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DEEP STATE

Deep State o poder detrás del poder, el término fue acuñado por primera vez en Turquía
donde para hacer referencia a un aparato invisible dentro del Estado, el cual estaba
compuesto por altos niveles de servicios de inteligencia, militares, equipo de seguridad,
el poder judicial e incluso el crimen organizado que manejan el sistema político alejados
de la vista de la ciudadanía que vivía en total desconocimiento de que sus líderes y
representantes obedecían a una agenda secreta de intereses corporativos.
Pues bien, ante la sorpresiva promulgación del controversial decreto supremo 4232 que
autoriza establecer un procedimiento abreviado para la evaluación de 5 productos: Maíz,
Trigo, Caña de Azúcar, Algodón y Soya, surgen muchas interrogantes.
Los objetivos del decreto oscilan entre el abastecimiento interno y la venta externa, sin
embargo, a la hora de justificar la medida se hace hincapié únicamente en la soberanía
alimentaria como principal prioridad, tomando en cuenta el escenario de cuarentena que
aún sigue en marcha en el país con miras a evitar el desabastecimiento de alimentos en
los mercados de todo el país.
Curiosamente los productos en cuestión forman parte de los cultivos estratégicos que
forman parte de la oferta del sector agroindustrial del departamento de Santa Cruz, tal
cual reflejan los datos de la campaña 2018-2019 (INE-2020) que señalan que de un total
de 19.754.553 toneladas de alimentos producidos como país (Cereales, Frutales,
Estimulantes, Hortalizas, Oleaginosas e Industriales, Forrajes, Tubérculos y Raíces) el
departamento de Santa Cruz contribuyó con un 73,66% (14.551.636 toneladas). Las
subcategorías de mayor relevancia CEREALES y OLEAGINOSAS e INDUSTRIALES
representan 72,92% y 92,77% del total de producción nacional, de ahí que el potencial
agroindustrial sea intensivo en esta región y con esos actores; paralelamente la
producción de Frutales y Hortalizas queda relegada a un segundo escalón con volúmenes
de 18,04% y 35,15% del total de la producción nacional respectivamente, para nada
despreciable.
Los incentivos son distintos mientras los productos del primer escalón tienen espacio en
mercados internacionales, los del segundo escalón requieren de mayores inversiones
para poder seguir esos pasos, inversión en maquinaria, enlatado, envasado, selección,
controles de calidad, etc. y alta competitividad por lo tanto el agroindustrial ve muchos
riesgos para inclinarse por estas dos subcategorías, orientadas por ahora al mercado
interno.
Si bien es de destacar el rol económico de este rubro, es importante desagregar el
desempeño de este sector en cuanto a los rendimientos alcanzados y cuál es la base que
sostiene la expansión de sus actividades en los últimos años. Para tal efecto partimos de
los datos disponibles sobre superficie, rendimientos y volúmenes de producción generados
por el Instituto Nacional de Estadística (INE-2020) del periodo comprendido entre la
campaña de 1983-1984 y la campaña 2018-2019. Nuevamente centrándonos en los 5
productos estratégicos (Maíz, Trigo, Algodón, Caña de Azúcar y Soya) se tuvieron
incrementos en el rendimiento (tonelada x hectárea) de 31,02%; 25,62%; - 2,73%; 38,33% y
9,61% acumulada respectivamente durante los 36 periodos analizados. En promedios
anuales estos incrementos en los rendimientos fueron de 0,86%; 0,71%; -0,08%; 1,06% y 0,27%
que si son comparados con los datos de incrementos anuales de la superficie cultivada
dan cuenta de un elemento crucial. La superficie incrementada para los productos
estratégicos, nuevamente durante los 36 periodos analizados, fueron de 148.002, 123.916, -
60, 114.365, 1.330.986 hectáreas; en términos porcentuales acumulados tenemos 162%, 959%,
-1,29%. 251% y 3.327% para el maíz, trigo, algodón, caña de azúcar y soya respectivamente.
Si bajamos estas cifras a promedios anuales los incrementos en la superficie cultivada,
es decir que tanto se amplía la frontera agrícola para estos productos, se tiene 4,50%;
26,65%; -0,04%; 6,98% y 92,43% respectivamente. Eh aquí el problema porque en 36 periodos
analizados: el maíz incremento su rendimiento en 31,02% a costa de un 162% de incremento
de superficie cultivada; el trigo incremento 25,62% gracias a 959% de incremento de
superficie cultivada; el algodón sufrió una baja de -2,73% tras reducir la superficie
cultivada en 1,29%; la caña de azúcar incremento su rendimiento 38,33% tras incrementar
la superficie cultivada en 251%; finalmente la soya logró un incremento de tan solo 9,61%
tras haber incrementado su superficie cultivada en 3.327%.
Los 5 productos analizados tienen como principal recurso la tierra, con el uso de
tecnología si bien importante pero destinada principalmente a tareas como la fumigación
o cosecha por citar algunos ejemplos. Lo fundamental es señalar que la agroindustria se
encuentra habida de nuevas extensiones de tierras para poder sobrevivir, se encuentra
vulnerable aún ante los efectos climáticas (un área aún pendiente no considerado dentro
de la seguridad alimentaria), este decreto responde a dos necesidades del sector, la
primera obtener semillas que permitan mayor número de campañas por año de tal forma
que los volúmenes de producción se incrementen y por ende la oferta en los mercados
internacionales crezca. La segunda, bajo el manto protector de la “soberanía alimentaria”
las tierras fiscales mal o bien habilitadas luego del gran incendio de la Chiquitanía, hoy
en situación dudosa respecto a sus beneficiarios oficialistas (MAS), bien podrían ser
transadas y comercializadas hacia los agroindustriales para incrementar los volúmenes
de producción con el noble objetivo de garantizar la soberanía alimentaria con la venia
del Estado.
Agroindustriales, Estado, Sectores afines al MAS, me permito pensar mal. Pero en estos
tiempos quien no lo haría. Lo dejo a su consideración.
Por: Carlos Armando Cardozo Lozada
Economista, Máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Especialidad en Gestión del
Riesgo de Desastres y Adaptación al Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

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