descansa pesada y cómo-
Gamente. Más y más relajado. (Pausa de 3 segundos.) La relajación se extiende por los
muslos, que se encuentran cada vez más distendidos, (Pausa de 3 segundos.) Más y más.
Siga aflojándose más y más, cada vez más. (Pausa de 3 segundos.) La relajación se
de ahora por ambas pantorrillas, que están cada vez más distendidas. (Pausa de 3 extien-
segun-
dos) La relajación: desciende hacia los pies, que se encuentran cada vez más distendidos,
Siga relajándose más y más. (Pausa de 3 segundos.)
AARAARARARRARSA
Para ayudarlo a relajarse más aun, voy a contar hasta 10. Con cada número procure
relajarse algo más. Aunque parezca que es imposible seguir haciéndolo, siempre se puede
disfrutar de un poco más de serenidad y relajación, si uno continúa aflojándose. /Pausa
de 3 segundos) 1, se relaja más y más. (Pausa de 3 segundos.) 2, más y más relajado.
(Pausa de 3 segundos ) 3, más y más, cada vez más, (Pausa de 3 segundos.) 4, más y más
relajado. (Pausa de 3 segundos.) 5, relaja el cuerpo entero, cada vez más pesado, flojo y
distendido. (Pausa de 3 segundos.) 6, la relajación es más y más pronunciada, cada vez
más (Pausa de 3 segundos.) 7, todo el cuerpo más y más relajado, más pesado y más y
más sereno. (Pausa de 3 segundos.) 8, más y más, cada vez más relajado. [Pausa de 3 se-
gundos) 9, más y más relajado. (Pausa de 3 segundos.) Y 10, siga relajándose del mismo
modo, (Pausa de 3 segundos.) Siga relajándose más y más. (Pausa de 3 segundos.)
Ahora, mientras permanece así relajado, piense en la escala de O a 100, en la que 0
significa relajación completa y 100, el máximo de tensión, Si cree que se ubica aproxima-
damente en 30 o por debajo de ese número —en otras palabras, si,se siente
siga escuchando esta cinta, Si hoy no se encuentra tan relajado, recuerde muy relajado
el puntaje que
se ha asignado y anótelo cuando abra los ojos. Desconecte el grabador en este momen-
to si no se ubica en 30 6 por debajo ... /Pausa de 10 segundos.)
Dentro de unos segundos voy a guardar silencio para que puedá practicar el siguiente
ejercicio. Piense claramente en la palabra “calma” cada vez que exhale. Me gustaría que
se aflojara algo más cada vez que exhala y al mismo tiempo que piensa en la palabra “cal-
ma”. Esto. lo capacitará para asociar en su mente la palabra “calma” con el estado de
calma en el que ahora se encuentra. Cada-vez que exhale, piense silenciosamente en la
Palabra “calma”. Comience y siga hasta que vuelva a hablarle. (Pausa de 3 minutos.)
Muy bien. Interrumpa el ejercicio y vuelva a escucharme, por favor. Deseo que esti-
me en qué punto se ubicaría en la escala, para anotar el número en la hoja de registro
cuando se recobre...
Ahora voy a contar de 5 a 1; cuando llegue a 1, abrirá los ojos y estará completamen-
te recobrado. 5... 4... 3... 2... 1, Ojos abiertos, recobrado, desconecte el grabador,
cocer
100 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Relajación diferencial
Una vez que el cliente ha aprendido a relajarse con todas las partes del cuer-
po apoyadas, es con frecuencia deseable que su capacidad se acreciente como
para que pueda aplicarla a las situaciones de la vida que son causa de stress
y en las que resulta imposible yacer tendido. La expresión “relajación diferen-
cial” se refiere a la relajación de músculos que no son esenciales para realizar
una determinada actividad. Por ejemplo, cuando se está sentado y conversan-
do con otra persona, es posible relajar, sin que los demás lo adviertan, múscu-
los de la cara, la espalda, el abdomen y las piernas. La transcripción que sigue
ilustra procedimientos clínicamente útiles, Lo fundamental consiste en alen-
tar al cliente a reconocer los músculos que no es necesario que estén tensos en
un momento dado, advertir si lo están e ir distendiéndolos selectivamente, co-
mo en el aflojamiento ya aprendido. El terapeuta puede “utilizar otros ejerci-
cios, en especial los que simulen situaciones que se dan con frecuencia en la
vida del cliente (por ejemplo, una conversación con alguien),
La sesión de entrenamiento de relajación diferencial puede comenzar con
una relajación de diez minutos que él suscite por sí mismo. Cuando señala que
ha alcanzado una relajación equivalente a un puntaje de 30 o menos, el tera-
peuta puede proceder de la manera siguiente:
Muy bien, abra los ojos ahora; yo voy a ayudarlo a sentarse. Permanezca sentado
mientras le indico unas pocas cosas. Por favor, mantenga los ojos abiertos; quizá quiera
contemplar la abertura de la pared. Mire la abertura y, al hacerlo, observe que no nece-
sita poner en tensión muchos músculos. Por ejemplo, no le es necesario poner en tensión
los músculos de la frente, los brazos, los hombros y las piernas. Mientras hace algo como
mirar un objeto, le es posible mantener muchos músculos muy relajados.
Probablemente observará que debe tensar un tanto los músculos del cuello para que
la cabeza se mantenga erguida, pero no es realmente necesario poner en tensión los hom-
bros, ni los brazos, ni los diversos músculos del pecho, el abdomen y las piernas, Obser-
ve cuán relajadas pueden quedar muchas partes de su cuerpo mientras sigue mirando la
abertura. Continúe sentado, tome nota de cualquier tensión innecesaria que pueda infil-
trarse y deshágase de ella, Así como la tensión de un músculo voluntario está bajo su
AAA MA ARMAMAMAMAMA
ARARARANAAAAAAMA
ENTRENAMIENTO DE RELAJACION 101
control, también lo está la relajación de ese mismo músculo. Esto requerirá cierta prác-
tica, pero ahora mismo puede hacerse una idea de qué se trata. Relájese más y más y dis-
frute de las sensaciones placenteras que acompañan aesta relajación. (Haga que el clien-
te simplemente permanezca sentado durante unos 15 segundos.)
Ahora le voy a demostrar algo más. Tome con la mano este bloc de papel y hágalo
girar. Así está bien, sosténgalo y hágalo girar. Mantenga la mirada sobre él y ensaye el
movimiento de la mano mientras sus otros músculos permanecen relajados. Todavía no
es necesario poner en tensión la mayor parte de los músculos faciales, los del otro brazo
ni casi ninguno del abdomen o las piernas, Esos otros músculos no son esenciales para lo
que: está haciendo, de modo que puede mantenerlos completamente relajados y disfru-
tar de la calma que sobreviene incluso con la relajación de unos pocos músculos. (Que
el cliente siga moviendo el bloc por un rato.) ¿Qué sensación tiene? (El cliente dirá sin
duda que la sensación es sumamente agradable y que todo está muy bien, Si manifies-
ta tener tensiones, que relaje las partes correspondientes concentrándose en ellas; si afir-
ma que las tensiones no ceden, hay que pronosticarle que la situación mejorará con la
práctica.)
Muy bien, puede darme el bloc, Ahora diríjase hacia esa otra silla, (Indíquele al clien-
te que se siente en una silla de respaldo recto.) Advertirá que para permanecer sentado
en esta silla se requieren más músculos que los que se necesitaban en el sillón, Como el
respaldo no le sostiene el cuello, tiene que mantener activos los músculos que lo conser-
van erguido. Pero tampoco en este caso le es necesario poner en tensión los brazos, el
MAA
pecho, el abdomen o las piernas. Esos músculos pueden permanecer en estado de per-
fecta relajación. Trate de recobrar la placentera distensión de todos los músculos no esen-
ciales... ¿Qué sensación experimenta?
¿Querría ahora ponerse de pie delante de mí”... Observe que tiene que poner en ten-
sión los músculos de las piernas y el abdomen para mantenerse de pie, pero no es necesa-
rio que los brazos o los hombros estén tensos. Trate de relajar tantos músculos de la par-
te superior de su cuerpo como pueda, especialmente los de la cara, los hombrosy los bra-
zos. Para lograrlo, a muchas personas les resulta útil exhalar todo lo posible, (El terapeu-
ta hace la demostración.) Esto ayuda a recobrar la relajación y la calma general que la
acompaña, Permanezca de pie como yo y relaje tantos músculos como pueda... ¿Le es
posible decirme cuáles de sus músculos están relajados? (El cliente por lo común dirá
que tiene relajados los músculos de la parte superior del cuerpo, Escúchelo y sugiera que
intente relajar otros músculos si resulta apropiado. Entretanto el terapeuta adopta post-
ciones semejantes, para que el cliente no se sienta inhibido.)
Esto está yendo muy bien. Antes de la próxima sesión trate de ejercitar la relajación
diferencial unas pocas veces al día. Esta es una actividad como cualquier otra, y cuanto
más la practique, mejor la dominará, Trate de concentrarse en los músculos que más le
cuesta aflojar. El principal objetivo es que, mientras está haciendo algo, sea capaz de rela-
jar la mayor cantidad de músculos no comprometidos en la actividad,
Aplicaciones de la relajación
Los procedimientos de relajación que hemos descrito son tal vez los más
ampliamente utilizados en terapia conductista, En años recientes hemos em-
pleado también dos variaciones: la relajación mediante la conciencia sensorial
y mediante la hipnosis, Consideraremos primero la relajación obtenida por
medio de la conciencia sensorial,
3 A pesar de que las reacciones desfavorables ante la hipnosis son muy raras, no obstan-
te recomendamos que el clínico esté preparado para utilizar toda su habilidad clínica y
su sensibilidad para tranquilizar al cliente sí éste se asusta durante la inducción o al cabo
de ella, Ningún procedimiento terapéutico debe utilizarse con descuido; esta precaución
es particularmente pertinente en el caso de las inducciones hipnóticas; recomendamos de-
cididamente que se ejercite la hipnosis con supervisión antes de utilizarla clínicamente.
106 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Puesto que muchos clientes que han de ser sometidos a hipnosis temen a
la pérdida de control, es conveniente señalarles que, en última instancia, es el
propio cliente el que en definitiva lo conserva. Esto significa que el cliente
puede y debe despertarse si no quiere seguir adelante,
Se insta al cliente a que se deje absorber por el proceso, en lugar de distan-
ciarse como un observador analítico. Por supuesto,se supone que está de acuer-
do con que se lo hipnotice, y deseoso de hacer la experiencia. Tal motivación
puede utilizarse para persuadirlo de que adopte una actitud más bien pasiva
y lánguida, asegurándole que más tarde habrá mucho tiempo para discutir y
hi a
A muchos clientes les preocupa el significado que pueda tener la suscepti-
bilidad a la hipnosis como rasgo de personalidad. Por lo tanto, es conveniente
destacarles que la investigación no ha descubierto ninguna correlación impor-
tante entre la posibilidad de ser hipnotizado y características tales como la
inteligencia o la fuerza de carácter. Lo mismo que las sugestiones ya examina-
das, este comentario puede reducir la preocupación del cliente por la expe-
riencia que aborda,
+El terapeuta debe recalcar que no habrá secuelas enojosas después de la
inducción hipnótica. El cliente podrá recordarlo todo, no tendrá dolores de
cabeza y, en general, habrá pasado por una situación placentera.
IRA
nótico. En otras palabras, es importante tener presentes los objetivos con toda
claridad, Puesto que recurrimos a' la hipnosis fundamentalmente para facili-
tar la relajación, no es indispensable la obtención de un estado hipnótico con-
creto (una vez más, suponiendo que tal estado exista). Por lo tanto, pueden
utilizarse múltiples sugestiones de calma y relajación idénticas a las utiliza.
das en el curso del entrenamiento de relajación ya descrito.
Ejemplo de inducción hipnótica
(El terapeuta está sentado al costado del cliente de modo tal que, cuando éste mira de
frente, aquél permanece fuera del campo visual.) ¿Querría, por favor, extender hacia ade-
lante el brazo derecho con la palma hacia abajo? Muy bien. Elija un punto del dorso de
su mano y mírelo, Ese será nuestro blanco. Quiero que lo mire fijamente tanto tiempo
como pueda y que deje que ocurra todo lo que sienta que está ocurriendo, Trate de rela-
jarse y entréguese lo mejor que pueda a lo que va a segui
Mientras mantiene la mirada fija en el blanco, es posible que gradualmente vaya co-
brando cada vez más conciencia del peso del brazo y la mano extendidos, Quizá incluso
comience a experimentar una sensación de tensión en el hombro, pues está aguantando
el brazo y la mano extendido que se vuelven cada vez más pesados. Más y más pesados.
Mientras sigue mirando el blanco, deseo que imagine que de la muñeca le cuelga un gran
cubo de agua, En este momento el cubo está vacío, pero quizá ya puede sentir el nuevo
peso que debe soportar el brazo extendido. Siga mirando fijamente el blanco y tome con-
ciencia de la sensación de pesadez, que se vuelve cada vez más notable en el brazo y la
mano extendidos.
Mientras sigue mirando fijamente el blanco puede imaginar que algo muy interesante
está sucediendo con el cubo, Yo estoy llenándolo poco a poco de agua. Lleno ese cubo
vacío hasta la cuarta parte, El agua vuelve al cubo algo más pesado, Más y más pesado.
108 TECNICAS TERAPÉUTICAS CONDUCTISTAS
RESUMEN
” DESENSIBILIZACION SISTEMATICA
rar los resultados del procedimiento, según pudiera deducirse de cualquier ex-
plicación que cuente con un sustancial apoyo experimental, Eso es justamien-
te lo que intentamos hacer a continuación.
Vale la pena destacar que esta técnica de la terapia conductista se apoya
decididamente en la capacidad de evocar imágenes que tenga el cliente. En
cierto sentido, el reaprendizaje o recondicionamiento ocurre mientras el clien-
te visualiza escenas en silencio. Se supone que una escena imaginaria aversiva
equivale funcionalmente a una situación real: se supone que capacitar a una
persona para que enfrente una representación fantaseada de lo que teme, equi-
vale a enseñarle a enfrentar esa situación en la vida real (Grossberg y Wilson.
1968).
Quizá el más grande desafío que debe enfrentar el clínico que contemple
la utilización de la desensibilización sea decidir qué desensibilizar. La tarea
consiste en aislar el aspecto o el conjunto de aspectos conductales en los que
la persóna debe reducir su ansiedad. Esta no es una cuestión sencilla, Consi-
dérese, por ejemplo, el caso de un individivo que teme abandonar su casa, ¿Se
debe suponer que el mejor modo de ayudarlo es utilizar una escala de situ:
ciones en las que se concibe un alejamiento progresivo de la casa? Como se in-
dica en el capítulo 2, es necesario evitar semejante enfoque simplista, pues
bien puede ser que lo que más preocupe a la persona sean las situaciones con
las que debe enfrentarse después de salir de su casa. Por ejemplo, si el pro-
blema aparece los días de semana, pero no los sábados y domingos, habrá que
averiguar si el temor no se debe en realidad a dificultades de trabajo. Así, una
persona que en un principio parece agorafóbica, resulta finalmente sensible
en exceso a las críticas,
Aun después de haberse definido el aspecto conductal a abordar quedan
por considerar sus diversos parámetros. Tomemos el caso de un individuo que
teme en demasía hablar frente a grupos. Los ítems escogidos para la progre-
sión de situaciones teridrían que incluir quizá la expresión de ciertas perso-
nas de la audiencia, y no la hora del día o las condiciones del tiempo fuera
del salón imaginado. Pero nada de esto puede presuponerse, y sólo mediante
la observación escrupulosa y las entrevistas le es posible'al clínico experimen-
tado decidir los parámetros más decisivos del temor.
