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Carlo Frabetti 2018 - El País PDF
Carlo Frabetti 2018 - El País PDF
o
3.1 La magia más poderosa
o 3.2 Ulrico y las puertas que
hablan
o 3.3 Ulrico y la llave de oro
o 3.4 Ulrico y la bola de
cristal
o 3.5 Malditas matemáticas.
Alicia en el país de los
números
o 3.6 Nunca más
o 3.7 El ángel terrible
o 3.8 Calvina
o 3.9 El vampiro vegetariano
o 3.10 El mundo inferior
o 3.11 El palacio de las cien
puertas
o 3.12 La casa infinita
o 3.13 El libro infierno
o 3.14 El gran juego
Carlo Frabetti ha publicado más de cuarenta libros, entre los que destacan El bosque de los
grumos y los protagonizados por el enano Ulrico (La magia más poderosa, Ulrico y las puertas
que hablan, Ulrico y la llave de oro). Escribió con Franco Mimmi Amanti latini, la storia di
Catullo e Lesbia, 2001.
1
https://elviajero.elpais.com/autor/carlo_frabetti/a/3
1
Índice
2018
Piensa un número...........................................................................4
La alfombra de Sierpinski..............................................................6
El copo de nieve de Koch………………......................................8
El triángulo de Pascal..................................................................10
La constante de Conway..............................................................12
El juego de la vida.......................................................................14
Rompecabezas cúbicos………....................................................16
Las cartas boca abajo…...............................................................18
Cine y matemáticas……………..................................................20
Olimpíada matemática.................................................................22
Microfalacias……………….......................................................24
Falacias lógicas………..…..........................................................26
La petición de Aristóteles……....................................................28
El rey del ajedrez………….........................................................30
Las sorpresas del roscón..............................................................32
Complicarse la vida………….....................................................34
Probabilidades paradójicas .........................................................36
Paradojas, ambigüedades y falacias............................................38
Torneo imaginario….……..........................................................40
Combinatorio, dados y probabilidades……................................42
La ciencia del juego……….........................................................44
Un as en la manga……………....................................................46
Dados y caras…………...............................................................48
Jugadas engañosas………….......................................................50
Poliedros sorprendentes..…….....................................................52
Poliedros regulares no convexos.................................................54
2
¿En qué se parece un balón de fútbol a un poliedro
arquimediano?..............................................................................56
Sólidos de Catalan.......................................................................58
El arte (combinatoria) de sentarse a la mesa...............................60
Euler contra Diderot…................................................................62
Diagramas de Voronoi................................................................64
Lo recto y lo torcido…................................................................66
Sólidos de Johnson......................................................................68
Curvas y curvaturas…..…...........................................................70
El huevo de Picasso.....................................................................72
El huevo y la manzana.…………...............................................74
El azar y la capacidad..................................................................76
Recipientes e inmersiones...........................................................78
Capas y densidades..……….......................................................80
Planetas y pompas de jabón........................................................82
¿Adónde van los globos?............................................................84
El efecto Doppler…………………............................................86
Resonancia………….……….....................................................88
El efecto Coolidge.......................................................................90
El efecto invernadero...................................................................92
La paradoja del botijo…..............................................................94
El efecto abanico…….................................................................96
La paradoja del experto...............................................................98
Falsos fénix y falsas falacias.....................................................100
El andar del borracho................................................................102
El rey borracho……..................................................................104
La otra bañera de Arquímedes..................................................106
3
Números normales
Para los matemáticos, todos los números son interesantes, pero no todos son “normales”
Carlo Frabetti
5 ENE 2018 - 05:32 CST
Piensa un número
4
Nadie ha resuelto el jeroglífico OOOOoO, cuya solución es “Nadaré donde la Rosarito nada”
(nada redondel aros arito nada).
En cuanto al número de vacas, viene dado por el número de palabras de la pregunta que sigue a
cada concierto de mugidos, por lo que la respuesta es dos.
¿Hay número no interesantes? Si los hubiera, el menor de ellos tendría el interés de ser el más
pequeño de los números no interesantes, por lo que habría que incluirlo en el grupo de los
interesantes y otro pasaría a ser el menor de los no interesantes… Y así sucesiva e
indefinidamente.
¡Qué tiene de especial el número 2018? Manuel Amorós define los “números atractivos” como
aquellos n tales que n/2 y n-1 son primos, y 2018 es uno de ellos, pues tanto 1009 como 2017 son
primos. Y plantea la siguiente pregunta: ¿hay infinitos números atractivos?
Y Lorem Ipsum señala que 2018 = 10 × 9 × 8 × 7 ÷ 6 ÷ 5 × 4 × 3 + 2 × 1. ¿Se te ocurren otras
formas curiosas de expresar el número 2018?
Normales y anormales
Por lo demás, el 2018 no tiene nada de especial, por lo que podríamos decir que es un número
muy normal. Pero solo en sentido coloquial, pues en matemáticas se denomina número normal a
aquel número real cuyos dígitos presentan una distribución uniforme, es decir, todos los dígitos
son igualmente probables, todas las parejas de dígitos son igualmente probables, todas las ternas
son igualmente probables, etc.
Esta distribución “equitativa” hace que en un número normal podamos encontrar cualquier
secuencia numérica; dicho de otro modo: dado un número natural cualquiera, lo encontraremos
en algún lugar del desarrollo decimal de un número normal. Esto significa, obviamente, que los
números normales son irracionales, puesto que en los racionales hay pautas que se repiten
indefinidamente y que, por tanto, no permiten que aparezcan todas las secuencias posibles.
Si la condición anterior (encontrar cualquier secuencia numérica en su desarrollo decimal) no
solo fuera necesaria sino también suficiente, ¿cómo se podría construir fácilmente un número
normal?
Todos los números normales son irracionales, pero no todos los irracionales son normales
(aunque sí la mayoría). Se cree que π es normal, pero no se ha podido demostrar. ¿Puedes hallar
un número irracional “anormal”, sagaz lector(a)?
Y para no abandonar del todo el espíritu festivo: ¿se te ocurre algún argumento extramatemático
e inmediato a favor de la existencia de números anormales?
5
La alfombra de Sierpinski
¿Qué queda si a un cuadrado le sustraemos indefinidamente subcuadrados cada vez más
pequeños?
115
Carlo Frabetti
13 ENE 2018 - 04:42 CST
La alfombra de Sierpinski.
Nos preguntábamos la semana pasada por posibles expresiones curiosas del número 2018. Pedro
José Paúl señala que 2018 = 132 + 432 (o sea que es el área de un cuadrado cuyo lado es la
hipotenusa de un triángulo rectángulo de catetos enteros, primos). Y Gonzalo Martín lo expresa
elegantemente como suma de cuatro cuartas potencias casi consecutivas 2018 = 24 + 34 + 54 + 64.
MÁS INFORMACIÓN
Números normales
Piensa un número
El apóstol de los números
Una forma sencilla de construir un número normal (dando por supuesto que es condición
necesaria y suficiente que en su desarrollo aparezca cualquier número natural) es encadenar
ordenadamente todos los números naturales como desarrollo decimal de dicho número normal:
0,1234567891011121314151617…
Es el número de Champernowne, similar en cierto sentido al de Copeland-Erdös, que también es
normal (aunque no es fácil demostrarlo):
0,235711131719232931374143…
Una pregunta sencilla para catecúmenos: ¿cuál es el criterio de construcción de este número?
6
Paradójicamente, aunque hay muchos más números normales que anormales, es mucho más fácil
construir estos últimos. Por ejemplo, si en la construcción de Champernowne, en vez de
encadenar todos los números naturales, encadenamos solo los pares o los impares, obtenemos dos
anormales evidentes:
0,13579111315171921232527…
0,246810121416182022242628…
Nadie ha contestado la pregunta final de la semana pasada (tal vez por su índole festiva): ¿se te
ocurre algún argumento extramatemático e inmediato a favor de la existencia de números
anormales? Muy sencillo: si todos los irracionales fueran normales, el adjetivo sería superfluo.
La alfombra mágica
Los números de Champernowne y de Copeland-Erdös son, efectivamente, normales; pero la
demostración rigurosa (sin partir del supuesto de que la condición necesaria antes mencionada es
también suficiente) es complicada y requiere un cierto nivel matemático. El primero en
determinar un número normal y demostrar que lo era fue Waclaw Sierpinski, en 1917.
Además de sus aportaciones a la teoría de números y a la teoría de conjuntos, el prolífico
matemático polaco estudió los fractales, y es conocido sobre todo por varios objetos que llevan su
nombre, como la alfombra de Sierpinski.
Para construir una alfombra de Sierpinski, dividimos un cuadrado en 9 cuadrados iguales y
eliminamos el del centro; luego hacemos lo mismo con cada uno de los 8 cuadrados restantes, y
así sucesiva e indefinidamente. El diseño obtenido recuerda al de algunas alfombras orientales, y
de ahí el nombre de este fascinante objeto fractal.
En cada paso de la construcción de esta “alfombra mágica” eliminamos una parte de la superficie
del cuadrado. ¿Cuál es la secuencia numérica que expresa esta reducción progresiva, y qué
podemos decir de ella? Y tras una pregunta sencilla, otra para nota: ¿es la alfombra de Sierpinski
un objeto bidimensional?
7
El copo de nieve de Koch
Uno de los primeros y más sencillos objetos fractales plantea una desconcertante paradoja
Carlo Frabetti
19 ENE 2018 - 06:52 CST
Piensa un número
La serie armónica
Se trata, sencillamente, de encadenar por orden creciente los números primos: 2, 3, 5, 7, 11, 13,
17, 19, 23…
En el primer paso, a la alfombra de Sierpinski le quitamos 1/9 de su área, por lo que quedan 8/9;
en el siguiente paso, eliminamos 1/9 de estos 8/9, con lo que quedan 82/92… En el paso n-simo, y
tomando como unidad el área del cuadrado inicial, la superficie remanente será (8/9)n. Es una
progresión geométrica decreciente de razón 8/9, por lo que el área de la alfombra tiende a 0.
¿Significa esto que la alfombra sencillamente desaparece? ¿Qué queda, si es que queda algo?
Sierpinski también dio nombre a otro objeto fractal: un triángulo equilátero (u otro cualquiera) al
que le quitamos el triángulo que se forma al unir los puntos medios de sus lados, y vamos
haciendo lo mismo, sucesiva e indefinidamente, con los triángulos que van quedando. ¿Cuál es la
pauta de decrecimiento? ¿En qué se asemeja el triángulo de Sierpinski a la alfombra, y en qué se
diferencia? ¿Tiene alguna relación con el triángulo de Pascal?
8
El triángulo de Koch
El triángulo de Koch.
Si en vez de quitarle a un triángulo inicial triangulitos cada vez más pequeños se los vamos
añadiendo, obtenemos uno de los primeros y más conocidos objetos fractales: el copo de nieve de
Koch, descubierto en 1904 por el matemático sueco Helge von Koch.
La construcción es muy sencilla: dividimos cada lado de un triángulo equilátero en tres
segmentos iguales, y sobre cada segmento central construimos otro triángulo equilátero (con lo
que obtenemos la silueta de una estrella de David), y así sucesiva e indefinidamente. ¿Puedes
calcular el área de este objeto fractal? ¿Y la longitud de la línea cerrada que envuelve dicha área?
Como anécdota curiosa, hay otro triángulo de Koch que no tiene nada que ver con el matemático
sueco ni con los fractales: una zona triangular de la aurícula derecha del corazón humano a la que
dio nombre el famoso bacteriólogo alemán Robert Koch (el descubridor de la bacteria de la
tuberculosis, denominada en su honor “bacilo de Koch”).
9
El triángulo de Pascal
Una sencilla construcción numérica de inagotable combinatoria y sorprendentes propiedades
Carlo Frabetti
26 ENE 2018 - 03:41 CST
Triángulo de Pascal
Nos preguntábamos la semana pasada si se puede establecer alguna relación entre el triángulo de
Sierpinski y el triángulo de Pascal. Como ha señalado Guillermo Navas, coloreando los números
impares del triángulo de Pascal y dejando en blanco los pares, se obtiene un triángulo de
Sierpinski (ver comentario 144 de la entrega anterior).
En cuanto a la superficie (S) del copo de nieve de Koch, es fácil ver que, si tomamos como
unidad el área del triángulo inicial, las sucesivas adiciones de áreas dan lugar a la serie siguiente:
S = 1 + 1/3 + 22/33 + 24/35 + 26/37…
Podemos hallar S mediante un sencillo y elegante “truco”, restando 1 a ambos miembros de la
igualdad y luego multiplicándolos por 4/9:
MÁS INFORMACIÓN
Números normales
Piensa un número
4/9 (S – 1) = 2 /3 + 2 /3 + 26/37 + 28/39… = S – 1 – 1/3
2 3 4 5
4S – 4 = 9S – 9 – 3
5S = 8
S = 8/5 = 1,6
10
El perímetro del copo, sin embargo, crece indefinidamente, puesto que se trata de una progresión
geométrica creciente: en cada paso, cada lado de la configuración anterior se multiplica por 4/3.
Nos encontramos, pues, con una sorprendente figura de área finita y perímetro infinito.
El triángulo del tartamudo
Hemos visto la relación del triángulo de Sierpinski con el de Pascal. Recordemos la sencilla
construcción de este último: en su primera fila hay un único 1, en la segunda dos 1, en la tercera
dos 1 con un 2 entre ellos… En cada fila, cada número es la suma de los que tiene justo encima
(solo uno -un 1- en el caso de los extremos y dos en el de los demás). Estos números son los
coeficientes del desarrollo de las sucesivas potencias de una suma de dos sumandos: (a + b)n, o
sea, del binomio de Newton:
(a + b)0 = 1
(a + b)1 = 1a + 1b
(a + b)2 = 1a2 + 2ab + 1b2
(a + b)3 = 1a3 + 3a2b + 3ab2 + b3
El triángulo de Pascal se conoce también como triángulo de Tartaglia, en honor del matemático
italiano Niccolò Fontana, apodado Tartaglia por su tartamudez, que lo estudió antes que Pascal,
aunque menos a fondo. Pero en realidad tampoco fue él el primero, pues en India se conocía este
triángulo numérico desde al menos el siglo X, y en Persia lo estudió, entre otros, el gran
matemático y poeta Omar Jayam.
La sencilla configuración de este triángulo numérico encierra interesantes propiedades. Podemos
relacionarlo con las potencias de 2, con la sucesión de Fibonacci e incluso con los escurridizos
números primos. ¿De qué maneras? ¿Qué otras propiedades y posibles generalizaciones ves en él,
sagaz lector(a)?
11
La constante de Conway
¿Cuál es la siguiente fila de esta peculiar construcción numérica?
Carlo Frabetti
2 FEB 2018 - 06:30 CST
Secuencia de Conway.
