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UN CERRO LLENO DE BALAS VIEJAS: la agencia humana.

A diferencia del uncanny freudiano, que produce


Una escritura geológica de Juan Cárdenas la extrañeza desde dentro de lo familiar o conocido; tanto lo weird
como lo eerie son fuerzas que vienen de afuera, donde se quedan,
Algo extraño pasa en el cerro de La Tetilla por donde caminan resistiendo cualquier interpretación hermenéutica(5). Pero con el
dos amigos que tienen mucho tiempo de no verse. El primer dato: un concepto de eerie, Fisher deposita una agencia poderosa y peculiar
perro, al que golpea el viejo Dodge Dart 73 en el que viajan, sale en el territorio mismo. Así, mientras el narrador duerme la mona,
disparado y se pierde entre la maleza. La mención es tan efímera que Renato Rengifo desaparece sin razón aparente. Las causas humanas
pronto se disipa entre otros detalles más. Vamos cerro arriba, arriba pueden ser varias—la desorientación del personaje, alguna invitación
del aire. Estamos en el valle de Pubenza y en la meseta de Popayán, a departir alimentos por alguno de los locales, la animadversión de
justo al inicio de “Encomendar el alma”, el cuento con el que da algunos campesinos contra este hombre tan blanco—pero son
inicio Volver a comer del árbol de la ciencia, de Juan Cárdenas (1). descartadas de manera rápida. Mientras tanto, el paisaje, majestuoso
La vereda está rodeada de zarzales cargadas de moras y, más allá, en e inmóvil, calla “incapaz de explicarse a sí mismo”. ¿Se lo tragó la
las hondonadas del terreno, se yerguen los plantíos de plátano o de tierra? ¿Ha sido abducido por esos seres extraterrestres cuyos restos
yuca, los bosquecitos de guamas, guayacanes, cachimbos. Atrás de anda buscando? Las dos opciones, la fuerza geológica del terreno y
todo eso: la cordillera occidental. Y, más allá, el océano Pacífico. la atracción del espacio exterior, no dejan de ser angustiantes,
Esto es el Cauca profundo. No sabemos a ciencia cierta porqué especialmente porque ambas están fuera del control de los
estamos aquí, hasta que, ya fuera del auto, Renato Rengifo, ese personajes.
antiguo compañero del bachillerato, se hace de un péndulo de metal
atado a una cadena plateada y recorre el terreno buscando restos de EL VOCABULARIO DE LA TIERRA
meteoritos a los que considera, gracias a la influencia ufológica de su Aunque maravillado con la bala antigua que recibe de manos de
padre, “mensajes enviados por los seres del espacio exterior”.(2) su  amigo del bachillerato, el narrador se niega a asociar su
Lo primero que encuentra, sin embargo, son balas viejas. “Bah, materialidad con cualquier acontecimiento histórico preciso,
dijo, y se acercó a mí con algo redondo y oscuro atenazado entre los prefiriendo imaginar las cumbres y los cerros como un paisaje
dedos de una mano. Siempre que vengo encuentro alguna, dijo, es silente. Y, sin embargo, las balas que han ido encontrando—un total
una bala antigua. De alguna de las guerras civiles, quizá de la Guerra de seis, todas de distintas edades—provocan asociaciones inmediatas
de los Mil Días”(3)”. Las elucubraciones continúan, “esto está lleno con la historia de Colombia: todas las guerras civiles desde el inicio
de balas viejas…se han venido acumulando desde 1800”, pero nada del siglo XX, y más específicamente, la Guerra de los Mil Días, esa
de eso cambia la extrañeza del paisaje (4). Lejos de acentuar la carga gesta entre liberales y conservadores, que ganaron estos últimos al
histórica del terreno, el narrador le presta atención a las formaciones derrotar a una guerrilla muy pobremente organizada, y que llegó a su
geológicas que avizora: el Cerro de los Muertos, el Sotará, el volcán fin el 21 de noviembre de 1902. Más tarde, la región evoca en el
Puracé. El narrador, que acaba de llegar luego de una larga ausencia narrador otra presencia bien conocida. Alexander Von Humboldt y
en el extranjero, está cansado y crudo. No sabemos por qué ha Aimé Bonpland llegaron a Colombia también a inicios del siglo XIX.
aceptado participar de esta travesía inaudita hasta la punta de La Entre 1800 y 1803, pasaron justo por ahí en su camino entre
Tetilla, pero es claro que su desorientación es mayúscula. La bala Cartagena, Mompox, Honda y Mariquita mientras avanzaban
antigua que acaricia con la mano le parece un caramelo. lentamente hacia Santa Fé. De acuerdo a sus diarios, “lo que más le
Aunque descrito en gran detalle y de manera realista, algo en el interesó fueron las piedras. Las obsidianas. El basalto… un basalto
paisaje permanece fuera de lugar. Algo inquietante, tal vez incluso que a pesar de ser rico en hierro no excitaba al imán”(6).