Otra característica de la evaluación es que ella se centra en un tema básico,
según una conceptualización del terapeuta. Hace ya mucho tiempo que deja-
mos de preguntarnos si hemos logrado aislar el “verdadero” aspecto funda-
mental de la ansiedad de nuestros clientes. Más bien nos preguntamos qué di-
ficultades de una persona es preferible atacar, para acrecentar sus logros, En
otras palabras, más que buscar la “verdadera progresión” buscamos la que re-
sulte más útil, Esto tiene importantes consecuencias, de las cuales no es la me-
nor la libertad de que se dispone para reconceptualizar los problemas del
cliente en términos adecuados a la desensibilización. Un anterior ejemplo de-
mostraba cómo era posible concebir con buenos resultados un problema de
depresión en los términos de un gradiente de ansiedad/evitación, en el que
la desensibilización resultaría adecúada, El clínico debe preguntarse qué con-
secuencias habría de tener el éxito de un determinado proceso de desensibili-
114 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
zación, Por ejemplo, una persona a la cual deprime la falta de contacto
s so-
ciales significativos, ¿se sentiría más feliz si, como resultado de la desensibi
li-
zación la necesidad de hablar con la gente la inhibiera menos? Desde
este pun-
to de vista, parecería que el clínico no sólo cuenta con mayor libertad
para
aislar los aspectos de la ansiedad que decide tratar, sino que además
enfrenta
un más grande desafío.
510o0055OARALOASARAAAARCSS.
Cliente: No es que no sepa qué decir. Más bien, tengo dificultades en decir
lo que estoy pensando.
Cliente: Exacto, Las palabras me surgen en la mente, pero me pongo tan ten-
so que termino por no decir mucho, o no digo nada en absoluto, Y eso, pa-
ra un vendedor viajante, no es nada bueno.
Terapeuta: Por supuesto. De modo que usted piensa que se llevaría mejor
con la gente, especialmente con sus clientes, si se sintiera menos tenso o
ansioso al hablar con ellos.
Cliente: Sí, realmente lo pienso. Si pudiera relajarme un poco cuando llega
el momento de hablar, creo que las palabras me saldrían, y eso sería una
gran ayuda,
En general, evitamos saltos entre los ftems que excedan las 10 unidades en
la escala de O a 100. Un pequeño detalle del procedimiento: escríbase el pun-
taje con lápiz, y no con tinta, en el ángulo superior derecho de cada ficha. Es-
to hace que el cliente comprenda con claridad que el ordenamiento de los
ítems puede cambiar cuando sea necesario.
La que sigue es una escala progresiva tomada de un cliente con fobia a vo-
lar; los ítems aparecen en orden de aversividad creciente.
1. Su jefe le dice que dentro de seis meses tendrá que volar al otro ex-
tremo del país para conseguir una nueva cuenta (puntaje 10).
2. Está sentado en la sala mirando un partido de fútbol por televisión
y oye valar un avión (puntaje 20).
3. Un colega le cuenta en el trabajo que hizo un viaje en avióna Flori-
da (puntaje 25).
4. Un mes antes de tener que viajar, su esposa le pregunta si le es nece-
sario lleyar en el equipaje alguna ropa formal (puntaje 30).
5, Se encuentra usted en el altillo en busca de la valija para el viaje
(puntaje 35).
6. Al revisar la agenda, descubre que tendrá que viajar dentro de dos
semanas (puntaje 45).
7. La víspera del viaje, está guardando medias y ropa interior en la va-
lija (puntaje $0).
8. El taxi dobla en la carretera al llegar al cartel que indica la dirección
del aeropuerto (puntaje 60).
9. Hay cinco personas delante de usted en la línea formada ante el es-
critorio de la compañía aérea en espera de que se registre el equipa-
je y se compruebe la validez de los boletos (puntaje 70).
10. Avanza por el corredor hacía la pista y el empleado le pide la tarjeta
de embarque (puntaje 75).
11. Al mirar por la ventanilla, advierte que el avión despega y ve a la dis-
tancia el Puente de la Bahía (puntaje 85).
12. Lleva ya dos horas de vuelo, el aparato se agita y aparece la señal de
ajustarse los cinturones (puntaje 90).
13. El viaje es muy agitado y usted comprueba que el cinturón de segu-
ridad esté ajustado (puntaje 95).
14, Se despierta la mañana en que debe viajar y se dice a sí mismo: “Hoy
es el día” (puntaje 100).
120 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Puesta a prueba y entrenamiento de la imaginación
Imagínese sentado en una silla en este mismo cuarto. Trate de sentir la silla bajo su
cuerpo. Sienta la espalda contra el respaldo. Imaginariamente, sin abrir los ojos, trate
de visualizar su rodilla (pausa). Trate de verse la rodilla. Ahora me gustaría que intenta-
ra verse el pie, (El terapeuta describe detalles del zapato.) Ahora mire el cuarto a su alre-
dedor. Míreme a mí. Trate de verme la cara. (El terapeuta describe detalles de su propia
cara.) Ahora mire la puerta. La puerta se abre lentamente y alguien que usted conoce
bien está de pie junto al umbral.
,
Si al cliente le sigue siendo difícil generar imágenes, conviene pedirle que
verbalice los aspectos que puede ver, pues con frecuencia sucede que la yer-
balización contribuye a precisar la presencia imaginaria. Si las dificultades
continúan, se le asigna al cliente, como tarea para realizar entre sesiones, la
práctica de todo este procedimiento.
Entrenamiento de relajación
DESENSIBILIZACION TRADICIONAL
MUESTRA DE LA FICHA DE
UN ITEM DE LA ESCALA PROGRESIVA
EN LA DESENSIBILIZACION TRADICIONAL
10
En la mayor parte de los casos se pueden tratar por sesión de dosa cinco
ítems. Por supuesto, no es probable que el clínico dedique toda la sesión só-
lo a la desensibilización. En la práctica clínica, pocas veces se trata un único
problema o se emplea una única técnica.
LA DESENSIBILIZACION DE AUTOCONTROL
Existen situaciones en las que, sobre la base de su experiencia pasada, usted aprendió
a reaccionar poniéndose tenso (anisioso, nervioso, temeroso). Lo que yo intento es ense-
ñarle a manejar estas situaciones con éxito, para que ellas no lo alteren. Esto se llevará
124 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
a cabo tomando nota de algunas situaciones que lo perturban en grado diverso y logran-
do que aprenda a enfrentar las menos ansiógenas antes de pasar a las más dificultosas.
Parte del tratamiento consiste en aprender a relajarse para que en las situaciones en las
que advierte que se está poniendo nervioso, esté más capacitado para eliminar la tensión.
Aprender a relajarse se asemeja mucho a aprender cualquier otra actividad, Cuando una
persona aprende a manejar automóviles, en un comienzo le es difícil coordinar todos
sus actos, tiene plena conciencia de cada uno de ellos. Con la práctica, no obstante, los
movimientos que exige el manejo se vuelven más fáciles y automáticos. Verá que le ocu-
rre lo mismo cuando trate de relajarse en las situaciones en las que experimente que co-
'mienza a ponerse tenso, Descubrirá, sin embargo, que al insistir consigue hacerlo cada vez
más fácilmente. (pág. 231). .
Mientras se trabaja en la desensibilización, se le señala al cliente que su en-
trenamiento durante las sesiones no sólo constituye un ensayo de la conduc-
ta adecuada para enfrentar determinadas situaciones concretas, sino que ade-
más permite aprender a relajarse para eliminar las tensiones en general.
Entrenamiento de relajación
Construcción de la escalaprogresiva
5454144081414
ga la imagen al mismo tiempo que trata de relajarse y deshacerse de todas
las
tensiones que se estén produciendo. Como se le está pidiendo que haga dos
cosas al mismo tiempo —imaginarse en una situación y relajarse—, la propues-
ta es que se imagine en el acto de relajarse en la situación misma. Así, si expe-
rimenta ansiedad cuando está sentado al escritorio preparándose para pronun-
ciar un discurso, debe imaginarse sentado al escritorio e intentando relajarse
para eliminar la tensión.
El procedimiento de autocontrol admite variantes. Lo advertimos mien-
tras trabajábamos en este libro. Uno de nosotros hacía que los clientes mantu-
vieran la imagen aversiva hasta que les fuera posible relajarse y eliminar la
ansiedad, mientras que el otro les daba un tiempo fijo de exposición sin que
importara que hubieran conseguido relajarse o no al cabo de ese lapso. En am-
bos procedimientos, no obstante, el cliente no pasaba al ítem siguiente en
tanto no hubiera logrado enfrentar razonablemente el más fácil. Aunque
no
hay datos que indique cuál de estas dos técnicas es la mejor, existen informes
de casos y datos que confirman la eficacia general de la desensibilización
de
autocontrol (D'Zurilla, 1969; Goláfried, 1973; Jacks, 1972; Meichenbaum,
1973; Zemore, 1975),
AAA sad
Utilizaciónin vwvo de la relajación para
el manejo exitoso de situaciones
AAA
nes se desensibiliza in vivo a ftems aún no' abordados en el consultorio.
Sobre la base de una serie de estudios llevados a cabo por Nawas y sus
AAA
dis-
cípulos (Nawas, Fishman y Pucel, 1970), hemos experimentado
clínicamente
con la utilización en cinta grabada de la variante introducida por Goldfried
,
De acuerdo con la investigación de Nawas, los clientes no se resensibilizan
cuando se los fuerza a imaginar situaciones difíciles. En consecuencia,
hemos
tenido ocasión de grabar para el cliente la presentación de una serie
de tres a
AAA
posible difi-
cultad se salva fácilmente con la consigna (que la mayor parte
de los clientes
a
126 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
son capaces de seguir) de detener el grabador sin pasar al tem siguiente cuan-
do subsiste alguna incomodidad en un punto determinado de la escalaprogre-
siva, La ventaja más evidente de las cintas grabadas consiste en que permiten
una más abundante ejercitación entre sesiones, con lo cual se facilita la tera-
pia y se le ahorran gastos al cliente. Para que un cliente practique durante un
período de dos a tres meses, necesita hasta media docena de cintas de 30 mi-
nutos de duración,
La transcripción que sigue ilustra el procedimiento de desensibilización
mediante cintas grabadas:
Muy bien, ahora se encuentra tendido en cama, en su casa. Cierre los ojos. Dedicaré
los próximos minutos a lograr que se sienta cómodo, distendido y relajado. Afloje el
cuerpo, afloje los brazos, relájese más y más. (Pausa de 5 segundos.) Muy bien. Cada vez
más y más relajado, (Pause de 5 segundos.) Vaya aflojándose másy más mientras cuento
de 1 a 10, Añlójese a medida que cuento. 1, cada vez más relajado. (Pausa de 5 segundos.)
2, más y más, (Pausa de 5 segundos.) 3, 4, aflójese. (Pausa
más relajado. (Pausa de 5 segundos.) 6, 7, más y más. (Pausade de5 5segundos.)
segundos.)
5, cada vez
8, 9 y 10,
distendido y relajado. Más y más. (Si es necesario, el terapeuta puede continuar con
instrucciones de relajación.)
Ahora repasaremos el procedimiento. Voy a presentarle una situación.
Imagínela
tan
vívidamente como sea capaz, como si se encontrara en ella. Imagínela durante
tiempo
todo el
que yo le indique. Si mientras tanto se produce en usted
de relajarse para eliminarla. Procure deshacerse de ella, al menos alguna tensión, trate
en parte. Si el ítem
no le crea ansiedad alguna, perfecto, Pemanezca en la escena y siga relajándose,
Muy bien, Ahora, si se siente completamente relajado, deje correr la cinta. Si toda-
vía se siente algo tenso,
detenga el grabador y selájese por sí mismo unos minutos.
Perfectamente, Ya se encuentra relajado y muy cómodo. Imagine que
se cruza con
3u jofe por la mañana al entras a la oficina y que éste lo saluda.
Muy bien, deje de imaginar eso y vuelva a relajarse o a la escena (Pausa de 15 segundos.)
placentera,
distiéndase, Quizá ese ítem no le produjo la menor tensión. Pero tal vez lo sipuso gusta, y
algo
tenso. Si así fue, trate de relajarse para eliminar esas tensiones
lo mejor que pueda. Siga
relajándose. Ahora, imagine la escena una vez más, por la mañana temprano se cruza con
su jefe al entrar a la oficina y éste lo saluda. (Pausa de 30 segundos)
imaginarlo, y vuelva a relajarse; relájese más y más. Perfectamente, si seMuysiente
bien, deje de
cómoda-
mente distendido, deje correr la cinta. Si no, deténgala unos
minutos hasta que se sienta
relajado una vez más, .
Muy bien, cómodamente relajado, imagine que entra en la cafetería de los . empleados
y, al pasar junto a la mesa de Mabel, oye una risita. (Pausa
deje de imaginar eso y vuelva a relajarse; aflójese más y más,de cada75 segundos.) Muy bien,
vez más, siga relaján.
dose más y más, Está bien, Vuelva a imaginarlo: al entrar a la cafetería de los emplea-
dos, pasa junto a la mesa de Mabel y oye una visita, (Pausa de 30 segundos.) Muy bien,
abandone esa situación y vuelva a relajarse, de nuevo en la escena
Añójese, siga aflojándose mientras cuento de 1 a $; veamos si puedeplacentera,
relajarse
si gusta.
aun
1, añójese, 2, 3, 4 y 5. Si se encuentra completamente relajado, continúe; si no, deten- más.
ga el grabador unos minutos hasta que se sienta relajado una vez más.
Relájese más y más, cada vez más. Imagine que la mujer
que atiende el mostrador
está preparando un emparedado de rosbify que le pone mostaza en lugar de mayonesa;
le
usted dice: “Perdón, pero prefiero mayonesa”. (Pausa de 15 segundos.) Muy bien, deje
de imaginar eso y vuelva a relajarse, más y más. Cada vez más relajado. Recuerde que
DESENSIBILIZACION SISTEMATICA 127
debe relajarse para eliminar cualquier tensión que surja enel curso de una
visualización.
Muy bien, de nuevo se encuentra en la fila, la mujer está
por poner mostaza en lugar de
mayonesa en el emparedado de rosbif y usted dice: “Prefiero mayonesa .en-el empareda
do”. (Pausa de 30 segundos.) Está bien, deje de imaginar eso:y vutlva -
wrrelajarse.
Recuerde: si tiene tiempo, imagine una escena una y otrawvez. Aflojénd ose más y más.
Si se siente del todo relajado, continúe. Si no, detenga el grabador unos pocos'm
relájese un rato por sí mismo, Muy bien, relájese más y más. Cada vez más relajado. inutos y
Se encuentra sentado a su escritorio y suena el teléfono
crotaria del jefe dice que éste quiere hablarle, /Pousa de 15 ,segundos
Levanta el receptor y'la se-
imaginar cso y relájese una vez más; relájese, más y más. Aflójese, .)distiénd
Muy bien, deje de
más, Ahora imagine de nuevo que se encuentra sentado al escritorio, suena elaseteléfono
cada vez
la secretaria del jefe dice que éste quiere hablar con usted. /Pausa de 30 segundos.) Estáy
bien, abandone esa escena y vuelva a escucharme.
Voy a contar de $ a 1, y cuando llegue a 1, usted abrirá los ojos, alerta, y se sentirá
enteramente despejado. Anote sus observaciones sobre esta sesión,
en la que se trataron
cuatro ítems de su escala progresiva. 5, 4, 3, 2 y 1, Los ojos abiertos, del todo despejado.
A anotar los comentarios.
DIFICULTADES EN LA DESENSIBILIZACION
Inquietud
No es anómalo que un cliente se inquiete si una sesión de desensib
ilización
dura más de media hora seguida. Como siempre sucede en
terapia, la inter-
vención debe guardar relación con las necesidades y la capacida
d del cliente,
Con algunos convendrá que las sesiones no excedan de 15 minutos,
mientras
que con otros se puede llegar a una hora.
Relajación
EXPOSICION IN VIVO
O
terapeuta logró la ayuda de varios internos y pudo organizar un recital
tera-
péutico. El cliente dio el falso recital con el terapeuta sentado a su
lado; éste
le daba instrucciones entre tanto acerca de la utilización de la relajación dife-
rencial, Confirmando las pruebas que indican que la exposición real desem-
Y
peña un papel extremadamente importante en la reducción de la ansiedad
(Agras, 1967; Sherman, 1972), el tratamiento resultó sumamente eficaz, En
Y
verdad, requirió muchas menos sesiones de las que habrían
sido necesarias
Y
si se hubiera utilizado la desensibilización sistemática, La presenta
ción imagi-
naria de las situaciones constituye sólo una transacción pragmática
si se la
Y
compara con lo que puede lograrse por medio de una exposici
ón real; el te-
Tapeuta debe tener siempre en cuenta la mayor conveniencia
O
de utilizar la de-
sensibilización in vivo.