Los acertijos suelen ir al final de esta sección; pero en este caso empezaremos por uno, puesto
que es en sí mismo el tema del artículo:
¿Cuál es el siguiente número de la secuencia 1, 11, 21, 1211, 111221, 312211…?
Es posible que te hayan propuesto esta secuencia numérica como uno de esos acertijos de salón a
medio camino entre el problema de ingenio y la broma; y hasta es posible que al conocer la
solución te hayas reído. Y sin embargo es un asunto muy serio.
Normalmente, las soluciones de los acertijos quedan para la semana siguiente; pero en este caso
tengo que darla ya para seguir avanzando (perdón por el spoiler): el aspecto aparentemente
jocoso de la cuestión es que cada fila es la descripción “taquigráfica” de la anterior: un uno; dos
unos; un dos y un uno; un uno, un dos y dos unos; tres unos, dos doses y un uno…
El gran matemático británico John Conway estudió esta secuencia, denominada Look-and-See
(mira y di) por su peculiar forma de generación, y derivó de ella la constante que lleva su
nombre, que es un número irracional algebraico: 1,30357… (un número algebraico es solución de
una ecuación, y la constante de Conway es la única solución real positiva de una ecuación de 71º
grado).
12
La constante de Conway aparece independientemente de cuál sea el número inicial de la
secuencia, cuyos términos crecen indefinidamente excepto en un caso. ¿Cuál es el número inicial
que “bloquea” el crecimiento de la secuencia?
Más difícil todavía: la constante de Conway es el valor hacia el que tiende la razón entre…
Es fácil encontrar las respuestas en la red; pero más fácil aún es buscar las soluciones de un libro
de acertijos en las páginas del final, así que invito a mis sagaces lectoras/es a que intenten
contestar las preguntas anteriores sin hacer trampa; la diversión y las sorpresas están
garantizadas.
El triángulo de Pascal
Y en este capítulo al revés, ahora viene lo que suele ir al principio, o sea, las soluciones de la
semana pasada. Para encontrar las potencias de 2 en el triángulo de Pascal, no hay más que sumar
los números de cada fila:
1 = 20
1 + 1 = 21
1 + 2 + 1 = 22
1 + 3 + 3 + 1 = 23
……….
Un poco menos evidente es la forma de hallar en el triángulo de Pascal los números de Fibonacci,
que vienen dados por las sumas sucesivas de las diagonales del triángulo desde arriba a la
derecha hacia abajo a la izquierda.
Y una interesante propiedad relacionada con los números primos: si el primer elemento de una
fila (sin contar el 1) es un número primo, todos los demás números de la fila serán divisibles por
él.
Y para terminar (que en este caso equivale a decir “para empezar”), el triángulo de Pascal remite
indirectamente al de Conway, como ha señalado Eduardo Suárez (ver comentario 59 de la
semana pasada).
13
El juego de la vida
Una cuadrícula con algunas casillas coloreadas y unas reglas sencillas ejemplifican la
autoorganización de la vida
Carlo Frabetti
9 FEB 2018 - 04:02 CST
Números normales
La alfombra de Sierpinski
Y lo más sorprendente es que se llega a este valor (de ahí su categoría de “constante”)
independientemente de cuál sea el número inicial de la secuencia Look-and-Say, con excepción
14
del 22, que da lugar a una repetición infinita de sí mismo, puesto que su descripción es “dos
doses”.
El juego de Conway
Pero el prolífico matemático británico John Conway, que a sus ochenta años sigue en plena
forma, es conocido sobre todo por su “juego de la vida”, popularizado en los años setenta del
siglo pasado por Martin Gardner en su famosa sección de juegos matemáticos de Scientific
American, y que durante un par de décadas se convirtió en un auténtico objeto de culto entre
matemáticos y programadores.
En una cuadrícula ilimitada, cada casilla es una célula que puede estar “viva” o “muerta”
(coloreada o en blanco, encendida o apagada, con una ficha en ella o vacía…). Dado un grupo
inicial de células vivas, su configuración evoluciona de acuerdo con las siguientes reglas:
-Una célula viva muere (por aislamiento) si en su entorno hay menos de dos células vivas, o (por
superpoblación) si hay más de tres.
-Una célula viva sigue viva si en su entorno hay dos o tres células vivas.
-Una célula muerta revive si en su entorno hay tres y solo tres células vivas.
El entorno de una célula lo constituyen las ocho células que la rodean y con las que, por tanto,
está en contacto, aunque solo sea por un vértice.
En la figura vemos una configuración de cinco células vivas que se autorreproduce en cuatro
pasos, y en el proceso se desplaza diagonalmente una casilla hacia la derecha y hacia abajo.
Invito a mis sagaces lectoras/es a buscar otros patrones autorreproductores (denominados
“osciladores” en la terminología del juego de la vida), o dotados de otras propiedades
interesantes.
15
Rompecabezas cúbicos
Además del famoso cubo de Rubik, hay otros cubos de piezas móviles que son un desafío para
nuestra capacidad combinatoria
Carlo Frabetti
16 FEB 2018 - 03:44 CST
La alfombra de Sierpinski
Otras configuraciones interesantes son las “vidas estáticas”, patrones que no cambian de una
generación a la siguiente. En la figura vemos un caso sencillo: cuatro células que forman un
16
cuadrado de 2 × 2; como cada una de ellas está en contacto con otras tres, todas siguen vivas. ¿Se
te ocurren otros ejemplos de “vidas estáticas”?
El cubo de Conway
El prolífico matemático británico John Conway, creador del juego de la vida, también es autor de
otros “juegos” (entre comillas, puesto que son mucho más que eso); por ejemplo, un
rompecabezas tridimensional que lleva su nombre, que consiste en formar un cubo de 5 × 5 × 5
con diecisiete piezas integradas por cubitos de lado unidad: seis piezas de 1 × 2 × 4, seis más de
2 × 2 × 3 y cinco de 1 × 1 × 1.
El cubo de Conway se puede considerar una ampliación del cubo Soma, inventado en 1936 por el
matemático danés Piet Hein y popularizado por Martin Gardner y por el propio Conway. El
rompecabezas de Hein, más sencillo pero no menos interesante, consta de siete piezas
compuestas por cubitos unitarios con las que hay que formar un cubo de 3 × 3 × 3. Las piezas del
Soma son todas las posibles combinaciones de tres o cuatro cubos unidos por sus caras de forma
que haya al menos una esquina interior. Solo cumplen esta condición una configuración de tres
cubos y seis configuraciones de cuatro, dos de las cuales son simétricas (imagen especular la una
de la otra).
Hay 240 soluciones distintas (sin contar las que se obtienen por reflexión o rotación), pero todas
ellas tienen algo en común, que tiene que ver con una de las siete piezas. ¿Qué es?
Y puesto que hay un rompecabezas cúbico de 3 × 3 × 3 y otro de 5 × 5 × 5, tiene que haber otro
intermedio. Y lo hay: es el cubo de Bedlam, que consta de trece piezas, doce pentacúbicas y una
tetracúbica, con las que hay que formar un cubo de 4 × 4 × 4. Se dice que solo una persona entre
un millón es capaz de resolver este rompecabezas. ¿Eres una de ellas?
17
Las cartas boca abajo
No tiene que ver con la famosa obra teatral de Buero Vallejo, sino con un elegante acertijo
popularizado por el cine
Carlo Frabetti
23 FEB 2018 - 05:19 CST
18
Y otro problema tomado de la misma película:
¿Existen infinitos pares de números naturales (m, n) tales que m divide a n al cuadrado más uno,
y n divide a m al cuadrado más uno?
Y para terminar, un metaacertijo para nuestras/os seguidoras/es habituales: ¿qué tiene que ver
todo esto con lo visto en los artículos de las últimas semanas? En este caso, el criterio de
continuidad que suele llevar de un artículo al siguiente no es tan evidente como de costumbre;
pero seguro que nuestras/os sagaces lectoras/es lo descubren.
19
Cine y matemáticas
Las matemáticas aparecen cada vez con más frecuencia en el cine, pero a menudo se ofrece de
ellas una visión distorsionada y sensacionalista
Carlo Frabetti
2 MAR 2018 - 06:39 CST
20
Piensa un número
El método de Montecarlo
-¿Por qué?
-Porque no puede seguir decreciendo un número entero positivo sin que se convierta en negativo.
Lamentablemente, no es habitual que en una película se aborden las matemáticas con seriedad y
se expliquen los problemas de forma a la vez sencilla, amena y rigurosa. Los matemáticos locos,
excéntricos y genialoides aparecen cada vez más en películas y series de televisión, pero a
menudo desempeñando un papel meramente anecdótico, cuando no mixtificador.
Matemáticas animadas
Para compensar la escasa presencia de las matemáticas serias en los largometrajes de ficción, hay
numerosos documentales y cortometrajes de animación que abordan el tema satisfactoriamente,
como el clásico Donald en el País de las Matemáticas, de 1959, que contó con el asesoramiento
del físico y divulgador alemán Heinz Haber, y que a pesar de la tendencia de los estudios Disney
a la banalización, constituye una buena introducción al pentagrama de los pitagóricos, el
segmento áureo y otros interesantes temas.
Mención especial merece, al hablar de documentales, la serie Universo matemático, una
colección de diez documentales de media hora producida en el año 2000 por el programa La
aventura del saber, de La 2 de Televisión Española, escrita y presentada por el matemático
Antonio Pérez Sanz. La serie obtuvo el premio a la divulgación científica en el Festival
Internacional Científico de Pekín.
Invito a mis sagaces lectoras/es a citar sus películas de tema matemático favoritas, y también a
denunciar los casos en los que se ofrece de ellas una visión distorsionada.
21
Olimpíada matemática
Es la más antigua y prestigiosa de las competiciones destinadas a estimular el espíritu científico
entre los jóvenes
Carlo Frabetti
9 MAR 2018 - 03:35 CST
Rompecabezas cúbicos
22
El juego de la vida
Por mi parte, me parece digna de mención 21 blackjack, inspirada en el caso real del conocido
como MIT Blackjack Team, un grupo de estudiantes superdotados del Instituto Tecnológico de
Massachussets que, capitaneados por un profesor de matemáticas, se dedican a reventar casinos
con un ingenioso método. Al principio de la película le plantean al protagonista, a modo de
prueba de admisión, el famoso problema de Monty Hall, y el taimado profesor hace hincapié en
una cuestión a la que no recuerdo que se prestara especial atención en los miles (literalmente) de
comentarios que le dedicamos en su día: al proponer un cambio de puerta, el presentador podría
hacerlo maliciosamente, con la intención de que el concursante perdiera el premio. ¿O no? ¿Tiene
sentido explorar esta posibilidad?
IMO
Como vimos, el problema de las cartas boca abajo es uno de los que tiene que resolver el
protagonista de x + y (A Young Brilliant Mind) en su preparación para una Olimpíada
Internacional de Matemática (IMO).
La IMO se viene celebrando desde 1959, y participan en ella estudiantes preuniversitarios de todo
el mundo. En general, los problemas propuestos requieren, para su resolución, más ingenio que
conocimientos matemáticos específicos. Veamos un par de ejemplos tomados de una reciente
Olimpíada Matemática Española, la versión nacional de la IMO:
¿De cuántas maneras se puede escribir 111 como suma de tres números enteros en progresión
geométrica?
Sean a ≥ 1, b ≥ 1 dos números naturales cuyo máximo común divisor y mínimo común múltiplo
designamos por D y M, respectivamente. Demostrar que D2 + M2 ≥ a2 + b2.
Como referencia para las/os lectoras/es con espíritu competitivo, los participantes en las
Olimpíadas Matemáticas disponen de hora y media para resolver cada problema.
23
Microfalacias
En el lenguaje, y también en las imágenes, se cuelan a veces pequeñas falacias que pueden llegar
a distorsionar nuestra visión de la realidad
Carlo Frabetti
16 MAR 2018 - 05:51 CST
24
Cine y matemáticas
Las cartas boca abajo
Pero la solución no es única. Si descartamos la soluciones triviales 37 + 37 + 37 (progresión
geométrica de razón 1) y 111 – 111 + 111 (razón -1), hay otras dos, que se obtienen al resolver la
ecuación a + ax + ax2 = 111, de donde 1 + x + x2 = 111/a, y donde a solo puede tomar los valores
1, 3, 11 y 37, ya que el cociente 111/a ha de ser entero; las soluciones son: 1 – 11 + 121 y 37 – 74
+ 148.
Sin embargo, si aceptamos que la razón de la progresión geométrica pueda no ser entera (caso
atípico pero posible), hay más soluciones. ¿Cuántas?
En cuanto al segundo problema de la semana pasada, basta con observar que la diferencia entre
M y D es mayor o igual que la diferencia entre a y b, ya que M es múltiplo del mayor (a) y D es
divisor del menor (b), por lo que:
M2 + D2 = (M – D)2 +2 MD ≥ (a – b)2 + 2ab = a2 + b2
Las secuelas de Monty Hall
Parece ser que los miles (literalmente) de comentarios suscitados en esta sección por la paradoja
de Monty Hall no han bastado para agotar el tema, que reaparece periódicamente. Lo que me ha
llevado a pensar en el hecho de que una pequeña falacia oculta en un razonamiento o en una
manera de describir una situación puede dar lugar a curiosas -y persistentes- confusiones (del
mismo modo que los “micromachismos” cotidianos contribuyen a perpetuar el patriarcado). A
continuación, propongo tres afirmaciones aparentemente razonables, sacadas de la vida real, que
esconden otras tantas “microfalacias” (o puede que no tan micro). ¿Cuáles son?
1. “¡Qué suerte tiene Alberto! Le han subido el sueldo, su novia es encantadora y encima le ha
tocado la lotería”.
2. “El uso del preservativo no garantiza la no transmisión del VIH”.
3. En la famosa novela Corazón, de Edmondo De Amicis, el niño Ernesto Derossi es el primero
de la clase, y a la vez es el más guapo y el más generoso, y alguien dice que como él solo hay uno
en un millón.
¿Se te ocurren otros ejemplos de microfalacias ocultas en el lenguaje coloquial o en las frases
hechas?
25
Falacias lógicas
Las falacias lógicas, cuyo estudio sistemático se remonta a Aristóteles, pueden parecer cosa de
filósofos y matemáticos, pero están muy presentes en la vida cotidiana
26
MÁS INFORMACIÓN
Cine y matemáticas
27
La petición de Aristóteles
Si los dioses te concedieran un deseo y quisieras beneficiar a toda la humanidad, ¿qué les
pedirías?
Carlo Frabetti
30 MAR 2018 - 04:05 CST
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todas las valoraciones implícitas en los ejemplos de BB; pero me parecen muy acertados como
ilustración jocosa de los distintos tipos de falacia: como solemos decir los italianos, “Se non è
vero, è ben trovato”).
