Está en la página 1de 56

La Mayordomía por Dallas Witmer

La Mayordomía por Dallas Witmer

Traducido y adaptado por Timoteo Miller

www.ElCristianismoPrimitivo.com

Publicadora Lámpara y Luz

Farmington, New Mexico, EE.UU.

“Asidos de la palabra de vida” Filipenses 2.16

Edición original en inglés: The Life of Christian Stewardship

© 1980 Lamp and Light Publishers, Inc.

Publicadora Lámpara y Luz

26 Road 5577

Farmington, NM 87401 E-mail: lamplight@emypeople.net

Tel: 505-632-3521
© 2006 Publicadora Lámpara y Luz Todos los derechos reservados Primera impresión 2006

Impreso en los Estados Unidos de América

42061/10-06

Contenido

Prólogo 5

Lección 1: Dios, el dueño absoluto y universal 7

Introducción 8

Dios es el único dueño verdadero 10

Características del buen mayordomo 15

Las demandas de Cristo en su propia vida 20

Lección 2: La inversión y los desperdicios 23

Introducción 24

Lo que Dios piensa acerca del desperdicio 27

Dos puntos de vista acerca de la inversión

y el desperdicio 30

Desperdicios que se cometen comúnmente . . . 30


El desperdicio por mal manejo 31

¿Para la gloria de Dios o la de nosotros mismos? 32

¿Cuánto dinero debo guardar para mí? 33

Aplicando la mayordomía a su propia vida . . . 33

Invirtiendo en las riquezas verdaderas 35

Acerca de los pájaros y los lirios 36

Buscando la mejor ganancia 39

Contenido

Lección 3: Ser rico o no ser rico 43

Introducción 44

Lo que son las riquezas 45

Dios habla acerca de las riquezas 46

Una pregunta personal: “¿Debo ser rico?” 53

Lección 4: Usando los recursos naturales de Dios 59

Introducción 60

La tierra será destruida 61

Nuestra responsabilidad ecológica 62

Abusos comunes de los recursos naturales 63

El equilibrio ecológico 64

Siendo buenos mayordomos para

la gloria de Dios 67
Prólogo

Vivimos en tiempos peligrosos. La Biblia dice que en los últimos tiempos vendrán días difíciles:
“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedien- tes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores,
intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores
de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de
ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3.2–5).

Los versículos citados anteriormente describen de forma clara los problemas que surgen cuando
las personas se aman a sí mismas y a los deleites de la vida más que a Dios y a los demás. Tales
personas son orgullosas, rehúsan reconocer que Dios es dueño de todas las cosas y que ellos nada
más son mayordomos de las posesiones de Dios. Estas personas necesitan un cambio de corazón
antes que puedan entender y practicar la mayordomía cristiana.

Además, nosotros que somos creyentes deseamos perfeccionar nuestra práctica de la


mayordomía para que podamos continuar creciendo en la vida cristiana. Dios desea que siempre
abundemos en todo lo que glorifica a Dios y sea de beneficio para otros, y la buena mayordomía
ayuda mucho en esto. Si somos buenos mayordomos, al final podremos escuchar las palabras de
Dios: “Bien, buen siervo y fiel; (...) entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.21).

Este estudio fue escrito con el propósito de edificar a los cristianos. El autor no pretende tener
todas las respuestas, pero aborda casi todas las áreas de la vida cristiana que tienen que ver con la
mayordomía.

Nosotros esperamos que al estudiar este tema usted reciba muchas bendiciones y que sea lleno
“del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como
es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el
conocimiento de Dios” (Colosenses 1.9–10).

—La publicadora

Lección 1
Dios, el dueño absoluto y universal

Introducción

Usted tal vez se sorprenderá si le dijera que nosotros no poseemos

nada. Nos hemos educado diciendo: Esta es mi casa, mi dinero, mi familia, mi vida, mi tiempo, mis
talentos, etc. Nuestra tendencia es exigir muchas cosas para el beneficio de nosotros mismos.
Pensamos que el dinero que nos ganamos es nuestro y que las cosas que compramos con nuestro
dinero son nuestras. Estamos convencidos de que poseemos estas cosas y que si alguien nos las
quita, es un acto de robo.

Cuando Dios manda que no robemos se sobreentiende que hay un dueño legítimo para cada cosa.
Este concepto es bíblico. Cuando Ananías le mintió al Espíritu Santo acerca de la venta de su tierra,
Pedro preguntó: “Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder?”
(Hechos 5.4) Así que nosotros tenemos razón al decir que somos los dueños. Pero debemos
confesar que nosotros no somos los dueños en el sentido más literal de la palabra dueño, pues la
Biblia nos enseña que todas las cosas pertenecen a Dios. Para conveniencia, nosotros hablamos de
“poseer” las cosas, y usamos los adjetivos posesivos “mi” y “mío” al referirnos a las cosas que
tenemos.

Todo lo que cualquiera posee en esta vida es nada más una parte de la mayordomía que Dios le
dejó. Dios es dueño de todo. Cuando hablamos de lo que nosotros poseemos, hablamos desde un
punto de vista puramente terrenal. Sin embargo, en esta lección y a lo largo de este estudio
nosotros estaremos analizando este tema desde un punto de vista que toma en cuenta el cuadro
más amplio. Nuestra meta será mostrarle la realidad que sólo Dios es dueño en sentido absoluto, y
nosotros nada más somos mayordomos. Que Dios lo bendiga al estudiar esta lección. Prepare su
corazón para recibir y hacer lo que Dios le enseñe por medio de la misma.

• Para leer y estudiar

dios, eL dueño absoLuto y universaL


Pruebas que demuestran que Dios es dueño de todo. (Escriba junto a la cita bíblica lo que le
pertenece a Dios.)

Salmo 24.1:

Nehemías 9.6:

Job 41.11:

Salmo 50.9–12:

Ezequiel 18.4:

Hageo 2.8:

Mateo 6.13:

Romanos 13.1:

La responsabilidad del hombre en el mundo de Dios:

Su comisión en la creación (véase Génesis 1.26–29).

La amonestación de ser buen administrador (véase Lucas 16.9–12).

Dios nos dio todo (véase 1 Corintios 4.7).

El concepto cristiano de lo que es nuestro (véase Hechos 4.32).

Un ejemplo de mala administración (véase Lucas 12.16–21).

El ofrendar (véase 2 Corintios 9.7–8).

• Bosquejo de la lección

Dios es el único dueño verdadero

Características del buen mayordomo

Las demandas de Cristo en su propia vida


Dios es el único dueño verdadero

Tres razones por las que el hombre no puede poseer nada

El hombre no puede crear nada

Muy pocas personas reconocen que Dios es el único dueño de este universo porque él lo creó.
Esta verdad establece que el hombre no puede poseer nada, pues no puede crear nada. Las
“creaciones” o inventos del hombre (cohetes, rascacielos, medicinas, etc.) son nada más
aplicaciones, adaptaciones o combinaciones de lo que Dios ya creó. Crear es “hacer que empiece a
existir una cosa”. Si usted necesita dinero, ¿puede crearlo? Si usted necesita más tiempo para
terminar un trabajo, ¿puede usted crear más tiempo? No, nosotros no podemos crear nada. Sólo
Dios puede hacer algo de la nada. Esto hizo él cuando formó el universo. Por eso, todo ser humano
debe reconocer que sólo Dios es capaz de poseer algo. “Señor, (...) tú creaste todas las cosas, y por
tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4.11).

El hombre no tiene control absoluto sobre nada

¡Qué vanos son los títulos y los demás documentos que el hombre tiene para probar que es
dueño! En un instante, Dios puede reducir a cenizas y escombros las mansiones que los hombres
“poseen”. En tiempo de guerra toda su “propiedad” puede ser usada por el gobierno para la
guerra. Y en cualquier momento el fraude y el robo pueden quitarle la supuesta propiedad a
cualquiera. Es imposible que el hombre tenga control absoluto sobre alguna cosa que dice ser
suya. Ya que no podemos controlar por completo nuestras posesiones, queda claro que nosotros
no somos los verdaderos dueños de las mismas, sino que lo es el que ejerce control absoluto sobre
estas cosas. Y ¿quién es ése? Job sabía que es Dios. Él dijo: “Jehová dio, y Jehová quitó” (Job 1.21).
El que posee puede demostrarlo por medio de su control.

Dios ya lo posee todo

¿Tiene usted una escritura segura para “su” terreno? Imaginemos que usted compró su terreno y
se le dio una escritura, la cual usted registró en la municipalidad. Ahora el gobierno de su país lo
reconoce a usted como dueño legítimo de ese terreno. Es una escritura segura, ¿verdad? No, no es
segura. Por ejemplo, supongamos que hay un proyecto para hacer una carretera desde un pueblo
a otro y esta ruta pasa justo por
dios, eL dueño absoLuto y universaL

el centro de su propiedad. ¿Qué hará usted? ¿Presentará su escritura y amenazará con llevar el
caso a un juicio? ¿Eso impediría que esa carretera pase por su propiedad? Por supuesto que no. Su
escritura está sujeta a lo que el gobierno quiera. Entonces, usted no tiene una escritura segura.
Además, el dueño original, Dios, todavía mantiene todos los derechos sobre su propiedad. Quizá
usted nunca lo había pensado, pero la escritura que usted tiene para “su” propiedad, aunque es
legal, es sólo un arrendamiento de Dios. “De Jehová es la tierra y su plenitud” (Salmo 24.1). Así
que usted nada más arrienda su terreno de Dios.

Razones por las que el hombre piensa que él es dueño

Es orgulloso

Dios es dueño absoluto del universo, no sólo porque él es tan fuerte que nadie se lo puede quitar,
sino porque es dueño por derecho. De todas las cosas que Dios creó, el hombre pecador es el
único ser viviente en todo el universo que trata de negar esta verdad.

Dios posee todo simplemente porque él es Dios. Al estudiar la Biblia, nosotros podemos
asegurarnos que así es. Los atributos de Dios, tales como su omnipotencia y santidad, hacen que
Dios no tenga ningún rival que represente amenaza alguna al hecho que él es propietario absoluto
de todo lo que existe. No obstante, el hombre incrédulo siempre sigue pensando que él mismo es
el dueño de las cosas que posee, aun cuando a menudo ve que no las puede controlar como
quisiera.