Con un cliente nuestro que sentía mucho miedo de los Perros,
Y Y
tuvo lugar
Una sorprendente aplicación de la desensiblización in vivo. Después
de la se-
sión inicial, un amigo suyo le telefoneó para comunicarle que
su perra había
tenido cachorros y le preguntó, en broma, si no quería uno de
ellos. En lugar
de rechazarlo horrorizado, el cliente recordó lo que habíamo
O
s dicho acerca de
la exposición gradual como medio para reducir su fobia,
y le pidió al amigo
que le reservara un cachorro por una semana. En la siguiente
sesión de terapia
se. llegó a la decisión de hacer que la familia aceptara
el cachorro por dos mo-
O
tivos: porque él se sentía relativamente capaz de tolerar
un perrito en la casa
y porque ambos estuvimos de acuerdo en que quizá
podría ir desensibilizán-
dose a los perros a medida que su cachorro fuera creciend
o, La terapia, por
lo tanto, trajo por consecuencia que el cachorro creciera
ante sus ojos en el
contexto de vivaces y traviesas interacciones que
incluían a los hijos del clien-
te, su mujer y lo que resultó ser un cocker spaniel
dulce y juguetón, Al cabo
de seis meses, los contactos telefónicos revelaron que
el hombre ya no sentía
miedo a los perros.
Y
Y
DESENSIBILIZACION EN GRUPO
Aplicaciones de la desensibilización
RESUMEN
ENSAYO DE CONDUCTA
Las metas fundamentales de esta fase inicial son lograr que el cliente reco-
nozca la necesidad de aprender una nueva pauta de conducta, acepte la idea
de que el ensayo de conducta es un modo adecuado de desarrollar este nuevo
rol social, y supere cualquier escrúpulo inicial que pudiera provocar el hecho
de actuar en el consultorio.
Aun cuando al terapeuta pueda resultarle bastante claro que los problemas
del cliente se fundan en la deficiencia de ciertas aptitudes sociales, quizás el
cliente no conciba sus dificultades en los mismos términos. Mediante la uti-
lización de los procedimientos esbozados en el capítulo 4, el terapeuta debe
persuadir al cliente de que acepte esta orientación.
Una vez que el cliente esté dispuesto a aceptar la interpretación conductis-
ta, el siguiente paso consiste en convencerlo de que el ensayo de conducta
puede ayudarlo a superar sus deficiencias. Aunque por supuesto hay diversos
modos posibles de describir el ensayo de conducta, nosotros preferimos pre-
sentar el método en términos generales, pasando a los detalles más específi-
cos sólo cuando es evidente que el cliente se muestra receptivo al enfoque.
Nuestra experiencia nos indica que algunos clientes reaccionan de modo nega-
tivo ante el ensayo de conducta cuando éste se les describe, -en parte porque
consideran que esta técnica no los ayudará a cambiar realmente, y en parte
porque el hecho de actuar los avergijenza, Mediante la descripción gradual del
ensayo de conducta le es más factible al terapeuta lograr que el cliente termi-
ne por aceptar el enfoque.
La interacción clínica con una cliente poco asertiva, según la transcripción
siguiente, ilustra de qué modo puede llevarse a cabo:
Cliente: Eso parece tener sentido, pero no estoy segura de saber hacerlo.
Cliente (Riendo. ): Bueno, creo que en esa situación, por cierto, algo diría.
Aunque, debo admitirlo, no me sentiría muy cómoda.
A menos que el cliente sólo experimente dificultades con unas pocas si-
tuaciones, el terapeuta debe trazar una progresión como guía para el entrena-
miento. Muchos de los lineamientos utilizados en la construcción de una esca-
la progresiva para la desensibilización sistemática, pueden utilizarse en este
caso (véase el capítulo 6). Los ítems elegidos proveerán muestras representa-
tivas de las situaciones en las que és probable que el déficit conductal del
cliente se mantenga. De ser posible, es preferible utilizar situaciones que
el
cliente mismo pueda provocar; de este modo habrá mayores posibilidades de
que se encuentre en esa situación en el futuro. En el caso de un hombre que
se sienta incómodo en las interacciones heterosexuales, por ejemplo, conviene
incluir una situación en la que sea él quien se dirige a una mujer y la saluda
y no a la inversa, .
La distribución progresiva de los ítems para el ensayo de cónducta, plantea
ciertos problemas que no se dan en el caso de la desensibilización. La cuestión
básica es aquí el orden, Para la escala progresiva de desensibilización, basta
como criterio el nivel subjetivo de ansiedad del cliente. En el ensayo de con-
ducta, en cambio, los ítems deben disponerse de acuerdo con la complejidad
de la aptitud conductal requerida. Aunque existe una cierta correlación entre
la complejidad y el monto de ansiedad experimentado, el terapeuta debe tam-
bién recurrir a su propio conocimiento de las exigencias conductales asociadas
con ciertas situaciones, El siguiente orden jerárquico se centra en las habilida-
des interpersonales de un cliente de sexo masculino socialmente deficiente:
1 El entrenamiento asertivo
de las mujeres requiere una especial consideració
nueyo modo de respuesta puede n, pues su
determinar consecuencias negativas. Este proble
ánaliza en el capítulo 13, ma se
A ARARAAAARAARÁAARAAAAAAAAANANAAA
ENSAYO DE CONDUCTA 141
alcanzar cierto grado de realismo.) Dígame algo más acerca del aspecto
- AMABA»
físico del escenario. ¿Dónde tendría que estar el tablero?
Terapeuta: Muy bien, entonces vaya al otro extremo del corredor y entre,
Terapeuta: Muy bien. ¿Por qué no trata de repetir la situación? Esta vez tra-
te de reaccionar como yo.
Una vez que el cliente ha logrado seguir con éxito una pauta formulada en
el consultorio, está maduro para ensayar esa conducta in vivo. Se le explicará
claramente que la aplicación en la situación real forma parte del procedimien-
to terapéutico. Periódicamente hay que volver al tema de lo que debe hacer
entre sesiones, y además comenzar cada sesión con el examen de la forma en
que ha cumplido ese cometido, 7
Si los ítems se han concebido de modo tal que la interacción pueda ser ini-
ciada por el cliente (por ejemplo, dirigirse a una persona para entablar una
conversación, en lugar de esperar que sea la persona quien lo haga), éste ten-
drá más oportunidades de colocarse en la situación ensayada durante la tera-
pia. Las autoobservaciones escritas resultan sumamente útiles a este respecto,
pues proporcionan un registro diario de las situaciones conflictivasy de las res-
puestas del cliente. Además, dicho registro le recuerda sutilmente que debe
ensayar la nueva respuesta in vivo. Para nosotros es habitual pedirles a los
clientes que lleven un diario de su conducta en las situaciones conflictivas, es-
pecificando los antecedentes, su propia conducta y las consecuencias resul-
tantes. Solemos encomendarles que reserven una página completa para cada
día, haya habido o no interacciones sociales pertinentes. Las exigencias que
representa una página en blanco son tales, que con frecuencia los clientes se
sienten obligados a hacer algo para llenaria. Otro recurso útil consiste en di-
vidir la página por la mitad para apuntar el comportamiento inadecuado de
un lado y el adecuado del otro, con lo cual nio sólo se logra un claro balance vi-
sua] de los progresos alcanzados; esa presentación tiene el efecto de una moti-
vación adicional para equilibrar esa especie de “libro mayor”. Pero debe ad-
vertírsele al cliente que no intente demasiado a la vez, sino, más bien, que pro-
ceda de un modo más o menos progresivo,
Al comentar las experiencias del cliente durante la semana, se destacan las
consecuencias de la pauta conductal que acaba de adquirir. Esto es de parti-
cular importancia en los casos en que el cliente ha tenido previamente expeo-
tativas infundadas sobre la reacción de los demás, las nuevas experiencias po-
nen a prueba la realidad de su creencia. Cuando el cliente comienza a recono-
cer que su nuevo modo de respuesta tiene consecuencias positivas, debe re-
cordárselo deliberadamente a sí mismo al encontrarse en nuevas situaciones
en el futuro (por ejemplo, “La gente no va a pensar mal de mí si actúo con
firmeza; por el contrario, me va a respetar más.”) Además de centrar la aten-
ción en las consecuencias externas de las respuestas adecuadas, también es
ÓN
PROCEDIMIENTOS AFINES ,
INDICACIONES
Entrenamiento de la asertividad
|
de la asertividad” y “ensayo de cond miento
ucta” con frecuencia se utilizan de
intercambiable, Desdichadamente, modo
la ecuación resulta inexacta desde el
de vista conceptual y a menudo punto
es causa de equívocos. Por empezar,
|
de conducta” denota un procedim “ensayo
iento terapéutico específico (es
tepresentación de situaciones reales en el consultorio), decir, la
namiento asertivo” se refiere al objet mientras que “entre-
de la asertividad). Además, con decir ivo de la técnica (es decir, el aumento
que un cliente ha hecho entrenamiento
, asertivo no se aclaran los procedim
ientos empleados. Aunque no se
descarte
146 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
el ensayo de conducta, el aumento de la asertividad también pudo haberse lo-
grado por medio de la relajación in vivo, la reestructuración racional, el auto-
monitoreo, la desensibilizacióno alguna combinación de estos procedimientos.
Salter (1949) fue el primero en reconocer el problema de la conducta po-
co asertiva, En su libro Conditioned Reflex Therapy describe las caracterís-
ticas de la “personalidad inhibitoria”, que intentó explicar en términos pav-
lovianos, Wolpe y Lazarus (1966) concibieron el entrenamiento de la aser-
tividad de manera semejante, utilizando la relajación como modo de “inhibir
recíprocamente” la ansiedad, Nosotros preferimos concebir la conducta po-
co asertiva como reflejo de un déficit de habilidad y/o una inhibición conduc-
tal que son probablemente el resultado de experiencias de aprendizaje social
defectuosas,
A diferencia de varios otros problemas conductales, la falta de asertividad
es relativamente fácil de evaluar. Los individuos poco asertivos de ordinario
saben que no defienden sus derechos y con frecuencia declaran haber senti-
do la tentación de hablar y se lamentan luego por no haberlo hecho. En los
términos más generales, la asertividad define una conducta socialmente ade-
cuada que tiene como resultado la eliminación de los obstáculos que entorpe-
cen el logro de las metas del individuo. Esta definición implica que el indivi-
duo verdaderamente asertivo es capaz de expresar tanto sentimientos posi-
tivos como negativos, hecho al que Lazarus (1971) dio el feliz nombre de “li-
bertad emocional”.
En este punto, tal vez convenga dar alguna precisión acerca de la diferen-
cia entre asertividad y agresividad. Aunque podría pensarse que ambas cua-
lidades se dan juntas, éste no es necesariamente el caso. Por ejemplo, no es
infrecuente el cliente tímido y modesto que periódicamente tiene estallidos
de cólera. En tales casos la expresión de enojo suele reflejar la liberación de
sentimientos reprimidos en situaciones en las que al individuo le fue difícil
decir abiertamente lo que pensaba. A la inversa, el volumen o magnitud de
las respuestas no bastan como características definitorias de la conducta aser-
tiva, A una persona adecuadamente asertiva le es posible, con tranquilidad pe-
ro también con suma eficacia, hacer que los demás comprendan claramente
su posición y evitar los obstáculos que se interponen en el logro de sus metas
personales. La persona que trata a un empleado poco razonable insistiendo
con calma en hablar con su superior, suele ser más adecuadamente asertiva
que la que estalla en cólera, Al cliente pueden procurársele abundantes ejem-
plos de la distinción entre asertividad y agresividad, encomendándole la lec-
tura de Your Perfect Right, de Alberti y Emmons (1974), libro que también
esboza muy bien los fundamentos del entrenamiento asertivo y de los méto-
dos que en él se aplican.
El ensayo de conducta puede también utilizarse como medio de entrena-
miento asertivo para niños, Gittelman (1965) describe la utilización del pro-
cedimiento con un niño de 13 años cuyo temperamento explosivo hacía pe-
ligrar su desempeño escolar. El ensayo de conducta se lleyó a cabo en un mar-
co grupal con el objeto de provocar situaciones simuladas y moldear una res-
puesta más adecuada. En el caso de los niños pequeños se lo puede utilizar
ENSAYO DE CONDUCTA
147
en el contexto de un jueg
o. La siguiente transcripció
dió con una niña de siete años n ilustra cómo se proce-
, tímida e inexpresiva:
Terapeuta: Vamos a jugar
con estos bloques; construir
a ser el trabajador y tú la dire emos una casa. Yo voy
ctora de obra. (En el rol)
de pongo estos bloques? Muy bien, ¿dón.
aa
Terapeuta (Le hace falta
cierto aliento. Quizá pue
adecuado de respuesta. da enseñarle un modo más
Abandonando el rol.) Espe
da que fí eres la directora ra un momento. Recuer
de obra, y eres la que me tien -
Cer, aunque yo no quiera. e que decir qué ha.
(De huevo en el rol.) Quiero
en una nueva pila. Poner estos bloques
as
esta parte.
mero terminemos.
Terapeuta (Parece estar defend
iendo su terreno bastante bien
ducir algún refuerzo. Ade
más, quisiera
, Conviene intro-
alterar un tanto la situac
A
ión para
DA
5
3
a 148 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
»
abordar principalmente la suavidad con que viene hablando. Veamos si
E puedo dar con un juego que provoque una respuesta más decidida. Aban-
> donando el rol y rodeando con el brazo a la cliente.): Esto estuvo muy
bien. Ahora vamos a hacer de cuenta que te encuentras en lo alto de este
elevado edificio y que yo estoy trabajando abajo. Puedes pararte sobre la
a silla y hacer de cuenta de que estás en lo más alto del edificio. (De nuevo
ad en el rol.) ¿Cuántos bloques más necesitamos aquí?
Otras indicaciones
RESUMEN
MODIFICACION DE LA ROTULACIO
N COGNITIVA
REESTRUCTURACION RACIONAL
Uno de los principales supuestos del enfoque emotivo-racional
pia tal como lo describe Ellis (1962) es la de la tera-
creencia de que muchas de las reac-
ciones emotivas y las condu
ctas desadaptadas que examinamos clín
son determinadas por las actitudes y los icamente
supuestos de los individuos acerca del
mundo que los rodea. En la obra teóric
a de Kelly (1955) y Rotter (1954) se
dice que también las expectativas tiene
n un papel fundamental en la deter.
minación de la conducta. Al referirse
a las reacciones desadaptadas, por ejem-
plo, Rotter declara losiguiente:
Parecería, pues, que las emociones humanas positivas, tales como los sentimientos
de amor o euforia, a menudo se asocian con, o resultan de, oraciones internalizadfor-
as
muladas como variantes del enunciado “¡Esto es bueno para mí!”, y las emociones hu-
manas negativas, como los sentimientos de enojo o depresión, se asocian con, o resultan
de, oraciones formuladas como variantes del enunciado “¡Esto es malo para mí!” (Els,
1962, pág. 51).
Cliente: Mi principal dificultad es que me pongo muy tenso cuando debo ha-
blar delante de un grupo. Creo que se debe al complejo de inferioridad
que tengo.
Terapeuta (No quiero a esta altura irme por las ramás hablando acerca de ese
modo de conceptualizar su problema. Trataré de soslayarlo y de lograr una
transición no demasiado notoria a otro tema. ): No sé si lo llamaría comple-
jo de inferioridad, pero por cierto creo que, de algún modo, la gente suele
provocar su propia perturbación y ansiedad en ciertas situaciones. Cuando
usted se encuentra en una situación particular, su ansiedad con frecuencia
No es el resultado de la situación misma, sino, más bien, del modo.en que
usted la interpreta, de lo que se dice a sí mismo acerca de ella, ¿Lo pone
nervioso esta lapicera?
Cliente: No.
Cliente: No.
Cliente: Sí.
Terapeuta: Pero un revólver o un cuchillo tampoco son más que objetos. Aun-
que, a diferencia de la lapicera, un revólver o un cuchillo puedendafñarlo.
