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Consultoría Caso: Mina Ok Tedi Copper

Calderón Quezada, José Augusto.


El año 1975 fue el punto de quiebre para Papúa Nueva Guinea al lograr la
independencia de Australia; sin embargo, evidenciaba también que el gobierno en asumir la
responsabilidad debía buscar aquellas medidas correspondientes en solventar las riendas de
un país tanto económicas como políticas, haciendo referencia para aquellas mejoras
destinadas hacia su población. Ello refiere que, a pesar de ser denominados como un “tesoro
botánico” y con base en el descubrimiento del año 1963 del gran yacimiento polimetálico dio
riendas a la generación de la ley del acuerdo de minería de Ok Tedi, conllevando a generar en
1980 la formación de la Ok Tedi Mining Limited Company (OTMLC) conformada en su
momento por BHP, el gobierno de Papúa Nueva Guinea e Inmet Mining Corporation. Bajo
este primer panorama podríamos deducir que con la presencia del gobierno en las actividades
extractivas, las operaciones y trabajos del sector privado serían ejecutadas acorde a lo
establecido en la ley del año 1976, pero se evidencia que algunos de estos lineamientos no
han sido bien asentados, recurriendo a puntos generales como “controles ambientales
convencionales para minimizar el daño al ambiente”, lo cual podría funcionar en una
industria extractiva desarrollada, pero al remontarse cerca de cinco décadas en el tiempo, y
considerando que en el año 1984 dichos “controles ambientales” mostraron fallas como el
evento de la presa de relaves o desechos se puede concluir que el rol del gobierno ha sido
únicamente en busca de un beneficio económico.
Asimismo, el lograr obtener el permiso de operar (e iniciar operaciones) sin contar
con una presa de relaves (almacén de desechos), dio pie a BHP en poder generar un informe o
posible salida entre 1984 a 1986 y sustentar el motivo ante el gobierno – quienes eran
también accionistas y recibían regalías de la acción extractiva- la no construcción de una
presa de relaves (almacén de desechos) y continuar con la actividad de vertimiento en el rio
Ok Tedi que decantaba hacia el rio Fly, trayendo como consecuencia el aumento de los
sedimentos en las riberas de dichos ríos (aguas abajo) y además el denominado efecto de
“muerte lenta” en todo el ambiente impactado por esta mala práctica. Se aprecia bajo esta
política de gobierno el cero interés en la flora y fauna consecuencia de una mala gestión en la
actividad extractiva, además de cómo ello perjudicará a los pobladores y comunidades
nativas que habitan alrededor de las riberas de los ríos involucrados. Todo ello pudo tener
explicación, mas no razón ni sustento, en que al ser un gobernó inexperto, pues la
independencia se dio 1975, y al desear velar por los intereses y sostén económico del país,
decidieron optar por brindar todas las facilidades a sus socios privados de la OTMLC para
agilizar y maximizar las regalías a ser percibidas. BHP debió poder tomar las riendas de
acción de la operación minera ante los números que evidenciaban el impacto generado en el
ambiente y actuar de manera inmediata, pues no es posible que nadie de la organización se
haya dado cuenta que algo “malo” este pasando en el entorno de desarrollo de la mina. Si no
se tiene el coraje suficiente ni la moral para actuar decantará en faltar a principios y valores,
claro está que ello va a depender mucho de la cultura organizacional que predomine al
momento del hallazgo.
Si bien es cierto, la presencia de la operación minera en Papúa Nueva Guinea fue un
impulsor potente de la economía y desarrollo de la sociedad, al punto de que mediante
programas y proyectos ejecutados lograron bajar la tasa de mortalidad infantil, que paso de
27 a 2 por ciento y aumentar la esperanza de vida de 30 a 50 años. Además, se vio
acompañada esta mejora con las obras de desarrollo de la compañía como agente social de las
áreas de los ríos Ok Tedi y Fly, impulsando educación, salud, programas de capacitación,
desarrollo de infraestructura y negocios locales. Pero nunca enseñaron a las personas del área
de influencia directa a subsistir de manera desvinculada de una actividad extractiva, pues a
pesar de que el problema ya era latente en el año 1989, y se asentó aún más con las denuncias
del año 1992, los pobladores aún veían en la actividad minera aquella opción de poder
obtener aquel ingreso económico “sostenible” (mas no responsable) que posiblemente habían
anhelado, llegando al punto de preferir el dinero (y dejar de usar aquel taparrabo) a la
remediación ambiental (agua del rio). El poder desarrollar un plan de desarrollo sostenible
para las poblaciones del área de influencia directa e indirecta es crucial ante cualquier
actividad extractiva, pues el disturbar el ambiente en el cual ellos viven afectará su
normalidad.
Ahora bien, en 1996, año en el que Paul Anderson recibe el informe del estudio para
examinar los aspectos de ingeniería ambientales, sociales y de riesgo del manejo de la
operación minera y sus desechos, verifica la esencia y magnitud del problema que se había
generado. Las opciones de solución existían, desde el punto de vista técnico podían ser las
adecuadas para la época; sin embargo, ya no era el momento oportuno para ser aplicadas,
puesto que, si un proceso de extracción empieza mal, tendrá el efecto de “bola de nieve”
llegando así a ser incontrolable tal como una avalancha. En ese punto la decisión más
acertada fue dejar de alimentar dicha bola de nieve y evitar que siga impactando en las riberas
de los ríos Ok Tedi y Fly, BHP por fin evidencio, aunque tarde, un ápice de conciencia
ambiental y social, no obstante, el panorama no era sencillo, pues lo socios denegaron
acordar dicho cese de operaciones. Aparte de haber renunciado a las regalías generadas de la
explotación de esta mina y destinarlas a la remediación en parte del impacto generado, BHP
podría realizar remediación social aplicando una tasa de “impuesto voluntario” al resto de sus
operaciones para seguir financiando parte del costo de remediación del impacto que había
causado su participación en la extracción de mineral de la OTMLC, inclusive poder iniciar
acciones legales contra el gobierno de Papúa Nueva Guinea en tomar medidas y
disposiciones claras en nuevas leyes mineras que orienten al desarrollo de actividades
sostenibles en el tiempo.
A manera de conclusión, se evidenció durante todo el análisis que los intereses
económicos primaron sobre los de respeto al ambiente y la salud de la población tanto desde
la perspectiva de empresa de capitales privados o nacionales. Además, se sostiene que, si las
leyes de una nación dejan vacíos para el desarrollo de una actividad extractiva, estas serán
aprovechadas y desvirtuadas a favor de obtener el máximo beneficio económico de la
empresa privada, o inclusive estatal. También se deduce que si a la población del área de
influencia directa e indirecta no se les brinda las herramientas para un desarrollo sostenible
luego de que culmine la actividad extractiva, dependerán de ella y vivirán con una venda en
los ojos despreocupados del impacto que puedan tener en su alrededor o salud.
Como recomendaciones se proponen, fortalecer los estatutos legales de actividades
mineras en el país, realzando los controles ambientales bajo estándares internacionales ya
probados y con resultados verificables (métricas trazables). Además, si el estado será
accionista de una de las empresas con actividad extractiva, como es la minería, su rol deberá
de fiscalizador deberá recaer sobre otro de los poderes del gobierno, pues no se puede ser
juez y parte en un proceso, ello desvirtúa totalmente el juicio que se aplique sobre cualquier
actividad analizada.

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