Es a causa del orgullo que las personas no reconocen que Dios es dueño absoluto de sus
posesiones. Lucifer tampoco quiso reconocer que Dios es dueño de todo. Por eso Dios lo echó del
cielo. ¿Cuál fue el pecado principal de Lucifer? ¡El orgullo! Hoy los descendientes espirituales de
Lucifer demuestran las mismas tendencias al afirmar que ellos son los propietarios de las cosas
que poseen.

La gente se enorgullece por sus riquezas, sus familias y sus talentos. Abusan de todas estas cosas
para promover sus propios intereses. Incluso el propio evangelio sufre abuso porque los hombres
se benefician de ello para su propia gloria. Dios desea que las personas se humillen y reconozcan
que ellos no son los dueños de estas cosas, sino solamente mayordomos, encargados de las
mismas. “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo
hubieras recibido?” (1 Corintios 4.7)
Rechaza el cargo de mayordomo que Dios le ha dado

Dios le ha encargado a toda persona que sea mayordomo fiel de

su creación. Dios les dijo a Adán y Eva: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y
señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra” (Génesis 1.28). Este deber de cuidar las cosas de Dios no era solamente para Adán
y Eva; es para usted también.

A los mayordomos hoy día también los llamamos gerentes. Un gerente es responsable por las
cosas y asuntos de otro. En el mundo actual, muchos desean llegar a ser un gerente de alguna
empresa. Ser un gerente es un honor. Un gerente normalmente recibe cada vez más
responsabilidad en la compañía al mostrarse digno de confianza. En muchos casos, los dueños casi
ni se dan cuenta cómo marcha su negocio porque confían demasiado en su gerente.Al aumentar
las responsabilidades del gerente, por lo general aumenta su sueldo. Supongamos que cierto
gerente sigue ascendiendo en sus responsabilidades en la empresa. Al llegar a ser responsable de
toda la empresa, a él se le ocurre que él ahora es el dueño, que puede manejar la empresa como a
él le dé la gana... y que puede también quedarse con la ganancia. ¿Por cuánto tiempo esta persona
seguiría siendo gerente? Sólo hasta que el dueño se dé cuenta de su delito. ¿Y qué pasa con el
gerente al final? Va para la cárcel.

Usted es uno de los gerentes de Dios. Nada de lo que está bajo su mando es suyo. Su propia vida
es propiedad de Dios y se la ha dado para vivirla como él manda. Usted debe usar las capacidades
que él le ha dado para traer honra y gloria a Dios, el dueño. Incluso su tiempo, cada minuto de su
vida, le pertenece a Dios. Dios requiere que usted maneje todo de acuerdo con sus instrucciones:
el dinero, la propiedad, la familia, el tiempo y los talentos que le ha dado. Dios va a recompensarle
si los maneja bien. Pero le castigará duramente si desatiende sus responsabilidades como gerente,
pues al desatender estas cosas no está usted malgastando sus propios recursos, sino los de Dios.

Jesús contó una historia en Lucas 12.16–21 que enseña algunos puntos importantes de la
mayordomía. Estudie esta parábola.

dios, eL dueño absoLuto y universaL

Lucas 12 16–21
Texto bíblico

Dios dice:

El hombre

carnal dice:

“La heredad de un hombre rico había producido mucho” (v. 16).

“Aunque tú no lo mereces, yo te he bendecido.”

“¡Qué buen tra- bajador soy!”

“Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?” (v.
17)

“Comparte tus frutos con los necesitados.”

“ ¿ C ó m o y o puedo sacar mayor provecho de todo esto?”

“Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos
y mis bienes” (v. 18).
“No olvides que yo soy el dueño; no robes mis cosas.”

“Estas cosas son mías, fruto de mi sabio manejo.”

“Y diré a mi alma:Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come,
bebe, regocíjate” (v. 19).

“Ya te has olvi- dado de que yo soy el dueño.”

“¡Ajajá, ya soy rico!”

“Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién
será?” (v. 20)

“¿No te había dicho que todo es mío, hasta tu propia vida?”

“¡Ay, qué mala suerte!”

“Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” (v. 21).

“¡Presten aten- ción, todos mis gerentes!”


“Pero a mí no me va a suceder así...”

LeCCión 1

Preguntas de estudio

En el Salmo 24.1 vemos que Dios es dueño de todo. Según el versículo 2, ¿por qué es así?

Según Génesis 1.26–29, ¿qué responsabilidades Dios le dio al hombre?

Escriba tres razones que confirman que el hombre en verdad no puede poseer nada.

¿Por qué los hombres carnales se burlan del concepto que Dios es el dueño de todo?
Explique qué tiene que ver el orgullo con nuestro concepto de ser dueño.

dios, eL dueño absoLuto y universaL

¿Qué palabra moderna es sinónimo de la palabra “mayordomo”?

¿Qué derechos tiene un mayordomo ante la propiedad de su amo?

¿Piensa usted que ser un gerente es un trabajo de honra, o un trabajo humilde?

En la historia que contó Jesús en Lucas 12.16–21, ¿cuál fue el concepto erróneo del
hombre rico?

¿Qué hubiera podido hacer el hombre rico con su gran cosecha para que Dios lo hubiera
podido bendecir en vez de maldecir?

Características del buen mayordomo

Generosidad
La iglesia cristiana apenas había nacido cuando los cristianos empezaron a vender sus posesiones y
a compartir el dinero que recibían para suplir las necesidades de los que no tenían suficiente. Su
actitud en cuanto a los bienes materiales era como se describe en el siguiente versículo: “Y
ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía” (Hechos 4.32). Ésta es la actitud de cada
persona que se ha rendido por completo al señorío de Jesucristo. Debido a esta actitud, cuando
hay una necesidad dentro o fuera de la hermandad, los cristianos buscan maneras de ayudar. Dios
vive en ellos, haciéndoles abundar para su gloria porque ponen todas sus cosas a disposición de
quien se las ha encomendado.

Sumisión al señorío de Cristo

Un cristiano es una persona que voluntariamente afirma que

Jesucristo tiene derecho, por creación y por redención, de manejar cada detalle de su vida. El
cristiano se rinde incondicionalmente al señorío de Jesucristo. Si alguno profesa ser cristiano, pero
no demuestra por medio de su vida que Cristo es el Señor de su vida y de las cosas que él posee,
entonces tal persona no es cristiana.

Existen dos razones principales por las que Cristo tiene derecho a ser Señor en nuestras vidas.
Primeramente, somos de él porque él nos creó (véase Juan 1.3). Aun nuestra vida se la debemos a
él. No hay ninguna razón por la que nosotros no debamos sujetarnos por completo a su voluntad.

Además, somos de Cristo porque él nos redimió. Cuando el hombre pecó, Satanás “secuestró” el
género humano y lo sometió a él. Pero

La salvación de Cristo es el puente por

el cual pasamos del señorío de Satanás al señorío de Cristo

El reino de Dios
El reino de Satanás

"Los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos
2.15).

“[El] Padre (...) nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado
Hijo” (Colosenses 1.12–13).

“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro
fruto la santificación, y como fin, la vida

eterna” (Romanos 6.22).

dios, eL dueño absoLuto y universaL

los que por fe en Cristo se arrepienten y se convierten en cristianos son restaurados, redimidos y
hechos parte otra vez de la familia de Dios. “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6.20).

En muchas iglesias se habla mucho de la salvación, pero muy poco del señorío de Cristo y de la
mayordomía. Ellos alaban a Jesús como Salvador, mas no quieren que sea su Señor. Lo más triste
es que Cristo no seguirá siendo Salvador en la vida del que rehúsa sujetarse a él como Señor. Los
hombres deben comprender que la salvación es ese puente glorioso que los pecadores pueden
usar para cruzar desde el reino opresor de Satanás al reino de Dios, donde Cristo gobierna.

El ejemplo de Saulo de Tarso, cuando se convirtió en cristiano, demuestra la actitud que Dios
desea ver en la vida de cada cristiano. Lea Hechos 9.3–9. Cuando le rodeó una luz del cielo, él cayó
postrado en tierra y preguntó: “¿Quién eres, Señor?” Al saber que era Jesús, preguntó: “Señor,
¿qué quieres que yo haga?” En muchas “conversiones” las personas no son como Saulo, sino que
se levantan, usurpan la corona del Rey Jesús y declaran: “Así haré yo con mi vida”. Tal actitud no
cabe dentro del reino de Jesús.
Cuando alguien verdaderamente se convierte en cristiano, Cristo es el Rey de su vida, Cristo
manda en su vida, Cristo es Señor de su vida. Esa persona se convierte en mayordomo humilde y
fiel de todos los recursos que Dios le ha dado.

Valores santificados

El hombre valora las personas de acuerdo con lo que puede ver con sus propios ojos. Al hombre
que se ve que tiene mucho dinero se le respeta mucho. Al hombre pobre se le tiene lástima o se le
desprecia. Pero Dios no valora así a las personas: “Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7). Esto lo
dijo Dios justo antes de tomar a un muchacho pobre y humilde y hacerlo rey de Israel. Dios hoy
nos quiere enseñar que no debemos tomar en cuenta ni la apariencia de un hombre ni la
abundancia de sus cosas para valorarlo. Fíjese más bien en su carácter. Cuando las cosas y el
dinero ya no influyen en nuestra opinión acerca de una persona, nosotros empezamos a ver su
carácter. En la iglesia, ni el dinero, ni los talentos, ni los dones espirituales deben tener alguna
parte en la valoración espiritual de un individuo. Sin embargo, su uso de estas cosas sí nos enseña
algo acerca de su carácter. Toda la superficialidad del sistema del mundo pierde su brillo cuando
los hombres reconocen que todo es de Dios. Entonces ellos empiezan a apreciar a otros por lo que
son en lugar de por la cantidad de cosas que poseen.

¿Valora usted las cosas y las personas como Dios las valora, o como el hombre? El buen
mayordomo cristiano vive a base de valores santificados.

Alabanza y acciones de gracias

“Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza” (Salmo 100.4).

Dios nos manda muchas veces que debemos alabarlo y darle gracias. El primer paso hacia la
incredulidad y la perversión que se describen en Romanos 1 es el de ingratitud y falta de alabanza
(véase Romanos 1.21). Así que, no es de maravillarnos si Dios nos exhorta a darle gracias. “Dad
gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5.18). “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5.20).