No son los objetos los que crean alteraciones emocionales en la gente, sino,
más bien, lo que uno piensa de ellos. (Es de esperar que esta especiede
diálogo úsocrático lo lleve finalmente a la conclusión de que las autodecla-
raciones influyen en la estimulación emocional. ) Si no hubiera visto nunca
un revólver o un cuchillo, ¿cree que se habría alterado?
Terapeuta: Me gustaría hacer algo con usted. Le voy a describir cierta acti-
tud o creencia, y querría que por un momento supusiera que verdadera-
mente la asumo. Me gustaría que me ofreciera tantas razones como pueda
de que esto es irracional o irrazonable. ¿De acuerdo?
Terapeuta (No parece que vayamos a parte alguna. Puedo estimularlo indi-
es de esperar
rectamente dando una expresión más extrema a mi creencia;
. que las argumentaciones sean algo más evidentes. ): Creo que todas las per-
sonas con las que me tope en el curso del día tienen que sonreírme y de-
cirme algo agradable. Y si esto no ocurre, me sentiré derrotado.
Cliente: Pero el mundo, sencillamente, no está hecho de ese modo, Puede ha-
ber gente que no reaccione de manera positiva ante usted por motivos
propios.
Terapeuta (Esa es una buena razón, pero necesita más elaboración,): ¿Qué
otra razón puede haber? Tiendo a creer que yo soy el que provoca todo.
MODIFICACION DE LA ROTULACION COGNITIVA 159
Cliente: Pero eso es ridículo. Es posible que alguien con quien usted se en-
cuentre no haya dormido bien anoche, o haya discutido con'su mujer, o
no esté de humor para conversar.
Terapeuta: Muy bien, ésa es por cierto una posibilidad. Pero, ¿y si alguien
verdaderamente me desaprueba? Por ejemplo, un amigo íntimo puede no
estar de acuerdo con algo que yo diga. En ese caso habitualmente creo que
estoy equivocado y que, para que haya podido estar en desacuerdo, tiene
por fuerza que despreciarme..
Cliente: Pero no es posible que usted espere que él esté de acuerdo con todo
lo que usted diga,
Terapeuta: ¿Por qué no?
Cliente: Si así fuera, usted sería en verdad deshonesto.
Terapeuta: Pero considero que es más importante para mí lograr que todo el
mundo me apruebe y guste de lo que digo y hago, que expresar lo que ver-
daderamente siento. A veces me siento como una veleta, apuntando para
donde sopla el viento.
Cliente: ¡Pero eso es ridículo! ¿Quées lo que sucede con usted como persona?
Terapeuta (Parece bastante decidido acercu de este punto, de modo que re-
trocederé un tanto.): Ese es un gran problema para mí; a menudo no sé
quién soy como persona. Me preocupa tanto definir mi propio valor en
función de las reacciones que los demás tienen ante mí... Pero, ¿cómo pue-
do pensar de otro modo?
Cliente: Quizá debería considerar lo que usted mismo siente acerca de lo que
hace. Con tal que no dañe a nadie, si siente que lo que hace está bien, tal
vez se sienta satisfecho con eso aunque no todos estén de acuerdo.
Terapeuta (Abandonando el rol): Muy bien, Me parece que tiene una bue-
na perspectiva acerca de la racionalidad de esa creencia, ¿Empezamos con
otra?
los clientes manifiestan encontrar en esa obra algunos ejemplos que se les apli-
can, Otra ventaja es que la lectura de este libro puede ahorrar mucho tiempo
de terapia.
Sin duda mucha gente competente experimenta un alto grado de aflicción autoinfli-
£ida y muchas constricciones autoimpuestas como resultado de su adhesión a normas de-
saconsejables o excesivamente elevadas, Es probable que las actitudes habituales que el
cliente tiene para consigo se alteren en la medida en que un agente de cambio refuerce
diferencialmente la adopción de normas realistas de conducta y determine la adopción
de normas de autoevaluación más benignas, transmitidas por sus comentariosy acciones
(pág. 614).
Además de ser en sí mismo un procedimiento fundamental de la terapia,
la reestructuración racional puede contribuir a modificar las normas exce-
sivamente elevadas de un cliente, cuando éstas entorpecen la aplicación de:
otros procedimientos para la obtención del cambio de conducta. Por ejem-
plo, un cliente que está siendo sometido a un proceso de desensibilización
quizá considere que tendría que estar progresando más de prisa y, en con-
secuencia, se sienta desalentado y no esté dispuesto a continuarlo. En tales
casos la reestructuración racional puede ser la única manera de
el intento del terapeuta de modificar algún otro aspecto conflictide
vo la
conducta del cliente. o
Aunque la ausencia de conducta asertiva se concibió en general en la teo-
ría de la terapia conductista como reflejo de un déficit conductal (por ejem-
plo, en el repertorio de respuestas del individuo no existen conductas apro-
Piadas), nuestra experiencia clínica nos indica que los clientes presentan con
frecuencia una conducta notablemente más asertiva después de someterse
MODIFICACION DE LA ROTULACION COGN
ITIVA 169
a una reestructuración racional, que
aplican específicamente a situacione
las que antes mostraron inseguridad. s en
En tales casos la inhibición de la aserti
iente era el resultado de una Preo -
cupación infundada porla Posi-
ble reacción de los otros (por ejemplo,
no recibir su aprobación) y no de la
incapacidad para emitir una respuesta
asertiva,
Suele ser difícil evaluar la Pertinenci
a de la reestructuración racional,
particular cuando el problema se en
manifiesta Por la presencia de ansie
- dura (1969) sugiere una útil guía teórica: dad. Ban-
LA ATRIBUCION
Apoyo empírico
Indicaciones de la atribución
Terapia por evaluación
Como lo señalamos en el capítulo 2, una de las diferencias entre la eva-
luación conductista y la tradicional consiste en la estrecha relación que la
MODIFICACION DE LA ROTULACION COGNITIVA
m3
primera guarda con la intervención terapéutica. Nuestra experien
cia clínica
nos permitió comprobar que muchos clientes se sienten en
cierto modo ali-
viados cuando la evaluación les transmite la idea de que sus
problemas son
más la consecuencia de una experiencia de aprendizaje
que de una supuesta
“enfermedad mental”, y también cuando se enteran de
que pueden ganar cier-
to control sobre su conducta.
El ejemplo de un caso ilustrará este concepto. Davison (1968)
trató a un
cliente que dependía de fantasías sádicas para la obtención
de gratificación
sexual. Desde los once años, obtenía satisfacción sexual sólo
cuando se mas-
turbaba imaginando al mismo tiempo que torturaba a
mujeres jóvenes. An-
tes de intentar cualquier intervención terapéutica, el clínico
intentó aliviar
la preocupación del cliente por el problema mismo mediant
e la descripción
de las experiencias inusitadas que pueden inducirse en seres
humanos norma-
les por diversas manipulaciones psicológicas, como por
ejemplo, la privación
sensorial, Indicó además que el supuesto fundamental
de la terapia seríaque
la dependencia del cliente respecto de las fantasías sádicas
había llegado a
producirse por algún aprendi je social normal, y que se
la trataría de manera
coherente con esta concepción. Así Pues, en lugar de
considerar el conflicto
como un signo de dificultad inconsciente, el cliente
pudo reconstruir su pro-
blema en términos menos amenazantes y, de ese modo,
obtener un significa
tivo alivio desde la primera sesión: “¡Mi Dios, me alegro de
saberlo!”
Así pues, el terapeuta conductista cuenta a Partir de su orientac
ión misma
y sus procedimientos diagnósticos con una herramienta
terapéutica muy útil
para aligerar una indebida preocupación por la graveda
d de los problemas
que experimenta el cliente, Al mismo tiempo, debe destacar
se que no se pre-
tende la validez universal de la explicación de la conduct
a como resultado
del aprendizaje social, pues bien puede ocurrir que un problema dado
secuencia, no del aprendizaje social, sino de algún tipo de
sea con-
enfermedad orgá-
nica. El conocimiento de la etiología de la psicopatología humana
es incom-
pleto (Davison y Neale, 1974).
Atribución de síntomas físicos
Hemos tratado a varios clientes que temían al ataque cardíaco, Este tipo
de cliente por lo general acude al médico por padecer palpitaciones y difi-
cultades respiratorias sin que se encuentren causas orgánicas que
las justifi-
quen, por lo que se lo deriva para recibir tratamiento Psicoterap
éutico. Con
frecuencia se muestra excesivamente ansioso por ciertas situaciones, experi-
menta síntomas físicos que son semejantes a los que se presentan en
un pre-
infarto e interpreta estas reacciones de tensión como un ataque cardíaco
en
ciernes. De acuerdo con la teoría de la atribución, el terapeuta
puede rein-
terpretar tales síntomas e iniciar algún programa de reducción de
la ansiedad
para fortalecer la hipótesis no orgánica. De este modo, a uno de nuestros
clien-
tes se le enseñó sencillamente a relajarse cuando experimentaba
ansiedad; es-
ta intervención redujo las palpitaciones y consecuentemente
el temor al ata-
que cardíaco.
174 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Atribución al autocontrol
La literatura sobre la atribución a la que nos hemos referido sugiere que
si el cliente se considera en gran parte responsable de su mejoría durante el
curso de la terapia, es más probable que conserve la mejoría adquirida. Esta
consideración tiene particular importancia en los programas de condiciona-
miento operante (véase el capítulo 10), en los que las dificultades de la gene-
ralización y el mantenimiento constituyen un reto para la terapia conductis-
ta. Presumiblemente, los individuos cuya conducta es modelada por medio de
reforzadores externos podría atribuir los cambios habidos con el tratamiento
sólo a esta influencia externa.y, por tanto, no generalizaría su conducta mo-
dificada a situaciones posteriores al tratamiento. El terapeuta tendría que
mostrarse sensible a tales atribuciones y debería persuadir a sus clientes de
que los cambios de conducta son menos una consecuencia de los refuerzos
externos que del propio empeño.
La percepción que el cliente tenga de su ro] debe tenerse en cuenta en otros
aspectos de la terapia. Por ejemplo, en el caso del entrenamiento de relaja-
ción por lo general decimos que nuestra contribución fue la de un guía o un
maestro, mientras que la importante conquista del control de los músculos
es consecuencia de los propios esfuerzos del cliente. Cuando utiliza drogas psi-
coactivas, el clínico debe restar importancia a sus efectos y destacar los lo-
gros del cliente en el manejo exitoso de la realidad. Finalmente, la mayor
parte de los terapeutas, al cabo de un tratamiento feliz, tienen que responder
a la gratitud que los clientes les expresan. Aunque sin duda halaga creer que
uno ha sido un factor importante en la mejoría, suele convenir que el tera-
peuta atribuya escasa importancia a su contribución y destaque en cambio
lo logrado por el propio cliente.
MODIFICACION DE LA ROTULACION COGNITIVA 175
RESUMEN
RESOLUCION DE PROBLEMAS
TEORIA E INVESTIGACION
Orientación general
Generación de alternativas
E
Verificación
ALU
la figura 1.
Se in-
siste en
el pro-
cedi-
miento
sí
Fin
Figura1
182 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Tal vez el lector se sienta abrumado por la complejidad del modelo de re-
solución de problemas que venimos describiendo. Nos hemos preocupado
por exponer la secuencia de este modelo con considerable (aun obsesiva)
abundancia de detalles, no porque supongamos que siempre haya que pasar
escrupulosamente por todas las etapas examinadas, sino para proporcionar
al terapeuta una heurística aplicable en el entrenamiento. La experiencia
clínica nos permite señalar que algunos individuos tienden a mostrarse vagos
y abstractos en el modo en que definen y formulan los problemas; otros clien-
tes tienden a ser “rígidos” y les resulta difícil formular cursos de acción al-
ternativos; otros, en fin, no aciertana prever las consecuencias, Según la defi-
ciencia que se dé en cada caso, se ha de destacar más o menos una u otra de
las distintas fases de la resolución de problemas.
Durante el entrenamiento se utilizan varias técnicas para la modificación
de la conducta, tales comio la imitación de modelos, la estimulación y el re-
fuerzo. En la primera fase, el terapeuta explica e ilustra los procedimientos
de la resolución de problemas mientras el cliente observa pasivamente. Puesto
que todo ocurre en el nivel cognitivo, el terapeuta debe verbalizar sus pensa-
mientos. A medida que el cliente se desempeña más activamente, el terapeu-
ta asume sobre todo la función de un supervisor-asesor, formulando pregun-
tas y dando respuestas que guíen al cliente, alentando y evaluando aplica-
ciones ín vivo y reforzando las sucesivas aproximaciones a una feliz resolu-
ción de los problemas. Dada la importancia que se concede al autocontrol,
también puede alentarse al cliente para que refuerce él mismo su desempeño
exitoso. . _
Orientación general
El entrenamiento comienza con una explicación sobre las bases lógicas
del tratamiento, el curso que éste ha de seguir y sus beneficios previstos, Se
Puede ayudar a que el cliente comprenda por qué es probable que aparezcan
situaciones problemáticas (por ejemplo, cambio de roles, nuevos ambientes,
etcétera) y a que adquiera confianza en la posibilidad de enfrentar con inde-
pendencia la mayor parte de tales desafíos. Según el cliente de que se trate,
puede que sea aconsejable recurrir en cierta medida a la reestructuración
racional (véase el capítulo 8). También debe destacarse la necesidad de reco-
nocer las situaciones problemáticas cuando éstas se presentan y la de inhi-
bir la tendencia a reaccionar “automáticamente”, sin previa reflexión, Pue-
de sensibilizarse al cliente respecto de las situaciones problemáticas que se le
presentan en la vida, examinando los planos generales en los que es posible
que aparezcan (por ejemplo, las relaciones familiares, las situaciones labora-
les, la salud, etcétera). Como tarea inicial fuera de las sesiones, se le puede
encomendar que él mismo registre las situaciones problemáticas (automoni-
toreo). Es probable que tales situaciones le provoquen reacciones emociona»
les, por ejemplo sentimientos de incertidumbre, confusión o frustración; el
RESOLUCION DE PROBLEMAS 183
Cliente: Un mes, poco más o menos. Creo que en gran parte se debe al hecho
de que mi marido empezó a trabajar hasta muy tarde. En realidad, tendría
que estar agradecida, porque el dinero nos hace falta,
Cliente: Su cansancio. Hasta ahora, nuestra vida sexual siempre había sido
buena. -
Terapeuta: De modo que una de las cosas que le preocupan es la reducción
del contacto —sexual o de otro tipo— que mantiene con su marido.
Cliente: Además, no me gusta estar sola de noche; prefiero estar con alguien.
Tengo varios amigos y me encanta estar con ellos.
Cliente: Supongo que sí. Sabe usted, creo que además me molesta estar sola
de noche porque vivimos en una calle oscura y solitariTal
a. vez tenga mie-
do de que alguien descubra que me encuentro sola, y trate de entrar,
Cliente: Leí sobre varios robos ocurridos no muy lejos de donde yo vivo.
Terapeuta: ¿Antes de que su marido trabajara hasta tarde tenía alguna de es-
tas preocupaciones?
Cliente: En realidad, no. Creo que en gran parte el problema reside en que nos
encontramos en mala situación económica. No sé qué hacer alrespecto.
Generación de alternativas
Terapeuta: Muy bien. Me parece que ahora tenemos un panorama claro del
tipo de cosas que le hacen la vida difícil. Veamos si puede encontrar algu-
nas soluciones posibles, ¿Recuerda las reglas del sistema de la movilización
mental sobre las que le hablé?
Ciiente: Creo que sí. Veamos, debo imaginar tantas posibilidades como pue-
da, por tontas o impracticables que puedan parecer en un principio.
Terapeuta: Además, a esta altura, no creo que tenga que preocuparse real-
mente por ser muy específica, Trate de pensar enfoques generales para
manejar la situación; más tarde podremos buscar maneras concretas de
_lleyar a la práctica algunos de esos enfoques.