¿Estamos de acuerdo con Aristóteles?
Si el lenguaje no fuera ambiguo y dependiente del contexto, si no hubiera un “plano connotativo”
distinto para cada persona e inevitablemente ligado a sus experiencias individuales,
prácticamente no habría falacias (ni poesía), puesto que las falsedades serían evidentes y habría
muy poco margen para la ambigüedad. Como vimos, el primero que estudió sistemáticamente las
falacias lógicas y argumentativas fue Aristóteles. Un estudio que debió de agudizar al máximo su
conciencia del peligro de los malentendidos, por lo que no es sorprendente que cuando le
preguntaron: “Si pudieras pedirles a los dioses algo que beneficiara a toda la humanidad, ¿qué les
pedirías?”, él contestara: “Pediría que hicieran que las palabras significaran lo mismo para
todos”. (En el famoso cuadro de Rafael, diríase que es Platón quien le pregunta a su discípulo
favorito: “¿Qué les pedirías a los de arriba?”).
¿Te parece acertada la petición de Aristóteles? ¿Qué les pedirías tú a los dioses para beneficiar a
la humanidad?
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El rey del ajedrez
Alfonso X el Sabio era muy aficionado a este juego y se cuenta que lo utilizó para elegir a un
consejero
Carlo Frabetti
6 ABR 2018 - 06:03 CDT
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que esos dos se enfrentaran a lo largo y a lo ancho de seis partidas, y uno de los aspirantes las
ganó todas. Y para sorpresa de sus cortesanos, Alfonso escogió como consejero al perdedor.
¿Qué explicación dio el Rey Sabio para justificar su sorprendente decisión?
Y hablando del rey del ajedrez, ¿de cuántas maneras distintas puede recorrer todo el tablero
partiendo de su casilla inicial y sin visitar dos veces la misma casilla?
Otro lector se preguntaba, en relación con la petición de Aristóteles, por qué no ha tenido más
éxito el esperanto (ni la “interlingua” del gran matemático Giuseppe Peano, dicho sea de paso).
¿Qué opinas al respecto?
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Las sorpresas del roscón
¿Cuál es tu probabilidad de tener que pagar el roscón de reyes si te comes tres trozos?
Carlo Frabetti
13 ABR 2018 - 06:44 CDT
La petición de Aristóteles
El Rey Sabio, para justificar su decisión de elegir como consejero al ajedrecista perdedor, tras
haber escogido como finalistas a los dos mejores jugadores de entre los candidatos, dijo lo
siguiente: “Jugar bien al ajedrez suele ser un signo de inteligencia; pero jugar muy bien suele ser
un signo de necedad o de locura, pues hay que ser un necio o un loco para dedicarle al juego todo
el tiempo y el esfuerzo que requiere llegar a dominarlo”.
En la misma línea, Byron dijo que la vida es demasiado corta para jugar al ajedrez (aunque un
famoso ajedrecista replicó que eso es culpa de la vida, no del ajedrez). Y Oscar Wilde fue aún
más lejos: “Si quieres destruir a un hombre, enséñale a jugar al ajedrez”, dice en El crimen de
lord Arthur Saville. En su divertido relato, Wild plantea un curiosos caso de profecía
autocumplida: un maligno vidente profetiza que el protagonista matará a alguien, y este, que está
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a punto de casarse, no quiere que la supuesta maldición lo persiga una vez casado; a tal objeto,
decide matar cuanto antes a alguien cuya muerte no suponga una gran pérdida… y acaba matando
al vidente.
En cuanto a los recorridos exhaustivos del rey del ajedrez, pasando una y solo una vez por todas
las casillas, son triviales, a no ser que añadamos alguna condición adicional. Por ejemplo, que sea
un recorrido cerrado, que empiece y termine en la casilla del rey, o que además de cerrado sea
simétrico. Tal vez el más interesante (y difícil de hallar) de estos paseos reales sea el recorrido de
Ghersi, que genera un cuadrado mágico de orden 8 al numerar las casillas en el orden en que el
rey va pasando por ellas.
Los recorridos de una pieza por todo el tablero sin pasar dos veces por la misma casilla se llaman
poligrafías, y son especialmente interesantes las del caballo. Euler las estudió a fondo y encontró
algunas muy interesantes, como una cerrada y simétrica que recorre primero la mitad inferior del
tablero y luego la mitad superior. ¿Eres capaz de hallarla?
No se ha encontrado (que yo sepa) ninguna poligrafía de caballo que genere un cuadrado mágico,
ni se ha demostrado que sea imposible.
Del rey a los Reyes
Y del rey del ajedrez a los Reyes Magos. Como es bien sabido, el roscón de Reyes suele llevar,
oculta en la masa, un haba o una figurita que, según la tradición, obliga a quien le toca a pagar el
roscón. Algunas versiones incluyen ambas cosas, haba y figurita, lo que me sugiere una variante
de un problema planteado la semana pasada por nuestro “usuario destacado” Francisco
Montesinos (ver comentario 61 de la entrega anterior), que suscitó un amplio debate.
En un roscón de un kilo hay un haba y una figurita de cerámica. Si te toca el haba, pagas el
roscón, a no ser que te toque también la figurita, que neutraliza el efecto del haba. Si comes tres
trozos de roscón de 100 gramos cada uno, ¿cuál es la probabilidad de que tengas que pagarlo?
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Complicarse la vida
Diríase que, tanto en la vida cotidiana como a la hora de resolver un acertijo, tendemos a
complicar las cosas más de lo necesario
Carlo Frabetti
20 ABR 2018 - 06:41 CDT
Si comes tres trozos de 100 gramos del roscón de un kilo propuesto la semana pasada, la
probabilidad de que te toque el haba es de 300/1000 = 3/10, y la probabilidad de que te toque la
figurita es la misma, por lo que la probabilidad de que no te toque es su complementaria, 7/10. La
probabilidad de que te toque el haba pero no la figurita será, por tanto, 3/10 x 7/10 = 21/100. Así
pues, al comer tres trozos de roscón tienes un 21% de probabilidades de tener que pagarlo, ya que
solo tendrás que hacerlo si te toca el haba sin que además te toque la figurita.
Algunos lectores, dando por supuesto que el haba y la figurita no podían estar en el mismo trozo
de roscón, han hallado una probabilidad ligeramente mayor de tener que pagarlo (23,33%). Es
una suposición razonable, pues en la práctica el pastelero nunca pondría ambas “sorpresas” tan
juntas como para que pudieran coincidir en un mismo trozo de 100 g; pero el enunciado no
excluye esa posibilidad: el de las sorpresas del roscón es uno de esos problemas en los que, sin
darnos cuenta, nos autoimponemos más condiciones de las que se nos piden (con lo que parecen
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poner de manifiesto una paradójica tendencia a “complicarse la vida” más de lo necesario). El
ejemplo clásico de este tipo de acertijos sería el de los nueve puntos a unir con el menor número
de trazos rectilíneos sin levantar el lápiz del papel, del que ya nos hemos ocupado en alguna
ocasión.
Cuando lo sencillo parece complicado
Nuestro asiduo comentarista Raul Krunsewski propuso hace un par de semanas uno de esos
problemas cuya gracia estriba precisamente en no complicarse la vida con ecuaciones y cálculos
innecesarios, pues basta enfocarlo de la forma adecuada para resolverlo fácilmente:
Un ciclista va de A a B a 20 km/h. ¿A qué velocidad tiene que volver de B a A para que su
velocidad media de ida y vuelta sea de 40 km/h? (Se puede -y se debe- resolver mentalmente, y
esto que parece una limitación en realidad es una pista).
Y sigue abierto el “metaproblema” en el que vengo insistiendo desde hace varias semanas: ¿cómo
es que, a menudo, problemas de probabilidades relativamente sencillos dan lugar a debates
interminables? Últimamente hemos visto varios ejemplos, y el acertijo del roscón, sin ir más
lejos, ha suscitado una animada e interesante polémica. Por no mencionar el ya clásico problema
de Monty Hall, del que nos ocupamos ampliamente hace unos meses y que dio lugar,
literalmente, a miles de comentarios.
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Probabilidades paradójicas
Si el mayor de mis dos hijos es varón, ¿cuál es la probabilidad de que el otro también lo sea?
Carlo Frabetti
27 ABR 2018 - 06:10 CDT
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Tengo dos hijos, y uno es varón; ¿cuál es la probabilidad de que el otro también sea varón?
Tengo dos hijos, y el mayor es varón; ¿cuál es la probabilidad de que el otro también sea varón?
Tengo dos hijos, y el más travieso es varón; ¿cuál es la probabilidad de que el otro también sea
varón?
Pero, un momento, ¿no es el mismo problema en los tres casos? ¿Qué más da quién sea el mayor
o el más travieso? ¿Acaso la edad o el carácter influyen en la probabilidad?
Y sigue en pie, una semana más, el metaproblema probabilístico: ¿por qué es tan fácil hacerse un
lío con el cálculo de probabilidades, incluso con problemas tan sencillos como los anteriores?
Seguramente tenía razón el recientemente fallecido matemático y divulgador estadounidense
Amir Aczel cuando decía que la teoría de probabilidades es la menos intuitiva de todas las ramas
de las matemáticas. Sí, pero ¿por qué? En algunos aspectos parece todo lo contrario: tenemos
muy claro, sin necesidad de estudiar matemáticas, que jugando a cara o cruz hay un 50 % de
probabilidades de ganar, o que al lanzar un dado la probabilidad de sacar un seis es 1/6. Y sin
embargo…
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Paradojas, ambigüedades y falacias
¿Cuál es la probabilidad de que dos de los mosqueteros hubieran nacido el mismo día de la
semana?
Carlo Frabetti
4 MAY 2018 - 05:55 CDT
Las paradojas probabilísticas de la semana pasada han puesto de manifiesto, una vez más, cuán
escurridizos pueden ser los problemas de probabilidades, incluso los aparentemente más
sencillos.
Si en una familia hay dos hijos (sin especificar sexo) y el mayor es varón, la probabilidad de que
el otro también sea varón es 1/2, ya que solo hay dos posibilidades (que el segundogénito sea
niño o que sea niña) y son equiprobables (partiendo del supuesto de que nacen igual número de
niños que de niñas). Si en vez de decir “el mayor” decimos “el más travieso”, intuitivamente
parece un caso distinto, pero es equivalente, puesto que no hay ninguna razón para que tener más
años sea más relevante, a estos efectos, que tener más travesuras acumuladas: en ambos casos nos
dicen que el varón es un hijo concreto y no cualquiera de los dos.
Más claro parece el caso en que nos dicen que uno de los dos hijos es varón, sin especificar cuál.
La probabilidad de que el otro hijo también sea varón parece 1/3, puesto que hay tres casos en los
que al menos uno es varón: HH, HM y MH, y en solo uno de ellos hay dos varones (Hombre-
Hombre). Pero este razonamiento es cuestionable ¿Por qué?
El acertijo de las tarjetas no ha recibido la atención que merece, pues la mayoría de los
comentarios se han centrado en el de los hijos, así que la discusión sigue abierta.
En cuanto al avión que va y vuelve, si hay viento tardará más que si no lo hay, pues tener el
viento a favor en el viaje de ida no compensa el tenerlo en contra en el viaje de vuelta. ¿Por qué?
Porque vuela más tiempo con el viento en contra (puesto que su velocidad es menor) que con el
tiempo a favor.
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Rizando el rizo
Démosle otra vuelta de tuerca a la paradoja de los hijos. Supongamos que alguien dice: “Tengo
dos hijos, y el que posee cierta característica es varón”, ¿cuál es la probabilidad de que el otro
también lo sea? Todo el mundo tiene alguna característica, luego esta frase, puesto que no se
especifica característica alguna, no aporta más información que esta otra: “Tengo dos hijos y uno
de ellos es varón”. ¿Es correcto este razonamiento o entraña una falacia?
(Quede claro que, en este contexto “uno de ellos es varón” ha de entenderse en el sentido de “al
menos uno de ellos es varón”. No está de más aclararlo porque, coloquialmente, si alguien dice:
“Tengo dos hijos y uno de ellos es varón”, damos por supuesto que el otro no lo es).
Y, para terminar, tres acertijos que en realidad son cuatro, como los mosqueteros:
¿Cuál es la probabilidad de que dos de los cuatro mosqueteros hayan nacido el mismo día de la
semana?
¿Cuál es la probabilidad de que los cuatro mosqueteros hayan nacido en distintos días de la
semana?
¿Cuál es la probabilidad de que Athos y Aramis celebren su cumpleaños la misma semana?
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Torneo imaginario
¿Qué podemos deducir de un torneo de ajedrez imaginario del que sabemos muy poco?
Carlo Frabetti
11 MAY 2018 - 06:01 CDT
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resulta interesante). Primero, porque el año no tiene exactamente 52 semanas, sino 52 + 1/7, o 52
+ 2/7 si el año es bisiesto. Y segundo, porque una semana es también cualquier conjunto de siete
días consecutivos, no necesariamente de lunes a domingo.
Un duelo imaginario (ma non troppo)
La alusión de un lector al famoso duelo ajedrecístico entre Kárpov y Kaspárov ha dado lugar a
una auténtica avalancha de reflexiones probabilísticas (ver comentarios de la semana pasada), lo
que me lleva a plantear, abundando en el tema de las imprecisiones y las ambigüedades, el
siguiente torneo imaginario (pero próximo a la realidad):
Kaspárov está muy satisfecho porque ha empezado con fuerza y le lleva una clara ventaja a su
rival; pero poco después su porcentaje de victorias es un 5% menor. ¿Qué podemos deducir de
estos datos? (No se cuentan las partidas que terminan en tablas).
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Combinatorio, dados y probabilidades
¿Cómo se puede hacer un calendario perpetuo con dos dados de seis caras?
Carlo Frabetti
19 MAY 2018 - 02:48 CDT
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La combinatoria de los dados
La probabilidad de un suceso expresa la relación entre los casos favorables y los casos posibles.
Decimos que la probabilidad de sacar un 5 al lanzar un dado es 1/6 porque el dado tiene seis caras
(casos posibles) y solo en una de esas caras hay un 5 (casos favorables). Este es un ejemplo
trivial, pero a menudo el cálculo de probabilidades implica la resolución previa de problemas
combinatorios no siempre sencillos para determinar el número de casos posibles y de casos
favorables.
La probabilística de un solo dado es trivial, pero con dos dados la cosa empieza a complicarse y
es fácil incurrir en errores de apreciación. Al lanzar dos dados y sumar sus puntos podemos
obtener las puntuaciones comprendidas entre 2 y 12: once posibilidades, por lo que podría
parecer que la probabilidad de sacar una puntuación concreta, por ejemplo 7, es 1/11; pero este
razonamiento es erróneo, pues las once posibilidades no son equiprobables; hay una sola forma
de obtener 12 puntos (6-6) y seis formas de obtener 7 (6-1, 5-2, 4-3, 3-4, 2-5, 1-6). Cada una de
las seis caras de un dado puede emparejarse con cada una de las seis caras del otro, por lo que hay
6 x 6 = 36 parejas posibles, de la que solo una da 12 puntos y seis dan 7 puntos; por tanto, la
probabilidad de obtener 12 puntos es 1/36 y la de sacar 7 puntos es 6/36 = 1/6.