Dios también desea escuchar nuestras peticiones. Él nos dice que debemos pedir, buscar y llamar
para recibir sus bendiciones. Pero,
¿por qué pedirle si siempre hemos tenido lo necesario? Porque si le pedimos, entonces eso nos
recuerda que toda nuestra vida depende de él. No somos los dueños de nada, sino solamente
mayordomos. Un dueño nunca tiene que dar gracias a nadie por las cosas que él tiene. En cambio,
el mayordomo le debe todas las gracias a su amo, pues él no posee nada. De la misma manera
somos nosotros los cristianos con nuestro Padre celestial, quien es dueño de todas nuestras
posesiones.

dios, eL dueño absoLuto y universaL

Preguntas de estudio

¿Qué actitud mantuvieron los primeros cristianos en lo que se refiere a sus posesiones?

¿Cuáles son las dos razones principales por las que Cristo tiene derecho a ser Señor en nuestras
vidas?

Escriba aquí el versículo de la Biblia que afirma que Dios lo posee a usted en cuerpo y espíritu.

¿Qué sucede cuando una persona rinde su voluntad humana al señorío de Cristo?

¿Qué pasa con la persona que profesa que Cristo es su Salvador, pero no quiere que sea su
Señor?
¿Cómo evaluaremos a otros si reconocemos que Dios es dueño de todo?

¿Qué piensa usted que pasaría con la economía de su comunidad si todos estuvieran
convencidos de que Dios es dueño de todo?

¿Por qué es importante que el cristiano le dé gracias y le pida a Dios?

Las demandas de Cristo en su propia vida

Ya estudiamos acerca de cómo Dios es dueño de todo, y hemos notado las bendiciones de vivir
una vida de mayordomía bajo el señorío de Cristo. Pero, ¿será posible hacer de todo esto una
realidad diaria?

¿Todavía irá usted al pueblo con su bicicleta para hacer sus compras con su dinero? ¿Se
impacientará cuando alguien le atrasa en su trabajo o toma un poco de su tiempo? Pues de todos
modos, ¿no es esta su vida?

De nada nos sirve saber todos los principios bíblicos relativos a la mayordomía si no los aplicamos
a nuestra vida diaria. Otros verán si usted es fiel en su mayordomía por su manera de hablar y por
lo que usted hace. ¿Confía usted en las riquezas materiales? ¿Usa sus bienes para el reino de Dios?
La gente sabrá si es mayordomo fiel por su manera de usar las cosas que Dios le ha encomendado.

Cuando usted hace sus quehaceres, piense en los siguientes puntos:

Cristo es Señor de mi vida. ¿Acaso me he rendido totalmente a Dios como se rindió Saulo de
Tarso? Él entregó toda su vida al señorío de Dios. ¿He mantenido una actitud de sumisión y
obediencia a Dios desde que me entregué a él?
dios, eL dueño absoLuto y universaL

Todas mis posesiones en verdad pertenecen a Dios. ¿Acaso he rendido toda mi vida y todas
mis posesiones a Dios? ¿Sería duro para mí confiar en Dios si él de repente me quitase todo lo que
me ha dado?

No tengo ningún derecho. ¿Me siento herido cuando me tratan injustamente? ¿Acaso
reconozco como debo que ya no tengo ningún derecho?

Mi tiempo es de Dios. ¿Acaso me impaciento cuando tengo que sacar tiempo de mi horario
para ayudar a otra persona? ¿Me impacientaría si realmente creyera que mi tiempo es el tiempo
de Dios y que él controla las circunstancias en mi vida?

Voy a dar en vez de acumular. ¿Qué porcentaje de lo que Dios me ha dado estoy dispuesto a
dar a la iglesia o a otras necesidades? ¿Cuánto tiempo doy a Dios en servicio espiritual?

¿Qué tan grande porción de mis talentos invierto en promover el reino de Dios?

Voy a poner por obra las enseñanzas que aprendo en este estudio. ¿De qué me valdrá saber
estas enseñanzas si no estoy dispuesto a ponerlas por obra? Vale más que permita que estas
verdades afecten mis actitudes, estilo de vida y planes para el futuro, porque reconozco que todo
pertenece a Dios.

Lección 2

La inversión y los desperdicios

Introducción

En la primera lección estudiamos una verdad fundamental de la


mayordomía cristiana: Dios es dueño absoluto de todo. Si realmente creemos esto, ahora estamos
listos para colocar la piedra angular sobre este fundamento sólido. Esa piedra angular consiste en
entender claramente la diferencia entre la inversión y el desperdicio.

Para ser un buen administrador de algo, se tiene que saber distinguir entre lo que es inversión y lo
que es desperdicio. Esto parece ser bastante fácil, y en muchos casos lo es, especialmente cuando
se toma en cuenta sólo lo material. Permítame ilustrar la diferencia.

Imaginemos que usted tiene mil pesos. Usted se los ganó y puede gastarlos como le plazca. Con
ese dinero pudiera dar un paseo turístico por todo su país. Por supuesto, eso sería un desperdicio
completo porque al regresar a casa se dará cuenta que ya no tiene ni el dinero ni ninguna otra
cosa a cambio del mismo. Otra opción sería esconder esos mil pesos en algún lugar seguro dentro
de su casa. Diez años después todavía serían mil pesos, pero de seguro su valor sería menos
debido a la devaluación. Durante diez años ese dinero no hubiera servido para nada, pero
tampoco hubiera sido una pérdida tan drástica como echarlo todo a perder dando un paseo
turístico. Pero hay una tercera opción. ¿Por qué no usar ese dinero para sembrar algunas
hortalizas? Compre semillas y fertilizante, siembre lo que va a sembrar, cuídelo y en el momento
de la cosecha, venda su producto. Es posible que usted saque el doble o el triple de lo que invirtió.
Los primeros dos ejemplos por lo general se reconocerían como desperdicio, el último como
inversión.

Pero la diferencia entre la inversión y el desperdicio no siempre es tan obvia. Muchos otros
factores pudieran influir en los casos que mencionamos. Por ejemplo, supongamos que usted en
verdad no necesita esos mil pesos, pero un vecino suyo sufre una tragedia y necesita ayuda. ¿Sería
correcto en tal caso invertir su dinero en una siembra de hortalizas en vez de ayudar al vecino? O
supongamos que usted ya está tan ocupado con otro trabajo que tener que cuidar esas hortalizas
le quitaría todo su tiempo libre que anteriormente pasaba estando con su familia. El materialista
no toma en cuenta ninguna de

La inversión y Los desperdiCios

las circunstancias que mencionamos. Pero el cristiano sí las toma en cuenta. Para el cristiano, una
buena inversión no es siempre lo que gana más dinero y el cristiano no siempre considera como
un desperdicio lo que no le trae ingresos monetarios.

Hay dos maneras muy distintas de calcular la inversión y el desperdicio. Casi todos los calculan sólo
a base de las ganancias materiales. Sin embargo, el cristiano no puede aceptar esa manera de
pensar. El cristiano calcula la inversión y el desperdicio haciéndose la siguiente pregunta: ¿Acaso
esto glorificará a Dios? Ésta es la manera de calcular que queremos enfocar en esta lección. Ojalá
que al terminar de estudiar esta lección usted también llegue a calcular todo, haciéndose esta
misma pregunta.

La mayordomía cristiana se resume en usar para la gloria de Dios lo que él nos ha dado y en ser
usados nosotros mismos en la manera que mejor promueva al reino de Dios. Esto es inversión y
glorifica a Dios. El rehusar someter nuestros recursos y nosotros mismos a la entera disposición de
Dios constituye desperdicio.

“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por
tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4.11).

Verdades fundamentales de la mayordomía cristiana

Para leer y estudiar

¿Qué aprovechará al hombre? (Véase Mateo 16.24–28.)

Lo más importante (véase Mateo 6.19–34).

El talento que se desperdició (véase Mateo 25.14–30).

Bosquejo de la lección

Lo que Dios piensa acerca del desperdicio

Dos puntos de vista acerca de la inversión y el desperdicio


Desperdicios que se cometen comúnmente

El desperdicio por mal manejo

¿Para la gloria de Dios o la de nosotros mismos?

¿Cuánto dinero debo guardar para mí?

Aplicando la mayordomía a su propia vida

Invirtiendo en las riquezas verdaderas

Acerca de los pájaros y los lirios

Buscando la mejor ganancia

La inversión y Los desperdiCios

Lo que Dios piensa acerca del desperdicio

Jesús les contó una parábola a sus discípulos de un hombre rico que tenía un mayordomo. Los
empleados fueron al hombre rico y le dijeron que su mayordomo estaba malgastando sus bienes.
Este hombre rico llamó a su mayordomo y le dijo: “Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no
podrás más ser mayordomo” (véase Lucas 16.1–2). Lo que menos desea un dueño es tener un
mayordomo que desperdicia lo que está a su cargo.

¿Piensa usted que Dios pasará por alto nuestra irresponsabilidad si malgastamos el dinero, tiempo
y otros recursos que él nos ha dado para que los administremos? Claro que no. Un mayordomo se
contrata para que aumente los bienes de su amo. Malgastar los bienes de su amo es lo peor que
un mayordomo puede hacer. No es de extrañarse que al mayordomo de esta parábola le quitaran
su puesto.

Justo antes de esta parábola, Jesús le había contado otra parábola a la gente (véase Lucas 15.11–
32) acerca de un joven derrochador. A esta parábola le pondremos por título:

La historia de dos herencias

Hace mucho tiempo un hombre tenía una propiedad y dos hijos. Según la costumbre de aquel
tiempo, el padre algún día repartiría su propiedad entre sus dos hijos. Pero el hijo menor se negó a
esperar y exigió que se le diese su parte de inmediato. Así que el padre dividió sus bienes entre sus
dos hijos. El hijo menor se fue lejos de la casa para que su padre no pudiera ver en qué gastaba el
dinero. Allí el pródigo malgastó su herencia. Una parte la malgastó en mujeres; el resto lo
derrochó en busca de otros placeres. Tal desperdicio no pudo sino conducir a la ruina completa. Y
así fue que se le acabó el dinero a este hijo menor al mismo tiempo que aconteció una gran
hambre en la tierra donde estaba. De manera que este joven que había heredado una fortuna se
encontraba en la pobreza más miserable y se vio obligado a pedir trabajo. Por fin, él consiguió un
trabajo cuidando cerdos. Estando allá en el campo con los cerdos, el hambre del hijo pródigo lo
llevó a la desesperación. Tenía tanta hambre que deseaba comer las algarrobas que comían los
cerdos, pero nadie se las daba. En su desesperación se detuvo a pensar. Pensó en su padre. Él
sabía que su padre, que tenía a su cargo la otra parte de la herencia, todavía estaría ganando
dinero. Él era ese tipo de administrador. Su padre manejaba bien lo que tenía, pero no era
materialista. Él también sabía que su padre era un hombre bondadoso y que siempre ayudaba a
los necesitados. Al joven se le ocurrió que, aunque había pecado contra su padre, él de seguro le
daría la bienvenida con el puesto de un peón.