espeluznante, atraviesa las veredas y el aire. Mark Fisher describió a Así, a medida que los amigos avanzan juntos, e incluso después,
los paisajes eerie como aquellos que existen independientemente de cuando el narrador vuelve a recorrer el camino hacia “el pezón” de
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La Tetilla esperando encontrar al que busca meteoritos, es claro que En este proceso, el péndulo de metal además de ser el mecanismo
la tierra va hablando poco a poco. Es claro que la tierra se ha visto que pone a la vista los materiales ocultos, se ha convertido en una
afectada por, y a su vez ha afectado a, los que han tenido contacto especie de máquina traductora que, al colocarlos en cierto orden—al
con ella a lo largo de los años. Esas balas que escupe de cuando en proveerlos, luego entonces, de cierta sintaxis—prefigura su
cuando y esas piedras cuyo magnetismo no es suficiente para atraer desciframiento. Una narrativa antropocéntrica buscaría de inmediato
al imán se han convertido en piezas claves de un vocabulario esas conexiones para construir una correlación simétrica, un relato
silencioso, pero no carente de expresión. Esas balas hablan de una histórico. Pero Juan Cárdenas se mueve por otros terrenos: aquí la
conflagración del pasado y de una destrucción antigua que, sin tierra también tiene la palabra y, como lo quería Fisher, esa palabra,
embargo, no deja de acontecer. ese vocabulario entero, resiste cualquier interpretación hermenéutica.
A estos restos físicos de la violencia, el antropólogo Gastón Aquí no sabremos a ciencia cierta qué le pasó a Renato Rengifo, pero
Gordillo los llama objetos brillantes por su capacidad de convocar sabemos, con creciente inquietud, que lo que haya sido está
memoria. Y, con ellos en mente, explora las “redes de escombros” relacionado a la agencia de los materiales por los que pasan los pies.
generados por la conquista del Chaco salteño, especialmente en las
zonas de Santiago del Estero y Jujuy en Rubble. The Afterlife of EL CAUCA PROFUNDO
Destruction (7). En lugar de privilegiar a la ruina, en tanto La desaparición de Renato Rengifo abre la caja de las preguntas
productora de pasado y atrapada en narrativas de preservación, y, con ellas, se dejan ver los conflictos actuales de la zona. Los
Gordillo analiza la doble negación del escombro y su condición de escombros, que traen noticias del pasado, no miran al pasado como
materia afectiva, llena de textura, anclada en el presente. A través de las ruinas, sino hasta este presente todavía irresuelto del Cauca, uno
largas caminatas por estos territorios que alguna vez fueron zonas de de los departamentos con mayor población indígena en Colombia, y
resistencia indígena, Gordillo atiende los procesos de ruinación con uno también donde más de cultiva la planta de coca, tan relevante
la mirada negativa orientada a los objetos que le permite rescatar para el comercio internacional de estupefacientes como para los
“redes de escombros” que conectan los restos físicos de la violencia. rituales y vida cotidiana de las comunidades de la región. Las
Si la reificación es un mecanismo para producir olvido y generar lo relaciones entre los lugareños y los dos amigos que recorren La
que él llama topografías de olvido, la terca materialidad de los Tetilla nunca son más claras que cuando el narrador, que ya se ha
escombros, entre los cuáles los huesos son los de carácter más preocupado por la desaparición de su amigo, se dirige a una casa al
íntimo, habla de un espacio no totalmente destruido y de cuerpos no final de una chacra para preguntar por él. Del breve intercambio a
totalmente muertos. través del cual confirma que nadie lo ha visto, el narrador recuerda,
Ahí, bajo la superficie de la tierra, asomándose apenas al llamado sobre todo, la sintaxis singular de la mujer que lo atiende: “ahorita
del péndulo de metal, yacen esos materiales que traen noticias de un estoy sola, bien ahorita, no he visto, a nadie, no”(8). El narrador
tiempo profundo y vertical. La violencia tiene su manera de volverse “paladea” las diferencias, pero las diferencias son parte de las
cosa que persevera. La memoria, lejos de ser una capacidad limitada jerarquías raciales y de clase que, expresadas aquí en una manera de
a la especie humana, aparece aquí encuerpada en objetos brillantes hablar, parecen inamovibles y contenciosas.