Terapeuta: Bueno, por ejemplo, supongamos que decida que una solución
posible sea: “Voy a buscar una niñera”. Eso es describir una posibilidad
en un nivel muy general; indica qué es lo que hará, pero no cómo se las
compondrá para lograrlo. Por ejemplo, para conseguir una niñera, podría
consultar a un pariente, buscar en la sección de avisos clasificados del pe-
riódico local, pedirle a un amigo que le recomiende a alguien o recurrir
a algún otro método para concretar el enfoque general que constituye
“conseguir una niñera”.
Cliente: Entiendo.
Terapeuta (La pausa y la expresión me hacen pensar que enfrenta alguna difi-
cultad, Quizá esté haciendo una evaluación prematura; por lo menos to-
das las alternativas que enumeró hasta ahora parecen bastante juiciosas.
Tal vez tendría que recordarle que debe postergar toda evaluación hasta
más tarde. ): Trate de no retraerse. Sencillamente acepte lo primero que se
le ocurra, por disparatado que sea.
Cliente: Bien, supongo que podría tener un revólver en la casa (rie). O qui-
zá quejarme a la polícia para que vigilen mejor el barrio. Mucha otra gen-
te que vive en la misma calle me dijo que estaba preocupada por la frecuen-
cia de los robos últimamente, de modo que podríamos unirnos y firmar
una petición o algo por el estilo. Creo que si todos nos quejáramos, resulta-
ría más efectivo.
Terapeuta (Esa parece una muy buena idea, Pero por otra parte, está mos-
trándose demasiado específica acerca de ese punto en Particular; prefiero
que se mantenga en el nivel estratégico. ): Por cierto que eso es muy tazo-
nable. Pero mejor es que se abstenga de especificaciones por el momento;
podemos entrar en ellas un poco más tarde, Por ahora, mantengámonos
en el nivel general.
Cliente: Dudo de que pueda conseguirlo. Oh, pero no tengo que pensar co-
sas así, ¿no es cierto? :
Terapeuta: Exacto.
Cliente: Bueno, tal vez podría trabajar los sábados en lugar de hacerlo por la
noche los días de semana.
Decisión
Terapeuta (Antes de entrar en una decisión detallada, ¿por qué no hacer que
deje de lado las alternativas que evidentemente ella no está dispuesta a se-
guir?): Consideremos las alternativas que usted ha propuesto para ver
188 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
cuáles vale la pena examinar con mayor detalle. Por empezar, ¿hay algu-
na que quisiera rechazar sin más?
Consecuencias de la estrategia
Parasí Para Selección
losdemás — final
a. Volvera clase e intentar po-
nerme al día por mi cuenta =— o
b. Volvera clase y ponerme al
día con ayuda de otros + o Y
c. Seguir como hasta ahora y pa:
sar los exámenes con trampa 0
4. Preguntara algún amigo qué
hacer - 0
e. Volvera close y asegurarmede
que no he de volvera faltar + 0 y
1. Abandonar la materia -- -
8. Tratar de mantenerme al día con
la materia y presentarme al exa-
men final sin asistir a clases =
|
|
TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Terapeuta (Me alegro de no haber dicho nada. Creo que es una gran idea,
Espero que a ella le parezca lo mismo,): ¿Qué piensa de esta solución en
comparación con las otras consideradas hasta ahora?
en la vecindad, pero creo que eso podría tratarse por separado. Cuanto
más lo pienso, más me doy cuenta de que conseguir un trabajo es el me-
jor modo de encarar la situación. Me sorprende no haberlo pensado antes.
Si por algún motivo no puedo conseguir empleo, volveré a barajar alguna
de las otras posibilidades de las que hemos hablado.
Terapeuta (El proceso previo no fue inútil, pues gracias a él le quedan algu-
nos planes en reserva para el caso. de que no encuentre un trabajo adecua-
damente remunerado. Es tiempo de recurrir al sistema de movilización
mental en busca de tácticas posibles para encontrar empleo. /: Es verdad,
¿por qué no consideramos ahora la manera de conseguir trabajo?
Verificación
INDICACIONES
RESUMEN
>
CAPITULO 10
PROCEDIMIENTOS DE REFUERZO |
EL CASTIGO
LA EXTINCION s
Así pues, cualquier refuerzo que ocurra en circunstancias que no sean aque-
llas en las que la conducta se desarrolla realmente, recurre a la exclusiva ca-
pacidad humana de sinwbolizar, de hacer el pasado (o, por lo demás, el futu-
10) presente,
.Además el terapeuta puede encomendarle al cliente que intente nuevas
conductas en su ambiente cotidiano, entre sesiones, de manera tal que sean
otros los que las refuercen. Así el terapeuta se convierte en un consultor y
no en la especie de “modelador” directo que se ve en los medios instituciona-
les o en el caso de los niños,
Otro de los problemas se refiere a la topografía del refuerzo: ¿qué forma
debe asumir en un momento dado y para un cliente en particular? ¿Qué es
lo que guía al terapeuta para reforzar al cliente en cierto momento y de una
determinada manera? ¿Recurrirá a una señal de asentimiento, a reflejar los
sentimientos del cliente (Truax, 1966), a una sonrisa o quizá a un período
de atento silencio? He aquí otro caso en el que el terapeuta debe ser un Mens-
chenkenner, es decir, alguien que comprenda a la gente y, en especial, al clien
te de que se trate, de modo que-lo que él conjetura que es un refuerzo, lo sea
realmente, Nos ha sucedido a veces que una sonrisa bien intencionada ha sido
interpretada como risa sarcástica por un cliente alterado, en el momento de
dar noticia de una conducta feliz concretada entre sesiones,
No hay aquí nada de misterioso o inusitado, en especial si reconocemos
que incluso los investigadores tienen que emitir juicios (más sencillos, por
cierto) acerca de qué refuerzo utilizar. Por ejemplo, los que experimentan con
ratas nunca utilizarán el color como señal por la sencilla razón de que las ra-
tas de laboratorio no lo perciben. En los estudios sobre el condicionamiento
verbal llevados a cabo con seres humanos, aun el simple hecho de no estar de
acuerdo con alguien puede actuar como refuerzo en determinadas circunstan-
cias (Davis, 1971).
¿Qué sucede con la relación entre terapeuta y cliente cuando aquél consi-
dera que debe castigar una conducta, se trate de su representación verbal o
de un desarrollo real en el curso de la consulta? No es necesario que el tera-
peuta manifieste desagrado o desprecio por el cliente cuando desaprueba lo
que ha hecho, Lo deseable es que la relación sea tal, que el cliente esté prepa- .
rado para advertir que las acciones del terapeuta tienen por fin su convenien-
cia de paciente, aun cuando se trate de una medicina amarga.
Otro aspecto importante de la instrumentación de los procedimientos ope-
rantes en el encuadre de los pacientes externos es el modelado por el terapeu-
ta del autorrefuerzo del cliente, En primer lugar, es importante que el cliente
se comprometa a seguir el régimen terapéutico, sea éste cual fuere, Se le en-
comienda entonces que haga un comentario favorable en su fuero interno ca-
da vez que haya obrado de determinada manera entre sesiones, Que el clien-
te cumpla realmente los términos del contrato (a saber: la evaluación exac-
ta de su conducta y el autorrefuerzo por desarrollarla) depende en gran parte
de la medida en que se sienta comprometido con su terapia. Puede que el te-
Tapeuta tenga que entrenar al cliente en el autorrefuerzo, por ejemplo, pre-
guntándole cómo se siente después de haber tenido una conducta particular y
PROCEDIMIENTOS DE REFUERZO 201
señalándole que lo que corresponde es una autodeclaració
n como “Me siento
bastante contento conmigo mismo”. Puede que algunos clientes
se autorre-
fuercen muy infrecuentemente; en ese caso suele ser necesario recurrir
a la
reestructuración racional para convencerlos de que un
determinado esfuerzo
es digno de alabanza. Por supuesto, el autorrefuerzo puede
también adoptar
la forma de permitirse saborear una porción de torta
de chocolate o parti-
cipar en alguna actividad placentera sólo después de
haber completado una
página de un manuscrito (estrategia a la que los autores
de este librorhan re-
currido en más de una ocasión).
. Cuando se trata a un matrimonio en pareja, el terapeut
a suele tener que
dedicar mucho tiempo a enseñarles a ambos cónyuges
a reforzarse mutuamen-
te entre sesiones por cambios conductales específi
cos, Por ejemplo, se puede
obtener del marido la promesa de comentar favorab
lemente las expresiones
de cariño de la mujer, mientras qué-al mismo tiempo
se sugiere a ésta que re-
tribuya al esposo mediante muestras de afecto físico.
Ambientes controlados
sa y que uno recibe lo que se merece. Tal vez lo que la sociedad llama “cor-
dura” implique tolerar algún grado de injusticia en cuanto a lo que nuestra
conducta merece y lo que en realidad obtiene como refuerzo, Es decir, el
desempeño eficaz en un medio no institucional suele depender de la capaci-
dad de no esperar inflexiblemente lo que uno cree que ha ganado.
Describir en detalle los procedimientos empleados en los programas de eco-
nomía de fichas iría mucho más allá de los límites de este libro. Por fortuna,
existen descripciones muy completas de las economías de fichas (Ayllon y
Azrin, 1965; Kazdin y Bootzin, 1972; Schaefer y Martin, 1969). En esencia,
una economía de fichas consta por lo menos de los siguientes elementos:
1) la escrupulosa especificación de la conducta que ha de ser reforzada, por
ejemplo, tender la propia cama antes de. las ocho de la mañana; 2) un refuer-
zo claramente definido con un valor claramente entendido, por ejemplo, una
ficha de color verde cuyo valor es de cinco puntos; 3) un conjunto de refuer-
zos de respaldo representados por la ficha (por ejemplo, una visita a la canti-
na, cuyo costo puede ser de 30 puntos); 4) personal administrativo entrena-
do capaz de observar la conducta del paciente y conceder los refuerzos con-
dicionados con prontitud y justicia, Una economía de fichas correctamente
conducida se caracteriza también por incluir 5) cuidadosas anotaciones sobre
cada uno de los pacientes para que el personal sepa si una determinada con-
ducta en un paciente particular merece refuerzo. Por ejemplo, cuando se alien-
ta el arreglo de las camas, se reforzará a un paciente regresivo por el solo he-
cho de que estire las cobijas ligeramente, mientras que otro en mejor estado
deberá colocar sus extremos bajo el colchón y acomodar lasalmohadas en su
lugar para obtener la misma recompensa.
Presentación razonada
para participar, el terapeuta les señala que la asistencia por un profesional du-
Tante las 24 horas del día no resultaría práctica y sí, por el contrario, muy
cara. Los padres pueden actuar en cambio como sus auxiliares.
La predilección que experimentan algunos padres por el control aversivo
—común también entre ciertos maestros— se acompaña a veces de objeciones
en cuanto al empleo de recompensas como “soborno”. Este argumento se ex-
presa a menudo del modo siguiente: “¿Por qué he de estar exhibiendo rega-
litos frente a Leonardo? Es su obligación obrar así, sin que haya que conce-
derle favores especiales-para obtener su colaboración”. Este tipo de objeción
puede analizarse a la vez filosófica y pragmáticamente. Tratamos de que los
padres entiendan que la palabra “soborno” designa situaciones en las que una
persona trata de-obtener ventajas de otra sin tener en cuenta los intereses de
ésta última, lo cual ha de diferenciarse de la recompensa o refuerzo, que cons-
tituye un auxilio técnico cuyo objeto es ayudar al niño a adquirir aptitudes
necesarias para la superviven y la vidacia
social,
Una vez que los padres aceptan el enfoque general del refuerzo, suele ser
útil recomendarles la lectura de alguno de los buenos manuque aleshoy exis-
ten. Un libro que hemos hallado de particular utilidad es Living with Children
(1971), de Patterson y Gullion; describe conflictos conductales infantiles en
términos operantes y explica los conceptos fundamentales, de este enfoque.
La utilización de tales materiales auxiliares nos conduce al segundo aspecto
del trabajo operante que se realiza con pacientes externos infantiles.
Los conceptos y las operaciones que se les deben enseñara los padres pue-
den explicarse fácilmente mediante ejemplos bien conocidos tomados de h
experiencia clínica del terapeuta o, mejor aún, relacionados con aspectos con-
cretos de los problemas clínicos presentes en el caso, Como en todas las otras
esferas de la terapia conductista, la traducción de un concepto teórico a una
intervención práctica exige gran ingenio del terapeuta y de los padres.
Enseñar a los padres a observar cuidadosam la conductaente
que ha de
cambiarse tiene fundamental importancia, Así, la “agresividad” general de un
niño debe describirse en términos de conducta agresiva concreta en circuns-
tancias específicas. Puede que se descubra que un niño “sumamente agresivo”
se conduce agresivamente cuando sólo el padre se encuentra en casa y no
cuando ambos progenitores están presentes, Presentar un paradigma “A-B-C”
para la observación de la conducta de un niño suele resultar sumamente útil.
“A” se refiere a las condiciones antecedentes, tales como “Cuando nos sen-
tamos a comer...”; “B” indica la conducta concreta como “*... empezó a hacer
girar la silla...”, y “C” se refiere a las consecuencias de la conducta, como
+... hasta que le grité que dejara de hacerlo”.*
El concepto de modelado es igualmente importante, en especial si los pa-
dres desesperan de alcanzar una meta alejada. Así pues, el hecho de que un
+ A-B-C,
en el texto inglés, no sólo indica el orden sino que tiene valor de sigla, forma-
PROCEDIMIENTOS DE REFUERZO 205
niño se niegue persistentemente a limpia
r su cuarto puede descomponerse
en varias unidades de conducta manejables que
pueden trabajarse de a una.
Quizá tenga la mayor importancia Puntualiza
r a los padres la necesidad de
que la conducta deseable sea reforzada lo antes
posible cuando aparezca, y
también la de extinguir, ignorándola, la condu
cta Operante indeseable, A esta
altura, es oportuno señalar que ningún refuerzo
niños y en todas las circunstan
actúa como tal con todos los
cias: puede que el maní recubierto con choco
late no resulte eficaz en el caso de un niño -
al que un régimen prodigado gene-
Tosamente por un pariente o vecino haya
hartado de dicha golosina.
Los métod ospara enseñarles a padres y maestros los
ticas operantes son sumamente diversos. conceptoys las prác-
Pero de ningún modo la simple des-
cripción de un procedimiento bastará para
que el agente de cambio lo ponga
en práctica, El verdadero objetivo es modificar
la conducta del agente de cam-
bio, de modo que esa nueva conducta ejerza
la influencia deseada sobre el ni-
ño. Hay que enseñar a padres, maestros
y otros agentes de cambio a modifi-
car su modo de responder al niño, para
que éste se comporte a su vez de ma-
nera diferente como consecuencia de la conducta
A veces un padre se siente demasiado modificada de los adultos.
ansioso en una particular situación
como para aplicar un procedimiento.
Por ejemplo, si teme con exceso que
niño se lastime, le costará no respo el
nder a los gritos provenientes del patio
Por más que su naturaleza sea claramente ,
Operante. Tal vez sea necesaria una
Resulta muy difícil persuadir a un padre para que no reaccione ante un
niño que ha descubierto que sus rabietas
son altamente aversivas para elpro-
genitor y por lo tanto le procuran el objeti
vo o el refuerzo deseado, que es
| obtener la atención del adulto. Este
debe estar advertido de que, por lo ge-
neral, la iniciación de un programa de extin
ción acrecienta temporarizmente
los arranques del niño.
Es importante utilizar abundantes ilustr
aciones y también la observación
irecta y el ejemplo (quizá durante visita
s a domicilio). Además de sugerir la
lectura del libro mencionado de Patterson
padre o al maestro que busque los ejemp y Gullion, el terapeuta solicita al
los específicos pertinentes. Se de.
be alentar al agente de cambio a que
“encuentre” a su Propio hijo en los
versos capítulos que describen a niños di-
que son negativistas, combativos, so-
breactivos, dependientes, temerosos
y desapegados.
Si se dispone de ventanas de visión
unilateral y de audifonos sin hilos,
no
(La madre está sentada leyendo el diario mientras Andrés, su hijo “hiper-
activo” de cinco años, juega a unos metros de ella con unos cubos.)
(La madre una vez más levanta la vista del diario como si estuviera por
responder.)
Terapeuta: Ahora vaya y juegue con él, puesto que no se está quejando.