Si en vez de puntos en las caras de los dos dados figuraran los dígitos del 1 al 6, adosándolos
podríamos formar los números 11 a 16, 21 a 26, 31 a 36…, 61 a 66. ¿Podemos numerar las caras
de dos dados de manera que adosándolos convenientemente se puedan formar todos los días del
mes? Hay que usar siempre los dos dados, expresando los números de una sola cifra de la forma
01, 02, etc.
Naturalmente, la cosa se complica a medida que aumenta el número de dados. ¿Cuál es la
probabilidad de sacar un póquer a la primera con los dados de póquer (valga la redundancia)? ¿Y
la de sacar un repóquer?
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La ciencia del juego
¿Cuál es la probabilidad de mejorar tu mano de póquer si te sirven un trío?
Carlo Frabetti
25 MAY 2018 - 09:33 CDT
Trío de ases.
Se puede demostrar, y así lo han hecho algunos lectores, que es imposible numerar las caras de
dos cubos de forma que adosándolos convenientemente podamos formar todos los días del mes,
tal como planteábamos la semana pasada. Efectivamente, el 0, el 1 y el 2 han de estar en ambos
cubos, puesto que hemos de poder formar los números 11, 22, 01, 02, 03…, 09. Quedan, por
tanto, tres caras libres en cada cubo, seis en total, y siete dígitos (del 3 al 9) a situar en ellas, por
lo que falta una cara. Pero como dice la famosa consigna de mayo del 68 (cuyo 50º aniversario
celebramos estos días), quienes idearon el calendario de cubos no sabían que era imposible y lo
hicieron. Se da la favorable circunstancia de que el 9 es un 6 invertido, por lo que en este caso un
mismo dígito vale por dos. De modo que numerando las caras de los cubos de la forma 0-1-2-3-4-
5, 0-1-2-6-7-8 podemos formar, adosándolos convenientemente, todos los días del mes.
Obviamente, esta forma de numerar las caras de los cubos no es única. ¿De cuántas maneras
diferentes podemos hacerlo?
Al lanzar cinco dados, como ocurre en el póquer de dados, cada una de las 6 caras del primero
puede emparejarse con cada una de las 6 caras del segundo; cada una de estas 36 parejas puede
formar trío con cada una de las 6 caras del tercer dado; cada una de estas 216 tríadas… En total,
tenemos 6 x 6 x 6 x 6 x 6 = 7776 posibilidades. Por lo tanto, la probabilidad de sacar a la primera
un repóquer concreto, por ejemplo, de ases, es 1/7776. Como hay 6 posibles repóqueres, la
probabilidad de sacar uno cualquiera es 6 veces mayor: 1/1296.
La probabilidad de sacar un póquer de ases en el orden AAAAX (siendo X un no as cualquiera)
es 1/6 x 1/6 x 1/6 x 1/6 x 5/6 = 5/7776; como X puede ocupar 5 lugares distintos, la posibilidad
de que salgan 4 ases en cualquier orden es 5 veces mayor: 25/7776. Y la probabilidad de sacar
cualquier póquer a la primera será 6 veces mayor que la de sacar un póquer concreto: 150/7776.
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Buenas manos
Como ya hemos visto en alguna ocasión, fue precisamente estudiando las posibles combinaciones
de dados en un juego de azar como Pascal empezó a desarrollar el cálculo de probabilidades. Si la
ciencia es un juego, como sugiere el nombre de esta sección, no es menos cierto que el juego es
ciencia, o puede serlo, al menos en parte.
Pasando de los dados a las cartas, algunos lectores han analizado las probabilidades de obtener
distintas manos al jugar al póquer. Y aunque el póquer es en gran medida un juego psicológico,
en el que los “faroles” son tan importantes o más que las buenas manos, conviene tener una idea
aproximada de las probabilidades relativas a cada situación para poder jugar “científicamente”.
Veamos, sin entrar en detalles, las probabilidades de obtener de entrada algunas manos:
Póquer: 0,00024
Full: 0,00144
Color: 0,00196
Trío: 0,02113
Estas son las probabilidades si se juega con las 52 cartas de la baraja. A veces se apartan las de
menos valor y se juega solo con 36 o 40 cartas. ¿Puede esto afectar al valor relativo de
determinadas juagadas?
Con un trío servido, lo normal es pedir dos cartas con la esperanza de sacar un póquer o un full.
¿Cuál es la probabilidad de mejorar la jugada?
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Un as en la manga
¿Qué ventaja supone para el tahúr tener un as en la manga?
Carlo Frabetti
1 JUN 2018 - 04:56 CDT
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Los naipes del tahúr
Un personaje recurrente del western clásico es el tahúr que recorre los saloons esquilmando a los
incautos y tirando de colt cuando lo pillan. Y el truco emblemático del tahúr, convertido en frase
hecha, es sacarse un as de la manga; pero ¿realmente supone una ventaja tan grande tener un as
en la manga?
Supongamos que antes de iniciar una partida oculto en mi manga el as de picas y el juego se
desarrolla, sin que nadie se percate de ello, con las 51 cartas restantes, y que en cualquier
momento puedo sustituir subrepticiamente una de mis cartas por ese as. Es evidente que si me
sirven dos ases, tener otro en la manga supone una gran ventaja; pero ¿de qué otras maneras
puede beneficiarme la trampa?
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Dados y caras
Los cinco sólidos platónicos nos brindan otros tantos modelos de posibles dados
Carlo Frabetti
8 JUN 2018 - 08:37 CDT
Poliedros regulares.
A primera vista, puede parecer que esconder un as en la manga, como nuestro hipotético tahúr de
la semana pasada, no supone una gran ventaja, pues la probabilidad de que le sirvan alguno de los
tres ases restantes es baja (¿cuál exactamente?). Pero la noche es joven para el jugador
profesional, y tarde o temprano podrá usar su arma secreta. ¿Cuántas manos ha de jugar para que
su probabilidad de obtener al menos un -otro- as sea mayor que la de no obtenerlo?
Por otra parte, y aunque se suele hacer hincapié en el as como carta oculta, cualquier otra carta en
la manga, incluso un modestísimo 2, supone una ventaja decisiva por el mero hecho de poder
elegir entre seis cartas en lugar de cinco para formar distintas combinaciones. El as es sin duda la
más conveniente, y no solo porque es la de mayor valor, sino también porque puede ir en ambos
extremos de una escalera: detrás del rey o delante del 2 (o de la carta más baja si no se juega con
la baraja completa).
Si en un dado cúbico pudiéramos colocar los números del 1 al 6 de cualquier manera, habría 30
posibilidades distintas. Empecemos colocando el 1 en una cara; en la opuesta puede ir cualquiera
de los otros cinco números; y en cada uno de estos casos, tras colocar un tercer número en una de
las caras laterales, en la opuesta podemos poner cualquiera de los tres restantes; tras lo cual, la
pareja de números que quedan se puede colocar de dos maneras, una imagen especular de la otra;
por lo tanto, las posibilidades son 5 x 3 x 2 = 30.
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En los dados reales, sin embargo, las caras opuestas siempre suman 7. Obviamente, solo hay una
manera de colocar el 1 y el 6 en caras opuestas, y luego solo hay una manera de colocar el 2 y el
5 en oposición, pues las cuatro caras laterales son intercambiables; pero una vez colocados estos
cuatro números, hay dos maneras distintas de situar el 3 y el 4, una imagen especular de la otra,
por lo que hay dos modelos distintos de dados “ortodoxos”. Mirando el vértice en el que
confluyen los números 1, 2 y 3, en un caso se suceden en el sentido de las agujas del reloj y en el
otro en el sentido contrario. No he podido averiguar si en la práctica se dan los dos tipos con la
misma frecuencia, pero tiendo a pensar que predomina el dado “dextrógiro”. ¿Por qué?
Y un sencillo truco matemágico: pedimos a alguien que forme una columna poniendo tres o más
dados uno encima de otro, y sin más que echarle a la pila un rápido vistazo calculamos cuánto
suman las caras ocultas. ¿Cómo?
Queda pendiente la cuestión de por qué en los dados reales las caras opuestas siempre suman 7.
En principio, no parece que haya ninguna razón para que sea así, pues la distribución de los
números no afecta a las probabilidades. Y sin embargo…
Otros dados
Los dados de seis caras son los más habituales, pero no los únicos. Desde siempre se usa también
el “dado de dos caras”: una simple moneda, y los juegos de rol han popularizado el uso de una
gran variedad de dados atípicos. Los poliedros regulares nos brindan otros tantos tipos de dados
con distinto número de de caras equiprobables: 4 (tetraedro), 6 (cubo), 8 (octaedro), 12
(dodecaedro) y 20 (icosaedro). Por cierto, ¿cuál de los cinco “dados platónicos” es
sustancialmente distinto de los demás?
Invito a nuestras/os sagaces lectoras/es a imaginar otros modelos de dados con distintos números
de valores equiprobables (o no).
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Jugadas engañosas
Hasta los expertos se confunden a veces al evaluar las probabilidades de algunas manos
Carlo Frabetti
15 JUN 2018 - 08:06 CDT
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En cuanto al truco matemágico de los dados apilados, es trivial, aunque efectivo. Supongamos
que en una columna de tres dados superpuestos la cara de arriba es un 4; puesto que las caras
opuestas siempre suman 7, las cinco caras ocultas sumarán 21 – 4 = 17.
El poliedro regular que, como dado, es distinto a los demás, es el tetraedro, puesto que no ofrece
una cara, sino un vértice, a la visión cenital; por eso los dados tetraédricos suelen llevar tres
números en cada cara, de manera que en cada vértice converja tres veces un mismo número.
¿Se equivocan los expertos?
Como hemos visto en más de una ocasión, es fácil hacerse un lío con las probabilidades. En un
prestigioso libro sobre el tema, con varias ediciones en su haber, encuentro el siguiente problema,
similar a algunos de los que hemos abordado recientemente:
“Se sacan dos naipes de una baraja francesa, volviéndose a poner en la baraja el primer naipe
antes de sacar el segundo. ¿Cuál es la probabilidad de que ambos naipes sean del mismo palo?”.
Y la solución que da el prestigioso libro es que dicha probabilidad es 0,0625 (o lo que es lo
mismo, 6,25 %). ¿Es correcta esta solución? ¿Cómo ha llegado a ella el autor del libro?
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Poliedros sorprendentes
¿Podemos cortar un cubo mediante un plano de forma que la sección sea un hexágono regular?
Carlo Frabetti
22 JUN 2018 - 05:54 CDT
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Las caras de un poliedro regular son cuadrados (cubo), las de otro son pentágonos regulares
(dodecaedro) y las de tres de ellos son triángulos equiláteros (tetraedro, octaedro e icosaedro).
Solo estos tres polígonos pueden formar poliedros regulares. ¿Por qué?
Todos los poliedros convexos, tanto los regulares como los irregulares, cumplen la fórmula de
Euler: C + V = A + 2, donde C es el número de caras, V es el número de vértices y A es el
número de aristas (¿puedes demostrar esta sencilla fórmula?). Así, el cubo tiene 6 caras, 8
vértices y 12 aristas: 6 + 8 = 12 + 2.
Como hemos visto, el tetraedro es el único poliedro regular que tiene el mismo número de caras
que de vértices (a lo que debe su singular capacidad “autorreproductora”); pero hay infinitos
poliedros irregulares con el mismo número de caras que de vértices. Por ejemplo, las pirámides
de Egipto tienen 5 caras (4 triángulos laterales y 1 base cuadrada) y 5 vértices. ¿Puedes dibujar
un poliedro con 9 caras y 9 vértices?
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Poliedros regulares no convexos
En realidad, los cinco sólidos platónicos no son los únicos poliedros regulares.
Carlo Frabetti
29 JUN 2018 - 07:32 CDT
'Gravitación', de M. C. Escher.
Uniendo los puntos medios de las caras de un tetraedro, como vimos la semana pasada,
obtenemos su dual, que es otro tetraedro cuyo volumen es 1/27 del volumen del primero (por
semejanza de triángulos, es fácil ver que su arista es 1/3). Pero solo en este caso el dual de un
poliedro regular es otro poliedro del mismo tipo (dos poliedros son duales o conjugados si el
número de vértices del primero coincide con el número de caras del segundo y viceversa).
El dual de un cubo es un octaedro, y el del octaedro, un cubo. Así que una forma sencilla de
obtener otro cubo uniendo puntos, a partir de un cubo inicial, es trazar el dual de dicho cubo, que
es un octaedro, y luego el dual del dual, que será un cubo de volumen igual a 1/27 del volumen
del cubo mayor (la visión cenital de la figura permite ver que el lado del cubo menor es 1/3 del
lado del mayor).
Si unimos los puntos medios de los lados de un hexágono regular, obtenemos otro hexágono
regular cuya área es 3/4 del área del hexágono inicial. Tomando como unidad el lado del
hexágono (que es igual al radio de la circunferencia circunscrita), el lado del triángulo equilátero
obtenido uniendo vértices alternos es √3, por lo que el lado del hexágono menor será √3/2 (es
fácil verlo por semejanza de triángulos), y de ahí que la razón de superficies sea 3/4. ¿Qué nos
dice la secuencia 1/4, 1/2, 3/4…?
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Cortando un cubo por un plano perpendicular a una de sus diagonales en su punto medio,
obtenemos un hexágono regular. La ilustración de la semana anterior da una pista, pues la silueta
de un cubo dibujado en perspectiva en una pizarra o un papel, es un hexágono.
Solo los triángulos equiláteros, los cuadrados y los pentágonos regulares pueden formar poliedros
regulares convexos, puesto que en un vértice han de confluir al menos tres caras, y tres ángulos
de un hexágono regular suman 360º, es decir, forman un plano; por tanto, solo sirven los tres
polígonos regulares con ángulos menores que los del hexágono.
Poliedros de Kepler-Poinsot
Hubo que esperar dos mil años para que la familia de los poliedros regulares se ampliara con
cuatro nuevos miembros, los poliedros regulares no convexos: el pequeño dodecaedro estrellado,
el gran dodecaedro estrellado, el gran dodecaedro y el gran icosaedro.
La primera representación conocida del pequeño dodecaedro estrellado es un mosaico de Paolo
Ucello en la Basílica de san Marcos, en Venecia, fechado en 1430.