que ha abrazado la tierra. La caminata, ese rondar mismo por un De hecho, las malas relaciones entre Renato Rengifo y las
cerro con una vista privilegiada sobre el valle, se transforma en una comunidades campesinas de La Tetilla apenas se dejan ver en el
especie de cuña memoriosa y política que abre espacio para el soliloquio que el narrador emprende, ya verdaderamente angustiado,
proceso de des-sedimentación: hay algo más abajo, en las distintas cuando imagina posibles cuadros de acción. ¿Estará el Renato
capas del suelo que son, a su vez, capas de historia. Si la ruina Rengifo comiendo en la casa de algún campesino mientras el
sedimenta la violencia, la escritura des-sedimenta sus huellas más narrador se desespera y se angustia cada vez más? Improbable, se
quebradas y pequeñas, sus rastros más tercos. responde él mismo, “dadas las malas relaciones del Gordo Rengifo

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con los campesinos de la zona”. Las causas de esas “malas celular a un joven que debería poseer uno pero que, por estar recién
relaciones” parecen estar conectadas al afán de Rengifo por llevar a llegado al país, no tiene uno. Su extranjería, todavía más radical que
cabo “una excavación de gran envergadura” para descubrir el la marginalización económica del campesino, coloca al narrador en
“dispositivo milenario de comunicación interestelar” al que en su una posición vulnerable: si la experiencia del gordo Rengifo es
opinión se debe la presencia de tanto meteorito en el área. Las certera, él también está a punto de perderse en el Cauca profundo.
comunidades campesinas, sin embargo, “habían conseguido Los papeles, al menos en este relato, se han invertido por un
impedírselo, al menos por el momento”(10). momento. El celular puede ser antiguo, “de los que parecen almejas”,
La piel de Renato, que es muy blanca y se enrojece de inmediato pero es lo suficientemente útil para mandar un mensaje. Pienso en
al contacto con el sol, contrasta claramente con el “hombre enjuto, esta escena y recuerdo la extrañeza que alguna vez me produjo ver
con machete al cinto, y cara de haber estado trabajando todo el día” un restaurante chino en lo más profundo de la Sierra Juárez, en el
que, junto con la mujer de la chacra, examina con curiosidad el auto estado de Oaxaca que, como el Cauca colombiano, tiene un gran
varado en medio de la nada. Y ahí, en el Cauca profundo, bajo la luz número de pueblos y lenguas indígenas. En el anuncio pintado a
rosada del atardecer, entre chillidos de golondrinas y los últimos mano sobre una madera en tinta roja se anotaba también el número
aletazos de las garzas, ese campesino se ofrece a localizar al amigo de celular para pedidos a domicilio. ¿Pedidos a domicilio en medio
perdido utilizando su propio celular, de esos pequeñitos que “parecen de la sierra? La carretera federal era estrecha y, a sus costados, se
una almeja”. En una escena cargada de tensión, en la que cada levantaba un montón de pinos que no dejaban ver nada más. Si había
mínimo movimiento va precedido por la duda o la sospecha, un casas, y comensales, tenían que encontrarse más adentro de la sierra,
campesino de la Cauca le ofrece su celular a un muchacho de ciudad. fuera de la vista de los que pasábamos de largo hacia otro punto del
Después, en el mismo español extrañizado por la presencia de otra camino. Preguntando aquí y allá me enteré después de la historia de
lengua que ha utilizado su mujer antes, el campesino le describe migración entre Oaxaca y California que había hecho posible la
cómo encontrar el camino de regreso a Popayán. No sabemos si lo existencia de un restaurante de comida china, y de la larga tradición
logrará, eso es claro. Pero sabemos que, para emprender esa nueva de la telefonía rural y comunitaria que facilitaba la comunicación
caminata por un Cauca ya anochecido, el narrador precisa de suerte, local. Ahí estaban los dos procesos con la misma fuerza: los patrones
de un poco de suerte, para continuar de pie. migratorios ocasionados por las necesidades del capitalismo
Dice Juan Cárdenas en el ensayo sobre las relaciones entre las financiero y las redes de resistencia física y digital que han
imágenes y las palabras con el que cerrar el libro que, cuando caracterizado a esa tecnología móvil que es la comunalildad. Tal vez
leemos, “vamos removiendo capas, una detrás de otra, hasta que detrás de todo paisaje eeire de Fisher se encuentre escondida una
comprobamos que la imagen alude a otras imágenes y, casi de historia de migración y resistencia apenas lista para dar la cara y
inmediato, como si quisiera dejar de ser imagen, la imagen se hacerse oír. Tal vez, como al narrador del relato geológico de
desborda hacia los márgenes de la percepción y de la memoria”(11). Cárdenas, solo nos haga falta un poco de suerte, eso, y encomendar
Ese movimiento vertical de la lectura, que va precedido por el el alma al camino.
movimiento vertical de la escritura, es a final de cuentas el mismo
mecanismo telúrico que des-sedimenta lo que está alrededor del texto
para hacer las preguntas que vienen de la violencia y que llegan hasta
el presente.
Cristina Rivera Garza
UN CAMPESINO CON CELULAR
Regresemos, por un momento, a la escena en que el campesino
enjuto, cansado después de un largo día de trabajo, le ofrece su

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