El joven se dispuso a regresar a su casa. Él se sentía mal por todo lo que había malgastado. Sin
lugar a dudas, él había aprendido mucho por medio de los golpes duros de la vida. Cuando él iba
llegando a casa, su padre lo vio. Él corrió al encuentro de su hijo, se echó en su cuello y lo besó.
¡Qué escena debió haber sido aquella! Si alguien hubiera visto a esos dos ese día bien hubiera
podido preguntarse quiénes eran ellos y porqué se abrazaban. El infeliz muchacho estaba vestido
de harapos, mientas que su padre estaba bien vestido.

Tal era el contraste entre los dos hombres que se abrazaron ese día en el camino. Estos dos
hombres habían seguido caminos totalmente opuestos. El uno se hizo rico; el otro pobre.

Es mucho lo que podemos aprender de esta parábola acerca del contraste entre una buena y una
mala mayordomía, la cual nos da una idea similar de la diferencia entre invertir o desperdiciar.
Cristo quiso enseñarnos a través de esta parábola que debemos usar sabiamente todo lo que él
nos da en lugar de derrocharlo.

Preguntas de estudio

La inversión y Los desperdiCios

¿Cuál era el tema de la Lección 1?

Escriba las tres razones que ofreció la Lección 1 de por qué el hombre no puede poseer nada.
¿Acaso siempre es un desperdicio lo que no trae ingresos monetarios? Explique.

¿Cuál es la primera responsabilidad de un mayordomo al servir a su amo?

Escriba lo que Jesús quiso enseñarnos al relatarnos la parábola del hijo pródigo.

Dos puntos de vista acerca de la inversión y el desperdicio

El materialismo

El materialismo es la creencia que plantea que obtener riquezas es lo más importante. De acuerdo
con los principios de esta creencia, las riquezas siempre deben ser invertidas en algo que genere
más riquezas. Esta teoría pone al ego como señor de la vida y no toma en serio ni a Dios ni a la
eternidad. Aunque la mayoría de las personas materialistas dicen que no son egoístas ni avaras, las
mismas practican el egoísmo a diario en sus negocios. Tal vez regalan alguna cosita de vez en
cuando al vecino pobre o tal vez hasta echan montones de dinero en la ofrenda. Sin embargo, su
actitud y manera de actuar con relación a su dinero y demás cosas es muy materialista.

“Hacedlo todo para la gloria de Dios”

El cristiano no maneja su dinero y sus cosas sólo para tener la mayor ganancia material, sino para
glorificar a Dios. Los cristianos verdaderos no son materialistas. Ellos ven más que sólo las cosas
físicas; se enfocan en las cosas eternas. Para los cristianos, el dinero que se usa para la gloria de
Dios es una buena inversión, aunque no traiga ganancias materiales. Además, para ellos lo que se
usa en algo que no le trae gloria a Dios es un desperdicio, aunque traiga mucha ganancia
económica. Los cristianos manejan su dinero y sus bienes para la gloria de Dios porque reconocen
que todo lo que ellos tienen le pertenece a Dios.
Un buen mayordomo aumenta los bienes de su amo. Como cristianos, nosotros aumentamos los
bienes de nuestro amo celestial al usarlos y al ser usados nosotros mismos de la manera que le
trae la mayor gloria a Dios. La gloria de Dios es lo principal en la mayordomía cristiana. Cualquiera
puede entender el mandamiento que se encuentra en 1 Corintios 10.31: “Si, pues, coméis o
bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.

Desperdicios que se cometen comúnmente

La destrucción descuidada de cualquier recurso no glorifica a Dios. Él creó todas las cosas, cada
una con un propósito distinto. Casi todos estaríamos de acuerdo en que es malo destruir los
recursos que Dios nos ha dado. Sin embargo, los recursos más comunes son los que a veces
destruimos y los que manejamos incorrectamente más a menudo.

La inversión y Los desperdiCios

Uno de los recursos más comunes es la comida. La manera más común en que se desperdicia la
comida es al comer demasiado. La Biblia condena la glotonería, o sea, comer en exceso. Como
cristianos, nosotros deseamos ser buenos mayordomos de Dios. Por consiguiente, no debemos
comer sólo para darnos el gusto de una buena comida. Además, debemos ser prudentes en cuanto
a las comidas que compramos, evitando gastar dinero en comprar comidas de poco valor nutritivo.

Vivimos en un tiempo en que el mundo tiene sus modas y cosas que según ellos son necesarias. El
último estilo de reloj o de zapatos es lo que más cuesta y no necesariamente es lo mejor.
Generalmente constituye un gran desperdicio de recursos estar comprando estas cosas de un
valor monetario tan caro en lugar de comprar las que podemos usar y no son tan caras.

La Biblia dice que “en el barbecho de los pobres hay mucho pan; mas se pierde por falta de juicio”
(Proverbios 13.23). Tal vez la manera en que estos pobres pierden la mayor parte de este pan es
por falta de administrar bien el tiempo que Dios les ha dado. Dios nos da el tiempo para que lo
utilicemos en algo bueno. Dios condena la pereza (véase Romanos 12.11; 2 Tesalonicenses 3.10–
12; Hebreos 6.12). ¡Él no quiere que seamos ociosos, sino que trabajemos para él! La verdad es
que muchas personas son demasiado flojas en el trabajo. Muchos desperdician el tiempo. Por esa
razón Dios no los puede bendecir.

Dios siempre es glorificado cuando usamos con sabiduría los recursos que él nos da, ya seamos
agricultores, mecánicos, carpinteros o si hacemos cualquier otro tipo de trabajo provechoso.
El desperdicio por mal manejo

El mal manejo en cualquier tipo de negocio desperdicia mano de obra, materia prima y
oportunidades. Los buenos gerentes son aquellos que son eficientes. Pero la verdad es que a pesar
de tener un gerente bueno y eficiente cualquier negocio grande tiene más desperdicios que los
pequeños. Esto se debe a que es más difícil administrar de manera eficiente todos los detalles de
un negocio grande. Y cuando un negocio tiene un gerente que es culpable de mal manejo,
entonces ese negocio muy pronto llega a ser ineficiente... y la ineficiencia desperdicia montones
de recursos en poco tiempo. Existen negocios que por su buen estado económico pueden darse el
lujo de desperdiciar algo; no obstante, esto no justifica el desperdicio. El mayordomo cristiano,
aunque económicamente pueda darse el lujo de desperdiciar algún recurso, tratará de evitarlo
porque reconoce que desperdiciar los recursos de Dios por puro gusto es malo.

¿Para la gloria de Dios o la de nosotros mismos?

En la economía de cualquier país se ocupan por lo menos algunos negocios grandes para que la
misma marche con éxito. Pero como cristianos, nosotros debemos considerar con cuidado
cualquier oportunidad que se nos presente de agrandar nuestro negocio. Supongamos que hay un
granjero cristiano que ha trabajado duro y ha economizado y ahora tiene suficiente para comprar
otra finca, además de la que tiene. ¿Acaso él debe hacerlo? Viéndolo desde el punto de vista del
materialista, parece una tontería no agrandar la hacienda de uno. Pues esto fomentaría más
ingresos que a su vez se pudieran invertir para hacer aun más ganancia.

¡Nuestra tendencia es ser materialista! Cuando se nos presentan oportunidades como éstas,
entonces lo primero que hacemos muchas veces es calcular a ver si con esto podremos ganar
dinero. Cuando hemos establecido que sí, o sea que promete ser un proyecto exitoso, empezamos
a trabajar en ello. Y sólo después pensamos seriamente en cuáles son los efectos que dicho
proyecto pudiera ejercer en nuestra vida espiritual.

No debemos operar así. Lo primero que debemos considerar es:

¿Acaso esta oportunidad económica puede redundar en favor de la gloria de Dios? El impulso
humano de ganar dinero debe sujetarse completamente a Dios. Este impulso en sí no es malo.
Existen tres razones legítimas por las que es necesario que ganemos dinero:
Para mantenernos y proveer para aquellos que están a nuestro cargo.

Para tener con qué ayudar a los necesitados.

Para promover la obra de Cristo y su iglesia.

No obstante, es posible abusar de cada una de estas razones. Por ejemplo, unos dicen que
trabajan “para mantener a su familia” cuando en realidad lo hacen sólo para brindarles más lujos y
placeres carnales. Hay personas que afirman que si ellos tan sólo pudieran ganar un poco más de
dinero, entonces ayudarían a apoyar a las misiones. Sin embargo, el dinero que ganan ellos lo
siguen invirtiendo en negocios

La inversión y Los desperdiCios

más y más grandes o lo gastan en lujos que ni remotamente tienen que ver con las misiones.

El mayordomo fiel y verdadero desea cumplir con el llamamiento que Dios le ha dado. Dios llama a
algunos a que ganen dinero para entregarlo a la causa de Cristo. Puede ser que parezca que tal
cristiano tiene las mismas metas en la vida que el materialista. Pero hay una gran diferencia: el
cristiano con el llamamiento de ganar mucho dinero entrega sus ganancias a la causa de Cristo y
para el bien de otros, mientras que el materialista utiliza sus ganancias para fines egoístas y
ambiciosos. Dios también llama a algunas personas a dejar su impulso natural de ganar dinero
para así poder dar testimonio en una comunidad de pocos recursos económicos. Recuerde esto: si
Dios le está llamando a usted para que le sirva en un puesto que no rinde mucho dinero, usted
nunca le podrá ofrecer a Dios suficiente dinero para sustituir a lo que él le está llamando a hacer.

¿Cuánto dinero debo guardar para mí?

Dios pone a cada cristiano en un lugar donde puede servirle y donde le es de agrado a él. Dentro
de este marco, Dios le da cierta capacidad de ganar dinero. ¿Cuánto dinero el cristiano debe ganar
y guardar para sí? Un principio bíblico que nos ayuda a saber la respuesta a esta pregunta es el
hecho que el llamado de Dios en la vida de uno siempre armoniza con la mayordomía bíblica.

Como cristianos, nosotros debemos tener mucho cuidado de no permitir que el espíritu de codicia
se apodere de nuestro impulso natural y legítimo de ganar dinero. La codicia termina con los
valores espirituales y malgasta muchas áreas de la vida cristiana. Por el amor al dinero se sacrifica
el bienestar del hogar, el amor hacia los hermanos y la devoción personal.