Sus 12 caras son pentagramas que se cortan, y en cada vértice confluyen cinco de ellas. La
disposición de sus vértices coincide con la de un poliedro regular convexo. ¿Cuál?
El gran dodecaedro estrellado también está formado por 12 caras pentagramáticas cruzadas, pero
en este caso confluyen tres de ellas, y no cinco, en cada vértice. La disposición de sus vértices
también coincide con la de un poliedro regular convexo. ¿Cuál?
El gran dodecaedro tiene 12 caras que son pentágonos regulares (paralelos dos a dos) que se
cortan, y en cada vértice coinciden cinco de ellos.
El gran icosaedro consta de 20 caras triangulares que se cortan, y en cada vértice coinciden cinco
de ellas.
Los cuatro poliedros regulares no convexos fueron redescubiertos y estudiados por Kepler en el
siglo XVI, y luego por Louis Poinsot a principios del XIX, por lo que se denominan sólidos de
Kepler-Poinsot.
Invito a mis sagaces lectoras/es a examinar estos fascinantes cuerpos geométricos y a señalar
algunas de sus características más notables.
55
¿En qué se parece un balón de fútbol a un poliedro arquimediano?
Los 13 sólidos arquimedianos son poliedros convexos cuyas caras son polígonos regulares, pero
no todos iguales
Carlo Frabetti
6 JUL 2018 - 04:56 CDT
56
Sus caras pertenecen a dos o a tres de los siguientes tipos de polígonos: triángulos equiláteros,
cuadrados, pentágonos regulares, hexágonos regulares, octógonos regulares, decágonos regulares.
Los ángulos poliedros determinados por las aristas que convergen en cada vértice son
congruentes, es decir, pueden superponerse mediante traslaciones, rotaciones y/o reflexiones.
Puesto que son poliedros convexos, cumplen la fórmula de Euler: V + C = A + 2 (donde V es el
número de vértices, C el número de caras y A el número de aristas).
Los sólidos arquimedianos pueden obtenerse de
forma sencilla a partir de los sólidos platónicos.
¿Cómo?
¿Se puede considerar que un típico balón de fútbol
es un sólido arquimediano “hinchado”? ¿Cómo
podemos obtenerlo?
El cuboctaedro es uno de los más sencillos
poliedros arquimedianos. ¿Por qué se llama así?
En el arte y la arquitectura
Los sólidos arquimedianos aparecen a menudo en
cuadros, grabados y esculturas, y también como
formas arquitectónicas. Son famosos los
aguafuertes del orfebre Wenzel Jamnitzer que
incluyen sólidos platónicos o arquimedianos.
Por alguna razón, las preguntas de la semana pasada
han quedado sin respuesta. Invito a mis sagaces
lectoras/es a volver sobre ellas y a enviar sus
comentarios sobre los sólidos arquimedianos y sus
características.
Perspectiva Corporum Regularium 1568
Wenzel Jamnitzer2
2
Imagen incluida por el compilador. Tomada de https://www.flickr.com/photos/odisea2008/4473785237/
57
Sólidos de Catalan
El matemático belga Eugène Catalan estudió en el siglo XIX los poliedros duales de los sólidos
arquimedianos.
Carlo Frabetti
13 JUL 2018 - 07:59 CDT
Nos preguntábamos la semana pasada por la relación entre los
balones de fútbol y los sólidos arquimedianos; reproduzco, al
respecto, el comentario de nuestro “usuario destacado” Carlos Gaceo:
“Los balones actuales de fútbol están conformados por un conjunto
de 12 pentágonos y 20 hexágonos regulares, que ocupan el 86.74%
del volumen que ocuparía una esfera perfecta circunscrita al balón.
Sin embargo, existe una figura geométrica llamada
rombicosidodecaedro que se aproxima aún más a la forma esférica.
Triaquisoctaedro. Está formada por 20 triángulos equiláteros, 30 cuadrados y 12
pentágonos regulares, teniendo un total de 62 caras. De esta manera el balón ocuparía un 94.33%
del volumen de la esfera circunscrita”. (Hay que tener en cuenta, además, que al hinchar el balón
sus caras se curvan ligeramente, con lo que a efectos prácticos se convierte en una esfera).
El conjunto de 12 pentágonos y 20 hexágonos regulares es un icosaedro truncado (pues se puede
obtener truncando los vértices de un icosaedro) y, al igual que el rombicosidodecaedro, es un
sólido arquimediano.
Los duales de los sólidos arquimedianos son los sólidos de Catalan (recordemos que los vértices
del dual de un poliedro son los puntos medios de las caras del poliedro original), denominados así
en honor del gran matemático belga Eugène Catalan, que los describió a mediados del siglo XIX.
Las caras de los sólidos de Catalan no son
polígonos regulares, pero son todas
iguales. Y puesto que, como vimos, hay 13
sólidos arquimedianos, sus duales, los
sólidos catalanianos, también son 133:
¿De qué sólido arquimediano es el dual cada uno de ellos? Propongo a mis sagaces lectoras/es
este instructivo juego de emparejamientos.
3
Nota del compilador: Tomada de https://sites.google.com/site/geometriaunidaddidactica1/proceso/actividad-4
58
Números de Catalan
Pero Eugène Catalan, más que por sus sólidos, es conocido por sus números. Hay varias vías para
llegar a los números de Catalan, y una de ellas consiste en ver de cuántas maneras distintas se
puede dividir en triángulos un polígono convexo mediante diagonales que no se corten entre sí.
Un triángulo ya está dividido en triángulos de la única manera posible, por lo que le corresponde
el 1.
Un cuadrilátero convexo se puede dividir en dos triángulos trazando una de sus diagonales o la
otra, o sea, de 2 maneras distintas.
Un pentágono convexo se puede dividir de 5 formas distintas.
Y un hexágono, ¿de cuántas formas distintas se puede dividir en triángulos mediante diagonales
que no se cortan?
En el caso del heptágono, las posibilidades son 42, y en el del octógono, 132.
Una vez hallado el término que falta en la secuencia 1, 2, 5, x, 42, 132… ¿puedes decir qué pauta
sigue? O lo que es lo mismo: ¿cuál es la fórmula general que, para un polígono convexo de n
lados, nos da el número de triángulos en que podemos dividirlo mediante diagonales que no se
cortan?
59
El arte (combinatoria) de sentarse a la mesa
La disposición de los comensales en una mesa plantea problemas más complejos e interesantes de
lo que puede parecer a primera vista
Carlo Frabetti
20 JUL 2018 - 09:40 CDT
La pauta que sigue esta secuencia no es fácil de deducir, pues su n-simo término viene dado por
la fórmula Cn = (2n)! / [(n + 1)!n!]
Así, el 3er término de la sucesión es 6! / (4!3!) = 6×5×4×3×2×1 / (4×3×2×1 × 3×2×1) = 5.
Los números de Catalan aparece con frecuencia en los problemas de combinatoria y/o ayudan a
resolverlos, como veremos en futuras entregas.
Alrededor de la mesa
Y hablando de combinatoria, nuestro “usuario destacado” Francisco Montesinos propuso un
interesante problema (ver comentario 2 de la semana pasada) del que a continuación ofrezco una
versión muy simplificada, como primer paso para quienes deseen profundizar en el tema:
4
La nota y la imagen de los poliedros fueron introducidas por el compilador de los artículos (no está en la página).
60
¿Cuántas configuraciones hombres-mujeres diferentes podemos encontrar alrededor de una
mesa?
Con un solo comensal, solo hay 2 posibilidades: un hombre o una mujer.
Con dos comensales, hay 3 posibilidades: dos hombres, dos mujeres, un hombre y una mujer.
Con tres comensales, hay 4 posibilidades: tres hombres, tres mujeres, dos hombres y una mujer,
dos mujeres y un hombre.
Con cuatro comensales hay 6 posibilidades: cuatro hombres, cuatro mujeres, tres hombres y una
mujer, tres mujeres y un hombre, dos hombres y dos mujeres sentados alternadamente (el
consabido chico-chica-chico-chica protocolario), dos hombres y dos mujeres sentados no
alternadamente. (Se consideran configuraciones iguales las que se pueden superponer por
rotación; por eso este es el primer caso en que un determinado número de hombres y mujeres da
lugar a dos configuraciones distintas).
¿Y con cinco comensales? ¿Y con seis? ¿Qué pauta sigue la secuencia?
Los problemas sobre personas sentadas alrededor de una mesa son un clásico de la matemática
recreativa. Veamos algunos ejemplos sencillos como recordatorio o introducción al tema:
Tres parejas heterosexuales: Antonio y Berta, Carlos y Diana, Ernesto y Fátima, se sientan
alrededor de una mesa redonda. ¿De cuántas maneras distintas pueden hacerlo? (Al igual que
antes, no se consideran distintas las configuraciones superponibles por rotación).
¿De cuántas maneras distintas pueden sentarse de forma que Carlos y Diana, que están
enfadados, no estén juntos?
¿De cuántas maneras distintas pueden sentarse respetando la alternancia protocolaria (chico-
chica-chico-chica…)?
¿De cuántas maneras distintas pueden saltarse dicha alternancia protocolaria?
¿De cuántas maneras distintas pueden sentarse con todos los hombres a un lado y todas las
mujeres al otro?
61
Euler contra Diderot
¿Se enfrentaron el gran matemático y el gran enciclopedista en un duelo teológico-algebraico?
Carlo Frabetti
28 JUL 2018 - 04:39 CDT
‘Denis Diderot’ de Louis-Michel van Loo ‘Leonhard Euler’ de Jakob Emanuel Handmann
Vimos la semana pasada algunas de las distintas configuraciones hombres-mujeres que podíamos
encontrar alrededor de una mesa: 2 en el caso de un solo comensal, 3 con dos comensales, 4 con
tres comensales, 6 con cuatro comensales…
Con cinco comensales, las posibilidades son 8: cinco hombres, cinco mujeres, cuatro hombres y
una mujer, cuatro mujeres y un hombre, tres hombres y dos mujeres juntas, tres hombres y dos
mujeres separadas, tres mujeres y dos hombres juntos, tres mujeres y dos hombres separados.
Con seis comensales hay 13 posibilidades, y con siete, 20, con lo que tenemos la secuencia: 2, 3,
4, 6, 8, 13, 20… Es relativamente sencillo hallar una pauta si el número de comensales es primo
(ver comentarios de la semana pasada), pero no tanto cuando es un número cualquiera.
En cuanto a las distintas maneras en que 6 personas pueden sentarse alrededor de una mesa, es un
clásico de la matemática recreativa. Si se pusieran en fila, cualquiera de las 6 personas podría
ponerse en primer lugar, cualquiera de las 5 restantes podría ponerse a continuación, cualquiera
de las 4 restantes podría ocupar el tercer lugar en cualquiera de las 30 posibles parejas
iniciales…, con lo que el número total de posibilidades sería 6 × 5 × 4 × 3 × 2 × 1 = 720, que en
matemáticas se denomina factorial de 6 y se expresa así: 6!
Si cerramos estas 720 filas formando círculos y consideramos que en cada caso el primero de la
fila ocupa la cabecera de la mesa, seguimos teniendo 720 posibilidades; pero si, al igual que en la
Mesa Redonda de Camelot, consideramos que todos los sitios son equivalentes y que, por tanto,
dos configuraciones superponibles por rotación son iguales, hay que dividir por 6 el número de
filas (¿por qué?), y el número de “mesas” distintas será 720/6 = 120, o lo que es lo mismo, 5!
62
A partir de aquí, la cosa se puede complicar tanto como se quiera introduciendo condiciones
adicionales, y a la que nos descuidemos nos encontraremos, como le ha ocurrido a uno de
nuestros lectores habituales, con el famoso número e de Euler (ver comentarios de la semana
pasada). Y hablando de Euler…
Ni cierto ni bien pensado
Se cuenta que, a mediados del siglo XVIII, cuando estaba en San Petersburgo, en la corte de
Catalina la Grande, Leonhard Euler se enfrentó públicamente al filósofo francés Denis Diderot,
que estaba de paso por la ciudad. Euler lo citó en la Academia de Ciencias y, ante la emperatriz y
sus cortesanos, le dijo: “Monsieur Diderot: (a + bn)/n = x, donc Dieu existe. Répondez!”5. Diderot
no supo qué contestar, y Euler, para avergonzarlo aún más, le planteó el siguiente problema: “Mi
mujer escribió un número entero de menos de treinta cifras terminado en 2; yo borré el 2 del final
y lo puse al principio, y el número resultante era el doble del que había escrito mi mujer. ¿Qué
número escribió?”. Diderot, confuso y aturdido, farfulló una excusa y se marchó corriendo.
A pesar de su popularidad, la anécdota es seguramente falsa, y en este caso ni siquiera podemos
decir aquello de se non è vero è ben trovato6, pues no refleja la personalidad de Euler ni la de
Diderot. El gran matemático no habría intentado probar la existencia de Dios -o confundir a un
ateo- con un argumento tan burdo, y el gran enciclopedista, buen conocedor de las matemáticas,
no se habría amilanado ante tan peregrino desafío. En cualquier caso, les paso la pregunta a mis
sagaces lectoras/es: ¿Qué número escribió, supuestamente, la mujer de Euler? Y, ya puestos, ¿por
qué escogió (supuestamente) Euler esa fórmula para “demostrar” la existencia de Dios? ¿Y por
qué ha alcanzado tanta difusión esta anécdota, pese a que seguramente no solo es falsa, sino
además inadecuada?
5
“Señor Diderot : (a + bn)/n = x, por lo tanto, Dios existe. ¡Responda!”
6
Si no es verdad, está bien encontrado
63
Diagramas de Voronoi
¿Construyen las abejas sus panales siguiendo un diagrama de Voronoi?
Carlo Frabetti
3 AGO 2018 - 05:17 CDT
El número supuestamente escrito por la mujer de Euler con el que, como veíamos la semana
pasada, el gran matemático supuestamente quiso abochornar a Diderot, es:
105263157894736842
Hay distintas formas de llegar a este resultado. Puesto que el número original -llamémoslo N-
termina en 2, su penúltima cifra ha de ser 4, pues al pasar el 2 al primer lugar la penúltima cifra
de N se convierte en la última de 2N. Por otra parte, la primera cifra de N ha de ser 1, pues solo
así un número del mismo número de cifras que empieza por 2 puede ser su doble. La
antepenúltima cifra de N ha de ser 8 (4 × 2), la anterior 6 (8 × 2 = 16), la anterior 3 (6 × 2 = 12 y
llevamos 1 de la operación previa), y así sucesivamente hasta llegar a un 1 “limpio” (que no sea
el segundo 1 de un 11), que al multiplicarlo por 2 nos dará un 2 sin acarreo.