PROCEDIMIENTOS DE REFUERZO 207
Madre (Acercándose a Andrés): Lo haré con mucho gusto, Andrés,
porqúe
* melo pediste con tan buenos modos.
RESUMEN
nn 11 1
enana
CAPITULO 11
A ——
HEURISTICA DE LA DECISION
Aunque muchos de los capítulos precedentes esboza
ron técnicas de la
terapia conductista de un modo relativamente directo
, querríamos volver a
destacar lo obvio: que los seres humanos son comple
jos y que el tratamien-
to no siempre avanza tan sin tropiezos como a uno
le gustaría, Además de las
limitaciones del actual repertorio de técnicas, los problemas de la interve
ción clínica suelen ser consecuencia de un análisis n-
conductal incompleto.
La evaluación constituye uno de los pasos más
cruciales y, al mismo tiem-
po, más difíciles del proceso del cambio de conducta.
Si no determina con
precisión las variables de mantenimiento de cualquier conduc ta conflictiva,
es fácil que el terapeuta pierda tiempo y esfuerzo en pos de
metas funcional-
mente inadecuadas. En el capítulo 2 describimos el
método general para lle-
var a cabo un análisis conductal; se debe prestar atenció
n a los antecedentes
situacionales potenciales, a las variables organísmicas, las
variables de respues-
ta y las consecuencias situacionales. Esta información
tiene 'un carácter fun-
damental para decidir qué es lo que ha de cambiarse. Al planifi
llevará a cabo dicho cambio, car cómo se
el proceso de decisión tiene en cuenta otros fac-
tores, como por ejemplo las variables personales del cliente
(¿puede un clien-
te experimentar ansiedad con sólo imaginar una escena?
) o las condiciones si-
tuacionales pertinentes (¿es posible contar con la
colaboración del maestro
para tratar el problema conductal del niño?). A continuación
heurística general de la decisión con problemas de ansieda se ilustra esta
ta de asertividad, autoconcepto negativo y crisis de identidad.d, depresi ón, fal.
ANSIEDAD
A menudo se supone que la presencia de ansiedad basta
para determinar
la utilización de la desensibilización como método de
tratamiento. Aunque
de ningún modo negamos el marcado cambio de
conducta que suele ser la
consecuencia de una aplicación hábil y creativa de
la desensibilización, no
hay por qué suponer que ése sea el método adecuad
o en todo caso de ansie-
dad. La ansiedad clínica puede clasificarse aproximadame
nte de la siguiente
manera: 1) la que parece haberse condicionado clásica
o vicariamente; 2) la
que es consecuencia de un déficit instrumental; 3) la que
resulta de autode-
claraciones ansiógenas, 4) la que deriva de conductas autoinducidas y 5)
que es consecuencia de un aspecto insostenible de la Propia la
vida.
eERARAAAARADLAA
AAA AA AAA AMA AMA AMA MAA
PROBLEMAS CLINICOS SELECCIONADOS 217
Ansiedad condicionada
Déficits instrumentales
Autodeclaraciones ansiógenas
Conductas autoinducidas
Medios insostenibles
del cliente como del terapeuta. En última instancia, quien debe hacer esta
evaluación es el terapeuta —en estrecha colaboración con el cliente—. Ahora
bien, el sistema de valores del terapeuta desempeña un rol importante cuan-
do juzga que un medio es insostenible, pero aun más importante resulta al
decidir qué es lo que debe hacerse. Si la mujer cuyo marido es psicótico cree
en la santidad del matrimonio y en la obligación de mantener la relación, el
terapeuta enfrenta un difícil dilema ético: ¿debe tratar o no de persuadir a
la clienté de que cambie su concepción de las cosas? Evidentemente, la res-
puesta no es fácil.
DEPRESION
Esfuerzos inadecuados
Percepción de incompetencia
Esto nos lleya a la persona que llega a terapia con lo que objetivamente
pa-
rece ser un nivel adecuado de desempeño. Aunque las consecuencias
de su
conducta se juzgarían de ordinario reforzantes, el individuo se siente depri-
mido. A diferencia del tipo de cliente que describimos antes,
este último sa-
be enfrentar y manejar la realidad, pero no valoriza las consecuencias
que son
su ganancia. En tales casos, hemos operado con el supuesto de que el proble-
ma radica fundamentalmente en las normas excesivamente elevadas
que el in-
RAAUAAAMAA MAA
PROBLEMAS CLINICOS SELECCIONADOS 221
CARRAIBIE ACLARA
dividuo se impone para autorreforzarse. Así pues, son sus percepciones erró-
neas las que deben ser objeto de modificación, pues en este caso, nada de lo
que el cliente hace le resulta lo “bastante bueno” como para “merecer” un-
refuerzo. Con clientes de este tipo, sugerimos la utilización de la reestructura-
ción racional,
UU
to de competencia. depende de su habilidad para lograr que la gente pague
grandes sumas de dinero por algo que no necesita ni quiere. Considérese tam-
bién a la mujer que recoge escasa gratificación de una vida de hogar en la que
se limita a cambiar pañales, preparar comidas y amoldarse a los deseos de su
marido, Si tales personas se sienten deprimidas porque sus actividades no les
resultan personalmente gratificantes el terapeuta puede sugerir que busquen
otros modos de satisfacción o que aprendan a gustar de lo que hacen. El en-
foque dependerá evidentemente no sólo de los deseos del cliente, sino tam-
bién de la conciencia social y el sistema ético del terapeuta.
En algunos casos fronterizos, no es fácil determinar si la modificación debe
apuntar fundamentalmente al individuo o al medio. Hemos visto personas
deprimidas que, aunque ellas mismas son perfectamente competentes, se de-
senvuelven en medios en los que otros individuos lo son por lo menos tanto
como ellas, Puede que un alumno brillante que asiste a una escuela muy bue-
na con muchos otros estudiantes destacados, se sienta insatisfecho con su
propio rendimiento, Dado el excelente desempeño de los que lo rodean, su
medio no le procura un refuerzo suficiente. También en este caso se le puede
sugerir que cambie de medio; por ejemplo, que se traslade a otra escuela o
que de algún modo reubique racionalmente la naturaleza de su propio valor
dentro de un contexto más amplio que el de los estudiantes que asisten a
esa escuela en particular,
FALTA DE ASERTIVIDAD
Déficit conductal
AUTOCONCEPTO NEGATIVO
Ineficacia conductal
LIA
experimenta tengan visos de realidad. En ausencia de toda medida normativa
de competencia, el clínico debe recurrir a su propia estimación de qué es de
hecho efectivo en el medio social del cliente y quizá también utilizar los in-
formes de terceros familiarizados con la situación social de aquél. Lo mismo
que en tantos otros casos en los que el cliente no desarrolla la conducta apro-
piada, el clínico debe considerar la posibilidad de que exista cierto déficit de
aptitudes, o que la conducta forme parte del repertorio, pero esté de algún
modo inhibida. Según sea la evaluación, habría que utilizar procedimientos
de entrenamiento de aptitudes o de reducción de la ansiedad.
CRISIS DE IDENTIDAD
La expresión “crisis de identidad” está carga
da de un exceso de significa-
ción, En el sentido más Pleno, se refiere a las
dificultades que implica esta-
blecer metas de vida significativas. Aunque el
concepto de crisis de identi-
dad deriva de otro sistema teórico, merece no obstante
la atención de todos
los clínicos.
Desde el ventajoso punto de vista del terapeuta conduc
útil centrarse en un análisis detallado de tales sentim tista, resulta menos
dinario se expresan en
ientos —los cuales de or-
términos vagos referidos a la ignificac de la ión
que prestar atención a los antecedentes de vida—
estas reacciones subjetivas. Al lle-
var a cabo un análisis conductal de la crisis
de identidad, se hace de inmediato
evidente que la conceptualización es semejante a la
de los casos de depresión
y de autoconcep to negativo. La diferencia fundamental, sin embar
go, radica
ya no parece tener eficacia ni rendir fruto. Así pues, lo que vemos como cri-
sis de identidad puede ser la reacción afectiva de un individuo que siente que
ya no controla el mundo en que vive. En sus formas más graves, hallamos
sentimientos de desesperanza y desvalimiento asociados con depresión. Gon
frecuencia la definición o la concepción del rol ha cambiado de modo tal,
que tiene dificultades para desempeñarse como lo había hecho en el pasado.
En la adolescencia, al joven anteriormente dependiente se le exige de pronto
que actúe de un modo autónomo al que no estaba acostumbrado. De mane-
ra semejante, el empresario o profesional exitoso que ha trabajado larga y
conscientemente para “triunfar”, puede hallarse de pronto perdido en cuanto
alcanza sus objetivos. La persona que después de haber trabajado toda su vida
se retira, debe desempeñar un rol que requiere conductas que no le son fami-
liares, para las que no le sirven de nada las capacidades que le llevó toda una
vida adquirir.
Al tratar una crisis de identidad, el terapeuta debe eliminar los déficits
conductales que entorpezcan el desempeño, cambiar actitudes del cliente res-
pecto de su aptitud para el enfrentamiento y/o reducir inhibiciones que impi-
dan el manejo eficaz que podría de otro modo existir. Nos centramos aquí en
los requerimientos de la tarea: particular necesaria para el desempeño del nue-
vo rol de que se ve investido el individuo, Puede que sea preciso procurar in--
formación, resolver problemas, representar roles y aplicar la desensibilización.
Indisolublemente vinculada con el concepto de crisis de identidad, se pre-
senta la preocupación suscitada por los valores. Suponiendo que una persona
sea capaz de desarrollar ciertas conductas, invariablemente es preciso pregun-
tar si quiere comportarse de cierto modo o no. Aunque probablemente los
valores y las tendencias del terapeuta influyan en el tratamiento de ciertos
problemas, es no obstante posible centrarse en las preocupaciones del cliente.
Por ejemplo, éstas pueden comprenderse como resultado de las consecuencias
Positivas o negativas que el cliente atribuye a un cierto modo de acción, sean
consecuencias de largo o corto alcance, o consecuencias para sí o para otras
personas significativas de su vida, Como en toda resolución de problemas, la
tarea del terapeuta consiste en evaluar los posibles cursos de acción y estimar
las probables consecuencias de cada uno de ellos. Lo que con frecuencia con-
cebimos inicialmente como un problema de “valores”, puede estar relaciona-
do con el hecho de que una persona haya destacado ciertos conjuntos de con-
secuencias mientras que a otrosmo los ha tenido en cuenta. Lo que es impor-
tante o significativo en la vida de un individuo, puede resultar trivial en-la vida
de otro. Por ejemplo, algunos consagran sus energías a los signos exteriores
del “éxito”, mientras que otros se afanan por el logro de algo más personal.
e íntimo. Aunque el terapeuta pueda contribuir mucho al señalar consecuen-
cias no tenidas en cuenta por el cliente, la decisión última con respecto a la
dirección que ha de adoptar su vida pertenece al cliente-mismo.
228 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
RESUMEN
Este capítulo constituye una especie de extracto concentrado del libro
en-
tero. En última instancia el terapeuta debe tratar de aplicar sus conocimi
entos
de modo concreto a una amplia gama de problemas clínicos. En este
capítulo
intentamos describir el proceso de adopción de decisiones que incumbe
al
clínico conductista, Lo que sobre todo se destaca es la identificación de
las
más importantes variables de control, pues en este caso el juicio del terapeuta
conduce inexorablamente a intervenciones clínicas que tendrán un grado
diverso de utilidad. Los procesos por los cuales los terapeutas conductis
tas
llegan a adoptar una decisión son, de acuerdo con nuestra Opinión,
por lo
menos tan complejos como los de otros enfoques terapéuticos.
Estos proce-
sos se ilustraron con los problemas clínicos de la ansiedad, la depresión, la
falta de asertividad, el autoconcepto negativo y la crisis de identidad
.
AAA AAA AAA AAA AMA
AAAARARAAOA
CAPITULO 12
AAA
ción del caso que se hace en este capítulo, en cambio, es procurar una ima-
EONRAROANAI
gen más fiel de la terapia conductista.
Hemos seleccionado “deliberadamente un caso bastante complicado por-
que permite ejemplificar las sutilezas que con frecuencia se asocian con la
evaluación de los problemas, la ordenación prioritaria de los objetivos del
tratamiento y la necesidad de recurrir a una variedad de técnicas, Para dar-
le al lector una perspectiva vivida, detallada y realista de las consideraciones
de este caso, le presentamos un examen-secuencial de cada una de las sesio-
nes, basado en las notas tomadas durante el proceso terapéutico. Ciertos da-
tos de identificación se alteraron para respetar su carácter confidencial, y
se llevaron a cabo cambios sustanciales con el objeto de destacar ciertos de-
talles que intentamos poner en claro.
tes a la clase media. El padre murió de un ataque cardíaco cuando ella tenía
15 años, pero su tío materno vivía con la familia y continuó haciéndolo. La
cliente dice que tanto la madre como el tío materno eran sumamente seve-
ros y sobreprotectores, y ella tenía muy pocas oportunidades de conducirse
con independencia.
Al concluir sus estudios secundarios, Ana comenzó a trabajar como secre-
taria y siguió viviendo en el hogar materno hasta poco después de cumplir
los veinte años. Por entonces se casó, su novio estaba por ingresar en la mari-
na, No tardaron en tener que trasladarse a la costa occidental por causa de
las obligaciones del hombre. Esa era la primera vez que se alejaba de su casa
y la súbita separación de su medio familiar le provocó una ansiedad grave.
A lo largo de los años fueron sucediéndose periódicamente ataques de ansie-
dad y crisis depresivas. Ana fue sometida a un examen psiquiátrico en cuatro
Ocasiones y se la trató fundamentalmente con medicamentos. La intensidad
de su alteración se agudizó cuando ella, su marido y sus dos hijos se mudaron
a una casa nueva. Un interno da derivó al presente terapeuta.
EL TRATAMIENTO
Sesión 2
Sesión3
Sesiones
4 y 5
Sesión 6
Ana llegó 15 minutos tarde a la sesión y explicó que la persona que tenía
que traerla en automóvil se había demorado. Se comprueba que no ha venido
nunca sola a las sesiones, sino que siempre alguien la trajo. Podría haberme
dado de puntapiés por no haberlo descubierto antes. De cualquier manera,
declaró que eran muy pocas las cosas que hacía sola y se las componía siem-
pre para que amigos y parientes, reforzaran su comportamiento dependiente,
Ana se queja de estar más deprimida últimamente. La preocupa la sensa-
ción de presión que experimenta en la cabeza, tiene dificultades en conversar
con los demás y ha comenzado a descuidar otra vez su apariencia física, To-
do esto la pone extremadamente ansiosa y tiene miedo- de sufrir un “colap-
so nervioso”, Aunque traté de convencerla de lo contrario, temo que haya
que hospitalizarla si las cosas empeoran. De común acuerdo decidimos aumen-
tar a dos las sesiones semanales y posponer el tratamiento de desensibiliza-
ción sistemática. Nos concentramos en cambio en su depresión. La estrategia
terapéutica consistirá en ir acrecentando gradualmente su capacidad para de-
sempeñarse con mayor independencia. Siempre puede evitar las situaciones
que le provocan ansiedad. ¿ero muy poco-es lo que puede hacer para vencer
la depresión. Como comienzo, le sugerí que tratara de hacer algo por sí mis-
ma, como venir a la próxima sesión manejando sola.
Sesión 7
Comenzó por declarar con orgullo que había venido al consultorio mane-
jando sola, con un mínimo de ansiedad. También mencionó haber ido de
compras sola en una ocasión. Yo estaba encantado al enterarme de todo esto
y tuve el cuidado de hacérselo saber.
Como parte del intento de disuadir a Ana de su convicción de que quizá
“esté “enfermándose mentalmente”, le señalé que su depresión era consecuen-
cia de su incapacidad para enfrentar la realidad. También destaqué el hecho
de que tendría que medir el progreso alcanzado por ella basándose más bien
PRESENTACION DETALLADA DE UN CASO 233
en los cambios habidos desde que había comenzado la terapia que en lo que
tiene todavía por delante. La alenté también para que le contara a su marido
los progresos que había realizado hasta el momento; es de esperar que tam-
bién él le sirva de fuente de refuerzo adicional.