Cada cristiano puede conocer el nivel económico que debe tener al prestar atención a la voz del
Espíritu Santo y al tomar en cuenta todos los requisitos bíblicos para su vida. Cualquier posesión
que se tenga además de esto resulta en pérdida espiritual.

Aplicando la mayordomía a su propia vida

Hemos estudiado algunos principios acerca de la mayordomía, los cuales el mundo tiene por
extremistas. ¿Qué pasaría si a partir de hoy usted empezara a aplicar cada uno de estos principios
de la mayordomía en su vida? Si usted es uno de esos cristianos que durante toda su vida ha sido
materialista, entonces habrá muchos cambios revolucionarios en su vida:

Sus prioridades cambiarán.

La manera en que usted maneja su dinero cambiará.

Pueda que sea necesario cambiar sus horas de trabajo.

Aun pueda que sea necesario cambiar de trabajo.

Hasta pueda que sea necesario que se traslade a vivir a otra parte para traerle mayor gloria a
Dios.

Antes usted ni consideraba estas cosas porque lo hacía todo para obtener ganancia propia y no
para la gloria de Dios.

No se avergüence usted de hacer esos cambios. Hay cristianos que descubren al cabo de muchos
años que han vivido una vida egoísta. Si Dios le muestra a usted que ha vivido así, él ahora
requiere que cambie sus prioridades materiales. Si Dios le está llamando a hacer algunos cambios
en su vida, avergüéncese de no cambiar.

¿Qué si al analizar su sistema de valores ve que está ganando más dinero de lo que realmente
necesita? Aquí hay tres cosas que puede ser que Dios le esté pidiendo que haga en este caso:
Quizá Dios quiere que le ofrezca todo el dinero extra para ayudar en su obra. Hay muchas
necesidades en este campo. Tal vez usted dice que siempre le da al Señor el diezmo. Pero, ¿sabe
qué? El Nuevo Testamento ni siquiera dice en ninguna parte que Dios espera que le dé el diez por
ciento de sus ganancias. Los principios del Nuevo Testamento que se aplican a las ofrendas son:
“Según haya prosperado” (1 Corintios 16.2) y: “Cada uno dé como propuso en su corazón; no con
tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9.7). Si Dios le ha
prosperado mucho, pueda que él pida que le dé el noventa por ciento de sus ganancias.

Puede ser que Dios pida que sólo haga sus trabajos materiales durante una parte de cada día.
Si las ganancias son tales que puede reducir las horas de trabajo, Dios podría darle muchas cosas
para hacer con el resto de su tiempo. Por ejemplo, usted pudiera visitar a los incrédulos o
distribuir tratados cristianos en su comunidad. Quizá debe ayudar a los miembros necesitados

La inversión y Los desperdiCios

de la iglesia o a las personas ancianas con su trabajo, o visitar a los enfermos para animarlos.
Puede ser que Dios desee que entregue su tiempo extra a la tarea de escribir artículos para alguna
revista de la iglesia o para una casa editorial. ¡Y esto sólo es el comienzo de las posibilidades que
pueden presentarse!

Quizá si usted se detiene y reflexiona, entonces verá que ha estado robándole a su familia así
como a Dios. Usted quizá se asombraría al saber cuántos niños empiezan a caminar por el camino
que conduce al infierno simplemente porque no tenían un padre que los guiara, o que no los guió
lo suficiente. Él estaba trabajando para ganar más dinero cuando en realidad debía haber estado
en casa trabajando con ellos, jugando con ellos y dándole dirección a sus vidas. Por favor, reduzca
sus horas de trabajo si es necesario y pase tiempo con su familia, su primer campo blanco.

Recuerde la historia del hombre rico en Lucas 12. Este hombre fue condenado por ser egoísta en
su decisión en cuanto a qué debía hacer con las riquezas extras que Dios le había dado. Nosotros
debemos tener mucho cuidado al decidir qué hacer con lo que nos sobra. Dios pudiera decirnos:
“Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”

Invirtiendo en las riquezas verdaderas

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y
hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones
no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”
(Mateo 6.19–21).

Cristo condenó la acumulación de riquezas. Y él nos dio una bella alternativa. Nosotros podemos
hacer algo con nuestras posesiones materiales, algo más que sólo aumentarlas más y más.
¡Podemos invertirlas en los bienes raíces celestiales! Si Dios es el que nos dirige en todo, resulta
que nuestro dinero corruptible, nuestro breve tiempo y nuestros talentos todos llegan a
transformarse en depósitos en el banco celestial. Claro, Dios no nos paga una mensualidad ni hace
un contrato anual por el uso de nuestros talentos. El cristiano sirve sin demandar nada a cambio
(véase Lucas 17.10), pero Dios nos promete “una herencia incorruptible” (1 Pedro 1.4). Nuestra
herencia celestial depende de nuestra entrega total de las posesiones materiales que tenemos
estando en esta tierra.

Los tesoros celestiales están seguros. Jesús dijo que nada los tocará allí. Ningún ladrón puede
robárselos.

Una razón práctica para abrir una “cuenta de ahorros en el cielo” es que nuestro corazón (nuestro
amor y lo que nos interesa más) estará donde está nuestro tesoro. La vida es muy corta y la
eternidad es demasiado larga. Esta tierra se terminará, así que nuestro corazón debe estar
enfocado en el cielo. Si de corazón y mente nos estamos enfocando en el cielo, la muerte será
nada más un paso que daremos entre este mundo de problemas y el gozo celestial. Cuando
estemos allí, nosotros gozaremos de los tesoros que hemos acaparado allí durante nuestra estadía
en la tierra, además de todos los galardones que Dios nos dará.

De manera que, mientras vivamos en esta tierra, hagámonos tesoros en el cielo. Hasta el hombre
más pobre puede dar una taza de agua y así hacer un depósito a su cuenta de ahorros en el banco
celestial (véase Marcos 9.41). Puede ser que al rico Dios le pida que venda todo lo que tiene y que
reparta el dinero a los pobres (véase Mateo 19.21). Dios les promete tesoros en el cielo a ambos si
cumplen con sus responsabilidades en cuanto a su manera de administrar los bienes materiales
que tienen.

Jesús aclaró que no es posible que nosotros tengamos tesoros aquí y allá. Él dijo: “Donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.21). Ya que nadie tiene dos
corazones, su tesoro (singular) y su corazón ambos estarán en un solo lugar; o en el cielo o en la
tierra.

Acerca de los pájaros y los lirios


Lo que acabamos de estudiar nos hace ver claramente que Jesús tenía razón al decirnos que
debemos buscar “primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6.33). Pero uno pudiera
preguntarse: Si sólo pienso en lo espiritual y en todo pongo a Dios primero, ¿cómo podré cumplir
bien con mis responsabilidades materiales? Para que no nos afanáramos, Jesús puso el ejemplo de
los pájaros y los lirios (véase Mateo 6.25–34). Los pájaros y los lirios son prueba de que Dios

La inversión y Los desperdiCios

siempre provee. A pesar de que ellos no trabajan horas extras para proveer para sus hijos, ¡Dios
nunca los desampara! Al estar siempre alabando a Dios, ellos testifican contra el materialismo del
hombre. Jesús dijo que si Dios provee tan bien para ellos, ¡cuánto más lo hará para nosotros! Esto
no quiere decir que Dios espera que nosotros sólo estemos afuera en el campo como los lirios y los
pájaros y que sólo dependamos de la lluvia y el sol para el sustento que necesitamos. Tampoco
Dios quiere decir que nosotros debemos comer gusanos como hacen los pájaros. Dios nos dio
mentes para hacer planes y nos dio manos para trabajar, pero nunca planeó que nosotros nos
afanáramos más de lo que se afanan los pájaros y las flores. El mismo Dios que cuida tan bien de
ellos nos dejó la promesa que si le ponemos prioridad a las cosas de Dios todas estas cosas
materiales nos serán añadidas.

Preguntas de estudio

En pocas palabras, contraste el materialismo con el hecho de administrar para la gloria de Dios.

Escriba tres razones por las que debemos ganar dinero.


Anote tres maneras en que es posible deshacerse del dinero extra para la gloria de Dios.

Reflexione y escriba cómo usted pudiera cambiar para no desperdiciar tanto los recursos que
están a su cuidado.

Buscando la mejor ganancia

La inversión y Los desperdiCios

El apóstol Pablo le aconsejó a Timoteo cómo se puede aprovechar al máximo el trabajo que Dios le
da a cada uno. Después de indicarle a Timoteo las responsabilidades de su trabajo, él dice:
“Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a
todos” (1 Timoteo 4.15). Todos podrán ver nuestro éxito si hacemos de todo corazón cualquier
cosa que Dios nos llama a hacer. En Eclesiastés

se nos amonesta a hacer todo según nuestras fuerzas. ¿Lo ha llamado Dios a ser pastor?
Sírvale de todo corazón. ¿Lo ha llamado a enseñar la clase de la escuela dominical? Sea el mejor
maestro que usted puede ser.

¿Es usted un carpintero, granjero, hombre de negocios o ama de casa? Dios sólo quiere
carpinteros, granjeros, hombres de negocios y amas de casa que se han entregado totalmente a él.
Si Dios lo ha guiado al trabajo que usted tiene, reconozca que su mero trabajo constituye parte del
llamado de Dios en su vida. Trabaje en ello para Dios y no para los hombres (véase Colosenses
3.23–24). De la misma manera que un misionero no debe ir a un campo blanco sin ser llamado, así
un agricultor no debe empezar a cultivar la tierra sin saber que Dios lo ha llamado a eso. Dios
tiene un plan para cada persona. Él nos revela su plan por medio de la Biblia, el Espíritu Santo y la
hermandad local de creyentes. Él espera que nosotros seamos diligentes en llevarlo a cabo.
A la mayoría de los cristianos, Dios les ha entregado más que una sola responsabilidad que
cumplir. Por ejemplo, un hermano en la iglesia puede ser a la vez esposo, padre, agricultor,
maestro de la escuela dominical y miembro de la junta de la escuela. Es necesario, pues, que este
hermano sepa manejar su tiempo y recursos espirituales para que sea eficaz en todas las
responsabilidades que Dios le ha dado. Él no debe descuidar su familia por estar enfocando todas
sus energías en ser un miembro útil de la junta de la escuela. Tampoco conviene que deje de
asistir a las reuniones de la junta escolar por estar todo el tiempo mejorando sus habilidades como
agricultor. Para este hermano, entregarse totalmente al servicio de Dios significa:

amar a su señora como Cristo ama a la iglesia.

involucrar a su familia en cualquier trabajo posible para que pueda pasar más tiempo con
ellos.

sembrar sus campos con todas sus fuerzas cuando es tiempo de sembrar.

informarse bien y ser activo en lo que se relaciona a la escuela.

estudiar bien la lección para la escuela dominical a fin de estar listo para dar una buena
presentación.