En cualquier caso, y como ya señalé, la historia del duelo teológico-algebraico entre Euler y
Diderot es seguramente falsa, y además inverosímil. La popularidad de la anécdota espuria se
debe, probablemente, a que a algunos les gustaría pensar, siguiendo a Tomás de Aquino, que las
mentes más poderosas llegan a la idea de Dios mediante el puro raciocinio. En esta línea, me
viene a la memoria un viejo relato de ciencia ficción tan tramposo como significativo: En busca
de San Aquino, de Anthony Boucher (es fácil encontrarlo en la red).
Un nuevo objeto geométrico
Ahora vendría una segunda parte relacionada con lo anterior; pero, por una vez, podemos y
debemos dar paso a la más rabiosa actualidad en esta sección atemporal. No os perdáis el
64
fascinante artículo de Clara Grima publicado en esta misma página: Hemos descrito un nuevo
objeto geométrico y lo llevas puesto. El nuevo objeto geométrico se llama escutoide (en honor de
su descubridor, Luisma Escudero), y su hallazgo va unido a un inspirado “retorcimiento” (tanto
conceptual como físico) de los prismas epiteliales que recuerda, por su brillantez e importancia,
al histórico retorcimiento de la doble hélice del ADN.
Sin entrar en detalles (que encontraréis magistralmente expuestos en el artículo de Grima), el
punto de partida lo constituyen los diagramas de Voronoi. Dado un recinto plano en el que hay
marcados varios puntos (llamémoslos impropiamente centros), un diagrama de Voronoi es una
división del plano en tantas zonas como centros, tales que todos los puntos de una zona están más
cerca de su centro que de cualquier otro.
Los diagramas de Voronoi planos (aplicables, pongamos por caso, a la distribución homogénea
de las farmacias de una ciudad, que es uno de los ejemplos clásicos) son los más conocidos, pero
también los hay sobre superficies curvas y en tres o más dimensiones. Las aplicaciones de los
diagramas de Voronoi son innumerables, y van desde la epidemiología a la geometría
computacional pasando por el fútbol, y en la naturaleza los encontramos por doquier.
Y hablando de naturaleza, ¿tienen algo que ver los panales de las abejas con los diagramas de
Voronoi? ¿Cómo y por qué consiguen las industriosas abejitas sus elegantes y eficientes
estructuras céreas? ¿Qué problema de máximos y mínimos resuelven como quien no quiere la
cosa?
Pero antes, y hablando de hexágonos, un ejercicio trivial para entrar en materia: dibuja el
diagrama de Voronoi de los vértices de un hexágono inscrito en una circunferencia. ¿Qué regla
general se desprende de este sencillo ejercicio?
65
Lo recto y lo torcido
Los escutoides son nuevos y fascinantes objetos geométricos que muestran que la naturaleza no
siempre sigue el camino más recto.
Carlo Frabetti
10 AGO 2018 - 06:36 CDT
Imaginemos un plano con solo dos puntos destacados, A y B; obviamente, su elemental diagrama
de Voronoi será la mediatriz del segmento AB. Si se trata del plano de un pueblo en el que A y B
indican la localización de sus farmacias, la mediatriz de AB es la frontera entre las respectivas
zonas de influencia de ambas farmacias (partiendo del supuesto de que la gente acude a la que
está más cerca de su casa).
En el caso de tres puntos no alineados, el diagrama lo forman las mediatrices de los lados del
triángulo cuyos vértices son dichos puntos (si los puntos están alineados, el diagrama se reduce a
dos rectas paralelas que delimitan tres franjas adyacentes). Y, en general, los diagramas se
construyen trazando las mediatrices de los segmentos que unen puntos contiguos, mediatrices
que, al cortarse, producen una teselación del planto tal que todos los puntos de cada zona están
más cerca de su punto de referencia que de cualquier otro de los puntos generadores del
diagrama.
En la naturaleza, los diagramas de Voronoi aparecen por doquier, desde las manchas de la jirafa
hasta los panales de las abejas, que, además, consiguen optimizar el rendimiento de la cera como
material de construcción de sus celdillas. Pero entonces, ¿por qué nuestras estanterías y casilleros
casi siempre son rectangulares en vez de hexagonales? La respuesta se insinúa en el párrafo
siguiente.
66
Escutoides
Tendemos a pensar linealmente, y a concebir
el tiempo mismo como una línea recta, como
los renglones de la escritura. Y nuestra visión
-y percepción- del espacio es básicamente
ortogonal. Cosa perfectamente comprensible,
puesto que la gravedad tira verticalmente de
nosotros (define la verticalidad, para ser
exacto) y la horizontalidad nos da una base
estable. Como dice Le Corbusier en su Poema
del ángulo recto:
Erguido sobre el plano terrestre
de las cosas comprensibles,
contraes con la naturaleza un
pacto de solidaridad: es el ángulo recto.
El ángulo recto es nuestro pacto de solidaridad con la naturaleza, también regida toda ella por el
binomio horizontal-vertical, aunque en ella los ángulos no suelan aparecer en su elemental
desnudez, como ocurre en las construcciones humanas, desde un edificio a una caja de zapatos.
Pero la naturaleza es mucho más compleja, y nos sorprende a veces con giros y torsiones
imprevistos. Kekulé tuvo que soñar la estructura circular del benceno, porque su mente cartesiana
se obstinaba en verlo como una cadena rectilínea. Y la doble hélice del ADN exigió por parte de
sus descubridores una pirueta mental similar a la pirueta geométrica de los nucleótidos en el seno
del polímero.
Y, como vimos la semana pasada, una nueva e inesperada torsión geométrica acaba de abrir una
prometedora vía de investigación. Se creía que las células epiteliales eran prismas, como las
teselas de un mosaico (tendemos a pensar en los mosaicos como objetos planos, pero las teselas
tienen un grosor considerable). Sin embargo, un equipo de la Universidad de Sevilla formado por
Luisma Escudero, Clara Grima, Javier Buceta y Alberto Márquez ha demostrado que las “teselas”
epiteliales no son prismas ni pirámides truncadas sino escutoides (llamados así en honor de
Escudero), cuerpos geométricos que Clara Grima describe así: “El escutoide, técnicamente, se
obtiene a partir de segmentos perpendiculares a todas las capas [del tejido epitelial] comprendidas
entre la capa apical (la de arriba) y la capa basal (la de abajo). Para ello, se eligen un conjunto de
puntos (semillas) en la capa apical, por ejemplo. Se trazan los segmentos perpendiculares a la
capa apical en cada una de estas semillas. En cada capa comprendida entre la apical y la basal,
cada segmento producirá una intersección (una nueva semilla); a estas semillas nuevas les
calculamos diagramas de Voronoi en dicha capa (de forma similar a como se hace en el plano,
pero hay que adaptar algo las técnicas). Ahora pegando las regiones de Voronoi (que serán
polígonos) correspondientes a todos los puntos de un mismo segmento se obtiene un escutoide”.
Invito a mis sagaces lectoras/es a reflexionar sobre este nuevo y fascinante objeto geométrico. Y
a compartir sus reflexiones.
67
Sólidos de Johnson
Tras los platónicos, arquimedianos, de Kepler-Poinsot y de Catalan, los sólidos de Johnson
completan el elenco de poliedros ilustres
Carlo Frabetti
17 AGO 2018 - 06:21 CDT
Turistas frente a las tres pirámides de Guiza. PRASIT CHANSAREEKORN Flickr Vision
Nos preguntábamos la semana pasada por qué nuestras estanterías no son hexagonales, como las
celdillas de las abejas, en vez de rectangulares (ortoédricas, para ser exacto). ¿Son las abejas más
listas que nosotras, al construir un tipo de “estanterías” estructuralmente más resistente y que
suponen un claro ahorro de material? El “pacto con la naturaleza” que Le Corbusier veía en el
ángulo recto es la explicación. Somos seres grandes y pesados (comparados con las abejas),
mucho más dependientes del binomio horizontal-vertical, y apilamos cosas (ladrillos, cajas); por
no hablar de los libros, pequeños ortoedros que guardamos en estanterías igualmente ortoédricas.
Por la misma razón, las líneas rectas explícitas y evidentes son
más abundantes en las obras humanas que en la naturaleza,
seguidas de cerca por las circunferencias (baste pensar en las
omnipresentes ruedas) y sus arcos.
Y hablando de líneas rectas y arcos de circunferencia, tenemos
un claro ejemplo de su pugna (nunca mejor dicho) como reinas
del diseño en las espadas: las occidentales, históricamente, han
sido preferentemente rectas, mientras que en Oriente abundaban las curvas, como el alfanje árabe
o la katana japonesa. Pero ¿podemos asegurar, sin ser expertos en armas blancas, que la hoja de
una katana es un arco de circunferencia? ¿No podría ser otro tipo de curva más idónea para cortar
68
cabezas? ¿Qué singular propiedad comparte un arco de circunferencia con un segmento
rectilíneo? ¿Qué otra línea podemos incluir en este reducido grupo?
Poliedros ilustres
Algunos lectores han comentado que el escutoide no es propiamente un nuevo tipo de poliedro
(ver comentarios de la semana pasada), sino, en todo caso, un nuevo objeto geométrico natural.
No les falta razón, aunque eso no le resta ni un ápice de interés al descubrimiento. Los poliedros,
como hemos visto, se clasifican en función de ciertas regularidades que los hacen singulares,
tanto más singulares cuanto más estrictas son esas regularidades. Los más destacados, como
hemos visto en entregas anteriores, son los cinco sólidos platónicos, poliedros regulares y
convexos, seguidos por los sólidos arquimedianos, los de Kepler-Poinsot y los de Catalan.
Para completar el elenco de poliedros ilustres, hay que mencionar los sólidos de Johnson, los
menos exigentes y, en consecuencia, los más abundantes. Los sólidos de Johnson son poliedros
convexos cuyas caras son polígonos regulares no todos del mismo tipo (pues entonces serían
platónicos) combinados de cualquier manera y en cualquier proporción. Por ejemplo, una
pirámide como las de Egipto, de base cuadrada y cuyas caras laterales son triángulos equiláteros,
es un sólido de Johnson (el primero de la lista, de hecho, ya que se clasifican de menos a más
complejo).
Dadas las escasas condiciones requeridas para entrar en su club, cabría pensar que hay
innumerables sólidos de Johnson; sin embargo, solo existen 92, desde la sencilla pirámide
cuadrada hasta la impronunciable hebesfenorrotonda triangular. Como de costumbre, invito a mis
sagaces lectoras/es a dar un paseo analítico por el panteón de estos interesantes poliedros. Y a
compartir sus reflexiones.
Hebesfenorrotonda triangular7
7
Imagen incluida por el compilador. Tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Sólido_de_Johnson
69
Curvas y curvaturas
¿Por qué la mayoría de los huevos son ovoides en lugar de ser redondos?
Carlo Frabetti
24 AGO 2018 - 07:16 CDT
Una
caja de huevos. FILIP SINGER EFE
Hay espadas de todos los tamaños y de las formas más variadas; pero no es casual que, como
veíamos la semana pasada, la mayoría de las veces sus hojas sean rectas o arcos de
circunferencia, y una de las razones es porque solo estos dos tipos de hojas pueden envainarse. La
circunferencia es la única curva plana con una curvatura uniforme, por lo que un arco de
circunferencia puede deslizarse por toda ella. Y una recta también tiene una curvatura uniforme -
curvatura nula- y un segmento puede deslizarse por toda su longitud. Hay una tercera curva que
puede “envainarse”, pero no es plana: la hélice cilíndrica (el típico muelle) y no parece muy
adecuada para dar forma a la hoja de una espada.
Decir que una recta tiene una curvatura nula es algo que, intuitivamente, tiene sentido, puesto que
no está nada curvada; pero ¿qué se entiende exactamente por curvatura y cómo se cuantifica? En
primer lugar, hay que tener en cuenta que la curvatura se define en cada punto, no es una
propiedad general de toda la curva, salvo en el caso de la circunferencia (de momento nos
limitaremos a las curvas planas). En una elipse, por ejemplo, es evidente que en los extremos del
eje mayor la curvatura es más acentuada que en los del eje menor.
Una definición rigurosa de la curvatura exige echar mano del cálculo diferencial (cosa que no
haremos aquí, y menos en agosto); pero, siguiendo a Arquímedes, podemos dividir una curva
cualquiera en diminutos fragmentos consecutivos y considerar que cada uno de ellos es un arco
de circunferencia (es un “truco” parecido al de considerar que un círculo es un polígono de
infinitos lados); pues bien, el radio de curvatura en cada punto es el radio de la circunferencia que
mejor se ajusta a la curva en ese punto, y la curvatura, que se suele expresar con la letra k, se
define como el inverso de ese radio: k = 1/r.
Huevos y ovoides
El ovoide (denominado así porque parece la sección longitudinal de un huevo) constituye un caso
sencillo, puesto que no está formado por arcos de circunferencia infinitesimales, sino por cuatro
70
muy concretos y visibles: una semicircunferencia en la base, dos amplios arcos laterales
simétricos y un pequeño arco más cerrado en la punta.
71
El huevo de Picasso
¿Qué tienen en común el huevo de Colón y la paloma de Picasso?
Carlo Frabetti
31 AGO 2018 - 05:33 CDT
Paloma pintada por Picasso para el Congreso Mundial por la Paz de 1949.
Como vimos la semana pasada, la mayoría de los huevos de ave tienen forma ovoide, al contrario
que los de los reptiles, los anfibios y los peces, que suelen ser esféricos. En este caso, parecería
que la evolución ha dado un paso atrás, puesto que, a igual volumen, la esfera tiene una superficie
menor que cualquier otro sólido, lo que supone un menor gasto de calcio para formar la cáscara,
que además es más resistente.
Pero las aves son los únicos animales ovíparos de sangre caliente (sin contar a esa singularidad
zoológica que es el ornitorrinco), y por ende los únicos que incuban sus huevos con su cuerpo
(aunque, excepcionalmente, algunos reptiles también lo hacen, como la serpiente pitón), lo que
implica mantenerlos juntos y hacerlos rodar. Y cuando una esfera empieza a rodar puede llegar
lejos (o caerse fácilmente de un nido arbóreo), mientras que un huevo ovoide rueda en círculos y
se mantiene, por tanto, en el mismo sitio. Además, a partir de un cierto tamaño y una cierta
rigidez de la cáscara, un huevo esférico sería difícil de expulsar.
En cuanto al ovoide (la figura geométrica), no parece que haya una versión canónica; los
requisitos son que esté formado por cuatro arcos de circunferencia: una semicircunferencia en la
base, dos arcos laterales simétricos de menor curvatura y una “punta” más curvada que la base.
De acuerdo con estos requisitos, podemos construir ovoides más o menos esbeltos, del mismo
modo que en la naturaleza hay distintos tipos de huevo. Seguramente cada especie de ave ha
acabado diseñando su huevo ideal, más alargado o más rechoncho según los casos.