Ana no había estado ejercitándose en relajación entre sesiones, quejándo-
se de que le era incómodo hacérlo; siempre parecía haber alguien en su casa.
Aunque subrayé la importancia de practicar diariamente la relajación, está
haciéndose evidente que habrá que adoptar medidas deliberadas (¿entrena-
miento asertivo?) para reducir la “ayuda” que los que la rodean parecen es-
tarle prestando.
Una de sus principales preocupaciones es u incapacidad para dedicarse
al manejo de la casa. De ordinario posterga toda tarea de limpieza hasta el
lunes, que es un día en el que una pariente la ayuda. Es necesario estructu-
tar y organizar la actitud que asume frente a las tareas domésticas. Por ejem-
plo, al despertarse cada mañana, se queda en cama y se deprime por el desor-
den que reina en la casa. Eso es causa de que se deprima y se inmovilice aun
más, al punto que ya no le resulta fácil levantarse. Para quebrar este círculo
vicioso, utilizamos un ensayo de conducta interior. Ana imaginó que se levan-
taba por la mañana, tendía la cama, arreglaba el cuarto y se lavaba y se vestía.
Ensayó. esta secuencia dos veces, verbalizando al mismo tiempo en voz alta
lo que hacía. Convino en que intentaría llevar a cabo esa secuencia al día
siguiente por la mañana; le pedí que me llamara cuando hubiera terminado.
Contacto telefónico
Ana faltó a una de las sesiones por haber recibido, según dijo, la visita ines-
perada de su cuñada. En esta sesión su aspecto es mucho más relajado, son-
ríe más y relata varias experiencias afortunadas. Está mucho más dispuesta
a exponerse a situaciones sociales y logra cada vez con mayor éxito relajar-
se in vivo. Además, la rutina matinal se le está volviendo más natural y el te-
mor de enfrentar el nuevo día se ha reducido considerablemente. Pasamos al-
gún tiempo comentando la importancia de que rechace el ofrecimiento de
ayuda por parte de amigos y parientes.
Ana ensayó cognitivamente el plan de todo un día, mientras yo le sugería
periódicamente que se relajara cada vez que experimentara tensión, Los úl-
timos 5 ó 10 minutos de la sesión los consagramos a examinar su capacidad
234 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
de relajación (que era buena) y le di una cinta con una versión abreviada de
instrucciones para relajarse (aflojamiento sin tensión previa).
Sesiones
9, 10 y 11
Sesiones 12 y 13
Ana llamó para cancelar la cita diciendo que su cuñada había vuelto a
visitarla de manera inesperada. Desde la última sesión de la semana anterior,
había pasado unos pocos días satisfactorios. Salió a comer con algunos ami-
gos. Además, preparó una comida para su madre y su cuñada; nunca antes
en su nuevo hogar había hecho algo así para nadie.
No parece ya tener tanto miedo de estar sin compañía en su casa, Le ex-
pliqué la necesidad de que permaneciera sola durante lapsos cada vez más
prolongados, y también de que asociara esa soledad con actividades más pla-
centeras (por'ejemplo, tejer, leer, etcétera), Aunque viene esforzándose por
lograrlo, siempre parece haber amigos y parientes bien intencionados que lo
impiden. Le planteé la necesidad de que se muestre más asertiva y, co “0 co-
mienzo le sugerí que llevara un registro diario tanto de las situaciones en las
que se mostraba asertiva como en las que se caracterizaban por lo contrario.
Sesión 14
Ana canceló una cita planeada por causa de una tormenta de nieve, Cuan-
do llegó para la sesión de hoy, tenía varias buenas nuevas sobre lo aconteci-
do la semana anterior. Como resultado del automonitoreo al que se sometía,
había empezado a mostrarse más asertiva que lo habitual (por ejemplo, dan-
PRESENTACION DETALLADA DE UN CASO 235
do su opinión a compañeros de trabajo o discrepando con
su marido). Utili-
zamos las situaciones en las que no logró afirmarse para analizar de qué modo
podría lograr un resultado diferente.
Declaró que utilizaba la relajación regularmente y añadió que
hacerlo se
le volvía cada vez más automático. Intentaba en particular
mantenerse rela-
jada cuando se encontraba sola en su casa, con un éxito relativo,
También
abordaba algunas de sus tareas domésticas y estaba organizando
mejor el
trabajo.
Sesiones
15 y 16
Ana canceló una sesión, diciendo que tenía que quedarse en
su casa a la
espera de que le entregaran ciertos muebles. Estas cancelac
iones me están
fastidiando. Lo voy a dejar pasar, aunque no sé bien por
qué. Le reiteré la
importancia de asistir a todas las sesiones y la insté a que
ordenara sus otros
compromisos de modo tal que no le impidieran hacerlo.
Sus esfuerzos por mostrarse asertiva tienen cada vez
más éxito. Por ejem-
plo, insistió en que el empleado de una tienda le encontra
ra exactamente el
artículo que ella quería (en lugar de aceptar el que él inicialmente le había
Propuesto), para lo cual tuvieron que ir a buscárselo
al depósito.
El examen de los ítems del orden progresivo reveló que
la ansiedad p
cada por la evaluación social ya no constituye un problema,
exactamente cuál es la causa; quizá se trate de la utilizaci Es disicil “saber
ón
in vivo; quizá también se relacione con ello su creciente asertivide la relajación
dad. La fuente
fundamental de ansiedad en este momento es, pues, el hecho de permane
sola en su casa, La alenté para que se pusiera en cer
esa situación por lapsos ca-
da vez más prolongados.
Ana sigue diciendo que no se siente muy dichosa.
Sin embargo,a pesar de-
su sensación de ligera disforia, continúa progresando.
Volví a destacar la im-
portancia de que se empeñe en actividades más
placenteras. Para comenzar
dijo que le interesaría volver a tejer, pasatiempo que
le había gustado unos
años atrás. Ensayó cognitivamente una visita a
la tienda de lanas el próximo
sábado para adquirir los materiales necesarios y
también quedarse en su casa
tejiendo algún tiempo el domingo.
Sesión 17
Sesiones 18 y 19
Una tarde Ana pasó dos horas sola en su casa; nunca hasta entonces
había hecho por un tiempo tan prolongado. Se entretuvo con tareas
lo
domés-
ticas y experimentó poca ansiedad. Cuando va de compras, no
obstante, le
es necesario todavía que su tío la acompañe.
Encuentra toda clase de excusas para evitar la búsqueda de activida
des
potencialmente placenteras. Admitió sentirse culpable por
hacer cosas para
sí, pues cree que está obligada sobre todo para con su familia. Tendrem
os que
examinar esto la próxima sesión.
Sesión 20
Sesión 21
Sesión 22
Se pasó media hora tejiendo, pero ello no le procuró tanto placer como
hubiera deseado. No pudo concentrarse, pensando en todo lo que tenía por
hacer en la casa, Presenta su actual situación como si todavía se estuviera
“mudando” a la casa nueva, pues considera que nunca llegó verdaderamente
a organizarlo todo. Después que haya cumplido con todas estas tareas, cree
que su mente estará más dispuesta a consagrarse a objetivos más placenteros.
Quizá haya un cierto grado de verdad en lo que a su distracción respecta y
sería mejor que por el momento yo no insistiera en que emprenda activida-
des placenteras en su tiempo libre.
Ana dedicó parte de la sesión a describir sus intentos felices de relajarse
in vivo y a dar ejemplos de acrecentada asertividad.
Sesión 23
pieza de los lunes, la llamó a último momento para anunciarle que estaba
enferma, Lo que primero se le ocurrió a Ana fue: “¿Cómo voy a compo-
nérmelas para pasar el día?” Se puso muy ansiosa y tuvo ganas de escapar
corriendo. En lugar de hacerlo, recordó que en esos casos debía
relajarse y
se mantuvo ocupada. A pesar del displacer básico que le produjo
tener que
quedarse en su casa, el hecho de que lograra superar su aversión
durante to-
do el día le dio esperanzas de que finalmente terminará por eliminar
este
problema. .
Sesiones 24, 25 y 26
Ana dice que pasa cada vez más tiempo sola en su casa y que sólo experi-
menta un mínimo de ansiedad, Lo que produjo el milagro parece haber sido
el hecho de permanecer todo un día sola. De vez en cuando tiene que ponerse
firme para mantener a los demás alejados. Está a punto de terminar de plani-
ficar los trabajos que tiene que realizar en la casa. Ultimamente consagra tam-
bién más tiempo al tejido y a la lectura y se siente mucho menos culpable por
hacer cosas para sí misma, Su apariencia personal se ha vuelto para
ella más
importante y está por comprarse algunas nuevas prendas de vestir. La ator-
mentan menos algunas zonas de dificultad que todavía persisten y
se queja
menos ante los demás. Las últimas sesiones, en su mayor parte,
se dedicaron
a información y planes.
Sesiones 27 y 28
Finalmente, ha completado el proceso de “mudanza” y dice “no tener
más excusas” para no perseguir otras cosas en la vida. Además de
sus pro-
pias actividades, cree que sería importante tanto ¿para su marido
como para
sí misma que pasaran más tiempo juntos; se examinaron algunas posibilid
ades.
Como no ha cesado en su continuo automonitoreo, sus ocasionales recaj-
das en la dependencia son motivo de que se fastidie consigo misma. Afortuna-
damente reacciona obligándose a ser más independiente y asertiva, especial-
mente frente a su marido.
Aunque su actual nivel de desempeño presenta una sustancial mejoría
con
respecto a su conducta pasada, sigue hablando negativamente de sí misma.
Para gran consternación de mi parte, Ana insiste en preguntar: “¿Cuándo me-
joraré?” El cambio de la imagen que tiene de sí misma parece haber quedado
rezugado respecto de un manifiesto cambio de conducta; es de esperar
que su
actitud mejore si logra apreciar lo bien que se está desempeñando. :
Sesiones 29 y 30
mo persona. Así lo hizo, y le resultó muy útil para poner al día su autoa-
preciación.
Por primera vez desde que se mudó a la casa nueva, Ana ofreció una comi-
da, Hizo ella misma casi todo el trabajo, no experimentó indebida presión y
dijo haberlo pasado muy bien. Pará culminar, recibió un importante refuer-
zo de los amigos que comentaron “cuán tranquila se mostraba como anfi-
triona”. A esta altura, le sugerí que considerara la posibilidad de reducir el
* número de las sesiones de dos a una por semana.
Sesión 31
Por motivos que no resultan inmediatamente claros, Ana dice haberse sen-
tido deprimida los últimos días (¿una reacción ante mi sugerencia de reducir
la frecuencia de las sesiones?). Aunque es capaz de desempeñarse bastante
bien, volvió a hacer que alguien la trajera a esta sesión, Hoy nos concentra-
mos en lograr que reevalúe la imagen negativa que tiene en sí (“Tengo una
personalidad inadecuada”) a la luz de su nueva fuerza y de sus nuevas apti-
tudes, Tengo que considerar la utilización de un enfoque más sistemático
para lograr que adopte una imagen de sí más realista. La próxima sesión se
fijó para después de las dos semanas de vacaciones que Ana se tomará.
Sesiones 32, 33 y 34
Sesiones 35 y 36
Dice sentirse menos deprimida últimamente, lo cual sugiere que las téc-
nicas para interrumpir los pensamientos y mi insistencia en que se conside-
Tara a sí misma de manera menos negativa, pudieron haber tenido resultados
favorables. En la actualidad adopta medidas para acrecentar su vida social;
eso contribuirá, según ella cree, a combatir su actual estado de depresión
(aparentemente, de bajo nivel).
Durante una de las sesiones presentó un cuadro muy realista de su actual
estado, señalando que, por primera vez en su vida, está empezando a compor-
tarse como una mujer adulta. Agregó que, aunque quizá requiera algún tiem-
po, llegará a alcanzar el grado de independencia que quiere para sí. Se mostró
muy optimista al respecto. Además considera que los retrocesos son sólo tem-
porarios y probablemente insignificantes dentro del cuadro global de su situa-
ción, Afortunadamente la sesión se estaba grabando, lo cual me dio la opor-
tunidad de ofrecerle una realimentación inmediata y vívida de lo que acaba-
ba de decir,
Sesiones 37 y 38
Estas han sido las dos mejores sesiones hasta la fecha. Ana tenía buen as-
pecto, sonreía, sus palabras eran animadas y entusiastas y dijo estar muy bien.
Se siente más unida a sus amigos y ha adoptado medidas para pasar más
tiempo en compañía del marido, Contrató a una mujer para la limpieza y pue-
de con frecuencia permanecer relajada en su casa sin sentirse culpable, Tam-
bién le van bien las cosas en el trabajo.
Tuvo un par de largas conversaciones con el esposo acerca de su acrecenta-
da asertividad. No faltó alguna discusión al respecto, pero ella supo mantener
sus argumentos, Evidentemente hay mucho que resolver aquí, de modo que
tendré que calcularlo todo muy bien. No estoy seguro a esta altura de si debo
O no debo hacerlo venir a una sesión.
Resumen provisional
Sesión 46
Sesión 47
Sesión 49
Su entrevista con la directora resultó por cierto muy eficaz, Su hija fue
transferida a otra clase, lo cual puso término a las dificultades. Ana parecía
más animada y dijo sentirse mucho mejor. Viene practicando la relajación
in vivo y se mostró asertiva en múltiples situaciones. Sin embargo, observó
que su estilo de aserción tiende a ser algo tímido. Después de haberlo adver-
tido, hizo intentos de emplear un modo de hablar más seguro. Le reforcé su
capacidad de autocorregirse, A la luz de estos hechos, dudo que sea nece-
sario el ensayo de conducta. -
Iniciamos un análisis de los efectos que la terapia está teniendo sobre su
matrimonio. Hubo muchos cambios, el menor de los cuales no es por cierto
el hecho de que el marido haya tenido que aprender a vivir junto a una Ana
más independiente. Esta se da cuenta de que puede tratarlo de una manera
más directa y está comenzando a hablarle como si fuera su igual, lo cual no
es de extrañar que provoque dificultades, No obstante, tiene confianza en
que puedan resolverlas por sí mismos.
De común acuerdo, fijamos la próxima sesión para dentro de seís meses.
Insistí en que si se le presentan problemas durante el intervalo, se esfuerce
por solucionarlos sola antes de ponerse en contacto conmigo.
Sesión 50
Ana se cambió el color del pelo y se peinó de modo mucho más atractivo.
En general, tiene muy buen aspecto. El contraste con lo que parecía en el
comienzo de la terapia es sorprendente.
Su relación con el marido ha continuado mejorando. Fueron juntos a es-
F quiar y tiene intención de tomar lecciones de tenis. Emprenden muchas más
actividades en común y están comenzando a recibir en su casa. Ana observó
. el placer que le produce usar los platos y la platería que le fueron obsequiados
en su casamiento; en el pasado sólo lo había hecho en muy contadas ocasio-
nes. El matrimonio se ha vuelto más tormentoso y, al mismo tiempo, más
íntimo y significativo.
Ana dice que recurre a menudo a la resolución de problemas, sin experi-
mentar dificultades en seguir el curso de acción elegido, incluidos los aconte-
244 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Sesión 51
Todo fue bastante bien en los meses transcurridos. Lo único negativo que
pudo señalar fue que el hecho de tener a los niños consigo todo el verano la
hizo sentirse atada. Este es un interesante contraste en relación con su pasado
temor de estar sola. Me abstuve, aunque naturalmente lo deseaba, de pregun-
tarle cómo se había manejado, y le sugerí en cambio que recurrieraa la solu-
ción de problemas para no volver a experimentar lo mismo en el futuro. Cuan-
do los niños se reintegraron a la escuela, tuvo ciertas dificultades iniciales
para reestablecer la pauta conductal relacionada con el año escolar, Pero lo
importante es que las resolvió por sí misma, Le reiteré la utilidad de recurrir
a la resolución de problemas para el manejo de las dificultades que se presen-
tan en la vida y la insté a que utilizara este enfoque para ayudarse a actuar
con tudependencia.
Tanto Ana como yo consideramos que podíamos dar por terminada for-
malmente la terapia. Me pondré en contacto con ella dentro de seis meses
para hacer un control de rutina.