No son todos los que pueden trabajar bien cumpliendo cinco

diferentes responsabilidades; algunos pueden cumplir más, otros menos. Cuando un cristiano ve
que no puede cumplir con todas las responsabilidades que le piden que tome, él puede pasar a
otro aquellas que es posible que otro asuma (ejemplo: ser miembro de la junta de la escuela), para
que él a su vez se entregue de lleno a las que otro no puede cumplir (ejemplo: ser buen padre para
sus hijos).

Preguntas de estudio

La inversión y Los desperdiCios

¿Qué dijo Pablo en 1 Timoteo 4.15 que era la mejor manera de aprovechar al máximo
nuestro trabajo?
¿Qué texto del Antiguo Testamento enseña la misma verdad?

¿Acaso Dios nos llama sólo a hacer los trabajos espirituales como la evangelización, el
trabajo de ser pastor, etc.? Explique.

Lección 3

Ser rico o no ser rico

Introducción

¿Desea usted ser rico? Si ese es su deseo, usted no es el único

porque hay muchos que desean ser ricos. No obstante, pongámonos de acuerdo en algo muy
esencial: existe una gran posibilidad que usted nunca sea rico. Esto es sin importar cuánto desee
serlo. Sencillamente es así ya que por lo general las circunstancias que uno enfrenta en la vida le
impiden a la gran mayoría de las personas ser ricas. Sin embargo, algo es muy cierto y eso es que
nada puede impedir que usted lo intente.

¿Acaso usted en verdad debiera ser rico? Si usted tiene muchas “buenas” razones por las que
piensa que debe ser rico entonces le repito que tampoco es el único que tiene “buenas” razones.
Yo diría que existen muchas personas que tienen “buenas” razones por las que piensan que deben
ser ricas. Incluso, hay personas que afirman que la razón por la que ellas desean ser ricas es para
poder donar más dinero para la obra de Dios.

¿Acaso Dios desea que usted sea rico? ¿Ha pensado en eso? Si no lo ha pensado, una vez más,
usted no es el único porque a muy pocas personas se les ocurre, ni mucho menos les interesa,
saber lo que Dios quiere que sepan en cuanto a si deben o no ser ricas. Lo más interesante de esto
es que en la Biblia Dios habla mucho acerca de las riquezas. Y como cristianos es nuestra
responsabilidad conocer lo que Dios tiene que decirnos en cuanto a las riquezas.

En esta lección permitiremos que Dios, por medio de su palabra, nos explique acerca de este tema.
Por favor, mientras Dios le hable por medio del estudio de la Biblia, abra su corazón y su mente a
las verdades que encuentre y confórmese a su voluntad.

ser riCo o no ser riCo

Para leer y estudiar

La justicia enriquece (Salmo 37.1–20).

La fe en Dios enriquece (Santiago 2.1–5).

La bendición de Dios enriquece (Proverbios 10.1–22).

Bosquejo de la lección

Lo que son las riquezas

Dios habla acerca de las riquezas

Una pregunta personal: “¿Debo ser rico?”

***
Lo que son las riquezas

En esta lección utilizaremos las palabras rico y riquezas en el mismo sentido que las usa el Nuevo
Testamento.

A modo de resumen, la palabra riquezas, de acuerdo a su uso en el Nuevo Testamento, consiste en


“tesoros acumulados aquí en la tierra”. Esto fue una práctica que Jesús condenó categóricamente
en Mateo 6.19. Las riquezas pueden ser tesoros acumulados en forma de dinero o bien pueden ser
tesoros acumulados en forma de objetos o posesiones lujosas. Existen muchos que muestran su
amor por las riquezas y los placeres egoístas.

Pues bien, ¿cuáles son los usos legítimos del dinero que Dios nos ha dado? La Biblia destaca tres
usos legítimos del dinero:

Para cumplir con las responsabilidades o necesidades materiales de uno mismo, sin alguna
muestra de egoísmo (véase 1 Timoteo 5.8).

Para darles a otros que tengan necesidades (véase Efesios 4.28).

Para promover el reino de Dios (véase 2 Corintios 9.7–14).

Según el Nuevo Testamento, todo buen uso del dinero cabe dentro de estas tres categorías.
Cualquier uso del dinero que no quepa dentro de estas tres categorías es condenado.

Cuando las personas procuran ganar dinero para hacer algo que

no sea darle uno de estos tres usos legítimos, esas personas ganan el dinero impulsadas por la
codicia, acumulan su dinero motivadas por la avaricia y a la hora de gastar ese mismo dinero lo
hacen inducidas por el egoísmo. De acuerdo al Nuevo Testamento, tal hombre es rico y el dinero
que él gana se llama riquezas.

Como usted puede darse cuenta, el Nuevo Testamento les atribuye a estas palabras un sentido
muy negativo.* Al reconocer esto, usted podrá entender mejor porqué el Nuevo Testamento
condena tan rotundamente a las riquezas. También podrá entender mejor los demás principios
con relación a las finanzas que se exponen en el Nuevo Testamento. Algunos de estos principios
son: la buena mayordomía, ofrendar con liberalidad, suplir las necesidades de los santos, etc.

Enresumen, lamaneraenqueustedutilizasudinero, nonecesariamente la cantidad de dinero que


usted tenga, es lo que determina si usted es rico o no es rico, o si usted es un buen mayordomo o
no lo es.

Dios habla acerca de las riquezas

Los hombres han escrito bastante acerca de los peligros de las riquezas. Pero dejemos que sea el
propio Dios quien nos informe sobre este tema. Por favor, ahora lea cuidadosamente y note que
Dios le hablará acerca de las riquezas:

A través del Antiguo Testamento

Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y
Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien,
que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego
que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de
casa de servidumbre (Deuteronomio 6.10–12).

No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si se aumentan las riquezas, no


pongáis el corazón en ellas (Salmo 62.10).

El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas (Proverbios 11.28).

*Por favor, recuerde que este mismo sentido negativo es el que se les atribuye a las palabras rico y

riquezas en este estudio.

ser riCo o no ser riCo


No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas,
siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo (Proverbios 23.4–5).

Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan
necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga:

¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios (Proverbios 30.8–
9).

El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto.
También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen.
¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? (Eclesiastés 5.10–11)

A través de las enseñanzas de Jesús

Entonces Jesús, mirándole [al joven rico], le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo
que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero
él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús,
mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que
tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a
decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! Más
fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se
asombraban aun más, diciendo entre sí:

¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible,
mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. Entonces Pedro comenzó a
decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De
cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o
madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más
ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y
en el siglo venidero la vida eterna (Marcos 10.21–30).
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno
y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6.24).

Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este
siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se
hace infructuosa (Marcos 4.18–19).

Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién
será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios (Lucas 12.20–21).

Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el
arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un
cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre
echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra;
pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento (Marcos 12.41–44).

Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro
es el reino de Dios. (...) Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo (Lucas 6.20,
24).

Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes
que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de
mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no
se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas (Apocalipsis
3.17–18).

A través de las enseñanzas de los apóstoles

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre,
siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos (2 Corintios 8.9).

Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a
este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos
contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas
codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de
todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron
traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas (1 Timoteo 6.6–
11).

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las
cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando
para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna (1 Timoteo 6.17–
19).

ser riCo o no ser riCo

El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su


humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor
abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se
marchitará el rico en todas sus empresas (Santiago 1.9–11).

¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están
podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su
moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis
acumulado tesoros para los días postreros. (...) Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido
disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y
dado muerte al justo, y él no os hace resistencia (Santiago 5.1–3, 5–6).

Preguntas de estudio

Con sus propias palabras, explique qué dice la Biblia acerca de las riquezas materiales en los
versículos que acaba de leer.

Escriba el significado de la palabra “riquezas” según se utiliza en el Nuevo Testamento.


Escriba cuáles son los tres usos legítimos del dinero.

¿Qué peligro hay en las riquezas y que se menciona en Deuteronomio 6.12?

El salmo 62.10 y Proverbios 11.28 hacen una advertencia. Proverbios 23.4–5 ofrece la razón por
la que se hace la advertencia. Con sus propias palabras, escriba la advertencia y la razón por la
misma.

¿Qué peligros en cuanto a las riquezas notó el escritor de Proverbios 30.8–9?

¿Acaso las riquezas satisfacen al que las anhela? (Véase Eclesiastés 5.10–11.)

¿Qué nos enseña el ejemplo del joven rico acerca de las personas ricas?
¿Qué dice Jesús que es imposible para los hombres, pero posible para Dios?

Jesús habló de recompensas materiales, espirituales y eternas en Marcos 10.29–30. ¿Cuáles son
las recompensas a las que Jesús se refirió en esta parte?

Note el conflicto de intereses en Mateo 6.24, Marcos 4.18–19 y Lucas 12.20–21. Según estos
versículos, ¿con cuáles tres cosas chocan las riquezas?

Según Marcos 12.41–44, ¿le agradaría a Dios que usted se trazara la meta de ganar más dinero
para poder ofrendar más?

Según Lucas 6.20, 24, ¿qué puede quitarnos la bendición de Dios? Las ¿Quisiera usted vivir sin
las bendiciones de Dios?

¿Con qué debe contentarse el cristiano? (Véase 1 Timoteo 6.6–11.)

Según 1 Timoteo 6.17–19, ¿qué debe hacer el hombre rico que se convierte en cristiano con el
dinero que le sobra?

Describa el futuro del hombre que confía en las riquezas (véase Santiago 1.9–11; 5.1–3, 5–6).
Una pregunta personal: “¿Debo ser rico?”

La mayoría de las personas en el mundo nunca tendrán que preocuparse por contestar esta
pregunta ya que ellas trabajan todo el día nada más para comer, vestirse, hacer los pagos de las
hipotecas, los pagos de las rentas, etc. Sin embargo, esto no quita que algún día a usted se le
presente una buena oportunidad de hacerse rico. En ese caso, usted deberá saber cómo Dios
quiere que responda a semejante pregunta: ¿Debo aprovechar esta oportunidad de hacerme rico?