72
El huevo y la paloma
Y hablando de huevos, nuestro “usuario destacado” Carlos Gaceo trajo a colación la famosa
anécdota del huevo de Colón en su versión clásica:
Estando Cristóbal Colón a la mesa con muchos nobles españoles, uno de ellos le dijo: “Incluso si
vuestra merced no hubiera encontrado las Indias, no nos habría faltado una persona que hubiese
emprendido una aventura similar a la suya, aquí, en España, que es tierra pródiga en grandes
hombres muy entendidos en cosmografía y literatura”. Colón no respondió a estas palabras, pero,
habiendo solicitado que le trajeran un huevo, lo colocó sobre la mesa y dijo: “Señores, apuesto
con cualquiera de ustedes a que no serán capaces de poner este huevo de pie como yo lo haré,
desnudo y sin ayuda ninguna”. Todos lo intentaron sin éxito. Cuando el huevo volvió a Colón,
este lo golpeó sutilmente contra la mesa aplastando la curvatura de su base, lo que permitió
dejarlo de pie. Todos los presentes quedaron confundidos y entendieron lo que quería decirles:
que después de hecha y vista la hazaña, cualquiera sabe cómo hacerla.
Se cuenta que, cinco siglos después, al ver la famosa paloma de la paz de Picasso, alguien dijo:
“Eso lo puede dibujar mi hijo de seis años”, a lo que Picasso respondió: “Ahora sí”.
Al igual que la historia y el arte, la ciencia está llena de soluciones e ideas que, una vez
conocidas, parecen muy sencillas. Veíamos hace poco el caso del benceno, cuya fórmula, C6H6,
parecía imposible de desarrollar en forma de cadena homogénea, hasta que Kekulé comprendió
(tras un sueño revelador) que tenía que ser una cadena cerrada.
¿Por qué no se puede desarrollar la fórmula del benceno en forma de cadena abierta? ¿Qué otros
casos de “huevo de Colón” científico cabría mencionar?
73
El huevo y la manzana
¿Son comparables el huevo de Colón y la manzana de Newton?
Carlo Frabetti
7 SEP 2018 - 11:10 CDT
74
Pero, un momento, ¿es comparable la manzana de Newton al huevo de Colón? ¿Es la ley de la
gravitación universal algo sencillo y evidente una vez que ha sido formulada? El propio Newton
contribuyo a difundir la especie de que la había descubierto viendo caer una manzana de un
árbol; pero en algún momento reconoció que llevaba toda la vida penando en ello. Es tentador
equiparar el huevo a la manzana, pero en este caso son más bien antitéticos: el huevo de Colón
puso de manifiesto una obviedad al alcance de cualquiera, mientras que descubrir la ley de la
gravitación universal fue seguramente uno de los pasos más grandes jamás dados por el intelecto
humano. Lo de Colón fue un golpe de ingenio; lo de Newton, el resultado de muchos golpes de
genio, y no solo suyos: como él mismo dijo, tuvo que subirse a hombros de gigantes (a los de
Galileo, básicamente) para ver tan lejos.
Aun así, ¿tienen algo en común el huevo de Colón y la manzana de Newton? ¿Qué otros objetos
clave han jalonado la historia de la ciencia y el pensamiento?
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El azar y la capacidad
Mucha gente se sumerge en una bañera llena de agua, pero hay que ser Arquímedes para
descubrir el principio que lleva su nombre
Carlo Frabetti
14 SEP 2018 - 07:45 CDT
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Horace Walpole de Joshua Reynolds
La bañera de Arquímedes
Nuestro comentarista habitual Richard Arryn menciona -con toda propiedad- como objeto
emblemáticamente vinculado al avance de la ciencia la bañera de Arquímedes. La historia es
sobradamente conocida; pero no todo el mundo sabe que la bendita bañera inspiró un doble
descubrimiento (o eso se cuenta). Por una parte, el postulado de Arquímedes, que afirma que un
cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, experimenta un empuje vertical y
hacia arriba igual al peso de la masa del volumen del fluido que desaloja. Y por otra, al darse
cuenta de que el volumen de agua que rebosaba de la bañera era equivalente al de la parte de su
cuerpo sumergida, Arquímedes halló la forma de determinar el volumen -y por ende la densidad-
de una corona supuestamente de oro puro. ¿Qué otros experimentos podríamos llevar a cabo
en/con una bañera?
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Recipientes e inmersiones
De la bañera de Arquímedes a la cubeta de mercurio de Torricelli, la ciencia está llena de
recipientes oportunos e inmersiones reveladoras
Carlo Frabetti
21 SEP 2018 - 05:19 CDT
Óleo de Ernest Board: experimento de Torricelli en los Alpes, 1643. Wellcome Images Wikimedia Commons
Hablando de la famosa bañera de Arquímedes, nos preguntábamos la semana pasada qué otros
descubrimientos o experimentos importantes se habían llevado a cabo en circunstancias similares,
es decir, sumergiendo cuerpos (no necesariamente humanos) en recipientes llenos de líquido (no
necesariamente agua).
En esta línea, hay que destacar el experimento de Torricelli, que en 1643 llenó de mercurio hasta
el borde un tubo de vidrio de un metro de longitud y sumergió su boca (tapándola previamente
con el dedo para que no se escapara el resbaladizo metal líquido) en una cubeta llena también de
mercurio, manteniendo el tubo vertical. Parte del contenido del tubo pasó a la cubeta, y en el
mismo quedó una columna de 760 mm (tomando como base la superficie del mercurio de la
cubeta). Sabiendo que la densidad del mercurio es 13,6, ¿cuál era la presión atmosférica en
Florencia aquella apacible tarde de 1643? No vale, listillos, decir que la presión era de 760 torr o
milímetros de mercurio. Y, por cierto, ¿cómo sé que la tarde era apacible?
78
Evangelista Torricelli, hacia 1647. Óleo de Lorenzo Lippi. Wikimedia Commons
Vasijas y pesadas
En esta línea, nuestro “usuario destacado” Francisco Montesinos propuso un interesante
problema que ha suscitado una auténtica avalancha de comentarios; es el siguiente:
En cada platillo de una balanza hemos situado sendos recipientes idénticos con la misma cantidad
de agua. Posteriormente, en el de la izquierda introducimos una pelotita de ping-pong sujeta a la
base del recipiente por un fino hilo que le impide flotar, mientras que en el de la derecha
introducimos otra pelotita de ping-pong llena de plomo, pero sujeta por otro fino hilo al techo de
la habitación, por lo que no llega a tocar el fondo de su vasija. Se desea saber cuál será el
movimiento de la balanza o si continuará en equilibrio y porqué.
En el momento de escribir estas líneas el debate sigue abierto (ver comentarios de la semana
pasada), por lo que estás a tiempo de sumarte a él. Aunque antes podrías afrontar estos otros
acertijos de vasijas y pesadas:
Sobre el plato de una báscula hay una pecera llena de agua. La aguja de la báscula marca
exactamente 5 kilos. Introducimos en la pecera una piedra de 100 gramos. Sabiendo que la
densidad de la piedra es 2, ¿qué marca la aguja cuando la introducimos en el agua sujetándola
con los dedos? ¿Y mientras la piedra se está hundiendo? ¿Y cuando descansa en el fondo de la
pecera?
La piedra resulta ser una tortuga dormida, que despierta en el fondo de la pecera y nada hacia la
superficie. ¿Qué marca entonces la aguja de la báscula?
Cambiemos ahora de recipiente, de fluido y de filum zoológico:
Sobre el plato de una báscula de precisión hay una jaula de 1 kilo con un canario posado en su
balancín. La aguja marca 1015 g. El canario empieza a revolotear por el interior de la jaula;
¿cuánto marca la aguja en ese momento?
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Capas y densidades
¿Puedes calcular el diámetro del núcleo terrestre conociendo su densidad y la del manto?
Carlo Frabetti
28 SEP 2018 - 04:12 CDT
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Evangelista Torricelli, hacia 1647. Óleo de Lorenzo Lippi. Wikimedia Commons
El problema del pajarito que revolotea en una jaula situada sobre una báscula (que me plantearon
en un examen de física hace más de cincuenta años) ha dado mucho que hablar. La intuición nos
dice que cuando está en el aire el peso del pajarito no puede afectar a la báscula, lo cual tiene que
ver con el hecho de que, inconscientemente, identificamos el aire con el vacío; pero “algo” ha de
sostener el peso del canario, puesto que la gravedad tira de él hacia abajo, y ese algo es la
reacción del aire que empuja con sus alas. Si la jaula fuera un recinto cerrado, o si el plato de la
báscula fuera muy grande, la aguja seguiría marcando 1015 gramos (con pequeñas oscilaciones,
como cuando alguien se mueve al pesarse); en condiciones normales (jaula de barrotes y plato
reducido), parte de esa reacción la absorbería el suelo, por lo que la aguja marcaría menos de
1015 gramos, pero sin llegar a 1000.
La piedra que se convierte en tortuga también ha dado mucho juego (ver comentarios de la
semana pasada). Mientras sujetamos la piedra sumergida en el agua (totalmente sumergida y
despreciando el volumen de la punta de los dedos), la báscula marcará 5050 gramos, y cuando la
piedra descanse en el fondo, 5100. Pero ¿qué pasará mientras la piedra se hunde?
En el caso de la tortuga, la báscula también marcará 5100 gramos cuando descansa en el fondo;
pero mientras nada hacia arriba marcará un poco más (o bastante más si es una tortuga ninja y se
impulsa con gran fuerza), como cuando alguien da un saltito sobre el plato de una báscula.
Las capas de la Tierra
Algunos lectores se enzarzaron la semana pasada en un interesante debate sobre el centro de
gravedad de una semiesfera en general y de una hipotética Tierra demediada en particular (ver
comentarios). Para ir entrando en materia (terrestre), pasemos de las capas gaseosas a las (más o
menos) sólidas:
La densidad media de la Tierra es 5,5 (la más alta del Sistema Solar, por cierto); si la densidad
media de la corteza es 3, la del manto 4,5 y la del núcleo 8, ¿cuál es el diámetro del núcleo,
sabiendo que el grosor medio de la corteza es de 30 km? (He redondeado las cifras y reducido las
capas a tres; la estructura real de la Tierra es algo más compleja).
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Planetas y pompas de jabón
¿Qué tienen en común la Tierra, un globo y una pompa de jabón?
Carlo Frabetti
5 OCT 2018 - 05:29 CDT
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con la consabida silueta de las gotas de agua, que también deben su forma a la tensión superficial.
¿Por qué son geométricamente distintas?
Y los familiares globos infantiles, ya sea llenos de aire o de helio, también pueden ser muy
instructivos, a la par que sorprendentes. ¿Qué pasa si enfocamos un globo con un ventilador y
hacemos incidir sobre él su chorro de aire?
Otro comportamiento contraintuitivo de los globos podemos observarlo en el interior de un coche
en marcha:
En el asiento trasero de tu automóvil, que conduces a velocidad uniforme por un tramo de
carretera rectilíneo, un niño sostiene por su hilo un globo lleno de helio que flota rozando el
centro del techo. De pronto giras a la derecha; ¿qué hace el globo?
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¿Adónde van los globos?
¿Hasta qué altura puede ascender una esfera de látex que no se rompiera llena de helio?
Carlo Frabetti
12 OCT 2018 - 02:50 CDT
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Cuando un coche gira hacia la derecha, los ocupantes, por inercia, tienden a desplazarse hacia la
parte izquierda del vehículo; pero nuestro globo de la semana pasada hará lo contrario: se
desplazará hacia la derecha. ¿Por qué?
¿Hasta qué altura?
Cuando un globo de helio escapa de las manos de un niño, suceso bastante frecuente, ¿hasta qué
altura asciende? La densidad del aire disminuye con la altura, pero también la presión, con lo que
el helio del interior del globo se expandirá, disminuirá su densidad y seguirá siendo menos denso
que el aire circundante… hasta que el globo estalle. ¿Y si no estallara? Si el látex pudiera
expandirse indefinidamente sin romperse, ¿hasta dónde ascendería el globo fugitivo?
85
El efecto Doppler
¿Por qué fluctúan los tonos de los sonidos de los objetos en rápido movimiento y no sus colores?
Carlo Frabetti
19 OCT 2018 - 05:29 CDT
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100 km/h o más, pues estamos hablando de una variación de la velocidad relativa del sonido de
entre el 5 y el 10 %.
En el caso de la luz, cuya velocidad es de 300.000 km/s, la fuente se ha de mover muy deprisa
para que el efecto Doppler sea perceptible; por eso no vemos fluctuaciones del color en los
objetos en movimiento. Pero a escala cósmica el efecto es notable y muy importante en
astrofísica, ya que el “corrimiento hacia el rojo” demuestra el alejamiento de las galaxias y la
expansión del universo.
Y hablando de ondas sonoras y luminosas… Antonio grita “¡Luz!” casi a la vez que se enciende
una lámpara. Berta piensa que Antonio ha dado la orden de encendido, mientras que Carlos cree
que ha soltado una exclamación al ver la luz. ¿Quién tiene razón?
87
Resonancia
¿Se puede romper cristales gritando muy fuerte o tocando un instrumento musical?
Carlo Frabetti
26 OCT 2018 - 04:00 CDT
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columpiando, no podemos hacer que se eleve mucho de un solo empujón; pero, por muy pesado
que sea el columpiando y muy poco fuerte que sea quien lo empuja, sincronizando cada pequeño
empujón con el momento en el que el columpio, tras llegar al punto de máxima altura, empieza el
descenso, se puede conseguir un resultado espectacular (e incluso peligroso). Y la resonancia se
produce de forma parecida: si la frecuencia de la vibración natural de una copa al golpearla
coincide con la de un sonido que incide sobre ella, cada onda es como un empujoncito al
columpio, y su efecto acumulativo puede llegar a romper el cristal. No es la potencia del sonido,
sino su frecuencia, la que consigue el resultado.
Según una antigua ordenanza militar, los soldados no pueden marchar marcando el paso al cruzar
un puente. ¿Por qué? ¿Tiene sentido en la actualidad seguir manteniendo esta norma?
89
El efecto Coolidge
La aparición de nuevos individuos receptivos incrementa la disposición al apareamiento en los
mamíferos
Carlo Frabetti
2 NOV 2018 - 06:55 CST
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El efecto invernadero
El más conocido y conflictivo de los “efectos” físicos aún nos depara algunas sorpresas
Carlo Frabetti
9 NOV 2018 - 06:21 CST
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Los efectos del calentamiento global disparan el riesgo de incendios en el Mediterráneo.
Los cristales de un invernadero dejan pasar la luz visible, que calienta el suelo; pero el calor que
el suelo devuelve en forma de rayos infrarrojos queda parcialmente retenido en el interior del
recinto, y al tratarse de un espacio cerrado, el aire no circula y no puede dispar el calor por
convección (la disipación por conducción es poco relevante, ya que, en contra de lo que muchos
creen, el aire es un mal conductor del calor).