CAPIrruLo 13
t
l
i
|
E A lo largo de todo este libro hemos aludido a los aspectos éticos de la apli-
cación de la terapia conductista. En este capítulo intentaremos agrupar los
que consideramos algunos de los problemas más importantes de ese tipo.
Aunque pueda parecer de otro modo a la luz de los informes a veces difa-
mantes de la prensa de mediados de la década de 1970, toda empresa tera-
péutica presupone problemas éticos, y no sólo la terapia conductista, Sea que
el terapeuta trabaje dentro de un marco fundamentalmente psicodinámico,
humanista o conductal, continuamente enfrenta la necesidad de adoptar de-
cisiones morales tanto respecto de las metas de la terapia como de los medios
para alcanzar dichas metas.
Se le preguntó una vez a un colega nuestro que había abandonado la orien-
tación psicodinámica para adoptar la conductista, si desde esta última le preo-
cupaban más los problemas éticos del control de la conducta. Su respuesta
inmediata fue afirmativa, Pero al reflexionar, llegó a la conclusión de que no
debió haber sido así. Digamos lo obvio: todos nos dedicamos al control de
la conducta. Con frecuencia se tiene la impresión de que los que adoptan la
orientación -psicodinámica o humanista prefieren considerar que su trabajo
capacita a sus clientes para cambiar por sí mismos y llegar a sus propias de-
cisiones. Nuestra posición, sencillamente expresada, es la siguiente: no pode-
nos sostener por una parte que nuestra profesión tiene sentido y se justifica
y, por la otra, que no nos dedicamos a cambiar la conducta de la gente (Lon-
don, 1964). Nos viene a la memoria la paradoja inherente a la controversia
acerca de la influencia de la televisión. Por una parte, los canales niegan la
influencia que las programaciones puedan tener en cuanto a hacer más agre-
siva la conducta del espectador y, sin embargo, se dirigen a los patrocinado-
res para sugerirles que una hábil publicidad afectará la conducta adquisitiva
del público (Liebert, Neale y Davidson, 1973).
El examen de la relación entre los problemas éticos y el cambio de con-
ducta no es nuevo en terapia conductista. Perry London (1964) fue uno de
los primeros en referirse al problema. Hace ya algún tiempo London intentó
llamar la atención de sus colegas sobre algunos de los problemas morales in-
herentes a cualquier proceso de cambio de la conducta. Más tarde, en un
248 TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
Bandura nos llama la atención aquí sobre las condiciones que rodean la
decisión del cliente acerca del tipo de cambio que pretend
e lograr durante la
terapia.
Esto fue analizado mucho más a fondo en un libro importa
nte de Seymour
Halleck titulado The Politics of Therapy (1971).
Cualquier tipo de intervención psiquiátrica, aun cuando se trate a un paciente volun-
tario, gravitará sobre la distribución del poder en los diversos sistemas
sociales dentro
de los cuales se mueve dicho paciente. Los terapeutas radicales están
absolutamente en
lo cierto cuando insisten en que la neutralidad psiquiátrica es un mito (pág. 13).
A primera vista, un modelo de la práctica psiquiátrica basado
se debe ayudar a la gente a aprender a hacer las cosas que quiere, enresulta
la idea de que sólo
seable. Pero, a diferencia del técnico, el psiquiatra no puede evitar comunicasencillo y de-
imponer sus propios valores a los pacientes. Al paciente de ordinario le es r muy y, a veces,
difícil
encontrar el medio para cambiar de conducta, pero, cuando
sus deseos y necesidades se vuelven más claros. En el proceso conversa con el psiquiatra,
mismo de definir sus nece.
sidades en presencia de una figura considerada sabia y plena de autoridad
queda profundamente influido. Termina por desear algunas de las cosas que , el elpsiquiatra
paciente
piensa que debería desear (pág. 19).
LA ETICA DE LA MODIFICACION DE LA CONDUCTA 249
La tesis de Halleck tiene un importante corolario: que la distinción que de
ordinario se hace entre el tratamiento que por lo común se aplica al paciente
externo “voluntario” y el más coercitivo que se dispensa en las instituciones
psiquiátricas es espuria y aun insidiosa: indeseable sobre todo porque enmas-
cara el importante hecho de que el clínico se encuentra invariablemente en
una posición de mayor poder en relación con las opciones que le son acce-
sibles al cliente. De hecho, podría sostenerse que es posible una tiranía aun
mayor por parte del terapeuta cuando los procesos de influencia no se reco-
nocen ni se investigan abiertamente (Davison y Stuart, 1975).
Con el objeto de ilustrar lo que precede, examinaremos algunos proble-
mas éticos que se presentan en los siguientes dominios: el entrenamiento
asertivo de las mujeres, la terapia conductista de los niños, el tratamiento
de la homosexualidad, la terapia conductista que se lleva a cabo en medios
institucionales y la franqueza terapéutica.
Hace algunos años nos consultó una mujer de algo más de 30 años, esposa
de un abogado exitoso y madre de tres hijos. De acuerdo con una pauta que
es común en nuestra sociedad, la mujer había abandonado sus estudios en
una etapa avanzada para formar un hogar con un hombre que prometía ser
un buen proveedor, Se encontró luego deprimida y frustrada por causa de
una constrictiva vida hogareña que le resultaba cada vez más difícil de sobre-
llevar. El problema presentado, motivo de la consulta, era un excesivo nivel
de ansiedad en las situaciones sociales, particularmente en aquellas en que es-
taban presentes personas asociadas con las actividades de su marido. Si bien
podríamos haber encarado este problema en términos de desensibilización,
nos descubrimos preguntándonos si ésta sería la meta adecuada; por lo tan-
to, examinamos con la mujer la conveniencia de que se las compusiera, por
así decir, para actuar en beneficio de las aspiraciones profesionales de su ma-
rido. Tras una leve indagación, la mujer comenzó a expresar un considerable
grado de irritación y resentimiento, especialmente con respecto a lo que con-
sideraba la insensibilidad del esposo ante el disgusto que a ella le provocaba
ese tipo de reuniones sociales, Las posteriores indagaciones revelaron que la
mujer nunca se había permitido expresar este resentimiento a su cónyuge. Re-
cibido cierto aliento y después de realizado el ensayo de conducta, pudo co-
mentar sus sentimientos de frustración con el marido. Para su sorpresa y con-
tento, éste respondió mostrándose sumamente comprensivo. Alentando a
la mujer para que se afirmara a sí misma, se abrieron nuevos canales de comu-
nicación en la unidad matrimonial; la mujer volvió a la universidad, dedican-
do parte de su tiempo a sus estudios con pleno apoyo del esposo, y su “an-
siedad social” desapareció.
El movimiento feminista viene afirmando algunas cosas valiosas acerca de
las metas que los terapeutas escogen para sus clientes de sexo femenino. Aun-
que carecemos de datos concretos, nuestra experiencia clínica nos da la im-
250 * TECNICAS TERAPEUTICAS CONDUCTISTAS
presión de que el entrenamiento asertivo —al menos, hasta mediados de la
década de 1970— no se utilizó con losclientes de sexo femenino tan
frecuen-
temente como con los de sexo masculino, aun cuando hubiera sido
lo aconse-
jable, En realidad, el juicio mismo acerca de lo que es una conducta adecua-
damente expresiva O asertiva de una mujer, probablemente tiene ya una base
prejuiciada; es decir que una misma respuesta se consideraría agresiva o “ter-
ca” en una mujer y adecuadamente asertiva en un hombre, Esto coincide con
Broverman, Broverman, Clarkson, Rosenkrantz y Vogel (1970), quienes com-
probaron que tanto los clínicos de sexo masculino como los de sexo femenino
consideraban que la mujer saludable era más sumisa, menos independiente,
menos aventurada, menos agresiva y menos competitiva que los hombres. Los
prejuicios sociales hacen necesario que las clientes estén preparadas para en-
frentarse con las probables respuestas negativas que puedan producir sus pau-
tas de conducta más asertivas.
En una reunión social, hace ya algunos años, los autores escucharon una.
discusión acerca de cuáles son los segmentos de la Población más sometidos
a opresión. Después de mencionar a los negros, los chicanos y las mujeres, al-
guien indicó que los niños eran sin duda los más oprimidos, pues tenían me-
nos poder e influencia que otras minorías discriminadas. Consideramos que
valía la pena tener esto en cuenta, particularmente a la luz de los problemas
de los que hemos llegado a cobrar conciencia al tratar'a adolescentes que
se
encuentran en el límite entre la niñez y la adultez, y a niños más pequeños,
en el caso de aplicarse procedimientos de terapia conductista en el aula (Wi-
nett y Winkler, 1972).
Los padres de un niño de seis años inusitadamente precoz nos consultaro
n
una vez porque, quizá por influencia de un hermano mayor, había decidido
que la mayor parte de las tareas que debía realizar en primer grado de nada
servían y no tenía que preocuparse por ellas. Después de hablar con el niño
se hizo evidente que se trataba de un muchachito extraordinariamente talen-
toso. Si simplemente nos hubiéramos puesto al servicio de los deseos del niño,
nos habríamos descubierto intentando influir en la escuela Para que
la maes-
tra no le exigiera que aprendiera a leer, Sin embargo, teniendo en
cuenta su
edad y las obvias consecuencias negativas del analfabetismo, utilizamos nues-
tra influencia para persuadirlo de que aprender a leer valía realmente
la pena.
En cambio, si el niño se hubiera negado a unirse a un grupo de juego, aun
cuando sus padres hubieran querido que sí lo hiciera, no nos habríamos
mos-
trado dispuestos a servir al deseo de los padres, pues las consecuencias
desfa-
vorables de no unirse a un grupo de juego no son terriblemente
graves,
¿Qué habría sucedido si el cliente hubiera sido un joven de 20 años
y sus
padres nos hubieran consultado experimentando similar inquietud porque su
hijo pretendía abandonar los estudios universitarios? En este caso, probable-
mente no habríamos hétho uso de nuestra posición de poder para persuadir
LA ETICA DE LA MODIFICACION DE LA CONDUCTA 251
al joven de que debía continuar sus estudios a toda costa. Probablemente nues-
tra atención se habría concentrado en los padres.
El principio fundamental que guía nuestras decisiones al tratar a niños y
adultos jóvenes comprende por lo menos dos factores importantes: la edad
y las consecuencias de que continúe haciendo lo que es presumiblemente con-
flictivo. Somos conscientes de que otros terapeutas podrían analizar tales si-
tuaciones de manera diferente, lo cual no hace más que probar nuestra tesis:
no es tarea sencilla decidir cómo intervenir en los problemas clínicos que pre-
senta la niñez.
constituye un sistema ético”, Bandura, 1969, pág. 87), el solo hecho de que se brinde
servicios terapéuticos para los “problemas” de los homosexuales indica lo contrario (Be-
gelman, 1975, pág. 180).
En otras palabras, según esta línea de argumentación, la existencia de re-
gímenes de cambio de conducta sexual para los homosexuales (particular-
mente en ausencia de esfuerzos paralelos para ayudarlos a vivir felices como
homosexuales) restringe el alcance de su “libre elección”, aun la de los que
van a consulta “voluntariamente” para cambiar (véase Silverstein, 1972). No
estamos lejos de lo dicho a propósito del entrenamiento asertivo de las mu-
jeres. Si existen pocos terapeutas dispuestos a proponer un conjunto parti-
cular de metas para una especie particular de problema, ¿cómo puede hablar-
se de la libre decisión de un cliente que intenta la alteración de una pauta
particular de conducta?
Como en el caso de todo problema ético, la solución propuesta no deja de
presentar conflictos. Davison se pregunta: ¿qué derecho tiene el terapeuta a
tomar una decisión tan importante para los clientes externos? Una respuesta
sería sencillamente la tesis de Halleck, según la cual asumimos de antemano
tales decisiones y debemos tener conciencia de ellas para aspirar a una mayor
honestidad en cuanto a sus consecuencias políticas, incluso con los clientes
voluntarios. Pero, ¿y el cliente homosexual que quiere cambiar sinceramente,
no por causa de las presiones y los prejuicios sociales, sino por aquellas cosas
que de ordinario forman parte de la suerte de los heterosexuales: cónyuge e
hijos? ¿Quiénes somos nosotros para negarle la posibilidad de satisfacer estos
deseos? Si no estamos dispuestos a asumir una posición en contra de esta po-
sibilidad, deberíamos ayudar al individuo a ampliar su repertorio sexual, de
modo que pudiera tener relaciones también con mujeres (o con hombres, en
el raro caso de una lesbiana que quisiera cambiar). Sin embargo, como lo pro-
puso Davison, esto sólo debería hacerse si investigadores y clínicos también
se comprometen a ayudar a los heterosexuales a convertirse en homosexuales,
si de algún modo logramos determinar que realmente quieren cambiar.
Incluso aunque resulte imposible aceptar las formas extremas de es-
tos argumentos, ellos podrían servir al menos para que los clínicos se sensi-
bilizaran a aquellos problemas de los homosexuales que no están relacionados
con su inclinación sexual. Por ejemplo, es enteramente posible que un homo-
sexual sea alcohólico, y que este problema se relacione tan poco con su orien-
tación sexual, como el alcoholismo de un heterosexual. Nuestros prejuicios
nos llevan a concebir el alcoholismo de un homosexual en función de su pre-
ferencia sexual, algo que jamás se nos ocurriría en el caso de los heterosexua-
les. O, como lo dicen Gagnony Simon (1973):
... [se ha permitido] que la elección de objeto sexual de los homosexuales domine en
la imagen que tenemos de ellos. Hemos dejado que este único aspecto de su experien-
cia vital total parezca determinar todos sus productos, intereses y actividades. Esta pre-
ponderante preocupación de los no homosexuales por el aspecto puramente sexual de
la vida del homosexual es algo que no consentiríamos si se tratara de heterosexuales...
| LA ETICA DE LA MODIFICACION DE LA CONDUCTA 263
la mera presencia de una sexualidad no convencional parece darle al contenido sexual
de la vida una abrumadora significación. [Pero] el grado en que el compromiso sexual
de los homosexuales se convierte en el principio rector de sus vidas varía grandemente
(pág. 137),
RESUMEN Y CONSECUENCIAS
Como dijimos al comenzar este capítulo, la terapia conductista no tiene
el monopolio de las dificultades éticas. Todo intento llevado a cabo por un
LA ETICA DE LA MODIFICACION DE LA CONDUCTA
257
ser humano para cambiar la conducta de otro, particularment
e en nombre de
la salud mental, está cargado de consecuencias morales,
En este capítulo tratamos de esbozar algunas de las
dificultades que en-
frenta el terapeuta conductista. Sostenemos que
cada uno de estos proble-
mas es también importante para los terapeutas de otras
orientaciones y, por
tanto, ofrece interés también para los lectores de
este libro que no tengan
una relación estrecha con la terapia conductista.
Sobre todo, quienes nos dedicamos a las profesiones
asistenciales sabemos
que tenemos mucho por aprender todavía. Desdeña
r la investigación experi-
mental y clínica a esta altura equivaldría a una tragedia
. Pero se debe admi-
tir con toda franqueza que en cambio algunos
de nuestros colegas no han te-
nido siempre tan exacta conciencia de los imperativos
éticos como debieron.
Diríamos que la terapia conductista no tiene mucho
de qué disculparse,
Particularmente en el contexto de la historia de todas
las empresas terapéu-
ticas. Aunque por cierto se han cometido locuras
en nombre de esta terapia,
diríamos que es la que con más conciencia y objetividad
ha ido en pos de nue-
vos conocimientos, que conservamos Pocos mitos
acerca de lo que hacemos
y que somos críticos respecto de nuestros intentos.
Existen muchos problemas humanos que podrían
tratarse mediante el
análisis científico que constituye la esencia de
la terapia conductista. Nues-
tras teorías y métodos no nos exigen desvalorizar
al ser humano. Los bene-
ficios ya obtenidos justifican el optimismo y nos llevan
a creer que un mayor
conocimiento sobre la conducta capacitará a la gente
a acrecentar sus alterna-
tivas y realizar verdaderamente sus potenciales,
Esperamos y recomendamos
que los profesionales sigan disponiendo de la energía
necesaria para enfrentar
este reto,
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