Si se le presentara tal oportunidad, ¿acaso dejará a su familia a un lado para dedicarse por
completo a sus negocios? ¿Estará dispuesto a cambiar la dulce paz de Dios por una vida agitada y
bulliciosa al entregarse a la loca cacería de las riquezas materiales? Además, por si no lo sabía,
usted tendrá que cambiar de amo. Dios dice que para seguir en pos de las riquezas usted tiene que
rechazar el señorío de Cristo y someterse al cruel y exigente Don Dinero. (Lea Mateo 6.24.)

Ojalá usted decida no dejarse arrastrar por la codicia y quedarse voluntariamente bajo el señorío
de Cristo en lugar de vender su alma para la adquisición de las riquezas.

Sin embargo, por favor, yo deseo que usted esté sobre aviso porque las riquezas y el prestigio bien
pueden dominar su mente aun cuando no sea rico ni tenga ningún negocio grande. Si usted honra
al rico más que al pobre, las riquezas dominan su mente. Si usted siente envidia por las facilidades
que tiene el rico, sabiendo que él no tiene paz en el alma, usted es siervo de las riquezas. Le ruego
que entregue cada pensamiento, cada motivo y cada deseo de su corazón a la obediencia de
Cristo. “No os hagáis tesoros en la tierra (...); sino haceos tesoros en el cielo (...). Porque donde
esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.19–21).

La diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento

Muchas personas, al darse cuenta de las enseñanzas de Jesús acerca de las riquezas, se justifican a
sí mismas y a su deseo de acumular riquezas terrenales al plantear que hubo muchos hombres
fieles en la Biblia que eran ricos. Esas personas nos recuerdan que Job, Abraham, Salomón y José
de Arimatea eran todos ricos... y Dios estaba con ellos.

Veamos los versículos bíblicos que nos hablan acerca de la riqueza

de estos hombres de Dios:


[Job tenía] siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y
muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales (Job 1.3).

Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro (Génesis 13.2).

Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría (2 Crónicas 9.22).

Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido
discípulo de Jesús (Mateo 27.57).

El primer dato curioso es que todos los hombres mencionados anteriormente vivieron bajo el
Antiguo Testamento. En esa época, Dios galardonaba a sus hijos obedientes al bendecirles con
riquezas terrenales. No obstante, nosotros que vivimos bajo el Nuevo Testamento no tenemos tal
promesa. En cuanto a lo terrenal, Dios sólo nos promete que él suplirá nuestras necesidades. Las
únicas riquezas que él nos promete son las que están en el cielo. Para verificar en cuanto a este
cambio, por favor, compare Deuteronomio 28.1–14 con Lucas 6.20; Romanos 8.35–37; Filipenses
4.19;

2 Timoteo 3.12.

En el Antiguo Testamento, Dios sólo requería que se le dieran los diezmos y las ofrendas. Las
demás riquezas que ellos tenían les quedaban para ellos y la acumulación de las mismas era señal
de la aprobación de Dios sobre sus vidas. En cambio, el Nuevo Testamento no nos dice que
debemos diezmar, sino que nos enseña que ahora todo lo que ganamos pertenece a Dios, no tan
sólo la décima parte. Y Dios prohíbe que acumulemos las riquezas terrenales que él nos encarga. Él
demanda que le entreguemos el cien por ciento al señorío de Cristo y que lo empleemos todo para
su gloria, dando donde hay necesidades o reinvirtiéndolo para apoyar la obra de Dios. De acuerdo
a los principios del Nuevo Testamento, Dios pudiera exigirnos que entreguemos el diez o el quince
por ciento, o aun más, a la iglesia. Y en cualquier caso, él siempre demanda que acumulemos
tesoros en el cielo y no en la tierra.

Las riquezas envician a quienes las persiguen


Todos sabemos que muchas personas mueren cada día al contraer diversas enfermedades
relacionadas al consumo del tabaco. Nos asombra que a pesar de todo esto, tantas personas
continúen consumiéndolo. De igual modo, nosotros sabemos que el consumo de las drogas y el
alcohol sume a millones en la miseria y en las más indecibles desdichas. Sin embargo, millones de
personas continúan consumiéndolos. ¿Por qué? Porque se han enviciado con estas sustancias; son
adictos. Resulta alarmante ver que aunque sus amigos y familiares están muriendo en todas partes
a causa de las enfermedades que contrajeron al consumir estas sustancias dañinas, ellos las
continúan usando.

También resulta alarmante considerar los efectos desastrosos en las vidas de las personas que se
han enviciado con las riquezas y con la búsqueda de las mismas. Dondequiera que vamos podemos
ver los efectos esclavizantes de la codicia, la envidia y la avaricia. Estos vicios corrompen tanto las
vidas de los ricos como también la de los pobres que desean hacerse ricos. No es difícil ver que la
adicción a las riquezas (la codicia) es perjudicial para la salud de uno mismo y la de los que están
bajo su cuidado. De esto también tenemos muchos ejemplos en la Biblia. Piense, por ejemplo, en
Nabal (véase 1 Samuel 25.2–11). Considere la caída de Salomón (véase 1 Reyes 11.11) y la de
Nabucodonosor (véase Daniel 4.29–33). Por favor, reflexione sobre la arrogancia de los ricos en la
iglesia de Laodicea (véase Apocalipsis 3.17). Y no olvide leer las advertencias que dio Pablo en 1
Timoteo 6.

Si usted es una de las pocas personas en este mundo a quienes Dios les ha dado mucho dinero, no
diga que ese dinero es suyo. Si usted piensa que el dinero que Dios le ha dado es de usted
entonces ese mismo dinero llegará a ser su dueño; lo esclavizará y lo matará. Usted debe aprender
a compartir de forma generosa el dinero que Dios ha puesto en sus manos para la honra y la gloria
del Creador. Dios tiene incontables bendiciones reservadas especialmente para derramarlas sobre
los pobres… y sobre aquellos que voluntariamente se hacen pobres a causa del reino de Dios
(véase Lucas 6.20).

Haga un examen personal

Mientras usted se ha mantenido fiel, ¿acaso ha fallado Dios alguna vez en suplir sus necesidades
y las de su familia?

¿Aspira usted a tener riquezas? Ya sea cierto o no lo sea, otros pueden ver esto en su vida por
medio de su forma de ser. Esto incluye su forma de pensar, su forma de expresarse y hasta su
forma de actuar.

¿Busca usted satisfacerse con el lujo y una vida fácil? Haga una lista de lo que usted ha
comprado en las últimas tres semanas y determine si lo que compró es algo que no necesita y que
sí puede catalogarse como un lujo.
Preguntas de estudio

¿Por qué el cristiano no puede justificar su deseo de hacerse rico al compararse con los
hombres fieles del Antiguo Testamento?

¿Qué tesoros les ha prometido Cristo a sus seguidores?

Explique cómo puede describirse la vida de una persona que se ha enviciado con el dinero.

Lección 4

Usando los recursos naturales de Dios

Introducción

Desde el pequeño astro que Dios ha preparado para el hombre en

su gran universo, nosotros divisamos un poquito del enorme universo creado por Dios. ¡Y con
razón nos quedamos boquiabiertos! El salmista testificó en Salmo 104.24: “¡Cuán innumerables
son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios.”

Para negar lo que es obvio, los evolucionistas tratan de convencerse que las maravillas de la
naturaleza llegaron a existir al azar. Ellos reconocen que si admitieran que Dios lo creó todo,
entonces se verían obligados a consentir en que Dios tiene el derecho de dirigir sus vidas. Así que,
en un intento por escapar de la realidad de su responsabilidad moral ante Dios, optan por negar al
Creador. Sin embargo, ¡él sigue siendo su Creador! No porque las personas nieguen la existencia
de Dios quiere decir que Dios no existe.
Nosotros siempre debemos recordar el mensaje que podemos extractar de lo que dice la Biblia
con relación a este asunto. Su mensaje nos dice que el que creó todos los recursos naturales
también tiene derecho a gobernarlos. En este caso, Dios manda cómo el hombre debe
relacionarse con él, cómo el hombre debe relacionarse con los otros de su clase y también cómo el
hombre debe relacionarse con la naturaleza.

Esta lección trata sobre las responsabilidades que tenemos al ser nombrados por Dios como
mayordomos de los recursos naturales que él ha creado.

Para leer y estudiar

usando Los reCursos naturaLes de dios

Al hombre se le dio la mayordomía de la tierra (véase Génesis 1.28; Salmo 115.16).

El hombre no es dueño de la tierra (véase Salmos 24.1–2; 50.10–12; Isaías 40.12–17).

Dios ha dado leyes para el buen uso de los recursos naturales (véase Levítico 25.1–7;
Proverbios 27.23–27; Eclesiastés 5.9).

La ecología que Dios ordena es para el bienestar de su creación (véase Salmo 104;
Proverbios 12.10–11, 27).

Bosquejo de la lección

La tierra será destruida

Nuestra responsabilidad ecológica

Abusos comunes de los recursos naturales


El equilibrio ecológico

Siendo buenos mayordomos para la gloria de Dios

***

La tierra será destruida

Ya sea que usted lo crea o no lo crea, el planeta donde vivimos está destinado a la destrucción por
medio del fuego. Dios nos lo afirma en términos inequívocos: “Pero el día del Señor vendrá como
ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo
serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3.10).

En el principio, cuando Dios creó la tierra, el mundo era hermoso y perfecto. Pero los humanos
pronto destruimos la belleza más sobresaliente de aquella naturaleza creada por Dios cuando nos
rebelamos contra él. A partir del día que pecamos, la propia tierra fue envejeciéndose “como ropa
de vestir” (Isaías 51.6).

Gran parte de la belleza original de nuestro planeta ya está

irremediablemente arruinada a causa de nuestro pecado. De hecho, todo el universo es como un


gigantesco reloj que está perdiendo su cuerda. ¡Un día se detendrá para siempre!

Nuestra responsabilidad ecológica

Por favor, lea 2 Pedro 3.10. Luego estudie los versículos 11 y 12. Entonces escriba las actitudes que
debe tener alguien que sabe que la tierra será destruida.
Ahora, por favor, lea los versículos 13 y 14. ¿Qué consuelo nos debe dar conocer que este mundo
se acabará?

¿Qué tipo de vida promueve esta actitud?