Los denominados “gases de efecto invernadero” de la atmósfera, como el dióxido de carbono
(CO2), el metano (CH4) o el propio vapor de agua, no impiden la salida del calor confinándolo
como en un invernadero: lo que ocurre es que absorben parte de los rayos infrarrojos emitidos por
la superficie terrestre al calentarse y luego los reemiten en todas direcciones, con lo que una parte
de esa radiación térmica vuelve a la superficie y a la atmósfera inferior.
El efecto invernadero es fundamental para la vida, pues sin él la temperatura media en la
superficie de la Tierra sería muy baja; pero, al igual que ha ocurrido con la tasa reproductiva, nos
hemos pasado de la raya: hemos provocado en la atmósfera una “superpoblación” de gases de
efecto invernadero, y las consecuencias amenazan con ser catastróficas.
El secreto del abanico
Estás en un invernadero lleno de plantas tropicales, como Bogart en una memorable secuencia de
El sueño eterno, y el calor, potenciado por la elevada humedad, es sofocante. Te abanicas con
unos papeles que llevas en la mano y sientes un cierto alivio; ¿por qué? ¿Por qué nos refrescan
los ventiladores y los abanicos, si lo único que hacen es mover el aire? ¿Cuál es su secreto, y
hasta qué punto son eficaces? Una pista: aunque parezca que no tiene nada que ver, la clave está
en uno de los párrafos anteriores.
93
La paradoja del botijo
¿Cómo es posible que un botijo refresque el agua incluso estando al sol?
Carlo Frabetti
16 NOV 2018 - 03:40 CST
94
El mecanismo del botijo
Y si es sorprendente que el abanico refresque, lo es aún más que el botijo enfríe el agua, incluso
estando al sol. ¿Cómo es posible?
“Más simple que el mecanismo de un botijo” es un conocido dicho popular que no le hace
justicia al humilde recipiente de barro poroso, pues su estructura es simple, sí, pero su mecanismo
de refrigeración no lo es tanto, y ha merecido ser objeto de meticulosos estudios científicos. La
clave está en la evaporación del agua que impregna el barro poroso, que le “roba” al agua del
interior el denominado “calor de evaporación”, o sea, la energía que necesita para pasar de
líquido a vapor (por la misma razón sentimos frío al frotar la piel con alcohol, que se evapora
rápidamente).
A condición de que sean blancos o muy claros (y por eso la mayoría lo son), los botijos pueden
refrescar el agua incluso a pleno sol, pues casi no absorben la radiación solar, y parte del calor
debido a la temperatura ambiente lo disipan por evaporación. Siempre que el clima no sea muy
húmedo, pues en ese caso la evaporación es mínima, al estar el aire saturado de vapor de agua.
Por eso el botijo no ha tenido éxito en el trópico.
Y volviendo al abanico, otro popular y refrescante objeto de honda raigambre hispana, ¿tendría
sentido abanicar un botijo?
95
El efecto abanico
Cuanta más información se acumula sobre un mismo tema, más se tarda en procesarla… ¿O no?
Carlo Frabetti
23 NOV 2018 - 05:25 CST
96
En cuanto al botijo, abanicarlo o enfocar sobre él la corriente de un ventilador favorecerá la
evaporación del agua que impregna su cuerpo de barro poroso -y por ende aumentará la
refrigeración del agua- de dos maneras: por una parte, renueva el aire que lo rodea y, por otra, el
efecto Venturi hace disminuir ligeramente la presión del aire incidente, lo cual también favorece
la evaporación.
Y hablando -una vez más- del efecto Venturi, ayer mismo, mientras tomaba una infusión muy
caliente delante de la chimenea, me beneficié de él de dos maneras. ¿Cómo?
El saber ocupa lugar
No se puede hablar de efectos y de abanicos sin mencionar el “efecto abanico”, que no tiene que
ver con la refrigeración, sino con la teoría de la información y la cognición. Se denomina efecto
abanico al hecho de que manejar una mayor cantidad de datos sobre un mismo asunto supone un
incremento en el tiempo de reconocimiento de la información relevante en relación con dicho
asunto. Parece lógico que se tarde más en procesar una mayor cantidad de datos; pero esto nos
lleva a una conclusión paradójica, puesto que…
¿Qué paradoja conlleva el efecto abanico, y por qué se denomina así?
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La paradoja del experto
“Me acuerdo de lo que sé”, decía Unamuno. ¿Perogrullada o sutil descripción de los mecanismos
cognitivos?
Carlo Frabetti
30 NOV 2018 - 07:00 CST
El filósofo Miguel de Unamuno, profesor y rector, en la Universidad de Salamanca, en una imagen de 1934. José
Suárez
El efecto Venturi, del que hablábamos -una vez más- la semana pasada, puede mejorar el tiro de
una chimenea en un día ventoso, pues la corriente de aire sobre la boca de la misma produce una
ligera disminución de la presión que favorece la salida del humo. A no ser que el viento se cuele
por la chimenea y provoque el desagradable efecto del humo revocado; por eso algunas
chimeneas llevan un sombrerete giratorio que impide el revoque poniéndose siempre, como una
veleta, de cara al viento.
MÁS INFORMACIÓN
El efecto invernadero
98
El efecto Doppler
El efecto Venturi también puede ayudarnos a tomar una bebida muy caliente sin quemarnos: si la
sorbemos desde el borde de la taza, creamos una corriente ascendente que enfría el vapor y
pulveriza parcialmente el líquido a la vez que lo hace ascender. Así es como suelen tomar el té
los japoneses (para cuya cultura, dicho sea de paso, sorber en público no es de mala educación).
El efecto abanico, denominado así porque la acumulación de datos amplía el abanico de
posibilidades a la hora de ir seleccionándolos, conlleva la denominada “paradoja del experto”,
pues parece sugerir que los expertos en un determinado tema, al tener un máximo de información
sobre el mismo, serán los más lentos en gestionar dicha información. De hecho, no es así, porque
un verdadero experto no se limita a acumular datos, sino que los ordena y jerarquiza de una
manera que facilita su manejo.
Recordamos lo que sabemos
Alguien le dijo a Unamuno, en relación con su extraordinaria erudición: “Es que usted tiene muy
buena memoria”, y él contestó: “Me acuerdo de lo que sé”. ¿Perogrullada, ironía o sutil alusión a
los mecanismos cognitivos? Porque, efectivamente, nos acordamos mucho mejor de aquellos
datos que podemos situar en un contexto significativo o dotado de una estructura reconocible, y
eso es precisamente “saber” algo: dotarlo de significado y relacionarlo adecuadamente con otros
conocimientos. De ahí el tópico del sabio despistado que se olvida de dónde ha dejado las gafas,
pero puede reproducir sin titubear el contenido de una pizarra llena de complicadas ecuaciones.
Por eso la poesía, antes de la escritura, cumplía, entre otras, una función mnemotécnica, pues era
más fácil recordar las palabras al relacionarlas con otras fonéticamente similares, que es la clave
de la rima. Con la generalización de la escritura, la poesía pasó a cumplir una función meramente
literaria, es decir, estética y comunicativa; pero aún quedan vestigios de su función
mnemotécnica en la cultura popular, como aquello de “Treinta días trae noviembre, con abril,
junio y septiembre…”.
Y hablando de rimas, hay en castellano algunas palabras, denominadas “palabras fénix”, que
como la propia “fénix” no riman en consonante con ninguna otra. Invito a mis sagaces lectoras/es
a descubrir algunas más y a aportar sus comentarios sobre los mecanismos cognitivos. ¿Hay
también “ideas fénix”, difíciles de relacionar con otras?
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Falsos fénix y falsas falacias
Hay palabras que parecen fénix pero son dragones camuflados, y aparentes falacias que esconden
verdades
Carlo Frabetti
8 DIC 2018 - 01:26 CST
100
Falacias engañosas y relojes acoplados
Y de los falsos fénix a las falsas falacias, que el matemático y divulgador Ian Stewart llama
ycallaf (fallacy al revés). Como hemos visto en anteriores capítulos de El juego de la ciencia, a
veces no es fácil distinguir entre paradojas y falacias, y para complicar aún más las cosas están
las falacias aparentes y las ambiguas. Por ejemplo, la afirmación “En ezta frase ay quatro errores”
¿es verdadera o falsa?
Además de excelentes libros de divulgación matemática, Ian Stewart ha publicado importantes
trabajos sobre osciladores acoplados y sincronización biológica, un tema que se remonta a
mediados del siglo XVII, cuando el gran físico holandés Christiaan Huygens, inventor del reloj
de péndulo, observó casualmente que un par de relojes que había construido hacía poco, y que
estaban colgados en la pared a poca distancia el uno del otro, oscilaban de forma totalmente
sincrónica. Para descartar la posibilidad de una coincidencia fortuita, los desacompasó una y otra
vez, pero los relojes siempre volvían a sincronizarse al poco rato, como si una mano invisible los
acoplara. ¿Por qué? ¿Y qué tiene eso que ver con la sincronización biológica?
101
El andar del borracho
El caminar errático de un beodo puede servir de modelo para diversos procesos aleatorios
104
Conéctate
Carlo Frabetti
14 DIC 2018 - 06:05 CST
102
El matemático y divulgador Ian Stewart.
Como vimos, el matemático y divulgador Ian Stewart ha estudiado el fenómeno de la
sincronización de osciladores y su relevancia en el campo de la biología. Por ejemplo, las células
del miocardio se sincronizan para optimizar la función bombeadora del músculo cardíaco, y en
una manada de elefantes los individuos acompasan sus andares debido a la vibración del suelo al
ser percutido por sus poderosas pezuñas. ¿Tiene algo que ver todo esto con la resonancia, de la
que nos ocupábamos hace unas semanas?
El rey borracho
En el extremo opuesto de la ambulación sincronizada de los elefantes, los andares erráticos de un
borracho, cuyos pasos son impredecibles; aunque no por ello escapan al análisis matemático. De
hecho, el andar del borracho es una metáfora recurrente para aludir a cierto tipo de fenómenos
aleatorios. Veamos un ejemplo simple, un “borracho binario” que solo puede dar pasos hacia
delante y hacia atrás y lo hace de forma aleatoria. Es fácil modelizar a este borracho imaginario
mediante, por ejemplo, un rey de ajedrez situado en su casilla de salida sobre el tablero vacío y
una moneda que lanzamos al aire; si sale cara, el rey se desplaza una casilla a la derecha; si sale
cruz, se desplaza una casilla a la izquierda. ¿Cuál es la probabilidad de que, al cabo de tres
tiradas, el rey borracho haya llegado al borde del tablero? ¿Y la probabilidad de que haya vuelto
al punto de partida? Y si en la fila, en vez de solo ocho casillas, hubiera un número ilimitado en
ambas direcciones y lanzáramos la moneda una infinidad de veces, ¿dónde acabaría el rey?
Para terminar, una sencilla variación sobre el mismo tema: Ana y Berta juegan a cara o cruz. Si
sale cara, Ana se anota un punto, y si sale cruz se lo anota Berta. Gana la que le saque tres puntos
de ventaja a la otra, y si al cabo de diez lanzamientos ninguna de las dos lo ha conseguido, se
considera empate. ¿Cuál es la probabilidad de que gane Ana?
103
El rey borracho
¿Qué ocurre si le otorgamos otro grado de libertad a nuestro rey borracho de la semana pasada?
Carlo Frabetti
21 DIC 2018 - 04:07 CST
104
El rey bidimensional
Como el hombre unidimensional de Marcuse, nuestro rey borracho solo podía moverse a lo largo
de una línea (la primera fila del tablero de ajedrez). Situémoslo ahora en el centro del tablero y
permitámosle desplazarse no solo a derecha e izquierda sino también adelante y atrás (pero no en
diagonal). Si todos sus pasos son aleatorios y todas las posibilidades equiprobables, ¿cuál es la
probabilidad de que el rey llegue al borde del tablero en tres jugadas? ¿Y en cuatro jugadas o
menos? ¿Y en cinco jugadas o menos? ¿Y la probabilidad de que vuelva a la casilla de partida en
cuatro jugadas o menos? ¿Y la probabilidad de que, en un tablero ilimitado, vuelva al punto de
partida al cabo de infinitas jugadas?
Como es más fácil disponer de una moneda que de un dado tetraédrico, podemos determinar las
jugadas aleatorias lanzando una moneda dos veces seguidas: si salen dos caras, el rey se desplaza
una casilla a la derecha; si salen dos cruces, se desplaza una casilla a la izquierda; si sale cara y
luego cruz, se desplaza una casilla hacia delante; y si sale cruz y luego cara, se desplaza una
casilla hacia atrás.
Obviamente, la situación se puede ampliar a tres (o más) dimensiones. Si el rey borracho no
estuviera en una cuadrícula sino en una “cubícula” (red tridimensional de celdillas cúbicas) y
pudiera desplazarse también hacia arriba y hacia abajo, ¿cuál sería su probabilidad de volver al
punto de partida al cabo de infinitas jugadas?
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La otra bañera de Arquímedes
Cuenta la leyenda que además de la bañera que ayudó a Arquímedes a resolver el problema de la
corona, hubo otra mucho más grande
Carlo Frabetti
29 DIC 2018 - 03:56 CST
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El rey desconfiado
Y de un rey borracho a otro desconfiado.
Es bien conocida la historia de la bañera de Arquímedes (de la que nos hemos ocupado alguna
vez en esta misma página), que le dio la idea para calcular el volumen de la corona del
desconfiado rey de Siracusa, Hierón II.
Menos conocida y fiable es la leyenda de otra bañera, muy grande y lujosa, que le permitió a
Arquímedes lucirse por segunda vez ante el desconfiado rey. Hierón había ordenado que le
fabricaran una bañera de bronce capaz de contener mil litros de agua (dicho en unidades actuales,
obviamente), pero tenía la sensación de que era más pequeña de lo acordado, así que le pidió a
Arquímedes que calculara su capacidad.
-¿Para eso me mandas llamar? -se quejó el sabio-. Di que la llenen usando una vasija de diez
litros y que cuenten si hay que usarla cien veces.
-Es que la bañera ya está llena de agua caliente y no quiero desaprovecharla -replicó Hierón.
-Pues báñate y que luego la vacíen usando la vasija de diez litros.
-Es que no quiero utilizar una bañera engañosa, que no sería digna de mi real persona.
¿Cómo consiguió Arquímedes calcular la capacidad de la bañera sin vaciarla?
Y puesto que esta entrega aparece el 28 de diciembre, he incluido en ella, a modo de
metaacertijo, una pequeña broma que mis sagaces lectoras/es tendrán que descubrir. (Una
pequeña pista: la pequeña broma es un pequeño homenaje al gran Raymond Smullyan).
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