Por favor, estudie Romanos 8.19–22. ¿En qué estado se encuentra la naturaleza actualmente?

¿Qué esperanza tenemos?

A pesar del hecho de que este planeta está destinado a la hoguera divina, Dios no nos ha
ordenado en ninguna parte de la Biblia a que destruyamos la belleza o los recursos que todavía
existen en el planeta tierra. Al contrario, Dios nos ha ordenado que los conservemos. Es nuestra
responsabilidad hacer todo lo posible por mantener la tierra en buenas condiciones ecológicas
hasta el día que Dios dé la orden para que sea quemada.

Pero, ¿por qué? ¿Acaso no todo va a ser quemado? Sí, todo será quemado porque Dios lo ha
dicho, pero Dios es el único que tiene la autoridad de hacerlo ya que él es el Creador.

La tierra es de Dios

La Biblia testifica que “del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10.26). Al nosotros
administrar sus recursos, tenemos que pensar en algo más que sólo nuestra propia paz y
prosperidad. Debemos tomar en cuenta la gloria de Dios porque para eso mismo él

usando Los reCursos naturaLes de dios


creó a la tierra. Dios manda que administremos su planeta de una forma que los recursos
naturales no se echen a perder. Cuando cuidamos la tierra de forma adecuada, entonces la misma
glorifica a su Creador, mostrando su poder y su infinita sabiduría.

Nuestros hijos vivirán sobre la tierra

No debemos ser egoístas con los recursos naturales. La Biblia nos amonesta que no debemos
mirar “cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2.4).
Use los recursos naturales que hay en la tierra, pero no los malgaste. Luego, deje que las
generaciones futuras tengan una buena herencia con relación a lo que hay en la tierra. Y una
buena herencia refiriéndose al tema de la tierra es heredar una tierra limpia, productiva y
encantadora.

La naturaleza es algo que Dios nos ha dejado a los humanos. Es la responsabilidad de toda
generación hacer uso de ella con sabiduría y hacer que las generaciones futuras la hereden en
buenas condiciones.

Abusos comunes de los recursos naturales

Por lo general, cuando se menciona este tema ni siquiera pensamos en el aire. Tomamos por
sentado que siempre habrá aire saludable para respirar. Hace algún tiempo nadie pensaba en todo
el humo, el dióxido de carbono y otros gases tóxicos que se expulsaban al aire. Ahora las grandes
ciudades del mundo están aprendiendo que hay que usar el recurso natural del aire de manera
más responsable.

Las industrias vierten desechos en nuestros lagos, ríos y arroyos. Incluso las empresas agrícolas
echan basura y muchos desperdicios venenosos en nuestros ríos y arroyos, de tal modo que el
mundo entero se está dando cuenta que se tiene que regular y controlar el acceso a los recursos
naturales de los ríos, lagos y arroyos.

En tiempos pasados la gente pensaba que los árboles eran un recurso natural casi inagotable. Pero
a causa de la tala indiscriminada y el mal aprovechamiento de la madera, hoy hay muchos lugares
que carecen de madera. Como resultado, se ha tenido que aprobar leyes estrictas para que la
gente no acabe con los árboles que sobreviven.
Los océanos del mundo también parecen fuentes inagotables. Parecería imposible que el hombre
pudiera ejercer influencia alguna en el bienestar o la destrucción de las millones de especies
marinas y otras criaturas que viven en los océanos. Sin embargo, a causa de los ríos contaminados
que desembocan en el mar y debido a la manera que se limpian los barcos que transportan el
petróleo, el hombre está afectando el medio ambiente de los vastos océanos.

Los agricultores, los que trabajan la madera, los que desarrollan las industrias y cualquier otro
ciudadano tienen la opción de conservar o destruir la naturaleza por medio de sus hábitos diarios.
Dios le confió la tierra al hombre. Esto quiere decir que él le confió una pequeña parte a usted.
¿Está usted cuidando o desperdiciando los recursos naturales que Dios ha puesto a su cuidado?

El equilibrio ecológico

Una maravilla de la creación es la manera en que trabajan juntos los diferentes elementos de la
naturaleza. Equilibrio ecológico es el término que usamos para describir esta armonía.

La ecología es una “rama de la biología que se encarga del estudio de la relación de los seres vivos
entre sí y con el medio”. Podemos destacar la importancia del equilibrio ecológico relatando la
historia de Australia y los conejos:

Australia no tenía conejos hasta mediados del siglo XIX. Lamentando esta ausencia de conejos, los
australianos importaron veinticuatro parejas del conejo europeo, Oryctolagus cunicularus, en
1859. Pero Australia no tenía ningún enemigo natural de los conejos. En muy poco tiempo, los
pocos conejos que habían importado se multiplicaron y crecieron hasta convertirse en varios
cientos de millones de ellos. Lo que sucedió fue que estos conejos se convirtieron en una peste
perjudicial para la agricultura australiana. Llegaron a ser perjudiciales ya que en todo el país no
había zorros, lobos u otros enemigos naturales del conejo. Australia sufría una falta de equilibrio
ecológico porque el hombre había arruinado el equilibrio ecológico natural que existía allí antes de
la importación del conejo.

Así es el sistema natural del equilibrio ecológico. Los hombres pueden promover este equilibrio, o
pueden destruirlo.
En el mundo existen muchos ciclos naturales que ayudan a mantener el equilibrio ecológico del
globo terráqueo. Un ciclo natural es un

usando Los reCursos naturaLes de dios

proceso en la naturaleza que se repite una y otra vez para beneficio de la misma. Uno de estos
ciclos es el que se llama el “ciclo del agua”.

Por favor, abra su Biblia en el Salmo 104. Estudie lo que dice este salmo acerca de la ecología.
Note los ciclos naturales que se mencionan y la interdependencia entre las plantas, los animales y
los minerales. Pero sobre todo, note el papel del hombre en el equilibrio ecológico. Luego,
conteste las siguientes preguntas, basándose en este Salmo:

Describa el ciclo del agua. ¿Cuántas cosas en la naturaleza dependen de este ciclo?

Según lo describe el Salmo 104, explique en qué sentido los animales dependen de las plantas.

¿En qué sentido dependen los animales de los minerales?

¿En qué sentido se beneficia toda la naturaleza del ciclo del día y la noche que produce la
rotación de la tierra?

Al leer los versículos 27–32, ¿concluiría usted que los ciclos naturales se mantienen a sí mismos,
o que los mismos dependen del Creador?

Describa las maneras en que el hombre depende de la naturaleza.


Dos tercios de la tierra están cubiertos de agua. Hay agua debajo de nosotros, sobre nosotros… y
dentro de nosotros. Toda la naturaleza depende del agua y del ciclo del agua.

El ciclo del agua funciona de la siguiente manera:

El agua de mares, ríos y lagos, al calentarse por la acción del sol, se evapora continuamente,
pasando a la atmósfera en forma de vapor de agua. Este vapor, disperso en el aire, cuando
asciende hacia capas más altas de la atmósfera llega a zonas más frías, se condensa en forma de
minúsculas gotas de agua líquida que permanecen en suspensión, formando en su conjunto las
nubes.

Sometidas las nubes a nuevas bajadas de temperatura, sus minúsculas gotas de agua se funden,
formando gotas de mayor tamaño, que por acción de la gravedad caen a tierra en forma de lluvia
o nieve. De este modo, las lluvias y nevadas devuelven a la superficie de la tierra el agua que
inicialmente había sido evaporada por la acción del sol. (Citado de la “Enciclopedia Universal,
1999/2000”)

Supongamos que ya no hubiera más evaporación. Toda el agua se quedaría en los mares y la tierra
se secaría. La realidad es que la humedad en el aire (agua evaporada) esparce los rayos del sol y así
nos protege de la intensidad del sol. Además, la evaporación produce agua pura que a su vez
purifica el aire cuando llueve. Sin la evaporación, la vida de todos los animales terrestres se
terminaría.

usando Los reCursos naturaLes de dios

¿Y qué pasaría si ya no hubiera más condensación del agua evaporada? La tierra y los mares se
secarían.

Además, si fallara la gravedad entonces el agua no volvería a los mares. Todos los peces y la fauna
marina morirían. Todos los animales terrestres morirían también porque las plantas se secarían. Y
una vez muertos los animales que comen plantas, morirían también los animales que comen
carne, ¡pues ellos se alimentan de los animales que comen plantas!
Otro ciclo natural es el ciclo del día y la noche que sucede a causa de la rotación de la tierra. Este
ciclo es beneficioso para toda la creación. Algunos animales necesitan la oscuridad de la noche
para descansar, mientras otros descansan durante el día. El hombre descansa por la noche. Sin la
regularidad del ciclo de los días y las noches, los hombres podrían dejar de dormir con la debida
regularidad que sus cuerpos exigen para su desarrollo normal.

Siendo buenos mayordomos para la gloria de Dios

Dios comisionó al hombre para que domine y gobierne la tierra, administrándola como su
mayordomo. El hombre ha entrelazado los continentes con un laberinto de carreteras, ha
construido aparatos que vuelan en el aire y aun en el espacio, ha perforado grandes
profundidades en la tierra para extraer valiosos minerales y ha detenido ríos, construyendo
grandes diques y represas.

Muchas de estas invenciones e “interrupciones” en la naturaleza son buenas y muy beneficiosas.


Millones de hectáreas de tierra desértica en el noroeste de México están produciendo abundantes
cosechas debido a que el hombre ha controlado las fuentes de agua. Existen regiones en Brasil que
hasta hace pocos años eran puras zonas boscosas. Los hombres intervinieron y cortaron algunos
de esos sectores de árboles y así ese país ha llegado a producir grandes cantidades de alimentos
hasta para el resto del mundo.

Al administrar los recursos naturales de Dios, nosotros debemos tener mucho cuidado de no
arruinarlos para las generaciones futuras. Debemos enseñar y practicar la conservación (véase
Eclesiastés 5.9).

Preguntas de estudio

¿Acaso la tierra durará para siempre aunque la cuidemos bien?

¿Quién es el culpable del deterioro de la naturaleza que vemos en el mundo de hoy?


¿Por qué nosotros debemos hacer todo lo posible por mantener la tierra en buenas condiciones
ecológicas?

Escriba algunos ejemplos que usted ha podido observar acerca de la mala mayordomía de los
recursos naturales que resultó en un desequilibrio ecológico.

Medite en algunas formas que usted podría eliminar el desperdicio de los recursos naturales.
Escríbalas.

También podría gustarte